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A medida que avanzamos en el Siglo XXI, son notorias las diferencias en el paradigma
educativo que tuvo su vigencia en el pasado siglo. De la centralidad del conocimiento en el
docente y la escuela, de la trasmisión de la información y la memorización mecánica por el
estudiante, se pasa a un conocimiento que está en la nube, a la que se accede mediante
diferentes medios, generalmente virtuales, con apoyo de tecnologías diversas de la
información y la comunicación, cuyo uso masivo tiende a revolucionar los procesos de
enseñar y aprender de la población. (BERNAL, 2013)
Una nueva forma de aprender de modo más independiente, ágil y pertinente empieza a
gestarse como una ola que envuelve progresivamente a toda la población, sin excepción de
edades, contextos geográficos, ni culturales. Se aprende en el salón de clases, la escuela, la
universidad, pero también en el hogar, el barrio, el lugar de trabajo y los espacios de
recreación cultural, deportiva y social. Los docentes que, en esta era somos seres de la
generación analógica en general, intentamos comprender, enseñar y orientar a niños y
jóvenes digitales, que son nativos de la generación tecnológica. (BERNAL, 2013)
Enseñar en la actualidad no debe tener la misma meta de hace 80 años. Por tal motivo, se
deben realizar nuevas prácticas para caminar hacia el futuro de la creatividad.
(MONCADA, 2015)
En la actualidad, no basta con el colegio ni con los modelos de aprendizaje de hace 80 años.
La sociedad de hoy, que le dará la bienvenida a la futura sociedad 3.0, da una visión rápida
de lo que se demandará en ese tiempo próximo: individuos creativos, emprendedores,
críticos, competentes en las TIC, autónomos, con altos dotes sociales, que se adapten
fácilmente a los ambientes laborales, capaces de trabajar con cualquier persona, en
cualquier lugar y momento. (MONCADA, 2015)
3. Contenidos + Enseñanza + Tecnología: el empalme entre estos 3 factores, son las bases
sólidas para la introducción de las TIC en los procesos educativos. Por tal motivo, es
necesario que los centros de enseñanza tengan sólidos conocimientos de los contenidos,
dominio de competencias pedagógicas y manejo de herramientas tecnológicas y sus
posibles aplicaciones. Porque una cosa sí es clara: la tecnología no reinventa a la
pedagogía, solo aumenta sus posibilidades. (MONCADA, 2015)