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RAFAEL H.

MORENO DURAN
Escritor

NABOk:OV:

e amo si se tratara de elaborar una nomenclatura del más clásico rigor ento-
mológico, Vladimir Nabokov determina en su escritura géneros, fija varie-
dades, clasifica filiaciones, vivisecciona especies y analiza la estructura y
hábitos de unos bichos que no son otros que ciertas deliciosas muchachas
en pleno tránsito hacia la pubertad. No es por ello casual que la primera
hembra conocida de la variedad "Lycaeides sublivens Nabokov" caiga en
la red del escritor -transmutado en lepidopterólogo- en un punto indeter-
minado de la compleja geografía por la que, de la caricia al retozo, deam-
bulan Lolita Haze y el "villano" Humbert Humbert, en la más célebre novela
del autor ruso. Ya en el capítulo quinto de la primera parte de Lolita, Nabo-
kov consigna su profesión de fe al respecto: "Entre los límites temporales
de los nueve y catorce años surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros
embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza,
no humana sino de ninfas (o sea demoníaca); propongo llamar nínfulas a
esas criaturas escogidas". En este sentido, es pertinente distinguir dos
clases de muchachas que caen en la definición de Nabokov: a) la bobby-
soxer, es decir, la niña hasta los trece años; y b) la teen-ager, que va de
los trece a los diez y nueve años, Lolita (y la mayor parte de las nínfulas
nabokonianas) es una bobby-soxer, apelativo que viene de bobby-sox, o
sea, media tobillera.
También es preciso agregar que, para una mejor comprensión de la
idiosincrasia y comportamiento de las nínfulas en el plano de su habitat
afectivo, se requiere la presencia de un partenaire que adopta, bien la forma
KAEMPFERIA L. del ninfulómano, esto es, de un individuo adulto, a veces viejo y al borde
K. ga/anga L. de la satiriasis, o bien la forma del faunúnculo, amante que tiene la misma
Zingiberaceae edad de la inquietante doncella, aunque a menudo la nínfula se regodea
Zonas tropicales de Africa y sureste de Asia
con los dos al mismo tiempo o en jornadas alternas y escalonadas. En este
orden de comportamiento, las dos nínfulas arquetípicas de Nabokov, Do-
lores Haze (Lolita) y Adelaida Vaan (Ada, o el ardor'), dan reiteradas pruebas
de su capacidad de alterne y ambas, como la Justine, de Sade, se desem-

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NABOKOV: NINFAS Y OTRAS LASCIVAS ESPECIES DE DORADA ...

barazan de su virginidad a los doce muchacha alejándola del dominio del especímenes de su misma edad,
años de edad y no propiamente a ma- confiado amante e integrándola a su esas niñas simples y "esencialmente
nos de algún viejo lascivo, sino mer- troupe prostibularia. Ada también humanas".
ced al insospechado arrojo de un par goza de esta extraña facultad y ya he- Con personajes como Lolita y
de faunúnculos. Lolita, que con otra mos señalado cómo logra distraer la Ada, Nabokov recobra para la litera-
colega suya, Bárbara, y su amigo atención del fogoso Van mientras se tura dos aspectos realmente sugeren-
Charlie, de trece años, se dedican re- refocila alternativamente con De Prey tes: la malicia -en el más estricto sen-
ligiosamente a recrear las variantes y Herr Rock en unas agitadas relacio- tido de la acepción-, esa gozosa
de un envidiable ménage él trois, se nes que, una vez descubiertas, preci- / perversidad de seres habitualmente
deja desflorar por el muchacho para pitan la primera ruptura entre ella y su tratados como idiotas, de una parte, y
seducir luego con ostensible destreza fornicador oficial. Humbert Humbert y de otra, la entronización de la amora-
al tímido Humbert Humbert, su pa- Van Veen -no sólo amantes despla- lidad plena, como instancia última del
drastro. Por su parte, Ada, que a los zados sino también redactores del quehacer ficticio, a menudo impreg-
once años ya ha devorado con frui- testimonio escrito de sus desventuras nado de toda clase de mensajes, is-
ción los tres volúmenes de La historia con las nínfulas- pierden la pista de mas e ideologías perniciosas. De to-
de la prostitución, así como las obras sus "pequeñas rameras" y, como mu- das formas, a tenor de lo que ocurre
más picantes de los libertinos del siglo chos otros personajes de Nabokov, en las dos obras anteriormente cita-
XVIII y los sexólogos alemanes, forni- colocados en la misma situación, se das, son múltiples los casos que en la
ca gozosamente con su primo Van refugian en la literatura, campo en el vasta producción de Nabokov se dan
(que en realidad es su hermano) y que las añoradas y espléndidas com- en lo que respecta a la relación entre
poco después se entrega a Percy de pañeras de sus acoplamientos devie- ninfulómano y la muchachita púber o
Prey y al shubertiano Herr Rock, su nen, con el tiempo y la distancia, Mu- impúber, sujeto mayor de la encendi-
profesor de música. Al común deno- sas. Lolita y Ada, más allá de una da ceremonia. En la novela Ada, o el
minador del incesto, cabe añadir tam- simple precocidad sexual, se erigen ardor, que aparte de Adelaida (Arde-
bién la simetría del amor en grupo, en exponentes de una madurez de es- lia: Ardis: Ardor: Ada: y nosotros agre-
pues, como Lolita, Ada promueve un píritu fuera de la común, mezcla de gamos Ardid) recrea las incidencias
agitadísimo triángulo sexual en el que femme fatal y belle dame sans merci, de otra nínfula de excepción, Lucette,
participan ella, Van y su hermana me- inteligentes y arteras pero, sobre se cita el caso -más desmesurado y
nor, la "pequeña depravada" Lucette, todo, dotadas de una disponibilidad caricaturesco que real- de Ivan Iva-
que estaba "criminalmente enamora- lúbrica ciertamente excepcional que nov, un ruso que preñó a su biznieta
da" de Van. Son unas relaciones inten- se ve incrementada con una fascinan- María, de apenas once años de edad,
sas, amparadas por la falsa certeza del te vulgaridad. No es esencial que la y cinco años más tarde reincidió al
juego entre primos, lo cual impide que, nínfula cifre su atractivo sólo en la be- "engordar" a Daria, hija de María, que
conscientemente, transgredan la ad- lleza, ya que son otras "virtudes" las dió a luz un niño Varia, con lo cual,
monición implícita en la sentencia que que tipifican la identidad de esta cria- felizmente, se le puso coto a la capa-
reza: "cousinage, dangereux voisina- tura más bien impúdica y audaz, au- cidad fecundadora del viejo sátiro,
ge", y en la que fácilmente se advierten reolada por cierta gracia letal y ese pues gracias a sus fértiles gestiones
ecos de Choderlos de Lacios, miembro "evasivo, cambiante, transtornador e María se convirtió en abuela a los diez
ilustre de su precoz bibliografía erótica. insidioso encanto" que las diferencia años de edad (Parte 1, c. xxi). Van
Otra afinidad, qizá la más signi- de otras muchachitas de su misma Veen, por su parte, fuera de sus rela-
ficativa y determinante en las relacio- edad, por lo general cursis y desabri- ciones con sus primas (una de ellas
nes de estas niñas-hembras con sus das, tímidas e ingenuas y, como si su hermana), tiene oportunidad de so-
compañeros adultos, es la sagaz ca- esto fuera poco, aquejadas por acné. faldar a varias nínfulas en el Club de
pacidad que tienen para cubrir con un Por otra parte, no todo individuo, por Eric -extraño y selecto burdel que tie-
aura de ambigüedad la verdadera si- el hecho de ser adulto y un poco per- ne como norma rechazar a las chicas
tuación de sus intereses afectivos: vertido, es capaz de detectar a las nín- "intactas" y a las madres, por mas jó-
mientras Humbert Humbert cree ser fulas y acceder al tórrido y caprichoso venes que estas sean- y en su propia
el depositario exclusivo de los senti- círculo de voluptuosidad que las ca- qerconniere. Sin embargo, es su pa-
mientos y dádivas sexuales de Lolita, racteriza, ya que se requiere una mí- dre, el terrible Demon Veen, quien
ésta se las ingenia para entenderse a nima afinidad rayana en la locura feliz manifiesta un gusto casi patológico
sus espaldas con el doctor Ciare y cierto grado de perspicacia capaz de por las nínfulas, pues no contento con
Quilty, proxeneta y libertino que con- diferenciar a estas hembritas "abomi- embarazar a sus primas, las hermani-
sigue hacerse con el dominio de la nablemente depravadas" de los otros tas Acqua y Marina, y preparar por

