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ESCENA I.

INTRO Y VIDEO
ELSA / NARRADORA.- ¿Cómo empiezan los cuentos? “Érase una vez que
se era…”, “Había una vez…”. Hoy, no os vamos a contar un cuento. Hoy,
vamos a contar una historia de verdad, que pasa todos los días, en
cualquier colegio. Sí, es verdad, habrá también personajes raros, extraños,
pero… en realidad, podéis reconocerlos si miráis a vuestro lado… Hoy,
vamos a contar la historia de Alicia a través del espejo, bueno, al menos,
así se llama ahora. Habrá magia, claro, sino sería un rollo, ¿no?; pero
también habrá mucho de cada uno y cada una de nosotros. Conoceremos
a una Alicia cuya identidad se pone en juego, y a la que acompañarán en
su recorrido diferentes personajes… ¿Empezamos? Pues, ¡dentro video!

VIDEO: EN EL INSTITUTO

PAULA.- LEE EN VOZ ALTA

EL FABLISTANON

Borbotaba. Los biscoleantes toves,


Rijando en la solea, tadralaban…
Misebiles estaban los borgoves
Y algo momios los verdos bratchilbaban.

¡Cuidado, hijo, con el fablistanon!


¡con sus dientes y garras, muerde, apresa!
¡Cuidado con el pájaro sonson
Y rehúye al frumioso magnapresa!

Blandiendo su montante borpalino


Al monstro largo tiempo persiguió…
Bajo el árbol tamtam luego se vino
Y un rato cabilando se quedo

¿de verdad al fablistanon has muerto?


¡Ven que te abrace, niño radioroso!
¡Hurra, hurra, que día ristolerto!
Risoto carcajante y jubiloso.

Borbotaba. Los viscoleantes toves,


Rijando en la solea tadralaban…
Misebiles estaban los borgobes
Y algo momios los verdos bratchilbaban.

FIN VIDEO CON MARIO ATRAVESANDO EL ESPEJO

ESCENA II. EL GATO DE CHESHIRE

Mario pasa a un lugar mágico, a un jardín donde las flores son gigantes y
muy hermosas, en el escenario diferente montículos pequeños llenos de
vegetación.
Mario mirando al patio de butacas habla consigo mismo en voz alta.
MARIO.- ¡¡¡Uauuuu!! ¡He atravesado el espejo!. MIRA A TODOS LADOS
SORPRENDIDO Y EMPIEZA A MIRARSE TAMBIÉN DE ARRIBA ABAJO.
MARIO.- ¡Me encanta mi vestido! ¡Siempre quise tener uno como éste!
¿¿Estaré soñando??. DA VUELTAS, JUGANDO CON EL VESTIDO Y AL FINAL
CAE COMO UNA PEONZA.

MARIO: Bueno, tendré que seguir algún camino… Si logrará subir a esa
colina. (señalando al final del teatro)
alcanzaría a ver todo este bonito jardín (dando una vuelta en sí mismo y
observando todo lo que tiene alrededor),
por ahí veo un sendero (dirigiendo a un lado del escenario)
que sube derecho hacía arriba..., bueno no tan derecho. (Empieza a hacer
que anda y a dar vueltas sobre sí misma)
me imagino que después de tanta vuelta llegará arriba... Por aquí hay una
desviación (se dirige al otro lado del escenario) Por este lado, debe subirse
al monte... (otra vez el juego de girar y andar sobre sí mismo)
Pues no, no sube... ¡me baja de nuevo al mismo sitio. (Otra vez el juego de
andar y girar sobre sí mismo)

Mario se da cuenta de que está en el mismo sitio, que no se ha movido de


ahí.

MARIO: Estoy en el mismo sitio, no he avanzado nada. Será mejor que


descanse un poco… SE SIENTA BAJO EL ÁRBOL.

EN EL ÁRBOL SE ILUMINA EL GATO DE CHELSIRE. SONRIENDO COMO


SIEMPRE, SIGILOSO Y ELEGANTE. TARAREA UNA CANCIÓN CON MARCADO
ACENTO FRANCÉS.
GATO: ¡Oh! Mon amour, ¿Cansada? ¡Sonríe!
MARIO: Esto es todo muy raro, ¿quién eres? ¿Por qué sonríes?
GATO: Sonrío porque soy un Gato de Chelsire, todos tenemos una
preciosa sonrisa.
Sé quién eres, sí, y tienes un bonito nombre. Yo no, simplemente llámame
Señor Gato.
MARIO: ¿Y cuál es mi nombre?
GATO.- ¿Cuál quieres que sea?
MARIO.- ¿No has dicho que lo sabías?
GATO.- Tú también lo sabes. Sólo tienes que decirlo.
ALICIA.- Me gustaría… Quiero…. Llamarme…. ¡ALICIA!
GATO.- ¿Lo ves? Estaba claro, no?. Lo que no se nombra no existe. Y tú,
existes, no?
ALICIA.- Pues claro que existo.
GATO.- Que no se te olvide quien eres. Aquí es muy fácil perder el camino,
mon amour. SONRÍE Y DESAPARECE.
ALICIA.- SE SORPRENDE Y DICE. ¿Sabré encontrar el camino?
SE ILUMINA CAMINO. ALICIA EMPIEZA A CAMINAR Y VE UNAS FLORES. SE
ACERCA A LA MARGARITA.

ESCENA 3: EL JARDIN DE LAS FLORES

ALICIA.- ¿Me quiere o no me quiere? ¡Ay Margarita, ojalá que las flores
pudierais hablar!

