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El Acto Arquitectonico Alberto Cruz Covarrubias PDF
El Acto Arquitectonico Alberto Cruz Covarrubias PDF
Arquitectónico
Alberto Cruz Covarrubias
El Acto
Arquitectónico
EDICIONES e[ad]
.:Tig:.
Taller de Investigaciones Gráficas
e[ad]
ESCUELA DE ARQUITECTURA Y DISEÑO PUCV
Nº de inscripción 222222
ISBN: 978-956-17-xxxxxxx
ediciones@arquitecturaucv.cl
www.ead.pucv.cl
www.euv.cl
Silvia Arriagada C.
Manuel F. Sanfuentes
El Acto
Arquitectónico
1
Indice
Pág.
I. Primera Parte *
Exposición del Estudio 7
A
Presentación Primera 8
1. Acto Concluso 11
2. Melancolía 20
3. Observación 29
4. Lenguaje 39
5. Hospitalidad 48
6. Poesía 57
7. Ciernes 69
8. Música de las Matemáticas 79
9. Obra 90
10. Heredad 99
B
Presentación Segunda 117
C
Presentación Tercera 130
D
Presentación Cuarta 145
1. El Acto es Concluso
Página-materia. El acto creativo del arte. Cáusticamente concluso cada vez.
Página-presentación. Desarrollo antecesor. Cesura. Desarrollo sucesor. Nota.
Cadencia: cuidar el acto en su conclusividad singular o vez.
2. El Acto en la Melancolía
Página-materia. La experiencia de lo reverente.
Página-presentación. Desarrollo antecesor. Cesura. Desarrollo sucesor. Nota.
Cadencia: lo reverente –no en figuras que se llenan– sino elaborando la melancolía.
3. El Acto Observa
Página-materia. La experiencia de la observación.
Página-presentación. Desarrollo antecesor. Cesura. Desarrollo sucesor. Nota.
Cadencia: la observación mira hacia la enteridad del espacio y del tiempo.
3
Presentación General
Este cuaderno que no es el primero y que cuenta con varios antecesores, recoge
borradores y notas recientes y ya añosas a fin de alcanzar una completitud que cons-
tituya una base desde la cual –los que lo desean– partan a elaborar ampliaciones,
profundizaciones y aclaraciones o rectificaciones, si fuera necesario.
Por ello, este escrito da por conocido cuanto trae y no entra en explicaciones acerca
de cómo nació y creció cuanto se expone. No declara las referencias, ni las deudas.
Sino que, escueta, quiere mostrar el acto; tanto, que no nombra a nadie. Sólo aquí
agregamos: el poeta es Godofredo Iommi y el escultor es Claudio Girola. Quienes
presiden.
Sin embargo, se hace necesario exponer cómo ha sido construido este cuaderno.
dita viene a disponer esas páginas iniciales de los capítulos en una forma única, así
mismo la primera página sucesora, que es a dos columnas, en cambio aquella inicial
lo es en una ancha columna única y sin dibujos.
Lo recién expuesto acerca de las páginas de este cuaderno más que corresponder a
una presentación propiamente dicha, dan cuenta de una suerte de bitácora en que se
han ido anotando cada paso que se da. Vale decir, la presentación presenta el curso
mismo de la faena que construye al cuaderno.
(1)
Signos y símbolos. Distinguirlos por
el origen y generación. Símbolo viene,
adviene en un origen. Este adviene en
visiones. Ellas son en centramientos, que
no primeramente por sus bordes. Y los
centramientos son cifrados, en cuanto
son descifrables. En cuanto al signo pro-
viene del acaecer empírico –digamos. Y
se contracta en una cifra para dar cuen-
ta de comportamientos. Los símbolos
abren; los signos fundan. Por ello oyendo,
cuando alguien los va exponiendo, para
bien comprender podemos acercarnos a
la boca el lápiz con que anotamos, un mí-
nimo sabor se desprende que se torna un
levísimo evocar. Perfumes. El perfume
de oír. Ello es una alegoría. Pero hemos
de advertirnos que habitamos cotidiana-
mente en, con algún cierto vaho, uno que
podemos tener por neutralizante pues
no lo percibimos; pero que alcanzamos
a registrar en repentinas ocasiones, tales
como las de pájaro marino que levemente
se posa en una roca y volviéndose de in-
mediato semejante a ella. Es el vaho de lo
ambiguo. Que inclina nuestra mirada a la
alegoría. La alegoría de la ambigüedad.
14
1 2 3 4 5 6 7 8
el jardinero especializado
Nota
Primeramente advertir que los dibujos de las observaciones traen mucho del tiempo
de las pequeñas ferias y bien poco del tiempo del jardinero especializado, es que la
temporalidad de las ferias es aquella de largos consentimientos, mientras que la del
jardinero cambia cada vez más rápidamente el equipo y su proceder.
Ahora bien, se quiere al par advertir también primeramente, que una conclusividad
de un acto creativo sólo puede serlo dentro de los límites de la condición de anhe-
lar. Del buen anhelar. La buena venta y compra en la feria: el buen riego del jardín.
Entonces ninguna comclusividad se puede desprender de su paso por el anhelo. Por
tanto esta segunda advertencia primera ha de ser recibida dentro del resonar reciente
de lo vicario. Resonar que –por cierto– se mantiene en lo incluso.
Intercalemos lo siguiente: nos encontramos pensando dentro de la cultura. Volvamos
a intercalar: participamos en una celebración. Una, de anhelos cumplidos. Y el lugar
yace decorado con ramos de flores que envían los concurrentes. La flor expone el
anhelo cumplido con abundancia a la manera como expone el engendrar la fruta.
En tal sentido la casa es la flor del habitar, pero no en su lapso de florecer y secarse,
sino en lo permanente. Aun cuando hoy y cada vez más, lo permanente tiende a
volverse lapso. Ello culturalmente. Fin de la intercalación.
Volviendo al resonar de la conclusividad vicaria que, como se señaló, permanece
callada, sino es solicitada ella trae el buen anhelar, en esta época creativa que reco-
noce un anhelar indiferenciado, ni bueno ni malo. Es desde dicho anhelar que el
pulso creativo actual tan urgido a registrarlo todo oye ese resonar inconcluso de lo
vicario –antes señalado.
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Tenemos que un capítulo no puede pretender cerrar por sí mismo su propia con-
clusividad creativa; por tanto ha de tener ante sus ojos los otros capítulos, asunto
que ahora iniciamos.
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 ı
El acto
concluso
el acto por
delegación
melancolía
amplitud
propia
holgada
El acto concluso
melancólicamente
holgado aún por
delegación
El acto
acomete y
consuma
exponer la
construcción
del cuaderno (ver Presentación)
todo es concernido
por el acto
La melancolía es un modo de llevar la vida que no elude sino que acepta a su época:
para desde ello alcanzar un proceder reverente que alcance a lo que es el sentido
de la vida y el sentido del arte.
Sin darse casa nadie da casa.
Lo cual deja en una situación cáustica:
Dado que el ejercicio del arte como profesión, ella social, hace que toda suerte de
melancolía no requiera ser declarada, sino en los hechos mismo practicada. Vale
decir: se da casa para darse casa.
Dado que la peripecia del proceder reverente conlleva que las vivencias alcancen la
plena conciencia de una experiencia.
Por tanto cáusticamente: la experiencia de lo reverente
desde: lo concluso cada vez.
21
Tenemos que, con lo ya dicho, el acto es un quehacer. Uno permanente. Cuyo pulso
creativo unas veces ha de ser buscado desde sus recuerdos y otras veces él nos sale
al paso sorprendiéndonos mayor o menormente. Vamos, entonces, en pulso que
al par nos deja dentro del quehacer –cuando lo buscamos– y ante él –cuanto nos
sale al paso. Volviendo a la casa, a ella la habitamos en un dentro de sus piezas y
en un ante sus paredes, pavimentos, cielos. Así el quehacer habita en nuestra época
histórica, con sus maneras y de proceder. El acto habita en pleno su condición de
dentro y ante. Dicha plenitud consiste en que el acto primeramente acepta, que no
trata de zafarse de la época ni aislarse dentro de ella, sino por el contrario, trata de
participar construyéndola. Vale decir, abriendo y fundando, aunque sea en la me-
dida de un grano de arena. Ahora bien, un tal quehacer por cierto requiere de una
casa, donde doblemente repose en cuanto al apoyo y la coronación. A dicha casa la
hemos llamado de la melancolía. No por considerarla un lugar de nostalgias, sino
por el contrario uno que nada suspende. No como las matemáticas, a las que les es
otorgado el suspender. El acto es, así, melancólico. Su pulso es reverente. Ve signos
de valor. Trascendentes. Del infinito inagotable. Y definitivo. Es que la melancolía es
la aceptación de la gracia, que revela a las criaturas frutos del amor del creador. Por
tanto, en esto, la melancolía no entra en suspensiones. No suspende el origen de lo
reverente. Y como aceptar una gracia lleva a compartirla, la melancolía reverente es
un quehacer que se preocupa y ocupa de la hospitalidad. El acto hace de ella un acto.
