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CAPITULO

Fuente libro mecánica de suelos ing.


OCHO
Gonzales
UCE

ESFUERZOS EN LA MASA DEL SUELO Y EN SUS COMPONENTES

Para analizar problemas tales como la capacidad de carga de cimentaciones, la


compresibilidad de suelos, la estabilidad de terraplenes o la presión lateral sobre estructuras de
retención de suelos, el Ingeniero necesita previamente conocer el concepto de esfuerzo en una
masa de suelo y, en particular, cómo ese esfuerzo que actúa como un todo, se relaciona con
los esfuerzos que se desarrollan en el esqueleto de los sólidos y en el fluido que ocupa los
poros.
En general el estado de esfuerzos en un punto del suelo depende de su peso propio, de
su historia de esfuerzos, de las condiciones del nivel freático y de las cargas externas aplicadas.
El esfuerzo que actúa en un punto no es el mismo en todas las direcciones y, por tanto, es
necesario estudiar ese estado general y las relaciones entre los esfuerzos actuantes en
diferentes direcciones. No obstante, en la mayoría de problemas el interés principal se centra
sobre los esfuerzos que actúan en una dirección particular. Así, el estudio de la capacidad de
soporte del suelo o la magnitud de los asentamientos de una cimentación, depende
principalmente de los esfuerzos que actúan en dirección vertical, mientras que el estudio de los
empujes del suelo sobre estructuras de contención requiere el conocimiento de los esfuerzos en
dirección horizontal.
Por otro lado, debido a la naturaleza multifase del suelo, no siempre se comporta de la
misma manera que otros materiales estructurales como el acero y el hormigón, que tienen una
sola fase, y se vuelve indispensable establecer una ley de interacción entre las fases para poder
expresar la repartición interna de los esfuerzos aplicados a una masa de suelo.
Por ello se propone, en primera instancia, recordar estos conceptos aplicados a otros
materiales estructurales que el Ingeniero conoce en su ejercicio profesional.

8.1 ANALOGÍA CON OTROS MATERIALES ESTRUCTURALES


Todo cuerpo sometido a una carga externa experimenta una reacción interna conocida
con el nombre de esfuerzo. Dicho esfuerzo provoca en el cuerpo una deformación. En
Mecánica de Materiales se determina el valor del esfuerzo dividiendo la carga para el área de la
sección transversal del cuerpo sobre el cual actúa la carga.

Fig 8.1 Varilla de acero estructural sometida a carga de tracción Fuente: Autor
Considérese por ejemplo la varilla de acero estructural de la Figura 8.1 sometida a una
carga de tracción (estiramiento), PT. La carga induce en la varilla un esfuerzo de tracción cuyo
valor, variable entre cero al inicio hasta un valor máximo cuando la varilla falle, se calcula
dividiendo la carga, proporcionada por un dispositivo hidráulico, para toda el área de la sección
transversal de la varilla. Al mismo tiempo un defórmetro lee las deformaciones producidas en
igual sentido al de la carga, variables también entre cero y unos valores máximos en el instante
de la falla. Se asume que el esfuerzo se distribuye uniformemente en la sección transversal de
la varilla. La representación gráfica de todos los pares de valores obtenidos, realizada en un
sistema de ejes coordenados con los esfuerzos en ordenadas y las deformaciones unitarias en
abscisas, tiene aproximadamente la forma que se indica en la Figura 8.1, y recibe el nombre de
relación esfuerzo – deformación. Esta curva básicamente contiene la información necesaria
para establecer el comportamiento mecánico del material analizado.

Fig 8.2 Probeta de hormigón sometida a carga de compresión Fuente: Autor


Consideraciones análogas pueden hacerse para la probeta cilíndrica de hormigón
mostrada en la Figura 8.2. Se aplica ahora una carga de compresión (aplastamiento), Pc. La
carga induce en la probeta un esfuerzo de compresión con valores variables entre cero al inicio
hasta un máximo cuando la probeta falle. Se calculan los esfuerzos dividiendo la carga leída en
el dispositivo que la proporciona, para toda el área de la sección transversal de la probeta. Un
defórmetro instalado lee las deformaciones que ahora son de compresión, variables entre cero y
unos valores máximos en el instante de la falla. Se asume también que el esfuerzo se distribuye
uniformemente en la sección transversal de la probeta. Una representación gráfica similar a la
antes descrita permite llegar a la curva esfuerzo – deformación del hormigón, que tiene
aproximadamente la forma que se indica en la Figura 8.2 y contiene la información necesaria
para establecer el comportamiento mecánico de este material.
Si ahora se construye y se prueba
a compresión una columna corta de
hormigón armado, como la mostrada en
la Figura 8.3, la metodología antes
mencionada mantiene su validez, con las
variaciones relativas a la existencia de un
material estructural que ahora tiene dos
componentes. El esfuerzo de
compresión, se calcula dividiendo toda
la carga para toda el área de la sección
transversal de la columna y puede ser
representado en forma análoga a las
antes indicadas. Queda, sin embargo, la
necesidad de establecer la parte de la
Fig 8.3 Columna corta de hormigón armado bajo carga que es soportada por el acero y la
carga de compresión Fuente: Autor parte soportada por el hormigón. Ello para
llegar a la necesaria optimización del
diseño. La condición básica para la solución de este problema consiste en asumir que las
deformaciones de los dos materiales son iguales, y a partir de esto la Mecánica de Materiales
desarrolla un procedimiento que llega al fin propuesto.
Todo lo hasta aquí expuesto nos permite advertir algunos aspectos que deben ser
considerados en el desarrollo del presente Capítulo:
 En todos los materiales se plantean varias hipótesis cuyo cumplimiento no es
absoluto, pero en el orden práctico resultan suficientes para desarrollar una teoría
que se cumple aceptablemente.
 Se pueden conocer siempre el valor de las cargas aplicadas y de las deformaciones
producidas, pero para determinar el valor del esfuerzo es necesario calcularlo con
una expresión relativamente sencilla y no completamente verdadera en todo el
cuerpo sometido a la carga.
 El cálculo siempre implica dividir toda la carga para toda el área de la sección
transversal a la dirección de la carga.
 El problema adquiere un grado mayor de complejidad si en vez de analizar un
material estructural homogéneo se tiene un material estructural constituido por dos
o más componentes.