MARGARITA: Pues claro que podemos... Siempre que haya alguien que
valga la pena... ¿Tú vales la pena?

Mario se queda atónito y no puede hablar, todo lo expresará con su cara


de sorprendido. Ve como la azucena se mueve por la brisa, y decide seguir
hablando con ella.

MARIO.- Pues… ¡claro que valgo la pena!

MARGARITA: ¿Y cual es tu nombre? Si puede saberse…

MARIO.- Pues… (SE MIRA Y RESPONDE) a partir de ahora me llamo Alicia…

MARGARITA.- Pues vaya nombre…

ALICIA.- ¿Y todas las flores podéis hablar?


MARGARITA: (Susurrando también) Tan bien como tú y desde luego
(gritando) ¡bastante más alto! Por cortesía, no nos corresponde a nosotras
hablar primero, ¿sabes? Me estaba preguntando cuándo te decidirías de
una vez... “No tiene cara de tonta, no, me decía para mis adentros, pero
tampoco es que sea muy inteligente” Además, el color te ayuda mucho. Lo
que me preocupa son Tus pétalos... ¡Estarían mejor más ondulados!

ALICIA: No tenéis miedo de estar plantadas aquí solas, sin nadie que os
cuide?

AZUCENA: Para eso está ahí ese árbol. ¿De qué serviría sino?

ALICIA: ¿Y de que os va a servir, en caso de peligro?

ROSA: Nos cuida con tanto mimo, que hasta llora por nosotras. Por eso se
llama “llorón”. ¿Es posible que no supieras eso?.

ALICIA: ¿Dónde aprendisteis a hablar tan bien? He paseado por muchos


jardines y puedo aseguraros que en ninguno he visto flores que hablaran.

LILA: Es muy sencillo. No tienes más que apoyar la mano en el suelo y


sabrás el porqué.

Alicia pone la mano en el suelo.

ALICIA: El suelo suena maravillosamente bien pero está muy duro, pero no
veo qué tiene eso que ver.

MARGARITA: En la mayoría de los jardines, las flores están en unos lechos


tan blandos, tan blandos... ¡qué siempre están dormidas!

ALICIA: ¡Cómo no se me habrá ocurrido antes!

AZUCENA: Me parece a mí que a ti se te ocurren muy poquitas cosas como


todos los que pasan por aquí. (sarcástica para sí misma)

ALICIA: ¿pero acaso hay otras personas en este jardín?


ROSA: Pues sí, hay otra flor que se mueve por el jardín como tú. Me
pregunto cómo os las arregláis para andar...

LILA.- Pero su corola es más espesa que la tuya.

ALICIA: ¿Dices que se parece a mí?

MARGARITA: Tiene un cuerpo tan desgarbado como el tuyo, pero de un


tono más rojizo y además, me parece que sus pétalos son más cortos.
Pero al fin y al cabo, eso no es culpa tuya. Ya se nota que has empezado a
ajarte y cuando eso ocurre, pues ya se sabe, los pétalos se te arrugan.

ALICIA: ¿Viene por aquí alguna vez?

AZUCENA: La verás dentro de muy poco. Es una flor de esas de nueve


puntas.

ALICIA: ¿Nueve puntas? ¿Dónde las lleva?

ROSA: ¿Dónde las va a llevar? ¡Pues en la cabeza!

LILA.- Por cierto, ¿cómo es que la tuya no tiene puntas? ¡Creía que todas
tenían!

Se oyen unos pasos y vemos llegar a una reina roja con su corona de nueve
puntas.

ALICIA: Voy a saludarla.

FLORES: Vas por mal camino. Te aconsejo que tomes la dirección


contraria.

Alicia no le hace caso y va directa a la Reina Roja, pero cuanto más avanza
mas se aleja la Reina Roja, se para de golpe, piensa y deshace el camino
hecho y empieza al revés y así la Reina Roja se va acercando a ella. Entra
con las cartas.
ESCENA 4. LA REINA ROJA

CARTAS.- (CANTANDO) 1 de picas, dos de tréboles, 3 de bastos…


CARTA 1.- ¿Qué bastos ni bastos?
CARTA 2.- ¿4 de abril?
REINA ROJA.- ¡Renuncio! ¡Vaya pareja! Si lo llego a saber contrato a las
sotas…
CARTAS.- ¡¡¡ALTO!! ¡Está Usted ante su excelencia, la magnífica…
CARTA 2.- Reina de los corazones rotos y de los primeros naipes
CARTA 1.- Protectora de los siete juegos
CARTA 2.- Madre de peones
CARTA 1.- La khalesi del gran full de ases
CARTA 2.- Cortadora de cabezas
CARTA 1.- La que no crece

REINA ROJA: ¿De dónde sales tú? ¿Y adónde te diriges, si puede saberse?
Primero, levanta la vista;
segundo, habla con propiedad y...
tercero haz el favor de dejar los dedos tranquilos.

ALICIA: He perdido mi camino.

REINA ROJA: No sé que quieres decir con eso de tu camino. Cuando está
claro que todos los caminos que hay por aquí son míos... lo que yo quiero
saber es que te ha traído por aquí. Te aconsejo que hagas una reverencia
mientras piensas en la respuesta que me vas a dar y así ganas tiempo.

ALICIA: (mientras hace la reverencia, oímos sus pensamientos) Voy a


ponerla en práctica en cuanto llegue a casa. Igual me ahorro alguna
reprimenda por llegar tarde a cenar.