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esta vía el incesto que convertirá a su siones Humbert Humbert acude al re- tocará su vida. A los trece años de
hijo en un insigne e insaciable débau- lato de Poe asociando a Anabel con edad Margot ya era asediada por los
ché, en el climax de sus sesenta años Lolita, tal como lo constata expresa- hombres y ella, como si participara en
y tras haber recorrido todas las gamas mente en el juego de palabras a que un extraño ritual se pinta los labios y
del espectro sexual, se vuelca sobre las somete los dos nombres, Dolores los pezones con rouge. Tras la muerte
niñas españolas en general y sobre una Lee, en el capítulo tercero de la parte de Irma, la hija de Albinus, Margot le
insoportable pero eficiente nínfula de segunda de la novela. En otros apar- pide un hijo y él le contesta que, en
diez años, en particular, que no sólo lo tados el narrador se las ingenia para ella, tiene ya una "niña" y se vuelca
satisface a plenitud, sino que casi lo abrirle campo a la invocación de algu- sobre la muchacha mimándola con
pone a desvariar (Parte 11,c. vi). nos casos que sustentan (si no justifi- las palabras que aplicaba a su hija de
En Lolita, libro que registra las can) su deliciosa inclinación: está, por ocho años (c. xxii). En Pálido fuego las
características de la especie, las men- ejemplo, aquel Hugh Broughton, un hijas del juez Goldsworth constituyen
ciones en este sentido se multiplican escritor del tiempo de Jaime I que hizo una auténtica antología de nínfulas:
al punto de que se postula un marco todo lo que estuvo a su alcance para Alpina (nueve años), Betty (diez años)
de referencias que bien puede delatar demostrar que Rahab, niña que lo in- y, sobre todo, Cándida (doce años) y
el afán de Humbert Humbert por justi- quietaba, era en realidad una avispa- Dee (catorce años) con quienes forni-
ficar su ninfulomanía. Al comienzo de da y solvente prostituta de sólo diez ca Bob, un desaprensivo amigo del
la novela el protagonista confiesa que años de edad, o cuando saca a relucir doctor Kinbote, ese "pomposo misó-
un prolegómeno de Lolita Haze es An- a los ancianos Lepcha de ochenta gino con acento alemán". El propio
nabel Leigh, una chiquilla a quien co- años que, como Demon Veen, copu- poeta, el viejo John Shade, es acusa-
noció en la playa muchos años atrás. lan con dóciles niñas de ocho años sin do de practicar el "Iolismo" con una
Diestro manipulador de la prolepsis, que nadie en la comunidad se sobre- alumna, una rubia impresionante con
Nabokov siempre se adelantó a todos salte por ello, al igual de lo que ocurre aire de vampiresa (Canto 111,verso
aquellos críticos que quisieron ver en en Solux Rex cuando el príncipe Adulf 579), acusación poco consistente,
esta muchacha un sucedáneo de Co- desflora a una niña ante el benepláci- aunque cien versos más adelante se
lette -y por esta senda de toda su co- to del pueblo que celebra la hazaña hace una mensión expresa a Lolita, a
lección de nínfulas-, para negar cual- de su señor. propósito de la cual dice el exégeta:
quier equiparación de esta niña con El abanico de nínfulas, sin em- "El género femenino no es sugerido
Lolita. Lo cierto es que Colette es una bargo, va mucho más allá de sus dos tanto por el sexo de las furias y las
criatura de diez años que Nabokov obras más ricas en este aspecto, Lo- viejas harpías, como por una aplica-
amó en una playa de Biarritz y que no lita y Ada, o el ardor, y así se puede ción profesional general. Así, cual-
sólo evoca en su autobiografía !Ha- constatar, por ejemplo, en La verda- quier máquina es femenina para su
bla, memoria! (c. vii), sino que ade- dera vida de Sebastian Knight en dos usuario afectuoso y todo fuego (aun-
más lo instó a escribir un cuento en el casos, uno de ellos ancilar: las rela- que sea "pálido") es femenino para".
que recrea fielmente todas las inci- ciones que Percibal Q, maduro viajan- los bomberos" (Canto 111, verso 679).
dencias de la precoz e incontenible te de comercio, mantiene con la pe- Nínfulas también se detectan en
pasión, pues incluso quisieron fugar- queña Anne, la niña que ayuda a un las novelas Invitación a una decapita-
se al otro lado del océano ("Primer prestidigitador (c.x), y otro, fundamen- ción (Emmie, de doce años, se lanza
amor", en el volumen Trece cuentos tal para la comprensión plena del re- erótica y afectivamente sobre un hom-
rusos). A pesar del riesgo de caer bajo lato: la circunstancia de que Ninka bre mucho mayor que ella) y en Barra
el poco amable calificativo de "mono- (Nina Toorevetz, alias Madame Le- siniestra (la pequeña Mariette, como
maníacos del interés humano", con el cerf), nínfula excepcional, fuera en Lolita, no oculta su entusiasmo ante
que Nabokov honra a los cazadores sus años infantiles amante de un los "animales machos" de edad adul-
de t.olitas, creemos que, inde- hombre bastante mayor y además ca- ta). Y, para no pecar de exhaustivi-
pendiente-mente de que Colette sea sado (c.xvi). En Risa en la oscuridad dad, cabe registrar por último el inci-
o no el "gérmen" de una estirpe de el sexagenario Albinus inicia sus des- dente que el propio Nabokov recoge
nínfulas, es Anabel Leigh el punto nu- gracias al dejarse cautivar por un irre- en el capítulo octavo de ¡Habla, me-
clear de tan curiosa fauna, pues no es sistible cartel cinematográfico que moria! cuando narra la forma como en
difícil encontrar bajo ese nombre el representa a un hombre contemplan- una de sus veladas de San Petersbur-
Anagrama Anabel Lee, la nínfula en- do una ventana en la que ve a una go una de sus primas, inquieta y her-
trañable de Edgar Allan Poe, variante niña en camisa de dormir: una vez en mosa nínfula de once años, no dejaba
poética de Eleonora, la niña-mujer del la sala de proyección, se enreda con de "clavarle en un costado el fino hue-
relato homónimo. En reiteradas oca- Margot Peters, la muchacha que tras- so de su cadera".

