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Alumno:
Moreno Cruz Yanelly Jaidith
Grupo: P09-19-3
El juego infantil es una actividad que puede abordarse desde muchos puntos de vista, uno
de ellos es el educativo. Con el juego el niño pone en marcha los mecanismos de su
imaginación, expresa su manera de ver el mundo que le rodea, y como transformarlo.
También le ofrece posibilidades y oportunidades para el desarrollo de la socialización, la
comunicación, la psicomotricidad, la afectividad y la construcción del conocimiento, es
decir, permite el desarrollo físico, intelectual, social y emocional del infante (Elkonin,
2003).
En este contexto, cabe destacar que en Educación Primaria se ha privilegiado el juego como
un recurso metodológico apropiado para lograr el desarrollo de habilidades sociales y
socioemocionales de los alumnos. Esta no es una afirmación actual, se remonta al siglo
XIX donde reconocidos investigadores realizaron aportes a la educación, desde la
perspectiva del juego. Entre ellos podemos mencionar a Froebel, Montessori y Decroly,
entre los más destacados (Fontanella, 1972).
Los alumnos que conforman mi grupo tienen formas y tamaños diferentes, crecen y se
desarrollan de muchas maneras. A medida que avanzan en su escolaridad, cambian
físicamente, se vuelven más altos y fuertes. Su lenguaje y vocabulario aumentan con
rapidez, utilizan más verbos en sus conversaciones. Son más empáticos, uniforman su
expresión emocional y afrontan los problemas en forma más regulada, perdiendo muchas
características infantiles (berrinches, distraerse fácilmente, llorar sin una razón, etc.).
Progresivamente toman consciencia de sus sentimientos, aprenden a reconocer qué les hace
enojar, sentir temor o tristeza, así como el modo en que otras personas reaccionan ante la
manifestación de estas emociones, por lo que aprenden a actuar en consecuencia;
manifiestan por ejemplo ansiedad o enojo respecto a sentimientos negativos o respuestas de
desaprobación o castigo. De igual forma, van tomando consciencia de las reglas que
demandan los diferentes contextos. El grupo de compañeros se vuelve primordial, con ellos
juegan, ríen, conversan, discuten, pelean; desarrollando habilidades sociales importantes,
como compartir y cooperar; y adquieren un sentido de identidad. También consolidan el
aprendizaje de roles y reglas, así como habilidades de liderazgo y comunicación.
Al respecto, Flores & Ramos (2013) establece que las habilidades sociales son
comportamientos específicos y formas de pensar que facilitan las relaciones efectivas y
satisfactorias con otras personas. Según Caballo (1993) las habilidades sociales forman un
nexo entre el individuo y su ambiente, permiten que una persona se relacione exitosamente
en sociedad, abarcando tanto conductas como prácticas que impliquen saludar, despedirse,
iniciar y terminar una conversación. Además, afirma que parte del repertorio de habilidades
sociales son la facultad de la persona para poner límites; hacerse respetar, saber escuchar,
aceptar la crítica, opinar, ceder la palabra y tolerar el fracaso.
En relación con lo indicado los alumnos en el recreo se unen para resolver situaciones de
conflicto, aprenden a negociar deseos y por ende a ser prosociales, incrementan
gradualmente su aprendizaje de conductas prosociales como el cooperativismo, la ayuda
mutua y el compartir sus pertenencias, así como de conductas asociales como respuestas
agresivas ante respuestas de castigo o desaprobación de otras personas, sean iguales o
adultos. Se les dificulta la autorregulación; sin embargo, las manifestaciones de agresión
disminuyen, se muestran más empáticos, cooperativos e interactivos. Van elaborando su
autoconcepto (emiten poco a poco un juicio más realista de sus habilidades personales) y su
aprendizaje de su desempeño social (progresivamente ajustan sus necesidades y deseos con
respecto a sus compañeros, aprenden a ceder o a mantener una actitud firme).