En que la interlocución que es ya una densificación de las conversaciones al paso, se
vuelve un intercambio de experiencias acerca de la melancolía, un intercambio plás-
tico, podemos precisar. Que ciertamente, en ciertos casos llegará a un cumplimiento
explicitado y en otros quedará a medio camino o en inicios implícitos. Así, puede
quedar implícito el don. Del creador a la criatura. Ese don global –digamos– que
nos dona el recibir libremente dones gratuitos. Los dones específicos, singulares,
de la plasticidad por ejemplo, que se dan a través de las disposiciones naturales, las
que han de ser educadas pues los dones han de recibirse responsablemente. Vale
decir, quedamos dentro y ante el don; quedamos dentro de nuestra gratitud y ante
la visitación del don. No dueños en manera alguna del largor o cortedad de la visita,
aun cuando vayamos en la esperanza de su permanencia. Nada de esto suspende la
melancolía para llevar el pulso de su mirar reverente. Pero no suspender implica,
requiere de un lenguaje. Uno tridimensional –digamos: que oye a la poesía, que ob-
serva y que practica la “obliqua”, como hemos llamado a una suerte de metalenguaje
nuestro. De alguna manera estas dimensiones son generaciones de la melancolía,
que es su origen. Aun cuando el aparecer plástico históricamente –cabe decir– se
haya dado en imprevisibles situaciones.
22
Volviendo a lo recién expuesto tenemos:
el acto es un quehacer permanente
vamos dentro y ante él
es histórico
aceptando la época
por la melancolía
(1) que nada suspende (1)
(2) su pulso es reverente ante el conferencista cuyas piernas
(3) ve signos de trascendencia nadie ve
acepta la gracia del Creador
compartiéndola
en la hospitalidad
de intercambio plástico cual si se redujera al espacio sonoro que
implícito o explícito comunica
dentro y ante el don global
y el don específico plástico
en su visitación
con la esperanza de su permanencia (2)
que implica un lenguaje una ruptura cualquiera en una vieja
tridimensional casa cualquiera
longitudinal
transversal mayor
exposición
Nota
Naturalmente vamos, nuestro cuerpo no puede dejar de ir según longitudinales y
transversales. Y estas han de ser históricas; así en el siglo XXI tocadas en alguna
medida por la aviación y la computación. Tocada –acaso– la ortogonalidad del cuer-
po. Ahora pasando al dibujo, se tiene que éste atribuye potencias y misiones, así la
potencia y misión de la transversal para construir las mayores exposiciones.
Ahora bien, todo ello son cosas de la melancolía. Permanecen como esbozos, indi-
catorios, no avanzan mas allá de esto, cual si recibieran un esbozo indicatorio de lo
reverente. Por eso en el desarrollo de este capítulo viene en su término y no cobra
su lugar en la página=cesura, allí en “se expondrá” quedando –entonces, dentro de:
amplitud reverentemente holgada.
Ella, por cierto, es fruto, obra del pulso creativo. El que va a lo largo del incon-
mensurable fluir de la creatividad en cuanto vida y mundo. En cuanto a la creación
–entonces. El pulso creativo fluye por tanto al par en el dentro y el ante del silencio
de la Creación como voz; reverentemente acogida. En dicho acoger es donado aquello
que es lo reverente. Y en esa libertad del acogedor y el acogido se abre y extiende
la melancolía.
Esa que llega desde el lenguaje de los oficios artísticos, plásticos, donde el abrirse
y extenderse de la melancolía es ya un espacio, es ya espacialmente plástico en su
aparecimiento.
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melancolía
instinto de
lo reverente
observación
presumir lo finito
proto=acto
melancolía
acometer y consumar
el instinto reverente
cual proto=acto
melancolía
abstracción
en retorno al
cuerpo humano
acto
mano plástica
de signos
símbolos
alegorías
melancolía
abstracción que retorna con
signos, símbolos alegorías
al cuerpo humano
1
el rojo del ocaso que aflora en la contra-
Hay una hora poética que parece que se luz urbana que le cede el paso
tramitan los poetas y que es la del ocaso
del alba. Veámoslo. Pre-alba: el negro de
la noche se trasparenta. Alba: la transpa- cara al sol que entona
rencia accede doquier y la extensión se
concretiza. Aurora: la extensión se ador- con su sombra que entona
na con el color en el espectro del arco iris.
Día: sale el sol. El ocaso: la luz se ensucia
en la ciudad, el día por un inadvertible
de una flor que
momento parece detenerse. El día se re- en la primavera
pone al instante y prosigue sin advertir avanzada
lo inadvertible, que deja en manos del se entona
arquitecto.
2
Proseguir, sin alterarse, en cuanto a ir
haciendo propio o no lo que encon-
tramos. Pero no por no ir concernido
completamente. En la ronda se entre-
gan y reciben concernimientos. Ella nos
permite proseguir sin alterarnos. En la
interna tensión de abandonarnos a ir
co-concernidos. Entonces podemos en-
contrar el buen apropiarse de los propio
–digamos. Llegando a la propiedad y sus
propiedades. Es así como la observación
atribuye lo propio.
32
1 2 3 4 5 6 7 8
acometer y consumar
el proto-acto
Nota
Está claro que la ciudad no va ciudadanamente con las penumbras de la naturaleza,
hoy y cada vez más: y que así mismo, hoy y cada vez más la ciudad ciudadanamente
protege del espanto cual rasgadura en habitar la naturaleza. Sin embargo, la obser-
vación ha de estar llegando de continuo a la última penumbra: ha de permanecer
–de pie, indefensa– ante el espanto.
Desde la nota se puede en todo momento volver al propio capítulo y al cuaderno
entero; así en la página –cesura del capítulo a... “son cosas del dibujo”.
Este crece atravesando un espacio, un período de una figuración grotesca cual inicio
de la apetencia por la realidad que nos envuelve. Ello, por cierto en muchos. Y lo
grotesco se vuelve cada vez más sutilmente inaparente a fin de permanecer. Ahora
bien, el achurado vence al grotesco. Pues él, sutilmente traza particiones una tras
otra, llegando en tal sutileza a aquello que es lo anterior a la partición.
Traer entonces, el espacio melancólico con el fluir del pulso creativo por dentro y
ante el silencio de la Creación. En que jamás el habla del pulso creativo podrá acallar
la plenitud de aquel silencio. Esto bien lo sabe la observación. Por eso, ella resiste,
de pie, indefensa al espanto; no toma grotesco alguno, nunca: sin embargo porta las
cicatrices de im-partiduras y partiduras. Ambas lo duro de la partición.
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observación
proto acto
lenguaje
luenga exterminio
observación
la hora poética
del ocaso del alba
melancolía
no a la abstracción
sin tamaños
El lenguaje:
El corriente o cotidiano; oral y escrito, que la poesía los distingue.
El de los oficios, cada vez más tecnologizados.
El de los oficios y que oye a la poesía.
El lenguaje que oye, escribe y dibuja al par.
Lo cual deja en una situación cáustica.
Dado que la tecnologización de los lenguajes de los oficios sostiene cada vez más
que tiene el mejor derecho para ser ejercitado como una suerte de idioma “es-
peranto”.
Dado que el lenguaje que oye a la poesía bien comprende que es un irreductible.
Pero que sin embargo ese intercambio entre oír, hablar, escribir y dibujar le otorga
el acoger a los otros lenguajes.
