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Las Ligas Negras de béisbol de EE UU y el béisbol cubano (I)

New York Cubans


Este es el primer artículo de una serie dedicada al estudio de las llamadas
Negro Leagues o Ligas Negras de béisbol en Estados Unidos y de su
interacción con el béisbol de Cuba. En general y con la Liga Cubana de un
modo especial.
Para darle algún orden a este trabajo sobre un organismo como el de las Ligas
Negras cuya característica dominante era el desorden, vamos a usar la elección
especial de miembros exaltados al Salón de la Fama de Cooperstotwn, en febrero
del año 2006, como punto de partida y de ahí nos moveremos hacia el pasado y
explicaremos el “futuro” que, para las Ligas Negras nunca realmente llegó.

En este artículo hablaremos de la boleta de la elección del 2006 y de nuestros


candidatos así como una muy breve reseña de las Ligas Negras. En futuros
artículos trataremos sobre la actuación de los jugadores negros de EEUU en
Cuba, de la actuación de los cubanos en las Ligas Negras, de los candidatos
elegidos y finalmente de sus biografías y las de otros miembros notables de las
Ligas Negras.

Para integrar la boleta de la elección del 2006, la organización del Salón de la


Fama del béisbol en Cooperstown, anunció la existencia de dos listas de
jugadores, managers y ejecutivos pertenecientes a las llamadas Ligas Negras, que
fueron escogidos para formar parte de una elección especial, con vistas a la
posibilidad de ser seleccionados, algunos de ellos, para ser elevados al Salón de
la Fama.

Cada una de esas dos listas conformó una boleta y de ahí, un comité de selección,
de 12 miembros, votó por los que creía que deberían ser exaltados al Salón de la
Fama. La selección se hizo en una reunión en Tampa, Florida, el 27 de febrero del
2006. Los elegidos fueron exaltados en julio 30 del 2006, junto a los seleccionados
por la Asociación de Cronista de Béisbol de América.

No había límite en el número de jugadores que podían ser elegidos para el templo
de Cooperstown entre los integrantes de las dos listas. Cada integrante del comité
de selección tenía dos opciones para elegir un jugador: Sí y No. Un jugador era
elegido si conseguía el 75% de los votos Sí de los miembros del comité.

El número mágico, del que nadie hablaba era 9 ya que ese era el 75% de 12 que
eran los integrantes del comité. En otras palabras: quien tuviera más de 3 votos
No, no entraría y por ende, el cuarto voto se convirtió en la fatídica “bola negra”.

La selección preliminar de candidatos, para formar las listas, fue el resultado de un


estudio de 5 años, a un costo de $250,000, financiado por la organización de
Grandes Ligas. El ex comisionado de Grandes Ligas, Fay Vincent presidió el
Comité de Selección de candidatos así como el de elección.
Jugadores de las Ligas Negras de EE UU y su actuación en el béisbol
cubano.
Ligras Negras en EE UU

Segunda parte de la serie sobre la "Historia de las Ligas Negras de béisbol


en Estados Unidos".
Hace unos días, escribimos el primer artículo de una serie sobre la historia de las
Ligas Negras del béisbol de EE UU donde reseñábamos las dos boletas que el
Salón de la Fama del béisbol en Cooperstown había dado a la luz pública en el
año 2006. Ambas boletas están compuestas de personas que pertenecieron a las
llamadas Ligas Negras de la pelota de EE UU así como por jugadores negros que
funcionaron antes de que las reconocidas Ligas Negras fueran organizadas.Como
informamos en ese trabajo, la lista, o boleta de las Ligas Negras tenía 30
integrantes y la que se le llamaba Pre Ligas Negras, tenía 9. De los 30 de la
primera lista, 4 eran cubanos. Orestes Miñoso, Alejandro Oms, Alejandro Pompez
y Cristóbal Torriente.
En la segunda lista de 9, había un cubano. José de la Caridad Méndez.

Pero también dijimos que, de los 39 jugadores nombrados en las dos listas, 26
habían jugado en Cuba. O sea, casi el 70%. Y, además dijimos y, esto es mucho
más importante, que los 18 jugadores que ya estaban en el Salón de la Fama y
que, habían entrado a través de las Ligas Negras, todos habían jugado en Cuba.

También dijimos que haríamos varios artículos sobre el tema de las Ligas Negras
de EE UU y sus vasos comunicantes con nuestro béisbol y, este es el segundo
escrito de la serie y hoy vamos a tratar de los jugadores de EE UU, pertenecientes
al béisbol negro de este país que jugaron en Cuba y como veremos, algunos son
tan parte de nuestra pelota como de las Ligas Negras de su nación de origen.

En realidad, el béisbol cubano está tan conectado con el desarrollo del béisbol
negro en EE UU o sea, la Liga Cubana y las Ligas Negras que cada una ocupa un
importante capítulo en la historia de la otra.

La corriente de jugadores negros entre EE UU y Cuba no corría solamente en


dirección a la isla. La influencia y afluencia de peloteros cubanos en EE UU fue tan
importante como la de sus colegas norteños. Es más, es un hecho que, aunque
curioso, está bien documentado, de que el primer equipo de béisbol profesional de
jugadores negros, organizado en EE UU fue el de los Cuban Giants, creado en
Long Island por Frank Thompson en 1885, 35 años antes de la formación de la
llamada Nacional Negro League. Pero eso es para otro programa, el de los
cubanos en EE UU.

Como siempre, no hay nada más esclarecedor del presente como irse a estudiar
el pasado.

Aunque el primer equipo de béisbol de EE UU que encuentro que visitó la isla,


fueron los All American, dirigidos por John McGraw, en 1891, los primeros
jugadores de pelota, de la raza negra, provenientes de EE UU que jugaron en
Cuba deben haber sido los integrantes de las fuerzas armadas durante la
ocupación de la isla después de 1998.

Sabemos que los cubanos estaban ya jugando pelota 30 años antes de que el
Maine volara en la bahía de La Habana. Por otra parte, los soldados americanos
estaban practicando el deporte desde la Guerra Civil. Así que es seguro que esos
soldados jugaran béisbol en Cuba y que gran parte de esos jugadores fueran de la
raza negra ya que, un gran número de las tropas enviadas a Cuba eran de esa
raza. Esto basado en las creencias, en el Siglo XIX, de las autoridades de
ocupación, de que soportaban mejor el calor tropical.

El equipo Cuban Giants fue tan exitoso en EE UU, que varios equipos se
formaron, imitando el nombre de los Cuban Giants. Uno de los más exitosos fue el
de Cuban X Giants que visitó la isla en la primavera de 1900.

Hay que aclarar que ninguno de los jugadores o ejecutivos de los Giants o X
Giants eran cubanos o tenían nada que ver con Cuba. Usaban el nombre como un
arma de mercadeo. Esto demuestra que la palabra Cuba ya se asociaba con
béisbol, a finales del Siglo XIX y rendía dividendos.

El Diario de la Marina anunció el 6 de Febrero. “La famosa novena de los Cuban


Giants zarpará de New York hacia La Habana, el sábado, para medirse a las
novenas de Habana, San Francisco, Almendares y Cuba”. Ya en 1907, los
jugadores negros de EE UU y sus agentes habían descubierto la bonanza de jugar
en Cuba, particularmente en la liga de invierno en La Habana. Los equipos
cubanos tenían limitado el número de jugadores que podían importar, así que, solo
los mejores eran contratados. La oportunidad de ganar dinero extra, lo relajado del
itinerario de juego, la ausencia de viajes entre juegos y el respeto que sentían los
cubanos hacia los jugadores de béisbol, sin importar raza o nacionalidad, trajo
numerosas estrellas a Cuba.

Desde el viaje de los Cuban X Giants, otros equipos, particularmente los Gigantes
de Philadelphia habían viajado a Cuba pero, en esa época los jugadores
comenzaron a venir a Cuba no para jugar en contra de los cubanos sino para jugar
con los equipos cubanos y quedarse en Cuba, durante la temporada de invierno,
cada año.

Al año siguiente, en 1908, visitó la isla el primer equipo de Grandes Ligas, los
Rojos del Cincinnati para jugar un torneo de 4 equipos. También vino el equipo
Brooklyn Royal Giants, un poderoso equipo de las Ligas Negras. Y, ese fue el
torneo donde José de la Caridad Méndez le propinó 25 escones seguidos al
Cincinnati, eso, como parte de 44 innings consecutivos en el torneo, sin permitir
carreras.

Esos años echaron los cimientos de una simbiosis entre las Ligas Cubanas y las
Ligas Negras de EE UU que le abrió las puertas de nuestro béisbol a una serie de
jugadores que reforzaron cada uno de nuestros equipos, cada año, ayudando
nuestro pasatiempo a elevarse para ocupar un nivel, en todo el mundo, segundo
solo del de Grandes Ligas.

Quizás esa alianza de jugadores alcanzaría su cúspide en los equipos que


presentó el club Santa Clara, en los campeonatos de 1923-24, 1924-25 y 1936 al
39. Esos equipos, especialmente el del 1923-24 se le comparan con los Yankees
del 27 y la gran maquinaria roja de los 70. Y, esto luce una exageración, hasta que
Ud, ve quienes jugaron en ese equipo.

Pero, no podemos detallar toda la historia de este proceso en el espacio limitado


que tenemos. Veamos los jugadores de las Ligas Negras que jugaron en Cuba y,
comencemos por los que están en el Salón de la Fama por vía de las Ligas
Negras. Dijimos que eran 18 y que todos habían jugado en Cuba. Veamos.

Satchel Paige. 1971. Lanzó para el Marianao 1 temporada.


Josh Gibson. 1972. Jugó para el Santa Clara y bateó 353 en 2 temporadas.
Buck Leonard. 1972. Jugó para el Marianao en 1948-49
Monte Irvin. 1973. Jugó para el Almendares de 1947 al 49.
Cool Papa Bell. 1974. Jugó en Cuba 4 años.
Judy Johnson. 1975. Tuvo un promedio de 334 en su carrera en Cuba.
Oscar Charleston. 1976. Jugó 9 temporadas en Cuba. Bateó para 361. Santa
Clara 1920s.
Martín Dihigo. 1977. Toda su vida.
Pop Lloyd. 1977. Jugó 12 temporadas con un promedio de 321.
Rube Foster. 1981. Manager del equipo Fe en temporada de 1907.
Ray (Talúa) Dandridge. 1987. Varios años con el Marianao.
Leon Day. 1995. Jugó en 1937 y 1947.
Bill Foster. 1996. Jugó en 1926.
Willie Wells. 1997. Promedio de 320 de por vida jugando en Cuba.
Joe Rogan. 1998. Lanzó para el Almendares en 1924.
Joe Williams. 1999. Jugó en 1946-47.
Turkey Stearns. 2000. Jugó. Gran poder.
Hilton Smith. 2001. Lanzó por 2 temporadas en la isla.
Esos son jugadores escogidos para el Salón de la Fama por la vía de su actuación
en las Ligas Negras de EE UU, pero eso no quiere decir que otros peloteros de
raza negra, escogidos por su trayectoria en las Grandes Ligas y no en la Ligas
Negras, no hayan jugado en Cuba.

Podemos poner el ejemplo de Roy Campanella, el gran receptor de los Dodgers,


que fue exaltado al Templo de Coopertown en 1969 y jugó en Cuba en la
temporada de 1943-44.

Willie Mays. Subido en 1979, que firmó con el Almendares, se lesionó un tobillo y
tuvo que ver los juegos desde la barrera con el uniforme de los alacranes. Y el
lanzador Bullet Rogan, escogido en 1998 que lanzó para el Almendares en 1924
con un promedio de 9-4 a pesar que ese año le tenía que haber lanzado a la
toletería del Santa Clara.

Y, para nuestros oyentes jóvenes, no crean que los únicos peloteros de EE UU,
que iban a jugar con equipos cubanos eran los de raza negra, tantos o más
peloteros de la raza blanca, procedentes de EE UU fueron a reforzar las novenas
cubanas. Y, también varios de ellos, llegaron al Salón de la Fama.

Como es el caso del mago de la 3ra. Base, Brooks Robinson, escogido para
Cooperstown en 1983; que jugó con el Cienfuegos, 2ª base en 1954, el nudillista
de los Rojos del Habana, Hoyt Wilhelm subido al Salón en 1985; el lanzador de los
Tigres del Marianao, Jim Bunning, elevado en 1996 y hoy Senador de EE UU y
además, el popular manager de los Dodgers Tom Lasorda inmortalizado en 1997 y
que fuera lanzador del Almendares y del Marianao.

Esos fueron algunos de los jugadores blancos estadounidenses que jugaron en


Cuba en los primeros 60 años del Siglo XX. Hay cientos de ellos.

Pero este artículo está dedicado a los jugadores de raza negra, procedente de
este país que jugaron en Cuba en ese período y, también hay cientos de ellos. Y,
aunque no es fácil catalogarlos a todos por lo incompleto de las estadísticas, ya yo
tengo identificados a mas de 200, la mayoría de ellos con sus años de servicio en
nuestra patria, numeritos y equipos en que militaban y, seguiré buscando.

El próximo artículo tratará de los jugadores cubanos que se desempeñaron en las


Ligas Negras de EE UU durante el mismo período en que los americanos nos
visitaron, amalgamando su juego veloz, sorpresivo y alegre con el de los nuestros,
que tenía características similares.

Historia de las Ligas Negras del béisbol de EE UU (III)


Cubanos en la Liga Negra Americana.

Este es la tercera entrega sobre la historia de las Ligas Negras y el


intercambio entre el béisbol cubano y el de dichas ligas.
El tema de este artículo recogerá la actuación de los peloteros cubanos en
las Ligas Negras de EE UU y como veremos, fue más grande y más intensa esa
actuación que la de los americanos hacia nuestra isla. La incursión de los cubanos
en el béisbol de las Ligas Negras de EE UU, no se limitó a la actuación de
jugadores, sino también de dirigentes, ejecutivos y empresarios, muy buenos en
cada una de sus disciplinas.
Y en las Ligas Negras de EE UU no solo jugaban cubanos de la raza negra,
aunque estos eran la inmensa mayoría, también jugaban cubanos de raza blanca,
ejerciendo la reciprocidad con los jugadores norteamericanos, de cualquier raza,
que jugaban en los distintos equipos en Cuba.
Entre estos jugadores de raza blanca había luminarias como Miguel Ángel
González, Adolfo Luque, José Acosta y Pedro Dibut. En una etapa de
intolerancia y racismo en este país, el hecho de que estos cubanos de raza blanca
jugaran con los norteamericanos negros los hacía blanco, a veces, de epítetos
raciales de parte de algunos peloteros blancos locales.

NY Cubans
Eso llevó, como era de esperar, a varias confrontaciones. Una de las más
recordadas sucedió cuando Adolfo Luque, en el montículo por los Rojos del
Cicinnati, oyó a Casey Stengel gritándole desde el banco de los Gigantes y,
abandonando la goma corrió hasta el banco de los Gigantes y le propinó un
puñetazo a Stengel en la mandíbula. Ese incidente ha pasado a la historia como el
piñazo de Luque o, el piñazo de Stengel dependiendo si de dar o recibir se trata.
Stengel adquirió fama mas tarde como manager de los Yankees y está en el
Salón de la Fama pero, el piñazo de Papá Montero se lo llevó de recuerdo.
Había también, a comienzos de siglo, varios equipos profesionales cubanos en EE
UU, integrados por jugadores cubanos de la raza blanca como era el caso de
los Long Branch Cubans, organizados por el empresario cubano de New Jersey,
Dr. Antonio Hernández y que jugaban en la Liga Estatal de New Jersey- New
York. En ese equipo jugó Ricardo Torres, el padre de Gilberto Torres; también
José Acosta y Miguel Ángel González.
Pero, aunque en EE UU funcionaban varios equipos cubanos de distintos niveles y
multirraciales, hoy estamos reseñando la actuación de los cubanos en las Ligas
Negras en sus distintas fases y capacidades.

Sería imposible relatar la actuación de todos los cubanos que participaron en las
llamadas Negro Leagues, al igual que con los norteamericanos que jugaron en
Cuba, son cientos y tenemos una lista parcial de mas de 200. Así que vamos a
revisar tres criterios que han sido compilados, no por nosotros, sino por el Salón
de la Fama, por el Comité de Negro Leagues, por el Comité de Veteranos y por
historiadores del deporte.
Los tres criterios son: Los integrantes de los equipos todos estrellas para el cuarto
de siglo, medio siglo y toda la historia de las Ligas Negras; los integrantes de los
equipos todos estrellas de las Negro Leagues, cada año, desde 1935 a 1950 y los
equipos cubanos en las Ligas Negras reconocidos por American Negro League.
En las dos primeras categorías nos referiremos solamente a los cubanos,
naturalmente.

En la selección del Comité presidido por el historiador William F. McNeil para


escoger el equipo de 1900-1925, seleccionó a los siguientes jugadores cubanos.

José Méndez, lanzador. José de la Caridad Méndez Arco de Tejada, El


Diamante Negro. Cristóbal Torriente, jardinero. Valentín Dreke, jardinero.
En el equipo de 1926-1950, el Comité seleccionó a un solo cubano:

Martín Dihigo, utility.


En la selección del Comité presidido por el manager y dueño de Negro League,
Cum Posey, para la primera mitad del siglo XX. Se escogió a los siguientes
cubanos:

Martín Dihigo, 2ª Base. Cristóbal Torriente, jardinero derecho


En la selección de los editores del diario Pittsburg Currier para el equipo de los
primeros 50 años de las Ligas Negras se escogió a los cubanos:
Cristóbal Torriente, jardinero derecho. Luis Tiant (padre), lanzador. José
Méndez, lanzador y utility. Martín Dihigo, utility.
En la selección del Comité presidido por el miembro del Salón de la Fama, Monte
Irvin se escogió como miembros del equipo de toda la historia de las Ligas Negras
a:

Cristóbal Torriente, jardinero, Martín Dihigo, utility.

New York Cubans.


Esos son los equipos del cuarto de siglo, de medio siglo y de todos los tiempos de
las Ligas Negras. No están compilados por nosotros sino, por las más respetadas
autoridades en el béisbol. El Inmortal Dihigo ya estaba en el Salón de los
inmortales por la vía de las Ligas Negras, ¿que pasaba que Torriente y Méndez no
estaban?

Vamos a ver los cubanos que participaron en los Juegos de Estrellas de las
Ligas Negras desde 1935 al 1950. El juego se celebraba entre jugadores
procedentes de equipos del Este de EE UU contra equipos del Oeste. Similar al
Juego de las Estrellas entre la Liga Americana y la Nacional en las Grandes Ligas.
No hubo Juego de Estrellas en cada año.
1935 / Martín Dihigo, Alejandro Oms y Luis Tiant, todos del N. Y. Cubans
(East)
1940 / Alejandro Crespo, Silvino Ruiz, del N.Y. Cubans (East)
1942 / Heberto Blanco N.Y. Cubans (East)
1945 / Rogelio Linares y Martin Dihigo N.Y. Cubans (East)
1946 /Silvio García y Pedro Díaz N.Y Cubans (East)
1947 / Silvio García, Claro Duany, Orestes Miñoso y Luis Tian de los N.Y.
Cubans (East) y José Colás de los Memphis Re Sox (West)
1948 / Orestes Miñoso N. Y. Cubans (East)
1949 / Pedro Díaz de los N.Y. Cuban (East) y Orlando Varona y Pedro
Formental de los Memphis Red Sox (West)
1950 / Rene Gonzalez, Pedro Díaz y Raúl Galata N. Y. Cubans (East)
Hubo numerosos equipos cubanos en el béisbol de las Negro Leagues y lo que se
conoce como las Pre Negro League pero, algunos eran cubanos en nombre pero
no eran propiedad de cubanos, dirigidos por cubanos o integrados por jugadores
cubanos. El Comité de Ligas Negras de EE UU reconoce los siguientes equipos
cubanos como parte de su béisbol.

1904 y 1905: All Cubans.


1907: Havana Cuban Stars
1909: Cuban Stars.
1910: Stars of Cuba (Almendares) y Cuban Stars (Habana).
1911 All Cubans & Cuban Stars
1912-1914: Cuban Stars
1915-1920: Cuban Stars (East & West).
Los Cuban Stars (West) eran dirigidos por Tinti Molina, la mano derecha de Abel
Linares, el zar en ese momento de la pelota cubana, siendo dueño de los equipos
Habana y Almendares. A su vez, los Cuban Stars (East) eran propiedad de
Alejandro Pompez, un cubano de Cayo Hueso y Tampa que después se
establecería en Harlem, New York.
En la temporada de 1918-1919, el equipo Cuban Stars compitió en la Liga
Cubana, durante el invierno, reemplazando al tradicional equipo Fe. El
campeonato fue entre el Habana, el Almendares y el Cuban Stars de las Ligas
Negras de EE UU. Jugaron en el nuevo Almendares Park y ganó el Habana en
una serie de Play Off.

1921: Cuban Stars East & Cincinnati Cubans.


1922-1930: Cuban Stars (East & West).
1931: Cuban Stars East & Cuban House of David
1932-1933: Cuban Stars (East & West)
1934: Cuban Stars
1935-1950: (no 1937 y 38): New York Cubans.

Orestes Miños
Los New York Cubans eran de Alejandro Pompez el cual los llevó a 3 Series
mundiales de Ligas Negras ganando la Serie en 1947 con la participación, entre
otros, de Orestes Miñoso. Como hemos dicho, tanto Pompez como Miñoso
estaban en la boleta nueva de las Ligas Negras para la elección especial al Salón
de la Fama en Coopertown.
Todos estos equipos que se nombran aquí, no tienen nada que ver con
los Havana Cubans, que jugaron por años en EE UU ni con el equipo de AAA
los Cuban Sugar Kings.
En 1960, la Liga Cubana dejó de traer jugadores del norte, blancos o negros,
dejando de existir al año siguiente. Ese mismo año, 1960 fue el último de la
American Negro League. Las dos Ligas hermanas murieron juntas al desaparecer
su fraternidad.
Leroy Satchel Paige Santo Domingo
La fama de Leroy “Satchel” Paige en la época que lanzo fue tan grande que se
extendio por todo el continente. En una ocasión fue contratado por el Dr. Jose
Enrique Aybar, diputado del elenco de Rafael Leonidas Trujillo para jugar con el
equipo favorito del capricho del dictador. El jugador sepia llego a Santo Domingo
acompañado por Johsua Gibson, otro de los grandes del béisbol negro y
probablemente el mejor receptor en la historia beisbolera.
En el viaje también estuvieron Cool Papa Bell y Harry Williams que también
formaron parte del poderoso trabuco. Era una serie a siete juegos que
determinaría el campeonato nacional. Paige perdió los tres primeros juegos y gano
los tres siguiente a pesar de su débil estomago lo estaba martirizando. El juego
final fue un éxito mas para Leroy, una de las características mas notables de
Paige era su ingenio para producir libretos de aventuras que regalaba
generosamente a los ávidos cronistas deportivos.

Algunas de esas historias eran episodios reales, otras llegaban el ingrediente de


su imaginación. En el caso del juego decisivo en Santo Domingo , Paige aseguro a
un escritor de una revista que circulaba dos millones de ejemplares que había
recibido a un General de Trujillo en misión especial y que este le había
comunicado que perdiera la vida ante un pelotón si non ganaba el juego. Leroy
contaba que el ultimátum elimino su gastralgia milagrosamente, su equipo no
cometió errores y pude salir de Trujilandia con dinero de sobra y curado de
espanto.

EDWIN KAKO VAZQUEZ ESCRITOR E HISTORIADOR


Larry Doby Primer Jugador Negro en la Liga Americana
Por: Edgardo García - Uno de los grandes equipos de las Ligas Negras fue
"Newark Eagles", de mediados de los años '40. Este equipo gano la Serie Mundial
de las Ligas Negras derrotando a "Los Kansas City Monarchs" en siete desafíos.
Entre los jugadores que pertenecían al "Newark Eagles" se destacaba Larry Doby,
que jugaba en primera y segunda base. Bateaba del lado izquierdo y tiraba y
fildeaba del lado derecho. Su nombre era Larry Eugene Doby y jugó 10
temporadas con "Los Indios" de Cleveland en las Grandes Ligas, también con "Los
Medias Blancas" de Chicago y "Tigres" de Detroit.
En el equipo de "Newark Eagles" tenia de compañeros a grandes figuras
destacadas del béisbol negro de aquella época, tales como Monte Irvin, Leon Day,
Bob Harvey, Johnny Davis y Leonard Pearson.Doby al igual que los antes
mencionados jugaron en Puerto Rico.

Day lanzador y Harvey, guardabosque, con Aguadilla. Irvin y Davis con San Juan y
Mayagüez respectivamente; Pearson con Mayagüez y Doby con San Juan. En la
temporada que Doby jugó con San Juan fue la de 1945-46, donde su equipo se
proclamo campeón, pero ya el había sido llamado por las fuerzas armadas.
Nació el 13 de diciembre de 1924 en Camden, Carolina del Sur. Como segunda
base y fuerte bateador fue una estrella con el "Newark Eagles". En 1946 participó
en el juego de estrellas de las Ligas Negras. En ese año en la temporada bateó
para .341 conectando un cuadrangular menos que los conectados por Joshua
Gibson y Johnny Davis que fueron los líderes.

En 1947 estaba conectando para .414 cuando fue firmado por Bill Veek dueño de
"Los Indios" de Cleveland de las Grandes Ligas. Tenía 23 años. No fue enviado a
las Ligas Menores como fue el caso de Jackie Robinson, ya que Doby pasó
directamente a las Grandes Ligas de las Ligas Negras. La primera vez que jugo
profesional fue en 1942 y lo hizo con el nombre de Larry Walby para seguir
jugando colegial. Fue estrella "All State" en New Jersey en futbol y baloncesto
antes de matricularse en la Universidad de Long Island. Desde 1943 en adelante
jugó con su propio nombre. Los años del '45 y '46 los paso en la Marina y cuando
se licenció, ayudó a "Los Eagles" a ganar el banderín y la Serie Mundial Negra
frente "Los Kansas City Monarchs".

Dos años mas tarde jugó en otra Serie Mundial, esta vez en las Grandes Ligas con
Cleveland. Esto lo convirtió en uno de solo 4 jugadores en jugar en Series
Mundiales de Grandes Ligas y de Ligas Negras. Los otros fueron Monte Irvin,
Willie Mays y Satchel Paige. Asi Doby se convirtió en el primer jugador negro en
jugar en la Liga Americana y segundo en las Grandes Ligas después de Robinson.
En su año de novato con Cleveland, solo bateó para .156, eso fue en 1947.En
1948 fue cambiado de primera a los bosques conectando para .301 en 114 juegos
donde Cleveland derroto a "Los Bravos" de Boston en la Serie Mundial. En la serie
bateó para .318. En las temporadas de 1952 y 1954 fue el Iíder en cuadrangulares
con 32 en cada una de las campanas.

En 1954 fue líder en carreras empujadas con 126. Empujó 100 o más carreras en
cuatro temporadas distintas. Su mejor temporada parece ser la del 1950 donde
bateó para .326 con 25 jonrones y 1 6 2 carreras empujadas. Doby estuvo 13
temporadas en las Grandes Ligas, 10 con Cleveland bateando 253 jonrones y .283
de promedio por vida.

Después de terminar su carrera en las Grandes Ligas Doby jugó en las Ligas
Menores con "Los Padres" de San Diego Triple A de la costa del pácifico y en
Japón. Mas tarde volvió a las Grandes Ligas como "coach" con "Los Expos" de
Montreal, "Los Indios" de Cleveland y "Las Medias Blancas" de Chicago a los
cuales dirigió al final de la temporada de 1978 sustituyendo a Bob Lemon.

Cuando jugó en Puerto Rico con San Juan tenía de compañero a Monte Irvin. Los
fanáticos lo llamaban "Larry Doby y su carnal Monte Irvin". En junio 18 de 2003
murió.
Joshua Gibson El Babe Ruth de las Ligas Negras
Por: Edgardo García - Joshua (Josh) Gibson nació el 11 de diciembre de 1911 en
Buena Vista, Georgia y falleció el 20 de enero de 1947 a causa de una hemorragia
en el cerebro.
Su cuerpo fluctuaba entre las 225 y 235 libras, lanzaba a lo derecho y su posición
era de receptor. Jugó desde el 1930 hasta el 1946 con los equipos Homestead
Grays y Pittsburg Crawfords, luego con Washington, equipos de las Ligas Negras.
Durante muchos años tuvo como compañeros a Buck Leonard y Satchel Paige.
Con Leonard formo la pareja de jonrones más grande de esas ligas parecida a la
pareja de Babe Ruth y Lou Gehrig en las Grandes Ligas con Paige formó la pareja
de "pitcher" y "catcher" más famosa del béisbol negro. Sus hazañas con el bate
fueron fabulosas y legendarias. Su potencia con que le conectaba a la pelota y la
distancia que recorría la misma lo llevaron a ganarse el mote de "el Babe Ruth de
las Ligas Negras".

Gibson hubiera ganado millones de haber jugado en las Grandes Ligas, pero
nunca fue firmado pues murió el mismo año que Robinson rompió "la barrera de
color". Para esa época Bill Dickey, receptor de "Los Yankees" estaba considerado
como el mejor receptor de las Grandes Ligas del béisbol, aún así decían que
Gibson era superior. Shirley Pavich, periodista del Washington Post que vió jugar
a ambos así lo reafirmo en 1941 en su columna.

Desde principio Gibson fue un producto de marca. Asistió a las escuelas públicas
de su pueblo natal antes de asistir a la escuela pre vocacional en Pittsburg para
tomar un curso de electricidad. A los 17 años se casó con Helen Mason que tenía
los mellizos Josh y Helen. Su legendaria carrera comenzó en 1927 con un equipo
semi profesional que después en una ocasión que asistía como espectador a un
juego entre "Los Monarcas", equipos profesionales, Buck Ewing de "Los Grays" se
lesionó uno de sus dedos pulgar. Algunos peloteros de "Los Grays" conocían a
Gibson y lo invitaron a jugar. Como joven tosco y fuerte causó impresión a ambos
equipos por su juego, tanto a los dueños como a los jugadores. Con "Los Grays"
estuvo dos temporadas (1930-31) y pasó en cambio a "Los Pittsburg" Crawfords.
Con este equipo ganó los títulos de jonrones en los años 1932, 34 y 36.

En 1937 regresó de nuevo a "Los Homestead Grays" junto a Buck Leonard. Este
equipo jugaba como locales en los estadios de Grandes Ligas, el "Forbes Field" de
Pittsburg y "Griffith Stadium" de Washington D.C. para los años de 1937 y 1938.
En el 1939 pasaron a llamarse Washington y estuvieron allí hasta 1946. Ese año
de 1947 llegó a la República Dominicana para jugar del equipo Ciudad Trujillo
cuyo dueño era el dictador Rafael Leonidas Trujillo, presidente de la nación
dominicana.

Allí tuvo de compañeros a Satchel Paige y a "Cool Papa Bell". Ese año el equipo
de Trujillo se coronó campeón bajo una guardia armada y este revalidó como
presidente en las elecciones. De Santo Domingo regresó al "Homestead Grays" y
alli continuó donde lo había dejado. Ganó la corona de jonrones con ocho en 1938
bateando .366. Sobre Joshua Gibson su compañero de equipos Buck Leonard
dijo: "Nadie lleva la bola más lejos que Josh", para luego añadir: "no he visto a
nadie sacar la bola del parque en el "Yankee Stadium", pero si vi a Gibson hacerlo
en el "Polo Grounds". Ese día un guardián del parque preguntó: "¿Quien conectó
ese enorme cuadrangular? esa bola recorrió 600 pies del plato". Gibson jugó
también en México, Cuba y en Puerto Rico. En el país azteca con el equipo
Veracruz en 1940 y 1941. Tomando ambos años; pegó 44 "jonrones" y .427 de
promedio. En Cuba dio un "jonrón" de 598 pies, el mas largo en la historia del
béisbol cubano.

En Puerto Rico jugó en la temporada de 1941-42 con Santurce siendo campeón


bate con .481, con 59 "hits" en 123 turnos, pegando 13 cuadrangulares e
impulsando 43 carreras, para ser líder en jonrones. En esa temporada fue
proclamado "el Jugador mas Valioso". Antes de morir se le preguntó a Gibson cual
había sido su momento mas emocionante en el béisbol y señaló lo siguiente:
"Cuando en Puerto Rico me proclamaron el mas valioso en la temporada de 1941-
42". Previamente en la temporada de 1939-40 también había jugado con Santurce
donde bateó .380 (150-37). Pero la primera vez que jugó en Puerto Rico fue en el
1933 antes de fundarse la Liga Profesional aquí en 1938. Vino con un equipo de
estrellas negras dirigido por el cubano Ramirito Ramírez quien más tarde dirigió a
"Los Senadores" de San Juan. En 1942 al sentirse muy enfermo regreso de
México a "Los Grays" donde olvidó su problema de salud conectando 14
"jonrones" para ser líder y empujando muchas carreras bateando para .340. En
1943 fue líder en "jonrones" con 22 y .377 de promedio. Su última temporada en
1946 bateó 17 "jonrones". En ese año "Los Grays" jugaban en Washington.

Gibson no solo destruyó el "pitcheo" de las ligas de color y el Caribe, sino que lo
hizo contra lanzadores de Grandes Ligas. En juegos de exhibición entre estrellas
negras y estrellas blancas de Grandes Ligas, se enfrento a Dizzy Dean que esta
en el Salón de la Fama y a Johnny Vander Meer, el único en lanzar dos "no hits,
no runs" en forma consecutiva. Ambos en conjunto le pegó 5 cuadrangulares y le
bateó para .426. Monte Irvin famoso jugador de las Ligas Negras que jugó en las
Grandes Ligas y en Puerto Rico y que esta en el Salón de la Fama, narró esta
historia sobre Gibson: "en un juego inaugural en Newark en 1941, entre "Los
Newark Eagles" y "Los Homestead Grays", aquellos iban ganando 2-0 en la
novena entrada con dos "outs". El lanzador Jimmy Hill camino a Sammy Bankhead
y a Buck Leonard. Vino a batear Gibson y Leon Day relevó a Hill pasándole
enseguida dos "strikes". En el próximo lanzamiento Gibson depositó la pelota en
las gradas del bosque central para el triunfo 3-2 ya que "Los Eagles" recibieron
cero en su turno de la novena entrada. Effa Manley, después que terminó el juego
estaba enfadada con la derrota de "Los Eagles" y llamó a Gibson y le dijo: "tu me
has dañado la inauguración, ¿como se sentirán los 22,000 fanáticos que han
asistido al juego?". Manley era la dueña del equipo "Newark Eagles" y Gibson le
contestó: "Manley, durante todos los veranos yo rompo corazones por toda la
nación, si no me lo crees, pregúntele a cualquier lanzador, romper corazones es
mi negocio".

En 1943 conecto 10 "jonrones" en el espacioso "Griffith Stadium" de Washington,


hazaña jamás realizada por ningún jugador de las Grandes Ligas. Ese año todos
los equipos de la Liga Americana jugaron 11 juegos cada uno en ese estadio
como visitantes y nadie conectó de cuadrangular. El equipo local "Senadores" de
Washington solo conectó un "jonrón" en ese parque en toda la temporada. En la
historia del Griffith Stadium solamente se dieron tres cuadrangulares que salieron
fuera del parque, dos los dio Gibson y el otro la estrella de "Los Yankees" Mickey
Mantle. Los tres "jonrones" midieron más de 565 pies.

Por otro lado, el historiador del béisbol John Coates le acredita 883 "jonrones" a
Gibson, que incluye los juegos que jugó en todas las ligas: las negras, las ligas del
caribe, (México, Santo Domingo, Cuba y Puerto Rico) y contra lanzadores de
Grandes Ligas; en sus años de actuación. Tomando en cuenta que el "Griffith
Stadium" y el "Forbes Field" tenían mas de 420 pies por el bosque central, se
podría pensar que los cuadrangulares pudieron haber sido mas si las distancias
hubieran sido mas cortas en esos dos parques.

Max Manning, famoso lanzador negro de los "Newark Eagle" comentó lo siguiente:
"Nunca vi a Gibson tirarle a un lanzamiento malo, bateaba tranquilo, firme y
seguro; bateaba con potencia y rara vez se ponchaba". En 1942 comenzó a sentir
dolores de cabeza y problemas del habla. En año nuevo de 1943 fue hospitalizado
donde le descubrieron un tumor en el cerebro, pero rehusó operarse.

Regreso al terreno de juego, pero continuaron los dolores y mareos que minaron
sus destrezas. Murió a la edad de 35 años, siendo enterrado en el cementerio de
Allengheny en Pittsburgh. Josh fue el eterno rey del "jonrón". Dominó el juego con
magistral poder como nadie lo hizo. Si el hubiera estado en las Grandes Ligas ni
Babe Ruth, ni Hank Aaron fueran los monarcas "jonroneros" y si él. Por eso lo
consideran como el "bateador mas poderoso del béisbol" en toda la historia.

En 1972 fue ingresado al Salón de la Fama en Cooperstown, New York, junto a


estrellas de las Grandes Ligas. En total, Gibson jugó en Puerto Rico tres
temporadas: en la de 1939-40; la de 1941-42 la última fue la de 1945-46, todas
con Santurce. En la del 1939-40 fue jugador dirigente. Algunos de los peloteros
mencionados en estos artículos sobre Gibson jugaron en Puerto Rico. Ellos
fueron: Leon Day (lanzador-guardabosque) con Aguadilla en las temporadas 1939-
40 y 41-42; Sammy Bankhead (jardinero corto) con Ponce en 1942-43, 43-44, 45-
46 y 46-47. En 1947-48 participó con Caguas. Max Manning fue un lanzador que
jugó con Ponce en los torneos de 1940-41 y 41-42; Buck Leonard (guardabosque)
con Mayagüez en 1940-41. En las temporadas de 1941-42, 45-46 y 46-47, Monte
Irvin jugó con San Juan. Irvin era segunda base y guardabosque. Todos están en
el Salón de la Fama. En el caso de Leon Day su retrato aparece con el uniforme
de Aguadilla.

La Organizacion de Las Ligas Negras del Beisbol


Por Severo Nieto Fernandez - La historia de las ligas organizadas del béisbol
negro en los Estados Unidos comenzó en 1920, aunque antes hubo intentos que
no fructificaron como la Liga de clubes de color (League of Colored Base Ball
Clubs), en 1887 y la Liga Internacional de clubes Profesionales Independientes de
Béisbol, que incluyó a equipos de jugadores blancos y negros, y que duró una
temporada, y la de la Liga Negra de Texas (Negro Texas League) existente en
1919.
Andrew Rube Foster, manager del poderoso equipo American Giants de Chicago,
se le ocurrió la idea de ruenir a los principales conjuntos del béisbol negro para
crear un organización unida. A través de una columna que escribía para el
periódico Chicago Defender propuso la creación de una Asociación Nacional
Negra, con un patrón parecido al existente en las Grandes Ligas. Foster sugirió la
formación de dos ligas, una perteneciente al Medio Oeste, que incluyera a equipos
de Chicago, Indianapolis, Cincinitai, Detroit, Saint Louis y Kasas City.

La otra del Este tenía Pittsburgh, Cleveland, Washington, Baltimore, Philadelfia y


New York. Así nacio la Asociación Nacional de Clubes Profesionales Negros de
Base Ball a la cual se afilió la Liga Nacional Negra compuesta por ocho equipos.
La constitución de esa asociación fue suscrita por Andrew Foster, del Chicago
American Giant, C. I. Taylor (Indianapolis ABC), Joseph Lorenzo S. Cobb (Saint
Louis Giants) y J.T. Tenny Blount (Detroit Star). John Mathews, del Dayton
Marcos, enfermó en los días de la reunión, pero habló con otros propietarios,
dando asentimiento para la creación de la Asociación.

Los propietarios de los equipos interesados en organizxar un campeonato lo más


balanceado posible relizaron una serie de transacciones de jugadores para buscar
un mayor equilibrio en el torneo, con el fin de interesar a la afición y atraer un
mayor número de espectadores a los campos de juego, para lograr una superior
recaudación en taquillas. El equipo campeón del primer campeonato negro fue el
Chicago American Giantas, seguido del Kansas City Monarchs y el Saint Louis
Giants.

Las Ligas Negras del Beisbol de Color

Por Edwin Kako Vazquez - LIGAS NEGRAS RESONANCIAS DEL


BEISBOL DE COLOR
En esta crónica estaremos remontándonos al béisbol de color para repasar
algunas interrogantes que surgieron en aquella época donde la segregación racial
era el pan nuestro de cada día. Sin embargo, dentro del mismo béisbol negro
florecieron ciertas diferencias que repercutieron dentro de esa multitud deportiva.
Leyendo acerca de las Ligas Negras se decía que siempre padeció de defectos de
organización. Sin embargo, nadie se había ocupado de denunciar esa situación
hasta Jackie Robinsón, hizo algunas declaraciones acerca de la problemática
existente.

La denuncia de Robinson tuvo un efecto bien marcado cuando Effa Manley, dueña
de las Aguilas de Newark puso en entredicho el comentario. Pero ni Eva Manley ni
ningun otro magnate pudo desmentir las acusaciones de Robinson. Estas se
referían a la falta de contratos (como en el propio caso de Robinson, lo que explica
el por que no fue comprado a los Monarcas de Kansas City y si firmado como
agente libre), a la forma incomoda de viajar y al alojamiento impropio en hoteles
sucios y malolientes.
Pero a Jackie se le olvidó mencionar algo muy importante y era el hecho que los
equipos de color jugaban más partidos de exhibición que de campeonato durante
el torneo. Equipos de la misma liga entre sí y de la Liga Nacional de Color contra
los de la Liga Americana de Color. Todas estas acusaciones Jackie las puso sobre
la mesa revolviendo el gallinero y abriendo los ojos a los jugadores de color para
que pusieran presión en cuanto a sus derechos. Ahora Robinson se convertía en
el malo de la película y fue tildado de mal agradecido.

La cosa se puso caliente cuando Effa Manley y Alejandro Pompez, este último
dueño de los Cubanos de Nueva York, Campeones Mundiales de la Liga de Color
y figura prominente de la Liga Nacional Sepia fueron invitados a contestar ciertas
preguntas de su béisbol en un programa de radio, ambos invitaron ser
interrogados cuando consumieron el tiempo para hacerle imputaciones a la prensa
de color.

Ambos le imputaban la falta de cooperación y de interes genuino en el deporte de


la raza de color. Era una guerra sin cuartel que definiría el futuro de las Ligas
Negras.Wendell Smith del Pittsburg Courier y Dan Burley del New York
Armsterdan News le salieron al paso a los magnates de la Liga Nacional y las
imputaciones que le hicieron la organización del béisbol de color fueron muy
serias.

Decían ellos que en estadísticas o record de equipos y jugadores, ambas ligas de


color caminaban a la deriva.Terminaron diciéndole a la dueña del Newark y al
dueño de los Cubanos, que el béisbol sepia estaba con la espalda a la pared. Era
necesario sumar amigos y no hecerse de enemigos. Pero Wendell Smith no se
quedó resentido ni le guardo rencor a los magnates beisboleros de color.

Por el contrario, el hombre responsable de que Jackie Robinson tuviera una


oportunidad en el Béisbol Organizado inició una cruzada nacional para buscar
telento joven nacional y de probadas aptitudes. Estos jugadores iban a nutrir las
filas decadentes de los equipos de color, hasta que pudieran abrirse paso en el
Béisbol Organizado.

Miembros del Salón de la Fama Ligas Negras


Figuran los cubanos Dihigo, Torriente, Méndez y Pompez

Por Fernando Conde


Experto de Béisbol
El béisbol nunca debió tener barreras, pero desafortunadamente las tuvo. En casi
un siglo, la segregación racial afectó a este deporte, al punto que algunas ligas no
permitieron la contratación de jugadores de tez oscura, sin importar el talento y las
condiciones que ellos pudieran tener.
Los afroamericanos destacaban como peloteros desde los años setenta del Siglo
XIX, pero fueron relegados de los equipos profesionales hasta 1947, cuando
los Dodgers de Brooklyn dieron el primer paso hacia la integración en Grandes
Ligas, al contratar a Jackie Robinson, en cuya primera temporada fue
electo Novato del Año.
Robinson había jugado en la Negro American League en 1945, con el equipo
Monarcas de Kansas City, antes de participar al año siguiente con los Reales de
Montreal, entonces filial triple A de los Dodgers en la Liga Internacional.
Creación de ligas
Notables clubes
Hubo varias Ligas Negras. Antes de la fundación de la Negro American
League (1937-1950), se formaron otros circuitos grandes como la Southern Negro
League (1920), Eastern Colored League (1923) y la Negro National League, esta
última con la mayor duración al cumplir 28 temporadas entre 1920 y 1948.
En Liga Nacional Negra hicieron vida excelentes equipos como los mismos
Monarcas, Cuban Stars de Cincinnati, Stars de Detroit, Gigantes Americanos de
Chicago, ABCs de Indianápolis, Marcos de Dayton, Gigantes de San Luis, Greys
de Homestead, Cubans de Nueva York, Barones Negros de Birmingham y Eagles
de Newark, entre otros.