Fig 8.4 Suelo sometido a carga normal de compresión y a carga tangencial Fuente: Autor
El suelo es un material estructural (Ver 1.5) que tiene tres componentes: fase sólida en
un esqueleto de partículas, fase líquida en el agua de los poros, y fase gaseosa en el aire de los
poros. Cuando es sometido a una carga, Figura 8.4, en su interior se generarán esfuerzos que
provocarán deformaciones. Para conocer su comportamiento mecánico será necesario evaluar
esos esfuerzos y su repartición en cada uno de los componentes.
Cada grano que constituye la fase sólida, para los niveles de esfuerzos que se manejan
en la Mecánica de Suelos, puede ser considerado incompresible, pero no así el esqueleto de los
sólidos (partículas colocadas unas junto a otras que se topan por sus vértices y aristas) que sí
puede deformarse y eventualmente fallar si los esfuerzos son suficientemente grandes. Este
esqueleto puede soportar cargas de compresión, trasmitiéndolas por el contacto entre partículas
y cargas tangenciales, que se contrarrestan con el rozamiento generado en el contacto entre
partículas. No puede soportar cargas de tracción debido a que las partículas raramente estarán
unidas entre sí por algún material cementante.
El agua de los poros es también relativamente incompresible y puede soportar cargas de
compresión desarrollando como reacción una presión, como se puede comprobar cuando se
presiona el émbolo de una jeringuilla llena de agua teniendo obstruido el orificio de salida de la
misma. Si se abre el orificio el agua sale, la presión se disipa y el émbolo desciende. El agua
casi no puede resistir cargas de tracción ni cargas tangenciales. Recuérdese que la resistencia
estática al esfuerzo cortante de los fluidos es nula.
Estos dos tipos de reacción: esfuerzos en el contacto entre partículas y presión en el
agua de los poros, son de naturaleza tan diferente que es de suma importancia su clara y perfecta
distinción.
El aire es otro fluido y, por consiguiente, no resiste cargas de tracción ni tangenciales.
Su contribución a la resistencia a compresión es prácticamente nula, pues para reaccionar como
el agua, necesita de unas deformaciones muy grandes bastante superiores a las que puede
experimentar el suelo como conjunto. En efecto, si se presiona el émbolo de una jeringuilla llena
de aire, con el orificio de salida obstruido por un dedo, se observará que para sentir una cierta
presión sobre el dedo el émbolo deberá descender una considerable magnitud, aún con el orificio
cerrado.
En resumen cada fase reacciona a la carga de manera diferente y por consiguiente, debe
determinarse la distribución del esfuerzo entre las fases. Ninguno de los componentes del suelo
tiene resistencia a la tracción, mientras que a la compresión resisten tanto la fase sólida como la
líquida y al corte resiste solamente la fase sólida. Téngase presente que aunque “esfuerzo” y
“presión” no son sinónimos, en este caso pueden ser intercambiados indistintamente porque se
refieren a la misma magnitud.

8.2 DEDUCCIÓN DE LA LEY DE TERZAGHI


Conocida también como el
principio de esfuerzos efectivos, es
una relación intuitiva basada en datos
experimentales que reconoció la
importancia de las fuerzas trasmitidas a
través del esqueleto del suelo. Fue
postulada por primera vez por Karl
Terzaghi en 1923 y constituye el punto
de partida de la Mecánica de Suelos
actual.
Si en vez del área horizontal
mostrada en la Figura 8.4, que
atraviesa granos y poros, se considera
una superficie ondulada que pase por
los puntos de contacto entre grano y
grano, para de esta forma poder
considerar los esfuerzos que existen en
aquellos puntos, se tendrá la situación
indicada en la Figura 8.5. A partir de
Fig 8.5 Sección transversal ondulada en un suelo ella se plantea un modelo (Figura 8.6)
Fuente: Craig, 1976 en el que un suelo de sección
transversal, A, está constituido por partículas que en
el punto en que se se topan tienen un área de
contacto, As. En suelos la sumatoria de todas esas
áreas de contacto siempre es muy pequeña con
relación a la sección transversal total, A. El modelo
está saturado, de manera que todos los sitios no
ocupados por las partículas están llenos de agua. Si
en estas condiciones se aplica una carga normal de
compresión, P, y una carga tangencial, T, las
partículas sólidas inmediatamente tratan de tomar
nuevas posiciones uniéndose entre sí. Se genera
entonces en la fase sólida una reacción a la carga
de compresión, Ps, y una reacción a la carga
tangencial, Ts, mientras que en el agua se
desarrolla una presión uw.

Fig 8.6 Equilibrio de fuerzas actuantes entre Consecuentemente se pueden hacer las siguientes
partículas en contacto Fuente: Autor definiciones:
a = As/A, relación de La sumatoria de áreas de contacto entre partículas sólidas
respecto al área total.
= P/A, esfuerzo normal total. El mismo que se consideró en los análisis realizados en
8.1.
= T/A, esfuerzo cortante total.
s= Ps/As, esfuerzo normal en la fase sólida.
s= Ts/As, esfuerzo cortante en la fase sólida.
Si se hace equilibrio en la dirección normal al plano de contacto entre las partículas.
P  PS  (A  A S )u W
Dividiendo ambos miembros para A:
P / A  PS / A  (A  A S ) / A(u W )
  PS / A  (1  a )u W
Esta ecuación adquiere gran importancia cuando se estudia la repartición de esfuerzos
en materiales porosos, hormigón, roca o suelo, por ejemplo. Los datos de los cuales se dispone
normalmente para resolver un problema relacionado con el cálculo de esfuerzos sobre el suelo
son la carga total aplicada, P, y el área total del suelo que toma esa carga, A, datos con los
cuales se puede calcular . No se puede, en cambio, obtener o medir de manera simple el área
de contacto entre partículas. Consecuentemente el valor de la relación, a, no puede ser calculado
numéricamente en la práctica. Sin embargo, en el nivel de los esfuerzos que normalmente se
emplean en la Ingeniería Geotécnica ha podido comprobarse que, en suelos, a es sumamente
pequeño (pero no cero) y en la gran mayoría de casos puede despreciarse. Bishop y Eldin, 1950,
reportan que para el caso de suelos granulares, As es inferior a 0.01A. Craig, 1976, indica que
el área de contacto entre partículas es normalmente del 1 al 3% del área total).
Entonces la ecuación se reduce a:
  PS / A  u W
que también puede expresarse como:
PS / A    uW Ec. 8.1
Al término de la izquierda se le denominó esfuerzo intergranular, g y constituye la
suma de todas las fuerzas trasmitidas en el contacto entre partículas, referida al área total. Aún
en las partículas de arcilla que pueden no estar en contacto directo, las fuerzas intergranulares
pueden trasmitirse a través del agua adsorbida, altamente viscosa.
El esfuerzo intergranular constituye la incógnita de la Ecuación. 8.1 que puede ser
evaluada si se conocen y uw. Recuérdese que esfuerzo normal total, siempre es de fácil
cálculo: basta dividir la carga externa total para toda el área que soporta la carga. La presión de
poro en el agua, uw en tanto, puede ser medida en laboratorio mediante piezómetros (Ver 6.7)
o determinada mediante cálculo, como lo veremos en 8.3.
En términos de esfuerzo intergranular la ecuación queda entonces:
 g    uW Ec. 8.2
Con base en consideraciones teóricas y en múltiples experimentos realizados Terzaghi
estableció que el esfuerzo que gobierna el comportamiento mecánico de los suelos no es
el total, como sucede en otros materiales estructurales (Véase 8.1) sino el esfuerzo
intergranular. Se ha comprobado, en efecto, que solo el esfuerzo intergranular puede producir
cambios de volumen en una masa de suelo, o dar origen a resistencia por fricción interna entre
las partículas. La presión en el agua de los poros no puede hacerlo por si misma. Se cambia
entonces el nombre del esfuerzo intergranular y se lo denomina esfuerzo normal efectivo, ´,
en el sentido que es aquél que efectivamente controla el comportamiento mecánico del suelo, o
sea el que gobierna los cambios volumétricos y la resistencia del suelo. Representa el esfuerzo
trasmitido a través del esqueleto de los sólidos.
La expresión final de la Ley de Terzaghi queda pues así:
 '    uW Ec. 8.3
O también:
   'uW Ec. 8.4
Y su enunciado primario fue: En cualquier punto de una masa de suelo saturado, el
esfuerzo total en cualquier dirección es igual a la suma algébrica del esfuerzo efectivo en
esa dirección más la presión intersticial.
A pesar de su forma algébrica extremadamente simple, esta ecuación es fundamental
para la Mecánica de Suelos, al punto que ha sido considerada la más importante y su publicación
marcó la aparición de esta materia como una nueva disciplina dentro de la Ingeniería. En
definitiva se comprende que el esfuerzo normal total en un punto se divide en dos partes: el
esfuerzo trasmitido grano a grano en el esqueleto sólido del suelo y la presión soportada por el
agua.
Adviértase que la Ley ha sido deducida considerando suelo saturado (Sr = 100%) pero
en el orden práctico puede ser aplicable a suelos que tengan un Grado de Saturación cercano a
la saturación completa, del orden de 85% o más.
Por otro lado, si se hace equilibrio en la dirección paralela al plano de contacto entre
partículas T = Ts, de donde:
 * A   S * AS , y
   S * a , o también
 /a S Ec. 8.5
Lo anterior demuestra que los esfuerzos de corte entre las partículas sólidas pueden ser
muy altos, en el orden de 7000 kg/cm², pero no influyen en el comportamiento de la masa de
suelo, la cual recibe esfuerzos cortantes mucho menores, normalmente entre 0.07 y 70 kg/cm².
Téngase presente que cada partícula sólida es un fragmento de roca y por tanto tendrá una
resistencia individual mucho mayor que la del esqueleto.
8.2.1 Validez de la Ley de Terzaghi
La deducción de la ley de Terzaghi se ha hecho en la forma más simplificada posible. Un
análisis más riguroso de la validez física de esta ecuación fue hecha por Skempton en 1960. Tal
análisis demostró que, en forma más acertada, se deben expresar dos diferentes relaciones. Si
se trata de un problema de resistencia al esfuerzo cortante la ecuación es:
  tg  'U  Ec. 8.6
 '    1  a uW
  tg  ' 
o si es un problema de compresibilidad:
CS Ec. 8.7
 '    (1  )uW
Siendo: C
Φ’u , Cs = Ángulo de rozamiento y coeficiente de compresibilidad volumétrico de la
partícula sólida, respectivamente (Ver Capítulos 9 y 11)
Φ’, C = Ángulo de resistencia al corte y coeficiente de compresibilidad volumétrico del
esqueleto de los sólidos, respectivamente (Ver Capítulos 9 y 12).
En el suelo la relación (tg Φ’u/ tg Φ’) oscila entre 0.3 y 0.8, y a como se ha dicho,
es muy pequeña. Por otro lado, en el rango de esfuerzos con que normalmente se trabaja en la
Mecánica de Suelos, la relación Cs/C puede considerarse prácticamente nula, de manera que
en definitiva se regresa a la ecuación original, ´= uw. Todo esto, considerando siempre que
el suelo está saturado.
En el caso de la roca estas ecuaciones no son valederas porque a no es despreciable y
la relación Cs/C oscila entre 0.1 y 0.5
Se puede interpretar entonces, que las Ecuaciones 8.6 y 8.7 son una generalización de
la planteada por Terzaghi, en cuanto es aplicable tanto a suelos como a rocas, para los casos
en que el material esté saturado.