REINA ROJA: Es hora de que contestes a mi pregunta. Haz el favor de abrir


bien la boca cuando hables y darme el trato de Majestad.

ALICIA: (con la boca abierta) Sólo quería ver como era este jardín,
Majestad...
REINA ROJA: ¿Cómo?

ALICIA: Sólo quería ver como era este jardín, Majestad...

REINA ROJA: Así me gusta (dándole unos golpes en la cabeza a Alicia).


Pero, ¿cómo es que llamas a esto un jardín? ¡Para jardines, los que he
visto yo por esos mundos! A su lado, esto no pasa de ser un desierto...

ALICIA: ...y para verlo mejor, buscaba un camino que me llevara a la


cumbre de aquel monte...

REINA ROJA: ¿Monte, le llamas tú a eso? ¡Para montes los que te podría
enseñar yo, tan grandes, que a su lado éste te parecería un valle!

ALICIA: Eso es imposible. Un monte no puede ser un valle, por muy


pequeño que sea... Eso sería un disparate...

REINA ROJA: ¿Disparate has dicho? ¡Para disparates los que oigo yo todos
los días!

Alicia hace una pequeña reverencia y empezaron a caminar juntas.

ALICIA: ¡Se diría que está trazado como un enorme tablero de ajedrez!
¿Sólo faltan las piezas! Y sin embargo… ¡Por allí veo unos hombres que se
mueven! ¡Es cierto, están jugando una gigantesca partida de ajedrez y el
mundo entero es el tablero! Bueno, suponiendo que esto sea el mundo…
¡Que bien me lo voy a pasar! ¡Cómo me gustaría jugar a mi también! ¡No
me importaría ser peón, con tal de que me dejarán…! Aunque, puestos a
escoger preferiría ser Reina.

REINA ROJA: ¡Eso se arregla enseguida! Tu puedes ser el peón de la Reina


Blanca… ya sabes que se empieza a jugar en la segunda casilla y que, al
llegar a la octava, te puedes convertir en Reina.

Alicia cada vez estaba más agitada. Hasta que las dos empezaron a correr
cogidas de la mano.

REINA ROJA: ¡Más rápido! ¡Y no digas ni una palabra! (pausa) ¡Deprisa!


¡Más deprisa!
ALICIA: (casi sin poder hablar) ¿Estamos llegando ya?

REINA ROJA: ¿Llegando? ¡Ya lo creo! ¡Cómo que lo pasamos hace diez
minutos1 ¡No te detengas! ¡Más deprisa! (una larga pausa) ¡Un
esfuerzo! ¡Un último esfuerzo! ¡Deprisa, mas deprisa! (al pararse, después
de una pausa larga) Puedes descansar un rato.

ALICIA: ¡Pero si estamos donde estábamos antes! ¡No nos hemos movido
de este árbol! En mi país (jadeando) cuando se corre durante algún
tiempo en una determinada dirección se suele llegar a alguna parte.

REINA ROJA: Tu país debe ser algo lento. Aquí tienes que correr a toda
velocidad para poder permanecer en el mismo lugar, y si quieres
desplazarte a otro, ¡entonces debes correr el doble de deprisa!.

ALICIA: Pues entonces prefiero no intentarlo. Me encuentro muy bien es


este lugar... (cínicamente)

REINA ROJA: Voy a tomar medidas del lugar. (sacando una cinta métrica
de su bolsillo) Cuando haya avanzado dos metros, te daré las
instrucciones que has de seguir. Cuando llegue a los tres metros, te
repetiré las instrucciones... no sea que se te olviden. Al llegar a los cuatro
me despediré de ti, y a los cinco... ¡habré desaparecido por completo!
Un peón puede avanzar dos casillas en la primera jugada, ya sabes, de
modo que tu debes desplazarte hasta la cuarta casilla, pasando, muy
deprisa por la tercera (mas vales que cojas el tren). Cuando llegues a la
cuarta verás que pertenece a los hermanos Tararí Tarará; en la quinta no
hay más que agua, la sexta es del Señor Huevo… la séptima casilla es un
bosque, pero encontrarás un caballero que te señalará el camino… y al
llegar a la octava… ¡te coronarán Reina y lo celebraremos juntas y todo
será diversión y alegría!

ALICIA: Bien. Toma toma, voy a ser Reina.

REINA ROJA: No olvides jamás de quien es uno.

ALICIA: No olvides jamás de quien es uno.


No olvides jamás de quien es uno.
No olvides jamás de quien es uno.
No olvides jamás...
No olvides...
Se me ha olvidado...

ESCENA III
(El mundo de los insectos)

Alicia se queda sola u empieza a hablar.

ALICIA: Vamos a estudiar la geografía. Veamos: ríos importantes, ninguno.


Principales sistemas montañosos; yo estoy situada en la única montaña
que se divisa, pero... ¡cualquiera sabe cómo se llama! Ciudades más
importantes... Por cierto, ¿qué clase de bichos serán esos que están
haciendo miel allá a lo lejos?

(Señala al fondo del teatro donde hay un panel de abejas haciendo miel.
Permanece durante un tiempo en silencio observando el panel)

¡Abejas no pueden ser, porque nadie puede distinguir una abeja a un


kilómetro de distancia! Pues si es una abeja ¡Menudas flores debe haber
por allí! ¡Deben de ser tan grandes como casas que hubiesen crecido
sobre tallos y se hubieran quedado sin tejado! ¡Dentro debe haber
cantidad de miel! Voy a bajar a ver que tal... No, no, no lo que me
interesa es llegar a la tercera casilla.

