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INTRODUCCIÓN A LA FILOSOFÍA MODERNA

(Apuntes, indicaciones y guía para el estudio)


1.-Panorámica general
Lo que sigue se completa con el contexto de la época que aparece en las páginas 168-175
del libro de texto.

Siglo XVII

A partir del siglo XV el Renacimiento comienza la superación de la Edad Media. Aparece el


humanismo, tiene lugar la Reforma protestante, se producen avances técnicos y científicos, se
recupera la antigüedad clásica, se empiezan a crear los Estados nacionales, emerge la burguesía.
En el siglo XVII culminan estas transformaciones y comienza la modernidad. Pero no es un
siglo fácil. El mismo año en que nace Descartes entra por los puertos del Atlántico norte la primera
de las muchas oleadas de peste que asolará la población europea a lo largo de la centuria (el siglo
termina con el mismo número de habitantes que tenía cuando empezó, después de soportar una
recesión demográfica hasta aproximadamente 1.660).
La lenta implantación del capitalismo y los desajustes que genera debilitan la economía, lo
que provoca hambrunas y mortandades. Y esto a pesar de los beneficios de la incipiente revolución
industrial, que echa a andar lentamente en Inglaterra, y de que se mantuvo el impulso del
capitalismo comercial que el siglo XVI consolidó. La crisis afectó a las clases medias europeas,
pero se ensañó con las bajas.
Políticamente, se produce la progresiva transformación de las monarquías autoritarias del
XVI en las absolutas del XVII (especialmente en la Francia del rey Luis XIII). Este cambio se opera
en detrimento tanto del tradicional poder de la nobleza como de los órganos representativos del
poder ciudadano. La sustitución de la vieja sociedad estamental por una sociedad clasista sigue
generando antagonismos sociales.
Los Estados, por su parte, tienen que hacer frente a revueltas internas o guerrear entre ellos,
o todo a la vez. La guerra de los Treinta años (1.618-1.648) termina con la paz de Westfalia y la
pérdida de hegemonía de los Habsburgo en Europa, el fin de la preeminencia española, el
advenimiento de los Estados secularizados y el surgimiento de nuevas potencias, como los Países
Bajos, Suecia y Francia.
La crisis de las conciencias está servida. El Barroco, como manifestación cultural de la
época, lo pone de manifiesto: tendencia a la dispersión, desmesura, tensión entre lo aparente y lo
real, fugacidad, desencanto. Se trata de reflejar el espíritu de la época. Es un estilo artístico que
sirve a los dos grandes poderes del momento: el Estado y la Iglesia. En lo que respecta a esta
última, el Barroco se convertirá en el gran divulgador de la Contrarreforma que puso en marcha el
Concilio de Trento.
Es importante destacar cómo un siglo con tantos problemas sociales y políticos (o quizás
precisamente por eso) es también el siglo de Bernini, Borromini, Caravaggio, Velázquez, Góngora
o Quevedo.
Como trasunto de todo esto, la duda filosófica abre paso a la razón como vocación de
certeza, como tabla de salvación, como luz que alumbra las muchas zonas oscuras que tiene la
realidad. Sin embargo, el concepto de verdad que a duras penas se va abriendo paso no puede
pretender ya representar una realidad esquiva y hostil, antes bien, deberá construirla. De ahí el valor
que reclama la conciencia, la subjetividad creadora.
El siglo XVII es también el siglo de la nueva ciencia. Los avances técnicos y
descubrimientos científicos que se lograron en el Renacimiento fueron ampliamente superados por
la nueva ciencia, cuyo principal artífice fue Galileo. Este matemático, científico y filósofo italiano,
no sólo materializó la concepción utilitarista de la ciencia que formulara Francis Bacon (“el hombre

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puede dominar la naturaleza y el instrumento adecuado para ello es la ciencia”), sino que brindó a la
misma un nuevo método, el hipotético-deductivo, basado en la formulación de hipótesis, la
comprobación experimental y el tratamiento matemático-conceptual de la realidad. Su método fue
también la respuesta a las necesidades científico-tecnológicas que el desarrollo de la industria
burguesa demandaba.
En el ámbito de la filosofía, Descartes responde a este reto. Es el principal impulsor de una
refundación de la filosofía que hace de él otro de los protagonistas de la nueva ciencia. Una parte de
su producción filosófica está dedicada a la búsqueda de un método que permita al hombre alcanzar
la sabiduría. Otra, a explicar desde el mecanicismo los principios que rigen la nueva realidad. La
imagen del Universo ha cambiado. El Universo aristotélico, geocéntrico, heterogéneo, jerarquizado,
poco menos que mágico, se hunde. Copérnico, Galileo y el propio Descartes, entre otros, consuman
esta mutación. Muy probablemente, Descartes no se atrevió a llegar en este punto más lejos debido
a la intransigencia religiosa. Giordano Bruno fue condenado a morir en la hoguera en 1.600, Tomás
Campanella sufrió más de 30 años de prisión a lo largo de su vida, y, lo que parece que fue
decisivo, en 1.633 el Santo Oficio condenó las tesis de Galileo sobre el movimiento de la tierra.

