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Fig 8.1 Varilla de acero estructural sometida a carga de tracción Fuente: Autor
Considérese por ejemplo la varilla de acero estructural de la Figura 8.1 sometida a una
carga de tracción (estiramiento), PT. La carga induce en la varilla un esfuerzo de tracción cuyo
valor, variable entre cero al inicio hasta un valor máximo cuando la varilla falle, se calcula
dividiendo la carga, proporcionada por un dispositivo hidráulico, para toda el área de la sección
transversal de la varilla. Al mismo tiempo un defórmetro lee las deformaciones producidas en
igual sentido al de la carga, variables también entre cero y unos valores máximos en el instante
de la falla. Se asume que el esfuerzo se distribuye uniformemente en la sección transversal de
la varilla. La representación gráfica de todos los pares de valores obtenidos, realizada en un
sistema de ejes coordenados con los esfuerzos en ordenadas y las deformaciones unitarias en
abscisas, tiene aproximadamente la forma que se indica en la Figura 8.1, y recibe el nombre de
relación esfuerzo – deformación. Esta curva básicamente contiene la información necesaria
para establecer el comportamiento mecánico del material analizado.
Fig 8.4 Suelo sometido a carga normal de compresión y a carga tangencial Fuente: Autor
El suelo es un material estructural (Ver 1.5) que tiene tres componentes: fase sólida en
un esqueleto de partículas, fase líquida en el agua de los poros, y fase gaseosa en el aire de los
poros. Cuando es sometido a una carga, Figura 8.4, en su interior se generarán esfuerzos que
provocarán deformaciones. Para conocer su comportamiento mecánico será necesario evaluar
esos esfuerzos y su repartición en cada uno de los componentes.
Cada grano que constituye la fase sólida, para los niveles de esfuerzos que se manejan
en la Mecánica de Suelos, puede ser considerado incompresible, pero no así el esqueleto de los
sólidos (partículas colocadas unas junto a otras que se topan por sus vértices y aristas) que sí
puede deformarse y eventualmente fallar si los esfuerzos son suficientemente grandes. Este
esqueleto puede soportar cargas de compresión, trasmitiéndolas por el contacto entre partículas
y cargas tangenciales, que se contrarrestan con el rozamiento generado en el contacto entre
partículas. No puede soportar cargas de tracción debido a que las partículas raramente estarán
unidas entre sí por algún material cementante.
El agua de los poros es también relativamente incompresible y puede soportar cargas de
compresión desarrollando como reacción una presión, como se puede comprobar cuando se
presiona el émbolo de una jeringuilla llena de agua teniendo obstruido el orificio de salida de la
misma. Si se abre el orificio el agua sale, la presión se disipa y el émbolo desciende. El agua
casi no puede resistir cargas de tracción ni cargas tangenciales. Recuérdese que la resistencia
estática al esfuerzo cortante de los fluidos es nula.
Estos dos tipos de reacción: esfuerzos en el contacto entre partículas y presión en el
agua de los poros, son de naturaleza tan diferente que es de suma importancia su clara y perfecta
distinción.
El aire es otro fluido y, por consiguiente, no resiste cargas de tracción ni tangenciales.
Su contribución a la resistencia a compresión es prácticamente nula, pues para reaccionar como
el agua, necesita de unas deformaciones muy grandes bastante superiores a las que puede
experimentar el suelo como conjunto. En efecto, si se presiona el émbolo de una jeringuilla llena
de aire, con el orificio de salida obstruido por un dedo, se observará que para sentir una cierta
presión sobre el dedo el émbolo deberá descender una considerable magnitud, aún con el orificio
cerrado.
En resumen cada fase reacciona a la carga de manera diferente y por consiguiente, debe
determinarse la distribución del esfuerzo entre las fases. Ninguno de los componentes del suelo
tiene resistencia a la tracción, mientras que a la compresión resisten tanto la fase sólida como la
líquida y al corte resiste solamente la fase sólida. Téngase presente que aunque “esfuerzo” y
“presión” no son sinónimos, en este caso pueden ser intercambiados indistintamente porque se
refieren a la misma magnitud.
Fig 8.6 Equilibrio de fuerzas actuantes entre Consecuentemente se pueden hacer las siguientes
partículas en contacto Fuente: Autor definiciones:
a = As/A, relación de La sumatoria de áreas de contacto entre partículas sólidas
respecto al área total.