Alicia va directa al fondo del escenario pero cuando empieza a andar entra
un gusano con un banco de tren y la sienta de golpe.

GUSANO: ¡Billetes, por favor! ¡Vamos niña, enséñame tu billete!


¡Niña, niña, No me hagas esperar. ¡Mi tiempo es oro!

ALICIA: Lo siento, pero no llevo billete. No había taquilla en el país de


donde vengo.

GUSANO: ¡No había taquilla en el país de donde viene... La tierra de ese


país debe ser de oro! ¡Basta de excusas! Si no había taquillas, debería
habérselo comprado al maquinista de la locomotora. ¡Al maquinista de la
locomotora! (El gusano mira a Alicia con un telescopio, con un
microscopio para terminar con unos gemelos de teatro) Estás viajando en
dirección contraria. Una niña tan pequeña debería saber la dirección en
que viaja antes que su propio nombre.

MARIQUITA: No te preocupes querida por tu billete. Basta conque saques


uno de ida y vuelta cada vez que pare el tren.(voz en off)

ALICIA: No pienso hacer cosa semejante. ¡Ojalá pudiera volver al bosque!


No quiero que me traigan y me lleven en un tren en el que yo nunca he
querido estar.

MARIQUITA: Eso es lo que llaman el va- i-vén del tren. (voz en off)

ALICIA: Quieres dejar de molestar. Si tanto te gusta hacer chistes, ¿por


qué no los cuentas en voz alta?... Malditos insectos. Si de este salto nos
colocamos en la cuarta casilla algo habremos adelantado.

Frena el tren y Alicia se cae al asiento de enfrente.

MARIQUITA: ¿Así que no te gustan los insectos?

ALICIA: (asombrada) Me gustan los insectos que saben hablar. En mi país


no saben.

MARIQUITA: ¿Y no hay ningún insecto que te resulte encantador?

ALICIA: Encantador no es precisamente la palabra que yo suelo emplear


para hablar de insectos. En algunos casos, sobre todo si se trata de
insectos grandes, yo más bien diría aterrador, pero te puedo dar nombres
de los insectos que hay en mi país. Mosca, mosquito, mantis religiosa,
mariposa, avispa....

MARIQUITA: Si tienen nombre, vendrán cuando se les llama ¿no?

ALICIA: Que yo sepa no es así.

MARIQUITA: Entonces, ¿de qué les sirven los nombres?


ALICIA: A ellos de nada, pero son de utilidad para las personas que se los
han puesto... Si no ¿por qué iban a tener nombre las cosas?

MARIQUITA: ¡Vete a saber! Solo puedo decirte que ahí abajo, en ese
bosque, las cosas no tienen nombre y se arreglan muy bien sin él…
Supongo que a ti no te gustaría quedarte sin nombre.

ALICIA: ¡Pues claro que no!


Alicia se levanta de golpe y hace que salta del tren.
Voy a ir al bosque donde las cosas pierden su nombre... es la única manera
de llegar a la octava casilla. ¿Qué será del mí nombre cuando entre en él...
No me gustaría perderlo, porque tendrían que ponerme otro.(Se mueve
por el espacio) ¿Quién soy yo? ¿Seré capaz de acordarme? Estoy segura
que empieza por L. (Alicia oye un siseo mientras ve entrar una abeja muy
grande)

ABEJA: ¿Cómo te llamas?

ALICIA: Pues..., pues... Supongo que ahora no me llamo nada.

ABEJA: Piénsalo bien. Esa respuesta no me vale.

ALICIA: Quizás si me dijeras como te llamas tu. Podría recordar cómo me


llamo yo.

ABEJA: Te lo diré si me acompañas un poquito. Aquí me es imposible


recordarlo.
(parándose de golpe) Yo soy una abeja. ¡Y tu eres...! ¡Tu eres un humano!
(se asusta y sale corriendo)

ALICIA: El caso es que ahora también recuerdo mi nombre. Me llamo


Alicia... Alicia... ¡Prometo no volver a olvidarme nunca más de él!

(Se gira y ve en el fondo una indicación; dos postes con la misma dirección,
pero con información diferente: A la casa de Tarará y la otras a la casa
deTararí. Después de quedarse en silencio unos minutos)

Empiezo a pensar que estos dos señores viven en la misma casa. ¡Cómo no
se me habrá ocurrido antes. ¡Que tonta soy! Les haré una visita rápida.
ESCENA IV
(La morada de los gemelos Tararí y Tarará)

Tararí y Tarará se colocan uno al lado del otro.

TARARÍ: Una de dos, o crees que somos figuras de cera y en este caso
deberías pagar por mirarnos, porque es bien sabido que nadie va a un
museo de cera gratis...

TARARÁ: o por el contrario, si crees que estamos vivos, entonces deberías


hablarnos.

ALICIA: Les pido mil disculpas. Alicia recita o canta una canción:

Tarará de Tararí
era su hermano gemelo,
mas Tarará a Tararí
le retó a batirse en duelo.

Fue el motivo baladí


de desafío tan fiero.
que a Tarará Tararí
le había roto el sonajero.

Pero estando así bajó


un negro cuervo del cielo,
y tal susto les pegó,
que al punto se acabó el duelo.

TARARÍ: ¡No es así!