Por tanto cáusticamente : la experiencia de un lenguaje oyente de la poesía
desde : la experiencia de la observación
40
Entremos ahora al lenguaje. Para agregar a cuanto se ha podido señalar que el len-
guaje es plástico y que por serlo va conforme a un pulso de aparecimientos y des-
aparecimientos. Así va entre extremos: aquellos de la tribulación y el gozo. En que
la tribulación es el abandono, el sentirse abandonado por todos y de todo. Se nublan
las disposiciones naturales educadas, las carpetas de observaciones se vuelven inmi-
rables, el don ya no nos visita. Gradual o repentinamente llega el extremo del gozo;
confortado por el don, él explica que se trata de una crisis de la esperanza. Necesaria,
para la maduración del pulso creativo del quehacer. Es la dimensión espiritual del
lenguaje. En su cuidarse. Cuidarse que requiere, a su vez, de otra dimensión: lo ra-
cional. Esta se empeña en no ir en un pulso de extremos plásticos. En un tono único.
Y unívoco. Que vigila el buen construir como dirían los matemáticos. Y que hemos
llamado “obliqua”. El cual se aleja lo más que puede dentro de una profundidad lo más
próxima posible. Es construir el ante, del dentro y el ante señalado anteriormente. Un
buen construirlo –se entiende. Que construye en dos campos: el de la palabra y el del
dibujo. En la palabra constituye los vocablos. Palabras que adquieren tal univocidad
que definen las cesuras y cadencias, ya indicadas. Y los vocablos que se constituyen
de manera especial en la extensión física, con su plasticidad, los llamamos voca-exte.
Estos y aquellos se encuentran –a decir verdad– en su casa en el dibujo. En la escri-
tura dispuesta dibujísticamente. Ella es leída allí primeramente en sentido vertical.
Como en las estelas, en que la vertical otorga una suerte de simultaneidad a la lectura
–de suyo horizontal. A dichas escrituras-dibujos, las llamamos “morfismos”. Ellos
provienen al igual que el dibujo de las observaciones de la acción de achurar. En la
cual se permanece rayando una hoja mientras se atiende, se concentra en algo. Así
–por ejemplo– se da hospitalidad a un huésped. El achurar no distrae, al contrario
ayuda, acompaña. Tiene algo de semejante con ese ser detenido en el deambular
de la observación. Pero cabe reparar que el achurar no raya sino que traza una y
otra vez esparciendo un negro que nunca llega a cubrir ranuras de la hoja de papel
intocada; ranuras de luz. Tal delicado trato con la luminosidad, reverente como los
procederes de la melancolía. Así, el achurado melancólico, plásticamente reverente
viene a desatar una “voluptas” o voluptuosidad, que casi de manera imperceptible
detiene al propio lenguaje escrito-dibujado cuando construye, con buen construir
cosas tales como la cesura y la cadencia, esas cortaduras de la observación. Dicha
voluptas se extiende, así, desde el oír hospitalario al exponer morfismos, como un
acompañamiento creativo del a flor de labios, anteriormente señalado. Un acom-
pañamiento que es representación. De la simultaneidad plástica. Tal voluptas que
se ubica ya en el reposo base del pulso creativo y que es una de las primeras en
abandonarnos en esa tribulación que madura.
41
Volviendo a lo recién expuesto tenemos:
lenguaje
en pulso de tribulación y gozo
1 tribulación por abandono
gozo por el don
crisis de esperanza madurante
dimensión espiritual
su cuidado requiere
dimensión racional
en tono único unívoco
es la obliqua permanecer dibujando flores en su luz
bien construida mientras nuestra posibilidad de temati-
por vocablos zar nos abandona
y voca-exte en
escrituras-dibujos
son morfismos
2 provienen del achurar
raya con ranuras de luz
desata la voluptas
en el breve construir
al exponer morfismos
en simultaneidad plástica
permanecer dibujando los órganos que
avanzan desde los pétalos, compañía en
1 ese abandono
Tribulación atónita: puro presente.Tribu-
lación absorta: el pasado salta al futuro.
2
Provenir a lo largo de una constante. A
la manera de ir a lo largo de la rivera del
cauce de un río, de su curso alto, medio,
bajo. Sin salirse de él, sino entrando con
el río en la masa del mar. La constante es
así el modo en que la escritura y el dibujo la distancia entre dos paseantes en las
se conciertan. Para permitir y urgir al par, dunas de arena en su ir absortos por el
que el pensar avance hacia lo impensado. futuro que les comparece como tema
Pues en tal avance se bien construyen los
morfismos en su formalizar la simultanei-
dad. Ahora bien, oyendo a matemáticos,
ellos pueden establecer univocamente lo
que dejan pendiente. En cuanto a la con-
sistencia del morfismo este bien podría
dejar pendiente algo de la generación;
La contraluz marítimo que perfila los
pero no por cierto algo del origen, ello perímetros que encierran –cabe decir–
tanto en el abrir como en el fundar. el roquerío. Poder que se nos otorga.
Para llevarnos a un “proto-absorto”.
42
1 2 3 4 5 6 7 8
los focos de los automóviles en la veloci- los focos que trazan continuidades en la los focos que pretenden alcanzar el
dad suspenden lo enrarecido de la noche noche sin direcciones u horizontes, sin grandor de lo detenido para des-enrare-
tamaños o profundidad cer la noche anticipando el día
44
El vocablo y voca-extes son nombres que
contienen y desatan co-nombres, con-
forme a las peripecias que recorran los
pulsos creativos de quienes nombra. Ta-
les co-nombres se desatan primeramente
sea de manera veloz o calmo, como ne-
gros co-nombres. Sin luz aún. Luego al
desatarse un nuevo negro co-nombre, el
primero cobra su luz.
en simultaneidad plástica
tribulaciones atónita y absorta buque de cara a la luz de la mañana que
la constante avanza para encontrar buques en giro
encuentro de lenguajes anclados por la luminosidad
irreductibles
anticipan buque que ahora acoge la contraluz
co-nombres
luengo exterminio buque se disuelve en la lejanía que
no exterminio disuelve las contraluces al acogerla
luengo encuentro
anclage
acogedor
disolver
Reino animal
Allí exactitud y perfección a
Reino humano: sombra proyectada de la rama de un
árbol en el muro blanco comparece
exactitud como un brote más del macizo de hele-
perfección chos en flor:
exterminio
exacto por acumulación
perfecto renovación
no-exterminio
45
a. umbral entre los gestos necesarios,
gravitacionales, y los gestos arabescos,
libres, pero nunca dejan de acompañar
b. umbral entre lo visual y lo táctil del
acompañamiento.
c. umbral entre el acompañamiento visual-
táctil y el encaramiento del rostro.
d. umbral entre el gesto arabesco y el nece-
sario encaramiento del habitar.
e. umbral cuando se está en obra parte-
leyendo una noticia, por ej.
f. umbral que iguala rostro y mano cuan-
do se está en otra parte.
luengo exterminio
no exterminio
por exactitud-perfección
con umbrales
Nota
El lenguaje de los oficios habla con interna y externa compostura, en este siglo que
prosigue en la acción como el recién pasado.
La cortesía es su horizonte de plenitud cultural. Ella avanza lo en común, lo con-
vergente primeramente para enseguida introducir los distingos, los opuestos irre-
ducibles.
Sin embargo el lenguaje de los oficios no es ante nada comunicación sino que es
cuidado, curia, de los umbrales. La “curia-compuesta” del umbral. Sin ella: “des-
compuesto”, exterminio.
Bien. Todo cuanto viene exponiendo esta Nota es, de verdad, un sobre-volar a la me-
lancolía reverente. De donde lo que aquí precisamente se trae es esto del sobrevuelo.
Cual si al lenguaje de los oficios o diferencia de la lengua poética, de suyo incólume,
le fuese necesario el sobrevuelo para entrar a decirse lo que pugna por aparecer.
Y le es necesario el sobrevuelo porque el lenguaje de los oficios repite. La lengua
poética, jamás.
Repetir es posible en la benevolencia. En el sobrevuelo que es benevolente.
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lenguaje
exacto en acumulación
perfecto en renovación
hospitalidad
a comunicadores
cual cumplimiento
hoy
la razón entre
la exactitud y la perfección
hoy quiere que se cumpla
en la comunicación
lenguaje
de puro presente
de salto del pasado al futuro
observación
de lo inadvertible
en manos del
arquitecto
el puro y el no presente
no alcanzan a
ese inadvertible del arquitecto
La hospitalidad recoge la relación entre quienes van en un arte, con quienes cons-
truyen la cultura, con quienes se interesan en los espiritual.
Ello es vivido a través de la experiencia del huésped.
Al que se le encuentra, pues se le oye mientras es invitado a decir quien es.
Lo cual deja en una situación cáustica.
