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Introducción
Cuando de kaizen se trata no basta con conocer las técnicas y métodos que lo integran,
es necesario para hacerlo factible estar impregnado del espíritu kaizen. Es algo que
supera en sí a la filosofía como al sistema en cuestión.
Ahora bien, que implica o significa estar impregnado? Significa estar consustanciado y
totalmente comprometido con una causa, un objetivo, una forma de ser, de sentir y de
ver el trabajo y la vida.
La razón por la cual tantas veces fracasa la implementación del kaizen en las empresas,
se debe justamente a esta falta espíritu kaizen por parte de sus máximos líderes y
directivos. Es necesario comprender que un líder kaizen es muy diferente de un líder
tradicional. El liderazgo kaizen requiere de otros tipos de aptitudes y actitudes. Un
directivo no puede estar realmente comprometido con el kaizen si antes no esta imbuido
de su filosofía y espíritu.
El espíritu kaizen
Por sobre todas las cosas requiere de sumisión. Sumisión a los deseos de los clientes y
consumidores, sumisión a la calidad como gran objetivo, sumisión a las necesidades del
personal, sumisión al estudio e investigación. No es por lo tanto fácil de aplicar si antes
los directivos no están dispuestos realmente a someterse a tales exigencias. Las
empresas tradicionales son todo lo contrario, tratan de someter a los clientes a sus
productos y diseños, someten a sus empleados y obreros a sus estructuras
organizacionales y objetivos corporativos, someten a la sociedad a sus propios patrones
de calidad, y para nada toman en consideración destinar tiempo y dinero a labores de
capacitación e investigación.
Quien se somete realmente domina la situación, pues es un sometimiento no de esclavos
sino de auténticos servidores. Pues quienes mejores sirvan a la comunidad y a los
consumidores serán los que acaparen mayores beneficios y cuotas de mercado.
El kaizen implica liberar y conducir las enormes y fenomenales energías interiores que
poseen los empleados, de allí la famosa frase de Matsushita “nosotros triunfaremos y
usted serán derrotados, pues sus obreros sólo ponen las manos (pero no su cerebro y
espíritu)”. Liberar esas energías creativas, innovadoras y de disciplina requieren de un
nuevo tipo de liderazgo, de un liderazgo del Tipo “Y” (D. McGregor) o más aún, del
Tipo “Z”. Liberar esa energía y conducirla, guiarla, llevará a un proceso de mejora
permanente en la organización.
Sin lugar a dudas el gran muda es el desperdicio de los recursos humanos de la empresa.
Son justamente las actividades de equipo y los sistemas de sugerencias, formas de
alentar la participación. Algo que se ve fortalecido mediante lo que Imai denomina “el
despliegue de políticas”. Sin una auténtica comprensión y espíritu kaizen estos sistemas
nunca podrán generar los resultados que de ellos se esperan.
Ahora bien, cuales son las aptitudes que debe poseer un buen directivo. Según Karatsu
son:
4.Sentido común: tener entusiasmo no significa repetir la misma cosa una y otra vez
o regañar a los subordinados. Una persona bien informada y motivada que
carezca de sentido común es probablemente el peor tipo de director. ¿Quién es
un director sensato? La persona que posea sabiduría y sentido común.
12. Sensibilidad: en cualquier país, las buenas relaciones humanas comienzan con la
sensibilidad ante los sentimientos de los demás.
Estas son, según Hajime Karatsu, las cualidades que un directivo necesita para
administrar una organización de forma efectiva.
Conclusiones
En que puede mejorar una empresa, la cual trata de reducir sus costes al tiempo que
pretende imponer sus diseños y deseos a los consumidores. Cómo puede considerarse
una empresa de excelencia aquellas para la cual la gestión del conocimiento o de las
relaciones humanas es sólo una pérdida de tiempo.
Mientras en una empresa tradicional el directivo hecha la culpa de los bajos resultados a
sus subordinados, en una empresa competitiva con auténtico espíritu kaizen el directivo
pide disculpas a sus obreros por no haberlos sabido conducir al triunfo.
La verdad del triunfo como en todos los logros importantes de la vida, está en la fuerza
del espíritu. En abrazar una causa confiando en sus propias energías y en las de las
personas que nos acompañan en el desafío.
Una empresa podrá contratar a los mejores gurúes del Japón y no logrará resultado
alguno, sino está dispuesto a efectuar un auténtico y profundo cambio en su manera de
pensar y sentir. Debe remover los viejos paradigmas de la empresa tayloriana para dar
lugar a los nuevos paradigmas de la empresa globalizada.
Bibliografía