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Esta concepción de los derechos se fue transformando al calor de las luchas sociales
reivindicativas. En el marco jurídico constituido por los pactos y convenciones
internacionales en la actualidad la noción de derechos incluye los derechos civiles,
políticos, económicos, sociales y culturales cuya garantía es responsabilidad de la
acción positiva del Estado. Por ejemplo: para ejercer el derecho a la educación
no alcanza con que el Estado nos permita educarnos, sino que debe garantizar que
existan escuelas, que se formen docentes, que se les pague salarios, que se
garanticen los materiales para aprender, que se garantice el acceso de las personas
a la escuela, entre otras cuestiones. Cuando hablamos de derechos humanos,
hablamos de aquellas libertades y derechos básicos que tienen todas las personas,
sin distinción de sexo, género, orientación sexual, etnia, edad, religión, partido
político, capacidad, condición social, cultural o económica. Son derechos que se
fueron plasmando en normativas de carácter internacional, en diferentes tipos de
instrumentos como Declaraciones, Tratados, Pactos, Convenciones y Protocolos.
Estos instrumentos establecen los estándares a los cuales deben adecuarse los
ordenamientos jurídicos e institucionales de los Estados nacionales que los
suscriben.
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Existen derechos que se consideran colectivos, la educación es un derecho
personal y social, no se concibe únicamente como un derecho de cada persona, sino
de la sociedad toda, ya que el beneficio de su ejercicio no es sólo individual sino
que beneficia a toda la sociedad.
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● Son progresivos e irreversibles. Cuando un derecho se plasma en una
ley, norma o tratado internacional, no se puede volver atrás o cancelarlo. Si
el Estado retrocede en materia de derechos ya conquistados incurre en una
violación de derechos.
● Son obligatorios para cualquier Estado que haya ratificado los pactos
internacionales de derechos, sin importar si se está atravesando una
crisis económica, política, una guerra o una catástrofe natural. El Estado no
sólo debe respetar y garantizar los derechos reconocidos, sino además
organizar su acción a fin de satisfacer su plena realización de manera
progresiva. En este sentido cabe destacar que la Constitución Nacional
argentina reformada en 1994 incorpora todo el marco de los derechos
humanos a su texto en el artículo 75, inciso 22.
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La ciudadanía en Argentina: la historia del derecho a la
educación, la tensión entre ampliación y restricción de
derechos
Durante siglos -afirma Pablo Pineau (2008)- la educación estuvo reservada a unos
pocos que la usufructuaban para su beneficio. Pero hacia los siglos XVIII y XIX, las
luchas sociales incluyeron entre sus demandas el acceso a la educación. La
gratuidad y obligatoriedad del nivel primario, la formación docente y la
responsabilidad principal e indelegable del Estado son algunas de las
características más representativas del sistema educativo argentino, plasmadas en
la Ley 1420 de 1884. La constitución del sistema educativo argentino implicó
una ampliación del derecho a la educación para la población argentina.
A este modo de garantizar el derecho educativo por parte del Estado, Beatriz Sarlo
(1998) lo definió como “imposición de derechos”. La escuela moderna argentina
imponía el derecho a la educación a cambio de excluir las culturas originarias, las
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culturas migrantes, la diversidad sexual, entre otras. En definitiva, la escuela se
fundó en los valores propios de las sociedad moderna, burguesa - colonial,
patriarcal, adultocéntrica y heterosexista.
Hay una cuestión que es importante señalar a nivel del sistema educativo, que
tiene su inicio en este período y cuya intensificación posterior va a impactar
fuertemente en términos de fragmentación y segmentación del sistema. La
característica del período que se abre en el ’58 y que impacta en las condiciones del
ejercicio de la educación como derecho es la paulatina creciente privatización
de la educación impulsada por las políticas públicas del Estado. Hacia fines de los
’40 cuando el Estado comenzó a subsidiar la educación privada sólo el 8% de los
estudiantes de la educación primaria asistían a escuelas privadas. En 1998 el 21%
de las/os estudiantes asistía a escuelas privadas. (Pagano, A. y Finnegan, F., 2007)
La educación en dictadura
El período 1976 -1983 amerita un desarrollo pormenorizado. En materia de
derechos humanos, la dictadura cívico militar pone fin al largo (y no libre de
tensiones) proceso de ampliación de derechos del siglo XX. Implicó la
instauración de un proyecto político y económico que reestructuró a la sociedad
en su conjunto mediante el terrorismo de estado.
El terrorismo de estado constituye una forma de ejercicio de la violencia por parte
del Estado con el fin de imponer el terror. En nuestro país esto implicó el
secuestro, detención, tortura y desaparición de 30000 personas, en su gran
mayoría militantes políticos y gremiales. También el estado ejerció violencia
sexual y sustrajo la identidad de 500 bebés que fueron entregados a
apropiadores. En este marco la violación a los derechos humanos fue sistemática.
El proyecto político y económico de la dictadura implicó una ruptura y una
transformación brutal de la economía, la sociedad y la cultura. La política
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económica que se instauró en nuestro país de corte neoliberal se caracterizó por
el endeudamiento, la desindustrialización y la financiarización de la economía e
impactó socialmente a través del aumento de la desigualdad, de la pobreza, de la
precarización laboral y del desempleo.
