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GOEBBELS
Una biografía
Traducción Beatriz
de la Fuente Marina
lae/fera0delo/libro/ fjf
Primera edición: octubre de 2009
ISBN: 978-84-9734-878-2
Depósito legal: M. 36.787-2009
Fotocomposición: Versal CD, S. L.
Fotomecánica: Unidad Editorial
Impresión: Anzos Encuademación:
Méndez Impreso en España-Príníed
in Spain
índice
Introducción ......................................................................... 11
Capítulo 1
¿Por qué Dios le había hecho de tal forma que la gente
se riera y se burlara de él? (1897-1917) ....................................
17
Capítulo 2
Caos en mí (1917-1921) ..........................................................
39
Capítulo 3
¡Fuera dudas! Quiero ser fuerte y creer (1921-1923) ...............
69
Capítulo 4
¿Quién es este hombre? Mitad plebeyo, mitad dios.
¿El Cristo verdadero o sólo San Juan? (1924-1926) .................
91
Capítulo 5
Berlín... un lodazal de vicios. ¿Y ahí me tengo que meter yo?
(1926-1928) .............................................................................
127
8 Goebbels
Capítulo 6
Queremos ser revolucionarios, y seguir siéndolo
(1928-1930) ............................................................................ 161
Capítulo 7
Ahora somos rigurosamente legales, igual de legales
(1930-1931) ............................................................................. 191
Capítulo 8
¿No es como un milagro que un simple cabo de la guerra
mundial haya relevado a las casas de los Hohenzollern
y de los Habsburgo? (1931-1933) ...........................................
243
Capítulo 9
Vamos a persuadir a la gente hasta que quede a nuestra merced
(1933) ......................................................................................
309
Capítulo 10
El camino a nuestra libertad pasa por crisis y peligros
(1934-1936) ............................................................................. 353
Capítulo 11
¡Führer, ordena, nosotros te seguimos! (1936-1939) ................
407
Capítulo 12
Él está bajo la protección del Todopoderoso (1939-1941) ........
481
Capítulo 13
¿Queréis la guerra total? (1941-1944) .....................................
553
Capítulo 14
La venganza nuestra virtud, el odio nuestro deber
(1944_1945) ............................................................................. 629
índice
Capítulo 15
Vivir en el mundo que viene después del Führer y del
nacionalsocialismo ya no vale la pena (1945) ........................... 681
Anexo...................................................................................... 705
Notas ...................................................................................... 707
índice onomástico ............................................................... 847
Introducción
Max Lenz o Erich Marks, del mismo modo que los profesores de his-
toria, veían ahora en la rivalidad con Inglaterra la continuación de ese
proceso que poco después llevaría a Alemania a ser una potencia mun-
dial. Justificaban esta postura, tal como correspondía a la época, con las
teorías de Darwin, según las cuales la expansión política era la confir-
mación de la propia vitalidad y al mismo tiempo una misión nacional,
que debía servir para extender la propia cultura, a la que se atribuía un
valor mayor.
Aunque Goebbels creyera que su Señor le había castigado, porque
le permitía vivir como lisiado en un mundo que veneraba al proto-
tipo del hombre fuerte, aun así la patria y la fe eran constantes de su
pensamiento. A su esperanza en Dios se añadían fantasías que lo ale-
jaban de la realidad. Se las ofrecían los libros a los que dedicaba la
mayor parte de su tiempo.39 Con frecuencia se ponía en el papel del
héroe que no podía ser en vida. «Entonces no estaba tan resentido por
el hecho de no poder andar por ahí jugando como los demás, enton-
ces se alegraba de que también para él, el lisiado, existiera un mundo
de placer».40
Empezó a cultivar estas sensaciones, tomó él mismo la pluma y en
1912 escribió su primer poema con motivo del fallecimiento del hijo
del empresario Lennartz, que había muerto durante una operación.
Joseph Goebbels hizo unos versos al respecto, alentado por la ficción
de haber perdido a un «verdadero amigo»: «Aquí estoy yo ante tu fére-
tro, / contemplando tus helados miembros, / tú eras mi amigo, sí, el
verdadero / al que en vida cariño yo debí. / Ahora de mi lado has teni-
do que irte, / dejar la vida que adiós te dice, / dejar el mundo y sus pla-
ceres, / dejar la esperanza que fulgura aquí ».41-42
Además de este «típico lamento escolar», como más tarde observó
de forma autocrítica, pronto aparecieron poemas de similar afectación
que sin embargo respondían plenamente al gusto de la época —como
un poema a la primavera—43 en los que expresaba sus emociones. Ahora
pensaba a veces que por su actividad de poeta pertenecía al grupo de
las personas de excepción, a las que Dios había dotado de un talento
especial: «quizás porque Dios le había marcado en el cuerpo».44
28 Goebbels
Joseph Goebbels adoptó con respecto a él una actitud cada vez más
escéptica, aunque sin cuestionar por ello su autoridad de un modo ge-
neral.
Sin embargo, el estudiante pronto tuvo que comprobar que las adver-
tencias de Mollen tenían su razón de ser; en el instituto de la Augus-
tastrasse siempre había que lamentar la «muerte heroica» de un «anti-
guo alumno» por el emperador y por la patria. En vista de las bajas, en
casa de los Goebbels no se afrontó el llamamiento a filas de Konrad para
el 1 de agosto de 191566 con el entusiasmo sin reservas del año ante-
rior, sino más bien con sentimientos encontrados. Por una parte esta-
ba el orgullo de que ahora él también pudiera ir a la guerra por Ale-
mania con el uniforme del emperador, por otra parte el horror de lo
que posiblemente le amenazaba.
Una preocupación adicional supuso para la familia en otoño de 1915
una enfermedad de Elisabeth. El Día de los Difuntos la preocupación
se convirtió en dolor. La tisis, como se acostumbraba a llamar entonces
a la tuberculosis pulmonar, se había cobrado la vida de la muchacha.
Joseph y Fritz Goebbels rezaron el padrenuestro67 junto a su cama, y el
maestro superiorVoss, que había sido reclutado provisionalmente para
el servicio militar en Aquisgrán, escribió a su talentoso pupilo que en
esos días no había prácticamente nadie «que no pierda a un ser queri-
do (...), y así tenemos que consolarnos los unos a los otros y mantener
la cabeza alta, pues todavía no hemos acabado, y no sabemos lo que aún
tendremos que soportar hasta que llegue por fin la gran hora feliz de la
paz».68
Al dolor por la muerte de su hermana menor, que también puso en
verso, se sumaría a comienzos del verano del año siguiente la tormentosa
preocupación por la vida de su hermano Hans, que estaba combatiendo
en el escenario bélico occidental y del que no se habían tenido señales de
vida desde hacía semanas.69 A ello se añadía la ya de por sí triste vida
diaria, agravada siempre por la prolongación de la guerra. En la «escuela»,
donde sólo quedaban unos pocos en las clases superiores y le faltaban los
compañeros con los que hablar, los temas de las redacciones sólo giraban
ya en torno a la pregunta: «¿Por qué debemos'
34 Goebbels
y llegó a la conclusión de que «este amor, por inocente que fuera, tenía
un no sé qué de impureza».75 Su «oscuro» deseo, según creía, sólo orien-
tado al instinto, a la sexualidad en resumidas cuentas, lo consideraba
reprobable, pues para él era ante todo la tentación del mal. Por eso
«luchaba contra el sexo» y acababa creyendo que estaba enfermo por-
que amenazaba con salir derrotado en esta batalla. Cuando por la noche
se ocultó con Lene Krage en el parque imperial de Rheydt y ella se
convirtió en una «mujer amante», la había perdido definitivamente, y
con ella su buena conciencia.
En marzo de 1917, año de hambre, Joseph Goebbels sacó el bachi-
llerato. Su certificado de bachiller, al igual que los certificados anterio-
res, era digno de ver. «Sobresaliente» en religión, alemán y latín; «nota-
ble» en griego, francés, historia, geografía e incluso en física y matemáticas,
asignaturas para las que no tenía «talento ninguno», según él mismo
manifestó. Con esto quedaba libre del «oral» y, puesto que había escrito
la mejor redacción en alemán, tuvo la ocasión de pronunciar el dis-
curso de despedida de su promoción, de estructura perfecta y que aún
excedía el espíritu de la época, marcado ya de por sí por un patriotis-
mo exageradamente patético. Lo que el débil Joseph Goebbels expuso
aquel 21 de marzo76 en el salón de actos, detrás de la cátedra, ante el
claustro de profesores, la dirección del centro y los estudiantes, conte-
nía todas aquellas ideas que caracterizaban la cosmovisión de su gene-
ración, que él había interiorizado de manera especial. Con voz emo-
cionada recordó a los oyentes que ellos «son los miembros de esa gran
Alemania en la que todo el mundo tiene fijada la vista con miedo y
admiración». Entonces apeló a la «misión global» del pueblo «de poe-
tas y pensadores», que ahora tenía que demostrar «que es más que eso,
que lleva inherente la legitimación de ser la líder política e intelectual
del mundo». Habló marcialmente de Bismarck, el hombre «tan duro
como el acero y el hierro», de «nuestro emperador», que ha desenvai-
nado la espada «sin turbarse, contra Dios y el mundo».Todo culminó al
final en una exaltación divina: «Y tú Alemania, poderosa patria, tú tie-
rra sagrada de nuestros padres, mantente firme, firme en el peligro y en
la muerte. Tú has demostrado tu heroísmo y saldrás asimismo victoriosa
36 Goebbels
Con la modesta ayuda del padre y los ahorros de las clases particulares
saldría adelante, esperaba Joseph Goebbels, hasta que tras la esperada
victoria de Alemania en la guerra mundial se mejoraran también para
él las cosas de manera decisiva.
Capítulo 2
CAOS EN MÍ
(1917-1921)
del solicitante, así como la declaración por escrito del capellán de que
éste procedía de «honrados padres católicos» y merecía la mejor reco-
mendación «por su comportamiento religioso y moral», 12 para que la
asociación de Alberto Magno se mostrara caritativa. A principios de
octubre, justo a tiempo por tratarse del comienzo del semestre de invier-
no, se concedió a Joseph Goebbels un préstamo por valor de 180 mar-
cos. Esta suma y los 780 marcos que se le pagarían durante los cinco
semestres siguientes nunca se habrían concedido si la asociación de
Alberto Magno hubiera adivinado que no sería hasta 1930 cuando, obli-
gado por varios procesos y embargos, el futuro jefe del distrito berlinés
reintegraría 400 marcos en un pago a plazos.13
De vuelta en Bonn, en las postrimerías de un otoño en el que la
revolución bolchevique permitía confiar en un pronto final de la gue-
rra al menos en el Este, Goebbels volvió a asumir al lado de «Pille»
Kólsch el papel de estudiante corporativo. En el informe de la asocia-
ción escribió sobre «grandes tabernas idóneas» que «dirigían como pre-
sidentes» y que en parte habían tenido una «evolución espléndida».Tam-
bién se hablaba de «amenos viajes a la ancha y hermosa campiña alemana,
que la asociación de estudiantes emprende casi todos los sábados y
domingos».14 Un momento importante en la vida de los Sigfridos de
Bonn era la asistencia al aniversario de la fundación de la Unitas en
Frankfurt. El exaltado Goebbels llegó con el uniforme de gala y las sim-
bólicas espadas y se mostró decepcionado cuando sus homólogos de
Frankfurt le explicaron que, debido al rigor de los tiempos y en vista
del gran número de caídos procedentes de la asociación Unitas, esta
vez se iba a renunciar a los viejos ritos estudiantiles habituales otras
veces. Parece, sin embargo, que a Goebbels esto no le conmovió mucho;
esa misma tarde escribió en el cancionero a un «viejo señor» de Frank-
furt: «A quien no le gusta el vino, la mujer y el canto, toda su vida será
un mentecato».15
Fiel a este lema, Joseph Goebbels se enamoró de la hermana menor
de Kólsch, Agnes, a la que había conocido en una visita a la casa pater-
na de, su compañero en Werl. El hombre enjuto, de aspecto simpático
y voz sonora fue recibido allí cordialmente. El estilo de vida liberal de
Caos en mí 43
momento todo su interés se dirigía a la joven mujer, que tenía una «boca
de auténtico ensueño» y un «pelo rubio tirando a castaño que caía en
pesados bucles sobre el maravilloso cuello».21 Poco a poco se fueron
conociendo. «Anka y yo siempre nos sonreímos». El pobretón y la hija
de la rica familia de Recklinghausen formaron finalmente una pareja.
«En mí se ha producido una satisfacción sin medida».22
Entre Kólsch y Goebbels se produjeron como consecuencia «horri-
bles escenas», y la decepcionada Agnes Kólsch se indignó desde su leja-
nía, porque «por desgracia lo había estimado demasiado, juzgándolo
demasiado noble y maduro». Su «que te vaya bien, no ha podido ser»23
le preocupó poco a Goebbels. El amor por Anka Stalherm le hizo olvi-
dar al «pobre diablo», como él mismo se designaba, el final de su amis-
tad con los Kólsch, su eterna escasez de dinero e incluso su pie tullido.
Seis años después escribió sobre ese semestre de verano en Friburgo
que quizás fue la época más feliz de su vida. Sólo el ataque nocturno
de los biplanos franceses sobre la pequeña ciudad universitaria que dor-
mía le volvió a recordar que todavía no había acabado la guerra.24
Eso tampoco preocupaba a los dos enamorados cuando hacia el final
del semestre de verano tuvieron que separarse. Anka Stalherm viajó a
Recklinghausen, a la casa de sus padres, y también Joseph Goebbels tuvo
que levantar su campamento en Friburgo, pues él solo apenas habría
podido arreglárselas. Lo que se llevó de allí cuando el 4 de agosto de
1918 partió en dirección a su casa fue la conclusión —a la que había
llegado después de dos semestres y también por su relación con la aco-
modada Anka Stalherm— de que como hijo de la alma máter se encon-
traba en una elevada capa social, «pero yo era en ella un paria, un pros-
crito, sólo un extranjero con deportación suspendida, no porque yo
rindiera menos que los demás o fuera menos listo, sino sólo porque me
faltaba el dinero que al resto les procuraba abundantemente el bolsillo
de sus padres».25
La injusticia que veía en ello inspiró a Joseph Goebbels un drama
que había concebido y empezado mientras todavía estaba en Friburgo;
en casa, en Rheydt, se retiró a su habitación y trabajó en ello como un
poseso. En largas cartas diarias informaba al respecto a Anka Stalherm,
Caos era mí 45
que, según creía, era la que le daba las fuerzas .Ya el 21 de agosto le pudo
comunicar que había puesto punto final a su Judas Iscariote, la «tragedia
bíblica».26 Ésta le debía «contar a ella todo lo que en este momento atra-
viesa mi desbordado corazón». 27 En más de 100 páginas, escritas con
pequeña e inclinada letra de Sütterlin, 28 Anka Stalherm, a la que él le
había mandado el manuscrito inmediatamente, leyó la historia de Judas,
el «marginado» y «soñador» que quiere seguir a aquel del que cree que
funda un «reino nuevo, casi infinito». Cuando Judas se hace discípulo
de Jesús, comprueba para decepción suya que el reino de su Padre no
es de este mundo: «Y entonces, en ese momento, soplar a un pueblo
oprimido piadosas sentencias al oído, hablar del reino en otros mundos
que es gloria sin fin y sin límites, eso marca mi pequeña cabeza y espí-
ritu»,29 hace decir Goebbels a su héroe sobre Cristo. Aquél acaba por
traicionar a su maestro, para hacer realidad por sí mismo, en lugar de
Jesús, el reino de Dios en este mundo. Tras este hecho queda patente
para Judas toda la tragedia de su actuación, que sólo debía haber servi do
para conseguir un mundo justo. «Y aun así el cielo es mi testigo de que
Judas no se convirtió en traidor por dinero». 30 Finalmente, a Judas sólo
le queda redimirse de la culpa mediante el suicidio.
Este escrito, surgido bajo el influjo de la lectura de Así habló Zara-
tustra, de Nietzsche,31 que refleja las dudas de Goebbels no tanto sobre
la existencia de Dios, sino sobre la premisa de que la anhelada justicia
podía nacer de la fe católica, encontró réplica. Procedía del capellán
Mollen, que había tenido conocimiento del trabajo de Goebbels y que
por eso le había pedido que fuera a hablar con él. Puesto que Goebbels
adivinaba lo que le esperaba, se alentó escribiendo a Anka Stalherm que
iba a «cantar las cuarenta» a Mollen. 32 Sin embargo, el encuentro trans-
currió de manera muy distinta. Su respeto ante el eclesiástico le obli -
gó a controlarse extraordinariamente cuando éste aludió a lo «nocivo»
de su creación literaria. «Imagínate, la exigencia de la Iglesia llega tan
lejos que incluso estoy obligado a destruir mi propio ejemplar en un
limitado espacio de tiempo», escribió a Recklinghausen y le indicó a
su destinataria que habría roto su Judas en cien pedazos si lo hubiera
tenido a mano.33 Así se echó tierra a la esperanza —alimentada por los
46 Goebbels
Sin embargo, lo primero que tuvo que reconocer fue que su inter-
pretación de los acontecimientos de noviembre de 1918 había resulta-
do ser a todas luces insuficiente. No aparecieron las fuerzas autorregu-
ladoras por las que había apostado en la carta a Fritz Prang. En su lugar
parecía confirmarse el lema de futuro «viva la anarquía», propagado cíni-
camente en la carta de respuesta de su amigo, que estaba bajo la impre-
sión de la «muerte heroica» de su hermano.40 En efecto, desde el 4 de
enero de 1919 luchaban los espartaquistas de Liebknecht y de Rosa
Luxemburgo contra aquellos que se declaraban partidarios de la Asam-
blea Nacional y, por ende, del parlamentarismo democrático. Un social-
demócrata, Gustav Noske, se puso finalmente en Berlín a la cabeza de
un cuerpo franco que, como la mayoría de aquellas asociaciones mili-
tares, estaba compuesto por los despojos de la guerra mundial. El levan-
tamiento de los espartaquistas fue reprimido y se dio muerte a sus líde-
res, Karl Liebknecht y Rosa Luxemburgo. Aunque la situación se
estabilizaba en la capital, los conflictos de enero en Berlín marcaron el
comienzo de los desórdenes revolucionarios en Alemania.
En estos tiempos difíciles, los padres de Goebbels estaban preocu-
pados por su hijo, que estudiaba lejos. Motivos para ello daba su esta-
do físico, pues Joseph, que se había quedado en los huesos, se veía afec-
tado por constantes dolores de cabeza y más impedido que de costumbre
por un desperfecto en su aparato ortopédico, que al parecer era difícil
de reparar. A principios de octubre, el padre, Fritz, había pedido a su
hijo que «en adelante le enviara dos veces por semana una nota, aun-
que fuera corta».41 En noviembre escribía que si la situación enWurtz-
burgo se hiciera «demasiado peligrosa», «entonces seguramente se cerrará
también la universidad, y así te vienes a casa». 42 Pero en diciembre el
hijo comunicó a la Dahlener Strasse que ni siquiera pasaría las Navida-
des en el hogar paterno, aunque el padre le había seguido dando en más
de una docena de cartas dinero y consejos bienintencionados para el
viaje a casa, no exento de problemas. Fritz Goebbels escribió a Wurtz-
burgo que ya antes había sido de la opinión de que habría sido prefe-
rible una ciudad universitaria cerca de casa.43 No dejaba de exhortar a
su hijo a que procurara volver a casa lo más rápidamente posible al ter-
Caos en mí 49
te de esta vida, que para mí no era más que un infierno». Sin embargo,
Goebbels no murió, sino que sufrió una crisis nerviosa. Pero lo que
había querido conseguir con el anuncio de suicidio, a saber, atraer hacia
sí el cuidado especial de los suyos, lo había logrado. Mientras que su
madre intentaba consolarle, Goebbels padre prometió a su hijo, eter-
namente necesitado de dinero, una ayuda hasta el final de sus estudios
mayor que la que ya de por sí le costaba bastante reunir. Hans, el her-
mano menor de Joseph Goebbels, escribió a Anka Stalherm para vol-
ver a juntar a ambos; su carta no tuvo respuesta. Durante largos paseos,
Richard Flisges escuchaba pacientemente el sufrimiento amoroso de
su amigo, que luego dijo acerca de él: «Flisges es el único que me entien-
de (...) no pregunta nada, hace todo por mí y sabe exactamente lo que
pienso y siento».108
Cuando se aproximaba el semestre de invierno de 1920-1921, Richard
Flisges acompañó a su lábil amigo durante algunos días a Heidelberg
para buscar con él a Anka Stalherm. Puesto que no dieron con ella, Flis-
ges viajó a Munich por encargo de Goebbels, quien le costeó los gas-
tos, para localizarla allí. Pocos días después, a finales de octubre, escri-
bió a Goebbels que la había visto con un «aristócrata de dinero que
llevaba un chaqué con muchos botones y broches de oro». 109 Flisges
exhortó a su amigo a que fuera enseguida si quería volver a verla y
hablar con ella. Goebbels le siguió a Munich. Juntos fueron a la casa de
la Amalienstrasse en la que vivía Anka Stalherm. Su amigo, al que había
enviado por delante, tuvo que traerle poco tiempo después a él, que
estaba esperando, la «funesta noticia» de que la joven mujer se había
marchado a Friburgo con «su prometido».Tras una larga tarde en el café
Stadt Wien [Ciudad deViena], el desesperado Goebbels emprendió el
camino de regreso a Heidelberg. Desde allí le escribió primero una car-
ta conminatoria que después lamentó, luego una «carta de arrepenti-
miento» que ya no pudo cambiar nada: Anka Stalherm se casó con el
abogado Mumme, no con el histriónico pobretón continuamente ator-
mentado por las dudas. Ella le confesó a modo de despedida que estaba
«muy triste», «porque siento que tú fuiste el primer y último hombre
que me amó como yo quería, y como yo necesito para ser feliz»,110
Caos en mí 63
tanta más vitalidad tendría, tanto más fuerte sería —concluía conse-
cuentemente—. No otra cosa significa cuando Michael/Goebbels dice:
«Cuanto más grande y más fuerte hago a Dios, más grande y más fuer-
te soy yo mismo».38
Si la fe de Goebbels en Cristo había vivido de sus actos y los de otros
creyentes, su nueva fe no vivía menos de los actos del hombre; mejor
dicho, de su sacrificio. Puesto que ahora la fe en sí misma se había con-
vertido en Dios, en motor, ya no se necesitaba la redención de la huma-
nidad por medio del sacrificio de Cristo. El «hombre moderno», que
lleva en sí mismo la fe y por ende a Dios, redime a su especie por su
propio sacrificio. Michael/Goebbels, el «Cristo-socialista», se sacrifica
por amor a la humanidad.39 Goebbels daba así un sentido a la muerte
en la mina y al fallecimiento de Richard Flisges, pero también a su pro-
pia vida de lisiado desempleado.
Aunque el «hombre moderno» de Goebbels se puede redimir a sí
mismo, él busca al «redentor» hecho hombre.Ya en su tesis había expre-
sado Goebbels su anhelo de encontrar un «genio fuerte». Ahora hace
preguntar a su «Michael» si no hay nadie que conozca el camino hacia
un futuro mejor.40 Al igual que Jesucristo, el hijo de su «Dios supera-
do», había servido al Creador como intercesor de su vis spiritualis cató-
lica, en el nuevo «mundo de fe» de Joseph Goebbels se necesitaba a su
vez un mediador que le diera solidez.
Con los componentes de la fe, el anhelo de encarnación de esa fe y
finalmente la autoredención a través del sacrificio, Goebbels estaba anti-
cipando las patéticas y hueras palabras pseudorreügiosas del culto nacio-
nalsocialista, con el que después se sugeriría a la gente que hacía saltar
las cadenas de la realidad. En 1925 escribió Goebbels: «Hemos apren-
dido que la política ya no es el arte de lo posible. Según las leyes de la
mecánica, lo que queremos es inalcanzable e irrealizable. Lo sabemos.
Y sin embargo seguimos actuando después de esta conclusión, porque
creemos en el milagro, en lo imposible y en lo inalcanzable. Para no-
sotros la política es el milagro de lo imposible». 41 Una y otra vez pro-
clamaría la fe en lo imposible. En el año 1933, mucho tiempo después
de haber encontrado en el Führer Adolf Hitler la encarnación de su fe,
¡Fuera dudas! Quiero ser fuerte y creer 81
hacía todo lo que podía y que repasaba todos los anuncios de los perió-
dicos en busca de empleos adecuados.52 Hans Goebbels, que no había
retomado el bachillerato —como en realidad había sido su intención
tras volver a casa del cautiverio francés—, sino que ejercía un trabajo
fijo en Neuss, ayudó a su hermano facilitándole la dirección de una
empresa en la que debía pedir trabajo. Joseph no podía esperar otro tipo
de apoyo de su hermano, ya que su puesto le proporcionaba «lo justo
para comer y vivir. Qué más se puede pedir en el momento actual,
cuando los ricos se hacen cada vez más ricos y los pobres cada vez más
pobres. Es verdaderamente admirable cómo los cerdos bien nutridos
siempre se las arreglan para hacer recaer toda la miseria y todas las pre-
ocupaciones, todos los pagos y deudas sobre los más pobres de entre los
pobres en Alemania».53
A mediados de septiembre, Fritz Goebbels seguía sin saber que su
hijo estaba parado, pero se había enterado de que buscaba trabajo. Con
la preocupación de que pudiera poner en peligro su puesto en el ban-
co, le hacía ver que, dada la dificultad de los tiempos, no era tan fácil
encontrar un cargo adecuado. Así pues, le aconsejaba que durante algún
tiempo lo intentara en un banco de Rheydt donde su hermano Kon-
rad tenía algunas relaciones. «Así al menos tendrías bastante para comer
y podrías esperar tranquilamente hasta que encuentres un puesto ade-
cuado para ti», decía una carta del padre,54 que sin embargo no sabía
muy bien qué hacer con las aspiraciones profesionales de su hijo y que
en todo caso daba preferencia a una ocupación estable, como por ejem-
plo en un banco.
Puesto que ni siquiera la abnegada ayuda de Else Janke podía librar
a Joseph Goebbels de pasar hambre, escribió a su padre una carta de-
sesperada confiando en que éste le pidiera que se fuera a casa. Le decía
que tenía una enfermedad nerviosa, lo que seguramente le vendría de
familia.55 Le salieron bien las cuentas. El preocupado padre rechazó esto
último enérgicamente, pero le pidió a su hijo que volviera a la casa
paterna pese a su supuesta colocación en el banco, ya que en esa difi-
cil situación no podía esperar otro tipo de ayuda. Después de qué el
padre le enviara incluso el dinero para el viaje, Joseph Goebbels
aban-
84 Goebbels
ta, ¿cómo va a alumbrar nueva vida? Pero el hombre fuerte está vivo.
Tiene vida e infunde vida.Tiene fuerza para despertar a los muertos. A
nosotros nos corresponde creer en esta fuerza y confiar en ella, servir la
solícita y desinteresadamente». 30
Aunque Goebbels no mencionaba el nombre de Hitler en este art í-
culo del Vólkische Freiheit del 20 de septiembre de 1924, no dejaba lugar
a dudas de que veía en él la encarnación del «ideal heroico del Führer»,
pues el redactor de este periódico de lucha colocó debajo de su artí -
culo unas palabras de Hitler a los jóvenes. Incluso dedicó el Vólkische
Freiheit del 8 de noviembre 31 exclusivamente a Hitler, detenido en la
prisión militar de Landsberg. Adornaba la primera página del «número
de Adolf Hitler», bajo el título de «Al gran tamborilero por el rena-
cimiento nacional», un retrato suyo dibujado junto con la demanda de
que fuera devuelto al pueblo alemán. En el «Diario político» de la
siguiente edición celebraba a Hitler como al «gran apóstol alemán» que
tenía que padecer por sus ideas. Era el destino de todos los grandes
hombres ser despreciados y perseguidos por sus creencias, escribió Goeb-
bels, asegurando acto seguido que millones de corazones seguían latien-
do con una fe absoluta «en el único». En qué medida el redactor, para
disgusto de su editor nacional Wiegershaus, había elegido ya entonces
como mediador de su fe a aquel Hitler con el que no se había encon -
trado nunca y del que no había leído nada, lo ponen de manifiesto sus
demás comentarios laudatorios: «Él nos ha vuelto a enseñar la vieja leal-
tad alemana; vamos a mantenerla hasta la victoria o hasta la caída. Agra-
dezcamos al destino que nos haya dado a este hombre, el timonel en la
necesidad, el apóstol de la verdad, el guía hacia la libertad, el adepto, el
fanático del amor, el que clama en la lucha, el héroe de la lealtad, el sím-
bolo de la conciencia alemana». 32
Aun cuando el distrito de Renania-Norte exigiera al gobierno báva-
ro que liberara a Hitler inmediatamente y además telegrafiara al preso
que confiaban «en que nuestro Führer (...) volviera a tocar pronto el
tambor de la libertad», 33 sin embargo persistían aquí también las dife-
rencias entre los nacionales y los nacionalsocialistas. Los frentes se recru-
decieron con el resultado del 7 de diciembre en las segundas eleccio-
¿Quién es este hombre? Mitad plebeyo, mitad dios... 101
nes al Parlamento del año 1924, en las cuales el número de votos para
el Movimiento Nacionalsocialista por la Libertad de la Gran Alemania
bajó en más de un millón hasta los 907.000 (en el distrito de Renania-
Norte el movimiento cayó del 6,4 al 1,25 por ciento). Goebbels escri -
bió en el Volkische Freiheit con toda franqueza de qué lado estaba bajo
el título «La necesidad del momento. ¡Unirse!». Echaba la culpa de la
«batalla perdida» a los nacionales. «Necesitamos luchadores, no cobar-
des, no burgueses, no caciques y no mandatarios». No, el movimiento
necesita luchadores «que lleven en nosotros el pensamiento nacional -
socialista puro (...) la adhesión incondicional al socialismo,que es nues-
tro destino y nuestra histórica misión universal (...) a una nueva fe, a
la firme confianza en la victoria definitiva». Exhortaba enérgicamente
a sus compatriotas a poner la idea «por encima de todo (...) entonces
encontraremos el valor para, en la lucha por esta idea, pasar por enci -
ma de cosas y personas con la seguridad intuitiva del revolucionario
nato».34
El preludio de «Leipzig», que, como había escrito Goebbels en su
llamamiento a la «unión», seguiría al de «Jena», comenzó justo el día en
que salió el Volkische Freiheit con los comentarios de su redactor sobre
las elecciones parlamentarias. Probablemente el mal resultado del movi-
miento abrió a Hitler la puerta de la prisión militar de Landsberg el 20
de diciembre de 1924, después de menos de nueve meses, aunque esta -
ba condenado a cinco años de arresto. Caminaba hacia la libertad un
hombre que ya mucho antes de su excarcelación había anunciado que
haría una «clara criba» entre sus partidarios planteándoles una única pre-
gunta: «¿Quién debe ser el Führer político?». 35 Planteársela al pequeño
redactor cojo del Volkische Freiheit estaba de más. Éste celebró exalta-
damente a Hitler, al que seguía sin conocer, como «la encarnación de
nuestra fe y de nuestra idea. La juventud de Alemania vuelve a tener a
su Führer. Esperamos su consigna». 36
La consigna dada por Hitler fue la separación de los nacionales, a los
cuales en la primera parte de Mi lucha, que acababa de terminar, desig-
naba como «sonámbulos» a los que se deja decir disparates para reírse
de ellos,37 y la nueva fundación del NSDAP, cuya prohibición se levan-
102 Goebbels
tiempos.48 Puesto que se creía que sólo se podía movilizar a las masas
por medio de un «aparato de prensa y propaganda metódicamente de -
sarrollado», estaba claro, como escribía Prang, que el trabajo debía comen-
zar en las delegaciones locales. Su «misión más distinguida» consiste en
«crear también, aparte de la directiva (...) un puesto de propagandista
o, para hablar en lenguaje de negocios, de jefe publicitario, que sólo se
podría encomendar a un simpatizante resuelto, enérgico y entendido
en cuestiones nacionales. Este hombre tiene que dedicar toda su aten -
ción, dentro del ámbito propagandístico a su cargo, a difundir el perió -
dico oficial del distrito y a distribuir folletos y material propagandísti-
co».49
Goebbels trabajaba ahora a nivel de distrito según estas directrices.
Entre otras cosas, diseñó modelos para la propaganda en octavillas. Entre
las secciones del partido encontraron gran difusión —publicados por
él— los 15 diseños para carteles u octavillas para anunciar conferencias del
NSDAP.50 Se basaban en «magistrales» patrones de Hitler,51 quien por su
parte se había ocupado del significado central del trabajo propagan-
dístico para la política y lo había escrito en su libro recién publicado.
En abril aparecieron por primera vez las llamadas «cartas de informa-
ción» del distrito Renania-Norte redactadas por Goebbels,52 que estaba
trabajando febrilmente. Se trataba de circulares con directrices y noticias
sobre todo para las distintas secciones.
En ellas escribía Goebbels también sobre la cuestión central que
había contribuido a la ruptura con los nacionales y que ahora se dis-
cutía entre gran polémica en todas las filas del NSDAP del norte de
Alemania, a saber, si en el partido debía tener prioridad el nacionalis-
mo o el socialismo. En la secretaría de Elberfeld se había llegado inclu-
so a desavenencias. Mientras que Goebbels y Kaufmann concedían cla-
ra prioridad al socialismo, Ripke, el director del distrito de
Renania-Norte, defendía al parecer la opinión contraria. A mediados
de abril escribió Goebbels en su diario: «Odia (...) mi radicalismo a
muerte. Sólo es un burgués camuflado. Con éste no se hace ninguna
revolución.Y lo peor de todo: puede apoyarse en Hitler». Pocas líneas
más abajo se dice: «Adolf Hitler, no puedo perder la esperanza en ti».53
106 Goebbels
eos,74 Goebbels anotó con gran satisfacción en su diario que con las
Cartas nacionalsocialistas se conseguía ahora un «medio de lucha contra
los rancios caciques de Munich», con el que por fin se harían respetar
por Hitler.75
En la reunión del 10 de septiembre en Hagen, en la que participa-
ron el jefe de distrito TheodorVahlen (Pomerania), Hinrich Lohse
(Schleswig-Holstein), el capitán retirado Franz von PfefFer (Westfalia),
Robert Ley (Renania-Sur) y los jefes de los distritos de Hannover, Han-
nover-Sur, Hesse-Nassau, Luneburgo-Stade, Gran-Hamburgo, Gran-
Berlín, así como la jefatura provisional del distrito de Renania-Norte,
el ala de Strasser consiguió imponer sus ideas. Se acordó fundar una
«comunidad de trabajo norte-oeste» con sede en Wuppertal-Elberfeld.
Goebbels pasaría a ser su secretario general y, como había convenido
ya con Strasser, que no asistió a Hagen, asumiría la redacción de las Car-
tas nacionalsocialistas. Aunque el redactor del informe sobre el congreso
de Hagen admitía que la impresión general de los líderes había sido
«poco satisfactoria»76 y que, debido a diferentes concepciones progra-
máticas, de ningún modo podían entrar enjuego como bloque contra
el nocivo entorno de Hitler en Munich y sus ideas político-reacciona-
rias, Goebbels se mostró optimista. El representante del distrito de Rena-
nia-Norte, que calificó el informe de «demasiado intelectual» y «no
necesariamente fiable a primera vista»,77 creía, en efecto, que Hitler esta-
ba en vías de «pasarse del todo a nuestro lado, pues es joven y sabe lo
que es sacrificarse»78.
Puesto que Goebbels, que el 27 de septiembre de 1925 en un con-
greso en Dusseldorf fue elegido también secretario general del distri-
to de Renania-Norte —el cargo de jefe de distrito recayó en Kauf-
mann—,79 tuvo que replantearse pronto semejantes expectativas por ser
exageradas, ya que los muniqueses no desaprovechaban ninguna opor-
tunidad de intrigar ante el «jefe» contra él y Strasser, apostó de lleno
por una entrevista esclarecedora. A finales de octubre vio la oportuni-
dad para ella. Para esa fecha estaba planeado un viaje de Hitler al no-
roeste de Alemania. En el tiempo que le quedaba hasta entonces, Goeb-
bels se concentró en Mi lucha. En muchos pasajes creía reconocer sus
110 Goebbels
propias ideas, por ejemplo cuando leyó acerca de «la doctrina judía del
marxismo», comprometida exclusivamente con el número y la masa y
que negaba la importancia de la «nacionalidad» y de la «raza», robán-
dole así a la humanidad la condición previa de su existencia, 80 o la res-
puesta de Hitler al «desafio judío-marxista», que consiste en un «gran
movimiento popular», en «erupciones volcánicas de pasiones humanas
y emociones anímicas excitadas por la cruel diosa de la necesidad».81
Lo que evidentemente Goebbels reprimió en su totalidad al leer el
libro de Hitler fueron los juicios controvertidos entre él y el autor. Así,
no podía compartir las ideas de «su jefe» sobre una «nueva campaña ger-
mana»82 hacia el este, debido a sus simpatías por la literatura rusa y el
«alma rusa» que en ella se expresaba, y en la cuestión social, tan decisi-
va para él, Hitler tampoco representaba precisamente la visión de Goeb-
bels, quien veía en el bolchevismo al heredero del nacionalismo ruso.
En su opinión, ningún zar había entendido los instintos nacionales del
pueblo ruso como Lenin, que a diferencia de los comunistas alemanes
no era ningún marxista internacionalista. «Lenin sacrificó a Marx y dio
a cambio la libertad a Rusia. Ahora quieren sacrificar la libertad ale-
mana a Marx».83 Goebbels atribuía esto al «liderazgo judío» en el comu-
nismo alemán. Él, quien una vez se había definido como «comunista
alemán»,84 defendía por tanto el bolchevismo, siempre que no tuviera
una base internacionalista, para él equivalente a judía, mientras que
Hitler —comprometido por entero con el pensamiento burgués—
rechazaba el bolchevismo decididamente y veía en el eslavo al «infra-
humano». En qué mínimo grado estas divergencias afectaron en aquel
otoño de 1925 a la relación de Goebbels con Hitler lo evidencia una
vez más el hecho de que, después de acabar de leer el libro con un
«impetuoso interés», se preguntó a pesar de todo: «¿Quién es este hom-
bre? Mitad plebeyo, mitad dios. ¿El Cristo verdadero o sólo San Juan?».85
Cuando el 6 de noviembre Goebbels encontró por segunda vez a
Hitler en Brunswick, el programa del partido siguió sin desempeñar
ningún papel. Antes bien, Goebbels se rindió por completo a la fasci-
nación del «jefe». «Vamos en coche al encuentro con Hitler (...).Ya se
levanta de golpe, ahí está delante de nosotros. Me estrecha la mano,
¿Quién es este hombre? Mitad plebeyo, mitad dios... 111
como un viejo amigo.Y esos grandes ojos azules, como estrellas. Se ale-
gra de verme. Estoy absolutamente feliz».86 Goebbels sólo se apercibió
de su apariencia, de cómo se presentaba, de cómo hablaba, y lo hacía
«con gracia, ironía, humor, sarcasmo, con seriedad, con fervor, con
pasión». Ahora anotó en su diario: «Este hombre lo tiene todo para ser
rey. El tribuno de la plebe nato. El futuro dictador».
Apenas catorce días después, en un mitin del NSDAP en Plauen,
volvieron a verse los dos hombres. Goebbels observó atentamente que
Hitler le volvió a saludar «como a un viejo amigo». Al parecer, este últi-
mo se había dado cuenta enseguida de que el pequeño hombre cojo
no era sólo la cabeza ideológica del ala de Strasser y un brillante pro-
pagandista, sino que además ensalzaba al «jefe» como ningún otro, tal
como él quería que se le viera: como al enviado de un poder superior.
Por eso Hitler halagó y «veló» por Goebbels, y éste lo agradeció inme-
diatamente con un enfático afecto: «Cómo le quiero». 87 Ahora Goeb-
bels sólo quería ser el amigo de Hitler.88 Unos meses después escribió
sobre el encuentro de Plauen que había sentido en «lo más hondo del
alma» la «satisfacción» de estar detrás de un hombre que encarnaba en
toda su persona la voluntad de libertad. «Hasta entonces era para mí un
jefe. Luego se convirtió en un amigo. Un amigo y un maestro al que
me siento unido por una idea común hasta las últimas consecuencias».89
Con la imagen del «jefe» como equipaje y su «saludo a Renania»
todavía en el oído, Goebbels marchó de Plauen a Hannover, donde el
22 de noviembre de 1925, «con autorización expresa» de Hitler, se fun-
dó oficialmente la «comunidad de trabajo del noroeste».90 Sus miem-
bros se comprometían según el parágrafo 12 del estatuto a «servir con
espíritu de compañerismo a la idea del nacionalsocialismo bajo la direc-
ción de su Führer Adolf Hitler».91 De esta manera, el distrito del NSDAP
del norte de Alemania se hizo independiente hasta cierto grado, sin que
se vieran menoscabadas en lo más mínimo las pretensiones de mando
de Hitler.
En la controvertida cuestión del futuro curso político, los jefes de
distrito y funcionarios del partido reunidos en Hannover acordaron
concluir un programa de inmediato. Gregor Strasser había elaborado
112 Goebbels
te desdén» la exclusión del partido del «señor Hitler», 102 según afirmó
después Otto Strasser. Al contrario: por Navidades Hitler le había envia-
do a Goebbels un ejemplar de su libro encuadernado en piel, que éste
calificó como el «regalo de Navidad más bonito», máxime cuando venía
con una dedicatoria del autor que valoraba la «ejemplar lucha» de Goeb-
bels. A principios de febrero Hitler le había escrito personalmente, lo
que supuso una «gran alegría»103 para Goebbels, tan receptivo a cualquier
elogio y que ahora coleccionaba «encantado» fotografías «de él»104 como
antes estampitas de Cristo y María.
Tanta admiración, tanto entusiasmo le unía a «su Hitler» que dio por
hecho que se ganarían a éste definitivamente para el socialismo, tal como
él lo entendía, cuando Hitler por su parte le invitó a Bamberg a un con -
greso de dirigentes «para tomar posición con respecto a una serie de
importantes cuestiones que de momento están en el aire». 105 El opti-
mismo de Goebbels se vio reforzado con los comentarios de Gregor
Strasser, que el 10 de febrero le informó acerca de un compañero del
partido que se había puesto más de su lado. 106 Así anotó Goebbels en
su diario: «En Bamberg seremos la bella esquiva y atraeremos a Hitler
a nuestro terreno. En todas las ciudades observo con gran satisfacción
que nuestro espíritu marcha, es decir, el socialista. Ya nadie cree en
Munich. Elberfeld se convertirá en la meca del socialismo alemán». 107
Cuando el 13 de febrero de 1926 Goebbels se reunió en Bamberg
con Strasser para trazar el «plan de operaciones» antes de que comen-
zara el congreso,108 ambos estaban todavía «de buen humor», pues no
sospechaban que Hitler iba a ser su adversario. A través de Feder esta ba
informado acerca de los congresos de la «comunidad de trabajo» en
Hannover; 109 la resolución allí aprobada sobre la indemnización a los
príncipes estorbaba sus esfuerzos con respecto a la burguesía y la eco -
nomía. Con la misma antipatía debió de ver Hitler la continua discu-
sión sobre un futuro programa del partido, ya que esto le comprome -
tería y cercenaría su omnipotencia como Führer del movimiento.
Con el objeto de crear las condiciones necesarias para corregir el
rumbo introducido por la «comunidad de trabajo» en el NSDAP, Hitler
había convocado la reunión con muy poca antelación y además se había
116 Goebbels
reservado el exacto orden del día. La primera medida tuvo como con-
secuencia que faltaran algunos de los más renombrados jefes de distri-
to de la «comunidad de trabajo», como el programático Ludolf Haase,
futuro jefe del distrito de Hannover-Sur y Gotinga, o el capitán Franz
von Pfeffer, líder de las SA y jefe del distrito del Ruhr, de manera que
los jefes de los distritos del sur de Alemania, reforzados por diputados
del Reich y del land, constituían la mayoría entre los aproximadamen-
te sesenta asistentes. De este modo, aunque la «comunidad de trabajo»
de los jefes de los distritos del norte estaba bien representada, los por-
tavoces de la oposición a la indemnización a los príncipes y de la revi-
sión del programa se reducían esencialmente a Gregor Strasser y a Goeb-
bels.
El congreso de dirigentes de Bamberg se inauguró el 14 de febrero
con las «declaraciones normativas» de Hitler «sobre la posición que toma
el nacionalsocialismo respecto a las cuestiones actuales más importan-
tes».110 Habló con gran énfasis durante varias horas. Una vez que ter-
minó por fin, agotado, y tras haber desestimado casi todo lo que movía
a Goebbels y a sus amigos, éste estaba «como fulminado. ¿Qué Hitler
es éste? ¿Un reaccionario? Increíblemente torpe e inseguro. La cues-
tión rusa: completamente desacertada. Italia e Inglaterra aliados natu-
rales. ¡Horrible! Nuestra misión es la aniquilación del bolchevismo. ¡El
bolchevismo es una trama judía! Tenemos que heredar Rusia. ¡180 millo-
nes de personas! La indemnización a los príncipes. El derecho es el dere-
cho, también para los príncipes. La cuestión de la propiedad privada,
¡no menearla! (sic). ¡Espantoso!».111 Como fulminado por la interven-
ción de Hitler debía de estar también Gregor Strasser, que ahora tomó
la palabra. Habló «atropelladamente, temblando, con poca habilidad»,
constantemente interrumpido por los gritos de los partidarios de Hitler
del sur de Alemania. Ahora todos esperaban al elocuente pequeño doc-
tor, que se había hecho anunciar en Bamberg como el «adalid de la idea
nacionalsocialista en Renania».112 Pero éste no habló, para estupefacción
de Strasser y del resto de alemanes del norte, con lo que la táctica del
Führer de desligar a Goebbels de la falange de Strasser registró un
primer éxito importante justo en el momento adecuado. Es más,
¿Quién es este hombre? Mitad plebeyo, mitad dios... 117
el pequeño doctor, sino porque éste intentaba cada vez menos influir
en Hitler con el espíritu de la ideología socialista. A principios de mayo
recibió Goebbels, quien seguía hablando de que Elberfeld vencería, una
«desvergonzada carta» de Kaufmann, quien le reprochaba que permi -
tiera la falta de la necesaria tenacidad.127 Sin embargo, la «materia incen-
diaria» entre ellos pudo eludirse con una conversación esclarecedora. 128
Cuando a mediados de junio Hitler visitó el gran distrito del Ruhr 129 y
al mes siguiente acudieron al congreso del partido en Weimar, 130 Goebbels
evitó en los encuentros las cuestiones programáticas, hecho que
agravó aún más las tensiones. Ahora le reprochaba no sólo Kaufmann,
sino también Strasser, que se hubiera rendido ante Munich y Hitler.
Este hecho, ampliamente divulgado, circuló entre los nacionalsocialis-
tas del norte de Alemania como el «Damasco de Joseph Goebbels». 131
Este se defendió con escritos personales a Strasser y a Kaufmann, así
como más tarde con una réplica abierta en las «Cartas nacionalsocialis-
tas», de las cuales era redactor.Allí reprochaba a sus compañeros de par -
tido que se enredaran en teorías y no supieran lo que querían en rea -
lidad. «No imaginéis lo que excede con mucho el horizonte de lo
realmente alcanzable. No prometáis lo que no podéis cumplir. No cre-
áis en un paraíso del futuro, sino "sólo" en una misión por la que mere-
ce la pena vivir. Convertios en realistas de la revolución para que un
día podáis ser realistas de la política». Afirmaba haberse rendido al «Füh-
rer (...) no con premura lisonjera», sino «con aquel viejo orgullo de los
hombres ante los tronos reales».132
Los cálculos de Hitler dieron resultado. Al ala de Strasser se le había
quitado su cabeza ideológica. El intento de proporcionar al NSDAP un
programa que superara los lugares comunes de los «25 puntos» de Feder,
entretanto declarados por Hitler como «inviolables», había fracasado, dán-
dose así el paso más importante hacia el principio del Führer. Mientras
que Gregor Strasser seguía creyendo que el «jefe» estaba aun así com-
prometido con la idea no formulada de una nueva Alemania socialmen-
te justa, y sólo años más tarde se dio cuenta de que había estado sujeto a
la mera arbitrariedad, Goebbels era su fanático servidor. Lo que tarde o
temprano se desenmascaró para Strasser y para otros millones de perso-
122 Goebbels
ñas siguió siendo sagrado para él hasta el final, pues Hitler era a su juicio
«un instrumento de esa voluntad divina que configura la historia».
Lo lejos que llegó la imaginación de Goebbels en el verano de 1926
lo demuestran numerosas anotaciones de su diario, en las que no sólo
glorificaba a Hitler como al nuevo Mesías, sino que lo ponía en rela-
ción con milagros y fenómenos de la naturaleza. Así apuntó a finales de
julio de 1926, durante una estancia en el monte de Obersalzberg a lo
largo de la cual hizo varias excursiones con su Führer, que Hitler era
un genio. «Me deja impresionado. Así es: cariñoso, bueno, compasivo
como un niño. Astuto, listo y hábil como un gato. Estrepitosamente
grande y gigante como un león. Un buen tipo, un hombre. Habla del
Estado. Por la tarde, de la conquista del Estado y del sentido de la revo-
lución política. Ideas que yo ya había tenido, pero que aún no había
expresado. Después de cenar estamos todavía un buen rato sentados en
el jardín del Marineheim [la Casa de la Marina], y él predica el nuevo
Estado y cómo lo vamos a ganar luchando. Suena a profecía. Arriba, en
el cielo, una nube blanca adopta la forma de la esvástica. En el cielo hay
una luz rutilante que no puede ser una estrella. ¿Una señal del destino?
Nos vamos tarde a casa. En lontananza brilla Salzburgo. Siento algo
parecido a la felicidad. Esta vida merece la pena ser vivida. "Mi cabeza
no rodará por tierra hasta que mi misión esté cumplida". Éstas fueron
sus últimas palabras. Así es él. Sí, así es».133
No cabe duda de que Goebbels se veía también a sí mismo como
instrumento de la «voluntad divina», por lo cual debía doblegarse ante
Hitler, una vez más en contra de sus propias ideas.Y es que desde junio
de 1926 se pensaba en voz alta desde la dirección del partido en Munich
si destinar a Goebbels como jefe de distrito a Berlín. El hombre de
Strasser, el jefe de distrito doctor Ernst Schlange, había renunciado a su
cargo, pues la dirección del partido y la jefatura de las SA estaban enfren-
tadas sin remedio. A Goebbels, que durante los últimos meses había pro-
nunciado algunos discursos en Berlín y que había visitado también una
vez el Reichstag, no le entusiasmó la idea en un principio. «Todos quie-
ren que vaya a Berlín como salvador. Doy gracias por el peñascal»,134
anotó; ya que él prefería mucho más ir a Munich, junto a «su jefe».
¿Quién es este hombre? Mitad plebeyo, mitad dios... 123
zar. Goebbels se sonrió con aire de superioridad: «En eso está usted muy
equivocado, Strasser (...). No debo coger un taxi.Al contrario. Si pudie-
ra viajar en dos coches, vendría en dos. La gente debe ver que la casa
puede aparentar». Examinando con atención al auditorio, se dirigió
finalmente a la tribuna del orador atravesando la sala. 13 Lo que Otto
Strasser pasa por alto en sus memorias es el éxito que Goebbels cose-
chó en ese momento con su actuación: y es que la casa de la asociación
de veteranos debió de parecer un atolladero cuando el «Doctor», como
enseguida lo llamaron respetuosamente los afiliados del partido, termi-
nó su discurso de varias horas con la voz ronca.
Además de los llamamientos que allí hizo a la unidad del partido,
aquel 9 de noviembre Goebbels ya había tomado disposiciones con-
cretas. En su primera circular a los jefes de sección y de las delegacio-
nes locales, prohibió sin vacilaciones cualquier debate ulterior sobre la
lucha entre el ala de Daluege/Hauenstein y la de Strasser /Schmiedic-
ke, amenazando a los que no se atuvieran a ello con la expulsión del
partido.14 Al mismo tiempo, para disgusto de los Strasser, no sólo dejó
intacta la posición de Daluege como líder berlinés de las SA, sino que
incluso lo nombró representante suyo. Puesto que Goebbels hacía buen
uso de su derecho a «depurar», consiguió poner punto final al pasado y
empezar de nuevo, sobre lo cual hubo acuerdo poco después en una
primera asamblea general de los afiliados.15
Un paso «adelante» dio Goebbels el día de penitencia 16 de 1926, al
fundar en elViktoria-Garten, una sala de Wilmersdorf, la Liga Nacio-
nalsocialista por la Libertad (Nationalsozialistischer Freiheitsbund). 17
Con ello retomó un viejo plan.Ya en Elberfeld, con la creación de un
cuadro rigurosamente organizado, una «unida comunidad de sacrifi-
cio», había querido dotar al partido local de una base financiera y de
personal segura, aunque modesta.18 En Berlín pertenecían ahora al cír-
culo entre 200 y 400 compañeros del partido, que se declaraban dis-
puestos a proporcionar con «sacrificadas contribuciones mensuales» en
total 1.500 marcos, con los que el distrito debía quedar en condicio-
nes de costear las primeras medidas para la lucha por la capital del
Reich.19
132 Goebbels
tido había sido un «despertar político», levantara los ojos hacia el «pre-
dicador» berlinés de esta idea. «El talento para la oratoria y la organi -
zación de que este hombre hizo gala es único. No había nada para lo
que no demostrara estar a la altura. Los afiliados del partido estaban ape -
gados a él con mucho cariño. Las SA se habrían dejado cortar en peda-
zos por él. Goebbels era como el propio Hitler. Goebbels era ante todo
nuestro Goebbels».32
Sus fanáticas e incesantes actividades trajeron consigo en poquísimo
tiempo un cambio de ambiente en el partido berlinés, sobre el que Wes-
sel escribió: «Al ver la abnegación de los afiliados del partido, se cobraba,
en medio de la desesperación de esos días (...) nuevo ánimo y nueva fe
en el futuro». 33 Cada acto fortalecía la cohesión dentro del partido y le
conseguía algunos «nuevos», ya fuera en el congreso del distrito el 9 de
enero o en la asamblea de la «Liga por la libertad» dos días más tarde.
Aquella tarde estuvo marcada por la impresión directa de la muerte de
Houston Stewart Chamberlain. «En un acertado discurso en memoria
suya, el compañero doctor Goebbels expuso la vida y sobre todo la tra-
yectoria intelectual de este hombre (...). La tarde terminó con la solem-
ne promesa de ser un día los consumadores prácticos de sus doctrinas». 34
A comienzos del año 1927 Goebbels iba a poder trasladar la secreta-
ría, llamada «fumadero de opio», de las sucias bóvedas de un sótano en
el edificio trasero de la Potsdamer Strasse 109 35 al primer piso del edi-
ficio delantero de la Lützowstrasse 44, donde se habían alquilado cuatro
habitaciones «con dos conexiones a la red telefónica». 36 Pronto se hizo
realidad también la fundación de una orquesta del distrito formada por
entre 40 y 50 personas, así como la adquisición de un «vehículo de guar-
dia», con el que en manifestaciones propagandísticas y pendencias se
podía transportar de manera rápida y barata una tropa de intervención
móvil al correspondiente escenario. «Y así se sucederá tarea tras tarea»
—escribió en sus informes Reinhold Muchow, el jefe de organización
de la sección de Neukólln, que estaba fascinado por el nuevo jefe de dis -
trito— «hasta que la "Liga por la libertad"—según el compañero doc -
tor Goebbels— tenga que desempeñar su última tarea, cuando llegue la
orden de desalojar y ocupar el edificio del Reichstag». 37
Berlín... un lodazal de vicios. ¿ Y ahí me tengo que meter yo? 135
Ese camino lo tenían que allanar sobre todo las SA, el equivalente de
la comunista Liga Roja de Combatientes en el Frente (Roter Front-
kámpfer-Bund),la organización terrorista y de lucha callejera del KPD.
Los camisas pardas no estaban a la altura de la misma, por lo que Goeb-
bels tramitaba su reestructuración. Los grupos de las SA, hasta ahora for-
mados según el modelo de los distritos administrativos, cambiaron su
nombre por el de departamentos, y se reunieron bajo tres estandartes, el
del centro urbano, el de los barrios periféricos y el de Brandeburgo. Los
efectivos del estandarte I comprendían en ese momento 280 personas,
los de los 20 departamentos tenían según ello una media de 14 perso-
nas.38 A Goebbels le había resultado difícil —escribió retrospectiva-
mente— hacer «soldados políticos» disciplinados de una caterva de pen-
dencieros, desempleados en su mayoría, que daban la bienvenida a
cualquier disputa, aun entre ellos mismos. De hecho, en los años siguien-
tes, el conflicto entre la dirección del partido y los soldados de las SA se
convertiría en uno de los problemas centrales del jefe de distrito.
A comienzos del año 1927 Goebbels se dio cuenta de que, a pesar
de todas las actividades, la capital del Reich no tomaba nota de su par-
tido ni de su nuevo jefe de distrito. La prensa importante no había dado
cuenta siquiera de las brutales reyertas que habían tenido lugar con los
comunistas durante y después de un mitin en los salones de actos Seitz
de Spandau a finales de enero. Para indignación suya, tampoco se men-
cionaron en los periódicos berlineses los disturbios que se produjeron
durante el «día de la libertad nacionalsocialista» en Cottbus,39 en la Marca
de Brandeburgo, y durante la marcha en Pasewalk, donde unos años
antes Hitler había acabado en el hospital militar cegado por la guerra
química. Ahora bien, la policía se había «movilizado» contra ellos des-
pués de que «dejaran medio muertos a seis policías en Cottbus» y «mata-
ran a tiros a uno e hirieran a varios en Pasewalk», escribió el miembro
de las SA Wessel, quien entretanto, al igual que su modelo Goebbels,
también estaba dispuesto a caminar sobre cadáveres por un mundo
mejor.40
Impaciente e insatisfecho con los resultados obtenidos hasta enton-
ces por su propaganda, Goebbels se decidió a celebrar un primer gran
136 Goebbels
también por otro motivo. Le parecía que había abierto los ojos a aque -
llos que todavía dudaban del débil tullido. Creía haberles demostrado
que tenía valor, que no se espantaba ante nada. Había probado sus bri -
llantes aptitudes propagandísticas, por ejemplo al acuñar delante de las
«víctimas del terrorismo comunista» puestas en fila la expresión del «hom-
bre de las SA desconocido», que se convertiría en el símbolo de la tropa
del partido y más tarde saldría del anonimato en la persona de Horst
Wessel. De este «hombre de las SA desconocido», tomado del «soldado
desconocido», habló Goebbels como del «aristócrata del Tercer Reich»,
que día a día no hace otra cosa más que lo que es su deber, «obedeciendo
a una ley que no conoce y apenas comprende». En cualquier caso, Goeb-
bels sabía transmitir a sus oyentes algo de la supuesta superioridad de «la
idea», convertirlos en creyentes. El nacionalsocialismo tenía que ser para
ellos una cuestión de corazón, con lo que él parecía distanciarse no sólo
de las restantes tendencias políticas, sino también del mundo de la gran
ciudad, juzgado como materialistamente frío.
Los actos propagandísticos organizados por Goebbels siempre ape-
laban a las emociones y a los instintos de su auditorio. Así sucedió tam-
bién en el segundo «día de la Marca», en marzo de 1927, la celebración
del segundo aniversario de la fundación de las SA berlinesas, que ya
preludiaba en pequeño la representación posterior del NSDAP. El jefe
de distrito despidió a sus compañeros berlineses del partido con una
banda de tambores en la estación Anhalter Bahnhof, desde donde via -
jaron aTrebbin en la tarde del 19 de marzo. 43 Una vez que llegaron allí,
asumieron la dirección Goebbels y Daluege, que se habían adelantado
con el automóvil azul oscuro del distrito. A la luz de las antorchas mar -
charon 400 personas a las montañas de Lówendorf. Allí se conmemo -
ró, unidos en torno a un fuego nocturno, a las «víctimas del movi -
miento». Aquí, a treinta kilómetros de distancia de «la gran ciudad de
Moloc», del «centro judaizado», de «la morada del terror, de la sangre,
de la ignominia», en el silencio de la campiña de la Marca, el discurso
de Goebbels a sus correligionarios se convirtió en un «oficio divino».
Para la mañana del domingo siguiente estaba fijado un mitin en la
plaza mayor de Trebbin. Alrededor del automóvil del distrito, el Opel-
138 Goebbels
tido. Por este motivo, y no tanto, como después escribió, para mante-
ner unidos a los nacionalsocialistas berlineses, emprendió un proyecto
que ya había planteado en diciembre de 1925 en una correspondencia
epistolar con Otto Strasser,63 el de crear un periódico propio. Contra
tal propósito iba a dejarse notar resistencia en las propias filas, pues en
la «editorial de lucha» de los hermanos Strasser se publicaba ya el Ber-
liner Arbeiterzeitung, un semanario que hasta ese momento se conside-
raba el periódico del partido del NSDAP berlinés. De todos modos, le
costaba consolidarse y ahora además se iba a encontrar bajo la presión
de la competencia directa. A ello se añadía la enorme situación de com-
petencia en el panorama periodístico berlinés, donde según el catálo-
go ALA sólo en el año 1927 había unos 130 diarios y semanarios polí-
ticos.64
De inmediato, los Strasser valoraron debidamente el paso del jefe de
distrito. Respondieron a la provocación tildando a Goebbels ante Hitler
de «mentiroso» y «fanfarrón», pues afirmaba haber estado activo ya en
1919 con el Führer en Munich y haber acudido al Ruhr cuando esta-
lló la resistencia contra los ocupantes franco-belgas, donde entre otras
cosas organizó el NSDAP. Sin embargo, los rivales del jefe del distrito
berlinés, quien en efecto difundía repetidamente esta leyenda durante
sus apariciones como orador del partido, no se conformaron con eso.
A comienzos de junio de 1927 propagaron rumores de una disputa
entre Hitler y Goebbels, que en un verano pobre en sucesos fueron
acogidos con gratitud por algunos periódicos. Hitler le «había dado un
buen jabón» al «noble ario de los rizos negros», a su «alumno preferen-
te», decía haber conocido de «fuente fidedigna» el Welt am Abend,65
mientras que el Berliner Tageblatt hablaba de «hermanos hostiles».66
Así pues, a Goebbels le vino muy a propósito que el 4 de junio de
1927 entrara en la liza un compañero berlinés del partido, que confir-
mó su sospecha de que los hermanos Strasser habían sido los iniciado-
res del insultante artículo de abril, con el que pretendían socavar su
autoridad en Berlín.67 Como táctica astuta, ahora Goebbels pasó direc-
tamente a la ofensiva,dirigiéndose de nuevo al «muy respetada, queri-
do señor Hitler». Le aseguró su fidelidad, calificó todo de «cobarde agre-
144 Goebbels
sión» y le hizo saber que para él sólo había «una de dos». «Que usted
me aconseja callar ante esta nueva bribonada y decir amén: entonces
estoy evidentemente dispuesto a observar la absoluta disciplina del par-
tido (...). Pero en ese caso pido que se me suspenda de mi cargo como
jefe del distrito de Berlín-Brandeburgo».68
Goebbels estaba seguro de lo que hacía y por eso iba a por todas.
Para el 10 de junio de 1927 invitó a sus partidarios más fieles, pero no
a los hermanos Strasser, a una sesión extraordinaria del partido berlinés
en las salas de la Deutscher Frauenorden [Orden Femenina Alemana].69
Exigió a los asistentes una unánime declaración de confianza, de la mis-
ma manera que la esperaba de Hitler, pues de lo contrario no quería
permanecer en Berlín ni una hora más, así abrió la asamblea, antes de
exponer las circunstancias desde su perspectiva. Las especulaciones sobre
el origen de su defecto físico las enmendó con la declaración falsa de
que «su pie zambo no era un defecto de nacimiento, sino que se debía
a un accidente», con lo cual el polémico artículo era «tanto más mons-
truoso». La propuesta del segundo suplente del jefe del distrito berli-
nés, Emil Holtz, de escuchar también a los hermanos Strasser sobre los
reproches formulados contra él, pasó inadvertida entre la indignación
general que ahora se levantó. Pronto la sesión de tarde se convirtió en
un tribunal que culminó con las suposiciones del caricaturista y faná-
tico antisemita Hans Schweitzer de que Otto Strasser debía de tener
«sangre judía en sus venas».Ya por fuera daban prueba de ello «el roji-
zo pelo ondulado, la nariz aguileña, la cara hinchada y carnosa».
Aquel 10 de junio también figuró en el orden del día la publicación
del nuevo periódico. A la pregunta de cómo se debían posicionar los
compañeros del partido ante el nuevo órgano, Daluege respondió que
el Vólkischer Beobachter [El Observador Nacional] se debía considerar un
órgano central y el periódico de Goebbels, un órgano del distrito. Quien
se lo pudiera permitir, podía mantener además el Berliner Arbeiterzei-
tung.70 El redactor de las actas, el futuro jefe del distrito de Brandebur-
go, Holtz, se dirigió poco después a Hitler con la misma cuestión. La
situación en Berlín —así escribió— «se ha desarrollado en los últimos
tiempos de tal manera, que su inmediata presencia me parece urgente-
Berlín... un lodazal de vicios. ¿Y ahí me tengo que meter yo? 145
Goebbels conseguía plasmar este carácter retórico. «El lector debía tener
la impresión de que el escritor del artículo era en realidad un orador
que estaba a su lado y que quería convertirle a su opinión con un razo -
namiento sencillo e irrefutable». 96 Goebbels había aprendido esto de la
«prensa marxista». «El marxismo no ha vencido gracias a sus editoria -
les, sino gracias a que cada editorial marxista era un pequeño discurso
propagandístico», analizó en su discurso «Cognición y propaganda» del
9 de enero de 1928. 9 7
La postura del órgano recién fundado era incuestionable. «En eso
nos entendimos y no hubo entre nosotros ni siquiera una disputa al res -
pecto». 9 8 Desde el principio no se dejó ninguna duda sobre el objeti vo
por el que se luchaba: la destrucción de la república de Weimar y de
aquellos que la trajeron. De acuerdo con la distorsionada visión ideo -
lógica de los nacionalsocialistas y con el criterio aducido por Hitler en
Mi lucha de no mostrar «nunca a la masa dos o más adversarios, porque
si no esto lleva a una completa disgregación de la fuerza combativa», 99
sólo podía ser uno el enemigo contra el que se dirigía esta lucha: los
judíos. «Este elemento negativo tiene que ser exterminado de las cuen -
tas alemanas, o estropeará eternamente las cuentas». 100
Goebbels explicó el porqué a sus lectores directamente en el primer
editorial: «Somos enemigos de los judíos porque somos defensores de
la libertad del pueblo alemán. El judío es la causa y el beneficiario de
nuestra esclavitud. Ha aprovechado la precariedad social de las grandes
masas populares para hacer más profunda la infortunada división entre
izquierda y derecha en el seno de nuestro pueblo, ha hecho dos mita -
des de Alemania, sentando así la base para la pérdida de la Gran Gue -
rra, por una parte, y para la falsificación de la revolución, por otra». 101
«El judío» era para Goebbels un «organismo parasitario», el «prototipo
del intelectual», el improductivo «demonio de la decadencia» e igual -
mente el «consciente destructor de nuestra raza», ya que ha «echado a
perder nuestra moral, socavado nuestras costumbres y roto nuestra fuer-
za».102
Como tan a menudo hizo en sus campa ñas, Goebbels orientó tam -
bién en este caso su proceder por la táctica de sus adversarios de izquier-
150 Goebbels
ría dar «la libre posibilidad de prepararse para las elecciones».133 Sin
embargo, esto sucedió relativamente tarde —ciertamente no sin un sen-
tido oculto—, pues el 15 de febrero ya era seguro que habría nuevas
elecciones. Desde comienzos de año, cuando el 19 de enero el minis-
tro de las Fuerzas Armadas Gessler tuvo que ceder su puesto al teniente
general Wilhelm Groener por deseo de Hindenburg, se perfiló cla-
ramente el fracaso del gobierno de Marx, sostenido por el bloque
burgués. Las tensiones latentes en materia de política social y la con-
troversia en torno a la política exterior de Stresemann—los naciona-
listas alemanes la apoyaban siempre con gran reserva— crecieron con
motivo de las deliberaciones para una nueva ley escolar del Reich y
condujeron a la posterior ruptura del bloque burgués.
Fue «un momento grande y solemne», incluso una «hora histórica»,
cuando el NSDAP berlinés fue «fundado de nuevo» el 13 de abril, escri-
bió Goebbels,134 que tuvo que improvisar, dado el corto periodo de
tiempo que quedaba hasta las elecciones al Parlamento del 20 de mayo
y en vista de la reducida caja del partido. Así pues, concentró su pro-
paganda principalmente en estorbar los mítines electorales de otros par-
tidos, como por ejemplo el de Georg Bernhard, un representante del
Partido Democrático Alemán (Deutsche Demokratische Partei, DDP)
y miembro del consejo económico del Reich. El Vossische Zeitung
comentó: «Con frases hueras (...) se conseguirá doblegar el espíritu de
la democracia tan poco como con una fuerza pulmonar de corto alcan-
ce». Allí donde el «espíritu» del nacionalismo se había perdido en vocin-
glerías, se veía «en alguna parte una predisposición a la lógica y al espí-
ritu que todavía hoy está en el subconsciente. Elevar esta razón
subconsciente hasta la consciencia y prestar oído finalmente a los argu-
mentos de la lógica es el objetivo de la actividad propagandística demo-
crática en la actual campaña electoral. Se conseguirá, o el espíritu des-
tructivo del barullo nacionalista conducirá a nuevas catástrofes para
fatalidad de Alemania».135
Este espíritu destructivo fue el que Goebbels intentó difundir durante
la campaña electoral con la ayuda de «discos de gramófono», en los
que las consignas pardas estaban acompañadas —así informó el Vossis-
Berlín... un lodazal de vicios. ¿Yahí me tengo que meter yo? 157
En total había votado a su favor el 1,5 por ciento de los electores. 155
Sin duda había contribuido a ello la larga etapa de prohibición, durante
la cual la prensa sólo había tomado nota del grupúsculo en raras oca-
siones pese a los esfuerzos del jefe de distrito, así como la corta cam-
paña electoral llevada a cabo con modestos recursos. Aunque al día
siguiente de las elecciones Goebbels se hiciera creer en su diario que
el resultado era «un hermoso éxito»,156 de inmediato se vio afectado
por «depresiones»,157 pues sabía que durante el año y medio que había
estado luchando en Berlín por el nacionalsocialismo no había cambia-
do prácticamente nada.
El resultado de las elecciones al Parlamento entrañó al menos una
satisfacción personal para Goebbels. El, que ni siquiera hacía cinco años
había tenido que vivir con sus padres como un «pobre diablo», se encon-
traba entre aquellos diputados del NSDAP que accedieron al cuarto
Reichstag alemán. Así, con todo, éste fue para él un paso adelante, en
dirección al Tercer Reich. Que llegaría, eso no lo dudaba Goebbels pese
a todos los reveses y decepciones, mientras él no dejara de creer en ello.
Capítulo 6
veía a la altura de esa «prueba», entre otras cosas porque estaba con-
vencido de que el parlamentarismo «hacía tiempo que estaba a punto
de sucumbir»3 y de que los nacionalsocialistas estaban destinados a «aca-
bar con este sistema por sí solos y a no debilitarse en manera alguna
ante sus enfermizos síntomas». 4
Después de que los «gordos liberales» —en palabras de Goebbels—
hubieran «juntado» el gobierno 5 —era la gran coalición encabezada por
el socialdemócrata Müller—, el jefe de distrito pronunció su «discurso
inaugural» el 10 de julio durante la primera deliberación sobre un pro-
yecto de ley acerca de la fiesta nacional: «Cuando uno por primera vez
participa como novato parlamentario en este mareo democrático, pue -
de ver las estrellas»; 6 así comenzó sus declaraciones, que no sólo le aca-
rrearon una reprimenda del vicepresidente del Reichstag, Esser, sino
también la enérgica protesta de los demócratas. El mismo comentó sobre
su primera intervención que «había dicho a esos cerdos una opinión
que les había dejado pasmados. E hizo efecto. La sensación del Reichs -
tag. ¡Qué rayos va a echar mañana el amarillismo!». 7
Aunque la prensa dio gusto a Goebbels, si bien no se hizo de su inter -
vención un «hecho sensacional», iban a pasar casi nueve meses hasta que
volviera a tomar la palabra el encargado de «cultura e interior» dentro
del grupo parlamentario de los nacionalsocialistas. Si guardó silencio fue
porque él entendía el nacionalsocialismo como un movimiento revolu-
cionario extraparlamentario. «¿Qué nos importa a nosotros el Reichs -
tag?», escribió con desdén en el Angriff. «No tenemos nada que ver con
el Parlamento. Lo rechazamos desde dentro y tampoco tenemos reparo
en expresarlo firmemente hacia afuera (.. .).Yo no soy un miembro del
Reichstag.Yo soy un Idl, un IdF [Inhaber der Immunitdt; Inhaber der Frei-
fahrtkarte] un beneficiario de la inmunidad y de la tarjeta de viajes gra-
tis. (Un Idl) denuesta al "sistema" y recibe a cambio las gracias de la repú-
blica en forma de 750 marcos de mensualidad». 8
Sin embargo, el mandato parlamentario no sólo reportó a Goebbels
la tarjeta gratuita para viajar en primera clase y la anhelada inmunidad
que le protegía de la detención policial, sino que también mejoró su
consideración dentro del partido, maltrecha tras la prohibición del
Queremos ser revolucionarios, y seguir siéndolo 163
ría. Este éxito en las elecciones locales y regionales hizo que Hitler cre-
yera posible llegar al poder por la vía legal. Había que tener en cuen-
ta, además de la Stahlhelm (Casco de Acero), la liga de los alemanes que
combatieron en el frente durante la Primera Guerra Mundial, al DNVP,
que en octubre de 1928, al hacerse cargo de la presidencia del partido
el magnate de los medios de comunicación Alfred Hugenberg, se había
apartado radicalmente de la línea defendida hasta entonces, girando
hacia una oposición por principio contra Weimar y Versalles. El plan
Young, que en 1929 ocupaba en Alemania el centro de la polémica en
materia de política exterior e interior, era también el objeto principal
de su ofensiva contra el «sistema». Aunque la nueva regulación de las
reparaciones ofrecía buenas perspectivas para el Reich alemán, y pese
a que además la desocupación anticipada de las partes todavía ocupa-
das de Renania sólo tendría lugar con la aceptación del planYoung, la
duración por varias generaciones de la carga así como las anualidades
todavía altas constituían oportunos puntos de ataque para la oposición
de derechas. Su campaña iba a comenzar con la demanda de un ple-
biscito contra el planYoung. Cuando en la primavera de 1929, ante el
comienzo de las negociaciones, se constituyó la «comisión nacional del
Reich» del DNVP, y el líder de la Stahlhelm, Franz Seldte, se enroló en
el frente contrario al planYoung, Hider pronto empezó también a coque-
tear con la idea de adhesión de su partido.
Para Goebbels, la convergencia con la «reacción» detestada por él
equivalía a una traición a la causa del nacionalsocialismo, tanto más
cuanto que la propaganda del partido contra el plan Young permitía
esperar por vez primera la captación de grandes masas. Consideraba la
«comisión nacional del Reich» como un indicio del ascenso del pro-
pio partido,57 pues veía en ella el intento del DNVP de evitar una fuga
de sus electores hacia los nacionalsocialistas. Por tanto, para Goebbels
se trataba de que otros no le quitaran el éxito de las manos y de no
enfadar por medio de una alianza con las fuerzas nacional-conserva-
doras a aquellos a los que quería llegar principalmente: la clase obrera.
Sobre un acercamiento del NSDAP a la «ultrarreaccionaria» Stahl-
helm, que al igual que el DNVP se regía por las ideas sociales y poli-
Queremos ser revolucionarios, y seguir siéndolo 173
La postura del jefe del distrito berlinés entraba sin embargo dentro
del cálculo de Hitler. Garantizaba la disociación propagandística del
partido respecto al DNVP y la Stahlhelm, mientras que al mismo tiem-
po él podía cortejarlos y mantener la relación con ellos sobre todo a
través de Ritter von Epp. De lo que Goebbels tuvo noticia el 28 de
mayo durante su conversación con Hitler y su secretario privado Rudolf
Hess cuadraba con esos planes. Hitler anunció que no quería partici-
par en el día de los combatientes de la Stahlhelm, que se iba a celebrar
en Munich. No obstante, ante el jefe de distrito restó importancia al
hecho de que Von Epp asistiera en su lugar, de manera que Goebbels
pudo hacer constar una vez más que se habían despedido «como siem-
pre, en absoluta conformidad».66 Si Goebbels entendió el compromiso
como una victoria, al pretender que los «revolucionarios entre no-
sotros», es decir, sobre todo él, habían estado alerta,67 eso se debía
también a que Hitler le había prometido el cargo de jefe de propa-
ganda del Reich.