TARARÁ: O si fuera así, entonces lo hubiera sido... pero como resulta que
no es así, pues no lo es... ¡y sanseacabó!.
ALICIA: Sólo pensaba en cual seria la mejor manera de salir de este
bosque, porque está oscureciendo. ¿Podrían ustedes indicarme el
camino?
(Señalando a uno de ellos después de estar observándolos un tiempo)
Alumno número uno. (Señalando al otro) Alumno número dos.

TARARÍ: ¡Así no se empieza! Lo primero que se hace en una visita es


saludar: ¡Hola! ¿Cómo está usted? Y a continuación dar la mano.

(Los dos hermanos se abrazan y se dan la mano y después le dan la mano


a Alicia. Acaban los tres bailando en corro, cantan el corro de la patata.
Los hermanos paran cansados.)
El corro de la patata
comeremos ensalada
lo que comen los señores,
patatitas y limones
Achupé achupé
sentadita me quede.

TARARÍ: Cuatro vueltas al corro son más que suficientes.

ALICIA: Espero que no estén muy cansados.

TARARÁ: ¡No señor! Pero celebro que me lo haya preguntado.

ALICIA: ¿Podrían ustedes indicarme el camino para salir del bosque? (Se
oye como un ronquido o un rugido) ¿Hay por casualidad, leones o tigres
por estos contornos?

TARARÍ: Sólo es el Rey Rojo, que está roncando. ¡Ven a echarle un vistazo!
(Se la llevan a un lado) ¿No es conmovedor verle así? Ronca como un
santo varón.

ALICIA: Si sigue ahí tumbado en la hierba húmeda, va a coger un buen


resfriado.

TARARÁ: Ahora está soñando contigo. Y si dejara de soñarte, ¿dónde te


crees que estarías?

ALICIA: Estaría donde estoy ahora. ¿Dónde iba a estar?


TARARÍ: ¡Qué te crees tú eso! No estarías en ninguna parte. ¡Tu no eres
más que una especie de cosa en el sueño del Rey.

TARARÁ: Si ahora el Rey se despertará, tú te esfumarías como se esfuma


una vela cuando se acaba la mecha.

ALICIA: ¡No es verdad! Y además, si yo no soy más que una especie de


cosa en el sueño del Rey... ¡me gustaría saber lo que son ustedes!

TARARÍ Y TARARÁ: ¡Lo mismo! ¡Lo mismo! ¡Lo mismo!

ALICIA: ¡Cállense! Van a despertar al Rey si hacen tanto ruido...

TARARÍ: ¿Cómo quieres despertar al Rey si no eres más que parte de su


sueño? De sobras sabes que no eres real.

ALICIA: ¡Soy real! (llorando)

TARARÍ: ¡No serás real por más que llores!. Y no hay alguna razón para
llorar.

ALICIA: Si no fuera real, no podría llorar.

TARARÁ: Pero ¿es que acaso piensas que esas lágrimas tuyas con reales?

(Alicia se tranquiliza y poco a poco deja de llorar)

ALICIA: Se me está haciendo tarde y debería salir del bosque antes de que
oscurezca... Pero si es un cascabel. (lo examina) ¡Es un cascabel... pero sin
serpiente! En realidad, no es más que un sonajero, viejo y roto.

TARARÍ: ¡Lo sabía! ¡Naturalmente que está roto! ¿Cómo iba a estar sino?

ALICIA: No se ponga así, no es más que un sonajero viejo...

TARARÁ: ¡Eso es lo que tú te crees! ¡Te digo que es nuevecito... Lo compré


ayer mismo! ¡Ay, mi sonajero, mi sonajero nuevo!¡Te reto a un duelo!

(Los gemelos se ponen a pelear entre ellos.)


TARARÍ: (mirando su reloj) Son la cuatro y media. Se nos ha hecho tarde,
nos vamos.

(Se van mientras Alicia se queda allí sola, pero de golpe de un lado del
escenario le llega volando un mantón blanco)

ESCENA V
(La Reina Blanca)

(Aparece la Reina Blanca con los brazos abierto como si quisiera volar.
Alicia le acerca el mantón)

ALICIA: Me complace mucho el haberle podido ser de alguna utilidad.


¿Con quién tengo el gusto de hablar? ¿Acaso es la Reina Blanca la que han
visto mis ojos?

REINA BLANCA: No creo, yo me visto sola.

ALICIA: ¿Da su Majestad el visto bueno para que me dirija a su persona?

REINA BLANCA: Ni bueno ni malo. ¡Yo me visto a mi manera y no veo que


tengas tú nada que decir al respecto! ¡Llevo dos horas vistiéndome, si te
parece poco!

ALICIA: ¿Me permitiría, al menos que le coloque bien el mantón?

REINA BLANCA: ¡No sé que le pasa hoy a este mantón! Debe de estar de
mal humor... ¡Lo he sujetado con un alfiler aquí y otro allí, pero no hay
forma de que se esté quieto!

ALICIA: No puede quedarle derecho si lo sujeta usted de un solo lado. (Se


lo coloca bien) Hay que ver cómo tiene usted el pelo...

REINA BLANCA: es que se me ha quedado enredado el cepillo, dentro, y


ayer perdí el peine...
ALICIA: (desenredando el cepillo) Bueno, ya va usted teniendo mejor
aspecto. Pero creo que lo que a usted le hace falta es una buena doncella.

REINA BLANCA: Dos peniques a la semana y mermelada en días alternos.


El puesto es tuyo.

ALICIA: ¡Pero si yo no busco empleo! Y además... ¡no me gusta la


mermelada!

REINA BLANCA: Es de la mejor calidad.