Primera selección
Las leyendas
Como una manera de reconocer la importancia de estos jugadores para la historia
del béisbol, cuya calidad en el terreno de juego nadie discute, el Salón de la
Fama estableció un comité especial de veteranos para la selección de los más
destacados peloteros con actuación en las ligas negras, con la finalidad de
exaltarlos al templo de los inmortales.
En 1971, se llevó a cabo la primera escogencia con el ingreso del notable lanzador
Satchel Paige (Monarchs de Kansas City). En 1972, fueron exaltados el no menos
legendario Josh Gibson (Grays de Homestead) y su propio compañero de equipo
Buck Leonard, mientras que en 1973 elevaron al outfielder Monte Irvin (Eagles de
Newark) y en 1974 a Cool Papa Bell, jardinero central de las Estrellas de San Luis.

Cuatro cubanos
Ligas latinoamericanas
En aquellos años actuaron en las ligas negras muchos insignes peloteros
cubanos, quienes por su color de piel no pudieron demostrar toda su calidad en
Grandes Ligas. Sin embargo, con el ingreso al Salón de la Fama de Martín Dihigo,
Cristóbal Torriente, José de la Caridad Méndez y Alex Pompez, el béisbol
enmendó las posturas del pasado.
Dihigo fue un maestro del pitcheo y excelso bateador en los circuitos caribeños de
Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela, también en México y las Ligas
Negras. Torriente, a quien apodaban el ‘Bambino Cubano’ por Babe Ruth, era un
poderoso bateador de gran defensiva con el guante. Méndez, por su parte, tenía
una respetable recta que incidió en su magnífico récord de 87-31 en los circuitos
negros. Finalmente, Pompez fue jugador, ejecutivo e impulsor de las Ligas
Negras.
A continuación, la lista completa de los exaltados por el Comité de Veteranos para
la selección de los jugadores de las Ligas Negras:

Año Nombre (posición o cargo), equipo, votación


1971 Satchel Paige (P), Monarchs de Kansas City, Comité de Veteranos Ligas
Negras
1972 Josh Gibson (C), Grays de Homestead, Comité de Veteranos Ligas Negras
1972 Buck Leonard (1B), Grays de Homestead, Comité de Veteranos Ligas
Negras
1973 Monte Irvin (LF), Eagles de Newark, Comité de Veteranos Ligas Negrasç
1974 Cool Papa Bell (CF), Estrellas de San Luis, Comité de Veteranos Ligas
Negras
1975 Judy Johnson (3B), Daisies de Hilldale, Comité de Veteranos Ligas Negras
1976 Oscar Charleston (CF), Crawfords de Pittsburgh, Comité de Veteranos Ligas
Negras
1977 Martín Dihigo (P), Cuban Stars (East), Comité de Veteranos Ligas Negras
1977 Pop Lloyd (SS), Gigantes Lincoln de Nueva York, Comité de Veteranos Ligas
Negras
2006 Mule Suttles (1B), Eagles de Newark, Comité Especial Pre & Ligas Negras
2006 Ben Taylor (1B), Comité Especial Pre & Ligas Negras
2006 Cristóbal Torriente (CF), Comité Especial Pre & Ligas Negras
2006 Sol White (pionero), Comité Especial Pre & Ligas Negras
2006 J. L. Wilkinson (ejecutivo), Monarchs de Kansas City, Comité Especial Pre &
Ligas Negras
2006 Ray Brown (P), Grays de Homestead, Comité Especial Pre & Ligas Negras
2006 Willard Brown (CF), Monarchs de Kansas City, Comité Especial Pre & Ligas
Negras
2006 Andy Cooper (P), Comité Especial Pre & Ligas Negras
2006 Frank Grant (2B), Comité Especial Pre & Ligas Negras
2006 Pete Hill (CF), Comité Especial Pre & Ligas Negras
2006 Biz Mackey (C), Comité Especial Pre & Ligas Negras
2006 Effa Manley (ejecutivo), Comité Especial Pre & Ligas Negras
2006 José Méndez (P), Cuban Stars, Comité Especial Pre & Ligas Negras
2006 Alex Pompez (ejecutivo), Comité Especial Pre & Ligas Negras
2006 Cum Posey (ejecutivo), Grays de Homestead, Comité Especial Pre & Ligas
Negras
2006 Louis Santop (C), Comité Especial Pre & Ligas Negras
(P), pitcher. C, Cátcher. (1B), primera base. (2B), segunda base. (3B), tercera
base. (SS), shortstop. (LF), jardinero izquierdo. (CF), jardinero central. (RF),
jardinero derecho.
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Ligas Negras. Fue una
organización de béisbol estadounidense que agrupó a los jugadores de la raza
negra, al ser estos discriminados por las Grandes Ligas y no poder jugar en este
nivel de béisbol organizado, hasta que Jackie Robinson rompiera esa barrera
en 1947.

Antecedentes
El origen del béisbol negro es incierto. Se originó en las regiones más pobres
llamados "ghettos", por ejemplo Harlem en Nueva York y en el
lado sur de Chicago.
Desde el siglo XIX se ha planteado que los negros no jugaban el béisbol
organizado de los Estados Unidos y aunque existen varios motivos, el principal es
la discriminación a que eran sometidos los jugadores negros.
No había nada escrito prohibiendo que jugaran, pero la realidad de las cosas es
que en la convención de la Asociación Nacional de Jugadores de Béisbol de 1867,
en los récords oficiales se probó que los jugadores negros y los clubes fueron
desechados de la lista de miembros de esta organización.
Aquí esta al pie de la letra el reporte del Comité de esta Asociación:
"Es posible que al Comité haya acudido algún Club que haya solicitado ser
miembro y tenga personas negras o alguno de sus miembros lo sea, y la
recomendación de este Comité es y se sostiene unánimemente contra la admisión
de cualquier Club que este compuesto por una o más personas negras".
La razón dada por esta discriminación era una ingenua evasión. Si los clubes de
negros eran admitidos habría algún sentimiento de división. Y al contrario,
excluyéndolos ninguna herida podría causarse a ninguna persona y las
posibilidades de crear alguna rotura sobre el campo político, era nula.
Desde mediados de 1880 hasta 1947 no se permitió incluir en las ligas mayores a
jugadores negros. En virtud de esto, se crearon equipos formados sólo por
jugadores negros que formaron ligas, llamadas Negro Leagues (Ligas Negras).

Fundación

Un juego de los Ligas Negras.


En 1920, Rube Foster creó la primera Liga Nacional, que duró hasta 1931, luego
fue reformada por Gus Greenlee en 1933. Esta Liga Nacional Negra, formada con
equipos de oriente, tuvo existencia hasta 1948.
En 1923 se crea la segunda liga que se llamó Eastern Colored League, esta
entidad sobrevivió hasta 1928. En 1937, es creada la Liga Americana Negra, la
que dura hasta la década de 1950.
La primera de las ligas fundadas, contó con la asistencia de unos 5 mil aficionados
los domingos, al jugar doble juego en el Yankee Stadium, los que se fueron
incrementando hasta llegar a acoger unos 35 mil fanáticos por juego
principalmente en los de Occidente contra el Oriente.
El cubano Orestes Miñoso del equipo New York Cubans, se reía cuando decía:
- "Yo nunca he visto tantos negros juntos en toda mi vida como en este juego".
Buck Leonard rechazado del Salón de la Fama decía:
- "¡No es que no estuviéramos organizados es que no nos reconocían!".
Los equipos que son leyendas se originaron en Pittsburg como el Crawfords, los
Monarcas de Kansas City, los Gigantes americanos de Chicago, los Yankis negros
de Nueva York, las Estrellas de Filadelfia, las Águilas de Newark, La Elite Gigante
de Baltimore, los Medias Rojas de Memphis, los Cachuchas Rojas de Jacksonville,
los Aplastadores Negros de Atlanta y los Barones Negros de Birmingham.

 Logotipo de las Ligas Negras.


 Las Ligas Negras o Negro Leagues fueron los nombres que recibieron las
organizaciones de béisbol que, desde finales del siglo XIX hasta los años
1960, integraron a jugadores afroamericanos en los Estados Unidos.
 Inicios[editar]
 Los jugadores afroamericanos formaron parte de equipos profesionales en
los inicios del béisbol (la primera liga profesional se formó en 1871). A
pesar que una organización de jugadores, la National Association of
Baseball Players, desde 1867 impedía su inclusión, y, en 1887,
la International League impedía su contrato. Así, el béisbol comenzaba a
jugarse bajo la segregación. Entre los primeros equipos formados bajo
estas condiciones estaban los St. Louis Black Stockings y los Cuban
Giants. Entre los primeros nombres de aquella época se conocieron los de
Bud Fowler y Moses Fleetwood Walker. En 1887 se formó la National
Colored Baseball League de corta duración.
 Hasta el año 1920 hubo otra organización de relieve: la Negro National
League formada por Andrew Rube Foster. La integraban equipos del medio
oeste del país, entre ellos: Chicago American Giants, Chicago
Giants, Dayton Marcos, Detroit Stars, Indianapolis ABCs, Kansas City
Monarchs, St. Louis Giants y Cuban Stars.
 En 1923 comenzó la Eastern Colored League. La primera serie mundial fue
entre ambas organizaciones fue jugada en 1924 entre los Kansas City
Monarchs y los Hilldale Club, Kansas ganó 5-4.
 La liga tuvo un final debido a la etapa de la Gran Depresión de finales de
los años 1920, la cual terminó en 1931. Pero hubo otras organizaciones que
sobrevivieron en el sur y en el este de los Estados Unidos.
 Apogeo[editar]
 En 1933 se formó la Negro National League y en 1937 la Negro American
League. Se revivió la serie final entre ambas organizaciones en 1942 que
enfrentó a dos grandes leyendas: Josh Gibson de los Homestead
grays y Satchel Paige de los Kansas City Monarchs.
 Durante los años 30 y 40 se jugó el juego de las estrellas conocido como
la East- West All Star Game de gran popularidad jugado anualmente
en Chicago en el Comiskey Park.
 En 1947 fue el comienzo del fin para la segregación racial en el béisbol con
el ingreso de Jackie Robinson a los Brooklin Dodgers donde logró ser
elegido el mejor novato.
 Después, por la Liga Americana, fue firmado Larry Doby con los Cleveland
Indians. Satchel Paige en 1948 es firmado por ese mismo equipo y logra
ser el novato con más edad de todos los tiempos.
 Fue hasta los años sesenta del siglo XX que operó la Negro American
League.
 Cubanos, Cooperstown y la “discriminación” en el béisbol
 Exposición cubana en el Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown.
(Foto: Reynaldo Cruz/ Archivo de UB)
 Durante mucho tiempo, cubanos conocedores del béisbol de ambos lados
del Estrecho de la Florida han expuesto en numerosas tribunas sus casos
de defensa hacia algunos peloteros de la Isla que brillaron en la Gran Carpa,
y los dan como candidatos de fuerza a ser exaltados al Salón de la Fama del
Béisbol de la MLB. Cuba, tal vez el segundo país con más historia en el
béisbol mundial— si se tiene en cuenta que en la Isla se practica béisbol
desde la segunda mitad del siglo XIX — , es también una nación que trajo
muchas glorias a la MLB, y muchos jugadores criollos jugaron en el Show, y
brillaron en él.
 Muchos nombres afloran a la hora de analizar los peloteros cubanos y sus
contribuciones al béisbol de las Mayores. Casos como Luis Tiant, Orestes
Miñoso, Tony Oliva o Adolfo Luque se presentan con fuertes argumentos
para ser exaltados al nicho de los inmortales en el Museo que se encuentra
enclavado en el poblado de Cooperstown, en el estado de New York. La
historia de los peloteros de la isla en el béisbol profesional de Estados
Unidos se remonta tal vez a la génesis misma del deporte rentado, cuando
Esteban Bellán jugó con el Troy Haymaker de la National Association,
antecesora de la Liga Nacional. Este circuito no ostenta la categoría de “liga
mayor”, pero fue el primer circuito profesional del béisbol norteamericano, y
la presencia de Bellán en el mismo constituye sin dudas un hito en la pelota,
al ser el primer pelotero asalariado de América Latina, aunque no de las
grandes ligas.
 Las omisiones “nuestras”
Algunas fuentes dan credibilidad a la NABBP, pero su condición de Liga
Mayor está totalmente descartada, sobre todo por lo desorganizado,
según dijera John Thorn en entrevista realizada por Universo Béisbol. Aun
así, el status de pionero de Bellán queda exclusivamente limitado a Cuba, y
a la importancia que tuvo como personaje en muchos aspectos: fue el primer
pelotero profesional del país en Estados Unidos (aunque algunas
fuentesexplican que el matancero Rafael Julián de la Rua jugó en la NABBP
antes que Bellán), fue mentor del Club Habana en la Liga Cubana
Profesional, y disparó tres cuadrangulares en el mítico y polémico partido del
27 de diciembre de 1874 en el Palmar de Junco.
 Por razones aún no explicadas, Bellán no apareció en el Salón de la Fama
del Béisbol Cubano hasta que el mismo no fue reabierto en noviembre de
2014, en medio de una fuerte polémica que luego condujo a una votación
fracturada y a la renuncia de varios miembros del comité de selección.
Aparentemente, y según conversaciones sostenidas con el colega Yasel
Porto de Béisbol de Siempre, es probable que en algún momento en sus
inicios se haya decidido no tomarlo en cuenta debido a que era ciudadano
norteamericano, y además de madre irlandesa — aunque también se
desconoce la fecha exacta de su muerte y el lugar en el que está enterrado.
 Tras una omisión de tanto tiempo de uno de los nuestros por parte de
nosotros mismos, podríamos preguntarnos hasta qué punto varios de los
nombres que hemos defendido como posibles candidatos a tener su placa
en Cooperstown merecen realmente tal honor. Tenemos por supuesto que
tener en cuenta que además de las estadísticas, hay otros factores que
también tienen un impacto en el béisbol o la sociedad que los votantes
deben tener en cuenta. Lo negativo de esto precisamente es que se trata de
una clara y evidente espada de doble filo: el carácter, la actitud y el
comportamiento dentro y fuera del terreno de juego son elementos
altamente subjetivos que fluctúan mucho en cómo las personas los verán,
porque en ocasiones una actitud puede tener un matiz negativo para
algunos y positivo para otros. Tal vez era precisamente allí donde radicaban
los estatutos del re-fundado Salón de la Fama del Béisbol Cubano: no
habría discriminación de raza, credo o afiliación política (y esto último puede
haber sido lo que dio al traste con el proyecto).
 Hay otros casos de nuestras omisiones (incluso después que se reabrió el
Salón de la Fama del Béisbol Cubano) que también parecen imperdonables,
como el caso de Tony Pérez, el de Roberto Barbón (primer pelotero latino
del béisbol japonés), y muchos otros peloteros que aparecen exaltados en el
Salón de la Fama del Béisbol Mexicano.
 Tal vez el caso más fuerte en este aspecto sea precisamente el de Antonio
Pacheco, quien abandonó el país luego de haber dado innumerables glorias
a la nación en el béisbol tanto nacional como internacional (y haberse
coronado campeón de la Serie Nacional en más de una ocasión como
jugador y manager), como el hecho de haberse coronado campeón mundial
en todas las categorías (aclarar que en aquel tiempo los Clásicos Mundiales
de Béisbol no existían). Esa exclusión arbitraria, luego de que
aparentemente la gran mayoría de los miembros del voto final hubiesen
marcado con una “x” el nombre del Capitán de Capitanes, con lo que
hubiese alcanzado los votos necesarios para ser exaltado, provocó
precisamente la renuncia de algunos intelectuales del béisbol, como Ismael
Sené, Félix Julio Alfonso, y el propio Porto, entre otros.


 El cubano Tony Pérez compareció a la exaltación de 2016. (Foto: Reynaldo
Cruz/ Archivo de UB)
 Los cubanos en Cooperstown
El primer cubano exaltado al Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown
fue El Inmortal del Béisbol, su excelencia Martín Dihigo, quien debajo de su
nombre, en la placa ubicada entre los exaltados en el año 1977 — en su caso
por el Comité Especial de las Ligas Negras — , tiene escrito el mote de “El
Maestro”. Dihigo no jugó nunca en la gran carpa; de hecho, de los cuatro
jugadores cubanos que aparecen en el nicho (Dihigo, Tony Pérez, Cristóbal
Torriente y José de la Caridad Méndez), solamente Tony Pérez jugó en las
mayores. Los restantes dos jugadores (Torriente y Méndez) entraron en
2007 como parte del mismo comité que exaltó a Dihigo 30 años antes, y
habían alcanzado su status de celebridad por éxitos logrados durante
enfrentamientos que hacían los equipos cubanos contra los clubes de
grandes ligas que fuera de temporada venían a la isla con el objetivo de
enfrentarse a los clubes de acá — al tiempo que disfrutaban además de
algunos placeres de Cuba, como el ron, el tabaco y las mujeres — a
principios del siglo XX.
 Otros que tuvieron números más que excepcionales, dígase Rafael Palmeiro
y José Canseco, vieron sus respectivas carreras totalmente mancilladas por
el consumo de sustancias prohibidas, con lo que sepultaron toda posibilidad
de terminar en Cooperstown.
 Pero resulta curioso que de una nación que ha puesto a tantos peloteros en
las mayores (y que si no ha enviado a muchos más ha sido precisamente
por las grandes contradicciones existentes entre los gobiernos de Cuba y
Estados Unidos desde 1959) solamente un jugador con participación en el
Show esté exaltado en Cooperstown. Tony Pérez, miembro de la Big Red
Machine de los Cincinnati Reds, era conocido sobre todo por ser un
bateador oportuno. Además de haberse coronado en la Serie Mundial con
los Reds, muestra unas estadísticas dignas de ser reconocidas a cualquier
nivel: .279 de promedio, 2,732 imparables, 505 dobles, 379 cuadrangulares,
1652 empujadas y un OPS de .804. Con esos números, era muy difícil
ignorarlo, aun si jugaba con luminarias de la talla de Johnny Bench, Pete
Rose o Joe Morgan, todos con números dignos de Cooperstown, excepto
por Rose, quien también saboteó sus posibilidades, al verse involucrado en
apuestas.
 Dihigo, que está además en los salones de la fama de México y Cuba, hizo
carrera en distintos circuitos, y su notoriedad llevó a varios grandes a
referirse a él con admiración, como el caso del estelar jugador de las Ligas
Negras Buck Leonard, quien dijo:
 Fue el pelotero más completo que conozco. Diría que fue el mejor pelotero
de todos los tiempos, negro o blanco. Podía hacerlo todo. Es mi pelotero
ideal, y tampoco hace diferencia la raza. Si no es el más grande, no sé quién
lo sea. Tomen a sus Ruths, Cobbs, y DiMaggios. Denme a Dihigo y apuesto
que les ganaría casi cada vez. (1)
 Los casos de Méndez y Torriente tuvieron su carácter de notables debido a
la participación de los tours barnstorming (2) de clubes de las grandes ligas.
Méndez, bautizado por John McGraw como “El Diamante Negro”, alcanzó la
fama por sus excelentes actuaciones ante los Cincinnati Reds, los Detroit
Tigers, los Philadelphia Athletics, los New York Giants, los Brooklyn Robins
y una selección de estrellas de las grandes ligas. Por su parte, Torriente,
pintoresco defensor de la pradera central, eclipsó nada menos que al gran
Babe Ruth al disparar tres cuadrangulares en un partido en el que el Sultan
of Swat fue totalmente silenciado.
 Ambos jugadores fueron objeto de leyenda en Cuba, y su grandeza fue
magnificada en el país debido al sentimiento anti-norteamericano imperante
en la época, motivado mayormente por las intervenciones norteamericanas y
los tratados firmados por los gobiernos de turno con los Estados Unidos. No
obstante, su grandeza es incuestionada, y tanto el uno como el otro tuvieron
carreras que trascendieron en la liga cubana y sus respectivas trayectorias
son merecedoras del lugar que ocupan en el béisbol de Cuba y Estados
Unidos.
 ¿Omisiones de la BBWAA u otros comités?
Quedan entonces los que algunos llamamos discriminados, aquellos que
sentimos no fueron tratados debidamente por los votantes, y cuyas carreras
y logros fueron sin lugar a dudas totalmente pasados por alto por los comités
que han tenido en algún momento la posibilidad de estampar una cruz en la
casilla que acompaña sus nombres.
 Más que nada, salen a la luz nombres como Luis Tiant, Orestes Miñoso,
Miguel Ángel Cuéllar, Adolfo Luque, Tony Oliva, Tony Taylor o Camilo
Pascual. Otros podrían ser candidatos a ser tomados en consideración, pero
los números que presentan los jugadores que integran este grupo (y sus
contribuciones al juego) son sin dudas los más notables.
 Con 27 victorias en 1923 con los Cincinnati Reds, que sumarían 194 en su
carrera (3) (ante 179 derrotas), Adolfo Luque fue sin dudas la primera gran
estrella del béisbol cubano en las grandes ligas. Temperamental hasta la
médula, El Orgullo de La Habana estuvo con los Reds cuando vencieron a
los Chicago White Sox en la infame Serie Mundial de 1919 y también ayudó
de manera crucial en un triunfo de los New York Giants, adjudicándose la
victoria en el último encuentro de la Serie Mundial de 1933, como relevista.
Además, ostenta dos coronas de promedio de efectividad y de por vida lo
hizo para 3.62, con WHIP de 1.288.
 Sin embargo, cuando se tiene en cuenta un dato como el Similarity
Scoresde Baseball-Reference, Luque tiene una carrera cuyas estadísticas
son similares a solamente un miembro del Salón de la Fama del Béisbol,
entre los diez jugadores a los que más “se parece”. El jugador en cuestión
es Rube Marquard (el quinto que más se parece a Luque).
 Veamos la comparación teniendo en cuenta algunas estadísticas:
 Pitcher G-P PCL K BB FIP WHIP
Luque 194–179 3.24 1130 918 3.62 1.29
Marquard 201–177 3.07 1593 858 2.90 1.24
 Definitivamente, números bastante similares, con una ligera ventaja para
Marquard en todos los indicadores. Ambos se desempeñaron en épocas
similares, aunque el norteamericano inició y terminó su carrera un poco
antes. Sin embargo, donde sí aparece una ventaja para Luque, y que en
este caso se torna crucial, es en el balance neutral de victorias y derrotas.
Algo notable acá es que Marquard jugó su primer partido en 1925, y fue
electo en 1971.
 Lee Sinins, el mastermind de Baseball-Encyclopedia, creó una estadística
basada en la cantidad de decisiones que tuvo un lanzador, suponiendo que
en cada una de ellas hubiese recibido un apoyo de carreras por parte de su
equipo que oscilara en la media. En el caso particular de Luque y Marquard,
el cubano mejora sus números ostensiblemente, con un balance de 212–
160, mientras que el norteño se ve afectado, cayendo a 198–180. Eso indica
que en un ambiente de apoyo ofensivo similar, Luque habría superado a
Marquard en victorias.
 Pero, ¿es Luque un caso fuerte para Cooperstown?
 Teniendo en cuenta sus números, Luque es un marginal para el Salón de la
Fama, un jugador cuyas estadísticas le dan el crédito para ser incluido, pero
no el crédito suficiente como para ser un caso defendido a capa y espada.
Pero más allá de las cifras, su legado como la primera estrella
latinoamericana del béisbol de las mayores es tal vez más digno de
Cooperstown que sus números, y ese incuestionable papel como pionero en
el béisbol de las grandes ligas sí le debía haber granjeado más votos para
ser incluido en el nicho de los inmortales.
 Otro tirador que para muchos también podía tener méritos para ser tomado
en cuenta es el zurdo Miguel Ángel Cuéllar, más conocido como Mike
Cuéllar, quien en 15 temporadas (ocho de ellas con los Baltimore Orioles)
logró una foja de 185–130, con una corona en victorias (24 en 1970, año en
que también lideró los juegos completos con 21, las aperturas con 40, las
carreras limpias permitidas con 115 y los jonrones con 24. Cuéllar era parte
de un staff que incluía a Jim Palmer, Dave McNally y Pat Dobson, y que
tiene el mérito de haber sido el primer y único staff en la historia del béisbol
en presentar a cuatro ganadores de 20 o más partidos en la misma
temporada (1971). Esta hazaña no la ha logrado ningún otro staff, ni aquel
temible trío de los Atlanta Braves (Greg Maddux, John Smoltz y Tom
Glavine) más cualquier otro cuarto o quinto abridor que se les sumara (Steve
Avery, Kevin Millwood, Kent Merker o Denny Neagle).
 Cuéllar era un lanzador muy efectivo y ganador, con un WHIP de 1.197 de
por vida, con una efectividad de 3.14 y 1632 ponches ante 822 pasaportes
en 2808 entradas de trabajo. Su promedio de ganador y perdidos de por
vida (.587) se vio en gran medida afectado por sus dos últimas temporadas,
en las que obtuvo apenas cuatro triunfos ante 14 descalabros.
 En los Similarity Scores, Cuéllar tiene solamente a un lanzador miembro del
Salón de la Fama entre los diez jugadores más similares a él: Dazzy Vance.
 Pitcher G-P PCL K BB FIP WHIP
Cuéllar 185–130 3.14 1632 822 3.29 1.20
Vance 197–140 3.24 2045 840 3.18 1.23
 Vance supera a Cuéllar en todos los aspectos, excepto la efectividad y el
WHIP, aunque hay que tener en cuenta que ambos vivieron y jugaron en
épocas totalmente diferentes. El balance de decisiones neutrales tampoco
beneficia a Cuéllar, pues incluso desciende en 15 triunfos (170–145),
mientras que Dazzy Vance asciende a 201–136. Entonces, con estos datos,
el siniestro criollo no tiene tanta cabida en el templo de los inmortales como
podríamos pensar los cubanos apasionados, y si sumamos el hecho de que
Vance fue electo en 1955, 20 años después de su retiro (o sea, en su último
año de elegibilidad), podríamos además afirmar que el propio norteño no era
tan merecedor de Cooperstown como podríamos haber pensado.
 En los anales de las grandes ligas, solamente un pelotero se las ha
ingeniado para ganar el título de bateo y hits conectados en sus dos
primeras campañas. Tony Oliva, quien pasó toda su carrera como jardinero
con los Minnesota Twins, se coló en ocho Juegos de Estrellas consecutivos,
ganó un Guante de Oro y el premio al Novato del Año, con tres coronas de
bateo, y fue cinco veces líder en hits, una en anotadas, cuatro en dobles,
una en bases recorridas y otra en slugging.
 Sin embargo, y pese que entre los diez peloteros más parecidos a él no
aparece ningún miembro del Salón de la Fama del Béisbol en Cooperstown,
Oliva sí tiene credenciales para haber tenido mejor suerte con los votantes.
 En el Monitor del Salón de la Fama, creado por Bill James y presente en
Baseball-Reference, Oliva tiene una puntuación ofensiva de 114, cifra que lo
ubica por encima del 100 que lo hace un posible miembro al Salón de la
Fama. Además, Oliva también ostenta un índice de tinta gris (4) de 146, por
encima del 144 que promedian los miembros del HoF, y se ubica además en
el lugar 98.
 Oliva habría tenido mejor suerte si su carrera no hubiese sufrido por causa
de las lesiones, y resulta curioso que en su misma franquicia haya un
pelotero con números similares (pero en otra época, y con un campeonato
de Serie Mundial a su haber): Kirby Puckett.
 Bateador AVG C H HR CI OBP OPS
Oliva .304 870 1917 220 947 .353 .830
Puckett .318 1071 2304 207 1085 .360 .837
 Evidentemente, Puckett (quien tuvo que abandonar su carrera apenas a los
34 años debido a un padecimiento de glaucoma) aventaja al cubano en casi
cada aspecto de su juego, y solamente en los indicadores de poder Oliva es
superior. Es curioso que el slugging de ambos es casi idéntico: .476 para
Oliva y .477 para Puckett.
 Cuando murió el año antepasado, Orestes Miñoso dejó un legado muy difícil
de superar en la historia de las ligas mayores e incluso el béisbol universal.
Si bien todo se trató de un “stunt” publicitario de nada menos que Bill Veeck,
Minnie se convirtió en el primer pelotero en ver acción de grandes ligas en
cinco décadas distintas (1940–1980), aunque por supuesto la visita a la
década del 70 y del 80 fue “programada” precisamente para lograr el hito.
Además de esto, jugó también en ligas independientes durante la década
del 90 y en la primera década del siglo XXI, a la edad de 77 años (2003). Ya
para estos dos casos, la Major League Baseball había puesto fin a la
charada y se había rehusado a que el cubano firmara un contrato de un día
para extender una cadena que no tenía otra razón de ser que poner su
nombre en los libros de récords.
 Pero la historia de omisión de Minnie no comenzó con todas las exclusiones
de todos los comités para la elección al Salón de la Fama. Iniciando en 1951
(luego de un fragmento de temporada en 1949 con los Cleveland Indians),
Miñoso fue despojado del premio al Novato del Año, en una desleal
competencia en la que la única ventaja que le sacaba el vencedor era el
poder y jugar con los New York Yankees. El cubano, luego de un tórrido
inicio de ocho partidos con los Indians, fue transferido a los Chicago White
Sox, y a ellos comenzó a transmitir el dinamismo cubano, al tiempo que
instauró el estilo “Go-Go Sox!”, un incentivo a dejar todo en el terreno, del
cual fue protagonista y líder.
 Miñoso sufrió los embates de los votantes cuando prefirieron elegir a Gil
McDougald, quien compiló .306, con 123 inatrapables, 23 dobles, cuatro
triples y 14 jonrones, empujando 63 carreras y estafando 14 bases, y
archivando además un OPS de .884. Nada mal, pero Miñoso fue mejor que
él en toda la ruta: .326 de promedio, 173 hits, 34 dobles, 14 triples (líder), 10
jonrones, 76 empujadas, 31 bases robadas (líder) y 16 pelotazos (líder). Su
OPS fue de .992, por lo que no hay que discutir mucho para saber que
Miñoso — quien encabezó su liga diez veces en pelotazos recibidos,
imaginen por qué — se vio afectado por la época en que jugó, el entorno
político, social y racial de Estados Unidos en ese momento, e incluso la
ciudad.
 Miñoso, a diferencia de Luque y los demás lanzadores cubanos con
credenciales para Cooperstown, no tiene ni a un solo jugador entre sus diez
más similares como miembro del Salón de la Fama. Sin embargo, aparece
con algunos indicadores que sin dudas podrían ser tenidos en
consideración. En primer lugar, muestra una índice de tinta gris de 189, y el
promedio de los inquilinos de Cooperstown es de 144. Miñoso aparece en el
lugar 50 entre los bateadores, algo bastante notable, sobre todo si se tiene
en cuenta que jugó en lo que llamaron la Era Dorada (1947–1972).
 Tal vez lo reprochable de Miñoso fue precisamente haber formado parte de
las charadas de Bill Veeck, lo cual le hizo perder un punto en su promedio
ofensivo, dejándolo en .299 (posteriormente a que se redondee el promedio
de .2986). Minnie no llegó a 2000 imparables, y se quedó con 186
cuadrangulares, pero sí logró sobrepasar el millar de anotadas (1136) e
impulsadas (1023) y tuvo siete nominaciones al Juego de las Estrellas y tres
Guantes de Oro. Su legado fue sin dudas enorme, en primer lugar por haber
sido el primer jugador negro en la franquicia de los White Sox, y por todo lo
que significó para esa ciudad.


 Luis Tiant (izquierda) y Pedro Luis Lazo (derecha) lanzan la primera bola
previo al encuentro entre Cuba y los Tampa Bay Rays. (Foto: Reynaldo
Cruz/ Archivo de UB)
 Con participación en una de las más espectaculares Series Mundiales en la
historia de las mayores, la de 1975 ante los Cincinnati Reds, en la que
alcanzó dos de los tres triunfos de su equipo, Luis Tiant tuvo tal vez la más
prolífica carrera de un lanzador cubano en la historia del Big Show. Balance
de 229–172, con efectividad de 3.30, un WHIP de 1.199, dos coronas de
carreras limpias, tres de lechadas y tres campañas con más de 20 triunfos
son cifras más que suficientes para tenerlo en cuenta como uno de los
verdaderos ases en la historia del béisbol de la MLB.
 Tiant era un tipo pintoresco, y un hombre capaz de sobreponerse a las
adversidades. Pero más que nada, tenía esa capacidad para lucirse en lo
que en Cuba se conoce como el “juego bueno”, sobre todo si se tiene en
cuenta que su única aparición en el Clásico de Otoño tuvo lugar nada menos
que ante la Gran Maquinaria Roja, con Johnny Bench, Tony Pérez, Joe
Morgan, Pete Rose, Dave Concepción, César Gerónimo, Ken Griffey y
George Foster. El Tiante se las ingenió no solo para completar par de
triunfos ante esta poderosa batería, sino que también logró uno de ellos por
la vía de las nueve argollas, e hizo todo ello en medio de las emociones
mezcladas de haber visto a su padre por vez primera en más de 15 años.
 Las cifras de Louie son sin dudas bien sólidas, y es cierto que sufrieron los
embates de tres años malos: su último con los Cleveland Indians (9–20,
3.71, provocado mayormente por el mal desempeño del club y el descenso
de la altura de la lomita de lanzar), su único con los Minnesota Twins (7–3,
3.40, lesiones, y luego fue liberado) y su primero con los Red Sox (1–7,
4.85, los Red Sox se demoraron en darle una oportunidad en las mayores y
tras actuaciones intermitentes pasó al bullpen).
 Con números similares a los de Tiant, según el Similarity Scores de
baseball-reference.com, aparecen tres miembros del Salón de la Fama del
Béisbol en Cooperstown: Jim Catfish Hunter, Jim Bunning y Don Drysdale,
los dos primeros bien cercanos en las cifras. Una comparación entre ellos
ubica sin dudas a Tiant en un lugar bastante privilegiado en cuanto a su
calidad y en uno bien desventajoso respecto a cómo le han tratado los
votantes.
 Pitcher G-P PCL K BB FIP WHIP
Tiant 229–172 3.30 2416 1104 3.47 1.20
Hunter 224–166 3.26 2012 954 3.66 1.13
Bunning 224–184 3.27 2855 1000 3.22 1.18
Drysdale 209–166 2.95 2486 855 3.02 1.15
 Tiant resulta precisamente el más ganador del grupo, y no es el que más
pierde. Su balance de ponches por boleto y sus promedios sin duda son los
peores del grupo, pero la desventaja no es tan grande. Si se analizan
además los balances de victorias neutrales, tenemos al cubano con apenas
un victoria menos, y Hunter desciende mucho más que él (20 triunfos
menos). Bunning aumenta sus triunfos en cuatro y Drysdale en 10. Por otro
lado, Hunter fue exaltado a Cooperstown en 1987, ocho años después de su
retiro, y otro tanto ocurrió con Bunning (1996, retirado en 1971) y Drysdale
(1984, retirado en 1969). O sea, que Hunter fue el que menos tiempo estuvo
en la boleta con tres años, y curiosamente es el que se ve superado por
Tiant en los indicadores de calidad.
 Victorias y derrotas neutrales
Tiant 228–173
Hunter 204–186
Bunning 228–180
Drysdale 219–156
 Esto hace que Tiant sea mucho más que un miembro marginal al Salón de
la Fama: tiene estadísticas dignas de Cooperstown, pero por desgracia para
él tuvo participación en solamente un Clásico de Otoño, y su equipo no
ganó. La comparación con tiradores que están en la galería de los
inmortales del béisbol norteamericano indica que evidentemente puede
haber habido algo de discriminación o prejuicio racial o de otra índole hacia
Tiant por parte de los votantes tanto de la BBWAA como del Comité de
Veteranos y el Comité de la Era Dorada, cuyos miembros han excluido al
cubano una y otra vez.
 ¿Ha habido entonces discriminación?
Por estadísticas, podría decirse que Tiant, Oliva y Miñoso tienen palmarés
para ser considerados para Cooperstown. Las cifras de similitud de Tiant
con los tres miembros del Salón de la Fama que se le parecen son lo
bastante sólidas para decir que mereció mejor suerte con los votantes. Oliva
y Miñoso se quedaron cortos en algunas cifras acumulativas, pues no
llegaron a los dos millares de indiscutibles, y si bien Miñoso se quedó a .298
de promedio, es un average lo suficientemente sólido para que se le respete
como un grande del béisbol.
 Tal vez, la charada de Veeck afectó la imagen de Miñoso ante los votantes,
y es posible que algunos hayan dejado de tomar en serio a Minnie. Sin
embargo, su legado para los White Sox es imperecedero, y el hecho de que
hubiese sido víctima de tantos pelotazos lo pone tal vez en un lugar cercano
a Jackie Robinson en materia de las cosas que tuvo que soportar. Se dice
que una vez entró al clubhouse y gritó: “¿Quién tiene pintura blanca?”, algo
que hizo reír mucho a sus compañeros, pero que también los hizo pensar.
 Si analizamos los indicadores de Salón de la Fama de sus estadísticas,
podríamos decir que pudieron tener mejor suerte, sin dudas. Veamos, dónde
están los dos bateadores en cuestión:
 Bateador Tinta negra Tinta gris Monitor HoF Standard HoF
Promedio HoF 27 144 100 50
Oliva 41 146 114 29
Miñoso 15 189 87 35
 O sea, que por tinta negra (veces que encabezó la liga en categorías
ofensivas importantes) y por el monitor del Salón de la Fama (Monitor HoF),
creado por Bill James para ver la probabilidades de un jugador de llegar a
Cooperstown, dando valores a sus rendimientos tanto por temporadas como
de por vida. Miñoso supera a Oliva (y a muchos otros peloteros) en la tinta
gris y por el estándar del Salón de la Fama. Curiosamente, esta métrica
(también de James) alcanza una tiene como máxima puntuación a los 100
puntos, y 50 no es más que la media de los ya exaltados a Cooperstown.
 Y ahora los lanzadores:
 Lanzador Tinta negra Tinta gris Monitor HoF Standard HoF
Promedio HoF 40 185 100 50
Luque 24 135 44 23
Cuéllar 13 107 96 35
Tiant 13 112 97 41
 Sin lugar a dudas, Tiant sigue pareciendo un caso cada vez más sólido para
ser defendido en cualquier frente como un pelotero digno del Salón de la
Fama de las Grandes Ligas. Oliva y Miñoso tienen méritos, pero realmente
sus números son más fronterizos que evidentes, y el hecho de que no haya
ningún exaltado entre sus diez más similares puede ser un elemento de
peso. Es cierto que cuando dejaron de estar en las boletas no existía el
Similarity Score, ni muchas de las estadísticas que ahora los cronistas del
béisbol tienen en cuenta para votar por uno o varios jugadores, por lo que el
prejuicio pudo haber jugado su papel.
 Al haberse quedado cortos en la persecución de los dos mil hits (sobre todo
teniendo en cuenta que ambos lo habrían logrado de haber jugado una
temporada completa con desempeño mediocre), Tony y Minnie perdieron
mucho terreno en este aspecto. Sin embargo, los legados de ambos van
mucho más allá, y constituían elementos de peso que debían haber hecho
que unos cuantos votantes más los tomaran en consideración.
 A la larga, la discriminación podría no ser tomada en cuenta como un factor,
sobre todo si nos percatamos de que muchos peloteros norteamericanos
incluso han sido desestimados por los votantes (dígase Alan Trammell,
Dave Stieb, Jack Morris, Carlos Delgado y otros). Es por eso que alegar a
una omisión intencionada al estilo de colusión no es una posición muy
objetiva. Varios de los cubanos que aparecen en este análisis podrían estar
en Cooperstown o no, es simplemente una cuestión de hasta qué punto
gozaron de las simpatías de aquellos que elegían. El verdadero golpe no
consiste en sí si fueron o no excluidos, sino cuántos otros, de otras
naciones, incluso “el norte brutal y revuelto”, no han podido llegar al altar
que muchos creemos que les corresponde.
 En conclusión, se trata más de un cuestión subjetiva, como con cualquier
votación, y como con cualquier votación sometida a un jurado, habrá
personas descontentas. Solo que los cubanos somos a veces más
descontentos que todos.
 Notas:
 (1) Holway, John B. Blackball Stars: Negro League Pioneers (New York:
Carroll & Graf, 1992), 236–47
(2) Giras informales, era el estilo de muchos clubes del béisbol negro en
Estados Unidos, que viajaban de pueblo en pueblo retando a las novenas
allí existentes
(3) Sitios como baseball-encyclopedia lo ubican con 193 triunfos, mientras
que baseball-reference lo deja en 194, todo debido a la temporada de 1919,
en la que BE lo acredita con nueve triunfos y BR con 10
(4) Dícese de las veces que un jugador aparece entre los diez primeros de la
liga sin haber encabezado el circuito en dicha categoría, los líderes del
circuito aparecen con tinta negra

 SÁBADO, OCTUBRE 11, 2008

 CUBANOS EN LAS LIGRAS NEGRAS DE NORTEAMERICA


 Por Abel Codina García (Radio Habana Cuba)

Las ligas negras de béisbol de Norteamérica fueron una colección de ligas conformadas
principalmente por peloteros de raza negra. Su historia comenzó en los Estados Unidos en
1920, aunque antes hubo intentos que no fructificaron como la Liga de Béisbol de Color
Nacional (National Colored Base Ball League) en 1887.

En 1885 fue conformado el primer equipo de peloteros negros y se llamó Cuban Giants,
para atraer más aficionados de raza blanca, pese a que no estaba conformado por
cubanos.

La máxima expresión de estas ligas ocurrió a fines de la década de los años 30.

Las principales ligas negras fueron:


Liga Nacional Negra (Negro National League): 1920-1931, 1933-1948.
Liga de Color del Este (Eastern Colored League): 1923-1928.
Liga Americana Negra (Negro American League): 1937-1960.

El origen de las Ligas Negras está dado por la discriminación racial existente en Estados
Unidos, que provocó que se prohibiera la participación de peloteros de raza negra en las
Grandes Ligas en la década de los noventa del siglo XIX. Ello trajo consigo que se
perdieran grandes talentos que nunca pudieron jugar al más alto nivel como Josh Gibson,
Oscar Charleston y otros.

En 1947 Jackie Robinson rompió la barrera racial al ser contratado por los Dodgers de
Brooklyn. Sin embargo, Robinson no fue el primero de su raza en participar en las
Grandes Ligas, este honor recae en William Edward White, quien jugó un partido por los
Providence Grays de la Liga Nacional en 1879. Por mucho tiempo se creyó que Moses
Fletwood Walker había sido el primero en 1884, pero investigaciones recientes aseveran
que White lo hizo cinco años antes.

Otros peloteros de raza negra se fueron integrando con el tiempo a las Ligas Mayores, y
las Ligas Negras fueron perdiendo interés para los aficionados y se fueron apagando poco
a poco.

Muchos peloteros cubanos se trasladaron hacia Estados Unidos en busca de una mejoría
económica y allí demostraron su calidad.

En las diferentes Ligas Negras participaron más de 150 peloteros cubanos, entre ellos
glorias del deporte nacional como: Martín Dihigo, Cristóbal Torriente y José de la Caridad
Méndez.

Martín Dihigo Llanos (1905-1971), jugador derecho de 1.90 m. de estatura y 195


libras de peso. Conocido como "El Inmortal" o "El Maestro" fue un pelotero muy completo,
capaz de jugar todas las posiciones brillantemente. Bateaba bien, era un buen corredor
en las bases y tenía un poderoso brazo. En agosto de 1977 pasó a formar parte del Salón
de la Fama del béisbol estadounidense mediante un selección del Comité de Veteranos de
las Ligas Negras.

Su periplo por las Ligas Negras comenzó en la Liga de Color del Este en 1923 como
segunda base y contaba solamente con 18 años. Su promedio ofensivo fue de .270.
Además como lanzador alcanzó una victoria en su único resultado oficial.

Tomó parte las Ligas Negras en el período 1923-1945 aunque las estadísticas solo reflejan
12 años de este período. Compiló para un promedio ofensivo de .299 con un total de 69
vuelacercas. Bateó en 6 temporadas por encima de .300 y fue líder en cuadrangulares en
dos ocasiones. Como pitcher obtuvo 25 victorias con 18 derrotas. En su última temporada
fungió como manager-jugador en los New York Cubans.

Cristóbal Torriente (1895-1938) fue un poderoso bateador zurdo de


1.75 m. de estatura, reconocido por su tendencia a batear bolas malas. Para muchos es
considerado el mejor center fielder en las Ligas Negras debido a su gran movilidad,
precisión y fuerza en el tiro a las bases. Además se desempeñó bien en segunda base y
como pitcher tuvo record de 15 ganados y 5 perdidos. Su carrera transcurrió entre 1913-
1932 durante la cual promedió .329. En enfrentamientos versus el pitcheo de Grandes
Ligas promedió 311.

Fue el primer líder de bateo de la Liga Nacional Negra en 1920 con un astronómico
promedio de 411 jugando para los American Giants. Guió a este equipo a títulos
consecutivos en el período 1920-1922. Hasta 1925 nunca bajó de 332. Cuando bajó hasta
241 en 1925 fue transferido al Kansas City Monarchs con quien bateó 339 en 1926.
José de la Caridad Méndez "El Diamante Negro"
(1887-1928) era un pitcher de gran velocidad y control. Medía solamente 1.70 m. y
pesaba alrededor de 160 libras. Era reconocido por ser un maestro de la defensa cuando
ocupaba el montículo. Estas habilidades le permitieron jugar varias posiciones como
segunda, tercera, shortstop así como los jardines.

