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PREGUNTAS PROCESAL CONSTITUCIONAL

1. El siguiente título: “TC advierte que resulta inconstitucional la prohibición


absoluta de mascotas y la prohibición de uso del ascensor para transportarla”,
¿es congruente con lo realmente decido por el TC?

R= En observancia de los fundamentos propuestos por el tribunal constitucional para


emitir su decisión, resulta congruente afirmar que es inconstitucional la prohibición
absoluta de mascotas y la prohibición de uso del ascensor para transportarla.
Dado que dichas medidas de restricción, fijadas por la Junta de Propietarios del Edificio
Antonio Miró Quesada, tras la modificación de su Reglamento Interno que las
incorporó, fueron sometidas a una evaluación constitucional por medio de una
herramienta la cual el Tribunal Constitucional consideró pertinente emplearla, con el
fin de resolver dicha cuestión, la cual es denominada “Test de Proporcionalidad”.
Tras haberse realizado dicha evaluación, se determinó que estas prohibiciones
absolutas de tenencias de mascotas en el edificio, de adquisición de nuevas mascotas y
de uso del ascensor en compañía de ellas, resultan desproporcionadas y configuran
una transgresión a los derechos al libre desarrollo de la personalidad y al libre tránsito,
entendiendo entonces, que estos puntos vuelven a estas medidas restrictivas como
inconstitucionales, por lo que este colegiado, finalmente resolvió declarar inaplicables
los artículos 35.8.1 y 35.8.3 del Reglamento de la Junta de Propietarios del Edificio
Antonio Miró Quesada.

2. El pronunciamiento del TC, respecto de la inaplicación al demandante de los


artículos 35.8.1 y 35.8.3 del Reglamento de la Junta de Propietarios del
Edificio Antonio Miró quesada, ¿qué control ha ejercido?

R= En tanto a lo resuelto por el Tribunal Constitucional, donde decidió Inaplicar las


prohibiciones establecidas por el demandado en el Reglamento de la Junta de
Propietarios del Edificio Antonio Miró Quesada, es claro precisar que se observa una
prevalencia de una norma constitucionalmente protegida, como lo es el derecho a la
libertad del desarrollo personal y el derecho a la libertad de tránsito, las cuales se
encontraban en cuestión frente a una prohibición estipulada en el artículo 35 numeral
8 del reglamento citado anteriormente, por lo que estaríamos frente a un control
difuso ejercido por el Tribunal Constitucional, bajo los siguientes argumentos:
Primero, es necesario precisar que, el control difuso supone, pues, la inaplicación de
una norma legal o infralegal, por parte de todo juez en cualquier proceso, al estimarla
inconstitucional. Es pertinente agregar que, para el Tribunal Constitucional, no
solamente corresponde el control difuso respecto de normas de alcance general, de
leyes en sentido amplio, sino inclusive también sobre normas estatutarias de carácter
privado (Exp. 6730-2006-AA/TC, FJ 10-18). Esto último bajo la consideración de la
eficacia horizontal de los derechos fundamentales.

Para esto, el ejercicio del control difuso cumple con que solo tenga que darse en el
caso de que ello sea relevante para resolver la controversia y no sea posible obtener
una interpretación conforme a la Constitución, como ha sido el caso de la
determinación de inconstitucionalidad generada mediante la aplicación del Test de
Proporcionalidad, donde se ha demostrado, que las presentes medidas de restricción,
transgreden derechos fundamentales, y no son proporcionales a lo que la medida
impuesta buscaba proteger, como lo sustenta el tribunal constitucional en el presente
caso.

3. Analice y desarrolle el contenido constitucionalmente protegido del derecho


fundamental en este caso.

R= En la presente sentencia, media la transgresión de dos derechos fundamentales: 1)