ALICIA: No entiendo nada de lo que me dice. ¡Menudo lío!

REINA BLANCA: Bueno, es lo que ocurre cuando se vive al revés. Hay que
reconocer que al principio, se marea una un poco...

ALICIA: ¡Vivir al revés! ¡Jamás he oído semejante cosa!

REINA BLANCA: La ventaja que tienes es que la memoria funciona en dos


direcciones.

ALICIA: Mi memoria, desde luego, funciona solamente en una. Soy incapaz


de recordar las cosas que aún no han ocurrido.

REINA BLANCA: De poco sirve una memoria que sólo funciona marcha
atrás.

ALICIA: ¿Cuáles son las cosas que usted mejor recuerda?

REINA BLANCA: Cosas que ocurrieron dentro de un par de semanas. (Se


pone una venda alrededor el dedo) ¡Ay ,ay, ay! ¡Mi dedo! ¡Mi pobre dedo!
¡Me está sangrando el dedo! ¡Ay,ay,ay!

ALICIA: ¿Qué le pasa? ¿Se ha pinchado usted el dedo?

REINA BLANCA: Aún no..., pero me lo voy a pinchar enseguida... ¡ay,ay,ay!


(cambiando de tema) ¿Cuántos años tienes?

ALICIA: Tengo siete años y medio exactamente.


REINA BLANCA: Sobra lo de exactamente. Para ser exactos hay que hablar
con exactitud. Yo por ejemplo, tengo ciento un año, cinco meses y un día.

ALICIA: ¡Eso no me lo puedo creer!

REINA BLANCA: ¿De veras no puedes? Será porque no has probado.


Vamos a ver: respira hondo y cierra los ojos. Respira, respira...

ALICIA: ¡No se pueden creer las cosas imposibles!


REINA BLANCA: Será porque no lo has intentado. Cuando yo tenía tu edad,
lo intentaba media hora cada día... Antes de la hora del desayuno a veces
ya me habría creído seis cosas imposibles...

(Se le vuela el mantón, Alicia y ella van detrás de él, vemos en el escenario
como Alicia le pone de nuevo el mantón a la Reina pero no vemos a la
Reina)

ALICIA: Espero que tenga el dedo mucho mejor.

REINA BLANCA: Mejor, mucho mejor. ¡Mucho meeejor! ¡Meeee-jor!


¡Meeeee-jor!
¡Mee-meee! (como un balido de oveja)

ESCENA VI
(¿Cumpleaños o cumpledías?)

A Alicia entra en escena y se encuentra con el huevo..

HUEVO: Para la música, paren la música. ¿Acaso soy yo la Reina Blanca?

ALICIA: ¡Es igual que un huevo!

HUEVO: ¡Muy gracioso, eso de que le llamen a uno huevo!


ALICIA: No dije que usted fuera un huevo, sino que se parecía a un huevo.
Y además no sé si sabe que hay huevos muy hermosos.

HUEVO: Hay personas que tienen menos seso que un mosquito. Vamos a
ver ¿Cómo te llamas?

ALICIA: Me llamo Alicia, pero...

HUEVO: Vaya nombre más estúpido. ¿Y eso qué significa?

ALICIA: ¿Acaso los nombres significan algo?

HUEVO: ¡Pues claro que sí! ¡Mírame a mi! ¡Mi nombre se refiere a mi
figura... que no está nada mal por cierto! Pero tú con ese nombre,
¡podrías ser cualquier cosa!

ALICIA: ¿Por qué está usted ahí tan solo?

HUEVO: Hombre, estoy solo... ¡porque no hay nadie conmigo! ¿Te creías
que no iba a saber contestarte a eso? ¿Qué edad dijiste que tenías?

ALICIA: (calculando) Siete años y seis meses.

HUEVO: ¡Respuesta equivocada! ¡Eso no fue exactamente lo que dijiste!

ALICIA: Creía que me preguntaba: ¿qué edad tienes?.

HUEVO: ¡Atente a lo que dije, no a lo que pensabas que había dicho!


¡Siete años y seis meses! Una edad muy difícil... Si me hubieras pedido
consejo te habría dicho: Quédate en los siete, pero ahora ya es demasiado
tarde.

ALICIA: ¡No acostumbro a pedir consejos sobre mi edad! Además no le


había dicho mi edad...

HUEVO: La niña nos ha salido orgullosa.

ALICIA: ¿No se da usted cuenta de que uno no puede evitar hacerse


mayor? (cambiando de tema)
¡Qué cinturón mas bonito lleva usted! Bueno he dicho cinturón... cuando
en realidad tenía que haber dicho corbata. ¿Le ruego que me disculpe!

HUEVO: (enfadado) ¡Es el colmo de la ignorancia! ¡Mira que confundir una


corbata con un cinturón!

ALICIA: ¡Lleva usted razón, soy una boba!

HUEVO: Vamos niña, ¿no ves que es una corbata? ¡Y una corbata muy
bonita, como tu bien has dicho! Se trata de un regalo de los Reyes
Blancos.

ALICIA: ¿Lo dice usted de veras?

HUEVO: ¿Pues claro que sí! Ellos me la dieron... en persona... con motivo
de una fiesta de cumpledías.

ALICIA: ¿Qué es un regalo de cumpledías?

HUEVO: Un regalo que se hace un día que no es tu cumpleaños


naturalmente.

ALICIA: Prefiero los regalos de cumpleaños.

HUEVO: ¡No sabes los que estás diciendo! Vamos a ver, ¿Cuántos días hay
en el año?

