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La literatura

Hn las ciudades como Atenas, el saber leer, escribir y contar


rcgún parece, 1o ordinario entre los ciudadanos libres. La
no corría a cargo del Estado, sino que era privada (a
lÉl' cn lo que atañe al entrenamiento militar y al gimnasio),
n mediados del siglo v la enseñanza regular se detenía al
tlc los rudimentos elementales. La formación profesional
¡uirla, corrientemente, en el hogar o mediante aprendizaje.
ütll la dirección de algún técnico en cuanto a la eqüitación, el
to y la lucha. Pero en literatura o filosofÍa, hasta los hom-
de la generación de Pericles o de Sófocies aprendieron cuan-
Inn por preceptos individuales y de ninguna regularidad,
tcs de sus mayores y de sus contemporáneos, o bien por
¡ esfuerzo. Vinieron después los hombres a los que se
rtolistas», que recorrían las principales poblaciones ofrecien.
lircrtes emolumentos, la educación en materias retóricas y
x y en el arte de la politica. La educación superior aumen-
lr de este impulso, aunque siguió siendo una actividad
y costosa, basada por lo común en las relaciones entre
y discípulo.
llhru¡s consistían en unas hojas hechas con delgadas tiras
t,añn cgipcia denominada papiro, las cuales se iban pegando
ol t'us por sus extremos para formar rollos que contenían
ntrt'r'ito eri una serie de columnas. La forrria más cómoda
t, r.tt tlisposición de códice, a la que hoy estamos acostum-
H¡f r:c¡mo las hojas de pergamino o vitelas, más suaves,
orr sólo muchos siglos después. Al lector de un rollo
de papiro se Ie facilitubl
-yy poco su tarea: no encontraba
::-:".1"T".fijo de puntuacién, ir, "á_i""zos de capírulo y tlriir¡rcs presentadas dramáticamente, es decir, puestas en boca
¡l¡, ¡rcrsonajes reales, que arguyen, rien o se enfádan no de otro
I;#"T,Ill.ll,*111^.:-ror,rexlos
saba, y normalmente lir..á.ior,
'Lvr4rr(r§, qonqe
donde menos se lr
lrt,rlo a como suele hacerlo la gente en tales circunstancias. De los
Xl,:lt#T., ,'.*: ,.*' i:H
;;-;-;:-',:" T#'::i*",1'1,ff¡*T"
tlerulis prosistas del siglo rv, los únicos cuyo estilo puede compa-
mera ?,,última
letra a la "=1 trsu'ra, oe Ia p
;:Xx"*LT?[i*:"*i:T,,:-',,¡::"i1,::3:::"'il:ffi',,.*',l
hl,::il.J:,y;1.,u"ñ"iiá,ii,.'a:",',ti,"","".;11il1.ff
:: j l'Hl'so un poco con el de Platón fueron
llt('nlc- oradores y maestros de retórica,-también
característica-
tales como Isócrates y
[)erruistenes, que escribían no sóio auténticos discursos sino adé-
princinalrn.nra negocios muy modestos, Ittris panfletos políticos con la apariencia de elegantes oraciones.
a-
^,.:l:_r"lÍan baiad
l,{sta elevación de la oratoria a formas altamente literarias repre-
n::f;,[.J:;.,"ii..,ti;;";;;.;',"..;;':",i#J.#liii,".];J,il1i ¡errta el lcgro más depurado de Ia afición de los griegos á h
Sería, por tan1o, trastocar
las cosas, dar demasiada im ¡rrrlabra hablada, aspecto de su vida que debe tenerse siempre
l?1""",:..*
griegos g::T"_
#1." -,, ;"";=;r?;
prerárían
;;;"i;" ;;;; ;, h p ara bra e s cri ta.
"; ,".r., ,I'11',"rH.'."1ái?,"¿1.:..".1,1.i..ii flr cuenta para cualquier examen de su literatura hasta el final del
-.#' ¡x'r'íodo clásico.
ru-.rru.iu, roro ros grandes teatros
J"::?i: ÍrT,
Xl puertas
de afuera v.ro,
""."":.ol^
: ^
ü;;HolH.THA"::?ffi:
sino también la "áin.r-ol;;
más. *.á"-rJrrü'á-". ,oau,
griegas' Ia esroa, pórrico ras construcciones
por columnas. por cada ;personr,-qirJ-l.y.re
á;;ililrIlio a" rechumbre sosteniaa
decenas de mites o.,. la-.;""."Ír" una tragedia había
sentación o de haberla oiao. gsrá á.ir;;;.]r"¿, ??, i,i repre_
lÍrica' compuesta de ordinario ]"..ai, tambión con Ia poesia.
por coros ) en ceremoniu,
p;.;; " - cantada lfrecuente^mente
.el"uraclán".' o"'r.Lrrros mi
_
".uri
J.ruü. ;*;":T fi_"r,?r
#:rY:lL]'
religiosas,
Ii rares o o"'?ro^11, :^tJ#,?rri::f:r";
Y sucedía inclusive, aunque más
rodoro' por eiemoro, daba r"lr"ür'p¿üri"u, rimitad#.#ff
fiIósofos enseñabá, ;r"f";;;i;;;; de su É1is¿o ria. Los
abiertamente su desco"n""r"-."i"rr..i".ro i;;r."riendo. pratón expresó
libros: a ésros a Io ya fijado en Ios
ideas están cerradas". .: a]":ulieriores
,gñ;"hacJiur'."rrn,ur, por lo cuat sus
además, hacen oue se a.uilit" "o..á..iorr", y ifiru_i".riá, y,
tro sócrates fue más u.i-r-rurt"* lu t";;;;; (Fedro, 274-B).Su maes_
Doctor Johnson I v que nuestro famoso
ganó su "á"i'""r*a*
."f.riu.Io., a base solamente
,sc
ioda l" u.ga ;tá;:-;; que jamás de
ÍH",fi:r:"rante escribió ni

, ".:jiliri H:n'J,:::-e.: -lodas sus repusnancias, rue rebundísimo


i" -;y*;; ü' :li;i,1'xt*f 1:.;:'X.j":tff&S:"':i .d:
ideas filosófióas se van desarrJi""aJ""i.uu", i:f
de complicadas dis-
:X:

Hi$:";[i'"""1*Elfl JJ"...'j:'n",.Jri1h$#,#-"#j§ri]ff
jr*
".'#,ll,Jllí1,
f 0. Fragmento de papiro (Museo de Berlín)
96
La poesía con sus composiciones amatorias; pero ,sigue siendo
gaces éxitos
La cualidad oral de la literatura. es, probablemente, parte laliAa h generalización de que la poesía clásica abandonó las
para explicarse por qué vino'"Ln turrto i emociones puramente personales y se dio a cultivar los temas
l_o:P"t: retraso
rrollo de la prosá. No se tratá sólo á"-i" táráiá ,prri"iol el de sociales, religiosos y de alta moral'
prosa como belles lettres _Jenofonte, en i" La transición se percibe con la mayor facilidad en tres hombres
el sigl; iü-;;-;l-;.I, que cerraron la época de la poesía lírica: Simónides de Ceos, su
representahte de nota en esta categoría_, sinoáel
curioso empleo de la poesía en lof escriios políticos
(ór;; ;tí;; sbbrino Baquílidei y el mayor poeta, probablemente, de todos los
-modalidad,
de tos primeros ejemplos fue el de'Solón, V
ni.r"n de aquella el beocio Píndaro, que vivió desde el
_ 9,"" d";;;;
tT L** políricas y éticaé en dísticos-etegíacos. t;á;ri;-; ano 518 a, poco más o menos, el 438. Fueron todos muy fecundos,
del,siglo vr }acía igual Jenófa".r, q"" purtió del y sus obras se distribuyen en una amplia gama de categorías:
exiliado y vivió en la Grecia de Occide;d y Asia Menor fiimnos, peanes (cánticos con los que se celebraba corrieutemente
-á;';;i'";;ry
medio siglo más alguna victoria militar), cantos fúnebres, epigramas, odas epini'
les imiraron en esro. Empédocles
Elea,- im-portantes filósofoi p..ro"ráli"or que
iffiilffi" ciás (en honor a quien vencía en los juegos)' Ha de advertirse, en
ar escribir usa primer lugar, que toda esta poesía se compuso para determinadas
poética. otroi filosofás cJeá;"; ;;;,1r;
::l'_Lfj:=a
ros pnmeros escritores de geografía y de historia ócasiones, y geñeralmente por encargo lucrativo. Los poetas hacían
cierta importancia a la prosal pá" fráUian largos y fieóuentes viajes, con lo que sus obras tenían carácter
'db.ur, - únicamente ,; ;;;" ,ri¿"rráI. Cada poema estaba vinculado a un sitio concreto sola-
exiguos fragmentos de sus
-
"á"io
es imposiure determinar mente por la ocasión o el personaje que en él se evocaban, pero
cualidades literarias. Herodoto po, óonsiguient", J- pri
"",i"^" gran prosisra de ele nunca éra .regional, o .nacional, como tanta de la poesía moder-
puede afirmars-e que
flilg^?,,*lg,: na lo ha sido iiempre. En segundo lugar, la religión formaba parte
te estilo.
-Tampoco después ae ¿l ""
truUo;"?; *alil:; Ii# de su contextura misma, por así decirlo. El peán, por ejernplo, fue
Platón y los oradores, aunque se produjeron enormes cantida
originariamente un himno a Apolo, y nunca perdió este -carácter,
d.e n1os1. La poesía
"orrr"rió
," d;ilá d;d;;;;;;;;'ñ, auñ cuando pasó a ser un himno a la victoria y a la paz. Las odas
de la civitizacié, g;i"gu, bajo ei g;bi;;;;;, epinicias ---lás mejor conocidas, porque la obra de Píndaro en
:l"r_91."*encia
en.ta que unos pocos pro-sistái, ,;il"1;á;'lñ";;;
19,:p""? eite género se ha óonservado íntegra- surgian al -calor de algún
::?11.1:"?::1:'jL:'-3 er 46.d. r..c.y et 120 d. r. c. respectir
mente)pusieronfloridobroche.alestiionarrativo. aconiecimiento religio§o, los juegos de un festival, y celebraban
[ a poesía pasó por una serie d" il;;;:;;tás al que en éstos vencía, para lo cual iban relatando complicadísi-
^ cámuios
algo.de la hiitoria de la sociedaá griega. Si tos inicios
moi mitos en forma fragmentaria y llena de alusiones, si es que
I:ry]i"
período había manera de relacionarlos (por ligeramente que fuese) con el
,arcaico gituvieron. marcados p", ér #árit";" l, ;;. tema de que se tratara, y entreverándolos con enseñanzas y máxi-
ÍIj::,:.,: y:::i? personalista d9. un irámu.e mas moráles y hasta con comentarios políticos y sociales' Su
cjerto sentido, ctaro está., la poisía
";;; arq"ir.I"t,
transición al período clásico implicJ r;;p;;;;;;#;ffi.
asunto aparenie poclía muy bien ser la glorificación de un atleta,
", ,i.ñú;-;;;;;rfj"^r".r,
de los sentimientos partícuhi", ¿ál-prái",-tI ;ffi;iJ +
pero en iealidad exaltaban a la comunidad y a sus dioses. -
Por ejemplo, la segunda oda pítica de Píndaro, una de las
ciones (aunque en lá poesía heroica h"ü ,;;;r"-"i
É: varias qué eicribió para Hierón, tirano de Siracusa desde el
muy vigoroso que culminó tá ñiiáí y año 478 hasta el 467 o el 466, en que murió, comienza así, con
lTp:::",","I
Lo notable es que, en la Grecia clásica, ""tanto ";1"-ó;l
los iemas como evidente propiedad:
ocasiones que los inspirab_an dejaron aé ,", i"áiriñ;i;;
;;;;"
l:t,11^: :,l comunirarios.
de Arquíloco,
La poésía al esrilo a" ro" piiáiió;;
de los amorosos.poemas de Safo ¡Siracusa grandiosa,
nes de bebedor de Anacreonte aé¡O de escribirs". v-áé
i".- templo de Ares cruento,
ciones; no faltaron poetas ae ,egurráá iñ;;;;;;ñifi;r;;
ft,rUo,-ri, de hombres y potros, cuyo gran contento
los armas son, oh tú, nutriz dichosa!
98 99

