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Constelación

Una constelación, en astronomía, es una agrupación convencional de estrellas, cuya posición en el cielo nocturno es aparentemente
invariable. Los pueblos, generalmente de civilizaciones antiguas, decidieron vincularlas mediante trazos imaginarios, creando así
siluetas virtuales sobre la esfera celeste. En la inmensidad del espacio, en cambio, las estrellas de una constelación no
necesariamente están localmente asociadas; y pueden encontrarse a cientos de años luz unas de otras. Además, dichos grupos son
completamente arbitrarios, ya que distintas culturas han ideado constelaciones diferentes, incluso vinculando las mismas estrellas.

Algunas constelaciones fueron ideadas hace muchos siglos por los pueblos que habitaban las regiones del Medio Oriente y el
Mediterráneo. Otras, las que están más al sur, recibieron su nombre de los europeos en tiempos más recientes al explorar estos
lugares hasta entonces desconocidos por ellos, aunque los pueblos que habitaban las regiones australes ya habían nombrado sus
propias constelaciones de acuerdo a sus creencias.

Se acostumbra a separar las constelaciones en dos grupos, dependiendo el hemisferio celeste dónde se encuentren:

 constelaciones septentrionales, las ubicadas al norte del ecuador celeste


 constelaciones australes, al sur.

A partir de 1928, la Unión Astronómica Internacional (UAI) decidió reagrupar oficialmente la esfera celeste en 88 constelaciones con
límites precisos, tal que todo punto en el cielo quedara dentro de los límites de una figura. Antes de dicho año, eran reconocidas
otras constelaciones menores que luego cayeron en el olvido; muchas, ya no se recuerdan. El trabajo de delimitación definitiva de
las constelaciones fue llevado a cabo fundamentalmente por el astrónomo belga Eugène Joseph Delporte y publicado por la UAI en
1930.

Historia de las constelaciones

Constelaciones antiguas

Debido al tiempo transcurrido y a la falta de registros históricos, es difícil conocer el origen preciso de las constelaciones más
antiguas del mundo occidental. Tal parece que Leo (el león), Taurus (el toro), y Escorpio (el escorpión), existían desde antiguo en la
cultura de Mesopotamia, unos 4000 años antes de la era cristiana, aunque no recibían esos nombres necesariamente.

Se cree que el interés de estos antiguos pueblos por la disposición de las estrellas tuvo motivos fundamentalmente prácticos,
usualmente con propósitos agrícolas, de viaje y religiosos: como ayuda para medir el tiempo y las estaciones y para servir de
orientación a navegantes y mercaderes cuando realizaban travesías durante la noche, ya fuese por mar o por el desierto. Así,
imaginando figuras con las cuales relacionar los grupos de estrellas (y creando leyendas e historias de lo que representaban —ver
mitología, astrología—) les sería más fácil y seguro recordar las rutas a seguir.

De las 88 constelaciones adoptadas por la UAI, casi la mitad provienen de la imaginación de los astrónomos griegos. Homero
menciona a Orión en la Odisea (obra que data del siglo IX a. C.). En el Antiguo Egipto era conocido como Sahu mil años antes. El
Zodíaco, dividido en doce constelaciones, surgió en Babilonia durante el reinado de Nabucodonosor II siglo VI a. C., vinculado a las
doce lunaciones anuales. Lo adoptará la cultura griega, dándole a las constelaciones los actuales nombres.

La compilación exhaustiva de constelaciones más antigua conocida se remonta a Claudio Ptolomeo, quien en el siglo II a. C. presentó
un catálogo de 1022 estrellas, agrupadas en 48 constelaciones, en su obra Almagesto; la obra fue escrita en griego, con el título Ἡ
μεγάλη Σύνταξις (He Megále Síntaxis: ‘el gran tratado’). Dicho trabajo, que será la base de muchos resúmenes astronómicos
occidentales posteriores, hasta finales de la Edad Media, solo incluía las estrellas visibles desde Alejandría, lugar desde donde
Ptolomeo llevó a cabo sus observaciones.

Constelaciones chinas

Carta estelar del libro de Dunhuang, escrito alrededor del año 700. Las constelaciones corresponden a la Osa Mayor, Capricornus
(Capricornio)y Sagittarius (Sagitario).
Las constelaciones chinas son uno de los agrupamientos estelares más antiguos del mundo. Estas son muy diferentes de las
modernas constelaciones reconocidas por la UAI (que se basan en la astronomía griega); esto se debe principalmente a que el
desarrollo de la astronomía china fue independiente, aunque paralelo a la griega.