8.3 PRESIÓN DE PORO EN EL AGUA


Se la llama también presión intersticial porque es la presión en el agua que ocupa los
poros o intersticios del suelo. Otra denominación es presión neutra, porque el agua es incapaz
de soportar solicitaciones estáticas de corte.
Para su determinación mediante cálculo se la puede descomponer en dos partes. La
primera corresponde al peso propio del agua, y es igual a la presión hidrostática generada
en los espacios entre partículas sólidas, los cuales son continuos. Esta parte siempre es de fácil
cuantificación si el agua está en condición estática. Por el principio de Pascal tendrá el mismo
valor en todas las direcciones.
La segunda parte es aquella inducida por la solicitación a que esté sometido el suelo (la
proveniente de una filtración, la originada por una carga estática como el peso de una estructura,
o por una carga dinámica: sismo, vibración de un motor, cargas del tráfico de vehículos) que a
la vez que actúa sobre el esqueleto de los sólidos, también genera en el agua una presión en
exceso a la hidrostática. Vale aclarar entonces, que la presión hidrostática en el agua
subterránea es siempre una presión intersticial, pero una presión intersticial puede o no ser
hidrostática.
La presión en exceso a la hidrostática no siempre es de fácil conocimiento, y es motivo
de diversas teorías que se han desarrollado en la Mecánica de Suelos (las cuales veremos en
los siguientes Capítulos) y de las que continuarán implementándose en el futuro. En definitiva:
uW  u 0  u Ec. 8.8
u0 = Presión hidrostática (peso propio del agua)
u = Presión en exceso a la hidrostática
El concepto de esfuerzo efectivo es uno de los factores más importantes en los análisis
de estabilidad en trabajos geotécnicos. La influencia de la presión de poro en el desarrollo del
esfuerzo efectivo debe ser claramente entendida. Gran número de fallas en obras con suelo han
sido y son causadas por el desarrollo de exceso en la presión de poros en el agua, u.

8.4 ESFUERZO EFECTIVO EN SUELOS SECOS


En un suelo seco, el esfuerzo puede entenderse como la fuerza existente en el esqueleto
de los sólidos, por unidad de área del suelo. No existe agua y tampoco la presión en el agua, uw.
La presión que el aire pueda tomar, ua, será despreciable ya que la deformación de la masa de
suelo no alcanzará la magnitud necesaria para que se desarrolle la misma. Por consiguiente:
Ec. 8.9
 ' 
O sea que el esfuerzo normal efectivo es igual al esfuerzo normal total, lo cual quiere
decir que el suelo seco puede ser analizado en forma similar a otros materiales estructurales
como se lo hizo en el numeral 8.1. El caso contrario se tiene en los suelos saturados, en los
cuales se tiene la mayor diferencia entre el esfuerzo efectivo y el esfuerzo total. Ello confirma la
muy importante contribución de Terzaghi para el conocimiento del comportamiento de los suelos,
especialmente en obras hidráulicas en las que necesariamente el suelo llega a saturarse, si antes
no lo ha estado, o en obras apoyadas en suelos que tienen nivel freático cercano a su cota de
desplante.
En el caso de los suelos secos, el Grado de Saturación es 0%, pero en el orden práctico
la ecuación puede ser aplicable a suelos que tengan un Grado de Saturación cercano, del orden
de 15% o menos.

