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Universidad Nacional de Colombia

Departamento de Filosofía
SFC-Ética contemporánea
David Alejandro Roa Ramírez

Protocolo sesión 23 de septiembre 2019

La sesión comienza con la lectura del protocolo que recoge los puntos más importantes de la
sesión precedente, en la que se abordó el texto ¿Cómo argumentar sobre la razón práctica?,
de Wallace (2006). Este documento nos lleva a revisar las nociones de “deseo de salida” y
“deseo de entrada”. El primero es un deseo dirigido a que un estado de cosas en el mundo se
ajuste a la mente. Además de esto, tiene la particularidad de ser susceptible de razones, es
decir que puede ser el resultado de una deliberación y, por tanto, se pueden dar razones de
él. Por otro lado, un deseo de entrada es provocado por algo externo al sujeto. Resulta claro
que, a diferencia del deseo de salida, el deseo de entrada no está dado por una deliberación,
sino que de cierta forma se le impone al sujeto desde fuera. Estas nociones resultan ser un
punto de crítica al humismo, pues Wallace consideraría que los deseos no constituyen un
reino de dominio absoluto sobre la razón, sino que a través de la deliberación podrían
examinarse o incluso crear deseos. Hay deseos que pueden ser objeto de deliberación.
Luego de este breve retorno al texto de Wallace, José Francisco comenzó la lectura de su
ponencia, cuyo objeto de reflexión fue el texto de Parfit (2004). Es el ponente mismo quien,
desde un principio, anuncia que lo que le gustaría someter a discusión es la propuesta
planteada por el propio Parfit y que se expone al final del texto asignado. No obstante, la
ponencia no se limita a tocar este aspecto, sino que hace una breve exposición de las posturas
que Parfit va recogiendo a lo largo de su texto, y frente a las cuales intenta plantear su propia
concepción del asunto. Como bien lo señala el ponente, la postura del autor se inclina por
una ‘realismo normativo no reductivo’ y la defensa de las razones externas.
Efectivamente, el punto central del texto gira en torno a ese primer concepto, que guarda una
relación con la afirmación de Parfit según la cual sólo hay razones externas. En virtud de que
el tiempo de la sesión no iba a ser suficiente para abordar con detalle lo que significa esta
concepción de Parfit, se acordó una serie de claves de lectura que hicieran las veces de guía
para la continuación de la discusión de este texto en la próxima sesión del seminario. Así, se
acuerda desarrollar intentos por clarificar, a la luz del texto, lo que Parfit entiende por
‘realismo normativo no reductivo’, y para ello, se sugiere examinar el concepto a la luz de
las oposiciones que el autor desarrolla. Elucidar parte del contenido de ese concepto es uno
de los objetivos principales de este protocolo.
Siguiendo la sugerencia de leer el concepto a partir de sus oposiciones, es posible afirmar
que los binomios a considerar son: reductivo / no reductivo; y naturalismo / realismo
normativo

1. Reductivo / No reductivo
Como lo señala el ponente, el aspecto de lo reductivo tiene que ver con las afirmaciones:

(R) tenemos una razón para hacer algo; y


(M) Si deliberáramos sobre los hechos de forma procedimentalmente racional, estaríamos
motivados a hacer eso.
Las formas de reducción pueden darse, dice Parfit, analíticamente o no-analíticamente. En el
primer caso de reducción, tenemos que, cuando se afirma (R), lo que se quiere decir es (M).
Por otro lado, una reducción no-analítica sugiere que, cuando (R) es verdadera, es un hecho
normativo que es o consiste en (M), es decir que afirmar que se tiene una razón para hacer
algo implica una cierta fuerza normativa que, en forma de motivación, surge de una
deliberación procedimentalmente racional. Naturalmente aquí hay que preguntarse por el
sentido en que debe entenderse ese procedimentalmente. De entrada, podría sernos útil la
distinción que falta y que es justamente la que se opondría a estas dos formas de reducción.
La No reducción entiende que los hechos descritos por (R) y (M) son de diferente naturaleza,
pues (M) es psicológico y (R) es una verdad normativa. En tanto que una deliberación
procedimentalmente racional constituye un hecho psicológico, lo que surge de allí para
determinar la acción es una fuerza motivadora. Esto es importante, puesto que las razones
que se alimentarían de esta fuerza dependen de la creencia en la verdad de los hechos. Por el
contrario, las razones en cuanto tales son de naturaleza normativa, es decir que están por
encima de lo psicológico y de la creencia en un hecho. Más bien, son independientes de la
creencia, pues provienen de una verdad (p.44). Así, lo procedimentalmente racional que
caracteriza a (M) implica que no se pueda hablar de razones en sentido estricto, pues estas
no están implicadas en el hecho psicológico de tener una creencia en algo. Más bien, las
razones, en tanto constituidas por una fuerza normativa, parecen surgir de la necesidad de lo
sustancialmente racional, donde la motivación no depende ya de la creencia en la verdad de
un hecho, sino en la necesidad –en caso de ser racionales- de conseguir aquello que merece
la pena. La no reducción que alimentará el realismo normativo de Parfit parte, como ya se ha
insinuado, de esta oposición entre lo psicológico y lo normativo.

