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Los CEO del gobierno de Macri, encerrados en su propio laberinto, por Gustavo Grimaldi

Luis Caputo duró un año y medio en el Ministerio de Hacienda

Mauricio Macri creyó que un país podía manejarse más o menos como se maneja a una empresa y, a causa
de ello, desde el comienzo de su gestión intentó trasladar muchas estrategias corporativas, que seguramente
vio utilizar a su propio padre en algunos de sus emprendimientos familiares, para llevar adelante el proyecto
nacional. Hizo lo que hace cualquier empresario que tiene que levantar de la lona a una compañía deficitaria.
Achicar costos, tratar de generar confianza para atraer inversores y pedir préstamos para intentar resurgir. Lo
que Macri nunca tuvo en cuenta es que el manejo de un país es infinitamente más complejo que el
gerenciamiento de una compañía y que hay en juego una gran cantidad de variables que muchas veces (como
en este caso) son difíciles de domar.

Macri estaba convencido de que para llevar adelante este plan era una gran idea captar a los ejecutivos más
destacados del mundo corporativo. Así conformó, según sus propias palabras, el mejor equipo de los últimos
cincuenta años que, como broche de oro, contaba en su plantel con el “Messi de las finanzas”. En ese team
abundaron los doctorados en las más prestigiosas universidades estadounidenses, pero faltaron cosas
esenciales a la hora de tomar decisiones importantes para un país. Sentido común, sensibilidad social y empatía
con la clase trabajadora, fueron sólo algunos de los aspectos que el gobierno que se va nunca tuvo en
consideración.

Posiblemente, muchos de los que formaron parte de este equipo (habrá alguna excepción, claro) nunca en su
vida tomaron el tren Roca a las 6 de la mañana para llegar apretujados a su trabajo dos horas después. Sin
embargo, desde la comodidad de su casa en un barrio privado, no se ruborizaban a la hora de pedirle a la gente
“un esfuerzo más”. Por estos días, con certeza, la gran mayoría de esos ejecutivos que en su momento dieron
el salto a la función pública confiando en el proyecto que Macri le había vendido para el país, volverán a ocupar
la mesa directiva de alguna empresa. Desde allí, tendrán la difícil misión de llevar el timón de esa compañía en
medio de la gran tormenta económica que generó el gobierno del que ellos formaron parte. Seguramente,
esperarán ansiosos por medidas que reactiven el crédito y el consumo, variables que se encargaron de destruir
oportunamente. Ahora, víctimas de su propia trampa, les toca el turno de buscar la salida de un laberinto que
ellos mismos se encargaron de construir durante cuatro años.

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