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Sin embargo, las relaciones varios ejemplos de la novelística na- la literatura dieciochesca, tan venera-
apoyadas exclusivamente en la ninfo- bokoniana y ello no sorprende en ab- da por el autor. Los protagonistas dan
filia encuentran un límite en el plazo soluto ya que esta muchacha está cal- vida a un peculiar(y doloroso) vínculo
improrrogable de la edad de las in- cada de la vida real tal como puede mejor conocido como el "círculo eucli-
quietas muchachitas, esos terribles apreciarse en el capítulo duodécimo diano del amor": el joven Yasha ama
catorce años en los que, como si pa- de iHabla, memoria!, texto en el que a su amigo Rudolf, que a su vez ama
garan los deleites de su precosidad, el autor reproduce casi literalmente a Oiga S., aunque ésta en realidad
ceden el paso a experiencias menos todas las incidencias de su relación ama a Yasha. El círculo afectivo se
ostentosas ya que su protagonismo afectiva con Tamara, incidencias que muerde la cola y, como dice Fiador, la
caduca y el ninfulómano cree que su son evocadas en Mashenka (cap. viii) relación geométrica de los sentimien-
pequeña compañera empieza a enve- por Ganin, que para tales efectos se tos mutuos queda completa (pero
jecer. Navokov otorga entonces su apoya en el archiconocido recurso irrealizable), al igual de lo que ocurri-
atención a una amplia galeria de per- proustiano de acceder a la memoria a ría con las interconexiones tradiciona-
sonajes femeninos que, sin excep- través de un tipo particular de perfu- les y algo misteriosas de las dramatis
ción, oscilan entre los catorce y die- me. Atropellado por el éxodo, Ganin personae de los autores franceses del
ciocho años, sucedáneo de manio- pierde a Mashenka como Nabokov a siglo XVIII. El desenlace de esta rela-
bras no menos agitadas y brillantes Tamara y la certeza de un descubri- ción apunta hacia el suicidio triple, co-
que las cumplidas magníficamente miento ocupa el espacio abierto por la múnmente aceptado por los jóvenes,
por sus entrañables nínfulas. ausencia perder la patria es tanto aunque lo cierto es que a la hora de
como perder el amor. llevar a la práctica el acuerdo sólo
En Tiempos románticos, Martín Yasha, el homosexual, muere: Rudolf
Edelweiss no podrá sustraerse jamás y Oiga S. acobardados, no tienen más
al recuerdo de la bellísima y apasio- remedio que hacerse amantes (A pro-
El gran apartado de estas mu- nante Alla Chernosvitov, la extraña pósito del homosexualismo, Nabokov
chachas se abre ya con las dos prime- muchacha que lo inició sexual mente no se prodiga demasiado y son con-
ras novelas de Navokov escritas en en alta mar y que le pidió no mencio- tados los casos que en este sentido
su período ruso: Masenka, personaje nara jamás su nombre ante futuras registra su obra: Kolin y Gornotsvetov,
del libro homónimo, y Sonia Zilanov, amantes (cap.ix). Es en esta novela en Mashenka; Yasha en La dadiva;
de Tiempos románticos, aunque es donde la madre del protagonista, So- Charles Xavier, el bien amado, en Pá-
preciso aclarar que las dos encarnan fía, le inculca a su hijo una profunda lido Fuego; y esporádicos retozos de
polos extremos, ya que si bien Mas- aversión hacia los libros escritos por Ada y LuceUe en Ada, o el ardor). En
henka remite a la nostálgica figura del mujeres (y sus razones tenía). En La cualquier caso, la teoría del "círculo
gran amor de su juventud, integérri- dádiva, última novela del período euclidiano del amor" encuentra un ad-
ma, fiel y generosa con su amante, ruso, Zina es la muchacha que por en- mirable precedente en las argucias
Sonia se arroga todos los atributos de tero se entrega a su amante, el joven amorosas de que se valía la Comme-
la casquivana y se desplaza entre la escritor Fiador Godunov-Cherdynt- dia del/'arte (como sucede en La fin-
burla que hace de los sentimientos de sev, apoyándolo moral y económica- gida noche de Colafronio): A (hombre)
sus pretendientes y el voluble y des- mente en una relación que se orienta ama a B (mujer), que a su vez ama a
preciativo tránsito que instaura en el hacia el típico final feliz. Zina, sin em- C (hombre), que por su parte ama a D
afecto de uno y otro de sus pertinaces bargo, antes de conocer a Fiador fue (mujer), que ama a A (hombre): el cír-
admiradores. Un cierto maniqueísmo, novia de un individuo doce años ma- culo se cierra pero el amor se abre en
ínsito en el carácter de esta clase de yor que ella, síntoma claro de una in- una frustración infinita. De alguna for-
muchacha contrasta con la compleja cipiente y contenida ninfofilia. Es en ma, una variante de ese mismo círcu-
pero, a pesar de todo, orgánica idio- esta magnífica novela donde se esbo- lo se aprecia en Sur, la obra de Julien
sincrasia de las nínfulas, aunque es za también uno de los eventos caros Green, donde, con el fondo de la gue-
obligado reconocer que personajes a Nabokov, el ménage él trois, sólo rra de Secesión norteamericana, el
como Lolita y Ada son decantaciones que aquí adquiere rubros extraordina- círculo afectivo se abre en torno a los
lentas de esta tipología femenina que rios por la naturaleza antitética de los siguientes personajes: Regina ama al
ha preocupado a Nabokov a la largo sentimientos de los miembros del teniente Wicsewski, quien ama a An-
de su carrera, pues no en vano ha triángulo al punto de que la relación gelina, que a su vez ama al presbítero
transcurrido medio siglo entre Mas- se convierte en un pequeño estudio MacClure, y así sucesivamente. El
henka y Ada, o el ardor. De la estirpe de caracteres por el estilo de los que círculo ya no es tal, sino un desplaza-
de Mashenka se pueden encontrar profusamente ilustraron gran parte de miento lineal hasta el infinito, hasta