Siglo XVIII

Hume es, junto a Locke, uno de los más notables representantes de la Ilustración inglesa.
También figura entre quienes provocaron su crisis. Su nominalismo, el papel que otorga a la
creencia en la construcción de nuestro conocimiento, la importancia que da al sentimiento en la
explicación del comportamiento humano y sus posiciones escépticas, también en lo que respecta a
la edificación contractualista del Estado, contribuyeron a apagar las luces de una Enlightenment que
de forma tan decisiva había contribuido a encender. Paradójicamente, el escepticismo pasa por ser
uno de los productos más elaborados del espíritu ilustrado, ya que es el resultado del
antidogmatismo, la libertad de pensamiento y la esperanza en una razón autónoma y crítica.
La Ilustración representa una nueva época y fue, después del humanismo renacentista, el
único movimiento cultural que logró extenderse por buena parte de Europa. Se caracteriza por su
optimismo y por la confianza puesta en el papel liberador del conocimiento y la educación. Los
ilustrados están convencidos de la capacidad humana para desarrollar plenamente todas las
potencialidades que el hombre tiene, lo que fomentará un progreso no sólo técnico (conquista de la
naturaleza), sino también social y político (instauración de los derechos individuales, la tolerancia y
la libertad).
La Ilustración nació en Inglaterra. Había razones para ello. Libertad y riqueza se
conjugaban.
Los ingleses adelantaron su revolución burguesa al siglo XVII (sobre todo desde la Gloriosa
de 1.688). Esto supuso la implantación progresiva de la legitimidad política representativa, el
reconocimiento de derechos individuales, la liberalización económica y el control parlamentario del
presupuesto del Estado. A esto se unía una agricultura pujante y una industria y un comercio que
crecían de la mano de la revolución industrial y del capitalismo. En definitiva, un clima social y
político muy propicio para el desarrollo de una filosofía como la empirista, innovadora, pragmática
y basada en los principios del pensamiento burgués (individualismo, igualdad, valor emancipador
del conocimiento, libertad de conciencia y secularización).
En el orden artístico, el siglo XVIII es el del último barroco y el rococó (estilo que lleva el
recargamiento decorativo hasta sus últimas consecuencias). Destacan pintores como Watteau y
Fragonard en Francia, Hogarth en Inglaterra o Goya en España. En arquitectura hay que mencionar
a los hermanos Churriguera, que representan el desarrollo del último barroco español. La familia
francesa Gabriel y Cuvillés o Neumann en Alemania son claros exponentes del rococó. Desde
mediados de siglo aparece el neoclásico como reacción al Barroco, erigiéndose en el arte que mejor
refleja los nuevos valores. En arquitectura los nombres son Souflot y Vignon en Francia, así como
Sabatini y Villanueva en España, aunque será el pintor Jacques Louis David quien mejor encarne
este nuevo lenguaje.