Dado que el trato social es algo plenamente establecido, así desde lo religioso y lo
profano desde los efectos e intereses, desde la autoridad y el transmitir
Dado que el ejercicio de la hospitalidad ha de considerarse una obra, cuya peripecia
de ampliación y profundización pide de una entrega que madure junto al obrar
creativo.
Por tanto cáusticamente: la experiencia de la hospitalidad
desde: la experiencia del lenguaje oyente
49
El acto da hospitalidad a los huéspedes de la época nuestra. Cabe, entonces, adver-
tirse acerca de esta. Bien lo parece, ella es fecunda. Rápida, aún vertiginosamente.
Echando hijos al mundo –como se decía antaño. Ahora, tomando este echar, podemos
caracterizar plásticamente, con esa plasticidad que hemos venido desarrollando, a la
época como una de hechos. Tal caracterización no es algo unificante, que atribuya
una unidad simple, compacta. Todo lo contrario: pues la época lo es de las exce-
lencias. Y de excelencias que son concebidas y realizadas mediante procesos a su
vez excelentes. En cuanto a sistemas estructurantes programables, automatizantes,
regenerativos, los que se coordinan en conjuntos de procesos que tienden a magnos
procesos globales. Por ello y para ello el hecho es exacto. Su perfección es la exactitud.
La que exige no solo la labor de la parte que se hace cargo, sino de una contraparte
controlante: no sólo la labor de la parte que es la del interno, sino de externos que
la especializan, que internalizan sus externalidades, así como la parte externaliza su
internalidad. Pero la exactitud ha de ser transparente. Las excelencias, por tanto han
de ser comparables. En que lo comparable es variación, y esta es competidora cual si
se participara en un concurso selectivo, con ganadores que ofrecen soluciones con
vidas útiles sustentables, concesionables. Y que son evaluadas por procedimientos
sistemáticos actualizados conforme a las últimas tendencias, a escala global que se
adecua a la local a través de comprobaciones cuantitativas y cualitativas que entregan
un aval. Un magno aval que garantiza la excelencia exacta y transparente. Entonces,
echar hijos al mundo con aval. Y al par con una libertad sin restricciones. Que hace
del hecho algo contiguo. En él se está unido, comprometido sólo por un momento.
Una ocasión, la que no repercute ni en el pasado ni el futuro. Una realidad incidental
–puede decirse. Que no requiere de pueblo alguno. Pues lo contiguo bien es como
las disposiciones que toman las esquirlas que caen de una explosión. Tal presencia
del azar, aún más, las esquirlas caen en un espacio en fuga; una hacia lo indiferen-
ciado. Pero no como una rectilínea, sino que en permanente transformación. Lo
estable de lo contiguo es su transformarse. Cual canto a su potencia de echar hijos
al mundo. A su potencia de fusión. Así, la transformación de la contigüidad entra a
fusionarse con la excelencia de la productividad. O sea, la producción que alcanza
altos rendimientos que significan ahorros invertibles directamente en el progreso del
proceso o indirectamente en los diversos insumos. Entonces la transformación de la
contigüidad que viene de instalar la condición de lo transitorio, de lo no definitivo,
se fusiona con la carrera de logros de la excelencia, cuyos productos de reemplazo
dejan rápidamente obsoletas a las exactitudes productivas recién alcanzadas. Por
tanto, se trata de la hospitalidad hacia esas fusiones que bien parece, se proponen
equilibrar la densificación de la globalidad. Ella, la hospitalidad, ha de volverse
sobre sí misma a fin de advertir los irreductibles; pues sino su labor será –a pesar
suyo– reductora.
50
Volviendo a lo recién expuesto tenemos que:
nuestra época es fecunda
echa hijos al mundo
1 época de hechos plásticamente
época de las excelencias
por procesos sistemáticos
coordinables en magno proceso global en la llave de agua del lavatorio los
el hecho es exacto reflejos del rostro del observador, en
por partes y contrapartes directo y a través de reflejarse en un
de internos y externos espejo: lo contiguo
que externalizan e internalizan
el hecho es transparente
lo comparable
cual variación
competidora
con vida útil sustentable
evaluable por últimas tendencias
para un magno aval
2 el hecho contiguo el doble reflejo de la hoja en que dibujo
realidad incidental y que no es advertencia alguna para lo
en fuga a lo indiferenciado contiguo
en permanente transformación
por su potencia de fusión
la excelencia de la productividad
ahorro para el progreso
la condición de lo transitorio
se fusiona con las excelencias
la hospitalidad a las fusiones
1
Hechos, nacen con el logro de ya no re-
correr los pasos que van de lo u-tópico, de nuevo en las llaves del lavatorio bajo
aún sin el lugar, al tópico ya con su lugar. el espejo con nuestro reflejo que resulta
Y nacen de tal manera porque la fecundi- aleatorio
Alea que se jacta de suspender tribula-
dad, la suya, no repara en la posibilidad
ciones
de lo “pretópico”; el cielo sobre nuestras
cabezas hasta sus horizontes es armónico,
dado que nada lo rasga; las tormentas
son armónicas para él. Tal armonía pre-
tópica. Por cierto, en cuanto a que es
“pre” le falta una dimensión. Dicha falta
corresponde a una indeterminación. Pro-
piamente ella, del lugar del topos. Pues
lugar es perfección e indeterminación,
ambos como el cielo, armónico.
2
Hecho contiguo: la búsqueda de autono-
En un momento habitual: el baño dia-
mías en que una de ellas no puede repre- rio. Una gota de agua de la ducha en
sentar a las otras. A fin de que todas se la palma de la mano; ella inestable, así
presenten por igual ante el grandor que mismo el cuerpo y la gota misma 1, en
cada vez más ofrece la técnica. Así, gran- su fluctuar.
dor de nuestro aquí, ahora solo percepti- Contigüidad
ble por secuencias de percepciones.
51
1 2 3 4 5 6 7 8
Bien parece que para la sensibilidad1 lo bajo y lo alto se dan en el reflejo de suerte
que lo alto yace simultáneamente en la profundidad de lo bajo. Por tanto las últimas
signicaciones espaciales se transforman en razón del igual valor de lo que se hace
presente y lo que se hace representación.
Y todo ello se cumple, cada vez, en la comunicación. Por internet y sus avances.
Bien parece, también, que las comuni- Dicho cumplirse –señalado aquí más
caciones confían en que en su propio arriba– lleva al pulso creativo a no dejar
comunicar, lo comunicado adquiere la la observación que nos detiene a fin de
plenitud de su sentido y significaciones. disponerse a dar hospitalidad a los co-
Y aún más, el receptor recibirá en al- municadores:
guna medida, intactos dichos sentido y
significación. Al modo como cuando nos
decimos en una conversación: “seamos gota de agua
francos”. transparente
reflejante
ora opaca
por su
Pero ello hay que entenderlo reparando espesor
en esa vestimenta –las poleras– con sus
rostros bajo el rostro presente. ora
brillante
ora
reflejándonos
el rostro
53
Vamos en automóvil mirando placente-
ramente, distingo adelante un hombre
que se desliza suave pero rapidísimamen-
te cuesta abajo; es que él irá de seguro
en una bicicleta; pero también irá de se-
guro –nos advertimos por un momen-
to– llegando a otro país que habita en
una época más avanzada. En esto vamos,
no puede negarse con la actualidad del
mundo, en que lo posible busca ser lo in-
mediato. Sin embargo cuando el ciclista
llegue donde va será sometida directa o
indirectamente a evaluaciones acerca de
si su desempeño alcanza las exigencias y
tolerancias, puestas al día, del ciclismo,
el tránsito, el mercado...
lo posible evaluado
en la hospitalidad a los mínimos
grandes en hospitalidad...
a los allegados
Nota
Por cierto se da una correspondencia entre un tema y el material que permite des-
envolverlo, o sea con la masa escrita y dibujada –en el caso de este cuaderno. La
cantidad de masa, su “quantum” cabe decir. Pero esta no ya como una simple masa
en plena disponibilidad; sino que es una masa que abandona el silencio de la dis-
ponibilidad para seguir la dirección de una mirada que comienza a ver. Una visión
–entonces. A la que le corresponde un “quantum” que se ordena en un “quorum”
cabe así mismo decir.
Sin embargo es frecuente que el pulso sienta, presienta que se haya atravesando
un presente, que de suyo es un antecesor. Una suerte de pretérito que anuncia la
venida de un presente propiamente tal, donde el quantum y el quorum avanzarán
con pasos de conclusividad.