= P/A, esfuerzo normal total. El mismo que se consideró en los análisis realizados en
8.1.
= T/A, esfuerzo cortante total.
s= Ps/As, esfuerzo normal en la fase sólida.
s= Ts/As, esfuerzo cortante en la fase sólida.
Si se hace equilibrio en la dirección normal al plano de contacto entre las partículas.
P PS (A A S )u W
Dividiendo ambos miembros para A:
P / A PS / A (A A S ) / A(u W )
PS / A (1 a )u W
Esta ecuación adquiere gran importancia cuando se estudia la repartición de esfuerzos
en materiales porosos, hormigón, roca o suelo, por ejemplo. Los datos de los cuales se dispone
normalmente para resolver un problema relacionado con el cálculo de esfuerzos sobre el suelo
son la carga total aplicada, P, y el área total del suelo que toma esa carga, A, datos con los
cuales se puede calcular . No se puede, en cambio, obtener o medir de manera simple el área
de contacto entre partículas. Consecuentemente el valor de la relación, a, no puede ser calculado
numéricamente en la práctica. Sin embargo, en el nivel de los esfuerzos que normalmente se
emplean en la Ingeniería Geotécnica ha podido comprobarse que, en suelos, a es sumamente
pequeño (pero no cero) y en la gran mayoría de casos puede despreciarse. Bishop y Eldin, 1950,
reportan que para el caso de suelos granulares, As es inferior a 0.01A. Craig, 1976, indica que
el área de contacto entre partículas es normalmente del 1 al 3% del área total).
Entonces la ecuación se reduce a:
PS / A u W
que también puede expresarse como:
PS / A uW Ec. 8.1
Al término de la izquierda se le denominó esfuerzo intergranular, g y constituye la
suma de todas las fuerzas trasmitidas en el contacto entre partículas, referida al área total. Aún
en las partículas de arcilla que pueden no estar en contacto directo, las fuerzas intergranulares
pueden trasmitirse a través del agua adsorbida, altamente viscosa.
El esfuerzo intergranular constituye la incógnita de la Ecuación. 8.1 que puede ser
evaluada si se conocen y uw. Recuérdese que esfuerzo normal total, siempre es de fácil
cálculo: basta dividir la carga externa total para toda el área que soporta la carga. La presión de
poro en el agua, uw en tanto, puede ser medida en laboratorio mediante piezómetros (Ver 6.7)
o determinada mediante cálculo, como lo veremos en 8.3.
En términos de esfuerzo intergranular la ecuación queda entonces:
g uW Ec. 8.2
Con base en consideraciones teóricas y en múltiples experimentos realizados Terzaghi
estableció que el esfuerzo que gobierna el comportamiento mecánico de los suelos no es
el total, como sucede en otros materiales estructurales (Véase 8.1) sino el esfuerzo
intergranular. Se ha comprobado, en efecto, que solo el esfuerzo intergranular puede producir
cambios de volumen en una masa de suelo, o dar origen a resistencia por fricción interna entre
las partículas. La presión en el agua de los poros no puede hacerlo por si misma. Se cambia
entonces el nombre del esfuerzo intergranular y se lo denomina esfuerzo normal efectivo, ´,
en el sentido que es aquél que efectivamente controla el comportamiento mecánico del suelo, o
sea el que gobierna los cambios volumétricos y la resistencia del suelo. Representa el esfuerzo
trasmitido a través del esqueleto de los sólidos.
La expresión final de la Ley de Terzaghi queda pues así:
' uW Ec. 8.3
O también:
'uW Ec. 8.4
Y su enunciado primario fue: En cualquier punto de una masa de suelo saturado, el
esfuerzo total en cualquier dirección es igual a la suma algébrica del esfuerzo efectivo en
esa dirección más la presión intersticial.
A pesar de su forma algébrica extremadamente simple, esta ecuación es fundamental
para la Mecánica de Suelos, al punto que ha sido considerada la más importante y su publicación
marcó la aparición de esta materia como una nueva disciplina dentro de la Ingeniería. En
definitiva se comprende que el esfuerzo normal total en un punto se divide en dos partes: el
esfuerzo trasmitido grano a grano en el esqueleto sólido del suelo y la presión soportada por el
agua.