8.5 ESFUERZO EFECTIVO EN SUELOS NO SATURADOS


La experiencia acumulada hasta el presente ha demostrado que la Ecuación 8.3,
mediante la cual se calcula el esfuerzo efectivo en suelos saturados, es suficientemente precisa
para la mayoría de trabajos geotécnicos. Pero existen otros muchos casos en los que el suelo
no está seco o tiene valores de Grado de Saturación cercanos a esa condición, ni está saturado
o con Grados de Saturación cercanos. El suelo entonces está parcialmente saturado y para esta
condición también la experiencia demuestra que la Ecuación 8.3 puede tener considerables
errores (Skempton, 1961). En este caso el agua y el aire pueden estar en equilibrio bajo
presiones considerablemente diferentes, debidas a la tensión superficial. En 1960 Bishop
propuso la siguiente expresión para suelos semisaturados:
 '    u a   (u a  uW ) Ec. 8.10
En la que:
ua = Presión de poro en el aire
  = Aw/A. Parámetro relativo al grado de saturación. Vale 1 cuando Sr = 100%, cero para
suelo seco, y debe ser determinado en forma experimental cuando 0% < Sr < 100%.
Aw = Área del contacto agua-sólido o agua-agua (Fracción del área de la sección
transversal del suelo ocupada por agua).
Los restantes términos ya han sido definidos.
Lancellota, 1987, señala que la diferencia (u a – uw) depende de la dimensión de la
partícula, D, y de la tensión superficial, y puede expresarse en la forma:
4TS
(u a  uW ) 
D
También indica que la aplicación de la Ecuación 8.10 es extremadamente difícil en razón
de que el parámetro  es función del grado de saturación, pero también de la estructura del
material y del modo en el cual se ha llegado al grado de saturación actual, por lo que aunque
conceptualmente la ecuación no es muy complicada, no se la puede utilizar en la práctica.
Bowles por su parte acota que la ecuación 8.10 es solo algo mejor que una estimación
en el actual nivel de la tecnología. Ello en razón de que para Sr < 100%, la distribución real de la
presión de poro en el agua y las presiones de poro resultantes son indeterminadas. El único
medio confiable para obtener las presiones de poros es el uso de piezómetros en laboratorio o
un sistema de los mismos, en el campo.
La simplificación que se hace en los casos prácticos, siempre teniendo en cuenta los
errores que se pueden cometer, consiste en considerar que para puntos que se encuentran por
encima del nivel freático, el esfuerzo total es igual al esfuerzo efectivo.
Utilizando el concepto de Skempton mencionado en 8.2.1, si en suelos parcialmente
saturados se define:
 u  uW 
S  1  1   a 
 uW 
Las ecuaciones correspondientes son:

 tg  'U 
 '    1  a  * S * uW Ec. 8.11
 tg  ' 
 CS 
 '    1   * S * uW Ec. 8.12
 C 

8.6 ESFUERZOS EN EL SUELO POR PESO PROPIO (AGUA EN CONDICIÓN


ESTÁTICA
8.6.1 Esfuerzos Verticales por Peso Propio
Se los conoce también con el nombre de esfuerzos geostáticos. Recuérdese que el
suelo es un material masivo por excelencia. Tiene magnitudes infinitas en dos de las tres
dimensiones del espacio y finita en la tercera, la profundidad. Por esta razón en los cálculos que
se realizan en Ingeniería Geotécnica nunca deben ser omitidos los esfuerzos generados por el
propio peso del suelo.
8.6.1.1 Esfuerzos Verticales Totales por Peso Propio
Considérese un caso relativamente simple y frecuente: un depósito homogéneo en
sentido horizontal, con superficie también horizontal (el caso de la mayoría de suelos
sedimentarios). En tal situación, cualquier sección vertical puede considerarse de simetría, por
lo cual no existirán esfuerzos cortantes sobre planos horizontales y verticales, lo que equivale a
despreciar cualquier resistencia al movimiento vertical (por ejemplo fricción lateral) a lo largo de
los lados de la columna de suelo que se muestra en la Figura 8.7.
Fig 8.7 Esfuerzos verticales en el suelo por peso propio Fuente: Autor
Para la deducción se asumirá además que el nivel freático coincide con la superficie del
terreno y que el agua se encuentra en estado estático. En estas condiciones, el esfuerzo vertical
total por peso propio (ov) en una sección transversal A, localizada a una profundidad H, se
calcula dividiendo el peso (P) de la columna de suelo existente sobre la sección transversal, para
el área, A, de la misma.
P V AH
 0v   
O sea: A A A
 0v   * H Ec. 8.13
En la cual:
  = Peso unitario del suelo en la condición real en la que se encuentre (en este caso
saturado).
H = Profundidad medida desde la superficie del terreno hasta el sitio en el que se calcula
el esfuerzo por peso propio.
Si no se tiene un suelo homogéneo, sino varios estratos, la ecuación correspondiente
será:
 0v   i * H i Ec. 8.14
 i = Peso unitario de cada uno de los estratos, en la condición que se encuentren.
Hi = Espesor de cada estrato.
Téngase presente que para profundidades importantes el valor del peso unitario no será
constante respecto a la profundidad. Generalmente un suelo resultará cada vez más compacto
y, por consiguiente, con mayor peso unitario cuando aumente la profundidad, debido
precisamente a la compresión originada por los mismos esfuerzos geostáticos.
Cuando se tenga evidencias de la variación del peso unitario conforme avanza la
profundidad se puede dividir el estrato en varios subestratos, cada uno de los cuales tendrá un
peso unitario promedio, y a continuación se aplicará la Ecuación 8.14. Si la variación en función
de la profundidad es continua, los esfuerzos verticales totales por peso propio pueden calcularse
por medio de la integral Z
 0v    dz Ec. 8.15
0

8.6.1.2 Presión en el Agua por Peso Propio


La presión en el agua por peso propio, u0, es la presión hidrostática, ver 8.3, y se
calcula multiplicando el peso unitario del agua por la profundidad medida desde el nivel freático.
Ec. 8.16
u0   W * H
En donde:
w= Peso unitario del agua
H = Profundidad medida desde el nivel freático hasta el sitio en el que calcula el esfuerzo por
peso propio.
8.6.1.3 Esfuerzos Efectivos Verticales por Peso Propio
El esfuerzo efectivo siempre es la diferencia entre el esfuerzo total y la presión en el
agua, por lo tanto el esfuerzo vertical efectivo por peso propio, 0v´, será:
 0v '   0v  u0   * H   W * H     W H    1H
Pero según la Ecuación 2.17,
(– 1) = ’, peso unitario sumergido, y entonces:
 0v '   '*H Ec. 8.17
En la cual:
‘ = Peso unitario sumergido del suelo
H = Profundidad medida desde el nivel freático hasta el sitio en el que se calcula el
esfuerzo efectivo por peso propio.
Si el nivel freático no coincide con la superficie del suelo, la ecuación correspondiente
será.
 0v '   * H ' '*H  H ' Ec. 8.18
 = Peso unitario del suelo en la condición real en que se encuentre.
H = Profundidad medida desde la superficie del terreno hasta el sitio en el que calcula
el esfuerzo efectivo por peso propio.
‘ = Peso unitario sumergido del suelo
H’ = Profundidad del nivel freático medida desde la superficie del terreno.
8.6.2 Esfuerzos Horizontales por Peso Propio
El esfuerzo horizontal por peso propio en un punto de una masa de suelo, 0h, está
fuertemente ligado a la historia de esfuerzos del depósito. Con tal término se entiende
generalmente la importancia, duración y secuencia de los esfuerzos a que ha estado sometido
durante toda su vida geológica, es decir desde su formación hasta llegar a su condición actual.
Por lo dicho, la determinación de 0h constituye uno de los problemas más complicados
de la Mecánica de Suelos y no puede, en consecuencia, ser calculado de una manera simple
como los verticales.
Durante el período de deposición un elemento de suelo, ubicado a una cierta
profundidad, estuvo sujeto a incrementos de los esfuerzos verticales y horizontales. La relación
entre ellos se basa realmente en los esfuerzos efectivos, de forma que entre el esfuerzo
horizontal efectivo, 0h´, y el esfuerzo vertical efectivo, 0v´, existe una relación que se denomina
coeficiente de esfuerzo lateral o coeficiente de empuje lateral, K.
 0h Ec. 8.19
K
 0v '
Esta definición de K se emplea indiferentemente de que los esfuerzos sean geostáticos
o no. El valor de K puede variar entre límites muy amplios, incluso en el caso que los esfuerzos
sean geostáticos, según que el suelo sea comprimido o expandido en dirección horizontal, ya
sea por fuerzas naturales o por la intervención del hombre. Si se supone un estado de esfuerzos
original (suelo recientemente formado) y si además se asume que no existen deformaciones
laterales en el suelo, el coeficiente de empuje lateral corresponde al caso en reposo, K0. Este
es, generalmente, el caso de los depósitos sedimentarios, formados por la adición de sucesivas
capas de suelo, lo cual provoca el aumento del esfuerzo vertical, pero como la sedimentación
ocurre en un área bastante extensa, no existe razón por la cual deba haber tenido una
compresión horizontal apreciable. En consecuencia, el esfuerzo total horizontal debe ser menor
que el vertical. Para un depósito de arena formado de esa manera, K0 vale de ordinario entre 0.4
y 0.5.
El estado original antes mencionado, en el transcurso de la vida del suelo se habrá visto
modificado por fenómenos tales como: cargas posteriores, variaciones del nivel freático,
capilaridad, movimientos tectónicos, cementaciones químicas, eventos tixotrópicos,
deformaciones plásticas, disoluciones, etcétera. En estos casos existe evidencia de que
el esfuerzo horizontal puede ser aún mayor que el vertical, por ejemplo, si el depósito ha
soportado una importante sobrecarga por un espesor mayor de tierras, existente en el pasado.
Los esfuerzos horizontales correspondientes a esa sobrecarga quedan latentes en el suelo, aún
después de suprimida la sobrecarga. K0 en ese caso, puede alcanzar valores de hasta 3.