Méndez militó en las Ligas Negras de 1908 a 1926. En su primer año logró 3 victorias sin
derrotas con los Royal Giants de Brooklyn y al año siguiente alcanzó un resultado
fantástico, 44 victorias con sólo dos derrotas lanzando para los Cuban Stars.

Fungió como manager-jugador de los Kansas City Monarchs en el período 1920-1926


llegando a obtener el título de la liga en 3 ocasiones (1923-1925).

En ocasiones lanzaba y jugaba el infield y como pitcher alcanzó 20 victorias y 4 derrotas.

En la Serie Mundial de las Ligas Negras de 1924 obtuvo dos victorias versus Hilldale.

Su record contra equipos de Grandes Ligas fue de 8-7, incluyendo victorias contra
Cincinnati Reds y New York Giants

Estas estrellas cubanas nunca tuvieron la oportunidad de mostrar su talento en las


Grandes Ligas debido a la segregación racial además que para 1947 ya habían fallecido,
en los casos de Torriente y Méndez, o se habían retirado como es el caso de Dihigo.

Un total de 18 peloteros han ganado su entrada al Salón de la Fama del Béisbol


norteamericano en la base de su juego en las Ligas Negras. Entre ellos se encuentra el
pitcher Satchel Paige que sí jugó en las Grandes Ligas durante breve tiempo al final de su
carrera.

Peloteros de raza negra ocupan puestos importantes en los lideratos históricos en


Grandes Ligas, sobre todo en la ofensiva. Lideran, entre otros, los siguientes
departamentos: carreras anotadas, carreras impulsadas, jonrones, bases robadas y bases
por bolas recibidas.

En el casillero de los jonrones, 6 de los 10 primeros son peloteros negros, encabezados


por el líder, Hank Aaron (755). Willie Mays es el cuarto en la lista (660).

Como se puede apreciar durante estos casi 60 años los peloteros de raza negra han dado
colorido a Las Grandes Ligas no por su color de piel sino por su calidad y entrega en el
terreno.
 FUENTES CONSULTADAS:

Letusé La O, Rogelio. Béisbol. Términos y Anécdotas. Editorial Científico-Técnica. La


Habana. 2003.
Nieto Fernández, Severo. José Méndez. El Diamante Negro. Editorial Científico-Técnica.
La Habana. 2004.

Salón de la Fama del béisbol de los Estados Unidos


http://www.baseballlibrary.com/
http://www.blackbaseball.com/
Enciclopedia Británica
http://www.latinosportslegends.com/
Sitio Web de las Grandes Ligas
Negro League Baseball Players Association
Sitio Web de la emisora Coco
Enciclopedia Wikipedia
http://www.1800beisbol.com/

 PUBLICADO POR JUAN M. GARCI A EN 8:52 A. M.

 ETIQUETAS: DEPORTE, HISTORIA, PERSONALIDADES, RADIO HABANA CUBA

 Satchel Paige: ¿el más grande de todos los tiempos?


 Posted on julio 17, 2009 by micolumnadeportiva

 Satchel Paige (a la izquierda) junto a Jackie Robinson


 Leroy “Satchel” Paige ganó más desafíos que Cy Young, el hombre que
ostenta el récord de triunfos en las Grandes Ligas con 511; además,
ponchó a más bateadores que el líder histórico en las Mayores, Nolan
Ryan; sin embargo, hoy ningún premio, de los tantos que se otorgan en la
llamada Gran Carpa, lleva el nombre de Satchel.
 Muchos intentan demeritar el trabajo de Paige porque no logró todos sus
éxitos frente a equipos de las Grandes Ligas, pero ¿cómo podía hacerlo si
él era negro y durante décadas imperó la segregación racial en las Grandes
Ligas? Solo en 1947, cuando Satchel tenía ya 41 años, fue que finalmente
un pelotero negro, Jackie Robinson, rompió esa barrera.
El nombre de Leroy “Satchel” Paige comenzó a sonar con fuerza en las
Ligas Negras a principios de la década del veinte y por más de dos
decenios jugó en diversos equipos como los Monarcas de Kansas City y los
Yankees Negros de Nueva York.
 Paige estuvo en varios países latinoamericanos, entre ellos Cuba. Satchel
llegó a la Isla por los esfuerzos del empresario Abel Linares. Este habilidoso
hombre impulsó la creación de un equipo en el centro del país, los
Leopardos de Santa Clara, con la idea de ampliar la rivalidad en la Liga
cubana, donde los Alacranes de Almendares y los Leones del Habana eran
los únicos serios contendientes al título temporada tras temporada.
 Para reforzar a los Leopardos—debutaron en 1923—Linares no dudó en
utilizar su influencia—dinero—con el objetivo de atraer a varias de las
estrellas de las Ligas Negras estadounidenses. En 1924 Linares convenció
a Satchel, mediante un cheque de 100 dólares por juego, para que este
lanzara con los Leopardos.
 No obstante su fama, las cosas no le salieron bien a Paige, ya que tuvo un
récord de cinco partidos ganados y seis perdidos y cuentan que su estancia
cubana se acortó después de algunos malentendidos con apostadores de
juegos.
 Cierto o no, el hecho fue que Satchel no estuvo mucho tiempo junto a los
Leopardos y, luego de su partida, nunca más pisó suelo cubano; aunque sí
conocería y tal vez no de la forma que él hubiera querido, la calidad de uno
de los jugadores más completos de la pelota nacional: Martín Dihigo.
 En 1938, Satchel fue a probar suerte al béisbol mexicano, con el Club
Agrario del Distrito Federal. Por esa fecha era el pelotero más famoso de
las Ligas Negras y había jugado en la temporada invernal en República
Dominicana, con el equipo “Ciudad Trujillo”.
 La idea de los directivos del Club Agrario al contratar a Satchel Paige era
fortalecer a este equipo y así frenar el amplio dominio de las Águilas de
Veracruz que tenían a Martín Dihigo como su principal lanzador.
 El apoyo de Satchel le permitió al Club Agrario acortar la diferencia en la
tabla de posiciones y la escena quedó lista para dos series decisivas contra
las Águilas. Los dos mentores enviaron a sus principales hombres al
montículo: Martín Dihigo contra Satchel Paige.
 Ellos se enfrentaron el 5 de septiembre de 1938 y el partido se mantuvo
cero a cero hasta la parte baja del sexto capítulo, cuando Satchel perdió el
control y un wild pitch le permitió a las Águilas tomar el mando; sin
embargo, el Club Agrario aprovechó varios deslices de Dihigo y anotó dos
carreras en la parte alta del octavo episodio. El brazo de Satchel Paige no
estaba en su mejor forma, por eso el director decidió sacarlo del partido.
 En esa situación, con un hombre en base, le llegó el turno a Dihigo, quien
era un excelente bateador. El lanzador rival cometió un serio error: lanzó
una recta alta, Dihigo le hizo swing y desapareció la pelota por el jardín
izquierdo. Con el jonrón, las Águilas lograron la ventaja decisiva de tres
carreras a dos.
 Satchel Paige y Martín Dihigo estuvieron frente a frente una vez más en
1938 y el resultado volvió a ser favorable a las Águilas por 10 a 3. El
cubano propinó cuatro ponches y no otorgó bases por bolas; aunque su
mayor aporte lo hizo con el bate en la mano, pues tuvo una tarde perfecta al
conectar seis imparables en seis turnos al bate, entre ellos un largo
cuadrangular en el séptimo episodio que terminó por explotar a Satchel
Paige. Las Águilas ganaron el campeonato y Satchel Paige regresó a las
Ligas Negras.
 Por mucho tiempo se especuló sobre cuál pelotero rompería la barrera
racial imperante en las Grandes Ligas, esa absurda prohibición que impedía
a los jugadores negros integrarse a los equipos de las Mayores.
 En 1947 Jackie Robinson se unió a los Brooklyn Dodgers y cambió al
béisbol para siempre. No pocos pensaban que el elegido sería Satchel
Paige; pero Jackie era menos rebelde y los directivos, en especial de los
Dodgers, necesitaban a alguien brillante en el campo y que tuviera la
suficiente sangre fría para afrontar, de la mejor manera, los insultos que de
seguro recibiría.
 Satchel Paige era una estrella; sin embargo, como él mismo reconoció,
nunca hubiera aceptado en silencio los maltratos. En 1948, un año después
de Robinson, Satchel firmó su primer contrato, con los Indios de Cleveland.
 En sus temporadas en la Gran Carpa, Satchel estuvo en tres equipos: los
Indios, Saint Louis Browns y en los Atléticos de Kansas City. En total ganó
28 desafíos, perdió 31 y tuvo una efectividad de 3,28.
 Solo en 1971 los directivos de las Mayores decidieron incluir a jugadores de
las Ligas Negras en el Salón de la Fama, ubicado en Cooperstown, Nueva
York. La comisión que hizo la selección escogió, en primer lugar, a Leroy
“Satchel” Paige.
 En uno de los últimos libros escritos sobre Paige, su autor Larry Tye,
escribió: “Si Jackie Robinson fue el padre de las oportunidades igualitarias
para todos en el béisbol, de seguro Satchel Paige fue el padrino”. No por
gusto otro de los grandes, Joe DiMaggio, consideró una vez a Satchel como
“el mejor y más rápido lanzador que había enfrentado”.
 Publicado en Habana Radio
 Cubanos en las Ligas de Color
 Posted on abril 27, 2009 by micolumnadeportiva
 Ninguno de estos jugadores deberían ser olvidados
 El 15 de abril de 2009 fue un día especial para las Grandes Ligas. En esa
fecha todos los peloteros llevaron, por primera vez en la historia, el número
42 en sus camisetas, en honor a Jackie Robinson, el hombre que rompió la
barrera racial en 1947. Sobre esto publiqué dos artículos: uno aquí,
“Celebrando a Jackie Robinson desde La Habana” y “El legado de Jackie”,
en mi columna semanal de opinión en el portal Cubasí.
 Al poco tiempo recibí en mi buzón de correo una agradable sorpresa: desde
Atlantic City, Nueva Jersey, me escribió Pedro Sierra Quintana quien es
uno de los ocho peloteros cubanos vivos que formaron parte de diversos
equipos de las Ligas de Color.

Creo que el correo de Pedro fue muy interesante porque reveló datos,
para mí desconocidos, sobre esos hombres que se sobrepusieron a la
discriminación racial y lograron brillar en una Liga ciertamente muy
competitiva y por donde pasaron muchas estrellas, algunas de las cuales
pudieron llegar finalmente a las Mayores; aunque otras permanecieron
marginadas.
 Este es el mensaje de Pedro Sierra y quiero socializarlo con ustedes:
“Me parece una gran idea compartir esa información no conocida por
muchos fanáticos del béisbol. Como te informé en mi correo anterior,
solamente somos 8 los participantes en la Liga de Color de Estados Unidos
que estamos vivos. Hubiéramos sido 9, pero me enteré hace más de 2
semanas que Reynaldo Verdes Drake falleció. Yo lo vi en La Habana
durante mi visita en las Navidades 2007-2008 en una reunión de peloteros
veteranos en el Latino. Me imagino que tendría cerca de 88 primaveras. Él
fue el jardinero central de los Indianapolis Clowns donde jugué mi primera
temporada en 1954. Verdes Drake jugó con Cincinnati Clowns en 1945 y
con Indianapolis Clowns 1946-54. Si tienes datos sobre su fecha de
nacimiento, día del fallecimiento y dónde se encuentra enterrado, me la
pasas para enviársela a los historiadores del Museo de los Peloteros de la
Liga de Color que está en Kansas City. Actualmente Orestes Miñoso es el
decano de los sobrevivientes y jugó con los New York Cubans entre 1947-
48 como infielder. Vive en Chicago.
 Jose “Pototo” Piloto jugó con Memphis Red Sox 1948-1950, lanzador, y vive
en Maryland. Pedro Naranjo estuvo con los Indianapolis Clowns 1950-51,
también lanzador, y vive en La Habana; Roberto Barbon, conocido entre
nosotros por “Negrete” jugó con los New York Cubans en 1950, como
infielder, y reside en Japón. Además fue el primer cubano de color que jugó
en Japón en 1955. Allí terminó su carrera de jugador. Ha sido coach,
comentarista deportivo y todavía trabaja con el equipo Onix; mientras
Enrique Maroto jugó con Kansas City Monarchs, entre 1953-55 como
lanzador y jardinero y vive en Miami; Roberto “Musulungo” Herrera jugó con
Indianapolis Clowns en 1954 y Memphis Red Sox 1955, era receptor y vive
en Miami; Florentino Fernandez jugó con Detroit Stars 1957, infielder, y vive
en mi barrio de Lawton y el que le escribe [Pedro Sierra] jugó con
Indianapolis Clowns 1954 y Detroit Stars 1955-58, como lanzador.
 Sin dudas son datos muy valiosos los que me envió Pedro. Estos peloteros,
desde los estadios, también contribuyeron a enriquecer la historia de
nuestra principal pasión deportiva. Nunca deberían ser olvidados.

Béisbol de ayer: Cuando ellos no podían jugar Historia
Jorge Alfonso
Colaborador de Rebelde
La discriminación racial cobró un alto precio a los peloteros negros
estadounidenses

El tema a todas luces parece interesante, porque muchos seguidores del


pasatiempo de las bolas y los strikes ignoran cuanto pasaron esos hombres para
jugar en casa propia.

En fecha reciente, el béisbol de las Grandes Ligas en los Estados Unidos celebró
jubiloso las seis décadas exactas transcurridas, a partir del 15 de abril de 1947,
cuando el moreno Jackie Robinson vistió la franela de los Dodgers de Brooklyn,
en la Liga Nacional.

Las primeras referencias sobre la presencia de los jugadores negros en los


torneos norteños están muy dispersos y la búsqueda de datos puso ante el
redactor, la nota fechada el 11 de octubre de 1867, en la ciudad de Nueva York:
“Los Uniques of Brooklyn recibieron a los Excelsiors of Philadelfia para discutir
por primera vez un campeonato entre dos clubes formados íntegramente por
jugadores de la raza negra.

Ante una buena concurrencia de espectadores blancos y negros los integrantes


del Excelsior marcharon alrededor del campo precedidos por los acordes de una
banda musical y después consiguieron imponerse con pizarra de 37 x 24”.

Algún tiempo después, otro suelto aparecido en la localidad de Pleasant, Ohio,


recogía la presencia de dos peloteros negros, entre los integrantes del club
Toledo, Asociación Americana (1884).

Se trataba de los hermanos Moses y Welday Walter, quienes apenas


permanecieron en la alineación una sola temporada, según los números
recogidos en la Enciclopedia de Béisbol, editada en Nueva York (2005).
Por cierto, una anécdota bastante desagradable relaciona a Moses Walter con
Adrian Cap Anson, considerado entre los pioneros del béisbol de las Grandes
Ligas.

El furibundo racismo de Anson lo llevó en 11 de agosto de 1893, a la sazón


director del conjunto Chicago White Stockings a cancelar el desafío que debía
celebrar contra el Toledo, solo al saber que Walter estaba insertado en la
alineación.

Interrogado sobre tal actitud, simplemente declinó responder en detalles y gritó a


viva voz: “Quiero a todos los negros fuera del campo”.
Sin embargo, luego del largo tiempo de cómplice silencio, la siguiente mención al
tema ocurrió en el año 1901, cuando John McGraw, famoso torpedero-manager
de los Orioles de Baltimore dentro de la recién fundada Liga Americana, contrató
a un pelotero de la raza negra Charlie Grant.

Grant jugaba entonces para el equipo Columbia Giants y lo hizo pasar por un
descendiente indio nombrado Chief Yokohama, pero Charles Comiskey,
propietario de los Medias Blancas de Chicago, conoció sobre el asunto y lo
denunció ante la presidencia de la Liga.

Durante esa primera década del siglo XX, la realidad histórica acerca del calvario
discriminatorio vinculó directamente a un buen número de los atletas negros con
el béisbol cubano, asunto siempre ignorado por los encargados de contar la
verdad en aquel país.

A partir de 1907, numerosos jugadores viajaron a la Isla y Con anterioridad,


mencionamos a Charlie Grant y, precisamente, ese fue el primero de
los invasores foráneos en pisar un diamante cubano.

Ese mismo año, también viajaron Chappie Johnson, Grant Johnson, Harry
Buckner, Dan McClellan y Ray Wilson, todos con formidable desempeño en los
respectivos equipos que los contrataron.

Así y hasta la definitiva desaparición del racismo beisbolero predominante en las


Ligas Mayores, muchos de los mejores peloteros negros de los Estados Unidos
viajaron a Cuba para ganarse el pan nuestro de cada día.

Tela por donde cortar


Lo ocurrido en la Serie Mundial de 1919, en la cual participaron los Medias
Blancas de Chicago y los Rojos de Cincinatti, tras descubrirse que ocho
peloteros del primer club, Joe Jackson, George Weaver, Charles Rosberg, Oscar
Felsch, Arnold Gandil, Eddie Cicotte, Claude Williams y Fred McMullin,
estuvieron involucrados en la venta de juegos para beneficiar al Cincinatti restó
confiabilidad a la institución y muchos fanáticos se alojaron de los graderíos.

Los batazos de George Babe Ruth con los Yankees de New Yok en 1920
llamaron poderosamente la atención y los especialistas de la época aseguran
que revivió el juego de la inevitable catastrofe.

Ese mismo año, el jugador negro Rube Foster decidió levantar tienda propia y
fundó la Liga Nacional Negra. La plausible iniciativa estuvo limitada a varias
ciudades, pero tal circunstancia no impidió el desarrollo de peloteros del calibre
de Bullet Joe Rogan, Smokey Joe Williams, Leroy Satchel Paige, John "Pop"
Lloyd, Oscar Charleston, Joshua Gibson y Buck Leonard, entre muchos.

Aunque existieron buenos equipos y el público respondía, los resultados de los


choques, incluidas las actuaciones individuales y las estadísticas colectivas
fueron casi siempre ignoradas por los diarios.

De forma ocasional fueron publicadas breves reseñas y tampoco las hojas


anotación ofrecieron debida cobertura para disponer de un archivo confiable.
Las temporadas se efectuaron desde mayo hasta mediados de septiembre y los
equipos del Este y Oeste del país llegaron a celebrar seis partidos semanales
para cumplimentar calendarios de 100.

El grave proceso económico iniciado en 1929 trajo consigo que los


representativos de ambas costas no pudieran completar los programas y
dividieron las ligar con el interés de reducir pérdidas.

Das las excepcionales circunstancias, algunos encuentros fueron considerados


oficiales y los restantes como exhibiciones. En el primero de los casos sirvieron
para definir los ganadores de los campeonatos Las cifras de los jugadores en las
respectivas nóminas oscilaba entre 14 y 18, mientras los cuerpos de
serpentineros a duras penas llegaban a cuatro, sin tomar en consideración
relevistas.

En tal sentido, la utilización de pelotas más baratas que las empleadas en las
ligas de los blancos –obvias razones- benefició a los lanzadores, excelentes
dueños desde la lomita.

Las campañas de 1931 y 1932 depararon notables incrementos, lo cual permitió


elevar de seis a ocho la cantidad de equipos, pero en la de 1933 volvieron a
dividirla en dos partes y los ganadores de cada sección discutieron el gallardete.

Los parques también variaban en cuanto a las dimensiones. Por ejemplo, el


Chicago American Giants jugó en el enorme estadio Southside Park, al tiempo
que el San Luis Star lo hizo en uno de 260 pies (80,60 metros) por las líneas de
foul.

En numerosas temporadas algunos equipos celebraron desafíos en los


escenarios de las ligas mayores y tales fueron los casos en el Polo Grounds de
Nueva York, Clark Griffith de Washington o el Forbes Field en Brooklyn
Joshua Gibson, utilizado indistintamente en las posiciones de receptor o
inicialista es considerado el hombre de mayor poder ofensivo y en varias
oportunidades conquistó las coronas de jonrones y carreras impulsadas.

Entre los lanzadores la máxima atracción de las Ligas Negras resultó el gigante
Leroy Satchell Paige, capaz de acumular 123 victorias frente a 79 fracasos,
aunque su notabilidad en el circuito consistió en la fortaleza del brazo derecho,
pues llegó a completar la casi totalidad de los choques trabajados.

El estallido de la II Guerra Mundial (1939) trajo consigo que gran cantidad de


peloteros negros incursionaran en los campeonatos invernales de Cuba, Puerto
Rico, República Dominicana y Panamá, además de trasladarse en el verano a la
Liga Mexicana.

Por otra parte, en distintos momentos de las Ligas Negras (1920-1950), los
mejores peloteros cubanos de esa raza sentaron cátedra y como evidente
ejemplo de lo apuntado encontramos en el listado a jugadores del calibre de
Martín Dihigo, José de la Caridad Méndez y Cristóbal Torriente.

Martín, conocido por los aficionados de la época bajo el sobrenombre de El


Inmortal, recibió el reconocimiento en el año 1977, cuando el Comité de
Veteranos de las Ligas Negras lo exaltó al Salón de la Fama de Béisbol de
Estados Unidos, ubicado en Cooperstown, Nueva York.

Casi tres décadas más tarde ascendieron al pináculo de la gloria José de la


Caridad, El Diamante Negro, y Cristóbal, El Bambino, Torriente, cuya exaltación
tuvo lugar en el 2006.

EL BEISBOL NEGRO 60 AÑOS DESPUES

POR

Eduardo Mejía

07 julio 2016

La primera víctima fue Moses Fleetwood Walker, el mejor cátcher de la American


Association (con la Nacional, las ligas Mayores en los años ochenta del siglo
XIX). Walker no tenía las simpatías ni de sus compañeros de equipo; lo peor fue
que en 1887 Cap Anson, superestrella del beisbol y el primero en conseguir tres
mil hits en su carrera, amenazó con retirarse de la liga si permitían que Walker
siguiera jugando. Su pecado: era negro (les
llamaban darkies, coons, niggers, negroes; los políticamente correctos de
aquellos tiempos preferían decirles colored boys, apunta David Craft en The
Negro leagues). El boicot tuvo éxito y Walker y su hermano Weldy, los primeros
jugadores de color, fueron segregados de las Mayores por el resto de su vida
deportiva. El boicot duró hasta 1946, cuando Branch Rickey, gerente de los
Dodgers entonces de Brooklyn, llamó a Jackie Robinson, de los Monarcas de
Kansas City, para incorporarlo a su organización.

Los negros no eran desconocidos; segregados, humillados, jugaban en las Ligas


Negras, en estadios pobres, maltrechos, con escaso público, con salarios bajos,
pero muchos jugadores de las Mayores los respetaban: Honus Wagner,
considerado el mejor shortstop de la historia, se enorgullecía de que lo
compararan con Raymond Dandridge; Babe Ruth disfrutaba los duelos de
batazos largos con Joshua Gibson, en los que ganaba casi siempre el negro. En
las fechas libres hacían juegos de exhibición y no era infrecuente que los negros
vapulearan a los blancos. La discriminación más importante no era la salarial: a
los negros no les permitían la entrada a hoteles, restaurantes, transportes;
muchos preferían emigrar a México, donde eran populares, ganaban
campeonatos, manejaban a los mejores equipos y encabezaban la Liga
Mexicana en todos los aspectos del deporte.

En 1945 negros y blancos participaron juntos en la Liga Mexicana cuando Jorge


Pasquel, el político alemanista que adoraba el beisbol, les ofreció jugosos
contratos; las estrellas que vinieron regresaron a las Mayores ante la amenaza
de expulsión de por vida; la Liga Mexicana fue excluida del beisbol organizado,
pero en los Estados Unidos advirtieron que la calidad del beisbol mexicano había
crecido gracias a la presencia de negros, algunos de origen cubano. Rickey se
fijó en las Ligas Negras y firmó en 1946, entre otros, a Jackie Robinson, quien
destacó en las sucursales de los Dodgers. En 1947 llegó a las Mayores; aguantó
burlas, insultos, presiones, tuvo una actuación que le valió el nombramiento de
Novato del Año. No era el negro más destacado ni el de mayor potencial, pero lo
eligieron por su actitud de dignidad y sobriedad; otros, que posteriormente han
sido honrados con la inmortalidad deportiva, tenían un comportamiento más
festivo, gustaban de bromear, payasear; su conducta desinhibida y exhibicionista
les adjudicó un calificativo: hot-dog. Luego de Robinson muchos negros fueron
llegando a las Grandes Ligas, en las siguientes semanas, meses, años; en su
tercera campaña Robinson fue el líder de bateo de la Liga Nacional.

Era el comienzo de la invasión que transformó para siempre a las Mayores;


hasta entonces era un deporte para blancos, arrogantes y orgullosos, que se
jugaba en la costa este y el centro de los Estados Unidos (Nueva York, Filadelfia,
Boston, Chicago, Detroit, San Luis, Cleveland, Pittsburgh, Cincinnati,
Washington: dieciséis equipos en diez ciudades). En la Liga Mexicana jugaban
estadounidenses y cubanos; muchos fueron llamados a las Mayores y poco
después comenzaron a llegar a casi todos los equipos (Yanquis de Nueva York y
Medias Rojas de Boston fueron los últimos en incluir a negros en su róster); en
menos de cinco años ya muchos eran estrellas (Ernie Banks, Willie Mays, Hank
Aaron); al poco comenzó la invasión latina; Roberto Clemente y el mexicano
Beto Ávila fueron los primeros latinos en conquistar el cetro de bateo en la
década de los cincuenta. Ya en los setenta había cerca de 35% de negros y
latinos en las Mayores; ahora hay más de cincuenta negros miembros del Salón
de la Fama, muchos de los cuales no jugaron en las Grandes Ligas, pero han
merecido el honor gracias a sus méritos en otras ligas, sobre todo las Negras.
Dos cubanos de la Mexicana por su edad ya no fueron llamados a las Mayores,
pero sí sus descendientes mexicanos: Jorge Orta (hijo de Pedro Orta) y Rubén
Amaro y Rubén Amaro Jr. (hijo y nieto de Santos Amaro).

Los elitistas y segregacionistas no previeron la debacle; en todos los deportes


los negros se han impuesto, y vencieron el prejuicio de que en el futbol
americano podían ser corredores, receptores, por su agilidad y velocidad, pero
dudaban de su inteligencia; ahora hay varios mariscales de campo, y hasta hubo
un coach en jefe de origen mexicano. En el boxeo, el basquetbol y el atletismo
ya no es tan frecuente que los blancos se lleven la mayoría de los trofeos; en el
tenis, aunque los blancos siguen siendo mayoría, muchos de primer nivel son
asiáticos y negros, y el actual campeón mundial de la Fórmula 1 es negro. El
deporte mostró que los blancos no tenían por qué ser arrogantes. ~

Ángel Hernández demanda a la Liga Mayor de Beisbol por discriminación


racial
Associated Press | Martes 04 Julio 2017 | 17:00 hrs
Ángel Hernández, quien ha sido umpire de las grandes ligas por casi un cuarto
de siglo, demandó este lunes a la Liga Mayor de Beisbol, MLB por sus siglas en
inglés, alegando discriminación racial.

En una demanda entablada ante la Corte de Distrito de Estados Unidos en


Cincinnati, Hernández de 55 años, quien nació en Cuba y vive en Florida, alega
que Joe Torre, jefe de réferis de beisbol, “le ha tenido animadversión desde que
Torre era encargado de los Yankees de Nueva York”.

Como evidencia de la supuesta discriminación, la demanda manifiesta que


Hernández no ha sido asignado a la Serie Mundial en la última década y que no
lo han promovido para ser jefe de grupo.

Hernández mencionó la crítica que le hizo Torre en el 2001 de que “parece ver
algo que nadie más ve” y “creo que sólo quiere llamar la atención”.

La demanda alega que Hernández ha recibido una evaluación positiva durante la


mayor parte de su carrera en las grandes ligas, que empezó en 1993, aunque
dice que “después que llegó Torre a las oficinas administrativas de la Liga Mayor
de Beisbol en el 2011, la idea de que Hernández “sólo quería llamar la atención”,
permeó las evaluaciones anuales de Hernández, al igual que la actitud negativa
de Torre hacia él, de manera generalizada”.

Hernández trabajó en la Serie Mundial del 2002 y 2005 pero no lo ha hecho


desde entonces.

También trabajó en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional del año pasado


y en la Serie Divisional del 2011, 2012 y 2015.

Excepto a Alfonso Márquez, quien trabajó en la Serie Mundial del 2011 y 2015,
la demanda señala que “los otros 34 umpires asignados a la Serie Mundial
durante el tiempo que Torre ha sido comisionado han sido caucásicos”.

“La selección de caucásicos menos calificados en lugar de Hernández fue


motivado por su origen racial, nacionalidad o motivos étnicos”, argumenta la
demanda.

Además, la querella asegura que Hernández ha prestado sus servicios como jefe
temporal de grupo y ha solicitado en cuatro ocasiones el puesto permanente y
que “todos los 23 umpires que han sido promocionados como jefes de grupo
desde el año 2000 han sido caucásicos”.

También alega violaciones al Decreto de Derechos Civiles de 1964 y la ley


estatal de Ohio.

“Las acciones de la Liga Mayor de Beisbol fueron intencionales, ignorando


imprudentemente los derechos de Hernández”.

De acuerdo a la demanda, Hernández y la Asociación Mundial de Umpires le


preguntaron a la MLB por qué Hernández no ha sido promovido como jefe de
grupo en esta temporada.

La demanda señala que Torre envió una carta el 27 de marzo señalando que
Hernández necesitaba “dominar mejor las reglas de juego de los réferis y
regulaciones de la repetición de jugadas, mejorar el manejo y mostrar habilidad
para reenfocarse y seguir adelante después de realizar señalamientos erróneos
o de recibir una retroalimentación constructiva de la oficina”.

El 5 de junio, Hernández entabló un par de cargos por discriminación en contra


de la Liga Mayor de Beisbol, la demanda establece que la semana pasada, la
Comisión de Oportunidades Iguales de Trabajo emitió la notificación para otorgar
el derecho a demandar.

La demanda solicita una indemnización de daños en efectivo y un amparo contra


cualquier conducta discriminatoria de la MLB.

Hernández trabajó el domingo en la tercera base del partido de los Cachorros de


Chicago que se efectuó en Cincinnati, pero no laboró el lunes por la noche.
BÉISBOL

Cooperstown comete una injusticia con el cubano Orestes Miñoso





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NOVEMBER 30, 2013 12:00 AM


Según la MLB, Orestes Miñoso cumplió 88 años. Para muchos que conocieron
su historia, fue su cumpleaños 91. En su homenaje queremos hablar de su
carrera y también de la injusticia que cometen los miembros del Comité de
Veteranos que no acaban de elegirlo al Nicho de los Inmortales de Grandes
Ligas.

Llegan nuevos candidatos para el Salón de la Fama del Béisbol y algunos


ingresan a ese recinto sagrado, mientras tanto se apagan varios nombres con
iguales o superiores méritos por una combinación de ignorancia, cobardía e
hipocresía de los que votan y de quienes dirigen. Uno de esos peloteros es
Orestes “Minnie’’ Miñoso.
El caso del “Cometa Cubano'’ va más allá de las frias estadísticas, pues lo
primero que se debe considerar es que en esta pelota existió un gran pecado, la
discriminación racial, donde decenas de jugadores se vieron impedidos de actuar
y otros debutaron cuando ya eran estrellas en otros torneos, incluyendo la fuerte
pelota cubana y la no menos caliente de las Ligas Negras de Estados Unidos.

El matancero, siendo una estrella en las Ligas Negras tuvo que esperar a que
Robinson rompiera la barrera racial en 1947 para ingresar en las Mayores.

Por dicho pecado humano, perdió varias temporadas para luego convertirse en
el primer pelotero hispano de la raza de color en Grandes Ligas.

El oriundo de Perico militó con los Tigres de Marianao en los torneos invernales
de Cuba, donde fue un ídolo de multitudes por su juego completo y explosivo.
Pero no sólo fue un ídolo en Cuba, también lo fue en Grandes Ligas, en las Ligas
Negras y en los campeonatos de México.

En las Ligas Negras actuó con los New York Cubans, en 1946 y 1947. En ambas
campañas participó en el Juego de Estrellas, y cuando en el 47, los Cubans, bajo
la dirección de José María Fernández vencieron a los Clevelands Buckeyes para
ganar la Serie Mundial de las Ligas Negras, fue Miñoso uno de los jugadores que
guió el triunfo de su equipo.

Su debut en Grandes Ligas ocurrió en 1949 con los Indios de Cleveland, pero
sólo le dieron oportunidad en 16 turnos al bate.

Su temporada oficial de novato fue en 1951 con los Medias Blancas de Chicago,
siendo elegido ese mismo año al Juego de Estrellas junto a su compatriota el
pitcher Conrado Marrero y el torpedero venezolano Alfonso “Chico'’ Carrasquel.

El antillano, una luminaria de la gorra a los spikes, se ganó el respeto del público
desde su primer partido con los Medias Blancas. Terminó la temporada con
promedio de .326 (2), 173 hits, 31 bases robadas (líder) 112 anotadas (2) y 14
triples (líder).

La publicación deportiva Sporting News lo seleccionó el Novato del Año y en una


decisión considerada equivocada por muchos expertos, el premio se lo dieron a
Gil McDougald, un jugador de los Yankees.

El número 17 de los Medias Blancas finalizó su carrera con promedio de .298,


conectó 1,963 imparables, 186 jonrones, impulsó 1,023 carreras, anotó 1,136 ,
recibió 584 pasaportes y robó 205 bases. Militó en siete Juegos de Estrellas y
conquistó tres Guantes de Oro. Y estos números los sumó debutando en
Grandes Ligas a la edad en que muchos peloteros están consagrados (28). Y no
empezó tarde por un problema de calidad, fue por las circunstancias raciales de
la época.

La única razón por la que Miñoso no terminó su carrera por encima de los .300,
fue porque a la edad de 54 años (1976) hizo ocho apariciones oficiales al bate
conectando un imparable, y en 1980 (58 años) sumó dos turnos sin hits.

Cuatro jugadores estadounidenses fueron elegidos a Cooperstown por iniciar


tarde sus carreras, y a la vez por haber brillado en las Ligas Negras: Jackie
Robinson, Roy Campanella, Larry Dobe y Monte Irving. Sin embargo, las
estadísticas de este cuarteto no son superiores a las de Miñoso. Ellos
merecieron respeto y fueron considerados, pero en el caso de Miñoso no se
aplica.

¿Por qué ellos sí, y el antillano no? Si Robinson fue la figura que rompió la
barrera racial, Miñoso fue quien le abrió el camino al pelotero negro cubano y
latinoamericano.

Si el “Minnie’’ hubiera entrado a Grandes Ligas a los 21 o 22 años como debió


ser, sus imparables estuvieran cerca de los 3,000, las remolcadas en 1,400, las
anotadas en 1,500, los jonrones en 250 y las robadas en 300.

Por su coraje en el terreno y por su calidad como pelotero, el matancero se


convirtió en un ídolo nacional y en una figura emblemática en Chicago. Su
nombre está en el Salón de la Fama del equipo, su número se encuentra retirado
y en el estadio aparece una estatua con su figura.

Millones de personas en Estados Unidos, así como en Cuba, México y


Latinoamérica, esperan que las puertas del Salón de la Fama sean abiertas para
esta leyenda.

¿Pero cuándo será ese día? ¿Esperan a que su alma esté en el cielo? Eso es
injusto.

A Miñoso le queda una oportunidad para ser admitido por el Comité de


Veteranos y si no lo logra su nombre saldrá de la lista y las posibilidades serán
casi nulas.

“No quisiera morir sin ver mi nombre en Cooperstown, pero al parecer me voy a
ir de este mundo sin lograrlo'', nos dijo en una ocasión el cubano.

Los 83 miembros del Comité de Veteranos deberían reconocer la historia de este


pelotero. Por favor, impartan justicia con Orestes Miñoso.

Jackie Robinson Abrió Puertas a los Latinos


Por: Tony Menéndez - Este 15 de abril el beisbol de las Grandes Ligas celebra
una vez más y de gran forma el 65 aniversario de uno de los eventos más
agasajados no solo por el béisbol organizado sino un icono de la historia de los
Estados Unidos. La ruptura de la barrera racial en el deporte del guante y el
bate.

Un 15 de abril de 1947 Jackie Robinson en la franela de los Dodgers de Brooklyn


el primero de la raza negra en jugar para un equipo de Liga Mayor. En su
momento fué un hecho histórico no solo por ser la apertura para un sinnúmero
de peloteros negros que han jugado en el béisbol mayor sino también fue una de
las puertas para el movimiento de los derechos civiles.

Gracias a Robinson, grandes estrellas de la raza negra como Ryan Howard,


Jimmy Rollins, C.C. Sabathia y muchos otros disfrutan de ser empleados a lo
que era una liga solo para blancos por la dichosa discriminación racial. Antes de
1947 los peloteros tenían solo la oportunidad de demostrar sus talentos en las
ligas negras y en las ligas invernales del Caribe.

Para todos los latinoamericanos del presente estos también le tienen que dar
gracias a la memoria del señor Robinson. Gracias a él, todos aquellos de tez
oscura pudieron llegar también a ver acción en la gran carpa.

Es muy cierto que antes de Robinson ya habían jugado latinos de la talla de


Adolfo Luque, Hiram Bithorn y Alejandro Carrasquel pero sí bien lo piensa esos
muchos tantos todos eran "blanquitos".

No fué hasta después de la llegada de Robinson que comenzaron los dueños de


las Mayores a buscar a los trigueños y los más oscuritos.

Gracias a Robinson llegaron todos los grandes oscuros de nuestra región


geográfica. La explosión fue tal que se duplicó ya para la entrada de los años 50'
el número de latinos que previamente habían participado en los diamantes de
liga mayor. Sí bien analizamos gracias a Robinson están en el Salón de la Fama
nuestros más grandes en Cooperstown los boricuas Roberto Clemente y Orlando
Cepeda, el quisqueyano Juan Marichal , el venezolano Luis Aparicio, el
panameño Rod Carew y el cubano Tany Pérez. También de la patria de José
Marti, Martín Dihigo y sus compatriotas José Méndez y Cristóbal Torrientes.
Gracias a la entrada de Robinson hoy día muchos son héroes en sus respectivas
ciudades. Quien se hubiera imaginado en 1947 que el héroe del presente en Los
Angeles lo iba ser Albert Pujols; en Detroit un Miguel Cabrera; en Boston un
Adrián González; en San Luis un Carlos Beltrán y Yadier Molina y en Miami un
Hanley Ramírez y José Reyes y muchos más.

Qué pasará en los próximos 65 años muy poco sabemos pero sí seguro estamos
que los logros y reconocimientos de los latinos deben seguir en aumento y en
esta fecha continuó mi insistencia que como el beisbol organizado retiró
póstumamente su número 42 también algún día se retire un número que
simboliza el de todos los los latinos el número 21 de Roberto Clemente. El
tiempo dirá.

Art Pennington, un pelotero negro que en México encontró el amor de una


mujer blanca y la libertad total

 ERIC NUSBAUM
Mar 20 2017, 6:20pm

Art Pennington, un pelotero de raza negra que en México encontró el amor


de una mujer blanca y la libertad total

Arthur David Pennington nació en Memphis, Tennessee, cuando su madre


visitaba a una hermana que vivía ahí. Era el primer síntoma de una vida
itinerante, pues en los primeros 36 años de su vida, Art Pennington no se
estableció en ningún lugar. Jugó beisbol por todo Estados Unidos y
Latinoamérica. Desde Portland a Caracas. Le dio cuadrangular al mítico Dizzy
Dean en un juego de exhibición y superó en bateo a Jackie Robinson un año en
las Ligas Negras.

Pennington hizo todo lo que un pelotero podía soñar, excepto una cosa: jugar en
Grandes Ligas. Su raza negra estuvo vetada en Grandes Ligas hasta 1947,
cuando Jackie Robinson derribó la llamada barrera del color. Sin embargo,
cuando Pennington falleció el 4 de enero pasado en Cedar Rapids, Iowa, lo hizo
recibiendo una pensión por parte de Major League Baseball. En su servicio
funerario, Pennington hizo una elegía de sí mismo a través de un video que
había grabado con antelación. Le dijo a todos los dolientes que se iba de esta
vida sin pendientes.

Poco después de que Pennington naciera en 1923, su madre Fanny lo trajo de


regreso a Hot Springs, Arkansas, donde la familia vivió, y donde le puso el
sobrenombre que se le quedaría para toda la vida: Superman. La historia cuenta
que cuando Art era solo un niño, de 10 u 11 años, la familia sufrió la ponchadura
de una llanta. No tenían gato, por lo que el joven Art levantó el auto unas cinco o
seis pulgadas por encima del suelo y lo sostuvo ahí, lo suficientemente alto como
para poner unos tabiques bajo la carrocería y remplazar la llanta. El apodo se le
quedó.

Hot Springs era un pueblo turístico. El padre de Pennington trabajaba como


operador del elevador en un balneario local. Sus abuelos maternos eran uno de
los pocos matrimonios interraciales en la región, es decir hombre negro casada
con mujer blanca, un hecho que influiría ampliamente en la vida de Pennington.
Eran una familia religiosa y cuando Pennington comenzó a jugar beisbol más en
serio, era un adolescente en un equipo local con su padre y sus tíos.

Pennington jugó en equipos itinerantes como los Zulu Clowns y los West Indian
Royals. A los 17 años, tomó un tren a Memphis, su ciudad natal, para una
prueba con los Chicago American Giants, equipo profesional de las Ligas
Negras, la ligra de beisbol en donde jugaban los mejores peloteros negros que
no podían hacerlo en Grandes Ligas. Recordaba sus experiencias con
frecuencia en entrevistas, en museos, en salones de clase, y en el libro de
historia oral de Brent Kelley, Voices from the Negro Leagues.

Según Billy Valencia, un amigo de Pennington que llevó sus asuntos en los
últimos años, el pelotero recordaba que los American Giants le dieron un bono
de 300 dólares por firmar, más que suficiente para compensar los sacrificios que
había vivido su familia para mandarlo a Chicago donde pronto estaría jugando en
el Comiskey Park ante leyendas de raza negra como Satchel Paige, Cool Papa
Bell y Josh Gibson. En 1942, Pennington jugó el Juego de Estrellas de las Ligas
Negras entre los jugadores del Este y los del Oeste. Solo tenía 19 años.

Pennington con los Pericos de Puebla, en México. Cortesía de Billy Valencia.

Muchos de los detalles precisos sobre la carrera de Pennington, como los


equipos en los que jugó o los números que tuvo, son difíciles de rastrear. Como
era común en las precarias condiciones de organización que se vivía en las ligas
segregadas, a veces había crónicas periodísticas pero no había registros
estadísticos, y en otras ocasiones ocurría lo contrario. A veces, Pennington
contaba las cosas de una forma y a veces de otra. Pero su historia general es
facil de delinear, de las Ligas Negras a Latinoamérica y finalmente a unas ligas
menores que racialmente cada vez se integraban más en los años 50. La carrera
de Pennington está marcada por el racismo de la época que le tocó vivir.

En 1946, el empresario mexicano Jorge Pasquel, utilizó su fortuna para llevar


talento de las Ligas Negras y de Grandes Ligas a la Liga Mexicana. Pennington
firmó y se integró a los Pericos de Puebla junto al lanzador blanco de los
Gigantes de Nueva York, Sal Maglie. Pasquel le pagaba 1,000 dólares
mensuales, contra los 400 que ganaba en las Ligas Negras, y Pennington
descubrió que podía ganar más dinero en México que en los Estados Unidos,
donde además tenía que vivir en un ambiente segregado donde no podía comer
en los mejores restaurantes que estaban reservados solo para blancos, no podía
ir a los sanitarios públicos por la misma razón, tenía que viajar en el transporte
público en la parte trasera, y no podían nadar en las albercas públicas.

"Cuando dejé los Estados Unidos rumbo a México, viví la mayor libertad de toda
mi vida, porque podía comer en cualquier lugar y entrar a los mejores
restaurantes", le dijo a Kelley. "Le dije a mi madre, 'Mamá, deberías ver este
país. La Ciudad de México, Monterrey y Acapulco. Todos nadando juntos en la
piscina".

Lee más: Jorge Pasquel y la oferta a Jackie Robinson que pudo convertir a
la Liga Mexicana en "El Campo de los Sueños"

Pennington jugaba los veranos y los inviernos en México, en Cuba, en


Venezuela y en las Ligas Negras. Trabajaba esencialmente como una especie
de trovador del beisbol, pues viajaba a jugar en cualquier lugar en que la paga
fuera buena. Tenía una gran sonrisa y hombros anchos. Y a donde iba, bateaba.
Una publicación venezolana, lo describía como "Art Pennington, el coloso del
bateo".

Pennington era un bateador ambidiestro y podía jugar cualquier posición,


excepto pitcher y catcher. En las Ligas Negras fue tres veces convocado al
Juego de Estrellas. Y además, robaba bases. Pero nunca recibió la llamada de
las Grandes Ligas, y no era sólo por su color de piel, pues para mediados de los
50, cuando Pennington estaba poniendo números dominantes en Ligas Menores,
muchos jugadores negros estaban llegando a los rosters de Grandes Ligas.
¿Pero, por qué no Pennington?

