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“AÑO DE LA FAMILIA”

TEMA: La Fiesta de Pentecostés

ALUMNO: Fernando A. Vega Núñez

PROFESOR: Luis Medina Kanaquiri

GRADO Y SECCIÓN: 3o “B”

No DE ORDEN: 26
LA FIESTA DE PENTECOSTÉS

Pentecostés es el término con el que se define la fiesta cristiana del


quincuagésimo día después del Domingo de Pascua de
Resurrección. Se trata de una festividad que pone término al
tiempo pascual y que configura la culminación solemne de la
misma Pascua, su colofón y su coronamiento.1
A los 50 días de la Pascua, los judíos celebraban la fiesta de las
siete semanas (Ex 34:22), que en sus orígenes tenía carácter
agrícola. Se trataba de la festividad de la recolección, día de
regocijo y de acción de gracias (Ex 23:16), en que se ofrecían las
primicias de lo producido por la tierra. Más tarde, esta celebración
se convertiría en recuerdo y conmemoración de la Alianza del
Sinaí, realizada unos cincuenta días después de la salida de Egipto.
No hay registros de la celebración de esta fiesta en el siglo I con
connotaciones cristianas. Las primeras alusiones a su celebración
se encuentran en escritos de san Ireneo, Tertuliano y Orígenes, a
fines del siglo II y principios del siglo III. Ya en el siglo IV hay
testimonios de que en las grandes Iglesias de Constantinopla,
Roma y Milán, así como en la península ibérica, se festejaba el
último día de la cincuentena pascual.
Su origen se da cuando los judíos celebraban una fiesta para dar
gracias por las cosechas, 50 días después de la pascua. De ahí
viene el nombre de Pentecostés. Luego, el sentido de la
celebración cambió por el dar gracias por la Ley entregada a
Moisés.
En esta fiesta recordaban el día en que Moisés subió al Monte Sinaí
y recibió las tablas de la Ley y le enseñó al pueblo de Israel lo que
Dios quería de ellos. Celebraban así, la alianza del Antiguo
Testamento que el pueblo estableció con Dios: ellos se
comprometieron a vivir según sus mandamientos y Dios se
comprometió a estar con ellos siempre.
La gente venía de muchos lugares al Templo de Jerusalén, a
celebrar la fiesta de Pentecostés.
En el marco de esta fiesta judía es donde surge nuestra fiesta
cristiana de Pentecostés.
En su fiesta se conmemora el descendimiento del Espíritu Santo
sobre los Apóstoles, a los cincuenta días después de la
Resurrección de Cristo, en el festival judío llamado "festejo de las
semanas" o Pentecostés. En algunos lugares es llamado el
"domingo de blanco"debido a los ropajes blancos que son
portados por aquellos que son bautizados durante la vigilia.
Pentecostés, es la denominación griega por "quincuagésimo",
50o., día después de la Pascua. Se trata de una festividad cristiana
que data del siglo primero, aunque no hay evidencia de que haya
sido observada tan antiguamente como la Pascua, el pasaje en
Corintios I (xvi, 8) probablemente se refiere a una festividad judía.
Esto no es sorprendente ya que el festejo originalmente duraba un
sólo día y se realizaba en domingo. Además estaba muy
estrechamente relacionada con la Pascua de manera que se podría
tratar de una actividad en la terminación pascual.
“AÑO DE LA FAMILIA”

TEMA: Historia del Rosario y San


Jerónimo

ALUMNO: Fernando A. Vega Núñez

PROFESOR: Luis Medina Kanaquiri

GRADO Y SECCIÓN: 3o “B”

No DE ORDEN: 26
HISTORIA DEL ROSARIO
Se dice que el Rosario fue instituido por Santo Domingo de
Guzmán, el fundador de la Orden de Predicadores, conocidos
como los Dominicos. Pero, sin quitarle a Santo Domingo su aporte,
el origen remoto del Rosario es anterior a Santo Domingo.
De hecho, siglos antes de este Santo fundador, los monjes
recitaban de manera regular todo el Salterio (la colección de 150
Salmos de la Sagrada Escritura). Pero sucedía que los hermanos
legos que formaban parte de las comunidades monacales era
analfabetos y no podían leer los Salmos. Para ellos se ideó una
forma de oración que pudiera ser fácilmente memorizable.
La primera oración que se escogió para repetir unas 50 o 100
veces, dependiendo de las circunstancias, fue el Padre Nuestro. A
raíz de este ejercicio repetitivo y para facilitar el conteo, surgió en
Inglaterra un gremio de artesanos especializados en fabricar lo
que hoy conocemos como un rosario. De hecho, hay en Londres
una calle llamada “Pater Noster Row” (Hilera de Padre Nuestros),
la cual recuerda la zona en que estos artesanos fabricaban estas
cuentas.
La historia cuenta que la Santísima Virgen se le apareció a Santo
Domingo mostrándole una bella guirnalda de rosas, pidiéndole
que rezara diariamente el Rosario y que enseñara a la gente a rezar
el Rosario.

