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UNIVERSIDAD DE YACAMBÚ

FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y POLÍTICAS


ESCUELA DE DERECHO
ESTUDIO INTERACTIVO A DISTANCIA

RESUMEN DE LA OBRA “TRATADO DE LOS DELITOS Y


DE LAS PENAS”, DE CESARE BECCARIA.

Participante: Jossemar Ontiveros


Cédula de Identidad C.I V-
Sección: ED01DOV
Profesor:

Barquisimeto, Octubre de 2016


Resumen de la Obra “Tratado de los Delitos y de las Penas”, de Cesare
Beccaria.
En el transcurso de la larga línea de tiempo durante el cual la
criminología incorporó y sigue agregando diversas posturas, enunciados
teóricos, principios y prácticas, han surgido figuras prominentes de las cuales
uno de los precursores teóricos es el Cesare Beccaria, jurista milanés, que
publica en 1764, el Tratado de los Delitos y de las Penas.
En dicha obra, Cesare Beccaria expone su denuncia contra el Antiguo
Régimen absolutista y critica ferozmente la irracionalidad, la arbitrariedad y la
crueldad de las leyes penales y procesales del S.XVIII, inspirado en el
Contrato Social de Rousseau, por lo cual se le ubica entre los teóricos de la
etapa histórica de Europa Occidental, denominada “La Ilustración”.
Por lo anteriormente expuesto, a continuación se desarrollará un
resumen con determinados elementos de análisis, acerca del temario de la
obra, haciendo una apretada síntesis de aspectos esenciales.
1. El origen de las Penas. Manifiesta Beccaria, en el Origen de las
penas, que “Las leyes son las condiciones con que los hombres
independientes y aislados se unieron en sociedad, cansados de vivir en un
continuo estado de guerra y de gozar una libertad que les era inútil en la
incertidumbre de conservarla”. Lo que el autor quiere indicar, es que las
leyes nacen como un pacto mediante el cual una sociedad se somete a
designios únicos, aplicables a todos por igual y como una forma de
armonizar la coexistencia.
2. Derecho de Castigar. Para éste gran jurista, el fundamento del
derecho a penalizar los delitos, está en la necesidad de a la sociedad de la
ilegalidad y por tanto “más justas son las penas, cuanto es más sagrada e
inviolable la seguridad y mayor la libertad que el soberano conserva a los
súbditos”. Esto es que, los gobernantes, para castigar el delito de manera
apropiada deben fundamentarse en leyes y que éstas sean justas, libres de
toda arbitrariedad.

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3. Consecuencias. En este punto, Beccaria señala que existen cuatro
consecuencias derivadas: 1. Sólo las leyes pueden decretar las penas de los
delitos; 2. Si todo miembro particular se halla ligado a la sociedad, ésta está
igualmente ligada con cada miembro particular por un contrato que por su
naturaleza obliga a las dos partes; 3. La aplicación de penas infamantes o
crueles, es contraria a la justicia y a la naturaleza del mismo contrato social; y
4. La autoridad de interpretar las leyes penales no puede residir en los
jueces, debe existir la separación de funciones con respecto a los
legisladores.
4. Interpretación de las leyes. En este capítulo el autor se refiere a la
cuarta consecuencia, y explica que los jueces no recibieron las leyes como
una tradición, sino como la legítima voluntad de todos, en apego una vez
más a los principios roussoneanos. Así mismo estima que la justicia no es del
todo perfecta ya que sus intérpretes (los Jueces) son humanos, por ello no
pueden interpretar la ley en forma perfecta, pero deben hacerlo lo mejor y
más imparcialmente posible.
5. Oscuridad de las leyes. En esta parte de la obra, el autor explica
que es grave que las leyes estén escritas en una lengua extraña al pueblo,
ya que pueden cometerse delitos por falta de entendimiento de las leyes.
Además establece una relación entre el número de quienes entienden la ley
y una menor comisión de delitos.
6. Proporción entre los delitos y las penas. Si existe un aspecto en el
cual Cesare Beccaria puso su atención, fue en el del equilibrio entre los
delitos cometidos y los presupuestos de ley. Así mismo hace referencia a lo
que con el devenir de las Ciencias Jurídicas sería conocido como Principio
de Legalidad. Esto es, si una acción no está tipificada como delito, no puede
existir pena alguna que la castigue.
7. Errores en la graduación de las penas. En la obra, reflexiona
Beccaria acerca de las fallas en que incurren los legisladores, al calcular las
penas correspondientes a los delitos, con base en criterios de dudosa lógica