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Hume reivindicó una razón crítica. Crítica en primer lugar consigo misma, con sus excesos
escolásticos y racionalistas. Newton fue su modelo y, como él, rechazó las hipótesis metafísicas y el
método deductivo. La filosofía debe guiarse por los mismos criterios que la ciencia. Y esos criterios
los marca un conocimiento empírico y analítico que dirigirá el progreso de la humanidad hacia lo
mejor.
La crítica alcanza también a la autoridad, a la tradición y, sobre todo a la religión. La relativa
tolerancia religiosa que conoció le permitió arremeter contra el fanatismo. El resultado, un
clarividente agnosticismo.
Kant completa y culmina el panorama de la filosofía moderna que comenzó con los
racionalistas y siguió con los empiristas. Es el filósofo más importante del siglo XVIII y nos invita
a un pequeño esbozo de su momento histórico.
Para empezar, no deja de ser significativo que llevara un estilo de vida bastante alejado del
que se le atribuye al philosophe, la figura intelectual de la Ilustración. Vivió modestamente, se
dedicó a la docencia e investigación universitaria, apenas tuvo contactos intelectuales, no fue
inconformista ni participó en polémicas, tampoco viajó.
Por otra parte, Prusia no era Inglaterra, tampoco Francia. Su economía estaba estancada, con
un exiguo desarrollo industrial y un sistema productivo dependiente en exceso de la agricultura.
Capitales y burguesía brillaban por su ausencia. Las estructuras feudales pervivían. La Ilustración
no podía ser promovida más que por el Estado, siempre dependiente de las filias y las fobias del
monarca que gobernase. Despotismo ilustrado se llamó en sus mejores momentos. Federico II el
Grande fue durante casi medio siglo su más eminente representante. Antes, un rey sargento.
Después, un enemigo de la Ilustración.
Los dos primeros monarcas de la dinastía de los Hohenzollern (Federido Guillermo de
Brandenburgo –1.640-1.688- y Federico I –1.688-1713-) establecieron las bases del sistema
alemán: progresiva acumulación de poder en manos de los reyes y en detrimento de las asambleas
populares, fomento de la inmigración y organización de un enorme ejército. Federico II el Grande
consolidará después este proyecto, al configurar definitivamente las fronteras del Estado, impulsar
la economía y centralizar el poder. Además, en lugar de ejercer el gobierno al modo francés (para el
engrandecimiento del monarca), puso en práctica el principio de que el rey se debe a su reino,
tomando dos importantes decisiones: proclamar la libertad del culto en nombre de la libertad
individual e impulsar una reforma de la justicia para conseguir una administración de la misma más
equitativa y humana.
Este monarca, conocido también como el filósofo de Sanssouci, se rodeó de intelectuales y
promovió la difusión de la cultura y de las ideas ilustradas. Kant, que lo entendió a la perfección, se
incorporó desde el principio a su proyecto y contribuyó a su difusión y desarrollo. En sus escritos,
además de manifestarle una adhesión incondicional, promovió la reforma política y los cambios
sociales paulatinos frente a la revolución. Antepuso también el orden a la libertad y la obediencia a
la rebeldía. Sólo exigió algo que, por lo demás, sabía que el rey no iba a negarle, libertad de
expresión como intelectual, sobre todo en materia de religión. Con esta exigencia, el filósofo
garantizaba el proyecto más ansiado de la Ilustración: el progreso de la sociedad.
Kant también personifica otras peculiaridades de esta Ilustración. Sus protagonistas eran en
su mayoría docentes universitarios, no se significaron en la lucha política militante e hicieron una
filosofía de corte especulativo y teórico, centrada sobre todo en cuestiones epistemológicas. Es
significativo a este respecto su intento de rehabilitar la Metafísica, tras las devastadoras críticas de
Newton y de Hume. El papel que Kant le atribuyó preparó el camino para el idealismo y el
romanticismo del XIX.
Aún con todas estas singularidades, estamos ante un filósofo que comprendió y, lo que es
más importante, intentó hacernos comprender, el gran mensaje de la Ilustración: sapere aude. Ten
el valor de servirte de tu propio entendimiento. Sólo desde el papel emancipador, crítico y
constructivo que este filósofo concede al conocimiento humano, pueden entenderse sus reflexiones
y prospectivas sobre la paz perpetua y una sociedad de naciones fundada en el derecho, la tolerancia
y la libertad.

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2.-Racionalismo: características generales
El racionalismo es una corriente filosófica que considera a la razón el fundamento tanto del
conocimiento como de la acción moral.
A la misma pertenecen autores como el que nos ocupa, Descartes, y otros de no menos
relevancia intelectual, como Spinoza, Leibniz y Malebranche.
Suele situarse en la Europa continental del siglo XVII.
Sus características fundamentales son:
a)Coinciden con los empiristas en el punto de partida, que es propedéutico o preparatorio:
resolver los problemas del conocimiento y establecer un criterio de verdad. Sin embargo, y a
diferencia de lo que pretenden los primeros, su objetivo no es descubrir el origen del conocimiento,
sino alcanzar la certeza en el mismo ¿De qué puedo estar seguro? ¿De qué no puedo dudar? son
las preguntas a las que los racionalistas, y especialmente Descartes, se empeñan en dar respuesta.
He advertido hace ya algún tiempo que, desde mi más temprana edad, había admitido como
verdaderas muchas opiniones falsas, y que lo edificado después sobre cimientos tan poco sólidos
tenía que ser por fuerza muy dudoso e incierto; de suerte que me era preciso emprender
seriamente, una vez en la vida, la tarea de deshacerme de todas las opiniones a las que hasta
entonces había dado crédito, y empezar todo de nuevo desde los fundamentos, si quería establecer
algo firme y constante en las ciencias.
DESCARTES, R.: Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas, Meditación primera (Alfaguara, Madrid 1977,
p. 17)
b)La razón hay que entenderla como la facultad de proceder por meros conceptos, que
obtiene de sí misma las verdades y principios fundamentales acerca de la realidad. Nada debe
limitarla (tradición, autoridad, fe, superstición, pasiones...).
La demostración originaria de las verdades necesarias sólo proviene del entendimiento, y
las restantes verdades provienen de las experiencias o de las observaciones de los sentidos.
Nuestro espíritu puede conocer unas y otras, pero es origen de las primeras, y por muchas
experiencias particulares que puedan tenerse de una verdad universal, sin conocer la necesidad de
la misma por medio de la razón misma, nunca se podría estar seguro de ella, y por siempre,
mediante la sola inducción.
LEIBNIZ, G.: : Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano (Alianza, Madrid 1992, p.74-78)