2. Naturalismo / Realismo normativo


Siguiendo a Parfit, a la base del naturalismo se encuentra una premisa según la cual se dice
que los juicios normativos y los juicios que se hacen acerca de hechos naturales significan lo
mismo (p.53), es decir que un juicio de un hecho natural tiene en sí mismo la fuerza normativa
para dirigir una decisión y, con ello, una acción. A esto se opone el realismo normativo, a
cuya base se encuentra la independencia de la categoría fundamental de lo normativo, lo que
la haría distinta de los juicios de hechos naturales. Parfit señala que, aunque no se pueda
clarificar del todo en qué consisten los juicios normativos, es fundamental entender que, de
haber verdades normativas, no pueden ser hechos naturales, puesto que en la fuerza
normativa están implicados los conceptos de deber y razón. En la fuerza normativa hay algo
más que la mera enunciación sobre un hecho natural. Y ese algo más no está comprendido
dentro del juicio de un hecho natural. Mientras que este último se nutre de una dimensión
empírica, la fuerza normativa propiamente dicha no se da en un nivel psicológico ni empírico,
sino en la dimensión de la necesidad racional, razón por la cual se expresa en forma de deber.
El ejemplo en el que Parfit (p.56) explicita dos enunciados puede resultar útil para entender
el fundamento irreductible de dicha fuerza normativa:

(A) Saltar es la única forma de salvar mi vida


(E) La verdad de (A) me da una razón para actuar.

En el caso del enunciado (A), se tiene la constatación de un hecho natural que parece dar una
razón para actuar de cierta manera. Sin embargo, no hay aquí nada más que la constatación
de un hecho empírico o natural. El aspecto propiamente normativo se da en (E), donde se
evidencia, en un nivel que parece de necesidad racional, una relación entre la verdad de (A)
y la razón para actuar de determinada manera. Es esa relación el algo más que constituye la
fuerza normativa, pues dada la verdad de (A) se debe actuar de una manera determinada, de
lo contrario, estaríamos frente a un proceder irracional. Mientras que el hecho normativo
aparece en una dimensión del deber y la razón, el hecho natural se queda en un nivel
meramente empírico y psicológico, razón por la cual los juicios respectivos no pueden
significar lo mismo. Al parecer, esto es lo que hace que los conceptos normativos sean una
categoría fundamental, de los que provienen verdades y conocimiento de un orden distinto a
los que son dados por verdades empíricas ordinarias. Asimismo, parecen no poder ser
explicados, por decirlo de algún modo, dentro de su propia categoría, es decir en términos
normativos (p.53).

Ahora bien, si todo esto es verdad, se entiende mejor el hecho de que Parfit defienda la
existencia solo de razones externas. El realismo normativo no reductivo implica, de entrada
y por oposición a las teorías fundadas en el deseo, una dimensión que proviene de la
necesidad racional, y no de lo empírico-psicológico que se supone a la base de lo
motivacional. En el marco de lo sustancialmente racional, se ve que la fuerza normativa
inherente a las razones no depende de ninguna estructura motivacional subjetiva, sino que,
dada la verdad de un hecho, esta se sigue de forma necesaria. Los hechos de los que se
alimenta este realismo ya no se entienden como la base de nuestros deseos y creencias, sino
que, a un nivel más fundamental, hablan acerca de lo que merece ser conseguido o evitado
(p.61).

Bibliografía

Álvarez, J. Razones y motivación. Ponencia SFC-Ética contemporánea 2019-II.


Parfit, D. (2004). “Razones y motivación”. En Personas, racionalidad y tiempo. José Oscar
Benito (Trad.). Madrid: Editorial Síntesis.

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