La esperanza de vencer a los odiados Strasser hizo que Goebbels
siguiera viviendo con la creencia de que el «jefe» compartía su opinión
en el tema de la convergencia con el DNVP y la Stahlhelm. Al igual
que antes, no dejaba pasar ninguna oportunidad para defender su pos-
tura. A finales de junio, durante un mitin en los salones de actos del
Nuevo Mundo en el parque Hasenheide de Neukólln, donde celebra-
ba sus asambleas principalmente la izquierda, expuso «por qué nosotros
no podemos participar en el frente único de los patriotas de Dawes».68
Tras una tarde con Hitler en Berlín pocos días después ya no quedó
nada de eso. Una vez más, su posición no resistió la confrontación con
«su jefe», al que le debía todo y al que «quería más que a nadie».Y lo
que era igualmente importante: esa tarde Hitler había reiterado su pro-
mesa de convertirle en jefe de propaganda del Reich. Así escribió lue-
go Goebbels en su diario, como si nunca hubiera sostenido otra opi-
nión: «Respecto a la petición de plebiscito de los nacionalistas alemanes,
nos aunamos contra Versalles y Young. Pero nosotros nos abriremos paso
hasta la cima y quitaremos al DNVP la máscara de la cara. Somos lo
bastante fuertes como para ganar en cualquier alianza».69
Queremos ser revolucionarios, y seguir siéndolo 175
redactor jefe del Rote Fahne, decía: «Apalead a los fascistas allí donde los
encontréis».
Goebbels aceptó la declaración de guerra de los comunistas. «La
lucha debe ser y será librada a brazo partido.Y está bien así», anotó. 79
En efecto, los miembros del aparato militar ilegal del KPD, muy supe-
riores numéricamente y mejor organizados, atacaban ahora con más
fuerza que nunca. Cada vez con mayor frecuencia eran agredidos gru-
pos de las SA, y cada vez con mayor frecuencia se vengaban los «par-
dos» con asaltos planeados cuidadosamente. Con qué odio se enfrenta-
ban lo reflejaba la lengua de los periódicos de lucha. En el Angriff, que
entretanto aparecía ya dos veces por semana, los barrios de obreros pasa-
ban a ser un «infierno rojo», los comunistas «moscovitas» o «bestias que
rugen y braman», de entre quienes las mujeres eran las que se compor-
taban más salvajemente. «Gritan, silban, incluso se desnudan desver-
gonzadamente delante de nosotros». Eran «animales venenosos»80 que
debían ser «exterminados» o «extinguidos». En el Rote Fahne no se leía
algo distinto. Se hablaba de la «peste parda» y del «asesino de trabaja-
dores Goebbels».
El 22 de septiembre, Goebbels, que en los actos y mítines del parti-
do hacía continuamente propaganda contra la «peste mundial judeo-
bolchevique» y su «complot», es decir el plan Young, escapó por poco
a los comunistas. En el «rojo Neukólln», en la estación Górlitzer Bahn-
hofjo reconocieron. Él mismo escribió al respecto: «Ante mis ojos apa-
recen porras, puñales, puños de hierro. Me dan un golpe sobre el hom-
bro. Al volverme hacia un lado, un comunista se me encara. Se oye un
tiro. Vuelan piedras. Tonak pierde ya mucha sangre. Un salvaje tiroteo.
Suenan tiros desde el coche. La turba se retira. Tapo la herida a Tonak.
Se pone en marcha con mucha sangre fría (...). Estamos salvados».81
Sin duda, Goebbels atribuyó a su destino más alto el haberse salva-
do. Como disposición de la fortuna entendió seguramente también los
acontecimientos que afectaron a la joven república a partir de octubre
de 1929. El día 3 de ese mes murió Stresemann, el ministro de Exte-
riores del Reich. Goebbels, que escribió sobre una «ejecución por fallo
cardiaco», sostuvo que se había quitado de en medio una piedra en el
Queremos ser revolucionarios, y seguir siéndolo 179
Rote Fahne no les quedó más remedio que distanciarse de Hóhler y los
demás compañeros.
El estado de salud de Horst Wessel, que ya era conocido en todo el
Reich gracias a la información de la gran prensa, empeoró rápidamen-
te. «Está muy mal. Desde hace tres días tiene 39,5 de fiebre y no come
nada. Está en los huesos. Me preocupa mucho su curación (...) ¡Que
Dios le guarde!»,103 esperaba Goebbels, también sin duda porque el aten-
tado contra Wessel, las desacertadas tácticas de la prensa comunista y el
resultado de las pesquisas policiales le habían dado como nunca antes
la oportunidad de sacar provecho para el NSDAP de un asesinato polí-
tico. Cuanto más se alargara la agonía de Wessel, sobre el que se infor-
maba extensamente en cada número del Angriff, más personas se com-
padecerían y dirigirían su odio contra los autores y finalmente también
contra el «sistema», que no era capaz de evitar esa violencia, calculaba
Goebbels.
El 23 de febrero de 1930 murió, a los veintitrés años de edad, el hijo
del párroco, que se había distinguido en cientos de peleas y debates de
salón a favor del movimiento: un nuevo «mártir por el Tercer Reich»,
como lo calificó Goebbels. Mientras en todo el territorio germano-
parlante se redactaban reportajes sobre la muerte de Wessel para los
periódicos del día siguiente, Goebbels, Góring y Dürr deliberaban sobre
cómo había que proceder ahora. Acordaron que los compañeros del
partido guardaran luto hasta el 12 de marzo. Hasta esa fecha debían evi-
tar diversiones públicas. Los padres tenían que enseñar a los hijos a pedir
en oración que todos los jóvenes alemanes se llenaran del «espíritu de
sacrificio» de Wessel. Hasta el 12 de marzo se conmemoraría a Wessel
en todos los actos del partido. Además se decidió cambiar el nombre de
la sección de asalto 5 por el de «sección de asalto 5 Horst Wessel».104
El funeral debía convertirse en una manifestación de masas con des-
files y discursos, de manera que causara un gran efecto en el público.
Sin embargo, las autoridades no concedieron el permiso. Una vez que
fracasaron todos los intentos por hacer cambiar de opinión a los cargos
competentes, Goebbels se dirigió a los familiares del fallecido. Como
consecuencia, la hermana de Wessel se mostró dispuesta a visitar al pre-
Queremos ser revolucionarios, y seguir siéndolo 187
otras cosas porque además Hitler había cumplido por fin lo que le
había prometido hacía casi un año.Y es que, tras el «ajuste de cuentas»
con los Strasser —se trataba más bien de una crítica moderada— se
había vuelto a levantar y había anunciado en medio de un «silencio
contenido» su nombramiento —el de Goebbels— como jefe de pro-
paganda del Reich.
Así pues, Goebbels ocupó un cargo al que en 1927 había renuncia-
do Gregor Strasser poniéndolo en manos de Hitler. El representante del
«presidente de la comisión de propaganda», como se llamaba oficial-
mente el jefe de propaganda del Reich, siguió siendo un hombre al que
Hitler había elegido ya antes de Strasser. Era su antiguo secretario, el
ingeniero agrónomo Heinrich Himmler. Éste, procedente de una fami-
lia de la Baja Baviera e hijo de un profesor de instituto, que había ter-
minado los estudios en 1922 y después había estado mucho tiempo sin
empleo, había seguido una evolución similar a la de su nuevo superior;
estuvo marcada por una pedante estrechez y por una fijación cada vez
más fuerte en un antisemitismo radical como clave para entender el
mundo. La primera impresión que Goebbels tuvo de él: no es «excesi-
vamente inteligente, pero sí trabajador y honrado». 15 Le preocupaba un
poco que Himmler todavía se inclinara hacia Strasser, lo que sin embar-
go él le iba a «quitar». Pero no hizo falta, pues el hombre de las gafas de
níquel pronto abandonó la jefatura de propaganda del Reich para con-
vertirse en comandante supremo de las SS.
Apenas cuatro semanas después de su ascenso a la primera fila del
partido, Goebbels experimentó una nueva satisfacción. Se había pro-
ducido un choque abierto entre Otto Strasser y Hitler. El 21 de mayo
y al día siguiente, en su alojamiento berlinés, el hotel Sanssouci, Hitler
propuso a Otto Strasser la compra de la editorial de lucha por parte de
Max Amann, para así eliminar por la «vía pacífica» la influencia de Stras-
ser en el NSDAP. Pero Otto Strasser no admitió la propuesta y en su
lugar criticó en presencia de su hermano, que guardaba silencio, la orien-
tación política del «jefe». Éste, ahora completamente desconcertado, til-
dó al propietario de la editorial de lucha de «bolchevique», antes de
interrumpir la entrevista poniendo una excusa.16
Ahora somos rigurosamente legales, igual de legales 195
Entre otras cosas gracias a estos éxitos, Goebbels aguardaba con más
optimismo las elecciones a cada día que pasaba. Esto cambió brusca-
mente cuando, tras un discurso que pronunció en Breslavia (Bres-
lau/Wroc_aw) a últimas horas de la tarde del 30 de agosto de 1930,
una llamada desde Berlín interrumpió el sueño del jefe de distrito. Por
orden de Stennes, que entretanto había ascendido a jefe supremo de las
SA (OSAF por sus siglas alemanas) del distrito este, hombres de la sec-
ción de asalto 31 de Charlottenburg habían ocupado y destrozado la
secretaría del NSDAP situada en la Hedemannstrasse. Los jefes berli-
neses de las SA, insatisfechos con la orientación de Hitler y agrupados
en torno a Stennes, temían que tras las elecciones parlamentarias el par-
tido se esforzara por participar en el gobierno de una forma tan enér-
gica como en Sajonia, donde había fracasado sólo por la oposición del
DVP. En ese caso las SA veían que seguiría disminuyendo su influencia,
ya de por sí reducida por la prohibición del uniforme que acababa de
imponer el consejero de Interior prusiano.Ya que además no se había
aceptado su petición de rebajar las contribuciones y de recibir algún
subsidio, habían exigido escaños parlamentarios para el Reichstag, por
así decir como compensación por las continuas postergaciones. Para
calmar los irritados ánimos, Goebbels había prometido a Stennes los
escaños exigidos, pero luego había dejado aparte a las SA en la nomi-
nación de los candidatos. Cuando se puso de manifiesto el engaño, Sten-
nes negó inmediatamente la obediencia a él y al partido, y pasó a la
acción cuando Goebbels estaba en Breslavia. Cuando el jefe de distrito
se enteró de lo ocurrido, perdió los nervios «durante algunos segundos»,
pues temía que, a dos semanas de las elecciones parlamentarias, le
hicieran perder los frutos de su trabajo.42 Enseguida tomó la decisión de
regresar a Berlín. Antes de subir al automóvil del distrito, que Tonak, el
chófer, conducía a una «verdadera velocidad loca» a través de la noche
silesiana, llamó y sacó del sueño a Hitler, que se encontraba en Bay-
reuth y que al amanecer también se dirigió inmediatamente a Berlín en
avión. En el Herzog von Coburg [Duque de Coburg], un pequeño
hotel junto a la Anhalter Bahnhof, se reunieron Hitler, Stennes y Goeb-
bels. Una persona de confianza del Führer, Ernst Hanfstaengf, que
202 Goebbels
sobre la ley presupuestaria del Reich para 1931, que tuvo lugar el 5
de febrero en el Parlamento. «El señor Goebbels» tiene muchos moti-
vos para renunciar hoy a hablar en primer lugar, porque tiene miedo
de que sus frases, sus mentiras, que proclama permanentemente en el
Angriff, puedan ser refutadas y pulverizadas. La «verdad» que Ulbricht
presentó en el pleno del Reichstag en contra del jefe de distrito era
más bien que los nacionalsocialistas, con el terrorismo asesino de las
semanas pasadas, aseguraron las «arcas de la gran industria (...) frente
el asalto de los desempleados» y corrieron en auxilio de la «burgue-
sía». «No en vano el señor Hitler mantiene tan a menudo entrevistas
en Renania con los representantes de la gran industria alemana». Para
terminar, Ulbricht habló incluso de una cooperación evidente entre
la policía prusiana y los nacionalsocialistas. En Berlín, Grzesinski pro-
hibía las manifestaciones en masa de los trabajadores contra el fascis-
mo, mientras que los nacionalsocialistas aprovechaban esto para esce-
nificar su terror asesino. Como consecuencia, el comunista anunció
el armamento de los trabajadores como medida para la «autodefensa
proletaria».94
De la misma manera que Ulbricht, quien como por rutina acusaba
de colaboracionismo a los principales enemigos del KPD, procedía
Goebbels al tildar repetidamente de marxista —sobre todo en el Angriff-—
al jefe de policía socialdemócrata Grzesinski. Éste, sin embargo, apoya-
do por el gobierno prusiano, se mostraba por ello poco impresionado.
A comienzos de febrero de 1931 prohibió de nuevo el periódico de
lucha, esta vez por catorce días. A mediados de mes, una centena de
policías ocuparon la secretaría del NSDAP para incautarse de material
probatorio para los procesos pendientes. Se practicaron registros domi-
ciliarios a dirigentes de las SA.95 Además, el jefe de policía reforzó los
servicios de patrullas en algunos distritos de la ciudad que se habían
convertido en foco de los excesos radicales entre nacionalsocialistas y
comunistas, e hizo investigar en qué medida los propietarios de locales
de reunión rojos y pardos, en cuyo entorno siempre se producían vio-
lentos disturbios, estaban implicados en ellos, para reaccionar dado el
caso retirándoles la licencia.96
Ahora somos rigurosamente legales, igual de legales 217
tancia. Como consecuencia del decreto ley, estaba incluso en el aire una
prohibición de las SA. 121 Así pues, Stennes lideró ahora su confronta-
ción con Munich tan enérgicamente que el conflicto por la orienta -
ción del partido, tanto tiempo latente, se acercó a su cénit. Desde la
perspectiva muniquesa parecía que Goebbels tiraba de la misma cuer -
da que Stennes, pues en sus discursos el jefe de distrito reprochaba a la
central «errores capitales» en sus relaciones con las SA. 122 Como causa
principal de todo el mal denunciaba reiteradamente que se había hecho
demasiado caso al «enemigo», es decir, a aquellos que se declaraban par-
tidarios del Estado y de la ley. A favor de ellos —temía— se sacrifica ría
«el espíritu revolucionario del movimiento». 123
Mientras que Goebbels hacía responsable de esta situación a Góring
en primer término,124 en realidad era Hitler quien marcaba el rumbo de-
saprobado por su jefe del distrito berlinés. Se había comprometido en
estilo declamatorio con la legalidad y ahora temía que los encontrona-
zos entre las SA y el poder del Estado, que aumentarían irremediable-
mente con la entrada en vigor del decreto ley, socavaran su credibilidad.
Para explicar esto a Goebbels, Hitler le ordenó por teléfono que se des-
plazara a Weimar para un congreso de dirigentes que tendría lugar el 1
de abril. Con la certeza de poder doblegarle aumentando su autoridad,
allí se le iban a otorgar plenos poderes. La autorización decía que, «en vis-
ta del decreto ley promulgado», existía el gran riesgo «de que se haga rea-
lidad la intención de los enemigos internos de instigar y arrastrar al movi-
miento a acciones ilegales y de que, por tanto, se brinde finalmente a los
enemigos de la lucha por la libertad alemana la posibilidad de reprimir y
disolver el movimiento». Esto era lo que llevaban intentando hacía meses
«fuerzas sin escrúpulos», a saber, sembrar discordia en las distintas forma-
ciones del movimiento, proseguía Hitler, y anunciaba que «sin atender a
las posibles consecuencias, iba a limpiar» ahora el partido de sus «ele-
mentos subversivos, sin importar en qué posición y en qué departamen -
to del partido se encuentren». Luego autorizaba a Goebbels a hacer lo
mismo en su distrito: «Haga lo que haga, yo le respaldo», concluía Hitler.125
Sin embargo, para entonces Hitler ya había tomado la medida deci 7
siva. Con un buen cálculo, había decretado la destitución de Sterpft^s a •
' Si*
224 Goebbels
dir descalificaciones. Además, hasta este proceso no había oído esas pala-
bras, que no querían decir nada para él», explicó, e hizo creer al tribu -
nal con gran sarcasmo que quizás había hablado «ocasionalmente, pero
sin duda no en este contexto», de «lamejetas».175 «Esta expresión la había
creado él para designar a los subordinados que querían congraciarse con
sus superiores incluso de manera indecorosa. Así pues, esta palabra nun -
ca se podría emplear para referirse a un jefe de policía que es él mismo
la autoridad suprema». La sentencia fue en este caso una multa de 100
marcos del Reich. En segunda instancia quedó en absolución. 176
En los ocho casos cuyo juicio estaba fijado para ese 29 de abril, Goeb-
bels fue condenado en total a 1.500 marcos de multa y a un mes de
prisión, una pena contra la que los abogados de Goebbels, como es lógi-
co, interpusieron recurso de apelación.Ya el 1 de mayo comparecía ante
el tribunal de escabinos de Berlín-Centro, que lo condenó en tres cau-
sas a 1.000 marcos de multa. Goebbels reaccionó con una táctica obs -
truccionista: «Ya no me defiendo. Ante los tribunales prusianos sólo
queda callar y seguir trabajando». 177
Con el objeto de poner las sentencias en ridículo a posteriori, comen-
zó acto seguido por parte de Goebbels y de sus abogados un regateo
consistente en pagar las multas y recargos a la caja del tribunal en las
sumas más pequeñas, o en retrasar todo lo posible el pago con toda cla -
se de pretextos poco convincentes hasta una próxima amnistía que cabía
esperar con seguridad, con la que el gobierno del Reich buscaría apa -
ciguar las diferencias políticas. Así, por ejemplo, en la causa de Weiss
contra Goebbels del 14 de abril, una vez que se denegó la apelación y
la casación, propusieron pagar la cuantía total a satisfacer de 1.840,08
marcos del Reich en plazos de 25 marcos mensuales. 178 Aunque luego
se le concedió a Goebbels por disposición judicial un fraccionamiento
en 500 marcos mensuales, desde diciembre de 1931 hasta diciembre de
1932 ingresó en la caja del tribunal once mensualidades de 100 mar -
cos, sumas que —como demuestran los recibos— se pagaron de la «caja
especial» de su secretario privado Schimmelmann. Una comprobación
por parte del tribunal de los recursos económicos del jefe de distrito
ya había evidenciado que estaba «en condiciones de pagar mensualida-
Ahora somos rigurosamente legales, igual de legales 235
des por un importe de al menos 250 marcos del Reich»,179 pero esto
preocupaba poco a Goebbels. Siguió transfiriendo sumas de 100 mar-
cos. El 24 de febrero de 1932, el fiscal superior competente declaró
finalmente su conformidad con esas cuantías, antes de que Goebbels
fuera dispensado del resto por la ley del Reich sobre impunidad del 21
de diciembre de 1932. En otros casos, la diferencia entre lo que se abo-
nó y lo que se condonó por medio de la amnistía fue sustancialmente
mayor,180 por no hablar de la pena de prisión de muchas semanas, de la
que Goebbels no cumplió ni un solo día.
Sin embargo, el «dineral»181 que esto supuso por el gran número de
multas pronto acarreó a Goebbels dificultades económicas. Para reme-
diarlas sustrajo al parecer fondos de las SA berlinesas. Hanfstaengl, nom-
brado por Hitler jefe de prensa extranjera tras las elecciones de sep-
tiembre de 1930, recordaba que una suma de 14.000 marcos facilitada
para ese propósito se perdió en el camino, que pasaba por la caja del
jefe de distrito. En los círculos del partido se propagó entonces la afir-
mación de que Goebbels era el responsable de ello. Los que estaban
enterados lo pusieron en relación con la aventura amorosa entre Goeb-
bels y Magda Quandt «y con las cargas económicas resultantes que pesa-
ban sobre el apasionado admirador».182
Después de que Magda Quandt abandonara definitivamente a su
antiguo amor y convenciera a los Quandt de la irrevocabilidad de su
decisión de seguir a Goebbels, éste pronto empezó a forjar «planes de
futuro» con ella.183 Durante las vacaciones de Pentecostés, que pasaron
juntos en la finca de los Quandt en Severin, al noroeste de la pequeña
ciudad mecklemburguesa de Parchim, la desigual pareja se hizo una
«solemne promesa». Querían casarse cuando aquello por lo que ahora
ambos vivían y en lo que ambos creían ciegamente, el Tercer Reich,
ese hipotético mundo mejor, se hubiera hecho realidad.184
Aparte de los procesos —a mediados de mayo fue condenado a dos
meses de prisión por injurias contra el vicepresidente de policía Weiss185 y
a 500 marcos por incitar al odio entre clases—, Goebbels tenía razones
para ser optimista en ese principio de verano de 1931.Y es que en
mayo irrumpió en Alemania aquella tercera oleada de la crisis econó-
236 Goebbels
mica mundial, la cual convenía a sus objetivos, pues ante todo arruina-
ba la esperanza depositada en una mejora general de las condiciones
económicas y sociales. Tampoco supuso un cambio sustancial la firma
de la moratoria Hoover el 24 de julio de 1931, con la que se aplazaban
por un año todos los pagos alemanes a título de reparaciones.
Tras la quiebra de la Osterreichische Kreditanstalt [Instituci ón de
Crédito Austríaca], a mediados de julio declararon su insolvencia el
Darmstádter Bank y el Banco Nacional. La afluencia masiva, motivada
por el pánico, a todos los institutos de crédito alemanes condujo pro -
visionalmente al cierre de todos los bancos, cajas de ahorro y bolsas. El
número de parados registrados en la oficina de empleo, que había alcan-
zado en enero los 4,1 millones, apenas bajó durante el verano y hasta
finales de año ascendió a más de 6 millones. Se extendieron el hambre,
la miseria y la desesperación en proporciones hasta ahora desconoci -
das, y al mismo tiempo desapareció la confianza de los alemanes en el
«sistema» de Weimar y en sus partidos democráticos.
Aunque, por tanto, las condiciones para la lucha revolucionaria con-
tra el «sistema» continuaron mejorando, Goebbels, tras la experiencia
del golpe de Stennes, siguió la trayectoria de legalidad de su Führer
al menos superficialmente. Cuando la Stahlhelm se esforzó por conse-
guir un referéndum para la disolución anticipada del Parlamento pru -
siano, los nacionalsocialistas hicieron causa común. A finales de junio
también se unió el KPD al frente de derechas. Antes había tenido lugar
la intervención de Stalin, quien exhortó a sus colegas alemanes a que
su partido se mantuviera en segundo plano en el proceso revoluciona -
rio y a que dejara al NSDAP el terreno de la demagogia nacional. Una
vez más recordó a los líderes comunistas que el precursor del «fascis-
mo» era el gobierno de Brüning, y el principal apoyo de éste el gobier -
no prusiano formado por los socialfascistas. Por eso había que hacerlo
caer.186
Pese a la reforzada coalición, Goebbels se vio en apuros para expli-
car la participación del KPD, pues no encajaba de ningún modo en su
cliché de los «partidos marxistas hermanos KPD y SPD». El 6 de agos-
to habló durante un mitin en Berlín-Friedenau, distorsionando com-
Ahora somos rigurosamente legales, igual de legales 237
Sin embargo, las cuentas no salieron bien. No sólo dentro del movi-
miento, sino sobre todo entre los adversarios políticos, la boda de Goeb-
bels era un tema muy en boga. Así se podía leer en el AP-Korrespon-
denz, editado por Klotz y cercano al SPD: «Al señor Goebbels le indigna
con razón que su mujer —incluso antes de que fuera su mujer— haya
sido arrastrada por determinados periódicos a la sucia línea política.
Invita a todo el que dude de la "procedencia puramente aria" de su
mujer a que se "cerciore examinando su apariencia". No lo ponemos
en duda. Pero nos tememos que el dueño y señor resulte extraño en
esa compañía. Hay que imaginárselo: una mujer rubia y alta, de ojos
azules y nórdica, como es debido, y a su lado el pequeño Isidoro Goeb-
bels. ¿"Nordificarlo"? No sabemos si el señor Goebbels es apto para
ello e igualmente ignoramos si el proceso en esa dirección puede lle-
var al objetivo deseado».2
En vista del creciente desmembramiento del partido, a Goebbels le
vinieron muy bien los actos de violencia que se volvieron a acumular
en Berlín a comienzos del año 1932, pues con el tratamiento propa-
gandístico correspondiente debían mejorar no sólo la cohesión de las
SA, sino también la seguridad de este cuerpo en sí mismo. Además, por
primera vez después de Bad Harzburg, tenían la impresión de desem-
peñar un papel en la lucha por la conquista del poder. Así pues, el apa-
rato propagandístico de Goebbels trabajó al máximo rendimiento cuan-
do el 19 de enero de 1932, durante un serio enfrentamiento en el grupo
de parcelas de Felseneck, perdieron la vida dos miembros de la Liga
Roja de Combatientes en el Frente y otro de las SA. En el Angriff des-
potricaba contra la «asesina peste roja» de Moscú, que con una metó-
dica campaña de difamación instigaba a cometer actos de violencia con-
tra los nacionalsocialistas, y realzaba como heroísmo patriótico la
intervención de las SA contra la «roja chusma de criminales» en Felse-
neck, donde había muerto un «soldado alemán».3
De forma parecida procedió cuando, pocos días después, hombres
de la Liga Roja de Combatientes, como venganza por Felseneck, mata-
ron de cinco puñaladas a Herbert Norkus, un estudiante de instituto
de quince años, cuando repartía octavillas nacionalsocialistas en Moa-
¿No es como un milagro que un simple cabo de la guerra mundial... 245
tantes de la dirección del Reich, del Angriff, que se había vuelto a pro-
hibir a finales de febrero, así como con el jefe de propaganda del dis-
trito nombrado en agosto del año anterior, Karoly Kampmann, 19 y el
jefe de organización de Berlín, Karl Hanke. Éste, un convencido opo-
sitor al «sistema», había sido despedido por la ciudad de Berlín de su
cargo de maestro superior de enseñanza profesional debido a sus acti-
vidades revolucionarias a favor del NSDAP, al que pertenecía desde el
1 de noviembre de 1928, y desde entonces estaba consagrado por com-
pleto al partido. De miembro de las SA, pasando por orador de asam-
bleas y fundador de células de empresa, finalmente había entrado en la
plantilla de Goebbels. Como jefe de organización —así se vanaglorió
después a lo largo de su vida— descubrió y montó las pistas de tenis
berlinesas como un espacio apropiado para las asambleas en el que su
jefe podía hablar a las masas.20
Junto a los numerosos discursos que pronunció Goebbels, los carte-
les fueron un medio propagandístico prioritario en esta campaña elec-
toral. De acuerdo con su opinión de que la cantidad de medios publi-
citarios empleados repercutía en el número de votos, a finales de febrero
de 1932 ya había «salido al país» medio millón de carteles, y también
en los paneles publicitarios alquilados y en las columnas anunciadoras
de Berlín los grandes carteles en color, en parte diseñados por el cari-
caturista Schweitzer, hacían propaganda del NSDAP. Puesto que Han-
ke, en colaboración con los jefes de las SA, había apostado a hombres
de la sección de asalto delante de los carteles para custodiarlos, se pro-
dujeron allí repetidos enfrentamientos, en particular con miembros del
KPD.Ya que las SA también formaron comandos para sabotear a su vez
los carteles de éstos, a principios de marzo de 1932 comenzó en la capi-
tal del Reich una «guerra de carteles» en toda regla.21
Sin embargo, Goebbels también se sirvió de otros métodos propa-
gandísticos que estaban a la altura de los tiempos desde el punto de vis-
ta técnico. Con una tirada de 50.000 ejemplares, se realizó un disco
fonográfico tan pequeño que se pudo enviar en un sobre normal. «Los
partidarios del sistema se quedarán asombrados cuando pongan este dis-
quito en el gramófono»,22 observó. Para la proyección nocturna en pía-
250 Goebbels
zas o en los cines de las grandes ciudades alemanas, Goebbels y sus ayu-
dantes habían elaborado una película sonora de diez minutos que pre-
tendía sugerir a la masa electoral la omnipresencia de los líderes nacio-
nalsocialistas, pero sobre todo la del único Führer.23
Como nunca antes, durante esta campaña electoral Goebbels ensal-
zó la figura de Hitler hasta convertirla en un mito. En su edición del
Angriff del 5 marzo, bajo el titular «Nosotros votamos a Adolf Hitler»,
lo calificaba como el «pangermano», el «Führer», el «profeta» y el
«combatiente». «Hitler el pangermano», eso significaba el hombre
que, como austríaco de nacimiento, había sentido en su propia car-
ne la «necesidad nacional», cuya vida hasta ahora había estado siem-
pre llena del anhelo de un Gran Reich Alemán. También significaba
el antiguo obrero que conocía la obra y a los trabajadores y que com-
partía su difícil suerte, así como el soldado del frente que se había
puesto como objetivo hacer realidad las legítimas pretensiones de sus
compañeros de armas por la vía de la política de Estado. «Hitler, el
Führer» había conseguido levantar una pequeña secta, objeto de escar-
nio y burla, hasta convertirla en el movimiento de masas más impo-
nente de Europa.24
La tarde de las elecciones el Führer permaneció en Munich, mien-
tras que Goebbels y su mujer ofrecían un convite. «Escuchamos por la
radio los resultados electorales. Las noticias van goteando poco a poco
(...).A las dos de la noche, el sueño del poder se ha esfumado por el
momento», resumió Goebbels desilusionado.Y prosiguió: «No nos hemos
equivocado tanto en la estimación de nuestros votos como en la esti-
mación de las posibilidades para el partido contrario».25 Hindenburg
había obtenido el 49,6 por ciento del total de votos válidos deposita-
dos. Aunque Hitler alcanzó un 30,1 por ciento, y esto suponía una subi-
da con respecto a las elecciones parlamentarias del año 1930,1a decep-
ción fue enorme en la Reichskanzlerplatz. Pero Goebbels, con su
inquebrantable fe, volvió a cobrar ánimos de inmediato, apoyado por la
actitud de que hizo gala Hitler cuando habló con él por teléfono esa
misma noche. «Ha conservado absolutamente la serenidad y está por
encima de la situación.Tampoco esperé nunca otra cosa de él (...). No
¿No es como un milagro que un simple cabo de la guerra mundial... 251
cha las medidas para la creación de empleo ya preparadas, pero que has-
ta entonces se habían tenido que postergar debido a las reparaciones.
En aquella fase de comienzos del verano de 1932, en la que Brü-
ning creía estar a cien metros de la meta, el adversario berlinés de Goeb-
bels, Gregor Strasser, empleaba un tono moderado. Su discurso parla-
mentario sobre el «anhelo anticapitalista» mereció mucha atención, pues
en el plan propuesto para el fomento del empleo se apreciaba un ver-
dadero interés por solucionar los problemas económicos y sociales.
Incluso Brüning declaró que había escuchado la exposición de Stras-
ser «con extraordinario interés (...) pues en gran parte coincide con las
medidas que tiene preparadas el gobierno del Reich», aunque su opi-
nión fuera distinta en el tema de la financiación.52 Los socialdemócra-
tas dejaron en manos de su antiguo ministro de Hacienda, Hilferding,
la réplica en el Parlamento, y el Vorwdrts escribió que el discurso de
Gregor Strasser «representaba un intento de enfrentarse por primera
vez a los problemas reales de la economía política, aunque fuera de una
manera muy diletante».53
Goebbels, a quien le importaba más la apariencia revolucionaria que
la creación de empleo, sólo sentía desprecio por su antiguo rival, entre
otras cosas por la popularidad de que éste gozaba. Así y todo, utilizó su
discurso en un comentario de su rotativo berlinés, para demostrar a los
«señores del sistema decadente» que el NSDAP, a diferencia de lo que
afirmaban, disponía de un buen programa.54 También instrumentalizó
bajo otro aspecto la nueva trayectoria de Strasser, que respetaba el com-
promiso y el mantenimiento del sistema, pues encubría el complot con-
junto de Hitler y de los hombres del entorno de Hindenburg contra el
canciller del Reich. «Es divertido observar cómo el amarillismo judío,
que generalmente está tan bien informado, se tambalea en la oscuridad.
Sigue creyendo que queremos aliarnos con el Centro. ¡Ingenuos idio-
tas!».55
El 12 de mayo de 1932, en el Reichstag las cosas salieron a pedir de
boca para el jefe de propaganda del Reich. En el pasillo del Parlamen-
to, diputados nacionalsocialistas, entre ellos Edmund Heines, jefe sile-
siano de las SA y amigo de Rohm, apalearon al periodista Klotz por
¿No es como un milagro que un simple cabo de la guerra mundial... 259
por razones políticas estaban a la orden del día. Desde hacía tiempo, los
grandes periódicos ya no informaban sobre actos de violencia aislados,
sino que más bien traían noticias colectivas acerca del «frente de la gue-
rra civil». Dos días después de que Hitler comenzara el 15 de julio un
nuevo recorrido por Alemania, que le debía llevar hasta final de mes a
50 ciudades del Reich, el terrorismo de los comunistas, provocado por
las SA, alcanzó un culmen sangriento en Hamburgo-Altona. En un solo
domingo murieron 18 personas. El gobierno prusiano reaccionó pro-
hibiendo todas las manifestaciones al aire libre. Para Goebbels un pre-
texto más para seguir atizando la crisis: «El gobierno nos golpea por-
que la Comuna nos dispara. Prohibe nuestras manifestaciones porque
los destructores del Estado y de la cultura podrían ser una provocación.
Todo el sistema es una auténtica catástrofe y se le puede aplicar el dicho
de "a lo que cae, hay que ayudarlo a caer"». 79 Cuarenta y ocho horas
después caía el gobierno prusiano y con él el último y más importante
bastión de un gobierno y un ejecutivo republicano sólido. Con la
funesta argumentación de que el gobierno de Braun ya no era capaz
de mantener la paz y el orden, y apoyándose en el artículo 48 de la
Constitución, Hindenburg, apremiado por Papen, ordenó su destitu-
ción. Al mismo tiempo, el presidente del Reich decretó el estado de
excepción en Berlín y en la provincia de Brandeburgo, y confirió el
poder gubernamental a Franz Bracht, primer alcalde de Essen y perso-
na de confianza de Papen.
Con profundo agrado escuchó Goebbels esta noticia por la radio en
Treuenbrietzen, en la Marca de Brandeburgo, mientras estaba en una
pequeña taberna.80 Con especial satisfacción veía que sus adversarios
más perseverantes y enconados, contra los que había luchado desde su
llegada a Berlín y a los que él odiaba por ser una encarnación del «sis-
tema», a saber, el jefe de policía Grzesinski, el comandante de la poli-
cía berlinesa, Heimannsberg, y sobre todo el vicepresidente de policía
Weiss, habían sido víctimas del golpe que Von Papen había asestado a
Prusia. Sólo unas semanas antes, cuando había vuelto a ser injuriado
por Goebbels en el Parlamento, el valiente Weiss, confiando en el buen
funcionamiento del orden republicano, había presentado una décimo-
¿No es como un milagro que un simple cabo de la guerra mundial... 265
llegó ni de lejos. Con el 37,3 por ciento de los votos, el NSDAP, que
ahora representaba el grupo parlamentario más fuerte, con 230 esca -
ños, sólo pudo superar exiguamente, pese a todos los esfuerzos, su resul-
tado con respecto a las dos vueltas presidenciales de marzo y abril. Pare-
cía vislumbrarse el final de su prodigioso ascenso.
Durante un tiempo también lo vio así Goebbels, en cuyo distrito el
NSDAP, con un 28,6 por ciento, aventajaba al resto de partidos —su
resultado fue mejor en las zonas burguesas que en los barrios de obre -
ros—,84 pero aun así estaba muy alejado de la «conquista» de Berlín.
«Por esta vía no alcanzamos la mayoría absoluta. Así que hay que seguir
otro camino», anotó desilusionado en su diario. 85 La alternativa ante la
que veía que se hallaba ahora el partido era: «O la más enérgica oposi-
ción o el poder», para erradicar por fin el marxismo. «Tolerar mata», 86
pues eso aminoraba el brío revolucionario del movimiento y amena -
zaba con desintegrarlo. Pero ¿cómo se podía conseguir el poder?
El 2 de agosto Goebbels estaba en el lago Tegernsee cuando Hitler
discutía este asunto con sus más altos funcionarios. «¿Legalidad? ¿Con
el Centro? ¡Da náuseas! (...) Deliberamos pero no llegamos a ninguna
conclusión». 87 Dos días más tarde Hitler hizo saber a Goebbels que iba
a comunicar a Schleicher las pretensiones de mando del partido. Apar te
de su cancillería iba a exigir —según dijo a Goebbels— carteras
ministeriales para Frick (Interior), Góring (Aire), Strasser (Trabajo) y,
finalmente, la de Educación Pública para Goebbels. «Eso quiere decir
que o todo el poder o nada. Así está bien». 88
Sin embargo, Hitler no pensaba realmente solicitar la cartera de Edu-
cación para Goebbels. Sabía muy bien que su entrada en el gobierno
sería inaceptable para los «barones». Según informó Schleicher, ese 6 de
agosto Hitler quería saber que se salvaguardaría el carácter de un gabi-
nete presidencial y «sólo pretendía introducir cambios en el actual gabinete
en la medida en que fuera necesario para su entrada como canciller y
la concesión del Ministerio del Interior a Strasser; eventualmente se
plantearía la utilización de Góring para cualquier cargo». 89
Cuando ese mismo día Goebbels se encontraba en el Obersalzberg,
allí reinaba un ambiente festivo, pues, en su entrevista con Schleicher,
¿No es como un milagro que un simple cabo de la guerra mundial... 267
Hitler había tenido la impresión de que aceptaba sus exigencias. Sin duda
con vistas a un reparto de carteras al que se aspiraba para más tarde, le
aseguró a Goebbels que, en caso de subir al gobierno, junto a Strasser,
Goring y otros nacionalsocialistas, a él le encomendaría, además de la car-
tera de Educación del Reich, la consejería de Cultura prusiana. 90 «Un
gabinete de hombres», celebraba Goebbels, quien creía que el poder pron-
to sería accesible para sí mismo y para el movimiento de Hitler, un poder
al que nunca más renunciarían: «Muertos nos tendrían que sacar. Esta será
una solución total. Requiere sangre, pero depura y limpia». 91
Goebbels se veía ahora en una distinguida posición, cuando escri-
bió entusiasmado en su diario después de una conversación con su vene-
rado Führer: «Hemos deliberado sobre todo el asunto de la educa -
ción pública. Se me encarga la escuela, la universidad, el cine, la radio,
el teatro, la propaganda. Un área enorme. Toda una vida llena. Una
misión histórica. Me alegro. Estoy de acuerdo con Hitler en todo lo
esencial. Eso es lo principal. La educación nacional del pueblo alemán
se pone en mis manos.Yo la controlaré (...). He tratado con Hanke en
detalle el tema del distrito berlinés. Sigo siendo todo lo que soy. Jefe de
distrito, jefe de propaganda del Reich. Representantes por todas par-
tes. Pero la cosa sigue dependiendo de mí». 92
El 9 de agosto se apagó el optimismo de Goebbels. Hitler le expre-
só el temor de que el camino al poder aún estuviera asociado a muchas
dificultades.93 El hecho era que había sabido de Schleicher a través de
Strasser que, contra lo que se esperaba, su nombramiento como canci-
ller sería más que cuestionable. Hitler, decidido a jugarse el todo por el
todo, escribió en el Volkischer Beobachter que se excluía «una participa-
ción insuficiente en el gobierno concedida por condescendencia» y que
él debería ser «llamado a liderar un gabinete del Reich formado por
personalidades».94 Goebbels aplaudió a Hitler, 95 quien, para insistir en
sus exigencias, hizo que se reunieran numerosas unidades de las SA en
torno a la capital del Reich 96 y además ejerció presión amenazando con
una coalición con el Centro. 97
En esta situación, en la que Goebbels animaba a Hitler a jugarse todo
a una carta, fue una vez más Gregor Strasser el que proporcionó mate-
268 Goebbels
ataques contra Von Papen, cuyo respaldo por parte de los partidos polí-
ticos iba desapareciendo progresivamente. Lo denostó como «perro de
presa» y calificó la lucha contra un gobierno bajo el que esto fuera posi-
ble como un deber de su partido.110
Los juicios contra los miembros de las SA sirvieron a Goebbels de
ocasión para atacar no sólo al régimen de Papen, sino al «enemigo uni-
versal judeo-marxista» en su conjunto. «Los judíos tienen la culpa», decía
en el Angriff la conclusión que sacó de los sucesos de Potempa.111 Como
casi siempre, la ruda polémica de Goebbels respondía a algo más que a
un cálculo táctico. En el enfrentamiento con la «reacción» podía dar
rienda suelta a su odio después de que fracasara la subida al poder. Sin
cesar, con una entrega fanática —el hecho de que el 1 de septiembre
Magda diera a luz a su primer hijo en común, la niña Helga, significó
para él un fausto acontecimiento al margen— pronunciaba discursos
incendiarios, agitaba los ánimos en el Angriff y gestionaba la reorgani-
zación de la jefatura de propaganda del Reich. El deseo de Goebbels
era que en su disposición se perfilaran ya desde entonces las estructu-
ras del ministerio que más tarde pretendía crear y dirigir. Además, gran
parte de la organización del partido, que todavía había que arrebatar a
Strasser, pasaría a ser competencia suya. Sus planes encontraron la apro-
bación de Hitler, pues a éste nada le comprometía a hacer promesas
sobre las que no era el momento de decidir.
El 12 de septiembre los nacionalsocialistas tomaron renovado ímpe-
tu. En lugar de apostar por abrirse paso ellos mismos, aspiraban a la des-
trucción del gabinete de Papen y de los restos del sistema presidencial.
Así, Goebbels pudo constatar con satisfacción que la primera aparición
del canciller —cuyo gabinete se encontraba irremediablemente aisla-
do por los partidos políticos— en el nuevo Reichstag terminó con «la
derrota parlamentaria más terrible que ha habido nunca». 112 Góring,
quien como representante del grupo parlamentario más fuerte fue ele-
gido presidente del Reichstag con los votos del Centro, sucediendo así
al socialdemócrata Lóbe, nada más comenzar la sesión dio la palabra en
armoniosa cooperación al presidente del grupo del KPD,ErnstTorgler,
para una moción de censura, y ello pese a que Von Papen señaló estar
272 Goebbels
El discurso que Von Papen dirigió al pueblo a través de todas las emi-
soras alemanas dos días antes de las elecciones parlamentarias subrayó
precisamente esta contradicción de manera explícita, con el objetivo de
agravar las diferencias dentro del movimiento nacionalsocialista. Se había
dado crédito al «grito de guerra de Hitler contra el marxismo y a favor
de la renovación nacional». Ahora los nacionalsocialistas intentaban hacer
fracasar el programa económico del gobierno del Reich colaborando
con el «bolchevismo ateo», lo que significaba la «muerte de nuestra mile-
naria cultura». Esto era un atentado contra la nación, que había movi-
lizado aquí sus últimas reservas de energía.132
La tormenta de indignación, la exaltación con que reaccionó la opi-
nión pública dejó ver a Goebbels rápidamente que la campaña surtiría
más bien un efecto desfavorable para el resultado de las elecciones par-
lamentarias. Aunque pensaba que el prestigio del partido había aumen-
tado en pocos días «espectacularmente» entre la clase obrera, tenía que
reconocer que posiblemente esto no se traduciría todavía en las pre-
sentes elecciones. Pero él se dejaba guiar por la consideración de que
este «activo» tendría un valor incalculable en el futuro. Había que ope-
rar con largos periodos de tiempo, «pues en definitiva queremos con-
quistar Berlín, y ahí no importa si perdemos varias decenas de miles de
votos en unas elecciones más o menos intrascendentes, que de todos
modos carecen de significación en la lucha activa y revolucionaria».133
Probablemente debido a los pronósticos no demasiado buenos, a
Goebbels le parecía que pesaba sobre Berlín un «ambiente sofocante,
bochornoso». El mismo día de las elecciones —ese 6 de noviembre de
1932 estuvieron parados los medios de transporte como consecuencia
de la huelga en la empresa berlinesa— transcurrió para él con una «tre-
menda tensión».134 La pregunta clave era a cuánto ascenderían las pér-
didas. Los resultados que llegaban por la tarde desde los distritos bur-
gueses de Berlín no auguraban nada bueno. En Zehlendorf el NSDAP
perdió un 7 por ciento de los votos, en Steglitz el 6 y en Wilmersdorf
más de un 5 por ciento. Pero los nacionalsocialistas también sufrieron
pérdidas en las circunscripciones de obreros, como Wedding y Frie-
drichshain, aunque fueron mínimas.135 En conjunto, cayeron de un 28,6
¿No es como un milagro que un simple cabo de la guerra mundial... 277
jovial bajobávaro, querido mucho más allá de las fronteras del partido,
al que a menudo había envidiado y al que había temido en la lucha por
el favor de Hitler y de los compañeros berlineses, al que había apren-
dido a odiar porque sentía que le descubría el juego, este Gregor Stras-
ser, uno de los últimos triunfos de Schleicher en el partida por el poder,
fue expulsado así de la escena política.
La convicción de Goebbels de que las cosas se cumplían si les ponía
voluntad se vio igualmente confirmada porque, además de sus éxitos y
los de su partido, Magda también estaba recuperando fuerzas. Pese a la
campaña electoral, Hitler había preguntado por su salud casi diaria-
mente. El 19 de enero ambos le hicieron una visita en la clínica gine-
cológica universitaria, aprovechando también para dar una «clase polí-
tica» a los profesores.174 El profesor Stoeckel recuerda que la curva de
temperatura de Magda «bajó muy repentinamente» y que luego él excla-
mó espontáneamente a Hitler, que pasó a desempeñar el papel de sal-
vador: «Señor Hitler, si su presencia ante la cama de la enferma Alema-
nia tiene el mismo efecto que aquí, entonces Alemania sanará pronto».175
A esa ilusión sucumbieron también Von Papen, Hugenberg y Seld-
te, quienes discutían con Hitler y Góring la posibilidad de formar un
gobierno nacional con una importante participación de los nacional-
socialistas y de los nacionalistas alemanes, así como las personas que
compondrían ese gabinete. Como apoyo adicional estaba el aparato pro-
pagandístico de Goebbels, concentrado contra Schleicher. Para dejar
claro a todo el mundo que no se podría seguir adelante sin el NSDAP,
el 22 de enero —ese mismo día Hitler se reunió con Von Papen, Meiss-
ner y Oskar von Hindenburg para una entrevista en la que «allanó el
terreno»—176 puso en escena una gran manifestación con la que quería
al mismo tiempo provocar a los comunistas para que cometieran
actos de violencia. Una vez más quedarían como una amenaza para la
república.
En homenaje a Horst Wessel, ese día marcharon miles de nacional-
socialistas desde todos los puntos de la ciudad hasta la Bülowplatz, muy
cerca de la casa de Karl Liebknecht. Desde allí, una enorme comitiva
encabezada por Hitler, Goebbels, Rohm y otros líderes del NSDAP se
¿No es como un milagro que un simple cabo de la guerra mundial... 289
dirigió al cementerio de St. Nikolai, donde tres años antes habían ente-
rrado al jefe de la sección de asalto. Después de los redobles de tambo-
res, de los himnos y de la canción «del buen camarada», durante la cual
se bajaron las banderas, Hitler ensalzó la muerte de Wessel como un
sacrificio simbólico y descubrió una placa en su honor. El día conclu-
yó, como tantas otras veces, con un mitin en el palacio de deportes,
pero, para decepción de Goebbels, no se produjeron incidentes signifi-
cativos debido al enorme dispositivo policial.177
El 25 de enero el KPD «respondió» con una manifestación por las
calles de Berlín. El Rote Fahne habló de un «imponente desfile contra
el fascismo». Según éste fueron 130.000 personas las que vitorearon al
comité central y al camarada Thálmann.178 E incluso Friedrich Stamp-
fer, el redactor jefe del socialdemócrata Vorwárts, mostró simpatía a las
masas, pues reconocía «el odio mil veces justificado contra la clamoro-
sa injusticia de nuestra situación social», de la que hacía corresponsable
a Schleicher.179 En el aristocrático general canciller, el SPD veía un peli-
gro mucho mayor para la república que en el demagogo Hitler, del que
se seguía suponiendo que pronto se iría a pique.
Si el desfile del KPD había pretendido mostrar su resolución de
emprender una lucha armada, que en efecto muchas personas sentían
amenazadoramente cercana en vista de las revoluciones políticas que se
estaban abriendo paso, la tensión llegó a su punto culminante cuando
el 28 de enero Von Schleicher quiso disolver el Parlamento, Hinden-
burg no lo aceptó y el general presentó la dimisión conjunta de su gabi-
nete. Goebbels, que ya se había enterado el día anterior por Alvensle-
ben de la inminente renuncia de Schleicher, se quedó sorprendido de
la celeridad con que se había producido el hecho. Regresó inmediata-
mente de Rostock, donde había hablado ante estudiantes, a Berlín, pero
siguió siendo escéptico con respecto a la «banda de impostores», como
calificaba al entorno del «alevoso» e «imprevisible» Hindenburg, y tenía
razones para no hacerse ilusiones.180
Lo cierto era que, para entonces, la resistencia de Hindenburg con-
tra la cancillería de Hitler ya se había quebrado. Por qué razón el ancia-
no mariscal de campo —aún el 26 de enero había afirmado en un reci-
290 Goebbels
bimiento del jefe del Alto Mando militar, el general barón Von Ham-
merstein-Equord: «No me creerán capaces, señorías, de nombrar a ese
cabo austriaco canciller del Reich»—181 cedió finalmente a los ruegos
de sus apuntadores conservadores, no se ha explicado nunca claramen-
te. ¿Era ésta la disposición del presidente del Reich, de ochenta y seis
años de edad, del que se decía que a veces ya no podía seguir las cosas,
o había otras razones para su cambio de opinión?
En ese momento, el crédito y la posición del presidente del Reich
se veían seriamente amenazados: por una parte, un pariente estaba
implicado en el «escándalo de la ayuda oriental», muy discutido en la
comisión presupuestaria y en la opinión pública; por otra parte, se
hablaba de un turbio asunto fiscal de Hindenburg, porque aún en vida
había transferido su finca de Neudeck, adquirida con dinero donado,
a su hijo Oskar, lo que era legal en sentido jurídico, pero no parecía
compatible con la imagen de su inviolable honradez. El presidente del
Reich temía que de todo ello surgieran comisiones de investigación,
que habrían podido desembocar en un proceso de destitución plebis-
citario incoado con una mayoría de dos tercios o en una demanda ante
el tribunal del Estado basada en el cargo de haber vulnerado la Cons-
titución.182
Si los nacionalsocialistas ejercieron presión sobre Hindenburg, no
debió de ser cosa de Goebbels —aunque decía tener en sus manos
«material aplastante contra Hindenburg»—183 sino de aquellos que ha-
bían negociado con la camarilla conservadora. Éstos eran el presidente
del Parlamento, Góring, al que miraba con escepticismo como com-
petidor y burgués, y sobre todo el propio Hitler, quien el 18 de enero
se había reunido en un segundo encuentro infructuoso con Von Papen
en la casa del hombre de negocios Joachim von Ribbentrop, situada en
el barrio Dahlem de Berlín. A este encuentro le siguió el del 22 de ene-
ro. En él Hitler habló también a solas con el hijo del presidente del
Reich, que como consecuencia reconsideró su actitud negativa con res-
pecto al apremiante aspirante al poder. Nunca quedó claro si Hitler sólo
se sirvió de su sugestiva elocuencia o si ejerció también otro tipo de
Presión.
¿No es como un milagro que un simple cabo de la guerra mundial... 291
Lo cierto era que esta Alemania estaba dividida en dos bandos, como
demostraron los acontecimientos que tuvieron lugar en esa «noche del
gran milagro». El jefe de la temida «sección sanguinaria 33», Maikows-
ki, que «esa misma tarde había pasado desfilando delante del Führer con
la cabeza alta», y un agente de policía fueron muertos a tiros. 194 Con la
exaltación del triunfo, Maikowski entró con sus hombres en la calle
Wallstrasse de Charlottenburg, un baluarte del KPD. Allí se encontra-
ron con miembros de la Liga Roja de Combatientes que se habían reu-
nido rápidamente y con el escuadrón de protección que llevaba el nom-
bre del revolucionario de izquierdas sajón-tur ingense Max Holz. En la
confusión de la pelea, que se entabló pronto, se lanzaron los letales tiros
de revólver. Quién los disparó, nunca pudo ser aclarado.195
Puesto que tenían el poder en las manos, Goebbels vio en la muerte
del jefe de sección y del agente de policía la ocasión adecuada para
justificar propagandísticamente y llevar a efecto la ya de todos modos
inminente «erradicación» de la «peste» comunista. Con sus radicales pre-
tensiones, con las que quería hacer cesar el miedo de las SA al «caci-
quismo» del partido y contentar a las secciones de asalto, que exigían
un cambio revolucionario, despertó rechazo en un principio. Hitler,
con quien se reunió en la mañana del 31 de enero en el hotel Kaiser-
hof, quería conservar la apariencia de legalidad. Por el momento había
que prescindir de «contramedidas directas». «La tentativa revoluciona-
ria bolchevique tiene primero que recrudecerse», explicó Hitler al
decepcionado Goebbels.196
En realidad, en el KPD no sólo se propagaron la huelga y finalmente
la huelga general, sino que circulaban también noticias según las cua-
les era inminente el levantamiento armado como respuesta a la canci-
llería de Hitler. Ni la mayoría de los comunistas alemanes ni los parti-
darios y la dirección del NSDAP contaban con que la dirección del
KPD siguiera finalmente las órdenes del Komintern, que saboteó por
todos los medios los esfuerzos dentro del partido por una gran «alian-
za antifascista» con el SPD y que, por tanto, dejaría seguir su curso al
proceso de unificación pardo, del que no se esperaba sin embargo tanta
contundencia y celeridad.197
296 Goebbels
del pueblo alemán», del que fueron víctimas de inmediato varios «órga-
nos judíos».45 Siguieron periódicos de izquierdas, entre ellos el Vorwárts
y el Rote Fahne; a Goebbels esto le pareció «un alivio para el alma».46
En julio de 1933 el ministro pudo celebrar como el «derrumbamiento
de un baluarte judeo-liberal»47 el final del gigante periodístico Mos-se,
en el que diez años antes Goebbels había buscado sin éxito colocarse.
En noviembre de 1933 fue «unificada» la editorial Ullstein; el
periódico que ésta publicaba, el Vossische Zeitung, fue suprimido por
Goebbels en marzo de 1934.48 Una excepción constituyó el Frankfurter
Zeitung. Este periódico líder de la burguesía liberal, con muchos
lectores en el extranjero, fue tolerado por los nacionalsocialistas hasta
finales de agosto de 1943, puesto que les servía, por así decirlo, de pan-
talla.49 Era el que mejor lograba salvaguardar la propia integridad e
incluso a veces sacar a la luz entre líneas puntos de vista contradicto-
rios.
Además de las prohibiciones, la presión económica y las depuracio-
nes de personal en las redacciones de los periódicos aún permitidos, la
«conferencia de prensa en el gobierno del Reich», fundada en 1917 y
que ahora se llamaba «conferencia de prensa del gobierno del Reich»,
le sirvió a Goebbels como el verdadero instrumento para dirigir a la
prensa, aunque sólo participaba en ella con motivo de los aconteci-
mientos más importantes.50 Si antes la presidencia de la conferencia de
prensa concedía autorizaciones o acreditaciones, ahora el departamen-
to de prensa del Ministerio de Propaganda seleccionaba a los asistentes
que cada mediodía debían recibir allí las «órdenes» e «instrucciones»
oficiales, o «ser orientados», como se denominaba tal costumbre.51 Junto
con las «indicaciones» de la oficina de prensa del NSDAP a escala del
Reich, las «informaciones confidenciales» para redactores o el servicio
de revistas de la jefatura de propaganda de Goebbels —aquí apa recieron
Unser Wille una Weg [Nuestro querer es poder] a partir de 1936; Parole
derWoche [Consigna de la semana] a partir de 1937 y demás material
informativo—, estas directrices, que afectaban a todos los ámbitos de
la vida imaginables —entre 1933 y 1945 en total unas 75.000—
constituían «la columna vertebral del dirigismo periodístico».52
316 Goebbels
guiendo el Nun danket alie Gott [Ahora dad todos gracias a Dios] del himno
de Leuthen, leyó con concisión y seriedad su mensaje, en el que
evocó el «viejo espíritu de este lugar glorioso contra el egoísmo y las
disputas entre partidos (...) en beneficio de una Alemania orgullosa y
unida». A continuación, en tono patético, pensando en los corazones de
aquellos que se consideraban guardianes de las tradiciones prusianas,
Hitler aseguró a los reunidos y a la nación que le seguía por la radio
que la Alemania nacionalsocialista continuaría con el pasado y que mar-
charía hacia un futuro digno de ese pasado. Todos quedaron «honda-
mente conmovidos», escribió Goebbels, no menos impresionado por
el acontecimiento y que decía haber visto cómo a Hindenburg se le
llenaban los ojos de lágrimas.76
El «día de Potsdam», con el apretón de manos entre el mariscal y el
cabo que se difundió en millones de postales y carteles, apeló a la emo-
ción nacional y sugirió no sólo a las masas burgués-conservadoras la
reconciliación entre la vieja y la nueva Alemania. «Como una ola hura-
canada» había barrido Alemania el entusiasmo nacional y, «así lo espe-
ramos, ha desbordado los diques que algunos partidos habían levanta-
do contra ellos y abierto puertas que hasta entonces habían permanecido
obstinadamente cerradas», escribió el Berliner Bórsenzeitung.11 Todo esto
debía hacer creer que los catorce años anteriores desde la derrota y la
revolución habían sido un mal sueño, que ahora, tras años de discordia,
el camino de la gloriosa historia alemana seguía su curso natural.
Este ambiente se hizo sentir cuando dos días después, en la ópera
Kroll, transformada en Parlamento y que había sido acordonada por las
SS y decorada con los emblemas y colores de la «nueva era», incluso el
Centro y el Partido del Estado Alemán (Deutsche Staatspartei) dieron
su aprobación a la ley de autorización del NSDAP, cuyos diputados se
habían presentado con el uniforme pardo. Sólo el grupo del SPD, diez-
mado por las persecuciones y los arrestos, se negó a conceder a Hitler
una absoluta libertad de acción durante cuatro años, tal como preveía
la ley. Antes de la votación, su presidente, Otto Wels, pronunció un
valiente discurso —pese a la enormemente errónea estimación política
de la situación— en el que justificaba la postura negativa de su par-
Vamos a persuadir a la gente hasta que quede a nuestra merced 321
dijo que era un «agitador judío» con el que se cortaría por lo sano y que
en 1934 murió como consecuencia de las torturas en el campo de con -
centración de Oranienburg, o muchos directores de las emisoras de radio,
los «barones de la radio», que por orden de Goebbels fueron trasladados
a Oranienburg. 82 «Ali» Hohler, el combatiente de la Liga Roja que en
1930 había disparado a Horst Wessel los tiros mortales, fue sacado de la
cárcel con falsificación de hechos por parte de miembros de las SA y
asesinado de manera bestial en un bosque cerca de Berlín. 83
Desde el primer día de la toma de posesión de su cargo, Goebbels
consideró su «deber» emplear su aparato contra aquellos a los que no
sólo echaba la culpa de la desgracia de Alemania en el pasado, sino a los
que también veía como una amenaza para la existencia futura de la
nación, contra los judíos. Quería demostrarles que los nacionalsocialis-
tas estaban «dispuestos a todo». 84 Para preparar una primera llamada de
atención hacia lo inconcebible, hacia la deseada «extirpación» del ju-
daismo del «cuerpo del pueblo alemán», Hitler llamó a su ministro de
Propaganda a Berchtesgaden. «En la soledad de la montaña», 85 donde
según sus propias declaraciones podía «pensar mejor», 86 su Führer había
tomado la decisión de emprender una acción de gran envergadura con -
tra los judíos alemanes.
Goebbels llegó el 26 de marzo a la casa de montaña (el Berghof),
donde Hitler había convocado a varios altos funcionarios del partido
para una conferencia. En su transcurso, Julius Streicher, antisemita y edi-
tor del periódico demagógico Der Stürmer [El asaltante], fue nombrado
jefe de la «comisión central» encargada de la planificación y la organi-
zación, a la que también pertenecía Muchow, el antiguo colaborador
de Goebbels y ahora jefe suplente de la organización nacionalsocialis ta
de células de empresa, así como Heinrich Himmler y Robert Ley. 87
Hubo acuerdo en que, para justificar esta acción frente al pueblo ale -
mán y los miembros del gobierno, era necesario un motivo que fuera
más allá de la «convicción» tan a menudo propagada de que los «judíos
de acción internacionalista» eran los «únicos culpables». A ese propósito
serviría la posición crítica de los periódicos ingleses y americanos —
Goebbels la denominó «campaña difamatoria»— respecto al gobier-
Vamos a persuadir a la gente hasta que quede a nuestra merced 323
en la que 91 personas fueron cruelmente masacradas por las SA. 174 Pero,
puesto que las cosas habían venido así y de todos modos nada se podía
hacer como individuo particular, en Alemania muchos se excusaban
alegando que ellos no tenían nada ver con eso. Y, a fin de cuentas, ¿no
habían tenido todas las revoluciones sus excesos que tarde o temprano
habían vuelto a disminuir?
En cambio, entre los enemigos occidentales de la guerra mundial, la
dictadura de Hitler, con la radical eliminación de personas que no goza-
ban de su simpatía política, pero sobre todo el antisemitismo decreta-
do por el Estado, aumentaron las aversiones contra el Reich. En esos
países, las abiertas declaraciones de enemistad estaban a la orden del día
y pesaban cada vez más sobre las relaciones exteriores. Por ese motivo,
en otoño Hitler tuvo que frenar a su ministro de Propaganda, quien tras
la consolidación de su esfera de influencia dedicó toda su energía a la
lucha contra los ciudadanos de credo judío, la «peste universal que había
que exterminar». Así, la ponencia que le había encargado a Goebbels
para el congreso del partido sobre «El problema racial y la propaganda
mundial» le resultó demasiado agresiva. «Por razones de política exte-
rior», muy a pesar del orador, el texto tuvo que ser «suavizado en la
cuestión judía».175
Sin embargo, Goebbels fue para Hitler la primera opción cuando se
trató de calmar los ánimos internacionales. Como gesto de un supues-
to pacifismo alemán, que Hitler ya había exhibido a lo grande en su
discurso parlamentario del 17 de mayo de 1933, envió en una misión
especial, además de a su ministro de Exteriores,Von Neurath, a su más
hábil dialéctico a Ginebra para el congreso de la Sociedad de Nacio-
nes de finales de septiembre de 1933. «Del mismo modo que nuestros
adversarios en política interior no se dieron cuenta hasta 1932 de hacia
dónde nos dirigíamos, de que la promesa de legalidad era sólo un ardid»,
así se deberían salvar ahora «todos los peligrosos escollos» de la «zona
de riesgo» por medio de juramentos de paz; con ello se refería a la fase
de «capacitación para la guerra», que Goebbels consideraba la condi-
ción indispensable para la supervivencia de Alemania en un mundo de
enemigos y el primer paso en el camino hacia el gran imperio conti-
340 Goebbels
era lo que todos le habían «dejado sentir claramente, aunque por fuera
se mostraran tan amables».204 El enviado italiano Suvich estaba «visi-
blemente influenciado por los franceses», hablaba de guerra y peligro y
además estaba «plenamente contra nosotros» en la cuestión austriaca,
anotó Goebbels en su diario y resumió: «Italia es un país de sacro egoís-
mo (...). Suvich es rival nuestro. Intenta ocultarlo (...). Pero yo no me
dejo engañar».205 El ministro de Exteriores húngaro, el conde Kanya, le
informó de la «psicosis bélica» que reinaba en París, de lo cual Goeb-
bels concluyó que París buscaba «torpedear el desarme».206 En el asunto
de la igualdad de armamentos exigida por Hitler, Goebbels no pudo
hacer desistir de su postura negativa ni a Jean Louis Barthou, el anti-
guo presidente de la comisión de reparaciones y futuro ministro de
Exteriores francés, ni a Paul-Boncour, pese a dos largas entrevistas que
mantuvieron el 29 de septiembre de 1933, en las que intentó hacerles
perder su «miedo cerval» con innumerables «argumentos».207
Sólo los encuentros ginebrinos con el ministro de Exteriores pola-
co, Josef Beck, y con el presidente del Senado de Danzig, Hermann
Rauschning, quien «con seguridad no hace tonterías», transcurrieron
de manera satisfactoria para Goebbels. Con Beck puede uno «arreglár-
selas», es «joven e impresionable», observó Goebbels. Además Beck quie-
re «librarse de Francia y tender más hacia Berlín», 208 un proceso que
desembocó el 26 de enero de 1934 en un pacto de amistad y no agre-
sión germano-polaco. Con él, Alemania dio un paso decisivo para salir
de su aislamiento en política exterior, aislamiento hacia el que Hitler
—sin duda vio corroborada la decisión que ya había tomado por el
informe negativo de Goebbels con respecto a Ginebra— había dirigi-
do al país con la salida de la Conferencia para el Desarme y de la Socie-
dad de Naciones el 14 de octubre de 1933.
Aquí también, en la fase de «capacitación para la guerra» de Alema-
nia, un hábil reparto de papeles encubrió la estrategia de engaño. Mien-
tras que Hitler daba a conocer su decisión en la radio, Goebbels, por
orden del gobierno, volvía a declarar en una conferencia de prensa la
adhesión «a una política del más sincero pacifismo y disposición -con-
ciliadora».209 Lo repitió en su discurso de política exterior «Laiuchade
344 Goebbeü
posible ningún otro juicio».217 Aunque puede que esto también lo sin-
tieran así los espectadores con sus nutridos aplausos, entre ellos Magda
Goebbels —Hedemann anotó: «(...) Los lindos ojos, calculadamente
sombríos; las ondas del cabello, de un rubio pajizo, bajo una capucha
negra; una mirada muy expresiva (...) ¡Clotilde!»—,218 los jueces del
Reich llegaron a otra conclusión. Condenaron a muerte aVan der Lub-
be como «autor único», pero absolvieron a Torgler, Dimitrov, Tanev y
Popov, dando una negativa ridiculizadora a la teoría nacionalsocialista
de la conspiración comunista.
Los jueces de Leipzig aún no habían emitido la sentencia cuando
Goebbels, poco después del éxito triunfal en las elecciones parlamen-
tarias, con una reforzada confianza en sí mismo, accedió a la tribuna del
orador de la Filarmónica de Berlín para, en presencia de su Führer,
pronunciar el discurso solemne con motivo del acto fundacional de la
Cámara de Cultura del Reich.219 El presidente de la Cámara, Goeb-
bels, todavía entusiasmado por el resultado de las elecciones, mostró
enfáticamente las perspectivas de futuro de las artes en Alemania, que
evidenciarían que el «gran despertar alemán de nuestra era» no sólo era
político, sino también cultural. Las medidas que él establecía con ese fin
las dictaba el «sentido común». Lo que eso significaba ya lo habían expe-
rimentado amargamente durante la primera mitad del año un buen
número de impopulares escritores, actores, intendentes y directores artís-
ticos. Privados de perspectivas profesionales de futuro, muchos fueron
abandonando Alemania paulatinamente, entre ellos Thomas y Heinrich
Mann, Arnold Zweig, Alfred Dóblin y el director de cine Fritz Lang.
Los judíos se vieron afectados con especial dureza; Goebbels declaró
abiertamente que, según su «opinión y experiencia», «un coetáneo judío»
era «en general incompetente para gestionar el patrimonio cultural de
Alemania».220 Así, Otto Klemperer, el director de la Ópera Estatal de
Berlín, después de que se le concediera la medalla de Goethe aún en
1933, fue despedido «por razones raciales». Quienes no habían emigra-
do o habían perdido las simpatías del régimen, quedaron ahora inte-
grados forzosamente en la Cámara de Cultura del Reich, subordinada
al Ministerio de Propaganda y compuesta por siete cámaras menores:
348 Goebbels
según sus ideas con un «lápiz ministerial» de color verde muy temido
entre los directores. Sólo entonces el Banco de Crédito Cinematográ-
fico, creado por cuatro bancos, podía decidir sobre las solicitudes de
financiación. Pero Goebbels intervenía incluso en los rodajes. Con fre-
cuencia hacía visitas a los estudios, «controlaba» las escenas, denomina-
das «muestras», que se habían rodado y daba finalmente menciones de
calidad a la película terminada. A partir de octubre de 1935 él decidía
en solitario sobre las prohibiciones cinematográficas.13
Con la censura y el sistema de menciones como instrumentos adi-
cionales, que, estando estrictamente separados durante la república de
Weimar, Goebbels unificó bajo su poder, se reservaba no sólo el con-
trol de contenidos sobre la producción cinematográfica alemana, sino
que al mismo tiempo tenía la posibilidad de ejercer una presión eco-
nómica sobre las compañías de producción, pues una única mención
de calidad —por término medio una película obtenía tres de ellas duran-
te el Tercer Reich— significaba una reducción fiscal del cuatro por
ciento para la película en cuestión. Con una recaudación media reque-
rida de unos dos millones y medio de marcos del Reich, esto suponía
unos 100.000 marcos, sólo aproximadamente un quinto de los costes
de producción.14
Cuando, al principio de su actividad ministerial, Goebbels se había
imaginado al «cineasta» como un «apasionado amante del arte fílmi-
co»15 —compartía este entusiasmo con Hitler, a quien un año le envió
como regalo de Navidad «30 películas de primera categoría» y «18 de
Micky Maus» (sic)—16 no había sido sin un sentido oculto. Calculada-
mente, Goebbels engatusaba a actores y directores, promovía el culto a
las estrellas, autorizaba sueldos astronómicos, se encargaba de sus pro-
blemas fiscales y pagaba con el consentimiento de Hitler «honorarios
extras libres de impuestos»17 a «cineastas atormentados por los impues-
tos», y finalmente los revalorizaba concediéndoles títulos honoríficos
como «profesor» o «actor del Estado». Está claro que de esta forma hacía
que se avinieran a los objetivos del régimen, a cuyos altos funcionarios
les gustaba adornarse en público con su compañía. Hermann Goring
llevó al altar a la «actriz del Estado» Emmy Sonnemann, con una pom-
El camino a nuestra libertad pasa por crisis y peligros 357
fo daba por lícita la brutal depuración como «legítima defensa del Esta-
do».48
La «legalidad» de la represión de la «revuelta de Rohm», que ahora
Goebbels exhibía a lo grande en la prensa y en la radio, hizo que la
opinión pública pasara por alto su brutalidad. En lugar del miedo al
terrorismo de las SA y a la amenaza de una «segunda revolución», lle-
gó un hondo respiro, pues las «fuerzas buenas» del movimiento nacio-
nalsocialista parecían haber triunfado definitivamente. Apenas nadie
vislumbró en aquel verano de 1934 los verdaderos nexos causales, ape-
nas nadie adivinó que Hitler sólo se había acercado en apariencia al
mundo burgués-conservador, a sus instituciones políticas, para degra-
darlas ahora con más fuerza a un mero instrumento de su desmesurada
sed de poder.
El proceso que empezó con el fulminante golpe de liberación con-
tra las SA encontró un rápido final. Justo en el momento en que los
alemanes tomaban aliento pese a la alarma que habían provocado los
acontecimientos, cuando los socios conservadores creían haber llevado
a Hitler al «buen camino», los boletines del equipo médico encabeza-
do por el profesor Ferdinand Sauerbruch anunciaron desde Neudeck
que el fallecimiento del presidente del Reich se produciría en cuestión
de días. Hitler, aprovechando el momento, buscó ahora la autocracia.
El 1 de agosto, haciendo sin más caso omiso del principio de legalidad,
presentó al consejo de ministros una ley sobre la sucesión que fusiona-
ba el cargo de presidente del Reich con el de «Führer y canciller del
Reich».49 Entró en vigor en menos de veinticuatro horas, pues en la
mañana del 2 de agosto murió Paul von Hindenburg a la edad de ochen-
ta y seis años. A las 9.25 todas las emisoras de radio interrumpieron su
programación. El ministro de Propaganda daba a conocer la muerte del
presidente del Reich y mariscal de campo de la guerra mundial con
una voz lánguida que afectaba tristeza. Tras un silencio radiofónico de
media hora, Goebbels comunicó «las primeras medidas y disposiciones
legales necesarias en tal ocasión».50 Pocas horas después de que se extin-
guiera en el éter el Yo tenía un camarada, el ministro de Defensa del
Reich, el capitán general Von Blomberg, ordenó lo que ya estaba con-
368 Goebbels
to, pues a Goebbels le vino muy bien que los planes americanos de
Furtwángler se vieran estorbados por su enemigo íntimo Arturo Tos-
canini, que habló públicamente en su contra. Así, Goebbels, con la con-
formidad de Hitler,80 hizo que se negociara entre bastidores con Furt-
wángler a base de ofertas y amenazas. Al principio éste puso «todavía
objeciones»,81 pero luego se declaró dispuesto a lamentar públicamente
«las consecuencias y conclusiones de índole política que tuvieran
relación con su artículo, tanto más cuanto que no había sido en abso-
luto su intención (...) injerirse en la dirección de la política artística
del Reich, que también a su entender sólo la determinan, como es natu-
ral, el Führer (...) y el ministro competente designado por él». 82 Con
este comunicado de prensa de gran habilidad táctica Goebbels mató
tres pájaros de un tiro. En primer lugar ayudó a Furtwángler a salvar la
cara, en segundo lugar rechazó las pretensiones de Rosenberg y en ter-
cer lugar fue provechoso para el régimen conservar a este director en
Alemania. Por último, Goebbels pensó probablemente, tal como anotó
en su diario, que esto era un «gran éxito moral para nosotros». Lo que
quedaba era «el problema de qué ocupación darle».83
Como es lógico, Rosenberg no estaba satisfecho con eso. Con gran
sutileza hizo saber a Hess que él encontraba «directamente provocador»
cómo se había redactado la declaración de prensa goebbeliana. Furt-
wángler no se disculpaba «por sus ataques políticos contra una organi-
zación nacionalsocialista», sino que lamentaba «sólo las consecuencias y
conclusiones que se hubieran sacado de su artículo. Y el ministro
nacionalsocialista» daba por buenas «exactamente esas formulaciones». Él,
Rosenberg, pedía que «se indujera al señor doctor Furtwángler» a
«disculparse ante él de la misma manera, pero no por las conclusiones,
sino por sus ataques políticos contra la comunidad cultural nacionalso-
cialista».84 Seguramente a instancias de Hess, Furtwángler tuvo que dar
también este paso. Como contrapartida, tras el encuentro con Furt-
wángler, Rosenberg dio instrucciones a su comunidad cultural no reco-
nocida oficialmente por el partido de observar una «absoluta neutralidad»
con respecto a Furtwángler.85 Así parecía que se habían creado las;
condiciones necesarias para la reconciliación oficial entre Furtwangle
374 Goebbels
tura del Reich a los líderes designados por él, Goebbels —entre otros
Philipp Bouhler, Schirach, Rust y Konstantin Hierl—.Ya no iba a con -
sentir semejantes «insolencias durante mucho tiempo», 155 escribió, y se
mantuvo en sus trece. Rosenberg iba a «escribir y quejarse» diciendo
que «ni siquiera permitiría que le informaran al respecto». 156 Así pues, al
comisionado de Hitler para la ideología no le quedó más remedio que
lamentar de nuevo que Goebbels «pasara lisa y llanamente por alto» la
misión que Hitler le había confiado. 157
Si bien Goebbels iba triunfando sobre Rosenberg lento pero segu-
ro, Goebbels no estaba satisfecho con cómo estaba transcurriendo la
«desjudeización» de la Cámara de Cultura del Reich desde enero de
1936. Después de que en el año que terminaba, 1935, se decretaran en
masa a lo largo de varias semanas expulsiones de la Cámara de Cultu ra
del Reich para los «no arios» activos en la economía cultural, a comienzos
de 1936 Schacht consiguió —aunque sólo provisionalmente— poner
freno a la manía «desjudeizadora» de Goebbels. Schacht hizo valer ante
Hitler su argumentación de renunciar a un proceder tan masivo aten -
diendo a la balanza alemana del comercio exterior y al presupuesto ale-
mán de divisas,158 con lo cual el Ministerio de Propaganda, «por encargo
especial» de Goebbels, tuvo que dar la orden de suspender «con
efecto inmediato (...) todas las medidas para la desjudeización (...) de
los gremios económico-culturales». 159
En esta situación le vino muy a propósito a Goebbels el asesinato de
Wilhelm Gustloff, el jefe del grupo nacional de la organización exte -
rior del NSDAP en Suiza. Con motivo de su sepelio, Hitler pronunció
en Schwerin el 12 de febrero de 1936 un «discurso contundente y radi-
cal».160 Calificó a Gustloff como el «primer mártir consciente» del nacio-
nalsocialismo en el extranjero y responsabilizó al «rencoroso poder de
nuestro enemigo judío» de esta y de «todas las desgracias que cayeron
sobre nosotros en noviembre de 1918 y (...) que invadieron Alemania
en los años siguientes». 161 Goebbels se ocupó de que estas palabras se
retransmitieran por todas las emisoras alemanas ese mismo día, 162 para
transformarlas inmediatamente en medidas directas utilizándolas como
impulso para la radicalización.
