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Crónicas de una locura fundacional

¿Qué es un Ruca? Hace mucho tiempo no me hacía esa pregunta.


Pero este sábado la escuché en muchas bocas, y escuché también a personas esbozando algunas
simpáticas respuestas. Algunos más de manual, otros partían de la traducción (casa). La mayoría
apostaba por una respuesta un poco cargada de testimonio, y todos concluían en que ya iban a ir
develando esa respuesta en la medida que vayan conociendo uno.
Resulta que ayer, otro sábado más de Septiembre, en las lejanas tierras de Dorrego y Luis María
Campos, en la esquina donde está la pintoresca Parroquia Santa Adela, un puñado de locos arrancó con
la misión de fundar un nuevo ruca.
Quiero contarles que el sábado fue una locura. De las buenas. Pero como toda buena historia, se fue
gestando de a poquito.
Empezó con una reunión con el Párroco el jueves 13 de Junio. El pastor de esa comunidad nos abrió las
puertas cuando golpeamos, nos escuchó y nos invitó a que nos sumemos a la comunidad. No podíamos
creerlo, o más bien no podíamos entenderlo. Había sido demasiado fácil... ¡Pero no había mucho
tiempo!, el simpático curita nos había retrucado diciendo “¿cuándo arrancan?”, así que entre avisos
protocolares, cuidando un poco las formas y dibujando lo que hacía falta, intentamos esbozar un plan
para desembarcar en la Parroquia con un nuevo ruca.
“¿Quiénes van? ¿Quién se encarga? ¿Qué hacemos? ¿Qué secciones empiezan?” Hordas de preguntas
surgían constantemente, y todas llevaban a una: ¿en qué nos metimos? Pero parchando las dudas con
una buena dosis de confianza y un poco de inconciencia, fuimos resolviendo los interrogantes clave, y
entre reuniones, consejos y negociaciones con los desprendidos jefes de ruca, aparecieron las 11
víctimas de esta inusitada empresa.
Y así, esos milicianos de Nehuen, Pampero y Del Plata, rodeados de la alegría de la comunidad por lo
que se avecinaba, empezaron a reunirse, a conocerse y a soñar.
El tiempo corría, y mientras más ahondaba uno, más dudas surgían. Pero no había mucho tiempo para
entender, así que ese nuevo comando ensamblado como un Frankestein, empezó a hacer lo que le
habían enseñado: evaluar y planificar. Y con esa planificación se lanzaron a hablar con las autoridades
del colegio acompañados por el párroco, se lanzaron a convocar al colegio parroquial, a conocer a los
niños, a hacer juegos con ellos, a intentar contarles qué es el ruca. Empezaron a llevar una noticia que
alguna vez a ellos los había convocado y que fue madurando en sus corazones hasta hoy, que los llevó
a esas lejanas tierras. Y entre anécdotas y más reuniones, recibieron la missio y así siguieron hasta que
finalmente llegó El sábado.
Tuve la gracia de estar, y puedo contarles que fue hermoso. Dios nos dio una caricia con un gran sábado.
Llegaba uno caminando por Dorrego y un particular sujeto sonriente de piernas largas te recibía
uniformado en la puerta, invitándote a pasar. Y así empezaban el ruido y los gritos. Los niños simplifican
tanto las cosas que sin dar muchas vueltas ya estaban jugando con esos apóstoles uniformados que
habían salido a su encuentro en los recreos. Pero al mismo tiempo, dentro de un aula, se jugaba el
primer partido oficial: la reunión con los padres. Y mientras unos jugaban, en ese aula, entre un par de
tímidos mates y otro par de chistes malos, los jefes contaban con el pecho ardiente qué era eso que se
llamaba Ruca, qué venía a hacer el grupo juvenil de Fasta a la Parroquia Santa Adela. La reunión se fue
ablandando, creo yo, a medida que el mensaje genuino de los jefes se dejaba ver. Y así empezaron las
preguntas, las dudas, los mensajes de ánimo y de apoyo y los miedos de algunas madres por dejar a sus
hijos, pero se fue cerrando, y como acto fundacional barato, armaron el grupo de whatsapp con los
padres.
Finalizada esa primera batalla, el comando celebraba, contento por cómo se había librado, pero ansioso