La respuesta está en la segunda página de un álbum de fotos que Pennington


donó a los archivos del Salón de la Fama del Beisbol en Cooperstown. Pegada
en esa segunda página, hay fotos de las cinco esposas que tuvo Pennington:
Mattie, Mary Ann, Jewell, Anita y Beth. Las últimas dos esposas fueron blancas.

"La esposa. Eso fue todo el asunto", le dijo Pennington al Los Angeles
Times en 2010. "De hecho me dijeron, '¿Dejarías a tus esposa?' Le dije,
'Hombre, no dejaría a mi esposa ni por todo el beisbol".

Fue en México, donde Art conoció a Anita, una mexicana de piel blanca y cabello
rojizo, que se convirtió en su esposa y con quien procreó dos hijas. Fue con ella
que regresó de México a Estados Unidos para seguir su carrera deportiva.

"Veo la fotografía de mi esposa, pues ella ya falleció y pienso en todo lo que ella
tuvo que pasar, en lo que nosotros tuvimos que pasar", dijo Pennington en
entrevista en 2009. "Ella no sabía hablar inglés. Salimos de México y tomamos
un tren para luego tomar un autobus en Little Rock, Arkansas. A ella no la
dejaban entrar a la sala de espera para pasajeros negros para estar conmigo,
querían que se fuera a la sala de espera para blancos".

Anita era una aficionada mexicana al beisbol cuando conoció a Pennington.

"Era una mujer guapa, una hermosa pelirroja", recuerdó Pennington en 2009.
"Estábamos en el mismo restaurante. En los restaurantes de México había
muchos aficionados. Ella y su amiga entraron al restaurante, y sabían que
éramos peloteros. Así que le hablé, y les di boletos para el juego. A partir de
entonces, ellas sabían dónde comíamos. Y estaban ahí todo el tiempo.
Finalmente, entablamos una relación. En México no podías salir con una mujer
sola. Las llamaban señoritas. Tenías que salir con su hermano o su hermana,
como chaperón. Así es como la conocí".

Anita con Art Pennington. Foto: Salón de la Fama del Beisbol

Pennington nunca escondió a su esposa blanca o a sus hijos, producto de un


matrimonio interracial, asegura Valencia. Recordó que Pennington los llevaba al
parque de beisbol en un auto convertible. Solía ser el único jugador negro en los
equipos de Ligas Menores en los pueblos rurales estadounidenses. Como
Valencia apuntó en nuestra entrevista, el beisbol no se integró racialmente
solamente en ciudades grandes como Nueva York o Cleveland por jugadores
como Jackie Robinson y Larry Doby. Se integró lenta y dolorosamente en los
pequeños pueblos rurales alrededor del país.

Pennington con sus compañeros blancos en el equipo de St. Petersburg. Foto


cortesía de Billy Valencia.

Pennington jugó en pueblos como Keokuk, Iowa, donde bateó .349 para superar
por el título de bateo a Harvey Kuenn, que sería un bateador de .300 en su
carrera. Y en Cedar Rapids, donde fue más productivo que dos leyendas como
Roger Maris y Luis Aparicio, fue donde finalmente estableció su hogar. "Fue el
mejor pelotero en jugar aquí hasta que llegó Mike Trout", dijo Valencia.

En 1958, Pennington tenía 35 años, y estaba a un año del retiro, jugando el


jardín derecho de los Saint Petersburg Saints en la Liga Estatal de Florida. Sería
la última gran temporada de Pennington, bateando .339 con un OPS de .935
para llevar a los Saints a su primer banderín en 36 años. Pero una tarde, luego
de que se supiera que tenía una esposa de raza blanca, un pitcher rival le lanzó
a pegar a propósito.
"No me dio; falló", dijo Pennington en una entrevista con WeAllBeTV. "Tenías
que ser muy bueno para pegarme. Simplemente agité mi bate en dirección al
lanzador. No le dije nada malo. Simplemente le dije, 'Lanza la maldita bola sobre
el plato, no hacia mí'. La gente estaba a punto de bajar de las tribunas, casi para
matarme. Pensaron que yo iba a golpear al lanzador con el bate".

Al día siguiente, Pennington recordó, estaba tan enojado que se rehusó a salir
de la caseta para el himno estadounidense. Esto fue casi sesenta años antes de
que Colin Kaepernick iniciara sus protestas, y además era en el sur de los
Estados Unidos, la región más racista del país. "Querían matarme", recuerda
Pennington. Luego del juego, el mánager-jugador de St. Petersburg, un hombre
blanco de Texas llamado Tom Hamilton, salió en apoyo de Pennington e hizo
que el equipo saliera junto a él. Cuando el equipo salió eran seguidos por los
aficionados enojados y alcanzaron al plantel en una gasolinera, pero cuando
vieron a los compañeros de Pennington blandir sus bates en defensa de su
compañero, los aficionados simplemente pasaron de largo.

Pennington se retiró luego de la temporada de 1960. Siempre le había dicho a


sus amigos que cuando el beisbol se le pusiera difícil, colgaría los spikes. Y eso
es lo que hizo. Regresó a Cedar Rapids y rápido encontró un empleo en la
Collins Radio Company (luego Roskwell Collins). No le tomó mucho tiempo a
Pennington antes de ser reclutado para jugar en el equipo de beisbol de la
compañía.

En Cedar Rapids, Pennington se convirtió en algo así como un emblema local.


En los 60, abrió el primer restaurante racialmente integrado de la ciudad, llamado
el Home Run Club. Organizaba eventos de música y hasta llevó a las Conejitas
de Playboy. La polícia local alguna vez se congregó afuera del lugar para catear
el local, pero Pennington pudo evitarlo, pues la esposa del alcalde estaba dentro
jugando a las cartas. Eventualmente, el Home Run Club fue clausurado luego de
que las autoridades de la ciudad le fijaran cargos por la calidad del agua potable.

Pennington también intentó elegirse en puestos públicos. Hizo campaña para ser
alguacil, para comisionado del condado, e incluso para jefe de la perrera. "Se
necesitaba que hubiera más negros en las boletas electorales", les decía a sus
amigos. Aunque no hubiera oportunidad de ganar.

"En esencia, abrió las puertas para gente como yo", dijo Dale Todd, quien se
convirtió en el primer consejal afroamericano del municipio en la historia de
Cedar Rapids. "Él fue una influencia estabilizadora en los barrios".

Cedar Rapids seguía siendo una ciudad predominantemente segregada cuando


Pennington buscaba puestos públicos.

"El deporte era una de las pocas áreas en las que la gente realmente
interactuaba y socializaba entre razas", explica Todd. "Art fue una especie de
pionero de cierta forma, la gente de todos los estratos socioeconómicos lo
respetaba".

Pennington en su vejez. Foto cortesía de Dale Todd.

Desde los 70 hasta su muerte, Pennington manejó solo Cadillar convertibles.


Portaba una cadena de oro con un pendiente del logo de Cadillac. Le gustaba
vestir guayaberas de cuatro bolsillos como las que se usan en los países del
Caribe y en la costa del Golfo de México donde alguna vez jugó beisbol. Y
también fue parte, como sus padres en Hot Springs medio siglo antes, de uno de
los más prominentes matrimonios interraciales en el pueblo.

"Art era un tipo que amaba la diversión", dice Thomas Moore, director ejecutivo
del Museo Afroamericano de Iowa en Cedar Rapids. "Desde la perspectiva del
museo, vemos a Art como alguien que derribó barreras y ayudó, a través del
deporte, a tener un mejor entendimiento, una mayor visibilidad y a unir a la
gente".

En 1980, Pennington se retiró de Rockwell Collins. Posteriormente, empezó a


recibir un cheque con una pensión de Major League Baseball. Los cheques,
según Valencia, venían estampados con la leyenda "antes de 1947".

"Se sentían tan mal que me dieron una pensión", dijo alguna vez Pennington en
una entrevista, refiriéndose a que Grandes Ligas buscaba honrar a los jugadores
de raza negra a los que les cerró la puerta antes de 1947.

En 2008, la casa que fue hogar de Pennington por más de 50 años se destruyó
completamente cuando las inundaciones devastaron Cedar Rapids. Perdió casi
todas sus pertenencias, incluyendo toda una vida de recuerdos beisboleros. Pero
lo más dañino fue que el seguro de los propietarios de la casa no cubría daños
por inundaciones.

Pennington se mudó a un hogar temporal mientras la comunidad de Cedar


Rapids y la comunidad internacional del beisbol consiguieron donaciones para
que Pennington pudiera reconstruir su casa. Topps incluyó tarjetas firmadas
de Art Pennington como insertos en su coleccion "Allen & Ginter". Para el
verano de 2009, Pennington estaba de regreso en su casa. Un nuevo edificio de
departamentos construido en su cuadra luego de la inundación fue llamado El
Pennington en su honor.

Si una inundación como la que golpeó Cedar Rapids se hubiera dado unas
décadas antes, Pennington no habría podido recuperarse de eso. Pero el Cedar
Rapids en el que Art Pennington vivió su vejez ya no era una ciudad igual de
cerrada que en la que se estableció en 1960.

Los daños por la inundación en el hogar de Pennington. Foto cortesía de Dale


Todd.

"Yo fui uno de los primeros que empezaron a limpiar", dijo Dale Todd. "Tomé una
foto de la casa. Lo único que permanecía intacto tras la inundación era una foto
de Barack y Michelle Obama. Fue una especie de momento espiritual. Aquí vivía
un tipo que no podía usar los hoteles o los bebederos cuando jugaba beisbol,
pero que vivió lo suficiente para ver a un negro en la Casa Blanca. Tenía
también un disco con el discurso de Martin Luther King Jr. en Washington. Pero
esta foto de Barack y Michelle Obama fue lo que sobrevivió".

Pennington era uno de los últimos puentes que permanecían en pie para
remontarnos a los años de gloria del beisbol de las Ligas Negras. Era un asiduo
al Museo de las Ligas Negras en Kansas City, donde tuvo apariciones y se
reconectó con peloteros de sus años jóvenes.

"Probablemente era el último de los jugadores estelares", dijo Bob Kendrick,


presidente del Museo de las Ligas Negras en Kansas City. "Después de su
época, las Ligas Negras empezaron su declive".

Es facil pensar que el declive de las Ligas Negras y la caída de la barrera del
color fue el final oficial del racismo en el beisbol, pero la vida de Art Pennington
demuestra que no fue así, que el racismo que evitó que jugara en las Grandes
Ligas antes de 1947 no se había ido. Los Red Sox de Boston no firmaron un
jugador negro sino hasta 1959, el mismo año en que Pennington hizo su protesta
en Florida durante el himno nacional. Y hasta hoy, no se ha ido.
Uno de los más grandes peloteros de Estados Unidos tenía que cruzar la
frontera hacia México para sentirse como un hombre libre. Después de eso, tras
su retiro, cuando tenía ganas de tomarse una cerveza en público con su esposa
de raza blanca en Cedar Rapids, Iowa, tuvo que abrir su propio bar para poder
hacerlo. Pero lo hizo. Él era Superman. Y no se amargó.

Antes de morir, Pennington le diría a Valencia que notaba que había parejas
interraciales en Cedar Rapids y observaba que ya nadie se les queda viendo ni
los molesta. "Estados Unidos es hoy un mejor lugar".

HOMENAJE A LAS "LIGAS NEGRAS"


Jorge Pasquel y la oferta a Jackie Robinson que pudo convertir la Liga
Mexicana en “el campo de los sueños”

CG

 CÉSAR GONZÁLEZ GÓMEZ


Nov 30 2016, 3:40pm

Jorge Pasquel tenía dinero para llenar de talento la Liga Mexicana de


Beisbol, y de paso, quería tener una liga en la que todos los jugadores
fueran iguales.

"Estamos ansiosos de tenerte jugando beisbol en México. Te pagaremos 6 mil


dólares y todos los gastos. Pagaremos también los gastos de tu esposa si la
llevas contigo". La oferta para ir a jugar a la Liga Mexicana de Beisbol, según
reportó el diario Pittsburgh Courier, dejó a Jackie Robinson meditando.

Era marzo de 1946 en Daytona, Florida. Apenas habían pasado unos meses de
que los Dodgers de Brooklyn habían conmocionado a Estados Unidos
anunciando la firma de su primer jugador de raza negra y lo preparaban para
romper, al año siguiente, la prohibición que se había mantenido durante todo el
siglo XX en las Grandes Ligas. Jackie Robinson estaba en su primera
pretemporada con los Dodgers en Florida, en el llamado Sur Profundo, donde la
discriminación racial no solo era rampante, sino que estaba legalizada.

Leer más: La hermandad olvidada del beisbol, el primer sindicato de atletas


de los Estados Unidos

México era el perfecto contraste y se preparaba en ese mismo 1946 para vivir la
que se convertiría en la "Temporada de Oro" de la Liga Mexicana de Beisbol. Era
la realización del sueño de Jorge Pasquel, un millonario mexicano que había
convertido a México en un paraíso para los beisbolistas de raza negra. Con
Pasquel, la Liga Mexicana de Beisbol fue un pequeño ecosistema de sociedad
utópica: no importaba tu color, tu nacionalidad o tu idioma, lo único que marcaba
una diferencia era tu talento para jugar al beisbol.

Peloteros de los Azules de Veracruz y Rojos del México. Entre ellos, leyendas
como Josh Gison, Ray Dandridge, Ramón Bragaña, Johnny Taylor y Wild Bill
Wright

El sentimiento de libertad e igualdad que vivía un pelotero negro en México


quedó evidenciado en unas declaraciones de Willie Wells al diario Pittsburgh
Courier en 1943.
"En México no sufro el problema racial", dijo Wells, quien llegó a la Liga
Mexicana en 1940 para jugar con los Azules de Veracruz de Jorge Pasquel.
"Vivimos en los mejores hoteles, comemos en los mejores restaurantes. En
Estados Unidos no disfrutamos de esos privilegios. No dejé Newark para irme a
algún otro equipo. Dejé el país. Aquí he encontrado libertad y democracia, algo
que nunca encontré en Estados Unidos. Aquí, en México, soy un hombre".

Para 1945, Jorge Pasquel ya no se limitaba a tener a los mejores talentos de


raza negra en México, sino que ahora quería traer también a los mejores
peloteros blancos de Grandes Ligas y tener una liga con verdadera integración
racial. Los mejores talentos blancos y negros de Estados Unidos, los mejores
talentos blancos y negros del Caribe, y lo mejores mexicanos del momento.
Todos enfrentándose en un diamante de beisbol.

Leer más: Boxeando con "El Gran Bambino", Babe Ruth

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En la primavera de 1946, Pasquel sabía lo que implicaba la firma de Jackie


Robinson con los Dodgers. Desde su fundación en 1925, la Liga Mexicana de
Beisbol había basado gran parte de su espectáculo en la calidad de los
jugadores afroamericanos que no podían jugar en la Grandes Ligas por su color
de piel y quienes en Estados Unidos tenían que trabajar en las Ligas Negras,
torneos sólo para peloteros de color, mal pagados, mal organizados y en
condiciones inhumanas de alojamiento y alimentación en las giras. Si las
glamorosas puertas de las Grandes Ligas se abrían para los peloteros negros, la
Liga Mexicana se exponía al colapso. Así fue como Jorge Pasquel puso su vista
en Robinson para seducirlo de jugar en México, buscando evitar que las
Grandes Ligas le quitaran ese mercado.

Para intentar persuadir a Jackie Robinson, Jorge Pasquel mandó a Daytona a su


hombre de máxima confianza, Bob Janis. Un estadounidense blanco que
Pasquel había conocido en un gimnasio de Nueva York y a quien contrató para
ser su entrenador físico. Janis, además, se convirtió en confidente de Pasquel, y
también en un scout que viajaba con frecuencia a Estados Unidos para observar
y firmar jugadores para la Liga Mexicana.

"¿Cómo te tratan aquí?", interrumpió Janis a Jackie Robinson. El agente de


Pasquel se había metido al campo y le lanzó su oferta a Robinson mientras
tiraba pelotas en la práctica, según reportó el diario Pittsburgh Courier el 30 de
marzo de 1946.

¿Que cómo lo trataban ahí? ¿En Florida? ¿En uno de los lugares más racistas
de Estados Unidos? En su mente, Jackie Robinson tenía mucho que decir de lo
que había vivido en Florida en los pocos días que llevaba de pretemporada.

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Vía jackierobinson.org

Había reportado tres días tarde a los entrenamientos por las peripecias que su
color de piel le había hecho pasar en el traslado. Jackie, y su esposa Rachel,
habían volado desde Los Angeles hasta Nueva Orleans, otro gran foco racista,
para conectar vuelos a Daytona. Sin embargo, en Nueva Orleans les negaron la
conexión, y tuvieron que pasar doce horas en el aeropuerto donde ningún
comercio quiso servirles comida porque no atendían a negros. Los pusieron en
otro vuelo que se detuvo en Pensacola, Florida, un foco racista más, y les
pidieron que bajaran para reabastecer combustible, pero ya no los dejaron subir,
pues una pareja de blancos había tomado su lugar. Los Robinson optaron por
tomar un autobús de Pensacola hasta Jacksonville, buscando acercarse a
Daytona. Al sentarse en el autobús y reclinar sus asientos, el chofer les indicó
que ese no era su lugar, que debían moverse hasta la parte de atrás del
autobús, al lugar destinado para negros, donde los asientos no se reclinaban.
Dieciséis horas transcurrieron en una sección segregada que se atestaba de
gente, y donde tenían que turnarse para sentarse unas horas unos y unas horas
otros, mientras el resto del autobús tenía lugares disponibles por si algún blanco
deseaba subir.

Ya en Florida, los Robinson tuvieron que dejar el poblado de Sanford, donde los
Dodgers hacían una semana de pretemporada por las presiones de los sectores
racistas del pueblo. Algunos juegos tuvieron que cancelarse ante el rechazo a
que un pelotero negro compartiera el campo con jugadores blancos.

Ni Jackie ni Rachel habían vivido algo similar en California, donde la


discriminación era mucho más relajada. Sin embargo, en el Sur Profundo, todo
era diferente. En ese 1946, se dieron 30 linchamientos contra personas de raza
negra. En la misma semana en que Jackie Robinson y su esposa Rachel
llegaron a la pretemporada de los Dodgers se dio una de los peores brotes de
violencia en contra de los afroamericanos en Columbia, Tennessee. Cuando los
disturbios terminaron, había cien personas de raza negra arrestadas, y dos
muertas.

Jorge Pasquel junto a Babe Ruth en el Parque Delta de la Ciudad de México en


1946

"¿Cómo te tratan aquí?", se escuchó la voz de Bob Janis que pareció sacar a
Robinson de sus pensamientos.

"Excelente. No podrían tratarme mejor", le respondió Robinson, según la prensa.


Mentía, por supuesto. Pero Jackie Robinson tenía una misión superior. Bob
Janis le había ofrecido 6 mil dólares y cubrir todos los gastos de él y de su
esposa para vivir en condiciones de igualdad racial en México. Solamente de
salario, la oferta mexicana triplicaba los 600 dólares mensuales que Robinson
percibía en ese momento, todavía como jugador de Ligas Menores.

"No estoy interesado. Hay mucho en juego aquí", habría respondido Jackie
Robinson a la oferta de Pasquel a través de Bob Janis, según el reporte del
mismo Pittsburgh Courier. "Estas personas son mis amigos. Entiendo que
ustedes le ofrecieron a Ted Williams 300 mil dólares. Bueno, ni siquiera iría por
esa cantidad de dinero".

El propio Bob Janis, en entrevista con John Virtue para el libro South of the Color
Barrier, recuerda una respuesta similar por parte de Robinson.

"Me encantaría ir a México", respondió Robinson, "pero ahora mismo, mi futuro


está aquí. Cualquiera que sea la oferta que el Sr. Pasquel me haga, no la
aceptaría".

Leer más: Theolic Smith, el fichaje equivocado

En sus respuestas, Jackie Robinson dejaba claro que no se trataba de dinero. A


pesar de que en Florida había sufrido en carne propia, y en unos cuantos días, lo
más concentrado del odio racial que viviría como el primer jugador de raza negra
en las Grandes Ligas, Jackie estaba dispuesto a pasar por ese calvario con tal
de derribar la barrera del color. Quería ser el símbolo que empujara a toda una
sociedad hacia la igualdad racial. De cierta forma, Jackie Robinson rechazó ir a
jugar a la Liga Mexicana porque ambicionaba que las Grandes Ligas, y Estados
Unidos, se convirtieran en algo igual a lo que se vivía en los diamantes
mexicanos en ese momento.
Cuando los dirigentes de los Dodgers se enteraron de la oferta que Bob Janis le
hizo a Jackie Robinson, el agente de Jorge Pasquel fue echado del campo de
entrenamiento. El manejador Leo Durocher se encargó de ello con un bate en la
mano.

La negativa de Jackie Robinson al ofrecimiento de Jorge Pasquel marcaría la


historia. Señalaría el derrotero por el cual caminarían tanto las Grandes Ligas,
rumbo a su expansión, y la Liga Mexicana hacia el borde del colapso. Visionario
como era, Jorge Pasquel lo imaginaba y no desistió.

En la primavera del año siguiente, 1947, los Dodgers se fueron a La Habana,


Cuba, para hacer su pretemporada. Ya sin agentes de por medio, Jorge Pasquel
subió la apuesta y él mismo viajó a Cuba, se apersonó en el lujoso Hotel
Nacional donde se hospedaban los Dodgers, y como predicador, en pleno lobby,
lanzó arengas para convencer a los jugadores de irse a jugar a México.

Jorge Pasquel y su hermano Bernardo

"Si ustedes no están satisfechos con sus contratos, vengan a verme, soy Jorge
Pasquel", convocaba el magnate mexicano, según reportó la prensa el 25 de
febrero de 1947. "Firmaré jugadores de cualquier club excepto del de Sam
Breadon (Cardenales de San Luis). Él es mi amigo. Mi liga es cinco veces más
fuerte. Pondré 4 millones sobre los 2 millones de cualquiera".

En La Habana, Pasquel hizo un segundo intento por seducir a Jackie Robinson.


El magnate estaba acompañado del Dr. Eduardo Quijano Pitman, propietario de
los Tuneros de San Luis y socio de Pasquel. A menudo era el Dr. Quijano Pitman
quien viajaba a Estados Unidos a firmar peloteros. Los mexicanos vieron a
Jackie Robinson en un café, y Pasquel retó a Quijano para que lo firmara en ese
mismo momento.

"Jorge me picó la cresta", recuerda el Dr. Quijano Pitman en entrevista para el


libro Por los Diamantes del Ayer: El San Luis del 47. "Me dijo: 'A ver, vete a
contratar a Robinson'. Tuve la plática con Robinson, pero no aceptó. Para
entonces, él tenía plena conciencia de que era un auténtico símbolo para toda la
comunidad negra en los Estados Unidos porque era el primer negro firmado para
jugar en Ligas Mayores, y de la responsabilidad que eso implicaba para él, pero
se comportó con mucha atención y extraordinariamente bien conmigo".

Jackie Robinson tampoco mordió ese segundo anzuelo. Y tampoco lo mordió


otro jugador de raza negra que los Dodgers preparaban para las Grandes Ligas,
Roy Campanella, que ya había jugado en México en 1942 y 43. El ofrecimiento,
casi desesperado de Pasquel, fue de 10 mil dólares anuales. Campanella lo
rechazó, a pesar de que solo ganaba 1,300 dólares con los Dodgers.

Ese mismo año de 1947, Jackie Robinson derrumbó la barrera del color. Se
convirtió en el primer pelotero de raza negra en jugar en las Grandes Ligas en la
época moderna. Campanella lo haría en 1948.

El momento en que Jackie Robinson rechazó el ofrecimiento de Jorge Pasquel


fue una sentencia. Las Grandes Ligas aceptaron cada vez más jugadores de
raza negra, y la Liga Mexicana se quedó sin esa fuente de talento. El sueño de
Jorge Pasquel de tener una gran liga de beisbol con integración racial duró tan
sólo un par de años.

Al final, Jorge Pasquel pareció sonreír, pues ante todo se había cumplido una
piedra angular en sus sistema de creencias.

"Creo que cualquier hombre tiene el derecho de mejorar su vida y los peloteros
no son la excepción", diría Jorge Pasquel, el hombre que en los 40 soñó con que
todos fuéramos iguales.

Historia de las Ligas Negras de EE UU (IV)

La elección especial en 2006 de nuevos miembros para el Salón de la


Fama. A tres de los nuestros les reconocieron su inmortalidad.
Este es el IV artículo que hacemos referente a las Ligas Negras de béisbol de
Estados Unidos y de su interacción con el béisbol de Cuba. Hasta ahora los tres
artículos que hicimos trataban los temas de los jugadores de las Ligas Negras de
EEUU en el Salón de la Fama; de la actuación de los jugadores estadounidenses
de la raza negra en nuestro país y de la actuación de los nuestros, los jugadores
cubanos, en las Ligas Negras de EE UU.

En el primero de esos artículos anunciamos la creación de dos boletas de


elección, una con 30 nombres y otra con 9 con vistas a la posible elección de
nuevos miembros del Salón de la Fama del béisbol vía las Ligas Negras.

La citada elección tuvo lugar en Tampa, Florida, durante el fin de semana del 26
de febrero de 2006 y sus resultados fueron anunciados el lunes 27 del mismo
mes.

Una de las leyendas de las Grandes Ligas, el cubano Orestes "Minnie" Miñoso.
Como reseñamos en aquellos artículos, en la boleta con 30 nombres, que
correspondía a jugadores y ejecutivos que se desempeñaron durante el período
de las Ligas Negras organizadas, es decir, después que se creó la institución en
1920, figuraban 4 cubanos. Esos cubanos eran Orestes Miñoso, Alejandro Oms,
Alejandro Pompez y Cristóbal Torriente.

En la otra boleta, la que tenía 9 nombres y que correspondía a jugadores y


ejecutivos cuya carrera transcurrió, mayor o totalmente, antes de 1920, teníamos
a un cubano, José de la Caridad Méndez.

Bien, como ya todo el mundo sabe, la elección tuvo lugar y a 3 de nuestros 5


compatriotas los eligieron para entrar en el templo de los inmortales. Además,
eligieron a 14 personas más, entre jugadores, dirigentes y ejecutivos, para un
total de 17, lo que hace de esta elección, la más numerosa de la historia.

El Comité de elecciones eligió a Cristóbal Torriente y Alejandro Pompez de la


boleta de 30 nombres y al inmenso José de la Caridad Méndez de la de 9
nombres.

Vamos a hacer varios artículos sobre este tema y dedicaremos un trabajo a cada
uno de nuestros compatriotas que resultaron electos, pero hoy vamos a hablar
de la elección en si y, brevemente, de los 17 elevados al Templo de
Cooperstown.

Como informamos en artículos anteriores, este proceso de emisión de votos


comenzó 6 años antes de la elección, cuando la organización de Grandes Ligas
aportó $250,000 para financiar un estudio sobre las estadísticas y récords de los
juegos de los equipos formados por jugadores de la raza negra que actuaron
antes y después de la formación de las Ligas Negras oficiales, en 1920.

Se compiló una lista de 94 jugadores, dirigentes y ejecutivos y de esa lista


salieron las 2 boletas de 30 y 9 individuos, respectivamente. Un comité de 12
personas realizó la elección en Tampa y cada individuo que recibió nueve o más
votos fue electo al Salón de la Fama.

Veremos quienes fueron los 17 nuevos inquilinos de Cooperstown que entraron


por medio de esa elección.

De la boleta de 30 nombres procedentes de las Ligas Negras fueron elegidos 7


jugadores y 4 ejecutivos.

Hay que destacar que los 7 jugadores escogidos en esta boleta, todos jugaron
en Cuba. Los 7 jugadores son:

Ray Brown. Fue un gran lanzador de los Homestead Grays cuando ese equipo
ganó el campeonato de la Liga Nacional Negra 8 veces, entre 1937 y 1945. Está
entre los líderes de los lanzadores de las Ligas Negras en victorias.
En Cuba, lo conocíamos como Raymond Brown o mejor como El Jabao Brown.
Jugó por 5 años en la isla. Tres temporadas con el Santa Clara, de 1936 a 1939.
En la temporada de 1945-46 con el Almendares y el Marianao y la campaña de
1947-48 la hizo en Santiago de Cuba, jugando independiente. En Cuba ganó 46
juegos y perdió 20.

Willard Brown. Se le apodaba Jonrón Brown. Fue jardinero con los Monarchs de
Kansas City, el equipo que dirigiera José Méndez. Participó en 8 Juegos de
Estrellas entre el Este y el Oeste de las Ligas Negras. Varias veces lideró la Liga
Negra Americana en jonrones y promedio al bate.
Jugó muchos años en Puerto Rico y está en su Salón de la Fama. Jugó en Cuba
en la temporada de 1937-38 y los cubanos lo apodaban "Ese Hombre".

Andy Cooper. Lanzador zurdo. Un maestro en los cambios de velocidad. Está


entre los 10 primeros de la historia de las Ligas Negras en victorias, ponchados y
lechadas.
Jugó en Cuba durante 4 años, 3 en la Liga Cubana y uno de béisbol
independiente. Jugó en la temporada de 1923-24 con El Habana; en la de 1924-
25 con El Habana y El Almendares, y en la de 1928-29 con El Almendares y
Cienfuegos.

Biz Mackey. Un receptor con un promedio al bate de por vida sobre .300. Está
entre los primeros en número total de bases y carreras impulsadas. Participó en
5 Juegos de Estrellas.
En Cuba jugó con El Almendares en la campaña de 1924 al 25 y bateó ese año
para .309.

George Suttles. Le decían Mule Suttles. Jugaba la 1ra base y los jardines y fue
uno de los más grandes jonroneros en las Ligas Negras. Los fanáticos le
gritaban “patea mulo” cuando venía la bate y él muchas veces les complacía.
Jugó en 5 Juegos de Estrellas. Después fue manager de las Águilas de Newark
en 1943.
Estuvo por 3 temporadas en Cuba. En la de 1928-29, con el Cienfuegos; la de
1929-30, con el Santa Clara y la de 1939-40 de nuevo con el Cienfuegos.

Cristóbal Torriente. Sobre el gran Torriente haremos un artículo en el futuro con


su historia detallada. En las Ligas Negras tuvo un promedio al bate de por vida
de .330. Fue escogido por la selección del periódico Pittsburg Currier como el
mejor jardinero derecho de los primeros 50 años del béisbol negro de EE UU.
Más tarde fue seleccionado para la misma posición de todas las épocas.
Torriente entró en el Salón de la Fama del Béisbol Cubano en su primera
edición, en 1939.

Ernest Wilson. Le decían Jud. Tuvo un promedio de bateo, en las Ligas Negras
de .340 de por vida. Está entre los primeros 10 en promedio, jonrones, carreras
impulsadas y hits. Jugó hasta los 51 años.
En Cuba jugó 6 temporadas y fue inmensamente popular. Nuestros oyentes
mayores de edad pueden recordar sus hazañas o, por lo menos, su fama. En
Cuba no le decíamos Jud, sino, Jorocón, Jorocón Wilson.

Y Jorocón jugó siempre con El Habana, en las temporadas de 1925 al 30, y la de


1935-36. Tuvo un promedio de por vida en Cuba de .372 y fue 2 veces champion
bate.

Los 4 ejecutivos de la boleta de las Ligas Negras son:

Effa Manley. La primera mujer de la historia que es electa al Salón de la Fama.


Fue co propietaria, junto con su esposo Abe y, gerente, del club de las Águilas
de Newark, equipo que siempre estaba cerca del liderato y que ganó la Serie
Mundial de Ligas Negras de 1946. No solo fue una gran ejecutiva sino, también,
una gran defensora de los derechos civiles de las personas de raza negra.
Alejandro Pompez. De Pompez, al igual que de Torriente y de Méndez, haremos
artículos detallados aparte de éste. Pompez fue un cubano que vivió en Cayo
Hueso y Tampa antes de trasladarse a New York y convertirse en uno de los
hombres más ricos de Harlem.
Pompez fue dueño de los Cuban Stars y más tarde de los New York Cubans,
con quienes ganó la Serie Mundial de Ligas Negras en 1947.

Fue vicepresidente de la Liga Negra Nacional y miembro del Comité del Salón de
la Fama que eligió los primeros peloteros de las Ligas Negras al Salón, como es
el caso de Satchel Paige y de Josh Gibson.

Cumberland Posey. Fue el dueño de los Homestead Grays, uno de los equipos
más dominantes de las Ligas Negras. De los 18 peloteros que ya están en el
Salón, 11 de ellos, en algún momento de sus carreras, jugaron para los Grays.
Posey fue también secretario de la organización de las Ligas Negras por mucho
tiempo.
J. L. Wilkinson. Dueño de los Kansas City Monarchs, que ganaron 17
campeonatos y 2 Series Mundiales.
Wilkinson era el único propietario de equipo, perteneciente a la raza blanca
cuando se organizó la Negro Nacional League, o Liga Negra Nacional en 1920.

De la boleta con 9 nombres, llamada de Pre Negro League o Pre Ligas Negras
fueron elegidos 5 jugadores y un ejecutivo. Los Jugadores fueron:

Frank Grant. Fue un jugador de cuadro con equipos blancos de Ligas Menores
desde 1886 hasta 1903 y después, con equipos negros, cuando la barrera racial
le hizo imposible seguir jugando en equipos de jugadores blancos.
Jugó 14 temporadas con los Cuban Giants y los Cuban X-Giants, equipos que, a
pesar de su nombre, no tenían nada que ver con Cuba.

Preston Hill. Conocido como Pete. Un gran jardinero, jugador dominante antes
de la formación de las Ligas Negras. Jugó con los Cuban X-Giants. Nombrado
como el 4º jardinero en la evaluación del Periódico Pittsburg Currier.
Jugó en Cuba por 6 temporadas. En 1907 con el Fe, desde 1908 hasta 1912 con
El Habana y la campaña de 1915-16 con El San Francisco. Ganó el campeonato
de bateo de 1911 con 365 de promedio.

José Méndez. A nuestros oyentes no hay que decirle quien era José de la
Caridad Méndez, el Diamante Negro y de él, también haremos un artículo aparte.
Méndez fue la primera super estrella ibero americana en EE UU, como jugador y,
más tarde, como mánager de los Kansas City Monarchs. El legendario mánager
de los Gigantes, John McGraw lo describía como tomar a Walter Johnson y a
Grover Cleveland Alexander y fundirlos en un solo lanzador.

Luis Santop. Gran receptor que bateó sobre .320 de por vida en las Ligas Negras
de EE UU. Fue una de las primeras luminarias del béisbol negro de este país.
Jugó dos años en Cuba. En 1912 fue receptor del club Fe y regresó mas tarde,
en la temporada de 1920-21 para jugar con el Bacharach Giants que compitió en
Cuba en esa campaña.

Ben Taylor. Entró en el Templo de Cooperstown como mánager. Reconocido


junto con Rube Foster como uno de los mejores mánagers de equipos de la raza
negra.
Fue uno de los pioneros en llevar sus equipos a jugar pelota de invierno en
Cuba.

Y el ejecutivo que fue electo por el comité entre las personas de las llamadas pre
ligas Negras fue Solomon White, apodado el Rey Salomón.
Como jugador jugó todas las posiciones del cuadro. Bateó para 369 durante 5
temporadas en las ligas menores antes de que se pusiera la barrera racial y
luego pasó a ser mánager de clubs independientes de jugadores de raza negra.

Su mayor contribución al béisbol vino por su libro titulado "Guía Oficial del
Béisbol de Sol White", la primera historia de la pelota negra antes del 1900.
Esta elección especial ha disminuido, en cierto grado, la injusticia de tener fuera
del Salón de la Fama a tantos representantes del béisbol de la raza negra que
tenían más mérito que algunos que llevan años en Cooperstown.

Cualquier análisis responsable nos deja ver que, después de impuesta la barrera
de color y, sobre todo después de 1920, hasta 1947, había dos ligas mayores,
una blanca y una negra.

La selección de este comité especial, como todo lo humano, no ha sido perfecta.


Los cubanos lamentamos que no hayan incluido en el grupo exaltado a Orestes
Miñoso y a Alejandro Oms pero, en este momento, tenemos, entre narradores
ejecutivos y jugadores, 6 nombres en el Salón de la Fama.

Martín Dihigo, Tany Pérez, Cristóbal Torriente y José de la Caridad Méndez


como jugadores. Felo Ramírez como narrador y Alejandro Pompez como
ejecutivo.
Historia de las Ligas Negras de Estados Unidos (V)

La historia de Alejandro (Alex) Pompez, un cubano que entró al Salón de la


Fama de Cooperstown en Julio del 2006 pero que no muchos compatriotas
conocen.
En febrero del 2006 tres de nuestros compatriotas fueron elegidos al Templo de
los Inmortales del béisbol en Cooperstown. El 27 de febrero del año 2006, un
comité especial eligió a 17 nuevos miembros al Salón de la Fama. Todos
estos nuevos miembros fueron elegidos entre jugadores, dirigentes y ejecutivos
del béisbol negro de EE UU que se desempeñaron durante la época en que se le
estaba vedado a las persona de raza negra jugar o ser parte de las Ligas
Mayores blancas.
Esta elección de 17 nuevos miembros es la mayor en la historia del Salón de la
Fama. Aunque pasó desapercibido para muchos de nuestros compatriotas, el día
de esa elección ha sido uno de los días más grandes para la historia de
nuestro béisbol.
Entre los 17 elegidos hay 3 de los nuestros, los jugadores Cristóbal Torriente y
José de la Caridad Méndez y el empresario Alejandro Pompez. Los nuevos
miembros fueron exaltados al Salón en julio del 2006 junto con el lanzador
relevo Bruce Sutter, escogido previamente por la asociación de cronistas
deportivos.
Con estas nuevas figuras en Cooperstown los cubanos tenemos en el Templo
del Béisbol a 4 jugadores, Martín Dihigo, Tany Pérez, Cristóbal Torriente y
José de la Caridad Méndez. A un ejecutivo, Alejandro Pompez y a un narrador
deportivo, Felo Ramírez.
Alejandro Pompez fue una de las figuras más influyentes, no solo en el béisbol
negro de EE UU sino, también en el béisbol del Caribe y en su integración y
coordinación con el llamado béisbol organizado. Pompez participó en todos los
estratos del deporte, como jugador de no muy alto nivel, manager, empresario,
scout, ejecutivo de equipo y vicepresidente de liga. Es difícil encontrar un
personaje más polifacético en el deporte de la bola y el madero.

Alejandro Pompez
Algunos cronistas han informado que Pompez nació en Cayo Hueso de padres
cubanos. Eso se debe a la irregularidad de nacionalidades en la época que nació
Pompez y al desconocimiento general de la historia de Cayo Hueso. Su biógrafo,
Andrés Paschal informa que Pompez nació en La Habana y es categórico en la
fecha, Mayo 3 de 1890. Igual lugar de nacimiento e idéntica fecha aparece
en “The Biographical Encyclopedia of the Negro Baseball Leagues” del
historiador James A. Riley considerada la obra mas autorizada en lo referente a
las Ligas Negras.
Pompez vino muy pequeño y se radicó con su familia en Cayo Hueso,
aparentemente eso fue durante los años de la Guerra del 95. Cayo Hueso
cuando eso no tenía una territorialidad muy definida y estaba ocupada, en gran
parte por familias cubanas. Descendientes de aquellas familias aún viven
en Cayo Hueso y algunos hablan un castellano salpicado de anglicismos y
palabras arcaicas que ellos llaman cayoguesano.
El padre de Alejandro, José Pompez, era abogado, sirvió en el congreso estatal
(Legislatura) de Florida y fue muy activo en los círculos de exilados cubanos en
Cayo Hueso. Entre los organizadores de la visita de José Martí al cayo
estuvo José Pompez.
Cayo Hueso, en una operación de bienes raíces, fue adquirida, en 1822,
por John Simonton de Mobile, Alabama de su dueño Juan P. Salas que había
obtenido el cayo como una concesión del rey de España. EE UU no tenía mucho
conocimiento del cayo ni mucho interés sobre el mismo. Estando ya en el siglo
XX todavía había cierto diferendo entre Cuba y EE UU por Cayo Hueso e Isla de
Pinos.
En los últimos años del siglo XIX, los cubanos no tenían aún, lógicamente, la
ciudadanía cubana ya que Cuba todavía era colonia de España y no creo que
una familia de raza negra estaría anunciando mucho su origen en los EE UU de
esa época. De ahí puede venir algo de la bruma que rodea los orígenes
nacionales de Pompez.

los New York Cubans fueran la única organización de la Negro Nacional League,
basada en New York, que jugara en su propio estadio.
La familia Pompez se mudó de Cayo Hueso para el otro gran foco cubano,
Tampa donde Alejandro se hizo adulto, adquirió su sobrenombre de Alex y
prosperó. De Tampa Pompez se trasladó a New York y se convirtió en uno de
los hombres más ricos de Harlem e influyentes en esa comunidad negra
neoyorquina. Se reporta que parte de su fortuna llegó a través de sus vínculos
con el juego de terminales, actividad ésta muy común en Harlem. El “negocio”
de terminales era la principal entrada económica de varios de los dueños de
equipos de las Ligas Negras.
En 1932 el gángster Dutch Schultz tomó control del “negocio” de terminales y los
banqueros negros pasaron a un segundo plano. En 1936 la fiscalía de New York
procesó a varias personas conectadas con las actividades de juego, entre ellas
Pompez. Pompez viajó a Méjico para luego regresar y declarar a favor del
estado, integrándose de nuevo al béisbol.

Pompez, que tenía reputación de persona afable y simpática estuvo a la


vanguardia de la organización e internacionalización de las Ligas Negras de EE
UU por un período de más de 35 años, como dueño de equipos y ejecutivo.
Pompez entró en el béisbol negro como propietario con sus Cuban
Stars operando como un equipo independiente en el Este, antes de comenzar a
participar en la Eastern Colored League donde estuvieron de 1923 a 1929. En
1930, Pompez desbandó el equipo de los Cuban Stars y resurgió como dueño y
promotor con los New York Cubans en 1935.
Los New York Cubans formaron parte de la Negro Nacional League desde 1935
y el equipo renovó el estadio Dyckman Oval para que fuera su parque. Esto hizo
que los New York Cubans fueran la única organización de la Negro Nacional
League, basada en New York, que jugara en su propio estadio.

Alex Pompez en el Salon de la Fama


Pompez, que fue un gran negociador, muchas veces sirvió de mediador entre
diferentes facciones en el convulso ambiente del béisbol negro de EE UU de
aquella época. En 1924, Pompez fue un factor decisivo en la organización de la
primera Serie Mundial Negra y en los finales de la década de los años 1920s
Pompez fungió como el árbitro en disputas dentro de la Eastern Colored League
que, finalmente, desapareció en 1929.

Por cierto, en otra intervención gloriosa del béisbol cubano en el béisbol negro
de EE UU, la Serie Mundial de equipos de la raza negra de 1924 fue ganada por
los Monarcas de Kansas City dirigidos por José de la Caridad Méndez que,
además de manager, lanzaba para el equipo. Los Monarcas ganaron la Serie y
Méndez, con 2 juegos ganados y una efectividad de 1.42 fue declarado el
Jugador Mas Valioso de la Serie.
Se puede decir que, en aquella época, Alex Pompez era el padrino del béisbol
negro en EE UU. Su influencia y manifiesta capacidad hizo que lo eligieran
vicepresidente de la Negro Nacional League, en 1946. Las gestiones de Pompez
llevaron a feliz término su idea de crear un Juego de las Estrellas de las Ligas
Negras donde se enfrentaran, anualmente las estrellas de los equipos del este
con las de los equipos del oeste de EE UU. Este clásico se hizo realidad en su
primera edición, en 1946, bajo la vicepresidencia de Pompez.

Estas series mundiales y juegos de estrellas no eran de pelota de trapo. Durante


esos eventos se veía béisbol del mejor. Recordemos que, en esa época no
podían jugar peloteros de la raza negra, fueran éstos de EE UU o de Ibero
América, en las Grandes Ligas blancas, dejando fuera a muchos de los mejores
jugadores del momento. Esto hacía, prácticamente, como hemos dicho muchas
veces, que, en esos años, había dos grandes ligas en EE UU, una blanca y la
otra negra.
En el caso de los New York Cubans, era un equipo de jugadores cubanos,
dirigencia cubana y propiedad cubana representando a New York.
Yo se que esto le provoca salpullido a muchos pero, como siempre les digo,
estoy abierto al debate. Alejandro Pompez le abrió las puertas del béisbol negro
de EE UU a muchos peloteros cubanos de la raza negra y además a muchos de
Ibero América, primero como propietario de equipo y, más tarde como scout de
Grandes Ligas.

Sus New York Cubans aportaban, cada año, peloteros al Juego de Estrellas
Este-Oeste. Algunos de los que participaron en el clásico vistiendo el uniforme
del equipo de Pompez fueron Martin Dihigo, Alejandro Oms, Luis Tiant,
Alejandro Crespo, Silvino Ruiz, Heberto Blanco, Rogelio Linares, Silvio
García, Pedro Díaz, Claro Duany, Orestes Miñoso y René González.
Bajo la tutela de Pompez, los New York Cubans participaron, representando la
Liga del Este en 3 Series Mundiales del béisbol negro. La primera en 1935, la
cual perdieron frente a los poderosos Pittsburgh Crawfords, 4 juegos a 3; la
segunda en 1941 que también la perdieron frente a los Homestead Grays y la
tercera, en 1947 en que los Cubans le ganaron la serie a los Buckeyes de
Cleveland, 4 juegos a 1.
Ese equipo de 1947 fue dirigido por José María Fernández y entre sus jugadores
se encontraban Lorenzo (Chiquitín) Cabrera, Silvio García, Orestes Miñoso,
Claro Duany, Cleveland (Chiflán) Clark; Pedro (El Gamo) Pagés, Rafael Noble,
Luis Tiant y Lino Donoso. Los que conocen un poco de la historia de nuestra
pelota se percatarán que este era un equipo de Grandes Ligas.

