Programa de fortalecimiento

de la gestión municipal
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M é x i c o
índice
Presentación

Programa de frortalecimiento

La unesco y los cambios de paradigmas en cultura y desarrollo

Luis Tiburcio

Conservación y puesta en uso responsable del patrimonio

cultural: un reto colectivo en el marco del desarrollo local

Ciro Caraballo Perichi

Valores del patrimonio cultural: componente de identidad

y herramientas de manejo desde las instancias municipales

Niklas Schulze

Municipios y gestión del patrimonio

Álvaro López Lara

Competitividad territorial, patrimonio cultural y municipios.

María Micaela Leal de Rodríguez

Xochimilco: de caso problema a experiencia piloto

Ciro Caraballo Perichi

1
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Programa de fortalecimiento de la gestión
municipal del Patrimonio cultural
E l Patrimonio Cultural es una herencia colectiva, un ca-
pital social no renovable, por lo que su conservación
y uso sostenible son responsabilidad de cada ciudada-
no. Ello permite asegurar el continuado disfrute de los sitios pa-
trimoniales por las futuras generaciones, así como su uso social
y económico sostenible. El manejo y gestión del patrimonio cul-
tural es una de las áreas emergentes en los programas de ge-
rencia pública municipal, en especial en aquellos municipios con
sitios de valor histórico y patrimonial, material o inmaterial.
Atendiendo a las necesidades del mejoramiento de las ca-
pacidades locales, y a los criterios de desarrollo sostenible, la
UNESCO ha diseñado un “Programa de Fortalecimiento para
la Gestión Municipal en el área de Patrimonio Cultural”. Está
orientado a mejorar la capacidad de generar una gestión ade-
cuada, la apropiación y participación comunitaria en los pro-
cesos, la conservación integral del bien y de sus valores, así
como el uso social y sostenible del mismo, incluyendo el turis-
mo alternativo.
El Programa estará dirigido tanto a municipios urbanos co-
mo rurales, dentro de la visión de mejoramiento de la calidad
de vida y desarrollo sostenible, con la participación de los ac-
tores locales en los procesos de gestión patrimonial.
El programa busca promover el diseño de planes integra-
les de manejo e indicadores de gestión patrimonial en las áreas
urbanas y rurales con valores patrimoniales. Su objetivo es for-
talecer las capacidades de la gestión municipal, proponiendo la
reorganización y actualización de los instrumentos de gestión
patrimonial de los municipios participantes, así como la capa-
citación de los funcionarios a su cargo. El programa se basa en
metodologías participativas con las cuales se pretende construir
acuerdos colectivos y monitorear los resultados e impacto de
proyectos específicos.
3
M é x i c o
Las actividades a realizar dentro del programa serían las
siguientes:
• Actualización de los profesionales a cargo de los programas
de manejo y gestión patrimonial, con base en las nuevas
convenciones mundiales de patrimonio material, inmate-
rial y diversidad cultural.
• Desarrollo de talleres participativos, y entrevistas calificadas
para la identificación comunitaria de los valores y atributos
del patrimonio cultural del municipio sus problemas y pro-
puestas de acción, a fin de integrar un censo colectivo de
recursos culturales locales, con la visión técnica y de los
principales actores culturales y sociales del territorio.
• Levantamiento de campo sobre el estado de conservación
del patrimonio cultural identificado y los usos sociales del
patrimonio por parte de los diversos actores del territorio.
• Identificación de los potenciales productos turísticos de los
centros y poblados históricos, tomando como base los re-
cursos culturales y la demanda de los mercados actuales.
• Análisis de la base normativa que rige el patrimonio cultu-
ral en cada municipio, así como el diseño de una propues-
ta de “Unidad de Gestión Municipal” específica para la
conservación y uso sostenible del mismo.
• Elaboración de una propuesta de Plan Integral de Manejo
del Patrimonio Cultural Municipal con indicadores asocia-
dos, conjuntamente con los actores institucionales y priva-
dos de cada municipio.
 El Programa de “Fortalecimiento Municipal para la Gestión Mu-
nicipal del Patrimonio Cultural” contempla tres fases de ejecución:
FASE I. Talleres participativos para identificar valores y atribu-
tos del Patrimonio Cultural. (Evaluación sobre el estado de con-
servación / elaboración participativa de lineamientos estratégicos
para su conservación y uso sostenible, en particular a través de
un turismo responsable).
FASE II. Asistencia técnica para el diseño del Plan Integral de
Manejo del Patrimonio Cultural Municipal / Identificación de la
Unidad de Gestión Municipal y los indicadores asociados para
el seguimiento.
FASE III. Asistencia técnica para la administración de los pro-
yectos piloto e identificación de posibles fuentes de financia-
miento alternativas.
La duración de cada fase oscila entre seis meses y un año de-
pendiendo de la complejidad de cada caso, y la fortaleza del gru-
po local de trabajo. Para las tres fases del programa, la UNESCO
cuenta con un grupo de expertos nacionales e internacionales
quienes se encargarán de proporcionar la asesoría técnica y pre-
sentarán informes periódicos sobre los avances y productos.
Una vez concluidas las tres fases pueden estudiarse el se-
guimiento de programas especiales de desarrollo en algún sitio
patrimonial de interés excepcional.
La UNESCO pone a disposición del programa sus especialis-
tas, nacionales e internacionales, en las siguientes áreas:
• Análisis Territorial
• Gestión del Patrimonio Cultural
• Diseño de Planes Integrales de Gestión e Indicadores
• Planeación Participativa y Desarrollo Local
• Turismo Sustentable
La UNESCO propone el trabajo por regiones, seleccionán-
dose una o dos por año, con unas 10 a 12 municipalidades aso-
ciadas por región, de manera de compartir los gastos que el
programa genere

Dirección: Presidente Masaryk Núm. 526, 3° piso, Col. Polanco, Delg. Miguel Hidalgo.
Teléfono: 55.30037600 Fax: 55.30037602 . Correo: UNESCO.patrimonio@gmail.com /
Responsable del programa: Maestro Ciro Caraballo Perichi,
Especialista de la UNESCO en Planes de Gestión del Patrimonio Cultural.
c_caraballo@unesco.org