El libre desarrollo de la personalidad, y; 2) La libertad de Tránsito. Para lo cual, ambas
cuentan con un amplio contenido constitucionalmente protegido, de donde se
desprenden manifestaciones vulneradas por los hechos en cuestión del caso.
En cuanto al libre desarrollo de la personalidad, en un primer intento de
conceptualización, se puede entender como aquel derecho que posee todo ser
humano de desarrollarse, autodeterminar, diseñar y dirigir su vida según su voluntad,
conforme a sus propios propósitos, proyecto de vida, expectativas, intereses, vocación,
deseos, preferencias e inclinaciones. Sin embargo, esto no implica una delimitación del
entendimiento completo del desarrollo de la personalidad, es por esto, muchas veces
se llega a la conclusión de que el único camino para acercarse a entender el derecho al
libre desarrollo personal, es por medio de la observación de los diversos rasgos y
características reiterativas que se observan en el derecho constitucional, la
jurisprudencia, la doctrina y los tratados internacionales de derechos humanos. Un
primer aspecto que se desprende del derecho al libre desarrollo de la personalidad, es
que este derecho busca proteger y tutelar los diversos aspectos indispensables a la
dignidad y calidad de persona humana, es decir, el valor supremo del ser humano
frente al ordenamiento jurídico. Además de esto, este derecho, aparte de proteger los
derechos y cualidades esenciales del ser humano, debe buscar tutelar el desarrollo
particular de cada individuo. Es decir, tutelar el desarrollo del propio ser, en su faceta
personal. Corresponde al núcleo del derecho al libre desarrollo de la personalidad. Esta
faceta incluye aquellas manifestaciones internas y externas de la personalidad. Son
aquellas características definitorias de la personalidad, que hacen de todo ser humano
un ser único y especial y que lo individualiza, particulariza y diferencia de todos sus
semejantes. Aquí se incluyen atributos tales como la apariencia, la intimidad, la
conciencia, el modo de actuar y ser del individuo, así como todo otro aspecto jurídico o
extra jurídico que conlleve a la realización personal del individuo como ser digno y
libre. En concordancia con esto, se puede decir respecto del derecho al libre desarrollo
de la personalidad que: El derecho al libre desarrollo de la personalidad protege a cada
ser humano en su individualidad como ser único y valioso en sí mismo. Y como se
observa, desarrollar este contenido constitucionalmente protegido es sumamente una
tarea de nunca acabar, para lo cual, en el presente caso, atañe el libre desarrollo
personal dentro de la expresión de decisión que cada persona tiene para elegir
libremente si tener o no una mascota, como propósito de libre desarrollo personal.

En referencia a la libertad de tránsito, como segundo contenido constitucionalmente


protegido, el Tribunal Constitucional ha manifestado que “La facultad de libre tránsito
comporta el ejercicio del atributo ius movendi et ambulandi. Es decir, supone la
posibilidad de desplazarse autodeterminativamente en función de las propias
necesidades y aspiraciones personales, a lo largo y ancho del territorio, así como a
ingresar o salir de él, cuando así se desee” (Expediente N.º 2876-2005-PHC). Asimismo,
ha declarado que el derecho al libre tránsito es un elemento conformante de la
libertad y una condición indispensable para el libre desarrollo de la persona; y que esta
facultad de desplazamiento se manifiesta a través del uso de las vías de naturaleza
pública o de las vías privadas de uso público, derecho que puede ser ejercido de modo
individual y de manera física o a través de la utilización de herramientas tales como
vehículos motorizados, locomotores, etc. Sin embargo, como todo derecho
fundamental, la libertad de tránsito no es un derecho absoluto, ya que puede y debe
ser limitado por diversas razones. Siendo pertinente para el caso, agregar que, la
libertad de tránsito también se manifiesta en el ámbito privado, lo cual incluye
espacios como, por ejemplo, casas o edificios, con las restricciones lógicas del caso,
pues, en principio, está limitado por el derecho de propiedad que pese sobre dichos
bienes. Siendo así, en el caso de un edificio de departamentos de uso residencial, el
derecho al libre tránsito tiene como titulares a los propietarios o inquilinos de los
departamentos o a sus invitados y como espacio de manifestación, a las áreas comunes
del edificio, esto es, los pasajes, pasadizos, escaleras, porterías, áreas destinadas a la
instalación de equipos y en general, vías y áreas de circulación común; así como los
ascensores y montacargas, salvo los propios de una sección de propiedad exclusiva.

4. ¿En qué medida la dignidad de la persona trae consigo la proyección


universal, en este caso, alcanza a las mascotas?