c)Aunque se admite la contrastabilidad empírica (que juega un papel secundario o


subsidiario), las verdades y principios fundamentales acerca de la realidad, al proceder de la razón y
no de los sentidos, son evidentes por sí mismos (provocan el asentimiento inmediato de la
conciencia), innatos (se poseen en potencia desde el momento en que nacemos y se desarrollan y
dirigen por la educación que se recibe) y necesarios (son y no pueden no ser).
Pero precisamente esa relación particular del espíritu humano con dichas verdades
convierte al ejercicio de la facultad en fácil y sencillo, y hace que se las denomine innatas. La
posibilidad de entenderlas no consiste en una simple facultad: es una disposición, una aptitud, una
preformación que determina nuestra alma y que hace que puedan ser deducidas de ella.
LEIBNIZ, G.: Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano (Alianza, Madrid 1992, p.74-78)
d)El conocimiento procede deductivamente a partir de esas verdades y principios
fundamentales.
La deducción un proceso de conocimiento que da explicación de sucesos o fenómenos
concretos a partir de principios. Por regla general, suele oponerse a inducción, que sería el proceso
de conocimiento que nos llevaría a establecer principios tras la observación de un determinado
número de fenómenos concretos coincidentes, por generalización.
De esta manera podrán construir un sistema filosófico completo partiendo de definiciones y
axiomas evidentes y necesarios.
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e)En consecuencia, la matemática, que es el ideal de ciencia deductiva, se propone como
modelo de saber.
En tal sentido, hay que afirmar que toda la Aritmética y la Geometría son innatas y están en
nosotros de una manera virtual, de suerte que resulta posible encontrarlas si se las considera con
atención y dejando de lado lo demás que tenemos en el espíritu, sin servirse de ninguna otra
verdad aprendida por medio de la experiencia o por tradición ajena...
LEIBNIZ, G.: Nuevos ensayos sobre el entendimiento humano (Alianza, Madrid 1992, p.74-78)
f)La razón no es sólo el fundamento necesario e inteligible del conocimiento, sino que se
corresponde con la realidad. Es obvio que si los principios fundamentales acerca de la realidad se
encuentran en la razón misma, sin recurrir a instancias de corroboración ajenas a la misma, es que
conocimiento (de la realidad) y realidad coinciden.
g)El problema con el que todos los racionalistas se encuentran es el del solipsismo (del latín
solus e ipse –“sólo uno mismo”, “sólo consigo mismo”-). Puesto que conocimiento y realidad
coinciden, y dado que la razón, la razón de cada uno, se basta por sí misma para alcanzar la verdad,
¿qué puede haber, aparte de la razón misma? ¿de qué modo se contrastan las conclusiones a las que
la razón llegue? ¿a qué instancia ajena a ella misma podemos recurrir para comprobar sus verdades?
No puede ser la experiencia, desechada por insuficiente; ni el consenso, pues el acuerdo
intersubjetivo carece de necesidad, validez y evidencia. No hay forma de salirse del círculo vicioso
que la razón construye. Por eso, no es difícil descubrir en todos los racionalistas un recurso último y
extremo con el que pretenden justificar y dar validez a sus afirmaciones: Dios.
Por todo ello, reconozco que no son causa de mis errores ni el poder de querer por sí
mismo, que he recibido de Dios... ni tampoco el poder de entender, pues como lo concibo todo
mediante esta potencia que Dios me ha dado para entender, sin duda todo cuanto concibo lo
concibo claramente, y no es posible que en esto me engañe.
DESCARTES, R.: Meditaciones metafísicas con objeciones y respuestas, Meditación cuarta (Alfaguara, Madrid 1977,
p. 49)

3.-Empirismo: características generales


Lo que sigue se completa con el punto 1 del tema 8 (El empirismo): páginas 203-205 del
libro de texto.

