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LEGALIZACIÓN DEL ABORTO

Proponemos el aborto libre como un derecho hasta la semana 5 (Mes 2 de embarazo)

¿QUÉ ES EL ABORTO?

Es la interrupción y finalización prematura del embarazo de forma natural o voluntaria, hecha antes que
el feto pueda sobrevivir fuera del útero. Un aborto que ocurre espontáneamente también se conoce
como aborto espontáneo. Cuando se toman medidas deliberadas para interrumpir un embarazo, se
llama aborto inducido. Se diferencia del parto prematuro, pues en este último sobrevive el feto.
(wikipedia, s.f.)

¿PORQUE LEGALIZAR EL ABORTO?

a) Penalizar el aborto no lo impide, sólo hace que sea menos seguro


Impedir a las mujeres y las niñas el acceso al aborto no hace que dejen de necesitarlo. Es por ello que los
intentos de prohibir o restringir el aborto no consiguen reducir el número de abortos; lo que hacen es
obligar a las personas a someterse a abortos inseguros.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el aborto inseguro como “un procedimiento para
finalizar un embarazo no deseado realizado por personas que carecen de la capacidad necesaria o que se
lleva a cabo en un entorno donde se carece de un estándar médico mínimo, o ambos”.

La OMS calcula que todos los años tienen lugar 22 millones de abortos inseguros, la gran mayoría de
ellos en países en vías de desarrollo.

A diferencia de los abortos legales, practicados por proveedores de servicios médicos capacitados, los
abortos inseguros pueden tener consecuencias fatales. Tanto es así que los abortos inseguros son la tercera
causa principal de muerte materna del mundo y dan lugar además a cinco millones de discapacidades en
gran medida evitables, según la OMS. (Internacional, 2019)

b) Casi todas las muertes y lesiones por aborto inseguro son evitables

Las muertes y lesiones causadas por abortos inseguros son evitables Sin embargo, tales muertes son
comunes en los países donde el acceso al aborto está limitado o prohibido por completo, pues la mayoría
de las mujeres y las niñas que necesitan someterse a un aborto debido a un embarazo no deseado no
pueden acceder legalmente a él.

En los países con tales restricciones, la legislación prevé normalmente contadas excepciones a la
penalización del aborto, que son bien conocidas. Entre ellas puede figurar que el embarazo sea
consecuencia de una violación o de incesto, que se trate de un caso de malformación grave y mortal del
feto o que haya riesgo para la vida o la salud de la persona embarazada. Sólo un pequeño porcentaje de
abortos se practican por estos motivos, lo que supone que la mayoría de las mujeres y las niñas que viven
en países con este tipo de legislación pueden verse obligadas a someterse a abortos inseguros y poner su
salud y su vida en peligro.

Las que son ya personas marginadas se ven afectadas de manera desproporcionada por tal legislación,
pues no tienen medios para recurrir a servicios legales y sin riesgos en otro país o acceder a atención
privada. Entre ellas figuran las mujeres y las niñas con bajos ingresos, la refugiadas y migrantes, las
adolescentes, las lesbianas, las mujeres cisgénero bisexuales, las personas transgénero o de género no
conforme y las mujeres pertenecientes a minorías o indígenas.

La OMS ha señalado que uno de los primeros pasos que deben darse para evitar las lesiones y muertes
maternas es que los Estados garanticen que las personas tienen acceso a educación sexual, pueden utilizar
métodos anticonceptivos eficaces, pueden someterse a abortos legales y sin riesgos y reciben atención con
prontitud en caso de complicaciones.

Los datos disponibles indican que los índices de aborto son más altos en los países donde el acceso a los
métodos anticonceptivos es limitado. Los índices de aborto se reducen cuando las personas, en especial
las adolescentes, tienen información sobre métodos anticonceptivos modernos y pueden acceder a ellos y
cuando existe educación sexual integral y es posible el acceso al aborto legal y sin riesgos por numerosos
motivos. (Internacional, 2019)

c) Penalizar el aborto es una forma de discriminación, que fomenta aún más el estigma

En primer lugar, la negación de servicios médicos, incluidos los servicios de salud reproductiva que sólo
determinadas personas necesitan, es una forma de discriminación.

