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Análisis Sociológico Del Delito PDF
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Buena parte del éxito de los modelos sociológicos esta en la utilidad práctica de la
información que suministran. Sólo estas teorías parten de la premisa de que el crimen es un
fenómeno social muy selectivo, muy unido a ciertos procesos, estructuras y conflictos sociales y,
tratan de aislar sus variables.
El delito como fenómeno social: exposición y crítica de los principales modelos y teorías.
Estas teorías han demostrado el simplismo con que operaron las viejas teorías
monocausales. Han aportado valiosa información, realista y completa, acerca de ciertos
fenómenos criminales como la delincuencia juvenil. Relacionan los factores que intervienen en el
crimen pero sin jerarquizarlos. No explican ni fundamentan de qué forma y porque influyen en el
comportamiento criminal, ni como interactúan entre sí.
La primera obra que asume la teoría ecologista se debe a PARK, Burgess y MCKENZIE,
defienden que el crimen es producto de la desorganización propia de la gran ciudad, en la que
debilita el control social y se deterioran las relaciones humanas, propagándose un clima de vicio y
corrupción contagioso. La investigación más conocida es la THRASHER que examinó 1313 bandas
que operaban en Chicago.
Estas teorías han tenido el mérito de llamar la atención sobre el impacto criminógeno del
desarrollo urbano. Pero el contrapunto de ellas esta se basa en la fuerza atractiva de ciertas zonas,
dándolas un papel de causa que no es cierto. En resumen ciertas zonas atraen la delincuencia y
hacen que se concentre en ellas, pero no crean esa delincuencia.
El estudio estrictamente ecológico se ha sustituido des los años 50 por el estudio de “área
social” y por métodos estadísticos multivariados.
El factor espacial interesa no sólo para explicar el delito (génesis, distribución), sino para
prevenirlo. A esta nueva orientación apuntan JEFFERY que sugiere prevenir la criminalidad a través
del diseño arquitectónico y urbanístico, NEWMAN que defiende el diseño urbano y arquitectónico
favorece el crimen, al permitir el fácil acceso de extraños, defendiendo que ciertos elementos
físicos alrededor de las áreas públicas pueden infundir a los residentes un sentimiento de
“comunidad” y de “territorialidad” que les autorresponsabilizaría progresivamente en la defensa de
su hábitat frente al delito y, la actual Psicología Comunitaria.
TEORÍAS SUBCULTURALES. Surgen en los 50, como repuesta ala problemática que plantaban
sobre todo en los EEUU, determinadas minorías marginales. Aportan tres ideas fundamentales: el
carácter pluralista y atomizado del orden social, la cobertura normativa de la conducta desviada y,
la semejanza estructural, en su principio del comportamiento regular e irregular.
A estas teorías no les interesa tanto la estructura interna de las bandas y organizaciones,
sino su origen. COHEN y W HITE concluyen que las “delinquency area” o zonas donde se concentra
la criminalidad no son ámbitos desorganizados, carentes de normas y controles sociales, sino
zonas o terrenos en los que están vigentes unas formas distintas de las oficiales, otros valores.
Debido a que la estructura social impide al joven de las clases bajas el acceso al bienestar
por las vías legales, experimenta un conflicto “cultural” o estado de frustración que determina la
integración del mismo en una subcultura separada de la sociedad; provista de un sistema de
valores propio, enfrentado al de aquella.
No todas las áreas de clases sociales bajas tienen idéntica organización y estabilidad, ni
ofrecen las mismas oportunidades a sus miembros.
Estas teorías han sido criticadas cuando han intentado dar una explicación general de la
criminalidad, extrapolando unas determinadas conclusiones válidas sólo para determinadas
manifestaciones de delincuencia juvenil en los grandes centros urbanos.
TEORÍAS DEL PROCESO SOCIAL (APRENDIZAJE SOCIAL, CONTROL SOCIAL Y LABELING APPROACH.
Grupo de teorías psicosociales para las que el crimen es una función de las interacciones
psicosociales del individuo y de los diversos procesos de la sociedad. Tiene importancia en los 60,
por las limitaciones de las teorías estructuralistas que explicaban la criminalidad de la “lower class”
(clase baja), no pudiendo explicar tres hechos: que existe, también, una significativa criminalidad
de las clases medias y privilegiadas, que muchos jóvenes delincuentes de las clases bajas
abandonan el comportamiento criminal al alcanzar la madurez y que no todo individuo de la Lower
Class rechaza los medios y procedimientos legítimos de acceso a los bienes culturales,
integrándose en una subcultura criminal.
Modelos integrados.