4
La UNESCO y los cambios de paradigmas
en cultura y desarrollo
L
a Organización de las Naciones Unidas para la Educa-
ción, la Ciencia y la Cultura, fundada en 1945, está
constituida a la fecha por 191 Estados Miembros. El
objetivo de la UNESCO, establecidos en sus estatutos, es la
construcción de la paz en la mente de los hombres mediante
la educación, la cultura, las ciencias naturales y sociales, y la co-
municación. La construcción de una cultura de paz comienza
con la apertura de la mente de los hombres para incorporar
dentro de sus planes la equidad y la justicia. La paz es un pro-
ceso voluntario que se basa en el respeto de la diferencia y en el
diálogo. La UNESCO desea ser artífice de este diálogo y para
ello promueve la colaboración entre los pueblos, acompañan-
do a los Estados Miembros en la vía del desarrollo sustentable.
El desarrollo va más allá de las mejoras económicas y del acce-
so a bienes de consumo. Debe satisfacer todas las aspiraciones
humanas, sin mermar el patrimonio de las generaciones futu-
ras, y tiene su sustento en el establecimiento de una cultura fun-
dada en los derechos humanos y la democracia.
El acceso a la educación es sin lugar a dudas el reto funda-
mental del desarrollo. La educación es el instrumento primordial
para la construcción de un mejor futuro, permitiendo al indivi-
duo, desde su infancia, incorporar valores éticos en la construc-
ción de toda nueva propuesta de desarrollo. Al mismo tiempo los
rápidos cambios en los medios y sistemas de comunicación, la
construcción del conocimiento, son a la vez un reto y una opor-
tunidad para lograr estos fines. Incorporarse a las nuevas tecno-
logía de comunicación es un reto cultural, permitiendo ello
también una mayor participación de las nuevas propuestas de
productos y servicios solidarios en el mercado global. Es por ello
que uno de las metas de la UNESCO es promover el acceso uni-
versal a los distintos medios de comunicación, en especial a la In-
ternet, tanto en capacidad de manejo como en el acceso a los
recursos tecnológicos.
5
Luis Tiburcio
Director de la UNESCO en México
La educación es la única vía para la transformación socio-
cultural de la relación del hombre con su herencia ambiental y
cultural. La educación, a continuación de la familia, asienta los
valores sociales y los paradigmas que, como individuos y socie-
dades, perseguimos a lo largo de nuestras vidas. La educación
debe ir más allá de la acumulación de información y conoci-
miento, buscando rescatar la capacidad de reflexión, incorpo-
rando no sólo el pensamiento lógico occidental, sino la lectura
trascendente de la acción, componente básico de muchas otras
culturas vivas.
El cambio educativo también tiene que ver con la política y
con sus actores. La búsqueda de resultados rápidos, de corto pla-
zo, que incidan en resultados electorales, ha dejado de lado la vi-
sión a mediano y largo plazo en los programas oficiales. Los
complejos problemas que erosionan la equidad social, el mane-
jo responsable del medio ambiente y del patrimonio cultural, no
se resolverán con fuegos artificiales e inauguraciones de facha-
das y pavimentos.
Los programas de educación informativa y pragmática de-
ben abrir paso a propuestas educativas que aseguren la libertad
del individuo y la capacidad de reflexión, de interpretación, y de
selección. Es allí donde hay que iniciar la siembra de los concep-
tos de desarrollo sostenible. Hay que elaborar los nuevos para-
digmas, identificar los componentes para su transmisión, formar
a los docentes, y preparar todo el sistema educativo para acep-
tar estas nuevas propuestas. Aun estamos lejos de ese objetivo.
Recién hemos puesto como meta a lograr para el 2015 la educa-
ción primaria universal, expectativa que pareciera no pareciera
fácil de alcanzar en forma integral para América Latina en la fe-
cha establecida.
 El derecho a la cultura, a la identidad y a la creatividad, sus-
tentada en los saberes ancestrales y las prácticas culturales de las
distintas comunidades, es una de las líneas de desarrollo estable-
cidas en la Declaración de los Derechos Humanos. Para la UNES-
CO una de las áreas prioritarias de trabajo es el reconocimiento
de la importancia de la diversidad cultural para el desarrollo sos-
tenible de los pueblos y las sociedades, haciendo especial hinca-
pié en un enfoque holístico de la protección y salvaguardia del
patrimonio cultural en todas sus modalidades, tanto material co-
mo inmaterial. La cultura vista de este modo integral incide en to-
das las políticas económicas y sociales, por lo que se encuentra
en el centro de los debates contemporáneos sobre identidad, co-
hesión social, gobernabilidad y el desarrollo de una economía lo-
cal, siendo la diversidad cultural el capital de esta empresa. La
cultura enfrenta cuatro desafíos en el mundo contemporáneo:
1. Los complejos procesos de globalización y mundialización,
los cuales van más allá de la expansión del mercado, los
flujos migratorios, y las interdependencias económicas y
políticas. Esta dinámica ha creado formas nuevas de desi-
gualdad, más propicias a los conflictos culturales que a la
concreción del pluralismo cultural. Las profundizan el sen-
tido de frustración de gruesas capas de la población en mu-
chos países, poniendo en riesgo los avances alcanzados en
el acceso a la democracia y a la defensa de los derechos hu-
manos. La UNESCO entiende que la cultura no puede, en
ningún caso, ser una más de las mercancías puestas en el
juego de la oferta y la demanda, obviando la carga de iden-
tidad y valores sociales asociados a ella.
2. La creciente disminución de los recursos que los Estados in-
vierten en las áreas de promoción y difusión de la cultura,
bien la demanda de recursos para construcción de infraes-
tructura, bien por las políticas que establecen estos temas
6
como propios de la empresa privada. La UNESCO propo-
ne aumentar el porcentaje del presupuesto que los países
destinan a la cultura y la educación.
3. La creciente disparidad en la alfabetización digital, que de-
ja a la mayor parte de la población fuera de los canales de
transmisión de conocimiento y del diálogo entre culturas
y civilizaciones, así como genera una sub-valoración de mu-
chas de las lenguas del mundo. La UNESCO persigue la ex-
pansión del acceso a las nuevas tecnologías y la elaboración
de componentes de consulta en todas las lenguas posible.
4. La incorporación indiscriminada de tecnología sin evaluar
el impacto social y cultural en las prácticas y valores de las
sociedades. En este sentido la UNESCO apunta a la pro-
moción de una tecnología con ética, tal como sucede ac-
tualmente en las discusiones de las tecnologías productivas
alimentarias y la bio-ética. No sólo se trata de que tanto se
produzca con una nueva tecnología, sino que tanto constru-
ye, a quien beneficia, así como que tanto se destruye, física
y culturalmente. La tecnología es parte indisociable de la cul-
tura, sea esta herencia de los saberes ancestrales o recién in-
corporados. No hay tecnología culturalmente neutra.
La Oficina UNESCO en México otorga especial atención a
los temas antes expresados, en especial el papel de los gobiernos
locales en la conservación y uso sustentable de su diversidad cul-
tural y su patrimonio cultural material, como uno de los vehícu-
los que puede permitir mejorar los niveles de vida de la
población. Muy especial mención al reconocimiento de las dife-
rencias culturales y los nuevos retos que estos presentan a la
transferencia educativa. El centro de atención se ubica en el me-
joramiento de la calidad de vida de la población y el examen de
las oportunidades que brinda la singularidad de la diversidad
cultural para el desarrollo de los pueblos.
Conservación y puesta en uso responsable
del patrimonio cultural:
un reto colectivo en el marco del desarrollo local
L
a conservación y el uso responsable de la diversidad cul-
tural de los pueblos, es un reto que requiere de una
fuerte la voluntad política de los gobiernos locales, del
apoyo financiero de los gobiernos nacionales, de los espacios y
del soporte de la legislación internacional. Pero es ante todo un
reto que sólo será posible atender si se logra cambiar el paradig-
ma de desarrollo actual relacionado únicamente con valores aso-
ciados al consumo de bienes y servicios. Las propuestas de uso
sostenible del patrimonio cultural deben insertarse en las nue-
vas realidades del conocimiento, de la tecnología de la informa-
ción y comunicación, y de la movilidad social, enraizadas en el
capital social acumulado por la humanidad en los siglos anterio-
res. Una carrera de relevo, una responsabilidad que empieza a
ser asumida en México, particularmente por los gobiernos loca-
les, un país poseedor de una rica herencia cultural, y extraordi-
nariamente diverso.
Teniendo como norte el desarrollo sustentable local, las di-
versas oportunidades sociales existentes, y las alternativas eco-
nómicas adecuadas, se busca desarrollar acciones que sumen
-en una ecuación armoniosa- territorio, cultura, equidad y de-
rechos humanos, orientados a la construcción de una mejor ca-
lidad de vida de los ciudadanos. Los temas de ciencia y
tecnología, cultura, educación, derechos humanos, paz, son los
pilares de base de los programas que la UNESCO atiende. Allí
se inserta, transversalmente, la necesidad de fortalecer las capa-
cidades locales en la gestión del desarrollo, en particular cuan-
do los recursos a utilizar provienen de los bienes culturales,
materiales o inmateriales, heredados. Transferir instrumentos
para fomentar la práctica de una planificación participativa no
es un trabajo fácil. Sin embargo ya son muchos los proyectos
que permiten refrendar el avance alcanzado en la experiencia
de gestar sociedades más justas.
7
Ciro Caraballo Perichi
Especialista en Patrimonio Cultural
y Coordinador del Proyecto UNESCO-Xochimilco.
En una creciente mundialización, la economía, el medio
ambiente y los derechos humanos requieren cada vez más de
decisiones locales que permitan lograr un equilibrio entre cre-
cimiento y sustentabilidad consensuadas. Las instancias inter-
nacionales a tiempo que buscan incidir en las políticas públicas
de los países, también persiguen la formación de una ciudada-
nía activa y comprometida. Alcanzar resultados comprobables,
más allá de las declaraciones oficiales, es la meta a corto plazo.
Los ocho Objetivos del Milenio (2015) buscan impulsar resul-
tados mundiales comprobables en algunos de estos derechos
básicos. Cuatro de ellos están directamente relacionados con
metas en salud y educación. Los otros cuatro son lucha contra
la pobreza, equidad de género, medio ambiente y desarrollo
sustentable. Es aquí donde una propuesta de acompañamien-
to a los municipios mexicanos que poseen amplios recursos cul-
turales y baja calidad de vida cobra fuerza.
La pobreza es uno de los principales problemas para lograr la
sustentabilidad local. En la actualidad hay 213 millones de per-
sonas que viven en la pobreza en América Latina y el Caribe.1 La
pobreza es igualmente el principal detonador de las migraciones,
poniendo en riesgo la conservación de la rica diversidad cultu-
ral del planeta. Hoy 175 millones de personas habitan en un país
distinto al que nacieron y luchan fuertemente por conservar al-
gunos de los elementos básicos de su cultura, como el idioma.
La UNESCO defiende la causa de la indivisibilidad de la
cultura y el desarrollo, entendido no sólo en términos de cre-
cimiento económico, sino también como medio de acceder a
1 Jacques Diouf. Director general de la FAO. Informe General de la FAO. La Habana.
2004.
una existencia intelectual, afectiva, moral y espiritual satisfacto-
ria. Así el desarrollo puede definirse como el conjunto de capa-
cidades que permite a grupos, comunidades y naciones
proyectar su futuro de manera integrada. La diversidad cultural
es el capital social de la humanidad, el cual sumado al capital
científico- tecnológico y a la diversidad ambiental debería per-
mitir la construcción de acciones sustentables para lograr una
equidad en la calidad de vida de las personas que habitamos es-
te globo. Esta diversidad se manifiesta en la originalidad y la
pluralidad de las identidades que caracterizan los grupos y las
sociedades que componen la humanidad. Fuente de intercam-
bios, de innovación y de creatividad
La rápida expansión de valores y modelos de comporta-
miento no tradicionales, acelerados por el desarrollo y acceso
a los medios de comunicación, así como al mercado abierto de
ideas y productos, ha puesto en riesgo en corto tiempo la signi-
ficativa y compleja herencia de la humanidad: la “Diversidad