t
Desde la fértil Tebas
vengo, de las cuadrigas que con ruido Y así va prosiguiendo. Hay muchas cosas que se nos hacen
el suelo hacen temblar, a darte nueyas oscuras en esta singular oda (Píndaro es raras veces claro para
con este himno: Ha vencido el lector moderno); percíbese también en ella algo de resenti-
Hierón, de carro hermoso, miento personal, producido acaso por su rivalidad con Simónides
que ornó con sus espléndidos laureles en punto al patronazgo de Hierón.
a Or.tigia, que es de Artemis reposo, No obstante, ya no es ésta una poesía personalista como lo
lo diosa de los ríos; era la de Safo y Alceo, anterior en un siglo o más. Aunque los poe-
no sin cuyo 'favor, de sus corceles mas de Píndaro pueden ser clasificados todavía como líricos en un
con yistoso iaez y /nanos hdbites sentido formal muy restringido, hasta estos breves pasajes que
pudo amansar los bríos.r acabamos de leer revelan que psicológica e intelectualmente son
más afines a su contemporáneo ateniense Esquilo, a las formas
Pero unos cuantos versos rnás abajo el poeta se poner a cor artísticas, muy diferentes, que éste creó.
el mito, singularmente desagradable, de lii¿n, el pr"g""it*
los centauros, que intentó §educir a Hera, la con^sorie del
_
de los dioses, y recibió adecuado castigo: girar porci"*pr" u La tragedia
a una_rueda de fuego. Este mito, de órigen tesáüo, rro ii"rr"
relación conocida con Hierón ni con sirácusa q"" ir-q"", li"" El patrono individual del poeta lírico nunca dejó del todo de
de un didactismo enteramente arbitrario, putu ser tenido en cuenta, especialmente si se trataba de un tirano. No
poeta: " li*Jtr.l" fue casual que Simónides y PÍndaro tuviesen tan estrechos vínculos
con Sicilia, ni que Píndaro, en particular, se identificase en mu-
Es D.ios, que chos aspectos de sus ideas con el mundo de la aristocracia tradi-
todos los términos a las esperanzas;
^. quien atrqpqt'ija
Dios, al águila en su vuelo y adelanta at Aál cional, a la sazón en vías de desaparecer, y con la tirania, más
en el mar; quien doblega bajo su poder at hombie di bien que con la nueva y triunfante polis clásica. Fue Atenas, la
democrática ciudad:estado por excelencia, la que produjo y pa-
lsamient trocinó hablando- la tragedia, forma artística a
demasiado altaneros, -estrictamente
mientras a otros les otorga honor inmarcesible. Lo que la que en seguida se concedió eI sitio de honor después de Ho-
mero, con preferencia a toda la restante poesía, no sólo entre los
escapar del d.iente del reproche por excesiuo, atenienses, sino entre los griegos en general. Lo que cuenta Plu-
¡ofrTl"ti'o
lejos, vi al gruñón de Arquítobo tarco (Vida de Nicias, XXIX) de que algunos de los atenienses
-Halldndome
tra.bajando impotente y cebtindose en su-propio aborrec capturados en Siracusa en 413 debieron la conservación de sus
odio, en nada más; juntar a la riqueza laioriuna de la s vidas a haber sabido recitar a Eurípides de memoria puede ser
cierto o no, pero ilustra muy bien la importancia que había al-
es el mds alto destino. canzado la tragedia.
Tú, con tu dnimo intrépido, puedes evidenciailo, Sus orígenes son oscuros. La aparición de la poesía lírica
tú, que eres príncipe de cailes eiguirnatdadas por sis mutti. diríase lógica y obvia: la humanidad ha cantado siempre al cele-
brar algunos ritos, sobre todo en las relaciones con sus dioses, y
" [r un poema lírico era, como su nombre indica, un cántico que se
acompañaba tañendo la lira (o, poq posterior extensión, también
I En la traducción.de este.pasaje de píndaro tocando la flauta). Con frecuencia, tal canto, especialmente si era
sigue siendo muy aceptablE coral, acompañaba a su vez los movimientos de una danza o farsa
la versión de D. Arbino nrércáiinilpá?L-,i"i'i"*ii,i,"iiñ;;óEñiiiEí,ó"á".
tituir tan sólo su «Marte»- por Áie§ y diiLüána, por Artemis, cambio
!a,rur( que,
,,rr_
mímica y, a veces, se consideraba más propio y aun necesario que
no altera el ritmo. (Nota dei traducto'r.)-- , los danzantes llevaran máscaras: para representar, pongamos por
1.00
t0t
caso, a los sátiros, asociados siempre con Dionisos. parec La tragedia no era, pues, un drama ritual -nunca se insistirá
combinaciones se hallan tan por doqlier que no es de marav demasiado-en esto-, pero conservaba estrechísimos vínculos con
que en la Grecia del siglo vr se hiciesén experimentos encami: lf religión; ante todo, por su total asociación con los festivales (y
a darle a la poesía lírica, cuya mezcolanzá de formas ..u yu Gn co-t s"crrencia, como griegos que eran, porque se producía
grande, alguna relación orgánica con los antiguos ritos. Ni"resr C'mpetitivamente). Las más te És tragedias fueron estrenadas
sorprendente que fuera Dionisos el dios en iorno al cual giró durante las Dionisíacas Mayores o de la Ciudad, que se celebra-
interés. Lo mi"smo que Deméter, la diosa de la fertilidad, o?u¡ ban en Atenas al etnpezar la primavera con más esplendor que
él un puesto_ distinguido en el panteón; virtualment" it;;r;;; las otras tres festividád"s que los atenienses honraban cada
Homero y sin contarse entre los Olímpicos (aunque -"ru fri3o- I "o.,
tño a Dionisos. El primer día estaba dedicado a una solemne
procesión, en el transcurso de la cual se sacrificaba un toro y se
,
Zeys),. alcg,nzó Dionisos alta posición áentro de iu .urrgo á,
religión oficial del Estado ¡nientras seguía siendo, a la ,erlun ái Verificaba la colocación oficial de la imagen del dios en el teatro,
preeminentemente popular: el dios dél vino y clel jolgoriá, de I y luego había un certamen de odas ditirámbicas a cargo de diez
éxtasis y frenesíes y de los ritos orgiásticos. 'coto.l cinco de hombres maduros y cinco de muchachos, com-
La combinación de ra poesía rírica con el ritual dionisíaco puesto cada uno de ellos de cincuenta coristas acompañados de
tituyó la prehistoria cle talragedia. Sin embargo, como ü hautas. El segundo día se representaban cinco comedias'
de los datos genealógicos, éste también expüóa mucho *"ró, -, Y despuJs venía el concurso de tragedias, Qu9 duraba tres
lo qr9 parece. Porque lo que de aquella combinación resultó dlas enterós, cada uno de ellos asignado a uno de los autores
fue ni danza ritual, ni celebraciOn de las glorias del dios concursantes, quienes escribían para aquella ocasión tres. trage-
un coro, ni una simple e inmediata conjunción de ambas c dias (nosotros ias llamaríamos piezas de un acto), las cuales po-
sino algo nuevo y diferente, a saber, el teatro. dfan formar entre las tres, por sus relaciones intrínsecas, una
Los griegos, o con más exactitúd, lo, atenienses, al llegar. trilogía, aunque esto no era o-bligatorio y parece q"" 9f ordinario
este punto, dieron con la idea del teatro, lo mismo que fie no 1á formaion, y una cuarta pieza de género muy distinto, una
los inventores de otras muchas instituciones sociales y cultun
que luego se incorporaron al patrimonio de Occidente. N 'ttit"?rr#:11i;r", de este esfuerzo oscilan, en conjunto,-poco'
tiene de evidente, de suyo, Ia iáea del teatro, de unas escr Los que'tomaban parte activa en él no solían ser menos de mil
y unos actores a través de los cuales el individuo particular, inorvilduos entre adultosadolescentes, que habían pasado antes
y
la dirección de sacerdotes ni de otras autoriclades, puaiese' mucho tiempo en repeticíones, y el teatró, si se llenaba, contenía
minar en público los destinos humanos y hacer Lomentar unos 14 000ispectadtres que sé sentaban al aire libre en hileras
sobre ellos. Es decir, no contentándose ya con cantar himnos escalonadas, niirando haciá abajo, hacia el sitio en que evolucio-
alabanza a los dioses, ni con ra representación de dramas nahan los danzantes (lugar llamado orquesta y que no. era más
tuales, como la del mito de Dionisoi que parece haber sido que un despejado circular) y hacia el escenario que se
culminación de los misterios eleusinos -(o, para porr", "spa"Io
álzaba tras 31,-cerradó por un sencillo muro y dotádo de rudimen-