En el pulso creativo cuidándose a sí mismo. Su temporalidad. Aquella que da hos-
pitalidad, a través, mediante los “cuandos”. Tal vocablo. Cuandos que fueron y ya
no son, cuandos vigentes, probables, puramente posibles. Entonces el quorum de
cuandos. Este a flor de labios.
Entonces, los “cuandos” que es un vocablo que se ocupa de precisar los cumplimientos
que logra que aquello que se esfuerza por avanzar cobre su presencia y aquello que
se propone retroceder cobre su desaparición: ha de cuidarse del formalismo. Que
es cuidar de que la extensión donde se aparece y desaparece, sea una extensión. En
llenamiento, que no en vacío. Ahora bien, hay que admitir que el pulso creativo en su
marcha hacia el a flor de labios pueda atravesar momentos o fases de un cierto for-
malismo. Dado que éste es en alguna medida cuidado –curia– del pragmatismo.
El propio ejercicio de la hospitalidad afina todas estas curias recién señaladas.
55
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 ı
hospitalidad
el posible evaluado
poesía
la disponibilidad
hospitalidad
hecho
pretópico
lenguaje
tribulación
protoabsorto
hechos pretópicos
que suspenden
lo proto-absorto
hospitalidad a
los comunicadores
1. Pantalla
2. Pantalla en profundidad: distancia del
saludo
3. Recibido en un interior: nuestra inti-
midad
4. En un salón: estancia con dos centros
5. Gradas de acceso que aceptan ingreso
al salón
6. Salón abierto al horizonte: infinitud.
7. Acceden los saludados desde la infinitud
1ª atribución
8. Resisten a que el saludo se vuelva volú-
menes
2ª atribución
9. Resisten a que los volúmenes lo llenen todo
3ª atribución
el silencio blanco
del poeta lo llena todo
62
La realidad se encuentra en el oficio Si el juego no se prodiga
en la palabra aciertan las manos, en múltiples transgresiones o vueltas inne-
el azar ambiguo de las reglas cesarias
la sorprendida luz del juego queda sumido a la mera producción
con lo largo anida y y no gana ni propiedad ni acuidad
desata y mantiene su distingo más pierde virtud, indeterminación-bordes
en él se acometen las formas que es de donde él mismo aparece.
que atan a-oculta la forma; Pierde sus propias distancias, el oficio
la justa forma que la indica, invisibles porque es, pródigo se anticipa.
la deja ser cristalina Siempre alcanza a su propio producto.
cuando en y por el gesto lo oculto Por imposible enamora. El oficio sitúa a la
no se muestra como razón música.
queda sólo el encanto de las normas divinas La propia poesía de no sólo por reverencia
que ya han desvelado todo a funciones sino la de forma abierta:
y no tienen silencio por precipitado. su propia desaparición.
Así, talvez, el secreto del temblor. La quietud se encuentra en el oficio.
Y por eso necesaria siempre su presencia. El signo, la luz, el agua, la tierra, se posan
en el lugar donde se sustentan tales vuelos:
El Taller, el placer murmura en el oficio
dirime.
La voz del poeta en un acto. Aquí, dos actos en la Ciudad Abierta. Las palabras
subrayadas son las que decimos nosotros a invitación del poeta y en el orden de
precedencia en que íbamos hablando. Él, el poeta, quería ser primeramente oído
que no leído en sus manuscritos que tan justamente dentro de los versos dejaban
aparecer el blanco de las páginas. El quería que su cólera poética fuese oída desde
nuestro furor. Aquella irrumpiendo en este. Irrumpiendo en una distancia tal como:
“No me alcanzará el que tú me persigas”.
el poeta dice:
el vaivén de las olas en las arenas
no se da como avance y retroceso,
sino como límite incesante
casi,
disponibilidad misma
infinitamente irrepetible
donante sin tregua
“insignificante” como señala Deguy
atlética
memoria escultura
a flor de labios metálica
en lapsos de aventura atlética
del zigzag de los estorninos
por el tiempo de la guardia El vocablo del lenguaje artístico: atlético
y la forma de la escultura comparecen
en plena simultaneidad
La disponibilidad atlética se exangüe a
la memoria del pulso creativo como un 1, 3
constante a flor de labios de un elocuente el destrozo
exponerse. Ello, conforme al ritmo de los como
lapsos de la aventura poética, elevados a ornamento
cabo por el lenguaje de los oficios en su
2
ir como pueblo de estorninos volando en lo arrugado
zigzag, y así habitando en el tiempo de cual
la guardia. Entonces; la guardia atlética. plegado
Cabe atribuir que esta guardia atlética sea simbolismos de lo atlético: el arte popu-
lo erótico que la poesía dice de sí misma: lar de la vestimenta
todo ello –se entiende– en el distingo en-
tre lengua y lenguaje.
66
Los músicos en plena ejecución; en
pleno tiempo de la guardia
Tiempo de Amereida.
Nota
Como todas las palabras poéticas que oímos en voces, actos, phalène, libros perma-
necen en el entorno que concertan los pulsos creativos de los oficios, vamos en una
temporalidad en la que se despierta, yace sosegadamente despierta, la guardia. Una
guardia que al par oye lo omnívoco del decir poético y hablo en el decir multívoco
del decir de los oficios artísticos. El que madura aún en ese “a pesar suyo” de Ame-
reida. Tal guardia, entonces, con una cierta magnitud otorgada.
Ese otorgamiento que viene cuando el poeta entona:
“Samarcanda, Samarcanda, amigo mío”.
poesía
lo vertiginoso
del acto
ciernes
la alegría de
la reserva
poesía
lo extraordinario que
muestra lo ordinario
hospitalidad
el grandor que
ofrece la técnica
desde recibir lo
extraordinario poético
al ofrecer de la técnica
1
El proceder conforme a procesos algo-
rítmicos que cuentan los pasos de sus y novedosos hombres portadores
fases. Sí. Pero en la peripecia creativa de
abrir y fundar orígenes y generaciones
llega en un segundo momento, pues el
primero que se otorga como previo, es de
alabanza. En un silencio interior. Que es
advertencia de la peripecia que peregri-
na hacia lo definitivo, sustentada por el
amor de Dios. Por eso oímos al poeta ir
diciendo: la enrancia que llevamos en la
sangre, revela la tarea. Cual la enrancia
del peregrino con su sangre sustentada.
2 que acaso le cedan el paso a los seña-
ladores
Recordando ceremonias universitarias,
así del inicio del año académico, fiján-
dose en el sermón durante la misa y en
la conferencia a continuación, dados por
la misma personalidad: que diferentes todo ello en la presencia de las obser-
generalmente resultan. No sólo –bien vaciones “a flor de labios” así, esta de
parece– porque el sermón es oído por los distintos espesores de los ámbitos
todos de igual manera y la conferencia aéreos y líquidos
conforme a las diversas disciplinas que
profesan los profesores, sino porque el
sentido de comunión espiritual se da
en grados diversos: fuerte en el sermón,
incipiente en la conferencia, en cuanto
a que es incipiente pues ha de renacer
cada vez, en los días de hoy.
72
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10
Nota
El paso desde el instante que se va, para no volver y el lugar que se retiene para per-
manecer. Repárese aquí que se dice “y el lugar” y no “hasta lugar” como corresponde;
son cosas de la Nota, que avanza calmadamente.
Calmadamente pues se trata de la esperanza en la espesura; aquella del instante que
se va y del lugar que permanece. Pues se trata del don de la espesura: Y así mismo
del don de avanzar calmadamente.
Bien se comprende que la visitación del don de la esperanza y su libre aceptación
es de índole personal, y que dicho esperar no puede dejar de esperar que los otros
–próximos o lejanos– esperan. Un vínculo se constituye de esta manera. Que en el
ámbito del quehacer creativo se plasma y manifiesta en la ronda. La cual es así más
que un simple o complejo procedimiento obrador; pues alcanza un sentido de huma-
nidad –podría decirse. Y ese “hasta el lugar”, antes señalado, advierte de tal sentido
de humanidad. Al que se ha de llegar calmadamente, como también se señaló. Pues
compartir dones pide madurez espiritual. Para vivir el acompañarse entre donados.
Con su confiarse de un modo mutuo. Pues se sabe que la maduración espiritual se
alcanza por un don gratuito. Precisamente por el don que discierne aquello que ha
de ser el reposo del madurar la singularidad irrepetible de cada cual.
