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Hemos desarrollado una metodología propia que, enlazando con los actuales conocimientos
neurocientíficos y siendo éstos continuamente revisados, nos permite situar a cada alumno
en un lugar bastante preciso de su autonomía como aprendiz y ayudarle a escalar los hitos
de un estudio exitoso, estimulando sus capacidades menos trabajadas y alentando el uso de
las que maneje con mayor facilidad, para conseguir sus objetivos.
Con respecto al Retraso Mental, entendemos el bajo Cociente Intelectual como una
situación del individuo predeterminada genéticamente o adquirida en el momento del
nacimiento por alteraciones de enfermedad o alteraciones inadecuadas.
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Por tanto, como el aprendizaje tiene mucho que ver sobre como el cerebro interpreta los
textos objetos de estudio, los asimilar y entran a formar parte de nuestro conocimiento, es
de vital importancia que el cerebro reciba toda esta información de la manera más fácil
posible.
Por ejemplo, los fosfenos por reflexión de la luz son fundamentales en las sesiones de
estudio, en otras palabras, la zona en la que estudiamos debe estar ilumaninada con cercanía
y potencia. Una correcta iluminación hace que la vista no se canse y el ejercicio sea
relajado y liviano, alejado de cualquier actitud estresante.
De igual manera, el aula de los centros de enseñanza debe ser un espacio estimulante, para
lo cual la neuroeducación da ciertas herramientas. Por ejemplo, la emoción y los
sentimientos provocan atención, que el alumno esté mucho más receptivo a lo que se está
contando en la clase, estos elementos deberían ser utilizados y explotados por los
profesores. Todos tenemos en mente ahora mismo un profesor que siempre hablaba con voz
pausada y monótona, durante una, sin transmitir pasión alguna, provocando que, en el
mayor de los casos, el alumno estuviera igual al principio que al final de la clase. En
cambio, si el texto se relata con pasión, se intercambian anécdotas, o se inician debates, las
clases son mucho más dinámicas y el alumno comienza a aprender "sin querer". Otro fallo
común, además de no saber captar la atención de los alumnos es castigar los errores. Errar
es necesario para aprender, y en vez de penalizaciones severas se deben ofrecer maneras de
no volver a errar. El vicedecano de la Facultad de Educación de la Universidad Católica de
Valencia ha dado una serie de datos que nos ayudan a comprender cómo se debe hacer más
competentes a los alumnos. “Los niños en el colegio recuerdan el 10% de lo que leen, el
20% de lo que oyen, el 30% de lo que ven, el 50% de lo que oyen y ven, el 70% de lo que
dicen y el 90% de lo que dicen y hacen”.
Por tanto, debido a la importancia de esta nueva manera de educar, los propios profesores
que ya llevan tiempo en activo tienen a su disposición tanto cursos como másters
especializados en la materia para actualizarse, y los nuevos graduados tienen en estos
mismos estudios complementarios la ayuda perfecta para presentarse mejor preparados a
sus respectivas oposiciones.