Cuba tuvo, por mucho tiempo, equipos jugando en ligas del béisbol de EE UU,
como los casos de los Havana Cubans en la Liga de la Florida y los Cuban
Sugar Kings en Triple A. Pero, esos equipos estaban basados en Cuba y
jugaban en EE UU, representando la franquicia en La Habana de sus respectivas
ligas. En el caso de los New York Cubans, era un equipo de jugadores cubanos,
dirigencia cubana y propiedad cubana representando a New York.

El año que los Cubans ganaron la Serie Mundial, 1947, también fue el año que
Branch Rickey rompió la barrera racial en las Grandes Ligas y contrató a Jackie
Robinson, quien se integró a su nuevo equipo en el campo de entrenamiento de
los Dodgers en el Cerro en La Habana.

Pompez vio venir el cambio y comprendió que, con la apertura de Grandes Ligas
a los peloteros negros comenzaría la desaparición paulatina de las Ligas Negras.
Al año siguiente, en 1948, Pompez negoció con los Gigantes de New York para
que los New York Cubans fueran una sucursal de los Gigantes.

Cuba tuvo, por mucho tiempo, equipos jugando en ligas del béisbol de EE UU,
como los casos de los Havana Cubans en la Liga de la Florida y los Cuban
Sugar Kings en Triple A.
Este arreglo trajo 2 cosas a Pompez. La primera fue que los New York Cubans
comenzaron a compartir Polo Grounds, el estadio de los Gigantes y jugaban en
él cuando los Gigantes estaban jugando fuera. O sea, tenían un estadio de
Grandes Ligas. La segunda situación fue más significativa, Pompez adquirió la
responsabilidad de ser el scout para los Gigantes de jugadores en el Caribe así
como de jugadores en EE UU de la raza negra. En esta nueva función, Pompez
llevó a las Grandes Ligas a jugadores como Orlando Cepeda, Juan Marichal y
Willie McCovey, los 3 en el Salón de la Fama.
Pompez estuvo activo en todas las fases del deporte hasta que murió, en 1974.

Cuando el Salón de la Fama en Cooperstown comenzó a elegir jugadores de las


Ligas Negras para entrar en el templo de los inmortales, se le pidió a Alejandro
Pompez que formara parte del comité de selección. Durante el tiempo que sirvió,
de 1971 a 1974, los primeros 4 grandes del béisbol negro entraron al Salón.
Estos fueron Satchel Paige, en 1971; Josh Gibson, en 1972; Buck Leonard, en
1972 y Monte Irvin, en 1974. Alejandro Pompez había visto a los 4 jugar, no solo
en EE UU sino, en Cuba donde todos los peloteros que estaban hasta el 2006 y
la mayoría de los que están hoy en el Salón de la Fama por las Ligas Negras
jugaron un tiempo.

Historia de las Ligas Negras de Estados Unidos - (VI)

Hoy vamos a hablar de Cristóbal Torriente. El gran jardinero cubano


elegido al Salón de la Fama. Y esta historia está bastante completa.
Como hemos reseñado muchas veces, en estos artículos y otros espacios de
Radio Martí, tres cubanos fueron elegidos al Salón de la Fama en la elección
especial que se celebró en Tampa, el 27 de febrero del 2006.
Los tres fueron elegidos entre jugadores dueños y ejecutivos de equipos que
formaban las Ligas Negras de Estados Unidos y de equipos que funcionaron
antes de que las Ligas Negras fueran debidamente organizadas en 1920.
Entre los dueños y ejecutivos fue elegido el cubano Alejandro Pompez y entre
los jugadores, José de la Caridad Méndez y Cristóbal Torriente.
Dijimos que haríamos un artículo dedicado a cada uno de estos tres grandes de
nuestro béisbol y hoy vamos a hablar del más grande defensor del jardín
derecho, de la raza negra, que haya vestido un uniforme de pelotero en la
historia, vamos a hablar de Cristóbal Torriente. Y, para aclarar a nuestros
lectores, el buscar estadísticas exactas, relatos precisos y comparaciones de
actuaciones de los jugadores que se desempeñaron en las Ligas Negras de
Estados Unidos y en el comienzo de nuestro béisbol, no es fácil.

El santaclareño Caballero Oms se encontró en el selecto grupo, junto a otros


compatriotas como Martín Dihigo y Cristóbal Torriente.
Para hacer cualquier investigación sobre jugadores de las grandes Ligas, no
importa la época, usted se va al Internet, a la página de la organización de
Grandes Ligas o a cualquier otra y encuentra todas las estadísticas de cada
jugador en cada año y, si lo necesita, la computadora le ordena cualquier
escalafón de hits, jonrones, ponchados, lo que quiera, o le compara la actuación
del jugador A con el jugador B.
Pero cuando se trata del béisbol negro, esas estadísticas no existen y tratándose
de nuestro béisbol, tampoco existe una base de datos como en las Grandes
Ligas aunque la información sí se encuentra recogida en nuestra prensa de la
época. Prensa que ofrecía un torrente de información que no era segundo de
ninguna otra nación del mundo.

Cristóbal Torriente nació con la Guerra de Independencia, en 1895, villareño de


Cienfuegos. Debutó en la pelota cubana con el Habana en 1913 pero pasó
enseguida al Almendares donde jugó por tres temporadas hasta la de 1915-16.
No jugó en Cuba en las temporadas de 1917-18 y 1918-19 porque se quedó en
Estados Unidos jugando con los Cuban Stars, con quienes había debutado en
1914 y equipo que sería de Alejandro Pompez cuyo nombre acompaña al de
Torriente en Cooperstown.
Regresó a Cuba para jugar de nuevo con el Almendares en la campaña de
1919-20. De ahí pasó a los Leones del Habana donde se mantuvo hasta la
campaña de 1925-26.
En la temporada de 1926-27, que fue muy irregular ya que el Cienfuegos cesó
de jugar, el ciclón del 26 devastó a Cuba y, además, le salió otra liga a hacerle la
competencia a la establecida, Torriente tuvo solamente ocho veces al bate con el
Amendares y solamente nueve veces al bate con el Habana en la campaña de la
liga contraria, que llamaron Triangular, por haber participado tres equipos
solamente, Los Alacranes, Marianao y las Medias Rojas del Habana.

Cristóbal Torriente.
En los años en los que jugó en Cuba, Torriente fue champion bate en la
temporada de 1914-15 con 387 y en 1919-20 con 360. Hay que darse cuenta de
que, en la campaña de 1914-15, cuando ganó su primera corona de bateo,
Torriente tenía 19 años y, como veremos más tarde, en 1920, cuando ganó su
segunda corona, también ganó el campeonato de bateo de la Liga Negra
Nacional, Nacional Negro League, de Estados Unidos con 411 de promedio.
También en el béisbol cubano, Torriente lideró la liga dos veces en dobles, tres
veces en hits y tres veces en jonrones. Su promedio de por vida en Cuba fue de
352, el más alto de la historia de nuestro béisbol profesional libre.
Torriente fue exaltado al Salón de la Fama del béisbol cubano en su primera
edición, en 1939. Ahora también está en Cooperstown.
En el béisbol negro de Estados Unidos, Torriente jugó con los Chicago
American Giants de 1918 al 1925. Este equipo pertenecía al gran Rube Foster,
quien también lo dirigía y del cual era, además, lanzador. Foster fue uno de los
pioneros en llevar equipos del béisbol negro de Estados Unidos a Cuba,
fue manager del club Fe en Cuba, en 1907, y está en el Salón de la Fama desde
1981.
En 1919, Torriente jugó en los jardines de los Giants junto con el gran Oscar
Charleston, quien jugó muchos años en Cuba y está en el salón de la Fama
desde 1976. Foster mudó a Charleston del jardín central al derecho, que era la
posición normal de Torriente, para que éste jugara en el centro porque cubría
más terreno que Charleston.
Torriente formó un dúo letal con Charleston cubriendo los jardines y bateando
uno detrás del otro. Ese año Torriente bateó 325.

Torriente, que fue lo que se llama ahora "un jugador de cinco herramientas", era
la única super estrella y gran slugger del equipo de Foster. Torriente era un
notorio bateador de bolas malas, como lo fue en nuestros días Vladimir
Guerrero, así que no importa lo que le tirara el lanzador, Torriente hacía viajar la
pelota.
Torriente, además, tenía gran velocidad y, a pesar de ser el jonronero del
equipo, era muy bueno robando bases y haciendo jugadas de toque de bola que
eran la especialidad de Rube Foster en una época de pelota muerta que se
prestaba a ese estilo.

En los tres primeros años de la formación de la Nacional Negro League, de 1920


a 1922, Torriente llevó a los Chicago American Giants a tres campeonatos
consecutivos con promedios al bate de 411, 338 y 342. Como dijimos, el ganó el
campeonato de bateo en 1920 y, además, en 1923 cuando bateó para 412.

Por cierto, de la formación de la Negro Nacional League fue en gran parte


responsable Alejandro Pompez quien fuera, también, vicepresidente de la liga.

En aquel equipo de Chicago, los jardines de los tres fenómenos de la raza negra,
Torriente, Jelly Gardner y Jimmy Lyons es considerado uno de los mejores
jardines de la historia. Blanco o negro.
Dijimos hace un rato que la posición natural de Torriente era el jardín derecho.
Bueno, no sé si su posición natural era el jardín derecho pero, no había quién
jugara esa posición como él. Vamos a hablar un poco de esto y, después
hablaremos también de las otras posiciones que jugaba Cristóbal y que lo hacen
a él, junto con Dihigo y Méndez, más polifacéticos que Leonardo DaVinci.

Cristóbal Torriente.
Y es bueno traer a colación a Leonardo, ahora que los ignorantes se han
enterado de su existencia por el novelón del código DaVinci.

Cuando se escogieron los jugadores para formar el mejor equipo del béisbol de
las ligas negras de los primeros 25 años del Siglo XX, se escogió para el jardín
derecho a Cristóbal Torriente. Ese trabajo lo hizo un panel presidido por el
historiador William McNeit.

En 1952, el periódico Pittsburg Currier, terminó un trabajo de selección para


escoger el equipo de ensueño de las Ligas Negras para los primeros 50 años del
Siglo XX, seleccionaron para el jardín derecho… ¡adivinaron, a Cristóbal
Torriente!
Siempre he sostenido que en Estados Unidos, entre 1920, cuando se organizó la
Nacional Negro League, y 1950, cuando la barrera racial que había roto Branch
Rickey en 1947 comenzó a tomar forma real, había dos ligas mayores. Una
Blanca y la una negra. Así que por eso digo que nuestro cienfueguero se las veía
de tú a tú con cualquier contemporáneo, de cualquier color.

Y revisitando el concepto de posición natural, hay que decir que nuestro hombre
se desenvolvía naturalmente en las menos naturales de las situaciones,
tratándose de béisbol.

Torriente jugaba muy bien la segunda y tercera base a pesar de ser zurdo.
Torriente, que comenzó su carrera como lanzador, acumuló un hoja de 15
ganados y 7 perdidos en las ligas negras donde hizo innumerables apariciones
como relevo, sin salir del juego y donde no figuró en las decisiones.

Pero Torriente, como dicen, jugaba al duro y rumbeaba al duro también y sus
problemas de disciplina hicieron que Foster lo cambiara a los Monarcas de
Kansas City en 1926, el equipo que más tarde dirigiría José de la Caridad
Méndez.
En la primera parte del campeonato, Torriente bateó para 381 y puso a los
Monarcas en primer lugar pero sacó bronca con la administración del equipo por
un anillo perdido y abandonó el club por un tiempo, lo que le costó el
campeonato a Kansas City.

Sus discrepancias con los Monarcas hicieron que firmara al año siguiente con
los Detroit Stars, donde bateó para 339 y 320 en sus dos temporadas de 1927 y
1928.
Cuando sus facultades comenzaron a declinar, Torriente jugó con equipos de
menos monta que los de Chicago, Kansas City y Detroit. En esos años jugó con
los Union Giants, los Cleveland Cubs y los Atlanta Black Crackers. Torriente
dejó el béisbol a mediados de los años 30 y se mudó a Ybor City en Tampa, el
enclave histórico cubano en Florida. Ya para entonces el alcoholismo había
hecho presa de él.

Cristóbal Torriente.
De las historias de Torriente, quizás la más repetida y conocida es la de sus tres
jonrones frente a los Gigantes en el Almendares Park el 6 de noviembre de
1920. Para los que no hayan oído la historia, sucedió así, dicho en versión corta.

Abel Linares, el dinámico empresario de nuestro béisbol profesional de entonces,


había importado para celebrar una serie de exhibiciones, a la formidable
maquinaria beisbolera de los Gigantes de New York, dirigidos entonces por John
Mc Graw. También contrató la figura más célebre del béisbol, entonces y ahora,
Babe Ruth, que ese año había implantado un nuevo record de jonrones con 54.
Recuerden que el record anterior era de 29, impuesto, el año anterior, por el
propio Bambino.
El gran bateador llegó a La Habana días después que los Gigantes y su
presencia fue el acontecimiento del momento. Todo el mundo hablaba de los
jonrones que Babe Ruth daría en Cuba. En la tarde del 6 de noviembre, la
concurrencia invadió el Almendares Park, ávidos de ser testigos de los viajes
que la blanca esfera emprendería cuando fuera conectada por el gran bateador.

Y esa aspiración fue satisfecha pero no por el Bambino sino, por nuestro humilde
toletero criollo, Cristóbal Torriente, al batear tres jonrones y un tubey en cinco
veces al bate.
Torriente conectó jonrones en el segundo y tercer innings. Los dos primeros
toletazos se los conectó Torriente al lanzador Joe Kelly pero, cuando vino a
batear por tercera vez, en el quinto inning, después de un out de Merito Acosta y
con un compañero en base, Torriente se enfrentó a Babe Ruth que, de estar
jugando primera base había venido a lanzarle a Torriente, "para que viera que a
él no le bateaba".
Y, efectivamente, no le bateó jonrón, pero al segundo disparo de Ruth, Torriente
se la recostó contra la cerca para un tubey e impulsar otra carrera. El tercer
jonrón de la tarde no se lo pudo conectar Torriente a Ruth, quien había
regresado a primera base, sino a Kelly que había regresado de primera a recibir
más castigo de Cristóbal.
Torriente murió en New York, en 1938, pobre, alcohólico y tuberculoso. Tenía
solo 43 años. Cuando se supo la noticia en Cuba, sus restos fueron trasladados
a la Isla envueltos en la bandera cubana. Demasiado tarde.

En su carrera en las Ligas Negras de Estados Unidos, Torriente bateó para un


promedio de por vida de 339 y contra lanzadores de las Grandes Ligas blancas,
311 de por vida.

Si jugara hoy, Torriente sería considerado el jugador de franquicia de cualquier


equipo. El Manager del equipo ABC de Indianápolis, C. I. Taylor dijo un día: "Si
yo viera a Torriente caminando por el otro lado de la calle, diría: Ahí va
caminando un equipo completo de pelota".
Historia de las Ligas Negras (VII)

José de la Caridad Méndez, el Diamante Negro, y su impresionante carrera


beisbolística, como la primera súper estrella de EEUU nacida en
Iberoamérica.
De José de la Caridad Méndez podemos decir que, de los peloteros negros
parcial o totalmente desconocidos, "el Diamante Negro" es el más conocido de
todos.
Y decimos parcial o totalmente desconocidos, porque de los jugadores cubanos
de la raza negra que les tocó jugar en la época de Méndez, su actuación en
Cuba es desconocida por la mayoría de los llamados entendidos en la materia
que se desempeñan en Estados Unidos y la actuación de esos atletas en
Estados Unidos es igualmente desconocida para muchos que han tratado de
dictar cátedra en Cuba.

Y aquí nos referimos a los individuos que estudian y siguen el pasatiempo, no a


los fanáticos comunes y a los que siguen con cierta curiosidad el béisbol. No,
esas personas conocen, si acaso, solo algunas anécdotas sobre el béisbol
negro.

En el caso de Méndez, la cosa es distinta. El que no sabe algo de quién era José
de la Caridad Méndez está más cerca de la quimbumbia que de la pelota.
Méndez fue la primera súper estrella de Estados UNidos nacida en Iberoamérica.
Antes que Carmen Miranda, Sammy Sosa o Ricky Martin y en Cuba, como
hemos dicho en nuestros programas de radio, era un ídolo en su tiempo. Cuando
entraba en un restaurante, la gente se ponía de pie y lo aplaudía.

Y hoy, estamos haciendo este artículo, no como una biografía de Méndez, para
eso necesitaríamos mucho más espacio, sino como una breve reseña de sus
orígenes y de su actuación porque ya "el Diamante Negro" está en el Salón de
la Fama de los inmortales en Cooperstown y habíamos prometido hacer
artículos sobre los tres últimos cubanos que fueron elevados juntos al Templo
del béisbol.
Ya hemos hecho artículos sobre Alejandro Pompez y sobre Cristóbal
Torriente, quienes fueron elegidos, junto con Méndez, en una elección especial,
por un comité también especial, el 27 de febrero del 2006. Los que leen nuestros
escritos están familiarizados con ese proceso.
José de la Caridad nació en Cárdenas, provincia de Matanzas, el 19 de marzo
de 1887. Tenía doble motivo para llamarse José, nació el día de San José y su
padre también llevaba ese nombre. Su madre fue Manuela Báez.

Méndez cursó estudios primarios en el colegio San Luis de su ciudad natal y,


aún niño, comenzó a trabajar como aprendiz de carpintero. Como es común en
muchos atletas, tenía gran habilidad manual y facilidad para las artes. Se
inclinaba por la música y aprendió a tocar el clarinete.

Pero, en su reducido ámbito social no había mucho espacio para esa variedad
renacentista y comenzó a trillar más profundamente el camino hacia el campo en
el que sería un virtuoso reconocido, el béisbol.

Méndez jugó en equipos locales cuando era aún un adolescente, siempre


jugando con muchachos de más edad. Se sabe que a los 16 años, en 1903 jugó
como torpedero para el equipo Vesubio y luego para una novena medio
organizada y medio no, que llevaba el nombre de Majagua.

En 1905, nuestro héroe pasó a jugar al norte de la provincia de Las Villas y jugó
con el equipo Patria de Sagua la Grande. En esa época los villareños conocían a
Méndez como "el Cardenero", por su origen municipal. mientras que en su
ciudad le decían "El Congo" por lo oscuro de su piel. Al año siguiente, 1906,
Méndez comenzó a jugar para el equipo de Remedios, equipo con el que
regresó en el año 1907 y que integraba un campeonato en el norte de Las Villas
junto con los clubes de Unión Club de Caibarién, Camajuaní y Sagua La Grande.

Este campeonato, aunque era regional, ni siquiera provincial, tenía un gran


calibre y en el club Remedios, junto con Méndez, participaban jugadores de la
talla de Armando Marsans, Armando Cabañas, Heliodoro (Jabuco) Hidalgo y
Carlos Royer y por su lado, el Unión Club de Caibarién tenía un lanzador
llamado Conrado Rodríguez, apodado "el General Sagua", que se decía que era
algo fuera de serie.

De esta liguita es que sale Méndez al profesionalismo a nivel nacional y hay


varias versiones de cómo fue el proceso. Veamos la versión más extendida y
después la cotejaremos con la historia.
Al ambiente beisbolero de la capital de Cuba había llegado el ruido de la
reputación del lanzador Conrado Rodríguez y que decían, con típico entusiasmo
criollo que el llamado "General Sagua" era el mejor pitcher de Cuba.

José de la Caridad Méndez


Siguiendo el eco de esos comentarios, la gerencia del equipo Almendares le
pidió a Carlos Royer que, durante su participación en el campeonato Villareño,
observara al "General Sagua" e informara sobre el mismo. La
revista Bohemia publica en febrero de 1950 una entrevista con Alfredo ("El
Pájaro") Cabrera donde este cuenta que Royer vio lanzar al famoso "General
Sagua" pero que, además, vio jugar a Méndez y al que recomendó fue a
Méndez, quien fue contratado por el Almendares. En la entrevista con "El Pájaro
Cabrera" se habla de este como dirigente del club Almendares, eso fue en 1907.
Pero, Cabrera no comenzó a dirigir al Almendares hasta la campaña de 1914-
1915. Campaña en la que también Miguel Ángel González se estrenó como
mánager del Habana. Pero, en 1907, a Cabrera, quizás se le consideraba
dirigente como capitán del equipo.
Hay otra información de la que se habla poco. Cuando Cabrera llegó a mánager
del Almendares, ya el mismo Méndez había sido mánager de los azules, en
1912.

Lo que más impresionó al Almendares de Méndez no fue su fildeo sino su brazo


y así fue que el entrenador del club, Evaristo Pla y el torpedero regular, el propio
Pájaro Cabrera convirtieran a Méndez a lanzador.

Méndez debutó como relevo con el Almendares el 2 de febrero de 1908 y ahí


comenzó el carbón común a convertirse en diamante. "El Diamante Negro".

Ese año, el Almendares se coronó campeón y José de la Caridad Méndez ganó


la corona de los lanzadores, ganando nueve partidos seguidos sin conocer
derrota. Ese año, por el Habana, lanzaba un pitcher del béisbol negro de
Estados Unidos que sería luego rival de Méndez así como compañero de equipo
en Estados Unidos y que hoy está junto a él en Cooperstown. Rube Foster.

La actuación de Méndez en el Almendares hizo que lo contrataran para el equipo


que enviaba a Estados Unidos el empresario cubano Abel Linares, los Cuban
Stars. Así que, en ese mismo año de 1908, Méndez haría su primera visita a
Estados Unidos a jugar pelota.

Al año siguiente, Méndez volvió a jugar con el Almendares, equipo con el que
militó hasta la temporada de 1915-1916, habiendo dirigido el club en 1912, como
apuntáramos.

En las campañas entre 1916 y 1919 no jugó en Cuba y volvió con los azules en
la temporada de 1920-1921, faltando de nuevo los 2 años siguientes. Cuando
regresó en la temporada de 1923-1924, lo hizo con los Leopardos de Santa
Clara, considerado el equipo más fuerte de la historia del béisbol profesional libre
de Cuba.

El torneo del 1924-1925 lo comenzó con Santa Clara y lo terminó con el Club
Matanzas y jugó su última temporada en Cuba con los Alacranes de 1926 al
1927.
A esta labor hay que añadirle la que tuvo en las llamadas Series Americanas,
que se celebraban cada año con equipos visitantes de Estados Unidos que se
enfrentaban a selecciones de peloteros cubanos o a equipos cubanos. Los
visitantes podían ser equipos de Grandes Ligas o selecciones de peloteros de
Grandes Ligas así como equipos o selecciones del béisbol negro de Estados
Unidos.

A este tipo de encuentro se debe una de las hazañas más repetidas de Méndez
y se conoce como "los 45 escones seguidos propinados por Méndez al
Cincinnati". Y sí, sí fueron 45 innings sin permitir carrera y gran parte de esos
ceros se los dio al Cincinnati pero, los ceros se los repartió a 3 equipos
diferentes. Veamos:
En noviembre de 1908, el Cincinnati, después de su temporada en las Grandes
Ligas, llegó a La Habana como continuación de una gira que efectuaba por
Estados Unidos. La publicidad del equipo informaba que llevaban 28 juegos
seguidos invictos.

El equipo de los Rojos del Cincinnati debutó en La Habana con una victoria
sobre los otros Rojos, los del Habana, de 2 por 1, el día 12 de noviembre de
1908. El segundo juego de los muchachos de la ciudad reina fue contra los
Azules del Almendares con Méndez en la lomita. Resultado 1-0, Almendares.
Méndez permitió un solo hit al 2ª base Miller Huggins. 9 escones.
El 2º juego con el Cincinnati. 29 de noviembre. Abre por el Almendares Bebe
Royer y le hacen 3 carreras. Méndez entra como relevo en la 3ra. Entrada. No
permite más carreras pero Royer pierde el partido 3-2. 16 escones. Diciembre 3.
Méndez vuelve a lanzar frente al Cinci y le vuelve a dar 9 ceros. 25 escones. En
esa gira, el Cincinnati jugó 13 partidos en Cuba con balance de 6 ganados, 6
perdidos y un empate.

Poco después de la visita del Cincinnati llegó a La Habana el equipo Key West
para celebrar una serie con el Almendares. La primera actuación de Méndez
contra el equipo de los cayos, en el Almendares Park, fue el 13 de diciembre y
les ganó el partido 4-0 con 3 hits. 34 escones.
El siguiente juego fue a los 4 días, en diciembre 17, en Key West y Méndez le
propinó un no hit no run a Key West. 43 escones.
Y la cadena terminó al comenzar el campeonato de 1908-1909 lanzando contra
los Rojos del Habana el 24 de diciembre de 1908. Le hicieron carrera en el
3er inning. 45 escones.
Hay que destacar algo que no se menciona. Los 45 ceros fueron sin permitir
carreras limpias. Si contamos los errores que le hicieron en ese último partido y
que permitieron la carrera del 3rd inning, la cadena sin carreras llegó hasta 50
escones.
En Cuba Méndez lanzó, jugó cuadro y los jardines y como vimos, también dirigió
a su querido Almendares. En Estados Unidos su carrera no fue menos
polifacética.

En el béisbol Negro de Estados Unidos, Méndez jugó para los equipos


siguientes: Brooklyn Royal Giants (1908); Cuban Stars (1909-1912); Stars of
Cuba (1910); All Nations (1912-1917); Chicago American Giants (1918); Detroit
Stars (1919) y Kansas City Monarchs (1920-1926). Aquí fue mánager-jugador.

La enciclopedia de las Ligas Negras que le dedica unas cuantas líneas a cada
jugador, le dedica 2 páginas a Méndez y hace numerosas citas de sus
contemporáneos.

Algunos de los que se enfrentaron a Méndez, dijeron que tenía más velocidad en
sus lanzamientos que Smokey Joe Williams, considerado el lanzador más veloz
del béisbol negro de aquella época.
En un episodio ya sepultado en la historia, reseña la citada enciclopedia que, en
1911, se enfrentaron Méndez, lanzando por el Almendares, con una selección de
jugadores cubanos de la raza negra y Smokey Joe Williams, lanzando por los
Lincoln Giants, reforzados, en el campo Highlanders Park en New York. Este
partido lo llamaron "el campeonato de color del mundo" y comprendía los
mejores jugadores de Cuba y los mejores de Estados Unidos, todos de la raza
negra.

El juego se fue a extra innings sin carreras y Méndez ganó el partido en el 10º
cuando los cubanos ligaron 3 hits y le hicieron una carrera a Smokey. Eso es
hablar de lucha de titanes.
El gran John Henry Lloyd, considerado por algunos el mejor jugador de la
historia dijo que él nunca se enfrentó a un lanzador superior a Méndez. Lloyd fue
el 9º jugador que entró en el Salón de la Fama vía las Ligas Negras. Lo eligieron
inmediatamente después que a Martín Dihigo.

La súper consagración de Méndez en Estados Unidos, vino cuando J. L.


Wilkison lo firmó para ser mánager-jugador de los Kansas City Monarchs que se
habían afiliado a la Negro Nacional League en 1920.

José de la Caridad jugó en el campo corto y lanzó ocasionalmente. Bajo su


liderazgo, los Monarchs ganaron el campeonato en 1923, 1924 y 1925. En la
primera de estas 3 temporadas Méndez tuvo un récord como lanzador de 8-2 y
en las 2 siguientes de 4-0 y 2-0.

En las últimas 2 campañas Méndez llevó a su equipo a la Serie Mundial de Color


contra los campeones de la liga del este, el Club Hilldale. En la victoria de la
Serie de 1924 contra Hilldale, Méndez recobró su magia de antaño y lanzó en 4
juegos con 2 victorias sin derrotas y una lechada, con una efectividad de 1.42.

En la última temporada que Méndez jugó los Monarchs perdieron el campeonato


de la liga en una reñida serie de Play Off con los Chicago American Giants. Hay
que recordar que mientras Méndez era mánager en Kansas City, jugaba de
torpedero y lanzaba de vez en cuando, también lo estaba haciendo en Cuba
durante el invierno. Ya en el año 1926, Méndez tenía 39 años.

Méndez murió de bronconeumonía a los 41 años, el 31 de octubre de 1928,


apenas 2 años después de su último juego con los Monarchs de Kansas City.

José de la Caridad Méndez Báez entró en el Salón de la Fama del béisbol


cubano con el primer grupo que fue elevado, en 1939. "El Diamante Negro" entró
en el Templo de los Inmortales de Cooperstown en el 2006. Un siglo exacto
después de que el Cardenero se estrenara como torpedero del club Remedios.
Historias de las Ligas Negras de béisbol de Estados Unidos. (VIII)

Ya no se recuerda como sucedió realmente el día en que Jackie Robinson


rompió la barrera racial en las Grandes Ligas.
El día 15 de abril se conmemora en todos los parques de Grandes Ligas el día
de 1947 que Jackie Robinson comenzó a jugar con los Dodgers, en aquel
entonces de Brooklyn, y que se abriera la compuerta que permitió entrar a la
corriente de jugadores negros que, enseguida, comenzaron a enriquecer al
béisbol de Grandes Ligas.
El tiempo ha ido limando las aristas de la historia, simplificando el hecho
alrededor de la figura de Robinson y de la visión y magnanimidad de los
Dodgers. Como pasa siempre, la historia ha sido envuelta en la neblina de la
leyenda y los zapatos de spikes de Jackie ya lucen como el calzado de cristal de
Cenicienta.
Primero que todo, la presencia de Robinson no abrió una compuerta para que
entraran los jugadores de la raza negra a las Grandes Ligas y la primera vez que
Robinson jugó en un partido como parte del equipo de Grandes Ligas de los
Dodgers fue en La Habana.
Vamos a tratar primero el caso de la supuesta compuerta que se abrió para los
jugadores negros después del 15 de abril de 1947. Como lo reseñan los
cronistas actuales, muchos de los cuales lo único que hacen es leer otro cronista
contemporáneo, luce como si después de Jackie y el Brooklyn, todos los equipos
se hubieran reforzado con jugadores de las Ligas Negras.

Jackie Robinson.
Para darles una idea inicial, cuando Robinson se retiró, al final de la temporada
de 1956, 10 años después del famoso día 15, todavía había tres equipos que no
se habían, como se dice con respecto a este tema, "integrado". Cuando
las Medias Rojas de Boston pusieron a jugar a Pumpsie Green en 1959, se
convirtieron en el último equipo en poner a jugar un pelotero negro. En ese
momento ya Robinson llevaba fuera de la pelota tres años y los Dodgers habían
dejado a Brooklyn por Los Ángeles.
Vamos a ver que pasó en materia de integración en los equipos de Grandes
Ligas después del 15 de abril de 1947, el día que Jakie Robinson salió a jugar,
en un juego regular de Grandes Ligas, con el uniforme de los Dodgers y bajo un
abucheo tremendo de gran parte del público que no quería a un negro jugando
en Grandes Ligas. ¿Que pasó en los próximos seis años en ese
departamento de la integración del béisbol grande?
En julio 5, menos de tres meses después, los Indios del Cleveland sacaron al
terreno a Larry Doby, el primer pelotero negro en la Liga Americana. En
agosto 17, cinco semanas después, los Carmelitas de San Luis presentaron
como debutantes a Hank Thompson (la Ametralladora Thompson, jugador del
Habana en Cuba) y a Willard Brown, que también jugó en Cuba pero jugó más
en Puerto Rico y está en su Salón de la Fama.
¿Que pasó el resto del año? Bueno, en agosto 15, la India se independiza de
Inglaterra, en octubre 6 se trasmite el primer juego de Serie Mundial por
televisión y, a fines de diciembre se inventa el transistor. ¿Peloteros negros? No,
más ninguno ese año de 1947.

Jackie Robinson.
Y, en 1948, ¿Qué sucedió?, ahora que no había barrera racial. Bueno, en enero
30, Ghandi fue asesinado; en mayo 14, el estado de Israel se creó; en junio 24,
los soviéticos cortaron a Berlín y el Oeste lo suministró por aire. Ah, también, en
las elecciones de noviembre, Truman salió electo presidente. ¿Peloteros
negros en nuevos equipos de Grandes Ligas?Ninguno.
En 1949, en julio 8, los Gigantes de New York entran en lo de la integración
con Hank Thompson. Como vimos, ya la ametralladora había comenzado con
los Carmelitas hacía dos años, o sea, ya estaba domado.
¿Qué sucedió, además, en el 49? Ese año, en abril 19, debutó Orestes
Miñoso con el Cleveland pero eso no se vale porque los Indios se habían
abierto a la integración con Larry Doby en el 47 como ya vimos. Por lo demás,
los soviéticos detonaron su primera bomba atómica en agosto 29 y Mao fundó
China Comunista en octubre 1.
En 1950, en abril 18, Sam Jethroe, rompe la barrera racial en el equipo de
los Bravos del Boston. Ya había roto la barrera del sonido en Cuba robando
bases para el Almendares. En materia de integración no pasó nada más en
1950; pero en junio 25, Corea del Norte invadió a Corea del Sur.
Miñoso es cambiado del Cleveland a las Medias Blancas de Chicago y eso
hace que, el 1 de mayo de 1951, el Minnie rompa la barrera racial en Chicago.
Lo otro de importancia ese año fue que, unos días antes de la llegada de Miñoso
a Chicago, Truman había botado de su trabajo a Douglas MacArthur.
Para no cansarlos les diré que en 1952, aparte de la elección de Eisenhower y el
golpe de Batista no pasó nada y ningún equipo contrató a un jugador de la raza
negra. O sea, que seis años después del debut de Robinson, solamente había
seis equipos con jugadores negros, algunos de ellos reciclados como fue el caso
de Miñoso y Hank Thompson.

Podemos seguir, pero creo que ya tienen la idea de cómo fue el proceso. Por
eso, cuando oigan lo de que Jackie Robinson abrió la compuerta de las Grandes
Ligas para que entrara un torrente de peloteros de su raza, sabrán que no hubo
compuerta y mucho menos torrente.

Aparte de la mítica compuerta, dijimos, al comienzo del artículo, que la primera


vez que Jackie Robinson jugó como parte integral del equipo grande de
los Dodgers fue en La Habana. Veamos como se desarrollaron los
acontecimientos.
En 1946 los Dodgers estaban pensando en elevar a Jackie Robinson a las
Grandes Ligas. Robinson había militado en los Reales de Montreal, sucursal de
los Dodgers en la Internacional League y había quemado esa liga en 1946
bateando para 349 con 40 bases robadas, pero todavía no se sabía si el equipo
o la organización de Grandes Ligas le permitirían a Robinson jugar en Liga
Grande.
Los Dodgers se habían entrenado en el estadio La Tropical en los años 1941 y
42 y habían dejado de ir a Cuba solamente por las restricciones de viaje durante
los años de guerra. En 1946, la presencia de Robinson en Florida, durante el
entrenamiento, había creado algunas confrontaciones raciales, aún estando con
los Reales de Montreal.
Habiendo perdido el campeonato del 46 por muy estrecho margen y con la
intención de tomar el paso histórico de subir a Robinson, los Dodgers no querían
complicaciones de ningún tipo.

La Habana era territorio conocido, con un nuevo estadio, el mejor de


Iberoamérica. Los cubanos estaban acostumbrados a los peloteros negros
americanos, de los cuales muchos eran ídolos en Cuba y sentían admiración y
cariño por todo lo que tuviera que ver con la pelota. Vuelvo a repetir que todos
los jugadores americanos que estaban en el Salón de la Fama por la vía de
las Ligas Negras antes del 2006 y la mayoría de los que están ahora, jugaron
en Cuba.
Aparte de eso, los planes de los Dodgers eran jugar, además de con equipos
cubanos, con otros equipos del Caribe, Venezuela y Florida y La Habana era, en
ese momento, la base de Pan American y Cubana de Aviación para toda el
área.
Cuba estaba en un período de tranquilidad democrática y bonanza económica.
El precio del azúcar estaba alto como siempre sucede durante y después de los
conflictos bélicos y el Plan Marshall compraba toda la producción azucarera de la
isla.

La construcción del Gran Estadio del Cerro era parte de la expansión


constructiva que llegó hasta finales de los 50 y que realizó, prácticamente, toda
la obra que hay hoy en Cuba y hasta más ya que hay áreas como los
ferrocarriles y vías secundarias que han ido desapareciendo por la incapacidad y
negligencia.
La gerencia de los Dodgers decidió usar todas estas ventajas culturales,
geográficas y de infraestructura deportiva pero, a la idea americana de aquellos
tiempos.

Dividieron los jugadores en tres grupos. A los jugadores de Liga Mayor, blancos,
los hospedaron en el Hotel Nacional, los jugadores de liga menor, en los
dormitorios de la Havana Military Academy, para los que no se acuerdan, uno de
los tantos colegios que había en Cuba y que cubrían desde el primer grado hasta
el bachillerato y, los jugadores de la raza negra fueron alojados en el hotel
Boston en la Habana Vieja.

O sea, no había hotel Nacional para Robinson; Roy Campanella, que ya había
jugado en Cuba y Don Newcombe, que también jugaría más tarde en Cuba. Esta
separación resultó insultante para Robinson, especialmente cuando descubrió
que la separación era producto de la decisión de los Dodgers, no de las
costumbres cubanas como le habían hecho creer.

Branch Rickey, el presidente de los Dodgers, no quería más complicaciones y


creyó que las evitaría con esta separación. Ya varios jugadores blancos de los
Dodgers habían escrito y circulado una carta pidiendo no jugar con Robinson en
La Habana. Leo Durocher, el manager del Brooklyn en aquel momento, les dijo
simplemente que el que no estuviera de acuerdo podía irse. Nadie se fue.
Por cierto, Robinson jugó ese año con los Dodgers, el que no jugó fue Durocher
que fue suspendido por el comisionado Happy Chandler por lo que llamó
conducta en detrimento del béisbol. Eso fue respondiendo a rumores de que
Durocher había sido visto varias veces en compañía de apostadores.

El hotel Boston era un hotel donde jugadores de Estados Unidos de la raza


negra habían hecho una costumbre hospedarse por décadas cuando ellos
venían a jugar a Cuba. El ambiente alrededor del hotel era amistoso y familiar
para los peloteros americanos y se había desarrollado, a través de los años, una
especie de ambiente de apoyo hacia estos atletas. Los Dodgers estaban
aprovechando una infraestructura de béisbol que la sociedad cubana llevaba
construyendo por cerca de 100 años.

El profesor de la Universidad de Yale, Roberto Gonzalez Echevarría, comenta


sobre esta situación en un artículo escrito en 1996 y se pregunta qué le hizo
pensar a los Dodgers que sus peloteros encajarían en el ambiente del Hotel
Nacional de aquella época.

Las instalaciones del Nacional con su suntuosa piscina, sus elegantes bares y
salones así como otras instalaciones lo hacían el centro de la vida social de
diplomáticos y gente de negocios. El juego, que floreció en los años 50 bajo el
patrocinio de Batista estaba aún confinado al Casino Nacional y a los cabarets.
Los que se hospedaban en el Nacional eran diplomáticos, hombres de negocios
y corresponsales extranjeros con sus familias.

El equipo de los Dodgers estaba lleno de recios veteranos de guerra e hijos de


inmigrantes provenientes de áreas pobres de Estados Unidos que no esperaban
ni se sentían a gusto con tanto lujo. Dice el Dr. González Echevarría que le
parece ver a esa ganga de guajiros americanos pasando vestidos de uniforme
(porque se vestían en el hotel) entre las reuniones de cocktails y de té.
No hay duda que hubieran estado mejor todos en el hotel Boston, pero ¿quién le
metía eso en la cabeza a una mente americana del año 1949?

Pues con esa ganga de jugadores americanos blancos, jugó por primera vez,
como parte del equipo, Jackie Robinson, en el campo de entrenamiento en el
Gran Stadium del Cerro en La Habana. Cuando comenzaron el campeonato y
Robinson apareció con el uniforme de los Dodgers el día 15 de abril del 49, ya
llevaba varias semanas jugando junto a esos peloteros y usando ese uniforme.

Recordemos quiénes estaban en La Habana, en el Hotel Nacional o en el Boston


y que formaban parte de ese equipo de los Dodgers:
Cookie Lavagetto; Carl Furillo, El Rifle; Pee Wee Reese, el hombre que le pasó
el brazo por encima a Robinson en señal de cariñoso apoyo; Eddie Stanky, Hugh
Carey; Gil Hodges, un receptor novato que pasó luego a hacer historia como
primera base; Dixie Walker; La Araña Jorgesen, que había jugado segunda base
con el Habana en Cuba e hizo el grado como tercera con el Brooklyn; Roy
Campanella; Don Newcombe; Ralph Branca, que ganó 21 juegos con 21 años y
un jardinero central con el nombre de Duke Snider y conocido como The Duke
(el Duque) años antes de que nuestro Duque hubiera obtenido ese título
nobiliario.

Ese grupo de jugadores ganó el campeonato de 1947 y formó uno de los elencos
más notables y conocidos del pasatiempo ganando la Serie Mundial en 1955.
Los gastos de entrenamiento de los Dodgers ese año fueron los más altos de las
Mayores y, en 1948, entrenaron en Santo Domingo para cortar gastos.

En la temporada de 1949, los Dodgers inauguraron Dodgertown en Vero


Beach, Florida, el primer campo de entrenamiento con todo incluido que ha sido
el modelo para todos los demás y donde estuvieron por muchos años antes de
irse al oeste. Hoy el Dodgertown ha sido declarado oficialmente un sitio
histórico.
Después del entrenamiento en La Habana en 1947, Jackie Robinson ganó el
premio del Novato del Año, bateando para 297 y liderando la Liga Nacional con
29 bases robadas. Eso lo hizo con el grupo de jugadores con quienes había
compartido el mismo uniforme, por primera vez, jugando como parte del equipo,
en Cuba.

Historias de las Ligas Negras de EE UU (IX)

Hoy vamos a hablar de John Jordan O’Neil, conocido como Buck O’Neil. El
mejor embajador que tuvo el Béisbol de las Ligas Negras.
Este es el noveno y último artículo sobre las historias de las Ligas Negras y se
lo vamos a dedicar a Buck O'Neil quien fuera una de las principales personas
que logró que la historia de las Ligas Negras no desapareciera en el olvido.
En el otoño del año 2006, a la edad de 94 años, murió en su querida gran ciudad
de Kansas City, Buck O'Neil, sin duda el mejor embajador que tuvo la pelota
representando la tristeza, la alegría y la excelencia del pasatiempo jugado dentro
de las Ligas Negras.
Y digo que Kansas City era la querida gran ciudad de Buck O'Neil porque ahí
llegó O'Neil, procedente del Sur rural de Estados Unidos, en una época en la que
ser negro y ser del sur no era nada cómodo en la sociedad americana.

Pero, si mucho quería Buck O'Neil a Kansas City, más quería Kansas City a
Buck O'Neil ya que él era un símbolo en esa comunidad y el cerebro, motor y
fisonomía de la que fue, quizás, su mayor obra, el Museo de las Ligas Negras
en Kansas City, Missouri, del cual era O'Neil presidente de su Junta de
Directores.
Vamos a recorrer un poco la estela biográfica de Buck O'Neil, su paso por el
béisbol negro, su interacción con la pelota cubana y alguno de sus jugadores y,
algunas veces vamos a dejar que el propio Buck, sacando citas de entrevistas y
de su autobiografía, nos cuente cómo fue aquello, nos hable del béisbol negro,
tan entrelazado con el cubano y nos deje ver los hechos, sin tener que pasarlos
por el tamiz de los escribidores contemporáneos, sin clichés y
sin slogans demagógicos.
John Jordan O'Neil nació en el estado de Florida en 1911. Nació en la pequeña
comunidad de Carabelle, al norte del estado, en el área conocida como el pan
handle o el mango de la sartén de la península de la Florida.
Carabelle está en la costa del Golfo de Méjico y, aunque políticamente pertenece
a Florida, geográficamente está ligada a Alabama y eso quería decir, en 1911,
sur profundo, ignorancia y discriminación. Eso, con perdón de los ilustrados
habitantes contemporáneos de ese bello estado.
El padre de Buck, John O'Neil, trabajaba en un aserradero y jugaba pelota para
el equipo de su compañía. Teniendo 12 años, los O'Neils se mudaron para
Sarasota, al oeste del estado y es en esa época que el pequeño John comienza
a jugar pelota.

En Sarasota pudo ver los campos de entrenamiento de las Grandes Ligas y se


maravilló con Babe Ruth y Walter Johnson y admiró a los managers John
McGraw y Connie Mack pero decidió ser un pelotero profesional cuando pudo
ver a jugadores profesionales de su propia raza jugando en la vecina West Palm
Beach.