El camino a nuestra libertad pasa por crisis y peligros 387
tenía clara la fecha definitiva, 176 pues creía que una «acción de recon-
ciliación entre Italia y Abisinia» el 3 de marzo en Ginebra, que podía
«durar mucho», «retrasará nuestra fecha. Es una pena, una pena, porque
el sábado es el mejor día». 177 Una vez más se equivocó, ya que el 6 de
marzo Hitler presentó hechos consumados al gabinete, que reaccionó
«con una estupefacción inmensa». 178 Esa misma tarde hizo que Goeb-
bels emitiera un comunicado oficial según el cual el «Parlamento se
convoca para mañana, sábado, a las 12 del mediodía». Por la tarde el
ministro de Propaganda dio órdenes a sus colaboradores, a quienes se
les prohibió abandonar esa noche el ministerio para que no fuera «posi-
ble ninguna indiscreción». 179 Mientras tanto ya estaba en marcha el
transporte «relámpago» de tropas hacia el oeste, planeado por Von Fritsch
y camuflado como «concentraciones de las SA y del Frente de Traba -
jo».180
A los corresponsales de prensa extranjeros los había convocado Goeb-
bels en un hotel berlinés y allí les impuso una «clausura» hasta el día
siguiente. 181 Sus colegas alemanes fueron citados en el Ministerio de
Propaganda muy temprano la mañana del sábado y «bajo fuertes medi -
das de precaución» embarcados en dos aviones que estaban preparados
en el aeropuerto de Tempelhof y que poco después despegaron en direc-
ción a Renania. 182 Sólo cuando estuvieron en el aire se les comunicó
que se dirigían hacia Colonia, Coblenza y Frankfurt del Meno para
seguir de cerca a la Wehrmacht alemana durante su entrada en Rena -
nia. Lo que tenían que informar desde allí se lo ordenó Alfred-Ingemar
Berndt, quien pocos días más tarde fue nombrado director del depar-
tamento de prensa del Ministerio de Propaganda: «Bonitas impresiones
desde el Rin sobre la entrada de las tropas, el entusiasmo de la pobla -
ción, el sentimiento de la población de ser liberada de una pesadilla (...)
por supuesto no el Victoriosos derrotaremos a Francia, mientras que real-
mente habría menos que objetar contra La guardia en el Rin».1S3-m
Aquella mañana del 7 de marzo de 1936, mientras la Wehrmacht
alemana cruzaba el Rin entre los gritos de júbilo de la población, Goeb-
bels trabajó «con gran agitación» 185 hasta que hizo desembocar todo, el
discurso de Hitler ante el Parlamento, las primeras noticias sobre el éxi-
390 Goebbels
ciente isla «a través de una calle de honor formada por jóvenes bailari -
nas que llevaban en las manos flameantes antorchas». «Los miles de luces,
que brillaban desde el ramaje de vetustos árboles, tenían la forma de
enormes mariposas».254 Tres orquestas tocaban música de baile. El radiante
anfitrión, Goebbels, con un traje blanco, y su esposa Magda, con un
elegante vestido de noche, hacían los honores. 255 El champán corría a
raudales esa noche, con la que no podían competir ni la fiesta de jar-
dín celebrada por los Góring en honor de los invitados extranjeros con
la «entrañable alegría alemana»256 ni la solemne tarde en la Ópera Ale-
mana, guarnecida de seda color crema.
Entre los invitados de esa noche de verano había también vecinos
de Schwanenwerder: los actores Lida Baarova y Gustav Fróhlich. Goeb-
bels, según recuerda el permanente acompañante de Lida Baarova, «aga-
sajó» verdaderamente esa noche a la joven checa con «seductor encan -
to».257 Ya antes le había llamado la atención al ministro en varias ocasiones.
En diciembre de 1934 había hecho junto con Hitler una visita a un
estudio en Babelsberg y había conocido a los protagonistas de la pelí -
cula Barcarola, Baarova y Fróhlich, durante el rodaje.258 En relación con
otro papel en la película La hora de la tentación, Goebbels la menciona
por primera vez en su diario en junio de 1936: aunque la película era
«una corriente bagatela», aun así actuaba bien la Baarova. 259
La relación que se iniciaba entre Lida Baarova y Goebbels se vio
facilitada por el hecho de que la mansión que ésta habitaba con Gus-
tav Fróhlich en Schwanenwerder estaba al lado de la del ministro de
Propaganda. Separado recientemente de la cantante de opereta Gitta
Alpar, la cual había abandonado Alemania poco después del 30 de enero
de 1933 por su origen judío, Fróhlich había adquirido como domi cilio
común para él y su amante el señorial edificio de doce habitaciones,
con embarcadero, poco antes de que comenzaran los Juegos
Olímpicos. Durante los juegos Goebbels manifestó su interés por ver
la mansión de Fróhlich.A esa visita siguieron varios encuentros. En petit
comité hacían salidas en barco hasta el lago Schwielowsee. 260 Goebbels
mostraba cada vez más claramente su interés por la hermosa checa, que
aún no tenía los veintidós años, y sin duda a la prometedora actriz tam-
El camino a nuestra libertad pasa por crisis y peligros 401
tas. Pero esta eterna espera en la sequía también es terrible. Pero voy a
empezar otra vez a arrancar las malas hierbas». 16
Cuando el 26 de noviembre de 1936 Goebbels prohibió en primer
lugar la crítica artística libre, que a sus ojos representaba un «daño can -
cerígeno para la vida pública», 17 fue porque Hitler acababa de dictami-
nar que «en una época como la actual (...) la crítica no debería ser el
mayor deber, sino la consecución de una unidad de espíritu y volun-
tad».18 Para semejante objetivo no podían servir en ningún caso aque -
llos «sabelotodo arrogantes» que siempre se oponían con «eternas que-
rellas» y «acordes disonantes» a la aspiración de construir una vida cultural
y artística «alemana».19
Dónde había que buscarlos quedó claro en el discurso que Goeb -
bels pronunció en el cuarto congreso anual de la Cámara de Cultura
del Reich. La prohibición de la crítica artística tenía una vez más una
orientación antisemita, pues llamó a sus representantes «descendientes
camuflados» de la «aristocracia judía de críticos». 20 En una época de
«intrusismo cultural judío»21 se había «encargado a literatos judíos, desde
Heinrich Heine hasta Kerr» que se erigieran «en infalibles jueces de los
trabajos ajenos»22 —así decía el decreto para la «reestructuración de la
vida cultural alemana»—. Goebbels acusó a los judíos de ser los prin-
cipales responsables de la «completa distorsión del concepto "crítica"
(...) hasta convertirlo en enjuiciamiento artístico». 23
A partir de ahora, por principio esto ya no se toleraría en el Estado
nacionalsocialista. Ningún líder nacionalsocialista comprendía siquiera
que se le tuviera que criticar públicamente, observó Goebbels en pri -
vado. Por eso —pensaba— había que librar a los artistas del poder crí -
tico de la prensa.24 Así pues, según su deseo, las convicciones nacional-
socialistas y la «pureza de corazón», junto al «tacto» y al «respeto de la
voluntad artística», debían servir en el futuro como fundamento de las
críticas, degradadas a «informes artísticos» a través de «regulaciones» adi-
cionales. Debían elaborarse conforme al criterio de ser menos valora-
tivas y más descriptivas, y, por ende, más dignificantes. 25
Goebbels y Hitler hicieron responsable a la influencia judía del efec-
to negativo que a su juicio ejercía la fe cristiana sobre el pueblo. Goe-
¡Führer, ordena, nosotros te seguimos! 411
la vuelta, ya que todo debía ser un error; cómo el avión había estado
girando en las nubes durante horas sobre territorio alemán, mientras se
le daba al pasajero información falsa de la posición, de manera que
Hanfstaengl seguía creyendo que se aproximaba a España; cómo final -
mente el piloto había simulado una avería del motor, declarando que
tenía que iniciar un aterrizaje forzoso, y cómo le había «abandonado»
en una plaza de Wurzen, al este de Leipzig. 76 Con sorna señaló Goeb-
bels en su diario: «El pobrecito está haciendo ahora su expedición espa -
ñola en Sajonia».77
La minuciosa exposición de Goebbels provocó una gran hilaridad
en Hitler y sus compañeros de almuerzo. 78 Menos entusiasmado se debió
de mostrar Hitler cuando días más tarde se enteró de que Hanfstaengl
había huido a Suiza. Con el apoyo de Góring y Himmler, ahora Goeb -
bels tenía que intentar convencer a Hanfstaengl de que regresara a Ale -
mania, «detenerlo» y «no volverlo a soltar», pues se temía que hiciera
revelaciones que «eclipsarían con mucho» las de otros emigrantes. 79 El
19 de marzo, Hermann Góring le escribió a Hanfstaengl una hipócri ta
carta en la que le daba «su palabra de honor» de que con esta «broma
(...) se le había querido dar la oportunidad de reflexionar (...) por
algunas declaraciones demasiado osadas». 80 Himmler pidió a Goebbels
que «camelara» a Hanfstaengl «para que volviera», a lo que éste le ten -
dió «el señuelo de grandes honorarios para música cinematográfica». 81
Aunque Hanfstaengl no picó, a principios de 1938 deseó «regresar a
Alemania», 82 motivo por el cual en febrero de 1938 solicitó a Himmler
desde Londres, donde se había establecido para entonces, que le reha-
bilitara, puesto que se había cometido una «infinita injusticia» con él. 83
Entretanto, Magda Goebbels seguramente había sospechado la rela-
ción de su marido con Lida Baarova, pues en primavera de 1937 ésta
estaba invitada cada vez con más frecuencia en la casa del ministro de
Propaganda para tomar el té o asistir a veladas. 84 Además, hacía tiempo
que el tema era objeto de chismorreo en Berlín. Se decía que durante
el rodaje de la película Patriotas había habido una disputa entre Goeb-
bels, Lida Baarova y Gustav Fróhlich, que terminó con una bofetada de
éste al ministro de Propaganda. Lo que realmente sí había ocurrido,
418 Goebbeh
lo podrá romper (...). Esto dicen con fe todas las personas alemanas,
desde Kónigsberg hasta Colonia, desde Hamburgo hasta Viena». 219
La radio de Goebbels también estaba presente cuando al día siguien-
te Hitler gritó desde un balcón del palacio imperial de Hofburg a la
Heldenplatz [Plaza de los Héroes]: «Como Führer y canciller de la nación
alemana y del Reich anuncio ahora a la historia la entrada de mi patria
en el Reich alemán».220 Para la «vuelta a casa del victorioso general»,
como se llamaba a Hitler en el Volkischer Beobachter, Goebbels había
acudido al aeropuerto de Tempelhof. El viaje desde allí a la cancillería
del Reich se asemejó de nuevo a una marcha triunfal. Casi una hora
duró el camino, bajo el toque de las campanas, entre los vítores de la
gente, hasta la cancillería del Reich. 221
Antes de que el Ministerio de Propaganda emprendiera las tareas
que le correspondían con la «anexión» de Austria, además de la prepa-
ración y organización del plebiscito y de las elecciones parlamentarias
para el 10 de abril, 222 Goebbels acometió a principios de ese mes algunas
innovaciones organizativas. Para entonces, el número de colaboradores
crecía continuamente hacia la marca ideal de un millar fijada por él,
aunque el deseo de Goebbels era dirigir, más que administrar, un
aparato de funcionarios lo más pequeño posible, pero con empleados
bien remunerados. 223 En la prensa señaló que los cambios no respondían
al habitual «reajuste de funcionarios», sino que por el contrario
significaban una «nueva organización disciplinada y bien ponderada»,
es decir, una «concentración de fuerzas». Una de estas medidas afectó a
la sección de prensa dirigida por Dietrich, que ahora se dividió en dos
departamentos principales. Como jefe del departamento de prensa nacio-
nal Goebbels nombró a Alfred-Ingemar Berndt, que desde abril de 1936
había estado al frente de todo el departamento de prensa y que era un
enemigo declarado de Dietrich, contra el cual intrigaba a menudo; algo
parecido se aplicaba a Karl Bómer, a quien se confió el departamento
de prensa extranjera, con relación al Ministerio de Exteriores de Rib-
bentrop. Además, al sector de la propaganda, del que ahora se hizo car-
go Leopold Gutterer, se añadió una sección general (departamento II A)
que, liderada por Hans Hinkel, ahora tenía oficialmente la misión de
436 Goebbeh
cómo aquí «el pequeño Adolf cogía por las noches manzanas y peras».
Por lo que le contaron los compañeros de colegio de Hitler, se enteró
de que, cuando era joven, era «siempre el cabecilla», de que hablaba a
sus amigos de la historia y era para ellos un «buen camarada». Como en
su casa, la madre de Hitler también era «cariñosa y bondadosa», su padre
«huraño, taciturno y severo». «Feliz» de estar allí, porque al parecer esa
procedencia y el «martirio» que Hitler había tenido que soportar al igual
que él en los primeros años —«perseguido, maltratado y detenido por
los esbirros del régimen de los Habsburgo»— los había destinado a los
dos a algo más grande, volvió a pasar al final por todas las habitaciones
e inhaló «profundamente el aire de esta casa». 280
De vuelta en Berlín, se agravó la situación entre él y su esposa Mag-
da.Antes de viajar a Austria había pasado —según él— las mejores vaca-
ciones de su vida en compañía de Lida Baarova en Lanke, 281 adonde
para entonces había trasladado su cuartel permanente. No fue hasta
principios de agosto cuando le reveló a Magda la verdadera dimensión
de su relación con la actriz. «Contento de que hubiera llegado el momen -
to»,282 resultó sintomático que no hablara directamente con ella, sino
que enviara por delante a Lida Baarova, quien, de mujer a mujer, debía
preparar a Magda para el propósito de Goebbels de llevar en el futuro
un matrimonio de tres. 283
Sólo después del tanteo de su amante, los esposos mantuvieron al
día siguiente una «larga discusión», después de la cual Goebbels tuvo la
impresión de que «no había quedado todo arreglado, pero sí muchas
cosas claras».284 Al parecer Magda se había mostrado dispuesta a aceptar
las propuestas de su marido. Sin embargo, durante dos fines de semana
que pasaron juntos, Goebbels la provocó de tal manera —en pre -
sencia suya y de sus invitados anduvo pavoneándose con Lida Baarova
en el yate y por la tarde proyectó sus películas en el cine privado— 285
que a Magda se le acabó la paciencia. El 15 de agosto de 1938 dio un
paso que Goebbels nunca se habría imaginado. Se dirigió a Hitler con
el objeto de poner fin a la situación, que se había vuelto insoportable
para ella. El Führer reaccionó «con profunda conmoción», pero, des-
pués del escándalo de Blomberg en febrero, temía otro affaire y le pro-
¡Führer, ordena, nosotros te seguimos! 447
hibió el divorcio que ella exigía, a sabiendas de que hacía esto «a costa
de su propia reputación».286
Hitler hizo llamar a Goebbels en el acto y, durante «una entrevista
muy larga y seria», le recordó sus obligaciones y le ordenó categórica -
mente la inmediata separación de Lida Baarova. Con el fin de presio -
narle más, vinculó la carrera política de Goebbels a la existencia futu -
ra del matrimonio con Magda, a la que dejó la última decisión de si
accedía o no. Hitler, que sin embargo no quería perder a su más hábil
propagandista antes del esperado conflicto militar con Checoslovaquia,
jugó primero contra el reloj y ordenó «una tregua hasta finales de sep -
tiembre».287 Goebbels reaccionó con una «profundísima» conmoción y
«absoluto estupor», pero tomó de inmediato una decisión «muy difícil»
y «definitiva»: «El deber está por encima de todo. A él hay que obede -
cer en los momentos más difíciles. Fuera de él todo es variable y tam -
baleante. Así que me someteré a él. Del todo y sin queja». 288 Tarde, por la
noche, mantuvo una última «conversación telefónica, muy larga y
muy triste», con Lida Baarova. «Pero sigo siendo duro, aunque el cora -
zón amenace con rompérseme.Y ahora comienza una nueva vida. Una
vida dura, cruel, consagrada al deber. Ya se ha acabado la juventud». 289
Los días siguientes los pasó Goebbels con «cambios de impresiones»,
alternativamente con Hitler 290 y con Magda. No hay ninguna referencia
a que él tramitara realmente en serio la separación de ella. 291 Las notas
de su diario apuntan lo contrario. Esperaba que Magda se decidiera
positivamente a continuar con el matrimonio después de la fase de
tregua convenida: «Hasta entonces pueden cambiar muchas cosas, por
las buenas o por las malas. Esperemos que sólo por las buenas. Hay que
echar tierra a todo el asunto.Y dejar pasar el tiempo, que como es
sabido todo lo cura». 292 Pero, mientras que Hitler se comportó con él
«como un padre»,293 sufrió por parte de Magda «una extraordinaria mor-
tificación». 294 Una y otra vez se quejaba de lo «dura y cruel» que era
Magda con él. 295 Él mismo atravesó —como escribió lleno de auto-
compasión— la etapa más difícil de su vida. Su corazón estaba «herido
de muerte», sólo dormía «con fuertes medicamentos» y no comía nada
durante días. 296 Aparte de Hitler, sólo encontró apoyo en su madre y
448 Goebbels
en su hermana María, con las que pasaba largas tardes en busca de con-
sejo.297
Para Lida Baarova, la separación de Goebbels significó también el
final de su carrera en Alemania. En vano intentó hacer cambiar de opi -
nión a Goebbels a través de su amiga Hilde Korber, la segunda mujer
del directorVeit Harían. Goebbels defendió ante Hilde Korber «la nece-
sidad» de su actuación y «la irrevocabilidad» de su decisión. 298 Lida Baa-
rova perdió de inmediato su papel protagonista en la película La aman-
te, que pasó aViktoria von Balasko después de que el médico contratado
de la Ufa diagnosticara de repente una «lesión valvular». Su película ya
rodada Historia de amor prusiana, que —iniciada por Goebbels— con-
taba en clave la historia de amor de ambos, fue prohibida y no llegó a
los cines hasta 1950 bajo el título Leyenda de amor. Sin embargo, a ella
aún le esperaba su momento más amargo.
«Todo el pensamiento» de Hitler «está ocupado en este momento
por cuestiones militares», 299 constató Goebbels, que estaba todavía más
sumiso que de costumbre por su mala conciencia. Deliberaba con su
Führer casi diariamente. Unas veces era el tema los estados balcánicos.
Hitler no quería «renovar» los pueblos, «sobre todo a los checos», con
«sangre alemana», sino «empujarlos fuera» de sus territorios y tomar
posesión de su suelo, 300 lo que Goebbels admiraba como «muy claro,
duro, pero también consecuente». 301 Inglaterra —pensaba Hitler—
«estorbaba» el impulso expansionista alemán.302 También el 31 de agosto,
cuando Goebbels visitó a Hitler en el Obersalzberg, la postura de
Inglaterra volvió a ser el centro de las conversaciones, aparte de las cues-
tiones militares.303 Para el caso de que no aceptara un ataque alemán a
Checoslovaquia, planeado para octubre, 304 se habían hecho importantes
preparativos militares, dijo tranquilizadoramente Hitler a su ministro
de Propaganda. Pero esto no correspondía a la realidad, pues el Füh rer
contaba con que Inglaterra retrocediera finalmente ante el conflicto.
En su transcurso también empezó a «rodar el trabajo bélico» 305 del
Ministerio de Propaganda, pues desde el principio no era objeto de
discusión entre la dirección nacionalsocialista y la Wehrmacht que la
«guerra propagandística» debía estar en igualdad de condiciones con
¡Führer, ordena, nosotros te seguimos! 449
soltar allí animales que «se les parecen muchísimo», por ejemplo el alce,
por su gran nariz. Sin embargo, Goebbels hizo constar en su diario que
había trabajado con Góring «fabulosamente». Él también «aborda el
tema con dureza».Y esta valoración respondía a la realidad. Después de
que Góring volviera a encauzar el diálogo por el camino que le inte-
resaba y de que consultara para ello a un representante de la economía
de seguros, se dispuso que éstos tenían que pagar los desperfectos, pero
que el gobierno del Reich confiscaría inmediatamente esas sumas de
dinero. Además se impuso a los judíos una «prestación de desagravio»
que ascendía a 1.000 millones de marcos del Reich, a la que tenían que
contribuir aquellos que poseyeran un capital de 5.000 marcos o más.
El patrimonio judío en Alemania se estimó en 5.000 millones de mar-
cos, y se fijó un «impuesto» del 20 por ciento —«una buena sangría», a
juicio de Goebbels—.344 Después de la conferencia observó con satis-
facción que la «opinión radical» había vencido y que ahora se iba a hacer
«tabla rasa».345
Ese mismo día, las medidas debatidas para la exclusión de los judíos
de la vida económica alemana fueron publicadas en el boletín oficial
del Reich: las últimas empresas y negocios que se encontraran en pose-
sión judía tenían que ser «"arianizados" forzosamente», es decir, vendi-
dos por un precio irrisorio y los beneficios ingresados en cuentas blo-
queadas que fueron confiscadas por el Reich alemán durante la guerra.
Otra de las medidas que ordenó Goebbels fue prohibir a los judíos la
asistencia a cualquier tipo de actos culturales, ya fuera teatro o con-
cierto, cine o exposición. Además consideró que «ya no resultaba via-
ble» que fueran al circo.346 Lo mismo se aplicó para otros sectores, pro-
hibiendo a los niños judíos asistir a clase y denegando la admisión a los
judíos en general a los lugares de descanso y recreo. A principios del
año 1939 Góring encomendó a Heydrich que «llevara a cabo la expa-
triación judía de todo el territorio del Reich».347 A aquellos que se sentían
«obligados» a «compadecer a los pobres judíos después de este proceso
de segregación» les contestó que no tenían «ni idea de lo
profundamente que el influjo judío había corroído la vida cultural ale-
mana en el pasado». Alabó la «nítida separación» entre los alemanes y
¡Führer, ordena, nosotros te seguimos! 459
hay que solucionarlo por la fuerza: pero las cosas no pueden seguir as í
en ningún caso».356
Como parte de esta reorientación psicológica de la población, había
que inyectarle confianza en sí misma. Así pues, Goebbels subrayó de
manera especial en la propaganda, aparte de la dirección nacionalso -
cialista y del «poder» del pueblo alemán, la fuerza militar de la Wehr-
macht como razón por la cual Alemania había recuperado su posición
de potencia mundial. El mismo proporcionó el marco cuando —en su
discurso inaugural de la campaña electoral para las elecciones comple-
mentarias que se iban a celebrar en los Sudetes alemanes para un Par-
lamento pangermano el 19 de noviembre— declaró que aquello que
parecía un «milagro», es decir, que el Reich se hubiera vuelto a forta-
lecer pasando de la «mayor caída» de su historia a ser «la potencia mili-
tar más fuerte del mundo», se debía a que el pueblo alemán había reco-
brado su «propia fuerza» y a la dirección estatal «verdaderamente virtuosa»
de los nacionalsocialistas; su secreto residía en hacer «lo correcto en el
momento adecuado».357 El ministro de Propaganda recordaba con insis-
tencia a sus oyentes alemanes de los Sudetes y a los de los receptores
públicos que ahora eran «miembros de una gran potencia mundial». «La
Wehrmacht, la cual hemos construido en cinco años y medio con el
mayor sacrificio y con los mayores peligros en el Reich, es ahora vues-
tra Wehrmacht. Y los buques de guerra alemanes (...), que hoy en día
surcan los mares como orgullosos testigos de la fuerza alemana y de la
grandeza alemana, son ahora vuestros buques de guerra. Son también
los testigos de vuestra fuerza y de vuestra grandeza, de vuestro orgullo
y de vuestra adhesión al Reich». 358
Como es lógico, la prensa también debía desempeñar esta y seme -
jantes «tareas constructivas» antes del golpe al «resto de Chequia».El 19
de octubre se dieron instrucciones a los representantes del Ministerio
de Propaganda para que contribuyeran intensamente a la «populariza -
ción de la Wehrmacht». 359 «Con un efecto continuo y de larga dura-
ción», debía consolidar «la confianza del pueblo alemán en sus propias
fuerzas y en sus medidas de presión militar» y además movilizar todos
los recursos disponibles y abrir todas las sendas periodísticas. 360 Se de-
462 Goebbels
tro, que durante años no sólo había ejercido presión sexual sobre las
bellezas de la pantalla, sino también sobre muchas de sus empleadas, y
por eso estaba «aislado moralmente en el partido». «Antes renegábamos
de los directores generales judíos que abusaban de sus empleadas. Hoy
lo hace el doctor Goebbels», debió de decirle Himmler a Hitler sobre
el «hombre más odiado de Alemania». Himmler echó leña al fuego
comunicando a Rosenberg «decenas» de casos en los que las mujeres
afectadas habían declarado sucesivamente ante la señora Goebbels o
ante la Gestapo que se habían visto coaccionadas. Himmler transmitió
alguna de esas actas a Hitler. Así pues, no era de extrañar que Goebbels,
quien cada vez se veía sometido a mayor presión, sintiera en su entor -
no un «ambiente glacial». Aunque intentaba hacerse «el sordo y el dis -
traído» frente al chismorreo, 370 Goebbels hablaba frecuentemente con
su secretario de Estado Hanke, a quien había querido implicar en el
asunto, sobre la «penosa situación con respecto a mi caso», observando
casi con resignación que «no consigo salir de ella». 371 Su deseo, «¡que se
olvide todo el pasado!»,372 habla por sí solo. El 11 de noviembre, el cum-
pleaños de Magda se celebró «de manera muy silenciosa», porque en
ese momento no había razones «para una estrepitosa alegría». 373 Sin
embargo, el regocijo y las especulaciones de sus rivales acerca de que
había perdido el favor de Hitler carecían de fundamento. Significativo
fue que Hitler pasara a mediados de noviembre dos días en casa del
matrimonio Goebbels en Schwanenwerder, donde recibió a Keitel,
Brauchitsch y Góring para entrevistarse con ellos. 374
A finales del año 1938, el estado de Goebbels había vuelto a tocar
fondo. Mientras que se aproximaba la fecha decisiva para su carrera polí-
tica, en la que Magda debía emitir una resolución definitiva, él estaba
más solo que nunca y al borde de sufrir un colapso físico y anímico. En
diciembre de 1938 le diagnosticaron en el hospital «serios trastornos
nerviosos, sobre todo en el estómago», 375 que le llegaron a producir tales
dolores que el profesor Sauerbruch, al que se había hecho venir desde
Dresde, quería «operar inmediatamente». 376
Mientras Goebbels todavía estaba en el hospital de la Charité, Mag-da
tuvo otra entrevista con Hider, cuyo contenido permanecio Oculto
464 Goebbels
de Goebbels pronunciado con motivo del fin del año 1938. Mientras
que las amplias masas del pueblo aún poseían «esa primigenia e íntegra
capacidad de creer», que «considera posible y realizable todo aquello a
lo que uno se entrega con toda el alma y por lo que se lucha con un
corazón fuerte y valiente», esa capacidad estaba «algo embotada»399 sobre
todo entre aquellos «intelectuales que andan buscando pendencias», 400
que confían «más en las fuerzas de la pura y fría razón que en las fuer -
zas de un corazón ardiente, idealista».
Después de este preludio, Goebbels continuó a lo largo del mes de
febrero su campaña de difamación con tres editoriales en el Vólkischer
Beobachter. El 4 de febrero, en «¿Seguimos realmente teniendo humor?»,
reprochaba a los intelectuales que no tuvieran «la fuerza para reunir
todo su valor y encarar el peligro (...). Para una pasión política grande
y fervorosa» no había «sitio en sus débiles corazones». No estaban dis-
puestos a dejar que los «ineptos intelectuales» les «dijeran sandeces», esa
«chusma parasitaria que puebla las calles de lujo de nuestras grandes
ciudades».401 Goebbels esperaba que el artículo «El intelectual»402 cayera
«como una bomba»,403 y ya el 18 de febrero de 1939 los volvía a atacar
en «Cabezas y cabezas huecas».
La furia de Goebbels contra los «intelectuales» tenía su origen en la
conciencia de que con ellos no daba resultado aquel método que él
siempre alabó como la única receta propagandística eficaz: 404 sólo quien
pueda formular los problemas de la manera más sencilla posible —así
decía su credo propagandístico— y «tenga el valor (...) de repetirlos
eternamente en esa forma simplificada, ése obtendrá a la larga resulta-
dos primordiales en la influencia sobre la opinión pública». 405 Los «inte-
lectuales», por el contrario, tenían la opinión errónea de que el públi co
se volvía más apático cuanto más a menudo se tratara un tema. Pero
precisamente la cuestión estaba en cómo tratar un tema. «Cuando se
tiene el talento de ilustrarlo siempre desde distintos lados, de encontrar
siempre nuevos patrones de demostración, de aducir argumentos cada
vez más drásticos y contundentes para defender el propio punto de vis -
ta, entonces el interés del público nunca decaerá, al contrario, sólo
aumentará».406
¡Führer, ordena, nosotros te seguimos! 467
ferencia ministerial», que en realidad, más que una conferencia, era una
distribución de órdenes que él dictaba personalmente. 59 El ayudante de
Goebbels declaró en Nuremberg que allí nunca se discutió, sino que
primero el oficial de enlace exponía a grandes rasgos la situación mili -
tar y a continuación Goebbels daba las instrucciones propagandísticas
a las personas competentes en cada caso, sobre todo en lo referente a la
prensa, la radio y el noticiario Wochenschau.60
A finales de septiembre de 1939 la campaña polaca llegó a su fin.
Con el pretexto de proteger a las minorías rusas y ucranianas, en vista
de que ya no existía el Estado polaco, el Ejército Rojo irrumpió en
Polonia oriental el 17 de septiembre. Al día siguiente se encontraron
las unidades soviéticas y alemanas en Brest-Litovsk. Nueve días después
capitularon los defensores de la cercadaVarsovia. En ese mismo momen-
to, Ribbentrop, Molótov y Stalin modificaban en el Kremlin las cláu-
sulas del pacto entre Hitler y Stalin a favor de la Unión Soviética. Con
la firma del tratado de límites y amistad germano-soviético, los nacio -
nalsocialistas renunciaban a Lituania y recibían a cambio adicionalmente
la voivodía de Lublin y la parte oriental de la voivodía de Varsovia.
Después de que, el mismo día de la caída de Varsovia, la prensa y la
radio dieran comienzo a una gran ofensiva por la paz, en un discurso
pronunciado el 6 de octubre en la Ópera Kroll, Hitler se dirigió a las
potencias occidentales con una «oferta de paz» en la que se manifesta ba
que «sería una insensatez aniquilar millones de vidas humanas y cau sar
pérdidas materiales de cientos de miles de millones para restablecer un
entramado que ya en el momento de su formación fue calificado por
todos los no polacos como un aborto». Durante la enervante espe ra a la
respuesta británica, Goebbels, que en secreto deseaba «que vinie ra la
paz»,61 se planteaba una y otra vez la angustiosa pregunta de «si se llegará
a una verdadera guerra mundial». 62 El 10 de octubre, durante un
almuerzo conjunto en la cancillería del Reich, Hitler observó que aún
no tenía idea de cómo reaccionaría Londres. Había que esperar y dejar
que las cosas maduraran. 63 Para acelerar este proceso, Hitler aprovechó
el «mitin popular» organizado por Goebbels esa tarde en el palacio del
deportes berlinés con motivo de la inauguración de la primera obra de
494 Goebbels
fuego, la cual Goebbels consideraba una obra maestra, 112 también criticó
ese día los noticiarios del Wochenschau, cuyas 3.000 copias llegaban
semanalmente a los cines.113 «Se hacen de manera trivial y con un interés
superficial».114 Al parecer, Goebbels cortaba «los metros sin dar a la
nación lo que quiere por medio de una dirección permanentemente
interesante», siguió renegando el Führer sentado a la mesa de medio -
día, poniendo así sobre el tapete una deficiencia que el ministro de Pro -
paganda trataba de subsanar desde hacía semanas. Durante la «guerra
sentada»115 habían faltado «los temas oportunos»;116 las compañías de
propaganda sólo enviaban un material fílmico carente de imaginación,
lo que el civil Goebbels achacaba a su instrucción militar, que inhibía
«la creatividad propia».117
La sarta de improperios duró —según anotó Rosenberg en su dia-
rio con tanta malicia como minuciosidad— unos veinte minutos, durante
los cuales Goebbels, a quien por lo demás nunca le faltaban argu -
mentos en contra, enmudeció totalmente tras un apocado intento de
defenderse: «Pero si tenemos buenas (...) películas nacionales».118Aunque
la situación en que le había puesto su Führer era más que emba razosa,
defendió el comportamiento de Hitler al escribir que «tiene derecho
a ello, es un genio», 119 prometiendo además hacerlo mejor en el futuro.
Posiblemente fue la moral de la población, cualquier cosa menos
optimista, la que llevó al irritado Hitler a lanzar semejantes ataques contra
su ministro de Propaganda. Desde que había quedado patente que la
guerra contra Gran Bretaña y Francia no se podría evitar, la gente
recordó la mortífera e interminable guerra de posiciones en el oeste
entre los años 1914 y 1918. El autohundimiento del Almirante Conde
Spee en el Río de la Plata volvió a hacer presentes esos terribles recuer-
dos bélicos: el acorazado destruido había atracado en Montevideo tras
un combate naval con una unidad británica. Puesto que el gobierno de
Uruguay, seguramente cediendo a la presión americana, sólo concedió
al capitán Hans Langsdorff un plazo de 96 horas, insuficiente para repa -
rar los desperfectos, y dado que los británicos estaban esperando en la \
bahía para hundir a cañonazos al Conde Spee, Berlín ordenó el hundi-
504 Goebbels
nes en las que actúa el genio histórico no son decisivas para su gran-
deza, sin el valor y el arrojo con que se enfrenta a los peligros». 127
Después de unas frases tan contundentes, Goebbels se puso a traba-
jar «como nuevo». En el centro de su trabajo seguía estando la propa -
ganda, con la que quería enemistar al pueblo británico y a sus líderes.
Allí estaban por una parte los «plutócratas», los «judíos entre los arios», 128
los Chamberlain, los Churchill y otros varios cientos de familias «que
reúnen todo, excepto la legitimidad moral para dominar el mundo». 129
Su «ilimitada y cerrada arrogancia, su lentitud de pensamiento, su pro-
vocadora flema respecto a las preocupaciones e intereses de otros pue -
blos, su moral hipócrita y falsa, su descarada ingenuidad en la propaga-
ción de mentiras y calumnias» ha sido elevada en cierto modo por el
«plutócrata» a la categoría de arte político, 130 con el que quiere llevar al
pueblo inglés a la guerra y a la destrucción; éste era el tenor de la pro -
paganda goebbeliana, cuyo «carácter antiplutocrático» ya había queri-
do subrayar enérgicamente en diciembre del año anterior; 131 ése era su
«mejor punto de ataque contra Inglaterra». 132
Para tal fin Goebbels había impulsado con una urgencia febril la
ampliación del departamento exterior del Ministerio de Propaganda,
cuyo número de colaboradores se había más que duplicado desde el
comienzo de la guerra hasta abril de 1941, pasando de 20 a 41. 133 El
departamento participaba en las emisiones de la radio exterior, que te -
nían una especial eficacia. Éstas estaban coordinadas e inspiradas a ente-
ra satisfacción de Goebbels por el intendente y director Adolf Raskin,
quien ya había descollado con su propaganda radiofónica durante la
campaña «de vuelta a la patria del Reich» en el territorio del Sarre. 134
Además de las emisiones habituales, durante las cuales se retransmitían
entre otras cosas los discursos traducidos de los líderes pardos, las emi-
soras clandestinas también hacían la «guerra etérea»135 bajo su dirección.
Asimismo entraba dentro de las tareas del departamento exterior el dise-
ño de octavillas. Goebbels recibió un elogio especial del Führer por
las hojas en las que se representaba a soldados ingleses en posturas inequí-
vocas con mujeres francesas y que debían atizar el resentimiento entre
los aliados. 136 El departamento de propaganda lanzó caricaturas muy
Él está bajo la protección del Todopoderoso 507
para los soldados del frente occidental. La «lucha que se inicia deter-
mina el destino de la nación alemana para los próximos mil años», mani-
festó Hitler.161
Alrededor de las cinco de la tarde de ese 9 de mayo, Hitler subía con
su plana mayor a un tren especial en la pequeña estación de Finken-
krug, fuera de Berlín, y partía, para despistar, en dirección noroeste.
Cuando Goebbels, también para disimular, asistía por la tarde en el tea-
tro estatal de Berlín a una representación del drama de Mussolini Cavour,
su mente estaba más con Hitler, cuyo tren especial se dirigía entretan -
to al cuartel general Felsennest [Nido en la roca], por encima de Bad
Münstereifel, que no en la escenificación de Gründgens, que no le con -
venció en absoluto. «Al parecer» al Duce se le daba «mejor hacer his-
toria que dramatizarla», opinó Goebbels. 162
Al amanecer del 10 de mayo de 1940 comenzó la campaña occi-
dental. 137 divisiones con aproximadamente un millón y medio de sol -
dados, casi 2.500 carros de combate y casi 4.000 aviones formaron filas
desde el mar del Norte hasta la frontera meridional. A las ocho —en
ese mismo momento los destacamentos de tropas alemanas tomaban
puentes, nudos ferroviarios, centros de transportes y el fuerte de Eben
Emael, cerca de Lieja, que se consideraba inexpugnable y era un impor -
tante punto estratégico—, Goebbels daba lectura a través de la radio a
memorandos dirigidos a Bélgica, Holanda y Luxemburgo, en los cua -
les reprochaba a los gobiernos de estos países la «flagrante violación de
las reglas más primitivas de neutralidad». Se dieron instrucciones a la
radio y a la prensa para que señalaran que Inglaterra y Francia estaban
a punto de ocupar Bélgica y Holanda y que el Führer se les había ade -
lantado una vez más. De todos modos, dado que ambos países se ha -
bían puesto hacía mucho del lado de las «potencias plutocráticas», eran
víctimas suyas.
La campaña occidental se convirtió en una extraordinaria marcha
triunfal de las fuerzas armadas alemanas. El grupo de ejércitos A, al mando
de los generales de las divisiones blindadas Hans Reinhardt, Heinz
Guderian y Hermann Hoth, irrumpió sin esfuerzo a través de las posi-,
ciones francesas en Sedán y avanzó hasta el 20 de mayo hasta la de
514 Goebbels
sembocadura del Somme. Así pues, todas las fuerzas belgas, británicas y
francesas que se encontraban al norte de este «corte de hoz» quedaron
incomunicadas por tierra. «Se ha logrado el cerco. Se prepara una nue -
va Cannas», se regocijó Goebbels, que seguía con entusiasmo las ope -
raciones en los lugares que recordaba de la guerra mundial. Sin embar -
go, para su buen estado anímico, aún más importantes que los triunfos
de las armas alemanas eran las conversaciones telefónicas casi diarias con
Hitler, quien dirigía las operaciones desde el cuartel general de cam-
paña. Estaba «dichoso», anotó Goebbels una vez, otra que el Führer
creía firmemente en la victoria,para él «una prueba más (...) de que la
tenemos asegurada».163
Con mucho énfasis escribió Goebbels que el sistema nacionalsocia-
lista, pensado y preparado metódicamente por un «genio», era llevado
a la victoria «por la mano guía» de este «genio histórico». Bajo el «influjo
alentador» de este hombre habían despertado las viejas virtudes nacio-
nales alemanas en el espíritu de un nuevo ideal. «El genio creativo ale-
mán se ha visto liberado por primera vez en toda su historia de todos
los impedimentos burocráticos y dinásticos y se ha desarrollado plena-
mente». En el artículo titulado «Tiempo sin precedentes», epígrafe que
se tomó después para la publicación del libro que reunía sus discursos
y artículos de los años 1939-1941, Goebbels intentó además demos -
trarse a sí mismo y a sus lectores que la situación en la que se encon-
traba Alemania era completamente diferente a la del año 1914.
El artículo estaba destinado para la primera edición del nuevo perió-
dico semanal Das Reich. La idea para esta nueva creación nació a fina-
les de noviembre de 1939, cuando se lamentaba de forma generaliza -
da la monotonía de la prensa alemana y se buscaban posibilidades para
intensificar la propaganda en el extranjero. En algunas conversaciones
con el poderoso Rolf Rienhardt, 164 la mano derecha del «magnate de la
prensa» nacionalsocialista Amann, 165 surgió —pese a las dificultades que
ya existían para la adquisición de papel— 166 el proyecto de un
«semanario previsto sobre todo para el extranjero», para el que se sugi -
rió primero el título Deutsche Rundschau [Panorama alemán].167 Goebbels
consideraba desafortunado el título Das Reich, que prefería Rien-
Él está bajo la protección del Todopoderoso 515
hardt, porque era «demasiado oficioso», 168 pero en esta cuestión tuvo
que rendirse ante la omnipotencia del dúo Amann/Rienhardt en el sec -
tor editorial. No obstante, sí hubo acuerdo en la concepción. Se pen-
saba en una especie de Observer alemán, es decir, un periódico intelec-
tual que —con el apoyo de importantes personalidades del Reich
alemán— hiciera uso de una lengua cuidada y estuviera concebido sobre
todo para los países extranjeros neutrales, además de para los alemanes
con intereses políticos e intelectuales. 169 El Reich era el único periódico
que estaba exento de observar la consigna diaria del jefe de prensa del
Reich.
Goebbels, a quien le complacía poder escribir dentro del grupo de
prestigiosos colaboradores,170 fue presa de la ambición periodística. Desde
el principio tuvo la intención de «trabajar muy intensamente» en esa
empresa,171 entre otras cosas porque así esperaba poder «hacer mucho
en materia propagandística». 172 La Editorial Alemana, controlada entre-
tanto por Amann y que publicaba el Frankfurter Zeitung y el Deutsche
Allgemeine Zeitung, firmó con Goebbels un contrato que remuneraba
sus artículos con 2.000 marcos del Reich en cada caso. El ministro de
Propaganda, que tras una larga pausa había comenzado de nuevo a escri-
bir editoriales regularmente —primero en el Vólkischer Beobachter—
bajo la impresión de los críticos meses anteriores a la guerra, solía redac-
tarlos en una hora o en hora y media, pero también en menos de quin -
ce minutos si era necesario.173
A partir de principios de 1941, todos los lunes por la ma ñana casi
sin excepción, el ordenanza de la Wilhelmplatz llevaba a la editorial un
texto cuidadosamente redactado,174 una «inversión de energía» que reco-
nocía incluso el «enemigo jurado» de Goebbels, Rosenberg. Éste pen-
saba que por eso no había que hacer «cada vez pequeñas críticas» a los
artículos. Pero, cuando «por un sentimiento del deber conforme al car-
go» hacía el «esfuerzo de leer a veces con más detenimiento lo escri -
to», encontraba «principalmente la polémica contra nuestros adversa -
rios de tan baja categoría» que varias veces envió cartas de queja a
Góring, porque consideraba que Goebbels «permanecía agarrado a los
faldones de Churchill».175
516 Goebbels
tra la política inglesa en Sudáfrica tuvo que sufrir los «horrores de los
campos de concentración ingleses».291 El drama histórico de El tío Krü-
ger (Ohm Krüger), con Jannings en el papel protagonista, 292 se convirtió
en «película de la nación».
Incluso durante la guerra, estas películas marcadamente propagan-
dísticas constituyeron sólo un pequeño porcentaje, aunque creciente,
de la producción. 293 El motivo era que Goebbels consideraba que pre-
cisamente ahora la misión prioritaria de la industria cinematográfica
era producir «películas amenas para relajarse», 294 de modo que se con-
servara el «buen humor», pues una guerra de estas dimensiones sólo
podía ganarse «con optimismo». 295 Pero dado que el entretenimiento,
«de gran valor en la política estatal», no podía «sustraerse a las tareas
impuestas por la dirección política», 296 y dado que Goebbels veía en el
cine un «medio de educación nacional de primera categoría», 297 la
supuesta distracción o «refrescamiento» de las «fuerzas morales» tam-
bién tenía su sentido oculto. 298 Así, los argumentos que Goebbels hacía
producir estaban sutilmente entrelazados con las intenciones propa -
gandísticas del régimen. 299 Goebbels procuraba combinar la guerra, que
desde 1939 en adelante se había convertido en el tema principal de la
cinematografía, con los distintos géneros, para disfrazar el adoctrina-
miento de los espectadores con la variedad y conseguir que el medio
siguiera siendo atractivo. 300 Como él esperaba por principio de su pro-
paganda ideal, en el cine también se tenía que presentar siempre el mis-
mo mensaje bajo diferentes aspectos cada vez.
Millones de personas vieron Bailando por el mundo (1939), donde se
combinaban las revistas y las marchas militares: «Bailar y ser jóvenes,
vencer y ser jóvenes, reír y ser jóvenes, así somos nosotros, así reza nues-
tro lema», era el leitmotiv de la película.301 Unos 23 millones de espec-
tadores vieron la exitosa película Concierto a la carta (1940), que cuenta
la historia de una «chica alemana» que pierde de vista a su novio, un
robusto subteniente de aviación, por circunstancias del destino, y que
lo vuelve a encontrar gracias a un programa de peticiones musicales.
Las escenas bélicas estaban intercaladas entre los recuerdos nostálgicos
de la «gran época» de los Juegos Olímpicos de 1936 y los éxitos de la
Él está bajo la protección del Todopoderoso 539
la secretaría del partido, leyera pasajes de las cartas de Hess, Hitler tomó
la palabra y condenó la acción de su representante con duras palabras.
Hess le había abandonado en un momento en el que las divisiones apos-
tadas en las fronteras alemanas del este estaban en estado de alerta y en
el que los comandantes podían recibir en cualquier instante la orden
para la misión militar más difícil hasta la fecha. ¿Cómo podía esperar
que sus generales obedecieran esa orden si su más alto jefe político aban-
donaba su «lugar de combate» por propia iniciativa? Goebbels, impre-
sionado una vez más por las palabras de Hitler, lamentó tener que dejar -
le allí tras una «cordial despedida» para dirigir desde su ministerio la
campaña propagandística defensiva en el tema de Hess. 327
Aún en Berchtesgaden, Goebbels había declarado su conformidad
con el Führer sobre la publicación de un segundo comunicado. Al fin
y al cabo, había que reaccionar de alguna forma a las notificaciones
inglesas y explicar a la desconcertada población alemana qué se le había
perdido a Hess en Inglaterra o Escocia. El resultado fue una noticia del
Nationalsozialistische Parteikorrespondenz [Correspondencia del Partido Nacio-
nalsocialista] en la que se aludía una vez más a las supuestas alucinacio-
nes de Hess. 328 De vuelta en Berlín, Goebbels, que no habló de este
tema en el Reich, orientó a sus colaboradores y les dio la consigna según
la cual había que proceder: en el interior no se debía abordar más el
asunto y había que exagerar hasta los episodios militares más insignifi -
cantes para distraer a la población. Hacia el exterior, una significativa
exposición del conjunto debía ir acompañada del «rechazo a las men-
tiras» —como tales calificó Goebbels las prolíficas especulaciones en los
medios extranjeros, supuestamente mal informados—. 329 Por último,
Goebbels esperaba que sirvieran de ayuda profesiones de fe como: «Cre-
emos en el don profético del Führer. Sabemos que al final todo lo que
aparentemente redunda en nuestro perjuicio es nuestra gran fortuna». 330
Qué harían los británicos con este regalo propagandístico, era la pre-
gunta que se planteaba Goebbels, quien envidiaba al adversario por
tener esa posibilidad. Por ejemplo, se podían emitir declaraciones en
nombre de Hess de las que éste no tenía por qué saber nada. Incluso
existía la posibilidad de escenificar llamamientos al pueblo alemán imi-
Él está bajo la protección del Todopoderoso 545
res» por la propaganda,19 que en este momento se había vuelto aún más
perentoria para la desmoralización del imperio soviético y que debía
salir de su estado de «Cenicienta».20 Hacer propaganda en «circunstan-
cias propicias» no era —según Goebbels— ningún arte, «pero, en una
crisis, hacer propaganda que conduzca al éxito es un arte político». 21
Lo único que le dolía en relación con este nuevo desafío era que Hitler
había puesto la dirección de la propaganda oriental en manos de Rosen-
berg, al que en abril de 1941 había nombrado primero comisionado
para la gestión central de las cuestiones referentes al espacio europeo
oriental y el 17 de julio de 1941 ministro de los territorios ocupados
del este. Rosenberg se había convertido así en el beneficiario de las que-
rellas que habían mantenido durante años Goebbels y Ribbentrop. Su
relación había tocado fondo cuando, durante la campaña de los Balca-
nes, el Ministerio de Exteriores aumentó su influencia propagandísti-
ca con una gran compra de emisoras de radio 22 y cuando Ribbentrop
intervino ante Hitler en el «asunto Bómer» en contra del colaborador
de Goebbels, quien finalmente tuvo que someterse al Tribunal del Pue-
blo por orden de Hitler.23 La apreciación inicial de Goebbels de que el
caso era «más inofensivo de lo que los sujetos del Ministerio de Exte-
riores lo habían presentado»24 se trocó después en cólera contra Rib-
bentrop, casado con una heredera de la dinastía Henkell, el cual con-
fundía «la política con el comercio del champán (...) en el que también
se trata de engañar al socio».25
Pero, ya que Ribbentrop había perdido visiblemente crédito ante
Hitler, Goebbels se permitió a mediados de junio de 1941 preguntar al
jefe de la cancillería del Reich, Hans-Heinrich Lammers, de manera
provocadora, si todavía estaba en vigor la directiva del Führer del 8 de
septiembre de 1939, es decir, si la propaganda era asunto del Ministe-
rio del Reich para la Educación Popular y la Propaganda o del Minis-
terio de Exteriores y, en definitiva, si tenía justificación en la guerra
construir un segundo aparato «cuya función, según el estado de cosas,
sólo puede consistir en hacer competencia al aparato de que dispone
mi ministerio, en despilfarrar de manera absurda dinero, personal y mate-
rial y en quitarnos a mí y a mis colaboradores las ganas de trabajar».26
558 Goebbels
todo en los estados bálticos— eran calificadas por él como una «inge-
nua fantasía infantil que no nos impresiona en modo alguno».40 Al pare-
cer estos pueblos se habían imaginado que «las fuerzas armadas alema-
nas ponen su sangre para instaurar nuevos gobiernos nacionales en estos
minúsculos estados». Antes bien, el nacionalsocialismo era demasiado
frío, sensato y realista para una «política tan miope». Sólo hacía aquello
que era útil a su pueblo, y eso era «sin lugar a dudas la imposición rigu-
rosa de un orden alemán sin tener en cuenta los (...) intereses de las
pequeñas nacionalidades que allí viven».41 La opinión de Goebbels cua-
draba con las convicciones de Hitler, que llevaba a cabo en el este una
guerra de exterminio basada en su ideología racial y que, por consi-
guiente, consideraba a los pueblos orientales como «infrahumanos» y
«bestias bolcheviques», y a su territorio como una especie de objeto de
explotación para el Reich alemán.42
No obstante, en paralelo a los éxitos y perspectivas de septiembre,
pronto volvió a decaer el interés que se había dado provisionalmente a
la propaganda oriental en el entorno de Hitler. El Führer, quien tras
el exitoso final de la batalla librada al este de Kiev acababa de dar la
orden de avanzar hacia Moscú al Grupo de Ejércitos Central, confiaba
ahora —en oposición a su pronóstico del mes anterior, sumamente pesi-
mista— en poner «en movimiento» al Ejército Rojo al mes siguiente, 43
tal como le aseguró a Goebbels durante la visita de éste al cuartel gene-
ral del Führer el 23 de septiembre.
La doble batalla en Viazma y Briansk, que prometía victoria, llevó a
que el 3 de octubre, con motivo de la inauguración de la obra de soco-
rro invernal en el palacio de deportes, Hitler anunciara enfáticamente
que el enemigo ya estaba quebrantado y que nunca se volvería a levan-
tar.44 Y Goebbels anotó en su diario que su Führer había considerado a
fondo todos los factores. Cualquier elemento de la situación general
era tenido en cuenta por él con exactitud. Mediante una observación
realista de todas las circunstancias Hitler llegaba a la «conclusión defi-
nitiva» de que ya no se le podía arrebatar la victoria a Alemania. 45 Así
pues, Goebbels tuvo por extraordinariamente útil desde el punto de
vista propagandístico el discurso de su Führer, que él introdujo y que
¿Queréis la guerra total? 561
migo una y otra vez «con la última fuerza de voluntad» y había conse-
guido siempre acabar con él.
Goebbels vio en ello una vez más el «triunfo de la voluntad» y pro-
pagó en adelante la superación de esta batalla invernal con catastróficas
pérdidas humanas como una prueba predestinada a la victoria. «¿Qué
podría venir después de todo esto que no seamos capaces de contro-
lar?», escribió en el Reich, y prosiguió: «La gran prueba se ha superado.
Si luchamos contra el destino o la asumimos de buen grado para ven-
cer con arrojo, no importa: es nuestra. En el futuro nunca se podrá hablar
de heroísmo alemán sin mencionar primero este brutal invierno en el
Voljov y en Demiansk, enYujnov y Rzhev, en el Donets y en Kerch; y
a lo largo de los siglos brillará el nombre con el que demostró su efi-
cacia: el frente oriental».102
Sin embargo, aquel 19 de marzo de 1942 Hitler y Goebbels no sólo
trataron el tema del frente oriental, en el que Hitler, como había anun-
ciado pocos días antes en su discurso del día de los héroes, derrotaría
definitivamente a los soviéticos, sino también la movilización total del
«frente de la patria» defendida por Goebbels. Ambos hombres delibe-
raron sobre muchas cosas, como por ejemplo sobre la implantación del
«deber del trabajo femenino»; en muchos puntos Hitler aprobó la opi-
nión de su ministro, sin que se llegara de todos modos a medidas con-
cretas. Esto sólo fue diferente con la tentativa de Goebbels de crear las
condiciones legales según las cuales cualquiera que atentara contra los
principios de la dirección de masas nacionalsocialista, conocidos en la
opinión pública, sería castigado con la prisión, la reclusión o, en casos
muy graves, incluso con la muerte. Cinco semanas después de que Goeb-
bels, que se sentía como un «acumulador recién cargado», abandonara
el cuartel general del Führer para regresar a Berlín, Hitler hizo que el
26 de abril el Parlamento le diera carta blanca para este proyecto.
Goebbels también se había quejado amargamente ante Hitler sobre
el secretario de Estado del Ministerio de Justicia, Schlegelberger. Éste,
ante las propuestas de intervención de Goebbels, siempre insistía en que
no tenían base legal, afirmaba el ministro de Propaganda. En su opi-
nión, la justicia, con la que habían «jugado» en la «época de lucha», no
¿Queréis la guerra total? 575
podía defender por sí sola a un Estado; además había que «tener siem-
pre un equivalente, como en nuestro caso el campo de concentración». 103
Allí debían estar los delincuentes habituales antes de que cometieran
atrocidades. Goebbels se indignaba «de que nuestros juristas nunca lo
entenderán», del mismo modo que tampoco comprendían «que los ju-
díos también pertenecen a ese grupo y con ellos hay que cortar por lo
sano».104 Evidentemente, necesitaba con urgencia un motivo «legal» para
quitar de en medio los impedimentos «burocráticos» para la «desjudei-
zación» de la capital del Reich. Si no se había necesitado ninguna nue -
va «base jurídica» para la deportación de los judíos europeos a los gue-
tos de la Rusia soviética, que se coordinó en la llamada Conferencia de
Wannsee del 20 de enero de 1942, sí se requería desde el comienzo
paralelo del plan de Auschwitz, pues el campo de exterminio estaba en
territorio del Reich. 105
Tampoco las medidas que debían justificar propagandísticamente el
exterminio de los judíos por medio de la acusación fueron aceptadas
por el Ministerio de Justicia, tal como Goebbels se había imaginado. Él
planeó un simulacro de proceso contra el asesino deVon Rath, el judío
Herszel Grynszpan, que en 1940 había caído en manos alemanas en la
Francia ocupada. Grynszpan tenía que ser desenmascarado como mero
cómplice, y el hecho, como una obra de la «conspiración judía inter -
nacional».106 Ya después del ataque a Polonia, Goebbels había publicado
un opúsculo titulado Atentado contra la paz. Un libro amarillo sobre
Grynszpan y sus cómplices. Lo había redactado Wolfgang Diewerge, el jefe
del departamento de radio, que ya había destacado tras el asesinato de
GustlofFcon un tratado antisemita del mismo tipo. 107 El título del actual
«libro amarillo» ya revelaba el objeto de la publicación. Allí, coinci -
diendo con la tesis de Hitler sobre la provocación judía de la Primera
Guerra Mundial,108 se atribuía a los judíos la responsabilidad de la Segunda
Guerra Mundial, intentando trazar un paralelo entre el asesinato del
consejero de embajada en París y el del príncipe heredero austríaco
Francisco Fernando en Sarajevo.
En los preparativos del proceso contra Grynszpan hubo muchas difi-
cultades para adquirir «material probatorio» que permitiera implicar a
576 Goebbels
el Reich que no era una guerra por «el trono y el altar, es una guerra
por el grano y el pan, por una mesa repleta en el desayuno, la comida
y la cena (...). Una guerra por las materias primas, por el caucho, el hie-
rro y las menas; en definitiva, es una guerra por una existencia nacio-
nal digna, que hasta ahora, como pobres avergonzados, no hemos sido
capaces de llevar».116
Al creciente optimismo que se sentía en Alemania contribuyó en
aquel verano sobre todo el desarrollo de la situación en el escenario
bélico del norte de África. A finales de mayo, el «Zorro del desierto»
acometió la ofensiva. Apenas cuatro semanas después, el 21 de junio,
tras combates muy variables en las extensiones del norte de África, sona-
ron las fanfarrias de victoria a través de la Gran Radio Alemana. La pla-
za de Tobruk, ya conocida del año anterior, el supuesto último bastión
de las tropas imperiales británicas antes de El Cairo y del Canal de Suez,
había caído. En la primera plana del Volkischer Beobachter resaltaba en
letras enormes la «Magnífica victoria de Rommel».117 En la prensa y en
la radio se atribuyó a la conquista de la plaza un efecto de choque en
el enemigo mayor que el del desastre de Dunkerque o la caída de Sin-
gapur. Se hablaba de una opinión pública británica perpleja y de un
Churchill desconcertado. La propaganda exterior alemana debía echarle
a él solo toda la culpa de la pérdida de Tobruk, exigió Goebbels en la
conferencia ministerial del día siguiente. La venganza por el fuerte
bombardeo sobre Colonia se llamaba Tobruk; se debía señalar que «el
diletante a la cabeza del gobierno británico» movilizaba aviones para
objetivos de escasa importancia militar en Alemania que después falta-
ban en batallas decisivas.118 El hecho de que 25.000 soldados del imperio
británico capitularan en esa plaza no se debía interpretar como signo
de una deficiente capacidad de resistencia enemiga. Berndt, que
había regresado al frente africano y había estado en primera línea en el
asalto a Tobruk, se lo había pedido a Goebbels, pues eso restaría impor-
tancia a la victoria conseguida y al éxito de aquel que la logró: Erwin
Rommel. Éste fue poco después tema de conversación en la sobreme-
sa con Hitler en la cancillería del Reich. Goebbels alabó al general como
alguien que en amplios sectores de la opinión pública gozaba de tal
580 Goebbels
cuyo efecto lo «mejor» era «la idea del aniquilamiento a través del tra-
bajo».125
Después de que ambos deliberaran de nuevo sobre ello, el ministro
de Justicia acordó con Himmler —bajo el lema «extradición de los aso-
ciales para la ejecución de sus sentencias»— crear las bases para que los
judíos, los gitanos y otras personas non gratas al régimen pudieran ser
llevadas a un campo de concentración sin procesamiento. Thierack infor-
mó a Martin Bormann «de que la justicia sólo puede contribuir en
pequeña medida a exterminar a los miembros de esta tribu». 126 Consi-
deraba mejor poner a este grupo de personas bajo la custodia de la poli -
cía, para que ésta «pueda tomar las medidas necesarias sin verse estor -
bada por disposiciones sobre el procedimiento probatorio penal».
Goebbels había conseguido su objetivo; ahora las ideas de Hitler se po-
dían hacer realidad. Comenzó la deportación hacia Auschwitz, y no
sólo de los judíos berlineses, a través del ferrocarril del Reich alemán,
a un precio por cabeza de cuatro pfennigs por kilómetro de riel; para
los niños se calculó la mitad.
Nada cambió en ello el hecho de que la capacidad de transporte por
ferrocarril en la zona de influencia de las potencias del Eje no bastara ni
de lejos para el abastecimiento de las tropas. En el frente oriental faltaban
bienes de avituallamiento, y también se paralizó su transporte a los puer-
tos italianos. Por ese motivo, pero sobre todo por la preponderancia marí-
tima británica en el Mediterráneo central, la logística casi se había derrum-
bado en el norte de África. El ejército blindado de Rommel y las tropas
de la aliada Italia, extenuadas por el desgaste de las luchas en El Alamein,
se enfrentaban a la superioridad material de los británicos, que se prepa-
raban para la gran ofensiva con apoyo americano.Y también en el «fren -
te de la patria» la vida se hizo más difícil, pues los ataques aéreos británi-
cos eran cada vez más amenazadores, de manera que en la población se
desvanecieron las optimistas esperanzas del verano acerca de un pronto
final de la guerra. Goebbels —acababa de regresar de su visita anual al Fes-
tival de Cine de Venecia— reprimió esta amarga realidad y valoró el de-
sarrollo de la situación como «una cosa positiva (...) pues entraríamos en
el invierno con mejor disposición anímica que el año pasado». 127
¿Queréis la guerra total? 583
res de las condiciones laborales actuales para cubrir con ellos los pues-
tos de trabajo de los llamados a filas.
El documento de Goebbels estaba basado en la profana idea de que
con otro medio millón de hombres se aproximarían más a la victoria
en el este. Mientras que en la cuestión de los efectivos necesarios para
ello se dejaba engañar por las aclaraciones de su Führer, que fingía para
sí y su ministro una imagen mucho menos crítica de la situación de lo
que correspondía a la realidad, en el tema de las capacidades arma-
mentísticas estaba al parecer bajo el influjo del ministro de Armamen-
to, Speer. Aunque se había entrevistado extensamente con el diligente
arribista, los datos estadísticos que había recogido junto con Naumann
parecían ser insuficientes incluso a ojos de Hitler.
Quizás por eso Hitler nombró finalmente el 18 de enero a Bor-
mann, Lammers y Keitel para la comisión tripartita, concediendo al ini-
ciador de todo el asunto sólo una función consultiva. Goebbels, que,
apoyado por Speer, había contado sin duda con que se le encomenda-
ra esta misión, se había jactado el día anterior de su influencia.Tan fuerte
como su absoluta seguridad de que no se le pasaría por alto 157 fue la
«amarga decepción» que sufrió al recibir la noticia. «Indignado y pro-
fundamente ofendido», intentó de inmediato conseguir en el cuartel
general del Führer un cambio en el nombramiento, pero fue rechaza-
do por Lammers.158
Así pues, el 20 de enero hubo mal ambiente cuando volvió a cele-
brarse por primera vez otra reunión de los ministros del Reich bajo la
dirección de Lammers.159 Apoyado en sus argumentos por Funk y
Speer, Goebbels defendió sus ideas radicales. Frick y Lammers se opo-
nían. Durante cuatro horas Goebbels tuvo que «luchar como un tigre» 160
por su catálogo de medidas, y sin embargo no pudo imponerse. La afir-
mación de Fritz Sauckel, plenipotenciario para la inserción laboral, de
que podía aportar la cantidad exigida de mano de obra, incluso cuali-
ficada, del extranjero anuló buena parte de las medidas de movilización
laboral propugnadas por Goebbels, pero no le hizo perder su determi-
nación. Ahora tenía «la tranquilizadora impresión de que se hacía lo que
se podía hacer».161
590 Goebbels
sión, se decía.219 Puesto que el gobierno del Reich pidió ese mismo día
una investigación del asunto por parte de la Cruz Roja, el Pravda [La
verdad] acusó sin más a los polacos de ser «cómplices» de Hitler. El 26
de abril, Stalin, ya con vistas al futuro, hizo romper a través del minis-
tro de Exteriores Molótov las relaciones diplomáticas de la Unión Sovié-
tica con el gobierno civil polaco en el exilio.220
El ministro de Propaganda manifestó triunfante: «Todas las emiso-
ras y periódicos enemigos concuerdan en la opinión de que la ruptu-
ra se debe considerar como un éxito total de la propaganda alemana,
en especial de mi persona. Se admira la extraordinaria astucia y habili-
dad con la que hemos sabido unir al caso Katin una cuestión de gran
trascendencia política. En Londres están sumamente desconcertados por
este éxito de la propaganda alemana. Ahora de repente se ven aparecer
grietas en el bando aliado».221 Sin embargo, Goebbels sobrevaloró estas
grietas, acerca de las cuales prohibió entrar en detalles a la radio y a la
prensa del Reich, pues Churchill y Roosevelt apostaban por el más
fuerte, es decir la Unión Soviética. ¿Qué significaban unos cuantos miles
de ciudadanos asesinados de un Estado polaco que no existía desde hacía
años?
La alegría del ministro de Propaganda se vio enturbiada por los
acontecimientos del escenario bélico norteafricano. El 5 de mayo los
británicos habían emprendido allí la ofensiva decisiva y habían divi-
dido en dos grupos a las tropas del Eje que defendían la cabeza de
puente tunecina. El problema propagandístico que se le planteaba a
Goebbels no consistía en transmitir a la opinión pública sólo el nue-
vo revés que se perfilaba, sino también el hecho de que el general
mariscal de campo Rommel, ligado indisolublemente a la campaña
africana, había regresado ya hacía semanas al Reich. Puesto que pare-
cería muy sospechoso no revelar la verdad hasta que se hubiera pro-
ducido la catástrofe, Goebbels, que por otra parte no quería perjudi-
car el prestigio de Rommel con una derrota, hizo que el Alto Mando
de la Wehrmacht anunciara nada más comenzar la ofensiva británica
que el «Zorro del desierto» se había tomado dos meses de permiso
para recuperarse.222
606 Goebbels
da por él, estaba intentando usurpar el poder. Los siguientes pasos que
dio Goebbels fueron fríamente calculados. Ordenó a Hagen que fue-
ra a buscar al comandante del batallón de guardia, puso en estado de
alerta a la Leibstandarte Adolf Hitler, que estaba apostada en Berlín-
Lichterfelde, y habló por teléfono con Hitler, quien le encargó que
emitiera de inmediato un mensaje en la radio alemana diciendo que
había habido un atentado frustrado contra el Führer. Goebbels duda-
ba porque no conocía las proporciones de la conspiración. Al pare-
cer, prefería esperar a tener más información, que confiaba que le
aportara Remer.
Mientras tanto, llamó a Speer a su ministerio sin perder tiempo y le
informó sobre la situación.8 Después de que Speer le diera a Goebbels
«consejos bienintencionados para sofocar la revuelta de los generales», 9
se retiró al despacho de Von Oven. Desde una ventana observó a los
soldados, que se movían hacia la Puerta de Brandeburgo en pequeños
grupos dispuestos para el combate. Allí colocaban sus ametralladoras en
los soportes e impedían la circulación, mientras que dos de ellos se diri-
gieron fuertemente armados a la puerta de entrada del Ministerio de
Propaganda, junto al muro del parque, y montaron guardia. Speer infor-
mó a Goebbels de ello; éste fue acto seguido a una estancia privada con-
tigua, «cogió unas pastillas de una cajita y se las guardó en el bolsillo de
la chaqueta: "Esto, por si acaso", dijo».10
Goebbels no excluía el peor de los casos porque no se podía loca-
lizar a Himmler, el comandante supremo de las SS, siempre bien infor-
mado de todo, «el único que disponía de unidades indiscutiblemente
leales para reprimir el golpe». Goebbels «se inquietó aún más al inten-
tar en vano encontrar una razón convincente para ello».11 A Speer le
habló varias veces sobre su desconfianza hacia Himmler. Sólo por el
hecho de que el teléfono aún funcionaba y de que la radio no había
emitido hasta ese momento ninguna proclama de los conjurados, Goeb-
bels concluyó que las cosas tampoco marchaban sin contratiempos en
la parte contraria.12 Después de que Hitler le llamara de nuevo y exi-
giera el informe radiado, ya que temía que los golpistas se apoderaran
de una emisora, Goebbels dio las instrucciones correspondientes.13 A
632 Goebbels
bels que les hablara. Antes de dirigirse a los soldados, el ministro de Pro-
paganda le dijo a Speer, seguro del triunfo: «Si los convenzo también a
ellos, entonces podemos cantar victoria. Esté atento a cómo me los
gano».31
Entretanto había atardecido. A través de una puerta abierta se ilu-
minó la escena en el jardín de la casa ministerial, escena que Speer con-
templó. Goebbels, que había hecho anunciar a través de la emisora ale-
mana que Hitler pronto hablaría al pueblo alemán, estaba ahora en
medio de los soldados del batallón de guardia y les explicaba la situa-
ción.32 Desde las primeras palabras, éstos escucharon con la mayor aten-
ción el largo discurso de Goebbels, «en el fondo insustancial», pero diri-
gido muy personalmente a ellos. 33 Consciente de tener los
acontecimientos bajo control, se mostró «extraordinariamente seguro
de sí mismo, como el auténtico vencedor del día». 34 «Expuso a grandes
rasgos la situación, condenó abiertamente el criminal atentado contra
la vida del Führer y aludió a la misión histórica que en ese momento
tenía el batallón de guardia de la Gran Alemania».35 Para terminar lanzó
un Sieg por Hitler, y acto seguido resonó el HeiP6 de los soldados por
el barrio gubernamental.37
Remer, muy motivado, tenía ahora la intención de dirigirse a la cen-
tral de la resistencia, el cuartel general del ejército de reserva en el Ben-
dlerblock, «para arreglar allí las cosas».38 Pero Goebbels le disuadió, pues
no se sabía cuántos eran los conjurados. Según su jefe de prensa Wil-
fred von Oven, sobre todo no quería arriesgarse a perder al hombre
que en ese momento era «simplemente insustituible». 39 Ernst Kalten-
brunner, el jefe de la oficina central de seguridad del Reich, que entre-
tanto se había presentado en el edificio ministerial, se adhirió a la opi-
nión de Goebbels. Había que disponer de fuerzas lo bastante numerosas
antes de acometer un «intento de desalojar la guarida de los conjura-
dos».40
En el Bendlerblock se habían puesto del lado de Hitler la mayoría
de los oficiales, que, como el comandante del ejército de reserva, el capi-
tán general Fritz Fromm, habían sabido del intento de golpe de Esta-
do, pero querían esperar a ver cómo terminaba la cosa. Hacía tiempo
La venganza nuestra virtud, el odio nuestro deber 635
que tenían claro que el golpe había fracasado. Mientras tanto, Fromm,
para salvar su propia cabeza, había hecho arrestar a los principales cons-
piradores y a los testigos de su complicidad y, después del suicidio del
capitán general Ludwig Beck, había hecho fusilar al conde Claus Schenk
von Stauffenberg, Friedrich Olbricht,Albrecht Ritter Mertz von Quirn-
heim y Werner von Haeften en el patio del grupo de edificios. Pero
esto no iba a salvar a Fromm. Después de que las unidades de las SS
ocuparan el Bendlerblock, él también fue detenido, llevado por Skor-
zeny al palacio ministerial de Goebbels y allí retenido de momento jun-
to con otros oficiales,41 entre ellos el generalVon Hase, el capitán gene-
ral Erich Hoepner y el generalVon Kortzfleisch.42 Por todos ellos sentía
el ministro de Propaganda un profundo desprecio, no sólo porque ha-
bían atentado contra la vida de su querido Führer, sino porque los con-
sideraba unos miserables diletantes.
Hitler había encomendado a Himmler la detención de Stauffenberg
y le había nombrado comandante del ejército de reserva. Hasta la tar-
de no llegó a la Hermann-Góring-Strasse y explicó su ausencia como
medida táctica. Goebbels le hizo la siguiente observación: «¡Si no hubie-
ran sido tan torpes! Han tenido una gran oportunidad. ¡Qué ventaja!
¡Qué puerilidad! Cuando pienso cómo lo habría hecho yo... ¿Por qué
no han ocupado la casa de la radio y difundido las más disparatadas
mentiras? Aquí me ponen centinelas a la puerta, pero con toda tran-
quilidad me dejan hablar por teléfono con el Führer, movilizar todos
los recursos. Ni siquiera me han cortado el teléfono. Han tenido tan-
tos ases en la manga... ¡Qué novatos!».43 Goebbels sólo exceptuaba al
hombre que había puesto la bomba en la cabana de Hitler, la Lageba-
racke. «Sin embargo, Stauffenberg era un tipo listo. Él casi es digno de
lástima. ¡Qué sangre fría, qué inteligencia, qué férrea voluntad! Inex-
plicable, que se rodeara de esa guardia de imbéciles».44
Horas después de que Hitler hablara por la radio del Reich a la una
de la noche y anunciara que iba a ajustar las cuentas «como acostum-
bramos nosotros los nacionalsocialistas», aún reinaba en la Hermann-
Góring-Strasse una intensa agitación. Hasta las cinco de la madrugada
no empezó a volver la calma poco a poco, de manera que Goebbels,
636 Goebbels
«un depósito del que se puedan sacar fuerzas, porque apenas tiene sufi-
ciente con las suyas propias».49
Después de él tomó la palabra Keitel y —según el «extrañadísimo»
Goebbels— admitió su exposición «de manera más que indiscutible».
Más moderado que Keitel, quien encontró «grandes palabras de elo-
gio» para él,50 se mostró Bormann. El «secretario» aludió a la oposición
de las distintas secciones. También hubo resistencia de parte del secre-
tario de Estado Stuckart, quien pensaba que «del sector del ferrocarril
y de comunicaciones del Reich ya no se podían desviar fuerzas para la
Wehrmacht y el armamento» y «asimismo esto apenas era posible en la
administración, puesto que ya casi sólo se desempeñaban los trabajos
estrictamente necesarios». Goebbels rechazó esas objeciones indicando
que la deliberación actual no se podía perder en detalles. Después de
que Speer, Sauckel y Funk expusieran sus opiniones y el debate dege-
nerara en un parloteo general, Goebbels volvió a tomar la palabra y
exhortó a los asistentes a comprometerse con su «gran línea» para la
inminente negociación con Hitler. Puesto que nadie se opuso, pidió
finalmente al ministro del Reich Lammers que se encargara de plan-
tear el asunto a Hitler, ya que «no está bien proponerse a sí mismo». 51
«Si conseguimos del Führer lo que se ha decidido en la reunión con
Lammers, entonces queda inaugurada prácticamente una dictadura béli-
ca interna. Me siento lo bastante fuerte como para desempeñarla y apro-
vechar los plenos poderes de manera que se produzca el mayor efecto
bélico posible». «Con mano férrea» —así se lo propuso Goebbels— iba
a «limpiar» el aparato del Estado.52
En el almuerzo que siguió en el mismo círculo, el hombre de Rheydt
fue el centro de atención y se sintió en su elemento, pues desde siem-
pre las crisis le habían hecho encontrarse en un gran estado de forma.
Ahora pudo referir cómo el 20 de julio reprimió el «golpe criminal»
de la «camarilla de traidores» con la colaboración de Remer:53 «Si el
batallón de guardia no hubiera tenido un comandante tan brillante, yo
habría estado perdido al menos durante un tiempo». 54 El hecho de que
todos le trataran con la «mayor amabilidad» despertó en él la esperan-
za de que «el mando» le resultara «extraordinariamente fácil» en la sitúa-
638 Goebbels
ción actual. «Esto tiene mucho que ver con que no hay nadie que no
tenga miedo a una gran crisis bélica o incluso a una catástrofe». 55 pen-
saba Goebbels, exceptuándose de tal temor a sí mismo, pero también a
«su querido Führer».
Cuando la tarde de aquel 22 de julio de 1944 volvi ó a ver a Hitler,
Goebbels tuvo «la sensación de estar ante un hombre que trabaja bajo
la mano de Dios». Esta «sensación» se intensificó cuando Hitler expre -
só su opinión «con gran entusiasmo» sobre sus medidas para reprimir
la conspiración. «Encuentra mi proceder muy acertado, sobre todo que
haya evitado escrupulosamente la utilización de las SS armadas contra
los generales del ejército». Cuando Hitler, después de una violenta sarta
de improperios contra los conspiradores, se mostró además muy
abierto hacia la guerra total, Goebbels estaba cada vez más hechizado;
volvía su vieja confianza de los años de lucha. El hecho de que el Füh -
rer hubiera envejecido mucho y de que causara una «impresión real -
mente débil» le preocupó, pero tuvo para Hitler, cuya naturaleza esta -
ba «marcada por una inmensa bondad», palabras de la mayor veneración.