El empirismo es una corriente filosófica que afirma que el origen del conocimiento acerca
de la realidad está en la experiencia.
A la misma pertenecen autores como el que nos ocupa, Hume, y otros de no menos
importancia, como Locke y Berkeley.
Este empirismo, también llamado inglés (por ser británicos sus representantes más
señalados) o moderno, se desarrolla a lo largo de los siglos XVII-XVIII en oposición a la metafísica
escolástica y a las principales tesis del racionalismo.
Sus características fundamentales son:
a)Coincide con el racionalismo en el punto de partida: el cogito cartesiano. Esto quiere decir
que, como los racionalistas, los empiristas defienden que todo conocimiento es conocimiento de
ideas, que están decididos a someter a examen las condiciones del conocimiento y que no admitirán
como verdadero nada más que lo evidente. En definitiva, persiguen resolver los problemas del
conocimiento y establecer un criterio de verdad. Ahora bien, el camino es diferente, ya que su
empeño no es tanto alcanzar la certeza en el conocimiento como descubrir su origen (obsérvese que
esta pregunta conduce a respuestas bastante diferentes a las que conducirían las preguntas: ¿De qué
puedo estar seguro? ¿De qué no puedo dudar?, propias de los racionalistas).
Para los empiristas, descubrir la génesis del conocimiento es el objetivo.

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El entendimiento no conoce ninguna idea que no sea de las que recibe de uno de esos dos
orígenes: «los objetos externos dotan a la mente de ideas y cualidades sensibles», que son todas
esas percepciones distintas que se producen en nosotros; «y la mente dota al entendimiento con
ideas de sus propias operaciones».
Locke, J.: Ensayo sobre el entendimiento humano, l.2, cap. 2, 5 (Editora Nacional, Madrid 1980, vol.1, p. 166).

b)El origen del conocimiento es la experiencia. Por experiencia debe entenderse el


conocimiento por observación directa. La experiencia nos facilita información acerca de la realidad,
de los hechos. Por lo tanto, sólo la experiencia determina lo que es evidente y constituye el
fundamento de todo el conocimiento.
Supongamos, pues, que la mente sea, como se dice, un papel en blanco, limpio de toda
instrucción, sin ninguna idea. ¿Cómo llega entonces a tenerla?... ¿De dónde extrae todo ese
material de la razón y del conocimiento? A estas preguntas contesto con una sola palabra: de la
experiencia; he aquí el fundamento de todo nuestro saber, y de donde en última instancia se
deriva: «las observaciones que hacemos sobre los objetos sensibles externos, o sobre las
operaciones internas de nuestra mente, las cuales percibimos, y sobre las que reflexionamos
nosotros mismos, son las que proveen a nuestro entendimiento de todos los materiales del pensar».
Locke, J.: Ensayo sobre el entendimiento humano, l.2, cap. 1, 2 (Editora Nacional, Madrid 1980, vol.1, p. 164).
c)Su apuesta por la experiencia les conduce a rechazar la razón tal y como la entendían los
racionalistas, esto es como la facultad de proceder por meros conceptos, que obtiene de sí misma
las verdades y principios fundamentales acerca de la realidad. La razón apriorística sólo es
aceptada como el instrumento de las matemáticas y la lógica, ciencias formales que no informan
sobre la realidad porque no se ocupan de hechos, sino de construcciones ideales de la mente.
Si procediéramos a revisar las bibliotecas convencidos de estos principios, ¡qué estragos no
haríamos! Si cogemos cualquier volumen de teología o de metafísica escolástica, por ejemplo,
preguntemos: ¿contiene algún razonamiento abstracto sobre la cantidad o el número? No.
¿Contiene algún razonamiento experimental acerca de cuestiones de hecho o existencia? No.
Tírese entonces a las llamas, pues no puede contener más que sofistería e ilusión.
Hume, D.: Investigación sobre el conocimiento humano, Sección XII (Alianza, Madrid 1994, 8ª ed., p. 192).
d)Los empiristas son nominalistas: las ideas generales o universales (ideas complejas en
Locke, ideas en Hume) se forman a partir de la unión de las ideas “de experiencia” (ideas simples
en Locke, impresiones en Hume) mediante un nombre. Propiamente, y por lo dicho en el punto
anterior, sólo las ideas “de experiencia” constituyen la base del conocimiento. El estudio de los
mecanismos psicológicos y de abstracción mediante los que se asocian las ideas tendrá una
importancia fundamental para los empiristas.
Los nombres comunes de las sustancias, al igual que los demás términos generales,
significan clases: lo que no es sino el ser signos de ideas complejas tales que en ellas se conformen
o puedan conformarse varias sustancias particulares, en virtud de lo cual son capaces de quedar
comprendidas en una concepción común, y de ser significadas por un nombre...
Es eso que llamamos esencia, que no es sino la idea abstracta a la cual va anejo un
nombre...
Locke, J.: Ensayo sobre el entendimiento humano, cap. VI, § 1-2 (FCE, México 1992, p. 430-431)
e)Puesto que la verdad procede de los sentidos, se rechazan también las tesis racionalistas
sobre la evidencia (asentimiento inmediato de la conciencia) y la existencia de ideas innatas (el
conocimiento verdadero se posee en potencia desde el momento en que nacemos y se desarrolla por
la educación).
Es opinión establecida entre algunos hombres que en el entendimiento hay ciertos
principios innatos; ciertas nociones primarias, caracteres como impresos en la mente del hombre,
que el alma recibe en su primer ser y que trae al mundo con ella. Para convencer a un lector sin
prejuicios de la falsedad de tal suposición, me bastaría con mostrar... de qué modo los hombres
pueden alcanzar, solamente con el empleo de las facultades naturales, todo el conocimiento que
poseen sin la ayuda de ninguna impresión innata, y pueden llegar a la certeza sin tales nociones o
principios innatos.