Un ejemplo muy conocido es la teoría de ELLIOT que combina la teoría del conflicto social, la
de la frustración y la del aprendizaje social y, cuenta con un buen respaldo empírico. El crimen es
el resultado de la conjunción de vínculos débiles a grupos y normas convencionales y de unos
vínculos sólidos a personas y grupos desviados. De esto dedujo dos principios: que tienden a
delinquir más quienes tienen vínculos sociales débiles y sólidos vínculos a pares delincuentes; y
que la relación entre ambas variables es condicional, lo que significa que relacionarse con iguales
delincuentes propicia el delinquir, pero sólo cuando la vinculación del sujeto a grupos y actividades
convencionales es débil. En segundo lugar que los individuos con una vinculación débil a iguales
delincuentes tienden a delinquir poco, independientemente de la vinculación sólida o débil a grupos
y actividades convencionales.
Cobra creciente interés, ante el fracaso de las tipologías clásicas, pues carecen de
capacidad de diagnóstico, ni para predecir la reincidencia del penado, ni para sugerir el tratamiento
más adecuado. Las carreras delictivas permiten el diseño de métodos longitudinales útiles para el
estudio de la reincidencia, la elección del tratamiento adecuado y, para captar la evolución del
preso y disciplinar empíricamente el régimen.
Da un gran valor al factor “edad” y a los cambios que el individuo experimenta a lo largo de
esta.
MOFFIT. Esta criminóloga distingue dos tipos de delincuentes, los que delinquen sólo
durante la adolescencia y los persistentes que continúan haciéndolo toda la vida. Para estos
últimos la génesis de su comportamiento criminal esta en disfunciones neuropsicológicas y
neuronales, que influyen en el temperamento del niño, en sus habilidades cognitivas (relación con
los padres, proclive a la violencia, propia relaciones con pares delincuentes….) Esto
desencadenaría un proceso de experiencias negativas. Debido a esto este tipo de delincuentes
comienzan a delinquir antes y sus patrones de conducta delictiva gozan de más continuidad lo que
los convierte en muy resistentes al cambio. Los que sólo delinquen en la adolescencia, su
comportamiento se explica por mero mimetismo.
FARRINGTON defiende que la conducta delictiva pasa por tres etapas: la de iniciación, que
esta vinculada a la influencia que ejercen en el joven sus pares, la cual es muy superior durante la
adolescencia a la de sus padres. La fase de persistencia, significa la definitiva consolidación de las
pautas de conducta delictivas debido a un eficaz aprendizaje. La tercera etapa la de desistimiento
determina el cese o abandono de la carrera criminal, lo que sucede cuando el joven (al inicio de la
edad adulta o final de la adolescencia) adquiere las habilidades sociales necesarias para alcanzar
sus metas y objetivos sin tener que acudir a vías ilegales y mejor sus vínculos con personas y
grupos que respetan los valores convencionales.-
TEMA 8. LA PREVENCIÓN DEL DELITO.
Modelos de prevención del Delito.
Todas las Escuelas Criminológicas se refieren a la prevención del delito. Que no basta con
reprimir el crimen, es necesario anticiparse al mismo, prevenirlo. Un sector identifica la prevención
sólo con el efecto disuasorio de la pena. Prevenir equivale a disuadir con la amenaza del castigo.
Otros entienden que prevención es el efecto disuasorio perseguido a través de instrumentos no
penales, que alteran el escenario criminal, como la arquitectura y urbanismo, la actitud de la
víctima, el rendimiento del sistema legal. Para los penitenciaristas la prevención del delito no es un
objetivo autónomo de la sociedad o los poderes públicos, sino el efecto perseguido por los
programas de reinserción del penado.
En sentido estricto, prevenir el delito es algo más que dificultar su comisión, disuadir al
potencial infractor con la amenaza de un castigo; reclama una intervención dinámica y positiva que
neutralice sus causas.
Prevención Primaria. Se orientan a las causas mismas del conflicto criminal, para
neutralizarlo antes de que se manifieste el problema. Educación y socialización, vivienda, trabajo,
bienestar social y calidad de vida son ámbitos esenciales.
Es la más eficaz, pero actúa a medio y largo plazo, y reclama prestaciones sociales e
intervención comunitaria.
Prevención Secundaria. Actúa más tarde que la primaria, pues actúa cuando y donde se
manifiesta el problema. Opera a corto y medio plazo y se orienta a grupos concretos de la
sociedad, que poseen un mayor riesgo de padecer o crear el problema criminal. Prevención
policial, ordenación urbana, utilización del diseño arquitectónico como autoprotección, desarrollo en
barrios bajos,…
MODELO NEOCLÁSICO. El efecto disuasorio esta asociado a la efectividad del sistema legal.