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que alguien vuelva al comienzo y se simple recurso como el contagio de oscuridad de un cine, se resuelve en
enamore de Regina, reina sin causa gripe que simultáneamente aqueja a la oscuridad de la ceguera, donde la
en una relación estéril. los tres personajes pone de manifies- risa de la "dulce diablesa" y su amante
Como Zina en La dádiva, tam- to la infidelidad de Sonia, agente no- le hacen tomar tardía conciencia de
bién Clara Bishop se vuelca sobre su civo e inoculador del gérmen que por su papel de títere. En La dádiva, Oiga
amante, igualmente escritor, en La igual lleva a la cama a Martín Edel- Sokratova Vasiliev está a la altura del
verdadera vida de Sebastian Knight. weiss y a Darwin (cap. xxvii). Pese a guión: casquivana y lasciva, se casa
Clara es uno de los excepcionales los desplantes, el pobre Martín persi- con el viejo poeta Nokolai Gavrilovich
personajes femeninos de Nabokov gue a Sonia hasta Berlin pero la co- Chernyshevski, a quien hace actuar
dotados de una personalidad intelec- quetería y frivolidad de la muchacha en público en el papel de payaso ce-
tual firme y consistente, ajena a la iro- sólo le acarrean dolores de cabeza y loso en una escena que siempre ter-
nía y a veces a la abierta mordacirlad brutales decepciones como cuando mina en un duelo fingido con palos: el
con que el novelista fustiga a sus es- descubre que la desgraciada, aprove- pobre hombre padece en la intimidad
pecímenes mentales que pacen en chándose de su afecto, le comunica a de su matrimonio lo que ya ha inter-
sus obras, como la ridícula Charlotte su amante de turno (un oscuro escri- pretado en público. Su paternidad es
Haze en Lolita; las viejas cluecas de tor ruso émigré) todas las ideas que harto discutible pero cuando Oiga
las tertulias de Alexandra Yakelevna Martín le comenta sobre un país ima- quedó embarazada por primera vez,
en La dádiva; Sybil Shade en Pálido ginario, material escencial de un libro el alborozo de Chernyshevski fue tal
fuego; y, ejemplo mayor de cretinis- en el que trabaja. De todas formas, que escribió a su padre en latín, tal
mo, la pomposa Liza Bogolepov, en pese a las peripecias entre suicidas y como lo hiciera Leassing cien años
Pnin. Clara Bishop, pese a una evi- heroicas de Edelweiss, espíritu afín al antes. Como ocurre con otros perso-
dente energía masculina", se ha es- de los jóvenes nihilistas rusos de las najes de Nabokov, las aventuras de
pecializado en lenguas orientales y es postrimerias del siglo XIX, el verda- su mujer tienen lugar casi en su pre-
el mejor asesor que tiene el neurótico dero personaje de la novela, empa- sencia, ya que mientras él escribía su
Sebastian Knight, lo que no impide rentado, como ya hemos dicho, con joven mujer se refocilaba en el apo-
que, tras seis años de convivencia, la esa insostenible atmósfera que rodea sento contiguo con sus amantes, mu-
abandone para ir a caer en las garras a las grandes heroinas de la literatura chos de ellos estudiantes de su mis-
de Ninka Toorovetz. Algo en Clara rusa, es Sonia Zilanov. Su tira y afloja, ma edad (parte iv). Curiosamnte, en
nos remite al desinterés de Al/a Cner- su incapacidad para comprometerse, La dádiva se da una triple coinciden-
nosvitov y a la enérgica inteligencia de su precoz y extraño afán de enredar cia en torno a un nombre femenino:
Ada Veen, a nuestro juicio uno de los a quien sea, midiendo su resistencia Oiga S. ama a Yasha, que se suicida;
personajes femeninos más ricos, su- y tacto para abandonarlo a continua- Oiga Sokratova apabulla a Chernys-
gerentes y complejos de la literatura ción (como ocurre con Darwin, Edel- hevski con sus infidelidades; y Oiga
del presente siglo. Finalmente, como weiss y Bubnov), obedecen a razones es la mujer por quien Pushkin (verda-
colofón de la línea inaugurada por más profundas que al simple capricho dero héroe de esta novela cifrada en
Mashenka, destacamos a Disa, la pa- femenino. un homenaje a la literatura rusa) se
ciente esposa relegada por el homo- De la misma catadura es la Mar- batió y perdió la vida: más allá de la
sexualismo de su marido, el rey, en garet Peters de Risa en la oscuridad. homonimia, las tres Oigas olvidaron
Pálido fuego. La estirpe de Sonia Zi- Consciente del deseo que le inspira a muy pronto a sus respectivos difuntos.
lanov, en cambio, es mucho más sig- Albinus, su viejo mantenedor, Mar- También nos parece obligado
nificativa y remite al modo de ser cher- goth lo atrae sagazmente hacia su es- señalar que La dádiva, (última novela
mant et fourbe que tipifica a las fera monopolizando por completo su que Navokov escribió en ruso) y La
hembras nabokonianas. atención y afecto. Al hacer su apari- verdadera vida de Sebastián Knight
Casi trasunto de la Elena de ción Axel Rex (individuo al que antaño (primer libro que escribió en inglés)
Guerra y paz, de Tolstoi, y, sobre Margoth fue "vendida" por un alca- guardan una estrecha relación en va-
todo, y pese alodio que Nabokov hueta), la suerte Albinus se precipita, rios aspectos: de una parte -pese al
siente por Dostoiewski, de la Natasha pues la muchacha y Rex (doppelgan- desprecio que el autor manifiesta ha-
de El idiota, la voluble heroína de ger de Miller) se dedican a fornicar cia la biographie (y autobiographie)
Tiempos románticos configura un ca- casi en su presencia al punto de que romancée- los dos puntos de vista
rácter y un modo de comportamiento cuando Albinus queda ciego el propio apoyan su labor en la recreación mi-
asentados en el juego, el capricho, la Rex se hace pasar por Margoth y mor- nuciosa de la vida de dos escritores:
ambigüedad y el devaneo con que re- bosamente besa y acaricia al enamo- Fiador aborda el casi épico mundo de
gala a sus obsecuentes amantes. Un rado viejo. Esta relación, surgida en la Chernyshevski y V. intenta revelar el

