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SÍNTESIS DE MORAL
GIOVANNI PASTUZÁN ROSERO
INTRODUCCIÓN
Nos dice el Catecismo de la Iglesia en el N° 2402 que, al comienzo Dios confió la tierra y sus
recursos a la administración común de la humanidad para que tuviera cuidado de ellos, los
dominaran mediante su trabajo y se beneficiara de sus frutos (cf Gn 1, 26-29). Los bienes de
la creación están destinados a todo el género humano. Sin embargo, la tierra está repartida
entre los hombres para dar seguridad a su vida, expuesta a la penuria y amenazada por la
violencia. La apropiación de bienes es legítima para garantizar la libertad y la dignidad de las
personas, para ayudar a cada uno a atender sus necesidades fundamentales y las
necesidades de los que están a su cargo (Catecismo). De esta manera, nadie tiene el derecho
de atentar contra los bienes ajenos, ya sean físicos o morales. Es tarea de todos hacer posible
que se viva una solidaridad natural entre los hombres, cuidando de los bienes propios y ajenos,
y respetando la dignidad de la humanidad. Por esta razón, los abusos cometidos a los bienes
de los demás deben ser restituidos, significando un acto de justicia, por el cual, se hace estricta
reparación en la medida de lo posible por un perjuicio hecho a otro. En el presente trabajo, se
ahondará en lo referente a la restitución, cómo y cuándo debe ejercerse, y se reflexionará
sobre dos argumentos que acompañan al análisis de este tema: La apropiación y la
compensación.
RESTITUCIÓN
1. Noción General
En esta tesis no nos ocuparemos de la justicia, sino de la injusticia, de manera que nos quede
claro, que hay que saldar las cuentas de las facturas como cumplimiento de los deberes que
impone la justicia “el que no cumple la justicia comete una injusticia y está obligado a restituir”
(Tomás).
Según la doctrina bíblica, la injusticia es un género de pecado que no se perdona sólo con el
arrepentimiento, sino que exige la reparación; la reparación es exigida por tres notas que
configuran la virtud de la justicia: exigibilidad, alteridad e igualdad. La justicia supone un
derecho que posee otra persona, conculcar ese derecho demanda una reparación con el fin
de que se restablezca la igualdad, lo que se obtiene con la devolución de lo debido, la
restitución re-para y vuelve a poner las cosas en su sitio, dando a cada uno lo suyo. En este
caso el sacerdote no puede absolver al penitente que pudiendo, no está dispuesto a restituir.
En la Sagrada Escritura encontramos que en el A.T. se habla de la conciencia del pueblo judío
de restituir siempre que hubiese faltado a los deberes de justicia tanto materiales como morales
(Ex 21-23). En las enseñanzas del N.T se muestra unánime y parte más de las actitudes vitales
como: Zaqueo (Lc 19,10), el siervo que no perdona la deuda (Mt 18,21-24), san Pablo en
relación a Filemón y su esclavo (13,14), las aclamaciones contra los ricos que han defraudado
a los jornaleros (St 5,4), y la parábola de los talentos (Mt 25,14-30).
Cabe afirmar que la Biblia, a partir de la noción de justicia perpetúa la compensación por algún
daño conferido y exige la devolución de lo que es injustamente poseído.
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3.2 Presupuestos que han de darse, para la restitución:
Bienes materiales: cabe distinguir algunos modos de cometer una acción injusta respecto a los
bienes físicos.
Hurto:
Poseedor de buena fe: Quien está convencido de que lo que posee es suyo (compra, donación,
herencia), pero llega a conocer que no le pertenece:
Bienes personales:
Homicidio: es uno de los daños morales más graves ya que la vida es el fundamento de todos
los demás derechos del hombre. La teología moral condena por igual la privación de la vida
como la de la no nacida, la de los minusválidos, ancianos o enfermos incurables. La eutanasia
no es lícita. La restitución en estos casos debe hacerse a su familia o herederos.
Daños materiales: en casos de heridos, mutilados, se tiene la obligación de pagar los daños
según el dictamen del juez, entre ellos están curaciones, medicinas, hospitalización etc. Los
sueldos y las ganancias perdidas.
Daños morales: en los casos de violación, resarcir en su salud física y psicológica, la mala
fama o la reputación; y el adulterio: debe ser reparado en todas las circunstancia injustas.
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La buena fama: es obligación respetar la decisión del juez. Procurar devolver la fama bajo el
peso de reconocer su calumnia, satisfacer económicamente los males causados.
APROPIACIÓN
Bajo ciertas condiciones, puede ser lícito tomar los bienes ajenos. Esto no quiere decir que
existan excepciones a la Ley de Dios, pues por ser ésta perfecta, prevé todas las
eventualidades. Lo que en realidad sucede es que la formulación completa de este precepto
podría ser: “no tomarás injustamente los bienes ajenos”.