77
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 ı
ciernes
la moral
del poder y
la belleza
música de las
matemáticas
la medida
graduante
graduas el poder
desde la belleza
ciernes
el silencio previo
de la alabanza a
Dios
poesía
el ritmo poético
de los pies a
la cabeza y el corazón
morfismo
A
= relación de acompañamiento
B
mutuo: C
a vale 50
= =1
pues al par, el achurado es potencia de
a1
vale 50 trazo, y así de perfil, y así de conclusivi-
acompañamiento
=C dad. Pero tal potencia lleva en sus entra-
b
vale 50 equilibrado
= vale 50 =1 ñas el atardarse en traer lo concluso, cual
b1
si se atardara en un ocaso que retiene a
Y así continuando Bien. Puede considerarse que esta bús- la noche que borra al trazo.
a = condicionantes queda del número no es tal y que nada
del acompañamiento agrega a lo se dice de viva voz. Que lo
a1 = una medida:
único que hace es volver unívoco algo
que cobra su existencia en lo multívo- la contraluz
en el achurado
co. Y que dicho paso de lo multívoco
a lo unívoco no puede alcanzar una
valorización numérica verdadera. No
obstante, resulta que cabe introducir el
número desde su potencia de relacionar
–digamos–, pues el morfismo vemos que
viene a entregar tramas de relaciones en
su completitud. Cual acompañamiento
para el acto concluso.
84
Volviéndonos ahora a la poesía para ad-
vertirnos que en ella un poema es algo al
que no se puede variar, quitar o agregar
nada. Y que en matemáticas –lo seña-
lan los matemáticos– se pueden realizar
nuevas versiones, desarrollar puntos que
permanecen en estado latente; todo ello
sin desvirtuar el trabajo matemático ya
realizado, pues se trata de llevar a éste a
un plano más profundo de generalización.
Recojamos este distingo en dos vocablos:
en poesía: “a-conclusión”
en matemáticas: “conclusión
-a-inconclusión"
Entonces:
“a-conclusión” : 1, 4, 6
“conclusión-a-inconclusión” : 2, 3, 5
y equívocos: 7, 8
todo morfismo
es un
Por cierto este morfismo que bien puede desarrollo
ser desarrollado mayormente o partir con que retorna
una nueva versión, trae en su presentar el a su figura de
espectro de una simultaneidad, un tono simultaneidad
unívoco para las conclusividades mate-
máticas y poéticas. esta en su
tendencia a
“redondear”
la elocuencia de la mano
d: palma, e: dedo, f: punta del dedo
ahora
manos que van por las calles, curvadas,
seguramente para aprehender pero no
expresivamente prestas
caso complejo
1 sencillo
8 complejo
a
ida entera ida
= unidad-morfismo = desde un entero ‘a’ b
retorno entera vuelta
c
¿cuándo el entero? ¿cuándo el entero? r.
corto largo
c. sencillo " "
complejo " "
S: son los puntos en blanco en el dibujo, en que éste no traza. La mano de la fidelidad
se detiene ante el proseguir –se entiende de la escultura.
¿cuándo se detiene? ¿cuándo el blanco?
vuelo
regular irregular
Nota
Esta vez, en este capítulo de la Música de las Matemáticas, la Nota comienza prosi-
guiendo con la observación –con su dibujo.
música de las
matemáticas
el número
acompañante
obra
portador
de la oda
la completitud de la oda
construye la conclusividad
del acto
música de las
matemáticas
el morfismo de
la completitud
en simultaneidad
ciernes
el peregrino de
lo definitivo
en errancia poética
morfismos de alabanza
el acto
es concluso
porque es
para llegar con en melancolía
todo ello a la obra
así
observa
obedeciendo a la
Música de las Matemáticas conformando
un lenguaje
y alcanzar a
recibir el ciernes que da
al oír a hospitalidad
la poesía
capacidad de
los obradores
régimen del
obrar
insumos de la
obra
• programación
programa
• registro proyecto
entrevistas organización
publicaciones ejecución
premiaciones
• clasificación
historiografía
urbanismo
edificación
interiorismo
• magnitud
jardinería
unitarias
conjuntos horizontales • duración
verticales transitoria
• propiedad
complejos flexible
pública
social definitiva
condominio remodelable
privada
morfismo
de la concepción trazar suertes de simetrales que den
de la obra inicio a la definición del caso que es el
conjunto de todas las definiciones de
morfismo la obra
del ubicar
su realización
92
El acto acoge creando, recreando el pulso del lenguaje con el que va, por el que es
llevado.
nombrar a la obra
como la “llamada”
“llamada”
El pulso del lenguaje que nombra a la obra como la llamada, a su vez se nombra a sí
mismo como el lenguaje de la oda. El pulso creativo alcanza, le es otorgado, el traer
vocablos y vocaexte –como se señaló anteriormente. Entonces, el morfismo:
Cabe advertir que vocablos y vocaextes –recordar también lo señalado– van, pro-
siguen con los co-nombres y que uno de estos bien puede tomar el puesto de ellos.
Dicha peripecia del pulso del lenguaje, de su densificación e intensificación.
93
9
obra página
cesura
1 2 3 4 5 6 7 8
1. Curso de Matemáticas
2. Música de las Matemáticas
3. Teoría del justo refinamiento Matemático
4. Dar cabida en la extensión arquitectónica a la teoría del refinamiento justo
matemático
5. Del acto arquitectónico de la Música de las Matemáticas desde la teoría del refinamien-
to justo matemático
Pampa argentina
1. cual mar: el camino no se ve
2. cual tierra: el camino se ve
3. un leve giro del camino en la rapidez del
auto se despliega como un lugar
rincón completo
no dibujable en sus verdaderas
magnitudes
Nota
Ya en el tono de la Nota: un morfismo
no dibujable barcos 1
dibujable no en verdaderas garganta 2
magnitudes rincón 3
dibujable a cabalidad troncos 4
la obra
es
la llamada
de la oda
heredad
en el riesgo
de no ir en
escenarios
la llamada
en riesgo
la obra
la simetral
del caso
música de las
matemáticas
el morfismo
del espacio
espectral
el morfismo
del caso
De la heredad.
Esa que todos recibimos para que principiemos y si ello comenzamos a lograrlo, la
heredad comienza a constituirse en tradición.
La tradición hace ir en la continuidad que construye el mundo.
Lo cual nos deja en una situación cáustica.
Dado que un modo de heredar es precisamente negándolo. Para así, entrar al co-
mienzo de una propia y nueva tradición.
Dado que el otro modo de heredar es recibirla para ir des-cubriendo cuánto ella nos
concierne, en cuanto nos viene concerniendo.
100
El morfismo de la obra expuesto en el capítulo anterior lleva a trazar una simetral
de la heredad.
heredad
La heredad de la homogeneidad debe ser entendida como una abertura, que no como
una fundación –recordar lo señalado con anterioridad– y como una prima abertura
más precisamente. Por eso puede darse junto a otras aberturas, varias y diversas,
que aún contradigan a este homogéneo súbito, ortogonal, completo y consistente. Sí,
pues se hace necesario abrir o reabrir de manera directa el campo creativo de una
elaboración calma de la heredad, dado que nada se obtiene con un entrar negando
que deja en cero. Tal pulso del abrir –entonces. Y por cierto, cuanto aquí y ahora
se enuncia son, en verdad, los titulares de un material. Sin embargo no puede dejar
de admitirse que esta heredad de lo homogéneo abre a lo siguiente: ella debe o no
debe ser recibida como tradición.
101
pequeños objetos tan aje- a: cielo estrellado Casa de tres patios del solar Santiago del Estero
nos, hoy, a cuanto no sean b: nubes en la noche de traza en manzanas de la Casa de Alberto Alba con la
ellos mismos c: tierra nevada ciudad colonial española. Cruz del Sur de Amereida:
origen, luz, ancla y aven-
piezas de a. la patrona a la cocinera: tura.
piedra a. el resplandor en la noche ¿qué hay de comer adentro?
a. parte desvastada por una del habitar del hombre b. la cocinera a la patrona: Ya
voluntad precisa, exhaustiva b. para llegar con el cielo voy para adentro. las puertas en el día abiertas
hasta su última faena de estrellado al ciudadano Entonces adentro es el a la extensión de la pampa
finiquito. afuera para los que habitan del Chaco...
b. extremos que comparecen esa casa.
como resultantes, así, ajenos.
Heredad de lo ajeno trans- Heredad del más largo Heredad no transmitida. Heredad abriéndose como
mitida ajenamente. camino. tradición.
Entonces.