Los astrónomos chinos dividieron el cielo en 31 regiones, llamados 3 recintos (三垣 sān yuán) y 28 mansiones (二十八宿 èrshíbā
xiù). Los tres recintos ocupan la zona cercana al polo norte, por lo que en las latitudes altas se pueden ver durante todo el año,
mientras las veintiocho mansiones ocupan la zona del zodiaco, por lo que pueden ser estimados como el equivalente a las doce
constelaciones zodiacales occidentales. Contrariamente a la astronomía occidental, las veintiocho mansiones no reflejan el
movimiento (aparente) del Sol sino el movimiento de la Luna en su recorrido mensual alrededor de la Tierra.

Los tres Recintos y las 28 Mansiones se dividen además en 283 asterismos. Cada estrella se asigna a uno de los asterismos e incluso
algunos de ellos solo poseen una estrella. Tradicionalmente, una estrella lleva el nombre de su asterismo combinado con un
número.

El cielo alrededor del polo sur celeste se desconocía en la antigua China. Por lo tanto, no se incluyó como parte de los tres recintos y
las 28 mansiones. Sin embargo, a finales de la dinastía Ming, Xu Guangqi introdujo otros 23 asterismos basado en las cartas estelares
occidentales.

Constelaciones hindúes

Los antiguos agruparon las estrellas en asterismos de manera que formen una figura más o menos parecida a lo que representan, y
que siempre este "en pie". Como en el hemisferio sur, las estrellas boreales se ven al norte y de forma invertida, lo mismo ocurre
con las constelaciones, por lo que las figuras se ven iguales pero "al reves". En la imagen se ve a Leo (el león) desde el hemisferio
norte (arriba) y el hemisferio sur (abajo)

Las constelaciones de la astronomía hindú se denominan nakshatra (ननननननन) o mansión lunar, que corresponden a cada una
de las 27 divisiones del cielo, identificadas por la(s) estrella(s) más destacada(s) dentro de las mismas, por las cuales pasa la Luna
durante su ciclo mensual. Por lo tanto, cada uno de ellos representa una división de la eclíptica similar a la del zodiaco occidental
(13° 20' en lugar de los 30° para cada signo del zodiaco). El periodo orbital de la Luna es de 27.3 días, por lo que la Luna tarda
aproximadamente un día para pasar a través de cada nakshatra.

El punto de partida para la nakshatras es el punto de la eclíptica directamente opuesto a la estrella Spica llamado Chitrā (que
correspondería aproximadamente al comienzo de Aries). La eclíptica se divide en cada uno de los nakshatras hacia el este a partir de
este punto.

La lista de Nakshatras se encuentra en los textos védicos, y también en el Shatapatha Brahmana. El primer texto de astronomía que
enumera es el Vedanga Jyotisha de Lagadha. En la mitología hindú los Nakshastras fueron inventados por Daksha, y se personifican
como las hijas de la deidad y las esposas de Chandra, el dios de la luna.

Cada uno de los nakshatras se rige por uno de los señores de los nueve graha en la siguiente secuencia:

Ketu (nodo sur lunar)

Shukra (Venus)

Ravi o Suria (Sol)

Chandra (Luna)

Mangala (Marte)

Rahu (nodo norte lunar)

Gurú o Bríjaspati (Júpiter)

Shani (Saturno) y
Budha (Mercurio).

Este ciclo se repite tres veces para cubrir los 27 nakshatras.

Constelaciones incas

Dentro de la Astronomía Inca, existían dos tipos de constelaciones:Las Constelaciones Estelares o Brillantes constituidas por estrellas
individuales de magnitudes muy brillantes, que por sí mismas constituían una “constelación” y de otras que agrupadas o unidas al
modo occidental (de estrella a estrella) forman figuras en el cielo nocturno. El segundo tipo de constelaciones lo constituyen las
condensaciones de polvo y gas interestelar que a manera de manchas oscuras ocupan espacios dentro de la Vía Láctea formando las
llamadas Constelaciones Oscuras o Negras.[1]

Los astrónomos de la civilización inca identificaron diversas áreas oscuras de la Vía Láctea como animales, y los asociaron con la
temporada de lluvias; debido a esto se les conoce como «constelaciones oscuras». Estas áreas son las que comúnmente se
denominan nebulosas oscuras.

Es precisamente en Cuzco donde muchos investigadores han encontrado documentos de colonizadores españoles que describen el
Templo del Sol, del cual irradiaban cuarenta y un ejes llamados ceques, cuya disposición implicaba lineamientos geománticos o
astronómicos, que definían el valle en 328 huacas las cuales cumplían funciones rituales y políticas.