Cultural” . Esta se refiere a la multiplicidad de formas en que se
expresan las culturas de los grupos y sociedades, las formas
de creación artística, de producción, difusión, distribución y
disfrute de las expresiones culturales, cualesquiera que sean
los medios y tecnologías utilizados. Un mundo de valores
materiales e inmateriales que ha sido puesto en crisis en solo
unas pocas décadas. El sistema de libre intercambio apunta a
convertir buena parte de esa herencia en productos cultura-
les, puestas en circulación a través de los mecanismos de la
oferta y la demanda. Muchas naciones ven sin embargo en es-
ta herencia un capital social, una oportunidad para el desa-
rrollo de propuestas económicas alternativas, un ancla que
podría permitirle sortear la tormenta que auguran los cam-
bios sociales y económicos actuales, un valor colectivo que
relaciona sociedad y territorio mediante la construcción de
identidades.
Tal como lo expresó el propio Director de la UNESCO, Sr. Koi-
chiro Matsuura,…“la Declaración sobre la Diversidad Cultural as-
pira a preservar ese tesoro vivo y renovable que es la diversidad
cultural, para que no se perciba como patrimonio estático, sino co-
mo un proceso que garantice la supervivencia humana; aspira tam-
bién a prevenir toda tentación segregacionista y fundamentalista
que, en nombre de las diferencias culturales sacralice esas mismas
diferencias contradiciendo así el mensaje de la Declaración Univer-
8
sal de Derechos Humanos”.2 El 20 de octubre del 2005, en el mar-
co de la 33a Asamblea General de la UNESCO, se aprobó la “Con-
vención sobre la protección y promoción de la diversidad de las
expresiones culturales”, con el voto a favor de 148 países y los vo-
tos en contra de Estados Unidos e Israel.3 Con este instrumento le-
gal se pasa del enunciado del “deber ser”, a las propuestas. Una
convención que busca preservar las identidades, promoviendo el
uso de la cultura con sentido integral, no sólo como mercancía, y
asegurando al mismo tiempo un espacio de lucha por concretar los
derechos universales establecidos en la Declaración de 1948. La
nueva convención entrará en vigencia al ser ratificada por 30 de los
miembros y permitirá, entre otras acciones, elaborar políticas y es-
trategias de preservación y valorización del patrimonio cultural y
natural, en particular sobre el patrimonio oral e inmaterial, y com-
batir el tráfico ilícito de bienes y servicios culturales. La Conven-
ción hace especial énfasis en el respeto y protección de los sistemas
de conocimiento tradicionales, en particular los de las poblaciones
autóctonas; reconoce la contribución de los conocimientos tradi-
cionales a la protección del medio ambiente y a la gestión de los re-
cursos naturales, y favorece las sinergias entre la ciencia moderna y
los conocimientos locales.
Un tema fundamental en la relación de la cultura con el
mercado es el de las industrias culturales y el turismo. La Con-
vención establece mecanismos que permitirán ayudar a la crea-
ción o a la consolidación de industrias culturales en los países
en desarrollo, y en particular de los pueblos autóctonos, y con
este propósito, cooperar en el desarrollo de las infraestructuras
y las competencias necesarias, apoyar la creación de mercados
locales viables así como facilitar el acceso de los bienes cultura-
les de dichos países al mercado mundial y a los circuitos de dis-
tribución internacionales. Asimismo, una mayor difusión y
valoración del concepto de “turismo solidario” permitirá una re-
lación más equilibrada y equitativa con los pobladores y recur-
sos culturales de las comunidades anfitrionas.
Quizá lo más característico de esta época es la crisis existen-
te entre lo que se dice y lo que se hace. Que la mano derecha no
2 UNESCO Declaración Universal sobre la Diversidad Cultural. Documento prepara-
do para la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible, Johannesburgo, 26 de agos-
to – 4 de septiembre 2002. Serie sobre la Diversidad Cultural Nº 1.
3 Texto de la Convención: http://portal.unesco.org/culture/es
sepa lo que hace la izquierda, pareciera ser el lema de muchas
instituciones. Por una parte se hace hincapié en los derechos
humanos, la responsabilidad ambiental, la equidad, la justicia
social, mientras por el otro vemos políticas y obras públicas que
dan al traste con el capital ambiental y social acumulado por las
comunidades en siglos de equilibrios y usos sostenibles. Los
discursos y las acciones se hacen cada vez más distantes, con-
formando una realidad que a veces pudiéramos calificar de es-
quizofrénica. Los paradigmas se confrontan generando el
agotamiento de las estructuras políticas y sociales, así como la
pérdida de la esperanza en una vida mejor.
Estamos convencidos que el desarrollo de una visión dife-
rente, desde los gobiernos locales, poniendo el énfasis en los re-
cursos existentes y en la diversidad cultural, apoyará aún más
9
los esfuerzos realizados por los niveles de gobierno para el me-
joramiento de la calidad de vida de su población.
Patrimonio es herencia colectiva, y como tal su destino es-
tá en manos de las comunidades y de las estructuras de gobier-
no más cercanas decidir el destino de este importante capital.
Como en el caso de toda herencia recibida, podemos invertir el
capital adecuadamente y asegurar que éste multiplique su va-
lor, y que asegure a las siguientes generaciones un potencial de
desarrollo. En caso contrario, podemos abandonarla, o despil-
farrarla en fuegos de artificios de una noche, para encontrarnos
al poco tiempo sin capital para invertir.
La memoria y la identidad colectiva están en juego, y es res-
ponsabilidad de los líderes locales y los actores políticos asegu-
rar y consolidar su pervivencia.
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Valores del patrimonio cultural:
componente de identidad y herramientas
de manejo desde las instancias municipales
E
l patrimonio cultural no es un lujo de uso exclusivo por
algunos sectores sociales. Es parte de la realidad que en
la que nos movemos, de nuestra herencia y está estre-
chamente vinculado con nuestra identidad y nuestra manera de
actuar en el mundo. Por ello reconocer el patrimonio cultural,
y la manera de manejarlo responsablemente, son elementos de
gran importancia para cualquier nivel de gobierno. Los proce-
sos de gestión integral, basados en el reconocimiento colectivo
de los valores y atributos patrimoniales establecidos en un plan
de manejo, deben ser ampliamente participativos y tener con-
tinuidad.
Reconocer componentes de la identidad
El patrimonio cultural existe a diferentes escalas: hay expresio-
nes culturales que se reconocen en todo el mundo (ej. las pi-
rámides de Gizeh o la Muralla China) y otros que tienen
importancia local o incluso a nivel familiar. Lo importante de
este patrimonio, sea ‘grande’ o ‘pequeño’, es que nos conecta
con el pasado, reciente o remoto, y ello sirve como base en la
construcción de una identidad: individual, local, nacional, o in-
cluso, como parte de la humanidad.
La gran gama de diferentes marcos de identidad y sus ex-
presiones culturales asociadas, aseguran la sobrevivencia de la
diversidad cultural frente al proceso de cambio que, mediante
un tratamiento mercadotécnico, busca establecer una cultura
globalizada. El tener una identidad propia, distinta a la del ve-
cino, implica la posibilidad de tener para ofrecer algo descono-
cido o novedoso al ‘otro’. Solamente estas diferentes identidades
hacen posible - y al mismo tiempo necesario – la comunicación
en todas sus expresiones. Pero ¿Qué es ese patrimonio que for-
ma la base de nuestras identidades?
11
Niklas Schulze
Especialista en Proyectos de
Planificación y Desarrollo
Definir el patrimonio
El concepto de patrimonio ha evolucionado en los últimos años,
y ya no se reduce sólo a ciudades históricas y sitios arqueológi-
cos. Esto ha tenido repercusiones en la manera de percibir, va-
lorar y manejar los bienes patrimoniales. Las diversas
expresiones culturales que conforman el patrimonio cubren un
gran espectro, el cual abarca desde tradiciones orales, gastrono-
mía, instrumentos, técnicas y obras de arte, hasta monumen-
tos. Este patrimonio cultural, material o inmaterial, mueble e
inmueble, tiene en común que lo reconocemos, y por ello lo va-
loramos. Existen obras humanas en este mundo que siempre
han inspirado la admiración de gente de una gran variedad de
afiliaciones culturales. Al estar frente a estos casos excepciona-
les de patrimonio se percibe de inmediato que tienen un valor
excepcional, y que su desaparición sería una pérdida irremedia-
ble para el mundo. Sin embargo, en otros casos este valor no se
transmite o reconoce con tanta facilidad de una época a otra,
o por pobladores de otras regiones, e incluso, cambia con el
transcurso del tiempo: lo que hoy nos parece digno de ser pro-
tegido, hace 10 años a lo mejor no era considerado de interés.
Al adscribir reconocer y adscribir valores ‘creamos’ patrimonio.
El patrimonio existe entonces, fundamentalmente, en la
mente de la gente y cambia con el tiempo y el desarrollo de
nuevos conceptos. Uno de estos conceptos relativamente re-
cientes es el “paisaje cultural”. Aunque el concepto se origina en
el siglo XIX, el término mismo se atribuye a Carl Ortwin Sauer,
quién lo empezó a utilizar en los años 20 del siglo pasado: “La
cultura es el agente; el área natural, el medio; y el paisaje cultu-
ral, el resultado” (Sauer 1925, según Fowler 2003:18). A veces
se puede tratar incluso de paisajes que no llevan trazas de acti-
vidad humana. El valor cultural de estos sitios reside en el sig-
nificado que tiene el entorno natural y edificado, así como las
tradiciones que en él se desarrollan, para un grupo de personas.
Para la sobrevivencia de los valores asociativos o el signifi-
cado del lugar, muchas veces el patrimonio intangible en forma
de creencias, mitos, cuentos y ritos, entre otros, es crucial. En ca-
sos como los antes descritos y en sitios de la categoría de los pai-
sajes culturales vivos se incluye a los humanos en el concepto de
patrimonio, y su manera de interactuar con el paisaje es tan por-
tadora del valor como el paisaje mismo. León Pressouyre (2000)
lo dice en una frase: “La memoria son más que piedras”. Esta frase
en su sencillez reboza la amplitud de los nuevos retos que esta vi-
sión, aquí llamada ‘holística’, del patrimonio lleva consigo.
Identificar valores y atributos
Los valores, buena parte de las veces con contenidos inmateria-
les, tienen algún tipo de manifestación física, o atributo, que ac-
túa como portadora del valor. Si, por ejemplo, el valor de un
centro histórico reside en representar una influyente corriente
urbanística de un determinado siglo, los edificios y la traza ur-
bana son los portadores de este valor, y ellos tienen que ser fí-
sicamente conservados para poder transmitir el valor que
representan a generaciones futuras.
Existe entonces, una compleja gama de componentes que
forman parte de lo que podemos llamar el mosaico o “sistema
de valores” que define un sitio patrimonial. Estos valores no tie-
nen porque ser los mismos para los diferentes grupos de acto-
res que usan o disfrutan del sitio patrimonial, ni representar
para todos la misma importancia. El patrimonio es multivalente
y su valor no es inmutable (Torre y Mason 2002:3).
Al hablar de un sistema de valores se hace referencia a una
herramienta conceptual para representar el conjunto de valores
y atributos patrimoniales presentes, así como las interrelaciones
entre ellos. Cada parte integrante del sistema depende de las de-
más para su funcionamiento y sobrevivencia.
El sistema de valores patrimoniales se puede entender en
cinco subsistemas:
12
1.- Subsistema ambiental
2.- Subsistema social
3.- Subsistema cultural
4.- Subsistema tecnológico
5.- Subsistema económico
Ninguno de los valores contenidos en estos subsistemas, así
como ningún subsistema por sí sólo, podría ser representativo
del valor total. Justamente este valor surge de la interacción de
los seres humanos con sus actividades sociales, culturales, tec-
nológicas y económicas, con su medio ambiente.
De esta manera los subsistemas son asumidos como unida-
des analíticas y no deben ser vistos como mutuamente exclu-
sivos o cerrados. El valor de los monumentos arquitectónicos,
(perteneciente al subsistema cultural) con sus atributos, por
ejemplo una templo, pierde o cambia radicalmente de sentido
sin la religiosidad popular, el sentido de comunidad o la parti-
cipación social. La relación del calendario religioso y la agricul-
tura, expresado en distintos festejos, es otra de las maneras en