Heredar lo ajeno por el camino más largo y aún con lo no transmitido, mientras la
palabra poética la abre a la tradición. Todo ello hay que palparlo para acometerlo
oyendo a la palabra del “ha lugar” que da curso, en su decir: indeterminación y
perfección.
Entonces.
Indeterminación y perfección adquieren su plena consistencia en la voz poética,
en dicha lengua.
Por ello, la observación:
la exactitud de los reflejos del árbol en
la camioneta en una mañana nublada
en su gris.
Naturaleza y técnica: auto-heredad de
la época.
Que la autoheredad oiga a la voz del “ha
lugar”.
Es lo que se propone.
Por ello, los morfismos:
102
Morfismos en heredad
A B
9. superposición
en indeterminación
de 8
10. superposición
en perfección
de 8
Y en tal momento recordar el decir del Es que nos estamos abriendo camino me-
poeta: Olimpíada aparece como apare- diante la construcción de la oda.
ciente o mundo. Contar desde la Olim-
píada el tiempo. Es tener tiempo en ese
mundo. Olimpíada es una fiesta sacra.
Leer al revés los dioses. Abriente abertura
que sabe que hay dioses. Píndaro poeta
El dibujo a través del doble vidrio del
entonante de lo entonable.
vaso; más el agua entre vidrios. El aire
breve de la proximidad, asunto de he-
rederos.
Mientras se oye al poeta: primero aparece
la autónoma reverente penumbra que nos
pertenece, luego el dibujo, enseguida la
escritura en sus renglones.
106
Una observación: se llega a la cabellera;
a una ya canosa, a una cana, que es un
pelo que nace negro y se bifurca para
tornarse blanco y proseguir creciendo.
Nota
Un tal linaje de soledad ha de ir transmitiendo un sentido y también una acción de
apelar. Pues el sentido mismo de la soledad apela. Doblemente. Para dejar de serlo;
para proseguir siéndolo.
Por cierto el singular solitario –hablando desde los linajes– se da en dos opciones:
una, en que el solitario se sabe prosiguiendo a los antecesores y entonces es un soli-
tario relativo; y la otra opción, en que el solitario no se sabe perteneciendo a linaje
alguno y es –por tanto– un solitario absoluto, digamos.
Conforme a ello, se dan dos suertes de apelaciones: una, relativa; la otra, absoluta.
Esta se puede formular de manera retardada, en retardo; aquella otra, de manera
inmediata. Y se apela última apelación a lo abierto, al último abrir de la palabra
poética, la que de suyo siempre trae una novedad que pone en su apariencia embe-
llecida –dice el poeta.
La apelación a la apariencia embellecida –nos advierte el poeta– puede serlo hacia
lo abierto cual transparencia que nada oculta, o bien puede serlo hacia lo abierto
que oculta, que avanza dicho ocultamiento ocultándolo.
Tal desgarro creativo. Que hace de un aislado, un solitario. Que es alguien que puede
estar en medio de todo y de todos pero que no puede compartir su aventura, que
aún no puede ser acompañado en ella. Sin embargo Amereida abre a otro solitario.
El solitario-estornino. Él, en el regazo de su bandada.
108
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 ı
heredad
la heredad
recibida
como
tradición
obra
nombrada
como
llamada
la heredad
recibida
por
la llamada
acto
concluso
melancolía
observación
lenguaje
hospitalidad
poesía
ciernes
música de las
matemáticas
obra
heredad
1. página 2. página
título materia
8. página 3. página
Ver págs. cadencia presentación
Presentación
General (4) Cada página
Presentación y el conjunto
Primera (8) de ellas,
el orden de se conforman
la exposición en morfismos.
7. página 4. página
nota desarrollo
antecesor
6. página 5. página
desarrollo cesura
sucesor
capítulos 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 acumulantes
Presentación Primera
El pre-ámbulo: (pág. 9)
requiere para su conclusividad
de un post-ámbulo
Tal redactar los textos en dicho retroavance lleva a las posibilidades que ofrece la
computadora con sus procedimientos de correcciones. Cabe así, imaginar utópica-
mente que al escribir la segunda frase se fuese al par modificando la primera. Y cabe
así mismo imaginar también utópicamente en el lenguaje de la Música de las Mate-
máticas que la primera frase se modifica pasando de pertenecer a un sub-conjunto
a otro, más amplio y más determinado en cuanto a su consistencia y completitud.
Entonces el retroavance lo es en los sub-conjuntos,
en su registro
elaboración
curia
ello: encarando el momento utópico, señalado
y su evolución al dominio del topos
111
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 ı
Presentación Primera
Pre-ámbulo y Post-ámbulo
conforman un espacio en conclusividad
Presentación Primera
El espacio concluso pre-post ámbulo
lo es en las relaciones internas
de los doce capítulos entre sí
dentro mínima 7 6
proximidad
máxima 8 5
obra: en su horizontalidad
dentro fuera
proximidad lejanía
máxima mínima mínima máxima
1 2 3 4
A. recomienzo cuádruple
Por cierto la percepción integral de una obra está sujeta a límites, límites biológicos
con sus condicionantes psicológicos, sociológicos en su evolución histórica. Lo que
trata la obra es de recoger tales límites en su origen y generación. Recoger que im-
plique un recomienzo. Así cuatro recomienzos dobles. Entonces, la conclusividad
una obra es cuádruple.
Evidentemente, todo lo dicho puede ser encarado con otras miradas que lleguen a
otras concepciones de la conclusividad.
Cabe ahora explicitar el por qué de tratar aquí y ahora la consistencia cuádruple de
la conclusividad de la obra arquitectónica, dentro de la estructuración general del
cuaderno. La razón es: el cuaderno ha de trazar un campo, un campo de lid, de suyo
ciertamente concluso, donde se venga a dilucidar cuanto concierna a la conclusividad,
aquélla de la obra, del obrar, del obrador.
113
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 ı
Presentación Primera
En la relación de las Partes I y II
Se consuma la conclusividad
pájaro planeando
automóvil
subiendo
en su mayor
velocidad
pájaro auto
cuatro miradas de
la cáustica del vacío
una sobrecopa
del siglo XXI
117
Los capítulos de la Presentación Primera 11. Aparece un divertimento
en esta Segunda se vuelven semi-capítu-
12. Aparece un divertimento que recae
los o hemi-capítulos.
en el clima templado
13. Aparece un divertimento que recae
en el clima templado hacia el cuerpo
humano
14. Aparece un divertimento que recae
en el clima templado hacia el cuerpo
humano ante los originales poéticos
15. Aparece un divertimento que recae
en el clima templado hacia el cuerpo
humano. Ante los originales poéticos
desde el dibujo en su pudor
118
Al igual que en la Presentación Primera se requiere en esta Segunda de un preámbulo
que continúe con lo señalado en el primero. Vale decir, que advierta en cuanto se
expone su relación de llegada, ese corporificarse en arquitectura ya señalado. Así
mismo el riesgo se acentúa. Por eso cabe mantener libremente lo expuesto acerca
de la obra y sus referencias.
(Ver pág. 9)
Por eso cabe también volverse al período
de la formación inicial, el que se renueva
para reconformarse, según una vigilancia
continua.
Desde tal formación, conformación y re-
conformación del pulso creativo, la pe-
ripecia que recorre éste cae en la cuenta
y da cuenta de:
• del otorgarse del “divertimento”
• del habitar un clima
• de ir con el cuerpo
• de la claridad de los originales
• de la lucidez del dibujo en los oficios
plásticos
peripecia creativa del
período inicial de
formación renovándose
llegada que se
corporifica en
la arquitectura
preámbulo
El hijo del dueño –el ya propietario– de una casa rural semimantenida, semidestruida,
semirecomenzada, cae en la cuenta que se da curso. Su propia simetría –S.
S: una posibilidad –más precisamente una ocurrencia del dibujar y del escribir–
aquélla del preámbulo S con una S no sólo de la simetría sino lo más general posi-
ble; así de una eficacia de lo propio, transmisible de padres a hijos –antecesores o
sucesores– que actúe tanto en lo ya fundado o lo por fundar.
Y la casa rural enfrenta a su campo de cultivo mirándolo en escorzo a fin que el hijo
entre a rectificar para alcanzar las verdaderas magnitudes.
Es un tránsito del vacío a la llenumbre.
