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Antecedentes

El Tribunal de Cuentas es una entidad de la administración de justicia patrimonial


con arraigo en nuestro acontecer nacional desde que Panamá se constituyó en
República el 3 de noviembre de 1903, aunque sus antecedentes mediatos se
remontan a la época colonial y después al período de unión a Colombia.
En este sentido, la Ley 56 de 25 de mayo de 1904, creó y organizó el Tribunal de
Cuentas de la República de Panamá, formado por tres Jueces y posteriormente
con la ley 7 de 3 de octubre de 1912 se agregó otro juez. Estos Jueces eran
especialistas en contabilidad, nombrados en propiedad por la Asamblea Nacional.
Este Tribunal tenía la competencia para examinar y fenecer las cuentas de:
1. Los responsables del Erario Nacional;
2. Los empleados o los individuos particulares que por cualquier motivo
recaudaren o manejaren fondos, rentas o caudales de la Nación; y
3. Las empresas a las cuales se les hubiere garantizado el pago de un interés
sobre el capital invertido, de un auxilio o de una subvención del Tesoro de la
República, mientras no caducare este pago o la garantía.
Adicionalmente, debía esclarecer la verdad en todo lo relativo al ramo de bienes
desamortizados para saber con exactitud si existían aún bienes de esta clase en el
territorio nacional, cuáles eran estos bienes, la renta que producían y los que de
éstos estaban ocultos o habían pasado a poder de terceros sin el cumplimiento de
las formalidades legales.
La ley 1 de 22 de agosto de 1916, ratificó la existencia del Tribunal de Cuentas y
le indicó sus funciones, lo cierto es que éste fue eliminado por la Ley 33 de 14 de
febrero de 1917, sobre reformas fiscales y en su lugar se creó el Tribunal Unitario
a cargo de un Juez de Cuentas nombrados por la Asamblea Nacional.
La Ley 30 de 30 de diciembre de 1918, sobre reformas fiscales, que instaló el
Agente Fiscal, subordinado directo del Presidente de la República, con funciones
de alta inspección del sistema de contabilidad y con facultades para intervenir en
todas las cuentas, permitió la desaparición del Juez de Cuentas porque cuando ya
se estimó, al tenor de lo dispuesto por esa ley, que el sistema de contabilidad era
eficiente, sus servicios se tornaron innecesarios y sus asuntos se adscribieron al
mencionado Agente Fiscal.
El Tribunal de Cuentas resurgió en 1984, con la Ley 32 de ese año, Orgánica de la
Contraloría General de la República, en desarrollo de la Constitución Política de
1972 (en su artículo 276, numeral 13), aunque nunca operó en la práctica y se
extinguió en los primeros meses de 1990. Esta ley desarrolló la Jurisdicción de
Cuentas dentro del ámbito de la Contraloría General. Su objetivo fue juzgar las
cuentas de los empleados y los agentes de manejo cuando surgieran reparos o a
consecuencia de investigaciones de la Contraloría General de la República.
La primera instancia la ejercía un Juzgado de Cuentas, cuyo titular sería el Juez
de Cuentas.
La segunda instancia concernía al Tribunal de Cuentas, que tendría jurisdicción en
toda la República, regentado por el Magistrado de Cuentas, el Director de
Contabilidad de la Contraloría General y por uno de los abogados de la Dirección
de Asesoría Legal de dicha Contraloría. La defensa de los intereses públicos, en el
juicio de cuentas, la haría en las dos instancias el Fiscal de Cuentas.
El Magistrado de Cuentas, el Juez de Cuentas y el Fiscal de Cuentas, servidores
públicos de la Contraloría, serían nombrados por el Contralor General de la
República.
El juicio de cuentas tenía por objeto evaluar la gestión de manejo, conforme a un
criterio jurídico-contable y decidir lo relativo a la responsabilidad patrimonial del
respectivo agente o funcionario frente al Estado. Sería tramitado de conformidad
con el procedimiento establecido en el Código Judicial y el reglamento que dictare
la Contraloría.
Las decisiones del Juzgado de Cuentas y del Tribunal de Cuentas, para todos los
efectos procesales y legales, se concebían pronunciadas por un tribunal judicial y
asumirían carácter jurisdiccional. Las resoluciones de segunda instancia serían
recurribles ante la Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, mediante el
recurso extraordinario de casación.

