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“[...] Soy vuestro hijo... Me habéis designado como soberano de la vida, la salud y la
fuerza de todas las tierras. Habéis creado por mí la perfección sobre la tierra...
He buscado lo útil y lo eficaz para vuestros santuarios. Los he dotado de... hombres,
tierras, ganado y barcos...
He llenado vuestros graneros con montones de cebada.
He construido para vuestros castillos, santuarios y ciudades...
He promulgado decretos para establecerlos en la tierra al amparo de los reyes que
vengan tras de mi...
Os he dedicado ofrendas...”
Papiro Harris 1. Prehistoria, Oriente y Grecia (1971).
LOS ESCLAVOS
Los esclavos eran una pequeña minoría en la sociedad egipcia. Se trataba de prisioneros de
guerra pertenecientes a otros pueblos como los libios y los nubios. El mayor número de esclavos
se registró en los tiempos del llamado “Imperio Nuevo”, cuando los egipcios impulsaron una
política guerrera de expansión sobre los territorios vecinos. También hubo algunos egipcios que
fueron reducidos a la esclavitud por haber cometido algún delito, pero podían recuperar su
libertad al cabo de un tiempo. Las tareas que realizaban los esclavos eran las más pesadas:
extraían minerales de las minas y grandes bloques de piedras de las canteras que debían
transportar hasta los lugares de construcción de los grandes templos, construían diques y
canales de riego y debían limpiarlos periódicamente.
«Salve, oh río Nilo, tú que vienes pacíficamente para dar la vida al Egipto; señor
de los peces, generador del trigo, creador de la cebada; lo que tú trabajas es
descanso para millones de desgraciados. Cuando tú faltas, los dioses se
entristecen y los hombres se mueren. Pero cuando levantas tus aguas, la tierra se
llena de alegría, regocíjense los estómagos, todo ser vivo recibe su ración, todo
diente masca. Tú haces germinar las hierbas para el ganado y el incienso para los
dioses. Invades con tus aguas el Alto y el Bajo Egipto para llenar los graneros, para
surtir la despensa de los pobres. Enjugas las lágrimas de todos los ojos y prodigas
la abundancia de tus riquezas...»