por ver cómo se desarrollaba el sábado. Amagamos a salir del aula y casi somos atropellados por una
sorprendentemente larga fila de niños correteando alegres y desaforados - ¿o es que ya puedo decirles
escuderos? - En fin, los jefes desplegaron toda su experiencia y ya estaban jugando. Empezaban a
habitar los pasillos de la Parroquia.
Cambiamos la yerba para que sigan los mates, y mientras mirábamos jugar a las nuevas Caperucitas, el
jefe me contaba que habían decidido ir de uniforme ellos, pero los chicos todavía no. Les iban a ir
enseñado el Estilo de a poco. Así, con un poquito de arrepentimiento por cómo se estaban dando las
cosas, pero feliz, trató de explicarme que ese sábado no les iban a enseñar casi nada del Estilo. Pero
como si hubiese estado planificado, en ese preciso momento pasaron los dos cabecillas de los varones,
corriendo a su jefe, se le pusieron en frente pechándose para ser primeros, y se escuchó a uno gritar:
“¡Escuadra Santo Domingo a tus órdenes!” Nos quedamos helados y nos empezamos reír. Nuevamente
los niños respondiendo con simpleza.
Y así siguió el sábado, cayeron milicianos amigos a conocer, las Capes iban de acá para allá, los
Escuderos transpiraban, los jefes flotaban por todos lados y cumplían con su detallada orden del día.
Un cuadro roto para que sea más ruca todavía, fútbol, más juegos, ensayo de coro, merienda, y antes
de la Misa ya estaban las Capes y los Escuderos cantándose, tratando de que solo se escuche el grito de
su sección. Un jefe conciliador une a las dos mini hinchadas bajo el grito unánime de ¡Santa Adela! ¡Santa
Adela!, foto todos juntos, y a arreglarse para la Misa.
Y qué manera de cerrar el Sábado. Los fieles de siempre de la comunidad, los padres de los chicos que
fueron a quedarse, muchos milicianos de la mayor que se sumaron a compartir la Eucaristía y los
neomilicianos de ese ruca que coronaba su primer sábado de actividades con Jesús. Después de la Misa,
ya curtidos de tantos años, ordenaron todo de manera eficiente, y se fueron a la actividad de su nueva
Agrupación Milicianos.
Me fuerzo a escribir estas líneas porque creo que son muchos los que deberían saber lo que pasó acá.
Sobre todo porque esto no empezó, como dije antes, con una reunión con el párroco. Empezó mucho
antes, con asados cargados de sueños, con reuniones y proyectos de rucas, con campamentos en
diversos lugares de Buenos Aires, con fracasos, con promesas y oraciones. Esto se fue gestando
misteriosamente hace mucho. Y por eso la sorpresa incrédula de que haya sido tan fácil empezarlo.
Fueron muchos años, muchos termos de mate, muchos milicianos que fueron pasando los que
prepararon este emotivo día. De hecho, creo que se fue gestando antes, con otros 6 locos, y antes tal
vez, con otro más loco que venía navegando en el “Julio César” hacia Argentina.
Tenemos la gracia de seguir llevando nuestro carisma a nuevas personas, y de hacerlo encontrándonos
con otra parte de la misma Iglesia. La gracia de hacer un ruca en una Parroquia, de hacernos nosotros
de esa Parroquia. Queda mucho por caminar, tenemos mucho por hacer y sobre todo mucho por
aprender. ¿Y por qué se da ahora? Hay muchas respuestas posibles, pero la única que nos va a dejar
tranquilos, es que se da ahora porque Dios lo quiso así. Qué lindo que es el misterio cuando uno lo
abraza con los ojos de la fe, con la confianza ciega de que es Dios quien guía nuestros pasos y nos
permite seguir haciendo locuras en nuestra Patria.
Y me quedo pensando. ¿Los chicos nuevos conocieron lo que es un Ruca? Creo que si. Y yo también,
otra vez. Viendo los rostros que estuvieron en esta Misa, pensando en los otros muchos que nos fueron
pasando el fuego de seguir llevando Fasta a todos lados, viendo como nacían nuevas amistades en un
comando de desconocidos, viendo el Estilo encarnándose en nuevas secciones, viendo a familias
sumarse, a viejos amigos acompañando... recordé y entendí un poco más qué es un Ruca.

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