La lucha contra el imperialismo define la identidad del Apra como organización política. Los textos iniciales de Haya de la Torre están teñidos de un fuerte antiimperialismo y esta opción es considerada un elemento decisivo de la doctrina aprista. El pensamiento concluía que las clases gobernantes de los países latinoamericanos, eran aliadas del imperialismo norteamericano y sus socias en la explotación de sus países. El antimperialismo y el Apra Es el libro más importante de Haya de la Torre, trata de la posición del aprismo frente al imperialismo. Propone un programa internacional de cinco puntos base para los programas de las secciones nacionales de cada país latinoamericano. Estos eran: 1. Acción contra el imperialismo yanqui. 2. Unidad política de América Latina. 3. Nacionalización de tierras e industria. 4. Internacionalización del Canal de Panamá. 5. Solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas del mundo. La lucha contra el imperialismo demandaba la unión de los pueblos, la nacionalización progresiva de las riquezas y la unificación de las tres clases oprimidas por el imperialismo: el joven proletariado industrial, el «vasto e ignaro (sic) campesinado» y las empobrecidas clases medias. El antiimperialismo, el Apra y el gobierno militar Mientras Velasco estuvo en el poder, Haya de la Torre declaró permanentemente su coincidencia con las reformas del gobierno militar, tomadas del programa máximo del Apra de 1931. Sostuvo, que las reformas militares deberían ser recogidas en una futura Constitución. Pero, como veremos, luego del derrocamiento y la muerte de Velasco, Haya tomó distancia de las mismas reformas que había sostenido eran de inspiración aprista. La infrahistoria de El antimperialismo y el Apra Las conversaciones de Haya con los representantes del imperialismo yanqui eran desconocidas para los militantes apristas, pero no es seguro que su difusión hubiera mellado su fe en su líder máximo. El partido aprista sobrevivió a grandes virajes sin sufrir grandes daños, no solo en el tema del antiimperialismo; sucedió así también cuando la dirección del partido decidió aliarse con la oligarquía, en 1956, y cuando en 1962 incorporó a la alianza a Manuel A. Odría, el verdugo que hasta apenas seis años antes había masacrado a los apristas. Haya mantuvo a sus militantes, pero perdió a los intelectuales. La edición de El antimperialismo y el Apra Haya pretende que se crea que esta era su posición desde 1928 y que no hubo ningún cambio en su línea política. Después, lo sabemos, prosiguió mediatizando sus posiciones, con la afirmación de que podía separarse el «imperialismo económico» del «imperialismo político», rechazando este último y dándole la bienvenida al primero, para anunciar, finalmente, la que sería su posición constante a partir de los años sesenta: que el imperialismo había dejado de existir. El gran viraje Haya de la Torre y el Apra No existió ningún otro ideólogo en el Apra aparte de Haya. Los intelectuales apristas podían realizar obras literarias o de análisis, pero en lo que se refiere a la elaboración de la línea del partido. Crónica de una amistad: Víctor Raúl y Luis Alberto Sánchez Su amigo cambió de línea más tempranamente en algunos temas medulares, como los relativos a la posición antiimperialista del Apra, el rechazo a la tradición revolucionaria insurreccional y la violencia como la vía para llegar al poder. El abandono de la línea insurreccional. El Apra y el anarquismo Haya admiraba sinceramente a los anarquistas y desde el comienzo de su actividad política buscó un acercamiento con ellos. A lo largo de los años veinte las organizaciones anarquistas entraron en crisis debido a la imposibilidad de concretar su ideario rechazando la política, un quehacer que despreciaban. Numerosos anarquistas que querían hacer la revolución se incorporaron al Apra. Balas y votos. Los dos discursos del aprismo Haya cultivaba la pasión radical de sus bases estimulando permanentemente una atmósfera de preparativos insurreccionales que reforzaban entre los trabajadores la convicción de que el partido tenía como norte asaltar el poder por la vía revolucionaria. Pero al mismo tiempo, jugó a llegar al poder por la vía electoral. Como esta opción chocaba con la tradición radical de las bases populares, al mismo tiempo que jugaba a las maniobras electorales alentaba simultáneamente la organización de intentonas insurreccionales. De la caída de Leguía a la insurrección de Trujillo Augusto B. Leguía fue derrocado por un golpe militar y, en medio del impacto de la Gran Depresión, el Perú entró en una crisis política que Haya aprovechó sabiamente para impulsar al Apra y convertirlo en el partido político más importante de la historia peruana. Se lanzó la candidatura