Los Incas conocían la revolución sinódica de los planetas, e igualmente construyeron un calendario lunar para las fiestas religiosas y
uno solar para la agricultura. Para tal propósito utilizaron elementos como montículos alrededor de los pueblos para realizar
astronomía observacional.

El calendario consistía en un año solar de 365 días, repartidos en 12 meses de 30 días y con 5 días intercalados. Se sabe que el
calendario era determinado observando al sol y a la luna. Para fijar las fechas exactas del año y meses, Pachacútec dispuso la
edificación de 12 torres o pilares localizados al este de la llacta del Cuzco, llamados sucangas.

Los Incas daban mucha importancia a las constelaciones y estaban muy interesados en la medición del tiempo para fines agrícolas.
Poseían sus propias constelaciones y para ellos las Vía Láctea era oscurecida por sacos de carbón. La astronomía jugó un papel muy
importante para la construcción de sus ciudades.

Otras culturas precolombinas

Acerca de los mexicas, para quienes la palabra citlalli significaba “estrella”, se sabe que visualizaban en la bóveda celeste por lo
menos unas 30 constelaciones. De las que se mencionan en las fuentes tenemos Citlaltianquiztli (El Mercado), Citlalxonecuilli (“Pie
torcido”, una especie de pan enroscado), Citlalcólotl o Colotlixáyac (El Alacrán), Citlallachtli (La Cancha del juego de pelota “tlachtli”),
Citlalmamalhuaztli, (Los Palos Saca-fuego), Citlalocélotl (El Jaguar), Citlalozomatli (El Mono) y Citlalcóatl (La Serpiente). De los
trabajos en los que se reconstruye la bóveda celeste podemos citar a Hermann Beyer (1910), Escalona Ramos (1940) y Francisco
Hernández (1989).

También se ha planteado la posibilidad que estuvieran representadas las veintenas como constelaciones, así lo ha dicho Yólotl
González (1979) siguiendo a Diego Durán. Otros autores creen que así mismo estaba plasmado un “zodíaco” de signos nahuas, esto
último muy poco probable.

Los muiscas reconocían la relación entre la salida heliaca de Sirio con el comienzo de la temporada de lluvias.

Los mocovíes consideraban a la Vía Láctea como un camino, al que llamaban "nayic", que se adentraba en el monte y en el que a
su largo se hallaba jalonado de numerosos asterismos relacionados con relatos de encuentros de chamanes con seres poderosos o
"dueños", con los cuales pactaban para poder sobrevivir. Por los movimientos de la Galaxia los mocovíes determinaban los instantes
de la noche y los ciclos anuales.1
En el caso particular de la zona de la Cruz del Sur, el puntero y sus estrellas cercanas representaban dos perros de caza y la cruz del
sur en sí el cuerpo central del ñandú acechado, mientras que las restantes estrellas cercanas a la cruz completaban la figura del
animal.2

En la Patagonia septentrional, hacia el siglo XVI y XVII, se imaginaban que la Vía Láctea era la representación de un campo de
cacería de ñandúes, donde los cazadores utilizaban boleadoras representadas por el "puntero" (α y β centauri) mientras que las
Nubes de Magallanes representaban los cuerpos de los animales cazados y Las Pléyades (conocida en la región como Los siete
cabritos) eran el nido del ñandú.2

Otras culturas

Otra cultura aborigen que reconocía figuras oscuras en el cielo eran los australianos, especialmente aquellos que vivían en el centro
del continente. También los aborígenes sudamericanos consideraban las manchas oscuras de la Vía-Láctea (nubes con polvo
interestelar que absorbe la luz de las estrellas) para formar sus "constelaciones". Una de sus figuras más representativas es "El Emu
en el cielo", que abarcaba desde el Escorpión hasta la Cruz del Sur.

Constelaciones zodiacales

El zodíaco es una franja del cielo por donde, aparentemente, transitan el Sol y los planetas. Durante el siglo V a. C. dicha región fue
dividida en doce partes iguales (una por cada mes del año) a las cuales dieron el nombre de la constelación más próxima (asterismos
que muy bien podrían haber existido antes de la invención del zodíaco). Estas constelaciones son tradicionalmente las siguientes:
Aries, Taurus, Gemini, Cancer, Leo, Virgo, Libra, Scorpius, Sagittarius, Capricornus, Aquarius y Pisces. Tras el establecimiento de los
límites de las constelaciones en 1930, el Sol también cruza las constelaciones de Cetus y Ofiuco.

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