ANTECEDENTES INMEDIATOS DE LA DIRECCIÓN DE RESPONSABLIDAD


PATRIMONIAL (DRP)

A raíz de la intervención militar estadounidense del 20 de diciembre de 1989, se


creó la Dirección de Responsabilidad Patrimonial (DRP), dentro de la Contraloría
General de la República, mediante el Decreto de Gabinete No. 36 de 10 de
febrero, con tres Magistrados, jurisdicción nacional, características diferentes y
mayores atribuciones que el Tribunal de Cuentas, dirigida a conocer y decidir las
causas por lesión patrimonial en perjuicio del Estado cometidas por servidores
públicos o particulares.
Este Decreto de Gabinete fue reglamentado por el Contralor General de la
República, por conducto del Decreto No. 65 de 23 de marzo de 1990, el cual
implanta el estatuto de la determinación de las responsabilidades patrimoniales,
administrativas y penales.
El Decreto No. 65 se divide en cinco capítulos, a saber:
Capítulo I, De la responsabilidad
Capítulo II, Procedimiento
Capítulo III, Responsabilidad administrativa
Capítulo IV, Responsabilidad patrimonial
Capítulo V, Responsabilidad penal
Capítulo VI, Disposiciones generales.

El artículo 11 de este Decreto No. 65 fue modificado por el artículo 1° del Decreto
No. 172 de 7 de junio de 1995, expedido por le Contralor General, con el objeto de
que las medidas precautorias, durante la etapa de investigación, fueran
responsabilidad únicamente de la DRP, “ente especializado para atender todos los
asuntos concernientes a la Jurisdicción de Cuentas”.
El citado artículo, fue modificado por el Decreto No. 04-LEG de 11 de enero de
2002, expedido por el Contralor General, que le permite también a este funcionario
practicar las medidas precautelares durante la investigación.

La Dirección de Responsabilidad Patrimonial, ente administrativo en lo formal y


tribunal de justicia en los material, con jurisdicción en todo el territorio nacional,
está a cargo de tres Magistrados, quienes deben llenar los requisitos que son
necesarios para escoger a los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
La competencia está asignada, fundamentalmente, para conocer las causas
relacionadas con la responsabilidad ante el Estado que pudiere corresponder por
los hechos irregulares cometidos en:
1. La gestión de los empleados y los agentes de manejo de fondos y bienes
públicos.
2. La gestión de los empleados y los agentes encargados de la fiscalización de
los fondos y los bienes públicos.
3. La gestión de toda persona natural o jurídica que, a causa de contrato
celebrado con el Estado, se dedique a la administración, la inversión, la
custodia, la recaudación o la distribución de fondos o bienes públicos.
4. La gestión de los representantes de las instituciones, las sociedades, las
asociaciones, o las personas en general que reciban aportes, subsidios o
auxilios económicos de las entidades públicas.
5. La gestión de los representantes de aquellas personas u organismos en los
que tenga participación económica el Estado o las entidades pública
(empresas mixtas)
6. La actividad de las personas que realicen colectas públicas para fines
públicos.
7. La actividad de as personas que a cualquier título al haber tenido acceso a los
fondos o los bienes públicos se hubieren aprovechado indebidamente de los
mismos, en su beneficio o en beneficio de un tercero.
8. La actividad de las personas que hubieren ocupado cargos públicos, sin
haber prestado los servicios al Estado y recibido salarios o emolumentos
pagados con fondos públicos.
9. La actividad de las personas que, directamente o por medio de personas
jurídicas, hubieren recibido beneficios en concepto de pagos realizados con
fondos públicos a personas que no prestaron servicios ni brindaron la
contraprestación al Estado o que el valor reconocido “guarde una de
proporción notoria respecto del servicio efectivamente prestado”.
10. La adquisición de títulos valores del Estado de cualquier clase de un modo
indebido o haber propiciado el servidor público voluntariamente tal adquisición.

El proceso de responsabilidad

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