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misterio que envuelve los últimos literaria, un poema, por ejemplo, que, ges) quien en su Sartor Resartus- a
años de la vida de su hermano Sebas- en virtud del uso de la crítica -"la crí- nuestro juicio la más importante expe-
tián Knight; en otro sentido, es de no- tica es la literatura que se hace de la riencia narrativa inglesa del siglo XIX,
tar que tanto Chernyshevski como literatura", decía Curtius- se enrique- inequívoca liaison entre la protesta
Knight son víctimas de las arterías de ce y desemboca en otra forma: la no- formal del Tristram Shandy y los hitos
dos mujeres rusas que parecen ce- vela. Pálido fuego es una verdadera que el Ulises ha conquistado para la
barse en la vocación de los dos inte- apoteosis discursiva en la que el apa- novela contemporánea -indaga las
lectuales. Personaje en gran medida ratus criticus de Kinbote anula una fases etimológicas de la voz en cues-
inquietante, Nina Toorovetz (Ninka vez más (hace dos siglos Leassing ini- tión, gracias a las pesquisas del in-
para los amigos y Madame Lecerf ció el ataque) el tradicional bizantinis- quieto profesor Teufelsdróckh en su
para sus admiradores) encarna a la mo en torno a la cuestión de los gé- curioso tratado Die Kelider, ihr Wer-
precoz vampiresa que manifiesta ante neros y, al trasgredir los cánones de den und Wirken ...
los hombres cultos una particular ob- cada uno de ellos, marca el adveni- Al ser la potestad real lo único
sesión: la de tramitar su lenta degra- miento de la novela que la forma ini- que perdura en el tráfago incesante y
dación. Nínfula primero, y más tarde cial lleva implícita. De este modo, el mudable de la humanidad, el profesor
vientre voraz, Ninka es ave conocida extenso poema, merced a un especial germano sostiene que bien vale la
en todos los centros de la high society tratamiento de sus posibilidades, de- pena remitirse a las relaciones filoló-
europea al tiempo que sujeto activo viene prosa narrativa sin dejar de ser gicas entre Koenig (alemán) y King
de varios matrimonios conveniente- crítica, pues al fin y al cabo ha sido un (inglés), cuya grafía inicial era Koenig,
mente destrozados. Punto crucial en ejercicio crítico-interpretativo el que esto es, Ken-ning (vidente, perspicaz)
la vida de Sebastián Knight, Ninka - ha unido las dos formas literarias al y se descompone en Cunning (Hábil,
que ante V. se desdobla en otro ejem- extraer, como en un proceso mayéu- astuto, sabio) y Can-ning (poderoso,
plo de doppelganger y atribuye a Ma- tico, el universo ficticio que subyacía de to can: poder). Al contrario de to-
dame Graun lo que ella ha hecho- en los cuatro cantos del poema. Tan das las especulaciones de Teufels-
expresa su función en la vida de los acertado procedimiento no es sólo drockh, no tan ciertas como parece,
intelectuales a los que desprecia: una confirmación de los vínculos so- un avispado glosador se vuelca sobre
"Siempre es entretenido ver caminan- terrados que potencian las formas la otra raíz, Rex de donde se deriva el
do en cuatro patas y moviendo la cola avanzadas de la literatura, sino una castellano Rey y las otras voces ro-
a esa clase de tipos refinados, distan- prueba más del complejo quehacer mances, Roi, Rei, etc. (de regere),
tes, cerebrales ..." (cap. xvi). También que caracteriza y define a la produc- que significa quasi re ago o causi rec-
Pálido fuego ofrece ejemplos de esta ción de Nabokov. te ago (obro, actúo bien); no falta
clase de mujeres, a la postre "meros También es necesario destacar, quien sostenga que esta voz proviene
mecanismos de lujuria fortuita", yahí en este plano, la constante preocupa- del hebreo raga-pasce (apacentar) la-
están a la vista las dos amantes de ción filológica del autor, preocupación tinizado qua si pascere greguem
Otar, Fifalda y Fleur, adolescentes que se advierte -es apenas uno entre (guiar un rebaño) y así sucesivamente
que con el simple movimiento de sus numerosos ejemplos a lo largo de la (cf. Thomas Carlyle, Sartor Resartus,
maravillosos traseros alteran la más vastísima obra- en el caso de Solus Libro 111,cap. vii). En fin, la K naboko-
rígida concepción del mundo, o Garth, Rex, donde al intentar justificar la K de niana se impone y Solus Rex no sólo
esa atrevida chiquilla que hace lo in- su personaje abre campo él una inves- sirve de vínculo entre el rey de Ultima
decible para seducir al rey prófugo os- tigación etimológica. La K de King (in- Thule -esa i1e triste et lontaine- y el
tigándolo con sus caricias y ofrecién- glés) y Korol (ruso), que primero abre- ajedrez, sino que se postula incluso
dole sus pechos de blancmangé via en Kr para reducirla finalmente a como título del poema de Jhon Shade,
(Canto 1,verso 149). la K de su relato, letra que, no por aunque éste, al final, lo rechaza incli-
En cuanto a los 999 versos que azar, también designa una pieza de nándose (tras saquear algún frag-
integran los cuatro cantos en parea- ajedrez. Nabokov se remite a conti- mento de Shakespeare) por la extra-
dos decasílabos de Pálido fuego, el nuación a Blackburne, quien de forma ña pero sugestiva locución "pálido
poema de Jhon Shade, bien vale la por demás elocuente registra esta si- fuego". Y de nuevo con las pérfidas
pena hacer una digresión para seña- tuación: "Si el reyes la única pieza pero deliciosas muchachas de Nabo-
lar la forma como el texto, gracias a la negra sobre el tablero, el problema se kov, cabe registrar el texto "Labios
exégesis a que lo somete el doctor incluye dentro de la variedad Solus contra labios" (que forma parte del vo-
Kinbote, evoluciona hacia la forma no- Rex". Sin embargo, es Thomas Carly- lumen Una belleza rusa) en el que un
velística. Ciertamente, nada hay más le (venerado maestro de autores "ex- tal "ya Borisovich narra las relaciones
complejo y significativo que una forma traterritoriales" como Nabokov y Bor- entre Dolinin, un tipo de 55 años, y la

