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Antro Polo Gia
Antro Polo Gia
proceso evolutivo que dotó a los humanos de un cerebro mayor pero inmaduro, propicia un
campo más que fértil a la adquisición de capacidades cognitivas únicas, las que nos definen
como humanos. Estamos menos ligados a la biología y a lo que dictan los genes que todas las
demás especies, nuestros primos con sus pequeñas habilidades cognitivas incluidos, lo que nos
hace únicos pues la cultura nos puede moldear con enorme facilidad.
Nuestra secuencia de ADN, esas letras que son el libro de instrucciones para
construir un ser vivo, coincide un 60% con una mosca y un 95% con un macaco,
pero con un chimpancé el grado de identidad es cercano al 99%. Si fuésemos libros,
diríamos que las especies próximas somos plagios unos de otros, versiones
ligeramente diferentes de la misma obra. De los 3.000 millones de letras de ese
ADN solo 15 millones son distintos entre un chimpancé y un humano. Una
cantidad minúscula para una diferencia que consideramos tan significativa, “eso
que nos hace humanos”.
La Paleontología nos hace llegar otro mensaje de humildad. De todas las especies
de Homo que han existido solo queda la nuestra. Los demás: los neandertales, los
denisovanos, los de Flores, los erectos, los hábiles, todos se han extinguido. Ello no
obstante, ninguna otra especie tiene nuestro potencial de pensamiento, de
comunicación, de planificación, de construcción de herramientas, de
estructuración en sociedades complejas. Pero también ninguna otra especie tiene la
capacidad de mentir, robar, engañar, asesinar, agredir y destruir que tiene la
nuestra, capacidades que hemos ejercitado ampliamente a lo largo de la Historia.
Los chimpancés tienen guerras y cometen infanticidios y agresiones brutales pero
es triste pensar que no nos llegan, en esos aspectos, ni a la suela del zapato.
Capacidad cerebral. No tenemos el cerebro más grande del mundo natural, nos
superan las ballenas o los elefantes, pero sí es el mayor si lo comparamos con
nuestro tamaño y el que ha demostrado las mayores posibilidades, los mejores
resultados. El gran tamaño de nuestro cerebro se debe al crecimiento de la corteza,
la región superior que vemos plegada y que es la parte más visible y conocida del
cerebro humano. Buena parte de la corteza está ocupada por zonas de asociación
que se ocupan de integrar información externa, discriminar, comparar con
experiencias previas, planificar, prever el futuro y tomar decisiones. Somos
especialmente buenos para la integración de información y la decisión ejecutiva.
Capacidad cultural. Sería la capacidad para crear una explicación del mundo
compartida por un grupo y transmitirla a la generación siguiente. En realidad,
nuestra evolución actual es una mezcla de evolución biológica y evolución cultural,
ambas íntimamente interrelacionadas y esta última, cada vez más rápida, cada vez
más rica, cada vez más definitoria.
Capacidad vocal. Podríamos definirnos como el mono que canta. Los demás
primates tienen una capacidad vocal muy restringida, con un pequeño repertorio
de llamadas fijas que se usan en contextos determinados. Nuestro habla es flexible,
rica, altamente modificable. La voz humana es un instrumento musical
excepcional.
Capacidad imitativa. Los humanos somos los únicos mamíferos terrestres que
imitan sonidos y el único animal que reproduce las cosas que ve. Se piensa que de
ahí derivan la pintura, el lenguaje, el baile y la música. Nuestros hijos imitan desde
que son bebés, los gestos, las expresiones faciales de sus padres. Esa expresión que
decimos a algunos niños, de ser un “monito de imitación” puede ser más científica
de lo que a primera vista se piensa.
Capacidad moral. Se cree que nuestro cerebro tiene “impreso” una serie de
códigos de lo que está bien y lo que está mal, qué comportamiento es socialmente
adecuado y cuál no. Tenemos “sentimientos morales”. Nos sentimos bien cuando
hemos hecho algo por un desconocido y mal —remordimientos— cuando hemos
actuado injustamente. Y vivimos en la etapa más moral de la historia.
Esto es un repaso no exhaustivo de lo que la Ciencia nos dice sobre lo que nos hace
humanos, lo que nos diferencia del resto de los animales de este planeta. Lo que
parece claro es que nuestras peculiaridades más definitorias, nuestras
características más “humanas” parecen ser más cuantitativas que cualitativas.