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Locke, J.: Ensayos sobre el entendimiento humano, libro 1, cap. 1, 2 (Editora Nacional, Madrid 1980, 2 vols., vol. 1, p.
79 y ss.)
f)Aunque con reservas por parte de algunos empiristas, y no sin diferencias entre ellos,
defienden que el conocimiento procede por medio de una inferencia que podríamos considerar
inductiva, a partir de los datos suministrados por los sentidos.
La inducción es un proceso de conocimiento, característicamente empirista, que nos lleva a
establecer principios o verdades generales tras la observación de un determinado número de
fenómenos concretos coincidentes, por generalización. Suele entenderse como contraria a la
deducción, característicamente racionalista, y que como ya se ha indicado en el tema
correspondiente, es un proceso de conocimiento que da explicación de sucesos o fenómenos
concretos a partir de principios generales.
g)El problema con el que todos los empiristas se encuentran, unos más que otros
(especialmente el autor que ahora nos ocupa), es el escepticismo, esto es, la imposibilidad de
establecer verdades firmes y seguras (necesarias y universales). Si el criterio de verdad depende de
la experiencia, del conocimiento por observación directa, pocos juicios podrán hacerse sin
sustraerse a estos estrictos márgenes, o lo que es lo mismo, sin generalizar, atribuir entidad a las
cosas. Así por ejemplo, un juicio tan evidente como el que afirma que todos los hombres somos
mortales, no puede ser admitido como verdadero porque no se ha comprobado experimentalmente
en “todos” los casos. Lo mismo sucede con todos los juicios que, como éste, sean universales.
Igualmente, que el fuego provocado por el gas, caliente el agua con la que nos duchamos, es una
afirmación gratuita, ya que lo que nosotros “conocemos por observación directa” no es que el agua
se caliente a causa del fuego, sino que después de aplicarle fuego, el agua se calienta; conocemos
por observación directa una relación de contigüidad, no de causalidad (todos estos problemas
relativos al criterio empirista de verdad los vuelve a abordar con fortuna desigual la Filosofía
analítica de los siglos XIX y XX, defendiendo la contrastación verificacionista en unos casos –
Carnap, Reichenbach- o la contrastación falsacionista en otros -Popper-).
La consecuencia más relevante de esta postura es que los empiristas, a diferencia de lo que
buscaron los racionalistas (construir un sistema filosófico completo partiendo de definiciones y
axiomas evidentes y necesarios descubiertos por la razón), afirman que el conocimiento humano
tiene un límite, la experiencia. Reconocer este límite y estudiar sus posibilidades es lo que hace a
los empiristas filósofos marcadamente críticos.
Como nuestro conocimiento, según ya se ha demostrado, es muy estrecho, y como nuestra
felicidad no es suficiente como para que encontremos una verdad cierta en todas las cosas que
tenemos ocasión de considerar, la mayoría de las proposiciones, sobre las que pensamos,
razonamos, discutimos o incluso actuamos, son de tal clase que no podemos tener un conocimiento
indubitable sobre su verdad.
Locke, J.: Ensayo sobre el entendimiento humano, l.4, cap. 15, n. 2 (Editora Nacional, Madrid 1980, vol. 2, p. 973).

