Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Introducción
1
Marx, Carlos (1967) “En torno a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel y otros ensayos”
en La Sagrada Familia 2ª edición México DF.: Editorial Grijalbo. Pág. 3
1
española a tierras americanas. En la interacción, asimétrica y conflictiva,
que tuvieron los grupos sociales en este contexto fue que se construyó
esta mentalidad. Una vez establecida la mentalidad, después de rutinas,
violencia y resignificación, entró en una constante interacción con la
realidad social, justificándola, validándola y, a la vez, siendo
transformada parcialmente por ésta. Pero no sólo fueron sólo unos grupos
(los españoles y criollos) los que adoptaron la mentalidad. Ya que el
término interacción se refiere a dos o más partes, en este caso grupos,
hay que pensar este proceso social en términos de construcción
intersubjetiva, no sólo dentro de los mismos miembros del grupo “blanco”,
sino entre estos grupos y la población indígena. Entre ellos se construye
esta ideología. Esto no quiere decir, claro está, que esta última población
adoptara por completo la mentalidad criolla, el punto, simplemente, es
que no fue para ellos algo extraño y terminó usando algunos de sus
rasgos para autodefinirse y explicar el nuevo mundo en el que se
encontraba, ya que su anterior universo simbólico ya no cuadraba con la
realidad cambiada. No obstante, la interacción entre los grupos, al inicio
de la invasión y durante siglos después, no es una entre iguales. Es, al
contrario, una relación jerárquica y conflictiva, como en toda sociedad
de clases. Más adelante, el Estado jugó un papel importante en el
establecimiento oficial de esta mentalidad hegemónica. En las
articulaciones que existieron entre forma estatal, eje 2 y sociedad civil se
fue creando un intento de unificación social en donde la forma estatal
jugó un papel muy importante en la mediación (es decir, y esto es muy
importante, no totalización circular) de una ideología conservadora y
jerárquica, “en donde se interioriza un sistema valórico por parte del
oprimido y el opresor que permite que el imaginario jerárquico se
constituya como parte de la identidad [de las clases]” (Tischler 1997: 122,
nota mía). En las diferentes mediaciones de la forma estatal se fue
constituyendo una intersubjetividad que formó un ethos particular de los
grupos, dirigentes o subalternos.
2
Ver Marx (1988) sobre la determinación más simple de una sociedad.
2
posibilidades de cambios radicales en el país, de esta manera, ninguno
de sus privilegios es perdido.
3
El término específicamente como lo usan Berger y Luckmann (1988).
3
justos títulos (ver Luján Muñoz 2004: 9-35) daban lugar a los abusos que se
cometían.
4
Sobre el paternalismo se hablará en el apartado referente a lo político.
4
sociedad occidental 5 . Estas tendencias dieron lugar a la propuesta de
soluciones extremas, como por ejemplo, la migración de europeos, el
genocidio -gradual o fulminante-, el aislamiento, en general, la
eugenesia racial y cultural a costa de vidas humanas y desarrollos
sociales internos en favor de la “civilización”.
5
Para una crítica a la visión lineal con que la modernidad presenta a la historia, ver Benjamin
(1988) y Tischler (2005)
6
Decimos relativo por la dominación internacional que ha vivido el país a lo largo de su historia:
el imperio español, las políticas internacionales estadounidenses, los enclaves agrarios,
monopolios externos de productos internos (petróleo), casas comerciales, bancos, etc.
5
conformismo con que toma su existencia y la felicidad en que vive pese
a su condición; los vicios que hacen que no trabaje de manera
constante y que lo degradan como persona; y la haraganería, por lo
cual es obligatorio hacerlo trabajar a la fuerza. Por su lado, Casaús (1992:
224) menciona que todos estos prejuicios se mantienen hasta la
actualidad, agregando, a la vez, el de sumiso, moreno -otra vez, la
blancura-, bajo -otro rasgo biológico-, tradicional e introvertido, siendo el
más significativo el primero. Con el tiempo, los intelectuales
representantes de la oligarquía han retomado el “problema del indio” y
han dado, con ciertas variaciones, un matiz muy semejante a la de los
primeros colonos. Por ejemplo, Batres Jáuregui, retomando todo el lastre
colonial, los consideraba vagos por naturaleza, como un obstáculo
ineludible para la civilización y la nación (Casaús y García 2005: 33);
también Samayoa Chinchilla, un connotado intelectual de la
Generación del 20, los consideraba psicológicamente incapaces para
evolucionar (Casaús y García 2005: 273).