En este contexto, es vital que los docentes evitemos la práctica tradicional de enseñanza-
aprendizaje para acercarnos y aplicar en clase la perspectiva lúdica. Los juegos propuestos
deben ser creativos y flexibles, con objetivos concretos. Así mismo, es imprescindible que
en la planeación didáctica respetemos la individualidad de los alumnos y hagamos que
todos participen haciendo aquello que sea de su interés estableciendo relaciones
interpersonales armónicas, pacíficas e inclusivas basadas en valores.
La sugerencia general, es que la escuela donde laboro en conjunto con los docentes
diseñemos las experiencias de aprendizaje del currículo tomando en cuenta el contexto
específico en el cual se encuentra el alumnado, esto es, diseñar el currículo comprensivo
común, para dar respuesta a las necesidades contextuales de los alumnos. Para ello, se
requiere que los docentes nos concienticemos de la importancia de nuestra labor y
desarrollemos nuevas estrategias de intervención para que el alumnado autorregule su
conducta. El desarrollo de estas estrategias se centra en etapas: establecimiento de objetivos
de la clase; definición de expectativas de conducta de la clase y enseñanza de las
expectativas de conducta a la clase. Destacan el uso de refuerzos positivos; las expectativas
de conducta y compromiso; señales de alerta; juego de la tarjeta verde-roja; semáforo;
sistema de refuerzo positivo y el Análisis Funcional del Comportamiento (Barrera &
Valencia, 2019).
En los resultados destaca la relación estrecha entre el juego, el área afectiva y el desarrollo
de habilidades sociales en los alumnos. El juego propició el desarrollo individual y social
del alumnado, es decir, a través del juego el alumno logró conocerse un poco más y a los
demás, expresó sus emociones, se apropió de ciertas reglas, tomó decisiones y se
responsabilizó de ellas, interactuó con otros teniendo la oportunidad de confrontar sus ideas
y percibir que lo que él opina es importante, pero también lo que la otra persona piensa.
Flores, N. & Ramos, I. (2013). Enseñando habilidades sociales en el aula. México: Facultad
de psicología de la UNAM. Obtenido de:
http://www.psicologia.unam.mx/documentos/pdf/publicaciones/ensenando_habilidades_soc
iales_en_el_aula_flores_monanez_y_ramos_prado.pdf
Anexo 1
Juego para el Desarrollo Social y Afectivo
Objetivos generales.
Objetivos particulares.
Que el alumno a través del juego tenga la oportunidad de Interactuar con los demás alumnos.
Que el alumno participe en juegos, manteniéndose por periodos largos y cumpliendo con las normas.
Descripción: lo aplicación de los juegos serán 2 veces a lo semana. en una sesión de 20 o 30 minutos como
máximo.
Objetivos generales.
Observaciones: Este
juego ofrece al alumno la
oportunidad de
descubrirse como
persona; así mismo
ayuda a formar una
autoimagen positiva.
Codo contra El docente establece Niños de
codo normas de 6 años
comportamiento en el
salón y coloca a los
alumnos en parejas
mirándose de frente y
enlazando sus codos.
Observaciones:
Este juego conduce al
alumno a identificar una
parte de su cuerpo
(codos); además le
brinda la oportunidad de
establecer contacto con
otros niños.
Enseña la siguiente
canción.
Observaciones: Conduce
al alumno al
conocimiento e
identificación de las
partes de su cuerpo.
Soy un Se coloca a los alumnos 20 m Niños de
payasito de forma dispersa. 6 años.
Cuando se canta la
palabra salta el niño,
ejecuta dicha acción al
saltar.
Observación: El juego
ofrece al alumno la
oportunidad de
experimentar cambios en
sus emociones y
sentimientos.
Encuentra a A cada alumno se le 20 m Niños de Papel, plumones.
tu pareja brinda un papel, en el 6 años
que está inscrito distintas
acciones a realizar como:
reír, llorar, enojarse,
gritar, bailar, cantar, etc.
Observaciones