R= La constitución ha incorporado a la dignidad de la persona humana como un


concepto jurídico abierto, es decir, que su contenido debe irse verificando en cada
supuesto de tratamiento, sobre la base de ciertos patrones sustantivos e
instrumentales de interpretación.
Por lo tanto, la dignidad, al no ser un concepto de carácter absoluto, mantiene sus
rangos en su entendimiento como principio constitucional, reconocido como uno de
los fines supremos del estado y la sociedad, en observancia de lo establecido en el
artículo 1° de la Constitución.
En tal sentido, esto implica que, dentro de las expresiones entendidas como el respeto
y cumplimiento de la constitución, establecidas en su artículo 38°, se atañe al principio
de dignidad humana, con lo cual, por consiguiente, se vería implicado, dentro de su
proyección universal, frente a todo tipo de destinatario, el respeto de los derechos
fundamentales, en tanto el valor central de la persona impone que esto se cumpla
tanto al ámbito de la sociedad como al de la propia autonomía privada, de modo que
no hay ámbito social que se exime de su efecto normativo y regulador, pues de haber
alguno, por excepcional que fuese, implicaría que se esté vulnerando este tan
importante principio de dignidad.
Tras haberse establecido lo anterior, dentro de los derechos fundamentales de las
personas, encontramos reconocido a la libertad del desarrollo personal,
principalmente en el artículo 2, Inciso 1 de la Constitución, que refiere que toda
persona tiene derecho “a su libre desarrollo”. De esta manera, siendo este un concepto
abierto a interpretación, es correcto señalar como primer punto, que esta libertad de
desarrollo, se encuentra referido a la personalidad del individuo, es decir, como lo
señalan los magistrados en la sentencia, a la capacidad de desenvolverla con plena
libertad para la construcción de un propio sentido de la vida material en ejercicio de su
autonomía moral, mientras esta no afecte los derechos fundamentales de otros seres
humanos.
Como es de entender, la interpretación de estos conceptos, son conceptos jurídicos
abiertos, en tanto permiten una escala de interpretación diferenciada, y ello no quiere
decir que objetivamente todos vayan a ser validos a la vez; sino que tienen una validez
funcional, en la medida que el juez constitucional debe asumir una interpretación de
aquellas como la válida constitucionalmente, con la finalidad de cumplir con su tarea
pacificadora. Es por esto, que entre lo que atañe a la libertad del desarrollo de la
personalidad, tiene como una de sus manifestaciones la tenencia de una mascota, en
el entendido de que es opción de cada persona decidir si tiene una mascota o no, lo
cual corresponde al plan de vida de cada individuo, dado que, para muchas personas,
en menor o mayor intensidad, esto puede tener un significado importante en sus vidas
desarrollando vínculos afectivos y emocionales.

5. ¿En qué sentido, una mascota es sujeto de derecho en la presente sentencia?

R= En ningún sentido. Siguiendo lo planteado por el magistrado Ernesto Blume Fortini,


los animales no son sujetos de derecho, sino objetos de derecho, los cuales se
encuentran sujetos a una regulación. Al ser seres vivientes y sintientes tienen una
normativa especial en la Ley de Protección y Bienestar Animal, Ley 30407, que
combate la crueldad y el maltrato animal, pero ello no quiere decir que sean sujetos de
derecho ni que gocen de derechos fundamentales como si los tienen los seres
humanos. Con lo que se colige, que no se protege en sí la vida del animal, sino los
intereses patrimoniales de su dueño.
En ese sentido, el derecho confiere a sus propietarios o titulares; todos los atributos
del derecho de propiedad, servirse del animal de acuerdo a su naturaleza o destino
(usar), aprovecharse económicamente del animal (disfrutar), desprenderse o prescindir
del animal (disponer) y el de recuperarlo (reivindicación) de acuerdo a las
circunstancias.
Sin embargo, en cuanto a la calidad de “mascotas”, una cuestión importante a precisar
es que se entiende por tal lo que el Anexo de la Ley 30407 denomina “Animal de
Compañía”, estableciendo que es “toda especie doméstica que vive en el entorno
humano familiar, cuyos actos puedan ser controlados por el dueño o tenedor.
Bajo estos supuestos, es correcto afirmar que las mascotas no constituyen sujetos de
derecho para nuestra regulación legal, en el sentido que son reconocidos únicamente
como objetos de derechos como ya se hizo mención en párrafos anteriores, lo que es
corroborarble incluso en apreciaciones doctrinarias y jurisprudenciales. Sin embargo,
cabe señalar que en otros países existen planteamientos respecto de los cuales se
afirman que una mascota si debería considerarse como un sujeto de derecho. Lo cual
no es el caso aún de nuestro sistema legal, en el cual, así como en esta sentencia, no se
le reconoce esta calidad a los animales, ni tampoco el caso específico de las mascotas.

6. Explicar por qué en este caso no se ha superado el juicio de necesidad y el test


de proporcionalidad.

