Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción:
Hace un tiempo atrás Satanás realizó una venta de garaje. Allí estaban, parados en
pequeños grupos, todas sus poderosas armas. Tenía herramientas que ayudaban a
romper, a malograr. También había lentes de aumento para aumentar la propia
importancia, y que si mirabas por el otro lado, podías usarlos para disminuir a los demás o
incluso a uno mismo.
Entre sus herramientas más queridas estaban: Los celos y el chisme que servían para
crear un abismo entre uno y el prójimo, el desprecio y la ignorancia utilizados para
creerse uno más que los demás, el egoísmo y la apatía, el odio y el engaño, todas estas
herramientas venían llenas de promesas y garantía de prosperidad y éxito y todo estaba a
mitad de precio.
Cuando preguntó por qué era esto, Satanás sólo sonrió y dijo: "Bueno, eso es porque yo
las uso muchísimo. Si no tuvieran tan mala apariencia la gente las vería como son
realmente." El Diablo señaló las herramientas diciendo: "Mira, esa es la propia
inseguridad y la otra es la desesperanza, y estas serán las únicas que funcionarán."
Desarrollo:
Sí bien lo anterior es una caricatura, hoy quiero decirles que Satanás tiene una arma
poderosa y predilecta referente a los cristianos y su misión de hacer “Comunión” y esta
es; la “Indiferencia” y sobre esto quiero hablarles hoy, bien podríamos describir la
indiferencia como un mal silencioso pero mortal para la vida comunitaria de la iglesia y,
por ende, al proyecto de Dios que ha querido desarrollar por medio de su iglesia.
El proyecto de Jesús de crear una comunidad con los ideales de amor y justicia vio su
concreción en la iglesia primitiva guiada por los 11 discípulos de Jesús, pero ésta ideal no
permanecería por mucho tiempo de ésta manera, una de las formas por excelencia en
que Satanás combatiría la unidad de la iglesia es precisamente con la Indiferencia de sus
miembros, un arma sutil pero a la vez tremendamente efectiva; una vez sembrada la
indiferencia en los miembros de la comunidad ira echando frutos y de manera casi
imperceptible estarán ante el riesgo de muerte de ésa comunidad.
El relato que tradicionalmente es base para hablar del servicio al “prójimo”, hoy será para
hablar sobre la indiferencia y como impide ésta la comunión (el ideal de vivir como hijos
de Dios).
Lo primero que diremos desde esta idea hermenéutica, es que el relato es literalmente
una “loa” a la indiferencia, algunos elementos que apoyan esta idea:
Aplicación.
De alguna manera Jesús hoy vuelve a confrontar ahora a la iglesia ante este grave peligro
que acecha al proyecto de comunidad que Jesús instauro y que hoy por hoy está en
peligro su pertinencia.
El reto que tenemos hoy como iglesia no es luchar contra el odio, el rencor oh algún otro
anti-valor que amenace la comunión de la iglesia, pues al presentarse de manera plena,
sin duda sus ataques no podrán hacer mayor meya en el corazón mismo de la comunión,
pero la indiferencia sí lo esta haciendo y ha logrado suavemente lo que sus compañeras
no han podido durante 2 mil años, hacer una iglesia apática, indiferente, en otras
palabras muerta en vida, una iglesia de apariencia pero no de sustancia, una
comunidad de presencia pero no de esencia, de buenas intenciones pero de pocas
acciones, de muchos deseos y pocos compromisos; y es ahí donde radica su
efectividad porque al igual que un veneno sutil que ha invadido a su victima y sin darse
cuenta de su condición va muriendo lentamente, y por el contrario le hace pensar que
todo está bien, haciendo doblemente efectiva su labor.
Como ya se dijo la Indiferencia nos permite asistir, pero no estar (yo solo vengo a lo que
vengo y lo demás no me interesa) entonces realmente no está, aun que la persona crea
que sí, Creo ser iglesia, pero la verdad no lo soy, porque no estoy.
Con tristeza puedo decir que nuestra iglesia adolece de éste mal: somos indiferentes
cuando necesitamos que nos motiven, nos convenzan para asistir a un evento de
comunión (que paradójico, cuando es obligación de todos procurar la comunión), somos
indiferentes cuando vemos la necesidad y solo prometemos orar, somos indiferentes
cuando reducimos nuestra vida de fe y el evangelio mismo al tiempo de la iglesia (y
muchas veces ni siquiera a un día, sino a unas cuantas horas), somo indiferentes
cuando solo amamos a los que nos aman oh a los que son afines a nosotros y hacemos
poco o nada por buscar al que no piensa como yo, al diferente, somos indiferentes
cuando solo queremos que la iglesia nos dé y nosotros no damos nada, somos
indiferentes cuando no somos honestos, cuando evitamos la verdad, cuando no nos
gusta que nos confronten y señalen nuestro mal actuar; somos indiferentes cuando
amamos nuestra comodidad y evitamos todo tipo de responsabilidad que vaya más allá
de los tiempos del culto, somos indiferente cuando no podemos dar y recibir el perdón,
somos indiferentes cuando no queremos sacrificar sino solo gozar, somo indiferentes
cuando ante los problemas o cosas que nos desagradan dejamos de asistir y sin ningún
tipo de conflicto rompemos la comunión. Y así una larga lista más, de acciones que minan
el ideal de comunión que Dios quiere para su iglesia, pero, sobre todo, SOMOS
INDIFERENTES porque muchos de nosotros la palabra de Dios hoy les esta hablando y
sin embargo no harán nada, verán la necesidad y preferirán pasar de largo.
Conclusión:
La iglesia está enferma de indiferencia y los únicos que podemos hacer algo (usted y yo)
probablemente no hagamos nada, sino que seremos INDIFERENTES.