de Haya de la Torre, y en las elecciones de 1931 este fue derrotado por el comandante Luis M. Sánchez Cerro. Los apristas impugnaron el resultado declarando que se había cometido fraude, e intentaron alentar una rebelión militar en Piura; iniciativa que se frustró. La idea de Haya era llegar al gobierno por medios pacíficos, de acuerdo con las prescripciones constitucionales. La insurrección del 3 de octubre de 1948 y el fin de la tradición insurreccional del Apra La ruptura entre Bustamante y Rivero y el Apra, y la consiguiente ilegalización del partido, crearon las condiciones para que el 29 de octubre el general Odría, diera un golpe desde Arequipa, derrocando al presidente e inaugurando un régimen represivo cuya primera víctima fue el Apra. El gobierno de Odría se negó a darle el salvoconducto para abandonar el país, alegando que no era un líder político, sino un delincuente común. El precio de la derrota La escisión que el Apra había vivido antes del desastre del 3 de octubre, entre quienes estaban por la estrategia insurreccional y aquellos que, como Sánchez, apostaban por la vía electoral, había provocado fuertes heridas en el tejido partidario: un ambiente enrarecido, cargado de sospechas y suspicacias, atravesado por enfrentamientos soterrados, en que unos acusaban a los otros de actuar motivados por la ambición, y estos a aquellos de haberse aburguesado, acomodándose al goce de las ventajas que les brindaba el poder, disfrutando de cargos ministeriales, una embajada, o una curul en el Parlamento. El gran debate y la última insurrección del Apra La conspiración con Perón y la conexión boliviana Luego del fracaso de la insurrección, el Apra fue puesto fuera de ley y sus militantes tuvieron que pasar a la clandestinidad. Algunos optaron por asilarse. Odría, aprovechó la debilidad del régimen para dar un golpe militar que le permitió derrocar al gobierno del Frente Democrático, y permanecer en el poder durante los ocho años siguientes. Le apoyaron la oligarquía (agroindustriales y gobierno norteamericano) La derrota de 1948 y los conflictos internos en el Apra Los apristas en el exilio protagonizaban amargos enfrentamientos, exacerbados por las mutuas recriminaciones sobre las responsabilidades en la derrota. La conspiración aprista con Perón Existían vínculos entre los apristas y personajes del entorno de Perón. Los más importantes dirigentes apristas en el exilio se reunieron en Buenos Aires para armar una revolución contra Odría, donde los contactos con los principales dirigentes del Movimiento Nacionalista Revolucionario les hizo contacto con Perón. Perdido el apoyo de Perón, el movimiento se extinguió. La otra mirada La desconfianza entre los líderes del Apra en el exilio tenía una base bastante más profunda que las solas diferencias de estilo personal. En realidad, existían profundas contradicciones entre la línea política conservadora y abiertamente pronorteamericana. Con influencias de la evolución de unos y otros el medio social y político al que se habían incorporado. La hora de las definiciones. El debate de Montevideo El resultado de la reunión de Montevideo, fue reafirmar la unidad del Apra en torno a Haya de la Torre y la completa derrota de «las provocaciones e hipotéticas escisiones de diverso tipo, especialmente las de origen y tendencia filocomunista, activamente acicateadas por individuos que salieron a supuesto destierro en connivencia con elementos policiacos, que quedaron totalmente desahuciadas y al descubierto» La última insurrección. Los disidentes apristas de México y Centroamérica En México, los asilados apristas, que entraron en contacto con los revolucionarios guatemaltecos, se vieron obligados a huir de su país cuando la CIA ejecutó el golpe de Estado que derrocó a Jacobo Arbenz, terminando así con su intento de expropiar las tierras controladas por la United Fruit. Debió ser muy duro para los exiliados apristas que sufrieron el golpe enterarse de que Haya de la Torre había saludado con esta acción a través de una nota en el New York Times. Acabar con Odría. La invasión aprista al Perú Cuando finalmente el gobierno de Odría se vio obligado, por la sentencia de la Corte Internacional de La Haya, a expedir el salvoconducto a Víctor Raúl para que pudiera abandonar el país, aparentemente las trabas para iniciar las acciones estaban superadas. Pero cuando Haya logró salir de su cautiverio hacia el extranjero y se enteró de la conspiración la desautorizó categóricamente. El intento de invasión de 1954 constituye el último capítulo de la historia insurreccional del Apra. En adelante, la vía revolucionaria armada quedaría definitivamente proscrita para los apristas, pero sería retomada por un sector de los disidentes, los apristas rebeldes.