plo más familiar a nosotros, con la repreJentación del"i-é¡, dra tarios artificios escénióos. El esfuerzo se repetía cada año, aun
de la Pasión), sino mediante un juego poético que era ,, durante la guerra del Peloponeso, y siempre con nuevas obras'
Lin.ura y pese a ros
tancia los mucnos
muchos elementos
elementoJ tradicionales "r,
trádicionalés una creaciór¡
creacid En el transcurso del siglo v varios festejos rurale¡ menores ini-
del autor de la obra escénica, así en lo referente a la acción dg, ciaron la práctica de r-epresentar piezas que habían.sido. estre-
los.personajes como en cuanto a los modos, imágenes"t .;;;; naclas en álgrrt u. de las primeras Dionisíacas de la Ciudad; pero
tarios introducidos en los largos pasajes q,r" ,á .onáuUu, ui la primera ácasión conoóida en que se repitió la representación
coro' ,I os griegos acertaban en su éstimacióir cuando ponían rj de rrna pieza antigua en las principales.Dionisíacas atenienses no
tragedia a la par con la épica: dentro de su línea, eita tuvo lü§ar hasta él 38ó. Los éscritores de tragedia, aunque no po-
creación era un tanto atrevida y revolucionaria, y su impacto ",r"rr. dían contar con un gran público de lectores, no se desalenta-
perduró mucho más que la sociedad que la produjá. ban: año tras año ibán próduciendo nuevas piezas con la espe'
103
ranza de aquella representación
única _esperanza filuy €xDur tometido al poder y a la autoridad divinos. Era este efecto total
a quedarse en lusoiia puru
tos de menos renombre', -".t o.;" "id;-;;;.i.#";iJ I lo que daba a la tragedia su altísima calidad religiosa, hecha
ñ"i_ii;;ü'a"
y durante tres días era invariable. o - ' ,r, soto autor por más concreta y vívida por las referencias directas a oráculos, pro'
La fuerza motjvadora.A" fecías y dioses; por el empleo del mito como fuente ordinaria del
que buscarta en ra ocasión ."Á"¡u.rte despliegue de enersía mismo argumento;, por los muchos pasajes de carácter hlmnico
lemne y festiva a un tiempo
;;;á;;;, .!i"l?*iá;;;3; que entonaba el coro; por las máscaras, los atuendos y los pasos
1r"p"iáai-*'
las Grandes panateneas, que se majestad soramente' de danza que los griegos solían usar también en sus ritos.
cerebraban cada cratro añosl Ninguno de los notables rasgos que distinguen a la tragedia
honor a la diosa Ate
narioderE;ñ;;;T*.1?:.H? jl:i3[Íái];X'"rjl:lli" jixl griega es tan sorprendente como el del indiscutido monopolio
día los ceremoniosos actos, y ért." sus-obligaciones que de la misma detentaron los atenienses. Los primeros experi'
de seleccionar a los autores áe se inclúía mentos o ensayos del siglo vr parecen haber acaecido en Co-
trageJias que habrían de compe rinto y en Sición, en el Peloponeso; pero en cuanto los atenienses
Los nada despreciables costos
a" fí."p."rentación eran cubiÉrt
en parte, directamenf,-y:r el ¿esoro se interesaron por aquella novedad (según la tradición, el honor
rmpueslas a los individuos de lu, VI-* pu.r", po. u.igru"illl cle haberla introducido entre ellos pertenece a Tespis, contempo-
mente a aquellos a quienes se les cta,sls mas adineradas, precis ráneo de Pisístrato), su ulterior progreso estuvo ya del todo en
se les cargaban alsunos d;b;; Ios puestos de mandol sus manos. Hasta muy avanzado el siglo tv, sólo en Atenas se re-
.de Ios gá.t.. álj.s navíos de guerra, cc
idénticos marices ionorificos presentaron con regularidad tragedias, y todas ellas fueron al
r;I.;"ripos de actividádes á pr parecer escritas, en sus versiones originales, para los concursos
";
mera visra incompara_bte^s. V quie"e:
un jurado de cinco ju.eces, escogidás Éáj;* el concurso lo decid
por complicados procec
atenienses. A los escritores que no eran de Atenas se les permitía
concurrir y, a veces, llegaron a obtener el primer premio, pero
-,"1r^"-r
il^,::.1"" ,"tenían,
Los dramaturgos
.rmportancia
ir.l,riu-"i-iiJrli"#1. echar a suertes.
.turo no se ha conservado el recuerdo de ningún hombre de aquellos
entera concienqia de ; que escribiese una tragedia para ser representada en su propia
de la ocasión, si Oien _cosa
"riá, bastante
hacer especiales refáÁ.iur'u »]orriror, ,l ciudad. Esquilo fue dos veces a Sicilia, y esto es signifi.cativo por
:?lr_"^1
crones raramente cuyos "...ioru_
mitos , r,rnl lo excepcional para su época: al hablar de los prisioneros ate-
eran el tema de tas *iro.rt",
pieiás.*,s"¡".r?"ilr.iiri
pasajes llenos de altos ."rti*i"rrIo, nienses, Plutarco explicó que los griegos sicilianos, enamorados
cicatero y, en esencia, desorientador. _y piadosos, p€ro de Eurípides, estaban pendientes de los fragmentos de sus obras
:::]Prf,
asegura que de Ios seis eremenios Cuando Aristóteles que oían de labios de los viajeros y que se aprendían de corrido.
que constir"v;'r;;;Lrüiu
-las .,"r Esquilo, Sófocles y EurÍpides dominaron entre los tres el
más importante es la combina.iárr=
gedia es una imitacio"^r*¡**lr;;;a-" acciones, pues Ia tra: siglo v. Escribieron en total unas 300 piezas, de las cuales han lle-
acción y de Ia vida» (poéti""-lí¡,^r"" Ios hombres sino de ra gado hasta nosotros treinta y dos. No poseemos ni una sola obra
sidad de considerar cada pieza lrrafiri, apunta a la nece* de ninguno de los demás autores de tragedias, 150 en números
es mayor que sus Dartes; la acción,""'i"J"i" conjunto, pues el todJ
se.rtiao, é, a" *uyor|
redondos, cuyos nombres se conocen, varios de ellos famosos otro-
qy:.tu pá..i"",,'q"e
"rt" tos caracteres de ros ra. Hay motivos para pensar que el proceso de selección a través
ill,.1*,::""3-t::l
personajes, aun siendo_ Itamui¿n
i*p.".Ááiur"r, .áÁá-tJ'JJrl
de las edades no ha sido malo. Desde mediados del siglo rv se
uno de estos elementos. Sólo ,rúi;;á; hizo habitual la repetición de piezas antiguas, así como la presen-
leyéndota de una tira.da) a toda una tragedia"a¿a
(o tación de las mismas en muchas partes de la Hélade. Pasaron
'1" ;;;;td; su efecto más propio; Ia
ininterrumpida tensión j quede a ser un rasgo típico de la vida cultural griega las compañías
á[.IJ;';'i;..,r.n¿emente opaco del
Ienguaje poérico; tos úrgás-r'JJririi.uio. ambulantes de «artistas dionisíacos" y, según se quejaba Aristó-
llenos de arusione" v de- zi..úl*ár''or.i¡aua"s; pu.tu*enroi y odas, teles en su Retórica (III, 1,4), «los actores eran más considerados
cenrración en torná. u U, .r.rii*J, ra absoruia que los poetas». También podía haber dicho que se iban haciendo
existencia humana, a.f ?a, fundamentales decon- la más importantes los edificios de los teatros: el de Dionisos,.que en
"o-po.i.ril""r"'y eI destino del hombre el siglo v era de rudimentaria construcción, fue transformado,
104
105
en el siglo rv, en su espléndido anfiteatro de piedra,
a los de Delfos, Epida,rio y ot.o. .rrtlo, t,rgur", equi
Para iesumir, despuéÁ de h gueria dei pelo;;;;ó' iaá i¡1.-
-la tragedia
;;A; #il;''i"ffi;'rü;
siguió sienáo a"ra"i"
,:,"^:rt:":,1^rápidamente en un arte secundario y derivativo,
viendo a costf de ros -u"rt-r-liú;;;';H ü;T;iliá;
nuevas y vitales creacrones.
Evidentemente la Atenas del siglo v proporcionaba,
modo u otro, la atmósfera en que este arte podÍa de
demasiado aventurado y gratuitá insinuar aaem¿s florecer. S
tenía una vinculación sinipte y ai.e"ia-"on ra q"" üüg,
democracia. En
escenas se hallan alusiones políticas bastante
freCuentes_ v
cuantas, como Zos nersas de Esquilo, escrita
después de la batatia de Satamú, ; ;;i¿;d"ir"*"",
_""ár-á" áiá
para ocuparse de intereses contemporáneos. ,ií
Nada habÍa en
de inconsistente o de. inadecuad.; ^ü ñl;;;r;
M;;; *;
celebración comunitaria, la religiól ;; il"irt.
pre que los dramaturgos- tocabin algún aspecto * 7ril, i'rrl
polÍtico lo hacj
desde el punro de visia de. sus i*piiZá.iá"es
morares, no desde
de las consecuencias prácticas. No'.iá" panfletistas, ni teori
dores políticos, propagandistas lcomo"ino nos ref,ramos
-ni
propaganda de la moralifla.d au
f, en general, ae U ¡ust-icüJ: A;.
yer-dad,.¡us opiniones polÍtjcas pu.tI.riur., siguen siendo
hasra lf. Teatro de Epidauro
fecha difícilmente discernibles ("b" ;;i como
Ias de Shakespeare). lo que ocurre c