que se vinculan los valores de los subsistemas cultural y social.
Igual que los valores, que tienen su expresión física, los sis-
temas de valores tienen expresiones físicas en términos territo-
riales: al entender el patrimonio como sistema de valores, se
vuelve necesario proteger no solamente un edificio, sino el área
que contiene los elementos funcionales del (sub)sistema que da
vida al edificio.
Manejar patrimonio para las generaciones futuras
Este complejo conjunto de valores, por ende, es la combinación
de diferentes visiones del sitio que en muchos casos son com-
plementarios. Hacer explícitos los valores también hace posible
detectar contradicciones entre diferentes visiones que pueden
ser, aunque quizás no de manera explícita, la razón de conflic-
tos sociales, políticos, entre otros.
Esta visión holística del concepto de patrimonio, conectando
la naturaleza con la cultura y lo material con lo incluso intangi-
ble, amplía mucho el espectro de posibles ‘sitios patrimoniales’
y por primera vez incluye toda la gama de expresiones culturales
que son necesarias para formar una identidad, como se ha men-
cionado antes. Anteriormente, el ‘manejo’ de un sitio monumen-
tal, sea un sitio arqueológico en Latinoamérica, o un castillo me-
dieval en Alemania, muchas veces se reducía a cortar el pasto y
hacer que se viera ‘presentable’. Se conservaba y cuidaba la pie-
dra, pero no el significado del sitio o su autenticidad, ni el papel
que podría jugar en la comunidad que lo rodeaba. El patrimonio
no era visto como origen de identidad, sino meramente como cu-
riosidad o fuente de ingreso, ajena a los habitantes del lugar.
Al reconocer que patrimonio no es algo definido a priori, y
el hecho de que, al solo pensarlos estamos convirtiendo los edi-
ficios de una vieja fábrica ruinosa en ‘patrimonio industrial’, se
perfila otro reto: ¿Cómo reconocer los ‘sitios’ con valores patri-
moniales? ¿En qué está basada nuestra identidad, qué tiene el
valor suficiente para ser protegido del flujo del tiempo, que con
el deterioro natural y el desarrollo moderno se lleva lo antiguo?
A nivel municipal las preguntas ¿Qué proteger? y ¿Porqué pro-
tegerlo? pueden tener una gran gama de posibles respuestas que
en muchos casos, probablemente, incluyen referencias al valor de
identidad y el valor turístico. Sin embargo, mucho más importan-
te que la respuesta es el hecho de plantarse la pregunta. El inten-
to de desenredar y entender los complejos sistemas de valores es
el primer paso hacia un manejo sustentable del patrimonio: sola-
mente si se reconoce el valor patrimonial y las necesidades para su
conservación se puede proteger eficazmente el bien cultural.
Planes de Manejo
Hoy en día cualquier intento de manejo sustentable de un si-
tio patrimonial tiene que incluir a nivel conceptual todos los as-
pectos patrimoniales, y a nivel práctico necesita como base la
voluntad política y un presupuesto adecuado. El enfoque prin-
cipal de la protección y el manejo de un sitio siempre tienen
que tener en cuenta la calidad de vida de sus habitantes y los
valores patrimoniales. Los primeros pasos tienen que ser la
identificación de los valores del sitio y de los actores locales y
regionales. Solamente con ellos, nunca en contra, se puede lo-
grar la protección de un sitio a largo plazo. Este hecho hace ne-
cesario incluir programas de información y educación entre las
actividades de manejo, para promover una apropiación del si-
tio y de sus valores por parte de los lugareños.
13
Un Plan de Manejo es una herramienta multi-uso que per-
mite reunir y tratar todos los aspectos importantes para la so-
brevivencia del patrimonio. En el plan se formula una visión a
futuro para el sitio y sus aspectos patrimoniales. Las decisiones
acerca del sitio se tienen que tomar con referencia a esta visión.
El plan es el instrumento que facilita la obtención de consensos
y la conexión de diferentes actores (ej. diferentes niveles de go-
bierno, sociedad civil, universidades, ONG’s etc.). Así el plan
de manejo es un instrumento que:
•Ayuda a los administradores del bien patrimonial a tomar
decisiones estratégicas coherentes;
•Simplifica la evaluación de impacto que futuros proyectos
(ej. de desarrollo urbano) pueden tener sobre el sitio y sus
valores;
•Ofrece los elementos para reconciliar conflictos de intereses;
•Clarifica una gama de contextos legales;
•Convence a potenciales donadores que el sitio está bien
manejado (hoy en día un Plan de Manejo operativo, que
asegura continuidad y seguimiento, es el prerrequisito pa-
ra cualquier inversión o préstamo de importancia);
•Facilita priorizar la asignación de recursos humanos y fi-
nancieros;
•Es un medio para la diseminación de la visión sobre el fu-
turo del sitio a todos los involucrados;
•Fomenta el conocimiento y la apropiación del sitio por
parte de los actores sociales;
•Promueve el desarrollo sustentable y una mejora de la ca-
lidad de vida en y alrededor del sitio, sin poner en peligro
los valores del bien;
•Apoya la retención o recuperación del significado de un
bien para su transmisión a futuras generaciones.
Los sitios patrimoniales forman parte del mundo real, y los
planes para su protección tienen que reflejar la realidad que los
rodea o con la que conviven. Los sitios siempre están en desarro-
llo; si se congela esta dinámica se acaba el “espíritu” del lugar y
con esto, una de sus más importantes características patrimonia-
les. Por ello, los planes del sitio deben tomar en cuenta los impac-
tos directos e indirectos de los planes de desarrollo locales y
regionales que tienen influencia sobre el sitio, con la conciencia
de que el patrimonio es un recurso no renovable. Los planes de
manejo más útiles en muchas ocasiones son concisos, líneas es-
tratégicas y orientaciones: “Cartas de navegación”, que indican la
dirección a seguir, sin tratar de tener la respuesta completa o el
proyecto detallado, para cualquier problema posible. Dado que
los sitios existen en un contexto que cambia constantemente, los
planes de manejo deben que ser evaluados periódicamente y
adaptados a las nuevas necesidades y circunstancias.
El éxito del manejo de un sitio depende en gran parte de la par-
ticipación de todos los actores construyendo una visión en común.
Resulta de gran importancia que se involucren los diferentes nive-
les de gobierno, expertos, habitantes, usuarios e inversionistas, no
solamente en la elaboración de la visión a futuro del sitio, sino tam-
bién en el proceso de aplicación del plan. Una parte esencial del
plan es definir claramente cuales serán los mecanismos para reali-
zar los objetivos, y los procesos de toma de decisiones.
Monitoreo
El ICOMOS, en la llamada “Carta de Burra” (ICOMOS 1981:
Artículo 2), definió el objetivo de la conservación como el de
“retener o recuperar el significado de un lugar”. Este significa-
do o valor que se pretende retener es la razón primaria para la
14
conservación de un sitio. Debemos partir, entonces, de la iden-
tificación de los valores presentes en el sitio, pasando a la iden-
tificación de los atributivos materiales donde estos valores se
manifiestan. Ello permitirá identificar los distintos factores que
afectan la permanencia del bien, tanto en lo material como en
sus componentes inmateriales.
Un sitio está sujeto a un proceso de cambio causado por
una gran gama de factores que se dejan agrupar en influencias
humanas y ambientales. Estas influencias afectan a los atribu-
tos de los valores y por eso pueden amenazar los valores patri-
moniales mismos.
Los problemas pueden tener origen en varios ámbitos. Hay
cambios a nivel mundial o regional que no pueden ser fácil-
mente controlados desde el sitio. Los gobiernos locales o los ad-
ministradores de sitios tienen que trabajar en conjunto con los
gobiernos de más alto nivel u organizaciones internacionales,
para detectar los problemas y prepararse para enfrentarlos. Con
los problemas que se originan dentro del sitio la meta debería
ser no solamente la preparación de una respuesta (ej. planes de
emergencia, capacitación de personal del sitio, campañas de in-
formación), sino trabajar para controlar o remover las causas de
cada uno de ellos. Los problemas, tanto como los valores y co-
mo los atributos pueden agruparse en los subsistemas arriba
presentados.
 El monitoreo del sitio sirve para dar seguimiento al estado
de conservación del sitio y de sus valores, a tiempo que ayuda
a medir el impacto que los problemas tienen en la permanen-
cia del bien. Para poder monitorear el estado de conservación
del sitio y de sus valores es necesaria la definición de un juego
de indicadores que permiten medir el cambio (ej. tipo de uso
de suelos, grado de contaminación, cantidad de visitantes etc.).
Al definir los indicadores también se tiene que indicar cómo se
van a medir los cambios, y dónde, y en qué formato se van a al-
macenar los datos generados. La evaluación del plan de mane-
jo debería enfocarse en el análisis del impacto de las medidas
tomadas, la eficacia del uso de recursos (financieros y humanos)
y el desarrollo del sitio. Conforme a los resultados de la evalua-
ción se tienen que ajustar las actividades previstas. Dado que el
manejo del sitio debe de ser flexible y reconocer las realidades
actuales, la implementación de un plan de manejo debe de ser
acompañado por un sistema de gestión que facilite los espacios
para la toma de decisiones, y una entidad encargada de hacer el
seguimiento y monitoreo de las acciones. Es importante resal-
15
tar que la elaboración del Plan de Manejo no es el final de un
proceso, sino el inicio del mismo.
Conclusiones
El desarrollo de un concepto holístico de patrimonio, que in-
cluye expresiones culturales tangibles e intangibles, móviles e
inmóviles, establece la gran relevancia social del patrimonio y
de su conservación. El patrimonio es la base de la identidad de
grupos a diferentes escalas de inclusividad y los conecta con sus
tradiciones y su pasado. En el centro del concepto del patrimo-
nio reside el valor que tiene el sitio o la expresión cultural pa-
ra los actores. Un manejo responsable y sustentable de estos
valores patrimoniales se facilita por el uso de un plan de mane-
jo, que permite la concertación de diferentes visiones y la coor-
dinación de una gran gama de actores. Solamente si se reconoce
y entiende el valor patrimonial y las necesidades para su con-
servación se le puede proteger eficazmente.
Municipios y gestión del patrimonio
E
n las dos últimas décadas se ha difundido una clara ten-
dencia hacia la descentralización de las estructuras po-
lítico-administrativas de los Estados latinoamericanos,
de tal forma que la transferencia de responsabilidades y atribu-
ciones desde el gobierno central hacia las unidades subnaciona-
les constituye un ámbito esencial de los procesos de
democratización.
Un actor clave de las dinámicas de descentralización es el
municipio. En tanto entidad de gobierno local, ha experimenta-
do el efecto de tres factores de cambio: 1) el primero deriva de
la propia lógica de la descentralización, pues al transferir respon-
sabilidades y funciones hacia los gobiernos municipales, éstos
aumentaron su influencia en el diseño e implementación de po-
líticas del desarrollo; 2) en segundo término, la propia estruc-
tura legal e institucional del municipio está siendo redefinida
como resultado de complejos procesos de reforma institucional
que promueven nuevos esquemas de organización, asignación
de recursos fiscales y coordinación intergubernamental; 3) por
último, los gobiernos municipales son una arena importante de
la competencia partidista a nivel subnacional, y forman una
suerte de “laboratorio” de experiencias de gobierno compartido
y alternancia política.
En México, la reforma del municipio ha seguido una vía
gradualista con lógicas de cambio discontinuas que combinan
impulsos hacia su fortalecimiento, así como la subsistencia de
reglas y procedimientos que retrasan la implantación de una
buena gobernanza municipal. La entrada en vigor de la reforma
municipal realizada en 1999, introdujo cambios importantes al
artículo 115 de la constitución mexicana que representan un
avance en diversas áreas de la estructura y competencias de los
ayuntamientos. Entre las innovaciones más importantes con-
tenidas en la reforma: se establece el reconocimiento del gobier-
no municipal como ámbito de gobierno, sin que exista entre
17
Álvaro López Lara
Especialista en Programas de Participación
este nivel y el estado autoridad intermedia y además reconoce
el derecho de los municipios a coordinarse para asociarse en la
prestación de servicios públicos u otras funciones.