Ese modelo tuvo su origen en los ‘70 en dictadura, pero se consolidó en los ‘90 y
estalló en el 2001. Sin embargo, sus consecuencias persisten en muchos sentidos
hoy en día y algunos de sus rasgos están siendo nuevamente impulsados por las
políticas de gobierno desde diciembre de 2015.
En el plano educativo, la dictadura cívico militar ejerció tres operaciones sobre
el sistema educativo según Southwell (2002):
● Desarme del andamiaje del Estado docente (a partir de descentralización,
la transferencias de escuelas primarias a las provincias y la promoción de
la privatización de la educación).
● Quiebre del discurso educacional vinculado al ascenso social (en un
contexto de desfinanciamiento de la educación estatal y de un mercado
laboral que ya no garantizaba el ascenso social, la escuela se ve debilitada
en relación con la promesa del ascenso social).
● Represión mediante terrorismo estatal a docentes y estudiantes. Alrededor
de 600 docentes fueron detenidos desaparecidos y miles de estudiantes.
Al mismo tiempo muchos docentes fueron cesanteados y perseguidos, así
como ciertos contenidos, autores y métodos didácticos fueron censurados
y prohibidos.
Durante este período, los rasgos autoritarios de la matriz fundacional de la
escuela argentina fueron intensamente reforzados.
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democrática impulsó numerosas políticas de ampliación y restitución de derechos,
como la reincorporación de docentes cesanteados, eliminación del curso de ingreso
en el nivel secundario, des-arancelamiento de las universidades nacionales, entre
otras, las tendencias privatizadoras y descentralizadores del sistema educativo no
fueron revertidas.
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La ampliación del derecho educativo a toda la población hasta 14 años que implicó
la Ley Federal impactó en un sistema educativo debilitado y fragmentado a raíz de
las políticas de transferencia de responsabilidades educativas a las provincias,
ajuste presupuestarios y promoción de la educación privada. Se consolidó en esta
época un sistema escolar fragmentado y segmentado. Esta situación denota un
reparto diferencial de derechos.
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garantizarlo.
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relación con el proyecto político y económico general que tuvo impacto en la
reducción de la pobreza, del desempleo.
De todas maneras, aun cuando las políticas referidas hasta 2015 hayan iniciado el
camino hacia la reconstrucción de un sistema educativo nacional más orgánico y
menos desigual, no han podido revertir completamente las tendencias vigentes.
Aunque claramente algunas de las dimensiones sustanciales de la fragmentación y
segmentación del sistema han sido resueltas y/o morigeradas (por ejemplo, en
relación con el salario docente, al equipamiento tecnológico, al número de
instituciones oferentes, mejoras en infraestructura, titularización de cargos, entre
otras).
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El programa institucional y la matriz civilizatoria de la escuela
argentina
Como ya mencionamos citando a Adriana Puiggrós (1994), la matriz de la escuela
moderna concibe un ideal de igualdad y de democracia, lo cierto es que esta
igualdad era concebida como homogeneidad y uniformidad.
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interiorización de estos valores, y esto da como resultado la formación de
sujetos libres y autónomos.
La modernidad tardía -afirma Dubet (2004)- ha puesto en crisis estos rasgos del
programa ya que vivimos en un mundo “desencantado” que ha puesto en cuestión
esos valores y principios incuestionables. Variados procesos sociales confluyen en
este punto, por un lado, la diversidad de culturas y condiciones que han ingresado a
la escuela y esperan ser reconocidas; por otro lado, ni la ciencia ni la razón han
asegurado el progreso de la humanidad. Por último, la escuela ha perdido
centralidad en relación con otras instituciones de socialización como los medios de
comunicación y las TIC.
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El desafío de las trayectorias escolares en la secundaria
obligatoria
Los rasgos del sistema determinan trayectorias teóricas que producen en algunos
niveles la repitencia o la sobreedad como problema, por ejemplo, a partir de la
combinación de la anualidad de los grados con la gradualidad del curriculum en
primaria y secundaria. En cambio, en superior, como los grados no están
anualizados, esto no sucede, no se repite el año. Al mismo tiempo, esto rasgos,
producen ciertas representaciones acerca de nuestra tarea y nuestros estudiantes
que tienen consecuencias en las propuestas didácticas. Terigi (2007) denomina
didáctica monocrónica, por ejemplo, a aquella que supone homogeneidad de
alumnado y simultaneidad en el aprendizaje.
La autora identifica algunos desafíos que nos plantean el análisis de las trayectorias
reales:
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La transformación del nivel secundario en un derecho de toda la población, implica
una revisión de toda una serie de prácticas y modos de organizar el aprendizaje,
que están automatizadas por las docentes y los docentes, prácticas que fueron
aprendidas y naturalizadas a lo largo de nuestra biografía escolar y profesional.
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Dubet, F. (2010) “Crisis de la transmisión y declive de la institución.” En: Política y
Sociedad, Vol. 47, Núm. 2. Madrid: UCM.
Kessler, Gabriel (2004). Sociología del delito amateur. Buenos Aires: Paidós.
Terigi, F. (2007) “Los desafíos que plantean las trayectorias escolares”. Paper
presentado en el III Foro Latinoamericano de Educación “Jóvenes y docentes. La
escuela secundaria en el mundo de hoy”. Organizado por la Fundación Santillana.
Buenos Aires, 28-30 de mayo.
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