«Nunca» le había «visto con tanta calidez interior como ese día. Fran-
camente hay que quererle. Es el mayor genio histórico de nuestro tiem-
po».56
Avanzada la tarde, en otra conversación, el ministro de Propaganda
recibió de Hitler el encargo de «poner en marcha en todo el territorio
del Reich una gran oleada de asambleas cuya tendencia sea acabar defi-
nitivamente con la traidora camarilla de generales». 57 Su desarrollo fue
fijado en todos los detalles por Goebbels. Los oradores debían destacar
que el atentado tenía su origen en la iniciativa de una «camarilla de trai -
dores muy pequeña y de una ranciedad reaccionaria», que esta «gentu -
za» había hecho todo lo posible por «impedir la victoria definitiva (...)
del nacionalsocialismo» y, sobre todo, que el «ejército» como tal, «de
valía siempre demostrada», había salido sin tacha del intento de golpe
de Estado.58 Subrayar esto parecía aún más importante cuanto que Ley,
en un discurso transmitido por la radio, había desacreditado a los aris -
tócratas de la dirección del ejército al fustigar a los autores del atenta -
do entre otras cosas como «sucios perros de sangre azul». 59
La venganza nuestra virtud, el odio nuestro deber 639
tuaban ante los ojos de los soldados del frente y de los trabajadores del
armamento. Por ese motivo, el estilo de vida de las personalidades diri-
gentes debía adaptarse a las exigencias de la situación bélica general;
«nuestro empeño debe ser cuidar ahora en toda la vida pública un esti-
lo de guerra que documente no sólo ante el propio pueblo, sino tam-
bién ante el extranjero, que luchamos por nuestra vida y que estamos
firmemente decididos a llevar esta guerra a un victorioso final, cueste
lo que cueste»,71 escribió Goebbels, cuya esposa daba ejemplo prestan-
do sus servicios temporalmente en una fábrica berlinesa.72
Durante el congreso de jefes de distrito celebrado el 3 de agosto de
1944 en el castillo de Posen, Goebbels expuso detalladamente a los pre-
sentes las medidas para la totalización de la guerra. La alarma general
por la «crisis» en el sector central del frente oriental, que era tres veces
más grave que la de Stalingrado, la explicó con la conjura del 20 de
julio, de la que más tarde dijo que no había sido «sólo el punto más bajo
de nuestra crisis bélica», sino al mismo tiempo también «el día fijado
para nuestro renacimiento».73 Las órdenes descubiertas en la Bendlers-
trasse le daban «una clásica prueba de que, si las cabezas visibles de esta
organización se hubieran esforzado en igual medida en dar las órdenes
correspondientes para el mantenimiento del frente oriental, y vincula-
do tantos deseos y esperanzas al mantenimiento del frente oriental como
lo habían hecho para la derrota del movimiento nacionalsocialista, sin
duda la situación en el este se habría desarrollado de una manera muy
distinta (...). Esta pequeña facción no ha querido vencer», gritó Goeb-
bels a los jefes de distrito.74
En su discurso de Posen, Goebbels anunció que se iban a ajustar las
cuentas sin indulgencia con los «traidores». Ya al día siguiente, el 4 de
agosto de 1944, según las órdenes indicadas por Hitler,75 se reunió por
primera vez el tribunal de honor de la Wehrmacht bajo la presidencia
del general mariscal de campo Von Rundstedt, el recién nombrado jefe
del Estado Mayor del Ejército, Heinz Guderian, Keitel y otros dos gene-
rales, para expulsar del ejército alemán a los resistentes detenidos y así
ponerlos bajo la jurisdicción del Tribunal del Pueblo. Cuatro días des-
pués, tras un juicio inhumano por parte de su fanático presidente, Freis-
642 Goebbels
suasiva de las armas. Además, era «en buena medida corrupto y derro-
tista»; cuando menos no tenía el «ardiente fanatismo» que se necesita-
ba ahora. «Apenas había nadie entre los líderes alemanes del partido, del
Estado y de la Wehrmacht» que no compartiera su opinión, decía para
corroborar sus reproches, que rebasaban el límite de la denuncia. El
objetivo que perseguía con esta crítica a su antagonista Ribbentrop,
cuyo departamento de prensa, radio y cultura quería cerrar en calidad
de mandatario del Reich,107 era evidente. Se lo insinuó a sus colabora-
dores del ministerio cuando declaró que él personalmente quería lle-
var a cabo las negociaciones con Stalin, y por eso ahora insistía en asu-
mir las potencialidades del Reich en materia de política exterior.108 La
carta-memoria, que tenía 27 páginas y estaba escrita a máquina con
letras muy grandes, atendiendo expresamente a la avanzada miopía de
Hitler, terminaba con promesas de lealtad y abnegación, así como con
la disculpa de no querer aleccionar a su Führer. Si con su trabajo, el
«resultado de innumerables tardes solitarias y de insomnes noches de
cavilación», no conseguía nada más que desahogar su corazón ante el
Führer, eso ya le bastaba.
El 22 de septiembre Goebbels remitió la memoria a Hitler. «Se pue-
de uno imaginar con qué tensión espero a ver cómo reacciona». 109 Poco
después, Naumann le informó de que el Führer había «leído con aten-
ción» su exposición en presencia de Schaub y que luego se la había lle-
vado en su propia carpeta para releerla.110 Sin embargo, pasaron semanas
sin que Goebbels oyera nada de Hitler sobre el asunto. En octubre
volvió a insistir en su intento, llamando en un escrito la atención de
Hitler sobre el hecho de que el Ministerio de Exteriores estaba «com-
puesto en peligroso grado por traidores a la patria y por elementos de
poca confianza en materia política».111 Pero eso tampoco pudo evitar
que el comandante supremo de la Wehrmacht se aferrara a su vieja con-
cepción. Además, a causa del éxito defensivo en Arnhem, Hitler había
decidido emprender una contraofensiva en las Ardenas. Con eso y con
el fuego intensificado de las armas V, seguía esperando poder mover a
Inglaterra a la paz y conseguir así la retirada de los americanos de Euro-
pa, para a continuación provocar el desenlace en la lucha contra la Unión
La venganza nuestra virtud, el odio nuestro deber 651
había conseguido eso. Hasta finales de año —así se lo explicó con exa -
gerada alegría a sus colaboradores— un ejército y medio del bando
americano sería aniquilado o empujado hacia el mar. 133
La euforia que volvió a invadir a Goebbels tenía su origen también,
de forma significativa, en las palabras de reconocimiento que Hitler le
tributó antes de trasladarse a su cuartel general del Nido del Águila
(Adlerhorst) en Ziegenberg, cerca de Bad Nauheim, para dirigir la ofen-
siva de las Ardenas. Gracias a sus medidas de totalización de la guerra,
en particular la formación de divisiones de granaderos del pueblo, se
había hecho posible la mitad del contraataque proyectado —le alabó
Hitler, aprovechando la ocasión para informarle acerca de armas com-
pletamente nuevas que entrarían en acción en la ofensiva—.Así, Goeb-
bels no sólo creía en su éxito, sino también que su Führer, por cuya
condición física y mental tanto se preocupaba, volvería a encontrar cier-
ta tranquilidad.134
En la conferencia de prensa convocada para el 17 de diciembre, sin
especificar el objetivo de la «ofensiva Rundstedt», como la llamaba, Goeb-
bels habló de «un gran éxito militar» y vendió el largo silencio público
de Hitler como un «gran golpe»; Washington y Londres debían de haberse
creído seguros.135 Las esperanzas que Goebbels tenía depositadas en la
ofensiva occidental parecieron cumplirse cuando el 19 de diciembre
Hitler le llamó a la una de la mañana desde el cuartel general de cam-
paña. El ministro de Propaganda escribió al respecto en su diario: «Tie-
ne un magnífico estado de ánimo, se encuentra perfectamente de salud
y por su moral se nota que toda su mentalidad ha experimentado un
cambio fundamental gracias a los éxitos ya conseguidos». 136 Poco des-
pués se despejó el cielo sobre las Ardenas y los aliados pudieron poner
en juego su superioridad aérea, de manera que el 22 de diciembre los
americanos emprendieron el contraataque. El evidente fracaso en el oeste
que resultaba de ello, que Goebbels sin embargo no quería recono cer,
lo transformó en un éxito en su propaganda: la operación Guardia en el
Rin, como se la denominaba de manera encubierta, tenía como
misión contener a las fuerzas enemigas y apartarlas de peligrosos secto -
res del frente, lo que se había logrado en su totalidad.
658 Goebbels
tra causa (...) y la gran salvación para el mundo que sufre», por la que
seguiría movilizando «con entusiasmo todas sus fuerzas», él, cuya «vida
sólo le pertenece a usted y a su obra, que no puede ni quiere imagi -
narse un mundo sin usted». 139
En vista de la situación del Reich en la «implacable lucha por el ser
o no ser», tal como decía Hitler en la orden de Año Nuevo a la Wehr-
macht,140 Goebbels, afectado ahora por eccemas nerviosos y cólicos de
riñon, seguía buscando modelos en la historia. Además de Federico II,
su modelo de resistencia, sobre el que leía una y otra vez en la biogra -
fía del británico Thomas Carlyle, estudió los capítulos sobre las Gue -
rras Púnicas en la Historia de Roma de Mommsen. La antigua Roma
tuvo que luchar durante décadas contra Cartago, Aníbal estuvo una vez
a las puertas de Roma, sin que Roma capitulara; sólo a la perseveran -
cia del Estado y del pueblo romano se debió que después el arado roma-
no pasara sobre el lugar donde había estado un día Cartago. 141
Leyendo el libro de Zdenko von Kraft La batalla de Alejandro, Goeb-
bels encontró un pasaje que no sólo le parecía reflejar la situación actual
en el entorno de Hitler, sino que también indicaba la solución. 142 Goeb-
bels leyó acerca de un Alejandro postrado, del que nadie sabía «si sus
ojos fuera de las órbitas aún miraban a la vida». Cuando el médico de
Alejandro, Filipo, preparó una bebida curativa para el rey y éste alargó
su mano temblorosa hacia la copa, «como si no le quedara más tiempo
que esperar», se abrió paso hasta él un mensajero de Parmenión con
una carta en la que estaba escrito que la muerte se hallaba en la bebida
de Filipo. Mientras que Alejandro «se llevaba la copa a la boca con la
mano derecha y bebía a sorbos, con la izquierda le alcanzó la hoja que
acababa de llegar. Filipo leyó. Su cara empalideció, pero su porte
siguió erguido (...). Sin contestar una palabra, Filipo apartó la hoja, se
sentó en el lecho del rey. No se le ocurrió asegurar su inocencia. Tran-
quilamente (...) habló de la patria rica en bosques y pastos,de su infan-
cia y juventud, de cómo había llegado siendo un muchacho a la corte
de Pela, alabó Macedonia y los hechos del rey, auguró nuevas victorias
y soñó con los fantásticos países del este, que expuso de una manera tan
visible ante los ojos cansados de Alejandro que por primera vez desde
660 Goebbels
hacía, mucho tiempo una solemne sonrisa embelleció sus pálidos labios.
Luego se levantó y echó a todos fuera: Alejandro se había quedado dor-
mido, dormía el sueño de la curación».
El 10 de enero Goebbels envió este pasaje de La batalla de Alejandro
a su Führer, que algunos días después regresó a Berlín desde el cuartel
de campaña cercano a Bad Nauheim para dirigir la lucha defensiva con-
tra los soviéticos desde el bunker situado bajo la cancillería del Reich.
El 12 de enero el primer frente ucraniano emprendió el ataque en direc-
ción a la Alta Silesia desde la cabeza de puente de Baranov, con lo que
comenzó la gran ofensiva invernal, anunciada por el Kremlin desde
hacía semanas, desde el Mémel (Niemen) hasta los Cárpatos. Sólo unos
pocos días después, el Ejército Rojo rompió las líneas defensivas ale-
manas. Hasta finales de mes avanzó hasta Kónigsberg; Tannenberg
—de allí se evacuó el cadáver de Hindenburg—, Gumbinnen (Gusev)
e Insterburg (Tschernjachowsk) ya estaban en sus manos; al sur de éstas
atacó hacia el oeste, cercó la Prusia Oriental, tomó Gnesen (Gniezno)
yThorn, marchó hasta Posen y Frankfurt del Oder y aisló del resto del
territorio del Reich a Silesia, con su capital Breslavia, donde Hanke se
preparaba para la batalla final. En las provincias del este, donde los sol-
dados soviéticos cometían asesinatos y violaciones entre la población
civil, cundió el pánico. Millones de alemanes huían hacia el oeste en
caravanas interminables, a caballo, en coche y a pie, con un frío glacial
y bajo el fuego de los aviones rasantes soviéticos. A finales de enero lle-
gaban a Berlín diariamente entre 40.000 y 50.000 personas, de las cua-
les se pudo hacer pasar más allá a un 10 por ciento a lo sumo. Pese a los
incansables esfuerzos, en la ciudad destruida por las bombas faltaba alo-
jamiento, alimentos, combustible, en definitiva casi de todo.
Pese a lo desesperado de la situación, Hitler respondió a las expec-
tativas de su «Filipo» cuando el 22 de enero se reunió con él por pri-
mera vez tras su regreso del Nido del Águila. Goebbels anotó al res-
pecto que Hitler irradiaba una «tremenda seguridad y fe», que creía
«firmemente en su estrella», incluso que el Führer era «una persona pro-
digiosa».143 El 26 de enero hasta a Goebbels le pareció excesivo el opti-
mismo de que hacía gala. Dudaba «muy seriamente» que fuera posible
La venganza nuestra virtud, el odio nuestro deber 661
contener las actuales líneas defensivas, tal como Hitler había pronosti-
cado «con demasiado optimismo».144 Hitler, marcado por la enfermedad
de Parkinson, no siempre podía fingir semejante seguridad ante su
compañero más fiel y ante sí mismo, pese a su gran autodominio. En
esos momentos, Goebbels se esforzaba inmediatamente por alentarle,
intentando convencerle de su «misión histórica» con analogías proce-
dentes de la historia. Sus esfuerzos no quedaban sin resultado, como
cuando escribió en su diario acerca del 28 de enero: «Según me mani-
fiesta, él (Hitler) quiere hacerse digno de los grandes ejemplos de la his-
toria. Nunca un peligro le encontrará titubeante».145
Del mismo modo que Goebbels era capaz de fortalecer a su Füh-
rer, éste le fortalecía a su vez a él. Así, ese día había vuelto a fracasar
con su demanda al Führer, que ya había formulado en repetidas oca-
siones, de salvaguardar los intereses del Reich en materia de política
exterior. Cuando en el camino de vuelta a casa reflexionó una vez más
sobre todo lo que le había dicho el Führer, llegó sin embargo a esta
conclusión: «Es acertado que un gran hombre espere su gran momen-
to, y que no se le pueda dar ningún consejo. Es más una cuestión de
instinto que de visión racionalista. Si el Führer consigue un viraje de
las cosas —y estoy firmemente convencido de que en su día llegará la
oportunidad—, no sólo será el hombre del siglo, sino del milenio». 146
Pero a Goebbels no se le ocurrió que Hitler probablemente no aspira-
ba a una solución política porque consideraba nulas las posibilidades de
éxito de semejante intento. Cuando Góring, que cada vez se refugiaba
más en las drogas, le planteó a Goebbels «con énfasis» precisamente esta
cuestión en una fase de clara consciencia, éste reaccionó con la afir-
mación tan rotunda como ilusoria de que el Führer, «por supuesto»,
quería una solución política.147
Por el contrario, en calidad de mandatario del Reich para la aplica-
ción de la guerra total, Goebbels había adquirido finalmente plenos
poderes para examinar ahora las secciones de la Wehrmacht, de las SS
armadas y de la policía en la «zona de guerra de la patria con el obje-
tivo de liberar para el frente el mayor número de soldados posible». 148
Si se cree el testimonio de su colaboradorVon Oven, la medida se basa-
662 Goebbels
Pero Hitler no entró en ese tema, sino que habló más bien de divi-
siones —que ya sólo existían sobre el papel— con las que quería esta-
bilizar el frente oriental y hacer retroceder a los americanos, que ya ha-
bían cruzado el Rin en Remagen en el frente occidental; habló de la
guerra submarina, que quería intensificar, y apostó por los cazas a reac-
ción, que estaban listos para intervenir. Él, un hombre tembloroso, enfla-
quecido, marcado gravemente por la enfermedad, volvió a cautivar a su
compañero más leal de tal manera que ante sus ojos aparecieron visio-
nes de un Tercer Reich que nunca llegaba a su fin.Y así Goebbels esta-
ba firmemente decidido a «construir después de la guerra no sólo un
nuevo ministerio monumental —como piensa el Führer—, sino a ree-
dificar este viejo ministerio en su antiguo esplendor».195
Por una parte, Goebbels seguía logrando extasiarse con esas visio-
nes, pero por otra parte también le atrapaba la realidad. Entonces se
imaginaba su final con un sarcasmo mortificante. Hablaba de ingerir
veneno en el último momento o de volarse por los aires. En su ima-
ginación se veía muriendo en las barricadas con la bandera de la esvás-
tica.196 Cuando se obsesionaba tanto con su final y esto hacía que su
odio fuera cada vez más desenfrenado, sacaba de él nueva fe, que for-
talecía con la biografía de Carlyle de Federico el Grande u otras lec-
turas históricas sobre una salvación en el último momento, hasta que
todo se volvía a desmoronar en la realidad y buscaba de nuevo soco-
rro en Hitler.
Delante de su mujer evitaba hablar sobre el final, que llevaba a ésta
a desesperarse. Por eso Magda confrontaba sus penas con los colabora-
dores de su marido, que tras la destrucción del ministerio prosiguieron
su trabajo en el cercano edificio de la Hermann-Góring-Strasse.A Sem-
ler le dijo que, aunque tenía miedo a la muerte, había conseguido tras
larga lucha aguardar su final con cierta serenidad. Pero aún no podía
soportar la idea de quitar la vida a sus hijos. Se devanaba continuamente
los sesos sobre cómo lo llevaría a cabo cuando hubiera llegado el momen-
to. No podía hablar con su marido acerca de ello. El nunca le perdo-
naría que ella debilitara su capacidad de resistencia. Mientras él pudie-
ra luchar, pensaba que no todo estaba perdido.197
674 Goebbels
creer a sí mismo que libraría una batalla con el enemigo «como no habrá
otra en la historia bélica»—,209 se sumaban cada vez con mayor fre-
cuencia trabajos orientados al futuro. Así, elaboraba planes para la nue-
va organización de la radio210 y, aprovechando su éxito contra Dietrich,
hizo que se redactara un nuevo estatuto para la jefatura de prensa, en el
que ya no había cabida para un jefe de prensa del Reich. 211 Incluso tra-
bajaba en un nuevo libro, que quería titular La ley de la guerra. El gene-
ral mariscal de campo Model le envió el prólogo que le había encar-
gado, 700 palabras telegrafiadas que, después de reformular Goebbels el
texto, aseguraban que el libro estaría entre aquellos escritos que más
tarde leerían generaciones enteras y que «perdurará durante siglos como
si fuera de bronce».212
Así transcurrieron los primeros días de abril del año 1945, en la «Pas-
cua más triste» de su vida. En esa época se dedicaba poco a la familia,
que había hecho evacuar a finales de marzo hacia Schwanenwerder.
Cuando no se refugiaba en el trabajo, estudiaba informes del bando de
los enemigos, que se acababan de disponer en San Francisco a crear las
Naciones Unidas; luego lamentaba una tercera guerra mundial entre
el este y el oeste y se convencía de la salvación del resto de Alemania,
que cada vez se volvía más pequeña entre las dos agrupaciones ene-
migas.
Las «preocupantes noticias» llegaban ahora en intervalos cada vez
más breves.213 En el bunker, Hitler perdió la visión de conjunto sobre
la situación en los frentes y crecientemente el control sobre sí mismo.
A Sepp Dietrich y a los soldados del ejército blindado de las SS que
habían emprendido la ofensiva en Hungría al norte del lago Balatón,
Hitler les quitó los galones con el nombre bordado de la división —y
por tanto el «honor», según la percepción del momento—, cuando tras
semanas enteras de sangrientos combates, en los que también encon-
tró la muerte Alfred-Ingemar Berndt,214 se retiraron ante lo desesperado
de la situación. Dio de baja al jefe del Estado Mayor del Ejército,
Guderian, con el requerimiento de que se tomara inmediatamente un
permiso de seis semanas para descansar. Cuando el 9 de abril capituló
la plaza de Kónigsberg, en llamas y destruida por la artillería, Hitler
678 Goebbels
Berlín, que estaba sufriendo justo en ese momento un serio ataque con
bombas. Cuando después de medianoche —ya era viernes, 13 de abril—
llegó a la Hermann-Góring-Strasse y Semler le gritó la noticia desde
lejos, se quedó por un momento «como clavado».220 Su secretaria Inge
Haberzettel recordaba que «nunca olvidaría la expresión de su rostro
en medio del resplandor del incendiado Berlín». 221 Goebbels exclamó
enardecido que ése era el giro de la guerra, antes de asegurarse una vez
más de que la noticia era cierta.222 Inmediatamente hizo que le pusieran
en comunicación con Hitler. Le felicitó porque el destino había
derribado a su principal enemigo, Dios no le había olvidado, para final-
mente hablar del «milagro» con una voz extática. Ahora se repetiría
aquel «milagro de la Casa de Brandeburgo», que había librado a la Pru-
sia de Federico del hundimiento en el último instante. Y del mismo
modo que el gran rey nunca había dejado de tener fe, él, Goebbels,
siempre había seguido aferrado a su fe en el Führer. Si entonces fue
la muerte de la zarina Isabel la que rompió la coalición enemiga aus-
triaco-rusa, ahora era la muerte del enemigo mortal, del «judío» Roo-
sevelt, la que provocaría el final de la coalición enemiga entre las «plu-
tocracias» occidentales y el bolchevismo.
Capítulo 15
tenía que encontrar fuerzas para marcharse del mundo terrenal como
un «Mesías» y de este modo legar a la posteridad un ejemplo de abne-
gación y lealtad, a partir del cual se crearían mitos y leyendas de los que
Goebbels esperaba una contribución a la existencia futura de la reli-
gión política del nacionalsocialismo: «Si el Führer tuviera una muerte
gloriosa en Berlín y Europa se hiciera bolchevique, en cinco años a lo
sumo el Führer sería una personalidad legendaria y el nacionalsocialis-
mo, un mito, porque quedaría glorificado por su última gran entrega», 27
manifestaba Goebbels, y se olvidaba de la derrota definitiva confirien-
do un «sentido» al fracaso.
A instancias de Goebbels, que se había informado por extenso de la
situación militar con Jodl, Hitler tomó la iniciativa por última vez. Orde-
nó que el duodécimo ejército, que se encontraba en el Elba —fue una
leva realizada precipitadamente al mando del general Walther Wenck—,
se distanciara de los americanos y acudiera al socorro de Berlín. 28 El
noveno ejército de Busse, ya bloqueado por los soviéticos y completa-
mente extenuado, debía atacar asimismo en dirección a Berlín y encon-
trarse al sur de la ciudad con las tropas de Wenck. Desde el norte de-
bían presentarse los restos del cuerpo de Steiner. La tarde del 22 de abril
Keitel salió hacia Wiesenburg, donde se encontraba el puesto de man-
do de Wenck, para instar al comandante en jefe del ejército a «sacar de
apuros al Führer: su destino es el destino de Alemania. Usted, Wenck,
tiene en su mano salvar a Alemania».29
Después de que la tarde del 22 de abril Goebbels anunciara ya en
un llamamiento a la población que se quedaría en Berlín con sus cola-
boradores —«mi mujer y mis hijos también están y permanecen aquí»—,30
al día siguiente, tras conocer la decisión definitiva de Hitler,31 al que
Bormann y Ribbentrop habían instado en vano a la huida, pudo comu-
nicar en un segundo llamamiento que el Führer se encontraba en la
capital del Reich y que había asumido el mando sobre «todas las fuer-
zas defensivas de Berlín». Este hecho daba a la lucha por Berlín el carác-
ter de un combate de trascendencia europea.32
Goebbels siguió radicalizando esta lucha. El día anterior ya había
anunciado que se procedería por «todos los medios» contra los «provo-
Vivir en el mundo que viene después del Führer... 689
sobre cómo dar muerte a sus hijos y, por otra, aparentar tranquilidad
ante ellos; pálida, aquejada de crisis cardiacas y postrada en cama por
debilidad —así la vio Albert Speer en su última visita al bunker—. 39
Por el contrario, los niños se comportaban «maravillosamente» a ojos
de la madre. «Ellos solos se las arreglan sin ayuda en estas condiciones
más que precarias», escribió. «Ya duerman en el suelo, ya puedan lavar-
se o no, ya tengan qué comer o no... nunca una palabra de queja o un
llanto. Los impactos sacuden el bunker. Los mayores protegen a los más
pequeños, y su sola presencia es una bendición, porque de vez en cuan-
do hacen sonreír al Führer». 40
Aquel 23 de abril Hitler se había recuperado un poco de las profun-
das depresiones que sufría. Quizás todo era sólo la última prueba, un «gol-
pe del destino», y el cambio de la fortuna estaba cerca. Tenía que «per -
manecer firme en medio de lo imposible», se decía para infundirse ánimos,
con el continuo consuelo de su ministro de Propaganda. 41 Así reunió
fuerzas para reaccionar en la pose de Führer cuando llegó un mensaje
radiado de Hermann Goring desde Berchtesgaden. Goring preguntaba
si Hitler estaba de acuerdo en que él asumiera como representante suyo
la «dirección general del Reich», puesto que suponía que el Führer había
perdido la libertad de acción. Hider vociferó que sabía desde hacía tiem-
po que Goring era un morfinómano, un corrupto y un fracasado. 42 Goeb-
bels, que vio confirmada su opinión acerca de su rival, añadió inmedia -
tamente que el mariscal del Reich nunca había sido un verdadero
nacionalsocialista y que nunca había vivido como tal. 43 Se apercibió con
satisfacción de que Hitler viera en el comportamiento de Goring una
«traición a su persona» y a la causa del nacionalsocialismo y de que lo
destituyera sin más como comandante en jefe de las fuerzas aéreas. Aun-
que de este modo Goring quedó por fin derrotado, Goebbels se decep -
cionó porque Hitler dio la orden de detenerle, pero no de liquidarle.
Para que Hitler resistiera pese a semejantes decepciones, Goebbels
continuaba alimentando su esperanza en la ruptura de la coalición ene-
miga. Se necesitaba un motivo para que se volviera «virulenta», afirmó
en la deliberación sobre la situación el 25 de abril, 44 y siguió diciendo
que la muerte de Roosevelt había sido un motivo propicio, pero que
Vivir en el mundo que viene después del Führer... 691
entonces a Goebbels que llamara a un oficial del registro civil para hacer
aquello que durante toda su vida había rechazado debido a esa preten-
sión: tenía intención de casarse con su compañera sentimental, Eva
Braun.
Cuando el 29 de abril, a la una de la madrugada, se presentó por fin
el jefe de servicio del distrito, Walter Wagner, concejal de Berlín y auto-
rizado como oficial del registro civil, Goebbels estuvo al lado de Hitler
y Eva Braun en la sala de las deliberaciones, arreglada precipitadamen-
te para la ceremonia. Después de que el novio y la novia se dieran el
«sí», después de que Goebbels, como padrino de bodas de Hitler, y Bor-
mann firmaran el acta, salieron al pasillo, donde la pareja recibió las feli-
citaciones de los ocupantes del bunker. Como colofón tuvo lugar en
las habitaciones privadas un pequeño banquete al que asistieron Goeb-
bels y su mujer, Bormann, las secretarias de Hitler, Christian y Junge, y
más tarde también los generales Hans Krebs y Wilhelm Burgdorf, así
como el ayudante de Hitler de las fuerzas aéreas Nicolaus von Below.51
Finalmente se despidieron. Mientras que Magda Goebbels se retiró
a su habitación privada y Goebbels daba vueltas nervioso, Hitler dictó
su última voluntad. En su testamento político, 52 una mezcla de auto-
justificaciones, afirmó solemnemente que no había querido la guerra
en el año 1939 y profetizó: «Entre las ruinas de nuestras ciudades y
monumentos artísticos siempre seguirá reavivándose el odio contra ese
pueblo, el responsable en último término, al que debemos todo esto: el
judaismo internacional y sus colaboradores». Después de que se había
decidido a morir «con el corazón alegre» en Berlín, la «sede del Füh-
rer y canciller», en vista de los inconmensurables actos y méritos de sus
soldados, expulsó a Góring y a Himmler del partido y designó para des-
pués de su muerte a Dónitz como presidente del Reich y comandante
supremo de laWehrmacht; al jefe de distrito Hanke, que resistía en
Breslavia, como comandante supremo de las SS53 y al jefe del distrito
de Munich-Alta Baviera, Paul Giesler, como ministro del Interior. Por
último, nombró a Joseph Goebbels su sucesor como canciller del Reich.
Al hombre de Rheydt, que firmó el testamento político de Hitler
como testigo junto con Bormann, Burgdorf y Krebs a las cuatro de la
Vivir en el mundo que viene después del Führer... 695
ció una advertencia de que debían no caer con vida en manos del ene-
migo. Mussolini y su compañera sentimental Clara Petacci habían sido
capturados por partisanos el 27 de abril en Dongo, en el lago de Como,
y fusilados al día siguiente. Sus cadáveres, ultrajados por el pueblo enfu-
recido, que en su día había seguido con entusiasmo al Duce, fueron col-
gados finalmente en el andamiaje de una gasolinera a medio terminar
en la milanesa Piazzale Loreto.56
Hacia las dos y media de la madrugada del 30 de abril de 1945
comenzó en el bunker el último acto. Goebbels, su mujer y las demás
personas del entorno inmediato de Hitler estaban en el pasillo inferior
para despedirse de él. Ya la tarde anterior Hitler había encargado a su
cirujano, el profesor Haase, quien atendía un hospital militar de heri-
dos en el gran bunker antiaéreo situado debajo de la cancillería del
Reich, que envenenara a su perra Blondi, de raza pastor alemán. A sus
secretarias, Hitler les entregó cápsulas tóxicas, hecho que acompañó con
el comentario de que lamentaba no poder hacerles un regalo de des-
pedida mejor.57 Alrededor de las once de la noche del 29 de abril había
hecho enviar un último mensaje radiado, como si no quisiera decep-
cionar al «Todopoderoso» con un abandono antes de tiempo, en caso
de que éste quizás sólo pretendiera «probarle» y concederle en el últi-
mo segundo el milagro salvador: «¿Dónde están las vanguardias de
Wenck?, ¿cuándo siguen atacando?, ¿dónde está el noveno ejército?».58
Hacia la una y media Keitel respondió con un cablegrama e hizo que
se desvaneciera también esta última esperanza: no se podía proseguir el
ataque para levantar el bloqueo de Berlín. Una hora más tarde, Hitler
pasó por delante de las aproximadamente veinte personas reunidas, dio
la mano a las mujeres y murmuró algunas palabras ininteligibles.
Sin embargo, Hitler vacilaba. La mañana del 30 de abril, mientras los
soviéticos sometían a la cancillería del Reich a un intenso fuego de arti-
llería, hizo que el general Helmut Weidling transmitiera la orden del
Führer de que las tropas, cuando hubieran agotado su munición, esca-
paran y continuaran la lucha en los bosques que rodeaban Berlín. Por
la tarde Hitler volvió a despedirse. Una vez más se reunieron Joseph y
Magda Goebbels, los generales Krebs, Burgdorf,Voss, Hewel y los demás.
Vivir en el mundo que viene después del Führer... 697
Allí informó a los que esperaban desde hacía horas. Sumamente irri-
tado, Goebbels rechazó las exigencias de capitulación de los soviéticos.
De inmediato echó la culpa del fracaso de la misión a Krebs, que no
había planteado a Chuikov con la suficiente decisión la alternativa de
que, en caso de que rechazaran el armisticio provisional, se continuaría
la lucha hasta el último cartucho.66 Así pues, decidió enviar a otro par-
lamentario para que incidiera una vez más en este punto. Esta segunda
delegación alemana estaba compuesta por cuatro oficiales al mando de
un coronel. Pero también éste y un acompañante —los otros dos fue-
ron arrestados— tuvieron que volver con las manos vacías.
Tras el fracaso de sus esfuerzos por conseguir una paz por separado
con la Unión Soviética, para Goebbels ya no tenía sentido ocultar la
suerte de Hitler a Dónitz y a los que actuaban en la zona norte y sur,
como había hecho Bormann en dos teletipos.Ya entrada la tarde del 30
de abril sólo comunicó en un principio al gran almirante Dónitz que
había sido designado como presidente del Reich para el caso de que
Hitler muriera.67 A la mañana siguiente se conformó con la noticia de
que el testamento estaba en vigor, pero sin mencionar nada tampoco
sobre la muerte de Hitler.68 Eso lo hizo ahora Goebbels enviando un
tercer teletipo a Dónitz, en el que se decía que el Führer había «expi-
rado» y que Bormann intentaría ese mismo día abrirse paso hasta él
«para aclararle la situación».69 La firma del teletipo, que llegó a las 15.18
a Pión, en Schleswig-Holstein, así como el protocolo final de la deli-
beración sobre la situación, en cuyo transcurso Goebbels dejó la deci-
sión de huir a los ocupantes del bunker, fueron los dos últimos actos
oficiales del canciller del Reich Paul Joseph Goebbels.
A continuación, éste se retiró a su pequeño despacho a la otra par-
te del pasillo para concluir su diario, el registro de su vida: un prodi-
gioso autoengaño que sería trágico si él no hubiera contribuido deci-
sivamente a aquella catástrofe en principio alemana, luego europea y
finalmente mundial. Su papel consistió en hacer primero de Hitler el
Führer. Goebbels enseguida lo «proclamó» como el «Salvador», como
el «nuevo Mesías», primero a un pequeño séquito, luego a cientos de
miles de personas y pronto, con la ayuda de un aparato propagandísti-
Vivir en el mundo que viene después del Führer... 701
fegger y Helmut Gustav Kunz, el ayudante del médico jefe del servi-
cio sanitario de las SS en la cancillería del Reich, sobre cómo se podía
dar muerte a los niños rápidamente y sin sufrimiento.
Ahora, la tarde del 1 de mayo, llamó a Kunz para que se reuniera con
ella en el bunker.72 La decisión estaba tomada, debió decirle al médico
de las SS, y Goebbels debió agradecerle que ayudara a su mujer a «dor-
mir» a los niños. Alrededor de las 20.40 inyectó morfina a los niños. 73
Abandonó la sala con las seis camas dispuestas en literas de dos pisos y
esperó con Magda Goebbels a que los niños se durmieran. Entonces
ella le rogó que les administrara el veneno. Pero Kunz se negó y des -
pués fue enviado por la mujer del ministro a buscar a Stumpfegger.
Cuando Kunz regresó con él a la antesala del dormitorio de los niños,
Magda ya estaba en él y Stumpfegger la siguió de inmediato. Entre cua-
tro y cinco minutos después, Magda salió de la habitación de los niños,
siendo ella con toda probabilidad la que les exprimió en la boca las
ampollas de cristal, que contenían cianuro y que provenían del profe -
sor Morell, a Helga, Hilde, Helmut, Holde, Hedda y Heide. 74
Presa del miedo a la muerte, Goebbels, que fumaba sin parar y cuyo
rostro estaba cubierto de manchas rojas, preguntaba constantemente por
la situación militar, todavía confiando en el milagro. Cuando el tiem-
po apremiaba, pues se contaba con que los soviéticos asaltaran el bun -
ker en cualquier momento, hizo prometer a su ayudante Schwa'ger-
mann que se ocuparía de incinerar su cadáver y el de su mujer, y se
despidió de Günsche, Mohnke, Linge, Kempka, Bormann, Naumann y
los demás. Se esforzaba visiblemente por conservar la calma, cosa que
creía deber demostrar con todo tipo de flores retóricas cargadas de pate-
tismo. «Dígale a Dónitz —se afirma que dijo al piloto jefe de la escua-
drilla de aviones de Hitler, Hans Baur, cuando se marchaba— que no
sólo hemos sabido vivir y luchar, sino que también hemos sabido morip>.75
Los últimos detalles de esta muerte probablemente siempre perma-
necerán oscuros. 76 Es seguro que Joseph y Magda Goebbels se envene-
naron con las mismas cápsulas de cianuro del profesor Morell con las,
que ella había dado muerte a sus hijos. 77 No está claro si Goebbels de más se
pegó un tiro. 78 También queda sin respuesta la pregunta de si
704 Goebbels
Introducción
' Helmut Heiber, Joseph Goebbels, Berlín, 1962 (en adelante citado como Heiber,
Goebbels); véase además el listado cronológico de la biografía de Goebbels en el ane-
xo de este libro.
2
Joseph Goebbels, Tagebücher 1945. Die letzten Aujzeichnungen. Con una intro
ducción de Rolf Hochhuth, Stuttgart, sin año (en adelante citado como diario de
1945). [Traducción en La Esfera de los Libros: Diario de 1945. Los últimos escritos del
jerarca nazi que permaneció junto a Hitler hasta el final, Madrid, 2007].
3
Joachim C. Fest, Das Gesicht des Dritten Reiches. Profile eíner totalitdren Herrschaft
[El rostro del Tercer Reich. Retratos de un poder totalitario], Munich, 1963, p. 119 y ss.
4
Werner Stephan, Joseph Goebbels, Dámon einer Diktatur, [Joseph Goebbels, demonio
de una dictadura], Stuttgart, 1949 (en adelante citado como Stephan, Goebbels).
5
Viktor Reimann, doctor Joseph Goebbels, Viena, Munich y Zurich, 1971.
6
Heinrich Fraenkel y Roger Manvell, Goebbels. Eine Biographie [Goebbels. Una bio-
grafía], Colonia y Berlín, 1960 (en adelante citado como Fraenkel, Goebbels).
1
Die Tagebücher pon Joseph Goebbels. Sdmtliche Fragmente [Los diarios de Joseph Goeb-
bels. Fragmentos completos], editados por Elke Fróhlich por encargo del Instituto de His-
toria Contemporánea y en colaboración con el Archivo Federal. Parte I, entradas de
1924-1941, Munich y Nueva York, 1987 (Vol.l: Erinnerungsbldtter [Memorias] de 1897
a octubre de 1923; diario del 27/6/1924 al 31/12/1930;Vol.2:1/1/1931-31/12/1936;
Vol.3: l/l/1937-31/12/1939;Vol.4:1/1/1940-8/7/1941), (en adelante citado como
Diario del Instituto de Historia Contemporánea); además, Das Tagebuch von Joseph
Goebbels 1925/26 [El diario de Joseph Goebbels de 1925/26], con otros documentos,
editado por Helmut Heiber, Stuttgart, 1960 (conocido como el diario de Elberfeld);
Goebbels Tagebücher aus denjahren 1942/43 [Diarios de Goebbels de los años 1942/43],
con otros documentos, editado por Louis P. Lochner, Zurich, 1948 (en adelante cita-
do como Lochner, Diario de Goebbels); diario de 1945, así como fragmentos no publi-
cados del Archivo Federal de Coblenza (NL 118). En la cuestión del valor bibliográ-
708 Goebbels
Capítulo 1. ¿Por qué Dios le había hecho de tal forma que la gente se
riera y se burlara de él? (1897-1917)
1
N. de la T. Ein Platz an der Sonne «un puesto al sol»: expresión acuñada por el
canciller Fürst von Bülow como sinónimo de éxito y prosperidad.
2
Para su nacimiento, infancia y juventud véanse: las copias de los registros de naci
mientos y defunciones que se encuentran en el archivo municipal de Mónchenglad-
bach (documentos del registro civil sobre los antepasados del doctor Joseph Goeb
bels, así como la crónica de la familia); además, las actas de los interrogatorios a los
parientes, elaboradas después de la Segunda Guerra Mundial, en los K. Frank-Korf-
Papers, Hoover Institution, Standorf, California; y sobre todo: Diario del Instituto de
Historia Contemporánea, aquí introducción al vol.l, 27/6/1924-31/12/1930, «Dia
rio de Joseph Goebbels (Memorias) desde 1897 (año de nacimiento) hasta octubre
de 1923 (escrito en julio de 1924)», aquí «Desde 1897 hasta mi primer semestre en
Bonn, 1917», págs. 1-5, (en adelante citado como Diario del Instituto de Historia
Contemporánea, Memorias); una información muy sugestiva sobre su disposición inte
rior la aporta el trabajo autobiográfico —escrito en 1919 en tercera persona— Michael
Voormanns Jugendjahre [Los años de juventud de Michael Voormann],Varte I, Archivo fede
ral de Coblenza, NL 118/126, en adelante citado como: Goebbels, Michael (1919); en
sus Erinnerungsbldtter [Memorias] escribió al respecto: «Escribo mi propia historia con
el corazón en la mano. "Michael Voormann". Recita todo nuestro sufrimiento. Sin
maquillaje, tal como yo lo veo» (Diario del Instituto de Historia Contemporánea,
Memorias, p. 14); además: Fraenkel, Goebbels, p. 21 y ss.; Heiber, Goebbels, p. 7 y ss.
3
El apellido Goebbels, o Góbbels, es común en el triángulo formado por Colo
nia, Aquisgrán y Mónchengladbach, a la izquierda del Rin, que perteneció tempo
ralmente a Francia. A este respecto véase Heiber, Goebbels, p. 8.
Notas 709
4
Carné n° 419 para la circulación en el territorio ocupado, expedido a nombre
de Fritz Goebbels el 2/6/1927, colección Genoud, Lausana.
5
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 11/12/1929, p. 467.
6
Carné n° 419 para la circulación en el territorio ocupado, expedido a nombre
de Fritz Goebbels el 2/6/1927, en el colección Genoud, Lausana.
7
Erckens, Günter.Juden in Mónchengladbach. Jüdisches Leben in denfrüheren Gemein-
den M. Gladbach, Rheydt, Odenkirchen, Giesenkirchen-Schelsen, Rheindalen, Wickmth und
Wanlo [Judíos en Mónchengladbach . La vida judía en los antiguos municipios de M. Glad
bach, Rheydt, Odenkirchen, Giesenkirchen-Schelsen, Rheindalen, Wickrath y Wanlo\. Con
tribuciones a la historia de la ciudad de Mónchengladbach, 25, vol.2, Mónchenglad
bach, 1989, p. 187, nota 1 (en adelante citado como: Erckens,Judíos).
8
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 8/12/1929, pág. 466 y
11/12/1929, p. 467.
9
Goebbels, Michael (1919).
10
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 8/12/1929, p. 466.
11
Goebbels, Michael (1919).
12
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 5/7/1935, p. 490.
13
Extractos de las cuentas de Fritz Góbbels de los años 1900-1920, colección
Genoud, Lausana.
14
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Memorias, p. 2.
15
Pese a los pocos datos que da Joseph Goebbels sobre su dolencia, se puede decir
que sufrió una enfermedad neurogenética de pie equinovaro como consecuencia de
una afección ósea. En la misma dirección apunta el informe necrópsico soviético del
9/5/1945, en el que se dice: «El pie derecho no sufrió alteración por efecto del fue
go. La planta del pie está tan curvada hacia dentro que casi forma un ángulo recto
con la tibia. La zona de la articulación del pie está muy deformada, el pie encogido
e hinchado. El pie izquierdo tiene 21,5 cm de largo, el derecho en cambio 18 cm
(longitud máxima). La prótesis entregada con el cadáver (...) corresponde perfecta
mente a la deformación del pie derecho», en: Besymenski, Lew: DerTod des Adolf Hitler.
Der sowjetische Beitrag über das Ende des Drítten Reiches und seines Diktators [La muerte
de Adolf Hitler. La contribución soviética sobre el final del Tercer Reich y de su dictador], 2a
ed., Munich/Berlín, 1982, p. 333 y ss. (en adelante citado como: Besymenski, Hitler).
16
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Memorias, p. 2.
17
A diferencia de Goebbels (Michael, 1919), su hermana María Kimmich precisó
después de la Segunda Guerra Mundial que su hermano fue operado del pie o de la
pierna a la edad de siete años. Comunicación de María Kimmich a Richard McMas-
ters Hunt en diciembre de 1959, en.Joseph Goebbels:A Study qf the Formation qfhis
National-Socialist Consciousness 1897-1916, tesis doctoral, Harvard University, Cam
bridge, Massachusetts, 1960, p. 62, nota 46.
18
Comunicación de la señora Hompesch del 19/10/1987. Una cinta magneto
fónica con una conversación de aproximadamente una hora que mantuvo con ella la
710 Goebbels
42
Joseph Goebbels: Der tote Freund [El amigo muerto], abril de 1912, colección
Genoud, Lausana: en las memorias denominadas Erinnerungsblatter data Goebbels su
primer poema en el año 1909 (Diario del Instituto de Historia Contemporánea,
Vol. 1, Memorias, p. 3).
43
Joseph Goebbels: Der Lenz [La primavera], 1914, colección Genoud, Lausana.
44
Goebbels, Michael (1919).
45
Ibid.
46
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Memorias, p. 3.
47
Goebbels, Michael (1919).
48
Ibid.
49
Ibid.; cí. Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Memorias, p. 5.
50
Hitler, Mein Kampf[Mi lucha], Munich, 1939, p. 162 (en adelante citado como:
Hitler, Mi lucha).
51
Joseph Goebbels: Wie kann auch der Nichtkampfer in diesen Tagen dem Vaterland die-
nen? [¿Cómo puede el no combatiente servir también a la patria en estos días?] (redacción
de clase del 27/11/1914), archivo federal de Coblenza, NL 118/117.
52
Certificado de aptitud científica para el servicio voluntario anual, 3/4/1914,
archivo federal de Coblenza, NL 188/113.
53
Joseph Goebbels: Wie kann auch der Nichtkampfer in diesen Tagen dem Vaterland die-
nen?, op. cit.
54
Joseph Goebbels: Aus halbvergessenen Papieren. DemAndenken Ernst Heynens gewid-
met [Depapeles medio olvidados. En memoria de Ernst Heynen], 22/2/1924, archivo fede
ral de Coblenza, NL 118/113.
55
Hubert Offergeld a Joseph Goebbels el 16/11/1914, colecci ón Genoud, Lau
sana.
56
Willy Zilles a Joseph Goebbels, 4-5/1/1915, colecci ón Genoud, Lausana.
57
N. de la T. Así se denominaba familiarmente a los soldados alemanes durante la
Primera y Segunda Guerra Mundial, por alusión al color de sus uniformes (en ale
mán, Feldgraue).
58
N. de laT. La sentencia de Raabe dice en alemán: Sieh' aufzu den Sternen, hab'
acht aufdíe Gassen! (¡Alza la vista a las estrellas, presta atención a las callejuelas!).
59
Joseph Goebbels a Willy Zilles el 26/7/1915, archivo municipal de M ónchen-
gladbach. Lo mismo expresó en una carta dirigida a Ernst Heynen, como se desprende
de su respuesta del 12/4/1916 (colección Genoud, Lausana).
60
Sobre ambos poetas Goebbels escribió largos ensayos, que se encuentran en la
colección Genoud, Lausana.
61
Joseph Goebbels a Willy Zilles el 26/7/1915, archivo municipal de M ónchen-
gladbach.
62
Goebbels, Joseph: Wilhelm Raabe, 7/3/1916, colección Genoud, Lausana.
63
Ibid.
64
Joseph Goebbels: Das Lied im Kriege [La canción en la guerra], (redacción de cla
se del 6/2/1915); véase también Wie kann auch der Nichtkampfer in diesen Tagen dem
712 Goebbels
Vaterland dienen? [¿Cómo puede el no combatiente servir también a la patria en estos días?],
op. cit.
65
Esto se infiere de una carta de Hubert Hompesch a Joseph Goebbels del
6/8/1915, colección Genoud, Lausana.
66
Willy Zules a Joseph Goebbels el 29/7/1915, colección Genoud, Lausana.
67
Fritz Goebbels a Joseph Goebbels el 9/11/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/112.
68
Voss a Joseph Goebbels el 7/12/1915, colección Genoud, Lausana.
69
Hubert Hompesch a Joseph Goebbels el 15/7/1916, colección Genoud, Lau
sana.
70
Goebbels, Joseph: In utraque fortuna utriusque mentor (redacción de clase del
30/6/1916), colección Genoud, Lausana.
71
Hubert Hompesch a Joseph Goebbels el 15/10/1916, colección Genoud, Lau
sana.
72
Lene Krage a Joseph Goebbels el 8/12/1916, archivo federal de Coblenza, NL
188/112.
73
Goebbels, Michael (1919).
74
Lene Krage a Joseph Goebbels el 22/8/1916, archivo federal de Coblenza, NL
118/112.
75
Goebbels, Michael (1919).
76
Rheydter Zeitung [periódico de Rheydt] del 25/4/1933.
77
Goebbels, Joseph: discurso de fin de bachillerato, 21/3/1917, archivo federal de
Coblenza, NL 118/126.
78
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 25/4/1933, p. 412;
Rheydter Zeitung del 25/4/1933.
79
Borrador de una carta de Joseph Goebbels a su maestro Voss de finales de 1915,
colección Genoud, Lausana.
80
Rheydter Zeitung del 25/4/1933.
1
Para los años de carrera de Joseph Goebbels cf. diario del Instituto de Historia
Contemporánea, vol. 1, Memorias, pp. 5-22 (aquí p. 5).
2
Informes de la unión de asociaciones estudiantiles científico-católicas Unitas,
Instituto de Estudios sobre la Universidad, Universidad de Wurtzburgo (en adelante
citado como: Unitas), año 57,1916/17,p. 227; el capellán Mollen también había estu
diado en Bonn y allí había sido miembro de la Unitas. Esto se desprende del registro
general de la unión de asociaciones estudiantiles científico-católicas Unitas en las uni
versidades de Aquisgrán, Berlín, Bonn, Friburgo de Brisgovia, de 1914.
3
Joseph Goebbels: Bin einfahrender Schüler, ein wüster Gesell..., Novelle aus dem Stu-
dentenleben [Soy un escolar errante, un tipo desordenado..., novela corta de la vida estudian
til], verano de 1917, archivo federal de Coblenza, NL 118/117.
Notas 713
4
Joseph Goebbels: Wilhelm Raabe, sin fecha, colección Genoud, Lausana. Al pare
cer, en este caso se trata de una versión revisada de su redacción sobre el poeta del
7/3/1916; Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 5;
Unitas, año 57,1916/17, p. 279; véase además: Schrader, Hans-Jürgen:Joseph Goebbels
ais Raabe-Redner [Joseph Goebbels como orador raabiano], en:Jahrbuch der Raabe-Gesells-
chaft [Anuario de la asociación de Raabe], (1974), p. 112 y ss.
5
Franz Josef Klassen, Treue um Treue. Sigfridia sei's Panier. Geschichte der Katholischen
Deutschen Burschenschaft Sigfridia zu Bonn im Ring Katholischer Deutscher Burschenschaf-
ten 1910-1980 [Lealtad por lealtad. Sigfridia es nuestra bandera. Historia de la corporación
estudiantil católica alemana Sigfridia de Bonn en la agrupación de corporaciones estudiantiles
católicas alemanas, 1910-1980], Bonn 1980, p. 19, nota 1.
6
Fraenkel, Goebbels, p. 34.
7
Unitas, año 57, 1916/17, p. 279;Joseph Goebbels a un profesor desconocido el
14/9/1917, reproducido en: Fraenkel, Goebbels, p. 32.
8
Joseph Goebbels: Die die Sonne lieben [Los que aman el sol], verano de 1917, archi
vo federal de Coblenza, NL 118/117.
9
Joseph Goebbels: Bin einfahrender Schüler, ein wüster Gesell..., Novelle aus dem Stu-
dentenleben, op. cit.
10
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 5.
11
Joseph Goebbels a la comisión diocesana de la asociación de Alberto Magno el
5 y el 15/9/1917, archivo federal de Coblenza, NL 118/113.
12
Nota del capellán Mollen a una carta de Joseph Goebbels dirigida a la comi
sión diocesana de la asociación de Alberto Magno el 18/9/1917, reproducido en:
Fraenkel, Goebbels, p. 32 y ss.
13
Cf. los documentos del archivo federal de Coblenza, NL 118/113.
14
Unitas, año 58,1917/18, p. 68 y p. 119 y ss.
15
Peter Joseph Hasenberg: 125Jahre Unitas-Verband. Beitrage zur Geschichte des Ver-
bandes der wissenschaftlichen, katholischen Studentenvereine Unitas (UV) [125 años de Uni
tas. Contribuciones a la historia de la unión de asociaciones estudiantiles científico-católicas Uni
tas], Colonia 1981, p. 91.
16
Madre de Agnes Kólsch a Joseph Goebbels el 16/11/1917, archivo federal de
Coblenza, NL 118/111.
17
Cf. la abundante correspondencia epistolar entre Joseph Goebbels y los miem
bros de la familia Kólsch en el archivo federal, NL 118/111.
18
Unitas, año 58,1917/18, p. 153.
19
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 6.
20
Unitas, año 58,1917/18, pp. 182 y 215.
21
Joseph Goebbels: Michael Voormann, Ein Menschenschicksal in Tagebuchbldttern
[Michael Voormann. El destino de un hombre a través de su diario], manuscrito, 1923, colec
ción Genoud, Lausana; Goebbels describe detalladamente los comienzos de su rela
ción amorosa con Anka Stalherm durante el segundo semestre en Friburgo en: Michae,
(1919), parte III, terminada en septiembre de 1919, archivo federal de Cobleza NI
714 Goebbels
43
Fritz Goebbels a Joseph Goebbels el 21/12/1918, archivo federal de Coblen
za, NL 118/112.
44
Fritz Goebbels ajoseph Goebbels el 3/1/1919 y el 31/12/1918, archivo fede
ral de Coblenza, NL 118/113.
45
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 25/1/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/109.
46
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 26/1/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/109.
47
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 30/1/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/109.
48
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 10.
49
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 26 y el 27/1/1919, archivo federal de
Coblenza, NL 118/109.
50
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 29/1/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/109.
51
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol.l, Memorias, p. 15.
52
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 27/1/1919, archivo federal de Coblenza,
. NL 118/109.
53
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 16/2/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/126.
54
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 20/2/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/126.
55
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 26/2/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/126.
56
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 24/2/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/109.
57
Joseph Goebbels: Heinrich Kdmpfert, Ein Drama in dreiAufzügen [Heinrich Kamp-
fert, un drama en tres actos], archivo federal de Coblenza, NL 118/114. La obra, que en
principio iba a llevar el título de Stille Helden [Héroes silenciosos], fue terminada el 12
de febrero de 1919; véase al respecto la correspondencia epistolar entre Joseph Goeb
bels y Anka Stalherm en el archivo federal de Coblenza, NL 118/109.
58
Joseph Goebbels: Heinrich Kdmpfert, Ein Drama in dreiAujzügen [Heinrich Kamp-
jert, un drama en tres actos], p. 39, archivo federal de Coblenza, NL 118/114.
59
Ibid., p. 56.
60
Fiódor Dostoievski: Schuld und Sühne [Crimen y castigo], Munich, 1987.
61
En el Michael (1919), parte III (archivo federal de Coblenza, NL 118/114 y s.)
escribió Goebbels: «El cristianismo actual tiene en la práctica ya muy poco de la bue
na nueva que trajo Cristo. No maltratéis a los hombres y chupadles la sangre».
62
Unitas, año 59,1918/19, «Suplemento del primer semestre 18/19: salida del Sr.
Goebbels».
716 Goebbels
63
Él le regaló a ella un cuadernito con los «apuntes de Navidad» redactados por
él mismo, Die Weihnachtsglocken des Eremiten [Las campanas navideñas del eremita], archi
vo federal de Coblenza, NL 118/126.
64
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 11.
65
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 16/3/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/109.
66
Olgi Esenwein a Joseph Goebbels el 21/2/1924 (eventualmente tambi én el
21/6/1924), archivo federal de Coblenza, NL 118/112.
67
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 13.
68
Fiódor Dostoievski: Die Ddmonen [Los demonios], versión alemana de E.K. Rah-
sin, Munich, 1956, p. 343 y ss.; cf. Bársch, Claus-Ekkehard: Erlósung und Vemichtung.
Dr. phil. Joseph Goebbels. Zur Psyche und Ideologie eines jungen Nationalsozialisten [Salva
ción y destrucción. Doctor Joseph Goebbels. Sobre el espíritu y la ideología de un joven nacio
nalsocialista], Munich, 1987 (en adelante citado como: Bársch, Salvación).
69
En la colección Genoud, Lausana, se encuentra un sinnúmero de poemas, entre
otros una colección que «dedicó» a Anka Stalherm.
70
N. de la T. Antiguo alemán por Nehmt, Frauen, diesen Kranz, «coged, mujeres,
esta corona». Es la primera línea del poema Traumliebe («amor ideal») de Walther von
derVogelweide (finales del siglo XII y principios del xm).
71
Contrato editorial entre Joseph Goebbels cand. phil. [licenciado en estudios de
cuatro años] y la editorial Xenien de Leipzig, 18/6/1919, archivo federal de Coblen
za, NL 118/113.
72
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 20/8/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/109.
73
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 13.
74
Goebbels, Michael (1919), Parte I (archivo federal de Coblenza, NL 118/126),
así como parte III (archivo federal de Coblenza, NL 118/115 y s.); la segunda parte
no se ha conservado.
75
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 14; «Michael
Voormann está terminado, creo que te gustará», escribió Joseph Goebbels a Anka Stal
herm el 6/9/1919, archivo federal de Coblenza, NL 118/109.
76
Goebbels, Michael (1919), parte I.
77
Aiá., parte III.
78
N. de la T. En alemán Raterepublik, conocida como el «soviet bávaro», la Repú
blica Soviética de Baviera o el Consejo de Baviera.
79
Arco-Valley fue excarcelado en 1924 y ascendió en el Tercer Reich a director
de la Lufthansa alemana.
80
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 17.
81
Ayuntamiento de Munich a Joseph Goebbels (sin fecha, asunto: establecimien
to de foráneos), colección Genoud, Lausana.
Notas 717
82
Goebbels describe esta Nochebuena de 1919 en su artículo Sursum corda! [[Arriba
los corazones*.], en el Westdeutsche Landeszeitung [Periódico regional de la Alemania occi-
dental] del 7/3/1922.
83
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 6/9/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/126.
84
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 16.
85
Fritz Goebbels a Joseph Goebbels el 9/11/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/112.
86
Joseph Goebbels: Kampf der Arbeiterklasse. Fragment eines sozialistischen Dramas
[Lucha de la clase obrera. Fragmento de un drama socialista], colección Genoud, Lausana.
87
Ibid.
88
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 29/1/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/109.
89
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 31/1/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/109.
90
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 6/2/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/109.
91
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 4/3/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/110.
92
Cf. Borrador de una carta de Joseph Goebbels aVoss, finales de 1915, colección
Genoud, Lausana.
93
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 4/3/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/110.
94
N. de la T. Conocida alusión al «Hamlet» de Shakespeare (1.4). En lengua ingle
sa dice: Something is rotten in the state ofDenmark.
95
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 13/3/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/110.
96
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 17 y s.
97
Joseph Goebbels: Díe Saat [La siembra], acción en tres actos (marzo de 1920),
archivo federal de Coblenza, NL 118/117.
98
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 17 y s.
"Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 14/4/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/126.
100
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 6/6/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/110.
101
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 15/5/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/110.
102
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 13/6/1920, el 18/6/1920 y el 4/7/1920,
archivo federal de Coblenza, NL 118/110.
103
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 15/5/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/110.
718 Goebbels
104
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 29/6/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/126.
105
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 19.
106
Joseph Goebbels a Anka Stalherm, sin fecha, archivo federal de Coblenza, NL
118/118.
107
Testamento de Joseph Goebbels del 1/10/1920. Existen dos versiones ligera
mente diferentes, archivo federal de Coblenza, NL 118/113 así como NL 118/118.
108
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 27/11/1920, archivo federal de Coblen
za, NL 118/126.
109
Richard Flisges a Joseph Goebbels el 31/10/1920, archivo federal de Coblen
za, NL 118/112; véanse también las cartas de Richard Flisges ajoseph Goebbels del
3 y del 9/11/1920, archivo federal de Coblenza, NL 118/112.
110
Anka Stalherm ajoseph Goebbels el 24/11/1920, archivo federal de Coblen
za, NL 118/126.
111
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 27/11/1920, archivo federal de Coblen
za, NL 118/126.
112
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 30/5/1928, p. 229.
113
Ibid., 14/12/1928, p. 303.
114
Ibid., 16/12/1928, p. 304.
115
Ibid., 1/4/1929, p. 351.
116
Oswald Spengler: Der Untergang des Abendlandes. Umrisse einer Morphologie der
Weltgeschichte [La decadencia de Occidente. Bosquejo de una morfología de la Historia Uni
versal], Munich, 1923.
117
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 21.
118
Fritz Goebbels ajoseph Goebbels el 5/12/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/113.
119
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 16.
120
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 6/6/1920, archivo federal de Coblenza,
NL 118/110.
121
Joseph Goebbels: Wilhelm von Schütz ais Dramatiker. Ein Beitrag zur Geschichte
des Dramas der Romantischen Schule [Wilhelm von Schütz como dramaturgo. Una contribu
ción a la historia del drama de la escuela romántica], tesis doctoral, Heidelberg 1921; cf.
Neuhaus, Helmut: Der Germanist Dr. phil. Joseph Goebbels. Bemerkungen zur Sprache des
Joseph Goebbels in seiner Dissertation aus demjahre 1922 [El germanista doctor Joseph Goeb
bels. Observaciones sobre la lengua de Joseph Goebbels en su tesis doctoral del año 1922], en:
Zeitschriftfür Deutsche Philologie (ZfdPh) [Revista de Filología Alemana] 93 (1974), p. 398
yss.
122
Ibid., p. 8 y s.
123
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 21.
124
N. de laT. Según la costumbre alemana, el periódico de bodas o periódico nup
cial (Hochzeitszeitung) consiste en presentar a los novios de manera divertida. Lo sue-
Notas 719
len redactar familiares o amigos íntimos de la pareja, e incluye fotos, anécdotas, algún
pequeño secreto de los novios, etc.
125
N. de laT. Muy expresivo en alemán dada la proximidad fonética entre Haken-
kreuz (cruz gamada o esvástica) y Kacken (cagar), así como por la aliteración de la ka
y de la erre: Seh ich nur ein Hakenkreuz, krieg ich schon zum Kacken Reiz.
126
Comunicación de Wilhelm Kamerbeek del 21/10/1987.
127
Título de doctor de Joseph Goebbels, fechado el 21/4/1922, Universidad de
Heidelberg, archivo federal de Coblenza, NL 118/128; el original se encuentra en la
colección Genoud, Lausana.
128
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 22.
129
Ibid.
1
Richard Flisges a Joseph Goebbels el 12/12/1921, archivo federal de Coblen
za, NL 118/112.
2
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 23.
3
Westdeutsche Landeszeitung del 24/1/1992.
4
Joseph Goebbels, Aus meinemTagebuch [De mi diario],junio de 1923,archivo federal
de Coblenza, NL 118/126.
5
Ibid.
6
Westdeutsche Landeszeitung del 6/2/1922.
7
«La expresión de la decadencia de Occidente está hoy en boca de todas las perso
nas cultas e incultas, en todas las ocasiones adecuadas e inadecuadas. ¡Cuántas veces
he tenido la oportunidad de oír esta expresión en boca de gente que ni siquiera cono
cía el nombre de Oswald Spengler, por no decir su libro! Seguramente pocas veces
el título de un libro ha ejercido una fuerza tan sugestiva como éste. Spengler es hijo
de su tiempo, del mismo modo que todos nosotros estamos varados en nuestro tiem
po, por muy convencidos que estemos personalmente de haberlo superado. Me gus
ta mucho el libro de Spengler y le debo algunas horas espléndidas. Pero eso no me
hará desistir de afirmar que el libro ha perjudicado más que beneficiado a nuestro
espíritu alemán (...) por desgracia,muchos han sacado de él un pesimismo enfermi
zo, y el pesimismo es hoy más que nunca un veneno para el cuerpo de nuestro pue
blo. El libro de Spengler ha llegado en el momento equivocado», de: Joseph Goeb
bels: Vom Sinn unserer Zeit [Del sentido de nuestro tiempo], Ibid.
8
Westdeutsche Landeszeitung del 8/2/1922; además, aparecieron en el Westdeutsche
Landeszeitung los artículos de Goebbels Kritik und Kunst [Crítica y arte] (edición del
11/1/1922), Zur Erziehung eines neuen Publikums [Para la educación de un nuevo públi
co] (primera parte en la edición del 21/2/1922; segunda parte en la edición del
27/2/1922) y Sursum corda [Arriba los corazones] (edición del 7/3/1922).
9
Müller a Joseph Goebbels el 16/10/1922, archivo federal de Coblenza, NL
118/113.
720 Goebbels
10
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 24.
11
Joseph Goebbels: Ausschnitte aus der deutschen Literatur der Gegenwart [Fragmentos
de la literatura alemana contemporánea] (conferencia pronunciada el 30/10/1922), colec
ción Genoud, Lausana.
12
Anuncio en el Westdeutsche Landeszeitung del 25/10/1922.
13
Else Janke a Joseph Goebbels el 6/9/1922, archivo federal de Coblenza, NL
118/110.
14
Fraenkel, Goebbels, p. 68.
15
Else Janke a Joseph Goebbels el 5/10/1922, archivo federal de Coblenza, NL
118/110.
16
Else Janke a Joseph Goebbels el 22/12/1922, archivo federal de Coblenza, NL
118/110.
17
Joseph Goebbels a Else Janke, Navidades de 1922, reproducido en: Fraenkel,
Goebbels, p. 66 y s.
18
María Goebbels a Joseph Goebbels el 16/2/1923, archivo federal de Coblen
za, NL 118/113: «El paquete adjunto contiene: pan, pan blanco, azúcar, embutido,
mantequilla... 3 pañuelos, un par de calcetines y dos esclavinas».
19
Else Janke ajoseph Goebbels el 11/2/1923, archivo federal de Coblenza, NL
118/110.
20
Else Janke ajoseph Goebbels el 31/1/1923, archivo federal de Coblenza, NL
118/110.
21
Joseph Goebbels, Aus meinem Tagebuch [De mi diario], junio de 1923, archivo
federal de Coblenza, NL 118/126.
22
Ibid.
23
Ibid.
24
Else Janke ajoseph Goebbels el 25/4/1923, archivo federal de Coblenza, NL
118/110.
25
Joseph Goebbels: Aus meinem Tagebuch [De mi diario], junio de 1923, archivo
federal de Coblenza, NL 118/126, como las dos siguientes citas de este párrafo.
26
Joseph Goebbels a Else Janke el 5/6/1923, reproducido en: Fraenkel, Goebbels,
p. 68 y ss.
27
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 26.
28
Joseph Goebbels, Aus meinem Tagebuch, op. cit.
29
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 27.
30
Ibid.
31
Else Janke ajoseph Goebbels el 11/2/1923, archivo federal de Coblenza, NL
118/110.
32
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 27.
33
Joseph Goebbels, Michael Voormann. Ein Me nschenschicksal in Tage buchbl áttem
[Michael Voormann. El destino de un hombre a través de su diario], manuscrito del año
1923, colección Genoud, Lausana (en adelante citado como: Goebbels, Michael 1923).
En la misma colección, así como en el archivo federal de Coblenza (NL 118/127),
Notas 721
se encuentra además una versión escrita a máquina y una fotocopia del manuscrito;
cf. Singer, Hans-Jürgen: Míchael oder der leeré Glaube [Michael o la fe vacía], en: 1999.
Zeitschrift für Sozialgeschichte des 20. und 21 Jahrhunderts [Revista de la historia social de los
siglos xx y xxi], año 2, octubre de 1987, número 4, p. 68 y ss.; Richard McMasters
Hunt, Joseph Goebbels: A Study qf the Formation qfhis National-Socialíst Conscíousness
(1897-1916), tesis doctoral, Harvard University, Cambridge, Massachusetts 1960,
p. 94 y ss.; Bársch, Salvación.
34
Goebbels, Michael (1923), preludio.
35
Cf. Dietz Bering, Die Intellektuellen. Geschichte eines Schimpfwortes [Los intelec
tuales. Historia de un insulto] , Frankfurt del Meno, Berl ín,Viena 1982, p. 109 y ss.
36
Goebbels, Michael (1923), diario del 14 de junio.
37
Ibid.
38
Ibid., diario del 1 de junio.
39
Ibid., diario del 15 de noviembre.
40
Ibid., dia rio del 15 de ma yo.
41
Joseph Goebbels, Die Führerfrage [La cuestión del Führer] , en: Joseph Goebbels:
Die zweite Revolution. Briefe an Zeitgenossen [La segunda revolución. Cartas a los coetá
neos], Zwickau, 1926, p. 6 (en adelante citado como: Goebbels, La segunda revolución).
42
Joseph Goebbels: «Schópferische Kráfte. Richard Flisges, dem toten Freunde!»
[«Fuerzas creativas. Al amigo muerto, Richard Flisges»], Rheydter Zeitung del 22/12/1923,
archivo federal de Coblenza, NL 118/113.
43
Olgi Esenwein a Joseph Goebbels el 3/1/1924, archivo federal de Coblenza,
NL 118/112; así como la carta de Olgi Esenwein a Joseph Goebbels del 21/4/1924,
archivo federal de Coblenza, NL 118/112.
44
Joseph Goebbels: Michael. Ein deutsches Schicksal in Tagebuchblattern [Michael. El
destino de un alemán a través de su diario], Munich, 1929 (en adelante citado como:
Goebbels, Michael 1929).
45
Ibid., diario del 15 de mayo, p. 108.
46
N. de la T. Arbeiter der Stirn und Faust: se refiere al trabajo intelectual (frente) y
al trabajo manual (puño).
47
Ibid., diario del 17 de mayo.p. 109.
48
Ibid., diario del 9 de agosto, p. 57.
i9
Ibid.,p. 156 y s.
50
Die Weltbühne [la escena mundial] del 27/1/1931.
51
Véase p. 153.
52
Joseph Goebbels a Else Janke el 22/9/1923, archivo federal de Coblenza, NL
118/110.
53
Hans Goebbels a Joseph Goebbels el 18/9/1923, archivo federal de Coblenza,
NL 118/110.
54
Fritz Goebbels a Joseph Goebbels el 23/9/1923, archivo federal de Coblenza,
NL 118/113.
55
Fritz Goebbels a Joseph Goebbels el 27/9/1923, archivo federal de Coblenza,
NL 118/113.
722 Goebbels
56
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 28.
57
Comunicación de Erich Willmes del 6/7/1988.
58
Fraenkel, Goebbels, p. 70.
59
Solicitud de empleo de Joseph Goebbels a la editorial Rudolf Mosse, sin fecha,
archivo federal de Coblenza, NL 118/113.
60
Joseph Goebbels, Au s meine m Tage buch [De mi diario] , junio de 1923, archivo
federal de Coblenza, NL 118/126.
61
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 28/7/1924, p. 51.
62
N. de la T. Juego de naipes alemán.
63
Ibid., p. 52.
64
ifeiá., p. 51.
65
Ibid., 17/7/1924, p. 43.
66
Joseph Goebbels: Aus meine m Tqgebuc h [De mi diario] , junio de 1923, archivo
federal de Coblenza, NL 118/126.
67
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 26: «El ju
daismo. Reflexiono sobre el problema del dinero».
68
Fraenkel, Goebbels, p. 65; Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol.
1, Memorias, p. 23.
69
Joseph Goebbels a Anka Stalherm el 17/2/1919, archivo federal de Coblenza,
NL 118/126.
70
Carta abierta del doctor Josef Joseph, emigrado a Estados Unidos, dirigida al
ministro de Propaganda del Reich, publicada en noviembre de 1944 en la prensa ame
ricana, citada por: Erckens,J«¿ío5, p. 189 y s.
71
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 25.
72
Joseph Goebbels, Ausschnitte aus der deutschen Literatur der Gegenwart [Fragmentos
de la literatura alemana contemporánea] (conferencia pronunciada el 30/10/1922), colec
ción Genoud, Lausana.
73
A partir de este momento se acumulan las entradas sobre el judaismo, Diario
del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 26 y s.
74
Else Janke a Joseph Goebbels el 4/11/1923, colección Genoud, Lausana.
75
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 27; Cham-
berlain, Houston Stewart: Die Grundlagen des neunzehnten Jahrhunderts [Los fundamen
tos del siglo xix], Munich, 1899 (en adelante citado como: Chamberlain, Fundamen
tos).
76
Joseph Arthur de Gobineau: Die Ungleichheit der Menschenrassen [La desigualdad
de las razas humanas], 4 vols., 1853-55.
77
Chamberlain, Fundamentos, p. 259.
78
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 8/5/1926, p. 178.
79
En el Michael (1929) escribió Goebbels en la entrada del 15 de noviembre
(p. 82): «Cristo es el primer antisemita de relieve."Devora a todos los pueblos". A eso
él le declaró la guerra. Por eso el judaismo tuvo que eliminarle, pues ponía en duda
los fundamentos de su futura potencia mundial».
Notas 723
8ü
Joseph Goebbels en el Vdlkísche Freiheit [Libertad nacional] del 15/11/1924.
81
Joseph Goebbels, Lenin oder Hitler? Eine Rede [¿Lenin o Hitler? Un discurso], Zwic-
kau, 1926, p. 21.
82
Joseph Goebbels, Ausschnitte aus der deutschen Literatur der Gegenwart [Fragmen
tos de la literatura alemana contemporánea] (conferencia pronunciada el 30/10/1922),
colección Genoud, Lausana.
83
Diario del Instituto de Historia Contempor ánea, vol. 1, 4/7/1924, p. 33.
84
Joseph Goebbels, Lenin oder Hitler? Eine Rede, op. cit., p. 31.
'Joseph Goebbels, Aus meinem Tagebuch [De mi diario],junio de 1923, archivo fede-
ral de Coblenza, NL 118/126.
2
Goebbels, Michael (1923), diario del 15 de mayo.
3
Joseph Goebbels, Die Führerfrage [La cuestión del Fú'hrer], en Goebbels, La segun
da revolución, p. 7.
4
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 30/6/1924, p. 30: «Los
primeros quieren el protestantismo prusiano (...),los otros la reconciliación panger-
mana, seguramente con un cariz católico. Munich y Berlín están en lucha. Se puede
decir también Hitler y Ludendorff».
5
Ulrich Klein: Mekka des deutschen Sozialismus oder «Kloake der Bewegung». Der
Aufstieg der NSDAP in Wuppertal 1920-1934 [Meca del socialismo alemán o «cloaca del
movimiento». El ascenso del NSDAP en Wuppertal en 1920-1934], en: Über allem die Par-
tei. Schule, Kunst, Musík in Wuppertal 1933-1945 [El partido por encima de todo. Escue
la, arte, música en Wuppertal, 1933-1945], editado por Klaus Goebel, Oberhausen, 1987,
p. 105 y ss. (aquí p. 117) (en adelante citado como Klein, Meca).
6
Die Stadt Rheydt und die Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei [La ciudad de
Rheydt y el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán], del jefe de servicio de la circuns
cripción, el compañero de partido W. von Ameln, en: Libro de empadronamiento de la
ciudad de Rheydt de 1936, archivo municipal de Mónchengladbach.
7
Diario del Instituto de Historia Contempor ánea, vol. 1, 30/6/1924, p. 30.
8
Ibid.
9
Ibid., p. 30 y s.
10
Ibid., 15/8/1924, p. 65.
11
Para el congreso de Weimar del 17 y 18 de agosto véase Diario del Instituto de
Historia Contemporánea, vol. 1,19 y 20/8/1924, págs. 66-73 (aquí p. 66).
12
BerlinerTageblatt [Diario de Berlín] del 13/9/1930.
13
Joseph Goebbels, Die Katastrophe des Liberalismus [La catástrofe del liberalismo], en
Vdlkische Freiheit del 11/10/1924, archivo municipal de Wuppertal.
14
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 22/8/1924, ]
724 Goebbels
15
Die Stadt Rheydt und die Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterpartei [La ciudad de
Rheydt y el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán], del jefe de servicio de la circuns
cripción, el compañero de partido W von Ameln, en Libro de empadronamiento de la
ciudad de Rheydt de 1936, archivo municipal de Mónchengladbach.
16
Ibid.
17
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 22/8/1924, p. 75.
18
Fraenkel, Goebbels, p. 71 y s.
19
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 27/9/1924, p. 91.
20
Volkische Freiheit del 4/10/1924, archivo mun icipal de Wuppertal.
21
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 3/10/1924, p. 93.
22
Ibid., 27/9/1924, p. 91.
23
N. de laT. El título en alemán de esta sección era Streiflichter, que significa «refle
jos de luz» y, por extensión, «ilustración» o «explicación breve».
24
Volkische Freiheit del 18/10/1924, archivo municipal de Wuppertal.
25
Ibid., 11/10/1924.
26
Ibid., 1/11/1924.
27
Ibid., 4/10/1924.
28
Ibid., 18/10/1924.
29
Ibid., 20/9/1924.
30
Ibid.
31
Ibid., 8/11/1924.
32
Ibid., 15/11/1924.
33
Ibid., 4/10/1924.
34
Ibid., 20/12/1924.
35
Hermann Fobke al doctor AdalbertVolck el 21/9/1924, reproducido en:Joch-
mann,Werner, ed., Nationalsozialismus und Revolution. Ursprung und Geschichte der
NSDAP in Hamburg 1922-Í923, Dokumente [Nacionalsocialismo y revolución. Origen
e historia del NSDAP en Hamburgo, i922-1923, Documentos], Frankfurt del Meno,
1963, doc. 46, p. 154 y s. (en adelante citado como Jochmann, Documentos).
36
Volkische Freiheit del 10/1/1925, archivo municipal de Wuppertal.
37
Hitler, Mi lucha, p. 354.
38
Konrad Heiden, Geschichte des Nationalsozialismus. Die Karriere einer Idee [Histo
ria del nacionalsocialismo. La carrera de una idea], Berlín, 1932, p. 195.
39
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1,15/9/1924, p. 85: «Hablo
largo rato con Strasser, sobre Hitler, de si será puesto en libertad. Angustiosa pregun
ta».
40
Karl Kaufmann a Otto Strasser el 4/6/1927, BDC (Berlín Document Center).
41
Klein, Meca, p. 116.
42
Heiber, Goebbels, p. 46.
43
Karl Kaufmann a Otto Strasser el 4/6/1927, BDC.
44
Ibid.
Notas 725
45
Informe policial sin fecha, Archivo General del Estado. Dusseldorf, colección
de la Jefatura Superior de Policía de Wuppertal.
46
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 8/6/1925, p. 116.
47
Ibid., 23/10/1925, p. 137.
48
Vólkische Freiheit del 15/11/1924, del 20/12/1924 y del 10/1/1925, archivo
municipal de Wuppertal.
49
Ibid., 20/12/1924.
50
15 diseños para carteles u octavillas para anunciar conferencias del NSDAP, editados
por la oficina de las Nationalsozialistische Briefe [Cartas nacionalsocialistas], con un pró
logo de Joseph Goebbels, Elberfeld, sin indicación del año.