Otro aspecto sustancial de la citada reforma consiste en la
definición de las competencias municipales en materia de su-
ministro de servicios públicos, agregando a las atribuciones de
los municipios el tratamiento y disposición de aguas residuales,
el equipamiento de calles, parques y jardines. En el texto vigen-
te del artículo 115 constitucional (Constitución Política, art.
115-fracción V) se faculta a los municipios en términos de las
leyes federales y estatales relativas, para formular, aprobar y ad-
ministrar la zonificación y planes de desarrollo urbano munici-
pal: la creación y administración de reservas territoriales y zonas
de reserva ecológica, así como a celebrar convenios para la ad-
ministración y custodia de las zonas federales.
La incorporación de nuevas áreas de la gestión municipal
en la Constitución Federal, parte del reconocimiento de que la
agenda municipal se ha diversificado al asumir complejas áreas
de problemas públicos, tales como la gestión ambiental, el or-
denamiento urbano, el manejo de desechos sólidos, la promo-
ción turística y la preservación del patrimonio.
El rol del municipio en la gestión del patrimonio
De acuerdo con la legislación mexicana, la responsabilidad
principal sobre la investigación, protección, conservación, res-
tauración y recuperación del patrimonio nacional correspon-
de al Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH),
especialmente en lo relativo a la custodia del patrimonio pa-
leontológico, arqueológico e histórico de los periodos prehispá-
nico, virreinal. Por su parte el Instituto Nacional de Bellas Artes
(INBA), es la instancia responsable de la preservación del patri-
monio artístico del siglo XX.
La legislación federal y su reglamento establecen claramen-
te que el área de atribuciones de las autoridades de los estados
y municipios en la restauración y conservación de monumen-
tos históricos y arqueológicos se haya supeditado a la regula-
ción de las agencias federales4.
Bajo esta perspectiva, parece que el rol del municipio en la
salvaguarda y gestión del patrimonio es bastante limitado y de
carácter auxiliar. Sin embargo, una mirada más atenta e infor-
4 El artículo 7º. de la Ley Federal sobre Monumentos y Zonas Arqueológicos,
Artísticos e Históricos, señala que las autoridades de los Estados, Territorios y
Municipios cuando decidan restaurar y conservar los monumentos arqueológicos e
históricos lo harán siempre, previo permiso y bajo la dirección del Instituto Nacional
de Antropología e Historia (Ley Federal sobre Monumentos, 1972).
18
mada de una visión holística del patrimonio nos llevaría a des-
cubrir diversas categorías no reconocidas en la noción clásica
de “patrimonio construido”. La complejidad de las relaciones
culturales a nivel de las regiones y localidades de México, se ex-
presa también en variadas categorías y escalas del patrimonio:
el patrimonio cultural material o tangible (monumentos, cen-
tros históricos, museos, obras artísticas) es solo una parte de ese
legado, al que cabe incorporar la riqueza de manifestaciones del
patrimonio inmaterial (expresiones culturales como fiestas,
danzas, conocimientos, tradición oral).
Para completar el cuadro anterior, cabe aludir a dos aspec-
tos que refuerzan el argumento de la complejidad del campo
cultural: por un lado está la emergencia de nuevas categoriza-
ciones de los bienes patrimoniales como los paisajes cultura-
les; y por otro, la reivindicación de las culturas locales y su
expresión en un conjunto de patrimonios culturales locales, que
han sido desatendidos por las políticas nacionales de protec-
ción y salvaguarda.
Desde luego, no se trata solamente de identificar cuál pue-
de ser el nuevo rol de los municipios ante la protección del pa-
trimonio material (en su versión clásica de patrimonio
construido), sino de perfilar instrumentos de gestión que otor-
guen un mayor activismo gubernamental de los municipios an-
te la protección, revalorización y difusión del patrimonio
inmaterial y sus interrelaciones en la vida cultural local. Esta
búsqueda nos llevaría a desarrollar una gestión integral del pa-
trimonio que supere las concepciones tradicionales o conserva-
cionistas, caracterizadas por su énfasis en preservar la
autenticidad de construcciones y monumentos.
Por añadidura, el replanteamiento de la noción de patrimo-
nio, lleva implícito un concepto más integral y dinámico de la
gestión, a la cual se puede definir como el “conjunto de actua-
ciones con el objetivo de conseguir una óptima conservación de
bienes patrimoniales y un uso de estos bienes adecuado a las exi-
gencias sociales contemporáneas” (Ballard y Tresserras, 2001)
Una de las áreas menos desarrolladas de la gestión patrimo-
nial es el tratamiento del patrimonio inmaterial. Se carece de
una adecuada definición de criterios de preservación, de instru-
mentos de registro y de mecanismos para su difusión y apropia-
ción. Es justamente esta área de la gestión la que plantea nuevos
retos para los gobiernos municipales, las instancias federales y
organismos internacionales como ICOMOS y UNESCO.
En el contexto de la globalización cultural y sus efectos di-
fusos sobre las regiones de México, es impostergable desarrollar
una política cultural coordinada -entre el nivel municipal, esta-
tal y federal de gobierno- que se oriente hacia la preservación
y difusión de las “culturas vivas” y sus expresiones intangibles.
En otras palabras, se requiere de una política cultural que abra
a las poblaciones locales, diversas oportunidades de participar
en la modernidad sin perder sus tradiciones, costumbres y mo-
do de vida
Como ya hemos apuntado, la gestión del patrimonio inma-
terial presenta una serie de dificultades y dilemas no resueltos
por los expertos de la gestión cultural. En primer lugar está la
propia noción de patrimonio inmaterial o intangible. Al cual po-
demos definir como las prácticas, representaciones, expresiones,
conocimiento, habilidades, instrumentos, objetos, artefactos y
19
espacios culturales reconocidos como parte de una herencia cul-
tural determinada (UNESCO, 2000). En segundo lugar, figura
el reto de construir indicadores de gestión que al mismo tiempo
aporten elementos para conocer el “estado de conservación” del
patrimonio inmaterial. Por último, se plantea el problema rela-
tivo a los medios para preservar expresiones como las fiestas, la
música, la tradición oral y otras manifestaciones inmateriales o
intangibles. Cuando las políticas de preservación del patrimonio
inmaterial recurren a instrumentos como los inventarios audio-
visuales de fiestas, danzas, música y culturas de la alimentación,
de alguna forma buscan constituir las culturas vivas en una rea-
lidad tangible (objetivizandolas) y pueden llevar a una folklori-
zación de las culturas populares.
Más allá de la identificación de áreas emergentes de la gestión
patrimonial a nivel municipal, se ubica la discusión suscitada re-
cientemente en la esfera legislativa, acerca de las competencias y
responsabilidades de las entidades federativas y municipios en la
preservación del patrimonio nacional. La aprobación de una re-
forma constitucional en la Cámara de Senadores5 el pasado 27 de
abril de 2006 (Gaceta Parlamentaria, 27/04/2006) -que incluyó
reformas a los artículos 27 y 124 constitucionales en las que se
otorgan más atribuciones a los gobiernos estatales y municipa-
les en la administración de monumentos arqueológicos, artísticos
e históricos- desató una intensa polémica y oposición de funcio-
narios y organizaciones culturales. Los argumentos se han pola-
rizado en dos posiciones que revelan distintas concepciones de la
gestión del patrimonio: por un lado, los autores de la reforma,
han argumentado la necesidad de fortalecer el federalismo y las
competencias de las entidades federativas y municipios en la ges-
tión patrimonial; por otro, algunos funcionarios del INAH y or-
ganizaciones culturales, sostienen que la reforma contradice la
legislación vigente, pues al debilitar el papel de las agencias fede-
rales en la protección de los bienes patrimoniales, se deja el cami-
no abierto a los intereses de empresarios locales, agencias
turísticas y burocracias locales que pueden realizar intervencio-
nes al patrimonio sin atender a los criterios fijados por instancias
como el INAH y el INBA.
4 Conviene aclarar que la reforma aprobada por el Senado no ha completado el pro-
ceso de aprobación legislativa, ya que el procedimiento de reforma o enmienda de la
Constitución Federal, requiere que la reforma sea examinada y votada en la Cámara
de Diputados, que en este caso funge como cámara colegisladora.
Los centros históricos
La acción del municipio en el manejo y conservación de cen-
tros históricos es un área estratégica de la gestión patrimonial.
Los centros históricos son espacios urbanos en cuyos conjun-
tos monumentales y calles, subsisten valores simbólicos, estéti-
cos y sociales que ya fueron borrados de otros espacios de la
ciudad a causa del acelerado ritmo de transformaciones en la
morfología urbana (Caraballo, 2005). Dicha riqueza cultural les
confiere a los centros históricos el papel de “conservatorios de
la memoria”, puesto que en muchos casos son el referente de la
historia y la identidad nacionales.
Las políticas de protección del patrimonio de los centros
histórico suelen enfatizar la idea de preservar el “patrimonio ar-
quitectónico”, argumentando un interés cultural, artístico o his-
tórico que les lleva a desconocer los usos sociales de habitantes,
usuarios y los aspectos cotidianos de la cultura local. La dificul-
tad de estas políticas centradas en el patrimonio construido es-
triba en que al excluir a los pobladores y usuarios pueden
generarse fuertes conflictos por el proceso de apropiación del
suelo urbano (Capron y Monnet, 2003: 107-113). En conse-
cuencia, el reto de las políticas de manejo de los centros histó-
ricos consiste en llevar a cabo la rehabilitación de sus
monumentos, barrios y otros espacios públicos, incluyendo los
usos, prácticas y formas de habitar de los distintos actores.
Lo anterior implica el reconocimiento de que los centros de
las ciudades son manifestaciones del patrimonio material e in-
material, y que por consiguiente, es importante conservar los
atributos del patrimonio construido, pero también los sentidos
sociales de su uso. El tejido cultural de los centros incluye ade-
más del patrimonio construido un flujo de símbolos, imágenes,
ruidos, olores y vivencias sociales, procedentes de sus habitan-
tes, usuarios y sus actividades cotidianas.
Desde otra perspectiva se ha querido reducir el valor de los
centros históricos a la categoría de “atractivo turístico”, este sesgo
en el manejo del bien, a menudo es respaldado por alianzas en-
tre empresarios locales, funcionarios y operadores turísticos, y ha
conducido a intervenciones que afectan la integridad y el contex-
to de lectura del patrimonio urbanístico.
20
Recursos patrimoniales y desarrollo local
El patrimonio es un recurso cultural que está a disposición de
los agentes locales y puede ser una palanca del desarrollo. Su
conservación significa el aumento del potencial de un recurso
no renovable que ofrece a la región y al municipio una suerte
de ventaja competitiva para el desarrollo sostenible. La apropia-
ción y el aprovechamiento del patrimonio con fines sociales -
esto es como vehículo de educación, atracción turística o cultu-
ral - solo es factible si se preservan sus atributos de autenticidad
y valores excepcionales de referencia.
Pero también determinados usos y apropiaciones del patri-
monio pueden llevar a su destrucción; factores como el creci-
miento urbano incontrolado, flujos turísticos masivos y la
mercantilización indiscriminada de los objetos culturales. Cuan-
do el patrimonio se transforma en un objeto más de consumo
se corre el riesgo de la pérdida de sentido y relación con el con-
texto original de producción y uso (Joseph, Ballard, 2001).
¿Cómo entonces puede lograrse un aprovechamiento ópti-
mo del patrimonio para el desarrollo local? El problema de fon-
do de la dimensión cultural del desarrollo, consiste en
aprovechar la ventaja competitiva que ofrece la cultura local,
respetando las identidades culturales, las culturas e ideologías
locales y su derecho a la diversidad. Nuevamente, es necesario
ir más allá de la noción de patrimonio material para entender la
dinámica de la preservación y cambio de las culturas locales. La
manifestación de las culturas populares ubicadas en regiones es-
pecíficas y el patrimonio monumental son un rico legado que
puede ser al mismo tiempo el eje de una estrategia de desarro-