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o ya sea por criterios como la posición social del agraviado o la calidad del
“pecado”. Así pues, la ley debe estar en función del tipo de delito, más no del
tipo, clase o posición de la persona.
8. División de los delitos. En este tópico, Beccaria se propone
examinar y distinguir las diferentes clases de delitos y el modo de castigarlos.
Según sus apreciaciones, clasifica con base en tres grupos los delitos:
delitos que destruyen inmediatamente la sociedad o quien la representa; los
delitos que ofenden la seguridad privada de alguno o algunos ciudadanos en
la vida, en los bienes o en el honor; y por último las acciones contrarias a lo
que cada uno está obligado de hacer, o no hacer.
9. Del honor. Las leyes de honor, son aquellas que defienden el mismo
honor de las personas y que según Beccaria, se ven atacadas por el
despotismo de la opinión, capaz de destruir una condición que muchos
incluyen como elemento vital en su existencia.
10. De los duelos. El origen de los duelos privados, está fundamentado
en la anarquía de las leyes. Opinaba Beccaria que “el mejor método de
precaver este delito es castigar al agresor, entiéndase al que ha dado la
ocasión para el duelo, declarando inocente al que sin culpa suya se vio
precisado a defender lo que las leyes actuales no aseguran”.
11. De la tranquilidad pública. El tema principal del capítulo, es el de
los delitos que perturban la tranquilidad pública de los ciudadanos. Además
el autor introduce una serie de interrogantes: ¿Pero cuáles serán las penas
convenientes a estos delitos? ¿Es la muerte una pena verdaderamente útil y
necesaria para la seguridad y buen orden de la sociedad? ¿Los tormentos
son justos?
12. Fin de las penas. En este capítulo, Beccaria declara que el fin de las
penas no es deshacer un delito ya cometido, ya que eso sería imposible de
lograr. Entonces, el fin de las penas es lograr que el individuo que cometió un
delito, no vuelva a cometerlo, y tratar que los ciudadanos no cometiesen
delitos.

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13. De los testigos. En este aparte, se establecen interesantes aportes
al tema de las cualidades de los testigos. Cualquier hombre racional, puede
ser testigo; La credibilidad, debe disminuirse a proporción del odio, o de la
amistad, o de las estrechas relaciones que median entre el testigo y el reo;
Existe la necesidad de más de un testigo, habidas de cuentas de la
contradicción entre las partes.
14. Indicios y formas de juicios. Cuantas más pruebas se traen, es
mayor la probabilidad del hecho, ya que la falsedad de una prueba no influye
sobre la otra. Existen dos tipos de pruebas: las perfectas y las imperfectas.
Es necesario para penar al individuo la suma de pruebas imperfectas que
fueran necesarias para lograr una prueba perfecta. De las pruebas
imperfectas que el reo pueda dar alguna explicación y no lo hace, se
convierten en pruebas perfectas.
15. Acusaciones secretas. Las acusaciones secretas son desordenes
evidentes, y en muchos casos, admitidos como necesarios por la flaqueza de
la constitución. Cualquiera que puede sospechar ver en el otro un delator, ve
en el otro un enemigo.
16. Del tormento. Ningún individuo puede ser llamado reo o culpable
hasta que lo demuestre la sentencia del juez. No está permitido torturar a un
reo para saber si cometió más, ni para saber quiénes fueron sus cómplices.
17. Del espíritu de fisco. Se explica que anteriormente casi todas las
penas eran pecuniarias. El objeto de las penas era un litigio entre el fisco y el
reo y un asunto privado, más que público.
18. De los juramentos. Los juramentos que se le exigen al reo es una
contradicción entre las leyes y los sentimientos naturales del hombre. Se dice
que es una contradicción por que se le pide al reo que diga la verdad,
cuando si dice la verdad se declara culpable.
19. Prontitud de la pena. Cuanto más pronta y más cercana al delito
cometido sea la pena, será más justa y más útil. Será más justa porque el reo

