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1. Origen
El origen de la publicidad registral propiamente dicha se encuentra en la alta Edad Media, donde las
iglesias, monasterios y grandes terratenientes tomaron por costumbre servirse de unos libros en
En el siglo XII, algunos municipios comienzan la llevanza de libros públicos, en los que se consignaban
En un primer momento, los libros consignaron todos los negocios en pura sucesión cronológica.
Más tarde, se separaron en diferentes libros los distintos tipos de negocios. Y, por último, en algunos
Inicialmente, los libros valían como un simple testimonio o medio de prueba de lo que en ellos
constaba. Sólo en algunos lugares, y a partir del siglo XV, la inscripción se convirtió en una parte del
2. Antecedentes
históricamente.
El Ayllu, previo al tiempo de los Incas, fue una forma colectiva de ocupación y explotación de la
tierra:
“De acuerdo con los elementos de juicio proporcionados por los historiadores y sociólogos de los
organización primitiva de posesión comunitaria, y que por un proceso de evolución lenta dio
nacimiento al Estado Incaico, a la posesión privada de la tierra y la coexistencia de un sistema feudal
sustentado en la cooperación del pueblo quien se beneficia con una justa distribución de la
Luego, en el régimen incaico, el ejercicio del gobierno se basaba en un poder teocrático y paternal,
mediante el cual se distribuía las tierras de cultivo de acuerdo con las necesidades de la familia.
Posteriormente, con la conquista española de los pueblos de esta parte del continente, se
encomiendas.
A la muerte de Pizarro, el Rey de España tomó la administración directa de las colonias nombrando
En ese sentido “el primer libro de Registro de inscripciones de censos y tributos que gravaban la
Audiencia de Lima de 3 de abril de 1565 y en aplicación de la Real Carta Orden expedida por el Rey
Don Felipe, derivada de los dos capítulos de las Cortes de Madrid de 1528 y de Toledo de 1539”.
Manifestación de ello fue la imposición a todas las Colonias de América -mediante las Reales Cédulas
de ocho de mayo de 1778 y dieciséis de abril de 1783 de la Pragmática del Rey Don Carlos III de 1768
siendo distinto en el Perú colonial, ya sea por las deficiencias de la propia normativa o por una
cogía el papel o pergamino que la contenía, lo besaba si en antojo le venía, y luego, elevándolo a la
tomando en consideración que el Estatuto Provisional del General Don José de San Martín señalaba
que quedaban con toda su fuerza y vigor las leyes españolas que no se opusieran a los principios
independentistas.
Después, en 1835, el Proyecto de Código Civil de don Manuel Lorenzo de Vidaurre se limitó a regular
las cargas y gravámenes y no así las transmisiones inmobiliarias, siendo sin embargo considerado
por algunos el primer ensayo individual de una legislación nacional de orden privado.
cual creó el oficio de hipotecas a cargo del escribano público el cual registraba las hipotecas sobre
bienes situados en su respectivo departamento llevando un libro en el cual se tomaba razón de las
mismas. La calificación en estos libros, al igual que en las normas precedentes, era mínima toda vez
que sólo se limitaba a la verificación de las cargas y gravámenes, no así a la verificación de la validez
En este sentido, dicho articulado de normas no propició el aumento del crédito territorial ni impulsó
el tráfico inmobiliario, los cuales habían entrado en crisis debido, entre otras cosas, a la guerra con
España.
Frente a dicha realidad, se presentaron proyectos que buscaron paliar la situación. El Dr. Francisco
García Calderón presentó un proyecto sobre el Banco de Crédito Territorial Hipotecario y Don José