Buck O'Neil.
Pero, viviendo en Sarasota, no pudo asistir a la recién construida escuela de
bachillerato Sarasota Hight School porque era un plantel solo para blancos.
Luego, O'Neil estuvo estudiando en el Edward Waters College de Jacksonville y
jugó para esa universidad.

El apodo de Buck se lo endosaron en Miami, cuando jugaba para un equipo


semiprofesional con el nombre de Miami Giants o Gigantes de Miami. El dueño
del equipo se llamaba precisamente Buck O'Neil y, al tener el mismo apellido que
él, sus compañeros le pegaron el Buck. O'Neil, el pelotero, no el empresario,
jugó brevemente con el equipo Zulú Canibals Giants, uno de aquellas cuadrillas
medio cirqueras de jugadores negros, que adquirían esos nombres ridículos para
atraer público.

En 1937, también O'Neil jugó con los Memphis Red Sox de la Western Color
League que se habían integrado ese año a las Ligas Negras organizadas
después de haber jugado pelota independiente.
En ese equipo, las Medias Rojas de Memphis, jugarían y se destacarían, más
tarde, varios jugadores cubanos como José Colás, Orlando Varona y Pedro
Formental. Los 3, formaron parte de los Juegos de las Estrellas entre los equipos
de las Ligas Negras del Este y del Oeste. Colás sería también, en el
futuro, manager de ese equipo.
Como hemos reseñado en el pasado, en estos artículos, un elemento
fundamental en la creación de los Juegos de Estrellas de las Ligas Negras, entre
el este y el oeste, fue el cubano Alejandro Pompez, miembro hoy del Salón de la
Fama y quien fuera vicepresidente de la Negro Nacional League.

Del equipo de Memphis, O'Neil pasó al equipo de los Monarcas de Kansas City
donde jugó el resto de su carrera en las Ligas Negras, solo interrumpida por su
participación en la II Guerra Mundial con la Marina en un batallón de
construcción. Con los Monarcas, O'Neil ganó los campeonatos de bateo de 1940
y 1946 bateando para 345 y 350 respectivamente.

Aparte de eso, O'Neil fue nombrado para participar en los Juegos de Estrellas
Este-Oeste en 1942, 1943 y 1949 y tuvo el honor de dirigir los equipos
representantes del Oeste en los juegos de 1950, 1953, 1954 y 1955, ganando
los 4 Juegos de Estrellas que dirigió.

En 1948 O'Neil reemplazó a Frank Duncan como manager de los Monarcas.


Duncan había jugado en Cuba con el San Francisco en la temporada de 1915-
1916. O'Neil continuó de manager del equipo de Kansas City hasta 1955 y llevó
al equipo a ganar campeonatos en 1948, 1950, 1951 y 1953.
Recordemos que uno de los grandes de nuestra pelota, José de la Caridad
Méndez había sido también jugador y manager de los Monarcas llevándolos a
ganar los campeonatos de 1923, 1924 y 1925, ganando la Serie Mundial de
Color en 1924.

Buck O'Neil.
Después de ganar O'Neil el campeonato de bateo de las Ligas Negras en 1946,
fue contratado en Cuba por el Almendares para jugar su posición, la primera
base. Hay que recordar que la importación de peloteros extranjeros por los
equipos locales estaba restringida en Cuba así que se importaban solo los
mejores. Es por ese hecho que no nos debe extrañar que todos los jugadores
que estaban en el Salón de la Fama hasta el 2006, vía las Ligas Negras,
hubieran jugado en Cuba.

Pero, a pesar de sus credenciales de champion bate, O'Neil no se hizo justicia


contra los lanzadores de la Liga Cubana y solo bateó para 214 en la temporada
de 1946-1947. Entre sus compañeros de equipo en el Almendares estaban, en
aquella campaña, Roberto Ortiz, Conrado Marrero, Agapito Mayor, Tomás de la
Cruz, Max Lanier y Andrés Fleitas. En la foto oficial del club, aparece Buck O'Neil
entre René González y Santos Amaro.
Al terminar la temporada de 1946-47 que ganó el Almendares estrenando el
Gran Stadium de La Habana y cuando O'Neil regresaba a Kansas City, llegaba a
Cuba para montar su campo de entrenamiento, en el mismo estadio, el equipo
de los Dodgers del Brooklin.

Con el equipo de los Dodgers llegaría a La Habana un pelotero, cuya


contratación, cambiaría la historia de O'Neil y la de todos los peloteros de raza
negra. En La Habana, por primera vez, Jackie Robinson usaría un uniforme de
un equipo de Grandes Ligas.

En 1956, Buck O'Neil fue contratado por los Cachorros de Chicago para que
trabajase como scout o busca talentos. En esa capacidad, Buck firmó dos de los
más grandes peloteros de esa organización, Lou Brock y Ernie Banks.
En 1962, durante una era tumultuosa en la lucha por los derechos civiles de los
americanos de raza negra, Buck O'Neil rompió una barrera racial, muy
significativa, cuando los Cachorros de Chicago lo hicieron el primer coach negro
de las Grandes Ligas.
Jackie Robinson fue el primer pelotero negro con oportunidad de jugar en
Grandes Ligas. Pero, como coach de banco O'Neil fue el primero en tomar
decisiones en Grandes Ligas.
O'Neil ayudó, en 1990, a fundar el Museo de béisbol de las Ligas Negras en
Kansas City y fue el presidente de la Junta de Directores de esa institución hasta
su muerte.

En nuestros artículos hemos reseñado el proceso por el cual, en febrero del


2006, un comité especial eligió, para entrar en el Salón de la Fama, a 17 nuevos
miembros, 16 hombres y una mujer, que se habían desempeñado en las Ligas
Negras como jugadores, dirigentes o ejecutivos. O'Neil estaba en una de las dos
boletas pero no fue elegido.

El no haber elegido a Buck O'Neil causó malestar en toda la nación,


especialmente en Kansas City pero, el comité consideró que no tenía los
números suficientes y, realmente, eso no es un concurso de simpatía.

Por mi parte, creo que si bien en el terreno O'Neal no fue una superestrella,
bateó para 288 de por vida, fuera del terreno hizo más por el deporte que otros,
que no fueron jugadores y que ya están dentro del Salón de la Fama.
O'Neil había sido popular ya por mucho tiempo en Kansas City pero fue lanzado
al estrellato nacional en 1994 cuando el cineasta Ken Burns lo pone como
narrador de un documental titulado "Baseball" que dura nueve horas y está
dividido en nueve innings, como un juego. Ese documental se trasmitió y se
sigue trasmitiendo por la televisión pública en toda la nación.

John Jordan O'Neil.


Leyendo una entrevista que le hizo a O'Neal el sitio de Internet de Grandes
Ligas, el libro del ex comisionado de béisbol Fay Vincent y la propia
autobiografía de O'Neil, he sacado algunas cosas que él dijo que nos pueden
educar a todos. Dijo O'Neal:

Ser manager de los Monarcas de Kansas City era muy fácil en mi época, todo el
mundo quería jugar con ese equipo. Como los Yankees hoy, tenía los mejores
jugadores de la liga. Lo único que tenía que hacer era llenar la alineación y
sentarme a ver el juego.
La mayoría de los partidos de las Ligas Negras, lo jugábamos en estadios de
Grandes Ligas, los Pittsburg Crawfords tenían su propio estadio pero muchos de
sus juegos los jugaban en Forbes Field, el estadio de los Piratas. Los
Homestead Grays jugaban en el Griffith Stadium, el estadio de los Senadores.
Esos terrenos malos que ponen en las películas sobre las Ligas Negras no se
usaban nunca.

A mí no me amarga no haber entrado al Salón de la Fama porque yo tuve la


oportunidad de entrar y no saqué suficientes votos. A mí si me amarga el no
haber podido asistir al Sarasota High School porque no me daban la oportunidad
de ir aunque mi papá pagaba impuestos, como todo el mundo, para mantener las
escuelas.

El mejor jugador de Grandes Ligas que vi jugar fue Willie Mays pero, el mejor
jugador de pelota que vi fue Oscar Charleston. Nosotros los viejos decimos, 'Lo
más cerca que hubo de Oscar Charleston fue Willie Mays'.

Aún con el deporte segregado, nosotros queríamos jugar pelota. Además, se


ganaba buen dinero. Las Ligas Negras era el tercer negocio negro más grande
del país. El salario mínimo en Grandes Ligas, en esa época era de $5.000.
Nosotros ganábamos más que eso. Ahora bien, teníamos que jugar el año
entero, después de la temporada, podíamos irnos para Cuba y ganar más dinero
y, en mejores condiciones.

Mucha gente no sabe que el 40% de los jugadores de las Ligas Negras venían
de universidades. Nosotros hacíamos nuestro entrenamiento en universidades
de color y jugábamos mucho en ciudades universitarias de universidades de
color y ahí es de donde sacábamos nuestros prospectos. Yo no creo que en mi
época el 5% de los jugadores de Grandes Ligas habían asistido a la universidad.

La gente que abucheaban a Jackie Robinson en el estadio no eran fanáticos del


béisbol, esa gente no volvieron al estadio por 10 años, ellos fueron al estadio a
abuchear a Jackie. Los verdaderos fanáticos fueron a verlo jugar.

Debido a la influencia del béisbol, cuando Branch Rickey firmó a Jackie


Robinson, inició el movimiento moderno por los derechos civiles.

Hablaba claro Buck O'Neil


Los planes para la celebración de su cumpleaños número 95, el siguiente 11 de
noviembre del 2006, en el teatro Starlight de Kansas City, no se interrumpieron
por su muerte y, recordando que Buck nunca perdió una oportunidad de hablar
con mujeres vestidas de rojo, se le pidió a todas las asistentes femeninas que
vistieran de rojo ese día.

Como hemos dicho tantas veces, creemos que había dos ligas mayores, una
blanca y otra negra. Y fue una tragedia que la inequidad racial haya hecho que
bancos y negros jugaran el mismo deporte en mundos paralelos. Fue una
tragedia, pero Buck O'Neil no fue una figura trágica, por eso no hay que lamentar
su muerte sino celebrar su vida y, eso, es lo que he querido hacer hoy.
artes, 13 de mayo de 2008
Ligas negras de béisbol: Una página olvidada
EN PRIMERA FILA
Por Gilberto Dihigo

En este mundo cínico, cruel y escéptico, la verdad, como dijo un pensador


francés, "es tan diversa, numerosa, como los espíritus para escucharla" y por
eso la noticia hace unos años de que un viejo pelotero moría de hambre en las
calles de Caracas, Venezuela, fue una de esas tristes verdades que aparecen en
los periódicos sin hacer mella en muchas conciencias.
Carlos "Terremoto" Ascanio, un pelotero que en 1946 representó el primer y
único venezolano en desempeñarse en las Ligas Negras del beisbol
estadunidense, cayó desmayado por un hambre feroz que devoraba sus
entrañas y aunque el hecho movió los sentimientos de algunos buenos
corazones en Caracas, no es menos cierto que muchos pioneros de aquella
época romántica, de los pocos que quedan con vida, se encuentran
desamparados.
Ascanio es recordado por aquellos que peinan canas en Venezuela como un
magnifico jugador de primera base, de excelente fildeo, quien llenó una época
dorada bajo los uniformes del Magallanes y Vargas en aquellos primeros torneos
profesionales que despertaron grandes pasiones en la nación sudamericana.
De la mano del cubano Joseíto Fernández jugó del Cienfuegos y más tarde lo
llamó el equipo de los New York Yankee de la Liga Negra. Su mote de
"Terremoto" se lo endilgaron por el poderoso swing que desarrollaba al batear.

Las Ligas Negras, por obra y gracia del rechazo de los extremistas de la época
hacia el color negro y sus derivados, sirvieron de bálsamo para aquellos
hombres de una calidad extraordinaria dentro del diamante de beisbol.
La espantosa ridiculez en separar a las personas por su piel impidió que figuras
como los estadunidenses Oscar Charleston, Sam Lloyd "Bemba de cuchara",
"Jorocón" Wilson, Joshua Gibson, Judy Johnson y los cubanos José de la
Caridad Méndez, "El diamante negro" y Martin Dihigo "El inmortal" exhibieran su
enorme calidad en Grandes Ligas, pese a ser reconocidos en su época como
extra clases. Ninguno de ellos pudo contra la prueba del color.
Y es que el racismo en los Estados Unidos, institucionalizado en todas las
esferas de la vida, mostró su feo rostro hasta en el cine con el cavernícola
código Hays, que entre sus extravagantes y puritanas normas vetaban las
relaciones amorosas entre blancos y negros en cualquier producción
cinematográfica.
Martin Dihigo confesó muchas veces en conversaciones familiares, la hostilidad
que sintió en los Estados Unidos durante sus giras con los Cubans Stars donde
en más de una ocasión no fueron admitidos en muchos hoteles por ser negros y
en aquellos que los aceptaban le negaban el agua para bañarse.
De un fragmento de mi libro "Mi padre el inmortal" extraemos la opinión del
pelotero cubano Martin Dihigo sobre las Ligas Negras.
"Al pasar los años me percate que el béisbol negro no era más que un matadero
de jugadores de béisbol. La organización de esas ligas era pésima, no
respetaban las clausulas del reglamento. No había árbitros honestos, sino jueces
incapaces. Se jugaba cuando los clubes les convenía hacerlo".

"El salario era bajo y ridículo, podían jugar maravillas y si no había asistencia no
se recolectaba. Una vez ni llego al dólar el dinero que recogieron después de
pagar a los árbitros y al anotador", aseguró el Maestro como también llaman a
Dihigo en México.
La liga de color llegó a su fin gracias a la II Guerra Mundial que potenció la
economía estadunidense e hizo florecer a los pequeños y medianos empresarios
negros, quienes comenzaron a llenar los estadios de la discriminada liga, ya más
organizada y de mucha calidad deportiva.
Ante esta competencia, que podía arruinar el desarrollo de las Grandes Ligas se
dejó entrar al círculo selecto de los blancos al primer negro que resultó ser
Jackie Robinson, un hombre que soportó vejaciones y burlas para abrir el
camino a sus hermanos de raza, quienes en la actualidad son elementos vitales
de cualquier equipo del llamado Big Show.
¿Cuántos hombres de esa época de oro del beisbol se hallan desamparados
todavía?, quien sabe, pero así como finalmente las Grandes Ligas permitieron la
entrada al salón de la fama de Cooperstown a varios negros estelares de esa
liga, también debería establecer un fondo especial para aquellos que hicieron
grande al beisbol pese a estar discriminados y hoy están olvidados y sin
atención.
Carlos Ascanio murió el 27 de febrero de 1998 y su caso no debe quedar como
triste verdad olvidada en el limbo de la indiferencia.
En la pelota: Terremoto Ascanio en las Ligas Negras

By Juan Vené
“Quien inspira terror, teme aún más. Tal es la condición de los tiranos”...
Claudiano.-

-o-o-o-o-o-o-o-

Hoy es día del correo, como todos los miércoles.

Gustavo Rumbos, de Valera, pregunta... “¿Cuáles fueron los números de Carlos


(Terremoto) Ascanio en las Ligas Negras, y por qué él fue el único venezolano
en ese beisbol, si Vidal López era mucho mejor?”.

Amigo Tavo...: Ascanio apareció en las Ligas Negras solo en 23 juegos, 52


turnos en la temporada de 1946, con los New York Black Yankees. Conectó 15
incogibles, promedio de 288 sin jonrones, e impulsó nueve carreras. Jugaba
solamente cuando el primera base regular, Bud Barbee, lanzaba o lo mandaban
al outfield. Carlos era segundo bate... En cuanto a Vidal, y muchos otros, no
había facilidades para ir a jugar allá, ni los venezolanos tenían el prestigio
necesario para que los dueños de equipos los llevaran pagando el largo y
costoso viaje. Ascanio pagó su pasaje.

Román Casanova S. de Halachó, Yucatán, pregunta...: “¿Cuántos incogibles


suma Ichiro Suzuki entre el beisbol Mayor de Japón y las Grandes Ligas, y esa
suma en qué puesto lo coloca entre los de todos los tiempos?”

Amigo Romano...: Como te dije hace días, Ichiro era ya un estorbo para los
Marinero, pues ahora es de los Yankees. Disparó en su Patria mil 278 hits y en
Grandes Ligas, hasta antes del juego de ayer, cuando estaba de visita en su
anterior casa de Seattle, llevaba dos mil 534, para total de tres mil 812, solo
superado por Pete Rose, cuatro mil 256 y ty Cobb, cuatro mil 189. El cuarto en
esa lista es Hank Aaaron, tres mil 771.

Juan C. Milano P. de Caracas, pregunta...: “¿Cuál ha sido en su opinión, la mejor


película acerca del beisbol?”

Amigo y tocayo...: No hay actor ni director que puedan presentar escenas de


beisbol apropiadas. Es imposible. Pero ha habido dos películas que me han
impactado favorablemente, “Pride of de Yankees” (la vida de Lou Gehrig), con
Gary Cooper, y “El Lanzador Fenómeno”, con Adalberto Martínez, “Resortes”.

Minerva Fariñas, de Nuevo Laredo, pregunta...: “¿Por qué no le gusta el


designado, si le pone tánta vida al beisbol?”.

Amiga Mina...: El designado transforma la naturaleza del juego de pelota. Si,


como dicen, la disculpa es el mayor número de carreras anotadas, eso es un
argumento muy raquítico. El año pasado, y es parecido a lo que ocurre siempre,
desde 1973, la Liga Americana con designado, anotó en promedio menos de una
carrera por juego sobre la Nacional, 0.40. ¿Vale la pena sacrificar la estrategia,
que ha sido tradicionalmente la base de este deporte, por poco más de la mitad
de una carrera por fecha? Además, los equipos con designado son más
costosos, gracias a un medio pelotero. Y con el designado, desaparecen las
discuciones de cuándo tocar para sacrificio o cuándo no. O cuándo mandar a un
emergente al bate por el pitcher y cuando no.

Gracias a la vida que me ha dado tanto, incluso un lector como tú.

Jbeisbol5@aol.com

Follow Juan Ven&eacute on Twitter: www.twitter.com/@juanvene5

Negro League: la segregación del béisbol


Publicado el 7 febrero 2010 por luciano20

Hubo una época en la cual ser negro en los Estados Unidos era sinónimo de
pecado. El hecho de tener un color de piel diferente significaba vivir en la
degradación permanente y ser tratado como un ciudadano de una clase inferior
privado de derechos básicos o, inclusive, de interactuar con blancos.

Como cualquier otro fenómeno social este se vio reflejado en el deporte, en este
caso en el béisbol con las denominadas Negro Leagues, que entre fines del
Siglo XIX hasta casi mediados del XX fueron un lugar de contención para
muchos jugadores y, a la vez, un negocio que se acabó cuando llegó una
integración un tanto forzada.

En 1890 la National Association of Base Ball Player estableció que negros y


blancos no podían compartir equipos en las ligas mayores, prohibición a la cual
más tarde se sumaron los torneos de segundo orden. Esto no fue más que llevar
a la legalidad lo que ya ocurría en la práctica. La segregación obligó a los
afroamericanos y latinos, este un grupo más reducido, a conformar sus propias
ligas para poder continuar bateando y ocupando bases en el diamante, tal como
se conoce en la jerga al terreno de juego.

Luego de varios intentos fallidos de organización con certámenes que muchas


veces morían en el medio de su desarrollo, recién a fines de la Primera Guerra
Mundial se empezó a asentar el movimiento. Estados Unidos se encontraba en
una situación económica favorable y por eso las clases trabajadoras,
mayormente integradas por negros, tenían dinero extra para gastar en el tiempo
libre. El llamado béisbol negro se convirtió en uno de los atractivos predilectos.

Andre Rube Foster, dueño de Chicago American Gigants y una de las


personalidades con más influencia dentro del circuito, observó la posibilidad de
crear una Negro League estable a nivel nacional. Esto se concretó en 1920 con
el nacimiento de la Negro National League (NNL), que rápidamente se
transformó en la más prestigiosa, superando a sus competidoras que habían
aparecido en paralelo.

Después de casi una década siendo la máxima competencia del país la NNL
sufrió la Gran Depresión y en 1931 desapareció. Misma suerte corrieron otros
torneos que existían en el país. La única que quedó en pie, aunque algo
golpeada, fue la Negro Southern League.

Ilustración de Kansas City Monarch, uno de los equipos más dominantes de las
ligas negras. (Dibujo de Kadir Nelson)

Los días de los protagonistas en este tipo de campeonatos no eran precisamente


los más sencillos porque debían convivir con situaciones casi insalubres. El
periodista Gilberto Dihigo, hijo de Martín Dihigo, considerado una leyenda de
este período, rescata algunos recuerdos de su progenitor en el libro Mi papá el
inmortal: “Al pasar los años me percate que el béisbol negro no era más que un
matadero de jugadores. La organización de las ligas eran pésimas, no
respetaban las clausulas del reglamento. No había árbitros honestos, sino jueces
incapaces. Se jugaba cuando a los clubes les convenía hacerlo. El salario era
bajo y ridículo. Podían jugar maravillas y si no había asistencia no se
recolectaba. Una vez el dinero recaudado no llegó al dólar después de pagarle al
árbitro y al anotador”.

Por supuesto que no estaban exentos de la discriminación diaria. Por lo general


los planteles cuando tenían que ir a otras ciudades se veían obligados a recorrer
largas distancias en micros o en trenes que se encontraban en estados
calamitosos. Cuando llegaban a destino se hospedaban en hoteles de mala
muerte y, por su color de piel, eran tratados como escorias. Muchos de los que
vivieron aquella época suelen contar que ni siquiera les daban agua para
bañarse.

Tras la crisis monetaria que dejó un tendal de muertos en Wall Street, Abe
Saperstein, conocido por ser el creador de Harlem Globertrotters, le dio una
nueva inyección al movimiento con el nacimiento de la Negro Midwest League.
No fue hasta la aparición de Gus Greeble, propietario de Pittsburg Crawfords,
que se logró el impulso definitivo. Greeble tomó la posta de Foster con la
creación de una segunda versión de la NNL en 1933. Paralelamente aparecía
una rival: la Negro American League (NAL), que principalmente reunía a lo más
granado del Sur y del Medio Oeste. Ambas estuvieron mejor organizadas,
aunque tampoco eran una maravilla, y entre 1942 y 1948 sus respectivos
campeones disputaban la Negro League World Series.

Mientras Judge Landis ocupó el rol de comisionado de la Mayor League Baseball


(MLB) se encargó de coartar cualquier tipo de contacto entre los dos beisbols. A
su muerte las cosas cambiaron. El cargo lo asumió Happy Chandler, más abierto
que su antecesor. Lideró un proceso de apertura porque, según confesó en su
autobiografía, no le cabía en la cabeza la idea que negros y blancos no pudieran
jugar mezclados cuando unidos habían peleado en la guerras. Tampoco hay que
soslayar el hecho que las ligas negras habían tenido un crecimiento muy grande
de público y eran un rival importante dentro del negocio.

Una de las primeras medidas que tomó Chandler fue la de crear la Mayor
League Committe on Baseball Integration. Nombre muy rimbombante pero muy
poco útil porque este comité jamás se reunió. Además se comenzó una
búsqueda por Estados Unidos, México y Puerto Rico con la idea contratar a un
negro para alguna de las franquicias. El elegido fue Jackie Robinson, a quien ya
retirado se solía ver en los discursos de Martin Luther King, que se incorporó a
Brooklyn Dogers. Cuando Robinson estampó la firma en el contrato al mismo
tiempo sentenció la muerte de las ligas negras.

Jackie Robinson firmando el contrato que lo ligó a Brooklyn Dodgers. (Negro


Leagues Baseball Museum)
La MLB se fue nutriendo de los beisbolistas más importantes y como
consecuencia las Negro League fueron perdiendo interés. En una movida
marketinera, aunque esa palabra todavía no existía, Cleveland Buckeyes, de la
NAL, contrató en 1946 a Eddie Klep, que se convirtió en el único blanco en
participar en una liga negra. El plan no funcionó: jugó 1 partido. Por supuesto
que las competencias de menos relevancia fueron la primeras en caer. Luego
fue el turno de las grandes con la NNL a la cabeza. La NAL se mantuvo con
cierto renombre una temporada más, pero a partir de ahí su consideración iría en
baja hasta desaparecer silenciosamente en 1958.

Indianapolis Clowns fue lo único que quedó en pie. Existió hasta bien entrada la
década del 80 jugando partidos de exhibición o a beneficio. El último registro en
la MLB de un jugador surgido de las ligas negras fue Minnie Miñoso, quien
disputó 2 encuentros con Chicago White Sox en 1980.

Quizás para lavar las culpas la MLB les rinde permanente homenaje a los ex
Negro League. Previo al comienzo de cada temporada las franquicias tienen la
posibilidad de elegir a alguien que haya pasado por estas ligas e integrarlo al
plantel de forma figurativa. En 2008, por ejemplo, New York Yankees contrató al
boricua Emilio Millito Navarro de 102 años. Para mantener viva la memoria el
Salón de la Fama realiza aducciones de viejas glorias y en Kansas City hay un
museo, que con la reciente recesión económica se vio cerca de la desaparición.

Sin dudas las Negro League son una excelente representación de lo que fue una
de las etapas más crudas de la historia de Estados Unidos.

Fuentes/Links relacionados

Ligas Negras de béisbol: Una página olvidada (Terreno de Pelota)

Recession hits Negro Leagues Museum (ESPN)

Acclaimed artist’s book gives kids valuable history (ESPN)

A Sentimental Journey for the Negro Leagues (New York Times)

Negro League Baseball Project-Universtiy of Missouri (Entrevistas a 3 glorias de


las Negro League)

Sitio de las Negro Leagues

Negro League Museum

Sitio dedicado a las Negro League

Micrositio de la MLB dedicado a las Negro League

Negro League Players Associations

Las raíces racistas del béisbol cubano prerrevolucionario


En este artículo: Béisbol, Deportes, Juegos Olímpicos, Racismo
8 septiembre 2012 | 28
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Por Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga
En el Olimpismo Moderno, donde la Carta Olímpica desarraiga todo tipo de
discriminación, se ha manifestado el racismo. Me refiero a la vigente, pues la
fundadora no pudo ser más discriminatoria, cuando subordinaba la participación
de los atletas a su condición de estudiantes aristocráticos:

No es amateur aquel gentleman que haya tomado parte en un concurso público


abierto a todos los participantes, o haya competido con profesionales, por un
precio. Tampoco aquellos que se beneficien del dinero procedente de las
entradas de la competición o de cualquier otro sitio, ni los que en algún período
de su vida hayan sido profesores o monitores de ejercicios de este género como
medio de subsistencia. No debe ser obrero, ni artesano, ni jornalero.

Y traigo a colación las concepciones que evolucionaron hasta desaparecer la


palabra amateur de la Carta Olímpica en 1981, porque el Olimpismo es de lo
más humanista que habita en estos tiempos globalizados, o
“norteamericanizados”, aunque sea un fetiche la unión de atletas multimillonarios
con los pobres del III Mundo en los Juegos de las Olimpiadas. Ni pensar que en
sus orígenes un negro pudiera participar en igualdad de condiciones; los
reglamentos los excluían por cuestiones económicas y sociales, aunque
subyacieran las raciales.
Desde las primeras ediciones se vio el secuestro de un importante atleta por su
propio entrenador, para evitar que se proclamara campeón ante un compatriota
blanco. Y la humillación del indio norteamericano Jim Thorpe, uno de los más
grandes deportistas de la historia, a quien le retiraron sus medallas doradas por
recibir unos pocos dólares en competencias precedentes. Además, para colmo,
las tristemente célebres “jornadas antropológicas” en los Juegos de San Luis
1904, donde no pudieron competir quienes no fueran blancos anglosajones, en
una decisión fustigada por Pierre de Fredy, barón de Coubertin, el restaurador de
los Juegos Olímpicos:
Por mi parte, presentía que la Olimpiada uniría su suerte a la de la ciudad. En
cuanto a originalidad, el programa ofrecía solo una y, por cierto, muy chocante.
Eran los dos días bautizados bizarramente como ‘anthopological days’, con
competiciones reservadas a los negros, indios, filipinos, ainos, a los que se
añadieron osadamente turcos y sirios. De esto hace ahora veinticinco años.
¿Quién se atreverá a afirmar que el mundo no ha andado desde entonces, y que
no ha progresado la idea deportiva?

Y no me he referido a la organizada edición de Berlín 1936, bajo la égida del


Nacional Socialismo hitleriano, donde el führer se retorció en las tribunas cuando
el estadounidense Jesse Owens sometió a su rubio representante en el salto de
longitud. Hitler abandonó el estadio sin asistir a la premiación, como estaba
previsto. Era el pensamiento racista y antisemita de quien proclamó que los
pueblos de negros y mulatos serían sus esclavos.

En nuestro país, vinculado estrechamente al Comité Olímpico Internacional,


antes de 1959 existía un acendrado racismo en el deporte, a veces encubierto.
En el carné de la temprana Unión Atlética Amateur de Cuba (UAAC) no se
reconocía, ni siquiera, la condición de mestizos. ¿Por qué y para qué el férreo
racismo? Las respuestas están a flor de piel. Veamos: Con la llegada, a
mediados del siglo XIX, de los primeros bates y pelotas desde los Estados
Unidos, en manos de Nemesio Guilló y un grupo indeterminado de jóvenes que
estudiaban por aquellas tierras, hubo “separaciones” derivadas del color de la
piel y por la condición económica, otra forma de discriminación:
Bajo la mirada recelosa de las autoridades coloniales, los jóvenes criollos
blancos comenzaron a jugar pelota de manera organizada en terrenos y glorietas
ubicados en las afueras de la capital de la Isla, en las cercanías de la Quinta de
los Molinos, en la Víbora, y en el que sería el futuro barrio de El Vedado.
Aquellos primeros jugadores pertenecían a la alta sociedad, los únicos que
podían irse a estudiar a colegios y universidades de los Estados Unidos. No
olvidemos las declaraciones de un político recalcitrante, al que hoy llamaríamos
ultra conservador, y me permito parafrasearlo, cuando aseveró que un negro
norteamericano estaba mejor preparado para ser Presidente de su país, que un
cubano para alcanzar la ciudadanía de los Estados Unidos. Entonces apareció la
pluma reivindicadora de Martí, para sentenciar que esos hombres acusados eran
capaces de, con la fuerza del brazo arrodillar un toro y de un golpe de machete
hacer volar cabezas. En esas palabras está sustentada la dignidad plena de la
futura soberanía cubana.

En 1868 surgió el primer team: HABANA BBC (Base Ball Club). Coincidió, en
época con el alzamiento de los mambises, tras Céspedes proclamar el Grito de
Yara en “La Demajagua”, otorgarle la libertad a sus esclavos y convocarlos a la
lucha por la redención de Cuba; una compleja decisión para quienes
desconocían cómo llevar sus propios destinos.
En la manigua se unirían en el juego de pelota los “niños de bien”, como el
carismático lanzador Carlos Maciá, nacido en 1870, el más popular, elegante y
talentoso de aquellos tiempos, y los antiguos esclavos o sus descendientes.
Resalta la figura de Emilio Sabourín (1853-1897), uno de los padres fundadores
de la Liga Cubana de Base Ball, quien moriría prisionero y desterrado en la Isla
de Ceuta por su filiación patriótica. Así, Cuba había comenzado a incorporar a su
nacionalidad el juego de las bolas y los strikes con lo mejor de sus hijos, donde
se incluían los negros esclavos que obtuvieron la libertad y también aquellos
jóvenes acaudalados, en una genuina conjunción por los destinos del país. Y es
ahí donde aparece la simbiosis Pelota-Patria.

El 27 de diciembre de 1874, en terrenos del Palmar de Junco, los equipos


HABANA BBC y MATANZAS BBC, desarrollaron el primer juego reportado por
escrito, no el prístino, y en 1886 se abolió oficialmente la esclavitud. Pero una
cosa es dictar un decreto y otra despojar las arraigadas concepciones que
forzaban hacia el racismo. ¿Cómo unir blancos y negros mediante el béisbol?
Ninguna justificación social fuera de la economía podría resolver la cuestión,
porque es la fuente de la sociedad. En 1878 se había creado la Liga Cubana de
Base Ball, con una franca concepción racista, sustentada en las clases más
pudientes. En 1892 se profesionalizó definitivamente, y otros serán los intereses.
El hombre de negocios Severino T. Solloso, quien no pudo separarse del
racismo, cedió al empresario Tinti Molina, el equipo CUBA.

Cuando se organizó el nuevo campeonato, y a pesar de que el artículo 94 del


reglamento de la Liga establecía claramente que los jugadores tenían que ser
blancos y de nacionalidad cubana, el equipo de SAN FRANCISCO, formado por
negros, tuvo sus defensores secretos, algunos de ellos con motivaciones puras y
otros que lo hicieron por interés económico.

En las primeras versiones de la Liga Cubana hubo varios equipos, todos


subordinados a la aureola mística de HABANA y ALMENDARES, los
reconocidos “eternos rivales”, en cuyas filas se dieron cita las “clases vivas” de la
nación. Para entonces los cubanos habían penetrado el béisbol de los Estados
Unidos, con Esteban Bellán a la cabeza, un receptor blanco que integró equipos
de prestigio en aquellos lares, de 1871 a 1873, sin estar establecidas como hoy
las Ligas Mayores. Mas no sería hasta 1911 cuando los cubanos blancos
Armando Marsans y Rafael Almeida, rompieran la barrera para los latinos,
también discriminados, aunque continuaba siendo un béisbol para blancos.
Liberado de las trabas hispánicas, que llegó a prohibirlo por “infidente”, el béisbol
tomó mayor realce cuando la Isla fue ocupada por los Estados Unidos, y llegó al
siglo XX con una contradicción esencial: la profesionalización del muy popular
juego de pelota necesitaba expandirse, y era imprescindible la incorporación de
jugadores negros de reconocido talento. Fueron las motivaciones económicas,
junto a una cierta confluencia de razas, a raíz de la participación negra en la
Guerra de Independencia, las que dieron al traste con el racismo imperante en la
Liga Profesional Cubana.
Una vez terminada la conflagración España-USA-Cuba, se enraizó el béisbol
rentado y se fueron reduciendo las barreras raciales, lo que repercutió en el
profesionalismo y en los circuitos de los centrales azucareros. Así se puso de
manifiesto un extraño proceso de “democratización” por motivaciones
económicas, con una base de aparente equidad social, desconocida hasta
entonces, que favoreció al desarrollo de nuestra pelota.

Tal fenómeno provocó una temprana escisión, que perduró hasta 1959. Veamos
la siguiente reflexión:
Es evidente que en los primeros años del siglo la Liga Cubana cambió
radicalmente: de ser un circuito formado por novenas que todavía conservaban
características de los clubes sociales, se convirtió en un conjunto de equipos que
incluían a jugadores profesionales tanto negros como blancos de las clases más
pobres. Los cubanos de clase media y alta abandonaron la Liga para jugar como
amateurs en sus clubes.
La sacarocrasia criolla y sus adeptos, contraria a los cambios trascendentales,
se refugió en el béisbol amateur, donde perviven razones biunívocas: la
solvencia económica que no los “lanza” a profesionalizarse, y el amor por la
pelota. Con el tiempo algunos jugadores excepcionales no firmarían como
profesionales por su holgada posición, es el caso del afamado torpedero Antonio
Quilla Valdés, del central Hershey, uno de los equipos más poderosos de las
contiendas amateurs anteriores a 1962.

Las Ligas Independientes de Color, o Ligas Negras norteamericanas, cuyos


primeros equipos hicieron alusión a la Isla: CUBAN GIANTS, CUBAN X-GIANTS
y otros, sin la participación de cubanos, trataron de “fetichizar” el color de su piel,
apañándose en una inexistente condición de latinos, pero no fue hasta 1935
cuando Alejandro Pompez (1890-1971), un cubano radicado en Tampa, se
convirtió en propietario, fundador e impulsor de los NEW YORK CUBANS, de las
Ligas Independientes de Color, hasta la desaparición de estas en 1950. Por
aquel team pasaron verdaderas luminarias de la pelota cubana, también
norteamericanos y de otros países. No es ocioso recordar que los blancos tenían
acceso a esos clubes. Un exitoso experimento hacia la definitiva conciencia
antirracista. Muchos criollos se habían destacado en aquellas lides antes de
1935, por su indiscutible calidad, y la gratitud por permitir negros
norteamericanos en la Liga Cubana.
Por consiguiente, la Pelota Profesional también intervino en la integración racial
de la Isla. Negros y blancos jugarían en los principales equipos, aunque algunos
como el ALMENDARES BBC, en cierta ocasión cambiaran su nombre por
ALMENDARISTA. La incursión en la temporada de 1899-1900, del equipo SAN
FRANCISCO, compuesto casi en su totalidad por negros, y el CUBANO, donde
se mezclaban ambas razas, constituye un grano más hacia la consolidación de
la definitiva nacionalidad, al incorporarse elementos de diferentes culturas. He
ahí cómo un deporte determinado puede influir en la política y en la sociedad. En
Cuba correspondió al béisbol, que sería asumido como deporte nacional,
practicado por todas las clases, capas y razas del país.
El racismo es una disfunción social que marcó al béisbol desde su surgimiento.
Llegó a estas tierras por los norteamericanos, quienes nos legaron las
vocaciones atléticas. En aquel país existió una segregación beisbolera hasta
fines de la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, primero jugó un negro en las
Grandes Ligas (1947), para tres quinquenios después poder alojarse en un hotel
para blancos.

Contra tales influencias logró avanzar la Pelota Profesional Cubana en las


primeras décadas del siglo XX, con jugadores negros tan destacados como el
lanzador José de la Caridad Méndez, El Diamante Negro; el jardinero zurdo
Cristóbal Torriente, que en 1920 ridiculizó en La Habana al mismísimo Babe
Ruth, y El Inmortal Martín Dihigo, quien jugó el béisbol total. Mención aparte para
dos mestizos que tuvieron acceso a Las Mayores: el slugger Roberto Tarzán
Estalella, con LOS SENADORES DE WASHINGTON y LOS ATLÉTICOS DE
FILADELFIA, de 1935 a 1945, así como el lanzador Tomás de la Cruz en 1944,
para LOS ROJOS DE CINCINNATI. A ellos los ocultaron tras el “manto latino”.
Aquello pudo ser un escándalo, pero pasó “inadvertido” por la aparente blancura
de la piel, el pelo lacio, y la condición de extranjeros, amén de la tremenda
calidad de ambos.

En 1947 un hecho removió los cimientos del béisbol, Jackie Roosevelt Robinson
rompió la barrera del color en las Grandes Ligas. Convocado por Branch Rickey,
dueño de LOS DODGERS DE BROOKLYN, Jackie soportó todo tipo de
humillaciones, desprecios, ofensas y agresiones físicas. Después, el caso más
sonado, quizás haya sido el de Henry Hank Aaron, uno de los sluggers más
importantes de la historia, quien resistió las injurias y necesitó contratar
guardaespaldas en 1974 por amenazas de muerte, cuando estaba a punto de
romper el mítico récord de 714 jonrones de Babe Ruth. El Bambino no era
anglosajón, pero había escalado la cima estadounidense con LOS YANKEES DE
NEW YORK, y sus jonrones.

Nos honra saber que el primero pudo ser el torpedero y lanzador derecho Silvio
García, oriundo de Limonar, en Matanzas, quien fue un excepcional jugador
negro de la Liga Profesional Cubana, las Independientes de Color de los Estados
Unidos y en otros países latinoamericanos. Él supo poner la dignidad como
divisa y erguirse con todo un pueblo:

Los scouts le trajeron a Rickey al pitcher cubano Silvio García, cuyo talento
había emocionado tanto a Leo Durocher. García no cumplió con las normas de
conducta de Rickey. Era el deseo de Rickey que el primer jugador de color de
Ligas Mayores fuera alguien que pudiera soportar los esperados insultos y
quedarse callado. Pero cuando entrevistó a García y le preguntó: “¿Qué harías si
un norteamericano blanco te diera una cachetada?”, el orgulloso cubano
respondió: “Lo mato”.

Posteriormente seríamos los primeros en incorporar un negro latino a Las


Mayores: Orestes Minnie Miñoso, uno de los mejores peloteros de cualquier
época, cortador de caña y marabú para el Central “España”, hoy “España
Republicana”, de Perico, Matanzas, que fue contratado por LOS INDIOS DE
CLEVELAND en 1949.

A la pelota cubana no pudo serle ajeno el racismo en los tiempos del surgimiento
de la nación, ni siquiera en el advenimiento de la República. Es cierto que el
panorama en 1959 era más halagüeño, pero persistían sociedades de negros,
hoteles, y campeonatos sin accesos para ellos. Los de “sangre azul” se habían
refugiado en ligas exclusivistas de sus clubes deportivos, ajenos a las populares
amateurs. Y desde hacía muchos años jugaban negros y blancos en la pelota
profesional

lunes, 25 de febrero de 2013

Racismo y beisbol

"Jackie Robinson"
Primer jugador de raza negra de la MLB.
No hace mucho tiempo, en EEUU el hecho de ser negro era casi un delito, un
pecado. Por la simple razón de haber nacido con una piel más oscura eras
tratado como un ciudadano de “otra clase”, sin los privilegios y libertades que
tenía el resto. Este acontecimiento de la historia también afectó al deporte, hasta
el punto de crear ligas independientes, como la Negro Leagues de Béisbol.

A finales del siglo XIX la Asociación Nacional de Béisbol prohibió que negros y
blancos compartieran equipo en las Ligas Mayores. Este hecho hizo que
afroamericanos y latinos crearan sus propias ligas para poder seguir bateando e
ir corriendo de base en base.

Hubo muchos intentos para la creación de una organización, pero todos se


desvanecían en sus inicios. Después de la Primera Guerra Mundial se empezó a
desarrollar con fuerza. La buena situación económica de EEUU hizo que los
trabajadores pudieran tener dinero para utilizarlo en su tiempo libre. Muchos de
los trabajadores, en su mayoría negros, lo utilizaban para jugar al béisbol.

El dueño de los Gigants por aquel entonces Andre Rube Foster, se dio cuenta de
las posibilidades que podía tener el crear una liga de negros. En 1920 creó la
Liga Nacional de Negros (NNL) siendo la más prestigiosa. Esta liga duró 10
años. La Gran Depresión afectó a todo tipo de ligas y las primeras afectadas
fueron estas. En 1931 la única que se salvó fue la Negro Southern League, muy
afectada económicamente.
Plantilla de los Pittburg Crawfords
en el autobús de viajes.

Los jugadores de estas ligas no vivían con una fama desorbitada y su día a día
no era muy gratificante. La discriminación diaria era algo habitual. Los viajes de
las plantillas a otras ciudades para disputar un partido se realizaban en trenes o
autobuses muy degradados. En los hoteles se les trataba como animales y
dormían en habitaciones con unas condiciones penosas.

Abe Saperstein creador de los Harlem Globertrotters creó una nueva liga
llamada Negro Midwest League. El impulso definitivo de esta liga no se consiguió
hasta la llegada de Gus Greeble, propietario de los Pittburg Crawfords. Junto con
este campeonato, apareció también la Liga de Negros Americanos (NAL). Estas
ligas estuvieron algo mejor organizadas. Entre los años 1942 y 1948, los
campeones de cada liga competían en las Negro League World Series.

Momenteo en el que Jackie Robisnos


estampa su firma con los Brooklyn Doggers.
El 15 de abril de 1947 sería una de las fechas claves en la historias de Mayor
League Baseball (MLB). Happy Chandler fue el comisionado que lideró el
proceso de apertura en las ligas mayores. En la fecha señalada, Jackie
Robinson, firmaba un contrato con los Brooklyn Dogers, siendo el primer jugador
de raza negra el disputar un partido en los campeonatos nacionales. Jackie
Robinson, tuvo que enfrentarse al racismo de compañeros de profesión y
aficionados, pero su silencio y su juego, hizo que se ganara el cariño de la gente
poco a poco.

La firma sentenció la historia de las ligas negras. Los mejores jugadores negros
empezaron a jugar en la (MLB) dejando huérfana a las mayores ligas negras
como la (NAL), que en un intento de conseguir mayor audiencia y beneficio,
contrato al primer blanco en las ligas negras sin tener apenas repercusión.
Cromo firmado de Minnie Minoso

Los años 60 habían desaparecido la mayoría de las ligas negras. Solo un equipo
mantuvo repercusión hasta los años 80, los Indianapolis Clowns. Jugaban
partidos de exhibición y para obras sociales. El último jugador surgido de las
ligas negras fue Minnie Miñoso, quien disputó 2 encuentros con Chicago White
Sox en 1980.

La historia de las Negro Leagues representan la discriminación que en EEUU


había en esa época, y la importancia de personas que lucharon por los derechos
raciales como Martin Luther King entre otros.
Las estrellas de las Ligas Negras encontraron un hogar en México

México le dio la bienvenida a muchos jugadores de las Ligas Negras en los años
30 y 40. El cubano Avelino Cañizares del equipo de Unión Laguna pone fuera a
un corredor de Puebla en un juego de la Liga Mexicana de Béisbol en
1945. Mark Rucker/Transcendental Graphics/Getty Images
9 jun, 2017
 Eric Gomez | ESPN.com

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Nota del Editor: Pueden ver esta historia en inglés aquí.
CIUDAD DE MÉXICO - Previo al Clásico Mundial de Beisbol del 2017, la
Selección Nacional de México salió al campo con Chris Roberson. El nacido en
los Estados Unidos suma más de una década en el país, y se convirtió en
ciudadano por matrimonio. Su gran nivel ha conquistado a los aficionados al
beisbol en el país.

