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Departamento de Filosofía
SFC-Ética contemporánea
David Alejandro Roa Ramírez
La sesión comienza con la lectura del protocolo que recoge los puntos más importantes de la
sesión precedente, en la que se abordó el texto ¿Cómo argumentar sobre la razón práctica?,
de Wallace (2006). Este documento nos lleva a revisar las nociones de “deseo de salida” y
“deseo de entrada”. El primero es un deseo dirigido a que un estado de cosas en el mundo se
ajuste a la mente. Además de esto, tiene la particularidad de ser susceptible de razones, es
decir que puede ser el resultado de una deliberación y, por tanto, se pueden dar razones de
él. Por otro lado, un deseo de entrada es provocado por algo externo al sujeto. Resulta claro
que, a diferencia del deseo de salida, el deseo de entrada no está dado por una deliberación,
sino que de cierta forma se le impone al sujeto desde fuera. Estas nociones resultan ser un
punto de crítica al humismo, pues Wallace consideraría que los deseos no constituyen un
reino de dominio absoluto sobre la razón, sino que a través de la deliberación podrían
examinarse o incluso crear deseos. Hay deseos que pueden ser objeto de deliberación.
Luego de este breve retorno al texto de Wallace, José Francisco comenzó la lectura de su
ponencia, cuyo objeto de reflexión fue el texto de Parfit (2004). Es el ponente mismo quien,
desde un principio, anuncia que lo que le gustaría someter a discusión es la propuesta
planteada por el propio Parfit y que se expone al final del texto asignado. No obstante, la
ponencia no se limita a tocar este aspecto, sino que hace una breve exposición de las posturas
que Parfit va recogiendo a lo largo de su texto, y frente a las cuales intenta plantear su propia
concepción del asunto. Como bien lo señala el ponente, la postura del autor se inclina por
una ‘realismo normativo no reductivo’ y la defensa de las razones externas.
Efectivamente, el punto central del texto gira en torno a ese primer concepto, que guarda una
relación con la afirmación de Parfit según la cual sólo hay razones externas. En virtud de que
el tiempo de la sesión no iba a ser suficiente para abordar con detalle lo que significa esta
concepción de Parfit, se acordó una serie de claves de lectura que hicieran las veces de guía
para la continuación de la discusión de este texto en la próxima sesión del seminario. Así, se
acuerda desarrollar intentos por clarificar, a la luz del texto, lo que Parfit entiende por
‘realismo normativo no reductivo’, y para ello, se sugiere examinar el concepto a la luz de
las oposiciones que el autor desarrolla. Elucidar parte del contenido de ese concepto es uno
de los objetivos principales de este protocolo.
Siguiendo la sugerencia de leer el concepto a partir de sus oposiciones, es posible afirmar
que los binomios a considerar son: reductivo / no reductivo; y naturalismo / realismo
normativo
1. Reductivo / No reductivo
Como lo señala el ponente, el aspecto de lo reductivo tiene que ver con las afirmaciones:
En el caso del enunciado (A), se tiene la constatación de un hecho natural que parece dar una
razón para actuar de cierta manera. Sin embargo, no hay aquí nada más que la constatación
de un hecho empírico o natural. El aspecto propiamente normativo se da en (E), donde se
evidencia, en un nivel que parece de necesidad racional, una relación entre la verdad de (A)
y la razón para actuar de determinada manera. Es esa relación el algo más que constituye la
fuerza normativa, pues dada la verdad de (A) se debe actuar de una manera determinada, de
lo contrario, estaríamos frente a un proceder irracional. Mientras que el hecho normativo
aparece en una dimensión del deber y la razón, el hecho natural se queda en un nivel
meramente empírico y psicológico, razón por la cual los juicios respectivos no pueden
significar lo mismo. Al parecer, esto es lo que hace que los conceptos normativos sean una
categoría fundamental, de los que provienen verdades y conocimiento de un orden distinto a
los que son dados por verdades empíricas ordinarias. Asimismo, parecen no poder ser
explicados, por decirlo de algún modo, dentro de su propia categoría, es decir en términos
normativos (p.53).
Ahora bien, si todo esto es verdad, se entiende mejor el hecho de que Parfit defienda la
existencia solo de razones externas. El realismo normativo no reductivo implica, de entrada
y por oposición a las teorías fundadas en el deseo, una dimensión que proviene de la
necesidad racional, y no de lo empírico-psicológico que se supone a la base de lo
motivacional. En el marco de lo sustancialmente racional, se ve que la fuerza normativa
inherente a las razones no depende de ninguna estructura motivacional subjetiva, sino que,
dada la verdad de un hecho, esta se sigue de forma necesaria. Los hechos de los que se
alimenta este realismo ya no se entienden como la base de nuestros deseos y creencias, sino
que, a un nivel más fundamental, hablan acerca de lo que merece ser conseguido o evitado
(p.61).
Bibliografía