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joven Irina, a quien lleva a vivir a su Ardalien, que se hace pasar por el pri- amor de Ada y su hermano, incluidas
casa y que, en todo, parece autopla- mo de Lydia en la misma forma que todas las fases de su peripecia exis-
giado de Risa en la oscuridad, pues Axel Rex se confiesa homosexual en tencial, social y afectiva, ilustra tam-
Albinus y Margoth Peters son a todas Risa en la oscuridad a fin de poder bién el mito de la senectud armónica
luces sus modelos. De otra parte, Iri- fornicar con Margot sin levantar las y dichosa: Van y Ada, en nuestra épo-
na, como Margoth, no ama a su viejo sospechas del confiado Albinus. Este ca, resucitan la vieja leyenda de File-
sino a un joven pintor, exacto sucedá- tipo de relaciones es tan frecuente en món y Baucis, y ello, ya de por sí, con-
neo de Axel Rex. En Lolita, Humbert la obra de Nabokov que parece con- lleva un desafío a la flacidez de las
Humbert, siempre en pos de aventu- formar más bien la múltiple variación relaciones humanas, más convencio-
ras con chiquillas, se encapricha con sobre un mismo tema. nales que reales. Los viejos de Nabo-
Monique, una joven prostituta de los En cuanto a Liza Bogolepov, la kov, empero, son depositarios de una
alrededores de la Madeleine, que tras mujer del profesor Timofey Pavlovich razón de ser inequívoco corte erótico-
varios acoplamientos termina por ro- Pnin, queda acertadamente definida vital que, so pretexto de recrear sus
barle el dinero y huir. Así mismo, Ada, por la sarta de cumplidos que éste le instancias más entrañables, no vaci-
o el ardor ofrece varios ejemplos: la dedica y que, de paso, alcanza a to- lan en confundirse con las incidencias
prima Lucette, que ya cuenta 16 mag- das las pseudointelectuales: gallina más escabrosas que revive su escri-
níficos años, visita a Van en su gar- ponedora, vacía, coqueta, frívola, di- tura, actitud esta harto diferente de la
conniére y se le ofrece, pero el buen letante o, para abreviar, adúltera e im- que adoptan los viejos de Gombro-
muchacho rechaza la tentadora oferta bécil. Casada cuatro veces, Liza es el wicz, por ejemplo, frente a la infancia
puesto que Lucette -que a la sazón ejemplo más logrado del detritus que y a la juventud. "Sólo con un personal
estudia Historia del Arte, "ese último queda después de un tratamiento psi- bien adiestrado lograremos infantili-
refugio de los mediocres", se confiesa coanalítico: el odio que Nabokov ma- zar a todo el mundo", dice el pedago-
"técnicamente virgen, virgen kokotis- nifiesta hacia Freud, el "chamán", el go Pimko en Ferdydurke y, a su tenor,
che, medio ramera, medio doncella" "curandero", el "charlatán" de Viena, Kowalski, el protagonista adulto que
(Parte 11, cap.v). Año tras año, la "fan- adquiere en Pnin aspectos obsesivos se sumerge grotescamente en el lim-
tásticamente compleja" Lucette persi- -el hijo de Liza desempeña el papel bo infantil, encarna ese regressus ar-
gue a Van hasta que al final, desen- de Edipo ante los esfuerzos de su ma- tificial y casi obsceno que también se
cantada por completo, se suicida. dre por representar a Yocasta y lo que advierte en La seducción. Obviamen-
Van, a los 87 años, asedia y juega con ello implica-, pues jamás pudo acep- te, el habituarse, el adaptarse a la
Violet Knox, de sólo 17, en una rela- tar una "disciplina" científica que in- nueva situación conlleva no sólo el re-
ción parecida a la del Goethe octoge- tentara resolver los problemas de la pudio de su anterior condición (la ma-
nario con la burlona Ulrike van Levet- psique apoyándose en una mitología durez) sino también la aceptación de
zov, también de 17 años, aunque esta hecha sobre las partes pudendas de todos los elementos del nuevo estado
vez el resultado de la decepción sen- la gente, tal como lo afirma en Opinio- (el triunfo de la inmaturidad sobre la
timental es trascendental: nada me- nes contundentes. Pnin, que también maturidad) y, al tratar de merecerlos,
nos que la Trilogie der Leidenschaft, deambula por las páginas de Pálido incurre en una artificiosidad presunta,
cuya parte segunda es la magnífica fuego, se deshace en diatribas contra en la farsa, en fin, en una actitud ferdy-
Elegía de Marienbad. su ex-mujer, al tiempo que retoza con durkesca.
De naturaleza similar a la de So- la ayudante Betty Bliss, que antes de En Nabokov, podemos advertir
nia Zilanov, aunque de edad adulta, conocer al viejo había estado enredada que un personaje como Ada logra
son la Lydia de Desesperación y Liza con "un apuesto bellaco que la dejó por conciliar los perfiles humanos de Mas-
Bogolopev, de Pnin. Lydia, la mujerde pequeña vagabunda" (Pnin, cap. iii). henka y Sonia Zilanov, aunque res-
Hermann, es el prototipo de la mujer Al final feliz de La dádiva es pre- pecto a esta última, más allá de sus
ladina, que se hace la idiota aunque ciso agregar el de Ada, o el ardor, veleidades y defectos, es preciso bu-
en el fondo es pícara e intuitiva y que, puesto que Ada, tras la muerte de su cear en pos de un sentido más profun-
con gran sentido de su papel, engaña marido Vinelander, se une por fin a do y significativo. Porque con Sonia y
a su hombre en sus propias narices. Van y ambos, en un diestro ejercicio gran parte de las criaturas cobijadas
Como ocurre con el cuento "Una a deux, escriben la historia de sus agi- por su rúbrica, nos encontramos por
cuestión de honor" (en Una belleza tadas relaciones con un verdadero vías del paradigma ante una inquie-
rusa), donde Anton Petrovich sor- derroche de sensualidad gracias a la tante verdad, más próxima a la con-
prende a su mujer Tanya con su ayuda que les presta una memoria vulsionada experiencia de un pueblo
amante, el Hermann de Desespera- prodigiosa. Ejemplo mayor de la liai- en época de crisis -Rusia en revolu-
ción descubre a su mujer en casa de son entre la nínfula y el faunúnculo, el ción y en éxodo, pueblo inequívoca-

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RAFAEL H. MORENO DURAfI: NABOKOV: NINFAS Y OTRAS LASCIVAS ESPECIES DE DORADA ...