51
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 26/3/1925, p. 98.
52
Ibid., 28/3/1925, p. 99.
53
Ibid., 16/4/1925, p. 104.
54
Ibid., 28/5/1925, p. 115.
55
/W<¿., 22/4/1925, p. 105 y s.
56
Ibid., 18/4/1925, p. 105.
57
Ibid., 27/5/1925, p. 114.
58
Vólkischer Beobachter del 8/7/1925.
59
Karl Kaufmann comunicó a los biógrafos de Goebbels Fraenkel y Manvell
(Fraenkel, Goebbels, p. 95) que el primer encuentro entre Goebbels y Hitler tuvo lugar
en otoño de 1925 en Elberfeld. Sin embargo, Kaufmann debió de equivocarse, pues
en el diario goebbeliano de Elberfeld, que comienza el 12/8/1925, no se encuentra
ninguna entrada sobre semejante encuentro antes del 2 o del 6/11/1925. Según la
entrada del diario del 6/11/1925 (Diario del Instituto de Historia Contemporánea,
vol. 1, p. 140 y s.), Goebbels se encontró con Hitler en Brunswick. Puesto que ambas
entradas permiten inferir claramente que no se puede tratar del primer encuentro,
éste debió de producirse en la laguna de transmisión de los diarios goebbelianos, que
abarca desde el 10/6/1925 hasta el comienzo de los diarios de Elberfeld el 12/8/1925.
Dado que ni en las memorias ni en las fuentes se halla ninguna alusión a que Hitler
estuviera en Elberfeld en el verano de 1925 (en cambio, su visita a la asociación de
ese lugar en junio del año 1926 está ampliamente documentada), se justifica la con
jetura de que Goebbels y Hitler se encontraron por vez primera en el congreso de
jefes de distrito celebrado en Weimar el 12/7/1925, máxime cuando en el borrador
de los diarios de Goebbels que termina en julio de 1928 se encuentra la anotación:
«Julio del 25, Hitler en Weimar (...) noviembre del 25, Hitler en Brunswick», Diario
del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, p. 248.
6(1
Hinrich Lohse, Der Fall Strasser [El caso Strasser], sin fecha, Instituto de Historia
Contemporánea, ZS 265.
61
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 21/8/1925, p. 121.
62
Ibid., 12/10/1925, p. 134.
63
Ibid,, 26/3/1925, p. 98.
64
Klein, Meca, p. 119 y s.
726 Goebbels
65
Rust (Hannover), Fobke (Gotinga), Schultz (Hesse-Nassau Norte) y Lohse
(Schleswig-Holstein) en la dirección del NSDAP el 15/4/1925, archivo federal de
Coblenza, colección Schumacher 201/1.
65
Bouhler a Rust el 20/4/1925, archivo federal de Coblenza, colecci ón Schu-
macher 202/1.
67
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 18/5/1925, p. 112.
68
Ibid., 12/8/1925, p. 118.
69
Ibid. 4/4/1925, p. 101.
70
Ibid. 19/8/1925, p. 121.
71
Klein, Meca, p. 120.
72
Otto Strasser: Mein Kampf. Eine politische Autobiographie mit einem Vorwort pon Ger-
hard Zwerenz [Mí lucha. Una autobiografía p olítica con un prólogo de Gerhard Zwerenz] ,
Frankfurt del Meno, 1969, p. 24 (en adelante citado como Strasser, Otto: Mi lucha).
73
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 21/8/1925, p. 121.
74
Anexo a la carta de Gregor Strasser a Karl Kern del 18/6/1927 sobre la asam
blea berlinesa del partido del 10/6/1927, BDC.
75
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 21/8/1925, p. 121.
76
Hermann Fobke, Aus der nationalsozialistischen Bewegung. Bericht über die Grün-
dung der Arbeitsgemeinschaft der nord- und Westdeutschen Gaue der NSDAP [Del movi
miento nacionalsocialista. Informe sobre la creación de la comunidad de trabajo de los distritos
del NSDAP del norte y oeste de Alemania], 11/9/1925, reproducido emjochmann, Docu
mentos, doc. 66, p. 207 y ss. (aquí p. 208).
77
Ibid., p. 209.
78
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 11/9/1925, p. 127.
79
Ibid., 28/9/1925, p. 130.
80
Hitler, Mi lucha, p. 73.
81
/W.,p. 113.
82
Ibid., p. 145.
83
Nationalsozialistische Briefe [Cartas nacionalsocialistas] del 15/10/1925; cf. Schüd-
dekopf, Otto-Ernst: Nationalbolschewismus in Deutschland 1918-1933 [Nacionalbolche-
vismo en Alemania, 1918-1933], Frankfurt del Meno, Berlín,Viena, 1972, p. 176 y ss.
84
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, Memorias, p. 27.
85
Ibid., 14/10/1925, p. 134 y s.
86
Ibid., 6/11/1925, p. 141 (al igual que las siguientes citas).
87
Ibid., 23/11/1925, p. 143.
88
Ibid., p. 144.
89
Joseph Goebbels, Die Führerfrage [Elproblema del líder] , en: Goebbels, La segun
da repolución), p. 8.
90
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 23/11/1925, p. 143.
91
Joseph Goebbels y Gregor Strasser (signatarios), Statuten der Arbeitsgemeinschaft
der Nord-und Westdeutschen Gaue der NSDAP [Estatutos de la comunidad de trabajo de los
Notas 727
distritos del NSDAP del norte y oeste de Alemania], reproducidos en: Jochmann, Docu-
mentos, doc. 67, p. 212 y s. (aguí p. 213).
92
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 18/12/1925, p. 149.
93
Joseph Goebbels: Das kleine ABC des Nationalsozialisten [El pequeño ABC del
nacionalsocialista], borrador manuscrito de octubre de 1925, BDC; véase además: Dia
rio del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 26/10/1925, p. 138.
94
N. de laT. En la terminología nazi se habla de schaffendes Kapítal («capital crea
tivo» o productivo) y raffendes Kapital («capital codicioso» o especulativo).
95
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1,6/1/1926, p. 153.
96
Joseph Goebbels a Gregor Strasser el 11/1/1926, archivo federal de Coblenza,
NS 1-341 11-184; «Es inaudito cómo algunos jefes de distrito han tratado el borra
dor de su programa».
97
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 18/12/1925, p. 148;
este escrito político-especulativo, aparecido en 1923, es el testimonio más importan
te de pensamiento antidemocrático en la república de Weimar, una reacción a los
decepcionantes acontecimientos de la Primera Guerra Mundial, la revolución de
noviembre y las disposiciones deVersalles; en 1933 Goebbels celebró «la difusión de
la obra, trascendental para la historia de las ideas políticas del NSDAP» (anuncio edi
torial en Hamburgo de una gran tirada), Kindlers Literatur-Lexikon [Diccionario de lite
ratura de la editorial Kindler], Munich, 1974, vol. 7, p. 2.874 y s.
98
Nationalsozialismus und Bolschewismus [Nacionalsocialismo y bolchevismo] , en Natio-
nalsozialistische Briefe [Cartas nacionalsocialistas] del 15/10/1925.
99
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 25/1/1926, p. 157.
100
Ibid.
101
Ulrich Wórtz: Programmatik und Führerprinzip. Das Problem des Strasser-Kreises
ín der NSDAP Eine Historische-politische Studie zum Verhdltnis von Sachlichem Programm
und Personlicher Führung in Einer Totalitdren Bewegung [Programática y principio del Füh-
rer. El problema del círculo de Strasser en el NSDAP Un estudio histérico-político sobre la rela
ción del programa objetivo y del liderazgo personal en un movimiento totalitario], tesis doc
toral, Erlangen, 1966. P. 85 (en adelante citado como Wórtz, Programática).
102
Otto Strasser, Mi lucha, p. 27.
103
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 20/1/1926, p. 156.
104
/tó/., 6/2/1926, p. 159.
105
Bouhler aViereck el 9/2/1926, archivo federal de Coblenza, colección Schuh-
macher, 204.
106
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol.l, 11/2/1926, p. 160.
107
Ibid.
108
Sobre el congreso de dirigentes celebrado en Bamberg véase Diario del Insti
tuto de Historia Contemporánea, vol. 1,12-15/2/1925, p. 161 y s.
109
Otto Strasser a Joseph Goebbels el 26/1/1926, reproducido en Jochmann, Docu
mentos, doc. 72, p. 221 y ss. (aquí p. 222).
110
Volkischer Beobachter del 25/2/1926.
111
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 15/2/1926, p. 161.
728 Goebbels
112
Carta de protesta de Gottfried Feder a Hitler y/o Heinemann (Comisi ón de
investigación y arbitraje) el 2-3/5/1926, reproducida en:Tyrell, Albrecht (ed.): Führer
befiehl... Selbstzeugnisse aus der «Kampfzeit» der NSDAP. Dokumentation und Analyse
[Führer, ordena... Autotestimonios de la «época de lucha» del NSDAP. Documentación y aná-
lisis], Dusseldorf, 1969, p. 124 y ss. (aquí p. 127) (en adelante citado como Tyrell, Füh
rer, ordena...).
113
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 15/2/1926, p. 162.
114
Ibid.
115
Nationalsozíalistische Briefe [Cartas nacionalsocialistas] del 1/3/1926.
116
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 13/3/1926, p. 166.
117
Ibid., 22/2/1926, p. 163.
118
Carta de protesta de Gottfried Feder a Hitler y/o Heinemann (Comisi ón de
investigación y arbitraje) el 2-3/5/1926, reproducida en:Tyrell, Führer, ordena..., p.
125.
u<)
Ibid.,p. 125 y s.
120
Cf. sobre Munich: Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1,
13/4/1926, p. 171 y ss.
121
Ibid., 16/4/1926, p. 174.
122
Ibid., 19/4/1926, p. 175.
123
Joseph Goebbels, Lenin o Hitler, Zwickau 1926, p. 13.
124
Joseph Goebbels, Der Generalstab [El Estado Mayor], en Joseph Goebbels, Wege
ins Dritte Reich. Briefe und Aufsdtze für Zeitgenossen [Caminos hacia el Tercer Reich. Car
tas y artículos para coetáneos], Munich, 1927, p. 7 y ss. (aquí p. 9 y s.) (en adelante cita
do como Goebbels, Caminos hacia el Tercer Reich); véase también: Diario del Instituto
de Historia Contemporánea, vol. 1, 3/5/1926, p. 177.
125
Carta de protesta de Gottfried Feder a Hitler y/o Heinemann (Comisión de
investigación y arbitraje) el 2-3/5/1926, reproducida en:Tyrell, Führer, ordena..., p.
124 y s.
126
Ibid., p. 125.
127
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 8/5/1926, p. 178.
128
Ibid., 10/5/1926, p. 179.
129
Ibid., 16,17,19 y 21/6/1926, p. 186 y s.
130
Ibid., 6/7/1926, p. 190 y s.
131
N. de la T. Alusión al capítulo 9 de la Historia de los Apóstoles, donde se relata la
conversión de Saúl de Tarso en Pablo durante su viaje a Damasco; por extensión, la
expresión «vivir su Damasco» o «vivir el día de Damasco» significa convertirse, cam
biar el criterio con respecto a algo de manera fundamental (en alemán, sein Damas-
kus/seinen Tag von Damaskus erleben).
132
Joseph Goebbels, Die Revolution ais Ding an sich [La revolución como objeto en sí
mismo], en Nationalsozialistische Briefe [Cartas nacionalsocialistas], caita 24 del 15/11/1926;
reproducida en: Goebbels, Caminos hacia el Tercer Reich, p. 44 y ss. (aquí p. 47 y s.).
133
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 24/7/1926, p. 196 y s.
Notas 729
134
Ibid., 10/6/1926, p. 185.
135
Albrecht Tyrell, Führergedanke und Gauleiterwechsel. DieTeilung des Gaues Rhein-
land der NSDAP 1931 [Idea del Führer y cambio de jefes de distrito. La división del distri
to deRenania del NSDAP en 1931], en: Vierteljahrsheftefür Zeitgeschichte (VfZG) [Cua
dernos trimestrales de historia contemporánea], año 23/1975, p. 341 y ss. (aquí p. 352) (en
adelante citado como Tyrell, Idea del Führer).
136
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 6/7/1926, p. 191.
137
Ibid., 27/8/1926, p. 204
138
Ibid., 17/9/1926, p. 208.
139
Kurt Daluege en la edición conmemorativa del Angriff del año 1936, archivo
federal de Coblenza, NS 26/968; Diario del Instituto de Historia Contemporánea,
vol. 1,16/10/1926, p. 212.
140
Erich Schmiedicke ajoseph Goebbels el 16/10/1926, reproducido en el ane
xo de documentos de Helmut Heiber, ed.,DasTagebuch vonjoseph Goebbels 1925/1926
[El diario dejoseph Goebbels de 1925/1926], Stuttgart 1960, p. 112 y s. (en adelante
citado como Heiber: Diario de 1925/26).
141
Else Janke ajoseph Goebbels el 9/4/1924, colección Genoud, Lausana.
142
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol.l, 17/8/1926, p. 202.
143
Ibid., 8/6/1925, p. 117.
144
Ibid., 12/10/1925, p. 133 y s.
Ui
Ibid., 12/2/1925, p. 161.
U6
Ibid., 12/6/1926, p. 185.
147
Anexo de documentos de Broszat, Martin: Die Anfdnge der Berliner NSDAP
1926121 [Los comienzos del NSDAP berlinés, 1926/27], en VfZG, año 8/1960, p. 85 y
ss., aquí informe de la situación n° 6, noviembre de 1926, p. 103 y ss. (aquí p. 104) (en
adelante citado como Muchow, informe de la situación n°...).
148
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 16/6/1926, p. 186.
149
Ibid., 30/10/1926, p. 214.
150
Ibid., 18/10/1926, p. 213.
1
Las denominaciones Gauleiter (líder de distrito) y Ortsgruppenleiter (líder de gru-
po o de sección local) no eran habituales en ese momento. Hasta enero de 1930 no
se publicó una ordenanza del jefe de organización del Reich (9/1/1930, archivo fede -
ral de Coblenza, colección Schuniacher 373), según la cual en el futuro, en lugar de
la pretenciosa designación de Gauführer (jefe de distrito) y Ortsgruppenführer (jefe de
grupo local) que todavía se empleaba, los funcionarios del partido debían ser califi-
cados de manera uniforme como «líderes» (Tyrell, Idea del Führer, p. 351, nota 40).
730 Goebbels
2
Extraído del folleto publicitario del centro gráfico de Otto Elsner para el con
greso mundial de publicidad de 1929 en Berlín, en Berlín, Berlín. Katalog zur Ausste-
llung zur Geschichte der Stadt [Berlín, Berlín. Catálogo de la exposición sobre la historia de
la ciudad], Berlín 1987, p. 459.
3
Cf. Michael Erbe, Spandau im Zeitalter der Weltkriege [Spandau en la época de las
guerras mundiales], enWolfgang Ribbe, Slawenburg, Landesfestung, Industriezentrum. Unter-
suchungen zur Geschichte von Stadt und Bezirk Spandau [Slawenburg, fortaleza interior, cen
tro industrial. Investigaciones sobre la historia de la ciudad y el distrito de Spandau], Berlín
(sin fecha), p. 268 y ss. (aquí Der Weg ins Unheil [El camino hacia la desgracia], p. 292
y ss.).
4
Muchow, informe de la situación n° 5 y 6, de octubre a noviembre de 1926, p.
101 yss.
5
Muchow, informe de la situación n° 5, octubre de 1926, p. 103.
6
Recopilación de los ataques lanzados (contra Strasser) y su respuesta en la reu
nión de funcionarios del viernes 10 de junio de 1927, p. 4, BDC.
7
Si esta edición se podía adquirir en los distritos de Gran-Berlín, Brandeburgo y
Elba-Havel, había además para el distrito del Ruhr la edición El nacionalsocialista para
el Rin y el Ruhr, para Sajonia El nacionalsocialista para Sajonia, para Silesia, Prusia orien
tal y Grenzmark, El nacionalsocialista para la Marca oriental, para Pomerania, Mecklem-
burgo, Schleswig-Holstein, Hamburgo y Luneburgo, El nacionalsocialista para el norte
de Alemania, para la Alemania occidental, Kurhesse y Waldeck, El nacionalsocialista para
la Alemania occidental y para los distritos de Magdeburgo-Anhalt, Sajonia del norte,
Halle-Merseburgo El nacionalsocialista para la Alemania central.
8
Daluege en la edición conmemorativa del Angriff del año 1936, archivo federal
de Coblenza, NS 26/968.
9
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, p. 248 (suplemento): «5
de noviembre. Hitler en Munich. Suscribe las condiciones».
10
Recopilación de los ataques lanzados (contra Strasser) y su respuesta en la reu
nión de funcionarios del viernes 10 de junio de 1927, p. 6, BDC.
11
Otto Strasser, Mi lucha, p. 31.
12
Recopilación de los ataques lanzados (contra Strasser) y su respuesta en la reu
nión de funcionarios del viernes 10 de junio de 1927, p. 6, BDC.
13
Otto Strasser, Mi lucha, p. 30.
14
Circular n° 1 de la jefatura del distrito de Berlín-Brandeburgo del NSDAP del
9/11/1926, reproducida en Heiber, Diario de 1925/26, p. 115 y s.
15
Goebbels, Kampfum Berlín [Lucha por Berlín], p. 24; Muchow, informe de la situa
ción n° 6, noviembre de 1926, p. 104.
16
N. de la T. Buss-und Bettag, día de oración y penitencia (festividad protestante
que se celebra el miércoles anterior a Todos los Santos).
17
Goebbels, Kampfum Berlín [Lucha por Berlín], p. 26; Muchow, informe de la situa
ción n° 6/7/8, noviembre/diciembre de 1926, enero de 1927, p. 104,106 y 108; Dia-
Notas 731
43
Informe del servicio exterior del departamento IA en la Jefatura Superior de
Policía del 21/3/1927 sobre la marcha de las SA del NSDAP hacia Trebbin el 19 y el
20 de marzo de 1927, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 302, vol. 4.
44
Relación de las actividades del jefe de distrito. Elaborada por el departamento
IA.BDC.
45
Informe del servicio exterior del departamento IA en la Jefatura Superior de
Policía del 21/3/1927, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 302, vol. 4.
46
Declaración testimonial de Goebbels del 21/3/1927 en la causa II PJ 62/27,
archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 302, vol. 1.
47
Escrito de acusación de la Fiscalía Superior, tribunal regional II, del 9/1/1928
en la causa II PJ 62/67, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 302,
vol. 6.
48
Declaración testimonial de Goebbels del 21/3/1927 en la causa II PJ 62/27,
archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 302, vol. 1.
49
Informe policial «relativo a pendencias políticas y discursos provocadores» del
20/3/1927, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 302, vol. 1.
50
Declaración testimonial de Goebbels del 21/3/1927 en la causa II PJ 62/27,
archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 302, vol. 1.
51
Informe del departamento IA del 28/3/1927, reproducido en Heiber, Diario de
1925/26, p. 117; entre otoño de 1926 y junio de 1927 se alistarían «alrededor de entre
100 y 120 miembros al mes por término medio», tal como se dice en una carta de
autor desconocido del 16/6/1927, que se encuentra con los documentos de Goeb
bels en el BDC. En cambio, sólo la Deutsche Volksbund [Liga Popular Alemana], que
pertenecía a las asociaciones más pequeñas, tuvo más de 3.000 miembros en Berlín
en los años 1919/1922.
52
Relación de las actividades del jefe de distrito, elaborada por el departamento
IA en la Jefatura Superior de Policía, BDC.
53
Escrito de acusación de la Fiscalía General, tribunal regional I, Berlín-Centro,
del 23/11/1927 en la causa 1J372/27, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399,
n°27.
54
Ibid.
55
Toma de declaración de Fritz Stucke el 19/6/1928, informe del departamento
IA sobre el juicio de apelación en el «proceso Stucke» celebrado el 19/6/1928, del
20/6/1928, BDC.
56
Vossische Zeitung del 6/5/1927.
57
Ibid.
58
Relación de las actividades del jefe de distrito, elaborada por el departamento
IA, BDC.
59
Vossische Zeitung del 6/5/1927.
60
Berliner Arbeiterzeitung [Peri ódico Berlinés de los Trabajadores] del 23/4/1927.
61
Acta de la reunión de funcionarios del 10/6/1927, de Emil Holtz, BDC.
62
Eri.ch Koch ajoseph Goebbels el 26/4/1927, BDC.
Notas 733
63
Goebbels a Otto Strasser el 29/12/1925 y Otto Strasser a Goebbels el 30/12/1925
(archivo federal de Coblenza, NS 1/341-1 fol. 56 y s. y fol. 47-51).
64
El panorama de la prensa berlinesa en esa época lo describe Peter de Mendels-
sohn (Zeitungsstadt Berlín, Menschen und Máchte in der Geschichte der deutschen Presse
[Berlín, ciudad de periódicos. Personas y poderes en la historia de la prensa alemana], Berlín,
1959, p. 306): en 1928 aparecieron en la capital del Reich 2.633 periódicos y revis
tas; cf. también Carin Kessemeier, Der Leitartikler Goebbels in den NS-Organen «Der
Angriff» und «Das Reich» [El editorialista Goebbels en los órganos nacionalsocialistas
«Der Angriff» y «Das Reich»], Münster, 1967, p. 18 y s. (en adelante citado como Kes
semeier, Editorialista).
65
Welt amAbend [El mundo de tarde], del 4/6/1927.
66
BerlinerTageblatt del 4/6/1927.
67
Informe de la comisión de investigación y arbitraje del 19-21/6/1927, BDC.
68
Joseph Goebbels a Adolf Hitler el 5/6/1927, reproducido en Heiber, Diario de
1925/26, p. 121 yss.
69
Acta de la reunión de funcionarios del 10/6/1927, de Emil Holtz, BDC.
70
Ibid.
71
Emil Holtz a Hitler el 17/6/1927, reproducido en Heiber, Diario de 1925/26,
p. 135 y s.
72
W6rtz, Programática, p. 134 y s.
73
Un acta de la policía política de Munich sobre la tarde de deliberaciones cen
trales [Zentralsprechabend) del NSDAP celebrada el 20/6/1927 se encuentra en el BDC.
74
Goebbels ya había exigido esa explicación el 9/6/1927 en una carta dirigida a
Rudolf Hess, reproducida en Heiber, Diario de 1925/26, p. 124.
75
Vdlkischer Beobachter del 25/6/1927 (reproducido en Heiber, Diario de 1925/26,
p. 138) y el resultado de la deliberación de Munich del 20-21/6/1927, BDC.
76
Comisión de investigación y arbitraje a Karl Kern el 24/6/1927, BDC.
77
Gregor Strasser a Rudolf Hess el 15/6/1927, reproducido en Heiber, Diario de
1925/26, p. 124.
78
Goebbels, Kampfum Berlín [Lucha por Berlín], p. 188.
79
Desde el 1 de octubre de 1929, Der Angriff se publicó dos veces por semana, los
domingos y los jueves; desde el 1 de noviembre de 1930 diariamente por la tarde,
excepto los domingos, antes de que en 1933 se convirtiera en el diario del Frente Ale
mán delTrabajo de Ley. La publicación del Angriff se interrumpió el 24/4/1945.
80
Hans-Georg Rahm, Der Angríff 1927-1930. Der nationalsozialistische Typ der
Kampfzeitung [Der Angriff, 1927-1930. El prototipo nacionalsocialista de periódico de lucha],
Berlín, 1939, p. 214.
81
Goebbels, Kampfum Berlín [Lucha por Berlín], p. 209.
83
Ibid., p. 202 y s.; en 1933, Dürr se convirtió en jefe de prensa de la ciudad de
Berlín.
734 Goebbels
84
Patrick Moreau, Nationalsozialismus von links. Die «Kampfgemeinschaft Revolutio-
nárer Nationalsozialisten» und die «Schwarze Front» Otto Strassers 1930-1935 [Nacional
socialismo de izquierdas. La «comunidad de lucha de nacionalsocialistas revolucionarios» y el
«Frente Negro» de Otto Strasser, 1930-1935], Stuttgart 1984 (1985), p. 27 (en adelante
citado como Moreau, Nacionalsocialismo de izquierdas).
85
Kessemeier, Editorialista, p. 48; con este pseudónimo publicó Schweitzer junto
con Goebbels Das Buch Isidor [El libro de Isidoro] ; véase: nota 112.
86
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 15/9/1929, p. 425.
87
Goebbels, Caminos hacia el Tercer Reich, p. 23.
88
Goebbels ya había escrito en su día una serie de artículos bajo el título Politis-
chesTagebuch [Diariopolítico].Apareció a partir del 13/9/1924 en el semanario de Elber-
feld Vólkische Freiheit, cuya jefatura de redacción asumió Goebbels el 4/10/1924.
89
Goebbels, Kampfum Berlín [Lucha por Berlín], p. 200.
90
Ibid., p. 202.
91
Ibid., p. 188.
92
Ibid., p. 190.
93
Rahm, DerAngriff, p. 200.
94
Kessemeier, Editorialista, p. 49.
95
Goebbels, Kampfum Berlín [Lucha por Berlín], p. 200.
96
Ibid.
97
Goebbels, Señales, p. 50.
98
Goebbels, Kampfum Berlín [Lucha por Berlín], p. 198.
99
Hitler, M//MC/M, p. 124.
100
DerAngriff del 21/1/1929.
101
Ibid., 30/7/1928.
102
Ibid.; Goebbels, Kampfum Berlín [Lucha por Berlín], p. 138.
103
Goebbels, Kampfum Berlín [Lucha por Berlín], p. 140.
104
Sobre Bernhard Weiss, cf. Hsi-Huey Liang, Die Berliner Polizei in der Weimarer
Republík [La policía berlinesa en la república de Weimar], Berlín y Nueva York, 1977, pp.
61,75,177.
105
Vóíkischer Beobachter del 8-9/5/1927.
106
DerAngriff del 15/8/1927.
107
Por primera vez en el Rote Fahne [Bandera roja] del 5/7/1923. El autor de este
artículo difamatorio, Otto Steinicke, trabajó más tarde como redactor en el Angriff;
al respecto véase WernerT.Angress, Die Kampfzeit der KPD 1921 bis 1923 [La época
de lucha del KPD desde 1921 a 1923], Dusseldorf, 1974, p. 375, nota 63.
108
Cf. Dietz Bering, «Der jüdische Ñame ais Stigma» [«El nombre judío como
estigma»], en Die Zeit del 7/8/1987; cf. también el estudio del mismo autor Der Ñame
ais Stigma.Antisemitismus im deutschen Alltag 1812-1933 [El nombre como estigma.Anti
semitismo en la vida cotidiana alemana, 1812-1933], Stuttgart 1987. En él, Bering inten
ta demostrar que, con la elección de este nombre, Goebbels aceptaba y ponía en esce
na de nuevo aquello que una tradición antisemita «profundamente arraigada y extendida»
Notas 735
lo». El significado es claro: cuando a alguien le va demasiado bien, cobra ánimos exce-
sivos y se pone en peligro.
128
Ibid., 28/11/1927.
129
Toma de declaración en el juzgado de primera instancia de Schóneberg el
25/2/1928 en la causa II PJ 430/27, archivo regional de Berlín, Rep. 58, n° 24, vol. 1.
130
Nationalsozialistische Briefe [Cartas nacionalsocialistas] del 1/4/1927.
131
Informe del departamento IA del 20/6/1928 sobre el juicio de apelación en
la causa IJ 372/27 del 19/6/1928, BDC.
132
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 20/6/1928, p. 236.
133
Escrito de Goebbels al presidente del tribunal regional I del 4/4/1928, archi
vo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 302, vol. 7.
134
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 14/4/1928, p. 215.
135
Vossische Zeitung del 3/5/1928.
136
Ibid., 5/5/1928.
137
Ibid.
138
Ibid.
139
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 20/4/1928, p. 216.
140
Ibid., 26/4/1928, p. 218.
141
Ibid., 17/4/1928, p. 216.
142
Goebbels al juzgado de primera instancia de Schóneberg el 17/4/1928, archi
vo regional de Berlín, Rep. 58, n° 24, vol. 1.
143
Wilke al juzgado de primera instancia de Schóneberg el 23/4/1928, archivo
regional de Berlín, Rep. 58, n° 24, vol. 1.
144
Jefe de policía (departamento I A) al fiscal superior del tribunal regional II en la
causa II PJ 365/27 el 18/2/1928, archivo regional de Berlín, Rep. 58, n° 24, vol. 2.
145
Jefe de policía al fiscal superior del tribunal regional II en la causa II PJ 46/28
el 23/4/1928, archivo regional de Berlín, Rep. 58, n° 24, vol. 8.
146
Weiss al fiscal superior del tribunal regional II en la causa II P1J 77/28 el
30/3/1928, archivo regional de Berlín, Rep. 58, n° 24, vol. 7.
147
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 28/4/1928, p. 219.
148
Jtói., 27/4/1928, p. 219.
149
Del considerando de la sentencia de apelación en la causa II PJ 365/27 del
20/11/1928, archivo regional de Berlín, Rep. 58, n° 24, vol. 2.
150
Escrito de acusación del fiscal superior del tribunal regional II en la causa II
PJ 430/27 del 2/3/1928, archivo regional de Berlín, Rep. 58, n° 24, vol. 1.
151
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 3 y 5/5/1928, p.
220 y s.
152
Ibid., 17/5/1928, p. 224.
153
Ibid., 16/5/1928, p. 224.
154
Vossische Zeitung del 12/5/1928.
155
Cf. Martin Broszat, Die Machtergreifung. DerAufstieg der NSDAP und die Zersto-
rung der Weimarer Republik [La subida al poder. El ascenso del NSDAP y la destrucción de
Notas 737
la república de Weimar], 2a ed., Munich 1987, p. 46 (en adelante citado como Broszat,
Subida al poder).
156
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 21/5/1928, p. 226.
157
Ibid.
1
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1,13/6/1928, p. 234.
2
Ibid., 15/6/1928, p. 235.
3
Ibid., 13/6/1928, p. 234.
4
Sesiones del Parlamento. Cuarta legislatura, 1928. Informes taquigráficos.Volu-
men 424 (desde la 41 a sesión del 5 de febrero de 1929 hasta la 76 a sesión del 4 de
junio de 1929),Berlín 1929, aquí acta de la 54a sesión del viernes 1 de marzo de 1929,
p. 1.349 y ss. (aquí p. 1.389); se da una fecha equivocada (9/3/1929) en la reproduc
ción de este discurso en Joseph Goebbels, Revolution der Deutschen. 14Jahre National-
sozialismus. Goebbels-Reden mit einleitenden Zeitbildern von Hein Schlecht [Revolución de
los alemanes. 14 años de nacionalsocialismo. Discursos de Goebbels con cuadros introductorios
del momento a cargo de Mein Schlecht], Oldenburgo, 1933, p. 15 (en adelante citado como
Goebbels, Repolución).
5
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 26/6/1928, p. 239.
6
Sesiones del Parlamento. Cuarta legislatura, 1928. Informes taquigráficos.Volu
men 423 (desde la Ia sesión del 13 de junio de 1928 hasta la 40a sesión del 4 de febre
ro de 1929), Berlín 1929, aquí acta de la 7 a sesión del martes 10 de julio de 1928, p.
121 yss.
7
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 10/7/1928, p. 243.
8
Joseph Goebbels, Idl [Beneficiario de la inmunidad], en: Der Angriff dd 28/5/1928
(los artículos del Angriff están reproducidos en su mayoría, aunque muchas veces corre
gidos, en Joseph Goebbels, Der Angriff. Aufsátze aus der Kampfzeit [El ataque. Artículos
de la época de lucha], Munich, 1935, y en Joseph Goebbels, Wetterleuchten. Aufsátze aus
der Kampfzeit [Relámpagos. Artículos de la época de lucha]. Segundo volumen Der Angriff,
Munich, 1938).
9
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1,10/6/1928, p. 233.
10
Berliner Arbeiterzeitung del 27/5/1928.
11
Nationalsozialistische Briefe [Cartas nacionalsocialistas] del 15/6/1928; Diario del
Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 20/6/1928, p. 236.
12
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 22/6/1928, p. 238.
13
Ibid., 29/6/1928, p. 240.
14
Ibid., 1/7/1928, p. 241.
15
Ibid., 15/7/1928, p. 245.
16
Ibid., 21/6/1928, p. 237.
17
Berliner Arbeiterzeitung del 9/9/1928.
18
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1,1/9/1928, p. 260.
738 Goebbels
19
Oertel, Wessel, p. 57 y s.
20
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 3/9/1929, p. 418.
21
Goebbels, Kampfum Berlín [Lucha por Berlín], p. 89.
22
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 8/8/1928, p. 253.
23
De un informe sin fecha del departamento IA sobre la persona de Stennes. El
autor se basa, entre otras cosas, en el opúsculo de Wilhelm Hillebrand Herunter mit der
Maske. Erlebnisse hínter den Kulissen der NSDAP [Abajo la máscara. Experiencias del
NSDAP entre bastidores], parte I, BDC.
24
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 13/8/1928, p. 255.
25
Ibid., 24/8/1928, p. 257.
26
Horst Wessel, Politik, Aufzeichnungen aus dem Jahre 1929 [Política. Anotaciones
del año 1929], Biblioteca de los Jagelones de Cracovia, Ms.Germ.Oct.761.
27
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 14/9/1928, p. 264.
28
Sobre la persona de Muchow véase Martin Broszat, «Die Anfánge der Berliner
NSDAP 1926/27» [«Los comienzos del NSDAP berlinés, 1926/27»], en:Vf2G, año
8/1960, p. 85 y ss. (en adelante citado como Broszat, Comienzos).
29
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 11/10/1928, p. 275.
30
Horst Wessel escribió al respecto en Politik, Aufzeichnungen aus dem Jahre 1929
[Política. Anotaciones del año 1929], Biblioteca de los Jagelones de Cracovia,
Ms.Germ.Oct.761: «La propia organización se basaba en una imitación de los comu
nistas. Las secciones en lugar de los grupos locales, el sistema de células, la publicidad
periodística, la propaganda... permitían todavía reconocer claramente su modelo».
31
Ibid.
32
Ibid.
33
Según Broszat (Comienzos, p. 87), el 1 de mayo de 1930 se creó un departa
mento de células de empresa para el distrito del NSDAP berlinés.
34
Ibid.
35
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 7/12/1928, p. 300 y s.
36
Ibid., 23/9/1928,p. 268.
37
Der Angriff del 25/6/1928; figuraba también bajo el título «canción de las SA
berlinesas», reproducida en Die Flamme [La llama] (7/10/1927), el periódico nacio
nalsocialista de Bamberg reconocido oficialmente por el partido. Sin embargo, allí
decían los versos finales: Sturm aufdie Barrikaden! Auf, auf, durch Kampf zum Sieg! Wir
sind die Sturmkolonnen der Hitlerrepublik [Avalancha a las barricadas. ¡Adelante, adelan
te, a la victoria a través de la lucha! Somos las columnas de asalto de la república de
Hitler]; cf.Tyrell, Führer, ordena..., p. 288.
38
Informe del servicio exterior del departamento IA del 2/11/1928, archivo regio
nal de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 697.
39
Ibid.: debido a estas declaraciones, la policía hizo pesquisas contra Goebbels por
contravenir la ley de defensa de la república, pero el proceso se suspendió después de
que el 4/2/1929 el parlamento decidiera no anular la inmunidad de Goebbels en esta
causa (archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 697).
Notas 739
40
N. de la T. Conocida estrofa del himno nacionalsocialista: Deutschland, Deuts-
chland, ü'ber alies in der Welt.
41
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 1/10/1928, p. 271.
42
Ibid., 4/10/1928, p. 273.
43
Ibid., 6/10/1928, p. 273.
44
Ibid., 14/10/1928, p. 276 y s.
45
Ibid., 4/11/1928, p. 286.
46
Ibid., 23/12/1928, p. 307.
47
Vossische Zeitung del 18/11/1928.
48
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 17/11/1928, p. 292.
49
Ibid., 18/11/1928, p. 292.
50
Joseph Goebbels, «Kütemeyer», en Der Angriff del 26/11/1928.
51
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 17/1/1929, p. 318.
52
Ibid., 19/1/1929, p. 319.
53
Joseph Goebbels, «Gegen dieYoung-Sklaverei» [«Contra la esclavitud deYoung»],
en: Der Angriff del 23/9/1929.
54
Fragmento del denominado diario anual de Joseph Goebbels (se trata de ano
taciones esporádicas que quería publicar algún día en forma de libro. Algunas partes
aparecieron en el Angriff bajo la rúbrica Diario político) del 16/2/1929, colección
Reuth; alusiones a este «diario anual», al parecer sólo escrito esporádicamente, se
encuentran en el Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1,16/2/1929,
p. 332, así como 1/6/1929, p. 380.
55
Fragmento del 19/2/1929, colección Reuth.
56
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1,17/12/1929, p. 470 y s.
57
Fragmento del 18/2/1929, colección Reuth.
58
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 5/4/1929, p. 354 y s.
59
Ibid., 6/4/1929,p. 355.
60
Ibid., 12/4/1929, p. 358.
61
Ibid., 13/4/1929, p. 359.
62
Ibid., 16/4/1929, p. 360.
63
Jfó/., 28/4/1929, p. 365.
64
Wórtz, Programática, p. 134.
65
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 30/4/1929, p. 366.
66
Ibid., 29/5/1929, p. 378 y s.
67
Ibid., 31/5/1929, p. 380.
68
Ibid., 28/6/1929, p. 392.
69
Ibid., 5/7/1929, p. 395.
7u
Ibid., 12/7/29, p. 397.
71
Martin Broszat, Die Machtergreifung. DerAufstieg der NSDAP und die Zerstórung
derWeimarer Republik [La subida al poder. El ascenso del NSDAP y la destrucción de la repú
blica de Weimar], Munich, 1984, p. 46 (en adelante citado como Broszat, Subida al poder).
72
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 2/5/1929, p. 367.
740 Goebbels
73
Der Angriff del 6/5/1929.
74
Internationale Pressekorrespondenz 12 [Correspondencia de prensa internacional 12],
n° 46 del 13 de junio de 1932, p. 1.431 (reproducido en:Theo Pirker, Komintern und
Faschismus. Dokumente zur Geschichte und Theorie des Faschismus [Komintern y fascismo.
Documentos sobre la historia y la teoría del fascismo], Stuttgart, 1965, p. 158 y ss.).
75
Oertel, Wessel, p. 60 y ss.
76
Der Angriff del 9/9/1929.
77
Acta de las sesiones del duodécimo congreso del KPD (sección de la Interna
cional Comunista), Berlín-Wedding, 9-16 junio de 1929, Berlín, sin fecha, p. 79.
78
Margarete Buber-Neumann, Kriegsschauplatze der Weltrevolution. Ein Bericht aus
der Praxis der Komintern 1919-1943 [Escenarios bélicos de la revolución mundial. Un infor
me basado en la práctica del Komintern, 1919-1943], Stuttgart, 1967, p. 269 y s.
79
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 30/8/1929, p. 416.
80
DerAngriffád 24/11/1929.
81
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 23/9/1929, p. 429 y s.
82
Ibíd., 3/11/1929, p. 449.
83
Ibid., 24/12/1929, p. 474.
84
Der Angriff del 29/12/1929.
85
Informe del departamento IA de la Jefatura Superior de Policía del 2/4/1930
sobre la asamblea del 14/3/1930, Rep. 58, Supl. 399, n° 6.015.
86
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 19/11/1929, p. 456.
87
Der Angriff del 21/11/1929.
88
«Por sobrecarga de trabajo» como diputado parlamentario, editor del Angriff y
jefe de propaganda del Reich del NSDAP —ésa fue la argumentación—, a princi
pios de octubre de 1930 Goebbels renunció a sus cargos como concejal de Berlín y
delegado del distrito de Charlottenburg. Lippert fue su sucesor como líder de la frac
ción berlinesa de concejales.
89
Hans J. Reichhardt, «Berlín in der Weimarer Republik. Die Stadtverwaltung
unter Oberbürgermeister Gustav Bóss» [«Berlín en la república de Weimar. La admi
nistración municipal con el primer alcalde Gustav Bóss»], serie de artículos Berliner
Forum [Foro Berlinés], 7/1979, p. 108.
90
Reinhold Muchow, «Die Strassenzellen-Organisation des Gaues Berlin» [«La
organización de las células de calle del distrito berlinés»], en Vólkischer Beobachter del
11/3/1930.
91
Sin embargo, esto no se correspondía con el número de afiliados. En julio de
1931, el distrito de Gran-Berlín sólo tenía 16.667 afiliados, mientras que el distrito
de Sajonia, con el mismo número de habitantes, ya disponía de más de 40.000 afilia
dos y 16.000 miembros de las SA.
92
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 11/12/1929, p. 467.
93
/tó¿.,p.468.
94
Ibid., 19/12/1929, p. 471 y 23/12/1929, p. 473.
95
Ibid., 29/12/1929, p. 475.
Notas 741
96
Sentencia ./. Stoll entre otros (500) 1 polbK 13/34. (60/34). Se trata de la sen
tencia del segundo proceso de Wessel del año 1934. Las actas del primer proceso de
Wessel de 1930 se transfirieron a petición hacia el sector soviético el 14/8/1947, sin
que fueran devueltas nunca; véase el escrito del tribunal regional de Berlín a los abo
gados Lohmeyer y Jacob de junio de 1963, exp. n° 1 Par. 35/63. La sentencia y la car
ta se encuentran en la colección de actas del tribunal regional de Moabit. Sobre la
muerte de Horst Wessel: Oertel, Wessel y Lazar, Der Fall Horst Wessel [El caso Horst Wes
sel], Stuttgart y Zurich, 1980 (en adelante citado como Lazar, Wessel).
97
Cf. la información sobre el proceso por el homicidio de Wessel en el Vossische
Zeitung del 23 y 24/9/1930; además Oertel, Wessel, p. 83 y ss.
98
Vossische Zeitung del 24/9/1930.
99
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 19/1/1930, p. 486.
100
Ibid.
101
Der Angriff del 21/1/1930.
102
Die Rote Fahne del 15/1/1930.
103
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1,10/2/1930, p. 498.
104
Lazar, Wessel, p. 117.
105
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1,1/3/1930, p. 507; Hanfs-
taengl, Ernst: 15Jahre mit Hitler. Zwischen Weissem und Braunem Haus [15 años con Hitler.
Entre la Casa Blanca y Parda], Munich y Zurich, 1980, p. 204 y s. (en adelante citado
como Hanfstaengl, i5 años).
106
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 2/3/1930, p. 508; Vos
sische Zeitung del 2/3/1930.
107
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 2/3/1930, p. 508.
108
Der Angriff del 6/3/1930.
109
N. de laT. Rima el primer verso con el tercero y el segundo con el cuarto: Die
Fahne hoch! Die Reihenfestgeschlossen! /S.A. marschiert mit mutigfestem Schritt/ Kame-
raden die Rotfront und Reaktion erschossen/ Marschier'n im Geist in unsern Reihen mit.
1
Al mismo tiempo Goebbels creó allí su «secretaría particular» bajo la dirección
del conde Karl Hubertus von Schimmelmann.
2
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 24/1/1930, p. 489.
3
Ibid.
4
Ibid. ,31/1/1930, p. 492.
5
Ibid., 16/2/1930, p. 500.
6
Ibid., 8/2/1930, p. 497.
7
Ibid., 2/2/1930, p. 493.
8
Ibid., 2/3/1930, p. 507.
742 Goebbels
9
Ibid., 16/3/1930, p. 515.
10
Ibid., 1/4/1930, p. 522.
"Véase al respecto Der Angriff del 30/3, 27/4, 4/5 y 11/5/1930.
12
ifcti., 11/5/1930.
13
Nationalsozialistische Briefe [Cartas nacionalsocialistas] del 15/5/1930.
14
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 28/4/1930, p. 538.
15
Ibid.
16
Otto Strasser, Hitler und ich [Hitler y yo], Constanza 1948, p. 129 y ss.
17
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 14/6/1930, p. 561.
18
Der Angriff del 22/6/1930.
19
«Ein Brief des Führers» [«Una carta del Führer»], en Der Angriffdel 3/7/1930.
20
Der Nationale Sozialist [El nacionalsocialista] del 1/7/1930; cf. también Moreau,
Nacionalsocialismo de izquierdas.
21
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 29/6/1930, p. 567.
22
Cf. con la asamblea del 30/6/1930: Der Angriff del 3/7/1930; Diario del Insti
tuto de Historia Contemporánea,Vol. 1,1/7/1930, p. 569.
23
Hitler sabía por qué quería recompensar a Gregor Strasser con un cargo minis
terial en Sajonia, como agradecimiento a su lealtad, pero todo quedó en nada por
que los nacionalsocialistas no tuvieron participación en el gobierno.
24
Der Angriff del 27/7/1930.
25
Ibid., 3/8/1930.
26
Conde Rüdiger von der Goltz, Lebenserinnerungen des Grafen Rüdiger von der
Goltz (1894-1976) [Memorias del conde Rüdiger von der Goltz (1894-1976)], p. 172,
archivo federal de Coblenza, Kl. Erw./653-2 (en adelante citado como Memorias de
von der Goltz).
27
Vorwárts [Adelante] del 13/8/1930.
28
Escrito del consejero de Justicia prusiano al fiscal general del tribunal cameral
de Berlín del 20/3/1930, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 6.015.
29
Ministro de Justicia del Reich al consejero de Justicia prusiano el 14/5/1930,
archivo federal de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 6.015, vol. 2.
30
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 16/5/1930, p. 547 y
30/5/1930, p. 554.
31
Del considerando del tribunal de escabinos de Charlottenburg, dpto. 60, en la
causa E 1 J 22/30 del 31/5/1930, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n°
6.015.
32
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 1/6/1930, p. 554 y s.
33
Del considerando del tribunal de escabinos de Charlottenburg, dpto. 60, en la
causa E 1 J 22/30 del 31/5/1930, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n°
6.015.
34
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1,1/6/1930, p. 555.
.. 35 DerAbend [La tarde] del 14/8/1930.
- 36 Vossische Zeitung del 15/8/1930.
Notas 743
37
Vorwárts del 15/8/1930.
38
Der Angriff del 17/8/1930.
39
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 28/5/1930, p. 553.
40
Nota relativa al proceso contra el doctor Goebbels (sólo para uso manual, no
para las actas), archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 6.015, vol. 2.
41
Memorias deVon der Goltz, p. 170, archivo federal de Coblenza, Kl. Erw./653-
2.
42
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 1/9/1930, p. 596 y s.;
Julius Lippert, Im Strom der Zeit, Erlebnisse und Eindrticke [En el curso del tiempo, viven
cias e impresiones], 2a ed., Berlín 1942, p. 178 y s.
43
Hanfstaengl, 15 años, p. 226.
44
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1,1/9/1930, p. 596 y s.:
Hitler ordenó la destitución del «jefe supremo de las SA» von PfefFer, asumió él mis
mo su cargo y volvió a llamar al capitán retirado Rohm como «jefe del Estado Mayor
de las SA».
45
Comunicación de la comisaría de policía judicial de Berlín del 16/9/1930,
archivo municipal de Bremen, 4.65, vol. 5.
46
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1,1/9/1930, p. 597.
47
Ibid., 11/9/1930, p. 601.
48
Volkischer Beobachter del 10/9/1930.
49
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 11/9/1930, p. 601.
50
Der Angriff del 14/10/1930.
51
Eberhard Kolb, Die Weimarer Republik [La república de Weimar], 2a ed., Munich,
1988, p. 169 y s. (en adelante citado como Kolb, República de Weimar); nuevas investi
gaciones sobre el perfil socioestructural de los electores del NSDAP han demostrado
que la clase media predominó entre los votantes del NSDAP a partir de 1930, Ibid.,
p. 211.
52
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 23/9/1930, p. 606 y s.
53
En el escrito mencionado por los jueces (Joseph Goebbels, Der Nazi Sozi. Fra-
gen und Antworten für den Nationalsozialisten [El naci-soci. Preguntas y respuestas para el
nacionalsocialista] , Elberfeld, 1927) no se encuentra este pasaje.
54
Vossische Zeitung del 26/9/1930.
55
Ibid.
56
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 26/9/1930, p. 608.
57
Scheringer, Richard: Das grosse Los. Unter Soldaten, Bauern und Rebelkn [El mayor
premio. Entre soldados, campesinos y rebeldes] , Hamburgo, 1959, p. 236.
58
Hitler, Mi lucha, p. 338.
59
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 27/9/1930, p. 609.
60
Kolb, República de Weimar, p. 127.
61
Véase tamb ién Joseph Goebbels, «Der Adler steigt » [«El águila sube»] En
Der
Angriff del 2/12/1930.
62
Vossische Zeitung del 16/10/1930.
744 Goebbels
63
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 29/10/1930, p. 625.
64
Tatsachenberícht über díe Mordtat am Bülotvplatz von Michael Krause, Lu ckau (Nie-
derlausitz, 2.7.1938) [Informe verídico sobre el asesinato en la Bülowplatz de Michael
Krause, Luckau (Baja Lusacia, 2/7/1938), actas del fiscal general del tribunal regio
nal de Berlín, ./.Thunert y compañeros, 1 polaK 7/34 (41/34), tribunal regional de
Berlín-Moabitj.
65
Sturm 33. Hans Maikowski. Geschrieben von Kamemden des Toten [Secci ón de asalto
33. Hans Maikowski. Escrito por los cantaradas del difunto], Berlín, 1933, p. 16.
66
Robert M.W. Kempner, (Der verpasste Nazi-Stopp. Die NSDAP ais staats- und
republikfeindliche, hochverraterische Verbindung. Preussische Denkschrift von 1930 [El olvi
dado stop a los nazis. El NSDAP como asociación traidora, hostil al Estado y a la república.
Memoria prusiana de 1930], Frankfurt del Meno, Berlín y Viena, 1938, p. 7 y ss.
67
Von der Goltz al presidente del tribunal de escabinos de Charlottenburg del
25/9/1930, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 4.
68
Certificado facultativo del médico general doctor Conti del 27/9/1930, archi
vo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 4.
69
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 29/9/1930, p. 610.
70
Acta de la sesión del tribunal de escabinos de Charlottenburg del 29/9/1930,
archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 4.
71
Von der Goltz al tribunal de escabinos de Charlottenburg del 11/10/1930, archi
vo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 4.
72
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 13/10/1930, p. 617.
73
Del acta de la sesión del tribunal de escabinos de Charlottenburg del 13/10/1930,
archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 4.
74
Vossische Zeitung del 14/10/1930.
75
Ibid.
76
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 6/11/1930, p. 629.
77
Der Angriff del 8/11/1930.
78
Ibid., 11/11/1930.
79
N. de la T. Literalmente significa «Nada nuevo en el oeste», aunque en la tra
ducción española se tituló «Sin novedad en el frente».
80
N. de la T. Ufa o UFA: Universum Film AG, el estudio cinematográfico más
importante de Alemania durante la república de Weimar y la Segunda Guerra Mun
dial.
81
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 9/12/1930, p. 644.
82
Ibid., 10/12/1930, p. 644; Vossische Zeitung del 11/12/30.
83
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 1, 9/12/1930, p. 644.
84
Vossische Zeitung del 10/12/1930.
85
Ibid., 7/12/1930.
86
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, Vol. 1, 10/12/1930, p. 644.
87
N. de la T. Reichsbanner Schwarz-Rot-Gold, de manera abreviada Reichsban-
ner: unidad de combate, creada en 1924, de orientación política de izquierdas, cuyo
Notas 745
109
De la declaración de EduardWeiss en la causa 1 polj 388/31 del 8/5/1931,
archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 509. Previamente, Weiss ya había
prestado una declaración jurada análoga para el periódico de Stennes, Arbeiter, Bauern,
Soldaten [Obreros, campesinos, soldados] publicado el 4/5/1931.
110
Vossische Zeitung del 17/3/1931.
111
Ibid., 14/3/1931.
112
DerAngriff del 14/3/1931.
113
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 14/3/1931, p. 33.
114
Ursachen und Folgen. Vom Deutschen Zusammenbruch 1918 und 1945 bis zur Staa-
tlichen Neuordnung in der Gegenwart [Causas y consecuencias. Del descalabro alemán en 1918
y 1945 a la reestructuración estatal en la actualidad], ed. por Herbert Michaelis y Ernst
Schraepler, vol. 7, doc. 1.621a, p. 549 y ss.
115
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 16/3/1931, p. 34.
116
Ibid.
117
Ibid., 25/3/1931, p. 38.
118
Comunicaciones de la policía judicial regional de Berlín del 1/5/1931, archi
vo federal de Coblenza, colección Schumacher/278.
119
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 25/3/1931, p. 38.
120
Ibid., 29/3/1931, p. 41.
121
Ibid., 30/3/1931, p. 41.
122
Ibid., 28/3/1931, p. 40.
123
Ibid., 29/3/1931, p. 41.
124
Ibid.
125
Vossische Zeitung del 3/4/1931.
126
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 2/4/1931, p. 42 y s.
127
Vossische Zeitung del 3/4/1931.
128
Ibid.
129
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 2/4/1931, p. 43.
130
Volkischer Beobachter del 5-6-7/4/1931.
131
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 4/4/1931, p. 44.
132
Ibid.
133
Comunicaciones de la policía judicial regional de Berlín del 1/5/1931, archi
vo federal de Coblenza, colección Schumacher/278.
134
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 17/4/1931, p. 51.
135
Ibid., 10/4/1931,p. 46.
136
Arbeiter, Bauern, Soldaten [Obreros, campesinos, soldados] del 4/5/1931.
137
Vossische Zeitung del 15/3/1931.
138
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 6/5/1931, p. 60.
139
Ibid., 4/4/1931, p. 44.
140
Ibid., vol. 1,7/11/1930, p. 629.
141
Ibid., 3/4/1929, p. 353.
Notas 747
142
Probablemente por deseo de Quandt, el 15/7/1920 renunció al apellido judío
de su padrastro, Friedlánder, y fue declarada hija legítima por su padre, el ingeniero
Oskar Ritschel, cuyo apellido llevó hasta su matrimonio con Quandt. Su madre, la
sirvienta Auguste Behrend, estaba soltera en el momento de su nacimiento el
11/11/1901 en Berlín-Kreuzberg y sólo después se casó con Ritschel. La separación
de éste se produjo cuando Magda tenía tres años. Después contrajo matrimonio con
el comerciante judío Friedlánder, a cuyo nombre tuvo que renunciar más tarde a peti
ción de su yerno Goebbels, para volver a llevar en adelante su nombre de soltera Beh
rend, «irreprochablemente ario».
143
Se debió de tratar del estudiante ViktorArlossoroff, un «fervoroso sionista» que
más tarde emigró a Palestina. De esto informa el periodista Curt Riess, que asistió al
instituto berlinés Werner Siemens al igual que Arlossoroff; véase Curt Riess, Das war
mein Leben. Erinnerungen [Ésta fue mi vida. Memorias], Munich, 1986, p. 326.
144
Carné de afiliada al NSDAP.
145
Hans-Otto Meissner, Magda Goebbels. The First Lady of the Third Reich [Magda
Goebbels. La primera dama del Tercer Reich], Nueva York, 1980, p. 80 (en adelante cita
do como Meissner, Primera dama).
146
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 1/2/1931, p. 15.
147
Ibid., 15/3/1931, p. 33 y 23/2/1931, p. 25.
148
Ihid., 19/2/1931, p. 23.
149
Ibid., 15/2/1931, p. 21.
150
Ibid., 22/3/1931, p. 37.
151
Al biógrafo de Goebbels Curt Riess (Joseph Goebbels. Eine Biographie \Joseph
Goebbels. Una biografió], Baden-Baden, 1950, p. 212, en adelante citado como Riess,
Goebbels), le reveló que había tenido una relación francamente mala con su yerno y
que nunca había tenido «confianza» con él; a su vez, Goebbels veía en su suegra a una
«persona horrible» (Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,26/1/1933,
p. 350) que no le interesaba (Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3,
27/5/1937, p. 155). Según su propio testimonio, Goebbels apenas conoció a su sue
gro, Oskar Ritschel; su muerte el 5 de abril de 1941 no le afectó en absoluto (Dia
rio del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 4/4/1941, p. 569).
152
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 12/4/1931, p. 48.
153
Ibid., p. 47.
154
Ibid.
155
Ibid.
^bIbid., 18/4/1931, p. 51.
157
El consejero de Justicia prusiano al fiscal general del tribunal regional I (Ber
lín-Centro) en la causa 1 J 1276/29 el 23/2/1931, archivo regional de Berlín, Rep.
58, Supl. 399, n° 2.
158
Resolución del fiscal general del tribunal regional I en la causa 1 J 1276/29
del 2/3/1931, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 2.
748 Goebbels
159
Del expediente policial del discurso goebbeliano del 26/9/1929 en la causa 1
J 1276/29 del 2/3/1931, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 2.
160
Del considerando en la causa 1 J 1276/29 del 2/6/1931, archivo regional de
Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 2.
161
Se veía una causa por infracción contra el artículo 130 del código penal, cau
sa II PJ 268/28, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 23 (actas de mano
del fiscal), vol. 3.
162
Informe del policía judicial Herbst sobre la detención de Goebbels en Munich
en la causa E 1 J651/30, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 4.
163
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 28/4/1931, p. 57.
164
Nota de acta en la causa E 1J651/30, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl.
399, n° 39, vol. 4.
165
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 28/4/1931, p. 57.
166
Joseph Goebbels, «Der geheimnisvolle Leichnam» [«El cadáver misterioso»] en
DerAngriff del 15/4/1929.
167
Artículos similares aparecieron en amplios sectores de la prensa nacionalsocia
lista, como en el Westdeutscher Beobachter [Observador de Alemania occidental] del
28/10/1928 bajo el título «Ein Ritualmord» [«Un asesinato ritual»]. Robert Ley, a la
sazón editor y redactor responsable de este periódico, fue condenado en segunda ins
tancia por la Primera Gran Sala de lo Penal del tribunal regional de Colonia el
2/10/1929 a una multa de 1.000 marcos del Reich, después de que la primera ins
tancia sentenciara una pena de prisión de dos meses. En el considerando se decía que
«aquí sólo se trata de la tendencia que se sigue en la imagen y el texto», y además se
afirmaba que el artículo hacía perder a todos los judíos el sentimiento de seguridad
jurídica (archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 3).
168
Del considerando de la sentencia del juicio de apelación en la causa E 1J651/30
del 14/11/1931, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 2.
169
DerAngriff del 11/2/1929.
170
Sesión del tribunal de escabinos de Charlottenburg en la causa E 1 J 651/30
del 29/4/1931, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 1.
171
Del considerando de la sentencia del juicio de apelación en la causa E 1J651/30
del 14/11/1931, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 2.
172
Ibid., vol. 2.
173
De las «consideraciones determinantes para la aplicación de la pena» de la sen
tencia del juicio de apelación en la causa E 1J651/30 del 14/11/1931, archivo regio
nal de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 2.
174
«Informe sobre la asamblea del NSDAP celebrada el 22/3/29 en elViktoria-
garten,Wilhelmsaue» del departamento IA en la Jefatura Superior de Policía, servi
cio exterior, del 23/3/1929, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39,
vol. 2.
Notas 749
175
N. de la T. Juego de palabras intraducibie. Goebbels se vale de los compuestos
para cambiar un lexema cada vez: Schweinespitzel, Rüsselspitzel y Rüsselputzer, que po
drían significar algo así como «soplón cerdo», «soplón jeta» y «lamejetas».
176
Del considerando de la sentencia del juicio de apelación en la causa E 1J651/30
del 14/11/1931, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 2.; en este
contexto es digna de mención una carta del amigo de Goebbels Theo Geitmann del
6/10/1918, en la que éste recuerda similares juegos de palabras goebbelianos: «Me
hizo pensar en un juego de palabras de mi querido amigo Ulex. Lampenputzer, Pum-
penlatzer, Lutzenpamper, Pampeníutzer» (archivo federal de Coblenza, NL 118/112).
177
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 2/5/1931, p. 58.
178
Escrito de Goebbels al tribunal regional I, Berlín-Centro, del 7/11/1931, archi
vo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 2.
179
Respuesta de la Jefatura Superior de Policía del 20/1/1932 a la correspon
diente pregunta del fiscal general del 24/12/1931, archivo regional de Berlín, Rep.
58, Supl. 399, n° 2.
180
Cf.Archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 39, vol. 12 (E 1J 615/30):
de los 1.486,77 marcos del Reich a pagar según la sentencia de segunda instancia, se
habían abonado un total de 60 marcos hasta la amnistía navideña del canciller del
Reich Schleicher en el año 1932.
181
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 20/4/1931, p. 52.
182
Hanfstaengl, 15 años, p. 277.
183
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 7 y 8/5/1931, p. 61;
Ihid., 29/5/1931, p. 71.
184
Ibid., 31/5/1931, p. 71.
185
Ibid., 12/5/1931, p. 63; sentencia de segunda instancia en la causa II PJ 41/28
ó II PJ 430/27, archivo federal de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 24, vol. 4.
186
Alfred Weiland (pseudónimo: Spartakus), Der Fall Mielke. Unternehmen Bülow-
platz. Biographie Unserer Zeit [El caso Mielke. Operación Bülowplatz. Biografía de nuestro
tiempo], Berlín, sin fecha, p. 4 (en adelante citado como Weiland, Mielke).
187
DerAngriffáá 7/8/1931.
188
Ibid.
189
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 5/6/1931, p. 74,
15/6/1931, p. 79 y 18/7/1931, p. 90.
19(1
DerAngriff del 8/8/1931.
1)1
Juicio contra Thunert, entre otros, por el homicidio de los agentes de polic ía
Anlauf y Lenk, 1 Pol a K 7/34, actas del fiscal general en el tribunal regional de Ber-
lín, tribunal regional de Berlín-Moabit; cf. también: Weiland, Mielke.
192
DerAngriff áe\ 13/8/1931.
193
Die Rote Fahne del 23/4/1931.
194
Juicio contra Beilfuss, entre otros, por el asalto al local nacionalsocialista Zur
Hochburg, II P K 13/33, actas del fiscal general en el tribunal regional de Berlín, tri
bunal regional de Berlín-Moabit.
750 Goebbels
195
Juicio contra Deig, entre otros, por el asalto al local de la Sección de asalto 21
de las SA, II P K 1/32, actas del fiscal general en el tribunal regional de Berlín, tri
bunal regional de Berlín-Moabit. De ahí se desprende que Ulbricht era «culpable de
instigar a los asesinatos cometidos por los tiradores, a las tentativas de asesinato y a la
grave perturbación del orden público».
196
Albert C. Grzesinski, Inside Germany, Nueva York, 1939, p. 132.
197
El 14 de octubre de 1931, durante un discurso en el parlamento prusiano, Cari
Severing (SPD) consideró que la amenaza procedente de los comunistas era mucho
mayor (Europaischer Geschichtskalender [Calendario histórico europeo], de Schulthess [para
los años 1860-1940], 1931, p. 243). En otoño de 1931, en una fiesta de la Reichsban-
ner en Kreuzberg, Grzesinski (SPD) defendió la siguiente opinión: «No veo en los
nacionalsocialistas el peligro que en ciertos lugares se cree que tienen; el mayor peli
gro lo suponen los comunistas, con los que la Reichsbanner tiene que acabar tan rápi
do como sea posible» (Geheímes Staatsarchiv Preussischer Kulturbesitz, GStAPK, [Archi
vo Estatal Secreto del Patrimonio Cultural Prusiano], Rep. 219, n° 20, fol. 65). Además se
cita a Grzesinski en el Vorwdrts del 22/9/1931: «Repetidamente se comprueba que
los comunistas han proporcionado a sus rivales fascistas el material para su propagan
da».
198
DerAngriff del 10/8/1931.
199
Anexo al escrito del jefe de policía al fiscal superior del tribunal regional III
en la causa E 1 J 1155/30 del 5/10/1931. En otro anexo a este escrito se dice que
durante la deliberación de coroneles del 2/10/1931 se dieron instrucciones detalla
das por parte de los jefes con respecto a las declaraciones ante el tribunal, archivo
regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 20, vol. 1.
200
Véanse los papeles personales de Helldorf del departamento IA de la Jefatura
Superior de Policía de Berlín, BDC.
201
Informe sobre el conde Wolf-Heinrich von Helldorf, nacido el 14/10/1896
en Merseburg, departamento I A, 24/10/1931, BDC.
202
Del escrito de acusación contra 38 miembros de las SA en el proceso de Kur-
fürstendamm (E 1 J 1155/31), archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 20,
vol. 1.
203
DerAngriff del 19/12/1931.
204
Sentencia de casación en la causa E 1 L 34/31 de la Cuarta Gran Sala de lo
Penal del tribunal regional III del 9/2/1932, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl.
399, n° 20, vol. 7.
205
Lo que se adivina por la solicitud de pena disciplinaria del representante de la
fiscalía, doctor Stenig, por el juicio ante la Cuarta Gran Sala de lo Penal del tribunal
regional III del 26/1/1932 (archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 20, vol.
3) se lee así en la exposición de Goebbels: «Se trata de que un espía anónimo afirma
que yo he elaborado junto con el conde Helldorf los planes para los sangrientos
enfrentamientos en la Kurfiistendamm. Lanzo inmediatamente los más duros ataques
contra la Jefatura Superior de Policía y por razones de integridad me niego a decía-
Notas 751
rar hasta que no se mencione el nombre del espía. Entonces hay enfrentamiento tras
enfrentamiento. Me peleo con el fiscal y al final le grito de tal manera que pierde la
calma. Luego, a petición, hago una declaración llena de insultos y se me pone en liber-
tad con una multa de 500 marcos del Reich. Los miembros acusados de las SA se des-
ternillan de risa y no caben en sí de gozo» (Diario del Instituto de Historia Con-
temporánea, vol. 2, 22/1/1932, p. 114).
206
Del considerando de la sentencia de casación en la causa E 1 L 34/31 de la
Cuarta Gran Sala de lo Penal del tribunal regional III del 9/2/1932, archivo regio
nal de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 20, vol. 7.
207
Sentencia de casación en la causa E 1 L 34/31 de la Cuarta Gran Sala de lo
Penal del tribunal regional III del 9/2/1932, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl.
399, ii° 20, vol. 7.
208
N. de la T. Septemberíing (septembrino) era la palabra que empleaba Goebbels,
entre otros, para designar irónicamente a los compañeros del partido, en su mayoría
jóvenes y con formación académica, que habían entrado en el NSDAP después del
éxito en las elecciones parlamentarias de septiembre de 1930.
209
Octavilla de las SA de diciembre de 1931, archivo regional de Berlín, Rep. 58,
Supl. 399, n° 20, vol. 3.
210
Ernst Rohm al doctor Karl Günther Heimsoth el 25/2/1929, BDC.
211
Cf. la causa Rohm por §175, 1 polJ127/31, archivo regional de Berlín, Rep.
58, Supl. 399, n° 517, vol. I-III.
212
Informe secreto a la presidencia del partido del 21/12/1931, archivo federal
de Coblenza, NS 26/87.
213
Ibid.
214
Ibid.
215
Informe sobre el transcurso de la asamblea pública del estandarte 6 de las SA
del NSDAP, celebrada el 4 de enero de 1932 en la sala de conciertos Clou, archivo
federal de Coblenza, NS 26/1124.
1
Meissner, Primera dama, p. 96.
2
AP-Korrespondenz n° 54/31 del 22/12/1931, ed. por doctor Helmut Klotz, en:
actas del proceso de Kurfiirstendamm, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399,
n°20.
3
DerAngriff del 19/1/1932.
4
De la resolución del fiscal general del tribunal regional I en la causa 1 polj 164/32
del 4/3/1932, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 9, vol. 2; según una
noticia del Vossische Zeitung del 19/5/1932, los verdaderos culpables consiguieron
huir, presumiblemente a la Unión Soviética. Los demás implicados en los hechos, al
752 Goebbels
24
También tendían al ensalzamiento los artículos de Goebbels en el Angriff del
1/4/1932 («Adolf Hitler ais Staatsmann» [«Adolf Hitler como hombre de Estado»])
y del 4/4/1932 («Adolf Hitler ais Mensch» [«Adolf Hitler como persona»]).
25
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 2, 13/3/1932, p. 140 y s.
(Kaiserhof).
26
Ibid.
27
Véase el trabajo sin título del compañero del partido Karoly Kampmann, sin
fecha, archivo federal de Coblenza, NS 26/968.
28
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,15/3/1932, p. 142. (Kai
serhof).
29
Ibid., 16/3/1932, p. 143 (Kaiserhof).
30
Ibid., 17/3/1932, p. 144 (Kaiserhof).
31
Ibid., 18/3/1932,p. 145 (Kaiserhof).
32
Cf. la información del Vólkischer Beobachter.
33
Vossische Zeitung del 13/4/1932.
34
Dirección electoral del NSDAP a nivel del Reich a todas las jefaturas de dis
trito, 23/3/1932, archivo federal de Coblenza, NS 26/290.
33
Ibid.; el número de leyes promulgadas por el presidente del Reich como decretos
ley subió de 5 en el año 1930 a 44 en el año 1931 y a 66 en el año 1932, mien tras
que al mismo tiempo el número de leyes votadas por el Parlamento se redujo de 98
en el año 1930 a 34 en el año 1931 y a 5 en el año 1932. El número de días de
sesiones parlamentarias descendió asimismo fuertemente: tras las 94 del año 1930, se
celebraron 42 sesiones en el año 1931 y sólo 13 en el año 1932 (Kolb, República de
Weimar, p. 128).
36
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 2,10/4/1932, p. 153 (Kai
serhof).
37
Ibid., 11/4/1932, p. 153 (Kaiserhof).
38
Citado por Andreas Hillgruber, «Die Auflosung der Weimarer Republik» [«La
disolución de la república de Weimar»], en Walter Tormin, Die Weimarer Republik [La
república de Weimar], Hannover, 1973, p. 189 y ss. (aquí p. 216).
39
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 2,26/4/1932, p. 161 (Kai
serhof).
4(1
Ibid., 25/4/1932, p. 161 (Kaiserhof).
41
Ibid., 23/4/1932, p. 160 (Kaiserhof).
42
Ibid., 26/4/1932, p. 161 (Kaiserhof).
43
Die Politik des Generáis von Schleicher gegenüber der NSDAP 1930-1933. Ein Bei-
trag zur Frage Wehrmacht und Partei [La política del general von Schleicher con respecto al
NSDAP, 1930-1933. Una contribución a la cuestión de la Wehrmacht y el partido], repro
ducción en extracto de un escrito del general de división retirado H. v. Holtzendorff
del 22/6/1946, en:VfZG, año 1/1953, p. 268.
44
Diario del Instituto de Historia Contemporánea,Vol. 2,28/4/1932, p.
Kar
serhof).
754 Goebbels
45
Ibid., 8/5/1932, p. 165 (Kaiserhof); Meissner, Otto: Staatssekretar unter Ebert, Hin-
denburg, Hitler. Der Schicksalsweg des deutschen Volkes von 1918 bis 1945, wie ich ihn erleb-
te [Secretario de Estado con Ebert, Hindenburg, Hitler. El camino destinado del pueblo alemán
desde 1918 a 1945, tal como yo lo viví], Hamburgo, 1950, p. 230 (en adelante citado
como Meissner, Secretario de Estado).
46
Diario del Instituto de Historia Contemporánea.Vol. 2,8/5/1932, p. 165 (Kai
serhof).
47
Ibid., 9/5/1932,p. 166 (Kaiserhof).
48
Ibid., 4/5/1932,p. 164 (Kaiserhof).
49
Ibid., 10/5/1932, p. 166 y s. (Kaiserhof).
50
Ibid., 11/5/1932, p. 167.
51
Sesiones del Parlamento. Quinta legislatura, 1930. Informes taquigráficos.Volu-
men 446 (desde la 53 a sesión del 13 de octubre de 1931 hasta la 64 a sesión del 12 de
mayo de 1932), Berlín 1932, aquí acta de la 63 a sesión del 11/5/1932, p. 2.561 y ss.
(aquí p. 2.598).
52
Ibid., p. 2.599.
53
Vorwdrts del 10/5/1932 (edición vespertina).
54
Der Angriff del 11/5/1932.
55
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,19/5/1932, p. 170 (Kai
serhof) .
56
Sesiones del Parlamento. Quinta legislatura, 1930. Informes taquigráficos .Volu
men 446 (desde la 53 a sesión del 13 de octubre de 1931 hasta la 64 a sesión del 12 de
mayo de 1932), Berlín 1932, aquí acta de la 64 a sesión del 12/5/1932, p. 2.561 y ss.
(aquí p. 2.686 y s.).
57
Vossische Zeitung del 12/5/1932.
58
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,23/5/1932, p. 172 (Kai
serhof).
59
Ibid., 18/5/1932, p. 170 (Kaiserhof).
60
Ibid., 30/5/1932, p. 177 (Kaiserhof).
61
Ibid.
62
Ibid., 8/5/1932, p. 165 (Kaiserhof).
63
Ibid., 29/5/1932,p. 176 (Kaiserhof).
64
Ibid., 14/6/1932, p. 185 (Kaiserhof).
65
Véase Kolb, República de Weimar, p. 134.
66
De los nueve ministros seis eran nobles.
67
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,14/6/1932, p. 185
(Kaiserhof).
68
Heinz Pohle, Der Rundfunk ais Instrument der Politik. Zur Geschichte des deutschen
Rundfunks von 1923/38 [La radio como instrumento de la política. Sobre la historia de la
radio alemana entre 1923 y 1938], Hamburgo, 1955, p. 165 (en adelante citado como
Pohle, Radio).
Notas 755
69
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,14/6/1932, p. 185 (Kai-
serhof).
70
Ibid., 15/6/1932, p. 186 (Kaiserhof).
71
Ibid., 7-8/7/1932, p. 201 (Kaiserhof).
72
Ibid., 8/7/1932, p. 202 (Kaiserhof).
73
Ibid., 10/7/1932, p. 202 (Kaiserhof).
74
Nota marginal de Scholz, consejero del ministro del Interior del Reich, sobre
la carta de la emisora Funk-Stunde dirigida a él mismo el 16/6/1932, archivo federal
de Coblenza, R 55/1273.
75
Joseph Goebbels, «Der Nationalismus ais staatspolitische Notwendigkeit» [«El
nacionalismo como necesidad de la política de Estado»], texto de un discurso, archi
vo federal de Coblenza, R 55/1273.
76
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 5/7/1932, p. 200.
77
Ibid., 18/7/1932, p. 206 (Kaiserhof); sobre el asunto véanse las entradas del
20/6/1932 (p. 189) y del 10/7/1932 (p. 202).
78
Ibid., 1/7/1932, p. 194 y ss. (Kaiserhof).
79
Ibid., 18/7/1932, p. 206 (Kaiserhof).
80
Ibid., 20/7/1932, p. 207 (Kaiserhof).
81
Grzesinski al fiscal general del tribunal regional I el 17/5/1932 en la causa 1
polj 1560/32, archivo regional de Berlín, Rep. 58, Supl. 399, n° 721.
82
Anotaciones sobre su actividad política que Albert Grzesinski escribió después
de su emigración en diciembre de 1933 en París, archivo federal de Coblenza, Kl.
Erw./144.
83
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,22/7/1932, p. 209 (Kai
serhof) .
84
En Berlín, al igual que por ejemplo en Hamburgo, Essen y Dortmund, el NSDAP
obtuvo unos resultados superiores al promedio, y en parte óptimos, precisamente en
los barrios residenciales de la clase alta y de la clase media-alta (Kolb, República de Wei-
mar, p. 210). Mientras que el porcentaje medio para el NSDAP en Gran-Berlín fue
de 28,6 por ciento, el partido registró 42,1 por ciento en Steglitz (en comparación,
el KPD, que alcanzó en Gran-Berlín un porcentaje de 27,3 por término medio, regis
tró un 12,3 por ciento en Steglitz; el SPD, asimismo con una media de 27,3 por cien
to, obtuvo allí un 19,0 por ciento), en Zehlendorf 36,4 por ciento (KPD 8,5 por cien
to, SPD 21,2 por ciento) y en Wümersdorf 35,1 por ciento (KPD 10,2 por ciento,
SPD 25,4 por ciento) de los votos. Por el contrario, el NSDAP alcanzó en Wedding
19,3 por ciento (KDP 42,6 por ciento, SPD 27,8 por ciento), en Friedrichshain 21,6
por ciento (KPD 38,5 por ciento, SPD 28,1 por ciento) y en Neukólln 23,9 por cien
to (KPD 34,4 por ciento, SPD 30,8 por ciento); véase al respecto por extenso: Michael
Erbe, «Spandau im Zeitalter der Weltkriege» [«Spandau en la época de las guerras
mundiales»], en Wolfgang Ribbe, (Slawenburg, Landesfestung, Industriezentrum. Untersu-
chungen zur Geschichte vori Stadt und Bezírk Spandau [Slawenburg, fortaleza interior, cen-
756 Goebbels
1111
Ibid.
111
DerAngriff del 24/8/1932.
112
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,12/9/1932, p. 241 (Kai-
serhof).
113
Ibid., 13/9/1932, p. 242 (Kaiserhof).
114
Ibid., 16/9/1932, p. 243 (Kaiserhof).
115
Ibid., 1/10/1932, p. 251 (Kaiserhof).
116
Manfred Deist, Hans-Erich Volkmann y Wolfram Wette, Ursachen und Voraus-
setzungen des Zweiten Weltkrieges [Causas y condicionantes de la Segunda Guerra Mundial],
Stuttgart, 1989, p. 122 y s. (en adelante citado como Messerschmidt, Segunda Guerra
Mundial).