Se atribuye la criminalidad al fracaso o fragilidad del sistema legal y a sus bajos rendimientos.
No convence pues el sistema legal no actúa sobre las causas del crimen. Su capacidad de
prevención tiene unos límites insalvables. A medio y largo plazo no resuelve por si mismo el
problema criminal. No es el fracaso del sistema legal lo que produce el incremento de delincuencia,
sino al revés, es el incremento de esta, lo que produce la fragilidad y fracaso del sistema legal.
PREVENCIÓN SITUACIONAL. No se interesa por la causas del delito (prevención primaria), sino
por sus manifestaciones o formas de aparición, creando programas que neutralicen las
oportunidades, pero dejando intactas las causas del problema.
Han sido objeto de muchas críticas, algunas por sobredimensionar el factor oportunidad.
Otras las comparten con las teorías neoclásicas de concepción economicistas, que creen que el
infractor se guía por el binomio coste/beneficio. Y las últimas por su escasa eficacia y
formulándolas grandes reparos éticos.
No convencen porque puede que el todo este esfuerzo preventivo, pierda su contenido
social, adoptando matices sociales y represivos. Tampoco, porque siempre se controla y vigila
siempre a los mismos (grupos de barrios conflictivos y peligrosos) acentuándose el impacto
selectivo y discriminatorio del control social.
Las tablas de riesgo demuestran que hay colectivos especialmente propicios a convertirse
en víctimas de delitos y, situaciones en las que el ciudadano contribuye sin saberlo a su propia
victimización.
DE PREVENCIÓN DEL DELITO DE INSPIRACIÓN POLITICO SOCIAL. Buena parte de del crimen de
una sociedad tiene sus orígenes en conflictos profundos de esa misma sociedad. Una ambiciosa y
progresiva política social se convierte en el mejor instrumento preventivo de la criminalidad, pues
interviene positivamente en las causas del problema. Son programas de prevención primaria.
Primer Postulado. La creencia del crimen como problema social y comunitario (no como una
lacra o epidemia), obliga a valorar los méritos del sistema no sólo en función de la efectividad, sino
con otros parámetros. El mejor sistema es el que realiza un control razonable del problema, con el
coste social más bajo.
MODELO DISUASORIO CLÁSICO. Valora como indicador fundamental de la calidad del sistema
la eficacia del mismo en la lucha contra el crimen, la dureza del castigo y su capacidad para
intimidar al delincuente. Un buen sistema responde pronto y de forma implacable, castiga con rigor
y efectividad y reduce las tasas de delincuencia.
Es un sistema obsesionado por colmar la pretensión punitiva del Estado para prevenir y
disuadir. Intimida pero no convence y, potencia los conflictos en lugar de resolverlos.
Por su orientación humanista, traslada debate sobre las funciones del sistema desde el
efecto preventivo-disuasorio hasta su impacto positivo sobre el penado. El hombre es el centro de
la reflexión científica y no el sistema.
No le interesan los fines de la pena, ni el delincuente abstracto, sino el impacto real del
castigo y como se cumple este en las penitenciarias. Asume la naturaleza social del problema
criminal. El castigo ha de ser útil, también para el infractor. Con este principio enraizado en la
esencia del Estado social asume el soporte teórico de la intervención penal positiva en el infractor.
Pide neutralizar los efectos nocivos del castigo, a través de una gran mejora del cumplimiento y
ejecución del mismo.
Empíricamente todo parece indicar que a través de la ejecución penal pueden obtenerse
resultados positivos en tres niveles: evitando el aprendizaje por los internos de nuevas actitudes y
hábitos delictivos; influyendo sobre su comportamiento en la prisión; e incidiendo en la conducta
futura de los penados. Lo que permite llegar a las siguientes conclusiones:
Crea muchos interrogantes, pues no son claros sus antecedentes ideológicos, ni sus
presupuestos político-criminales, al tener y contar con una fundamentación ideológica muy variada.
No queda claro el grado de autonomía orgánica y funcional respecto del sistema legal. Ni cual es el
papel que asigna a la comunidad.
Aspira a convertirse en una tercera vía con vocación de universalidad, que arbitre
mecanismos eficaces de solución real, de modo informal y con autonomía respecto de las
instancias de control social formal. Orienta la respuesta del sistema más a la reparación del daño
que el infractor causó a su víctima, que al castigo mismo.
En relación al infractor se atribuyen efectos muy positivos, que derivan del enfrentamiento
directo del delincuente con las consecuencias de su conducta y de su confrontamiento directo,
personal e inmediato con la víctima. Esto general actitudes positivas en el infractor, pues le
responsabiliza y predispone a comprometerse en la reparación del daño causado y a participar
activamente en la solución del problema.