llo para generar empleos, inversiones económicas, alternativas
de recreación y turismo a nivel nacional y global, pero también
el patrimonio es el filtro que otorga a las regiones la posibilidad
de diferenciarse y conservar elementos de identidad que permi-
tan enfrentar los efectos difusos de la globalización cultural.
Hacia una gestión participativa
Uno de los requisitos para alcanzar la gestión integral del patri-
monio y un desarrollo local que tome en cuenta la dimensión
cultural y social es la participación comunitaria. Puesto que las
decisiones relativas al manejo y gestión del patrimonio no pue-
den reducirse a elecciones técnicas, sino que requieren eleccio-
nes de valor sobre las prioridades de los individuos y
comunidades, así como elecciones sobre la distribución de cos-
tes, beneficios y riesgos, es imprescindible dar impulso a la par-
ticipación comunitaria en la construcción de proyectos
relacionados con el patrimonio.
La participación es un mecanismo que permite llegar a deci-
siones colectivas, en la medida que la ciudadanía se involucra en
el proceso de toma de decisiones, el diseño, la implementación
de proyectos y la evaluación. Ello significa que su efectividad au-
menta cuando está presente en todo el ciclo del proyecto: el diag-
nóstico, el trazo de la zonificación, las acciones y criterios, la
instrumentación, el monitoreo y el seguimiento (Nirenberg,
2003: 30-31). Entre las ventajas de la participación podemos
mencionar las siguientes: la participación mejora la toma de de-
cisiones ya que aporta más información sobre las preferencias de
los actores, fomenta la comunicación y reduce el riesgo de que
los participantes rechacen los resultados de un proyecto. La par-
ticipación hace posible que un mayor número de personas per-
21
tenecientes a la comunidad comprenda y apoye los proyectos y
acciones incrementando así la legitimidad y apoyo en la imple-
mentación (Fung y Wright, 2003: 41-47). Finalmente, la parti-
cipación estimula la educación pública, en tanto que los
ciudadanos aprenden sobre la lógica de las decisiones, compar-
ten información básica sobre cuestiones técnicas y la compleji-
dad de los valores e intereses implicados (Meadowcroft,2003).
No obstante, sería erróneo asumir que la participación, más
intensiva, la más amplia y frecuente es la mejor participación,
ya que en algunos casos el resultado puede arrojar un debilita-
miento de la autoridad y la rendición de cuentas de los gobier-
nos electos. De ahí que se deba poner sumo cuidado en el
diseño de los espacios y las metodologías de participación. La
participación debe ser cuidadosamente diseñada en función de
las circunstancias específicas de cada contexto. En primer lugar
es recomendable atender al área de influencia geográfica y al
perfil sectorial de los actores. Es indispensable elaborar el “aná-
lisis de los grupos de interesados”: conocer y comprender a los
grupos implicados en los problemas que la estrategia intenta
tratar y que deben involucrarse de una forma u otra en la defi-
nición de las posibles soluciones. En lo que respecta al manejo
del patrimonio, resulta muy provechoso identificar la red de ac-
tores e intereses, las demandas, conflictos, modos de acción y a
los potenciales socios del proyecto.
Para logra un proceso de participación exitosa es conve-
niente recurrir al amplio repertorio de metodologías participa-
tivas como: 1) La Evaluación Rural Participativa (PRA). Este
enfoque se basa en la idea de que los grupos urbanos y campe-
sinos son capaces de analizar las situaciones locales y empren-
der acciones basándose en diagnósticos, planificación y
evaluación de proyectos. 2) La Conferencia de Búsqueda (Search
Conference). Un instrumento de planificación participativa que
permite crear un diálogo efectivo entre las organizaciones de ba-
se y los técnicos en áreas específicas para el análisis y solución
de problemas. 3) La Metodología del Marco Lógico. Que se refie-
re a un enfoque secuencial, en el que las discusiones de grupo
siguen un orden predeterminado. Constituye un método de pa-
sos encadenados con un sentido definido: estos son el análisis
de la participación, el análisis de los problemas, análisis de los
objetivos, análisis de las alternativas o estrategias y la matriz de
planificación del proyecto.
 Con base en estas metodologías se pueden diseñar formas de
participación adecuadas para cada actor y contexto. Por ejemplo,
algunos espacios de participación pueden estar dirigidos funda-
mentalmente a grupos interesados o bien ser abiertos a la ciuda-
danía en general. Otro aspecto que importa al diseñar la
participación, es atender a las oportunidades y limitaciones con-
tenidas en el marco legal que regula los procesos participativos.
En la estructura de gobierno de los municipios mexicanos
existen diversos órganos facultados para promover la participa-
ción comunitaria tales como: 1) el Comité de Planeación para el
Desarrollo Municipal que se encarga de promover, actualizar e
instrumentar como instancia propositiva y ordenadora el Plan
Municipal de Desarrollo, mediante un proceso de participación
organizada;2) el Consejo de colaboración municipal, el cual es una
forma de organización de participación de la comunidad que se
integra con los presidentes de las juntas de vecinos de cada co-
lonia, pueblo o localidad del municipio; 3) los Consejos de par-
ticipación ciudadana que funcionan como órganos
coadyuvantes de la administración pública municipal en la ges-
tión, promoción, ejecución y vigilancia de los planes, progra-
mas, obras, acciones y servicios municipales (SEDESOL, 2004).
Comité Comunitario
Junto a estas instancias institucionalizadas de participación
comunitaria, existen una serie de figuras organizativas que per-
miten la participación de la sociedad civil local mediante los
Comités de Manzana, las asociaciones de colonos, las juntas de
vecinos y las diversas asociaciones civiles interesadas en la pro-
tección del ambiente, de los derechos humanos, de la niñez y
la familia; o bien en el desarrollo de la salud, la educación, la
ciencia y la tecnología; así como para la protección y difusión
del patrimonio cultural.
La formación de gestores del patrimonio
Otro prerrequisito de la gestión integral del patrimonio es con-
tar con cuadros técnicos a nivel municipal que tengan una for-
mación apropiada para desarrollar actividades ligadas a la
preservación, la documentación, la divulgación y el diseño de
proyectos de rehabilitación de monumentos, barrios, paisajes
22
culturales, museos o sitios arqueológicos. Dado que en el ám-
bito de las profesiones en México no se ha desarrollado la pro-
fesión específica de “gestor del patrimonio”, es necesario
recurrir a la integración de redes de expertos mediante la cola-
boración con instituciones académicas, organismos internacio-
nales, asociaciones civiles y organismos gubernamentales, a fin
de generar un sistema de formación de gestores del patrimonio
a nivel municipal.
En ese contexto, la iniciativa de la UNESCO-México consis-
te en diseñar un Programa de fortalecimiento de la gestión munici-
pal para la conservación y uso sostenible de los centros y poblados
históricos, el cual tiene como meta impulsar un sistema de forma-
ción de gestores del patrimonio dirigido a los funcionarios de los
ayuntamientos y las asociaciones civiles interesadas en la protec-
ción y salvaguarda del patrimonio local. Dicho programa busca:
• Difundir el conocimiento sobre el manejo de sitios de pa-
trimonio, a partir de una visión holística del patrimonio,
en donde se consideran todos los elementos naturales y
culturales, materiales e inmateriales, que son heredados
y forman parte de la historia y la cultura local.
• Fortalecer el estudio, registro y catalogación del patrimo-
nio material e inmaterial de los municipios.
• Aportar herramientas metodológicas y técnicas para la ad-
ministración, el diseño de políticas e instrumentos ade-
cuados para la conservación, rehabilitación y difusión del
patrimonio.
• Promover la participación de los ciudadanos y las asocia-
ciones locales en los programas de conservación del patri-
monio y establecer indicadores sobre el estado de
conservación y los usos del patrimonio.
Finalmente el programa de fortalecimiento de la gestión
municipal busca establecer las bases para el diseño de un sis-
tema de gestión del patrimonio que incorpore a los funciona-
rios municipales, las asociaciones civiles y grupos culturales. Un
sistema de gestión que permita además la coordinación eficien-
te con las instancias de los gobiernos estatales y las agencias fe-
derales en el marco de las competencias señaladas por la
normatividad vigente.
Competitividad territorial, patrimonio
cultural y municipios.
C
uando de competitividad territorial se habla, el pro-
tagónico papel de los gobiernos locales se releva.
Más allá de la optimización de las cadenas de servi-
cios o productos, la promoción de un municipio desde normas
claras, incentivos locales para el fomento de actividades produc-
tivas y sociales, una población educada, que valoriza su ámbi-
to de vida, así como una óptima red de servicios públicos y
vialidad, alienta a los inversionistas y a los mercados consumi-
dores a interesarse en ella: otorga estabilidad a ambos.
Sin variar el proceso, ya sea en el ámbito rural o urbano, el
camino de la competitividad se inicia con un ejercicio de visión
de futuro que toma en cuenta la identidad, los recursos y la
imagen que expresa el territorio: se intentan identificar las ten-
dencias y entender cómo pueden afectar o resultar una oportu-
nidad para el desarrollo local.
No interesa, por tanto, pronosticar el futuro. Es ser capaces
de anticiparlo y ver las necesidades en términos de capital so-
cial, capital humano, capital territorial y gobernabilidad sobre
el mismo –desarrollo de las instituciones y voluntad de promo-
ción- discerniendo los futuros posibles y los futuros probables
dentro de los posibles, como también los futuros plausibles
dentro de los probables.
En esta reflexión es donde el patrimonio cultural -como va-
lioso recurso para el desarrollo local- pasa de ser observado co-
mo agente pasivo a agente activo; como inestimable recurso
social y económico. El reto es romper un paradigma: hacer en-
tender a políticos y funcionarios que el valor de uso del patri-
monio cultural puede aportar al mejoramiento de la calidad de
vida local tanto como la industria textil, la farmacéutica o la
agricultura. Es más, a diferencia de ellos, mantiene una excep-
cionalidad, pues es un recurso específico y no genérico del te-
rritorio al sellar su identidad en habilidades ancestrales que no
23
María Micaela Leal de Rodríguez
Especialista en Proyectos
de Planificación y Desarrollo
requieren de gran inversión para ser aprehendidas, sólo requie-
ren de apropiación, conservación y uso sostenible.
En este sentido, es importante identificar cuáles podrían ser los
aspectos que deben ser fomentados por los municipios para el de-
sarrollo de la competitividad territorial en términos de la cultura:
1. El reconocimiento y gerencia del patrimonio cultural co-
mo recurso para el desarrollo.
2. El capital social visto desde la capacidad de asociación pa-
ra generar cadenas de servicios: la capacidad de las empre-
sas de integrarse en varias ofertas o participar en las redes
de cambios y de promoción en la cadena de comercializa-
ción de productos o servicios culturales, aún agregando
valor a otras actividades económicas.
3. El capital humano: el nivel de formación para la conser-
vación del patrimonio cultural y su uso sostenible frente a
las necesidades del mercado: dominio de las tecnologías,
investigación y desarrollo.
4. La gobernabilidad: nivel de profesionalización y calidad
de la normativa de instituciones y gobiernos locales, las re-
glas claras del juego político, así como el dinamismo de
los agentes de las comunidades.
5. La cultura e identidad local: normas y valores sociales
compartidos por los agentes del territorio, sus intereses y
su forma de reconocimiento.
6. Finalmente, la imagen y percepción del territorio y de su
patrimonio cultural como recurso, tanto interno como ex-
terno, constituyen también las características (ventajas o
limitaciones) que soportan este capital.
 Visto desde otro punto de vista la competitividad munici-
pal puede tomarse como la capacidad local para mejorar el ni-
vel de vida de sus habitantes. Pudiera pensarse que un territorio
competitivo es aquel espacio que obtiene un nivel de renta por
persona más alto que otros espacios, pero más adelante vere-
mos cómo en términos de uso del patrimonio cultural, el im-
pacto es mayor al simplemente de capital.