. si algún víncuro tuvieron ras tragedias con er ambiente de


crático de la Atenas del siglo u, ¿"trá-U"r.a.i"f"-pár';;.;;
rroteros; en la manera como se vieron i""iáó-d;á#it"
el¿ma rrlÁana y en ta rolerancia que
#;
1."'-i:*::fs-"-'
demostraron i.::tt:11
en unai circunstancirr- ;-i;r'ü il:iáft;':.áT; de una vez con toda la convencional estructura establecida. Pero
dad no era. lo que podría Ls condiciones requeridas
-iinas
;;o;át hacerlo, y sigue siendo todavía uno de los trágicos áticos'
"rp".u.rá.
para participar en ros. festivares imponían a ros artistas urrrqrl" é1, lo mismo (ue sus predecesores, logró buce,ar.con-asom-
mitaciones muy definidas en cuanto'ái-"*pr"o ri U.or'" u*pfitud y libeitad e., Ios mitos y creencias tradicionales, así
.r*r á" ^r., pálpitut
de los á.1L.", v ¿"
los coros, la elección de ros temas y hasta ra estructura 'tales t"s problemas que la sociedad iba sacando
piezas y su tenguaje y- metro poéticoé. de Ias á--iu r"p"rficie, có*o la novedosa insistencia socrática
Esquilo i"tráá"jó-"rLd".r_
teragonista» o segundo actor; avance técnico q""-zuJi¿"r, en h neóesidad de tatzcirrt&r, o en la calidad humana de los escla'
cisivo para la creación efectiva de esta ltr-u a"- vos, o en las responsabiliclades y la corrupción del poder' De hecho'
focles añadió un tercero, y aquí se detuvo aquella
,r=rfrti"ll ñü, ü: i* iiagi.ot ,orrá"uro, a fondo iales problemas anualmente' bajo los
evolüción. El
papel del coro fue disminuyeáa"
Á.uJ"ál p"rá p.i.irt"rrt!-ir"rrt", u"rpi"íor del Estado y de Dionisos y en presencia de las ma-
hasta que Eurípides lo redujb ." *ir.t á, de sus
áU.", pl", *a, voiát m"ltitudes de hómbres, mujereseny Atenas' niños (e incluso de es-
que un interludio musicár. con Eurípides óhvos) que nunca se habían reunido
se tiene a "menudo ra
impresión de que, de haberle ria" pá'sluie, habrÍa
duao-ái1iurr. Lás asientos de honor contaban entre los más grandes pre-
mios que el Estado podía otorgar y que tanto los forasteros
106
107
distinguidos como los primates
posible --ya se comp-rende_ atenienses ambicionaban. Es Los poetas cómicos trataban preferentemente de cuanto les
d; ;;;l;ea de to que serían
brindabiel escenario de su tiempo con toda su rica variedad: la
litl1fl:H:,"*
cuyos Xtl,_:
componentes _:19+; l"áiti,io,, ra mayor parre
oermanecía" oolítica v sus representantes, las costumbres, los vestidos, las mo-
jlj:T:"T:,*:fl:. "" "*-".I;ñ,'pJr",l.uá;
á¡",, n.é,iá"¿á'ui#.i0,, áas, las-pretensiones, los vicios, las ideas de última hora y las
cado drama poéi=ico. ro qi," a un dirícl e int tradicionés muertas, los generales y los soldados, los campesinos,
.i á;Iá ;H:::¿"",Hf:":ll;
el fenómeno y ponderu, fr uit"-"ii"i los filósofos, los jóvenes elegantes, los esclavos... Libre de las ca-
".,lt,rrut n,r" .rror"l nónicas trabas a que debían someterse los poetas trágicos -y
fueron rarísimas excepciones-, el comediógrafo podía servirse
La comedia de los procedimientos estilísticos que le viniesen mejor para dar
Buelta ; los torrentes de la risa, y le estaba permitido abusar lo
La pubticació". mismo de las personalidades que de las ideas, de suerte que su
:1,1?58: d: ,l papiro escrito en el sieto voraz apetito de víctimas no respetaba ni a los dioses. A veces,
Í;1;.t;Í.i3
de ::*::fl
ras piezas o.i*""tu, y .* ,
"&í,'ete o Et misántropá,
l::,: ##ái'¿l¡i;í"3 los tiroé iban disimulados, aunque casi nunca lo bastante como
i9
Menandro (naiiao en 34í o-i¿ij.-""' " ik\::{^ para engañar a un espectador medianamente informado; pero, a
hs rini31.-1ome dias griegas inenuaol aquellos contra quienes se dirigían las chanzas eran lla'
,. r"f"11'i, X?ff ':*T ""b'imie"iá' <
mados por sus nombres propios, como, por ejemplo, Sócrates en
aricrÁr^-^- r,-:1,1ot+, ".s".i!1f por otro atenienie t"amb
ilusrre, Aristófanes
ilustre, Las nu6es, o Eurípides ei Los acarnienses, en Las rqnas y en Las
i1jdo, I,;"ia fi ;'ffi3*üTT
;;ó;.
tesmof oriatisas.
3;"t::3.:_:: T:i:p;lio-34#d;
q: ,.i r"rtiour.,
para los concursos ^áiá"írrffiJ;'.i:
sus piezas se
"""#:: Sólo podemos enjuiciar la comedia antigua por lo que nos
queda de Aristófanes, y en cuanto a iwgat con hondura a este
HtXL:".i11T,""_,.,.,-"_:,.:r.:;{iñ;,J#ñ;üu.",áre}ilil
de comedia exi s tió ulrtor rro es fácil hacerio. Su ingenio y su inventiva no tenían lí-
",ouuuL-"iá ;;, ;á: tÍ'?lif, i #'&,i".1 mites, como tampoco la ferocidad de sus invectivas, y poseía un
fJ:'::'*¿l¡
t: *':j:-1,^1'::,i.'*iejt;en
r".modálidad poética, t.¿á-i.i"riá"?Trr
hicieron cosa pr(
e rucreron
la y representada
p talento muy agudo. Era también capaz de lanzarse a bellísimos y
cos actores y ,rr, por profundos vuelos poéticos. Lo que a menudo se nos escapa, por
Durante el siglo"i.o.
v, en Ia denominada «comedia antigua», desgracia, es la línea divisoria entre sus múltiples facetas: ¿Cuán-
los do l¡n chiste no pasaba de mero chiste, y cuándo era además
::f ;;:J::Í?l^.,;i"i1.?i^_sjo,tesc.am;-;reluÁáii"l.,ái',?üá;"","
con frecuencia a la burra-y h;;;;;, #;*JLl"o:#;::t3i"H: hiriente estocada, o hasta qué punto eran serios o qué secreta
ti:1,*:1^? intención contenían los pasajes serios?
_!;.á ;;;;q;
j:":: bT
S,",i """r, hacían ob ceni dade s
s
De sus primeras diez comedias, representadas todas durante
:::,*,:f; r#";:i",xy,a"".,'!;;;iü::J;ti,x.:""f ",:},trs.; la primera mitad de la guerra del Peloponeso, siete fueron de tema
vestigiosá;r",;":,";l,'.¿:ffi §lH,liTi;"r":1";1T51i,#i: poiítico, llenas de tirones de barbas a los dirigentes populares,
que en Ia tragedia; pero esto
era sólo impezando por Pericles, y de ataques a instituciones, como la del
media, Iejos de tenér algo d. -d.;;; exterto'nente, pues la co. jurádo, y a la guerra misma. Abundabah en chistes groseros,
sentidos propios ¿e ¿ste,'era iituat en ningúno de Ios
-r""Járr'""talmente mucho más soeces que los que suelen tolerarse hoy en las revistas
todos sus aspectos. .,á-"iüiJr" vodevilescas. Con todo, no se sigue de aquí por necesidad, hablan-
Apenas resultaba concebible ", do en términos de pura lógica, que fuese Aristófanes adverso a la
que
un raro sin hacer alguna refe.encil un griego charlase. "durante democracia ateniense y a la guerra contra Esparta; ni que semejan'
esto sucedía tambiéñ en h comediu:a iá, áioó, v á-r"r-rItl' v te pintura de los demagogos, de la plebe ciudadana y de los jurados
i;r" rara vez tomaba ésta
por tema la religión,^ni siquiera puiu-t.utu.lo fuése exacta y hecha con imparcialidad o pretendiese serlo' Por un
en tono menor, a lado, pueden citarse pasajes de las piezas que se conservan que en
*e su trasfonao ambieiá Io constituian to, ñiiur""
ffii;* nrmeiosas cuestionei servirían para defender tanto esta posición
como la contraria. Por otro, hay el hecho de que Aristófanes ganó
,08
r09
:latro primeros
carrera,
premios, tres segundos y un tercero durante
al parecer ta de más éxitós de toáa U ."Ááá1" u"tiir"; otro refleje con tanta exactitud ciertas características de la Ate-
esto fuerza a pensar que sus. auditorios, ;;"ñ;;iIñ nas del siglo v,' sus amplias libertades, su confianza en sí misma,
r1fan, seguridad, antidámócrutu, ,i
ffi;i
-pá"ifirt*,, su exuberante vitalidad y aquella capacidad que tenía su demos
l:::ir^_"".de muy aistinta"mane.l
,9o.1 de reírse de sí propio.
l1.ub.ul enemigo ;;;;;;;;;#.:';td;":i
político en que suelen convertirle a veces los Al acabar la guerra del Peloponeso, se terminó también este
;.lll?d"
tudiosos modernos. Ahora bien, el otro extrem.,^Li¿L;;;; género de comedia. La del siglo rv fue ya desde los comien-
allí todo era diversión inocente, sin q"L iL oom"ti".an zos resulta notorio inclusive en las últimas piezas de Aris-
maticiosas ofensas, reduciría rá .áLlari-"iiá.i ";-;;i;ff;;il o intenta -comode un tono más tranquilo, menos acosador e hiriente, de
tófanes-
a un reír superficial carente de mensaje. platón, contenido en su conjunto no tan social y político. A rnediados
que era cosa más seria cuando re hizb decir
