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23/12/2016
Ahora, cuando Jesús estuvo aquí en la tierra, Él fue el Regalo más grandioso
que Dios le ha dado a la tierra, pues Él era Dios. Dios estaba en Cristo
reconciliando consigo al mundo.
Venid y estemos a cuenta (55-1004)
Cuando Jesús nació, el judaísmo era la ÚNICA religión del mundo que no era
pagana. El resto de la población adoraba diversas deidades o ídolos
fabricados por el hombre. Los científicos creen que la religión es universal en
la humanidad y se halla en cada cultura que se ha estudiado.
Pero, ¿sabían Uds. que la civilización, la ciencia, educación, y las cosas que
estimamos tan importantes hoy, son exactamente el instrumento de Satanás,
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la civilización misma? La civilización no vino de Dios. La civilización vino de
Satanás. Ahora, les voy a probar eso a Uds. por la Palabra, en unos minutos.
¡Oh!, ¡no se alegran de que Jesucristo sí vino! Pues, sin Él, no habría
absolutamente ninguna manera de salvar nuestras almas. Estaríamos
perdidos, sin esperanza en el más allá de la tumba.
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Si Cristo no hubiera descansado en un humilde pesebre,
No habría podido acudir al forastero más podre.
Santo y bondadoso Dios, Quien nos dio el Regalo más grande que este
mundo ha conocido, al Señor Jesucristo; venimos humildemente a Ti, esta
noche, en agradecimiento y expresando desde nuestro ser más interno, las
profundas adoraciones de nuestro corazón, a Ti, por este maravilloso Regalo.
No tenemos nada que dar a cambio. Y fue muy poco lo que Tú pediste, solo:
“Venid a Mí, todos los que estén cansados y cargados, y Yo les quitaré sus
cargas y sus pecados, y los haré libres”. ¡Oh, que intercambio! Nadie pudo
hacer eso sino solo Tú, Padre nuestro. Y te agradecemos que hayas hecho
esto por nosotros. Y somos testigos Tuyos en esta hora, de que has quitado
nuestras cargas y pecados, y en su lugar nos has dado gozo y paz. Cuán
agradecidos estamos, Señor, por esta experiencia Cristiana interna, la
Navidad en nuestros corazones. Estamos muy contentos por esto. Estamos
muy contentos de saber que estamos viviendo en el día del fin, cuando vemos
las señales viniendo de nuevo como en aquel día, de Su llegada. Humillamos
nuestros corazones en Tu Presencia, ¡oh, Gran Ser Noble! Permite que Tu
Espíritu reine soberanamente en nuestro corazón, en nuestras vidas. Y
fortalécenos, desde adentro hacia afuera, para que podamos ser siervos
Tuyos en esta gran y oscura hora que el mundo enfrenta hoy.
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El regalo envuelto de Dios (60-1225)