Adviértase que la Ley ha sido deducida considerando suelo saturado (Sr = 100%) pero
en el orden práctico puede ser aplicable a suelos que tengan un Grado de Saturación cercano a
la saturación completa, del orden de 85% o más.
Por otro lado, si se hace equilibrio en la dirección paralela al plano de contacto entre
partículas T = Ts, de donde:
* A S * AS , y
S * a , o también
/a S Ec. 8.5
Lo anterior demuestra que los esfuerzos de corte entre las partículas sólidas pueden ser
muy altos, en el orden de 7000 kg/cm², pero no influyen en el comportamiento de la masa de
suelo, la cual recibe esfuerzos cortantes mucho menores, normalmente entre 0.07 y 70 kg/cm².
Téngase presente que cada partícula sólida es un fragmento de roca y por tanto tendrá una
resistencia individual mucho mayor que la del esqueleto.
8.2.1 Validez de la Ley de Terzaghi
La deducción de la ley de Terzaghi se ha hecho en la forma más simplificada posible. Un
análisis más riguroso de la validez física de esta ecuación fue hecha por Skempton en 1960. Tal
análisis demostró que, en forma más acertada, se deben expresar dos diferentes relaciones. Si
se trata de un problema de resistencia al esfuerzo cortante la ecuación es:
tg 'U Ec. 8.6
' 1 a uW
tg '
o si es un problema de compresibilidad:
CS Ec. 8.7
' (1 )uW
Siendo: C
Φ’u , Cs = Ángulo de rozamiento y coeficiente de compresibilidad volumétrico de la
partícula sólida, respectivamente (Ver Capítulos 9 y 11)
Φ’, C = Ángulo de resistencia al corte y coeficiente de compresibilidad volumétrico del
esqueleto de los sólidos, respectivamente (Ver Capítulos 9 y 12).
En el suelo la relación (tg Φ’u/ tg Φ’) oscila entre 0.3 y 0.8, y a como se ha dicho,
es muy pequeña. Por otro lado, en el rango de esfuerzos con que normalmente se trabaja en la
Mecánica de Suelos, la relación Cs/C puede considerarse prácticamente nula, de manera que
en definitiva se regresa a la ecuación original, ´= uw. Todo esto, considerando siempre que
el suelo está saturado.
En el caso de la roca estas ecuaciones no son valederas porque a no es despreciable y
la relación Cs/C oscila entre 0.1 y 0.5
Se puede interpretar entonces, que las Ecuaciones 8.6 y 8.7 son una generalización de
la planteada por Terzaghi, en cuanto es aplicable tanto a suelos como a rocas, para los casos
en que el material esté saturado.
tg 'U
' 1 a * S * uW Ec. 8.11
tg '
CS
' 1 * S * uW Ec. 8.12
C
Fig 8.8 Esfuerzos efectivos por peso propio sin flujo de agua Fuente: Márquez, 1982
En el punto A:
Esfuerzo total: 0v H 1 * W
Presión en el agua: uo H1 * W
Esfuerzo efectivo: 0v ' H1 * W H 1 * W 0
En el punto B:
0v H 1 * W H 2 * sat
u o H 1 H 2 * W
Esfuerzo total:
Presión en el agua:
Esfuerzo efectivo 0 v ' H1 * W H 2 * sat H1 H 2 * W sat W * H 2 '*H 2
Lo que quiere decir que cuando no hay flujo de agua, como era el caso del Numeral 8.6,
el esfuerzo efectivo en un suelo sumergido es igual al peso unitario sumergido multiplicado por
la altura del suelo, sin importar la altura de agua que exista sobre el suelo sumergido.