"Jugaré aquí mientras me lo permitan," dijo Roberson en entrevista para ESPN


Digital el pasado marzo. "Mi plan es estar aquí cuatro o hasta cinco años más."
La popularidad de Roberson está respaldada por su producción. En la Liga
Mexicana de Beisbol, el circuito veraniego de la pelota mexicana, su porcentaje
de bateo jamás ha estado debajo de los .300 en siete temporadas. Esa calidad
sostenida lo hace gran candidato para llegar al Salón de la Fama, organización
cuyo museo cerró en 2003, pero que se encuentra en reconstrucción en
Monterrey.

Cuando este abra a finales de este año, el Salón alberga artículos de algunos de
los mejores jugadores en el deporte, incluyendo un grupo de afro-americanos,
como él, que alguna vez jugaron en México y que maravillaron a las multitudes
mexicanas antes que Jackie Robinson rompiera la barrera del color al norte de la
frontera.
Josh Gibson, Roy Campanella, Satchel Paige, Ray Dandrige y Monte Irvin, entre
otros, están inmortalizados en este recinto. Es Irvin, la recién fallecida ex estrella
de los Gigantes, quien quizás verbalizó su experiencia de la mejor manera.

"Podías ir a cualquier lugar, ir a cualquier teatro, hacer lo que quisieras, comer


en cualquier restaurante como cualquier otra persona y fue maravilloso", dijo
Irvin en su momento.
La carrera de Monte Irvin en México solo consta de 63 partidos en la temporada
1942, pero dejó una marca importante sobre la historia del beisbol mexicano, al
lograr la Triple Corona de bateo y el premio de JMV.

"Irvin hablaba tan bonito de México, dijo que nunca se sintió tan libre en su vida
hasta que jugó ahí," dijo Bob Kendrick, director del Museo de Beisbol de las
Ligas Negras, localizado en Kansas City.

Casi todas las estrellas afro-americanas de la época llegaron a México de la


mano de un empresario, el veracruzano Jorge Pasquel, a quien Irvin llamó "el
George Steinbrenner mexicano" por su parecido con el otrora dueño de los
Yankees.

Al centro, Jorge Pasquel en uniforme en la banca de su equipo de Veracruz


en 1946. AP Photo
"Pasquel manejaba la liga a su gusto", dijo Enrique Kerlegand, legendario
columinsta y autor de beisbol mexicano, y también miembro del Salón de la
Fama en México.

Entró inicialmente a la Liga Mexicana con los Azules de Veracruz, nombre que le
puso Pasquel en honor a su ciudad natal. El nuevo dueño mantuvo ese nombre
pese a jugar en la capital mexicana, a unas 250 millas al oeste de Veracruz.

"Era dueño de todos los equipos, en realidad", dijo Kerlegand. "Pero todas las
estrellas llegaban a sus Azules."

Durante los 1940's, llegarían jugadores de la talla de Irvin, Campanella, Paige,


Gibson, Dandridge, Leon Day, Martin Dihigo, Willie Wells, Wild Bill Wright y
James "Cool Papa" Bell a vestir el uniforme del cuadro de Pasquel.

El excéntrico Pasquel llevaba entrañable amistad con Irvin, quien describió un


episodio interesante en el último duelo de la temporada de 1942. Abajo en el
marcador en la baja de la novena entrada, Pasquel llamó a Irvin a su asiento, y
le ordenó batear un jonrón para ganar el partido.

"Esa fue la primera vez, y la única vez, que me ordenaron a pegar un


jonrón", Irvin escribió en el prólogo del libro de John Virtue, "South of the Color
Barrier".
Irvin mandó la pelota fuera del campo y Pasquel corrió al campo, sonriente.
"Cuando llegué al plato, Jorge estaba ahí y tenía 500 dólares en la mano".

Aunque Irvin regresó eventualmente a Estados Unidos y llegó a jugar en


Grandes Ligas, algunos de sus compañeros afroamericanos no quisieron
abandonar el glamour y la igualdad social que México les ofrecía.

"Wild Bill Wright se quedó allá, le gustó tanto que no quiso volver", comentó
Kendrick sobre el ex jardinero y ganador de la Triple Corona mexicana que
falleció en Aguascalientes, a los 82 años de edad en 1996, y donde llegó a
ser dueño de negocios.
Eventualmente Pasquel amplió su red de contrataciones más allá de las Ligas
Negras, y comenzó a fichar a las más grandes estrellas de las Grandes Ligas.
En 1944, trajo al legendario bateador Rogers Hornsby a ser el manager de los
Azules. Poco después, fichó al receptor de los Cachorros Mickey Owen y al
lanzador de los Cardenales Max Lanier, ambas estrellas, con grandes contratos.
En esa época, las anécdotas sobre las tácticas de negociación de Pasquel
sobraban. Se dice que Pasquel llegó a hacerles ofertas a Ted Williams y Stan
Musial. Y se alega que fue el jardinero de San Luis quien llegó a recibir oferta
de $50,000 dólares en efectivo, mismos que se depositaron sobre su cama de
hotel por Pasquel y sus allegados.
Esto provocó una reacción de las Grandes Ligas, y el comisionado "Happy"
Chandler amenazó a los jugadores con una suspensión de cinco años si iban a
jugar en México.

El ex receptor de los Dodgers de Brooklyn Mickey Owen (izq.), saluda a


Babe Ruth durante su visita a México en 1946 en un juego en Veracruz. A la
derecha está Jorge Pasquel, en ese momento presidente de la Liga Mexicana de
Béisbol. AP
Pasquel siguió adelante, y en 1946 trajo a Babe Ruth al país, pensando
entregarle al ex Yankee trabajo como manager o hasta comisionado de la liga
mexicana.

"Creo que los Pasquel están haciendo algo bueno por el beisbol y por su
país", diría Ruth en aquel viaje. "No sé que tan lejos llegarán, pero esto es un
buen inicio y en un año o dos podrían tener algo grande."
Las palabras del Bambino no fueron proféticas. Tras la Segunda Guerra Mundial,
la influencia de Pasquel disminuyó. Muchas de las estrellas americanas volvieron
a su país.

Pasquel abandonó la Liga Mexicana y el beisbol en 1951, habiendo gastado gran


parte de su fortuna personal. Para ese entonces, Jackie Robinson ya había
abierto la puerta para los peloteros afro-americanos en Grandes Ligas, y muchos
de ellos dejaron México para competir ahí.
Sin embargo, los historiadores citan la práctica de Pasquel de piratear talento
negro de Estados Unidos como un paso crítico que desembocó en la integración
en MLB.
"Lo que hizo Pasquel en traer a esos jugadores a México, pagando lo que les
pagaba, aceleró aquel proceso en los Estados Unidos," reconoció Kendrick. "Fue
importante."

Cuando se reabra el nuevo Salón de la Fama, aficionados verán el nombre de


Pasquel entre los inmortales que trajo al país. En unos años más, podrían estar
acompañados por Roberson, el heredero histórico de los pioneros afro-
americanos que conquistaron el beisbol en México.

Nadie quería umpires negros

Luis Javier González – Diario El País, España.

Madrid, España, diciembre 2014.- Algunos homenajes llegan demasiado tarde.


Bob Motley, el único árbitro de las Ligas Negras de béisbol que sigue vivo, fue
invitado en octubre al lugar que durante décadas identificó como el paraíso: un
vestuario de las Grandes Ligas. La MLB estadounidense se negó a contratar a
árbitros negros hasta 1966, dos décadas después de que Jackie Robinson
pasara a la historia como el primer jugador que rompía las barreras raciales en
un deporte considerado pasatiempo nacional. “Hice todo lo que pude para
arbitrar en las Grandes Ligas, pero no me dieron la oportunidad de pelear en
igualdad de condiciones”, recuerda Motley, de 91 años. Este marine de la
Segunda Guerra Mundial fue el paradigma de una época en la que los prejuicios
pesaban más que el talento.

Nacido en Autaugaville (Alabama), Motley creció sin su padre, al que cree que
envenenaron, y tuvo que lidiar con la amenaza permanente del Ku Klux Klan. Él
y sus siete hermanos pasaban la noche escondidos en el suelo cuando los
capuchones blancos salían de cacería. Se enamoró del béisbol tirando piedras y
soñaba con ser un gran pitcher. En su adolescencia tuvo el atrevimiento de
presentarse ante el entrenador de los Cleveland Buckeyes, de las Ligas Negras,
y pedirle una oportunidad. Tras dejarle lanzar durante cuarto de hora, se la dio.
Motley sería el pitcher titular al día siguiente en un partido de exhibición. “Ni
siquiera pude lanzar una entrada y ya perdíamos 5-0. Me marché avergonzado y
tiré la equipación al contenedor”.

De pitcher a soldado, Montley se alistó en 1943 y luchó en Japón, donde se


escondió de las tropas niponas bajo una pila de cadáveres. La bala que alcanzó
su pie derecho en Okinawa le descubriría la otra cara del béisbol. “Me levanté de
la cama del hospital, vi que estaban jugando un partido y pregunté si podía
arbitrar. Así empezó todo”. En su vuelta a EE UU se encontró un una realidad
que no esperaba. “En la guerra no pensaba en la discriminación. Si Jackie
Robinson lo había conseguido, ¿por qué no yo?”.

El ascenso de Motley como árbitro fue meteórico: en menos de un lustro ya


coordinaba a 40 compañeros. Mientras las estrellas del béisbol negro como
Hank Aaron o Willie Mays llegaban con cuentagotas a ese mundo de blancos, en
las Ligas Negras los jugadores competían lesionados porque no había servicio
médico. La fiebre se curaba bebiendo combustible con azúcar y los cátchers
tenían los dedos deformados porque su guante no soportaba los lanzamientos a
100 millas por hora de pitchers como Satchel Paige, que jugó su último partido
en las Majors con 58 años. Como el dinero escaseaba, los árbitros viajaban en
autobús con los equipos a los que dirigían. Una vez, un jugador descontento
trato de apuñalar a Motley en el asiento trasero. “Quería rebanarme el cuello.
Menos mal que tenía a mano la máscara y pude contenerle”.

Desde su fundación en 1920 hasta su ocaso en los sesenta, las Ligas Negras
tuvieron un fuerte apoyo de la comunidad negra. El estadio de los Kansas City
Monarchs albergaba 20.000 espectadores en el partido inaugural de 1952. Al
otro lado de Misuri, los Saint Louis Cardinals, de la MLB, empezaron el curso con
solo 2.000 asientos ocupados. “Nuestros aficionados eran mucho más fieles. Los
deportistas y los músicos eran los únicos modelos para los afroamericanos de
aquella época. Por eso el deporte ha sido siempre una parte esencial de la
cultura negra”.

Tras siete años de negativas, Motley fue admitido en una escuela de árbitros de
Florida en 1956. “De 87 compañeros, yo fui el número uno, y ni aun así pudieron
darme un trabajo”. 31 de ellos fueron colocados inmediatamente. “Me dijeron que
nadie quería a un árbitro negro y esas palabras retumbaron en mis oídos durante
meses”. Dos años después fue contratado en la Pacific Coast League, de la
Triple A, la categoría inmediatamente inferior a la MLB, pero el ascenso nunca
llegaría. Motley, que combinó su carrera con un trabajo en General Motors que
mantuvo durante 37 años, renunció dos años y medio después para dedicarse a
su familia. “Quise ser para mis hijos el padre no pude tener para mí”.

No llegaría a arbitrar en templos como el Yankee Stadium o Fenway Park, pero


Motley aprecia el carácter integrador de las Ligas Negras. “Estoy orgulloso de
haber sido parte de una competición que no excluía a nadie, ya fueran blancos,
mujeres o exconvictos”. El Museo de las Ligas Negras recoge su carrera y
Kansas City celebró el día de Bob Motley el 1 de julio de 2007.

Siguió arbitrando en las Ligas Negras cuando le necesitaron y forjo un vínculo


con los Kansas City Royals, de la MLB, el equipo que le recibiría con las manos
abiertas en un acto que no cura sus heridas. “Nunca han intentado
compensarnos. ¿Cómo iban a hacerlo? Han contratado a árbitros negros, pero
eso no resuelve mi problema”. En la conversación con este héroe silenciado, un
árbitro implacable al que le encantaba teatralizar en el diamante, se repiten dos
ideas: el servicio militar y su sueño frustrado en la elite. Afrontó ambos de la
misma forma: “He salvado mi vida por los pelos y siempre he tenido claro que
nadie podría conmigo. Si persigues un objetivo tienes que seguir luchando”.

Fuente: El País, España.

Andrew “Rube” Foster ,verdadero pionero de las ligas Negras (Andrew “Rube”
Foster, a true pioneer of the Negro Leagues)
August 13, 2011 by Gustavo Hidalgo Estrada · 1 Comment
Andrew “Rube” Foster nació en Calvert,Texas el 17 de septiembre de 1879. Su
padre(adoptivo), también llamado Andrew, fue un reverendo y anciano de la
local de American Methodist Episcopal Church. Mientras que su madre era una
mujer respetuosa de Mississippi.Especulaciones sólo existe en cuanto a la
razón del cambio en el nombre de Andrew A pesar de ser un miembro de la
primera generación afro-americana que nació libre de la institución
abominable de la esclavitud, la infancia de Foster era difÃcil y él y su familia
buscaron todos los beneficios de la ciudadanÃa frente a los prejuicios existentes
en esa época. Aunque Foster fue el cuarto de los niños de la familia, sólo
él y dos de sus hermanos, Christiana (nacido en 1877) y Johnson (nacido en
1884) sobrevivieron hasta la edad adulta. La vida de los otros hermanos Foster
fueron tomadas por la tuberculosis, una enfermedad que, sin duda, impactó en
la juventud de Andrés y su pasión por el béisbol. Los médicos durante la
infancia de Foster en realidad sentÃan que pasar tiempo al aire libre era la
única manera para evitar la captura de la tuberculosis, la creencia de que sólo
se confirmó interés de Foster en el béisbol.
Foster comenzó su carrera en el béisbol cuando era adolescente, dejando a la
escuela después del octavo grado para tratar de ganarse la vida en el
béisbol. Empezó a lanzar para los locales Chaquetas Amarillas Waco, una
organización independiente afro-americanos del club. En 1902, Foster se unió
a los Gigantes de Chicago de la Unión, de propiedad y gestión de Frank
Leyland, los Gigantes de la Unión fue quizás el mejor equipo de negro en el
medio oeste. Curiosamente, la primera aparición de Foster de Chicago no fue
como lanzador, sino más bien como un bateador emergente. Foster, tuvo
problemas en su temporada como profesional primero, y obtuvo su liberación
del club, y luego de firmar con un semi inter-racial -equipo profesional en Otsego,
Michigan.
Durante la temporada de 1904, Foster ganó 20 juegos en contra de toda la
competencia (entre ellos dos juegos sin hit) y perdió seis.
Fue en Otsego donde Foster primero mostró su enorme capacidad, debido a su
éxito en Otsego, Foster se unió al X-Gigantes para el inicio de la temporada
1903, e inmediatamente se convirtió en el lanzador as. En su primera
temporada completa con el club, Foster ayudó a los X-Gigantes al campeonato
de béisbol negro, derrotando a su futuro equipo, los Gigantes de Filadelfia.
Mientras que la reputación de Foster como un lanzador excepcional comenzó
a extenderse, las hazañas e historias que rodean la imposición de sus 6 ‘ 2 ”
de estatura y 200 libras de peso, conviertieron al lanzador derecho en una
leyenda.. Foster fue acreditado con un récord de 51-4 en la temporada 1905,
aunque la evidencia para probar tal registro llamativo es confuso .
John McGraw, director de los magnÃficos Gigantes de Nueva York,
supuestamente busco a Foster para instruir a los lanzadores de Nueva York.
“Rube” supuestamente enseñó el futuro ganador de 400 juegos Christy
Mathewson a lanzar la pelota. Si bien los cuentos alrededor de las hazañas de
Foster puede ser de ficción, que sin duda se ganó el respeto de sus
compañeros peloteros. Chance Franck, de los Cachorros de la fama, dijo de
Foster “es el producto más acabado que he visto en la caja del lanzador”,
mientras que Honus Wagner sugiere que Foster, era “uno de los mejores
lanzadores de todos los tiempos”.
Foster se casó con Sarah, con quien tendrÃa dos hijos. Existe poca
información sobre el matrimonio Foster, la mayorÃa de las biografÃas de Foster
simplemente no hacen mención de su familia. El certificado de matrimonio de
Rube y Sara todavÃa no se ha encontrado, asà que no podemos tener la certeza
de dónde o cuándo se casó con ella, pero parece probable que la boda tuvo
lugar, ya sea en Texas o Illinois, ya sea en 1909 o 1910. Su esposa sabÃa muy
poco sobre la carrera jugando Foster o empresas de béisbol y de negocios,
porque no era un fan del juego mismo.
Asumiendo el cargo de manager-jugador de los Gigantes de Leland en 1907,
Foster y su actuación de pitcheo ayudaron a los Gigantes a ganar un fenomenal
110 juegos y para capturar para la ciudad de Chicago el tÃtulo de liga. Como
gerente, Foster era famoso por su uso de “intimidación, la psicologÃa, la
velocidad y el toque de bola y de ejecución.” Por desgracia, Foster sufrió una
lesión en la pierna durante la temporada de 1909, y tuvo que sentarse en el
juego decisivo para el campeonato , dando lugar a una derrota de sus Gigantes.
Sin embargo, los años de aspirar el campeonato no habÃan terminado, y trató
de arrebatar el control de los Gigantes de Frank Leland durante la temporada
baja 1909-1910. Foster, se separó de Leland y decidió formar su propio equipo
para la temporada 1910. Él firmó los jugadores de los antiguos gigantes de
Leland y los Gigantes de Filadelfia para formar a los Gigantes Americanos de
Chicago. Con estrellas como John Henry Lloyd, la colina de Pete, y Home Run
Johnson, Foster consideró que esto era “el talento más grande del béisbol se
haya reunido jamás.”.
Foster Se las arregló y lanzó para los Gigantes, los lleva a un sorprendente
record 128-6 . En la siguiente temporada de 1911, Foster buscado y obteniendo
una alianza con el hijo del propietario de los medias Blancas Charles Comiskey,
Schorling John. Schorling acordó permitir que el equipo de Foster jugara en el
parque de los Medias Blancas,el viejo estadio del Sur, a través de esta alianza
y la gestion de Fostery sus habilidades ,los Gigantes Americanos de Chicago se
convirtió en el equipo negro de béisbol más destacados.
En 1915, Foster estaba lanzando muy poco, y comenzó a concentrar sus
esfuerzos exclusivamente en la operación de los Gigantes.El equipo ganaba
campeonatos seguidos y Foster tenia una gran reputacion de buen dirigente. Sin
embargo, a pesar de todo su éxito personal, Foster cuenta de la clara falta de
un campeonato nacional de béisbol negro y la falta de una liga nacional de
béisbol negro.
Foster comenzó a tantear el terreno a otros propietarios , durante la década
de 1910, pero pareció que los propietarios no pudieron llegar a ningún tipo de
acuerdo. En 1919, Chicago fue en medio de violentos disturbios raciales que
sólo demostró además para el Fomento de la necesidad de mejorar en la vida
afroestadounidense, Foster se solidarizó con sus compañeros de los afro-
americanos que se sentÃan maltratados a manos de los estadounidenses
blancos. Los disturbios raciales estimularon a Foster para impulsar finalmente a
través de la formación de una Liga Nacional Negra. Reunió a todos los
propietarios en conjunto de Kansas City en la YMCA, y ayudó a negociar un
acuerdo entre los propietarios.
la Liga Nacional negra fue fundada en 1920, a través de los esfuerzos
incesantes de Foster, que habÃa ayudado a formar la primera liga de béisbol
negro. miembros iniciales de la nueva liga incluÃa equipos de Dayton, St. Louis,
Detroit, Kansas City, Cincinnati, Indianápolis, y Foster con su propio equipo en
Chicago. Elegido el primer presidente y el tesorero de la liga, Foster continuó
dirigiendo a los Gigantes Americanos de Chicago, dando lugar a algunas quejas
de que él se inclinaba las listas en su favor. Sin embargo, Foster era un lÃder
muy respetado que se volvió la liga Negra de béisbol en una empresa exitosa,
y su devoción a la liga fue increÃble, y que a menudo ayudó a los equipos en
las finanzas de los pobres a cabo mediante el pago de su nómina de su propio
bolsillo.
Equipos como los Gigantes Americanos de Chicago y Kansas City Reyes a
menudo eran más rentables que los equipos de béisbol blanco, lo que
contribuyó a propagar ligas de béisbol negro en el sur y el este.
Si bien podemos decir que Jackie Robinson es considerado por muchos como el
afro-americano que tuvo el mayor impacto en la integración del béisbol. Esta
opinión es, por supuesto, comprensible, ya que Robinson rompiera la barrera
del color en 1947 y es bien conocido en cÃrculos muy lejos de béisbol.Pero tal
vez la persona con el mayor impacto sobre los afro-americanos de béisbol es
Andrew “Rube” Foster, considerado no sólo como uno de los mejores
lanzadores y los gerentes de principios del siglo XX, sino también el arquitecto
de la Liga Nacional Negra.
la vida de Foster en el béisbol ayudó a revolucionar el juego.
Foster murio el 9 de diciembre de 1930, Foster es enterrado en el cementerio de
Lincoln en Blue Islands,Illinois .
En 1981, Foster fue elegido al Salón de la Fama. Él fue el primer
representante de las Ligas Negras elegido como un pionero o un ejecutivo.
El 30 de diciembre de 2009, la oficina del Servicio Postal anunció que tenÃa
previsto emitir un par de sellos en honor de Las ligas Negras de Béisbol .
Foster fue ofrecida más adelante en un sello conmemorativo de primera clase
que incluye su nombre y las palabras “Ligas negras de beisbol”.

Series cubano-americanas… en La Habana (I)


Por: Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga
En este artículo: Béisbol, Cuba, Deportes, Estados Unidos, Fotografía, Historia
4 marzo 2016 | 5 |
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A la memoria de Severo Nieto

Almendares, 1905.
El anuncio del próximo juego entre una Selección Cubana y el TAMPA BAY
RAYS, de las Ligas Mayores en el Latino, ha despertado una amplia expectativa
en todo el país, y no es para menos, cuando se han restablecido las relaciones
diplomáticas entre Cuba y los Estados Unidos y se anuncia la visita del
Presidente Barack Obama al desafío. Nos vienen a la mente aquellos encuentros
CUBA-BALTIMORE ORIOLES de 1999, primero en el Latino y después en la
casa del representativo del Estado de Maryland en Grandes Ligas. Aquí
perdimos y allá ganamos.

El equipo que pronto nos visitará, uno de los más jóvenes de aquel circuito,
debutó en 1998 con el nombre TAMPA BAY DEVIL RAYS, en la División Este de
la Liga Americana. Tiene su sede en el Tropicana Field, cito en St. Petersburg,
La Florida, inaugurado en 1990 con una capacidad para 43 500 espectadores.
Su mayor palmarés está en dos títulos de su División (2008 y 2010), ese último
año ganó la Liga Americana ante el BOSTON RED SOX (4-3), pero no pudo
titularse en la Serie Mundial ante el PHILADELPHIA PHILLIES (1-4).

Para muchos constituye una segunda ocasión, porque la inmensa mayoría


desconoce, o no recuerda, aquellos memorables encuentros desde fines del
siglo XIX, que se hicieron frecuentes en la Isla. Con ellos vendrían fabulosos
jugadores como Ty Cobb, Babe Ruth, Jackie Robinson, Ted Williams, Yogi
Berra, Mickey Mantle y tantos otros que buscaban ponerse en forma.

La prensa y los federativos de la Liga Profesional Cubana llamaron Series


Americanas, Temporadas Americanas y otras denominaciones (no Cubano-
Americanas, como debió ser), a los torneos de exhibición que se hicieron
frecuentes en La Habana, en la etapa de preparación de los equipos de Grandes
Ligas y de otros circuitos, como las Menores y las Ligas Negras, para aprovechar
el favorable clima tropical invernal y las buenas condiciones que se les
brindaban, amén de sostener partidos con equipos de probada fuerza y algunas
veces entre ellos mismos.

La primera visita de norteamericanos se efectuó en 1885, con una


representación de CHICAGO. Y al año siguiente sostuvieron juegos de
exhibición dos equipos de Filadelfia: los ATHLETICS, que jugarían en la Liga
Americana y los PHILLIES en la Nacional (aún vigente), con la participación de
figuras renombradas como Wilbert Robinson y Arthur Irwin. Es bueno recordar
que entonces no existían las Grandes Ligas, como las conocemos hoy;
comenzarían en 1903.

En 1891 llegó un conjunto de ocasión llamado ALL AMERICANS, con John


McGraw como jugador, quien sería uno de los más renombrados managers de
las Mayores, a quien apodaron El Pequeño Napoleón. Ese team, con estrellas de
las Mayores, ganó los cinco desafíos ante el HABANA (2), ALMENDARES, FE y
una selección ALL CUBANS. Habían solicitado como refuerzo a Antonio María
García, El Inglés, a la sazón el mejor jugador cubano, quien rehusó una oferta de
McGraw para jugar en los Estados Unidos; su situación económica en la Isla no
era desechable. A partir de esas primeras incursiones, se sistematizarían las
Series Americanas.

Los GIGANTES DE NUEVA YORK fueron los primeros en conocer el clima


tropical de invierno y los entusiastas aficionados del Caribe, cuando visitaron
Cuba en 1890 (1891). Pero las excursiones de los equipos estadounidenses a
esa isla duraron poco. No era el calor del clima lo que las detuvo, sino más bien
el calor de la violencia política.

En 1900, bajo la ocupación norteamericana de la Isla, se produjo una visita que


puso al descubierto la superioridad del béisbol norteamericano.
Un grupo de jugadores del BROOKLYN SUPERBAS, campeones de la Liga
Nacional, único circuito entonces en las Mayores, y los GIGANTES DE NEW
YORK, se transportaron a La Habana en el mes de noviembre de 1900, para
enfrentar varios juegos entre sí y también contra equipos nacionales. En cuatro
desafíos ante los criollos el triunfo siempre les sonrió a los visitantes, quienes
batearon con libertad a los pitchers nativos, anotándoles 10 o más carreras en
cada ocasión.

En 1903 llegaron los CUBAN X-GIANTS, un equipo de las pre Ligas Negras (se
formarían oficialmente en 1920). En el ALMENDARES PARK I realizaron nueve
encuentros, de los cuales perdieron 6 y empataron 1. Los primeros seis fueron
contra equipos que habían integrado el Premio de Verano: MAINE, COLOMBIA y
NUEVO AZUL, dirigidos por el estelar lanzador Rube Foster, futuro empresario y
fundador de las Ligas Independientes de Color (Negras). Ya para entonces se
manifestaba la fuerza del béisbol cubano, pues los últimos tres desafíos los
jugaron contra la selección CRIOLLO, que los derrotó en dos ocasiones y
empataron un tercero. El CRIOLLO contó en sus filas con jugadores de la talla
de Alfredo Arcaño, Armando Cabañas, Julián Castillo y Rafael Almeida (posterior
big leaguer), además del lanzador Bernardo Carrillo.

En el otoño de 1904 y hasta el mes de enero de 1905, llegarían otros cinco


equipos norteamericanos a la Isla, no representativos de las Grandes Ligas, pero
casi todos con jugadores de ese circuito. Regresó el CUBAN X-GIANTS,
dirigidos por Ed Lamar, que en esa ocasión se impuso en 7 de los 8 encuentros
efectuados. Solo perdieron el 23 de octubre contra el HABANA, con el estelar
Joseíto Muñoz en la lomita (9 x 3). El LYNN, de Massachusetts, efectuó siete
partidos contra el ALMENDARES, que se impuso en tres y el HABANA dividió
honores en cuatro desafíos. El zurdo Luis Mulo Padrón venció en dos ocasiones
y se destacó en la ofensiva de largo metraje con dos jonrones decisivos.

El ALL-NATIONALS celebró 5 juegos, de los cuales perdió 4, a pesar de contar


con varios jugadores de las Mayores en sus filas: 2 contra el HABANA y 2 contra
el ALMENDARES. Con su asistencia, el TAMPA devolvería una visita del
ALMENDARES a esa ciudad, y se vio superado 4-2, en seis desafíos; 2 triunfos
del HABANA, con Luis Mulo Padrón desde el box y 2 del ALMENDARES, con
José Borges.

El quinto equipo fue una selección llamada ALL AMERICANS, que se impuso 7-4
en 11 encuentros, sometiendo al ALMENDARES en seis ocasiones. El HABANA
los derrotó 4 veces, todos con Joseíto Muñoz en el box, quien el 17 de enero les
propinó una espesa lechada de 5 x 0, además empató 1 y perdió el otro, cuando
su estelar Carlos Bebé Royer se vio superado por el big leaguer Frank Barberich.

En 1905 volvería el CUBAN X-GIANTS, de Ed Lamar, que logró imponerse 5-4 al


HABANA, al FE, y a la selección ALL-CUBANS, integrada en su mayoría por
almendaristas. El LYNN también regresaría, pero sumamente debilitado y tuvo
que ser reforzado por cubanos como Emilio Palomino, Anguilla Bustamante y
Armando Marsans (posterior big leaguer). A su vez llegaría el POUGHKEEPSIE,
de New York, que solo efectuó un desafío, donde Inocencio Pérez se impuso al
lanzador de las Mayores, Jimmy Dygert.

En 1906 los CUBAN X-GIANTS efectuaron nueve desafíos, cuatro con el


ALMENDARES y cinco con el HABANA, a los cuales les ganaron 4. Los
AZULES saldrían mejor parados, pues se impusieron tres veces, destacándose
el lanzador pinareño Rafael Figarola, que el 19 de noviembre les sirvió una
espesa lechada de 5 x 0. Esa temporada también llegó otro ALL AMERICANS,
con varios jugadores de las Mayores, quienes sostuvieron once encuentros, seis
con el ALMENDARES, con cinco victorias para este último, y cinco con el
HABANA, al que vencieron en cuatro ocasiones. Se destacó, una vez más, el
Mulo Padrón.

En 1907 llegarían los PHILADELPHIA GIANTS, campeones de las Ligas Negras,


superados por los equipos locales en siete de doce desafíos. Joseíto Muñoz
volvió a destacarse por el ALMENDARES, cuando el 10 de octubre les tiró una
lechada de 6 x 0. También vino el ALL-LEAGUERS, que tenía en sus filas a
varios big leaguers, incluido el lanzador Víctor Biff Schlitzer, del PHILADELPHIA
ATHLETICS, el primer pitcher que había mojado la bola con saliva. El ALL-
LEAGUERS venció cuatro veces al HABANA y una al ALMENDARES.

Una gran expectativa había causado el anuncio de la visita de los DETROIT


TIGERS, que tenían en sus filas al inmortal Ty Cobb, pero pocos días antes se
canceló el tope.

Aquellos encuentros continuaron en 1908, cuando la Isla vivía una relativa


calma. En ello tuvo mucho que ver el periodista José Massager, quien gestionó a
los CINCINNATI REDS para enfrentarse con el ALMENDARES y el HABANA.
De allí brotaría la leyenda de José de la Caridad Méndez, quien los sometió sin
pasión. La serie terminó 7-4 a favor de los nativos. El CINCINNATI ese año
había ocupado el 5to. lugar de la Liga Nacional.

Fue precisamente en 1908, cuando Méndez había debutado con el


ALMENDARES y se enfrentó a los norteamericanos en el primer desafío, el 15
de noviembre; ganó 1 x 0, permitiendo un solitario hit del 2da. base Miller
Huggins, en la novena entrada. El 29 de noviembre abrió por los Azules Carlos
Bebé Royer, y en el 3er. episodio volvió al montículo Méndez, sin permitir
libertades. El 3 de diciembre, en el último desafío, los volvió a blanquear y elevó
la cifra a 25 escones consecutivos sin permitir carreras.

Después llegaría el KEY WEST, que también sucumbió por espesa lechada de 4
x 0 ante el Diamante Negro (34 escones consecutivos). Pero la cosa no terminó
ahí, pues el ALMENDARES devolvió la visita a Cayo Hueso y éste les lanzó un
juego sin hits ni carreras (43 escones), récord que se detuvo en 45, en la Liga
Profesional Cubana. La visita a Cayo Hueso del ALMENDARES significaría la
primera ocasión en que jugadores negros se enfrentaran a blancos, en el sur de
La Florida.

En 1909 llegarían el INDIANÁPOLIS INDIANS, de Ligas Menores y el DETROIT


TIGERS, que se habían impuesto en la Liga Americana y cayó en siete desafíos
en la Serie Mundial ante el PITTSBURGH PIRATES. Memorable fue el 18 de
diciembre, cuando Eustaquio Bombín Pedroso los mantuvo sin hits en 11
entradas; habían anotado una carrera por error del camarero Armando Cabañas
en el 7mo. Al final del onceno se impuso el ALMENDARES 2 x 1. El público se
desbordó al terreno y hubo una colecta de 300 pesos para Bombín, en la que
participaron dos Presidentes históricos: José Miguel Gómez (en funciones) y su
hijo Miguel Mariano.

En la confrontación se sintió la ausencia de Ty Cobb, El Melocotón de Georgia,


quien ese año había alcanzado la Triple Corona de las Grandes Ligas, más otros
liderazgos, así como la del también estelar Sam Crawford. Pactada para más
desafíos, solo se jugaron cinco, pues los norteamericanos se retiraron por
problemas económicos internos de su club. No obstante, en el cuarto juego José
de la Caridad Méndez solo les permitió 2 hits; al bate se destacó Julián Castillo.
El 5to. juego lo ganó fácilmente el DETROIT.

La mesa quedó servida para El Melocotón de Georgia, quien el próximo año se


encargaría de “incendiar” las tribunas.

Continuará…

Cincinnati Reds en Cuba, 1908.


Indianapolis Indians en Cuba, 1909.

Habana, 1908-1909.
El Tampa en Cuba, 1904.

SERIES CUBANO-AMERICANAS… EN LA HABANA (II)

PUBLICADO POR JUAN A. MARTÍNE... EL LUN, 14/03/2016 - 1:08AM

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El lector Bell Canada nos recuerda la primera embajada del exterior en la pelota
cubana. Y tiene razón, la omitimos en el trabajo anterior. En diciembre de 1879
el Worcester, que al año siguiente sería afiliado a la National Association,
se convirtió en el primer team profesional que visitó Cuba. Había sido
promovido por el Hop Bitters, de la franquicia del Rochester. A continuación
incluimos el texto íntegro que aparece en la Enciclopedia Biográfica del Béisbol
Cubano (Tomo I), p. 196:
Bitter Hops. En algunas fuentes aparece como Hops Bitter. Nombre del primer
equipo norteamericano que incursionó en Cuba, para juegos de exhibición, en
1879. Estaba patrocinado por la empresa del mismo nombre. El 25 de diciembre
de 1878, derrotó por amplio margen al Almendares. La única carrera cubana la
anotó Carlos Zaldo, reconocido como el primer tocador de bola en la Isla, que lo
hizo por primera vez en ese partido y anotó la única carrera de los criollos.
Efectuó dos desafíos (no se conoce el otro rival). Estuvo integrado por Charles
(Curry) Foley y Frederick Nichols (lanzadores); Charles Bennet y Albert Bushong
(receptores); John (Chub) Sullivan (primera base); Arthur W. Whitney (tercera
base); Arthur A. Irwin (torpedero); Word (jardinero izquierdo); Alonzo P. Knight
(jardinero y lanzador). Su director fue Frank Bancroft. Todos, menos Word,
jugaron en la primera liga profesional de los Estados Unidos.

De Ty Cobb a Babe Ruth


Si algún año de Series Americanas se cumplieron las expectativas de los
aficionados en el Almendares Park I, fue la del diciembre de 1910, cuando
llegó a Cuba el Philadelphia Athletics, campeón de la Serie Mundial de las
Grandes Ligas, quienes el día 13, contra el Almendares, fueron vencidos
por José de la Caridad Méndez (5 x 2), solo toleró 5 hits. En 10 desafíos,
tanto Habana como Almendares se impusieron 3-2. Para esa cita el promotor
Eugenio Jiménez había ofrecido la cifra de 7 mil pesos para los jugadores
norteamericanos, pero al ausentarse los estelares Eddie Collins y Frank Home
Run Baker, la redujo a 5 mil.
Mas la conmoción nacional estuvo en el regreso de los Detroit Tigers, para jugar
doce partidos. Crawford llegó desde el principio y Ty Cobb, por exigir más dinero,
lo haría a partir del octavo. El genial y polémico Melocotón de Georgia, llenó el
Almendares Park I y trascendió por varias de sus jugadas, incluidas algunas
violentas, como cuando agredió al receptor Gervasio Strike González a su
llegada a home; el cátcher no soltó la pelota y se fueron a las manos. Hubo
intervención de las autoridades. En su primera vez al bate había conectado un
cuadrangular dentro del terreno, ante los envíos de Joseíto Muñoz, en total bateó
de 4-3. Después del incidente, Cobb prometió no jugar más contra negros, y lo
cumplió.

El Detroit vendría con mil pesos garantizados por jugador en doce desafíos, más
todos los gastos pagados. Cobb había pedido el doble y no se lo concedieron, a
pesar de la publicidad en función de su figura. Así arribarían los Tigres al Puerto
de La Habana, sin su mítica figura. Los fanáticos se defraudaron y pocos días
después la Liga se vio obligada a concederle la cifra acordada, solo por los
últimos partidos, en una jugada puramente económica que elevaba las
recaudaciones.

Ty Cobb fue célebre por su capacidad ofensiva y la velocidad que desplegaba en


el corrido de las bases. Uno de los más fabulosos estafadores, pues lo hizo en
892 ocasiones, con nada menos que 35 robos de home. Fue violento, malcriado,
discriminador, narcisista, autosuficiente, abusador con los spikes y muchas
cosas más, pero lo de showman nadie puede quitárselo, mucho menos disminuir
un ápice su impronta.[1]

En aquellos encuentros los Tigres se impusieron 7-5. Por Cuba, desde el box
se destacaron Méndez y Eustaquio Bombín Pedroso. El 28 de noviembre,
Luis Chicho González les propinó una lechada y dominó a Ty en las tres
oportunidades que lo enfrentó, el único cubano al que no conectó de hit,
pues acumuló de 19-7 (.368).
Mucho se habló de aquella visita. Que si huraño, cómico, dicharachero. Que si
vestía bien, o anduvo con féminas, algo muy usual en sus conciudadanos. En fin,
cosas faranduleras de artistas y deportistas. Pero la muchedumbre se dio el lujo
de tener en persona a Ty Cobb, quien anda por la historia como un símbolo, al
estilo de Stan Musial, Hank Aaron o Joe DiMaggio. En ese momento era el
flamante campeón de bateo en tres temporadas seguidas: 1907, 1908 y 1909.[2]

En 1911 llegarían tres equipos a la Serie Americana. El New Britain, de la Liga


de Connecticut, perteneciente al circuito clase B de Ligas Menores; un fracaso
de taquilla. Echaron doce partidos, alternando entre Habana y Almendares. Solo
ganaron 4 desafíos, 2 al Habana y 2 al Almendares. Volvió a destacarse José de
la Caridad Méndez.

También tuvimos la visita de los New York Giants, de nuevo con John McGraw al
frente, quienes en doce desafíos ganaron 9, solo tuvieron derrotas a manos del
Almendares (2) y del Habana (1). Quizás el juego más espectacular haya sido
aquel donde entre Bombín Pedroso y José de la Caridad Méndez, vencieron al
potente equipo neoyorquino, con anotación de 7-4. La sensación del torneo
resultó Christy Mathewson, el estelar lanzador del Salón de la Fama de
Cooperstown, quien ganó 3 juegos y perdió 1, con 2,31 de efectividad.

El Philadelphia Phillies llegó en noviembre de 1911 y debutó el día 5 en el


Almendares Park I. El Diamante Negro tuvo actuaciones notables. Según
una crónica de William A. Phelon:
Méndez, el pitcher negro del club Almendares (Park), es una de las instituciones
más interesantes de la isla; algo así como la Fortaleza de La Cabaña y el Castillo
del Morro. Está siempre en el lugar de mayor peligro dispuesto a complacer con
sus corteses especialidades, las cuales, aunque se califique de raro, tienen un
efecto anonadador sobre las personas que son objetos de la demostración.[3]

El 13 de diciembre Méndez había dado una disertación de pitcheo, con


lechada de 4 hits a los Phillies. Fue entonces que el manager Lobert
declaró: “Méndez es un lanzador al que en Cuba llaman el Mathewson
blanco; y si fuera blanco, de seguro lo utilizaríamos en los Phillies en la
próxima temporada, junto a su receptor González…”
Se jugaron nueve encuentros, de los cuales los visitantes ganaron 5, alternando
entre Habana y Almendares. Es bueno recordar que en esta Serie debutó un
joven que haría época en corto tiempo: Adolfo Luque.

En 1912 llegó el New Orleans, de Ligas Menores, que jugó varios partidos entre
el 3 y el 31 de octubre, con una recaudación por debajo de los Phillies. Entre el
1ro. y el 29 de diciembre, se jugó una serie ante el New York Lincoln Giants, de
las pre Ligas Negras norteamericanas, un team con varias luminarias de aquel
circuito, entre ellas el manager-jugador John Henry Lloyd, Spotwoods Poles y
Louis Santop. Se enfrentaron en trece desafíos contra Habana y Almendares, de
los cuales ganaron 5 y cayeron en 8.

El Philadelphia Athletics, regresó a Cuba ese año y jugaron en once


oportunidades, entre el 4 y el 19 de noviembre de 1912. Se impusieron en
los siete primeros encuentros, con destaque para el lanzador Jack
Coombs, con cinco desafíos ganados, cuatro de ellos al Habana, incluido
un cero hit cero carreras. El Almendares ganó el 21 y el 25 de noviembre.
En 1913 visitó la Isla el Brooklyn Dodgers, que efectuó 15 juegos contra Habana
y Almendares. Los visitantes ganaron 10 y perdieron 5. El Habana obtuvo
balance de 3-4 y los Azules (2-6). Se destacó el lanzador Bull Wagner (4-0) y al
bate los cubanos Manuel Patato Cueto (.417) y Ramón Paíto Herrera (.385),
ambos del Almendares. Eustaquio Bombín Pedroso fue el único que alcanzó 2
victorias, aunque perdió 3.

En 1914 se recibió la visita del New York Lincoln Stars, un equipo de las
pre Ligas Negras norteamericanas, que traía en sus filas a jugadores
destacados de aquel circuito. Se efectuaron trece partidos, con balance
favorable a Cuba de 8-4, y un empate. Por ellos brilló el lanzador Dick Redding
(2-3), el mismo que en aquel circuito había lanzado un juego de 25 ponches y
posteriormente dejaría una bonita huella en el béisbol de la Isla, y a la ofensiva
Spottswood Poles (.313). El Almendares ganó 6 juegos y perdió 1, destacándose
Cristóbal Torriente (.350) y los pitchers Adolfo Luque y Bombín Pedroso, ambos
con 2-0, Méndez alcanzó 1-1. El Habana tuvo un balance de 2-3 y 1 empate. Por
los Rojos de destacaron Armando Marsans (.286) y el lanzador José Acosta (1-
0).
En 1915 arribaron el Saint Louis Terriers y el Indianápolis ABC. El primero llegó
a La Habana en el mes de marzo, con una delegación de 27 personas, incluidos
periodistas. Ellos pertenecían a la llamada Liga Federal, un intento de incorporar
un tercer circuito a las Grandes Ligas, que no llegó a fructificar. Con ellos estaba
el cubano Armando Marsans, quien se desempeñaba en las Mayores desde
1911. Debido a la fecha escogida, varios de los jugadores más destacados de la
Isla no pudieron participar, por cumplir compromisos en el exterior.

Para enfrentarlos se organizó una selección Almendares, con jugadores en su


mayoría de menor nivel. José de la Caridad Méndez defendió la tercera base y
lanzó en varios partidos, pero mal defendido perdió 3 juegos con scores
apretados. La serie se pactó a once encuentros, de los cuales los visitantes
ganaron 9, ocho contra el Almendares y 1 contra la selección Habana.

El Indianápolis ABC, de las pre Ligas Negras norteamericanas, pactó 21


desafíos con los equipos cubanos y alcanzó un balance de 8 victorias y 12
derrotas, con un empate. Por ellos volvería a destacarse Dick Redding (6-5). Un
hecho que resultaría histórico, fue la presencia del extraordinario jardinero zurdo
Oscar Charleston, quien dejaría una huella notable en la Liga Profesional
Cubana y en los Estados Unidos, para muchos el mejor jugador de aquellos
circuitos.

El Almendares ganó 5 y perdió 4, con destaque para Adolfo Luque (4-2). A la


ofensiva se lucieron Cristóbal Torriente (.385) y el receptor Gervasio Strike
González (.344). Por su parte, el Habana obtuvo un balance de 6-3, con Jacinto
Calvo (.344), y Miguel Ángel González (.333). Entre los lanzadores se
destacaron José Acosta (2-2) y Pastor Pareda (2-0). También el Indianápolis
enfrentó al San Francisco, de la Liga Profesional Cubana (1-1).