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evita los inútiles y feroces tormentos de la incertidumbre que crecen con el
vigor de la imaginación y con el sentimiento de la propia debilidad.
20. Violencias. Hay dos tipos de atentados: contra la persona, y contra
la hacienda. Los atentados contra las personas deben ser penados con
castigos corporales. Los atentados contra la seguridad y libertad de los
ciudadanos son uno de los delitos más graves; por ese motivo, el rico no
debe poder poner precio a los atentados contra el pobre.
21. Penas de los nobles. Todos los nobles que hayan cometido
idénticos delitos, deberán ser penados con idénticas penas; sin importar el
nivel social o de riqueza de cada ciudadano; sus creencias, religiones, color
de piel, y otros.
22. Hurtos. Los hurtos que no van acompañados de violencia, deberían
ser castigados con penas pecuniarias, ya que aquel que intenta enriquecerse
con bienes ajenos, debería ser empobrecido de lo propio. Pero normalmente,
los hurtos lo producen individuos que no tienen riqueza, por lo que no
pueden ser empobrecidos. Pero tampoco debe dejarse de castigarlos.
23. Infamia. La infamia es un signo de la desaprobación pública, las
penas de infamia no deben ser demasiado frecuentes, porque los efectos
reales de las cosas de opinión siendo muy continuos debilitan la fuerza de la
opinión misma.
24. Ociosos. Los gobiernos sabios no permiten el ocio político en medio
del trabajo; ya que aquel que turbe la actividad pública y no obedezca las
leyes, debe ser excluido de la sociedad. Ocio político se llama a quien no
contribuye a la sociedad ni con el trabajo ni con la riqueza.
25. Destierros y confiscaciones. Todo aquel ciudadano que turbase la
tranquilidad pública debe ser proscripto de la sociedad. Los ciudadanos
proscriptos de la sociedad pueden perder sus bienes, o parte de ellos.
26. Del espíritu de familia. Si una asociación está hecha por familias,
serán hombres los padres de familia, y esclavos la esposa y los hijos. En
cambio, si la asociación es de hombres, serán todos ciudadanos.

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27. Dulzura de las penas. No es la crueldad de las penas uno de los
más grandes frenos de los delitos, sino la infalibilidad de ellas, y por
consiguiente la vigilancia de los magistrados, y aquella severidad inexorable
del juez.
28. De la pena de muerte. Este capítulo explica que la pena de muerte
se utiliza cuando un ciudadano, aun estando privado de la libertad, tiene
todavía tales relaciones y tal poder que podría seguir perjudicando a la
Nación.
29. De la prisión. La prisión es una pena que debe estar antes a la
declaración del delito, pero sólo la ley determina los casos en que un hombre
es merecedor de la pena. Las penas no deben solamente ser proporcionadas
a los delitos entre sí en la fuerza, sino también en el modo de ejecutarlas.
30. Procesos y prescripciones. Una vez conocidas las pruebas es
necesario conceder al reo un tiempo y los medios oportunos para que este
se justifique. Pero ese tiempo debe ser breve, de modo que no perjudique a
la prontitud de la pena.
31. Delitos de prueba difícil. Hay algunos delitos, que al mismo tiempo
son frecuentes en la sociedad, y de prueba difícil; como el adulterio, la
pederastia, y el infanticidio.
32. Suicidio. El suicidio es un delito que no puede admitir una pena
propiamente dicha; ya que si se quisiera castigar a alguien, tendría que
penarse o a un inocente o al difunto, algo ilógico.
33. Contrabandos. El contrabando es un delito que ofende al soberano
y a la Nación; pero su pena no debe ser infamante, ya que no causa infamia
en la opinión pública.
34. De los deudores. Hay dos tipos de deudores en quiebra: el
quebrado doloso, y el quebrado inocente. El quebrado doloso debe ser
castigado con la misma pena que le corresponde a un falsificador de
moneda. En cambio, el quebrado inocente no, ya que no tiene intención de
cometer un delito.