8.7 ESFUERZOS EN EL SUELO POR PESO PROPIO, CON FLUJO DE AGUA


En el permeámetro de carga constante de la Figura 8.8, supongamos que para mantener
la posición de la muestra de arena existe una rejilla en la parte inferior, pero no en la superior.
Se supondrá también que no existe fricción con las paredes del recipiente. Si analizamos los
esfuerzos por peso propio en una condición tal que, momentáneamente coincidan los niveles de
aguas arriba y agua abajo, y por tanto no existe flujo de agua (agua estática), se tiene los
siguientes valores:

Fig 8.8 Esfuerzos efectivos por peso propio sin flujo de agua Fuente: Márquez, 1982

En el punto A:
Esfuerzo total:  0v  H 1 *  W
Presión en el agua: uo  H1 *  W
Esfuerzo efectivo:  0v '  H1 *  W  H 1 *  W  0
En el punto B:
 0v  H 1 *  W  H 2 *  sat
u o  H 1  H 2  *  W
Esfuerzo total:
Presión en el agua:
Esfuerzo efectivo  0 v '  H1 *  W  H 2 *  sat  H1  H 2  *  W   sat   W  * H 2  '*H 2
Lo que quiere decir que cuando no hay flujo de agua, como era el caso del Numeral 8.6,
el esfuerzo efectivo en un suelo sumergido es igual al peso unitario sumergido multiplicado por
la altura del suelo, sin importar la altura de agua que exista sobre el suelo sumergido.
8.7.1 Flujo ascendente
Ahora, si subimos la rama izquierda del permeámetro, Figura 8.9, se establecerá un flujo
desde el punto B hacia el A, o sea un flujo ascendente. Tomando en cuenta que el esfuerzo total
en cualquier punto de una masa de suelo se determina únicamente con el peso del suelo y del
agua arriba de este, se realizan los cálculos respectivos:

Fig 8.9 Esfuerzos efectivos por peso propio con flujo ascendente Fuente: Das, 2001
En el punto A:
Esfuerzo total:  0v  H 1 *  W
Presión en el agua: uo  H1 *  W
Esfuerzo efectivo  0v '  H1 *  W  H 1 *  W  0 (ningún cambio)
En el punto B:
 0v  H 1 *  W  H 2 *  sat
u  H1  H 2  h *  W
Esfuerzo total:
Presión en el agua:
Esfuerzo efectivo:  0v '  H1 *  W  H 2 *  sat  H1  H 2  h *  W   '*H 2  h *  W
Para un punto intermedio, C, ubicado en el interior del suelo, a una profundidad z:
Esfuerzo total:  ov '   '*z  i * z *  w
 h 
Presión en el agua: u   H1  z  z * W
 H 2 
 h 
Esfuerzo efectivo: 0 v '  H1 *  W  z *  sat   H1  z  z  *  W  '*z  (h / H 2 ) * z *  W
 H 2 

Como (h/H2) es el gradiente hidráulico, entonces:


 0v  H1 *  W  z *  sat Ec. 8.20
O sea que en el flujo ascendente el esfuerzo efectivo disminuye en la proporción
creciente (i * z * w) que se resta al valor correspondiente al caso estático. Esta disminución,
debida al flujo de agua a través de los poros del suelo, se conoce con el nombre de presión de
filtración y es el resultado de la fricción del agua con los granos del suelo.
8.7.2 Flujo descendente
Si ahora bajamos la rama izquierda del permeámetro, Figura 8.10, se establecerá un
flujo desde el punto A hacia el B, o sea un flujo descendente. En estas condiciones los esfuerzos
tendrán los siguientes valores:
Fig 8.10 Esfuerzos efectivos por peso propio con flujo descendente Fuente: Das, 2001
En el punto A:
Esfuerzo total:  0v  H 1 *  W
Presión en el agua: uo  H1 *  W
Esfuerzo efectivo:  0v '  H1 *  W  H1 *  W  0 (ningún cambio)
En el punto B:
 '
Esfuerzo total: iC 

u  H1  H 2  h *  W
W
Presión en el agua:
Esfuerzo efectivo:  0v '  H1 *  W  H 2 *  sat  H1  H 2  h *  W   '*H 2  h *  W
En el punto intermedio, C, a una profundidad z:
Esfuerzo total:  0v  H1 *  W  z *  sat
 h 
Presión en el agua: u   H1  z  z  *  W
 H 
 h 
2

Esfuerzo efectivo:  0v '  H1 *  W  z *  sat   H1  z  z  *  W


 H2 
 0v '   '*z  i * z *  W Ec. 8.21

En el flujo descendente el esfuerzo efectivo aumenta en la proporción creciente (i*z*w).