ALICIA: Trescientos sesenta y cinco.

HUEVO: Y de estos días ¿Cuántos son tu cumpleaños?

ALICIA: Uno.

HUEVO: Y, si restas uno de estos trescientos setenta y cinco, ¿cuántos


quedan?

ALICIA: Trescientos setenta y cuatro, naturalmente.


HUEVO: Así que hay trescientos sesenta y cuatro días al año en los que
uno puede recibir un regalo de cumpledías... ...y uno solo para regalos de
cumpleaños. ¡ya ves! ¡te has cubierto de gloria!.... …. ¡Adiós!
(Alicia se queda atónica con la despedida tan de golpe)

ALICIA: ¡Adiós! ¡Hasta que volvamos a encontrarnos!

HUEVO: No creo que volvamos a encontrarnos, y aunque nos


encontráramos, tampoco te reconocería. ¡Te pareces tanto a las otras
personas!

ALICIA: Todas las personas se parecen. Es la cara la que nos hace


diferentes.

HUEVO: ¡De eso me quejo! Tu cara es idéntica a la de los demás: dos ojos
por aquí, una nariz por allá... y debajo la boquilla. ¡Siempre lo mismo! En
cambio, si tuvieras los dos ojos en el mismo lado de la cara, o la boca
arriba, en lugar de abajo, ya sería otra cosa...
Te queda poco camino que recorrer no tienes mas que bajar por esa colina
y cruzar el arroyo. Así te convertirás en reina.

(Se va, dejando a Alicia sola)

ALICIA: Todas las personas se parecen. Es la cara la que nos hace


diferentes. (Juego con el público)

ESCENA VII
(La Reina Alicia)

ALICIA: ¡Que cosa mas maravillosa! ¡Nunca pensé que llegaría a ser Reina
tan pronto! ¡Toma, biennnnn! (regañándose ella misma) ¡Y ahora,
Majestad, le voy a leer a usted la cartilla! ¿Qué es eso de andar rodando
por la hierba? ¡Las Reinas han de guardar una cierta compostura! (da
unas vueltas alrededor como una reina) Y si de verdad soy Reina ya me
acostumbraré a llevarla con el tiempo.
(Entran las dos reinas, la Reina Blanca y la Reina Roja)

ALICIA: (dirigiéndose a la Reina Roja) Por favor, ¿querría usted decirme


si...?

REINA ROJA: ¡Niña, no hables nunca hasta que alguien no te dirija la


palabra!

ALICIA: Pero si todo el mundo siguiera esa regla y esperara a que alguien
hablara antes de abrir la boca, todo el mundo estaría esperando a que
alguien hablara primero y así nadie diría nunca nada...

REINA BLANCA: ¿Cómo?

ALICIA: Pero si todo el mundo siguiera esa regla y esperara a que alguien
hablara antes de abrir la boca, todo el mundo estaría esperando a que
alguien hablara primero y así nadie diría nunca nada...
REINA ROJA: ¡Qué estupidez! ¡Niña! ¿Es que no te das cuenta de que los
mayores podemos...? (parándose de golpe y cambiando de tema)
¿Qué es lo que querías decir con eso de que si de verdad soy Reina?
¿Conque derecho te atribuyes ese titulo? ¿Cómo puedes ser Reina si ni
siquiera has pasado el correspondiente examen? ¡Así, que cuanto antes
empieces, mejor!

ALICIA: ¡Pero si yo sólo dije, si de verdad...!

REINA ROJA: Dice que sólo pronunció las palabras; si de verdad...

REINA BLANCA: Pero está claro que dijo mucho más que eso. ¡Mucho más
que eso!

REINA ROJA: Así es y lo sabes perfectamente. Lo primero que debe


aprender una niña es a decir la verdad. Lo segundo a pensar antes de
hablar. Y lo tercero a apuntarlo todo para no olvidarse de nada.

ALICIA: No quise decir eso...

REINA ROJA: ¡De eso me quejo! ¡De que no dices lo que quieres! ¿De qué
sirve hablar sin sentido? ¡Todo tiene que tener un sentido! ¡Hasta los
chistes tienen sentido! ¡Y si los chistes tienen sentido...
REINA BLANCA: Perdona, ¿puedes repetir....?

REINA ROJA: ¡y si los chistes tienen sentido, no me negarás que también lo


tiene que tener una niña, cuando habla! ¡Porque no me negarás que una
niña es más importante que un chiste! ¡No lo podrías negar ni aunque lo
intentaras a dos manos!

ALICIA: Pero si nunca niego nada con las dos manos.

REINA ROJA: No he dicho que lo hicieras, sino que no me lo podrías negar


ni aunque lo intentarás.

REINA BLANCA: Está de un genio, que lo único que quiere es negar algo...
¡aunque no sabe en realidad qué!

REINA ROJA: ¡Vaya con la niña! ¡Nos ha salido respondona! ¡Y tiene un


genio que no hay quien la aguante!

(silencio largo)

REINA ROJA: (dirigiéndose a la Reina Blanca) Tengo el gusto de invitarte al


banquete que ofrece Alicia esta tarde.

REINA BLANCA: Y yo tengo el gusto de invitarte a ti.

ALICIA: Es la primera noticia que tengo de que voy a dar una fiesta; pero
ya que se va a dar, creo que soy yo la que debo escoger a los invitados.

REINA ROJA: Ya te dimos la oportunidad de hacerlo, pero me temo que no


has recibido muchas lecciones de urbanidad, ¿no es así?