117
Cf. Pohle, Radio, p. 162 y ss.
118
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,14/10/1932, p. 259
(Kaiserhof).
119
Ibid., 9/10/1932, p. 256 (Kaiserhof).
12(1
DerAngriff del 24 y del 25/9/1932.
121
Ibid., 10/10/1932.
122
Diario del Instituto de Historia Contempor ánea, vol. 2, 20/10/1932, p. 263
(Kaiserhof).
123
Éste era el título de un discurso goebbeliano para un mitin del 4/10/1932,
archivo municipal de Mónchengladbach, 14/2281.
124
Cf. Sesiones del Parlamento. Quinta legislatura, 1930. Informes taquigráficos.
Volumen 446 (desde la 53 1 sesión del 13 de octubre de 1931 hasta la 64 a sesión del
12 de mayo de 1932), Berlín 1932, aqu* acta de la 62 a sesión del 10/5/1932, p. 2.510
yss.
125
Henning Kóhler, Berlín in derWeimarer Republik (1918-1932) [Berlín en la repú
blica de Weimar (1918-1932)], enWolfgang Ribbe, ed., Geschichte Berlins. Von derMárz-
revolution bis zur Gegenwart [Historia de Berlín. Desde la Revolución de Marzo hasta la
actualidad], Munich, 1987, p. 797 y ss. (aquí p. 921) (en adelante citado como Kóhler,
Berlín en la república de Weimar).
126
Diario del Instituto de Historia Contempor ánea, vol. 2, 2/11/1932, p. 268.
127
Ibid.
128
Ibid., 4/11/1932, p. 270.
129
Cf. el informe de un agente de la Jefatura Superior de Policía para el ministro
del Interior del 7/11/1932, Rep. 219, n° 80, fol. 80-82, GStAPK, Berlín.
130
Deutsche Allgemeine Zeítung del 3/11/1932.
131
Ibid., 4/11/1932.
132
Europaischer Geschichtskalender [Calendario histórico europeo], de Schulthess, 1932,
p. 194.
133
Diario del Instituto de Historia Contempor ánea, vol. 2, 4/11/1932, p. 270.
134
Ibid., 6/11/1932, p. 272.
758 Goebbels
135
En los barrios burgueses de Zehlendorf retrocedió del 36,4 por ciento al 29,4
por ciento, en Steglitz del 42,1 por ciento al 36,1 por ciento y en Wilmersdorf del
35,1 por ciento al 29,3 por ciento. En los barrios obreros el descenso fue menor. En
Wedding el NSDAP perdió un 1,3 por ciento (del 19,3 por ciento al 18,0 por cien
to) y en Friedrichshain un 1,6 por ciento (de 21,6 por ciento al 20,0 por ciento);
véase al respecto en detalle Michael Erbe, Spandau im Zeitalter der Weltkriege [Spandau
en la época de las guerras mundiales], enWblfgang Ribbe, ed., Slawenburg, Landesfestung,
Industriezentrum. Untersuchungen zur Geschichte von Stadt und Bezirk Spandau [Slawen
burg, fortaleza interior, centro industrial. Investigaciones sobre la historia de la ciudad y el dis
trito de Spandau], Berlín (sin fecha), p. 268 y ss. (aquí p. 295).
136
Kóhler, Berlín en la república de Weimar, p. 920.
137
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,6/11/1932, p. 272 (Kai-
serhof).
138
Ibid.
139
Der Angríff del 13/12/1932.
140
Volkischer Beobachter del 8/11/1932.
141
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 9/11/1932, p. 274.
142
Ibid., 10/11/1932, p. 276 (Kaiserhof).
143
Ibid., 11/11/1932, p. 277 (Kaiserhof).
144
Vossische Zeítung del 10/10/1932.
145
Volkischer Beobachter del 8/11/1932.
146
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 11/11/1932, p. 277
(Kaiserhof).
147
Meissner, Secretario de Estado, p. 248. •>
148
Schwabischer Merkur [Mercurio suabo] del 25/11/1932.
149
Volkischer Beobachter del 25/11/1932.
150
Wórtz, Programática, p. 218 y s.
151
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,5/12/1932, p. 293 (Kai
serhof) .
152
Ibid., p. 292 (Kaiserhof).
153
Ibid., p.293 (Kaiserhof).
154
Otto Strasser, 3O.Juni. Vorgeschichte, Verlauf, Folgen [30 de junio. Antecedentes, de
sarrollo, consecuencias], Praga, sin fecha (1934), p. 36.
155
Hans Frank, Im Angesicht des Galgens. Deutung Hitlers und seiner Zeit auf Grund
eigener Erlebnisse und Erkenntnísse [Con la horca a la vista. Interpretación de Hitler y de su
época de acuerdo con las propias experiencias y conclusiones], Múnich-Grafelfing 1953, p.
108.
156
Vossische Zeitung del 10/12/1932.
157
Ibid., 9/12/1932.
158
Diario del Instituto de Historia Contempor ánea, vol. 2, 9/12/1932, p. 295.
159
DerAngriffy Vossische Zeitung del 9/12/1932.
160
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 10/12/1932, p. 299.
Notas 759
161
Ibid., 9/12/1932, p. 295.
162
Der Angriff del 12/12/1932.
163
Frankfurter Zeitung del 1/1/1933.
164
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 24/12/1932, p. 314.
165
Ibid., 25/12/1932, p. 315.
xhb
Ibid., 1/1/1933, p. 320 y ss.
167
Ibid., 10/1/1933, p. 332.
168
Trabajo sin título del compañero del partido Karoly Kampmann, sin fecha,
archivo federal de Coblenza, NS 26/968.
169
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 8/1/1933, p. 329; Der
Angriff del 9/1/1933.
170
Der Angriff del 16/1/1933; Causa penal./. Geissler por el homicidio del miem
bro de las SA Sagasser, actas del fiscal general en el tribunal regional de Moabit, IPolK
5/33, tribunal regional de Berlín-Moabit.
171
Der Angriff del 12/1/1933.
172
Ibid., 16/1/1933.
173
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 17/1/1933, p. 340.
174
Ibid., 20/1/1933, p. 343.
175
«Stationen eines Arztes. Operieren bei Sauerbruch, Kinderkriegen bei Stoec-
kel» [«Etapas de un médico. Operaciones con Sauerbruch, paritorio con Stoeckel»],
en Frankfurter Allgemeine Magazin, número 375 del 8/5/1987, p. 52 y ss.
176
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 25/1/1933, p. 349:
«Café con Hitler. Me informó del último estado de cosas. El domingo se reunió con
Papen, Meissner y el joven Hindenburg (...). El joven Oskar es un singular ejemplo
de imbecilidad (...). Los tres se oponen radicalmente a Schleicher.Tiene que irse.
Papen quiere ser vicecanciller. Eso es todo».
177
Der Angriff del 23/1/1933, Volkischer Beobachter del 24/1/1933.
178
Die Rote Fahne del 26/1/1933.
179
Vorwdrts del 25/1/1933.
180
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 29/1/1933, p. 354.
181
Erich von Bussche-Ippenburg, en Frankfurter Allgemeine Zeitung del 2/12/1952.
182 grnS( Rudolf Huber, Deutsche Verfassungsgeschichte seit 1789 [Historia constitu
cional alemana desde 1789], vol.VII, Ausbau, Schutz und Untergang der Weimarer Repu-
blik [Consolidación, defensa y caída de la república de Weimar], Berlín, Colonia y Magun
cia 1984, p. 1.240 (en adelante citado como Huber, Historia constitucional).
183
Ibid., 16/1/1933.
184
Huber, Historia constitucional, p. 1.239.
185
Esto se desprende de un curriculum vítae redactado y firmado por Otto Meiss
ner, BDC; cf. también: Henry Picker, ed., Hitlers Tischgespráche im Führerhauptquartier
[Conversaciones de sobremesa de Hitler en el cuartel general del Führer], Stuttgart, 1976, p.
82 (en adelante citado como Picker, Conversaciones de sobremesa).
186
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 30/1/1933, p. 355.
760 Goebbels
187
Cf. Escrito de Hammerstein, en Hillgruber, República de Weimar, p. 63 y s.
188
Conde Lutz Schwerin von Krosigk, Es Geschah in Deutschland. Menschenbilder
Unseres Jahrhunderts [Sucedió en Alemania. Perfiles humanos de nuestro s!¿/o],Tubinga y
Stuttgart, 1951, p. 147.
189
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 30/1/1933, p. 355.
190
Ibid.
191
Discurso de Goebbels de octubre de 1938, citado por Der Verführer. Anmerkun-
gen zu Goebbels [El seductor. Observaciones sobre Goebbels], documentación de la ZDF
(Zweites Deutsches Fernsehen [segundo canal de la televisión pública alemana]).
192
Con el título «Das Grosse Wunder» [«El gran milagro»] escribió Goebbels sen
dos editoriales en el Angriff el 24/12/1932 y el 2/2/1933.
193
Texto de esta emisión radiofónica reproducido en Joseph Wulf, Presse und Funk
im Dritten Reich. Eine Dokumentation [Prensa y radio en el Tercer Reich. Una documenta
ción], Frankfurt del Meno y Berlín 1983, p. 284 y ss. (aquí p. 288 y s.) (en adelante
citado como Wulf, Prensa y radio).
194
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,30/1/1933, p. 361 (Kai-
serhof) e Ibid., 31/1/1933, p. 359.
195
Del considerando de la sentencia en el proceso contra Schuckar y cómplices,
archivo regional de Berlín, Rep. 58, n° 30, vol. 4; véase también la extensa informa
ción en el Angriff desde el 31/1/1933 hasta el 6/2/1933.
196
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 31/1/1933, p. 362 y
1/2/1933, p. 362 (Kaiserhof ambos).
197
El 6/2/1933, el embajador alemán Von Dirksen comunicó desde Moscú según
los datos de una «fuente bien informada» que Thálmann había realizado una estancia
de 48 horas en el Kremlin a principios de mes. Se dice que allí recibió instrucciones
de orientar la táctica del KPD del tal manera «que se eviten las provocaciones de las
autoridades y los enfrentamientos armados con ellas»; véase Paul Chartess, Strategie
undTechnik dergeheimen Kriegführung [Estrategia y técnica de la beligerancia secreta], Parte
II: Geheímpolítík und Geheimdíenste ais Faktoren der Zeitgeschichte [Política secreta y servi
cios secretos como factores de la historia contemporánea], vol. A, Berlín 1987, p. 346.
198
Vossische Zeitung del 2/2/1933.
199
Discurso de Hitler ante industriales el 20/2/1933, IMT (International Mili-
tary Tribunal), vol. XXXV, doc. 203-D, p. 42 y ss. (aquí p. 46).
200
Der Angriff del 7/2/1933.
201
Dorpalen, Hindenburg, p. 427 y s.
202
Der Angriffdel 6/2/1933.
203
El discurso de Goebbels con motivo del funeral de Estado por Maikowski y
Zauritz está reproducido en Heiber, Goebbels-Reden [Discursos de Goebbels], vol. 1, p.
64 y ss.; Der Angriff del 6/2/1933.
204
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,3/2/1933, p. 366 (Kai
serhof).
205
Ibid., 4/2/1933, p. 365.
Notas 761
206 gUgen Hadamovsky, Dein Rundfunk [Tu radio], citado por Pohle, Radio, p. 276
ys.
207
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,3/2/1933, p. 365 (Kai-
serhof).
208
Ibid., 24/2/1933, p. 382 (Kaiserhof).
209
Frankfurter Zeitung del 12/2/1933.
210
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 11/2/1933, p. 371.
211
Vossische Zeitung del 2/2/1932.
212
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,6/2/1933, p. 368; Ibid.,
2/2/1933, p. 363.
213
Ibid., 3/2/1933, p. 364; Ibid., 11/2/1933, p. 371.
214
Ibid., 3/2/1933, p. 364.
215
Ibid., 6/2/1933, p. 368; Ibid., 10/2/1933, p. 369; Ibid., 13/2/1933, p. 374.
216
Ibid., 14/2/1933, p. 375.
217
Hermann Góring, Reden und Aufsatze [Discursos y artículos], Munich, 1939, p.
27.
218
Vossische Zeitung del 24/2/1933.
219
Ibid., 26/2/1933.
220
Cf. Martin Broszat, Der Staat Hitlers [El Estado de Hitler], 1 Ia ed., Munich, 1986,
p. 96 y s. (en adelante citado como Broszat, El Estado de Hitler).
221
Diario del Instituto de Historia Contemporánea.vol. 2,21/2/1933, p. 381 (Kai
serhof).
222
Hanfstaengl, 15 años, p. 294 y s.
223
Jfóf.,p.295.
224
Cf. Ernst Hanfstaengl, Hitler-The MissingYears, Londres, 1957,p. 202; allí se dice:
It would not surprise me in the least... that Góring planned the whole thing himselfas a means
qfwresting a piece qf initiative from his hated rival, Goebbels [No me sorprendería en lo
más mínimo... que Góring planeara todo personalmente como medio de arrebatar
un poco de iniciativa a su odiado rival, Goebbels]. Este pasaje se omitió en la versión
alemana del libro (Hanfstaengl, 15Jahre).
225
Vossische Zeitung del 2/3/1933; según esto, a petición de un periódico conser
vador sueco, Góring llegó a anunciar que «en caso necesario» publicaría «las copias
fotográficas» de un «plan revolucionario incautado» en la casa de Liebknecht, lo que
sin embargo no sucedió.
226
Sobre la controversia, al parecer interminable, de si el incendio del Reichstag
fue obra exclusiva del vagabundo holandés Van der Lubbe o bien obra de los nacio
nalsocialistas, cf. sobre todo para la primera posición Fritz Tobías, Der Reichstagsbrand.
Legende und Wirklichkeit [El incendio del Reichstag. Leyenda y realidad], Rastatt ,1962, así
como Janssen Backes, Karl-Heinz/Jesse, Eckhard/Kóhler, Henning/Mommsen, Hans
Fritz Tobias, Reichstagsbrand-Aujkldrung einer historischen Legende [El incendio del Reichs-
tag-Aclaración de una leyenda histórica], Munich, Zurich, 1986; sobre la segunda posi
ción cf. Der Reichstagsbrand. Eine wissenschaftliche Dokumentation [El incendio del Reichs-
762 Goebbels
tag. Una documentación científica], vol. 2, ed. porWalter Hofer,Edouard Calic, Christoph
Graf y Friedrich Zipfel, Munich, Nueva York, Londres, París y Berlín 1978, p. 362 (en
adelante citado como Hofer, Incendio del Reichstag), así como Hofer,Walter/Graf, Chris-
tof, Neue Quellen zum Reichstagsbrand [Nuevasfuentes sobre el incendio del Reichstag], en
Geschíchte in Wissenschaft und Unterricht [Historia en la ciencia y en la enseñanza] 27 (1976),
pp. 65-88; en el diario de Goebbels se encuentra una reveladora entrada fechada el
9/4/1941 (Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, p. 579). Allí se
dice: «Sobre el incendio del Reichstag, él (Hitler) apuesta por Torgler como inicia-
dor. Yo lo descarto. Es demasiado burgués para eso».
227
En las memorias publicadas se acusa a Goebbels en repetidas ocasiones de la
autoría del incendio, sin que se aleguen sin embargo indicios concluyentes. Sólo en
un informe de Hans von Kessel del año 1969, cuya autenticidad se pone en duda,
aparece el nombre del jefe de propaganda del Reich en una relación concreta con el
incendio. Según él, Diels, el jefe de la policía política, comunicó al jefe de grupo de
las SA Detten, amigo del hermano —asesinado en 1934— del informante Hans von
Kessel, que existían informaciones según las cuales un «vagabundo» iba a incendiar el
Reichstag «por orden de Moscú». Luego, el 27 de febrero, alrededor de las seis de la
tarde, Detten sería llamado a la vivienda de Goebbels, donde Diels ya había hecho
acto de presencia. Se afirma que Goebbels dijo en ese encuentro: «Si este crimen nos
puede reportar 8 millones de votos, entonces que ahumen tranquilamente el bun
ker». A Detten, que lideraba un comando especial para la lucha contra los comunis
tas, se le debió de indicar que, en el caso de que se produjera el incendio, no lo extin
guiera, sino que contribuyera a que el Reichstag se quemara por completo; cf. Hofer,
Incendio del Reichstag, vol. 2, p. 362.
228
DerAngriff del 28/2/1933.
229
Der Reichstagsbrandprozess und Georgi Dimitrqff. Dokumente [El proceso por el incen
dio del Reichstag y Georgi Dimitrov. Documentos] , vol. 1, del 27 de febrero hasta el 20 de
septiembre de 1933, Berlín-Este, 1982, aquí nota al documento n° 6, p. 32.
230
Ibid., documento n° 6, p. 24.
231
Vossische Zeitung del 28/2/1933.
232
Rudolf Diels, Lucifer ante portas. Zwischen Severing und Heydrich [Lucifer a las puer
tas. Entre Severing y Heydrich] , Zurich, sin año (1949), p. 194.
233
DerAngriff del 28/2/1933.
234
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,27/2/1933, p. 383 (Kai-
serhof); durante una tertulia de sobremesa en el mediodía del 10/5/1942, Hitler se
acordó de esta ocasión y vio en ella una prueba evidente «de que en situaciones deci
sivas es muy fácil verse en el trance de tener que hacer todo uno mismo», Picker, Con
versaciones de sobremesa, p. 278.
235
DerAngriff del 28/2/1933.
236
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,2/3/1933, p. 385 (Kai-
serhof).
237
Ibid., 4/3/1933, p. 386 (Kaiserhof).
238
Ibid., 31/1/1933, p. 359: «Vamos a ganar de manera aplastante».
Notas 763
239
Es cierto que en las elecciones al ayuntamiento berlinés del 12 de marzo el
NSDAP fue el grupo más fuerte con un 38,5 por ciento. Sin embargo, sólo gracias al
«Frente de lucha negro-blanco-rojo», con un 12,1 por ciento, dispuso de una escasí
sima mayoría de solo un voto. Por tanto, no se podía hablar de una «conquista» de
Berlín.
240
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,5/3/1933, p. 387 (Kai-
serhof).
241
Ian Kershaw, Der Hitler-Mythos, Volksmeinung und Propaganda im Dritten Reich
[El mito de Hitler. Opinión pública y propaganda en el Tercer Reich], Stuttgart, 1980 (en
adelante citado como Kershaw, Mito), p. 25 y ss.
242
Joseph Goebbels, «Die Dummheit der Demokratie» [«La estupidez de la demo
cracia»], en Joseph Goebbels, «Der Angriff». Aufsátze aus der Kampfzeit [«El ataque».
Artículos de la época de lucha], Munich, 1935, p. 61.
1
En la entrada de su diario correspondiente al 15/2/1933 (Diario del Instituto
de Historia Contemporánea, vol. 2, p. 376) se dice: «Un día caerá la espada de nues
tra ira sobre los malhechores...».
2
Goebbels consideraba al «pueblo» como masa, como «género femenino» que
requería una «mano firme, segura» (Heiber, Goebbels, p. 268). A juicio de Goebbels
habría que suplir una mano «masculina», pues él propagaba las denominadas cualida
des «masculinas», como el instinto creativo, la fuerza, el valor, la resistencia, etc., así
como un Estado nacionalsocialista «masculino» en general (Diario del archivo fede
ral de Coblenza, NL 118/21, entrada del 19/8/1941).
3
A lo largo de todo el diario se extienden observaciones como «¿Qué es ya esta
miserable vida y este montón de mierda llamado hombre?» (Diario del Instituto de
Historia Contemporánea, vol. 2,12/4/1931, p. 47); «Ya he aprendido la resignación,
y un desprecio inmenso por el hombre canalla» (Diario del Instituto de Historia Con
temporánea, vol. 1,14/10/1925, p. 135); «El hombre es un montón de basura» (Dia
rio del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 2/2/1941, p. 488).
4
Decreto sobre la creación del Ministerio del Reich para la Educación Popular
y la Propaganda del 13/3/1933, RGB1 (Reichsgesetzblatt [Boletín legislativo del Reich]),
1933,1, p. 104, archivo federal de Coblenza, R 43 II/1150a.
5
Discurso de Goebbels del 25/3/1933 titulado «Die zukünftige Arbeit und Ges-
taltung des deutschen Rundfunks» [«El futuro trabajo y organización de la radio ale
mana»], en Helmut Heiber, ed. Goebbels-Reden 1932-1939 [Discursos de Goebbels, 1932-
1939], vol. 1, Dusseldorf 1971, p. 82 y ss. (aquí p. 89) (en adelante citado como Heiber,
Discursos de Goebbels).
764 Goebbels
6
Discurso ante la prensa en Berlín el 16/3/1933, en Goebbels, Revolución, p. 135
y ss. (aquí p. 137).
7
Citado por Presse in Fesseln. Eine Schilderung des NS-Pressetrusts [La prensa enca
denada. Una descripción del consorcio periodístico nacionalsocialista].Trabajo en equipo de
la editorial Archiv und Kartei [Archivo y fichero], Berlín, basado en material autén
tico, Berlín 1947, p. 220.
8
Goebbels, Repolución, p. 136.
9
Citado en extracto del acta de la sesión del consejo de ministros del 11/3/1933,
archivo federal de Coblenza, R43 11/1149 hoja 5, reproducido en Zur Geschichte des
Reichsministerium für Volksaufklarung und Propaganda und zur Überlieferung [Sobre la his
toria del Ministerio del Reich para la Educación popular y la Propagada y sobre la transmi
sión], en Reichsministerium flir Volksaufklarung und Propaganda (RMVP) [Minis
terio del Reich para la Educación Popular y la Propagada], elaborado por Wolfram
Werner, Coblenza 1979, p.VI (en adelante citado como Werner, Historia del RMVP).
10
Ibid.
11
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,6/3/1933, p. 388 (Kai-
serhof); más tarde se añadieron los departamentos de «literatura», «defensa», «música»
y «artes plásticas»; más detalles sobre las funciones y la estructura del departamento
de «literatura» en Dietrich Strothmann, Nationalsozialistische Literaturpolitik. Ein Bei-
trag zur Publizistik ím Dritten Reich [Política literaria nacionalsocialista. Una contribución al
periodismo en el Tercer Reich], 2a ed., Bonn 1963, p. 23 y ss.
12
GeorgWilhelm Müller, Das Reichsministerium für Volksaufklarung und Propagan
da [El Ministerio del Reich para la Educación Popular y la Propaganda], Berlín 1940, p. 11.
13
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,22/1/1932, p. 113 (Kai-
serhof); Ibid., 5/8/1932, p. 215 y 9/8/1932, p. 218.
14
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,8/3/1933, p. 389 (Kai-
serhof).
15
Sobre esta divergencia de opiniones véase Werner, Historia del RMVP, p. IX; cf.
también Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 1, p. XIX; Stephan, Goebbels, p. 31.
16
Goebbels, Revolución, p. 137.
17
Observación de Lammers del 9/5/1934 sobre una conferencia con Hitler, archi
vo federal de Coblenza, R43 11/1149.
18
Goebbels, Revolución, p. 137.
19
Ibid., p. 138.
20
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 8/8/1932, p. 219 (Kai-
serhof).
21
Más tarde, Goebbels hizo velar escrupulosamente para que el concepto «pro
paganda» se utilizara sólo en sentido positivo, aunque él mismo no siempre se atenía
a ello. En el año 1937 se publicó una directiva del RMVP según la cual había que
distinguir claramente entre «propaganda» y «agitación» (para la publicidad en la eco
nomía se establecía la palabra Reklame [reclamo]): «Se ruega no abusar de la palabra
"propaganda". En la percepción del nuevo Estado, "propaganda" es por así decir un
Notas 765
concepto protegido legalmente y no se debe utilizar para cosas desfavorables. Así pues,
no hay una "propaganda difamatoria" o una "propaganda bolchevique", sino sólo una
demagogia, una agitación, una campaña difamatoria, etc. En resumen, propaganda sólo
cuando vaya a nuestro favor, demagogia cuando vaya contra nosotros» (archivo federal
de Coblenza, colección Brammer, Zsg. 101/10, p. 61, 28/7/1937, n° 960). Había una
reglamentación lingüística para la prensa, según la cual el concepto «propaganda»
sólo se podía usar en sentido positivo (decreto del RMVP a la RPA [Reichspro-
pagandaamt, oficina de propaganda del Reich] de Nuremberg del 8/11/1940, archi -
vo federal de Coblenza, R 55/1410). En lasVertrauliche Informationen [Informaciones
confidenciales] del 9/2/1942 se decía: «Se recuerda a los periódicos que el concepto
"propaganda" sólo se debe utilizar en sentido positivo, es decir, para la propaganda
que procede de Alemania. Para los afanes de las potencias enemigas se debe seguir
aplicando el concepto "agitación"» (Vertmulkhe Informationen, n° 147/42, 9/2/1942,
p. 3, colección Oberheitmann, ZSg 109/28, archivo federal de Coblenza). El propio
Goebbels, en la época en que escribió Kampfum Berlín [Lucha por Berlín], todavía no
había hecho distinción entre ambos conceptos (véase Goebbels, Kampfum Berlín
[Lucha por Berlín], p. 212: «A menudo se ha calificado nuestra agitación de primitiva
e insustancial»), y tampoco se atenía siempre a esta disposición en sus artículos del
Reich (Kessemeier, Editorialista, p. 281).
22
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 6/3/1933, p. 388 (Kai-
serhof).
23
Ibid., 11/3/1933, p. 390 (Kaiserhof).
24
Ibid., 13/3/1933, p. 392 (Kaiserhof).
25
Ibid., 11/3/1933, p. 390 (Kaiserhof).
26
Gerhard Menz, Der Aufbau des Kulturstandes [La constitución del nivel cultural],
Munich y Berlín, 1938, p. 13 y s.
27
En julio de 1933 se crearon 31 de estas oficinas regionales, que el 9/9/1937
pasaron a ser departamentos del Reich, llamándose desde entonces «oficinas de pro
paganda del Reich». Más tarde hubo en total 41 «oficinas de propaganda del Reich».
28
Messerschmidt, Segunda Guerra Mundial, p. 132.
29
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,18/4/1933, p. 409 (Kai
serhof).
30
Cf. Bramsted, Ernest K.: Goebbels und die nationalsozialistische Propaganda 1925-
1945 [Goebbels y la propaganda nacionalsocialista, Í925-1945], Frankfurt del Meno, 1971,
p. 110 (en adelante citado como Bramsted, Propaganda); Messerschmidt, Segunda Gue
rra Mundial, p. 132.
31
El 1/4/1939, el RMVP tenía 956 empleados, número que se incrementó has
ta las 1.356 personas para el 1/4/1940. El 1/4/1941, tras un continuo proceso de cre
cimiento, el ministerio empleaba a 1902 colaboradores. Este aumento de personal se
reflejó también en el número de departamentos. Si en el año 1935 había 9, hasta 1941
esta cifra alcanzó el nivel máximo de 17. Esto también se hizo notar en el aspecto
espacial. A mediados de los años treinta, se construyó para el RMVP un nuevo edi
ficio de cinco plantas con 500 habitaciones en el terreno de la Mauerstrasse 45-52;
766 Goebbels
más tarde fueron 32 los edificios en Berlín que albergaban departamentos del Minis -
terio de Propaganda (Heiber, Goebbels, p. 138). El presupuesto ordinario subió de los
17 millones de marcos iniciales a casi 100 millones, a los que se sumaban gastos extraor-
dinarios en una cuantía similar, que incluso fue rebasada con mucho durante la gue -
rra; cifras tomadas de: Boelcke, Willi A. (ed.): Kriegspropaganda 1939-Í941. Geheime
Ministerkonferenzen im Reíchspropagandaministeríum [Propaganda bélica, 1939-1941.
Conferencias ministeriales secretas en el Ministerio de Propaganda del Reich], Stutt-
gart 1966, p. 121 y s. y 138 (en adelante citado como Boelcke, Conferencias ministeria-
les).
32
Georg Wilhelm Müller, Das Reichsministeriumfür Volksaufkldrung una Propagan
da [El Ministerio del Reich para la Educación popular y la Propaganda], Berlín 1940, p. 10.
33
Declaración de Hans Fritzsche en Nuremberg, IMT, vol. XVII, p. 210.
34
Declaración de Walther Funk en Nuremberg, IMT, vol. XIII, p. 106.
35
Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 60.
36
Véase Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 12/7/1933, p.
445.
37
Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 139.
38
«Reichsminister doctor Goebbels über die Aufgaben der Presse» [«Ministro del
Reich doctor Goebbels sobre las funciones de la prensa»], en Zeitungs-Verlag del
18/3/1933, reproducido en Joseph Wulf, Presse und Funk im Dritten Reich. Eine Doku-
mentation {Prensa y radio en el Tercer Reich. Una documentación], Frankfurt del Meno y
Berlín, 1983, p. 64 y s. (en adelante citado como Wulf, Prensa y radió).
39
Goebbels durante la recepción de la asociación berlinesa de prensa extranjera
en el RMVP el 6/4/1933, citado por Europdischer Geschichtskalender [Calendario his
tórico europeo] de Schulthess, 1932, p. 85 y ss.; véase también Hans-Dieter Müller, «Por-
trait einer Deutschen Wbchenzeitung» [«Retrato de un semanario alemán»], en Fac
símile Querschnitt. Das Reich [Muestra representativa de facsímiles. El Reich], Berna y
Munich, sin fecha, p. 7 y ss. (aquí p. 9).
40
Citado por Stephan, Goebbels, p. 156 y s.
41
N. de laT. En alemán dice «el buen Miguel» {der brave Michel), prototipo alemán
del hombre honrado. La expresión tiene su origen en que San Miguel se considera
ba el patrón particular de los alemanes.
42
Citado por Wulf, Prensa y radio, p. 6.
43
Margret Boveri, Wir lügen alie. Eine Hauptstadtzeitung unter Hitler [Todos menti
mos. Un periódico de la capital en tiempos de Hitler] , Friburgo de Brisgovia, 1965, p. 547
(en adelante citado como Boveri, Todos mentimos); para detalles sobre Berndt véase
Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 75 y ss. (aquí p. 76); sobre su actividad como comi
sario especial del jefe de prensa del Reich, Dietrich, véase también curriculum vítae
deAlfred Ingemar Berndt del 19/10/1936, BDC.
44
Éstas son las opiniones de Wilfred von Oven, más tarde jefe de prensa personal
de Goebbels, y de Werner Stephan, colaborador del departamento de prensa del gobier
no del Reich, integrado en el RMVP, véase Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 75.
Notas 767
45
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,15/2/1933, p. 376 (Kai-
serhof).
46
Ibid.
47
Wulf, Prensa y radio, p. 27 y ss. (aquí p. 31); entre 1932 y 1934, el número de
periódicos descendió de 4.700 a 3.100 (Heiber, Goebbels,p. 160).
48
Wulf, Prensa y radio, p. 31 y s.
49
En repetidas ocasiones se encuentran comentarios al respecto en el diario de
Goebbels: «Hay que acabar con el Frankfurter Zeitung. Este periódico de mierda ya no
sirve para nada» (Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,22/10/1936,
p. 703); para detalles sobre este tema véase Günther Gillessen, Auf verlorenem Posten.
Die Frankfurter Zeitung im Dritten Reich [Una causa perdida . El Frankfurter Zeitung en el
Tercer Reich] , Berlín, 1986.
50
Véase informe de Fritz Sanger, colaborador durante muchos años de la redac
ción berlinesa del Frankfurter Zeitung hasta su prohibición el 31/8/1943, del 28/7/1963,
reproducido en Wulf, Prensa y radio, p. 81 y ss.
51
Aiá., p. 81.
52
Ibid., p. 83.
53
Declaración de Moritz von Schirmeister en Nuremberg, IMT, vol. XVII, p. 263.
54
Eberhard Aleff, Das Dritte Reich [El Tercer Reich], Hannover, 1970, p. 103 (en
adelante citado como Aleff, Tercer Reich).
55
Karl-Dietrich Abel, Presselenkung im NS-Staat. Eine Studie zur Geschichte der Publi-
zistik in der nationalsozialistischen Zeit [Dirigismo en la prensa en el Estado nacionalsocia
lista. Un estudio sobre la historia del periodismo en la época nacionalsocialista], Berlín, 1968,
p. 5 y s. (aquí p. 6) (en adelante citado como Abel, Dirigismo en la prensa); la capacidad
para ello se la ofrecía su cargo de presidente de la Cámara de prensa del Reich, pues
como tal podía excluir de la cámara a los editores que no poseyeran la «Habilidad y
la idoneidad necesarias» para el ejercicio de su profesión en el sentido nacionalsocia
lista (§§ 4 y 10 del Primer Reglamento de Aplicación de la ley de la RKK [Reichs-
kulturkammer, Cámara de cultura del Reich] del 1/11/1933, RGB1,1933,1, p. 797).
56
IMT, vol. XVII, p. 265.
57
Stephan, Goebbels, p. 157.
58
Goebbels, Revolución, p. 144.
59
Stephan, Goebbels, p. 157; en la presentación de Hadamovsky como director de
la sociedad radiofónica del Reich, Goebbels calificó la radio como «el instrumento
más poderoso para influir sobre el pueblo» (Der Angriff del 14/7/1933).
60
Cf.Ansgar Diller, Rundfunkpolitik im Dritten Reich [Pol ítica radiofónica en el Tercer
Reich], Munich, 1980.
61
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 1/3/1933, p. 384 y s.
(Kaiserhof).
62
Film-Kurier [Correo cinematográfico] del 8/7/1933, citado por Wulf, Prensa y radio,
p.301.
768 Goebbels
63
Para una información detallada sobre Hadamovsky véase Boelcke, Conferencias
ministeriales, p. 80 y ss. y 89.
64
Kólnische Zeitung [Periódico de Colonia] del 16/3/1933, citado porWulf, Prensa
y radio, p. 300.
65
Badischer Beobachter [Observador de Badén] del 23/3/1933, citado porWulf, Pren
sa y radio, p. 300 y s.
66
Discurso de Goebbels titulado «Die Zukünftige Arbeit und Gestaltung des
Deutschen Rundfunks» [«El futuro trabajo y organización de la radio alemana»], en
Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 1, p. 82 y ss. (aquí p. 87 y 89).
67
Ibid., p. 106.
68
Goebbels en su discurso inaugural de la 19 a exposición sobre la radio el
16/8/1935, en Hannoverscher Anzeiger [Notic iero de Hannover] del 17/8/1935.
69
Comunicaciones de la RRG [Reichs-Rundfunk-Gesellschaft, Sociedad Radio
fónica del Reich], n° 364 del 9/6/1933, hoja 1; en el año 1937, el proceso de unifi
cación ideológica de la radio fue coronado con el nombramiento de un «director del
Reich para la Gran Radio Alemana» (Boelcke, Conferencia ministerial, p. 89).
70
Eugen Hadamovsky, Deín Rundfunk [Tu radio], citado por Pohle, Rundfunk [Radio],
p.276.
71
«Considero inadmisible que un acontecimiento nacional, como por ejemplo la
inauguración del nuevo Reichstag o (...) el desfile de un regimiento de Potsdam ante
el señor presidente del Reich, sólo se desarrolle ante 10.000 o 15.000 personas. Eso
está pasado de moda. Un gobierno que permite eso no tiene que sorprenderse si,
aparte de esas 15.000 personas, nadie más tiene interés en un acontecimiento nacio
nal de ese tipo. Por el contrario,yo considero necesario que toda la nación (...) par
ticipe directamente y preste oído a esos eventos», en Goebbels, Revolución, p. 143 y s.
72
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 17/3/1933, p. 394
(Kaiserhof).
73
Hanfstaengl, 15 años, p. 298.
74
Ibid.
75
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,22/3/1933, p. 395 (Kai
serhof).
76
/fó¿., p. 396.
77
Berliner Bórsenzeitung [Periódico financiero berlinés] del 22/3/1933.
78
Max Domaras, Hitler - Reden und Proklamationen 1932-1945 [Hitler - Discursos
Y proclamaciones, 1932-1945], vol. I: Triumph [Triunfo], vol. II: Untergang [Hundimiento],
Wurtzburgo, 1963 (aquí vol. I, p. 241) (en adelante citado como Domarus, Discursos).
79
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,24/3/1933, p. 397 (Kai
serhof).
80
DerAngriff del 18/5/1934.
81
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 30/8/1938, p. 522.
82
Ibid., vol. 2,9/8/1933, p. 456: «Los barones de la radio, a Oranienburg por orden
mía. Ahora gimotean en cartas y telegramas y sufren crisis nerviosas. Esto es muy pro-
Notas 769
pió de estas cobardes personas de altos ingresos»; Hans Bredow, el inventor y «padre»
de la radio alemana, comisario de la radio del Reich y presidente de la junta directiva
de la sociedad radiofónica del Reich, que había renunciado a su cargo en el Ministerio
del Interior del Reich inmediatamente después de la subida al poder de Hitler, se
salvó, sufriendo sólo una prohibición de actividad. Véase Diario del Instituto de
Historia Contemporánea, vol. 2, entradas del 10/8/1933, p. 456 y del 12/8/1933, p.
457.
83
Rudolf Diels, Lucifer ante Portas... es Spricht der erste Chefder Gestapo... [Lucifer
a las puertas,... habla el primer jefe de la Gestapo], Stuttgart, 1950, p. 304.
84
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,27/3/1933, p. 398 (Kai-
serhof).
85
lbid., 26/3/1933, p. 398 (Kaiserhof).
86
Domarus, Discursos, vol. II, p. 1.030.
87
Lista de miembros de la «comisión central», véase IMT, vol. III, p. 586 (lista com
pleta, véase doc. 2156-PS, IMT, vol. XXIX, p. 268 y s.).
88
El punto 7 de la proclama de boicot emitida por la presidencia del partido el
28/3/1933 decía: «Por principio hay que subrayar siempre que se trata de una medi
da defensiva que nos hemos visto obligados a tomar», citado por Domarus, Discursos,
vol. I, p. 250.
89
Alá., p. 251.
90
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,28/3/1933, p. 399 (Kai
serhof).
91
Domarus, Discursos, vol. I, p. 251.
92
Goebbels, Revolución, p. 158.
93
Informe del cónsul general americano en Leipzig del 5/4/1933 (doc. 2709-
PS), IMT, vol. III, p. 586.
94
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,1/4/1933, p. 400 (Kai
serhof).
95
lbid., 28/4/1933, p. 413 (Kaiserhof).
96
Albert Speer, Erinnerungen [Memorias], Frankfurt del Meno,Viena y Berlín, 1969,
p. 40 (en adelante citado como Speer, Memorias).
97
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,25/4/1933, p. 411 (Kai
serhof).
98
Véanse las ediciones del Rheydter Zeitung del 22,23 y 25/4/1933, archivo muni-
cipal de Mónchengladbach.
99
Rheydter Zeitung del 25/4/1933, archivo municipal de Mónchengladbach.
100
lbid.
101
Después de que el 1/8/1933, por la intervención de Goebbels, Rheydt vol
viera a ser autónoma e independiente de Gladbach (Volksparole. Rheydter Nachrichten
[Consigna popular. Noticias de Rheydt] del 17/10/1934), el nuevo ayuntamiento le con
cedió a Goebbels el título de hijo predilecto de la ciudad de Rheydt por resolución
de los concejales del 16/10/1934, decisión que se revocó en la sesión de la comisión
de delegados de la ciudad de Rheydt el 14/6/1945 (archivo municipal de Món-
770 Goebbels
121
Véase Volker Dahm, Anfdnge und Ideologie der Reichskulturkammer [Comienzos e
ideología de la Cámara de Cultura del Reich], en VfZG, año 34/1986, p. 53 y ss. (aquí
p. 60) (en adelante citado como Dahm, Comienzos).
122
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,19/4/1933, p. 409 (Kai-
serhof).
123
RGBl.,1933,I,p.449.
124
Cf. una nota, probablemente procedente de Goebbels, sobre la necesidad de
crear un «comisariado del Reich para la educación popular y la propaganda» (archi
vo federal de Coblenza, R 43 11/1149, hojas 49-53), en la que se reclamaban com
petencias que excedían las del decreto del 30/6/1933.
125
Reproducido en extracto en Joseph Wulf, Die Bildenden Künste im Dritten Reich.
Eine Dokumentation [Las artes plásticas en el Tercer Reich. Una documentación], Gütersloh,
1963, p. 99 y s. (en adelante citado como Wulf, Artes plásticas).
126
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,11/5/1933, p. 418 y s.
127
Escrito al respecto en ADAP [Akten zur deutschen Auswa'rtigen Politik, actas
de la política exterior alemana], serie C I, vol. 2, doc. 261.
128
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 25/5/1933, p. 424;
sobre esta controversia véase también peter Longerich, Propagandisten im Krieg. Die
Presseabteilung des Auswa'rtigen Amtes unter Ribbentrop [Propagandistas en la guerra. El depar
tamento de prensa del Ministerio de Exteriores bajo el mandato de Ribbentrop], Munich,
1987, p. 126 y s. (en adelante citado como Longerich, Propagandistas).
129
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 11/4/1933, p. 406.
130
Ibid., 25/5/1933, p. 424.
131
A su ámbito de competencias pertenecía también el Teatro Alemán de Wies-
baden, así como más tarde el Teatro del Reich deViena, el Teatro Metropolitano y el
Admiralspalast [Palacio del Almirante] de Berlín.
132
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,7/8/1933, p. 455, véan
se también las entradas del 9/7/1933, p. 444,23/8/1933, p. 460,29/8/1933, p. 462 y
31/8/1933, p. 462.
133
Ibid., 25/6/1933, p. 438.
134
Ibid., 23/8/1933, p. 460.
135
Ibid.
136
Escrito de Góring al ministro del Interior del Reich, al ministro de Comuni
caciones del Reich, al consejero del Interior prusiano, al consejero prusiano de Cien
cia, Arte y Educación Popular, así como a los gobiernos regionales de Baviera, Sajo-
nia, Wurtemberg, Badén, Turingia, Hesse y Hamburgo del 12/6/1933, reproducido
en extracto en Wulf, Prensa y radio, p. 289 y ss. (aquí p. 292).
137
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 17/6/1933, p. 435.
138
Ibid., 20/6/1933, p. 436.
139
Ibid., 17/6/1933, p. 435.
140
Ibid., 19/8/1933, p. 459.
141
Ibid., 2/9/1933, p. 463.
772 Goebbels
142
Ibid., 17/6/1933, p. 435.
143
Ibid., 19/7/1933, p. 448.
144
Ibid., 29/6/1933, p. 440: «El jefe es muy bueno conmigo. Recibo el domicilio
oficial de Hugenberg».
145
El borrador de un escrito del ministro de Alimentación del Reich, Darré, a
Hitler, que no fue enviado, probablemente por las escasas posibilidades de éxito de la
empresa, se encuentra en el BDC; Speer (Memorias, p. 40) comunica al respecto que
la adquisición de la vivienda por parte de Goebbels no se hizo «sin cierto uso de la
fuerza».
146
Borrador de un escrito de Darré a Hitler, BDC.
147
Speer, Memorias, p. 40.
148
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 1/7/1933, p. 441.
149
Ibid., 27/12/1933, p. 468.
150
Ibid., 16/7/1933, p. 447.
151
Speer, Memorias, p. 40 y s.
152
Ibid., vol. 2, 20/7/1933, p. 448.
153
Ibid., 21/7/1933, p. 449.
154
Ibid., 22/7/1933, p. 449.
155
Ibid. y 23/7/1933, p. 450.
156
Cf. Dahm, Comienzos, p. 61 y ss.
157
/W.,p.62.
158
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 7/7/1933, p. 443.
159
Ibid., 11/7/1933, p. 445.
160
DerAngriff del 11/7/1933.
161
Dahm, Comienzos, p. 62.
162
Escrito del RMVP a la cancillería del Reich del 13/7/1933, archivo federal
de Coblenza, actas de la cancillería del Reich, R 4311/1244.
163
Ibid.
164
«Ideas básicas para la creación de una Cámara de Cultura del Reich» (julio de
1933), archivo federal de Coblenza, R 4311/1241.
165
Véase Dahm, Comienzos, p. 62.
166
Discurso de Goebbels «sobre la estructura corporativa de las profesiones cul
turales», en el congreso de la Cámara de Cultura del Reich el 7/2/1934, texto de la
Agencia Alemana de Noticias (Deutsches Nachrichtenbüro,DNB), n° 288 del 28/2/1934,
archivo federal R 4311/1241, hoja 18 y s.
167
Dahm, Comienzos, p. 56.
168
Hildegard Brenner, Die Kunstpolitik des Nationalsozialismus [La política artística
del nacionalsocialismo], Reinbek y Hamburgo, 1963, p. 56 (en adelante citado como
Brenner, Política artística).
169
«Ideas básicas para la creación de una Cámara de Cultura del Reich» (julio de
1933), archivo federal de Coblenza, R 4311/1241.
170
Ibid.
Notas 773
171
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 25/8/1933, p. 461.
172
Dahm, Comienzos, p. 66.
173
Ibid., p. 83.
174
Cf.Werner, Kurt/Biernat, Karl Heinz, Die Kópenicker Blutwoche 1933 [La sema
na sangrienta de Kopenick, 1933], Berrín Este, 1960.
175
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 1/9/1933, p. 463.
176
De la declaración secreta de Goebbels el 5/4/1940 ante representantes invita
dos de la prensa alemana, reproducido en extracto en Hans-Adolf Jacobsen, 1939-
1945. Der Zweite Weltkrieg in Chronik und Dokumenten [1939-1945. La Segunda Gue
rra Mundial en crónica y documentos], Darmstadt, 1959, p. 180 y s. (en adelante citado
como Jacobsen, Guerra mundial).
177
Joseph Goebbels, «Deutschlands Kampf um Friede und Gleichberechtigung»
[«La lucha de Alemania por la paz y la igualdad de derechos»], discurso sobre políti
ca exterior en el palacio de deportes berlinés el 20/10/1933, en Goebbels, Señales, p.
250 y ss. (aquí p. 271).
178
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 25/9/1933, p. 465.
179
Leónidas E. Hill, ed., Die Weizsácker-Papiere 1933-1950 [Los papeles de Weizsác-
ker, 1933-1950], Frankfurt del Meno,Berlín yViena, 1974, aquí entrada del 1/10/1933,
p. 76 (en adelante citado como Hill, Papeles de Weizsacker).
180
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 25/9/1933, p. 465.
181
Paul Schmidt, Statist auf diplomatischer Bühne 1923-1945. Erlebnisse des Chef-
dolmetschers im Auswdrtigen Amt mit den Staatsmdnnern Europas [Figurante en la escena
diplomática, 1923-1945. Experiencias del intérprete jefe del Ministerio de Exteriores con los
hombres de Estado de Europa], Bonn, 1953, p. 283 (en adelante citado comoSchmidt,
Figurante).
182
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 25/9/1933, p. 465.
183
Schmidt, Figurante, p. 283.
184
Ibid.; el diplomático alemán Ulrich von Hassell informa en su diario (Die Has-
sell-1agebücher,Aufzeichnungen vomAndern Deutschland [El diario de Hassell, anotaciones
de la otra Alemania], editado por el barón Friedrich Hiller von Gaertringen, Berlín
1988, entrada del 12/6/1944, p. 431 y s.; en adelante citado como diario de Hassell)
sobre una conferencia que Goebbels pronunció el 8/6/1944 delante de un selecto
círculo de altos funcionarios, líderes económicos, etc.; «se adaptó magníficamente al
alto nivel "burgués": un elegante traje gris sin insignias, un lenguaje no patético diri
gido confidencialmente a knowing men. (...) Ejerció sobre la mayoría una rotunda
impresión como "gran intelectual"».
185
Hill, Papeles de Weizsacker, entrada del 1/10/1933, p. 76.
186
Ibid., entrada del 6/10/1933, p. 76.
187
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 28/9/1933, p. 467.
188
Ibid.,2 7/9/1933, p. 466.
189
Reproducido en Goebbels, Señales, p. 233 y ss.
190
Véase Messerschmidt, Segunda Guerra Mundial,^. 135 y ss.
774 Goebbels
191
Goebbels, Señales, p. 243 y s.
192
Ibid., p. 246.
193
Ibid.,p. 236.
194
Éste es el título de la colección de 25 discursos goebbelianos de 1933/34 publi
cados en 1934 en la editorial Eher de Munich, perteneciente al NSDAP.
195
Schmidt, Figurante, p. 284 y s.
196
JW.,p.285.
197
The Times del 29/9/1933.
198
Citado por Heiber, Goebbels, p. 246.
199
Boveri, Todos mentimos, p. 162; cf. también Schmidt, Figurante, p. 285: escribe
que Goebbels abordó «con magistral dialéctica (...) las preguntas más delicadas» y fue
hábil a la hora de «quitar importancia a las observaciones de los periodistas extranje
ros, a menudo muy agudas».
200
Schmidt, Figurante, p. 286.
201
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 25/9/1933, p. 465.
202
Documents Diplomatiques Francais 1932-1939 [Documentos diplomáticos
franceses, 1932-1939], serie primera (1932-1935), tomo IV, 16 de julio-12 de noviem
bre de 1933, París 1968, doc. 259, M. Paul-Boncour, ministro de Asuntos Exteriores,
a M. Daladier, presidente del Consejo, ministro de Guerra, Ginebra, 29 de septiem
bre de 1933, p. 443 y ss. (aquí p. 444).
203
Schmidt, Figurante, p. 289.
204
Ibid.
205
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 27/9/1933, p. 466.
206
Ibid.
207
Ibid., 21/9/1933, p. 464; esta entrada, a juzgar por su contenido, está mal orde
nada; la fecha correcta es 29/9/1933, cf. acta del discurso de Paul-Boncour del
29/9/1933, en Documents Diplomatiques Francais 1932-1939, serie primera (1932-
1935), tomo IV, 16 de julio-12 de noviembre de 1933, París 1968, doc. 259, p. 443
yss.
208
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 27/9/1933, p. 466.
209
Domarus, Discursos, vol. I, p. 306 y s. (aquí p. 306); cf. también: Messerschmidt,
Segunda Guerra Mundial, p. 136.
210
Goebbels, Señales, p. 250 y ss. (aquí p. 270 y p. 269).
211
Hermann Rauschning, Gesprdche mit Hitler [Conversaciones con Hií/er],Viena
1973, p. 103 (sobre las reservas respecto a esta fuente véase Der Spiegel, n° 37/1985,
p. 92 yss.).
212
Goebbels en una entrevista con la Agencia Telegráfica Wolff (WolfFsches Tele-
graphen-Büro) del 8/11/1933 sobre el sentido de estas elecciones parlamentarias,
reproducido en Ursachen und Folgen. Vom Deutschen Zusammenbruch 1918 und 1945
bis zur Staatlichen Neuordnung in der Gegenwart [Causas y consecuencias. Del descalabro ale
mán en 1918 y 1945 a la reestructuración estatal en la actualidad], ed. por Herbert Michae-
Notas 775
lis y Ernst Schraepler, Berlín 1958 y ss., aquí vol. X, doc. 2330, p. 51 y ss. (aquí p. 52)
(en adelant e citado como Causas y consecuencias).
213
Ibid.
214
Aunque Torgler fue absuelto, estuvo hasta mediados de 1935 en arresto pre
ventivo, durante el cual escribió un libro contra el comunismo con su antigua cola
boradora María Reese (Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,
23/8/1935, p. 506), por el que Hitler se interesó mucho (Ibid., 21/8/1935, p. 505),
pero que no obtuvo permiso para ser publicado (Ibid., 2/12/1936, p. 742).Torgler
recibió después de Hitler 800 marcos de sueldo mensual por trabajos científicos, con
la condición de que no los hiciera públicos (Ibid., vol. 3,25/1/1937, p. 21; 26/1/1937,
p.22).
215
El aparato agitador-propagandístico del propagandista jefe del KPD,Willi Mün-
zenberg, huido a Francia, elaboró «documentaciones» («Braunbücher» [«Libros par
dos»]) que contenían supuestas declaraciones de testigos, órdenes reservadas sacadas
clandestinamente de Alemania y memorandos confidenciales de funcionarios nacio
nalsocialistas. El material, y aún más la argumentación de los «Libros Pardos», parecía
tan plausible que prácticamente todos los adversarios de los nacionalsocialistas esta
ban convencidos de su culpabilidad.
216
La exposición sigue, cuando no se indica de otra forma, el acta de la toma de
declaración de Goebbels, así como los correspondientes informes acerca del proceso
en el Vossische Zeitung del 9/11/1933.
217
Observaciones del proceso por parte de Hedemann, archivo federal de Coblen-
za, Kl. Erw./433, p. 173.
218
Ibid., p. 179.
219
«Die deutsche Kultur vor neuen Aufgaben» [«La cultura alemana ante nuevas
misiones»], en Goebbels, Señales, p. 323 y ss. (también p. 336).
220
Discurso de Goebbels «sobre la estructura corporativa de las profesiones cul
turales», en el congreso de la Cámara de Cultura del Reich el 7/2/1934, texto de la
Agencia Alemana de Noticias (Deutsches Nachrichtenbüro, DNB), n° 288 del
28/2/1934, archivo federal R 4311/1241, hoja 18 y s.
221
Véase Dahm, Comienzos, p. 55 y ss.
222
Véase Hildegard Brenner, Die Kunstpolitik des Nationalsozialismus [La política
artística del nacionalsocialismo], Hamburgo, 1963, p. 56 (en adelante citado como Bren
ner, Política artística).
223
N. de la T. En alemán Goebbels utiliza una palabra muy expresiva, Gesinnungs-
riecherei, que viene a significar algo así como «olfateo de las tendencias u orientacio
nes» (políticas) de los artistas.
224
Goebbels, Señales, p. 332 y ss.
225
Ernst Piper, Nationalsozialistische Kunstpolitik. Ernst Barlach und die «entartete
Kunst». Eine Dokumentation [Política artística nacionalsocialista. Ernst Barlach y el «arte
degenerado». Una documentación], Munich, 1987, p. 15 (en adelante citado como Piper,
Política artística nacionalsocialista).
776 Goebbels
226
Citado por Reinhard Bollmus, DasAmt Rosenberg und seine Gegner. Studien zum
Machtkampfim Nationalsozialistischen Herrschaftssystem [El departamento de Rosenberg y
sus rivales. Estudios sobre la lucha de poder en el sistema de dominio nacionalsocialista], Stutt-
gart 1970, p. 52 y s. (en adelante citado como Bollmus, Departamento de Rosenberg).
227
Speer, Memorias, p. 139.
228
Christian Zentner, Der Nürnberger Prozess. Dokumentation-Bilder-Zeittafel [El
proceso de Nuremberg. Documentación, imágenes, cuadro cronológico], Munich y Zurich,
1984, p. 70.
229
N. de la T. Thingstatte era el lugar donde los germanos celebraban el Thing o
consejo abierto, en el que se trataban las cuestiones judiciales de una tribu. Así, los
nacionalsocialistas dieron el nombre de Thingstatte a un teatro de piedra que cons
truyeron en el monte Heiligenberg de Heidelberg.
230
Piper, Política artística nacionalsocialista, p. 14.
231
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 13/4/1937, p. 109.
232
Volkischer Beobachter del 14/11/1925; véase capítulo 4, p. 96; Bollmus, Depar
tamento de Rosenberg, p. 45 y p. 265, nota 101; diario del Instituto de Historia Con
temporánea, vol. 1,14/11/1925, p. 143.
233
Volkischer Beobachter del 7/7/1933.
234
Bollmus, Departamento de Rosenberg, p. 45 y s.
235
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 16/5/1933, p. 420.
236
Dahm, Comienzos, p. 57.
237
Ibid., p.71.
238
Véase la máxima de Hitler durante el mitin de los «líderes políticos» en el con-
greso del partido celebrado en Nuremberg en 1934: «El Estado no nos ordena a no -
sotros, sino que nosotros ordenamos al Estado. El Estado no nos ha creado, sino que
nosotros nos hemos creado nuestro Estado», citado por Bollmus, Departamento de
Rosenberg, p. 265, nota 94.
239
Bollmus, Departamento de Rosenberg, p. 45 y p. 53.
240
Ibid., p. 52.
241
Goebbels en el palacio de deportes el 7/11/1933, en Goebbels, Señales, p. 278
y ss. (aquí p. 301).
242
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 2/1/1934, p. 469.
243
Domarus, Discursos, vol. I, p. 339.
1
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 2/3/1935, p. 483.
2
Ibid., 15/8/1933, p. 458.
3
Ibid., 25/3/1934, p. 471 y 31/3/1934, p. 471.
4
Ibid., vol. 3,25/1/1937, p. 22.
Notas 777
5
Ibid., vol. 2,15/10/1935, p. 527.
6
Goebbels el 28/3/1933 en el Hotel Kaiserhof ante cineastas, citado por Gerd
Albrecht, Nationalsozialistische Filmpolitik. Eine soziologische Untersuchung über die Spiel-
filme des Dritten Reiches [La política cinematográfica nacionalsocialista. Una investigación socio
lógica sobre los largometrajes del Tercer Reich], Stuttgart, 1969, p. 439 y ss. (aquí p. 439) (en
adelante citado como Albrecht, Política cinematográfica).
7
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,15/1/1936, p. 564: «Amé
rica... Un país sin cultura. Pero saben hacer algunas cosas y se dedican a ellas con
empeño: la técnica, por ejemplo, y el cine.Tienen un profundo desinterés por Euro
pa. Cuentan con 12 millones de negros y 7 millones de judíos. Claro está que no
entienden nuestras leyes raciales. Tampoco les hace falta. Que se dediquen a hacer
películas y a construir máquinas».
8
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,26/7/1933, p. 451 y vol.
3,30/1/1939, p. 565.
9
Ibid., vol. 2,12/6/1933, p. 432.
10
Véase la nota de acta del 19/8/1942, reproducida enWulf, Theater und Film [Tea-
tro y cine],p. 354 y s.
11
Géza von Cziffra, Es war eine Rauschende Ballnacht. Eine Sittengeschichte des Deuts-
chen Films [Fue una grandiosa noche de baile. Una historia de las costumbres del cine alemán],
Frankfurt del Meno y Berlín, 1987, p. 141 y s.
12
Sobre las funciones y la estructura del departamento de teatro del Reich v éa
se Wulf, Teatro y cine (p. 56 y s.).
13
Diario del Instituto de Historia Contempor ánea, vol. 2, 13/10/1935, p. 526.
14
Cf. Cinzia Romani, Die Filmdivas des Dritten Reiches [Las divas del cine del Tercer
Reich], Munich, 1982, p. 19 (en adelante citado como Romani, Divas del cine).
15
Goebbels el 28/3/1933 ante representantes del cine en el Hotel Kaiserhof, cita
do por Albrecht, Política cinematográfica, p. 439.
16
Diario del Instituto de Historia Contempor ánea, vol. 3, 22/12/1937, p. 378.
17
Ibid., vol. 4,15/10/1940, p. 365.
18
Hermann Rauschning, Gesprdche mit Hitler [Conversaciones con Híí/er],Viena,
1973, p. 143 y s.
19
Diario del Instituto de Historia Contempor ánea, vol. 2, 21/5/1934, p. 472.
20
Causas y consecuencias, vol. X, doc. 2375a, p. 157 y ss.
21
Ibid., p. 161.
22
Ibid.,
23
Ibid., p. 162.
24
Ibid., p. 159.
25
Das PolitischeTagebuchAlfred Rosenbergs aus denjahren 1934/35 und 1939/40 [El
diario político de Alfred Rosenberg de los años 1934/35 y 1939/40], editado por Hans-
Günther Seraphim, Gotinga, 1956, aquí entrada del 22/5/1934, p. 24 (en adelante
citado como diario de Rosenberg).
778 Goebbeh
26
El tema de su conferencia en la asociación cultural polaca fue: «Das national-
sozialistische Deutschland ais Faktor des Europáischen Friedens» [«La Alemania nacio
nalsocialista como factor de la paz europea»].
27
Vólkischer Beobachter del 19/6/1934.
28
Ibid.
29
Deutsche Allgemeine Zeitung del 22/6/1934, véase también Angriff del 22/6/1934
y Vólkischer Beobachter del 23/6/1934.'
30
Franz von Papen, Der Wahrheit eine Gasse [Una senda a la verdad] , Munich, 1952,
p. 349.
31
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 29/6/1934, p. 472.
32
Que Goebbels debió de sorprenderse mucho se infiere sobre todo de su entra
da en el diario del 29/6/1934, donde escribe dos veces acerca de la «reacción», que
está «detrás de todo» y contra la que hay que actuar.
33
Sobre el «golpe de Rohm» véase Peter Longerich, Die braunen Bataillone. Ges-
chíchte der SA [Los batallones pardos. Historia de las SA], Munich, 1989, p. 206 y ss. (en
adelante citado como Longerich, Batallones pardos).
34
Causas y consecuencias, vol. X, doc. 2376, p. 166 y s. (aqu í p. 166).
35
Diario de Rosenberg, 7/7/1934, p. 33.
36
Der Angriff del 2/7/1934.
37
Ibid.; véase también la narración del chófer de Hitler, Erich Kempka, en Cau
sas y consecuencias, vol. X, doc. 2378, p. 168 y ss.; véase también Domarus, Discursos,
vol. I, p. 395.
38
Ibid., vol. I, imagen X.
39
Longerich, Batallones pardos, p. 218.
40
Observación del ayudante de Goebbels Friedrich Christian, príncipe de Schaum-
burg-Lippe: Zwischen Krone und Kerker [Entre la corona y la cárcel] ,Wiesbaden, 1952, p.
173 y ss., reproducido en extracto en Causas y consecuencias, vol. X, doc. 2379b, p. 181
y ss. (aquí p. 183).
41
Lleno de orgullo, Góring anunció a representantes de la prensa que había amplia
do su misión, véase Causas y consecuencias, vol. X, documento 2379c, p. 183 y ss. (aquí
p. 184).
42
Gregor Strasser a Rudolf Hess el 18/6/1934, BDC.
43
La señora Strasser a Wilhelm Frick el 22/10/1934, reproducido en extracto en:
Lothar Gruchmann, Einleitung zum Erlebnisbericht Werner Pünders über die Ermordung
Klauseners am 3O.Juni 1934 und ihre Folgen [Introducción al informe vivencial de Werner
Pünder sobre el asesinato de Klausener el 30 de junio de 1934 y sus consecuencias], enVfZG,
año 19/1971, p. 404 y ss. (aquí p. 409 y s.).
44
El 28 de junio, Rohm anunció a sus invitados, entre ellos el general Von Epp,
que iba a aprovechar el encuentro en Wiessee entre otras cosas para «quitar a Goeb
bels la máscara de la cara». Declaración de Ferdinand Karl, príncipe de Isenburg, del
3/1/1950, citado por Hermann Mau, Die Zweite Revolution-Der 30.Juni 1934 [La
Notas 779
segunda revolución-El 30 de junio de 1934], enVfZG, año 1/1953, p. 119 y ss. (aquí p.
128).
45
Texto del discurso de Goebbels del 1/7/1934, reproducido en el Angriff del
2/7/1934; a continuación, tanto Góring (Volkischer Beobachter del 3/7/1934) como
Rosenberg (Volkischer Beobachter del 4/7/1934) manifestaron su opinión al respecto;
cf. Kershaw, Mito, p. 72 y ss.
46
Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 1, p. 156 y ss.
47
Volkischer Beobachter del 3/7/1934.
48
Ibid., 4/7/1934.
49
Sobre este modo de proceder ya había acuerdo desde el verano de 1933. Goeb
bels anotó el 19/7/1933 en su diario (vol. 2, p. 448): «Cuestión de la sucesión de Hin
denburg. Hitler no debe tolerar a un presidente del Reich por encima de él y tam
poco debe convertirse en figura el hijo Oskar (se refiere al hijo de Hindenburg, el
coronel Oskar von Hindenburg [el autor]). Hay que reunir los dos cargos en una per-
sona.Ya encontraremos alguna solución. Sobre todo con la aprobación del pueblo y
sin estar a merced de la R.W. [Reichswehr]»; véase también: Diario del Instituto de
Historia Contemporánea, vol. 2, 25/8/1933, p. 461.
50
Berliner Lokal-Anzeiger [Noticiero local berlin és] del 2/8/1934.
51
Ibid., 3/8,7/8 y 8/8/1934.
52
Francois-Poncet, Embajador, p. 242.
53
Jfóí.,p.244ys.
54
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 19/7/1933, p. 448.
55
Domarus, Discursos, vol. I, p. 444.
56
Diario de Rosenberg, 13/7/1934, p. 39.
57
Diario de Rosenberg, 2/8/1934, p. 40.
58
Goebbels había impedido la retransmisión de varios discursos de Rosenberg
—entre ellos el «discurso-manifiesto» Der deutsche Ordensstaat [El Estado alemán de
la Orden] en Marienburg— por una parte con el argumento de que ya no se podía
cambiar un programa fijo, y por otra con la disposición según la cual los discursos no
debían durar más de media hora. A continuación, Rosenberg se dirigió a Goebbels
el 21/4/1934 (copia también a Rudolf Hess): «Protesto formalmente contra seme
jantes intentos de dejar sin efecto en lo posible la misión que me ha encomendado
el Führer. La radio del Estado nacionalsocialista no sólo está ahí para unos cuantos
elegidos», archivo federal de Coblenza, NS 8/171.
59
Rosenberg en un escrito del 20/10/1934 dirigido a Goebbels, que al parecer
no envió. Lleva la nota «no remitido». Pero Rosenberg sí le envió a Goebbels una
versión más moderada el 20/12/1934. Los reproches aquí citados proceden de la ver
sión del 20/10/1934, Instituto de Historia Contemporánea, MA-596.
60
Esto se desprende de una carta de Rosenberg a Goebbels del 30/8/1934, Ins
tituto de Historia Contemporánea, MA-596.
61
Rosenberg a Goebbels el 30/8/1934, Instituto de Historia Contemporánea,
MA-596.
780 Goebbels
62
Citado por Joseph Wulf, Literatur und Dichtung im Dritten Reich. Eine Doku-
mentation [Literatura y poesía en el Tercer Reich. Una documentación], Frankfurt del Meno,
Berlín yViena, 1983, p. 230 (en adelante citado como Wulf, Literatura).
63
Sobre el papel de Strauss en el Tercer Reich véase Joseph Wulf, Musik im Drit
ten Reich. Eine Dokumentation [Música en el Tercer Reich. Una documentación], Frankfurt
del Meno, Berlín y Viena 1983, p. 194 (en adelante citado como Wulf, Música).
64
Wulf, Música, p. 195: Hitler le hizo entrega de un regalo similar con la dedica
toria: «Al gran compositor alemán con sincera admiración» (Ibid.).
65
Goebbels a Rosenberg el 25/8/1934, archivo federal de Coblenza, NS 8/171.
66
Citado por Bollmus, Departamento de Rosenberg, p. 75.
67
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,24/8/1934, p. 475 y s.
68
Véase Wulf, Música, p. 196.
69
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 24/8/1934, p. 475.
70
Goebbels a Rosenberg el 25/8/1934, archivo federal de Coblenza, NS 8/171.
71
Die Musik [La música], noviembre de 1934, p. 138-146; véase también Wulf,
Música, p. 372 y s.
72
NSZ-RheinJront [Periódico nacionalsocialista-Frente del Rin], Neustadt, del 5/11/1934,
citado por Wulf, Música, p. 372; se trataba en particular de las obras Morder, Hqffnung
derFrauen [Asesino, esperanza de las mujeres], Nusch-Nuschi, Sancta Susanna [Santa Susa
na] y Nenes vom Tage [Novedades del día] (véase Wulf, Música, p. 374).
73
Volkischer Beobachter del 7/12/1934.
74
Citado por Heiber, Goebbels, p. 199.
75
Véase por ejemplo Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,
11/9/1935, p. 513 y 1/11/1935, p. 534.
76
Wilhelm Furtwángler, «Mathis der Maler» [«Matías el pintor»], en Deutsche All-
gemeine Zeitung del 25/11/1934, citado por Wulf, Música, p. 373 y ss.; la piedra del
escándalo y el motivo de la controversia fue la ópera de Hindemith Matías el pintor,
en cuyo tercer cuadro se hacen preparativos para quemar escritos heréticos, una cla
ra alusión a la quema de libros del 10/5/1933. Furtwángler había ejecutado la sinfo
nía de esta ópera en primavera de 1934, después de que se le prohibiera la represen
tación de la ópera; véase al respecto Wulf, Música, p. 373.
77
/W.,p.376.
78
Bollmus, Departamento de Rosenberg, p. 76.
79
Ibid., p. 76; véase el texto del discurso goebbeliano durante el mitin de artistas
en el palacio de deportes (Berliner Lokal-Anzeiger del 7/12/1934), donde Goebbels
hizo «algunas aclaraciones fundamentales» con motivo del «caso» Furtwangler-Hin-
demith (Wulf, Música, p. 376 y ss.).
80
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 2/3/1935, p. 483.
81
Ibid.
S2
Wu\í, Música, p.378.
83
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 2/3/1935, p. 483.
84
Citado por Bollmus, Departamento de Rosenberg, p. 76.
Notas 781
85
7¿ií/.,p.277,nota94.
86
lbid.
87
Sobre el papel de Furtwangler en el Tercer Reich es muy interesante Wulf, Músi
ca, p. 85 y s.
88
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 20/7/1934, p. 474.
89
Sobre esta táctica Querschnitt durch dieTátigkeit des Arbeitsgebietes Dr.Taubert (Anti-
bolschewismus) des RMVP bis zum 31.12.1944 [Perfil de la actividad del ámbito de traba
jo del Dr. Taubert (antibolchevismo) del RMVP hasta el 31 /12/1944],YYVO-lnsútute for
Jewish Research, G-PA-14, archivo federal de Coblenza, R 55/450, p. 14 y ss. (aquí
p. 15).
90
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 27/9/1933, p. 466.
91
Eberhard Taubert, Der antisowjetische Apparat des deutschen Propagandaministeriums
[El aparato antisoviético del Ministerio de Propaganda alemán], archivo federal de Coblen
za, Kl. Erw. 671, p. 1 y 3 (en adelante citado como Taubert, El aparato antisoviético).
92
Citado por Aleff, Tercer Reich, p. 98.
93
Querschnitt durch dieTátigkeit des Arbeitsgebietes Dr.Taubert (Antibolschewismus) des
RMVP bis zum 31.12.1944 [Perfil de la actividad del ámbito de trabajo del Dr. Taubert
(antibolchevismo) del RMVP hasta el 3Í/Í2/Í5»44],YIVO-Institute for Jewish Rese
arch, G-PA-14, p. 16.
94
Goebbels en su discurso sobre política exterior «Deutschlands Kampf um Frie-
de und Gleichberechtigung» [«La lucha de Alemania por la paz y la igualdad de dere
chos»] en el palacio de deportes berlinés el 20/10/1933, en:Goebbels, Señales, p. 250
y ss. (aquí p. 267).
95
Acta de la conferencia del 15/1/1935, archivo federal de Coblenza NS 8/171;
ésta y las siguientes citas están tomadas de aquí.
96
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,2/3/1935, p. 484.
97
Del discurso de Goebbels pronunciado con motivo de la inauguraci ón de la
emisora del Reich de Sarrebruck, reproducido en Heiber, Discursos de Goebbels, vol.
1, p. 269 y ss. (aquí p. 269).
98
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 2/3/1935, p. 484.
99
lbid.
100
«Por ejemplo a Francia le podemos decir que ya no tenemos pretensiones finan
cieras si se nos reintegra el territorio del Sarre.Esto no es nada imposible (...). Si se
cumple esta demanda nuestra, entonces estaremos satisfechos», Goebbels el 20/10/1933
en el palacio de deportes berlinés sobre el tema «Deutschlands Kampf um Friede und
Gleichberechtigung» [«La lucha de Alemania por la paz y la igualdad de derechos»],
en Goebbels, Señales, p. 250 y ss. (aquí p. 267).
101
Fritz Sa'nger, Politik derTauschungen. Missbrauch der Presse im Dritten Reich. Wei-
sungen, Informationen, Notizen 1933-1939 [Política de engaños. Abuso de la prensa en el
Tercer Reich. Instrucciones, informaciones, noticias. 1933-1939],Vien!L, 1975, p. 64 (en ade
lante citado como Sánger, Política de engaños).
102
lbid., p. 65.
782 Goebbels
103
Cf. Bramsted, Propaganda, p. 219 y ss.
104
Joseph Goebbels, «Klarheit und Logik» [«Claridad y lógica»], en:Joseph Goeb-
bels, Wetterleuchten.Aufsdtze aus der Kampfzeit [Relámpagos.Artículos de la época de lucha],
Munich, 1939, p. 385 y ss. (en adelante citado como Goebbels, Relámpagos).
105
Ibid., p.388.
106
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 17/4/1935, p. 486.
107
Discurso radiado de Goebbels con motivo del cumpleaños de Hitler en 1935,
reproducido en Frankfurter Zeitung del 21/4/1935; cf. Bramsted, Propaganda, p. 290.
108
Rosenberg a Rust el 2/5/1935, archivo federal de Coblenza, NS 10/58.
109
Informe de Dressler-Andress, «Eilt sehr!» [«Muy urgente»], del 8/6/1935, repro
ducido en JoSeph Wulf, Theater und Film im Dritten Reich. Bine Dokumentation [Teatro
y cine en el Tercer Reich. Una documentación], Frankmrt del Meno, Berlín y Viena 1983,
p. 71 y s. (aquí p. 71) (en adelante citado como Wulf, Teatro).
110
Comunicación estrictamente confidencial a los jefes de los distritos de la comu
nidad cultural nacionalsocialista, 20/6/1935, reproducida en Wulf, Música, p. 196 y s.
111
Citado por Bollmus, Departamento de Rosenberg, p. 78; véanse además los docu
mentos sobre el «caso Strauss» en Wulf, Música, p. 194 y ss.; en el legado de Strauss se
encontraron unas notas que llevaban por título Geschichte der schweigsamen Frau [His
toria de La mujer silenciosa] en las que se decía: «Es una época triste, en la que un artis
ta de mi categoría tiene que preguntar a un ministro de poca monta lo que puede
componer y representar», citado por Wulf, Música, p. 197 y s.
112
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 5/7/1935, p. 490.
113
Ibid.
114
Ibid.
115
N. de laT. El campamento de Wallenstein (Wallensteins Lager) es el título de una
de las grandes obras en verso de Schiller, que forma parte de la trilogía del autor sobre
el general Wallenstein.
116
Berlín am Morgen [Berlín de mañana], del 29/10/1931.
117
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 31/3/1934, p. 471.
118
Ibid., 19/7/1935, p. 494.
119
Taubert, El aparato antisoviético, p. 5.
120
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,13/9/1935, p. 513 y s.
121
Joseph Goebbels, Kommunismus ohne Maske [Comunismo sin máscara], Munich,
1935, p. 5 y p. 7 (en adelante citado como Goebbels, Comunismo).
122
Ibid., p. 4 y s.; para las siguientes citas véase Ibid., p. 7,18 y 23.
123
Ésta y todas las demás citas de este párrafo están tomadas del discurso de Goeb
bels Comunismo sin máscara, p. 24 y ss.
124
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 15/9/1935, p. 515.
125
Ibid., 17/9/1935, p. 515.
126
Ibid., 29/4/1935, p. 488.
Notas 783
127
Ibid., 15/11/1935, p. 540: «Aplicación de las leyes sobre los judíos. Un com
promiso (...). Los judíos en cuarta parte entre nosotros. Los medio judíos sólo excep-
cionalmente. En el nombre de Dios, para que haya paz».
128
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 15/11/1935, p. 540.
129
Ibid., 15/9/1935, p. 515.
130
Volker Dahm, Dasjüdische Buch im Dritten Reich [El libro judío en el Tercer Reich],
parte I: Die Ausschaltung der jüdischen Autoren, Verleger und Buchhdndler [La exclusión de
los autores, editores y libreros judíos], Frankfurt del Meno, 1979, columna 60 (en adelante
citado como Dahm, El libro judío).
131
Véase Dahm, El libro judío, columna 60 y ss.; además, «Nichtarier auf deutschen
Bühnen» [«No arios en los escenarios alemanes»], Frankfurter Zeitung del 6/3/1934,
reproducido en Wulf, Teatro, p. 260.
132
«Dr. Goebbels über den geistigen und künstlerischen Umbruch im neuen
Deutschland» [«Dr. Goebbels sobre la transformación intelectual y artística en la nue
va Alemania»], discurso pronunciado en el segundo congreso anual de la Cámara de
Cultura del Reich, en Borsenblattfür den Deutschen Buchhandel [Periódico financiero para
el comercio librero alemán] del 18/11/1935.
133
Véase al respecto Dahm, El libro judío, columna 114.
134
Las protestas del ministro de Economía del Reich tuvieron lugar el 28/9,4/11
y 12/12/1935; véase Dahm, El libro judío, columna 115.
135
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 21/8/1935, p. 505.
136
Ibid., 11/9/1935, p. 512.
137
Goebbels a Rosenberg el 7/11/1935; ahí cita el §12 del primer decreto de
aplicación de la ley de la Cámara de Cultura del Reich del 1/11/1933, archivo fede
ral de Coblenza, NS 8/171.
138
Cf. el memorándum del jefe del departamento de cultura del Reich integra
do en el RMVP, Moraller, del 18/6/1935, reproducido en Wulf, Literatura, p. 192 y s.
(aquí p. 193).
139
Bollmus, Departamento de Rosenberg, p. 80.
140
Goebbels a Rosenberg el 7/11/1935; ahí se cita la circular de la «comunidad
cultural nacionalsocialista» del 16/10/1935, archivo federal de Coblenza, NS 8/171.
141
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 13/9/1935, p. 513.
142
Ibid., 27/9/1935, p. 519.
143
Ibid.
144
Ibid., 3/10/1935, p. 522.