R= En la presente sentencia emitida por el tribunal constitucional, los magistrados de


esta corte consideraron pertinente resolver la cuestión de fondo generada en el
proceso, haciendo uso del Test de Proporcionalidad como herramienta para analizar la
constitucionalidad de las medidas de prohibición generadas en el Artículo 35, Inciso 8,
del Reglamento Interno de la Junta de Propietarios del Edificio Antonio Miró Quesada.
Primero, resulta imprescindible señalar que, la aplicación de esta herramienta
empleada por el Tribunal Constitucional, cuenta con cuatro criterios (juicios) sucesivos
en un orden taxativamente señalado, lo cual indica, que, si un juicio que antecede a
otro, no es superado, no será necesario pasar al siguiente, y, por tanto, no logrará
superar el test de proporcionalidad, lo cual difiere en un sentido de
inconstitucionalidad de la medida cuestionada.
En base a lo señalado en los párrafos anteriores, el tribunal constitucional en aplicación
del Test de Proporcionalidad, llegó a determinar que estas medidas optadas en el
Reglamento Interno de la Junta de Propietarios, superaron los dos primeros juicios
respecto de si las medidas restrictivas responden a un fin constitucionalmente válido y
si estas son adecuadas para cumplir dicho fin, encontrando sustento en que tienen
como propósito proteger la salubridad e higiene del edificio (Artículo 7 de la
Constitución), además de proteger la integridad de las personas que lo habitan o
visitan (Artículo 2, Inciso 1 de la Constitución) y para lo cual, estas restricciones
evitarían desde todo punto de vista, la posibilidad de que las mascotas, sea directa o
indirectamente pongan en riesgo la salud o la integridad personal de las personas
residentes o que visitan el edificio.
Sin embargo, respecto del juicio de necesidad, se determinó que antes de acordar la
prohibición absoluta de mascotas, las juntas de propietarios podrían convenir en
alternativas o medidas menos gravosas señaladas en los fundamentos 17 y 18 de la
citada sentencia, dando a entender que existe una amplia gama de opciones que los
tenedores de mascotas pueden usar para evitar cualquier daño a terceros.
Por lo que, bajo estos supuestos señalados, las medidas restrictivas en cuestión, no
superaron el juicio de necesidad, dado que, para hacerlo, no debiese existir otro medio
alternativo menos gravoso respecto de los derechos comprometidos. Por lo tanto, al no
superar este juicio, como fue señalado anteriormente, por consiguiente, tampoco
superó el Test de Proporcionalidad debido a su carácter sucesivo.

7. Desarrolle por qué el voto del magistrado Sardón de Taboada es disímil a la de


los dos demás magistrados.

R= Respecto del Voto Singular del Magistrado Sardón de Taboada, se señala, como
primer punto, que este discrepa de la sentencia en mayoría pues proscribe, de manera
general, que las Juntas de Propietarios de departamentos prohíban tener mascotas, lo
cual estaría generando una vulneración a la libertar de las personas de manera
arbitraria. Agregando, además, en párrafos posteriores, que esta sentencia asume que
solo está en juego el derecho al libre desarrollo de la personalidad del actor, por lo
cual, estaría dejando de lado, el de la mayoría de los miembros de la Junta de
Propietarios.
Entendiendo por esto, que sí reconoce que se encuentra comprometido el libre
desarrollo de la personalidad del demandante (expresado en su deseo de que las
mascotas estén permitidas), el cual se encontraría en conflicto con el derecho de la
mayoría de los integrantes de la Junta de Propietarios (expresado en la modificación
del Reglamento Interno), según como lo observa el magistrado.
Para sustentar esta idea, el voto del magistrado Sardón de Taboada, indica que, las
decisiones que tomen la Junta de Propietarios no pueden equipararse a una medida
restrictiva adoptada por una autoridad del Estado, la cual, para estos casos, las
autoridades Estatales no pueden prohibir las cosas o limitar las libertades ciudadanas
solo porque sí. Y para que estas puedan existir, tienen que estar debidamente fundadas
en la Constitución.
Por lo tanto, a contrario sensu, al ser este un caso de particulares, las restricciones
decididas por una Junta de Propietarios, no serían necesarias que se fundamenten en
el sentido de la constitución. Dado que, como señala, las personas pueden tomar
decisiones sin que tengan que fundamentarse necesariamente en razones
constitucionalmente valiosas o de interés público. Considerando entonces, que, en el
caso de los particulares, la regla general es la libertad para actuar, permitir o prohibir.
Lo que genera que este magistrado resuelva el conflicto como un simple conflicto de
intereses, lo que vuelve su voto disímil al del resto de magistrados.

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