Está en la página 1de 2

Ensayo sobre el silencio

(Juan Valencia Asuad)

¿Qué es el silencio? ¿Dónde nace? ¿Dónde muere? ¿El silencio puede


realmente morir? El silencio como muchos hombre buenos que dicen la
verdad, generalmente no muere de muerte natural, es más bien asesinado;
también es denigrado, rechazado, ridiculizado, como lo fue nuestro eterno
amigo Jesús de Nazaret.

Nuestra sociedad occidental odia el silencio; así, en nuestros pueblos y


ciudades hay una competencia maratónica entre todos sus moradores para
acabar con él; los vendedores de la calle, en medio de su angustia existencial,
hacen de sus equipos de sonido un verdadero tormento para sus sufridos
transeúntes; los conductores de vehículos suprimen sus silenciadores; hombres
y mujeres nos comunicamos con voces chillonas y estridentes en hogares,
oficinas, escuelas y reuniones sociales; en los pasillos o corredores
universitarios, los estudiantes nuestros circulan impunemente mientras gritan,
vociferan y lanzan carcajadas en do mayor, ante la mirada absorta,
desesperanzada e indignada de los profesores que al lado y lado de esos
mismos pasillos, tratan humildemente de cumplir sus labores docentes.

De esta manera, todos los que pertenecemos a esta cultura occidental,


intentamos consciente o inconscientemente asesinar a este enemigo oculto.

¿Por qué el silencio tiene tantos enemigos? ¿A caso nos hemos hecho esta
pregunta alguna vez? ¿Y es que no queremos escuchar a esos hombre y
mujeres privilegiados que defienden el silencio de tantos ataques? Las
respuestas, a veces de una sorprendente sencillez, a las preguntas formuladas y
a muchas otras, podemos encontrarlas en los pensamientos y reflexiones de
hombres excepcionales que pueden muy bien ser filósofos, psicólogos,
sacerdotes, líderes espirituales, maestros ávidos no solamente de informar sino
también de formar o simplemente amigos que aman el silencio.

El gran filósofo griego Epicteto en su libro "El arte de vivir" nos enseña: " la
charlatanería es una falta de respeto para con los demás y el revelarnos a los
otros con ligereza, una falta de respeto con nosotros mismos". Y más adelante
agrega: "Si es necesario, guardemos silencio la mayor parte del tiempo o
hablemos poco, hablar no es bueno ni malo en sí mismo, pero es tan común
que la gente hable sin cuidado, que es preciso estar en guardia".
En el Eclesiastés encontramos lo siguiente: En este mundo todo tiene su hora;
hay un momento para todo cuanto ocurre; un momento para nacer y un
momento para morir...Un momento para callar y un momento para hablar...".

Escuchemos con atención lo que dice el escritor belga, autor de varios ensayos
sobre la vida de la naturaleza y el misterio del hombre, Maurice Maeterlinck,
en su precioso libro El tesoro de los humildes:

Usamos una gran parte de nuestra vida siguiendo a aquellos lugares donde no
reina el silencio. Cuando dos o tres hombres se encuentran, no piensan sino en
desterrar al invisible enemigo; porque ¿cuántas amistades ordinarias no tienen
más base que el odio al silencio? Y luego agrega Maeterlick: "Cuando los
labios duermen, las almas se despiertan y emprenden su trabajo, porque el
silencio es elemento lleno de sorpresas, de peligros y de dichas, con el que las
almas se poseen libremente. Si de veras queréis veros libres de alguien
callaos...".

Para terminar, podemos recordarles que en los textos de psicología clínica en


donde se explican las técnicas para la entrevistas psicoterapéutica, se dedican
algunos capítulos a la interpretación del silencio, pues en la relación terapeuta-
paciente, éste ante la inmensa dificultad de expresar con palabras sus temores,
ansiedades o aspectos de su vida íntima, opta por el silencio, que será
inteligentemente interpretado.

Aprovechemos, al menos lo que nos enseñan los líderes espirituales cuando


tratan de inducirnos a la práctica de la oración y la meditación trascendental
que se alimenta justamente del silencio.

También podría gustarte