ALICIA: Los buenos modales no se aprenden en lecciones. Lo que se


enseña en las lecciones es a sumar, a restar y cosas por el estilo.

REINA BLANCA: ¿Sabes sumar? Vamos a ver, ¿cuántas son una y una y una
y una y una y una y una y una?

ALICIA: No sé. He perdido la cuenta.


REINA ROJA: No sabe sumar. ¿Sabes restar? Vamos a ver, ¿cuántas son
ocho menos nueve?

ALICIA: No se puede restar nueve de ocho, ¡eso es imposible!. En cambio...

REINA BLANCA: No sabe restar.

REINA ROJA Y REINA BLANCA: La niña no sabe una palabra de cuentas.

ALICIA: (dirigiéndose a la Reina Blanca) Y usted, ¿sabe algo? ¿Sabe usted


sumar?.

REINA BLANCA: ¡Claro que sé sumar, si no se me atosiga...! En cuanto a


restar, ése es otro cantar... ¡En eso si que no doy pie con bola!

REINA ROJA: Supongo que te sabrás bien el abecedario.

ALICIA: Por supuesto.

REINA BLANCA: Yo también me lo sé. A menudo lo recitamos juntas... Y te


voy a decir más: sé leer palabras de una sola letra A, E, I, O, U. ¿Qué te
parece? Pero no te desanimes... ¡Tú también lo conseguirás con el pasar
del tiempo!

ALICIA: (con el público) AAA, EEE, III, OOO, UUUUU... jejejeje.

REINA BLANCA: (enfadada) Bueno da igual. Vamos a ver, ¿cuál es la causa


del relámpago?

ALICIA: La causa del relámpago, es el trueno... ¡No, no! ¡Es al revés!

REINA ROJA: Demasiado tarde. ¡Palabra pronunciada, palabra otorgada!


Debes atenerte a las consecuencias...

REINA BLANCA: (dando un suspiro) ¡estoy muerta de sueño!

REINA ROJA: ¡Ya ves lo cansada que está, la pobre! Anda alísale el pelo... y
arrúllala con una nana.

ALICIA: La verdad es que no conozco ninguna canción de cuna.


REINA ROJA: No me va a tocar más remedio que hacerlo a mí:

Duérmete, Reina mía,


que yo te canto;
en los brazos de Alicia
duérmete un rato.
Hasta la fiesta
aún tenemos tiempo
de echar la siesta.

Y cuando se termine
la fiesta, iremos
al baile todos juntos
y bailaremos.
Allí estarán
las dos Reinas, Alicia
y los demás.

Ahora que ya sabes la letra, me la cantas a mí... A mí también me está


entrando el sueño... (Se coloca al otro lado de la Reina Blanca, apoyada en
Alicia.)

ALICIA: Bueno, y ahora ¿qué hago yo? ¡Supongo que es la primera vez que
una persona acuna sobre su regazo a dos Reinas a la vez! ¡En toda la
historia no se habrá dado un caso semejante! Bien pensado, es imposible
que ocurriera, porque nunca hubo más de una reina en el trono... (pausa
larga)
¡Vamos despertaos de una vez, pesadas!

(Se levantan las tres y se oye una voz estridente de golpe)

VOZ EN OFF: Al Mundo del Espejo Alicia así proclama:

ALICIA: Con corona y con cetro yo soy primera dama.


A todos os invito... ¡ a todos os lo digo!
A cenar con las reinas... ¡con ellas y conmigo!

VOCES: Saludemos a Alicia con un hurra cerrado


echémosle botones y flores de salvado...
Llenémosle la taza de ratones con té.
¡y ojalá no se ponga después de mal café!
¡Brindemos por Alicia, chin, treinta veces tres,
la mitad al derecho, la mitad al revés1

¡Criaturas del espejo, venid aquí, acercaos,


y ante la Reina Alicia, reverentes postraos!
¡Es un gran privilegio, una rara delicia
cenar con las dos Reinas y cenar con Alicia!

¡Brindemos, pues, de nuevo con tinta u con melaza!


Y al mejunje agreguemos un pelín de mostaza
¡La sidra está divina con un toque de arena
y el vino con la lana se pone que enajena!
¡Brindemos por Alicia, noventa veces nueve,
y no enrollarse mucho, que el brindis sea breve!

REINA ROJA: ¡Lo menos que puedes hacer es dar las gracias por el
banquete!

REINA BLANCA: ¡Tu ya sabes que nosotras te apoyamos en todo!

ESCENA VIII
(¿Todo fue un sueño?)

Juanito se despierta de golpe. Al oír a su madre que la llama para cenar.

VOZ DE LA MADRE: ¡Juanito a cenar! ¡Juanito a cenar!

JUANITO: ¡Me ha despertado de un sueño tan... maravilloso!


¡He viajado por el mundo del espejo!
A partir de ahora no olvidaré de hacer la reverencia mientras pienso lo
que voy a decir, así gano tiempo.
(coge al perro rojizo y le da un beso) Esto por ser una Reina Roja.
¡Copito de nieve! (acaricia al gato) ¡Tu eras la Reina Blanca!
(al levantarse se cae un ovillo de lana al suelo) Tu serías el Señor huevo.
¿Quién crees tú que ha soñado toda esta historia?
¡Ya voy mamá!

Al público ¿ Y vosotros, de quién creéis que fue el sueño?

(Juanito sale de la habitación dejando todo ahí..... y una mano deja la


corona de Alicia a través del espejo)

FIN

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