El comité que vigila el cumplimiento de la Convención de la ONU sobre la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW o Tratado de los Derechos de las Mujeres) ha
manifestado constantemente que las leyes sobre el aborto restrictivas constituyen discriminación contra
las mujeres. Esta afirmación es aplicable a todas las mujeres y todas las personas que puedan quedarse
embarazadas, pues el Comité de la CEDAW ha confirmado que las salvaguardias de la Convención y las
obligaciones de los Estados conexas se aplican a todas las mujeres e incluyen, por tanto, la discriminación
contra las mujeres que son lesbianas, bisexuales y/o transgénero, especialmente si se tienen en cuenta las
formas específicas de discriminación que sufren.

En segundo lugar, el estigma en torno al aborto y los estereotipos de género están estrechamente
relacionados con la penalización del aborto y otras leyes políticas restrictivas sobre el aborto.

La mera percepción de que el aborto es ilegal o inmoral da lugar a que el personal de los servicios de
salud, sus familiares y los jueces, entre otros, estigmaticen a las mujeres y las niñas. Como consecuencia
de ello, las que solicitan servicios de aborto corren el riesgo de sufrir discriminación y hostigamiento.
Algunas mujeres han informado de que los proveedores de servicios de salud las insultaron y las hicieron
avergonzarse cuando solicitaron servicios de aborto o asistencia médica tras un aborto.

d) El acceso al aborto sin riesgos es una cuestión de derechos humanos

El acceso a servicios de aborto sin riesgos es un derecho humano. Según el derecho internacional de los
derechos humanos, toda persona tiene derecho a la vida, a la salud y a no sufrir, violencia, discriminación
ni tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes.

El derecho de los derechos humanos especifica claramente que las decisiones sobre nuestro cuerpo son
sólo nuestras, principio que se conoce como “autonomía física”.

Obligar a alguien a mantener un embarazo no deseado o a buscar un aborto inseguro es una violación de
sus derechos humanos, incluidos los derechos a la intimidad y a la autonomía física.

En muchas circunstancias, quienes no tienen más opción que recurrir a un aborto inseguro corren además
riesgo de procesamiento y sanción, incluida prisión, y pueden también exponerse a sufrir trato cruel,
inhumano y degradante, discriminación y exclusión en el acceso a servicios esenciales de atención a la

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salud después del aborto.

El acceso al aborto está, por tanto, esencialmente ligado a la protección y el respeto de los derechos
humanos de las mujeres, las niñas y las demás personas que pueden quedarse embarazadas y a la
consecución, por consiguiente, de justicia social y de género.

Amnistía Internacional cree que toda persona ha de tener libertad para ejercer su autonomía física y tomar
sus propias decisiones sobre su vida reproductiva, incluida la decisión de si tener o no hijos y cuándo. Es
esencial que las leyes relativas al aborto respeten, protejan y hagan efectivos los derechos humanos de las
personas embarazadas y no las obliguen a recurrir a abortos inseguros.

JURÍDICO
A. Es falso afirmar que hay derecho a la vida desde la concepción.
Se suele invocar un derecho a la vida desde la concepción para sostener posturas contrarias a la
legalización del aborto temprano o a las técnicas de reproducción humana asistida. Sin embargo, ese
derecho no existe en nuestras leyes ni en nuestra jurisprudencia. El embrión no es titular del derecho a la
vida, tiene un derecho potencial a la vida. La Convención Americana de Derechos Humanos (CADH)
dejó expresamente un margen legal para que los Estados puedan regular soberanamente la legalización o
despenalización del aborto, mientras que la Convención sobre Derechos del Niño (CDN) no reconoce el
derecho a la vida antes del nacimiento ni tampoco se refiere al momento en el cual debe comenzar la
protección de la vida. Esta es, precisamente, la posición adoptada por nuestra Corte Suprema de Justicia.
El derecho a la vida es incremental.