Como cualquier área económica, en un municipio se obser-
van dos tipos de actividades: la actividad subsidiada para com-
petir en el ámbito nacional e internacional (es decir, que
produce bienes o servicios no competitivos y que requiere pro-
tección para competir) y otro con actividades que participan
con mercancías competitivas en el ámbito nacional e interna-
cional. El peso relativo de cada uno de estos dos sectores pue-
de variar considerablemente de un territorio a otro, y puede
variar temporalmente.
Es posible que un municipio que apueste al uso sostenible
del patrimonio cultural como recurso para el desarrollo, deba
en sus inicios subvencionar la conservación del mismo y pro-
mover su uso con una plataforma fiscal, humana y de servicios
adecuada, acorde con las necesidades del emprendedor finan-
ciado desde la inversión pública. Esta actividad que se inicia
subsidiada, podría cobrar sustentabilidad propia en el corto pla-
zo con el fomento de la capacidad para captar ingresos sobre
la base del fortalecimiento de la red de oferta local, tomando co-
mo base las acciones municipales y el posicionamiento de un
producto excepcional, ya sólo o como complemento de uno
más amplio brindado por un territorio más extenso, en el que
participan otros municipios.
Un municipio llegaría entonces a ser competitivo en su ofer-
ta cultural si puede hacer frente a la concurrencia del mercado
mientras asegura una sostenibilidad ambiental, económica, so-
cial y cultural fundada en lógicas de redes y de articulación in-
ter-territoriales. Vista así, la competitividad del territorio tiene
al menos cuatro dimensiones que deben ser observadas por los
municipios como parte de sus iniciativas de gobierno:
1. La competitividad económica del territorio definida como
la capacidad de los actores locales de producir y de mantener
un máximo del valor agregado en el territorio, reforzando los
enlaces entre los sectores y haciendo la combinación de los re-
24
cursos y de los activos para desarrollar el carácter específico
de los productos y de los servicios locales. Esta definición es
relevante en la medida que se basa en el concepto de ven-
tajas comparativas (desarrollo de los activos específicos del
territorio, para este caso el patrimonio cultural material e
inmaterial) y tiene como objetivo un mejoramiento del ni-
vel de vida de las poblaciones (con el procedimiento de la
maximización del valor agregado local).
2. La competitividad ambiental definida como la capacidad
de los actores locales de promover su ambiente, haciéndolo un
elemento distintivo de su territorio, mientras que asegura sal-
vaguardar la renovación de los recursos naturales y patrimo-
niales, tomando en cuenta la definición de la dimensión
ambiental de la competitividad como elemento significa-
tivo: el ambiente aparece como un factor de la produc-
ción, de hecho es necesario maximizar el empleo bajo la
coacción de preservación de las ventajas adquiridas.
3. La competitividad social definida por la capacidad de los
actores locales de obrar eficazmente juntos sobre la base de
una visión compartida impulsada por un diálogo que incorpo-
ra varios niveles institucionales, que aunque posee un cam-
po de aplicación muy extenso, hace énfasis en la
importancia de proyectos de desarrollo especializados.
4. La integración regional, nacional e internacional definida
como el posicionamiento en el contexto global, y la capacidad
de los agentes locales de encontrar su lugar en relación con
otros territorios y el mundo externo en general, para así poder
desarrollar su proyecto territorial y asegurar la viabilidad en
el contexto de la globalización.
Entonces, el concepto de competitividad no estaría limita-
do únicamente a la prueba en los mercados globales; se orien-
taría también a conceptos relacionados con el bienestar local
-calidad de vida, distribución de la riqueza, acceso a la informa-
ción, distribución de la renta, acceso a la educación, sistema
médico y sanitario adecuado, etc.- ampliando los campos de la
definición de competitividad.
Así en un municipio donde la riqueza (PIB per cápita), es al-
ta pero concentrada en un número limitado de personas, mien-
tras que la mayoría de los habitantes viven en condiciones de
pobreza, la competitividad es menor en comparación con otro
donde el nivel de riqueza es menos elevado, pero con una dis-
tribución más igualitaria. Una riqueza distribuida de manera
equitativa, también refuerza el potencial del mercado local por-
que permite posibilidades de satisfacción de necesidades más al-
tas, en particular referida a recreación, cultura y educación.
La determinación de los factores de localización del patri-
monio cultural como recurso para el desarrollo de un territorio
competitivo, explica el éxito de muchos municipios europeos
que apuestan al turismo o a la inversión inmobiliaria en los cen-
tros históricos, soportados por el patrimonio material e inma-
terial local. Las opciones individuales de los empresarios
pueden explicar sus requerimientos referidos a dotación de ser-
vicios o productos de un territorio y también las facilidades de
encadenamiento de las ofertas:
1. Accesibilidad a los mercados consumidores
2. Proximidad de los proveedores
3. Cultura de empresa y seguridad personal
4. Bancos, empresas publicitarias y de investigación
5. Red de transporte público y vialidad.
6. Red de comunicaciones
7. Tratamiento de desechos y disposición final
8. Oferta de activos patrimoniales
9. Equipamiento socioculturales y recreativos
10. Clima social: nivel de apertura a nuevas iniciativas
11. Costo de servicios: alojamiento, alimentación, electrici-
dad, agua, salud, educación
12. Oferta de formación permanente y calidad y disponibi-
lidad de la fuerza laboral
13. Enseñanza superior
14. Ayudas y subvenciones
15. Nivel de mancomunidades de servicios y para el desa-
rrollo entre municipios
16. Sistema fiscal promotor de inversiones
17. Innovación relacionada con la demanda de singulari-
dad de la oferta.
En este punto, el desarrollo del proyecto municipal basa-
do en el patrimonio cultural pasaría por la definición de una es-
trategia territorial -una continuación ordenada de acciones que
emprender para desarrollar y valorizar el capital municipal-. Es-
25
te capital, expresado en el patrimonio cultural local, representa
todos los elementos disponibles a escala material e inmaterial, y que
pueden constituir, en ciertos aspectos, unas fortalezas, y para otros,
unas debilidades. Un punto de partida podría ser:
1. Identificarse a sí mismo como espacio culturalmente sin-
gular frente a otros espacios. Ello incluiría tanto festivida-
des tradicionales, arquitectura prehispánica, colonial,
republicana y moderna, gastronomía, tradiciones produc-
tivas ancestrales –mineras, agrícolas y pecuarias, artesana-
les-, música y bailes, producción literaria, archivos, así
como elementos del habla local, personajes, historia cívi-
ca y militar, documentado a través de un censo elaborado
desde los habitantes, su reconocimiento del espacio cul-
tural y los expertos.
2. Producir programas de apropiación cultural, fundamen-
talmente dirigidos a niños, niñas y adolescentes, a través
de publicaciones, métodos formales en la educación, tea-
tro, música, que revaloricen la actividad cultural en gene-
ral, que permita ir creando el capital humano para la
conservación y uso sostenible del patrimonio cultural co-
mo fuente de ingresos municipales.
3. Documentar la necesidad de capacitación en términos de
la continuidad de la experticia en la tradición, así como en
organización para la producción de servicios, para poder
programar la educación no formal, lo que iría consolidan-
do el capital social para las redes y cadenas necesarias.
4. Fortalecer la gestión municipal en el ámbito del patrimo-
nio cultural, que no sea una gestión no vinculada a lo so-
cial, lo económico y los servicios territoriales, sino parte
integrante y base para la sostenibilidad del sistema de
acuerdo a las características de cada espacio geográfico.
5. Establecer un sistema de gestión de riesgos y monitoreo
de impactos del patrimonio cultural desde lo económico,
lo social y lo territorial.
6. Observar la actividad cultural como económicamente an-
clada en el territorio, por lo tanto su uso se rige por las re-
glas del mercado, ya sea inmobiliario o turístico.
7. Decretar reglas claras para la conservación del patrimonio cul-
tural y su uso como recurso, sobre la base de la normativa na-
cional y la descentralización de funciones municipales.
8. Evaluar las desventajas que en término de accesibilidad y
servicios puede tener la ventaja de poseer el patrimonio
cultural como recurso específico local y su puesta en uso,
que permita prever las inversiones que desde el munici-
pio habría que garantizar.
Veenn ddeedd oorreess ddee fflloorreess .. SSaann M
V Mii gguu eell ddee AAlllleenn ddee.. G
26
Evaluar desde lo político la ventaja que puede traer para un
territorio la conservación y la colocación en una cadena de
oportunidades productivas del patrimonio cultural puede sig-
nificar la actuación sobre el mismo desde el corto, el mediano
y el largo plazo. Otorguémosle esa oportunidad. Nuestras co-
munidades así lo esperan. Con ello se sienta soberanía en este
mundo global y se afianza la descentralización y la desconcen-
tración municipal.
Guu aann aajjuuaatt oo.. FFuu eennttee CC.. CCaarrbb aallllaa.. 2200 00 55 ..
 Xochimilco: de caso problema
a experiencia piloto
D
a elaboración participativa de planes de manejo y
gestión en sitios patrimoniales complejos es uno de
los retos más novedosos y atractivos en los trabajos
para la conservación y el uso social sostenible de la herencia cul-
tural. Se trata de navegar en aguas contradictorias, por una parte
la conservación integral del bien cultural, entendiendo ésta no
sólo de su soporte material, sino también en su complejo y cam-
biante sentido social. Al mismo tiempo que se trata de buscar
creativamente oportunidades para integrar los ajustes y trans-
formaciones que las nuevas dinámicas sociales y económicas exi-
gen. Más allá de la conservación o rescate de la materialidad,
integridad y autencidad del bien cultural, está el difícil proceso
de integración de dichos valores en la vida contemporánea de
una comunidad, más aun si ésta tiene requerimientos primarios
de salud, alimentación, vivienda o empleo. Las presiones sociales
llevarán a las autoridades a dar prioridad a estos requerimientos,
algunas veces, opuestos a los deseos de conservación que
pudieran argumentarse a favor del bien cultural.
Xochimilco es quizá uno de los bienes culturales de
América Latina que presenta una mayor complejidad. Un
paisaje de cultivo intensivo, artificialmente construido, que gen-
eró la consolidación de un centro histórico y poblados de valor
tradicional a su alrededor, con una fuerte presencia de patri-
monio inmaterial que relaciona en una sola unidad los bienes
tangibles y que le dan vitalidad. Las amenazas a este complejo
sistema de valores patrimoniales son enormes: el agua que da
sentido y vida a las zonas chinamperas depende de la capacidad
y calidad de las plantas de tratamiento de la ciudad, y del mane-
jo hidráulico de los vertedores y canales. Los hundimientos
diferenciales, fruto de la necesaria extracción de agua para con-
sumo humano de la ciudad dificulta día a día la funcionalidad
del sistema de canales, a tiempo que comienza a poner en ries-
go algunas zonas pobladas en las orillas canales y lagunas. La
27
Ciro Caraballo Perichi
Especialista en Patrimonio Cultural y Coordinador
del Proyecto UNESCO-Xochimilco
distorsión de los precios en los mercados urbanos pone en ries-
go de sostenibilidad económica de la producción chinampera,
mientras que el uso indiscriminado de agroquímicos para
impulsar la productividad pone en riesgo la fauna local. La
expansión de la mancha urbana y los nuevos valores sociales
asociados con la dinámica urbana de la Ciudad de México inci-
den directamente en la velocidad de cambio de las tradiciones
locales, generándose una sub-valoración social del trabajo agrí-
cola. Las chinampas improductivas se vuelven así un atractivo
espacio para la ubicación de nuevas viviendas, las cuales a su
vez aceleran el proceso de contaminación de las aguas, e inclu-
so de los hundimientos. El crecimiento de la ciudad hacia sur,
y el incremento del tráfico con los estados vecinos, lleva al
colapso las antiguas vialidades locales, afectando los espacios
tradicionales de encuentro de las comunidades y la calidad de
vida de pueblos y barrios. A ello se suma la compleja estructura
de atribuciones de las instituciones públicas en la zona, y la no