145
Se seguía al parecer una tradición de la familia del primer marido de Magda,
cuyos hijos llevaban los nombres de Hellmuth, Herbert y Harald, que ahora se com
pletó por casualidad al tomar como base la letra inicial del apellido «Hitler».
146
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 13/10/1935, p. 526.
147
Goebbels a Rosenberg el 7/11/1935, archivo federal de Coblenza, NS 8/171.
148
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, ^
149
Ibid., 24/10/1935, p. 530.
1
\\ y >«, ^
784 Goebbels
150
Goebbels a Rosenberg el 7/11/1935, archivo federal de Coblenza, NS 8/171;
véase también: Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 9/11/1935,
p. 537.
151
Ibid., 11/12/1935, p. 551.
152
Rosenberg a Goebbels el 22/4/1936, archivo federal de Coblenza, NS 8/171.
153
Rosenberg a Goebbels el 31/3/1936, archivo federal de Coblenza, NS 8/171.
154
Goebbels a Rosenberg el 20/3/1936, archivo federal de Coblenza, NS 8/171.
155
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 6/4/1936, p. 596.
156
Ibid., 4/4/1936, p. 595.
157
Rosenberg a Goebbels el 22/4/1936, archivo federal de Coblenza, NS 8/171.
158
Véase Dahm, El libro judío, columna 116.
159
Directiva circular de Hinkel del 22/1/1936, archivo federal de Coblenza R 56
V/102.
160
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 14/2/1936, p. 573.
161
Reproducido en Domaras, Discursos, vol. I, p. 573 y s. (aquí p. 574).
162
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 14/2/1936, p. 573.
163
Esto y lo que sigue según Dahm, El libro judío, columna 134 y ss.
164
Véase Wulf, Prensa y radio, p. 74 y ss.
165
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,21/1/1936, p. 567; en
octubre de 1935 la Italia fascista había invadido Abisinia desde Eritrea y el territorio
somalí de Italia, anexionándosela en 1936 (el rey italiano Víctor Manuel se convirtió
en emperador de Etiopía) y desviando así de Europa la atención de Londres, lo que
le vino muy bien a Hitler.
166
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 21/1/1936, p. 567.
167
Hans-Adolfjacobsen, NationahozialistischeAussenpolitik Í933-1938 [Política exte
rior nacionalsocialista, 1933-1938], Frankfurt del Meno, Berlín, 1968, p. 417 (en ade
lante citado como Jacobsen, Política exterior nacionalsocialista); Friedrich Hossbach, Zivis-
chen Wehrmacht und Hitler [Entre la Wehrmacht y Hitler], Wolfenbüttel y Hamburgo,
1949, p. 97.
168
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 29/2/1936, p. 575.
169
Goebbels argumentaba que el pacto de Locarno sólo se podía «implementar
cuando estuviera firmado el pacto ruso» (Diario del Instituto de Historia Contem
poránea, vol. 2, 29/2/1936, p. 576).
170
Jacobsen, Política exterior nacionalsocialista, p. 418.
171
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 29/2/1936, p. 576.
172
Ibid.
173
Ibid., 2/3/1936, p. 577.
174
Ibid., 4/3/1936, p. 578.
175
Ibid., 6/3/1936, p. 580.
176
«Ya sólo queda por saber la fecha. Depende de Ginebra», Diario del Instituto
de Historia Contemporánea, vol. 2, 4/3/1936, p. 578.
177
7feid.,p.579.
Notas 785
178
Aú/., 8/3/1936, p. 581.
179
Ibid.
180
Ibid., 4/3/1936, p. 578.
181
Domarus, Discursos, vol. I, p. 582.
182
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 8/3/1936, p. 581; cf.
Riess, Goebbels, p. 184 y s.
183
N. de la T. Conocidos cantos bélicos. En alemán: Siegreích woll'n wir Frankreich
schlagen y Die Wacht am Rhein.
184
Sánger, Política de engaños, p. 79.
185
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 8/3/1936, p. 581 y s.
(al igual que las siguientes citas de este párrafo).
186
Ibid., 29/3/1936, p. 593.
187
Cartel, véase en Ruhl, Cotidianidad parda, p. 146.
188
Sanger, Política de engaños, p. 79.
189
Vóíkischer Beobachter del 20/4/1936.
190
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 31/3/1936, p. 594.
191
Sobre esta manipulación electoral cf. Domarus, Discursos, vol. I, p. 617.
192
Véase al respecto Ruhl, Cotidianidad parda, p. 146.
193
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 22/3/1936, p. 590.
194
Según información del juzgado municipal de Schóneberg/ Registro de la pro
piedad de Schwanenwerder del 12/10/1989.
195
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 29/3/1936, p. 593.
m
Ibid., 17/3/1936, p. 587.
197
Ibid., 8/4/1936, p. 597.
198
Entrevista de Max Amann por parte de K. Frank Korf el 4/4/1948, Korf-Papers,
Hoover Institution, Standford.
199
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 15/3/1936, p. 586.
200
Ibid., 22/10/1936, p. 704.
201
Ibid., 9/4/1936, p. 597 y s.
202
La transmisión a favor de Goebbels fue declarada el 1/4/1936, la entrada en el
registro de la propiedad tuvo lugar el 25/4/1936 (según información del juzgado
municipal de Schóneberg/ Registro de la propiedad de Schwanenwerder del
12/10/1989).
203
N. de la T. En este tipo de mansiones, la «casa de los caballeros» (Kavaliershaus)
era en origen el edificio donde se alojaban los huéspedes de alto rango (los «caballe
ros»). Después se utilizó para también albergar al personal de servicio y para otros
menesteres, aunque el viejo nombre permaneció.
204
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 20/4/1936, p. 602.
205
Ibid.
206
Ibid., vol. 4,28/4/1940, p. 133.
786 Goebbels
207
El 3/10/1941 dice en su diario (archivo federal de Coblenza, NL 118/28):
«Helmut cumple seis años (...). Es indispensable que se relacione con otros círculos
de chicos, pues de un muchacho que crece siempre entre chicas no sale nada bueno».
208
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 13/8/1926, p. 201.
209
Ibid., vol. 2,9/4/1936, p. 598.
210
Ibid., 27/6/1936, p. 634.
211
Ibid., 9/7/1936, p. 640 y 28/8/1936, p. 668.
212
Ibid., 13/4/1936, p. 599.
213
Dahm, El libro judío, columna 136.
214
Directiva circular de Hinkel a los presidentes de las distintas c ámaras del
29/4/1936, archivo federal de Coblenza R 56 V/102.
215
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 3/2/1937, p. 32.
216
Para detalles sobre Hinkel v éase Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 85 y ss.
217
Directiva circular de Hinkel a los presidentes de las distintas c ámaras del
29/4/1936, archivo federal de Coblenza R 56 V/102.
218
Arnd Kr üger, Die Olympischen Spiele 1936 und die Weltmeinung. Ihre Aussenpoli-
tische Bedeutung unter Besonderer Berücksichtigung der USA [Los Juegos Olímpicos de 1936
y la opinión mundial. Su significado en política exterior atendiendo especialmente a Estados
Uníaos], Berlín, Frankfurt del Meno y Munich 1972, p. 230 (en adelante citado como
Krüger, Olimpiadas).
219
Sanger, Política de engaños, p. 108.
220
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 26/6/1936, p. 633.
221
Ibid., 15/8/1936, p. 662.
222
Ibid., 29/7/1936, p. 649 y 30/7/1936, p. 650.
223
Véase al respecto la documentación en el archivo federal de Coblenza R 55/509.
224
Horst Ueberhorst (Spiele unterm Hakenkreuz [Juegos bajo la esv ástica^) escribe:
«La competición deportiva de las naciones se convirtió en una forma primitiva de la
lucha bélica», citado por Günter Kunert, «Bühne der Macht, Stadt der Spiele: Berlin
und sein Stadion» [«Escenario del poder, ciudad de los Juegos: Berlín y su estadio»],
en Frankfurter Allgemeine Magazin, número 528 del 12/4/1990.
225
Francois-Poncet, Embajador, p. 304.
226
Krüger, Olimpiadas, p. 231.
227
N. de la T. Rima en alemán: Wenn die Olympiade vorbei, schlagen wir diejuden
zu Brei.
228
Citado por Ibid., p. 229.
229
Volkischer Beobachter del 1/8/1936.
230
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 18/8/1936, p. 663.
231
Véase Arnd KrügeT,:Olimpiadas, p. 230; véase también archivo federal de Coblen
za R 55 Zg. Rep. 304/45, las olimpiadas de Berlín de 1936 reflejadas por la prensa
extranjera.
232
Pohle, Radio, p. 414 y ss.
233
Bramsted, Propaganda, p. 222.
Notas 787
234
La película fue producida por encargo de la jefatura de propaganda del NSDAP
a escala del Reich, departamento principal IV (cinematografía), cuya dirección artís
tica se encomendó a Leni Riefenstahl «por deseo expreso del Führer», véase Wulf,
Teatro y cine, p. 387 y s.
235 por Triumph des Wiílens [Triunfo de la voluntad], Leni Riefenstahl recibió de
Goebbels el Premio Nacional de Cinematografía el 1/5/1935. En la bienal deVene-
cia de 1935 fue galardonada por un jurado internacional con el primer premio en la
sección de película documental; en 1937, en la exposición universal de París, obtuvo
el Grand Prix y la medalla de oro de la nación francesa.
236
NSK-Sonderdienst. Der deutsche Film. Neue Filmaufgaben der Rekhspropagandalei-
tung [Servicio especial de la correspondencia del partido nacionalsocialista. El cine
alemán. Nuevas misiones cinematográficas de la jefatura de propaganda del Reich]
del 1/2/1934, archivo federal de Coblenza, NS 26/293.
237
Cf. Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 13/10/1935, p.
526.
238
Ibid., 17/8/1935, p. 503 y 5/10/1935, p. 523.
239
Cf. Cooper C. Graham, Leni Riefenstahl and Olympia, Londres 1986, p. 264 y
s. (en adelante citado como Graham, Riefenstahl).
240
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 7/11/1935, p. 537.
241
Graham, Riefenstahl, p. 21: «Goebbels seemed to a large degree interested in
helping Riefenstahl» [«Goebbels parecía muy interesado en ayudar a Riefenstahl»].
242
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 21/8/1935, p. 505.
243
Graham, Riefenstahl, p. 21 y s.
244
Citado por Graham, Riefenstahl, p. 21 y s.
245
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 17/8/1935, p. 503.
246
Ibid., 5/10/1935, p. 523.
247
Ibid., 6/8/1936, p. 655.
248
Ibid., 25/10/1936, p. 707.
249
Ibid., 6/11/1936, p. 717.
250
Ibid., 25/6/1936, p. 633 y 3-4-5/7/1936, p. 637 y ss.
251
Ibid., 16/8/1936, p. 662 y s.
252
Ibid.
253
William E Dodd, Ambassador Dodd's Diary. 1933-1938 [Diario del embajador
Dodd, 1933-1938], Londres, 1941, p. 349; el 1/7/1937. Goebbels organizó otra fies
ta en la isla de los pavos reales con una decoración igual de suntuosa (Diario del Ins
tituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 2/7/1937, p. 193 y s.).
254
Descripción según Erich Ebermayer y Hans Roos (pseudónimo de Hans Otto
Meissner), Gefdhrtin des Teufels. Leben und Tod der Magda Goebbels [Compañera del dia
blo. Vida y muerte de Magda Goebbels], Hamburgo, 1952, p. 210 y s.; también en Fran-
cois-Poncet, Embajador, p. 305; Riess, Goebbels, p. 186.
255
William E Dodd, Ambassador Dodd's Diary. 1933-1938 [Diario del embajador
Dodd, 1933-1938],LonáKs 1941, p. 349.
788 Goebbels
256
Vdlkischer Beobachter del 15/8/1936.
257
Gustav Fróhlich, Waren das Zeiten! Mein Film-Heldenleben [¡Qué tiempos aque
llos! Mi vida de héroe en el cine], Munich y Berlín 1983, p. 367 (en adelante citado como
Fróhlich, Qué tiempos aquellos).
258
Fróhlich, Qué tiempos aquellos, p. 362 y s.
259
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 10/6/1936, p. 623.
260
Lida Baarova en una conversación con el autor el 3/9/1987 en Salzburgo; véa
se también Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,19/8/1936, p. 664
y 5/9/1936, p. 673.
261
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 18/6/1933, p. 435.
262
Aid., 10/5/1936, p. 610.
263
Ibid., 24/10/1935, p. 531.
264
Ibid., 3/8/1935, p. 498.
265
Ibid.
266
Ibid., 21/9/1934, p. 476 y s. y 24/9/1934, p. 477.
267
Ibid., 7/8/1935, p. 500.
268
Con bastante probabilidad se trata en este caso de Kurt G. Lüdecke, consejero
de Hitler en materia de política exterior en los años veinte y que más tarde, como
comisionado especial de Hitler, buscó apoyos en Estados Unidos para el movimien
to nacionalsocialista, así como nuevas fuentes de financiación; véase Jacobsen, Políti
ca exterior nacionalsocialista, p. 14 y p. 529.
269
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 1/8/1936, p. 652.
270
Ibid., 2/8/1936, p. 652.
271
Ibid., p. 653.
272
Ibid., 4/8/1936, p. 654.
273
Ibid., 7/8/1936, p. 656.
274
Ibid., p. 657.
275
Ibid., 6/9/1936, p. 673.
276
La exposición sigue un texto escrito a máquina de las memorias de Baarova
sin publicar (en posesión del autor), la grabación magnetofónica de una conversación
del autor con la señora Baarova en Salzburgo el 3/9/87, así como las entradas del dia
rio de Goebbels; de la comparación de estas tres fuentes resultan sorprendentes coin
cidencias.
277
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 10/9/1936, p. 675.
278
Ibid., 11/9/1936,p. 676.
279
Ibid., 12/9/1936, p. 676, allí se dice: «Despedida hacia Franzensbad».
280
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, p. 678.
2SÍ
Ibid., 18/9/36, p. 680.
282
Ibid., 18/9 y 19/9/1936, p. 680.
283
Ibid., 30/9/1936, p. 690; memorias de Baarova.
284
Ibid., 30/10/1936, p. 711.
285
Ibid., 31/10/1936, p. 712.
Notas 789
286
Wulf, Teatro y cine, p. 94.
287
Archivo federal de Coblenza, NS 26/968.
288
Citado en Catálogo de la exposición «Berlin, Zur Geschichte der Stadt» [«Ber
lín, sobre la historia de la ciudad»] en el museo Martin-Gropius-Bau 1987, p. 543.
289
Así dice el texto del acta de donación, citado por Heiber, Goebbels, p. 260.
290
Citado por Heiber, Goebbels, p. 260.
291
Discurso de Hitler del 30/10/1936, reproducido en Domarus, Discursos, vol.
I, p. 652 y s. (de aquí proceden también las siguientes citas en las que no se indica lo
contrario).
292
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,31/10/1936, p. 712 y s.
1
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 27/10/1936, p. 708.
2
Ibid., 9/9/1936, p. 675.
3
Ibid., vol. 3,23/2/1937, p. 55.
4
Ibid.
5
Ibid., vol. 2, 8/9/1936, p. 675.
6
Texto de la ponencia de Goebbels durante el congreso del partido el 10/9/1936,
en Vólkischer Beobachter del 11/9/1936.
7
Citado por Jacobsen, Política exterior nacionalsocialista, p. 457 (cf. consignas diarias
y semanales del RMVP, archivo federal de Coblenza, colección Brammer, ZSg 101,
del 24/11/1936, p. 491).
8
Fueron publicadas el 31/3/1937; véase para más detalles Jacobsen, Política exte
rior nacionalsocialista, p. 458; cf. también texto de la ponencia de Goebbels durante el
congreso del partido el 10/9/1936, en Vólkischer Beobachter del 11/9/1936; Goebbels
ya había lanzado una campaña similar sobre Das wahre Gesicht Soivjetrusslands [La ver
dadera cara de la Rusia Soviética] en septiembre de 1930 en el Angriff, con la vista pues
ta en la clase obrera de Berlín.
9
Véase, para más detalles, Jacobsen, Política exterior nacionalsocialista, p. 457.
10
Instrucciones secretas a la prensa alemana, archivo federal de Coblenza, colec
ción Sánger (ZSg 102) del 17/9/1936; véase también Sánger, Política de engaños, p.
345.
11
A él se adhirieron Italia en noviembre de 1937 y Manchukuo, Hungría y España
en 1939.
12
Instrucciones secretas a la prensa alemana, archivo federal de Coblenza, colec
ción Sánger (ZSg 102) del 25/11/1936.
13
Querschnitt durch dieTatigkeit desArbeitsgebietes Dr.Taubert (Antibolschewismus) des
RMVP bis zum 31.12.1944 [Perfil de la actividad del ámbito de trabajo del Dr. Taubert
(antibolchevismo) del RMVP hasta el 31/12/1944],YIVO-lmútute for Jewish Rese
arch, G-PA-14 (archivo federal de Coblenza, R 55/450), p. 11.
790 Goebbels
14
Cf. Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 31/5/1936, p. 619.
15
Ibid., 19/6/1936, p. 628.
16
Ibid., 16/6/1936, p. 627.
17
Ibid., 18/11/1936, p. 729.
18
Citado por Hans A. Münster, Publizistik [Periodismo], Leipzig 1939, p. 149.
19
Discurso de Goebbels en el cuarto congreso anual de la Cámara de Cultura del
Reich el 27/11/1936, en Volkischer Beobachter del 28/11/1936, citado por Dietrich
Strothmann, «Die "Neuordnung" des Buchbesprechungswesen im 3. Reich und das
Verbot der Kunstkritik» [«La "reorganización" de la crítica literaria en el Tercer Reich
y la prohibición de la crítica de arte»], en Publizistik. Zeitschriftfür die Wissenschaft von
Presse, Rundfunk, Film, Rhetorik, Werbung und Meinungsbildung [Periodismo. Revista para
la ciencia de la prensa, radio, cinematografía, retórica, publicidad y formación de opinión], edi
tada por la Deutsche Gesellschaft fiir Publizistik [Sociedad Alemana de Periodismo],
año 5/1960, p. 140 y ss. (aquí p. 151).
20
Ibid., p. 151.
21
Decreto para la reestructuración de la vida cultural alemana del 27/11/1936,
citado por Wulf, Artes plásticas, p. 127 y s. (aquí p. 128).
22
Ibid.
23
Ibid.
24
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 26/10/1936, p. 707.
25
Decreto para la reestructuración de la vida cultural alemana del 27/11/1936,
citado por Wulf, Artes plásticas, p. 127 y s. (aquí p. 128).
26
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 6/2/1937, p. 35.
27
Hans Günter Hockerts, «Die Goebbels-Tagebücher 1932-1941. Eine neue
Hauptquelle zur Erforschung der Nationalsozialistischen Kirchenpolitik» [«Los dia
rios de Goebbels, 1932-1941. Una nueva fuente principal para el estudio de la polí
tica eclesiástica nacionalsocialista»], en Politik und Konfession. Festschriftfür Konrad Rep-
gen zum 60 Geburtstag [Política y confesión. Publicación homenaje a Konrad Repgen por su
60 cumpleaños], editado por Dieter Albrecht, Hans Günter Hockerts, Paul Mikat,
Rudolf Morsey, Berlín 1983, p. 359 y ss. (aquí p. 376).
28
Véase arriba, capítulo 3, nota 77.
29
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 23/2/1937, p. 55.
30
Ibid., 6/4/1937, p. 102.
31
Lo que sigue, según Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3,
31/1/1937, p. 29 y s.
32
Ibid., 5/1/1937, p. 5.
33
N. de la T. Durante todo este párrafo se refiere, por supuesto, al color negro
asociado a la Iglesia.
34
Citado por Dieter Albrecht, «DerVatikan und das Dritte Reich» [«El Vaticano
y el Tercer Reich»], en Kirche im Nationalsozialismus [La Iglesia en el nacionalsocialismo],
editado por Geschichtsverein der Diózese Rottenburg-Stuttgart [Asociación de His-
Notas 791
nacionalsocialista y sobre la lucha anticlerical], Maguncia, 1971, p. 113 y ss. (en adelante
citado como Hockerts, Procesos por delitos sexuales).
57
Instrucciones a la prensa, citado por Hockerts, Procesos por delitos sexuales, p. 113.
58
Esta y las citas precedentes proceden del texto del discurso, véase Vólkischer Beo-
bachter del 30/5/1937, archivo federal de Coblenza, colección Schumacher (SS 115).
59
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 29/5/1937, p. 156.
60
Ibid., p. 156 y s.
61
«Circulan desagradables rumores sobre Funk por 175 [homosexualidad]. De
inmediato salgo al paso enérgicamente», Diario del Instituto de Historia Contem
poránea, vol. 3,31/12/1937, p. 387.
62
Ibid., 10/4/1937, p. 105.
63
Ibid.
64
Ibid., 22/2/1937, p. 53.
65
Ibid., 11/2/1937, p. 40.
66
Ibid., vol. 4,11/12/1940, p. 427.
67
Ibid., vol. 3,10/12/1937, p. 363.
68
Ibid., 5/3/1937, p. 67.
69
Ibid., 16/4/1937, p. 113.
70
Hanfstaengl, 15 años, p. 319.
71
Cf. Speer, Memorias, p. 138 y s.; Hanfstaengl, 15 años, p. 199 y s.; Serge Lang, y
Ernst von Schenk, Portrait eines Menschheitsverbrechens, nach den Hinterlassenen Memoi-
ren des Ehemaligen Reichsministers Alfred Rosenberg [Retrato de un crimen contra la huma
nidad, según las memorias legadas por el antiguo ministro del Reich Alfred Rosenberg], St.
Gallen, 1947, p. 182: Rosenberg nunca oyó «a la mesa del Führer una buena palabra
por parte de Goebbels acerca de otro (...), sino siempre su apoyo cuando se expre
saba una crítica».
72
Picker, Conversaciones de sobremesa, p. 424.
73
Speer, Memorias, p. 141.
74
Ibid.
75
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3,11/2/1937, p. 40.
76
Ibid.
77
Ibid., 12/2/1937, p. 41.
78
Speer, Memorias, p. 141.
79
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 13/4/1937, p. 109.
80
Góring a Hanfstaengl el 19/3/1937, reproducido en: Hanfstaengl, 15 años, p.
373.
81
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3,12/3/1937, p. 76.
82
Ibid., 19/1/1938, p. 407.
83
Hanfstaengl a Himmler el 5/2/1938, BDC, expediente personal de Hanfstaengl;
en el año 1942, Hanfstaengl se trasladó a los Estados Unidos como consejero del pre
sidente Roosevelt.
84
Por ejemplo el lunes de Pascua y el 18 de abril, cuando Baarova, Hitler y otros
invitados estuvieron allí para tomar el té.
Notas 793
85
Gustav Fróhlich, Waren das Zeiten! Mein Film-Heldenleben [¡Qué tiempos aquellos!
Mi vida de héroe en el cine], Munich y Berlín, 1983, p. 157.
86
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 24/2/1937, p. 57.
87
Ibid., 5/9/1937, p. 255.
88
Ibid., 23/3/1937, p. 88.
89
Ibid., 13/1/1937, p. 9.
90
Ibid., 20/1/1937, p. 15 y s.
91
Ibid., 17/1/1937, p. 13.
92
Ibid., 20/1/1937, p. 15 y s.
93
Ibid., 13/1/1937, p. 9.
94
Ibid., 26/1/1937, p. 23.
95
Ibid., 21/4/1937, p. 120.
96
Ibid., 26/5/1937, p. 153.
97
Díe Filmwoche [La semana de cine] del 4/10/1937.
98
Licht-Bild-Bühne [La escena de proyecciones] del 4/9/1937.
99
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3,14/1/1937, p. 10.
100
Ibid., 13/3/1937, p. 76.
m
Ibid., 20/3/1937, p. 85 y s.
102
ftid., 5/5/1937, p. 135.
103
Ibid., 12/5/1937, p. 141.
m
Ibid., 11/9/1937, p. 262.
105
Ibid., 6/10/1937, p. 290.
106
ftiá., 7/10/1937, p. 291.
107
ftiá., 8/12/1937, p. 360.
108
Véase Wulf, Teatro y cine, p. 306 y s.
109
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 12/11/1937, p. 332.
110
Ibid., 19/11/1937, p. 339.
m
Ibid., 5/6/1937, p. 166.
112
Citado por Heiber, Goebbels, p. 196.
113
Entre otras en Wurtzburgo, en el semestre de invierno de 1918/19, con el pro
fesor Knapp: «Vom Impressionismus zum Kubismus. Geschichte der Modernen Kunst»
[«Del impresionismo al cubismo. Historia del arte moderno»] (véase certificación aca
démica de Goebbels del semestre de invierno de 1918/19, archivo federal de Coblen-
za,NL 118/113).
114
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 2/7/1933, p. 441.
115
Piper, Política artística nacionalsocialista, p. 15.
116
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 5/6/1937, p. 166.
117
Karl-Heinz Meissner constata que existió una «relación directa y causal» entre
los desaciertos de Schweitzer y la exposición muniquesa «Entartete Kunst» [«Arte
degenerado»] («München ist ein heisser Boden. Aber wir gewinnen ihn alímahlich doch».
Münchener Akademien, Galerien und Museen im Ausstellungsjahr 1937 [«Munich es un
terreno difícil, pero poco a poco lo vamos conquistando». Academias, galerías y mu-
794 Goebbels
159
Ibid., 26/9/1937, p. 279.
160
Citado por Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 1, p. 288.
161
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 25/9/1937, p. 278.
162
Ibid., 28/9/1937, p. 281.
163
Ibid., 29/9/1937, p. 283.
164
Ibid.
165
Ibid., 1/10/1937, p. 285.
166
Ibid., 30/9/1937, p. 284.
167
Ibid.
168
Ibid.
169
Ibid., 7/11/1937, p. 328.
170
Ibid., 14/9/1937, p. 266.
171
Ibid., 3/8/1937, p. 223.
172
ADAP, serie D, vol. 1, n° 93.
173
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 27/1/1938, p. 416.
174
Ibid.
175
Ibid., p. 415.
176
Ibid., 1/2/1938, p. 423.
177
Ibid., 29/1/1938, p. 419.
178
Ibid., 28/1/1938, p. 417.
179
Ibid., 31/1/1938, p. 422.
180
Ibid.
181
Ibid., 28/1/1938, p. 417.
182
Ibid. y 31/8/1938, p. 422.
183
Ibid., 28/1/1938, p. 417.
184
Ibid., 17/1/1938, p. 405.
185
Ibid., 30/1 /1938,p. 421.
186
Ibid., 6/2/1938, p. 433.
187
/Wá., 30/1/1938, p. 421.
188
N. de laT. En alemán dice que lo han desenmascarado como «175»: así se lla
maba coloquial y peyorativamente a los homosexuales, dado que el artículo 175 del
código penal era el que trataba esta cuestión.
189
Ibid., 1/2/1938, p. 423.
190
/feid.,p.424.
191
Ibid., 12/8/1938, p. 505.
192
Ibid., 1/2/1938, p. 424.
193
Ibid., 6/2/1938, p. 434.
194
Ibid., 5/2/1938, p. 431.
195
Ibid., 6/2/1938, p. 432.
196
Ibid., 6/3/1937, p. 68.
197
Ibid., vol. 4,1/4/1941, p. 562.
198
Ibid., vol. 3,27/10/1937, p. 315.
Notas 797
199
Ibid., vol. 2, 7/12/1935, p. 550.
200
Ibid., vol. 3, 6/3/1937, p. 68.
201
Ibid., 1/2/1938, p. 424.
202
Ibid., 29/10/1937, p. 318.
203
/biá., 20/1/1938, p. 408.
204
Ibid., 29/10/1937, p. 318.
205
Domaras, Discursos, vol. 1, p. 787 (nota 62).
206
Ai-<í.,p.788.
207
/fóí.,p.790.
208
Declaración de Wilhelm Keitel en Nuremberg, IMT, vol. X, p. 568.
209
Texto del llamamiento de Schuschnigg al plebiscito fijado para el 13 de mar
zo, citado por Domarus, Discursos, vol. 1, p. 807.
210
Goebbels en su discurso radiado con motivo del cumpleaños de Hitler en 1938,
reproducido en Vólkischer Beobachter del 21/4/1938.
211
Reproducido en Domarus, Discursos, vol. I, p. 809.
212
Declaración de Franz von Papen en Nuremberg, IMT, vol. XVI, p. 354; de ahí
están tomadas también las dos citas precedentes.
213
Goebbels en su discurso radiado con motivo del cumpleaños de Hitler en 1938,
reproducido en Vólkischer Beobachter del 21/4/1938.
214
Citado por Domarus, Discursos, vol. I, p. 811, nota 120.
215
Speer, Memorias, p. 123.
216
Goebbels en su discurso radiado con motivo del cumpleaños de Hitler en 1938,
reproducido en Vólkischer Beobachter del 21/4/1938.
217
Citado por Domarus, Discursos, vol. I, p. 816 y s.
218
Veit Harían, Im Schatten meiner Filme. Selbstbiogmphie [A la sombra de mis pelícu
las. Autobiografía], Gütersloh, 1966, p. 83 (en adelante citado como Harían, Autobiogra-
fia).
219
Citado por Domarus, Discursos, vol. I, p. 822 y s.
220
Ibid., p. 824.
221
Ibid., p. 825 y s.
222
«Veránderungen im Reichsministerium mrVolksaufklárung und Propaganda»
[«Cambios en el ministerio del Reich para la Educación Popular y la Propaganda»],
Hamburger Fremdenblatt del 5/4/1938, archivo federal de Coblenza, R 55/1338.
223
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 2/12/1937, p. 353.
224
Ibid., 19/7/1938, p. 485.
225
Ibid., 19/6/1938, p. 460.
226
Ibid., 21/6/1938, p. 462.
227
Discurso ante los líderes del partido el 19/3/1938 en Berlín, citado por Hei-
ber, Discursos de Goebbels, vol. I, p. 289 y ss. (aquí p. 291).
228
Reportaje de Goebbels sobre la visita de Hitler aViena el 9/4/1938, reprodu
cido en Heiber, Discursos de Goebbels, vol. I, p. 299 y ss. (aquí p. 302).
229
Ruhl, Cotidianidad parda, p. 149.
798 Goebbels
230
Volkischer Beobachter del 21/4/1938.
231
Hans Erik Hausner, Zeitbild: Das historische Nachrichtenmagazin. Der Zweite Welt-
krieg [Zeitbild: La revista de noticias históricas. La Segunda Guerra Mundial],,Viena y Hei-
delberg, 1979, p. 25.
232
Ibid., p. 26; cf. también Kershaw, Mito, p. 118 y ss.
233
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 24/11/1937, p. 344.
234
Ibid, 26/11/1937, p. 347.
235
Domarus, Discursos, vol. I, p. 855.
236
Volkischer Beobachter del 6/5/1938 y del 7/5/1938.
237
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 3/11/1937, p. 324.
238
Ibid., 28/12/1937, p. 385.
239
Descripción detallada de la tarde y lista pormenorizada de invitados en: Coo-
per C.Graham, Leni Riefenstahl and Olympia, Londres 1986, p. 186 y ss.
240
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 31/8/1938, p. 523;
véase Wolfgang Sche{ñer,Judenvervolgung im Dritten Reich 1933-1945 [Persecución de
los judíos en el Tercer Reich, 1933-1945], Berlín, 1960, p. 27 y ss.
241
«Goebbels über die Auseinandersetzung mit den Juden. Eine Rede bei der Ber-
liner Sonnwendfeier» [«Goebbels sobre el conflicto con los judíos. Un discurso pro
nunciado en la fiesta del solsticio berlinesa»], en Deutsche Allgemeine Zeitung del
23/6/1938, archivo federal de Coblenza, colección Schumacher (SS 115).
242
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 22/6/1938, p. 463.
243
Ibid., 4/6/1938, p. 448 y s.
244
Ibid., 11/6/1938, p. 452.
245
Ibid., 19/6/1938, p. 460.
246
Ibid., 22/6/1938, p. 463.
247
«Goebbels über die Auseinandersetzung mit den Juden. Eine Rede bei der Ber-
liner Sonnwendfeier» [«Goebbels sobre el conflicto con los judíos. Un discurso pro
nunciado en la fiesta del solsticio berlinesa»], en Deutsche Allgemeine Zeitung del
23/6/1938, archivo federal de Coblenza, colección Schumacher (SS 115).
248
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 19/6/1938, p. 460.
249
Ibid., 22/6/1938, p. 463.
250
Ibid., 6/7/1938, p. 473.
251
Ibid., 22/6/1938, p. 463.
252
Ibid.
253
Ibid.
254
Ibid., 25/7/1938, p. 490.
255
Ibid., 4/8/1938, p. 500.
256
Ibid., 25/7/1938, p. 490.
257
Informe del abogado Krech, Berlín Oeste, del 11/10/1954 respecto a la «bús
queda del doctor Goebbels por ser curador sucesorio», 5.II.623/54 y 5.II.210/54.
258
Según las entradas en el registro del juzgado municipal de Schóneberg/regis-
tro de la propiedad de Schwanenwerder, el 8 de junio de 1939 Goebbels vendió al
Notas 799
industrial Alfred Ludwig de Osnabrück una parte del terreno de la Inselstrasse 12/14
por 180.000 marcos del Reich (según la información del juzgado municipal de Schó-
neberg/registro de la propiedad de Schwanenwerder del 12/10/1989). En el año 1941
alquiló además la casa «tras una pequeña lucha» con este «gordo capitalista» (Diario
del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 30/3/1941, p. 558 y entrada del
24/3/1941, p. 550).
259
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 3/8/1937, p. 223.
260
Ibid., 3/6/1938, p. 446 y s.
261
Ibid., 10/8/1938, p. 504.
262
Diario del archivo federal de Coblenza, 19/8/1941, NL 118/21; véase tam
bién Eberhard Schwarzenbeck, Nationalsozialistische Pressepolitik und die Sudetenkrise
[La política periodística nacionalsocialista y la crisis de los Sudetes], Munich, 1979.
263
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 3/6/1938, p. 446 y s.
264
Declaración de Moritz von Schirmeister en Nuremberg el 28/6/1946, IMT,
vol. XVII, p. 266.
265
Véase declaración de Hans Fritzsche el 7/1/1946, IMT, documento 3469-PS,
vol. XXXII, p. 319.
266
Stephan, Goebbels, p. 105.
267
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 3/6/1938, p. 446 y s.
268
Ibid., 24/8/1938, p. 516.
269
Para más detalles sobre Naumann véase Boelcke, Conferencias ministeriales, p.
54 y ss.
270
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 19/7/1938, p. 484 y
s.: «...conversación seria con Hanke sobre las perspectivas de la guerra. (...) En este
momento todos estamos un poco desconcertados»; Ibid., 28/8/1938, p. 520: «...con
Hanke y Naumann (...) El tema candente: la guerra y Praga. Ahora mismo estas cues
tiones pesan sobre todos».
271
Ibid., 1/9/1938, p. 525.
272
Ibid., 28/8/1938, p. 520.
273
Ibid., 16/7/1938, p. 482.
274
Ibid., 19/7/1938, p. 485.
275
Ibid., 17/7/1938, p. 483.
276
Ibid., 19/7/1938, p. 485; Ibid., 24/8/1938, p. 516.
217
Ibid., 19/8/1938, p. 511.
278
Ibid., 30/8/1938, p. 521 y s.: «Randolph (el agregado de prensa de Goebbels
en Londres —el autor—) me informa sobre Londres. Lo que Inglaterra hará en caso
de un conflicto sangriento, nadie lo sabe. Randolph piensa que intervenir. No lo creo.
Si se le da al gobierno inglés la posibilidad de justificar su no actuación ante su pro
pio pueblo, si además está afianzada nuestra frontera occidental, Londres sólo protes
tará. Pero eso no es más que una cuestión de presentimiento».
279
Ibid., 22/7/1938, p. 487.
280
Ibid., p. 488; la historia del martirio del joven Hitler en Austria, que compren
día por su propia juventud, procede del discurso de Goebbels con motivo del cua-
800 Goebbels
307
Véase Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 16/9/1937, p.
268, Ibid., 19/9/1937, p. 271.
308
Ibid., 30/7/1938, p. 495.
309
Véase Messerschmidt, Segunda Guerra Mundial, p. 149; Longerich, Propagandistas, p.
116 y ss.; Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 127 y ss. M0 Ibid.,p. 127 y s.
311
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 13/8/1938, p. 506;
véase Messerschmidt, Segunda Guerra Mundial, p. 149.
312
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 21/8/1938, p. 513; al
comienzo de la guerra en verano de 1939 había 15 compañías de propaganda en con
diciones de operar.
313
Ibid., 1/8/1938, p. 497.
314
Domarus, Discursos, vol. I, p. 923.
315
William L. Shirer, Berlin Diary, Londres, 1941, p. 118 y s., citado por Alan Bullock,
Hitler. Eíne Studie über Tyrannei [Hitler. Un estudio sobre la tiranía], Kronberg, 1977, p.
445 (en adelante citado como Bullock, Hitler).
316
Hill, Papeles de Weizsdcker, entradas del 9/10/1938 y de mediados de octubre
de 1939 (retrospectiva), p. 145 y 171; el presidente del Banco del Reich, Schacht, con
tó al embajador von Hassell el 15/9/1938 que Goebbels estaba «en contra de una
irreflexiva política bélica» (diario de Hassell, entrada del 17/9/1938, p. 52).
317
Véase Hill, Papeles de Weizsdcker, entrada de mediados de octubre de 1939 (retros
pectiva), p. 171: «El mariscal de campo Góring me dijo unas semanas después de la
conferencia de Munich que sabía que dos razones habían movido al Führer a elegir
el procedimiento pacífico: la duda de que el pueblo alemán quisiera la guerra y la
duda de si Mussolini no le dejaría plantado en caso contrario»; Marianne vonWeiz-
sa'cker a la madre de Ernst von Weizsácker el 30/10/1938, Ibid., p. 144: «Ernst atri
buye el mérito principal en los últimos días, además de al Führer, a Hermann Goring,
(...) a quien tenía en gran estima.También Goebbels debió de prestar un buen ser
vicio en su puesto, como informador»; cf. también Bullock, Hitler, p. 453.
318
Citado por Domarus, Discursos, vol. I, p. 946.
319
Cf. Bullock, Hitler, p. 453.
320
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3,18/10/1938, p. 525 y s.
321
David Irving, HitlersWeg zum Krieg [El camino de Hitler hacia la guerra], Herrs-
ching, 1978, p. 299 y s. (en adelante citado como Irving, Camino de Hitler).
322
Véase la imagen y el pie de imagen en el Vólkischer Beobachter del 25/10/1938;
se dice que en el diario de Bormann el 23/10 como fecha de este encuentro está
anotado con signo de interrogación, véase Irving, Camino de Hitler, p. 301; también
Heiber, Goebbels, menciona esta fecha, p. 277; por el contrario, Domarus apunta el
24/10 (Discursos, vol. I, p. 961).
323
Diario de Rosenberg, entrada del 6/2/1939, p. 64 y s.
324
Hanke a Urban, uno de los más antiguos colaboradores políticos de Rosen
berg, diario de Rosenberg, Ibid., p. 64.
802 Goebbels
325
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 16/7/1938, p. 482.
326
Nota de Rudolf Likus a Ribbentrop el 3/11/1938: «Escenas de escándalo en
el Gloria-Palast desde el viernes al domingo con la proyección de la película Spieler
[El jugador]. Lida Baarova recibe una pitada. El lunes se quita la película del progra
ma» (Ministerio de Exteriores, serie 43, 29 042); véase también diario de Hassell,
entrada del 30/1/1939, p. 79.
327
Relato según Géza von Cziffra: Es war eine rauschende Ballnacht. Eine Sittenges-
chichte des deutschen Films [Fue una grandiosa noche de baile. Una historia de las costumbres
del cine alemán] , Fran kfurt del Meno y Berlín, 1987, p. 149 y s.
328
Dos años después de que laWehrmacht alemana invadiera el denominado «res
to de Chequia» el 15/3/1939, Lida Baarova, que vivía en Praga, seguía sin ser moles
tada. En primavera de 1941 se le prohibió también actuar allí. Ante la aproximación
de las tropas rusas, huyó con amigos al territorio ocupado por los americanos. En la
confusión de la última fase de la guerra fue entregada a los comunistas, que la hicie
ron comparecer en Praga ante el Tribunal del Pueblo como colaboracionista. Fue con
denada por traición a la patria. Durante los interrogatorios por parte de los oficiales
rusos, su madre murió de un ataque cardiaco; a su hermana Zorka, también actriz, se
le impuso la prohibición de actuar y después se suicidó.Tras pasar dieciséis meses en
la cárcel, finalmente fue indultada y puesta en libertad gracias a la intervención del
sobrino de un ministro checo.Jan Kopetzky, con el que más tarde se casó.
329
Günther Gillessen, «Der Organisierte Ausbruch des Hasses. Die "Reichskris-
tallnacht" vor 50 Jahren» [«El estallido organizado del odio. La "Noche de los Cris
tales Rotos" hace 50 años»]. Suplemento del FAZ (FrankfurterAllgemeine Zeitung) del
5/11/1988 (en adelante citado como Gillessen, Noche de los Cristales Rotos).
330
Volkischer Beobachter del 8/11/1938.
331
Inge Deutschkron, Ich trug dengelben Stern [Yo llev é la estrella amarilla], Munich,
1985, p. 36.
332
Hermann Graml, Reichskristallnacht.Antisemitismus undJudenverfolgung im Drit-
ten Reich [La Noche de los Cristales Rotos. Antisemitismo y persecuci ón de los judíos en el
Tercer Reich], Munich, 1988, p. 17 (en adelante citado como Graml, Noche de los Cris
tales Rotos).
333
N. de laT. La Orden de la Sangre (Blutorden) fue fundada por Hitler en 1934
y su insignia se concedió principalmente a aquellas personas que habían participado
de forma activa en el golpe de 1923.
334
Documento 3063-PS, IMT, vol. XXXII, p. 21.
335
Gillessen, Noche de los Cristales Rotos.
336
Bramsted, Propaganda, p. 506.
337
Gillessen, Noche de los Cristales Rotos.
338
Acta del diálogo de Ribbentrop-Bonnet, ADAP, serie D, vol. 4, doc. 372.
339
Declaración de Hans Fritzsche en Nuremberg, IMT, vol. XVII, p. 210.
340 Anotación del comandante Engel del 11/11/1938, citado por Heinz Lauber,
Judenpogrom: «Reichskristallnacht» November 1938 in Grossdeutschland. Daten, Fakten,
Notas 803
Dokumente, Quellentexte, Thesen und Bewertungen [Pogromo contra los judíos: «La Noche
de los Cristales Rotos» de noviembre de 1938 en la Gran Alemania. Datos, hechos, docu-
mentos, fuentes, tesis y valoraciones], Gerlingen, 1981, p. 178; esto también lo afirmó
Góring en Nuremberg, IMT, vol. IX, p. 312 y ss.
341
Declaración de Hermann Góring en Nuremberg, IMT, vol. IX, p. 312 y ss.
342
Declaración de Walther Funk en Nuremberg, IMT, vol. XIII, p. 131.
343
Gerald Reitlinger, Die Endlósung. Hitlers Versuch der Ausrottung derjuden Europas
1939-1945 [La solución final. El intento de Hitler por exterminar a los judíos de Europa,
1939-1945], 5a ed., Berlín 1979, p. 18; el acta de la deliberación se encuentra como
documento 1816-PS en IMT, vol. XXVIII, p. 499 y ss.
344
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3,12-13/11/1938, p. 532
ys.
345
Ibid., 13/11/1938, p. 533.
346
Volkischer Beobachter del 14/11/1938.
347
Decreto del 24/1/1939, H. G. Adler, H.G., Der verwaltete Mensch. Studien zur
Deportation derjuden aus Deutschland [La administración del ser humano. Estudios sobre la
deportación de los judíos de Alemania],Tubinga 1974, p. 71 y 85 (en adelante citado como
Adler, Deportación); véase también carta de Góring a Heydrich del 31/7/1941, IMT,
doc. 710-PS, vol. XXVI, p. 266 y s.
348
Goebbels en el congreso anual de la C ámara de Cultura del Reich el
25/11/1938, en Volkischer Beobachter del 26/11/1938.
349
Ibid., 20/11/1938.
350
N. de la T. Aquí se utiliza el término Alljuda, concepto hegeliano que expresa
la síntesis entre el judaismo y el sionismo.
351
Ibid., 10/11/1938.
352
Gillessen, Noche de los Cristales Rotos.
353
Ibid.; véase Graml, Noche de los Cristales Rotos, p. 37.
354
Volkischer Beobachter del 11/11/1938; Rede Hitlers vor der deutschen Presse (10.
November 1938), mit Vorbemerkungen von Wilhelm Treue [Discurso de Hitler ante la pren
sa alemana (10 de noviembre de 1938), con observaciones introductorias deWilhelm
Treue], en:VfZG, año 6/1958, p. 175 y ss. (en adelante citado como Treue, Discurso
confidencial).
355
Treue, Discurso confidencial, p. 183.
356
Ibid., p. 182 y s.
357
Reproducido en Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 1, p. 309 y ss. (aquí p. 316 y
p. 320); véase Jutta Sywottek, Mobilmachungjür den Totalen Krieg. Die Propagandisiische
Vorbereitung der Deutschen Bevolkerung aufden Zweiten Weltkrieg [Movilización para la gue
rra total. La preparación propagandística de la población alemana para la Segunda Guerra Mun
dial], Opladen, 1976, p. 165 y s. (en adelante citado como Sywottek, Movilización).
358
Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 1, p. 309 y ss. (aquí p. 327 y s.); el discurso
también se distribuyó en forma de octavilla durante la «campaña electoral» diri
a los alemanes de los Sudetes; véase Sywottek, Movilización, p. 165.
804 Goebbels
359
Directiva de prensa del RMVP del 19/10/1938, citado por Sywottek, Movili
zación, p. 166 y s.
360
Citado por Ibid.,p. 166.
361
Conferencia de prensa del 9/5/1939, archivo federal de Coblenza, colección
Sanger (ZSg 102/13).
362
Escrito del jefe de la sección de prensa del OKW [Alto Mando de la Wehr-
macht], Hasso von Wedel, al departamento interno del OKW responsable del con
trol de la literatura, 6/5/1939, citado por Sywottek, Movilización, p. 167.
363
Ibid., p. 169.
364
Diario de Hassell, entrada del 26/1/1939, p. 82.
365
Ibid., entrada del 10/10/1938, p. 57.
366
Speer, Memorias, p. 161.
367
Diario de Rosenberg, 6/2/1939, p. 66.
368
Rosenberg a Darré el 1/3/1939 durante una recepción de Hitler al cuerpo
diplomático, en Diario de Rosenberg, entrada del 1/3/1939, p. 66.
369
Ibid., entrada del 6/2/1939, p. 63 y ss. (aquí p. 64 y s.), de ahí proceden tam
bién las siguientes citas de este párrafo.
370
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 1/11/1938, p. 526.
371
Ibid., 3/11/1938, p. 528 y diario de Rosenberg, entrada del 6/2/1939, p. 64.
372
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 3/11/1938, p. 528.
373
Ibid., 12/11/1938, p. 532.
™Ibid., 17/11/1938, p. 536.
375
Ibid., 10/12/1938, p. 545.
376
Ibid., 30/12/1938, p. 551.
377
Ibid., 9/12/1938, p. 545.
378
Ibid., 30/12/1938, p. 551; véase también diario de Hassell, entrada del 30/1/1939,
p.79.
379
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 3/1/1939, p. 553.
xo
Ibid., 1/1/1939, p. 552.
381
Ibid., 3/1/1939, p. 553.
382
Ibid., 4/1/1939, p. 553.
383
Ibid.
384
Ibid., 18/1/1939, p. 556.
385
Ibid., 8/1/1939, p. 554.
386
Ibid., 17/1/1939, p. 555.
387
A ello alude una observación durante una conversación entre Amann y Rosen
berg en enero de 1940: «Amann (...) informó sobre una entrevista con el doctor
G.(oebbels). A.(mann) había establecido editores y redactores en Polonia. Luego G.
"inspeccionó" y despidió de nuevo a la gente. Entonces A. se dirigió a G. en el minis
terio y le dijo sus verdades durante dos horas. Que qué se había pensado, que qué se
creía con su miserable ministerio. Nadie quería ya saber nada de él.Todos los jefes de
distrito lo rechazaban unánimemente, etc. Goebbels permaneció allí sentado en esta-
Notas 805
412
Joseph Goebbels, «Die Grosse Zeit» [«El gran momento»], del 18/3/1939, en
Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 70 y ss. (aquí p. 72).
413
Domarus, Discursos, vol. II, p. 1.095.
414
Ralf Georg Reuth, Erwin Rommel. Des Führers General [Erwin Rommel. El gene
ral del Führer], Munich, 1987, p. 24 y s. (en adelante citado como Reuth, Rommet).
415
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 19/3/1939, p. 576.
416
Speer, Memorias, p. 162.
417
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 19/3/1939, p. 576.
418
Joseph Goebbels, «Aussprache unter vier Augen mit der Demokratie» [«Deba
te a solas con la democracia»] del 21/3/1939, en: Goebbels, Tiempo sin precedentes, p.
77 y ss. (aquí p. 78).
419
Donde no se indica de otra forma, las citas de este párrafo proceden del edi
torial de Goebbels «Die Grosse Zeit» [«El gran momento»] del 18/3/1939, en Goeb
bels, Tiempo sin precedentes, p. 70 y ss. (aquí p. 72 y s.).
420
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 21/3/1939, p. 577.
421
/tóf.,p.578.
422
Diario de Rosenberg, entrada del 1/3/1939, p. 66.
423
Heiber, Goebbels, p. 274.
424
Diario de Rosenberg, entrada del 1/3/1939, p. 66.
425
Speer, Memorias, p. 161 y s.
426
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 1/1/1939, p. 552.
427
Speer, Memorias, p. 161.
428
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 3/4/1939, p. 588.
429
Discurso radiado con motivo del cincuenta cumpleaños de Hitler del 19/4/1939,
en Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 97 y ss. (aquí p. 98).
430
ftiíf.,p.99.
431
Aid., p. 98.
432
Erich Kordt, Wahn und Wirklichkeit [Ilusión y realidad], Stuttgart, 1948, p. 152 y s.
433
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 21/4/1939, p. 599.
434
Véase FritzTerveen, Der Filmbericht über Hitlers 50. Geburtstag. Ein Beispiel natio-
nalsozialistischer Selbstdarstellung und Propaganda [El reportaje cinematográfico sobre el 50
cumpleaños de Hitler. Un ejemplo de autorrepresentación y propaganda nacionalsocialista], en:
VfZG año 7/1959, p. 75 y ss. (en adelante citado como Terveen, Reportaje cinemato-
gráfico).
435
Georg Santé, Parade ais Paradestück. Zwó'ljAugenpaare, die mehr ais Hunderttau-
sende sahen-Grosseinsatz der Wochenschau [El desfile como alarde. Doce pares de ojos que
veían más que cientos de miles-Gran operación del Wochenschau], reproducido en extracto
en Wulf, Teatro y cine, p. 382 y s. (aquí p. 382).
436
Terveen, Reportaje cinematográfico, p. 84.
437
Joseph Goebbels, «Der Film ais Erzieher» [«El cine como educador»], en Joseph
Goebbels, Das eherne Herz. Reden und Aufsdtze aus denjahren 1941/42 [El corazón de
Notas 807
hierro. Discursos y artículos de los años 1941/42], Munich, 1943, p. 37 y ss. (aquí p. 38)
(en adelante citado como Goebbels, El corazón de hierro).
438
Véase Bramsted, Propaganda, p. 531.
439
Joseph Goebbels, «Nochmals: die Einkreiser» [«Otra vez: los aislacionistas»], en
Vólkischer Beobachter del 27/5/1939.
440
Ibid.
441
«Die Einkreiser» [«Los aislacionistas»] (20/5/1939), p. 144 y ss., «Nochmals: die
Einkreiser» [«Otra vez: los aislacionistas]» (27/5/1939), 150 y ss. y «Das schreckliche
Wort von der Einkreisung» [«La terrible palabra del aislamiento»] (1/7/1939), 188 y
ss., en: Goebbels, Tiempo sin precedentes.
442
Véase Joseph Goebbels, «Klassenkampf der Vólker?» [«¿Lucha de clases entre los
pueblos?»] del 3/6/1939, en Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 157 y ss.
443
Joseph Goebbels, «Die Moral der Reichen» [«La moral de los ricos»] del
25/3/1939, en Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 84 y ss. (aquí p. 85).
44 4
/W.,p.84.
445
Zbííí., p. 89.
446
Joseph Goebbels, «Aussprache unter vier Augen mit der Demokratie» [«Deba
te a solas con la democracia»] del 21/3/1939, en Goebbels, Tiempo sin precedentes, p.
77 y ss. (aquí p. 77).
447
Orden confidencial para la redacción, del 16/6/1939, reproducida en Wulf,
Prensa y radio, p. 106.
448
Diario de Hassell, entrada del 20/6/1939, p. 92.
449
Discurso del 17/6/1939 reproducido en Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 1,
p. 333 y ss.; este discurso provocó la mayor histeria colectiva que jamás logró un dis
curso de Goebbels de los años de paz transmitido en grabación sonora, Ibid., p. XXVII;
discurso del 18 de junio reproducido en el Vólkischer Beobachter del 19/6/1939.
450
N. de laT. Rima en alemán: Diejuden und die Polen, die wollen Danzig holen!
451
Reproducido en Heiber, Discursos de Goebbels, vol. I, p. 333 y ss. (aquí p. 335).
452
Sánger, Política de engaños, p. 371 y ss.
453
Joseph Goebbels, «Wer will den Krieg» [«¿Quién quiere la guerra?»] del 1/4/1939
en Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 90 y ss. (aquí p. 90).
454
Joseph Goebbels, «Bajonette ais Wegweiser» [«La bayoneta como indicador del
camino»], del 13/5/1939, en Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 135 y ss. (aquí p. 135).
455
Directiva del 23/6/1939, citada por Sánger, Política de engaños, p. 378.
456
Véase Joseph Goebbels, «Bajonette ais Wegweiser» [«La bayoneta como indica
dor del camino»], del 13/5/1939, en Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 135 y ss. (aquí
p. 135). (aquí p. 137 y ss.).
457
Ibid., p. 139.
458
Ibid., p. 136 y s.
459
Ése era el título de su editorial publicado en el Vólkischer Beobachter el 5/5/1939,
en Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 127 y ss.
460
Goebbels a Schwerin von Krosigk el 2/6/1937, archivo federal de Coblenza,
R 55/421.
808 Goebbels
461
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2, 27/8/1935, p. 507.
462
Anotación del jefe del departamento presupuestario del RMVP, doctor Karl
Ott, respecto al domicilio oficial del ministro del Reich para la Educación Popular y
la Propaganda, 21/4/1938, archivo federal de Coblenza, R 55/421.
463
Nota de Ott del 22/4/1938, archivo federal de Coblenza, R 55/421.
464
Véase Heiber, Goebbels, p. 254.
465
N. de la T. Fiesta que celebra el propietario de la nueva casa con los obreros y
los amigos cuando se acaba de instalar la armadura del tejado.
466
Extracto general de gastos relativos al nuevo edificio del domicilio oficial del
señor ministro del Reich para la Educación Popular y la Propaganda, 28/2/1939,
archivo federal de Coblenza, R 55/421.
467
Con el argumento «de que las salas en las que se utilizaría el bronce sólo te
nían una finalidad oficial representativa», Goebbels hizo ordenar a la oficina de con
trol de metales que proporcionara el bronce requerido; escrito dirigido a la oficina
de control de metales del 10/2/1939, archivo federal de Coblenza, R 55/421.
468
En suma, la lista de objetos comprados en París para las residencias de la Her-
mann-Góring-Strasse y de Lanke comprendía 48 artículos por un precio total de 2,3
millones de marcos del Reich, archivo federal de Coblenza, R 55/423.
469
Ott a Goebbels el 24/2/1939, archivo federal de Coblenza, R 55/421.
470
Ibid.
471
Ibid.
472
Argumentación para el escrito dirigido al ministerio de Hacienda respecto al
título del presupuesto del RMVP: nuevo edificio del domicilio oficial del ministe
rio, archivo federal de Coblenza, R 55/1360.
473
Oficina ministerial al departamento presupuestario el 3/11/1939, archivo fede
ral de Coblenza, R 55/1360.
474
El arquitecto Baumgarten al ministro el 2/12/1939, archivo federal de Coblen
za, R 55/1360.
475
Argumentación para el escrito dirigido al Ministerio de Hacienda respecto al
título del presupuesto del RMVP: nuevo edificio del domicilio oficial del ministe
rio, archivo federal de Coblenza, R 55/1360.
476
Oven, Finóle, entrada del 19/6/1943, p. 38.
477
«Para entonces, las cosas habían llegado a tal punto entre Hanke y la señora
Goebbels que, para consternación de todos los enterados, querían casarse (...). Han
ke insistía ante Hitler en la separación, pero Hitler se negó por razones de Estado»,
Speer, Memorias, p. 164.
478
Ibid., p. 165.
479
Curriculum vítae del jefe de distrito Karl Hanke del 25/5/1943, BDC, expe
diente personal de Hanke.
480
Vólkischer Beobachter del 27/7/1939; Domarus, Discursos, vol. II, p. 1.220.
481
Speer, Memorias, p. 165.
Notas 809
'Véase Speer, Memorias, p. 177; una opinión similar manifestó el que fue durante
muchos años jefe de prensa de Goebbels, Moritz von Schirmeister, quien en Nurem-
berg declaró que Goebbels «no quiso incitar a la guerra» (IMT, vol. XVII, p. 263).
2
Domaras, Discursos, vol. II, p. 1.334.
3
Speer, Memorias, p. 177.
4
Orden para la redacción del 5/5/1939, reproducida en Wulf, Prensa y radio, p.
106 (archivo federal de Coblenza, colección Brammer, ZSg 101).
5
Joachim von Ribbentrop, Zwischen hondón und Moskau. Erinnerungen und letzte
Aufzeichnungen [Entre Londres y Moscú. Memorias y últimos escritos], editado por Anne-
lies von Ribbentrop, Leoni, 1953, p. 97; véase también el resumen de su actividad
como embajador en Londres del 2/1/1938 («Nota para el Führer», ADAP, serie D,
vol. l,doc. 93, p. 132 y ss.).
6
Véase Sanger, Política de engaños, orden del 11/9/1937, p. 348.
7
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 24/5/1941, p. 657.
* Ibid., 16/3/1940, p. 76.
9
Ibid., vol. 3,9/11/1939, p. 635.
"'Véase Ibid., vol. 4, entradas del 12/4, 5/8, 9/8,25/8, 23/8, 24/8/1940.
11
Speer, Memorias, p. 177; Speer sigue escribiendo que Goebbels se había decla
rado «abiertamente preocupado por el peligro de guerra que se perfilaba», motivo por
el cual en el entorno de Hitler se le consideraba una «persona degenerada por la vida
holgada del poder».
12
Citado por Sanger, Política de engaños, p. 360.
13
Citado por Ibid., p. 360 y s.
14
Citado por Ibid., p. 362.
15
Vertrauliche Informationen [Informaciones confidenciales] n° 188/39, 22/8/1939,
archivo federal de Coblenza, colección Oberheitmann, ZSg 109, citado por Brams-
ted, Propaganda, p. 277.
16
Ibid.
17
Citado por Sanger, Política de engaños, directiva del 24/8/1939, p. 363.
18
Taubert, El aparato antisoviético, p. 6.
19
Speer, Memorias, p. 176 y s.
20
Registro del segundo discurso de Hitler ante los generales alemanes el 22/8/1939
(IMT, doc. 1014-PS), citado por Domarus, Discursos, vol. II,p. 1.237 y s. (aquí p. 1.238).
21
Citado por Sanger, Política de engaños, p. 385.
22
Ibid., p. 364.
23
/6iif.,p.384.
24
Citado por Ibid., p. 386.
25
Citado por Ibid.
26
Citado por Ibid., p. 388.
810 Goebbels
27
Citado por Joachim C. Fest, Hitler. Eine Biographie [Hitler. Una biografía], Frank-
furt del Meno, Berlín y Viena, 1973, p. 803; véase Sánger, Política de engaños, p. 364
y ss. (aquí p. 379).
28
Citado por Ibid.,p. 390.
29
Véase Domarus, Discursos, vol. II, p. 1.310 y s.
30
El 1/9/1939, en la conferencia de prensa del gobierno del Reich, se public ó
esta normativa lingüística: «Ningún titular que contenga la palabra guerra. Según el
discurso del Führer, sólo rechazamos el ataque», citado por Sanger, Política de engaños,
p. 391 y s.; véase también el telegrama circular del secretario de Estado en el Minis
terio de Exteriores, Weizsácker, del 1/9/1939 (ADAP, D, vol. VII, n° 512). En él se
decía que las tropas alemanas habían entrado en acción «para defenderse de los ata
ques polacos». «Esta acción no se puede calificar por el momento de guerra».
31
Domarus, Discursos, vol. II, p. 1.314 y s.; en realidad el ataque había comenza
do a las 4.45.
32
Goebbels, «carta rápida» del 1 de septiembre de 1939, actas de la cancillería del
Reich, archivo federal de Coblenza, R 43 II/639, p. 145-147; cf. también Conrad F.
Latour: Goebbels' «Ausserordentliche Rundfunkmassnahmen» 1939-1942 [Medidas radio
fónicas extraordinarias de Goebbels, 1939-1942], enVfZG, año 11/1963, p. 418 y ss.
33
Declaración de Moritz von Schirmeister en Nuremberg, IMT, vol. XVII, p. 277.
34
Karl Wahl (jefe de distrito de Suabia), sobre su viaje por Alemania en aquellos
días, citado por Messerschmidt, Segunda Guerra Mundial, p. 25.
35
Schmidt, Figurante, p. 473.
36
/fóí.,p.474.
37
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 11/11/1939, p. 639.
38
Declaración de Alfred Jodl en Nuremberg, IMT, vol. XV, p. 385 y s.
39
N. de la T. Stuka es la abreviatura de Sturzkampfflugzeug, «bombardero en pica-
di».
40
ADAP, serie D, 1937-1945, vol.VIII. 1, Die Kriegsjahre [Los años de guerra], 4/9/1939
hasta 18/3/1940, Baden-Baden/Frankfurt del Meno 1961, doc. 31, p. 24.
41
Ibid,, punto 7,p. 24.
42
Willi A. Boelcke, Kriegspropaganda 1939-1941. Geheime Ministerkonferenzen im
Reíchspropagandaministerium [Propaganda bélica, 1939-1941. Conferencias ministeriales
secretas en el Ministerio de Propaganda del Reich], Stuttgart, 1966, p. 125 (en adelante cita
do como Boelcke, Conferencias ministeriales).
43
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 8/7/1938, p. 475.
44
Ibid., 3/6/1938, p. 447.
45
Declaración de Moritz von Schirmeister en Nuremberg, IMT, vol. XVII, p. 280.
46
Otto Dietrich, Zwbífjahre mit Hitler [Doce años con Hitler], Munich, 1955, p. 259.
47
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 2/12/1940, p. 415.
48
Ibid., vol. 3,18/11/1939, p. 646.
49
Ibid., 21/11/1939, p. 648.
Notas 811
50
Peter Longerich, Propagandisten im Krieg. Die Presseabteilung des Auswdrtigen Amtes
unter Ribbentrop [Propagandistas en la guerra. El departamento de prensa del Ministerio de
Exteriores bajo el mandato de Ribbentrop], Munich, 1987,p. 137 (en adelante citado como
Longerich, Propagandistas).
51
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4,12/1/1940, p. 11.
52
Ibid., 6/2/1940, p. 35.
53
Ibid., vol. 3, 5/11/1939, p. 632.
54
Sobre la relación Goebbels-Dietrich véase Longerich, Propagandistas, p. 112
y ss.
55
Cf. Speer, Memorias, p. 311: «Después de que Hitler desayunaba ya avanzada la
mañana, se le mostraban los diarios y las informaciones de prensa. Este servicio tenía
una importancia decisiva para la formación de su opinión, y al mismo tiempo influía
sobre su estado de ánimo de forma sustancial. Con respecto a determinadas noticias
del extranjero establecía al instante los criterios oficiales, en su mayoría agresivos, que
a menudo dictaba palabra por palabra a su jefe de prensa, el doctor Dietrich, (...)»;
declaración de Hans Fritzsche en Nuremberg, IMT, vol. XVII, p. 172 y s.
56
Véase Longerich, Propagandistas, p. 115.
57
Declaración de Moritz von Schirmeister en Nuremberg, IMT, vol. XVII, p. 277.
58
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 2,28/9/1932, p. 250 (Kai-
serhof).
59
Para más detalles véase Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 26 y s. y p. 49.
60
Declaración de Moritz von Schirmeister en Nuremberg, IMT, vol. XVII, p. 261.
61
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 9/10/1939, p. 603.
62
Ibid., 12/10/1939, p. 607.
63
Ibid., 11/10/1939, p. 605 y s.
64
Domarus, Discursos, vol. II, p. 1.395.
65
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3,12/10/1939, p. 606 y s.
66
Jfóf.,p.6O7.
67
Ibid., 3/11/1939, p. 630.
68
Ibid., 13/10/1939, p. 608.
69
Ibid., 12/10/1939, p. 607.
70
Ibid., 14/10/1939, p. 609.
71
Ibid., 13/10/1939, p. 608.
72
Ibid., 15/10/1939, p. 610.
73
Ibid., 20/10/1939, p. 615.
74
IMT, vol. XXXII, documento 3260-PS, p. 83 y s.
75
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 23/10/1939, p. 618.
76
Ibid., 8/11/1939, p. 634.
77
Ibid.
78
Ibid., 11/11/1939, p. 639.
79
Ibid., 14/11/1939, p. 640.
80
Ibid., 26/10/1939, p. 621.
812 Goebbels
81
Ibid., 29/10/1939, p. 625.
82
Ibid., 9/11/1939, p. 636.
83
Ibid.
84
Ibid., p. 637.
85
ftid., 10/10/1939, p. 604.
86
Véase Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 185.
87
Franz Halder, Kriegstagebuch. Tagliche Aufzeichnungen des Chefs des Generalstabes
des Heeres 1939-1942 [Diario de guerra. Anotaciones diarias del jefe del Estado Mayor del
ejército, 1939-1942] , vol. 2: Von dergeplanten Landung in England bis zum Beginn des
Ostfeldzuges (1.7.1940-21.6.1941) [Desde el planeado desembarco en Inglaterra hasta el
comienzo de la campaña oriental (1/7/1940-21/6/1941)], revisado por Hans-Adolf
Jacobsen, Stuttgart, 1963, entrada del 20/9/1940 (en adelante citado como diario de
Halder).
88
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 9/5/1940, p. 150.
89
Ibid., vol. 3,2/11/1939, p. 628 y s., también las citas siguientes proceden de esta
entrada.
90
Oficialmente, el gueto de Lodz sólo existió desde el 30 de abril de 1940.
91
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 17/11/1939, p. 645.
92
Ibid., 8/11/1939, p. 635.
93
Discurso de Himmler al cuerpo de oficiales de la Leibstandarte de las SS «Adolf
Hitler» el 7/9/1940, reproducido en IMT, vol. XXIX, doc. 1918-PS, p. 98 y ss. (aquí
p. 104).
94
En el diario se refiere a ella como «mi película judía», diario del Instituto de
Historia Contemporánea, vol. 3, 28/11/1939, p. 653; véase también entrada del
11/11/1939, p. 639.
95
*Wu\f, Artes plásticas, p. 13, nota 1.
96
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 17/10/1939, p. 611.
97
Ibid., p. 612.
98
Ibid., 29/10/1939, p. 625.
99
Harían: Autobiografía, p. 111 y s.
100
Wulf, Teatro y cine, p. 456 (cartel).
101
Estas citas están tomadas de la crítica del Deutsche Allgemeine Zeitung del
29/11/1940, reproducido en Wulf, Teatro y cine, p. 457.
102
Harían, Autobiografía, p. 86.
103
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 5/12/1939, p. 657.
104
Eberhard Wolfgang Móller, autor de Frankenburger Würfelspiel [Juego de dados de
Frankenburgo, una obra perteneciente al género del Thingspiel, teatro de carácter ritual
que se representaba al aire libre para las masas], fue galardonado en 1935 con el Pre
mio Estatal de Poesía.
105
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 15/12/1939, p. 666.
106
Harían, Autobiografía, p. 107 y s.
107
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 5/1/1940, p. 4.
Notas 813
108
Harían, Autobiografía, p. 108.
109
Wulf, Teatro y cine, p. 447.
110
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 12/12/1939, p. 663.
111
Diario de Rosenberg, entrada del 11/12/1939, p. 91; ese motivo provocó pér
didas millonarias a la industria cinematográfica, que Goebbels atribuyó a una «fuer
za mayor» (Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 29/10/1939, p.
624).
112
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3,10/12/1939, p. 662 y
13/12/1939, p. 663 y s.
113
Hans Schwarz van Berk, «Von der Kunst, zur Welt zu sprechen» [«Del arte de
hablar al mundo»], en Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 9 y ss. (aquí p. 10).
114
Diario de Rosenberg, entrada del 11/12/1939, p. 91.
115
N. de laT. En alemán Sitzkrieg («guerra sentada»), en francés dróle deguerre («gue
rra de broma»): con estos nombres se conoció el periodo comprendido entre sep
tiembre de 1939 y mayo de 1940, durante el cual no hubo ningún enfrentamiento
directo entre las tropas aliadas y las alemanas.
116
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 21/11/1939, p. 649.
117
Ibid., 15/10/1939, p.610-y 13/12/1939, p. 664.
118
Diario de Rosenberg, entrada del 11/12/1939, p. 91.
119
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3,12/12/1939, p. 663.
120
Véase Ibid., entradas del 19 y del 20/12/1939, p. 669 y ss.
121
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 21/12/1939, p. 672.
122
Ibid., 23/12/1939, p. 674; véase discurso de Navidad de Goebbels en 1939, en
Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 224 y ss.
123
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 24/12/1939, p. 675.
124
Discurso de Nochevieja de Goebbels a finales del año 1939, reproducido en
Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 229 y ss. (aquí p. 238 y s.).
125
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4,1/1/1940, p. 1.
126
Ibid., 1/2/1940, p. 29.
127
Ibid., 16/1/1940, p. 15 (al igual que la cita siguiente).
128
Joseph Goebbels, «Von der Gottáhnlichkeit der Englander» [«De la semejanza
a Dios de los ingleses»], en Das Reich del 16/6/1940, reproducido en Goebbels, Tiem
po sin precedentes, p. 301 y ss. (aquí p. 304).
129
Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 248.
130
Joseph Goebbels, «Von der Gottáhnlichkeit der Englander» [«De la semejanza
a Dios de los ingleses»], en Das Reich del 16/6/1940, reproducido en Goebbels, Tiem
po sin precedentes, p. 301 y ss. (aquí p. 301).
131
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 21/12/1939, p. 672.
132
Ibid., 23/12/1939, p. 674.
133
Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 141.
134
Sobre la persona de Raskin véase Ibid., p. 92 y s.
135
Véase Alá., p. 93.
814 Goebbels
136
Stephan, Goebbels, p. 211; Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 304.
137
Ibid., p. 211.
138
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 13/2/1940, p. 41.
139
Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 272.
140
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 19/2/1940, p. 48.
141
Ibid.
142
Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 289.
143
Orden de Hitler para la preparación de la operación «Ejercicio del Weser» del
27/1/1940, citado porWilliam Lawrence Shirer, Aufstieg und Fall des Dritten Reiches
[Ascenso y caída del Tercer Reich], Herrsching (sin fecha), p. 621.
144
Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 314.
us
Ibid., p. 310.
146
Diario del Instituto de Historia Contempor ánea, vol. 4, 9/4/1940, p. 101.
147
Ibid., p. 102.
148
Ibid., p. 103.
U9
Ibid., p. 104.
150
Ibid., 10/4/1940, p. 106.
151
Ibid., 11/4/1940, p. 107.
152
Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 317.
153
Willi A. Boelcke, Wollt Ihr den totalen Krieg? Die geheimen Goebbels-Konferenzen
Í939-43 [¿Queréis la guerra total? Las conferencias secretas de Goebbels, 1939-43], Herrs
ching, 1989, p. 45 (en adelante citado como Boelcke, Conferencias de Goebbels).
154
Véase diario dejodl del 1/2-26/5/1940, IMT, documento 1809-PS, vol. XXVIII,
p. 397 y ss. (aquí entradas del 17-18/4/1940, p. 420 y s.).
155
Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 285 y s.
156
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 21/4/1940, p. 121.
157
Ibid., 25/4/1940, p. 126.
l5S
Ibid., 7/5/1940, p. 145.
159
Ibid., 29/3/1940, p. 90.
160
Boelcke, Conferencias ministeriales, orden n° 4 del 11/5/1940, p. 346.
161
Domarus, Discursos, vol. II, p. 1.503.
162
Diario del Instituto de Historia Contempor ánea, vol. 4, 10/5/1940, p. 152.
163
Ibid., 16/5/1940, p. 162.
164
Véase Ibid., vol. 3,26/11/1939, p. 651 y 6/12/1939, p. 659.
165
Rienhardt, nacido en 1903, fue miembro del NSDAP desde 1923; desde 1928
asesor jurídico y representante de la editorial central del NSDAP, cabeza organizado
ra de la editorial Eherjefe de su «oficina administrativa» en Berlín; desde 1934, suplen
te permanente del jefe de la asociación del Reích de editores de periódicos alema
nes; a él estaba subordinado todo el personal de la prensa alemana; sobre la extraordinaria
autoridad de Rienhardt, véase Abel, Dirigismo en la prensa, p. 8 y s.
166
Véase escrito de Amann a GerdyTroost del 30/6/1940, reproducido enWulf,
Prensa y radio, p. 158 y ss.
Notas 815
167
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 14/12/1939, p. 665.
168
Hans-Dieter Müller, Portrait einer Deutschen Wochenzeitung [Retrato de un sema
nario alemán], introducción a «Facsimile-Querschnitt durch das Reich» [«Muestra
representativa de facsímiles del Reich»], Munich, Berna y Viena, 1964, (en adelante
citado como Müller, Retrato), p. 7 y ss. (aquí p. 10); véase también Kessemeier, Edito-
rialista, p. 138.
169
Véase escrito de Amann a Gerdy Troost del 30/6/1940, reproducido en Wulf,
Prensa y radio, p. 159 y s (aquí p. 159).
170
Müller, Retrato, p. 10.
171
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 14/12/1939, p. 665;
sobre los argumentos de Rienhardt para impedirlo véase Müller, Retrato, p. 10.
172
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 26/11/1939, p. 651;
desde el 7/11/1941 se leían los editoriales de Goebbels todos los viernes por la tar
de de las 19.45 a las 20 en el programa de la Gran Radio Alemana (Kessemeier, Edi-
torialista, p. 200).
173
Diario de 1944/45, 19/9/1944, archivo nacional central de Potsdam; Hans
Schwarz van Berk, «Von der Kunst, zur Welt zu Sprechen» [«Del arte de hablar al
mundo»], en Goebbels, Tiempo sin precedentes, p. 9 y ss. (aquí p. 9).
174
Müller, _Re<raW, p. 10.
175
Alfred Rosenberg, Letzte Aufzeichnungen. Idéale und Idole der nationalsozialistis-
chen Revolution [Últimos escritos. Ideales e ídolos de la revolución nacionalsocialista], Gotin-
ga,1955,p. 193.
176
El 15 de marzo de 1940 ya había habido un número de muestra.
177
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 27/5/1940, p. 177.
178
Ibid., 31/5/1940,p. 183.
179
Bramsted, Propaganda, p. 324.
180
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 28/5/1940, p. 177.
181
Ibid., 31/5/1940, p. 183.
182
Bramsted, Propaganda, p. 326.
183
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 6/6/1940, p. 192.
m
Ibid., 4/6/1940, p. 189.
185
Ibid., 15/6/1940, p. 203.
186
Ibid., 18/6/1940, p. 207.
187
Ibid., 22/6/1940, p. 213.
188
Ibid., 25/6/1940, p. 219.
189
Ibid., 23/6/1940, p. 215.
190
Ibid., 13/6/1941, p. 687.
191
Ibid., 12/4/1940, p. 109.
192
Ibid., 22/8/1940, p. 290.
193
Ibid., 23/1/1940, p. 20.
194
Ibid., 1/4/1940, p. 93.
195
Ibid., 8/5/1941, p. 629.
816 Goebbels
196
Ibid., 1/7/1940, p. 224.
197
Boelcke, Conferencias ministeriales, orden n° 6 del 6/7/1940, p. 417.
198
Berliner Lokal-Anzeiger del 6/7/1940.
199
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 7/7/1940, p. 231.
200
Véase información del Berliner Lokal-Anzeiger del 6 y 7/7/1940.
201
Domarus, Discursos, vol. II, p. 1.539; Goebbels dispuso que para este aconteci
miento se reservara la primera plana de los periódicos, de manera que «por compa
ración, también con imágenes, aclaren en especial la diferencia entre 1918 y ahora»
(Boelcke, Conferencias ministeriales, directiva n° 6 del 17/7/1940, p. 428). Del noticia
rio Wochenschau Goebbels esperaba «que salga un magnífico reportaje sobre e] reci
bimiento en sí y sobre la fiesta popular que se desarrolla en torno a él» (Boelcke, Con
ferencias ministeriales, directiva n° 4 del 19/7/1940, p. 431).
202
Joseph Goebbels, «Heimkehr» [«Vuelta a casa»], en Goebbels, Tiempo sin prece-
dentes, p. 305 y ss. (aquí p. 307 y s.).
