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Por ejemplo, pensamos en un hipócrita como alguien que sólo pretende ser piadoso/a, cuando está
en público pero es un falsificador, un actor de teatro que dice y hace lo que no piensa ni siente.
Cuando Jesús reprendió a la gente y les dijo «hipócritas» lo hace refiriéndose a un actor o
intérprete de teatro. Cuando Jesús habló de «hipócritas» Él usó la palabra para describir a las
personas que amaban llevar a cabo una actuación religiosa frente a los demás. Para los Judíos el
«hipócrita» de los Evangelios es cualquier persona que realiza los deberes religiosos en áras de
ser admirado por los demás.
Jesús dijo a sus discípulos que llevaran a cabo tres actos específicos de la justicia en privado: la
caridad, la oración y el ayuno. Con respecto a cada uno, Él advirtió a sus discípulos en contra de
cualquier tipo de espectáculo (es decir, la hipocresía).
La advertencia de Jesús en contra de «no practicar vuestra justicia delante de los hombres» se
refería a personal, individual, ayunos voluntarios, oraciones y donaciones financieras.
Jesús esperaba que sus discípulos a hicieran todo esto, pero les advirtió que no lo hicieran con el
fin de ser reconocidos por la gente.
Una persona que adquiere los deberes religiosos y disciplinas sólo por el bien de ganar el respeto y
la estima de otras personas no halla favor de Dios por sus esfuerzos. Esa persona actúa sólo por el
bien del amor de los hombres y para su alabanza, no por el amor de Dios. Ese es el tipo de persona
que Jesús se refiere como «un hipócrita.»
El problema no es la realización de un acto de justicia en público sino el acto de hacer las cosas
para que los demás te exalten y alaben, queriendo robar así la gloria a Dios.
No busques ser reconocidos por tus bueno actos. Dios se encargará de recompensarte. Tu más que
nadie, debes ser discreto, modesto y humilde con todos tu actos, haciendo todo sólo por el bien de
los ojos de Dios, no por el bien de lo que la gente piensa de ti.