existencia de espacios regulares de concertación de obras y pro-
gramas, así como el gran número y complejidad de intereses de
las organizaciones sociales del lugar. El atractivo turístico del
sitio ve perder su espacio en el mercado, siendo sustituido por
un creciente y poco organizado uso recreativo que afecta la ima-
gen del recurso. Una situación que no puede seguir siendo
atendida con medidas puntuales, coyunturales, con menguados
presupuestos y con altibajos en la voluntad política de darle
solución efectiva.
Un plan de manejo del sitio que busque tener una efectivi-
dad a mediano y largo plazo, debe incidir ante todo en la
 generación de lineamientos de acción compartidos por
todos los actores sociales, así como en la creación de espa-
cios formales para la negociación y toma de decisiones.
Estos procesos son más lentos y más complejos que los
tradicionales estudios y planes elaborados por expertos
externos, pero al mismo tiempo aseguran el enraizamiento
y la validación social de los procesos y decisiones.
Xochimilco se encuentra adelantando un importante pro-
ceso de gestión participativa y corresponde a las instancias
políticas y comunitarias darle impulso y sostenibilidad a la
conservación del sitio.
Las experiencias previas desarrolladas por la UNESCO en
los temas de sostenibilidad social de centros históricos en
América Latina, como los de Quito y Lima, así como el progra-
ma “Patrimonio, Ciudadanía y Desarrollo” desarrollado por la
UNESCO-Lima conjuntamente con el Instituto Nacional de
Cultura del Perú, han aportado importantes componentes
metodológicos e instrumentos a este proceso. El avance del
proyecto y las nuevas propuestas metodológicas logradas en
Xochimilco, hubieran sido imposible sin un sinnúmero de
actores cuyas voluntades se han ido sumando para dar viabili-
dad al proceso. Debe comenzarse por la voluntad política del
Gobierno del Distrito Federal y de la Delegación Xochimilco, al
apoyar financiera y logísticamente el programa y abrir espacios
políticos para la construcción de acciones concertadas.
Paralelamente a ello hay que resaltar la apertura de las organi-
zaciones comunales a participar en talleres y en actividades de
identificación de problemas, así como de aportar información
y documentos sobre las luchas que adelantan en defensa de la
aplicación de las normas y reglamentos existentes. También a la
XVIII Vicaría, y en particular a la parroquia de San Bernardino,
espacio emblemático que ha acogido la sede de reuniones reg-
ulares con las autoridades y la comunidad.
La elaboración de planes, programas y acciones para el
rescate de Xochimilco no empieza, ni mucho menos, con este
proyecto. Desde la década de los ochenta diversas instituciones
sociales y universitarias han alertado y realizado importantes
foros y reuniones para identificar los problemas y proponer
soluciones. Buena parte de la documentación y recomenda-
ciones pre-existentes han ayudado a dar fortaleza a los procesos
28
de participación que hoy se siguen. Tampoco son escasos los
programas de regulación, las obras y los apoyos económicos,
adelantados por los organismos públicos. Las obras realizadas
entre 1989 y 1992 cambiaron sustancialmente algunas condi-
ciones de afectación del sitio, aunque la no culminación y eval-
uación de las acciones, ocasionaran a su vez nuevos factores de
conflicto. El trabajo de elaboración y aprobación de un progra-
ma de manejo para el Área Natura Protegida de los ejidos de
San Gregorio y Xochimilco, es un esfuerzo de varios años,
estableciendo lineamientos de actuación y control que pudier-
an incidir efectivamente en un manejo efectivo de la zona. Las
acciones emprendidas por la Delegación orientada a la limpieza
de los canales, al control de plagas y a la reforestación y con-
solidación de los bordes de las chinampas, con apoyo de
SEDESOL federal, es posiblemente el mayor esfuerzo continu-
ado de restauración del sistema en los últimos años. El proce-
so comienza a dar frutos palpables. Los recientes acuerdos entre
el INAH y la Delegación, orientados a realizar acciones de cat-
alogación de la zona chinampera pueden ayudar a la valoración
y defensa legal de estos espacios. La triangulación de esfuerzos
y presupuestos entre las instancias oficiales de turismo de la
Delegación, el Gobierno del D.F y el Federal, han logrado
importantes acciones hacia la regularización de la imagen
urbana, la señalización, la remodelación de los embarcaderos
y la restauración de monumentos, como la parroquia de San
Bernardino. La esperanza está puesta en el funcionamiento efec-
tivo del espacio político para la toma de decisiones creado en el
2005: “La Comisión Interdependencial para la Conservación
del Patrimonio Cultural y Natural de Milpa Alta, Tlahuac y
Xochimilco”. De su efectividad dependerá la posibilidad cierta
de contar en corto plazo con un plan de gestión coordinado
entre instituciones y sociedad civil.
La apertura de una oficina de proyecto en Xochimilco, con
puertas abiertas a brindar y recibir información, al mismo tiem-
po que reclamos y críticas, ha sido un espacio fundamental para
conocer muchos conflictos que no se documentan, o cuyos pro-
cesos son lentos. Ello ha permitido dar seguimiento a la lucha
adelantada por grupos de la comunidad organizada que ha
tomado conciencia del riesgo que significaría la pérdida de este
importante patrimonio colectivo, tanto en su sentido simbóli-
co, como en el económico. Las denuncias sobre nuevas vías en
áreas protegidas, la ocupación ilegal de suelo chinampero, o la
construcción de viviendas en el área natural protegida, han con-
stituido en si mismas un dique para controlar un proceso de
deterioro que parecía no detenerse. Si bien la complejidad legal
del tema retrasa los procesos de desocupación o restitución, está
claro que hay conciencia social de que éste es uno de los may-
ores riesgos de pérdida de valores patrimoniales, y que debe ser
detenido con los recursos que aporta la legislación existente, así
como una fuerte voluntad política para su aplicación.
Un tercer componente de este proceso ha sido la abierta
participación de las entidades académicas y de investigación, en
espacial en la identificación de problemas, así como en el aporte
de información de alto nivel en referencia a los mismos. Su par-
ticipación en debe ser incrementada, en particular en los espa-
cios de discusión de proyectos y acciones prioritarias. El trabajo
adelantado tiene como base el entender a Xochimilco como un
sitio con valores excepcionales universales que debe ser con-
servado, tomando como norte los criterios que dieron pié a esa
Sistema de valores en Xochimilco
Elaborado por Proyecto UNESCO Xochimilco
29
distinción, así como los valores enraizados en el imaginario
colectivo. El objetivo final es generar los escenarios que permi-
tan que dichos valores puedan ser transmitidos a las siguientes
generaciones así como que contribuyan a la mejora de la cali-
dad de vida de la población de una manera sustentable.
Como sistema patrimonial complejo la identificación de
dichos valores en Xochimilco, hacía necesaria una triple visión
la identificación técnica de los mismos y de los problemas que
amenazan su continuidad: la visión técnica, la prospectiva social
y económica de los actores líderes, pero también la identifi-
cación de dichos valores en el imaginario colectivo local.
Todas estas lecturas nos permite ver que hay muchas más
coincidencia que visiones encontradas. Uno de los ejes de orga-
nización metodológica del trabajo fue identificar a todos los
actores sociales organizados involucrados en el proceso, así
como sus intereses, motivaciones, y oportunidades. En toda
gestión de este tipo es indispensable reconocer y aceptar que los
conflictos son parte esencial de la dinámica de planificación
participativa y que son éstas las que obligan a permanentes
ajustes de tiempos y programaciones. Los resultados obtenidos
son altamente satisfactorios. Mediante la elaboración de un
detallado mapa de actores sociales, con más de trescientos reg-
istros, así como la clara identificación de las atribuciones legales
de cada institución pública, se ha logrado recoger las distintas
visiones de los problemas y de las posibles acciones, así como
aquellos temas que requieren de ser atención prioritaria
La siguiente fase del proyecto fue la construcción de espa-
cios interinstitucionales que permitieran compartir información,
acordar y coordinar acciones específicas y gestar recursos
económicos de los diferentes programas estatales, de manera de
impulsar los trabajos de rescate que ya se adelantaban. Este pro-
ceso llevó un año, con más de 30 reuniones de trabajo colecti-
vo, dando como resultado final la creación de la “Comisión
Sistema de gestión propuesto para Xochimilco
Elaborado por Proyecto UNESCO Xochimilco
30
Interdependencial”. Esta instancia reúne a las distintas institu-
ciones públicas relacionadas con el tema, orientada a la planifi-
cación y toma de decisiones. Esta gestión permitió generar en
forma consensuada el programa Operativo de inversiones para
el 2006 (POA 2006). Dentro de las acciones del mencionado
Comité estuvo también la creación de los “Círculos participa-
tivos”, espacios coordinados por el Proyecto UNESCO, abiertos
de presentación y discusión de propuestas por parte de la
sociedad civil organizada, contando para ello con el aporte y ori-
entación de los distintos grupos de investigación académicos.
En marzo de 2006 se concluyó la sistematización de líneas
estratégicas, programas, proyectos y acciones, así como la con-
strucción de indicadores de monitoreo, que permitirá el registro
de acuerdos, institucionales, así como con las distintas organi-
zaciones sociales, y facilitará la gestación de recursos económi-
 Propuesta de Poligonal de Patrimonio Mundial para Xochimilco
Elaborado por Proyecto UNESCO Xochimilco
cos que un complejo proceso de rescate ambiental, urbano y
cultural, requerirá a mediano y largo plazo. Propuestas operati-
vas de actuación transversal, de impacto múltiple, y que pre-
senten algunos cambios demostrables a corto plazo. El objetivo
final, es la aprobación del Plan de Manejo y el sistema de
gestión propuesto, con la mayor participación y representación
posible, que permita espacio para auspiciar la estabilidad de los
programas prioritarios. Quedan aun sin trabajar algunos temas
centrales, como la apropiación social del patrimonio, en los
cuales solo se han realizado pequeños ensayos. Hay que incidir
en la difusión de los valores en la población, la identificación
colectiva y apropiación de los problemas, la generación de
materiales y espacio de trabajo lúdico con los niños y niñas, así
31
como la creación de programas que permitan la inserción de los
jóvenes en el proceso. De igual forma es necesario comple-
mentar los vacíos informativos de los sectores de las
Delegaciones de Tláhuac y Milpa Alta incluidas en la nueva
poligonal de protección.
Los problemas de Xochimilco son muchos, grandes y com-
plejos, pero en ningún caso irresolubles. Si hay la voluntad políti-
ca necesaria, así como el compromiso comunitario de apoyar
acciones conjuntamente convenidas, muchos de los riesgos
pudieran disminuir a corto plazo, aunque la recuperación de las
afectaciones tome un poco más de tiempo. Xochimilco es como
una carreta que todos quieren hacer que camine. Todos ponen
cuerdas y tiran de ella con su mayor fuerza y empeño. El prob-
lema es que hasta ahora las cuerdas fueron anudadas en cualquier
lugar de la carreta, y ese tironeo sin coordinación casi la desarma,
sin que se logre prácticamente moverla un paso. Hoy hay espa-
cios de negociación que permiten que, al menos, todas las cuer-
das estén en el lado delantero y si bien cada quien jala con fuerza
diferente, con mayor o menor constancia, incluso hay algunos
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participación comunitaria en los municipios, México.
32
que no jalan, la carreta se mueve, poco a poco, y en forma
zigzagueante, pero siempre hacia adelante. El pueblo xochimilca
valora orgullosamente su origen y su aporte a la cultura de esta
ciudad, a la cultura de la humanidad, tal como quedó estableci-
do en las encuestas comunitarias. Es imposible pensar que el
esfuerzo adelantado hasta ahora no llegue a buen puerto.
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Representación de la UNESCO en México

Dirección: AV. Presidente Masaryk,

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Bajo la coordinación y dirección de Ciro Caraballo
Perichi.
Hecho en México DF, 2006.
Impreso en Puebla, Puebla

33
Este folleto se termino de imprimir
en julio de2006, con un tiraje
de mil ejemplares.