203
Boelcke, Conferencias ministeriales, 19/7/1940, p. 431.
204
Discurso de Hitler del 19/7/1940, reproducido en Domarus, Discursos, vol. II,
p. 1.540 y ss.
205
Ibid., p. 1.558.
206
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 21/7/1940, p. 248.
207
Ibid.; véase Galleazzo Ciano, Tagebücher 1939-1943 [Diario de 1939-1943],Ber-
na, 1947, p. 259.
208
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 24/7/1940, p. 250.
209
Ibid.
210
Ibid., 25/7/1940, p. 253.
211
Ibid., 24/7/1940, p. 250.
212
Boelcke, Conferencias ministeriales, 24/7/1940, p. 435.
213
Ibid.
214
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 12/5/1940, p. 155.
215
Boelcke, Conferencias ministeriales, 24/7/1940, p. 435.
216
Bramsted, Propaganda, p. 328.
217
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 3/8/1940, p. 263.
218
Ibid., 5/9/1940, p. 309.
219
Ibid., 8/9/1940, p. 314.
220
Ibid., 11/9/1940, p. 318.
221
Citado por Walter Hagemann, Publizistik im Dritten Reich. Ein Beitrag zur Metho-
dik der Massenführung [Periodismo en el Tercer Reich. Una contribución a la metodología de
la dirección de masas], Hamburgo, 1948, p. 443 (en adelante citado como Hagemann,
Periodismo).
222
Berliner Lokal-Anzeiger del 26/9/1940.
223
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 18/8/1940, p. 286.
224
Boelcke, Conferencias ministeriales, directiva n° 5 del 26/4/1940, p. 332.
225
Harían, Autobiografía, p. 273.
Notas 817
226
Orden de Himmler del 30/9/1940, reproducida en Wulf, Teatro y cine, p. 451
y s.; véase también expediente personal de Harían en BDC.
227
Joseph Goebbels, «Das kommende Europa» [«La Europa futura»]. Discurso a
los intelectuales y periodistas checos el 11/9/1940, en Goebbels, Tiempo sin preceden
tes, p. 314 y ss. (aquí p. 319).
228
Boelcke, Conferencias ministeriales, 6/9/1940, p. 492.
229
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 11/10/1940, p. 360.
230
Véase Ibid., entradas del 18/9/1940, p. 328,19/9/1940, p. 331 y 12/10/1940,
p.361.
231
Ibid., 16/10/1940, p. 366.
232
Ibid., 7/10/1940, p. 355.
2i3
Ibid., 14/10/1940, p. 364.
234
Ibid., 18/10/1940, p. 369.
235
Ibid., 20/11/1940, p. 404.
236
Ibid.
237
Ibid., 15/10/1940,p. 365.
238
Ibid., 21/8/1940, p. 289; en el invierno de 1939/40, Hitler ya hab ía enco
mendado al RMVP la dirección de las octavillas propagandísticas contra Francia, infli
giendo la primera pérdida sensible al Ministerio de Exteriores, que reclamaba la pri
macía en la propaganda exterior.
229
Ibid., 19/10/1940, p. 369.
240
/ímí.,21/10/1940,p.371.
241
Boelcke menciona para el año de producción 1939/40 81 largometrajes, y para
1940/41 44 (Conferencias ministeriales, p. 171), pero en otoño de 1939 Goebbels pro
curaba limitar la marea de películas a unas 100 por año, no para evitar producciones
precipitadas, según alegaba (diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3,
20/10/1939, p. 616), sino para mantener mejor el control. Junto con Hippler fijó en
un estatuto cinematográfico finalmente 104 producciones al año, cuyos guiones se
debían presentar un mes antes de comenzar a rodar, de manera que era posible «una
especie de censura previa» (Ibid., 14/11/1939, p. 641); véase también entrada del
7/11/1939 (Ibid.,p. 634).
242
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 30/4/1940, p. 136.
243
Ibid., 29/3/1941, p. 555.
244
Ibid., 1/4/1941, p. 562.
245
Ibid., vol. 3,7/11/39, p. 633.
246
Heiber, Goebbeb, p.261.
247
El presidente del distrito gubernamental de Potsdam al secretario de Estado
Hanke del RMVP el 16/3/1939, archivo federal de Coblenza, R55/422.
248
Diario de Rosenberg, entrada de mediados de mayo de 1939, p. 66 y s. (aquí
p.67).
249
El secretario de Estado de la dirección general de política forestal al secretario
de Estado Hanke del RMVP el 31/5/1939, archivo federal de Coblenza, R 55/422.
818 Goebbels
250
Lista de los objetos comprados en París para las residencias de la Hermann-
Góring-Strasse y de Lanke, archivo federal de Coblenza, R 55/423.
251
Archivo federal de Coblenza, R 55/430.
252
Informe sobre el examen de cuentas para la casa del Bogensee del 11/10/1940,
archivo federal de Coblenza, R 55/422.
253
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 5/11/1940, p. 387.
254
Ibid., 5/12/1940, p. 419.
255
Véase Ibid., 4/12/1940, p. 418 y 20/11/1940, p. 405; véase Speer, Memorias, p.
267: «En la primera fase exitosa de la guerra Goebbels no había mostrado ninguna
ambición; al contrario, ya en 1940 expresó su intención de dedicarse a sus múltiples
aficiones privadas tras un final victorioso,...».
256
Goebbels anotó al respecto entre otras cosas: «Las madres son en el parto como
los soldados en la batalla» (Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4,
26/9/1940, p. 341).
257
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 12/11/1940, p. 394.
258
Hillgruber, véase nota 271.
259
Hans-Adolf Jacobsen, Kan Haushofer. Leben und Werk [Karl Haushofer. Vida y
obra], vol. 1: vida entre 1869-1946 y textos seleccionados sobre geopolítica, Bop-
pard/Rin, 1979, p. 607.
260
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 9/8/1940, p. 273.
261
Ibid., 24/8/1940, p. 293.
262
Ibid., 12/4/1940, p. 109.
263
Ibid. y 5/8/1940, p. 266.
264
Ibid., 23/8/1940, p. 292.
265
Boelcke, Conferencias ministeriales, 22/8/1940, p. 473.
266
Ibid., 23/8/1940, p. 476.
267
Ibid., directiva n° 6 del 12/8/1940, p. 455.
268
/Wi.,p.565ys.
269
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 12/11/1940, p. 393.
270
Ibid., 14/11/1940, p. 396.
271
Hill, Papeles de Weizsdcker, entrada del 15/11/1940, p. 224.
272
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 15/11/1940, p. 398.
273
Hitlers Politísches Testament. Die Bormann Díktate vom Februar undApril 1945 [Tes
tamento político de Mitler. Los dictados de Bormann de febrero y abril de 1945], Hamburgo,
1981, entrada del 15/2/1945, p. 80; cf. la valoración de la visita de Molótov desde la
perspectiva de Hitler en Andreas Hillgruber, «Noch einmal: Hitlers Wendung gegen
die Sowjetunion 1940. Nicht (Militar-) "Strategie oder Ideologie", sondern "Pro-
gramm" und "Weltkriegsstrategie"» [«Otra vez: el giro de Hitler contra la Unión
Soviética en 1940. No "ideología y estrategia" militar, sino "programa" y "estrategia
de guerra mundial"»], en Geschichte in Wissenschaft und Unterricht [Historia en la ciencia
y en la enseñanza], 4/1982, p. 214 y ss. (aquí p. 221 y s.).
274
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 15/8/1940, p. 281.
Notas 819
275
lbid., 14/11/1940, p. 396.
276
Ibid., 12/12/1940, p. 429.
277
Ibid.
278
Boelcke, Conferencias ministeriales, 28/10/1940, p. 558.
279
Declaración de Hans Fritzsche en Nuremberg, citada por Longerich, Propa
gandistas, p. 113, nota 27: «En un trabajo que comenzó lentamente, pero que se llevó
a cabo de manera metódica, se encargó de toda la prensa. En ella alcanzó finalmente
tal grado de independencia que incluso el doctor Goebbels tenía prohibida cualquier
relación directa con la prensa y sus órdenes y deseos sólo podían llegar a los periódi
cos a través del doctor Dietrich».
280
Carta del doctor Hansjoachim Kausch a J.Wulf del 21/11/1963, reproducida
en Wulf, Prensa y radio, p. 90 y s.
281
Véase Longerich, Propagandistas, p. 139 y s.
282
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 22/12/1940, p. 441.
283
Ibid., 7/1/1941, p. 456.
284
Ibid., 6/1/1941, p. 455.
285
Ibid., 10/1/1941, p. 460.
286
Ibid., 25/10/1940, p. 375.
287
Del 5/1,12/1 y 26/1/1941, reproducidos en Goebbels, Tiempo sin precedentes,
p. 359 y ss., 364 y ss. y 375 y ss.
288
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 11/3/1941, p. 534.
289
Joseph Goebbels, «Wenn der Frühling auf die Berge steigt» [«Cuando la pri
mavera suba a las montañas»] del 9/3/1941, en Goebbels, Tiempo sin precedentes, p.415
y ss. (aquí p. 417).
290
Diario de Rosenberg, entrada del 8/5/1940, p. 115.
291
Véase Wulf, Teatro y cine, p. 412 y s.
292
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 3, 29/11/1939, p. 653.
293
De los 1.094 largometrajes que se rodaron durante el Tercer Reich, por tér
mino medio el 47,8 por ciento fueron comedias, el 27 por ciento películas de tesis,
el 11,2 por ciento películas de aventuras y el 14 por ciento películas propagandísti
cas, véase Romani, Divas del cine, p. 21 y s.
294
Goebbels ante los representantes de la industria cinematográfica el 1/3/1942,
en Volkischer Beobachter del 2/3/1942.
295
Diario del archivo federal de Coblenza, 3/3/1942, NL 118/41; véanse tam
bién las entradas del 26 y 27/2/1942, Ibid., NL 118/40 así como del 10/5/1943, Ibid.,
NL 118/54.
296
Joseph Goebbels, «Der Film ais Erzieher» [«El cine como educador»], en Goeb
bels, El corazón de hierro, p. 37 y ss. (aquí p. 38).
297
/W.,p.38.
298
Ibid., p. 38.
820 Goebbels
299
Véase Albrecht, Política cinematográfica nacionalsocialista, p. 83: «Las películas no
políticas de esa época (...) tenían la misma función a la que servían también las pelí
culas propagandísticas propiamente dichas».
300
Véase Romani, Divas del cine, p. 22.
301
Ibid., p. 23.
302
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 21/7/1940, p. 248.
303
Ibid., 3/7/1940, p. 226.
304
Ibid., 22/9/1940, p. 334.
305
Ibid., 26/5/1940, p. 175 y s.
306
ADAP, serie D, vol. 12.1, doc. 17, 5/2/1941, p. 25.
307
Cf. los documentos personales de Alfred-Ingemar Berndt, BDC.
308
Entrevista de Manfred Rommel por parte de David Irving el 5/12/1976, Ins
tituto de Historia Contemporánea, colección Irving.
309
Ibid.
310
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 13/3/1941, p. 536.
311
Ibid., 29/3/1941, p. 556 y s.
312
Así por ejemplo, Goebbels escribió en su diario el 16/4/1941: «Tenemos aho
ra en el norte de África 8 divisiones blindadas. Con eso podemos hacer cualquier
cosa» (diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, p. 589). En realidad
Rommel disponía en aquel momento de una división blindada ligera alemana, pues
to que acababa de comenzar el transporte de la segunda hacia el norte de África. Ade
más estaba entonces a sus órdenes una débil división blindada italiana. Asimismo tenía
a su disposición una división de infantería italiana.
313
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 8/3/1941, p. 529.
314
Ibid., 16/4/1941, p. 589.
315
Ibid., 15/4/1941, p. 588.
316
Ibid., 16/4/1941, p. 590.
317
Ibid., 6/4/1941, p. 571.
318
Ibid., 14/4/1941, p. 587.
319
Ibid.
320
Ibid., 24/4/1941, p. 604.
321
Ibid., 13/5/1941, p. 638; sobre el vuelo de Hess y la pregunta de si se hizo con
o sin el conocimiento de Hitler, véase también Wolf Rüdiger Hess, Mein Vater Rudolf
Hess. Englandflug und Gefangenschaft [Mi padre Rudolf Hess. Vuelo a Inglaterra y cautive
rio], Munich y Viena, 1984, p. 90 y ss.
322
Domaras, Discursos, vol. II, p. 1.714.
323
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 13/5/1941, p. 638.
324
Diario de Semler, 14/5/1941, p. 32 y ss. (aquí p. 33).
325
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 16/10/1940, p. 366.
326
Ibid., 14/5/1941, p. 639.
327
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 14/5/1941, p. 640.
328
Domarus, Discursos, vol. II, p. 1.715.
Notas 821
329
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 15/5/1941, p. 641.
330
Boelcke, Conferencias de Goebbels, p. 170.
331
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 18/5/1941, p. 647.
332
Ibid., 16/5/1941, p. 643.
333
Ibid., 28/5/1941, p. 662 y s.
334
Ibid., 3/6/1941, p. 672.
335
Diario del archivo federal de Coblenza, 19/8/1941, NL 118/21.
336
Diario de Semler, 1/6/1941, p. 38.
337
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 22/5/1941, p. 652.
338
Ibid., 7,11,12,13,14 y 15/6/1941, p. 677 y ss.
339
Ibid., 14/6/1941, p. 688.
340
Ibid., p. 690.
341
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 5/6/1941, p. 180; diario de Semler, 5/6/1941,
p.39.
342
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 31/5/1941, p. 668.
343
Diario de Semler, 13/6/1941, p. 42; sobre la conversación con Hitler véase dia
rio del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4,16/6/1941, p. 694 y ss.
344
Ibid., p. 696.
345
Diario de Semler, 28/5/1941, p. 36 y s.
346
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 16/6/1941, p. 694;
véase también el prólogo de esta edición de Elke Frohlich, vol. 1, p. LIV/LV!
347
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 16/6/1941, p. 695.
348
Ibid.
349
Ibid., 22/6/1941, p. 709.
350
Ibid., p.710.
35Í
Ibid., p.7ll.
1
Vólkischer Beobachter del 23/6/1941.
2
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 22/6/1941, p. 181.
3
Ibid.
4
Ibid., p. 182.
5
Ibid., 5/7/1941, p. 183.
"Joseph Goebbels, «Der Schleier fállt» [«El velo cae»], en Das Reich del 6/7/1941.
7
Ibid.
8
Ibid.
9
La prensa retomó el concepto «cruzada» por iniciativa del Ministerio de Exte
riores. Goebbels, por el contrario, no quería que se utilizara demasiado, porque las
cruzadas medievales, que costaron ríos de sangre, nunca consiguieron un éxito com-
822 Goebbels
**,
824 Goebbels
65
Ibid., 24/9/1941, NL 118/24.
66
Gerald Reitlinger, Die Endló'sung. Hitlers Versuch der Ausrottung derjuden Europas
1939-1945 [La solución final. El intento de Hitler por exterminar a los judíos de Europa,
1939-1945], 5' ed., Berlín, 1979,p. 97 y s. (en adelante citado como Reitlinger, Solu
ción final); sobre la deportación y el asesinato de los judíos berlineses cf. Kempner,
Robert Max y Wassili, «Die Ermordung von 35000 Berliner Juden. Der Judenmord-
prozess in Berlin schreibt Geschichte» [«El asesinato de 35.000 judíos berlineses. El
proceso por el asesinato de judíos en Berlín hace historia»], en Gegenwart im Rü'ck-
blíck: Festgabefür diejüdische Gemeinde zu Berlin 25Jahre nach dem Neubeginn [La actua
lidad en retrospectiva. Homenaje a la comunidad judía de Berlín 25 años después del nuevo
comienzo], Heidelberg 1970, p. 180 y ss.
67
Joseph Goebbels, «Die Juden sind schuld!» [«Los judíos tienen la culpa»], en Das
Reich del 16/11/1941; véase diario del archivo federal de Coblenza, 19/8/1941, NL
118/21; discurso parlamentario de Hitler del 30/1/1939, reproducido en Domarus,
Discursos, vol. II, p. 1.047 y ss. (aquí p. 1.057).
68
Hildegard Henschel, «Aus der Arbeit der Jüdischen Gemeinde Berlin wáhrend
der Jahre 1941-1943. Gemeindearbeit und Evakuierung von Berlin. 16. Oktober
1941- ló.Juni 1943» [«Del trabajo de la comunidad judía de Berlín durante los años
1941-1943.Trabajo comunitario y evacuación de Berlín. 16 de octubre de 1941-16
de junio de 1943»], en Zeitschrift für die Geschichte derjuden [Revista de historia de los
judíos], 9 (1972), p. 33 y ss. (aquí p. 36 y s.).
69
Reuth, Rommel,p. 117.
70
Diario del archivo federal de Coblenza, 22/11/1941, NL 118/36.
71
Ibid., 13/8/1941, NL 118/20.
72
Fragmento del diario del 20/12/1941, colección Reuth.
73
La prensa recibió el 22 de diciembre de 1941 la siguiente orden: «La asunción
del Alto Mando del Ejército por parte del Führer, que es un convincente signo de la
unión de todas las fuerzas en el frente y en la patria, del deseo de intensificar la movi
lización general y de la magnitud de la confianza, no se debe comentar en modo algu
no, pero para los periódicos debe ser un motivo para profundizar en su actitud com
bativa y para reduplicar sus esfuerzos», Boelcke, Conferencias ministeriales, 19/12/1941,
p.201.
74
Boelcke, Conferencias ministeriales, 7/12/1941, p. 196.
75
Ibid., 19/12/1941, p. 200.
76
Adolf Hitler, Der grossdeutsche Freiheitskampf. Reden Adolf Hitlers vom 16. Marz
1941 bis 15. Marz 1942 [La lucha pangermana por la libertad. Discursos de Adolf Hitler
d esd e el 16 de marz o de 194 1 hast a e l 15 de marz o de 194 2] , 3 vol úmen es, Mu ni ch,
1943, p. 203.
77
Fragmento del diario del 20/12/1941, colección Reuth.
78
Boelcke, Conferencias de Goebbels, p. 195.
79
Reproducido en Goebbels, El corazón de hierro, p. 131 y ss. (aquí p. 134 y s.).
Notas 825
80
El discurso radiado está reproducido en Goebbels, El corazón de hierro, p. 176 y
ss. (aquí p. 178).
81
A. Fredborg, The Steel Wall. A Swedish Joumalist in Berlín, 1941-1943 [El muro
de acero. Un periodista sueco en Berlín, 1941-1943], Nueva York, 1944, p. 67 y s.
82
Ha gemann, Periodismo, p. 254.
83
Volkischer Beobachter del 30/1/1942.
84
Diario del archivo federal de Coblenza, 30 y 31/1/1942, NL 118/38.
85
Goebbels el 30/1/1942 como recibimiento a Hitler en el palacio de deportes
con motivo del noveno aniversario de la subida al poder, en Heiber, Discursos de Goeb
bels, vol. 2, p. 81.
86
Diario del archivo federal de Coblenza, 31/1/1942, NL 118/38.
87
Ibid.
88
Diario del archivo federal de Coblenza, 24/1/1942, NL 118/38.
89
Reuth, Rommel, p. 87 y ss.
90
Diario del archivo federal de Coblenza, 24/1/1942, NL 118/38.
91
Ibid., 25/1/1942, NL 118/38.
92
Picker, Conversaciones de sobremesa, 22/6/1942, p. 374.
93
Diario del archivo federal de Coblenza, 28/11/1942, NL 118/36.
94
Reuth, Rommel, p. 89.
95
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 29/1/1942, p. 210 y s.
96
Das Reich del 23/11/1941.
97
Diario del archivo federal de Coblenza, 11/2/1942, NL 118/39.
98
Ibid., 16/2/1942, NL 118/40.
99
Joseph Goebbels, «Schatten über dem Empire» [«Sombras sobre el imperio bri
tánico»] del 22/2/1942, en Goebbels, El corazón de hierro, p. 215 y ss. (aquí p. 215 y
221).
100
Diario del archivo federal de Coblenza, 18/2/1942, NL 118/40.
101
Ibid., 20/3/1942, NL 118/42.
102
Joseph Goebbels, «Die Ostfront» [«El frente oriental»], del 17/5/1942, en Goeb
bels, El corazón de hierro, p. 316 y ss. (aquí p. 322).
103
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 20/12/1940, p. 440.
104
Ibid., 20/7/1940, p. 246.
105
Esta teoría defendida por Reitlinger {Solución final, p. 175 y s.) para Himmler
es confirmada por el comportamiento de Goebbels.
106
Véase Helmut Heiber, Der Fall Grünspan [El caso Grünspan], en VfZG, año
5/1957, p. 134 y ss.
107
Wolfgang Diewerge, Der Fall Gustlqff. Vorgeschichte und Hintergründe der Bluttat
von Davos [El caso Gustlqff. Antecedentes y trasfondo del crimen sangriento de Davos], Munich,
1936; para más detalles sobre la persona de Diewerge véase Boelcke, Conferencias minis
teriales, p. 79, nota 91.
108
Véase diario del archivo federal de Coblenza, 19/8/1941, NL 118/21. 109
Ibid., 11/2/1942, NL 118/39.
Notas 825
80
El discurso radiado está reproducido en Goebbels, El corazón de hierro, p. 176 y
ss. (aquí p. 178).
81
A. Fredborg, The Steel Wall. A Swedish Joumalist in Berlín, 1941-1943 [El muro
de acero. Un periodista sueco en Berlín, 1941-1943], Nueva York, 1944, p. 67 y s.
82
Ha gemann, Periodismo, p. 254.
83
Volkischer Beobachter del 30/1/1942.
84
Diario del archivo federal de Coblenza, 30 y 31/1/1942, NL 118/38.
85
Goebbels el 30/1/1942 como recibimiento a Hitler en el palacio de deportes
con motivo del noveno aniversario de la subida al poder, en Heiber, Discursos de Goeb
bels, vol. 2, p. 81.
86
Diario del archivo federal de Coblenza, 31/1/1942, NL 118/38.
87
Ibid.
88
Diario del archivo federal de Coblenza, 24/1/1942, NL 118/38.
89
Reuth, Rommel, p. 87 y ss.
90
Diario del archivo federal de Coblenza, 24/1/1942, NL 118/38.
91
Ibid., 25/1/1942, NL 118/38.
92
Picker, Conversaciones de sobremesa, 22/6/1942, p. 374.
93
Diario del archivo federal de Coblenza, 28/11/1942, NL 118/36.
94
Reuth, Rommel, p. 89.
95
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 29/1/1942, p. 210 y s.
96
Das Reich del 23/11/1941.
97
Diario del archivo federal de Coblenza, 11/2/1942, NL 118/39.
98
Ibid., 16/2/1942, NL 118/40.
99
Joseph Goebbels, «Schatten über dem Empire» [«Sombras sobre el imperio bri
tánico»] del 22/2/1942, en Goebbels, El corazón de hierro, p. 215 y ss. (aquí p. 215 y
221).
100
Diario del archivo federal de Coblenza, 18/2/1942, NL 118/40.
101
Ibid., 20/3/1942, NL 118/42.
102
Joseph Goebbels, «Die Ostfront» [«El frente oriental»], del 17/5/1942, en Goeb
bels, El corazón de hierro, p. 316 y ss. (aquí p. 322).
103
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4, 20/12/1940, p. 440.
104
Ibid., 20/7/1940, p. 246.
105
Esta teoría defendida por Reitlinger {Solución final, p. 175 y s.) para Himmler
es confirmada por el comportamiento de Goebbels.
106
Véase Helmut Heiber, Der Fall Grünspan [El caso Grünspan], en VfZG, año
5/1957, p. 134 y ss.
107
Wolfgang Diewerge, Der Fall Gustlqff. Vorgeschichte und Hintergründe der Bluttat
von Davos [El caso Gustlqff. Antecedentes y trasfondo del crimen sangriento de Davos], Munich,
1936; para más detalles sobre la persona de Diewerge véase Boelcke, Conferencias minis
teriales, p. 79, nota 91.
108
Véase diario del archivo federal de Coblenza, 19/8/1941, NL 118/21. 109
Ibid., 11/2/1942, NL 118/39.
826 Goebbels
110
Ibid., 5/4/1942, NL 118/43.
111
Ibid., 27/3/1942, NL 118/42.
112
Boelcke, Conferencias de Goebbels, p. 243.
113
Citado por Reitlinger, Solución final, p. 111.
114
Diario del archivo federal de Coblenza, 6/4/1942, NL 118/43,
115
Ibid., 23/5/1942, NL 118/46.
116
Das Reich del 31/5/1942.
117
Vólkischer Beobachter del 23/6/1942.
118
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 22/6/1942, p. 249.
119
Picker, Conversaciones de sobremesa, 22/6/1942, p. 372.
120
Ibid., p. 373.
121
Boelcke, Conferencias de Goebbels, p. 252.
122
Hitler a Mussolini el 23/6/1942, reproducido en Ralf Georg Reuth, Entschei-
dung im Mittelmeer. Die südliche Peripherie Europas in der Deutschen Strategie des Zweiten
Weltkrieges 1940-1942 [Decisión en el mar Mediterráneo. La periferia meridional de Euro
pa en la estrategia alemana de la Segunda Guerra Mundial, 1940-1942], Coblenza, 1985,
p. 200 y p. 250ys.,doc. 13.
123
Reuth, Rommel, p. 98.
124
Reitlinger, Solución final, p. 176.
125
Extracto del documento 682-PS, reproducido en IMT, vol.V, p. 496 y s.
126
Citado por Reitlinger, Solución final, p. 177.
127
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 10/9/1942, p. 277.
128
Ibid., p. 282.
129
El acuerdo negociado por Goebbels y Dietrich con el objeto de «aplicar la dis
posición del Führer para garantizar la colaboración entre el ministro de Propaganda
del Reich y el jefe de prensa del Reich» del 23/8/1942 contenía 13 puntos, en los
que se subrayaba la competencia «administrativa» general de Goebbels, pero también
se establecía la responsabilidad «técnica» de Dietrich para los tres departamentos de
prensa del RMVP (Alemania, extranjero y revistas), de manera que Dietrich estaba
subordinado a Goebbels desde el punto de vista de la organización, pero de hecho
equiparado a él; véase Longerich, Propagandistas, p. 114.
130
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 26 y 27/9/1942, p. 285.
131
Joseph Goebbels, «Der steile Aufstieg» [«La empinada subida»], en Das Reich
del 20/9/1942.
132
Citado por Boelcke, Conferencias de Goebbels, p. 286.
133
Hamburger Illustrierte [Revista ilustrada de Hamburgo] del 10/10/1942.
134
Reuth, Rommel, p. 98 y ss.
135
Citado por David Irving, Rommel. Eine Biographie [Rommel. Una biografía], Ham
burgo, 1978, p. 295.
136
Expediente personal de Berndt, BDC.
137
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 6/11/1942, p. 299.
Notas 827
138
Stephan fue secretario general del Deutsche Demokratische Partei [Partido
Democrático Alemán] entre 1922 y 1929, luego jefe del departamento de prensa del
gobierno del Reich, que dependía del Ministerio de Exteriores y en 1933 pasó al
Ministerio de Propaganda. Después de la guerra, Stephan publicó la primera biogra
fía crítica de Goebbels: Joseph Goebbels. D'ámon einer Diktatur \Joseph Goebbels. Demo
nio de una dictadura], Stuttgart, 1949; para más detalles sobre la persona de Stephan
véase Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 67 y s.
139
Stephan, Goebbels, p. 287.
140
Bramsted, Propaganda, p. 351.
141
Semler fue primero jefe de negociado en el departamento de prensa exterior
integrado en el Ministerio de Propaganda, y desde el 1 de enero de 1941 hasta abril
del año 1945 jefe de prensa personal de Goebbels; después de la guerra se publicaron
sus memorias en forma de diario con el título: Goebbels-The Man Next to Hitler [Goeb-
bels-El hombre al lado de Hitler], Londres, 1947; para detalles sobre la persona de Sem
ler véase Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 52 y s.
142
Diario de Semler, 16/12/1942, p. 59.
143
Diario del archivo federal de Coblenza, 18/12/1942, NL 118/48.
144
Speer, Memorias, p. 267.
145
Diario de Semler, 31/12/1940, p. 13.
146
Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 55; allí también detalles sobre la persona de
Naumann.
147
Diario de Semler, 4/3/1945, p. 187.
148
Ibid., 24/12/1942, p. 61.
149
Véase Heinz Dieter Hólsken, «Die V-Waffen. Entstehung-Propaganda-Krieg-
seinsatz» [«Las armas V (de venganza). Origen, propaganda, intervención en la gue
rra»], Studien zur Zeitgeschichte [Estudios de Historia Contemporánea], vol. 27, editado por
Instituto de Historia Contemporánea, Stuttgart, 1984, p. 169 (en adelante citado como
Holsken, Armas V).
150
Diario de Semler, 19/12/1942, p. 60; archivo federal de Coblenza, 19/12/1942,
NL 118/48; ficha del doctor Hans Kummerow del Tribunal del Pueblo, BDC.
151
Diario de Semler, 28/12/1942, p. 62 y s.
152
De esto informaVeit Harían, que esa tarde estuvo invitado en casa de los Goeb
bels con su mujer Kristina Sóderbaum {Autobiografía, p. 140).
153
Citado por Boelcke, Conferencias de Goebbels, p. 316.
154
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 4/1/1943, p. 316; el concepto de «guerra
total» surgió a mediados de los años treinta y fue discutido con especial intensidad
por los estrategas de la guerra aérea. En 1935 apareció en Alemania el libro de Luden-
dorff Der Totale Krieg [La guerra total], que ya en 1937 alcanzó una tirada de 100.000
ejemplares. Las tesis allí defendidas se aproximaban hasta en las formulaciones espe
cíficas a lo que Goebbels expuso en 1943 (véase Günter Mohmann,:Goebbels' Rede
zum Totalen Krieg am 18. Februar 1945 [Discurso de Goebbels sobre la guerra total del 18
828 Goebbels
de febrero de Í945], enVíZG, año 12/1964, p. 13 y ss. (aquí p. 17) (en adelante citado
como Moltmann, Discurso sobre la guerra total).
155
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 5/1/1943, p. 318.
156
Así también al intermediario del Ministerio de Exteriores en el RMVP, el lega
do Krümmer. Se encuentra en las actas de mano de Krümmer, archivo político del
Ministerio de Exteriores, Bonn. Estaba establecido desde un principio que no debía
ser publicado; cf. para más detalles Willi A. Boelcke, «Goebbels und die Kundgebung
im Berliner Sportpalast vom 18. Februar 1943.Vorgeschichte undVerlauf» [«Goeb
bels y el mitin del 18 de febrero de 1943 en el palacio de deportes berlinés. Antece
dentes y transcurso], enjahrbuchfür die Geschichte Mittel- und Ostdeutschlands [Anuario
de historia de la Alemania central y oriental], editado porW. Berges, H. Herzfeld y H.
Skrzypczak, vol. 19, Berlín, 1970, p. 234 y ss. (aquí p. 238 y s.) (en adelante citado
como Boelcke, Mitin de Goebbels en el palacio de deportes).
157
Diario del archivo federal de Coblenza, 18/1/1943, NL 118/50.
158
Boelcke, Mitin de Goebbels en el palacio de deportes, p. 242.
159
Speer, Memorias, p. 269.
160
Diario de Semler, 20/1/1943, p. 66.
161
Diario del archivo federal de Coblenza, 21/1/1943, NL 118/50.
162
Ibid., 23/1/1943, NL 118/50.
163
Ibid.
164
Véase Boelcke, Mitin de Goebbels en el palacio de deportes, p. 242.
165
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 24/1/1943, p. 326.
166
Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 158 y ss.
167
Domarus, Discursos, vol. II, p. 1.976 y ss.
168
Jfcá.,p. 1.976 y 1.979.
169
Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, n° 16, p. 158 y ss. (aquí p. 160,169 y 170).
170
Hugh R.Trevor-Roper, Hitlers letzteTage [Los últimos días de Hitler], Frankfurt
del Meno y Berlín, 1965, p. 37 (en adelante citado como Trevor-Roper, Últimos días
de Hitler).
171
Diario del archivo federal de Coblenza, 2/2/1943, NL 188/52.
172
Joseph Goebbels, «Die harte Lehre» [«La dura lección»], en Das Reich del
7/2/1943.
173
Hinkel a Goebbels el 3/2/1943, archivo federal de Coblenza, R 55/1254.
174
Die Wehrmachtberichte 1939-1945 [Los partes de laWehrmacht, 1939-1945],Colo-
nia, 1989, vol. 2, p. 435 (en adelante citado como Partes de la Wehrmacht).
175
Diario del archivo federal de Coblenza, 23/1/1943, NL 118/50.
176
Ibid.
177
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 4/2/1943, p. 334.
178
Indicación a la prensa del 7/2/1943, citado por Boelcke, Conferencias de Goeb
bels, p. 334.
179
Diario del archivo federal de Coblenza, 10/1/1943 y 14/1/1943, NL 118/49.
180
Ibid., 10/1/1943, NL 118/49.
181
Ibid., 14/1/1943, NL 118/49.
Notas 829
182
Ibid., 31/1/1943, NL 118/50.
183
Reproducido en Boelcke, Conferencias de Goebbels, 15/2/1943, p. 337 y ss.
184
Diario del archivo federal de Coblenza, 31/1/1943, NL 118/50.
185
Boelcke, Conferencias de Goebbels, 15/2/1943, p. 338.
186
Jfó¿.,p.337.
187
Diario del archivo federal de Coblenza, 10/2/1943, NL 118/52.
188
Ibid., 11/2/1943, NL 118/52.
189
Véase Ibid., 14-18/2/1943, NL 118/52 y 53 (de aquí proceden también las
siguientes citas); Moltmann, Discurso sobre la guerra total, p. 25 y ss.
190
Speer, Memorias, p. 269; para más detalles sobre la composición del público,
véase Moltmann, Discurso sobre la guerra total, p. 27 y ss.
191
Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 172 y ss. (de aquí proceden también las
siguientes citas).
192
Diario de Goebbels, citado por Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 204, nota
89.
193
Speer, Memorias, p. 269.
194
Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 208, nota 99.
195
El jefe de los colaboradores propagandísticos a Goebbels el 19/2/1943, archi
vo federal de Coblenza, R 55/612.
196
La siguiente exposición según Moltmann, Discurso sobre la guerra total, p. 26.
197
Diario del archivo federal de Coblenza, 1/3/1943, NL 118/54.
198
Ibid., 2/3/1943, NL 118/54.
199
Speer, Memorias, p. 272.
200
Diario del archivo federal de Coblenza, 2/3/1943, NL 118/54.
201
Ibid.
202
Ibid., 9/3/1943, NL 118/54.
203
Speer, Memorias, p. 275.
204
Diario del archivo federal de Coblenza, 9/3/1943, NL 118/54.
205
Ibid.
206
Ibid.
207
Ibid., 18/3/1943, NL 118/54.
208
Speer, Memorias, p. 276.
209
Durante su discurso en el palacio de deportes el 18/2/1943, había anunciado
una vez más que Alemania no tenía intención de «doblegarse ante esta amenaza judía,
sino más bien de hacerle frente a tiempo, si es necesario con la exterm... elimina
ción (Ausrott-schaltung) completa y radical del judaismo». ¿Lapsus linguae o cálculo?
210
Diario del archivo federal de Coblenza, 2/3/1943, NL 118/54 y 18/4/1943,
NL 118/54.
211
Las cifras proceden de Robert Max Wassili Kempner, «Die Ermordung von
35000 Berliner Juden. Der Judenmordprozess in Berlín Schreibt Geschichte» [«El ase
sinato de 35.000 judíos berlineses. El proceso por el asesinato de judíos en Berlín hace
historia»], en Gegenwart im Rückblick. Festgabefür diejüdische Gemeinde zu Berlín 25
830 Goebbels
Jahre nach dem Neubeginn [La actualidad en retrospectiva. Homenaje a la comunidad jud ía de
Berlín 25 años después del nuevo comienzo] , Heidelberg, 1970, p. 180 y ss.
212
Diario del archivo federal de Coblenza, 2/3/1943, NL 118/54 y 18/4/1943,
NL 118/54.
213
RMVP/servicio de inspección el 22/12/1942, archivo federal de Coblenza,
R 55/1355.
214
Ibid.
215
Teletipo a la RSHA III C (oficina principal de seguridad del Reich) para entre
gar al capitán de las SS doctor Hirche el 4/4/1943, archivo federal de Coblenza, R
55/115.
216
N. de la T. Abreviatura de Narodny kommissariat Wnutrennich Diel, «Comi-
sariado Popular para Asuntos Internos».
217
Acta de la conferencia ministerial del 8/4/1943, archivo federal de Coblenza,
R 55/115.
218
Diario del archivo federal de Coblenza, 16 y 17/4/1943, NL 118/54.
219
Polish Sovjet Relatíons 1918-1943. Offtcial Documents [Relacionespolaco-soviéticas,
1918-1943. Documentos oficíales], editado por la legación polaca en Washington, 1945.
Doc.n°39,p. 119.
220
Soviet Foreign Policy during the Patriotic War: Documents and Materials [Pol ítica exte
rior soviética durante la Guerra Patriótica: documentos y materiales], traducido por A. Rothens-
tein, Londres, 1946, vol. I, p. 202.
221
Diario del archivo federal de Coblenza, 28/4/1943, NL 118/54.
222
Reuth, Rommel, p. 104.
221
Ibid., p. 104 y s.
224
N. de la T. Con este apodo se conocía a los soldados británicos durante la Pri
mera y la Segunda Guerra Mundial.
225
Joseph Goebbels, «Mit souveraner Ruhe» [«Con soberana calma»], en Das Reich
del 23/5/1943.
226
Boberach, Noticias, n° 381, 384 y 385 del 6, 20 y 24/5/1943, p. 387 y ss.
227
Diario del archivo federal de Coblenza, 6/3/1943, NL 118/54.
228
Ibid., 8/1/1943, NL 118/49.
229
Joseph Goebbels, «In vorderster Reihe» [«En la primera fila»]. Discurso pro
nunciado durante el mitin de duelo celebrado en el pabellón municipal de Elberfeld,
en Joseph Goebbels, Der steile Aufstieg, Reden undAufsatze aus denjahren 1942/43 [La
empinada subida, discursos y artículos de los años 1942/43], Munich, 1944, p. 323 y ss.
(aquí p. 323) (en adelante citado como Goebbels, La empinada subida).
230
Diario de Semler, 10/7/1943, p. 88.
231
Diario del archivo federal de Coblenza, 28/5/1943, NL 118/55.
232
Stephan, Goebbels, p. 275.
233
Joseph Goebbels, Dergeistige Arbeiter im Schicksalskampf des Reiches, Rede vor der
Heidelberger Üniversitat am Freitag, dem 9.Juli 1943 [El trabajador intelectual en la lucha
decisiva del Reich, discurso pronunciado en la Universidad de Heidelberg el viernes 9 de julio
de 1943], Munich (sin fecha), p. 8.
Notas 831
234
Véase Hólsken, Armas V, p. 93 y ss.; según Rudolf Semler, Hans Schwarz van
Berk creó el concepto «armaV» (diario de Semler, p. 131); véase también: Kessemeier,
Editorialista, p. 299 y s.
235
Hólsken, Armas V, p. 96.
236
Boberach, Noticias, 1/7/1943, p. 413.
237
Diario del archivo federal de Coblenza, 21/9/1943, NL 118/56.
238
Oven, Finale, 27/8/1943, p. 115.
239
Véase Lochner, Diario de Goebbels, p. 9 (en el punto 8).
240
Diario del archivo federal de Coblenza, 10 y 11/9/1943, NL 118/56.
241
Ibid., 12/9/1943, NL 118/56.
242
Ibid., 13/9/1943, NL 118/56.
243
Joseph Goebbels, «Das Schulbeispiel» [«El ejemplo clásico»], en Das Reich del
19/9/1943.
244
Ibid.
245
Bramsted, Propaganda, p. 386.
246
Diario del archivo federal de Coblenza, 7/11/1943, NL 118/56.
247
Ibid., 11/11/1943, NL 118/56.
248
Citado por Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 277 y s.
249
Joseph Goebbels,:«Die Lehren des Krieges» [«Las lecciones de la guerra»], en
Das Reich del 5/12/1943.
25U
Werner Girbig, ...imAnflug auf die Reíchshauptstadt [ . . . e n el vuelo de aproxima-
ción a la capital del Reich], Stuttgart, 1977, p. 69 y s.
251
Joseph Goebbels, «Die Moral ais Kriegsentscheidender Faktor» [«La moral como
factor decisivo para la guerra»], en Vólkischer Beobachter del 7/8/1943.
252
Es spra ch Ha ns Fritzsche. Nach Gesprachen, Briefen und Dokumenten [Ha bl ó Hans
Fritzsche. Según conversaciones, cartas y documentos], de Hildegard Springer, Stuttgart
1949, p. 17.
253
Stephan, Goebbels, pág 268.
254
/fó¿.,p.267.
255
Diario del archivo federal de Coblenza, 29/11/1943, NL 118/56.
256
Stephan, Goebbels, p. 260 y ss.
257
Hans Dieter Scháfer, Berlín im Zweiten Weltkrieg. Der Untergang der Reichshauptstadt
in Augenzeugenberich ten [Berlín en la Segunda Guerra Mundial, ha caída de la cap ital del
Reich según informes de testigos oculares], Munich y Zurich, 1985, p. 41 (en adelante cita
do como Schafer, Berlín).
258
Diario de Semler, 24/11/1943, p. 111.
259
Decreto del Führer del 21/12/1943, archivo federal de Coblenza, R 43 11/669 d.
260
Carta de Goebbels a Hitler, Navidad de 1943, así como el borrador de un tele
grama de Goebbels a Hitler con motivo del nuevo año de 1944, ambos en el archi
vo federal de Coblenza, NL 118/100.
261
Acuerdo del 15/12/1943 entre el RMVP y el ministerio del Reich para los
territorios orientales ocupados, así como decreto sobre la creación de oficinas pro-
832 Goebbels
286
Ibid.
287
Ibid. y 5/6/1944.
288
Ibid., 6/6/1944; diario de Semler, 6/6/1944, p. 127: según éste, Goebbels le
dijo a Semler: «¡Gracias a Dios!, por fin. Ésta es la última ronda».
289
Diario de 1944/45, 7/6/1944, archivo nacional central de Potsdam; diario de
Semler, 6/6/1944, p. 128.
290
Boberach, Noticias, p. 472 y ss.; cf. en general: Hólsken, Armas V, p. 102 y ss.
291
Diario de Semler, 9/6/1944, p. 128 y s.
292
Oven, Finale, p. 359.
293
Diario de 1944/45,18/6/1944, archivo nacional central de Potsdam.
294
Citado por Bramsted, Propaganda, p. 429.
295
Oven, Finale, p. 361.
296
Diario de 1944/45,18/6/1944, archivo nacional central de Potsdam.
297
Hólsken, Armas V, p. 104 y s. y p. 107.
298
Vease diario de 1944/45, 5/4/1944, archivo nacional central de Potsdam.
299
Ibid., p. 105.
300
Véase diario de Semler, 2/5/1944, p. 122.
301
Diario de 1944/45,14/6/1944, archivo nacional central de Potsdam.
302
Ibid., 16/6/1944.
3<»yease también Ludolf Herbst, Der totale Krieg und die Ordnung der Wirtschaft. Die
Kriegswirtschaft im Spannungsfeld pon Politik, Ideologie und Propaganda 1939-1945 [La
guerra total y la ordenación de la economía. La economía de guerra en el campo de tensión de
la política, la ideología y la propaganda, 1939-1945], Stuttgart, 1982, p. 207 y ss.
304
Diario de 1944/45, 22/6/1944, archivo nacional central de Potsdam.
305
Ibid.
306
Ibid.
307
Ibid.
308
Ibid., 9/7/1944.
309
Das Reich del 2/7/1944.
310
Speer, Memorias, p. 405.
311
Diario de 1944/45,14/7/1944, archivo nacional central de Potsdam.
312
Véase Peter Longerich,Josep/j Goebbels und derTotale Krieg. Eine unbekannte Denksch-
rift des Propagandaministers vom 18.Juli 1944 [Joseph Goebbels y la guerra total. Una memoria
desconocida del ministro de Propaganda del 18 de julio de 1944], en VfZG, año 35/1987, p.
289 y ss. (documento: p. 305 y ss., de aquí proceden las siguientes citas).
1
Informe de Goebbels sobre el 20 de julio. Discurso radiado del 26/7/1944, cita
do por Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 342 y ss. (aquí p. 342). ^,
834 Goebbels
2
Speer, Memorias, p. 391.
3
Ibtd; Goebbels afirmó en su informe del 26/7/1944 que inmediatamente había
tenido claro —en contra de las primeras suposiciones de Hitler— que ninguno de
los obreros que trabajaban en el cuartel general del Führer podía haber cometido ese
crimen (Schmidt, Speer, p. 122).
4
Exposición según el informe de Hagen del 16/10/1944 sobre el 20/7/1944 (en
adelante citado como informe de Hagen), en Hans Adolf Jacobsen, Spiegelbild einer
Verschwórung. Die Opposition gegen Hitler und der Staatsstreich vom 2O.Juli 1944 in der
SD-Berichterstattung [Reflejo de una conspiración. La oposición contra Hitler y el golpe de
Estado del 20 de julio de 1944 en el informe del Servicio de Seguridad], Stuttgart, 1984,
vol. I, p. 12 y ss. (aquí p. 14) (en adelante citado como Jacobsen, Reflejo).
5
Informe de Remer del 22/7/1944 sobre el transcurso de los acontecimientos
del 20/7/1944, tal como él los «vivió como comandante del batallón de guardia de
la Gran Alemania», (en adelante citado como informe de Remer), reproducido en
Jacobsen, Reflejo, vol. II, p. 637 y ss. (aquí p. 637); cuando en diciembre de 1940 Von
Hase hizo a Goebbels la primera visita oficial, Goebbels anotó sobre él en su diario:
«Un oficial excelente, que tiene una actitud muy positiva hacia el partido» (Diario
del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 4,12/12/1940, p. 429).
6
Informe de Remer, en Jacobsen, Reflejo, vol. II, p. 637.
7
Informe de Hagen, en Jacobsen, Reflejo, vol. I, p. 13.
8
Speer, Memorias, p. 392 y s.
9
Wilfred von Oven, «Der 2O.Juli 1944-erlebt im Hause Goebbels» [«El 20 de
julio de 1944, vivido en el domicilio de Goebbels»], en Verrat und Widerstand im Drit-
ten Reich [Traición y resistencia en el Tercer Reich], Coburg, 1978, p. 43.
10
Speer, Memorias, p. 393.
11
Ibid.
12
Ibid.
13
Oven, Finale, p. 417; Bramsted, Propaganda, p. 448.
14
Andreas Hillgruber y Gerhard Hümmelchen, Chronik des Zweiten Weltkrieges.
Kalendarium Militarischer und Politischer Ereignisse 1939-1945 [Crónica de la Segunda
Guerra Mundial. Calendario de acontecimientos militares y políticos, 1939-1945], Dussel
dorf, 1978, p. 223; Bramsted indica las 18.30 (Propaganda, p. 448).
15
Informe de Remer, en Jacobsen, Reflejo, vol. II, p. 638.
16
JW.,p.639.
17
Ibid.
18
Speer, Memorias, p. 394.
19
Aunque la hora que indica la bibliografía para esta importante entrevista difie
re bastante —Semler, por ejemplo (diario de Semler, p. 134) menciona las 17 horas,
mientras que John W. Wheeler-Bennett (The Nemesís of Power. The Germán Army in
Politics 1918-1945 [La venganza del poder. El ejército alemán en la política, 1918-1945],
Londres, 1953, p. 656) cree que fue alrededor de las 19 horas—, del informe de Remer
sobre el desarrollo de los acontecimientos del 20/7/1944 se desprende de forma
Notas 835
49
Acta de la deliberación de dirigentes celebrada el 22/7/1944 en el cuartel de
campaña del ministro del Reich y jefe de la cancillería del Reich bajo la presidencia
del ministro del Reich Lammers, archivo federal de Coblenza, R 55/664a.
50
Diario de 1944/45, 23/7/1944, archivo nacional central de Potsdam.
51
Acta de la deliberación de dirigentes celebrada el 22/7/1944 en el cuartel de
campaña del ministro del Reich y jefe de la cancillería del Reich bajo la presidencia
del ministro del Reich Lammers, archivo federal de Coblenza, R 55/664a.
52
Diario de 1944/45, 23/7/1944, archivo nacional central de Potsdam.
53
Ibid.
54
Ibid.
55
Ibid.
56
Ibid.
57
Ibid.
58
Consigna propagandística n° 68 del 22/7/1944 y el correspondiente teletipo a
todos los jefes de distrito del 23/7/1944, ambos en archivo federal de Coblenza, R
55/614.
59
La versión radiofónica del discurso de Ley del 20/7/1944 se encuentra en el
anexo del diario de Semler, p. 212 y ss.
60
Diario de 1944/45, 23/7/1944, archivo nacional central de Potsdam.
61
Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 342 y s.
62
Ibid., p. 343.
63
Memoria, fechada en el día 24/7/1944, archivo federal de Coblenza, R 55/601.
64
Speer, Memorias, p. 399.
65
Ibid.
66
El nombramiento que acompañaba al decreto, fechado también el 25/7/1944
y firmado por Hider, Góring y Lammers, se encuentra en el archivo federal de Coblen
za, R 55/664a.
67
Goebbels expuso esto en su discurso de Plauen ante los jefes de distrito el
3/8/1944, Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 400.
68
A comienzos de la Segunda Guerra Mundial, los jefes de distrito habían sido
nombrados «comisarios de defensa del Reich», adquiriendo así importantes funcio
nes administrativas estatales.
69
Ordenanza para la aplicación de la guerra total del 16/8/1944, archivo federal
de Coblenza, R 55/666a.
70
Peter Longerich, Josep/i Goebbels und der Totale Krieg. Eine Unbekannte Denksch-
rift des Propagandaministers vom 18.Juli 1944 \Joseph Goebbels y la guerra total. Una memo
ria desconocida del ministro de Propaganda del 18 de julio de 1944], enVfZG, año 35/1987,
p.289yss. (aquí p. 302).
71
Circular a todas las instancias superiores del Reich, jefes de distrito, goberna
dores del Reich, organismos administrativos en los territorios ocupados, asociación
alemana de municipios, etc., asunto: estilo de vida en la guerra total, sin fecha, archi
vo federal de Coblenza, R 55/665.
Notas 837
72
Riess, Goebbels, p. 400.
73
Diario de 1944/45, 4/12/1944, archivo nacional central de Potsdam.
74
Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 366 y p. 370.
75
Véase diario de 1944/45, 23/7/1944, archivo nacional central de Potsdam.
76
Director cinematográfico (Hinkel) a secretario de Estado (Naumann) el
31/8/1944, archivo federal de Coblenza, R 55/664.
77
Declaración de Hans Fritzsche en Nuremberg el 28/6/1946, IMT, vol. XVII,
p.221.
78
Borrador de un teletipo a los jefes de distrito del NSDAP, sin fecha, archivo
federal de Coblenza, R 55/664.
79
Oven, MU Goebbels bis zum Ende [Con Goebbels hasta elfinal\, vol. 2, p. 118.
80
Helldorf, sobre sus motivos para participar en el 20 de julio, en su toma de decla
ración del 30/7/1944, acta reproducida en Jacobsen, Reflejo, vol. 1, p. 98 y ss. (aquí p.
104).
81
Esta conversación de Helldorf con el consejero gubernamental Gisevius tuvo
lugar el 20/7/1944 alrededor de las once de la mañana en la Jefatura Superior de
Policía de Berlín (Hans Bernd Gisevius, Bis zum Bitteren Ende [Hasta el amargo ftnal\,
2 vol., Darmstadt 1947, vol. II, p. 255 y s.).
82
Diario de 1944/45, 9 y 10/2/1944, archivo nacional estatal de Potsdam.
83
Stephan, Goebbels, p. 295.
84
Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 399, nota 70.
85
Diario de 1944/45, 17/12/1944, archivo nacional central de Potsdam: «Cojo
este caso y lo convierto por así decir en un caso típico».
86
Müller al puesto de mando de campaña/señor teniente coronel Suchaneck, así
como otros documentos del proceso, BDC.
87
Diario de Semler, 17/10/1944, p. 159.
88
Diario de 1944/45, 7/6/1944, archivo nacional central de Potsdam.
89
Manfred Rommel a David Irving el 7/6/1975, Instituto de Historia Contem
poránea de Munich, colección Irving.
90
Ibid.; véanse los antecedentes en el expediente personal de Berndt, BDC.
91
Bormann a Goebbels el 14/8/1944, archivo federal de Coblenza, R 55/665.
92
Ibid.
93
Bormann a Goebbels el 24/8/1944, archivo federal de Coblenza, R 55/666a.
94
Oven, Finale, p. 393; cf. también diario de 1944/45,13/7/1944, archivo nacio
nal central de Potsdam. Allí escribió Goebbels sobre el efecto de la película: «Se tie
ne la impresión de asistir al nacimiento de un nuevo mundo».
95
Joseph Goebbels, «Die Überholung desVorsprungs» [«La superación de la ven
taja»], en Das Reich del 30/7/1944.
96
Ma rlies G. Stei ner t, Hi tlers Krieg und die Deu tschen. Stimmung und Haltung der
Deutschen Bevólkerung im Zweiten Weltkrieg [La guerra de Hitler y los alemanes. Moral y
actitud de la población alemana en la Segunda Guerra Mundial\, Dusseldorf, 1970, p. 497.
97
Speer, Memorias, p. 418.
838 Goebbels
98
Diario de 1944/45, 30/8/1944, archivo nacional central de Potsdam.
99
Ibid., 31/8/1944.
100
Ibid., probablemente 7/9/1944.
101
Ibid., 14/9/1944.
102
Ibid., 10/9/1944.
103
Ibid., 11,12,13/9/1944.
104
Ibid., 10/9/1944.
105
Lochner, diario de Goebbels, entradas de septiembre de 1943.
106
La memoria lleva el encabezamiento «Mi Führer» y está redactada en forma
de carta, archivo federal de Coblenza, NL 118/100; para la ordenación temporal véa
se Oven, Finale, 22/9/1944, p. 479 y ss.
107
Longerich, Propagandistas, p. 146.
108
Véase Oven, Finale, 20/9/1944, p. 479 y 22/9/1944, p. 480 y ss.
109
Diario de 1944/45, 23/9/1944, archivo nacional central de Potsdam.
110
Ibid., 25/9/1944.
111
Goebbels a Hitler el 25/10/1944, Instituto de Historia Contemporánea, ED
172.
112
Diario de 1944/45, 13/9/1944, archivo nacional central de Potsdam; por el
contrario, parece que Goebbels consideró menos eficaz desde el punto de vista pro
pagandístico la exigencia de una capitulación incondicional de Alemania presentada
por los aliados desde la Conferencia de Casablanca del 24/1/1943. En cualquier caso,
esto se desprende «sin lugar a dudas» de las instrucciones de su ministerio para la pren
sa en los meses de enero/febrero de 1943. Goebbels también ignoró esa exigencia en
su discurso del 18/2/1943 en el palacio de deportes (Moltmann, Discurso sobre la gue
rra total, p. 33).
113
Volkischer Beobachter del 26/9/1944.
114
Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 405 y ss.
115
Aid., p. 424 y s.
117
Memoria, fechada en el día 16/10/1944, archivo federal de Coblenza, R 55/601.
118
Cf. sobre la muerte de Rommel, Reuth, Rommel, p. 110 y ss.
119
Diario de 1944/45, probablemente 7/9/1944, archivo nacional central de Pots
dam.
120
Reuth, Rommel, p. 132.
121
Nicolaus von Below, Ais Hitlers Adjutant 1937-45 [Como ayudante de Hitler,
1937-45], Maguncia, 1980, p. 389 (en adelante citado como Below, Ayudante).
122
Diario de Semler, 28/10/1944, p. 162 y s.; diario de 1944/45, 29/10/1944,
archivo nacional central de Potsdam.
123
Domarus, Discursos, vol. II, p. 2.160.
124
Partes de la Wehrmacht, 8/11/1945, vol. 3, p. 324.
125
Diario de 1944/45, 31/8/1944 así como 7 (?) y 8/9/1944, archivo nacional
central de Potsdam.
Notas 839
126
Speer, Memorias, p. 418.
127
Diario de Semler, 14/11/1944, p. 165 y s.
128
Citado por Karl Dietrich Erdmann, Der Zweite Weltkrieg [La Segunda Guerra
Mundial], Stuttgart, 1980, p. 126 y s.
129
Como contrapeso al aumento de poder del partido, en agosto de 1943 Hitler
designó a Himmlerjefe de las SS y de la policía, como ministro del Interior, que aho
ra podía impartir órdenes a los jefes de distrito en su condición de «comisarios de
defensa del Reich» y, por tanto, injerirse en el ámbito de Bormann.
130
Sobre el desarrollo del juramento véanse los documentos del archivo federal
de Coblenza,R 55/1287.
131
Diario de 1944/45, 4/12/1944, archivo nacional central de Potsdam.
132
Semler (diario, p. 174 y s.) señala como fecha de este encuentro el 12/1/1945,
pero Hitler no regresó de su cuartel general Nido del águila, en Bad Nauheim, a la
cancillería del Reich hasta el 16/1/1945, con el comienzo de la gran ofensiva sovié-
tica.Ya que después no se encuentra en el diario de Goebbels ninguna entrada sobre
una visita de Hitler, sólo se puede tratar de la del 3 de diciembre; véase también Riess,
Goebbels, p. 414.
133
Diario de Semler, 16/12/1944, p. 168; véase también: Oven, Finale, p. 528 y s.
134
Ibid.
135
Diario de Semler, 17/12/1944, p. 170.
136
Diario de 1944/45,19/12/1944, archivo nacional central de Potsdam.
137
Riess, Goebbels,?. 410.
138
Oven, Finale, p. 533 y ss.
139
Goebbels a Hitler, Navidad de 1944, archivo federal de Coblenza, NL 118/100;
cf. también el discurso de año nuevo de Goebbels, Vóíkischer Beobachter del 2/1/1945.
140
Domarus, Discursos, vol. II, p. 2.185 y ss. (aquí p. 2.185).
141
A este supuesto paralelo histórico recurrió también durante su discurso en
Colonia el 3/10/1944, véase Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 408 y s.
142
Este pasaje de la Alexanderschlacht [Batalla de Alejandro] así como los escritos
adjuntos que Goebbels envió a Hitler el 10/1/1945 se encuentran en el archivo fede
ral de Coblenza, NL 118/100.
143
Diario de 1944/45, 23/1/1945, archivo nacional central de Potsdam.
144
Ibid., 26/1/1945.
145
Ibid., 29/1/1945.
146
Ibid.
147
Ibid., 28/1/1945.
148
Domarus, Discursos, vol. II, p. 2.194.
149
Oven, Finale, p. 520 y s.
150
Oven, Finale, p. 545 y s.
151
Domarus, Discursos, vol. II, p. 2.194 y ss.
152
Sobre la situación en Berlín a principios de 1945 véase Scháfer, Berlín, p. 62 y
ss. (aquí p. 62).
840 Goebbeh
153
Citado por Fraenkel, Goebbeh, p. 323.
154
Oven, Finale, 559 y s.
155
Joseph Goebbels, Tagebiicher 1945. Die letzten Aufzekhnungen [Diario de 1945.
Los últimos escritos], con una introducción de Rolf Hochhuth, Hamburgo, sin año,
entrada del 1/3/1945, p. 58 (en adelante citado como diario de 1945).
156
Oven, Finale, p. 566.
157
El escrito de Goebbels está reproducido en Harían, Autobiografía, p. 183; la pelí
cula, con un coste de 8,5 millones de marcos del Reich, se convirtió en la más cara
de la historia cinematográfica hasta el momento.
158
Ibid.
159
Esta exposición sigue Ibid., p. 189 y s.; véase también: Ibid., p. 181 y s.
160
Citado por Boelcke, Conferencias ministeriales, p. 346.
161
Hinkel a Goebbels el 18/1/1945, BDC.
162
Hinkel a Goebbels el 6/12/1944, archivo federal de Coblenza, R 55/664.
163
Diario de 1945,19/3/1945, p. 255.
164
Oven, Finale, p. 573 y s.
165
Goebbels, Joseph: Das politische Btirgertum vor der Entscheidung [La burgues ía polí
tica ante la decisión], en Das Reich del 4/2/1945.
166
Joseph Goebbels, «Dasjahr 2000» [«El año 2000»], en Das Reich del 25/2/1945;
Goebbels fue quien creó el concepto de «telón de acero», que más tarde pasó a ser
una expresión fija; ya en su editorial del Reich del 3/12/1944 («Vom Irrtum im Krie-
ge» [«Del error en la guerra»]), utiliza esta imagen —allí se lee acerca de un «telón de
acero de silencio» (véase Kessemeier, Editorialista, p. 185, nota 277).
167
Heiber, Discursos de Goebbels, vol. 2, p. 431 y s.
168
Jacob Kronika, Der Untergang Berlins [La caída de Berlín], Flensburg entre otros,
1946, p. 58 (en adelante citado como Kronika, Caída).
169
Declaración de Albert Speer en Nuremberg, IMT, vol. XVI, p. 543.
170
Declaración de Adolph von Steengracht en Nuremberg, IMT, vol. X, p. 141.
171
Diario de Semler, 18/2/1945, p. 183.
172
Declaración de Hans Fritzsche en Nuremberg, IMT, vol. XVII, p. 283 y decla
ración de Speer, IMT, vol. XVI, p. 542.
173
Nota de la conferencia, de Jodl para Hitler, del 21/2/1945, doc. 606-D, IMT,
vol. XXXV, p. 181 y ss.; además: declaración del general del Alto Mando de laWehr-
macht, August Winter, en Nuremberg, IMT, vol. XV, p. 660 y s.
174
Diario de Semler, 16/2/1945, p. 180 y s.
175
Diario de 1945,28/2/1945, p. 49 y s.
176
Oven, Finale, p. 576.
177
Diario de Semler, 15/2/1945, p. 179 y s.
178
Diario de 1945, 8/3/1945, p. 129.
179
Oven, Finale, p. 585 y ss.
180
Diario de 1945,28/2/1945, p. 50.
181
Ibid., 5/3/1945, p. 93.
Notas 841
182
Ibid., 5/3/1945, p. 93 y s.
183
Oven, Finóle, p. 582.
184
Sobre este viaje al frente véase diario de 1945, 9/3/1945, p. 136 y ss.
185
Vólkischer Beobachter del 11/3/1945.
186
Comunicación escrita de Rupprecht Sommer al autor del 16/10/1987.
187
Vólkischer Beobachter del 11/3/1945; también Deutsche Wochenschau, n° 9/1945,
archivo federal de Coblenza; para esta formulación Goebbels imitó la consigna Schlagt
die Faschisten, wo ihr sie trefft [«derrotad a los fascistas dondequiera que los encontréis»],
que dio Heinz Naumann, líder del partido comunista y redactor jefe del Rote Fahne,
en agosto de 1929.
188
Documento del 10/12/1937, BDC.
189
Diario de 1945, 4/3/1945, p. 87.
190
Radiograma de Wagner a Hanke, así como nota del 3/3/1945, ambos en BDC.
191
Diario de 1945,11/3/1945, p. 154.
192
Ibid.
193
Oven, Finóle, p. 606.
194
Diario de 1945,14/3/1945, p. 205 y ss.
195
Ibid., 210.
196
Diario de Semler, 4/3/1945, p. 187.
197
Ibid., 25/2/1945,p. 186.
m
Be\ow, Ayudante, p. 411.
199
Fraenkel, Goebbels, p. 323 y s.
200
Diario de 1945, 5/3/1945, p. 98.
201
Ibid., p. 99.
202
Ibid., 18/3/1945, p. 244.
203
Domarus, Discursos, vol. II, p. 2.215.
204
Diario de 1945, 30/3,1/4 y 2/4/1944, p. 381 y s., p. 404 y p. 410.
205
Ibid., 26/3/1945, p. 337.
206
Ibid., 31/3/1945, p. 390 y s.
207
Ibid., 22/3/1945, p. 283.
208
Ibid.
209
Ibid., 28/3/1945, p. 363.
210
Ibid., 1/4/1945, p. 406.
211
Ibid.
212
Riess, Goebbels, p. 439.
213
Diario de 1945,2/4/1945, p. 412.
214
Manfred Rommel a David Irving el 7/6/1975, Instituto de Historia Con
temporánea de Munich, colección Irving.
215
Diario de 1945,30/3/1945, p. 384.
216
Ibid., 22/3/1945, p. 284.
217
Below, Ayudante, p. 409.
842 Goebbels
218
Schwerin von Krosigk: «Luego Goebbels contó que ayer había estado en el
cuartel general del general Busse en Küstrin y que él (Goebbels) había expuesto su
tesis de que, según la necesidad y la justicia histórica, tendría que producirse un vira
je como el milagro de la Casa de Brandeburgo en la Guerra de los Siete Años. Uno
de los oficiales del Estado Mayor preguntó con cierto escepticismo e ironía: "Enton
ces... ¿qué zarina debe morir?". Goebbels respondió que eso no lo sabía, porque el
destino disponía de las más diversas posibilidades. Entonces se dirigió a casa y allí reci
bió la noticia de la muerte de Roosevelt. Llamó inmediatamente a Busse: la zarina
había muerto. Éste dijo que eso daría un fuerte impulso a su gente, pues ahora vol
vería a ver una probabilidad de éxito» (citado porTrevor-Roper, Últimos días de Hitler,
p.117).
219
Diario de Semler, 13/4/1945, p. 190 y ss.
220
Informe de Inge Haberzettel, citado por Trevor-Roper, Últimos días de Hitler,
p. 118.
221
Ibid.; véase también: diario de Semler, 13/4/1945, p. 190 y ss.; la descripción
de Semler coincide con la de Haberzettel.
222
Below, Ayudante, p. 408.
Capítulo 15. Vivir en el mundo que viene después del Führer y del
nacionalsocialismo ya no vale la pena (1945)
1
Below, Ayudante, p. 408.
2
Declaración de Adolph von Steengracht en Nuremberg, IMT, vol. X, p. 128.
3
En este editorial, titulado «Der Einsatz des Eigenen Lebens» [«Arriesgar la pro
pia vida»], Goebbels —para darle más énfasis— se dirigió al lector en primera per
sona, raramente utilizada: «Durante toda la guerra, todas las semanas, yo he tomado la
palabra en público, ante nuestro pueblo (...). Cuando en ocasiones incurrían en el
error, nacía de esta insuficiencia humana. Pero hoy ya no se trata de quién tenía razón
y quién no...».
4
Proclamación a los soldados del frente alemán del este, en Domarus, Discursos,
vol. II, p. 2.223 y s. (aquí p. 2.224).
5
Oven, Finale, 19/4/1945, p. 647.
6
Citado por Heiber, Discursos, vol. 2, p. 447 y ss. (aquí p. 454).
7
Frankfurter Allgemeine Zeitung del 11/4/1985.
8
Ibid.
9
Scháfer, Berlín, p. 69.
10
Conde Lutz Schwerin von Krosigk, Es Geschah in Deutschland. Menschenbilder
unseres Jahrhunderts [Sucedió en Alemania. Imagen de los hombres de nuestro siglo],Tubin-
ga y Stuttgart, 1951, p. 234 y s.
11
Karl Koller, Der letzte Monat [El último mes], Mannheim, 1949, p. 16;Trevor-
Roper, Últimos días de Hitler, p. 125 y s.
Notas 843
12
Trevor-Roper, Últimos días de Hitler, p. 122; según esto, Hitler ya había manda
do diez días antes a sus sirvientes al Obersalzberg para que hicieran los preparativos
correspondientes.
13
Heiber, Discursos, vol. 2, p. 447 y ss. (aquí p. 452).
14
Ibid.
15
Cf. los argumentos que Goebbels adujo durante la deliberación sobre la situa
ción el 25/4/1945, en Der Spiegel del 10/1/1966.
16
Fest, Hif/er, p. 1.006.
17
Kessemeier, Editorialista, p. 337.
18
Joseph Goebbels, «Widerstand um jeden Preis» [«Resistencia a cualquier pre
cio»], en Das Reich del 22/4/1945.
19
Schafer, Berlín, p. 70 y s.
20
Hildegard Springer, Es sprach Hans Fritzsche. Nach Gesprdchen, Briefen und Doku-
menten [Habló Hans Fritzsche. Según conversaciones, cartas y documentos], Stuttgart, 1949,
p.30.
21
Véase epílogo del diario de 1945, p. 468; introducción al diario del Instituto de
Historia Contemporánea, vol. 1, p. LXII y s.
22
Trevor-Roper, Últimos días de Hitler, p. 131 y s.; declaración del estenógrafo
Herrgesell en el diario de guerra del Alto Mando de laWehrmacht, vol. IV, 2,p. 1.696
ys.
23
En las Memorias de Speer (p. 488) se dice: «Ayer (se refiere al 22/4/1945) la situa
ción era tan desesperante que contábamos con una rápida ocupación de Berlín por
parte de los rusos. El Führer ya quería abandonar. Pero Goebbels le persuadió y así
estamos aquí todavía».
24
Fest, Mí/er, p. 1.007 y s.
25
Esta orden se ha interpretado a menudo erróneamente en el sentido de que el
traslado de la familia Goebbels fue iniciativa de Hitler. En realidad se produjo a ins
tancias de Goebbels; cf. Below, Ayudante, p. 415.
26
Sobre el traslado de la familia Goebbels al bunker véase Oven, Finale, 22/4/1945,
p. 653 y s.; Auguste Behrend, «Meine Tochter Magda Goebbels» [«Mi hija Magda
Goebbels»], en Schwabische Ulustrierte [Revista ilustrada suaba] del 23/5/1953.
27
Goebbels durante la deliberación sobre la situación el 25/4/1945, en Der Spie
gel dé. 10/1/1966.
28
Sobre el ejército de Wenck y su ataque de socorro a Berlín véase Günther Geller-
mann, DieArmee Wenck-Hitlers letzte Hqffnung [El ejército de Wenck-La última esperanza
de Hitler], Coblenza, 1984 (en adelante citado como Gellermann, Ejército de Wenck).
29
WalterWenck, «Berlin war nicht zu retten» [«Berlín no se podía salvar»], en Der
Stern [La estrella] del 18/4/1965.
30
Texto de la Agencia Alemana de Noticias (Deutsches Nachrichtenbüro, DNB) del
22/4/1945, Domarus, Discursos, vol. II, p. 2.228.
31
Trevor-Roper, Últimos días de Hitler,p. 146.
32
Texto de la DNB del 23/4/1945, Domarus, Discursos, vol. II, p. 2.228.
844 Goebbels
33
Der Panzerbdr [El oso blindado] del 23/4/1945.
34
Ernst-Günter Schenk, Ich sah Berlín Sterben [Yo vi morir a Berlín], Herford, 1975,
p. 102; Kronika, Caída, p. 152.
35
Speer, Memorias, p. 487.
36
Der Spiegel del 10/1/1966.
37
Ibid.
38
Speer, Memorias, p. 484.
39
Ibid., p. 484 y s.
40
Magda Goebbels a Harald Quandt el 28/4/1945, reproducido en Diario de
1945, p. 456 y s.
41
Citado por Domarus, vol. II, p. 2.228.
42
Declaración de Albert Speer en Nuremberg, IMT, vol. XVI, p. 582 y s.
43
Trevor-Roper Papers, vol. IV, p. 1.419 y ss.; colección Irving, Instituto de His
toria Contemporánea de Munich.
44
Der Spiegel del 10/1/1966.
45
Gellermann, Ejército de Wenck, p. 78.
46
Der Spiegel del 10/1/1966.
47
Partes de la Wehrmacht, 28/4/1945, vol. 3, p. 559.
48
Magda Goebbels a Harald Quandt el 28/4/1945, reproducido en Diario de
1945, p. 456.
49
Joseph Goebbels a Harald Quandt el 28/4/1945, Ibid., p. 455 y s.
50
Diario del Instituto de Historia Contemporánea, vol. 1, 24/7/1926, p. 196.
51
Cf. sobre la boda de Hitler: Domarus, Discursos, vol. II, p. 2.233 y ss.;Trevor-
Roper, Últimos días de Hitler, p. 173.
52
Reproducido en Diario de 1945, p. 458 y ss.
53
En la noche del 5 al 6 de mayo, Hanke abandonó la plaza de Breslavia con un
Fieseler Storch, aterrizó en Schweidnitz [_widnica], poco después se le volvió a ver
en Hirschberg (Montes de Silesia) y se dice que en verano de 1945 fue herido de un
disparo mientras intentaba escapar del cautiverio checoslovaco en un lugar llamado
Neudorf y finalmente matado a golpes; cf. la colección de material de Horst G.W.
Gleiss, Breslauer Apokalypse 1945. Dokumentarchronik vom TodeskampJund Untergang einer
deutschen Stadt und Festung am Ende des Zweiten Weltkrieges [Apocalipsis de Breslavia en
1945. Crónica documental de la agonía y caída de una ciudad y plaza alemana al final de la
Segunda Guerra Mundial] , Wedel, 1988, p. 278 y ss.
54
Citado por Diario de 1945, p. 462 y s.
55
Domarus, Discursos, vol. II, p. 2.241.
56
Ibid., p. 2.242.
57
Ibid.
58
Diario de guerra del Alto Mando de la Wehrmacht, vol. IV, 2, p. 1.466.
59
Declaración de Günsche, citado por Uwe Bahnsen y James P. O'Donnell, Die
Katakombe. Das Ende in der Reíchskanzlei [La catacumba. El final en la cancillería del Reich],
Stuttgart, 1975, p. 210 (en adelante citado como Bahnsen/O'Donnell, La catacumba).
Notas 845
60
Ibid.,p. 212.
61
Ibid., p. 213.
62
Domarus, Discursos, vol. II, p. 2.248.
63
Trevor-Roper, Últimos días de Hitler, p. 194; según la declaración del miembro
de las SS Harry Mengershausen (en Bahnsen/O'Donnell, La catacumba, p. 214 y s.),
Linge sacó de los puños de su chaqueta unos impresos, los retorció a modo de antor
cha, los encendió y se los dio a Bormann, quien los arrojó a los cadáveres.
64
Gueorgui K.Zhúkov, Erinnerungen und Gedanken [Memorias y pensamientos], vol.
a
2, 8 ed., Berlín (Este), 1987, p. 353; Lew Besymenski, Die letzten Notizen von Martin
Bormann. Ein Dokument und sein Verfasser [Las últimas notas de Martin Bormann. Un docu
mento y su autor], Stuttgart, 1974, p. 276 (en adelante citado como Besymenski, Bor
mann).
65
Besymenski, Bormann, p. 275 y s.
66
Bahnsen/O'Donnell: La catacumba, p. 229.
67
Diario de guerra del Alto Mando de la Wehrmacht, vol. IV, 2, p. 1.468.
68
Ibid., p. 1.469.
69
Ibid.
70
Joseph Goebbels, «Der Generalstab» [«El Estado Mayor»], en Goebbels, Cami
nos hacia el Tercer Reich, p. 10.
71
Entrevista a Artur Axmann por parte de K. Frank Korf el 27/4/1948, Korf-
Papers, Hoover Institution, Stanford.
72
Kunz declaró que Magda Goebbels le llamó entre las cuatro y las cinco de la
tarde; Besymenski, Hitler, p. 210.
73
Ibid., p. 211.
74
Véase el texto de las actas de la autopsia soviética reproducido en Besymenski
{Hitler, p. 321 y ss.).
75
Bahnsen/O'Donnell, La catacumba, p. 240.
76
Las declaraciones de Axmann ponen de manifiesto hasta qué punto los super
vivientes se contradijeron en sus posteriores relatos, que fueron posiblemente mani
pulados para dar pábulo a las leyendas, o se admitieron rumores y tuvo cabida el pro
pio recuerdo: Axmann declaró ante Korf el 27/4/1948 (Korf-Papers, Hoover Institution,
Stanford) que abandonó el bunker a primeras horas de la tarde del 1 de mayo. Cuan
do volvió al atardecer y preguntó por Goebbels de camino al bunker, el general de
brigada de las SS Mohnke le explicó que éste y su familia ya estaban muertos. Axmann:
/ did not continué to the Bunker, but returned. El propio Axmann informó más tarde: «La
señora Goebbels estaba completamente decidida, el comandante Mohnke le besó la
mano. Ella dijo: "Señor Mohnke, nuestros hijos ya son pequeños angelitos, ahora no
sotros los seguimos". Luego el doctor Goebbels le ofreció el brazo. Ella lo cogió. Así
subieron las escaleras del bunker» {Die Zeit del 16/8/1968).
77
Besymenski, Hitler, p. 331 y ss.
78
Esto no se menciona en el informe soviético de la autopsia (Besymenski, Hitler,
p. 331 y ss.).Tampoco Hans Fritzsche observó ninguna herida en la cabeza cuando
846 Goebbels
Anexo
1
Acta sobre el hallazgo de la familia Goebbels del 3/5/1945, Besymenski, Hitler,
p. 149.
2
Ibid., p. 150.
3
Ibid., p. 156.
4
En su entrevista por parte de K. Frank Korf el 30/4/1948, Korf-Papers, Hoover
Institution, Stanford.
5
Acta del examen forense del cuerpo de Goebbels, citado por Besymenski, Hitler,
p. 331 y ss. (aquí p. 335 y s.).
6
Entrevista a Hans Fritzsche por parte de K. Frank Korf el 30/4/1948, Korf-
Papers, Hoover Institution, Stanford.
7
Heiber, Goebbels, p. 419.
índice onomástico