119
La Presentación Segunda
Se señaló, (pág. 177) es por las sobrecopas
roca roca-mesa
para el posarse para el posarse
de un pájaro único de la bandada
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 ı
acto
concluso
melancolía
observación
lenguaje
hospitalidad
poesía
ciernes
música de las
matemáticas
obra
heredad
Presentación Segunda
11 12 13 14 15
divertimento
clima
templado
cuerpo
humano
originales
el dibujo
Página
Títulos
en común
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Presentación Primera
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 ı
Presentación Segunda
11 12 13 14 15
El poeta en el pleno dar curso de Amereida a las Travesías dice que sabe por qué
escribe con vacíos. Nosotros desde la plasticidad del oficio creativo, para oírlo, es-
paciamos una escena cuyo argumento apenas divisamos.
Sin embargo bien sabemos que su destinación –ya conclusa– nos avanza al origen
que recrea el abrir, la abertura, cual una señal o envío o lanzamiento al ciernes.
Colofón: espacio en dedicación al ciernes.
En tal espacio, el poeta se habría instruido en la teología de la justicia; hablando en
el lenguaje aproximativo del ciernes.
132
Colofón
cielo
mar
playa bandadas de pájaros
ora posados en el mar
ora posados en la arena
El escultor bien retiene las bandadas de pájaros en la proximidad del poeta sonoro,
pues le es otorgado ser guardián del tiempo. Tal otorgamiento provendrá de ese
silencio “para”... de la escultura. Su secreto “para...”
Sin embargo bien sabemos que su destinación –ya conclusa– nos avanza en la ge-
neración del obrar y de la obra precisando su fundación; ello cual una señal o envío
o lanzamiento al ciernes.
Colofón: espacio en dedicación al ciernes. En tal espacio el escultor se habría ins-
truido en la teología de la reconciliación; hablando en el lenguaje aproximativo del
ciernes.
133
Colofón
Por cierto aquí se plantea el problema de las referencias. Las de aquéllos que han
tratado antes y recientemente este asunto del acto y que por esto incide de manera
directa en cuanto afirma o niega el presente cuaderno.
136
Prosiguiendo con este preámbulo inter-
colofones hay que pasar a explicitar la
relación misma entre las relaciones in-
ternas de este cuaderno con las relacio-
nes externas de él. Dicha explicitación se
encontrará con que su último fondo se
ilumina por la promesa. Ella cual imagen
de la promesa divina. Dado que la criatu-
ra –el hombre– es imagen de Dios.
Colofón
aves marinas en
balanceo
pájaros de vuelo
posados
que al dibujarlos el costado
entregan inexacto
su conformación del pájaro
en cuatro costados más exacto
[ ]... y las rasantes de
en su vuelo;
la comida
más exacto aún
en parejas
1 céntrico
aves marinas negras 3 diagonal
con sus sombras en el el gallo blanco con en la calle
mar su cabeza roja que
no se atenúa
2 periférico
la vertical continua 4 frontal
en el aire; la vertical aves de corral en la plaza
discontinua en el agua Posamientos Así se las llamaba
139
Presentación Primera
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 ı
acto
concluso
melancolía
observación
lenguaje
hospitalidad
poesía
ciernes
música de las
matemáticas
obra
heredad
Presentación Segunda
11 12 13 14 15
divertimento
clima
templado
cuerpo
humano
originales
el dibujo
Presentación Tercera
16 17 18 19
colofón
poeta
escultor
arquitecto
cuadernista
140
Los troncos –trayendo un vocablo– colofones. Sí, por cuanto ambos, gruesos troncos
de árboles urbanamente cuidados y colofones que son figuras gráficas, advierten
de fragmentos que se aproximan a la totalidad. A su integridad. Sin embargo cabe
advertirse al par que fragmento-tronco se presenta como tal en lo múltiple y que el
fragmento-colofón en su propia figura gráfica del rombo. Así mismo, el fragmento-
tronco implica el calce del ojo que observa y la mano que dibuja; el fragmento-colofón
implica la relación espacial de la excentricidad del rombo y de la centricidad del
cuadrado; dibujados por el trazo-achurado.
Una ciudad actual de varios millones de habitantes, una metrópoli, con su poder
de acumulación presenta al ojo que la observa un singular –también– poder acu-
mulador.
Tal singular poder bien puede venir de la propia acumulación. Cual si lo logrado
–acumular– recomenzara desde sí mismo. Impregnando a los arquitectos de una
dimensión común: aquélla del obrar cuidando la obra, desde su remate, el rematar
su plástica.
Obras en la vertical de la ciudad en altura, en la horizontal de los barrios arbolados
de la ciudad-jardín, en la combinación de ambas en el exhibirse de las zonas indus-
triales, cuidan el remate.
Remate que se esfuerza por llegar a toda la edificación urbana, la con recursos muy
medidos y aún lo bajo estos recursos.
Y el cuidado se da tanto en las obras de plástica abstracta como figurativa. En éstas
puede ser una decoración simplificada: en esas pueden ser planos libres y transpa-
rentes que envuelven.
La metrópoli ha de recibir tal otorgamiento plástico de la época. Que ella, a su vez,
a los propios que bien saben cuidar del remate y su voluptas técnica, les otorga para
alcanzar en lo más una parte de la obra, y en los menos la totalidad de ésta.
Se tiene que la época, cabe admitirlo, se concentra en la generación de la obra. Más
que en su origen. Así más en la fundación que en abertura. De manera que la obra
hace un aporte armónico. Sea que avance a una nueva variación o se mantenga en
las ya construidas.
El poeta diría que son modos creativos cuando la palabra no rima a la acción. El se
llega a viajeros en vuelo a través de una revista, con “Estrecho de Magallanes” en
que la crónica de Antonio de Pigafetta, sin cambiar palabra alguna, es dividida en
versos. La verdadera épica americana escrita por los cronistas a pesar suyo señala
el poeta. Ha de ser un modo cuando la palabra no rima a la acción.
143
II
Segunda parte
Exposición de un estudio para una acción
La acción de un quehacer,
de servicio al habitar,
por servidores que hacen cargo,
de las diferentes escalas,
de la continuidad del habitar.
144
D. Presentación Cuarta
Esta presentación implica un acto del Esta presentación, demás está señalarlo,
pulso creativo. El acto de seguir a al- ha de proceder de distinta manera que
guien, de ir tras lo que él dice. Y no sólo las tres presentaciones anteriores. Sin
para uno, sino para compartirlo con los embargo, ella no ha pensado en ningún
más; pues ese alguien es un religioso, un momento en constituirse como otro cua-
Santo de la Iglesia Católica: el Padre Al- derno–independiente; todo lo contrario,
berto Hurtado. ha querido formar parte de este estudio
del acto arquitectónico.
20
La austeridad del Padre Hurtado
Septiembre 1948
El Tedeum. Llevados hasta él por el Tedeum del Padre Hurtado. Ahora lo traemos
a la Santidad de la Obra, palabra poética que compareció junto al Salmo 104, en
traducción, versión, del poeta. Pero al traerlo no podemos dejar de considerar que el
Tedeum desea llegar a lo más; así, en una cierta proporción la Santidad de la Obra ha
de llegarlo también. Por eso se procede por pasos. En el primero de ellos se expone
sólo el Salmo 104. En las traducciones de libros de amplia difusión. Y del Salmo se
exponen versos de su final:
Por cierto oír la palabra no puede significar en manera alguna no distinguir lo que
acaece de lo posible –antes señalado–, sino precisamente buscar y encontrar en los
hechos la complejidad de la condición humana.
148
I. Primera Parte
1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 ı
Presentación Primera
11 12 13 14 15
Presentación Segunda
16 17 18 19
Presentación Tercera
Hoy día muchos sostienen que el mercado regula la relación entre el servicio y los
servidores. Por tanto éstos han de estar en conocimiento de las fluctuaciones de
dicha regulación.
152
La presente edición de 1000 ejemplares de
El Acto Arquitectónico estuvo a cargo de
Manuel F. Sanfuentes del .:Tig:. –Taller de
Investigaciones Gráficas de la Escuela de
Arquitectura y Diseño de la PUCV.
Catalina Porzio digitalizó las páginas ma-
nuscritas y realizó el montaje de los textos,
y en conjunto con Silvia Arriagada y Luis
Romanque se definieron los criterios gráfi-
cos y editoriales de la puesta en página.
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**
*
«Este cuaderno que no es el primero y que cuenta con va-
rios antecesores, recoge borradores y notas recientes y ya
añosas a fin de alcanzar una completitud que constituya una
base desde la cual –los que lo desean– partan a elaborar
ampliaciones, profundizaciones y aclaraciones o rectifica-
ciones, si fuera necesario».
9 788589 052825