8.7.1 Flujo ascendente
Ahora, si subimos la rama izquierda del permeámetro, Figura 8.9, se establecerá un flujo
desde el punto B hacia el A, o sea un flujo ascendente. Tomando en cuenta que el esfuerzo total
en cualquier punto de una masa de suelo se determina únicamente con el peso del suelo y del
agua arriba de este, se realizan los cálculos respectivos:
Fig 8.9 Esfuerzos efectivos por peso propio con flujo ascendente Fuente: Das, 2001
En el punto A:
Esfuerzo total: 0v H 1 * W
Presión en el agua: uo H1 * W
Esfuerzo efectivo 0v ' H1 * W H 1 * W 0 (ningún cambio)
En el punto B:
0v H 1 * W H 2 * sat
u H1 H 2 h * W
Esfuerzo total:
Presión en el agua:
Esfuerzo efectivo: 0v ' H1 * W H 2 * sat H1 H 2 h * W '*H 2 h * W
Para un punto intermedio, C, ubicado en el interior del suelo, a una profundidad z:
Esfuerzo total: ov ' '*z i * z * w
h
Presión en el agua: u H1 z z * W
H 2
h
Esfuerzo efectivo: 0 v ' H1 * W z * sat H1 z z * W '*z (h / H 2 ) * z * W
H 2
Fig 8.11 Tubificación de una presa por erosión regresiva Fuente: Jiménez, 1975
En condiciones particulares generadas por el hombre (construcción de presas,
abatimiento del nivel freático en excavaciones), se llega muchas veces a las cercanías del
sifonamiento, y lo que se puede dar (excepto en las arenas finas) es la tubificación. Ella consiste
en la apertura por erosión regresiva, Figura 8.11, de uno o varios conductos a través del suelo,
los cuales van aumentando de sección y pueden llevar a una falla catastrófica de la obra.
Sifonamiento y tubificación están relacionados y en la práctica puede que antes de que
se produzca el primero, se llegue a la falla por tubificación. Pueden eso si, producirse
sifonamientos localizados en ciertos puntos del suelo, que inicien la erosión regresiva y por tanto
la tubificación.
Fig 8.12 Colapso del relleno en la Avenida Pichincha (Quito) por erosión interna Fuente: Autor
La tubificación también puede producirse por acción de las fuerzas de filtración, o por
fuerzas de inercia lo suficientemente grandes para desalojar pequeños granos de arena o limo,
o para vencer las fuerzas de atracción de las arcillas. Para impedirla se debe diseñar un sistema
de filtros gradados. El sifonamiento en cambio puede contrarrestarse sobreponiendo al suelo
cargas o presiones que impidan que el esfuerzo efectivo llegue a ser cero.
En fin, la pérdida de resistencia en suelos no cohesivos debido al aumento excesivo de
las presiones intersticiales es un problema que causa frecuentes derrumbes de taludes en obras
civiles, especialmente en carreteras. Por otro lado, a manera de ejemplo se cita el colapso que
sufrió el relleno de la avenida Pichincha en la ciudad de Quito, por erosión interna del relleno
subyacente. Figura 8.12.
8.9 EJERCICIOS
1. El estrato de suelo que se muestra en la Figura 8.14 tiene 50 m de profundidad.
El peso unitario de los sólidos es 2,78 t/m³ y la humedad 54%. El nivel freático coincide
con la superficie del terreno. Calcular y dibujar los diagramas de esfuerzo total, neutro y
efectivo por peso propio.
De acuerdo con lo visto en el Numeral 8.6, para calcular los esfuerzos por peso propio
es necesario conocer previamente el peso unitario del suelo, que en este caso será el peso
unitario saturado, ya que existe nivel freático en la superficie. También se requiere el peso
unitario sumergido. Para ello, y de conformidad con los procedimientos utilizados en el Capítulo
2, planteamos el Diagrama de Fases que consta en la Figura 8.13 y procedemos al cálculo.
Fig 8.14 Ejercicio Nº 1: Diagramas de esfuerzos por peso propio Fuente: Autor
El diagrama de esfuerzo total por peso propio será un triángulo cuyos valores notables
son los siguientes:
En la superficie: ov= * H = 1.71 * 0 = 0
A 50 m de profundidad: ov= * H = 1.71 * 50 = 85.5 t/m²
El diagrama de presión en el agua por peso propio también será un triángulo cuyos
valores notables son:
En la superficie: uo= w* H= 1.0 * 0 = 0
A 50 m de profundidad: uo= w* H = 1.0 * 50 = 50.0 t/m²
Finalmente el diagrama de esfuerzo efectivo por peso propio será otro triángulo con
valores notables:
En la superficie: 0v´= '* H= 0.71 * 0 = 0
A 50 m de profundidad: 0v´= '* H = 0.71 * 50 = 35.5 t/m²
Nótese que este último valor también pudo ser obtenido aplicando la Ley de Terzaghi a
los esfuerzo por peso propio:
v´= vu0 = 85.5 – 50.0 = 35.5 t/m²
Los diagramas constan en la Figura 8.14.