;i;;;;:,t;; del siglo había venido a ser una forma artística netamente distinta
a'sociáie;-áiá;; (con trayectoria diversa, por tanto, de la que siguió la, tragedia,
llll"":lr-r9_:fendiéndose ante et tribunai en et año SSS f Ápiio
18); Me temo, ciertamente, que los u."ruáár", ;;;;;rJñ;"d que se fue enfriando hasta hacerse estéril). La «comedia nueva»,
falsos rumores acerca de mi ou.u, pá, .-:"*plo, , cuya figura cumbre es Menandro, abandonó lo§ asuntos corrientes,
ff:^1:ryl1n
mi'especialidad consiste en hacer q"" las ideas políticas de la calle y los problemas que afectaban a la
"i-p"o.;.;;;;;T;;
el mejor. A tales hombres no me es aaaá-int;r?;;ffi;#; sociedad en general. Se convirtió en una'comedia de costumbres,
gerles en contradicción: *Ni sé ,.r, ,ro*ür";^;i-e;:d.;"5* respetable, sana, tan cerrada casi dentro de estrechos cánones
m.elos.que se úate quizá de algún poeta cómico., ; como lo estuvo en Inglaterra la comedia de la época de'la Restau'
1i"r^_t^l11la
referencia a Aristófánes- es en seguida ración; limitada a personajes ficticios y a rnonótonos y conven-
de Platón .respecto al duradero ;¡;; "lrpii"i í,"1.r*r*rr cionales enredos atinadamente resumidos en el título de la pieza
de Las nubes no shakespeariana, descendiente directo de la Comedia Nueva: una
menospreciarse.
Probablemente, el atenernos a una sola línea, comedia de errores. El interés se redujo ahora, centrándose en
sería certer:o; sin embargo, aesae cuártuier puítoestirándola,
.
la presentación de simplificados caracteres típicos, obvias morali-
implicaciones resultan, uuítá"t" ¿-;trtr" zaciones en torno al tema del triunfo de la virtud y habilidosos
"i..;r:;É;;"il;; i;"":""'L ardides del poeta al jugar con las frases o desenredar las situa-
:ill::: festeios..públicos anuales, A"e carácter retigioso co
ciones. Las tramas de Aristófanes tenían por tema central los es-
Í,T::,¿:X.:,:g:9ti*n a ra satirizaciá-n
"""ffi;
rruas rnsrttuclones, y _todavía. más sorpre¡dg¡¿s_ #ffi"ilár1l fuerzos de algún individuo, medio serios medio bufos, para eÚitar,
peroratas antibericistas en medio de una guerra a chistes y actuando por cuenta e iniciativa propias, una mayor crisis pú-
encarnizada ¡r blica, o para concluir con lo que se daba por supuesto que era
comg actividad estatal,-comenzando por la mi
li^!i:::.I e.st1Ias un gran mal; como, por ejemplo, la guerra" del Peloponeso, las
-deque ganaba y concruyend; p;;-i;-;;;,;'#¿i, á.i
¡1l19ion piezas
meorograto el concurso? ¡y todo ello llevado a r perniciosas enseñanzas de los sofistas, la mala poesía de Eurípides
con tanto sentido y la actitud de éste respecto a las mujeres. Las tramas de Menan-
:Xi^ril=F.rgia V que aun hoy, más dro giraban, en cambio, en torno a las hábiles y de ordinario re-
muchos de aquellos"iíti.o
chistes y .rp
ír-rr^,t::^Tlp_1"r,
jan especrador y arrancan tumulruosar-;i;;'"J o.i "r"".rá, torcidas tretas puestas en juego para arrancar a una muchacha de
3J rrill.""§ los halagos de un seductor, o para juntar a dos amantes, o bien
Aunq, re consiguió ior - muyo."i éxitos i;;;"
^..-Iiiry:?,huy.
ññ;;;
que pensar que.fuese Áristófanes i,*;;.*';;;r'i
en torno a particulares preocupaciones propias sólo de los es-
ganó, había autores como cratino y t- clavos y no de los libres.
rupotis qL-""^i""ruár".rr, Las cuestiones de gusto podrán, tal vez, dejar de discutirse,
en zaga.
Parece que alsunos no gastaron tan bilioso pero lo que sí es inevitable es sacar la conclusión de que la Co-
tófa-nes pará con'la pofitiá y fos páiiti"o,
humor como I media Nueva era apropiada a la época final de la independencia
atenienses, pero,
f:9i:1 .:1junto, ta comediá r"iie';-á;i;ilili,á ;i#
renomeno general que duró cerca de medio -nine
ateniense, cuando la polis luchaba por sobrevivir, y más apropiada
aún a la Atenas políticamente ya muerta del medio siglo pos-
si4o. ecaso terior a Alejandro Magno. Y conservó su popularidad, superior
110
111
a la de la Comedia Antigua, durante mucho
tiempo; bajo los Una nueva modalidad se dio en el Asia Menor hacia finales
*:1.:.,110",?^:,1r:."^ 1:: :Tr"r. se ditundió b;ü"t",; ;"r; del siglo vt, estimulada por las especiales condiciones de aquella
muy en boga gracias a tas imitaciones
;;;;d"tr;::"""r¿.i;, ¡ona. Allí los griegos se hallaban sornetidos a la soberaníq de
l3:: ir"r:riJi."r. ,
rerencio r."v"''"jaás tránscurri".o., pá, reyes bárbaros, primero al de Lidia y luego al de Persia, lo cual
cabe imaginar a ra Roma de ras guerras hizo que se desarrollara entre ellos la natural curiosidad en orden
contra ros carl a aveiiguar los orígenes de aquellas gentes, curiosidad que no
y menos aún apiaudienao
:::::li:'iy: el Diceópotis A;; ;;;;;;il";;;;'áiver;td;,;
personaje como ip.J9, podía ser satisfecha por los mitos griegos, relativos a los griegos
á'J"Ár1" mismos. Como respuesta a semejante demanda aparecieron libros
*::"*::*_.::^'i=,:;{-l; i"*
l?li:'" interrumoi r v hacer .t u.tá ;; ;";.yo
gritar, he venido aquí
^ü;;""
;'lr:""rj
que daban toda suerte de información (con gran frecuencia erró-
nea), yá fuese geográfica, ya describiendo las costumbres políticas
de algo que no i.u iu pur.,
y religiosas, ya.fragmentariamente histórica. El número de aque-
ilos eicritorei, conócidos con el nombre de logógrafos, no ha de
La prosa exagerarse, como tampoco la calidad de sus trabajos, pero no
dejan de ser al mismo tiempo notables la novedad y la originali-
Un gran número, rápidamente creciente, dad de su empresa. Nada había sido intentado hasta entonces
eran de carácter técnico:- la fiJosofía,1ár-i"y", de escritos en ¡ que se le pareciese, ni entre los griegos ni entre los otros pueblos
y la política, la de los que ellos tuvieron noticia; suponía el acometerlo primera-
;:1-r^,:^Í::"::1 l"yi.ro" .toau, "ul"-ll'u,".u,rra. Esta, sin mente una brecha en eI etnocentrismo hélénico y, después, un
bargo, satvo raras excepciones, ilt;;"; roñ'tái";"":frr:#.: dar al traste con sus propias tradiciones. «Lo que aquí escri-
ff;?Tr:o:1.?:r1']t::' ry principio, ra única
toria; más tarde se le aRaáio J, r, bo Hecateo de Mileto, que incidentalmente figuró entre los
h;;i;; "i*"áp"ib"-i""
Durante mucho tl que-dice
dirigieron la revuelta de Jonia contra Persia- es la rela-
rll'^?.:l"l" .r .rri" ri¿uá^ ri rp".to al preréri to ción que yo tengo por cierta. Pues las historias que los griegos refie-
}?lf :,:*.r'.,:
rriendo a su acervo de mitos r1t*;;-"ñ;";;í;H';:: ren son muchas y, en rni opinión, ridículas." Hecateo hablaba aquí
Ni los.esceptiéor-ái'"ril" det filósofo renófa:
*l*::f:1"1
que combatía la moralidad inseñad?
de la historia griega, no de la de los bárbaros, y estas dos sencillas
sobrenaturalismo, llegaron a dudar q;; h, fáb;i;;-;; frases representan el primer intento de pasar de1 mito a la inves-
ae^lá existencia de AEa tigación histórica.
ill^9: Mi*nas, o.iguates i;á;d.ñHT
de la det Edip",
rt##::?J A continuación vino un gran avance, por obra de un solo
::r:.T:-:1J"d: a elloi mismos pero que habían vivi hombre, natural también del Asia Menor: Herodoto c1e Halicarna-
en un infechable
y procreado. "érase que se era...» y rraüian gáb;.;;;;; so tuvo la ocurrencia de ampliar las miras de la logografía abar-
cando un área mucho mayor, en la que entrasen, por ejemplo,
junto con los lidios y los persas, los escitas y los egipcios; y se
propuso además verificar la masa de datos acumulados (algunos
de ellos ya escritos, pero otros muchos asequibles sólo oralmente)
mediante indagaciones personales hechas en los lugares mismos
de los sucesos, para lo cual emprendió una serie de rápidas vi-
sitas a aquellos sitios, y haciendo un análisis racional de las in-
formaciones que recogió y recurriendo a los anales de los reyes
asirios, persas y egipcios procuró establecer una cronología exacla,
al menos para los 100 ó 150 años inmediatamente anteriores. Esto
sólo habría sido ya un buen logro, pero en algunos casos fue
más allá aún.
Herodoto, huyendo de Halicarnaso por razones políticas, fue
112
113
12 y 13. Inscripciones griegas