8.8 SIFONAMIENTO Y TUBIFICACIÓN


En el caso de flujo ascendente de la Figura 8.9, como el permeámetro es de carga
constante y la muestra tiene la misma sección, el gradiente hidráulico y la velocidad son
constantes. Si se continúa elevando el nivel del agua en la rama izquierda del dispositivo crecerá
el valor de h y llegará un momento en que el esfuerzo efectivo llegue a valer cero en toda la
masa del suelo. En ese instante, la masa pierde toda consistencia y puede observarse una
agitación o movimiento de turbulencia de los granos de la arena, con pérdida total de la
resistencia del suelo, fenómeno que es llamado ebullición o sifonamiento y que en términos
comunes se denomina arena movediza. Los granos del suelo apenas se están tocando o
esencialmente “flotando” o “nadando” en el agua de los poros.
En la Ecuación 8.20, este fenómeno se producirá cuando:
'*z  i * z *  W  0 Ec. 8.22
Es decir cuando el gradiente hidráulico valga:

‘’0v  H1 *W  H2 * sat Ec. 8.23


A este valor se le denomina gradiente hidráulico crítico, ic, y es igual al peso unitario
sumergido dividido para el peso unitario del agua. Para valores comunes del peso unitario
saturado de los suelos, el valor de ic, suele estar próximo a la unidad, entre 0.8 y 1.1.
Cabe, sin embargo, aclarar que en Mecánica de Suelos existen dos casos en los cuales
se llega a un esfuerzo efectivo nulo, y en ambos se alude a las arenas movedizas.
 Cuando el flujo ascendente es de tal magnitud que el empuje total del agua es igual
al peso total del suelo. Es el caso que se está tratando en este numeral.
 Cuando cargas de impacto (sismo por ejemplo) actúan sobre arenas finas poco
compactas, localizadas bajo el nivel freático. Se analizará en el Capitulo 12.
El sifonamiento en la práctica se puede presentar sea por descenso del nivel freático en
una excavación, o por presencia de presiones artesianas que lleven a la condición indicada en
la Ecuación 8.22. Ocurre casi siempre en arenas finas, lo cual justifica el nombre de arenas
movedizas. La razón de ello es explicada por la Ley de Darcy; para mantener un gradiente
hidráulico cercano al unitario, la velocidad del agua en el punto de entrada al suelo variará de
acuerdo con la permeabilidad; por consiguiente, una arena movediza solo ocurriría en suelos
más gruesos cuando pueda ser suministrada una gran cantidad de agua, lo cual en la realidad
casi nunca es posible.
Como puede verse las arenas movedizas no son un tipo de suelo sino un estado
particular del suelo, aquél que se produce cuando el esfuerzo efectivo llega a valer cero.
En el vulgo existe la creencia de que una persona que cae dentro de una arena movediza,
se hundirá irremediablemente hasta morir asfixiada. Esto no es más que una fábula porque si el
hombre apenas flota en el agua pura (w = 1.0 g/cm³), lo hace con mayor facilidad en el agua
salada (w = 1.02 g/cm³) y obviamente flotará en la arena movediza (≈1.5 g/cm³). No existe por
consiguiente ninguna fuerza que lo hale hacia abajo.

Fig 8.11 Tubificación de una presa por erosión regresiva Fuente: Jiménez, 1975
En condiciones particulares generadas por el hombre (construcción de presas,
abatimiento del nivel freático en excavaciones), se llega muchas veces a las cercanías del
sifonamiento, y lo que se puede dar (excepto en las arenas finas) es la tubificación. Ella consiste
en la apertura por erosión regresiva, Figura 8.11, de uno o varios conductos a través del suelo,
los cuales van aumentando de sección y pueden llevar a una falla catastrófica de la obra.
Sifonamiento y tubificación están relacionados y en la práctica puede que antes de que
se produzca el primero, se llegue a la falla por tubificación. Pueden eso si, producirse
sifonamientos localizados en ciertos puntos del suelo, que inicien la erosión regresiva y por tanto
la tubificación.
Fig 8.12 Colapso del relleno en la Avenida Pichincha (Quito) por erosión interna Fuente: Autor
La tubificación también puede producirse por acción de las fuerzas de filtración, o por
fuerzas de inercia lo suficientemente grandes para desalojar pequeños granos de arena o limo,
o para vencer las fuerzas de atracción de las arcillas. Para impedirla se debe diseñar un sistema
de filtros gradados. El sifonamiento en cambio puede contrarrestarse sobreponiendo al suelo
cargas o presiones que impidan que el esfuerzo efectivo llegue a ser cero.
En fin, la pérdida de resistencia en suelos no cohesivos debido al aumento excesivo de
las presiones intersticiales es un problema que causa frecuentes derrumbes de taludes en obras
civiles, especialmente en carreteras. Por otro lado, a manera de ejemplo se cita el colapso que
sufrió el relleno de la avenida Pichincha en la ciudad de Quito, por erosión interna del relleno
subyacente. Figura 8.12.

8.9 EJERCICIOS
1. El estrato de suelo que se muestra en la Figura 8.14 tiene 50 m de profundidad.
El peso unitario de los sólidos es 2,78 t/m³ y la humedad 54%. El nivel freático coincide
con la superficie del terreno. Calcular y dibujar los diagramas de esfuerzo total, neutro y
efectivo por peso propio.
De acuerdo con lo visto en el Numeral 8.6, para calcular los esfuerzos por peso propio
es necesario conocer previamente el peso unitario del suelo, que en este caso será el peso
unitario saturado, ya que existe nivel freático en la superficie. También se requiere el peso
unitario sumergido. Para ello, y de conformidad con los procedimientos utilizados en el Capítulo
2, planteamos el Diagrama de Fases que consta en la Figura 8.13 y procedemos al cálculo.

Fig 8.13 Ejercicio Nº 1, determinación del peso unitario Fuente: Autor


Si se asume Ws = 1 y w = (Ww/Ws) * 100; Ww = (w* Ws)/100 = (54 * 1) / 100 = 0.54
W = Ws + Ww = 1 + 0.54 = 1.54; pero Vw = Ww, o sea Vw = 0.54.
Vs = Ws / s = 1 / 2.78 = 0.36, y por tanto V = Vs + Vw = 0.36 + 0.54 = 0.9
Con los resultados anteriores se calcula el peso unitario saturado
 sat = W/V = 1.54 / 0.9 = 1.71 t/m³
y el peso unitario sumergido
’ = 1.71 – 1.0 = 0.71 t/m³
Las tres expresiones para calcular los esfuerzos por peso propio son ecuaciones lineales
en función de la variable H. Esto facilita la elaboración de diagramas triangulares que parten de
cero en la superficie del terreno o del nivel freático, y cuya pendiente está dada por el peso
unitario respectivo.

Fig 8.14 Ejercicio Nº 1: Diagramas de esfuerzos por peso propio Fuente: Autor
El diagrama de esfuerzo total por peso propio será un triángulo cuyos valores notables
son los siguientes:
En la superficie: ov= * H = 1.71 * 0 = 0
A 50 m de profundidad: ov= * H = 1.71 * 50 = 85.5 t/m²
El diagrama de presión en el agua por peso propio también será un triángulo cuyos
valores notables son:
En la superficie: uo= w* H= 1.0 * 0 = 0
A 50 m de profundidad: uo= w* H = 1.0 * 50 = 50.0 t/m²
Finalmente el diagrama de esfuerzo efectivo por peso propio será otro triángulo con
valores notables:
En la superficie: 0v´= '* H= 0.71 * 0 = 0
A 50 m de profundidad: 0v´= '* H = 0.71 * 50 = 35.5 t/m²
Nótese que este último valor también pudo ser obtenido aplicando la Ley de Terzaghi a
los esfuerzo por peso propio:
v´= vu0 = 85.5 – 50.0 = 35.5 t/m²
Los diagramas constan en la Figura 8.14.
2. Calcular y dibujar los diagramas de esfuerzo total, neutro y efectivo por peso
propio para el suelo que se muestra en la Figura 8.15.