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35. Asilos. Según Beccaria, de los asilos salieron grandes revoluciones
en los estados y en las opiniones de los hombres. Esto puede deberse a que
en los asilos no hay leyes que mandan, por lo que pueden formarse leyes
nuevas y opuestas a las comunes.
36. De la talla. Este capítulo trata sobre La otra cuestión es si será útil
señalar un precio al que entregare la cabeza de un hombre declarado reo, y
armando el brazo de cualquier Ciudadano, hacer de él un verdugo.
37. Atentados, cómplices, impunidad. Si bien las leyes no castigan la
intención, los delitos que comienzan con alguna acción que manifiesta la
voluntad de hacerlo también merecen ser penado; Cuando hay varios
cómplices de un delito, el ejecutor sufrirá la mayor pena, y los cómplices
serán castigados con una pena menor a la del ejecutor.
38. Interrogaciones sugestivas y deposiciones. En este capítulo se
explica que las interrogaciones sugestivas son aquellas que se le realizan al
reo y sugieren una respuesta inmediata. Estas interrogaciones no deben ir al
centro del hecho directamente, sino que deben ser indirectas.
39. De un género particular de delitos. Se refiere el autor a las
frecuentes masacres toleradas en determinadas naciones europeas y que
llenaron de sangre y sufrimiento a grandes grupos humanos
40. Falsas ideas de utilidad. Falsa idea de utilidad es aquella que
querría dar a una muchedumbre de seres sensibles la simetría y el orden que
sufre la materia brutal e inanimada.
41. Cómo se evitan los delitos. El fin de toda buena legislación no es
castigar los delitos. Sino, evitarlos y que no hiciera falta castigarlos. Por cada
motivo que lleva a los hombres a cometer un verdadero delito, hay mil que
nos llevan a cometer acciones indiferentes que son definidas como delitos
por las malas legislaciones. El mejor método es el de perfeccionar la
educación.

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42. De las ciencias. Los progresos en las ciencias, facilitando las
comparaciones de los objetos, contraponen muchos sentimientos los unos a
los otros.
43. Magistrados. En este capítulo se explica que otro buen método de
evitar los delitos es interesar al consejo (ejecutor de las leyes) más a su
observancia que a su corrupción. Mientras lo compongan más cantidad de
miembros, mejor funcionará, y será más difícil la usurpación sobre las leyes,
porque los miembros se controlarán entre ellos.
44. Recompensas. El autor, en este capítulo explica que otro medio de
evitar los delitos, es recompensando la virtud. Esa recompensa estimularía a
los ciudadanos a dejar de cometer delitos.
45. Educación. Se explica en este capítulo que otro método de evitar los
delitos es perfeccionando la educación. Este es el método más seguro, pero
también el más difícil.
46. Del Perdón. A medida que las penas son más dulces, la clemencia y
el perdón son menos necesarios, expresa Beccaria, pero no como estímulo a
la impunidad, sino en aquellos casos en que la pena no es necesaria.

Finalmente cabe resaltar que la obra de Beccaria muestra una crítica


severa a la desigualdad del ciudadano ante la Ley, a la pena de muerte y la
confiscación, al empleo del tormento entre otros asuntos, pero también
ofrece aportaciones respecto a temas vinculados al proceso penal como
serían: la detención preventiva, el sistema de pruebas, acerca del jurado, la
publicidad de los juicios y otros.
Respecto a una política criminal, Beccaria tiene cinco planteamientos:
leyes claras y simples, predominio de la libertad y la razón sobre el
oscurantismo, ejemplar funcionamiento de la justicia libre de corrupciones,
recompensas al ciudadano honesto, elevación de los niveles culturales y
educativos del pueblo.

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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA.

Beccaria, C. (2015) Tratado de los delitos y de las penas. Libro Digital


Disponible en [http://hdl.handle.net/10016/20199] (Trabajo original
publicado en 1764). Editorial: Universidad Carlos III de Madrid. Consulta:
[2016, octubre 27].

Díaz de L. G. (2009). Notas para la Historia de la Criminología. UNAM:


México.

Rodríguez M., L. (1991). Criminología. Editorial Porrúa: Buenos Aires.

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