a vivir como refugiado en Samos primero y después en Atenas. Era, aderyás, un gran artista, cosa que no puede decirse de
Parece ser que fue en esta ciudad donde, 6ajo la impresión de rrruchos de sus sucesores, los cuales tampoco fueron es lo que
sus esplendores, alcanzados durante el apogeo de perñles, tomó -y
irquí más nos interesa- grandes historiadores. Herodoto halló
la decisión más importante de su vida, a saber, la de dedicarse a tlcsde muy pronto diversísimas acogidas y apreciaciones ds su
escribir la historia de las guerras contra los persas. La audacia obra; unos le llamaban el Padre de la Historia, otros el Padre del
{e tal proyecto es asombrosa; había pasado cási una generación
desde el final de las guerras, apenas se disponía de dócumentos
lirrbuste; la disensión a este respecto no dejó de hacer oÍr sus
¡iritos en toda la Antigüedad, y aun hoy día Herodoto es frecuen-
escritos... sin embargo, Herodoto se propuso reconstruir los su. lcmente mal juzgado y se quiere ver en éI tan sólo al narrador
cesos con todo detalle, ahondando en la memoria de los supervi. tlc anécdotas, a un cuentista de encantador estilo e ilimitada cre-
vientes y en la de los hombres de la siguiente generación que ,lrrlidad.
recordaban las anécdotas que les habÍan sido referidas. Mejor enterado estaba el ateniense Tucídides. El supo ver
El libro que Herodoto produjo al fin era un libro complicado, t¡ué era en realidad lo que Herodoto pretendía; descubrir las
en cuya primera mitad se conservaba mucho de la logográfía ori. Iucntes de la conducta humana mediante una exposición sistemá-
ginaria, pero agrupado todo ello en torno al gran téma central tica de las causás y el curso de una gran guerra, no como 1o hacían
de la contienda entre griegos y persas. Indudablemente se había Ios poetas con el libre vuelo de la imaginación, ni en abstracto
hecho merecedor del título de t'orlo podrían discurrir los filósofos sobre el hombre y la socie-
"padre de la Historia».
114
115
i