Fig 8.15 Ejercicio Nº 2: Diagramas de esfuerzos por peso propio Fuente: Autor
Ahora se tienen dos estratos diferentes y además el nivel freático está a 10 m de
profundidad. Cada estrato tiene su propio peso unitario (el cual define la pendiente de la recta) y
por tanto se tendrán segmentos de recta con diferente inclinación. En este caso el procedimiento
más sencillo consiste en evaluar los esfuerzos en cada plano notable según se avanza en
profundidad. Para este ejercicio los planos notables serán: la superficie del terreno, el nivel
freático, el contacto entre el primer y segundo estrato y el fondo del segundo estrato. En esos
planos se calculan los diferentes esfuerzos, sumando siempre los previamente calculados.
Los esfuerzos totales por peso propio son:
A 0 .0 m : ov= 1.60 * 0 = 0
A 10 .0 m : ov= 1.60 * 10 = 16 t/m²
A 20 .0 m : ov= 16 + 1.70 * 10 = 33 t/m²
A 30 .0 m : ov= 33 + 1.80 * 10 = 51 t/m²
Para la presión en el agua por peso propio, el diagrama inicia a 10 m de profundidad,
donde está ubicado el nivel freático:
A 10 .0 m : uo= 1.0 * 0 = 0
A 20 .0 m : uo= 1.0 * 10 = 10 t/m²
A 30 .0 m : uo= 1.0 * 20 = 20 t/m²

Los esfuerzos efectivos por peso propio se calculan de la siguiente manera:


A 0 .0 m : v´ = 1.60 * 0 = 0
A 10 .0 m : ov’= 1.60 * 10 = 16 t/m² (la presión en el agua vale cero)
A 20 .0 m : ov’= 16 + 0.70 * 10 = 23 t/m²
A 30 .0 m : ov’= 23 + 0.80 * 10 = 31 t/m²
Lo cual también pudo ser obtenido así:
A 0 .0 m : v´= 0 – 0 = 0
A 10 .0 m : v´= 16 – 0 = 16 t/m²
A 20 .0 m : v´= 33 – 10 = 23 t/m²
A 30 .0 m : v´= 51 – 20 = 31 t/m²
Los diagramas constan en la Figura 8.15.
3. Calcular y dibujar los diagramas de esfuerzo total, neutro y efectivo para el suelo
que se muestra en la Figura 8.16. El suelo se encuentra saturado por ascensión capilar
desde el nivel freático hasta la superficie del terreno.

Fig 8.16 Ejercicio Nº 3: Diagramas de esfuerzos por peso propio Fuente: Autor
En este ejercicio los planos notables son los mismos del anterior: la superficie del terreno,
el nivel freático, el contacto entre el primer y segundo estrato y el fondo del segundo estrato. La
diferencia se da en el cálculo de las presiones en el agua por peso propio, desde el nivel freático
hacia arriba. En efecto en esa zona se tendrán esfuerzos negativos (de tensión), de conformidad
con lo expuesto en el Numeral 6.3. Allí se indicó que para evaluarlos se debe multiplicar el peso
unitario del agua por una altura que ahora se mide hacia arriba, desde el nivel freático hasta el
nivel de ascensión capilar, que en este caso coincide con la superficie del terreno.
Esfuerzos totales por peso propio:
A 0 .0 m : ov= 1.70 * 0 = 0
A 10 .0 m : ov= 1.70 * 10 = 17 t/m² (el suelo está saturado)
A 20 .0 m : ov= 17 + 1.70 * 10 = 34 t/m²
A 30 .0 m : ov= 34 + 1.80 * 10 = 52 t/m²
Para la presión en el agua por peso propio, el valor cero se tiene en el nivel freático. A
partir de allí es positivo hacia abajo (presión mayor que la atmosférica) y negativo hacia arriba
(esfuerzo de tensión capilar).
A 0 .0 m : uo= 1.0 * (-10) = -10 t/m² (el suelo se satura por capilaridad hasta la
superficie)
A 10 .0 m : uo= 1.0 * 0 = 0
A 20 .0 m : uo= 1.0 * 10 = 10 t/m²
A 30 .0 m : uo= 1.0 * 20 = 20 t/m²
Los esfuerzos efectivos por peso propio son:
A 0 .0 m : ov’ = 0 – (-10) = 10 t/m²
A 10 .0 m : ov’= 17 – 0 = 17 t/m²
A 20 .0 m : ov’= 34 – 10 = 24 t/m²
A 30 .0 m : ov’= 52 – 20 = 32 t/m²
Los diagramas constan en la Figura 8.16.
4. En el problema anterior recalcular y dibujar los diagramas de esfuerzo total,
neutro y efectivo, suponiendo que ahora el suelo se satura por capilaridad desde el nivel
freático hasta 5.0 m por arriba.

Fig 8.17 Ejercicio Nº 4: Diagramas de esfuerzos por peso propio Fuente: Autor
Esfuerzos totales por peso propio:
A 0 .0 m : ov= 1.60 * 0 = 0
A 5 .0 m : ov= 1.60 * 5 = 8.0 t/m² (peso unitario del suelo no saturado, como en
el segundo ejercicio)
A 10 .0 m : ov= 8.0 + 1.70 * 5 = 16.5 t/m² (el suelo está saturado)
A 20 .0 m : ov= 16.5+ 1.70 * 10 = 33.5 t/m²
A 30 .0 m : ov= 33.5+ 1.80 * 10 = 51.5 t/m²
Para la presión en el agua por peso propio, el valor negativo solo se tendrá hasta la altura
que asciende el agua por capilaridad.
A 5 .0 m : uo= 1.0 * -5 = - 5 t/m²
A 10 .0 m : uo= 1.0 * 0 =0
A 20 .0 m : uo= 1.0 * 10 = 10 t/m²
A 30 .0 m : uo= 1.0 * 20 = 20 t/m²
Los esfuerzos efectivos por peso propio son:
A 0 .0 m : ov’ = 0 – 0 = 0 t/m²
A 4.999 m : ov’ = 1.6*4.999 - 0 = 7.998 t/m²
A 5.0 m : ov’ = 8.0 – (-5.0) = 13.0 t/m²
A 10 .0 m : ov’ = 16.5– 0 = 16.5 t/m²
A 20 .0 m : ov’ = 33.5 – 10 = 23.5 t/m²
A 30 .0 m : ov’ = 51.5 – 20 = 31.5 t/m²
Se concluye que en el diagrama de esfuerzo efectivos a 5.0 m existe una
discontinuidad en los esfuerzos con dos valores: uno mínimo de 8.0 t/m² y uno máximo de 13.0
t/m².
Los diagramas constan en la Figura 8.17.
5. En el suelo que se muestra en la Figura 8.19 el nivel freático estaba
originalmente en la superficie del terreno. Por un proceso de bombeo disminuyó 5 m de
manera que el grado de saturación de la arena por encima del nuevo nivel freático se
redujo al 20%. Calcular los esfuerzos total, neutro y efectivo por peso propio en el centro
del estrato arcilloso, antes y después de que el nivel freático descienda.