2. Calcular y dibujar los diagramas de esfuerzo total, neutro y efectivo por peso
propio para el suelo que se muestra en la Figura 8.15.
Fig 8.15 Ejercicio Nº 2: Diagramas de esfuerzos por peso propio Fuente: Autor
Ahora se tienen dos estratos diferentes y además el nivel freático está a 10 m de
profundidad. Cada estrato tiene su propio peso unitario (el cual define la pendiente de la recta) y
por tanto se tendrán segmentos de recta con diferente inclinación. En este caso el procedimiento
más sencillo consiste en evaluar los esfuerzos en cada plano notable según se avanza en
profundidad. Para este ejercicio los planos notables serán: la superficie del terreno, el nivel
freático, el contacto entre el primer y segundo estrato y el fondo del segundo estrato. En esos
planos se calculan los diferentes esfuerzos, sumando siempre los previamente calculados.
Los esfuerzos totales por peso propio son:
A 0 .0 m : ov= 1.60 * 0 = 0
A 10 .0 m : ov= 1.60 * 10 = 16 t/m²
A 20 .0 m : ov= 16 + 1.70 * 10 = 33 t/m²
A 30 .0 m : ov= 33 + 1.80 * 10 = 51 t/m²
Para la presión en el agua por peso propio, el diagrama inicia a 10 m de profundidad,
donde está ubicado el nivel freático:
A 10 .0 m : uo= 1.0 * 0 = 0
A 20 .0 m : uo= 1.0 * 10 = 10 t/m²
A 30 .0 m : uo= 1.0 * 20 = 20 t/m²
Fig 8.16 Ejercicio Nº 3: Diagramas de esfuerzos por peso propio Fuente: Autor
En este ejercicio los planos notables son los mismos del anterior: la superficie del terreno,
el nivel freático, el contacto entre el primer y segundo estrato y el fondo del segundo estrato. La
diferencia se da en el cálculo de las presiones en el agua por peso propio, desde el nivel freático
hacia arriba. En efecto en esa zona se tendrán esfuerzos negativos (de tensión), de conformidad
con lo expuesto en el Numeral 6.3. Allí se indicó que para evaluarlos se debe multiplicar el peso
unitario del agua por una altura que ahora se mide hacia arriba, desde el nivel freático hasta el
nivel de ascensión capilar, que en este caso coincide con la superficie del terreno.
Esfuerzos totales por peso propio:
A 0 .0 m : ov= 1.70 * 0 = 0
A 10 .0 m : ov= 1.70 * 10 = 17 t/m² (el suelo está saturado)
A 20 .0 m : ov= 17 + 1.70 * 10 = 34 t/m²
A 30 .0 m : ov= 34 + 1.80 * 10 = 52 t/m²
Para la presión en el agua por peso propio, el valor cero se tiene en el nivel freático. A
partir de allí es positivo hacia abajo (presión mayor que la atmosférica) y negativo hacia arriba
(esfuerzo de tensión capilar).
A 0 .0 m : uo= 1.0 * (-10) = -10 t/m² (el suelo se satura por capilaridad hasta la
superficie)
A 10 .0 m : uo= 1.0 * 0 = 0
A 20 .0 m : uo= 1.0 * 10 = 10 t/m²
A 30 .0 m : uo= 1.0 * 20 = 20 t/m²
Los esfuerzos efectivos por peso propio son:
A 0 .0 m : ov’ = 0 – (-10) = 10 t/m²
A 10 .0 m : ov’= 17 – 0 = 17 t/m²
A 20 .0 m : ov’= 34 – 10 = 24 t/m²
A 30 .0 m : ov’= 52 – 20 = 32 t/m²
Los diagramas constan en la Figura 8.16.
4. En el problema anterior recalcular y dibujar los diagramas de esfuerzo total,
neutro y efectivo, suponiendo que ahora el suelo se satura por capilaridad desde el nivel
freático hasta 5.0 m por arriba.
