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“Fue oprimido y afligido, pero no abrió su boca; como cordero que es llevado al matadero,

y como oveja que ante sus trasquiladores permanece muda, no abrió El su boca” Isaías
53.7
La doctrina del siervo sufriente es una enseñanza muy distintiva en el libro del profeta
Isaías, él está convencido que Dios volverá a visitará a su pueblo pero de manera
diferente ya no a través de las formas rituales, tampoco por medio del portento oh de la
destrucción arrasadora en contra de sus enemigos, si no por medio de una manera total y
plenamente distinta, será por medio de su enviado, de su siervo, pero a diferencia del
imaginario que el pueblo tenia, no sería fuerte como Saúl, oh majestuoso como David el
gran rey, oh sabio como Salomón, oh con los portentos como Elías, sería más bien todo lo
contrario, un personaje que sería quien llevará como estigma el sufrimiento y como marca
el padecer, y que a la postre sería el prototipo de lo que sería el enviado del cielo, para
salvar a la humanidad. En Jesús se asume hasta el extremo esta forma oh estilo de vida,
su vida, ministerio y ejemplo, fue la máxima muestra de fragilidad, debilidad y quebranto;
hasta rayar en el extremo que ni siquiera en defensa personal pudiera hacer gala de algún
poco de su poder, como le dice a Pedro en el momento en que es aprehendido. Dios
mostro al mundo que con lo pequeño, lo humilde y con el sufrimiento, Dios establece su
Reino, que su debilidad destruye toda potestad, y que con la cruz venció la muerte y la
condeno desde ese momento y para siempre, poniendo todas las cosas en el estrado de
los pies de su amado hijo.
Volver a leer la palabra de Dios y su propuesta de parte del profeta es muy desafiante
para nuestros días, la propuesta del siervo sufriente carece de sentido para nuestros días,
incluso es muy difícil imaginar una vida tomando ésta postura; en medio de una sociedad
tan cómoda y tan ajena al sufrimiento, tan indiferente, cuesta pensar como sería una
persona en éstas condiciones.
Sin embargo la palabra de Dios sigue invitándonos aún hoy a que creamos en la
propuesta de Dios para la humanidad hoy, a ser siervo y asumir el sufrimiento como
camino y como el poder de Dios para cambiar la realidad de éste mundo.

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