Fig 8.19 Ejercicio Nº 6 Fuente: Autor


Antes de que el nivel freático
descienda:
ov = 1.9 * 10 + 1.8 * 10 = 37.0 t/m²
uo = 1.0 * 10 + 1.0 * 10 = 20.0
t/m²
ov’ = 37.0 – 20.0 = 17.0 t/m²
Después que el nivel freático
desciende:
Primero se debe conocer el peso unitario del suelo con Sr = 20%.
Fig 8.20 Ejercicio Nº 6: Determinación del peso Para ello, en la Figura 8.20:
unitario Fuente: Autor
Si V = 1 y d = W s / V ; Ws = d * V = 1.5 * 1.0 = 1.5

En el suelo saturado:
 sat = W / V ; W =  sat * V = 1.9 * 1.0 = 1.9 ; Ww = W – W s = 1.9 – 1.5 = 0.4 = Vw = Vv
Cuando baje el nivel freático solo el 20% del volumen de vacíos estará ocupado por
agua.
Sr = ( Vw / Vv ) * 100 ; Vw = (Sr/100) * Vv = 0.2 * 0.4 = 0.08 = Ww
En el suelo no saturado:
W = W s + Ww = 1.5 + 0.08 = 1.58
Y por consiguiente su peso unitario será:
 = W/V = 1.58/1.0 = 1.58 t/m²
Ahora se pueden calcular los esfuerzos por peso propio después que el nivel freático
desciende:
0v = 1.58 * 5 + 1.9 * 5 + 1.8 * 10 = 35.4 t/m²
uo = 1.0 * 15 = 15.0 t/m²
v’ = 35.4 – 15.0 = 20.4 t/m²
Se puede observar que luego del descenso del nivel freático, el esfuerzo total ha
disminuido mientras que el esfuerzo efectivo ha aumentado. En cumplimiento de las
relaciones esfuerzo – deformación que gobiernan el comportamiento de cualquier material, a un
aumento del esfuerzo corresponde una mayor deformación.
Un ejemplo clásico de este fenómeno
se presenta en la Ciudad de México, que se
asienta sobre el fondo del antiguo lago de
Texcoco. Para potabilizar el agua que
diariamente consume la ciudad, desde hace
más de un siglo se la ha extraído de su
subsuelo, lo cual ha ocasionado el descenso
del nivel freático en una magnitud de hasta 20
m o más, y por tanto, el aumento de los
esfuerzos efectivos por peso propio del
suelo. Como consecuencia de ese
procedimiento, es ampliamente conocido que
parte de la ciudad se asienta en una magnitud
entre 5 y 20 cm por año. Esto es una
comprobación a escala natural de que los
esfuerzos que gobiernan el comportamiento
mecánico del suelo son los efectivos (Ley de
Terzaghi) pues si fueran los esfuerzos totales
los que lo hicieran, la ciudad no debería
hundirse, ya que los esfuerzos totales por
peso propio más bien disminuyen cuando
desciende el nivel freático. La Figura 8.21
muestra un tubo que no es un poste sino el
ademe de uno de los antiguos pozos para
extracción de agua, hincado hasta el acuífero,
que es un estrato relativamente firme. Su
altura actual (del orden de 8 m) revela el
hundimiento que ha tenido el suelo que lo
rodea desde el momento de la construcción
Fig 8.21 Antiguo ademe de un pozo de agua del pozo, pues el extremo superior del tubo
Fuente: Autor
coincidió inicialmente con la superficie del
terreno. El hundimiento se monitorea permanentemente con líneas que se pintan en su contacto
con el suelo, Figuras 8.22 y 8.23. Tomando como referencia un trabajo presentado por Gayol en
1925, que indica los niveles de la ciudad existentes en los últimos años del siglo 19, Juárez y
Rico, 1977, señala hundimientos de alrededor de 5 m en el sector de la Catedral, de 6 m en la
calle Tacuba y en la Alameda Central, y de 7 m en la zona en que confluyen las avenidas Juárez
y Reforma.
Fig 8.22 Detalle de las marcas en 1995 Fuente: Autor Fig 8.23 Detalle de las marcas en 2000 Fuente: Autor

Se debe comprender que este fenómeno se debe solo al aumento de los esfuerzos
efectivos por peso propio, de manera que si adicionalmente se carga al suelo con el peso de una
estructura, un edificio por ejemplo, la deformación del suelo será mucho mayor. (“La
compresibilidad del subsuelo de México es semejante a la del algodón”: Juárez y Rico, X
Congreso Panamericano de Ingeniería Geotécnica, Guadalajara, México, 1995). La Catedral de
México, ubicada en la Plaza del Zócalo, Figura 8.24, tiene un asentamiento diferencial de
aproximadamente 2.5 m, lo cual ha puesto en serio peligro su estabilidad y ha hecho necesario
el diseño de obras especiales para evitar su colapso. Muchos otros edificios históricos, la Antigua
Basílica de Guadalupe, por ejemplo (Figura 8.25), tienen problemas similares.

Fig 8.24 Plaza del Zócalo y Catedral. Ciudad de México Fuente: Autor

Sin embargo, las soluciones para controlar los asentamientos de las estructuras, como
cimentación sobre pilotes, no siempre han dado buenos resultados, pues si bien se evita que la
estructura se asiente, en cambio toda la ciudad sí lo hace, dando como resultado práctico que la
estructura “sube” respecto a las calles circundantes, fenómeno que evidentemente afecta su
funcionalidad (el nivel de planta baja de los edificios cada vez se eleva respecto al de la acera).
Figuras 8.26 y 8.27.
Fig 8.25 Antigua Basílica de Guadalupe Fuente: Autor
Un ejemplo clásico de este fenómeno es el Monumento conocido como El Ángel de la
Independencia (Figuras 8.28 y 8.29), construido en 1910 en la avenida Reforma, con nueve
gradas sobre el nivel de la avenida. En la actualidad tiene catorce gradas adicionales. El
Monumento a la Revolución, Figura 8.30, tiene problemas similares atenuados visualmente por
la amplia explanada que lo rodea.

Fig 8.26 Desniveles sucesivos por hundimiento de la ciudad


Fuente: Autor

Fig 8.27 Desniveles sucesivos por hundimiento de la ciudad


Fuente: Autor
Fig 8.29 El Ángel de la Independencia, Detalle de la Base Fuente: Autor
Fig 8.28 El Ángel de la Independencia
Fuente: Autor

Fig 8.30 Monumento a la Revolución Fuente: Autor


Una de las soluciones que los técnicos mexicanos han desarrollado para estos
complejos problemas se denomina Pilotes de Control. En términos simples, éstos se diseñan
para que la estructura siempre se asiente la misma magnitud que la ciudad. Deben además ser
capaces de soportar la elevada sismicidad de la zona, para lo cual en adición a los dispositivos
de transmisión de carga estática, cuentan con complejos sistemas de amortiguamiento.

REFERENCIAS
Craig, R. (1976). Mecánica de Suelos, México: Logos Consorcio Editorial S.A.
Das, B. (2001). Fundamentos de Ingeniería Geotécnica, México: Internacional Thomson
Learning.
Jiménez, J. (1975). Geotecnia y Cimientos I, Madrid: Editorial Rueda.
Juárez, E y Rico R. (1977). Mecánica de Suelos, México: Editorial Limusa.
Juárez, E y Rico R. (1995). La compresibilidad del subsuelo de México es semejante a
la del algodón, Guadalajara: X Congreso Panamericano de Ingeniería Geotécnica.
Lancellotta, R. (1987). Geotécnica, Bologna: Incola Zanichelli Editore.
Márquez, G. (1982). Propiedades Ingenieriles de los Suelos, Medellín: Centro de
Publicaciones U.N.

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