Fig 8.17 Ejercicio Nº 4: Diagramas de esfuerzos por peso propio Fuente: Autor
Esfuerzos totales por peso propio:
A 0 .0 m : ov= 1.60 * 0 = 0
A 5 .0 m : ov= 1.60 * 5 = 8.0 t/m² (peso unitario del suelo no saturado, como en
el segundo ejercicio)
A 10 .0 m : ov= 8.0 + 1.70 * 5 = 16.5 t/m² (el suelo está saturado)
A 20 .0 m : ov= 16.5+ 1.70 * 10 = 33.5 t/m²
A 30 .0 m : ov= 33.5+ 1.80 * 10 = 51.5 t/m²
Para la presión en el agua por peso propio, el valor negativo solo se tendrá hasta la altura
que asciende el agua por capilaridad.
A 5 .0 m : uo= 1.0 * -5 = - 5 t/m²
A 10 .0 m : uo= 1.0 * 0 =0
A 20 .0 m : uo= 1.0 * 10 = 10 t/m²
A 30 .0 m : uo= 1.0 * 20 = 20 t/m²
Los esfuerzos efectivos por peso propio son:
A 0 .0 m : ov’ = 0 – 0 = 0 t/m²
A 4.999 m : ov’ = 1.6*4.999 - 0 = 7.998 t/m²
A 5.0 m : ov’ = 8.0 – (-5.0) = 13.0 t/m²
A 10 .0 m : ov’ = 16.5– 0 = 16.5 t/m²
A 20 .0 m : ov’ = 33.5 – 10 = 23.5 t/m²
A 30 .0 m : ov’ = 51.5 – 20 = 31.5 t/m²
Se concluye que en el diagrama de esfuerzo efectivos a 5.0 m existe una
discontinuidad en los esfuerzos con dos valores: uno mínimo de 8.0 t/m² y uno máximo de 13.0
t/m².
Los diagramas constan en la Figura 8.17.
5. En el suelo que se muestra en la Figura 8.19 el nivel freático estaba
originalmente en la superficie del terreno. Por un proceso de bombeo disminuyó 5 m de
manera que el grado de saturación de la arena por encima del nuevo nivel freático se
redujo al 20%. Calcular los esfuerzos total, neutro y efectivo por peso propio en el centro
del estrato arcilloso, antes y después de que el nivel freático descienda.
En el suelo saturado:
sat = W / V ; W = sat * V = 1.9 * 1.0 = 1.9 ; Ww = W – W s = 1.9 – 1.5 = 0.4 = Vw = Vv
Cuando baje el nivel freático solo el 20% del volumen de vacíos estará ocupado por
agua.
Sr = ( Vw / Vv ) * 100 ; Vw = (Sr/100) * Vv = 0.2 * 0.4 = 0.08 = Ww
En el suelo no saturado:
W = W s + Ww = 1.5 + 0.08 = 1.58
Y por consiguiente su peso unitario será:
= W/V = 1.58/1.0 = 1.58 t/m²
Ahora se pueden calcular los esfuerzos por peso propio después que el nivel freático
desciende:
0v = 1.58 * 5 + 1.9 * 5 + 1.8 * 10 = 35.4 t/m²
uo = 1.0 * 15 = 15.0 t/m²
v’ = 35.4 – 15.0 = 20.4 t/m²
Se puede observar que luego del descenso del nivel freático, el esfuerzo total ha
disminuido mientras que el esfuerzo efectivo ha aumentado. En cumplimiento de las
relaciones esfuerzo – deformación que gobiernan el comportamiento de cualquier material, a un
aumento del esfuerzo corresponde una mayor deformación.