La extrema necesidad. Para aquel que se halle en una necesidad extrema por ejemplo,
en peligro de perder la vida o de que le sobrevenga un gravísimo mal es lícito y hasta
obligatorio tomar los bienes ajenos necesarios para liberarse de ella (es lícito al que se
está muriendo de hambre tomar lo necesario para recuperar las fuerzas).
También es lícito tomar lo ajeno para librarse no ya de una necesidad propia, sino de
otro; por ejemplo, el padre puede sustraer una cantidad tal que le permita obtener los
remedios necesarios para salvar la vida de su hijo enfermo.
Estas acciones pueden llevarse a cabo siempre y cuando no se ponga al prójimo en la misma
necesidad que uno padece. Además, una vez que ha pasado la necesidad extrema, y el deudor
está en condiciones, ha de buscar el modo de restituir el daño causado.
El principio general en que se basa esta causa excusante del robo es que “en caso de extrema
necesidad, el derecho primordial a la vida está por encima del derecho de propiedad” (Villa).
Cabe hacer algunas aclaraciones para que este excusante no se convierta en disculpa moral
al abuso de los bienes ajenos:
No es lícito ir más lejos de lo suficiente para librarse a sí mismo o a otros de una extrema
necesidad, por ejemplo: no debo tomar 100 si sé que con 50 puedo salir de la extrema
necesidad.
No es lícito apropiarse de una cosa cuando basta su utilización.
En necesidad común y, aún en la simplemente grave, no es lícito tomar de los bienes ajenos.
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LA COMPENSACIÓN
a. Definición general
Etimológicamente la palabra compensación proviene del latín cum y pensatio, que significa
“pensar en otro”; visto desde un ambiente legal, se ponían en la balanza los créditos y deudas
que tenían dos personas en forma recíproca, los dos sujetos eran, al mismo tiempo, deudores
y acreedores entre sí (p.ej., Juan le debe a Pedro $100.000 y Pedro le debe a Juan $100.000).
De esta manera, se producía una neutralización de ambas obligaciones, es decir, se
extinguían las dos por igual, con la fuerza de un pago (Ghersi).
b. La oculta compensación
Como norma pastoral digamos que en la predicación no se puede hablar de ella. Son reglas
relativas a la restitución que han de tenerse en cuenta al aconsejar a alguien en particular,
porque está llena de peligros y se presta a alucinaciones; rara vez se debe aconsejar y por lo
mismo ejercitarse.
En la práctica, es muy difícil juzgar por sí mismos los casos de licitud en la compensación
oculta, ya que fácilmente se cae en apreciaciones subjetivas. Por ejemplo, está dicho en el
Magisterio de la Iglesia que no es lícito a los empleados del hogar quitar ocultamente a sus
patrones para compensar su trabajo, que juzgan superior al sueldo que se les da. La oculta
compensación, por los peligros y abusos a que se puede prestar, rarísima vez debe ejecutarse,
lo mejor es consultar al confesor previamente, y en general debe desaconsejarse (cfr. GS 69).
En la ley positiva los códigos, en general, no le dan luz verde a la compensación oculta, porque
supone un peligro, y es que cada uno se convertiría en juez de su propia causa..
CONCLUSIONES
Como la justicia entre los seres humanos requiere que se le entregue al otro lo suyo, se
viola la justicia al retenerle contra su voluntad razonable lo que le pertenece, y al hacerle
daño deliberadamente en sus bienes o reputación.
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La justicia conmutativa exige que cada uno debe tener lo que le pertenece, no otra cosa;
y así lo que se había quitado se debe devolver en la medida de lo posible. Si se ha
destruido o dañado la propiedad ajena, se debe reponer el valor del daño causado. Por
lo tanto, la restitución significa la reparación de un daño, y que la reparación se haga
restaurándole a la persona perjudicada lo que había perdido y ponerlo así en su posición
anterior, o hacer la reparación que se pueda.
Quien se halle en una necesidad extrema (en peligro de muerte o de que le sobrevenga
un gravísimo mal) es lícito tomar los bienes ajenos necesarios para liberarse de ella. La
naturaleza no confiere al hombre el derecho de apropiación, sino en aquellas cosas
necesarias para conservar la vida, pues, de lo contrario, se pondría en peligro el bien
común.
Bibliografía
Catecismo. (2 de Noviembre de 2019). Vatican.va. Obtenido de Vatican.va:
http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/p3s2c2a7_sp.html
ALVAREZ B., Carlos Arley. Tratado de moral fundamental II. Manizales, Seminario Mayor, 2010.
GLOSARIO
RESTITUCIÓN: Restablecimiento o recuperación del estado que antes tenía una cosa.