EL COMIENZO DE LA VIDA Y DE LA PERSONA

El comienzo de la existencia de la persona y el comienzo de la vida son conceptos diferentes: no le


corresponde al Derecho definir el inicio de la vida. Cuando la ley se refiere a la persona humana, lo hace
con fines civiles (régimen sucesorio, filiación). Que haya vida en el embrión, no significa que
esa vida sea una persona ni que tenga la misma protección legal que alguien nacido/a vivo/a. La vida se
protege de modo gradual e incremental.
Qué dice el marco jurídico
Sin perjuicio de que el Código Civil peruano declara que “la existencia de la persona humana comienza
con la concepción” (art. 1), lo cierto es que reserva los derechos y las obligaciones para quien nace con
vida: “Si no nace con vida, se considera que la persona nunca existió”
La Corte IDH dijo en el caso “Artavia Murillo” que la protección del derecho a la vida, de acuerdo con el
artículo 4.1. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos es gradual e incremental según su
desarrollo.
La Corte IDH dijo en esa oportunidad que una “interpretación histórica y
sistemática de los antecedentes existentes en el Sistema Interamericano,
confirma que no es procedente otorgar el estatus de persona al embrión”.
Entendió que el embrión no tiene capacidad autónoma de desarrollarse
como individuo y por ende, no puede reconocerse la existencia de un sujeto
de derechos. Por el contrario, el objeto directo de protección del artículo
4.1 de la CADH es la persona gestante.

LOS DERECHOS DE LAS GESTANTES

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Al protegerse la vida de forma incremental, cuando hay derechos e intereses que entran en juego, se deben
ponderar los de las gestantes. La protección de los embriones no se puede alegar para justificar la
negación total de otros derechos. Las mujeres con discapacidad cuentan con todos los
derechos contemplados en el proyecto de ley de la Campaña en igualdad de condiciones con las demás y
podrán contar con los apoyos que ellas
elijan en caso de que lo consideren necesario.
Qué dice el marco jurídico
Las decisiones del Comité de Derechos Humanos permiten afirmar que del Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos no se deriva una protección absoluta de la vida prenatal o del embrión. Ni en
su Observación General N° 6 (sobre el derecho a la vida) ni en su Observación General N° 17 (sobre los
derechos del niño), el CDH se pronunció sobre el derecho a la vida del no nacido. Por el contrario, en sus
observaciones finales a los informes de los Estados, el Comité viene señalando que se viola el derecho a la
vida de la madre cuando las leyes que restringen el acceso al aborto obligan a la mujer a recurrir al aborto
inseguro, exponiéndola a morir.

Asimismo, en su Observación General Nº 28 sobre la igualdad de derechos


entre hombres y mujeres, el Comité advirtió que existe una indebida intromisión
en la vida privada de las mujeres cuando, por ejemplo, “los Estados
imponen a los médicos y a otros funcionarios de salud la obligación de
notificar los casos de mujeres que se someten a abortos”.

SOCIAL

EL ABORTO ES UN DERECHO. EL ABORTO ES LIBERTAD

Bill Clinton en campaña tuvo una frase que resume los conceptos: "El aborto debe ser legal, seguro y
raro". Nuestra sociedad premia a la mujer que tiene hijos y condena a la que aborta. Nacer es siempre un
privilegio, no importa en qué condiciones; no nacer es un enigma filosófico (Sebastiani, ¿Porqué tenemos
hijos? (1ª edición), 2012)

No obstante, son varios los filósofos antinatalistas que plantean que nacer no siempre es un beneficio y
que muchas veces es un seguro pasaporte para el dolor o un daño. La filósofa Christine Overall (Overall,
2012) plantea 6 cuestiones éticas que deben ser consideradas para la elección sobre tener o no tener hijos:

1. ¿Cuál es la buena razón para tener un hijo?


2. ¿Bajo qué condiciones tener un hijo se encuentra moralmente justificado?
3. ¿Las mujeres tienen una obligación moral de tener hijos?
4. ¿Cuáles son las buenas razones para no tener hijos?
5. ¿Bajo qué condiciones tener un hijo es algo que puede ser moralmente injustificado?
6. ¿Las mujeres pueden tener una obligación moral de no tener hijos?

Nada de todo esto es sencillo, habida cuenta de que uno puede tener las mejores condiciones para tener
hijos y sin embargo decide no tenerlos y viceversa. O bien están aquellos que deciden tener hijos, pero
luego cambian de opinión por una condición física, o deciden modificarlo en base a alguna técnica
genética.