Un ejemplo clásico de este fenómeno
se presenta en la Ciudad de México, que se
asienta sobre el fondo del antiguo lago de
Texcoco. Para potabilizar el agua que
diariamente consume la ciudad, desde hace
más de un siglo se la ha extraído de su
subsuelo, lo cual ha ocasionado el descenso
del nivel freático en una magnitud de hasta 20
m o más, y por tanto, el aumento de los
esfuerzos efectivos por peso propio del
suelo. Como consecuencia de ese
procedimiento, es ampliamente conocido que
parte de la ciudad se asienta en una magnitud
entre 5 y 20 cm por año. Esto es una
comprobación a escala natural de que los
esfuerzos que gobiernan el comportamiento
mecánico del suelo son los efectivos (Ley de
Terzaghi) pues si fueran los esfuerzos totales
los que lo hicieran, la ciudad no debería
hundirse, ya que los esfuerzos totales por
peso propio más bien disminuyen cuando
desciende el nivel freático. La Figura 8.21
muestra un tubo que no es un poste sino el
ademe de uno de los antiguos pozos para
extracción de agua, hincado hasta el acuífero,
que es un estrato relativamente firme. Su
altura actual (del orden de 8 m) revela el
hundimiento que ha tenido el suelo que lo
rodea desde el momento de la construcción
Fig 8.21 Antiguo ademe de un pozo de agua del pozo, pues el extremo superior del tubo
Fuente: Autor
coincidió inicialmente con la superficie del
terreno. El hundimiento se monitorea permanentemente con líneas que se pintan en su contacto
con el suelo, Figuras 8.22 y 8.23. Tomando como referencia un trabajo presentado por Gayol en
1925, que indica los niveles de la ciudad existentes en los últimos años del siglo 19, Juárez y
Rico, 1977, señala hundimientos de alrededor de 5 m en el sector de la Catedral, de 6 m en la
calle Tacuba y en la Alameda Central, y de 7 m en la zona en que confluyen las avenidas Juárez
y Reforma.
Fig 8.22 Detalle de las marcas en 1995 Fuente: Autor Fig 8.23 Detalle de las marcas en 2000 Fuente: Autor
Se debe comprender que este fenómeno se debe solo al aumento de los esfuerzos
efectivos por peso propio, de manera que si adicionalmente se carga al suelo con el peso de una
estructura, un edificio por ejemplo, la deformación del suelo será mucho mayor. (“La
compresibilidad del subsuelo de México es semejante a la del algodón”: Juárez y Rico, X
Congreso Panamericano de Ingeniería Geotécnica, Guadalajara, México, 1995). La Catedral de
México, ubicada en la Plaza del Zócalo, Figura 8.24, tiene un asentamiento diferencial de
aproximadamente 2.5 m, lo cual ha puesto en serio peligro su estabilidad y ha hecho necesario
el diseño de obras especiales para evitar su colapso. Muchos otros edificios históricos, la Antigua
Basílica de Guadalupe, por ejemplo (Figura 8.25), tienen problemas similares.
Fig 8.24 Plaza del Zócalo y Catedral. Ciudad de México Fuente: Autor
Sin embargo, las soluciones para controlar los asentamientos de las estructuras, como
cimentación sobre pilotes, no siempre han dado buenos resultados, pues si bien se evita que la
estructura se asiente, en cambio toda la ciudad sí lo hace, dando como resultado práctico que la
estructura “sube” respecto a las calles circundantes, fenómeno que evidentemente afecta su
funcionalidad (el nivel de planta baja de los edificios cada vez se eleva respecto al de la acera).
Figuras 8.26 y 8.27.
Fig 8.25 Antigua Basílica de Guadalupe Fuente: Autor
Un ejemplo clásico de este fenómeno es el Monumento conocido como El Ángel de la
Independencia (Figuras 8.28 y 8.29), construido en 1910 en la avenida Reforma, con nueve
gradas sobre el nivel de la avenida. En la actualidad tiene catorce gradas adicionales. El
Monumento a la Revolución, Figura 8.30, tiene problemas similares atenuados visualmente por
la amplia explanada que lo rodea.
REFERENCIAS
Craig, R. (1976). Mecánica de Suelos, México: Logos Consorcio Editorial S.A.
Das, B. (2001). Fundamentos de Ingeniería Geotécnica, México: Internacional Thomson
Learning.
Jiménez, J. (1975). Geotecnia y Cimientos I, Madrid: Editorial Rueda.
Juárez, E y Rico R. (1977). Mecánica de Suelos, México: Editorial Limusa.
Juárez, E y Rico R. (1995). La compresibilidad del subsuelo de México es semejante a
la del algodón, Guadalajara: X Congreso Panamericano de Ingeniería Geotécnica.
Lancellotta, R. (1987). Geotécnica, Bologna: Incola Zanichelli Editore.
Márquez, G. (1982). Propiedades Ingenieriles de los Suelos, Medellín: Centro de
Publicaciones U.N.