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LA ADICCIÓN A LAS REDES SOCIALES Y SU RELACIONA CON LA BAJA AUTOESTIMA

Las redes sociales como Twitter o Facebook han cambiado la forma de relacionarnos y han llegado
a influir, en algunos casos, en nuestro comportamiento. Cada persona utiliza las redes sociales con
una finalidad: difundir su trabajo, dar a conocer su empresa, vender productos y servicios o
contactar con antiguos amigos. De manera que la forma en cómo son utilizadas repercute en el
individuo.

Desde su aparición se han llevado a cabo muchos estudios con el objetivo de conocer cómo
afectan a nuestro comportamiento y a la forma que tenemos de valorarnos. Los resultados
obtenidos han demostrado que un uso excesivo de redes sociales contribuye, por un lado, al
aumento del estrés y la sensación de soledad y por otro, a la disminución del sentimiento de
felicidad.

Incluso, algunos estudios han relacionado la adicción a las redes sociales como Facebook,
Instagram y Twitter con una baja autoestima. Resultados que se han visto apoyados por la
presencia de sintomatología depresiva y falta de habilidades sociales en ellas. La razón se
encuentra en que ante tantas publicaciones de la vida de los demás, la persona adicta realiza
continuas comparaciones y acaba por pensar que su vida es aburrida, miserable y vacía. Sin darse
cuenta de que el tiempo que podría estar dedicando a enriquecerla, lo está malgastando.

Por otro lado, la autoestima también se ve afectada de manera negativa cuando, para impresionar
a los demás, se inventa una vida que no tiene para recibir más likes o comentarios. Porque a pesar
de experimentar esa intensa pero breve sensación placentera cuando publica algo, más adelante
esto no fortalecerá su propia valoración personal, sino que puede convertirse en una esclava de
las opiniones y los juicios de los demás.

A menudo, las redes sociales funcionan como un escaparate donde exponer casi exclusivamente
todo lo que está relacionado con la felicidad. Comportamientos que de forma puntual no indican
nada, pero que en exceso ayudan a la creación de un personaje o de una auténtica máscara. En el
fondo, la adicción a las redes sociales indica una necesidad que no está cubierta. Un vacío que se
parchea con la visita a los perfiles de los demás o la invención de una vida propia.

Ahora bien, las redes sociales no son malas ni peligrosas, sino el uso que hacemos de ellas. Por eso
es muy importante tener en cuenta hasta qué punto son una prioridad en nuestras vidas. Nunca
algo que tenga que ver con el exterior va a producirnos la felicidad que realmente queremos y
necesitamos, porque esta solo es accesible desde nuestro interior.

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