mente aureolado desde siempre por


un halo femenino (la santa, la madre
Rusia)-, que ante una psicología de
una feble y adolescente mujer. El én- abandona por dos largas temporadas
fasis casi taxonómico de Nabokov por a la infiel Ada y recorre el mundo o se
configurar ciertas mujeres práctica- esconde en la literatura; el viaje eróti-
mente inabordables desde los puntos co de Albinus lo conduce a la ceguera amó los doce años de su Laura; No-
de apreciación convencionales, ratifi- y a la muerte; la operación que Her- valis nutrió la poiesis de su obra a par-
ca la vena y la deuda que, desde el mann organiza para escapar de su tir de los doce años de Sophia von
exilio, siempre despertó su inquietud, mujer Lydia termina en la prisión; An- Khuhn; Edgar Allan Poe honró los tre-
bien fuera consciente o inconsciente- tón Petrovich, tras su tentativa de due- ce años de Virginia Clem; Lewis Ca-
mente. Detrás de las en apariencia lo a causa de las infidelidades de su rroll no ocultó nunca su entusiasmo
caprichosas figuras femeninas de su esposa Tanya, se hunde en el ludi- por los doce años de Alicia Lindell y,
obra late la idiosincracia compleja de brio; en fin, la mayor parte de los "vi- de proseguir, los ejemplos se harían
una nación que, vacilante, atraca aquí llanos" de Nabokov emprenden un re- hostigantes. El marco de edad seña-
y allá, tanteando un terreno que le es corrido -trasunto del éxodo de gran lado expresamente por Nabokov se
desconocido antes de comprometer parte del pueblo ruso- que degenera cumple en todos los casos y la identi-
en ese mundo ajeno al que ha sido en un deambular constante o termina dad de la nínfula se hace cada vez
arrojada las raíces que en la historia entre rejas o en la muerte, lejos de sus más nítida y precisa: Lolita -nombre
yen la condición humana le han otor- objetivos primordiales, desprovistos que, como dice el autor, la gente se
gado una identidad definitiva a sus hi- de afecto, desarraigados, como si cuida de ponerle a sus hijas ya que
jos. No es casual que Ganin, en la pri- sólo fueran tránsfugas y peregrinos después de la publicación de su no-
mera novela del emigrado y refirién- de una diáspora incesante. vela sólo se le endilga a los logros o
dose a Mashenka, haga una equipa- a "ciertas perras de agua"-, junto con
ración entre la mujer y la patria, am- Ada, Lucette y Ninka, concilia en su
bas perdidas para siempre: "La mara- imagen todos los elementos que,
villosa femineidad rusa es más fuerte
III probablemente desde las hijas de Lot,
que todas las revoluciones y todo lo tipifican a esa muchachita entre inge-
supera, incluso las adversidades y el El tema de la ninfofilia ha estado nua y pervertida que retoza para ma-
terror ..." (en Mashenka, cap. ii). presente siempre en una extensa par- yor deleite de unos cuantos adultos
Y, precisamente, tal como ocu- cela de la literatura universal y, más elegidos.
rre con Mashenka, Sonia Zilanov es allá de las consideraciones morales Sin embargo, un impulso casi
el punto de partida de una renuncia -de otra parte profundamente desde- general intenta elevar a rango de nin-
asumida por los protagonistas mascu- ñables- que se puedan incoar a la fula a algunas niñas más o menos ex-
linos que, incapaces de acceder defi- hora de su evacuación, bien sea para cepcionales sin detenerse a conside-
nitivamente a estas mujeres, o de su- su justificación o su repudio, ha con- rar las características de su com-
perar el trauma que su relación con tribuido a conformar una de las más portamiento y la reciprocidad de afec-
ellas implica, inicia un viaje: Ganin complejas, inquietantes y por ello mis- to con su parlenaire que es donde en
huye al otro lado de Alemania cuando mo valiosas mitologías de todos los realidad radica la diferencia. Por
Mashenka está a punto de llegar a tiempos. ejemplo, a menudo se comparan las
Berlín; Edelweiss atraviesa las líneas Detrás de muchas obras memo- niñas de Nabokov con las de Carroll
bolcheviques en pos de lo desconoci- rables, parte esencial de la madurez sin tener en cuenta que nada hay más
do, tal vez la muerte; Sebastián Knight cultural de Occidente, subyace una opuesto que la malicia innata de las
se aleja del Blamberg de su Ninka y serie de eventos non sanctos para la muchachitas de uno frente a la candi-
se sumerge en la agonía total; Hum- pacatería de algunos exégetas en dez, inocencia y pasividad de las chi-
bert Humbert recorre todos los Esta- trance de moralistas: Dante se ena- cas del otro. La reciprocidad falla ya
dos Unidos tras el rastro de Lolita, lo moró de Beatrice cuando ésta sólo te- que es en la actitud de Carroll hacia
cual lo llevará a la cárcel; Van Veen nía nueve años de edad; Petrarca sus niñas donde la similitud con la sa-

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tiriasis de los viejos de Nabokov me-