Los Pittsburgh Pirates, de las Mayores, estuvieron en Cuba entre los meses de
octubre y noviembre de 1919. Enfrentarían al Habana y el Almendares, en el
Almendares Park II, inaugurado un año antes. Efectuaron 18 desafíos, de los
cuales los visitantes ganaron 10 (4 al Habana y 6 al Almendares), y perdieron 7
(4 con Habana y 7 con el Almendares), con 1 empatado.

Como parte de las celebraciones por el 10 de octubre, se celebró el primer


desafío, con una asistencia récord, según datos de la época, teniendo que
ajustarse las reglas al tener que permitir aficionados en las zonas de
primera y tercera.[4]
El mismo diario asegura que el 7 de noviembre de 1919, en el Almendares Park
II, se celebró un desafío entre el Pittsburgh Pirates y los amateurs de la
Universidad de La Habana, donde se impusieron los visitantes 6 x 0 (el
investigador Martín Socarrás asegura que fue el día 8).

Asimismo, en la segunda mitad del noviembre de 1919, una vez terminada la


visita del Pittsburgh, llegó a La Habana un team denominado All Americans, para
enfrentarse al Habana (3-1) y el Almendares (4-2), más 1 empate. La visita se
vio interrumpida, después de 10 juegos, por la partida de los visitantes, que solo
pudieron ganar 3 de 10.

Ya están camino de Norte América varios players de los que componían el


famoso All Americans… Otros también preparan sus bagajes… ¿Por qué no
terminaron su serie con los clubs cubanos como lo hiciera el Pittsburgh?
¡Imposible! No venían revestidos de la disciplina y severidad que predomina en
el seno de todos los teams de las Grandes Ligas -precisamente de donde
proceden casi todos ellos… Faltaba un manager que les exigiese y les obligase
a cumplir con su deber y a proceder con más interés en las justas en que
tomaron parte, a las cuales asistía el público con deseos de ‘ver jugar a la pelota’
y no de presenciar espectáculos tan poco favorables para el buen nombre de los
que en ellos toman parte. En fin, que el pago a sus pocos deseos de lucimiento y
su demostrada indiferencia en ganar o perder, ha tenido como único lógico
resultado, que el Señor Linares (Abel) rescindiese el contrato que tenía con ellos,
y… los mandase a paseo. El que a estas horas, con toda seguridad deben estar
disfrutando.[5]
Y para 1920, La Habana y Santiago de Cuba volverían a vibrar de
emociones, con la llegada del fenómeno Babe Ruth, un Bambino
inigualable.
(Continuará).
[1] Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga: La estrella fugaz de Ty Cobb en La
Habana. Cubadebate, 8 de agosto de 2015.
[2] Ídem.
[3] Severo Nieto: José Méndez, El Diamante Negro, p. 40.
[4] Diario de La Marina, 11 de octubre de 1919.
[5] Diario de La Mariana: ¡All Americans good by! 3 de diciembre de 1919,
columna 2, p. 15.

Las Series Cubano-Americanas (III)


Por: Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga
En este artículo: Béisbol, Cuba, Deportes, Fotografía, Grandes Ligas de Béisbol
15 marzo 2016 | 4 |
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“A Ruth no le gustó la comparación con Torriente”. James D. Cockroft


En 1920 se produciría la visita más espectacular en la pelota de la Isla,
cuando Babe Ruth arribó a Cuba con el New York Giants, a las órdenes de
John McGraw. El avezado empresario Abel Linares, le pagó 10 mil dólares en
efectivo con todos los gastos para él, su esposa y el secretario particular, más
otros 10 mil, poco después.
Hecho de repercusión popular, que trascendió al deporte. El equipo llegó el 16
de octubre y El Bambino lo hizo el sábado 30 del propio mes, contratado para
jugar 10 desafíos. En ese momento tenía veinticinco años de edad y los New
York Yankees lo había comprado al Boston Red Sox por 100 mil dólares, una
cifra astronómica entonces. Los Gigantes terminarían con 9 juegos ganados, 5
perdidos y 3 empates.
Así contó Abel Linares la contratación:

Luego de otras dos conversaciones con John Igoe, le entregué 10 mil dólares en
efectivo al firmarse el contrato y una semana más tarde le envié otra cantidad
similar, así como los tres boletos en avión. Babe Ruth se incorporaría a los
Gigantes de New York el 30 de octubre y participaría, a partir de ese día, en 10
de los 20 choques pactados contra los equipos Habana y Almendares.[1]
La figura del Bambino se robó el show, pero el héroe resultaría Cristóbal
Torriente, quien la tarde del 4 de noviembre de 1920 conectó tres jonrones, en
una jornada de 5-4, incluido un doble; Ruth no pudo descifrarle los lanzamientos
a Isidro Fabré. Para tratar de contener la furia del cubano, en el quinto McGraw
envió al box al propio Babe, quien soportó el doblete y dos entradas después el
tercer jonrón, con un batazo que voló al jardinero central; los primeros fueron por
el jardín derecho. Al final de la serie Torriente había acumulado .378, y el
legendario rival .345.
A partir de allí el yanqui mayor admiró al moreno zurdo, aunque no le hizo gracia
que le llamaran Babe Ruth Cubano. Como tantos, cargando una calidad
insuperable, Torriente no pudo actuar en Grandes Ligas por el color de la piel.
De todas formas, un tanto airado y en tono de chanza, al finalizar el juego, el
también llamado Bebé de Dunn declaró:
Era tan negro como una tonelada y media de carbón en un sótano oscuro”, para
acto seguido afirmar: ‘Si pudiera llevarme al lanzador José de la Caridad Méndez
y al jonronero Cristóbal Torriente para mi equipo, ganaríamos el gallardete
comenzando el mes de septiembre y después nos iríamos a pescar’.[2]
Torriente llevó a su casa una colecta de 246 pesos y Ruth se echó en los
bolsillos la pactada suma de 2 000 dólares. El Bambino también jugó pelota
vasca, bebió las buenas cervezas cubanas y se fue a Santiago de Cuba, donde
un pitcherprácticamente desconocido: Jorge Guillén, lo ponchó en varias
ocasiones.
En 1921 visitaría la isla el Memphis de las Menores, de cuyos encuentros se
conservan pocos datos y después el Brooklyn Dodgers, en los meses de
noviembre y diciembre, para enfrentarse al Habana de Miguel Ángel González y
el Almendares de Adolfo Luque. Asimismo, se conformó una selección de los
dos equipos, para tratar de someter a los del Norte, ya que habían salido mal
parados en la confrontación. Fue pobre la afluencia de público.

La gran crisis actual, que todo lo envuelve, ha caído sobre nuestro gran juego
nacional como pesada manta de plomo. Y el buen público habanero, los
fanáticos irreductibles del base ball profesional, deben aprovechar los
poquísimos días que le restan de estancia en La Habana a los Dodgers para
relamerse de gusto, ya que casi es seguro no nos visiten clubs de Ligas Mayores
hasta que este estado de cosas no termine.[3]
Aquella selección, a la que llamaron Cuba, a las órdenes del manager-jugador
Adolfo Luque, se impuso a los visitantes (3-2). En un total de veinte partidos, el
Brooklyn obtuvo balance de 12-8.

Las Series Americanas se reanudarían de forma endógena. Entre el 5 y el


16 de febrero de 1925, se organizó un torneo para disputar la “Copa López
del Valle”, en honor del Dr. José A. López del Valle, entonces presidente de
la Liga Profesional Cubana. La misma ha sido aceptada por los críticos como
la continuidad de las Series Americanas. En ella también se rindió tributo al
Comisionado de las Grandes Ligas, Kenesaw Mountain Landis, o simplemente el
Juez Landis, de visita en La Habana.
Se conformaron dos equipos con jugadores de la Liga Profesional Cubana: All
Cubans, de solo cubanos y el All Yankees, con norteamericanos. El 9 de febrero
de 1925 actuó El Diamante Negro, quien había llegado a la Isla con el título de
campeón en la I Serie Mundial de las Ligas Negras como manager-lanzador del
Kansas City Monarchs. El juez Landis lanzó la primera bola desde el palco
presidencial. Méndez fue relevado en el sexto por el zurdo Emilio Palmero y por
los norteños lo hizo Cooper, quien a la postre se llevó la victoria 2 x 1.
El Comisionado de las Mayores declaró: “Ese juego de dos por una que vi el otro
día en La Habana, me hizo sentir muchísimas emociones. Fue una verdadera
exhibición de Serie Mundial…” En total se efectuaron ocho juegos, con 5-2 a
favor de los norteamericanos, y 1 empate.

En febrero de 1926 causó furor en el sexo masculino una visita de jugadoras de


los Estados Unidos. Resultó un team al que llamaron Bloomers Girls. Se
efectuaron varios desafíos con hombres, a los que vencieron y cayeron
derrotadas, pero lo menos que importó fueron las victorias y las derrotas. A partir
de allí se motivarían jugadoras de calibre en la Isla.
Desde diciembre de 1929, el Gran Stadium Cervecería La Tropical era sede del
fútbol soccer, muy popular entonces. Para octubre de 1930, una vez finalizada la
Serie Mundial en los Estados Unidos, Julio Blanco Herrera, dueño de la
instalación, contrató a jugadores de primer nivel de las Grandes Ligas para una
serie de partidos entre ellos, con el propósito de revivir los días de gloria de la
Liga Profesional Cubana, seriamente dañada por la crisis mundial y la tiranía de
Gerardo Machado.
En la segunda semana de octubre se efectuaron siete partidos. Los veinticinco
jugadores se dividieron en dos bandos: Estrellas de Ens y Estrellas de Bancroft
(apellidos de los managers). Comenzó el 10 de octubre, con bombos y platillos y
fue todo un éxito, con más de 20 000 aficionados que colmaron la instalación. De
esa forma, la parte principal de la llamada Serie Americana, sería con jugadores
norteamericanos. Al final se impusieron los de Ens a los de Bancroft (5-2).
Asimismo, celebrarían juegos intercalados contra Habana y Almendares,
asumiendo el nombre de Estrellas Americanas, una selección de ambos equipos.
El primero fue un notable duelo entre Ramón El Profesor Bragaña, por el Habana
y Carl Hubbell, quien al final se impuso 2 x 1; se destacó Alejandro Oms (4-2).
En el partido de despedida, el veterano Silvino Ruiz, del Almendares, se
consagró cuando dejó a las Estrellas Americanas en solo 2 anotaciones y 7 hits,
para acreditarse un triunfo que rescató la vergüenza nacional.[4]
Coincidiendo con las Estrellas de Ens y de Bancroft, llegó a La Habana el
Louisville Colonel, de categoría AA, que efectuaría un total de trece desafíos
ante Habana y Almendares, así como 1 ante el Víbora, al que derrotó 9 x 4. El
Louisville obtendría 10 victorias, contra 1 el Habana y 3 el Almendares. El juego
del 20 de octubre fue suspendido por lluvia. Evidentemente, los equipos criollos
estuvieron diezmados por la preparación y enfrentamiento ante los equipos de
Grandes Ligas que nos visitaban.

A fines de marzo de 1931, el Brooklyn Dodgers jugó cinco encuentros en La


Tropical. El manager, Wilbert Robinson, dividió su equipo en dos: Brooklyn
Robins y Brooklyn Dodgers. En el primero de ellos estarían los jugadores
regulares y en el otro la reserva. La serie terminó 3-2 a favor del primero, con
destaque para Adolfo Luque, quien lanzó una lechada.
Hubo un impasse en las Series Cubano-Americanas por falta de seguridad,
debido a la violencia desatada por la dictadura de Gerardo Machado y su
derrocamiento. Por la misma causa, la Liga Profesional Cubana dejó de
efectuarse en 1933-1934.

En marzo de 1936, llegó el St. Louis Cardinals. En cuatro encuentros ante


Habana y Almendares, dividieron honores. Las derrotas fueron contra los Rojos y
las victorias con los Azules. Se destacó Basilio Brujo Rosell desde la lomita, y al
bate lo hizo Salvador Hernández, ambos del Habana.
En 1937 regresaron los New York Giants, dirigidos por Bill Terry. Se
efectuaron siete desafíos entre equipos amateurs (3) y el resto contra
Habana y Almendares, así como dos ante el St. Louis Cardinals, que vino a
enfrentarlos. La serie se desarrolló entre el miércoles 24 de febrero (Grito
de Baire) y el domingo 14 de marzo. Entre ellos dividieron honores.
En su debut del 24 de febrero, contra las Fuerzas Armadas, cayeron 7 x 4 ante
los envíos de Juan Eckelson. El día 27, el Brujo Rosell, del Habana, los redujo 9
x 1. El 28 volverían a caer, ahora contra Ramón Bragaña, del Almendares (6 x
1). El jueves 4 de marzo derrotaron a Agapito Mayor, del Fortuna, equipo
campeón de la Liga Nacional Amateur. El sábado 6, el zurdo Carl Hubbell
derrotó al Habana (7 x 3). Pero el domingo 7 caerían ante las ofertas de
Rodolfo RudyFernández, del Almendares (4 x 0). El último juego fue contra una
selección mixta de jugadores cubanos, donde en once entradas quedaron
empatados a 1 carrera; Bragaña lanzó todo el desafío.
En 1938 nos visitó el Homestead Grays, de las Ligas Negras. El 8 de octubre
caerían ante Silvino Ruiz, del Habana (6 x 2), con derrota para Terry McDuffie. El
10 de octubre (Grito de la Demajagua), vencieron al Almendares (2 x 1), con
victoria para Raymond Jabao Brown y derrota de René Monteagudo. El día 11
volverían a caer, ahora ante las ofertas de Tomás de La Cruz, también de los
Rojos (7 x 2), perdió R. Partlow. El día 12 Brown volvería a vencer al Almendares
(1 x 0), y perdió Jorge Pancho Comellas.
El día 15 se integró una selección de jugadores cubanos, a la que llamaron
Picked Nine, que derrotó a los Grays (3 x 2), con victoria para René Monteagudo
y derrota de R. Partlow. Terminaría la serie el día 17, cuando ganó selección
cubana (5 x 4), desafío que ganó Silvino Ruiz y el derrotado fue B. Brown. Los
lanzadores más destacados fueron Silvino Ruiz y Raymond Brown, y a la
ofensiva se lucieron Cando López (.615) y el inmortal receptor
norteamericano, Josh Gibson (.347).
Regresaría el Homestead Grays en octubre de 1939, y ante el asombro de
todos, resultó invicto en sus seis presentaciones, al vencer dos veces al Habana,
al Almendares y a una Selección Cubana de Estrellas, todos con las principales
figuras.

En marzo de 1940 arribaron el Cincinnati Reds y el St. Louis Cardinals, para


enfrentar a una Selección Cubana. Los Reds solo pudieron imponerse en
un desafío, pero los Cardenales ganaron los 3 primeros en una serie de 4.
La victoria cubana sería el día 31 (4 x 2), con el zurdo Agapito Mayor. Con
los Cardenales vino el también zurdo Max El Monstruo Lanier, quien sería
una figura destacada del Almendares años después, junto a Agapito Mayor.
Entre febrero y marzo de 1941, se presentaron los siguientes equipos: Brooklyn
Dodgers, Boston Red Sox, New York Giants, Cleveland Indians y el Cincinnati
Reds, para desarrollar un amplio programa en La Tropical. Una buena parte de
los desafíos los jugarían entre ellos.
Se conformó una Selección Cubana que enfrentaría cinco veces a los Dodgers,
entre el martes 11 y el domingo 16. Alrededor del viernes 28 de febrero y el
domingo 2 de marzo jugaron los Gigantes y los Dodgers. Este último equipo lo
haría con el Cleveland el viernes 7, sábado 8 y domingo 9 de marzo. Los días
28, 29 y 30 de marzo, el Boston contra los Rojos. Pero la noticia más destacada
de aquella serie sería la victoria 2 x 1 del amateur Juanito Decall, ante el Boston,
a quienes permitió solo 5 imparables.
El desafío provocó un sinnúmero de comentarios, como el de Jack Malaney,
del Boston Post (ver La Leyenda del Béisbol Cubano, de Ángel Torres, p. 116),
quien escribió que no había otro equipo amateur, ni de Ligas Menores, por
debajo de Doble y Triple A, que pudiera vencer a la Selección Cubana.
En ese juego no alineó el genial Ted Williams, quien llegó a La Habana, pero
prefirió irse a pescar. No olvidemos que en esa temporada se convertiría en el
último bateador (hasta el día de hoy), que haya conectado sobre la codiciada
marca de los .400, en las Mayores (.406).
Aquella selección, a las órdenes de Reinaldo Cordeiro, se confeccionó
íntegramente por jugadores de la Liga Nacional de Béisbol Amateur, con
estelares como Juan Ealo, Napoleón Reyes, Quilla Valdés, Mario Fajo y Luis
Suárez en el cuadro; los jardineros Antonio Loco Ruiz, José Luis García y
el Guajiro Rodríguez. Entre los lanzadores
estuvieron Juanito Decall, NatillaJiménez, Daniel Parra y Tomás Echevarría. El
receptor sería José Hernández. Ellos procedían, indistintamente, de los equipos
Círculo Militar, Cuban Telephone, Teléfonos, Hershey Sports Club, Fortuna,
Universidad, Regla y el ADC (Asociación Deportiva de Cuba).
En 1942 regresó el Brooklyn Dodgers a La Tropical, para enfrentarse al New
York Giants. También jugaron contra una Selección Cubana, al mando
de JoseítoRodríguez, que los superó en tres desafíos y perdió 2. Lo más
recordado fue una jugada sensacional del jardinero izquierdo, Alejandro Crespo,
quien le robó un jonrón al torpedero Pee Wee Reese (miembro del Salón de la
Fama de Cooperstown), y con ella alcanzó la victoria Agapito Mayor, en la tarde
del 7 de marzo de 1942 (4 x 2). Tomás de la Cruz y Rodolfo Fernández, serían
los vencedores de los otros dos desafíos.
Los New York Cubans, de Alejandro Pompez, llegaron en 1945 a las órdenes de
José María Fernández, con una buena parte de jugadores nativos, para enfrentar
a una Selección Cubana, al mando del manager-jugador Fermín El IsleñoGuerra.
Los del patio ganaron 4 y empataron 1. En las filas de Pompez se
desempeñaron hombres como Chiflán Clark, Rogelio Mantecao Linares, Rafael
Noble, el zurdo Luis Tiant y otros. Por los del patio alinearon algunos jugadores
de Grandes Ligas: Fermín Guerra, Gilberto Torres, Isidoro León y René
Monteagudo, así como otros estelares de las Menores: Mario
Fajo, Chino Hidalgo y Natilla Jiménez.
En marzo de 1946 vinieron dos equipos de las Mayores: Washington Senators y
el Boston Red Sox, que contaba de nuevo en sus filas con Ted Williams. Por la
Selección Cubana alinearían jugadores de la talla de Jorge Comellas, Fermín
Guerra, Gilberto Torres, Orestes Miñoso, Regino Otero, Alejandro Crespo, Pedro
Formental, Jiquí Moreno, Natilla Jiménez, Cocaína García, y otros. El Boston se
enfrentaría dos veces al Washington (1-1). La gente corrió a ver batear al Gran
Teodoro, que respondió con un batazo sideral.
Este último equipo celebró un total de 5 juegos contra la Selección Cubana,
los días 12, 13, 14, 16 y 17, donde los del norte terminaron invictos. El líder
bateador de la serie fue el torpedero Silvio García (15-9-.600).
Y en 1947 arribaría a la Isla, con el New York Dodgers, un hombre que a partir
de aquel año haría historia en el béisbol mundial, por su calidad y el color de la
piel: Jackie Robinson.
(Con documentación de Severo Nieto, Eladio Secades, Raúl Diez
Muro, EddyMartin, Alfredo Santana, Juan A. Martínez de Osaba y Goenaga,
Félix Julio Alfonso López, Ismael Sené, Yasel Porto Gómez, Adonhay Villaverde
Blanco, Guías del Béisbol Profesional Cubano, Enciclopedias de las Grandes
Ligas, Jorge Figueredo, René Molina, Andrés Pascual, Fernando Rodríguez
Álvarez, Marino Martínez, Michael M. Oleksak, Peter Bjarkman, James D.
Cockroft, Jorge Alfonso, Ángel Torres, Carlos Castillo, Jesús Alberto Rubio, y
otras fuentes).
[1] Jorge Alfonso: Visita del Bambino a Cuba. Página web Beisbol cubano.
[2] James D. Cockroft: Latinos en el béisbol. Editorial de Ciencias Sociales. La
Habana, p. 15.
[3] Guillermo Pí: Diario de la Marina, 6 de diciembre de 1921.
[4] Ángel Torres: La Leyenda del Béisbol Cubano, p. 86.
Ted Williams en La Tropical (1946)
Mujeres (1926)

Estrellas de Ens vs Estrellas de Bancroft, 1930 (La Tropical)


Brooklyn Dodgers vs New York Giants (Marzo de 1942, La Tropical)

St. Louis Cardinals (1936)


Serie Americana de 1941

Ruth en La Habana, (cuarto de pie 1920)


Cuba en el Series del Caribe 1949 - 1960
Por Edwin Kako Vazquez - El clásico febrerino de la Serie de Caribe ha sido
por tradición el conclave deportivo que ha servido familia caribeña en presencia
de sus grandes ídolos. Es un hallar de emociones que recoge el sabor a béisbol
que fluye por las venas de toda la multitud Hispanoamérica sigue este deporte.
Muchos fueron los peloteros gallardos que desfilaron por las aulas de aquella
primera etapa que constituyó el párvulo de esta gran competencia. A través de
los años este certamen se ha convertido en el plato exquisito del gran litoral
caribeño. Retrocedamos al pasado para ofrecer gloria y respeto para estos
hombres que a pesar de las muchas dificultades que se cruzaron en su camino
supieron dar lo mejor de ellos dentro del terreno de juego.
Fueron gladiadores sumergidos en el marco socio deportivo de una época no
muy católica e irreverente siendo su regalo el aplauso y el respeto por aquella
fanaticada que daba vivas en cada encuentro al que asistían. Para muchos
resultó ser una religión que llenó de esperanza el espacio vacío que latía en su
diario vivir. Época de alegría lisonjera que sirvió para cultivar la amistad entre los
pueblos por que resultó ser ese regalo legítimo que se hicieron ellos mismos
edificando una mejor humanidad. El creador se encargó de dar la pincelada
correcta del significado real de la palabra deporte en su más alto nivel. Cuba,
Puerto Rico, Venezuela y Panamá sembraron la semilla convirtiéndose en
bastiones sólidos que sirvieron de base para que este espectáculo tuviera la
distinción, la esencia y la elegancia que lo caracteriza hoy día.

Cuando rebuscamos en sus cofres memoriales encontramos un contingente de


grandes anécdotas, casos, cosas y curiosidades que estos primeros pioneros le
brindaron a toda la claque deportiva de aquella época. En esta oportunidad
traeré a colación los nombres de los personajes cubanos y americanos que
representaron a Cuba y sé que ustedes los recordaran con mucho cariño. Honor
a quien honor merece, quitémonos el sombrero y digámosle gracias por su
fecunda y fiel participación en esta primera etapa de éste clásico.

JUGADORES CUBANOS Y AMERICANOS QUE REPRESENTARON A CUBA


PRIMERA ETAPA

Ultus Alvarez- (Cienfuego) (1956-1960), Santos "Canguro" Amaro (Almendares)


(1949-1950), Edmundo "Sandy " Amoros (Habana) (1951-1952-1953)
(Almendares (1959), José Joaquín Azcue (Cienfuegos) (1960), Asdrubal Baró
(Almendares) (1954) (Marianao (1957-1958), Bob Boyd (Cienfuegos) (1956),
Avelino Cañizares (Almendares) (1949- 1950).

Leo Cárdenas (Cienfuego) (1960), Sam Chapman (Almendares) (1954), Kevin


Connors (Almendares) (1949), Alejandro Crespo (Habana) (1951-1952-1953),
Juan Delis (Marianao) (1957-1958), Carlos "Jiqui" DeSouza (Almendares)
(1950), Fernando Díaz Pedroso (Habana) (1951-1952), Henry John Dotterrer
(Cienfuegos) (1960), Salomón "Solly" Drake (Marianao) (1957-1958), Dan
Dubbeck (Cienfuegos) (1960).

Don Eaddy (Cienfuegos) (1960), Andrés Fleitas (Almendares) (1949-1950),


(Habana) (1952-1953).Pedro Formental (Habana) (1952-1953), Francisco
Gallardo (Almedares) (1949). René González (Almendares) (1949-1951)
(Habana) (1952), Gene Handley (Almendares) (1950), Monford "Monte" Irvin
(Alemendares) (1949), Sam Jethroe (Almendares) (1949), Johhny "La Araña"
Jorgensen (Habana) 1951-1952-1953), Lou Klein (Habana) (1952-1953).

Jorge López (Habana) (1953) (Cienfuegos) (1956), Al Lyons (Almendares)


(1955), Román Mejías (Almendares) (1955) (Cienfuegos) (1960), Guillermo
"Willie" Miranda (Almendares) (1949-1950-1954-1955-1959), Rocky Nelson
(Almendares) (1955-1959), Rafael "Ray" Noble (Cienfuegos) (1956-1960)
(Marianao) (1958), Carlos Paula (Almendares) (1959), Damon Phillips (Habana)
(1953).

Earl Rapp (Almendares) (1954-1955), Witremundo "Witty" Quinatana (Marianao)


(1957-1958), Héctor Rodríguez (Alemedares) (1949-1950-1954-1955), Hiraldo
Sablón (Cienfuegos) (1960), Oscar Sardiñas (Habana) (1953) (Almendares)
(1954-1955), Angel Scull (Almendares) (1954-1959), Milton Smith (Cienfuegos)
(1956) (Marianao) (1958), Hal Smith (Marianao) (1957).

Gilberto Torres (Habana) (1951), Bob Usher (Habana) (1953), Gilberto "Jockie"
Valdivia (Almendares) (1949) (Habana) (1951), José Valdivieso (Almendares)
(1955), (Marianao) (1957-1958), Juan Vistuer (Almendares) (1955) (Cienfuegos)
(1956), Lee Walls (Almendares) (1955), Del Wilber (Habana) (1951), Artie Wilson
(Cienfuegos) (1956), Casey Wise (Marianao) (1958), Antonio Zardón (Habana)
(1951), Rudolfo Arias (Marianao) (1957-1958), Bill Ayers (Habana) (1951-1952),
Jim Bunning (Marianao) (1957), Pedro Carrillo (Cienfuegos) (1960), Jackie
Collum (Habana) (1952), Sandalio Consuegra (Cienfuegos) (1956), Mike Cuellar
(Almendares) (1959).

Lino Donoso (Almendares) (1955), Karl Drews (Almendares) (1950), Cliff Fannin
(Almendares) (1954), Thomas Fine (Habana) (1952), Miguel "Mike" Fornieles
(Marianao) (1957-1958), Art Fowler (Almendares) (1959), René Gutierrez
(Cienfuegos) (1956), Fred Hahn (Marianao) (1957), Bob Hooper (Almendares)
(1950), Clarence "Hooks" Iott (Alemendares) (1954), Tom LaSorda (Almendares)
(1959), Vicente López (Almendares) (1949-1950) (Marianao) (1957), Conrado
Marrero (Almendares) (1949-1950-1954) (Marianao) (1957), Morris Martin
(Almendares) (1949), Rogelio "Limonar" Martínez (Habana) (1952-1953).

Agapito Mayor (Almendares) (1949), Lester McCrabb (Almendares) (1950), Seth


Morehead (Cienfuegos) (1956), Angel Oliva (Marianao) (1958), Camilo Pascual
(Cienfuegos) (1956-1960) (Almendares) (1959), Marino Pieretti (Cienfuegos)
(1956), Pedro Ramos (Cienfuegos) (1956) (1960) (Marianao) (1958), Raúl
Sánchez (Almendares) (1955) (Cienfegos), Bob Shaw (Marianao) (1958), John
"Jocko" Thompson (Habana) (1953), Bill Werle (Marianao) (1957-1958), Hoyt
Wilhelm (Habana) (1951), Eddie Wright (Almdares) (1949), Adrián Zavala
(Habana) (1951-1953).

CAMPE0NATOS DEL CARIBE GANADOS POR CUBA

Cuba ganó (7) campeonatos caribeños durante la primera etapa representados


por Almendares (1949) (Fermín Guerra), (1959) (Clemente Carrera), Habana
(1952) (Miguel Ángel González), Cienfuegos (1956) (Oscar Rodríguez) (1960)
(Antonio Castaño), Marianao (1957) (Napoleón Reyes) (1958) Napoleón Reyes.
Cuba fue sede en (3) ocasiones (1950) (1953) (1957), en las series particulares
los cubanos terminaron contra: Puerto Rico (12-11), Panamá (18-6) y Venezuela
(21-3), en resumen jugaron 72 partidos con marca de (51-20) (718%).

CAMPEONES BATES REPRESENTANTES DE CUBA

Cinco representantes de Cuba se proclamaron Campeones Bates


consecutivamente desde (1949-1954), ellos fueron:Al Gionfrido (Almendares)
1949, (15-80 (533), Héctor Rodríguez (1950) (Almendares) (19-90 (474), Lorenzo
Cabrera (Habana) (21-13) (619), Edmundo Amorós (Habana) (20-9) (450) y
Pedro Formental (Habana) (25-14) (560). Rocky Nelson (Almendares) (1955)
(17-8) (471), Rafael Noble (Cienfuegos) (20-10) (500), Solly Drake (Marianao)
(20-10) (500).

CAMPEONES JONRONEROS - Monte Irving (Almendares) (1949) (2), Ray


Ortieg (Almendares) (1954) (2)

CAMPEONES CARRERAS IMPUSADAS - Monte Irving (Almendares) (1949)


(11), Bob Boyd (Cienfuegos) (1956) (11), Orestes Miñoso (Marianao) (1957) (7)

EQUIPOS CUBANOS-SERIES - Alacranes de Almendares (5) (19-11), Rojos de


la Habana (3) (12-5), Elefantes de Cienfuegos (2) (11-1) y Tigres de Marianao (2)
(9-3)

Béisbol cubano: una tradición centenaria

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7 Mayo, 2012 2 comentarios
Por:
Luis Jesús González
Pasión nacional durante más de una centuria, el béisbol remonta sus inicios en
Cuba a la séptima década del siglo XIX, cuando, aún en su estado rústico, un
pequeño grupo de practicantes tuvieron que soportar el rechazo de las
autoridades coloniales y de los sectores más conservadores de la sociedad
habanera, que en gesto despectivo llamaron “juego de pelota” al joven deporte
que comenzaba a restar aficionados a sangrientas diversiones como las peleas
de gallo y las corridas de toros.
Sin proponérselo, la llegada del béisbol expandió el ya ancho abismo entre
cubanos y españoles, envueltos entonces en la primera guerra de
independencia. Para los primeros, la novedosa práctica deportiva constituyó otro
elemento para diferenciarse de las costumbres de la metrópolis, en tanto que
para los españoles era algo lleno de términos imposibles de asimilar.
Doce años después de los inicios en Cuba del “juego extranjero”, Nemesio Guilló
y Emilio Sabourín fundan el Club Habana y unos meses después del fin de la
Guerra de los Diez Años, un grupo de antiguos estudiantes cubanos en Nueva
York crean el Club Almendares, entre cuyos integrantes aparecerian un vasco y
un asturiano, primeros extranjeros en practicar el béisbol en Cuba.
El Habana, identificado con el color rojo, fijó su plaza en la entonces remota zona
del Vedado, muy cerca del mar y de la línea del tranvía, por esos tiempos tirados
por mulos, en el área donde se asienta desde hace más de 70 años el hospital
materno América Arias y lugar en el que se eleva un pequeño obelisco en honor
de Emilio Sabourín,uno de los fundadores de la primera plaza beisbolera de
Cuba.
Tan en serio se tomaron los habanistas la práctica del béisbol, que el 27 de
diciembre de 1879 aceptaron el reto de una novena matancera y en los terrenos
del Palmar de Junco, en las afueras de la ciudad yumurina escenificaron el que
se considera el primer partido jugado en Cuba, ganado por los habaneros 23
corridas por siete.
Por su parte el Almendares, que adoptara de sus inicios la divisa azul, se radicó
en la exclusiva zona del Cerro, más propio de la alcurnia de sus integrantes,
poco habituados a la sesiones de entrenamiento, razón de sus constantes
derrotas frente a sus rivales habanistas.
Con el paso del tiempo, la pelota, sobrenombre aceptado en toda la Isla,
comenzó a ganar adeptos, quienes con sus hazañas deportivas llegaron a
convertirse en pequeños héroes locales, muchas veces objeto del resentimiento
de los elementos más agresivos del integrismo español, los cuales se
agudizaron con el estallido del levantamiento independentista de 1895, al punto
de que la práctica del béisbol fue prohibida por el gobierno colonial, que la
consideraba un pretexto para reuniones conspirativas.
Ante la represión, muchos de los jugadores y directivos de los equipos
habaneros empredieron el camino del exilio, al tanto que otros engrosaban las
filas del naciente Ejército Libertador o partían desterrados a las prisiones
coloniales en el norte de África. Entre estos últimos estuvo Emilio Sabourín que
moriría en una prisión española y de quien el patriota Juan Gualberto Gómez, su
compañero de cautiverio dijera: “amó tres cosas en la vida: Cuba, su familia y el
béisbol”.
Trasladada la costumbre a Estados Unidos, trabajadores cubanos organizaron
en Cayo Hueso una liga similar a la cubana, con los elencos Habana y
Almendares, a los que se sumarían los carmelitas del Key West Browns,
ganador del torneo de 1897-98, último de las lides cubanas escenificadas en
tierras norteamericanas.
Poco antes de finalizada la guerra, un grupo de jóvenes tabaqueros e hijos de
cubanos formaron el Club Cuba, destinado a recaudar fondos para la causa
independentistas mediante la práctica del béisbol, pero como no podían jugar los
domingos debido a prohibiciones religiosas de Estados Unidos, lo hacían los
lunes a cambio de perder el jornal de un día y de entregar a la revolución los
ingresos de la taquilla.
En 1901, Abel Linares, quien había sido secretario de la Sociedad Martí en Cayo
Hueso, en unión al jugador Agustín Molina conformaron un elenco denominado
All Cubans, en el que figuraron algunos de los legendarios pioneros del béisbol
en la Isla, como Antonio María García, más conocido por El Inglés y el célebre
lanzador Carlos “Bebé” Royer.
Ambos formarían una de las más asombrosas baterías de su tiempo,
caracterizada por el desempeño deportivo del Inglés, al mucho calificarían como
el mejor jugador de su época y por el potente brazo de Royer, precursor de los
lanzadores de bola rápida, pero en tiempos en que los receptores dependían de
una pequeña guantilla.
Esta primera incursión del béisbol cubano más allá de los límites de la Isla
resultó un fracaso en el plano económico, pero tuvo el acierto de difundir la
calidad alcanzada por los cubanos ante un público asombrado por la maestría de
sus jugadores.
Respaldados a medias por sus respectivas organizaciones y libres de las
presiones del profesionalismo, los jugadores cubanos no tuvieron la pelota como
único medio de vida, ya que mientras uno lo hacían por placer, otros alternaban
la práctica deportiva con empleos eventuales. Incluso los más sobresalientes
jugadores participaban en apuestas con aficionados a partir de sus propias
habilidades.
En 1911, el almendarista Armando Marsans se convertía en el primer cubano en
ingresar en un equipo de las Grandes Ligas Norteamericanas, al firmar un
contrato con los Rojos del Cincinnati y ubicarse como el segundo
latinoamericano en hacerlo, ya que en 1902 el colombiano Luis Castro había
intervenido en 41 partidos con los Atléticos de Filadelfia.
A la inclusión de Marsans siguio al año siguiente la del receptor Miguel Ángel
González con los Bravos del Boston, primero entre los cubanos en superar el
millar de partidos jugados y primer latino en dirigir una franquicia de Grandes
Ligas, cuando en 1944 comandó de forma interina a los Cardenales de San Luis.
Durante años la segregación racial marginó a numerosas figuras cubanas y
norteamericanas, las que quedaron restringidas a los clásicos nacionales o a las
llamadas Ligas Negras. Jugadores de la calidad jamás llegaron a las exclusivas
Grandes Ligas y sólo Martín Dihigo recibiría el tardío reconocimiento, al ser
incluido entre los inmortales de Cooperstown en 1977.
Hasta 1947, año en que Jack Robinson rompiera la llamada “barrera de la raza”,
el número de jugadores cubanos superó en cantidades considerables la
presencia de mexicanos, puertorriqueños, venezolanos y dominicanos, por lo
que la erradicación de la discriminación racial incrementó la presencia de
cubanos en las Mayores, al punto de que a finales de los 50, el total de
jugadores de la Isla era superior a la nómina completa de uno de los 16 equipos
existentes en las Ligas Nacional y Americana.
La Liga Cubana de Béisbol, matizada por la histórica rivalidad entre Habana y
Almendares, prosiguió su curso durante casi medio siglo, pero ahora en función
de los equipos de las Grandes Ligas norteamericanas, las que encontraron en
los torneos invernales de la Isla un campo de entrenamiento para sus talentos, al
extremo de que en la alineación regular del Habana de los 50 llegaron a figurar
sólo dos jugadores nativos.
Paralelamente, diversas ligas locales u organizadas por diferentes empresas o
sectores desarrollaron diferentes eventos beisboleros bajo la condición de
amateurs, aunque en realidad cobraban por representar a sus respectivas
entidades. Algunos de estos jugadores, pertenecientes a los conjuntos,
agrupados en la Asociación Atlética Amateurs, integraron las selecciones
nacionales en eventos internacionales.
En certámenes amateurs Cuba ha cosechado antes y después de la erradicación
del profesionalismo todos los títulos disputados entre los que se incluyen los
torneos olímpicos de 1992 y 1996, más de una veintena de mundiales y casi
todas las Copas del Mundo, al punto de clasificar como la nación con el mejor
béisbol del mundo.
Cuando Jackie Robinson jugó en Venezuela
Abril 15, 2017Rafael David Sulbarán
El 24 de noviembre de 1945, llegó Jackie Robinson a Caracas.
La vida de este sureño nacido en el estado de Georgia 26 años antes estaba
dando un giro espectacular, y con él, cambiaba para siempre la historia del
béisbol.

Robinson viajó a Caracas aquel sábado, junto con una docena de figuras de las
Ligas Negras, el movimiento beisbolero creado por dirigentes y jugadores
afroamericanos en Estados Unidos durante el ominoso tiempo de la segregación
racial en los diamantes.

José Eduardo Espinoza recuerda bien aquella visita, que plasmaría en uno de
los capítulos de su libro Beisbol Negro. Nacido en el estado Zulia, fue uno de los
centenares de aficionados que abarrotó el Estadio Olímpico de Maracaibo, una
de las dos ciudades venezolanas que acogieron al grupo de jugadores
estadounidenses, reunidos en la divisa American All-Stars.

Con Robinson también viajaron el receptor Roy Campanella y el inicialista


Buck Leonard, con quienes compartiría, años después, un lugar en el Salón de la
Fama de Cooperstown. Su contrato con Montreal, la sucursal de liga menor de
los Dodgers de Brooklyn, había sido anunciado semanas antes por el gerente
general del equipo, Branch Rickey.
Robinson, Campanella, Leonard y sus demás compañeros de aventura fueron
contactados por los empresarios Alejandro Blanco Chataing y Bernardo Vizcaya.
La expedición duraría hasta el 4 de enero.

“Esa misma tarde (de su llegada) debutaron en el viejo Estadio de San Agustín,
para confrontar a las Estrellas del Caribe”, precisa Espinoza.

Robinson dio un jonrón ese día, en el parque caraqueño.

“Había gran expectativa, porque la prensa había hablado mucho de ellos“,


explica Javier González, historiador, director y fundador del Museo del Beisbol
en Venezuela, con una obra que abarca ya 18 libros. “Martín Dihigo, Cocaína
García, Alejandro Oms habían jugado en nuestro país, y por eso la gente sabía
que esos negros eran muy buenos jugando pelota”.
Así los recibieron y así los llamaron, a pesar del nombre oficial de la
escuadra: “Las Estrellas Negras, por la calle del medio”, recuerda González.
En el Caribe, y especialmente en la mestiza Venezuela, el apelativo “negro” no
sólo es común, sino que incluso se usa como expresión de afecto. “Este no es
un país con ese tipo de prejuicios”.v Los periodistas más reputados de la época,
Abelardo Raidi, Chiquitín Ettedgui o Franklin Whaite, buscaban entrevistas
exclusivas con cada uno de los expedicionarios.
“En una de esas entrevistas”, apunta González, “Robinson aseguró que
estaba preparado para jugar ya en las Grandes Ligas”.
Los pocos números que están disponibles respaldan su afirmación. Recoge José
Antero Núñez en su libro Héctor Benítez Redondo (quien fue uno de los astros
venezolanos que participaron en aquella exhibición) que Robinson fue uno de los
mejores bateadores del informal torneo, con .339 de promedio. Leonard conectó
para .425, seguido por el local Tarzán Contreras, con .419.

De Caracas viajaron a la urbe zuliana, donde les esperaba una fanaticada


todavía más entusiasta.

“La gira fue un éxito, pero sobre todo en Maracaibo, porque allá el equipo
Centauros había contratado a muchos negros en los tiempos de la Primera
División”, indica González. “Hasta publicaban avisos de prensa en Estados
Unidos, ofreciendo contratos a peloteros de las Ligas Negras. Yo mismo he
visto esos anuncios en los archivos del Sporting News. La pasión que
había en esa ciudad era inmensa”.
Luis Aparicio Ortega, el padre del homónimo shortstop que llegaría al Salón de la
Fama de Cooperstown, fue el primer bateador en el Estadio Olímpico. Espinoza
tenía 14 años de edad y estaba sentado entre los presentes. No olvida el
lanzamiento inicial de Roy Welmaker, el abridor de los American All-Stars: “Una
recta llameante que nadie vio. Si lo dudan, pregunten a los sobrevivientes.
Pero apúrense, quedamos pocos”.
Aquella visita de Robinson y sus colegas también marcó para siempre la historia
del béisbol latinoamericano, al ser uno de los últimos impulsos que llevaron al
nacimiento de la Liga Venezolana de Béisbol Profesional, cuyo encuentro
inaugural se disputó el 12 de enero de 1946, una semana después de terminada
la expedición.

“Varias de las Estrellas Negras se quedaron en Venezuela, contratados por


los equipos que fundaron la LVBP”, señala González. “Campanella,
Welmaker, Sam Jethrow, Quincy Trouppe, casi todos fueron contratados
aquí. Raidi publicó en su columna, la Pantalla de los Jueves, en el diario El
Nacional, que el Vargas también se planteó la firma de Robinson. Y eran
contratos muy buenos. Si en Estados Unidos podían llegar a ganar 1.500
dólares mensuales, acá recibían 1.800, más los gastos de alojamiento y
alimentación. Los instalaban en buenos hoteles y eran tratados como
ídolos”.
Don Newcombe, a quien el Vargas firmaría dos años después, cobró la fortuna
de 2.000 dólares, más alojamiento, traslados y alimentación para él y su esposa,
de acuerdo con el contrato original que se encuentra en el Museo del Béisbol en
Venezuela.

Bill Anderson, Parnell Woods y Bill Jefferson también se quedaron para estrenar
la LVBP. Verdel Mathis no, pero volvió en 1947.

La devoción por las figuras afroamericanas era real. El legendario Joshua


Gibson, quien jugó en la nación suramericana en los tiempos de la Primera
División, “decía que aquí se sentía un súper héroe”, agrega González. “Y
compartían con los blancos; eso era lo más importante”.

Ettedgui le dedicó un largo reportaje a Robinson en Mundo Deportivo. Era, sin


duda, la luminaria principal entre todas las Estrellas Negras que mostraron su
talento en Caracas y Maracaibo, durante aquel memorable periplo.

“El primer hombre de color en las Grandes Ligas”, se adelantaba el


periodista. “Abrió las puertas del béisbol blanco. Y si tiene éxito, podrá
demostrar al mundo el estúpido prejuicio racial que llena de vergüenza a la
gran nación americana”.
Robinson no aceptó la oferta del Vargas, que le habría permitido alargar su
experiencia en el naciente béisbol invernal venezolano. Semanas después, se
reportó a los Reales de Montreal. En La Habana, durante los entrenamientos de
1946, volvió a la dura realidad: cuenta el periodista Juan Martínez de Osaba y
Goenaga que los encargados del lujoso Hotel Nacional de Cuba no permitieron
que se registrara con el resto de la expedición de los Dodgers, por el color de su
piel, y tuvo que irse al Hotel Boston, de menor categoría.

“No aceptamos negros”, cuenta el periodista cubano que le dijeron al infielder


en el Nacional.
Faltaba apenas un año para que la barrera racial en la MLB se agrietara de
manera definitiva. Robinson comenzó su andadura en las Grandes Ligas el 15
de abril de 1947. Cumplió así el vaticinio que soltó en Caracas, la primera ciudad
que le recibió como estrella internacional.
Texto: Ignacio Serrano.
Publicado el 15-04-2017 en www.lasmayores.com

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