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En primer lugar, es necesario hacer un recuento histórico sobre las causas que conllevaron a
las desigualdades de género presentes en esta profesión hoy en día, los cuales parten de los
sesgos culturales que impiden el desarrollo de esta profesión en un contexto de justicia social
independiente del género. Lo primero es que las mujeres, por solo el hecho de serlo, se les
ha negado la educación superior desde sus inicios, pues hasta no hace muy poco; la capacidad
de raciocinio se interpretaba como exclusiva del hombre; por esto, la mayoría de las ciudades
y espacios construidos que conocemos hoy en día han sido desarrolladas y construidas por el
género masculino, dejando de lado una percepción del género femenino en cuanto a la calidad
de cierto espacio, por lo cual las ciudades se crean a partir de solo una perspectiva de género
masculina.
Ahora bien, como se ha abordado a lo largo de las lecturas de este curso, la división del
trabajo por cuestiones de género es una consecuencia directa del patriarcado, teniendo en
cuenta esta premisa y recordando que el ejercicio de la arquitectura y el urbanismo es un
ámbito inherente al espacio público, el cual se ha considerado tradicionalmente como un
campo masculino, mientras que al rol de la mujer se le ha asignado el trabajo del hogar, por
lo cual, ellas se encargan del espacio privado, con las limitaciones profesionales que implica
asumir los trabajos de reproducción y cuidado. Teniendo en cuenta lo anterior, es posible
identificar dichas brechas o separaciones del trabajo en la medida en que más mujeres suelen
dedicarse al diseño de interiores, de mobiliario, de tejidos o de utensilios pues se las aparta
de la ciudad, la cual, recae en manos del genero masculino, quienes se encarga de los espacios
públicos y políticos.
Otro aspecto a resaltar se basa en la discriminación por razón de sexo que sufrían las
arquitectas, pues el simple hecho de nombrar a una mujer como participe de un proyecto,
lograba demeritar el proyecto en su totalidad, pues no existía ningún tipo de confiaza en el
trabajo de una mujer por parte de la sociedad, solo por el hecho de serlo. De aquí que en
muchos casos, se obviaba integrar el nombre de una mujer a un proyecto, pues de esta forma
había mayor probabilidad de éxito en sus ventas.
Una vez identificados algunos de los principales causales de los problemas reales
relacionados con la arquitectura y el genero, es necesario establecer que para superar dichos
obstáculos es necesaria la incorporación de una perspectiva de género tanto en los estudios e
investigaciones de arquitectura y como consecuencia en el diseño espacial; teniendo en
cuenta que: “los principios de la arquitectura no son neutrales al género: el diseño de
arquitectura ha sido realizado fundamentalmente por varones, atendiendo a las necesidades
de los varones y los valores inherentes han sido transmitidos por varones que dominan las
escuelas de arquitectura y escriben los libros de teoriá arquitectónica» (Molina Petit,
1995:342)”. Partiendo de la cita anterior, es necesario afirmar que dicha incorporación de
una perspectiva de género es una cuestión de justicia social. De esta manera, se establece una
de las posibles soluciones para superar la segregación del genero femenino en el ámbito
arquitectónico; el cual puede ser desarrollado en en universidades y colegios.
Por otro lado, para llegar a nuevas soluciones es importante y necesario tomar conciencia de
que el patriarcado sigue vigente hoy a pesar de los intentos de la corriente feminista por lograr
la igualdad entre hombres y mujeres en todos los contextos sociales. Por esto, universidades,
empresas, y entidades privadas del sector deberían realizar u análisis de la realidad
profesional de sus corporaciones, teniendo en cuenta aspectos a cambiar como; brechas
salariales, reconocimiento equitativo del trabajo independiente del sexo y la abolición de la
separación del trabajo por roles relacionados a una identidad de género pues como se ha
mencionado anteriormente, la división sexual del trabajo ha relegado a las mujeres al espacio
doméstico, mientras que ha permitido a los varones ejercer la profesión y proyectar la
inmensa mayoría de los espacios que hoy habitamos, por lo cual una solución viable es la de
alterar y resignificar aquel espacio que lleve implícito un sentido patriarcal, que establece
roles y perpetua desigualdades.
Después de la ola feminista que arrasó en los 70’s los problemas mencionados con
anterioridad fueron reduciéndose en numero, y al mismo tiempo mejorando teniendo en
cuenta el aumento de las mujeres que lograban acceder a estos estudios y desarrollarse
profesionalmente, pues aunque no todo está solucionado, la situación ha cambiado.
A esto debo añadir y resaltar la importancia de crear espacios neutros, el genero como
constructo social ha conllevado a los arquitectos a construir espacios de segregación para
quienes se identifican con un genero diferente a su sexo, como por ejemplo los baños públicos
en todo tipo de equipamiento, para lo cual, opino que es necesario y posible deconstruir
aquella concepción social del genero, creando espacios neutros e inclusivos.
Fuentes bibliográficas
http://www.dexeneroconstrucion.com/mnovas_arquitecturaygenero.pdf