t
dad, sino en concreto, con exactitud, atendiendo debidamente
y a sus conexiones. y Tucídides terizaba a los dos gigantes del siglo v. Los más distinguidos entre
?:tl"^j:9^t l"*or p;;;;;
lo haría de mejor manera si se concent.uUu *a, ."'p;;;"; ¡¡tas excepciones, Polibio, que escribía en el siglo rr a. J. C., y
verdaderamente sucedido, eliminando del relato, ;; Dlón Casio, de comienzos del siglo rrr d. J. C., fuerou en realidad
rigor, lo «novelesco», enfocando la atencián ár"l.iri"ir""ii" ; hlstoriadores de Roma más que de Grecia. También hay que men-
guerra y a la política, definiendo con más propiedad glonar a Diodoro Sículo, que compiló una historia del mundo desde
iu,
no dando entrada en el cuadro a factores soUrenatural", y"""i los principios de la cesariana guerra de las Galias (él era algo
¿j; más joven que Julio César). Su vasta obra fue llamada con pro-
l?-,,:.t::"1 loda.pafa-su único asunto: el hombre. Tucídides
-pri piedad Bibtioteca de la Historia [Jniversal,' Diodoro no tenía la
cribió la historia de Ja guerra del peloponeso, .r,
él mismó (to- cuat le dába enorme"l.ryu, lapacidad suficiente para hacer mucho más que «recortar e ir pe-
3::,1:^rlrcipó
Herodoto), y consagró su vida entera i su Historia,ventaja g[ndor, y ni siquiera supo hacer esto con bastante habilidad, pero
coi-n< tf que tuvo, en cambio, la visión, rara para su época, de una
constancia y unidad de pensamiento. Las partes del
generales y, en cierto sentido, más filosóficás, libro humanidad universal.
están escriias Todos estos hombres han de ser tenidos en cuenta imprescin-
gran fuerza y brillantez. El relato propiamente dicho
gana en interés cuando narra la_.exp"di.ió, es desil diblemente por la información que proporcionan; ninguno de ellos
u Si"iiiá,;";"; merece ser estudiado como flgura literaria, ni siquiera como ex-
li*^:_*r"]3,El :"..p"'adas sin i*ñ;ü";á;-
protijidides -eill';;;;;:"J ponente del arte de la historia.
interesantes. estito rrJ"""""L
en los
Ii^t-lT releer a{tt91:9t,
",y pocas
"oi, veces elegante. A
ú; á;
En el aspecto de lo formal hay que decir que la historia de-
cayó rápidamente por el auge que en la Grecia posterior al siglo v
leer v Tucídides reiurta ri"*pr" ñ; fue tomando el cultivo de la retórica. I-a aparición de la oratoria
abordó su gran tema cón la"ir-ü;;ffii;
ll:,.?:in"" mayor seriedad en
pr.opósitos y con ferviente morar, no satisfecÉo como forma artística independiente fue sóIo una muestra del in-
de un -"- a vasor mal. Otra muestra palmaria se dio en la educación; Isócra-
buscando a ra vez en rodo ,ro-"rrto q
::tYIj^l"t
es lo. más lll3^1dr:-lino
permanente en el hombre y en la política, .o, tes triunfaba sobre Platón, la retórica era ensalzada con prefe-
convicción de
vv¡lvrvlrv¡r tu n. rencia a la filosofía y antepuesta en los programas de las escuelas
que La
uE q1c la naturaleza
rraLuÍateza humana
humána es inmutable
inmutabre yv _lo <r
rodo- de que su esrudio es digna o.rpuliórr.
-lo d" superiores que se convirtieron en rasgo característic'o del helenis-
l3l.l,:11te
vida entera. mo y de la Grecia romana. El sirviente se había transformado en
En lo sucesivo, aunque la historia se fue popularizando amo; el tmodo de expresar una idea vino a, ser más importante
vez más y hubo muchos escritores que se que la idea misma. Esto era ya demasiado dvidente en el siglo rv,
no impidió que decayera incesant"*"rrá deáicáron ; .ll;, y llegó a ser lo normal en la edad helenísfica.
ffi;;;'";.;"e De las belles lettres helenísticas es relativamente poco lo que
::T:Ii: por'tos griegos abortó tañ pronto; aeq
de haber lncg3drafas
tenido a los.óomierrró. a* d;;;; g""ríü,',"r!"i!¡., se conserva, pero no hay razón para creer que lo que se ha per-
dido habría alterado en lo sustancial el cuadro. La vitalidad crea-
Ty."lror siglos de mediocres autores u lá, q,r. ni Herodoto
cídides servían de modetos, menos .,i"-áJl"i.i.;;;f;;J, ni dora que aquella edad tuvo se volcó preferentemeRte en la filosofía
áH y en las ciencia§. Hasta en lo mejor de su literatura, sea en los
::*-":.],::,1."!. refinamiento y modif,cación. El
estudio serio de"ig"es .exigiesen
la psicológía y de la moral pasó a ,"; ;;;": himnos de Calíiüaco, sea en los pastoriles idilios de Teócrito o
tencia de los firósofos; ra histoiia degeneró en'peaeJrá-"ri,t.ru, bien en los epigramas amatorios cbnservados en la Antología grie-
ga, se percibe un no sé qué de frío y falto de vida, algo esencial-
:,::"0:^:y::::::
a.los :" ely.lícuro.cre
senrimientos; F p?opugu"da'potítica
éxito del hisioriáJ;;;
y-.""rrro
;;;;;;ár'"r".,
mente retórico y que suena a hueco, por sutil que resulte la cons-
tórica y su.pathos, por su-capacidad para entretener, .". trucción y preciosa la frase. Los poemas más breves abordan de
por su sentido y su búsqueda de la veráad. antes que nuevo los asuntos individuales y privados, como lo hacía la lite-
Sólo en raras ocasiones sobresale alguno del montón ratura arcaica, y esto mismo acontece con la prosa tardía de las
tra un poco de aquella gravedad y u*piitrd de ] ,,ru€s: narraciones noveladas de arnores y aventuras, como Dafnis y Cloe.
miras q"É .uru"- Pero con una diferencia: la pasión ha quedado reducida a senti-
fi6
117
mentalismo; los personajes, a figuras de molde menos vivas aú
y menos auténticás que las de la Comedia. Nueva; su mundo,.
un país de infantiles ensueños y maravillas. Arquíloco y -Safo I

abrazaban a la realidad, la estrechaban por eI cuello; Meleagro'


Longo se escapan de ella, prefieren el erotismo y el darse a
dosas descripciones coloristas. Sólo alguna que otra rara
ción rompe la monotonía. Plutarco, brillante ensayista y biÓgt
erudito di poderoso aliento qqe consiguió hacerse con algo
gusto y de ta profundidad que habían catacterizado a la para eü
Ion."r- ya muérta civilización clásica, a pesar de la abrumador
carga que su propio tiempo le imponía y a pesar también de t
incónvéniente indiferencia suya para con lo que nosotros (o
cídides) Ilamaríamos la verdad histórica. O Luciano, entre
aquellos escritores, el más asombroso recreador (en el s
tiológico¡: un retórico profesional que se ganaba la vida, al
en párte, dando recitales públicos, y que por medio - de ¿

moi escritos se mofaba de la afectación e hipocresía de su


especialmente en materias religiosas y de filosofía popular, e
pléando un lenguaje y un estilo que no desmerecían de los r
Áristófanes. Nada extraño es que no se le estimase mucho en" I
frÍa y autocrática época de los emperadores Antoninos; otra d
tión sería la det olvido al que se le suele relegar. 2
El inconfundible matiz libresco que se percibe en todos a

llos escritores era el que podía esperarse de una edad cuyd ct fr

tribución a la literatura la formaron sobre todo los trabajos I


erudición.
Orientados por la Biblioteca y el Museo que fundé en c
jandría Tolomeo I, uno de los generales de Alejandlg M9 e

que estableció eri Egipto la dinastía macedonia, los sabios t (


nísticos trataron de reunir todo el corpus de la literatura \
(
la fueron catalogando, fijaron de manera bastante razonable s
textos, elaboraron las reglas de la gramática y de la composici d

y llevaron a cabo muchos otros servicios parecidos. Con todo t

ier de gran valor, esta tarea representaba otro tipo de interes


muy diversos de los que suponía aquella activida$ literaria
había distinguido a la Hélade desde la época de Homero
adelante.

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