En 1521 el Rosario fue simplificado por el dominico Alberto de


Castello, quien escogió 15 pasajes evangélicos (los que ahora
conocemos como 15 misterios). Luego el Papa San Pío V (1566-
1572) definió mediante una bula el Rosario como lo conocemos
hoy.

Y en nuestra época el Papa Juan Pablo II revitalizó el Rosario,


añadiendo a los 15 Misterios ya conocidos, 5 Misterios más,
referidos a la vida pública de Jesucristo. En la Carta Apostólica “El
Rosario de la Virgen María” defiende y promueve esta práctica
oracional mariana, además de presentar una amplia sustentación
bíblica y teológica para esta devoción, intentando estimular a los
Católicos a utilizarla más extensivamente y mostrando a los no-
Católicos la bondad de esta oración.
Los rosarios que fueron originalmente utilizados para contar los
Padre Nuestros, a partir del Siglo XII fueron utilizados para
comenzar a contar “Salutaciones Angélicas”, que eran la primera
mitad de lo que hoy conocemos como el Ave María. (“Jesús” y la
segunda parte de esta oración fue agregada algún tiempo
después, en 1483). Cada Ave María se seguía con la alusión de un
pasaje evangélico en forma de jaculatoria, las cuales llegaron a ser
unas 300.
SAN JERÓNIMO
Nació en Estridón (oppidum, ya destruido por los godos en 392,
situado en la frontera de Dalmacia y Panonia) entre el año 331 y el
347, según distintos autores. San Jerónimo, cuyo nombre significa
'el que tiene un nombre sagrado', consagró toda su vida al estudio
de las Sagradas Escrituras y es considerado uno de los mejores, si
no el mejor, en este oficio.
En Roma estudió latín bajo la dirección del más grande gramático
en lengua latina de su tiempo, Elio Donato, que era pagano. El
santo llegó a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego
y de otros idiomas, pero por entonces conocía muy poco los libros
espirituales y religiosos. Pasaba horas y días leyendo y
aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón
(quien fue su principal modelo y cuyo estilo imitó), Virgilio,
Horacio, Tácito y Quintiliano, y a los autores griegos Homero y
Platón, pero casi nunca dedicaba tiempo a la lectura espiritual.
Jerónimo se fue al desierto a hacer penitencia por sus pecados
(especialmente por su sensualidad que era muy fuerte, por su
terrible mal genio y su gran orgullo). Aunque allí rezaba mucho,
ayunaba y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz,
descubriendo que su misión no era vivir en la soledad.
De regreso a la ciudad, los obispos de Italia junto con el Papa
nombraron secretario a San Ambrosio, pero este cayó enfermo y
eligieron después a Jerónimo, cargo que desempeñó con mucha
eficacia. Viendo sus dotes y conocimientos, el papa Dámaso I le
nombró su secretario, y le encargó redactar las cartas que el
Pontífice enviaba. Más tarde le designó para hacer la recopilación
de la Biblia y traducirla. Las traducciones de la Biblia que existían
en ese tiempo (llamadas actualmente Vetus Latina) tenían muchas
imperfecciones de lenguaje y varias imprecisiones o traducciones
no muy exactas. Jerónimo, que escribía con gran elegancia el latín,
tradujo a este idioma toda la Biblia, en la traducción llamada
Vulgata (lit. 'la de uso común').
Ese centro de espiritualidad se hallaba en un palacio del monte
Aventino, en donde residía Marcela con su hija Asella. La dirección
espiritual de mujeres le valió a Jerónimo críticas por parte del
clero romano, llegando, incluso, a la difamación y a la calumnia.
Sin embargo, Paladio afirma que el vínculo con Paula de Roma le
fue a Jerónimo de utilidad en sus trabajos bíblicos, pues su padre
le había enseñado el griego y había aprendido suficiente hebreo
en Palestina como para cantar los salmos en la lengua original.
Cuando tenía alrededor de 40 años, Jerónimo fue ordenado
sacerdote. Pero sus altos cargos en Roma y la dureza con la cual
corregía ciertos defectos de la alta clase social le trajeron envidias
y, sintiéndose incomprendido y hasta calumniado en Roma, donde
no aceptaban su modo enérgico de corrección, dispuso alejarse
de ahí para siempre y se fue a Tierra Santa.
Sus últimos 35 años los pasó en una gruta, junto a la cueva de Belén.
Dicha cueva se encuentra actualmente en el foso de la Iglesia de
Santa Catalina en Belén. Varias de las ricas matronas romanas, que
él había convertido con sus predicaciones y consejos, vendieron
sus bienes y se fueron también a Belén a seguir bajo su dirección
espiritual. Con el dinero de esas señoras construyó en aquella
ciudad un convento para hombres y tres para mujeres, y una casa
para atender a los que llegaban de todas partes del mundo a visitar
el sitio donde nació Jesús de Nazaret.
Murió el 30 de septiembre del año 420, a los 80 años. En su
recuerdo se celebra el Día internacional de la Traducción.

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