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SEMEJANZAS Y DIFERENCIAS ENTRE EL RACIONALISMO Y EL EMPIRISMO
SEMEJANZAS
-Ambas corrientes, con sus planteamientos respectivos, constituyen los grandes hitos de la filosofía moderna.
-Ambas parten del cogito cartesiano. Esto quiere decir que tanto racionalistas como empiristas defienden que todo conocimiento es conocimiento de ideas y que
su finalidad es propedéutica: están decididos a someter a examen las condiciones del conocimiento y no admitirán como verdadero nada más que lo evidente.
DIFERENCIAS
RACIONALISMO EMPIRISMO
-Es una corriente filosófica que considera a la razón el fundamento tanto -Es una corriente filosófica que afirma que el origen del conocimiento acerca de la
del conocimiento como de la acción moral. realidad está en la experiencia.
-Por razón hay que entender la facultad de proceder por meros conceptos, -Por experiencia hay que entender el conocimiento por observación directa.
que obtiene de sí misma las verdades y principios fundamentales acerca de
la realidad.
-Admiten la contrastabilidad empírica, pero sólo le otorgan un papel -Rechazan la razón como facultad de conocimiento fundamental, que sólo sirve
secundario y subsidiario. como instrumento de la matemática y la lógica.
-Su objetivo es la certeza: alcanzar un conocimiento claro y distinto, -Su objetivo es el estudiar el origen del conocimiento, sus mecanismos
absolutamente seguro. psicológicos de asociación de ideas y de abstracción.
-El conocimiento procede por deducción: proceso que da explicación de -El conocimiento procede por inducción: proceso de conocimiento que nos lleva a
sucesos o fenómenos concretos a partir de principios generales. establecer principios o verdades generales tras la observación de un determinado
número de fenómenos concretos coincidentes, por generalización.
-Las verdades y principios fundamentales acerca de la realidad, al proceder -Para los empiristas, las ideas generales o universales (ideas complejas en Locke,
de la razón y no de los sentidos, son evidentes por sí mismos (provocan el ideas en Hume) se forman a partir de la unión de las ideas “de experiencia” (ideas
asentimiento inmediato de la conciencia), innatos (se poseen en potencia simples en Locke, impresiones en Hume), mediante un nombre (los empiristas son
desde el momento en que nacemos y se desarrollan y dirigen por la nominalistas). Por lo tanto no son ni evidentes ni innatas ni universales.
educación que se recibe) y necesarios (son y no pueden no ser).
-Incurren en solipsismo y dogmatismo: construyen un sistema filosófico -Incurren en escepticismo ya que el límite del conocimiento humano es la
completo partiendo de definiciones y axiomas evidentes y necesarios experiencia y ésta, como lo demuestra Hume, facilita muy pocas certezas.
descubiertos por la razón, sin contrastación experimental. En última Reconocer este límite y estudiar sus posibilidades es lo que hace a los empiristas
instancias recurren a Dios para justificar sus afirmaciones. filósofos marcadamente críticos.
-Consideran que la matemática, que es el ideal de ciencia deductiva, es -No admiten que la matemática sea modelo de conocimiento.
también el modelo de todo saber.
-Lugar: Europa continental. -Lugar: Gran Bretaña.
-Representantes: Descartes, Espinosa, Leibniz y Malebranche -Representantes: Locke, Berkeley y Hume.

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3.-El contractualismo: Hobbes, Locke y Rousseau
• Estado de naturaleza.
• Concepción del contrato o pacto.
• Estado social o político.
Los tres puntos anteriores se estudiarán en cada uno de los tres autores.

Hobbes, Thomas (1.588-1.679)

Filósofo inglés de orientación materialista y mecanicista, al que se suele colocar en la órbita