rece cierto crédito, pues lo cierto es
que, a diferencia de la fogocidad de
las nínfulas del ruso, a las niñas vic-
torianas les importa un bledo la sos-
pechosa deferencia del reverendo. de la pubertad, se apodera de sus
De esas criaturas a las que Carroll criaturas, preocupación que también
honró con su pederastia y ninfolepsia, llena de amargura a Humbert Hum- pecha que ventila el novelista Jhon
Nabokov dice que, al contrario de las bert quien, cuando Lolita cumple sus Updike a propósito de algunas de las
suyas, se trata de "pequeñas nínfulas 14 años, se refiere a ella como "una nínfulas del ruso cuando insinúa que
tristes y flacuchas, arrastradas por el querida que envejece". "la zorra y lasciva Ada" es nada me-
suelo y medio desvestidas, o más De otra parte, Nabokov nunca nos que la mujer de Nabokov, esa
bien semidespojadas de colgaduras, ocultó su admiración por esa inquieta Vera Slonim a la que dedica todos sus
como si participaran en un juego de fiIIete que, en Zazie dans le Metro, libros y que, sintomáticamente, fue
adivinanzas polvoriento y terrible", tal trastueca el extraño orden de la fami- quien evitó que en 1950 su marido, en
como lo expresa en sus Opiniones lia de su tío Gabriel, danseuse de un rapto depresivo, quemara el borra-
contundentes. Nabokov -autor, por charme a quien Julie Lalochere confía dor de Lolita, la nínfula por excelencia.
cierto, de una celebradísima traduc- su hija. Zazie, en la novela de Ray- Y respecto a ciertos precedentes de
ción de Alicia en el país de las mara- mont Queneau, hace gala de una sor- esta figura -la inquietante Mignon de
villas al ruso- se refiere sin duda a la prendente capacidad desintegradora Goethe es más bien un arqueotipo-,
manía de Carroll, dedicado a fotogra- basada en una lógica particular -el mención especial merece esa casi
fiar young ladies al natural, disfraza- niño ante los adultos, al contrario de morbosa veneración post mortem que
das de romanas, chinas o pordiose- lo que ocurre en Gombrowicz-, al ex- Edgar Allan Poe instaura en honor de
ras, aunque no dice nada al respecto tremo de que cuando todos piensan su prima Virginia Clem, con quien se
de las fotografías de Alicia Lidell que la niña se ha divertido en su breve casó en secreto cuando la muchacha
"como joven esposa" y, menos aún, séjour parisino ella confiesa sinnin- contaba con trece años de edad, y
sobre la larga serie de retratos que, en gún reparo "haber envejecido" en un que, literalmente hablando, es entro-
pose íntegramente desnuda, tomó a medio tan cafre como el de las perso- nizada en dos obras bastante conoci-
las niñas de diez a doce años. A tra- nas mayores. Y, al igual que el de Za- das: Annabel Lee, poema en el que se
vés del disfraz se puede captar una zie, muchos son los casos en los que conserva la ninfofilia y que no en vano
variante del travestismo, primero, y la literatura contemporánea ofrece es evocado varias veces por Nabokov
luego, en la fase de fotos de niñas im- testimonios próximos a los de Nabo- a fin de asimilar la Musa de Poe con
púberes sans habillement, no es in- kov a través de puntos de vista que su Lolita, y Leonora, cuento en el que
fundado arriesgar la presunción de un abarcan por igual a niñas precoces el amor del protagonista por la niña-
cierto afán de posesión, como dice que incluso bordean el lumpen como mujer, apoyado en el incesto, es olvi-
Brasear, a través "del objetivo fotográ- la sensual y vulgar Tula, de El gato y dado sólo en virtud de la pasión que
fico". En lo que respecta a la edad, el ratón, de Gúnther Grass, o la joven despierta en él la bella Ermengarda.
Nabokov y Carroll están perfectamen- protagonista de Baby 0011, de Ten- El tema del incesto es una de las
te de acuerdo y ello se pone de pre- nessee Williams, capaz, con uno solo grandes obsesiones que privan en la
sente en el poema con que se abre el de sus gestos, de alborotarle el heno- producción nabokoniana al extremo
texto A través de un espejo y en el cual ramen al más recatado de los capu- de que, como sugiere George Steiner,
el reverendo Dogson-Carroll afirma la chinos. Fiel a sus inclinaciones, Nabo- implica a la larga una metáfora me-
solidez de sus relaciones con Alicia kov celebra la obra plástica de diante la cual dramatiza su devoción
"aunque el tiempo es veloz y una del Balthus, que "pinta criaturas pareci- hacia la lengua rusa. En este sentido,
otro I estemos separados la mitad de das a Lolita", al tiempo que se desata se aprecia primero una tímida trans-
la vida": entre Carroll y la nínfula hay en duros ataques contra la incapaci- gresión civil de los límites familiares
una diferencia de 20 años y él no pue- dad de Gogol para recrear el tipo de cuando Humbert Humbert se casa
de ocultar su contrariedad al advertir mujeres al que él, en cambio, es tan con la madre de Lolita para facilitar así
el rápido crecimiento que, por razones afecto. No deja de ser curiosa la sos- su acceso a la muchacha -recurso

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RAFAEL H. MORENO DURAN NABOKOV: NINFAS Y OTRAS LASCIVAS ESPECIES DE DORADA. ..

nada censurable si se tiene en cuenta


que otros proceden a casarse con la
hija para poder acostarse con la ma-
dre- ya continuación se advierte, yen nadas de la estirpe femenina. Tam-
forma por demás apoteósica y des- bién el fondo histórico de los dos libros
mesurada, la violación de todos los es el mismo: la época finisecular en la
vínculos sanguíneos de la familia que una aristocracia otrora desdeño-
Veen, violación que se inicia con la dre. Pese a los límites de la sangre,
sa ve periclitados sus privilegios, épo-
simultánea seducción de las herma- Ada y Van esgrimen una cínica felici-
ca que, afín a la de Proust, guarda su
nas Aqua (que murió en la posición dad y a su manera reivindican todos
último aliento sólo para airear la nos-
foetus in utero) y Marina, por su primo, sus derechos contra la ley y la especie
talgia de los tiempos idos. De igual
para abrir paso por fin a ese coito de y se sumergen en una senectud di-
forma, difícilmente se encuentran
ribetes bíblicos que remite a la más chosa. Agathe y Ulrich, por encima de
obras que, como las de Musil y todos
oscura y lúbrica noche de la especie. los ya anodinos blasones de un orden
sus órdenes merced a un ejercicio en
Van, Ada y Lucette, se aman entre sí el que la erudición no mengua sino que ha dejado de tener vigencia, se
con un reconfortante impudor que re- que, al contrario, acrecienta la brillan- yerguen con toda la razón del mundo
mite a Ada, o el ardor a una de las tez del universo convocado. Y, por úl- en testigos de la decadencia austro-
obras mayores de nuestro siglo con la timo, tanto Ulrich como Van preparan húngara y en protagonistas de la últi-
que el libro de Nabokov guarda mu- el camino a esa nietzcheana libera- ma historia de amor posible. Es, pues,
chas afinidades: El hombre sin atribu- ción de todos los instintos que se cum- mediante la trasgresión de todos los
tos, de Robert Musi!. En efecto, aparte ple en el incesto en el que se reconci- cánones, incluso los de la sangre,
de que Kakania prefigura la particular lian con sus hermanas Agathe y Ada, como los amantes han podido fran-
cosmografía por la que deambulan los respectivamente. El padre de los quear esa puerta que les abre el paso
personajes de Nabokov -esa Terra, Veen sorprende a sus hijos Van y Ada hacia lo que anhelaron siempre: el rei-
esa Antiterra, ese arcádico Ardis don- y se derrumba; en el cementerio, yen no milenario. Y así, una vez más, a
de todo está permitido-, es de rigor presencia de su hermano, Agathe través de tan elevados y significativos
señalar la común preocupación de desliza las ligas de sus piernas y, testimonios, la literatura opta por los
Musil y Nabokov para trazar una no- como si de un póstumo y elocuente resabios de la naturaleza en detri-
menclatura de los mohines y extra- mensaje se tratara, las coloca dentro mento de los límites pudibundos que
víos, de las presunciones y baladro- del ataúd, junto a los restos de su pa- fija la cultura 'l'

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