Aristóteles dice lo siguiente:

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“En cuanto a la exposición y crianza de los hijos, debe existir una ley que prohíba
criar a ninguno defectuoso; y en el caso de un número grande de hijos, si la norma de
las costumbres lo prohíbe, que no se exponga a ninguno de los nacidos. Es necesario,
en efecto, poner un límite numérico a la procreación. Y si algún niño es concebido por
mantener relaciones más allá de estos límites, antes que surja la sensación y la vida,
se debe practicar el aborto, pues la licitud y la no licitud de éste será determinada por
la sensación y la vida.”

Una mujer debe tener el derecho de no tener un hijo o puede rehusarse a continuar un embarazo. Como
dice la filósofa del MIT Judith Jarvis Thompson (Thompson, 1971) un feto no tiene el derecho de
apoderarse del cuerpo de una mujer. ¿Cómo es posible que tengamos que obligar a una mujer que no
quiere tener un hijo en ese momento de su vida a que sea rehén de un embarazo? ¿Cómo es posible que se
obligue a una mujer a tener un hijo en contra de sus circunstancias personales, sobre la tesis de la defensa
de la vida, mientras que esa misma mujer ―o cualquier hombre― no están obligados a donar un órgano a
su hijo que está por morir para salvarle la vida? Este segundo ejemplo, moralmente correcto y que se
aplica a la práctica cotidiana, se justifica porque la sociedad no nos puede exigir un acto heroico a los
padres o a las personas en general. ¿Por qué podría exigirles un acto equivalente a las mujeres
embarazadas?

ABORTO: UN BIEN SOCIAL

Legal o ilegal, la mujer apela al aborto cuando no puede seguir adelante con ese embarazo.
Por ello el aborto debe ser considerado como una parte importante del cuidado de la salud
en general y reproductiva en particular. Tener hijos o tener abortos forma parte de la
biografía de las mujeres y no le cabe a la medicina o a las leyes decidir cuándo darles la
espalda.

El aborto es necesario y no es un mal sino un bien social. Aborto y maternidad van de la


mano. La libertad de ser madre implica la libertad de no serlo.

En este sentido, es iluminador el relato de la filósofa Judith Jarvis Thompson citada


anteriormente, quien propone una hipotética situación en la cual una mañana cualquiera,
usted se despierta conectado a una persona o, mejor aún, a una personalidad de nuestra
sociedad que estará conectada a usted por meses o años y que sin su ayuda, moriría. Si
usted se negara a vivir con él y por lo tanto pidiera la desconexión de su cuerpo del suyo,
esta persona moriría. No moriría por muerte propia sino que usted sería el causante de esta
muerte y como tal sería penado por la ley.

Se siguen, de aquí, las preguntas y las reflexiones... ¿se sentiría usted moralmente
vinculado como para acceder a esta situación? No cabe duda que sería muy amable de su
parte si lo hiciera, y demostraría una enorme bondad. ¿Pero usted siente que la sociedad
tiene el derecho de obligarlo sin opciones a esta alternativa? ¿Qué pasa si no fueran nueve
meses, sino nueve años o todavía más?, ¿qué pasa si la sociedad le dijera que lamenta la
situación pero ahora tiene que mantenerse conectada a esa persona y en caso contrario si
usted decidiera la desconexión sería penada por la ley e iría presa?

Este ejemplo marca la exacta filosofía del pro vida: la mujer no tiene derecho a su cuerpo,
todas las personas tienen derecho a la vida, y este derecho de las personas es superior al
derecho de lo que acontece en su cuerpo.

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No me preocupa su respuesta. Supongo que habrá distintas respuestas de acuerdo a los
valores de cada uno. Lo cierto es que el argumento propuesto por la filósofa Thompson es
fascinante para demostrar el grado de coerción que la sociedad, políticos, y legisladores
ejercen sobre la mujer en nuestro país y en la región. El dilema, por lo tanto, es si vamos a
darle más derechos a un zigoto, a un embrión, a un feto o a una mujer. Por ello, quitarle los
derechos a una mujer por un embarazo es a todas luces un atropello.

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