del empirismo, aunque mantiene posiciones metodológicas alejadas de este movimiento.
Obra:
− Trilogía (De cive, De corpore, De homine).
− Leviatán.
Defiende una concepción absolutista del Estado, cuyo fundamento es el contrato social.
Hobbes explica que, en sus orígenes, los hombres, egoístas por naturaleza (homo homini lupus est:
el hombre es un lobo para el hombre), movidos por la competencia, la inseguridad y el afán de
gloria, vivían en un estado de guerra permanente (bellum omnium contra omnes: la guerra de todos
contra todos). Esta situación no convenía a nadie, por lo que, guiados por su razón e inteligencia,
decidieron ceder parte de sus derechos y libertades a una autoridad absoluta (un Leviatán, un
hombre o una asamblea de hombres a quien conferir todo su poder y fuerza para que pueda reducir
todas las voluntades a una sola voluntad) que impondría la paz, beneficiosa para todos, a toda costa.
La filosofía política y la teoría social de Hobbes representan una evidente reacción contra las
ideas descentralizadoras (parlamentarismo) y la libertad ideológica y de conciencia que proponía la
Reforma, en la que él avistaba el peligro de conducir inevitablemente a la anarquía, el caos y la
revolución, de forma que para él fue necesario justificar y fundamentar la necesidad del absolutismo
como política ideal con la que soslayar dichos "males". Es inevitable instaurar una autoridad
absoluta cuya ley sea la jerarquía máxima y tenga que ser obedecida por todos sin excepción.
El Estado es un "artificio" que surge para remediar un hipotético estado de naturaleza en el
que los hombres, guiados por el instinto de supervivencia, el egoísmo y por la ley del más fuerte (la
ley de la selva), se hallarían inmersos en una guerra de todos contra todos que haría imposible el
establecimiento de sociedades (y una cultura) organizadas en las que reinara la paz y la armonía.
Sin un Estado o autoridad fuerte sobrevendría el caos y la destrucción (la anarquía).
La propia naturaleza nos otorga una razón que nos provee de ciertas "leyes naturales" que
son como "dictados de la recta razón sobre cosas que tienen que ser hechas o evitadas para
preservar nuestra vida y miembros en el mismo estado que gozamos". Por ello, el hombre encuentra
dentro de sí la necesidad de establecer unas leyes que le permitan vivir en paz y en orden; necesidad
que se realiza mediante un pacto o contrato social mediante el cual, los poderes individuales se
transfieren a "un solo hombre" o a "una asamblea de hombres": el Estado o Leviatán.
El Estado se presenta así como algo artificial, opuesto a la naturaleza humana, pero
susceptible de garantizar la supervivencia de todos a costa de la pérdida de su autonomía y libertad.
Aunque Hobbes estuvo a favor de la libertad religiosa e ideológica y favoreció el proceso de
secularización de Europa, no obstante defendió el poder absoluto y casi autófago del Estado, a
cuyos intereses ha de subordinarse toda minoría. Hobbes representa el orden propio del
conservadurismo, en el cual, el todo social armonioso ha de estar por encima y subordinar cualquier
acción u apetencia individual.
Como forma óptima de gobierno defendió la monarquía, desaconsejando cualquier reparto
entre los poderes legislativo, ejecutivo y judicial.
Fuente para Hobbes:
http://cibernous.com/autores/hobbes/teoria/biografia.html
http://contenidos.educarex.es/mci/2007/44/autor.php?codautor=0002

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Locke, John (1.632-1.704)

Biografía: página 220 del libro de texto.


Tema 8: punto 2.4 (La teoría moral y política): página 211 del libro de texto.

Rousseau, Jean Jacques (1.712-1.778).

Biografía: página 250 del libro de texto.


Tema 9: punto 2 (Jean Jacques Rousseau): páginas 231-233 del libro de texto.

4.-La Ilustración: líneas generales


Lo que sigue se completa con el punto 1 del tema 9 (Características de la Ilustración):
páginas 227-230 del libro de texto.

Es un amplio movimiento cultural del siglo XVIII que se extiende fundamentalmente por
Francia, Inglaterra y Alemania. Sus características son:
La razón
1.-La razón está considerada como la capacidad central del hombre, a quien le posibilita
pensar y actuar correctamente.
2.-La razón es autónoma, crítica (consigo misma, con los prejuicios, la tradición, la
autoridad y la superstición) y pretende conjugar lo analítico y lo sintético.
3.-Las creencias religiosas han de ser aceptadas sólo sobre la base de la razón. Esto conduce
a la tolerancia, la libertad de pensamiento, la secularización, la religión natural o racional y al
deísmo.
4.-Se minimizan los aspectos no racionales de la naturaleza humana. Incluso el arte debe
regirse por normas lógicas.
La naturaleza
5.-La naturaleza es entendida como un sistema de leyes sujeto a los principios de
regularidad, continuidad, conservación y simplicidad.
6.-La interpretación determinista de ésta permite que sea considerada como la instancia
última de referencia y que se establezca su autonomía respecto a Dios.
7.-Su conocimiento y dominio efectivo es la tarea fundamental del hombre.
El hombre y la sociedad
8.-Todos los hombres son racionales, iguales y buenos por naturaleza, debiendo tener
garantizada la justicia y la libertad individual.
9.-El progreso, al que deben aspirar tanto el individuo como la humanidad, es el resultado de
la organización racional de la sociedad.
10.-Este progreso es continuo, necesario, acelerado, irreversible, holista y hacia lo mejor. Se
basa en el desarrollo técnico, la educación y la reforma social.

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