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La «nación política» de la Ilustración y de la Revolución Francesa[editar]

Sin embargo, a lo largo del siglo XVIII el concepto de «nación» —como el de patria—
experimentó «un definitivo cambio de escala y de contenido», como consecuencia
fundamentalmente de la difusión de los principios modernizadores de la Ilustración. Así se va
definiendo la «nación» y la «patria» de una forma racionalista y contractualista, aunque sin
que desaparezcan los significados anteriores.42
El filósofo ilustrado que ejerció mayor influencia en esta materia fue Jean Jacques
Rousseau al desarrollar el concepto de soberanía nacional. Para Rousseau los ciudadanos
deben anteponer el bien común a sus intereses individuales naciendo así un contrato
social entre todos ellos, como depositarios de la soberanía, del que surgirá un Estado regido
por la voluntad general. Y un elemento clave para su desarrollo será el patriotismo que se
deberá potenciar desde la infancia mediante la educación. Así lo advierte Rouseau en
sus Consdieraciones sobre el Gobierno de Polonia: «Al despertar de la vida el niño debe ver la
patria, y hasta su muerte no debe ver otra. Todo verdadero republicano mama, con la leche
materna, el amor a su patria, es decir, a las leyes y a la libertad».43 Por su parte el ilustrado
español Pedro Rodríguez de Campomanes escribía en 1780: «La política considera al hombre
en calidad de ciudadano unido en sociedad con todos aquellos que componen el propio
estado, patria o nación». Y Juan Bautista Pablo Forner incidía aún más en el significado
político de «nación» cuando la definía como «una sociedad civil independiente de imperio o
dominación extranjera». Así la expresión «nación política», que empieza a usarse a mediados
de siglo, cobra un cierto sentido redundante. También empieza a contraponerse entones
el derecho patrio o nacional al derecho romano o «extranjero».42
Con la Revolución Francesa de 1789 el concepto de «nación» adquirió su pleno sentido
moderno al oponer la soberanía de los ciudadanos (de la «nación», de los franceses) al poder
absoluto del rey. Así la «nación» es definida como el conjunto de los antiguos súbditos de un
monarca absoluto al que han despojado de su poder —y que se han convertido por ello
en ciudadanos— que detenta la soberanía sobre un territorio y, por lo tanto, es a ella a quien
corresponde determinar las leyes que han de regir a los hombres que lo habitan. Así lo
establece el artículo 3º de la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano aprobada
por la Asamblea Nacional Constituyente: «El origen de toda soberanía reside esencialmente
en la nación. Ningún órgano ni ningún individuo pueden ejercer autoridad que no emane
expresamente de ella». El abate Sieyès en su opúsculo ¿Qué es el Tercer Estado?, publicado
durante las elecciones de los Estados Generales de 1789, ya había definido la nación, a la
que identificaba con el Tercer Estado negando su pertenencia a la misma a los dos
estamentos privilegiados (nobleza y clero), de la siguiente forma: «¿Qué es una nación? Un
cuerpo de asociados que viven bajo una ley común y están representados por la misma
legislatura».4445 Así pues, los revolucionarios franceses, como ha destacado Pelai Pagès,
consideraban «a la nación como el resultado de un contrato voluntario y del libre
consentimiento de los individuos».46
Si antes el rey era el Estado, ahora lo es la «Nación». Surge así el Estado-nación que
llaman Francia, nación «política» que reúne a los ciudadanos de las «provincias» de la
Monarquía (sin distinciones entre ellos), y tras la caída de ésta, de toda la República. Durante
el período de la Monarquía constitucional francesa regida por la Constitución francesa de
1791 el lema será «la nación, la ley, el rey» y todas las nuevas instituciones tendrán el adjetivo
de «nacional», empezando por la Asamblea Nacional Legislativa que representa a la Nación.47
La «nación orgánico-historicista» del idealismo alemán[editar]
En estos mismos años surgió en el ámbito germánico una concepción alternativa a la «nación
política» —o «cívica»—48 de los filósofos ilustrados y de los revolucionarios franceses. Fue
formulada por primera vez por el filósofo prerromántico Johann Gottfried Herder en su
obra Ideas sobre la filosofía de la historia de la humanidad. Allí desarrolló un concepto de
nación entendida como una especie de organismo biológico desarrollado a lo largo de la
historia. Su fundamento sería el Volkgeist, espíritu del pueblo o «alma colectiva» destinada a
perpetuarse generación tras generación y que se manifestaría en la lengua, en la cultura, en
las artes, en las tradiciones, etc. De estos, el elemento más importante en la conformación de
la nación, según Herder, sería la lengua. Para Herder la lengua era «un todo orgánico que
vive, se desarrolla y muere como un ser vivo; la lengua de un pueblo es, por decirlo así, el
alma misma de este pueblo, convertida en visible y tangible».49
El también filósofo germánico Johann Gottlieb Fichte fue el que acabó de definir esta nueva
concepción de la nación que ha sido llamada «orgánico-historicista» o «esencialista».50 En
sus Discursos a la nación alemana, escritos entre 1807 y 1808, y en los que hizo un
llamamiento a la nación alemana (al «pueblo», al Volk) para que se levantara contra las tropas
napoleónicas, Fichte, siguiendo a Herder, concibió la Nación no como el resultado de la libre
voluntad de ciudadanos que han despojado a su rey de la soberanía asumiéndola ellos (es
decir, no como una «comunidad política») sino como algo que está por encima de ellos, algo
que les viene dado, algo que se recibe de las generaciones anteriores y se trasmite a las
siguientes. Por ello la «Nación» viene definida por una lengua, unas raíces, una historia, unas
tradiciones, una cultura, una geografía, una «raza», un carácter, un espíritu (Volkgeist),...
específicos y diferenciados. Así pues, allí donde hubiera personas que compartieran, esos
rasgos diferenciados habría nación. Esta idea de nación casaba muy bien con la
fragmentación política de Alemania, entonces dividida en multitud de Estados, pues allí era
imposible que cada príncipe por separado pudiera resistir el empuje napoleónico. La lucha
contra Napoleón debía fundamentarse en el hecho de que los súbditos de los diferentes
Estados alemanes compartían una misma lengua, una misma cultura, un mismo espíritu... Es
decir, formaban una única «nación».5152

Nación política y nación cultural[editar]


Nación política[editar]
La nación política es el titular de la soberanía cuyo ejercicio afecta a la implantación de las
normas fundamentales que regirán el funcionamiento del Estado. Es decir, aquellas que están
en la cúspide del ordenamiento jurídico y de las cuales emanan todas las demás. Han sido
objeto de debate desde la Revolución francesa hasta nuestros días las diferencias y
semejanzas entre los conceptos de nación política y pueblo, y por consiguiente
entre soberanía nacional y soberanía popular. Las discusiones han girado, entre otras cosas,
en torno a la titularidad de la soberanía, a su ejercicio, y a los efectos resultantes de ellos.

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