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”No es la posición,

no es la sabiduría finita,
no son las cualidades,
no son los dones de una
persona los que la hacen sobresalir
en la estima de Dios.
El intelecto, la razón,
los talentos de los hombres
son los dones de Dios
que han de ser empleados
para su gloria, para la estructuración
de su reino eterno.
El carácter moral y espiritual
es lo que vale a la vista del cielo,
y lo que sobrevivirá a la tumba
y será hecho glorioso con
inmortalidad
por las edades sin fin de la
eternidad...”
(A fin de conocerle, 7 de abril)
La autoestima es el concepto
que tenemos de nosotros mismos,
el cual está formado por
todos los pensamientos,
sentimientos, sensaciones y experiencias
que hemos ido recogiendo
durante nuestra vida,
desde que nacemos
y todo esto se refleja en nuestros actos,
en nuestro comportamiento.
El nivel de tu autoestima
tiene gran influencia
y profundas consecuencias
en cada aspecto de tu vida:
en tu relación con Dios;
en tu desempeño en la escuela,
en el trabajo, en la iglesia;
en la forma cómo tratas
a la gente que te rodea;
en las probabilidades de levantarte
en tiempos difíciles; en la facilidad o dificultad
para hacer amistades profundas o enamorarte,
en la manera como interactúas con tus padres,
con tu esposo, con tus hijos, con maestros
y amigos; e influye en el nivel de
felicidad personal que puedas alcanzar.
“El Señor se chasquea cuando su pueblo
se tiene en estima demasiado baja. Desea
que su heredad escogida se estime según
el valor que él le ha atribuido.
Dios la quería; de lo contrario no hubiera
mandado a su Hijo a una empresa tan
costosa para redimirla.
DTG Cap. 73).
Una persona con baja autoestima:

1. Suele ser alguien inseguro,


que desconfía de las propias
facultades y no quiere tomar
decisiones por miedo a equivocarse.

2. Necesita de la aprobación
de los demás pues tiene muchos
sentimientos de inferioridad.

3. Suele tener una imagen


distorsionada de si mismo,
tanto a lo que se refiere
a rasgos físicos como de su
valía personal o carácter.
4. Le cuesta hacer amigos nuevos y
está pendiente del qué dirán o
pensarán sobre él,
pues tiene un miedo excesivo al
rechazo, a ser juzgado mal y a ser
abandonado.

5. Se abstiene de la expresión de los


sentimientos por miedo a no ser
correspondido.
6. Se siente deprimido ante cualquier frustración,
se hunde cuando fracasa en sus empeños
y por eso evita hacer proyectos o los abandona
a la primera dificultad importante
o pequeño fracaso.

7. Hace que su propia valía dependa de lo que


otros piensen o digan, por ello siempre necesita
que lo demás lo aprueben,
constantemente busca agradar a todos,
nunca puede ser él mismo.

8. No tiene la convicción esencial


para asumir las decisiones
y los retos más desafiantes,
pues teme que cada falla le "confirme"
su sentido de incompetencia.
CAUSAS DE LA AUTOESTIMA BAJA

1. La comparación con los demás, destacando de


éstos las virtudes en las que son superiores
2. Sus familiares o las personas a las que más
quieren los descalifican, los menosprecian o
rechazan y la existencia se reduce a la de un
ser casi nulo.
3. El abuso o maltrato… físico, verbal,
psicológico, o sexual. En otra causas.
4. Medir nuestro valor como el mundo lo hace,
basándose en el dinero, la belleza, el poder, la
fama y os logros académicos.
Quien adolece de esta capacidad de valorarse
tiene su propio “enemigo interno”, algo así
como una voz que siempre le dice “No puedes”,
desaprovechando así las oportunidades que
Dios a cada paso le presenta.
1. Ama la vida, se siente feliz
consigo mismo, con su sexo
y el lugar donde le ha
tocado vivir. Reconoce lo
bueno de las demás
personas y se los dice.

2. Se siente responsable y
actúa de esa manera. Lleva
las riendas de su vida,
controla sus instintos y
tiene dominio de sí mismo.
Sin embargo, como es
humano, cuando comete
errores, pide perdón a Dios,
se arrepiente y aprende de
ellos, les saca provecho.
3. Es activa, participa. Es aquél que
hace lo que tiene que hacer,
cuando lo debe hacer y como hay
que hacerlo. Su vida está
encaminada hacia el éxito, porque
entiende claramente que su valor
radica en Cristo Jesús.

4. No necesita competir, no se
compara, no envidia, no se
justifica por todo lo que hace, no
actúa como si "pidiera perdón por
existir", no cree que está
molestando o haciendo perder el
tiempo a otros, se da cuenta de
que los demás tienen sus propios
problemas en lugar de echarse la
culpa "por ocasionar molestias".
5. Cree firmemente en sus
valores y principios
morales y espirituales,
está dispuesto a
defenderlos aún cuando
encuentre fuerte
oposición colectiva. Se
repite a sí mismo “Todo
lo puedo en Cristo que
me fortalece”
6. Es capaz de obrar según crea más acertado,
juicio y en la voluntad divina,
sin sentirse culpable cuando
a otros le parece mal lo que haya hecho.

7. No emplea demasiado tiempo preocupándose


por lo que haya ocurrido en el pasado,
ni por lo que pueda ocurrir en el futuro.
Tiene confianza plena en que sus pasos
son guiados por Dios y se somete a su dirección.
8. Tiene confianza en la capacidad y en la
sabiduría
que Dios le da para resolver sus propios
problemas,
sin dejarse acobardar por los fracasos y
dificultades
que experimente, porque confía en que Dios
añade su poder a sus esfuerzos humanos
y que si cae derrotado,
Dios le ayudará a levantarse
y a continuar en la lucha.
Leamos Josué 1:9.
9. Se considera y
realmente se siente
igual, como persona,
a cualquier otra
persona aunque
reconoce diferencias
en talentos
específicos, prestigio
profesional o
posición económica.

10.No se deja manipular


por los demás,
aunque está
dispuesta a colaborar
si le parece apropiado
y conveniente.
11. Es sensible a las necesidades de los otros,
respeta las normas de convivencia generalmente
aceptadas, reconoce sinceramente que no tiene
derecho a medrar o divertirse a costa de los
demás.
“Muchos que son aptos para
hacer una obra excelente,
logran poco porque intentan
poco.
Miles de cristianos pasan la vida
como si no tuvieran ningún gran
fin que perseguir, ni ningún
ideal elevado que alcanzar.

Una razón de esto es la baja


estima en que se tienen a sí
mismos. Cristo pagó un precio
infinito por nosotros, y quiere
que estimemos nuestro propio
valor en conformidad con dicho
precio.
Tu vida tiene valor; todo el valor que la muerte
de Cristo le confiere.
Dios pagó el precio más alto que se podía pagar
para cancelar tus pecados
y adoptarte en su familia.
Ten fe en que Dios puede transformarte.
Ábrele el corazón al Todopoderoso
y permítele que haga en ti
el cambio que necesitas.
Pedro era impulsivo y rudo
y quizás violento,
pero el Señor hizo en él un cambio
que lo transformó en
el San Pedro admirable
que conocemos.
VALIOSA
MUJER,
Dios te
bendiga hoy y
siempre

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