7
Castellanos Cambranes (1996: 90 y ss) menciona que entre las razones y justificaciones que
daban lo finqueros liberales estaban que, como los indígenas y campesinos eran incapaces de
6
Inclusive se llega a tener una preferencia, al contrario de lo que piensa
Casaús 8 , por los indígenas para el trabajo en el campo; un joven
menciona que él contrataría indígenas “...porque se les puede exigir más,
trabajan más, no protestan y la ley no los protege. No se les debe pagar
más porque son seres inferiores... [después] se acostumbran a ello”
(Casaús 2002: 107). El estigma socio-racial no desaparece al elegir un
trabajador, al contrario, es ese mismo racismo el que los obliga a hacer la
elección. La contradicción conceptual sólo ejemplifica el carácter
imaginado de los estereotipos, si se quiere, poniéndolo en términos
estructuralista-marxistas -que la autora mencionada maneja-, al
reconstruirse significativamente la realidad concreta, se trata de evitar y
esconder, en un plano imaginado, la realidad contradictoria, no
lográndolo muchas veces, sobre todo con el transcurrir histórico. En fin, el
campesinado, en general, y el indígena, en particular, han sido
considerados por la oligarquía blanca como el lastre de la sociedad y de
esa manera se ha justificado su posición.
hacer algo por su cuenta, que eran, en esencia, vagos, se les estaba haciendo un favor al darles
trabajo.
8
La autora menciona que el escogerlos para trabajar indicaría una contradicción dentro de la
ideología, ver Casaús 2002: 112.
9
La colonia (1524-1821), la forma de estado liberal (1871-1944) y la forma estatal militar (1963-
1984)
10
Ver Garavito (2005), especialmente Cáp. 3
11
Dan ejemplos como la firma de la Independencia y sus justificaciones, y la masacre de
Patzicía, (Adams y Bastos 2003: 244) González Ponciano (2003) menciona el derrocamiento de
Árbenz como un ejemplo.
7
mantiene una visión racista y de superioridad -claramente biologista y
socio-cultural- frente a los grupos indígenas, es aquí donde se puede
plantear una interiorización de las formas raciales y, si bien no una
aceptación explícita de la violencia dirigida, sí un acuerdo tácito,
congruente con los imaginarios de las fracciones en el poder, así como
de una parte significativa de la población que comparte, hasta cierto
punto, esta ideología racista construida desde tiempos coloniales. A nivel
local, diríamos que los grupos ladinos, no todos, que detentaban el poder
en las comunidades de occidente, serían los más dados a compartir esta
reconstrucción imaginada de la realidad.
8
todos lo años de “superioridad” en un proyecto de nación, social,
ideológico y, lo que aquí nos importa, económico; en pocas palabras, un
liberalismo a medias. Esta racionalidad se caracterizaba por valores
preburgueses, más propensa a la seguridad de la renta y a la lógica
productiva servil que a la aventura de la inversión productiva y el
desarrollo de las fuerzas productivas internas (Tischler 1997: 125, Tischler
2001: Cáp. 1). El plusvalor generado de las relaciones serviles se reinvertía
en el mismo sector, cuando se reinvertía, o se usaba completamente
para el consumo (Bulmer-Thomas 1988: 43). La servidumbre y los bajos
salarios permitían que hubiera ganancias estables, pese a la relativa baja
productividad, dadas las técnicas tradicionales de producción. La
mentalidad desarrollista que se había generado años antes de la
Revolución de 1871, se fue diluyendo en un desgano empresarial (Torres-
Rivas 1973: 104, Bulmer-Thomas 1988: 42) dentro de las relaciones
señoriales y serviles que se vivían en la cotidianidad de las fincas y de la
sociedad 12 , y caracterizó la actitud de los grupos dominantes/dirigentes
a lo largo de casi dos siglos. Es importante resaltar aquí la dependencia
que tenían estos grupos a presiones extranjeras que, junto a la limitada
expansión productiva interna, no les permitía desarrollarse. Haber sido
una colonia; su posición geopolítica cercana a Estados Unidos;
dependencia, en un principio de Reforma de 1871, a casa financieras y
bancos extranjeros; monopolios externos en territorio nacional, y muchos
otras razones, a nivel internacional, han sepultado las esperanzas
propicias para un desarrollo interno.
12
La interpretación de la teoría de la dependencia en el caso de Guatemala dice: “...la debilidad
de lo grupos de poder los obliga a mantener una forma de dominación más excluyente, pues su
vinculación con el sector de enclave, depende de la capacidad que tengan para asegurar un
orden interno que ponga a disposición de aquél la mano de obra disponible.” (Cardoso y Faletto
2003: 83)
13
En el sentido gramsciano del término. Ver Gramsci (2003) y Tischler (1998).
14
Mercado Común Centroamericano aprobado en el régimen de Idígoras Fuentes en la década
de 1960.
9
por el nuevo sector industrial (Torres-Rivas 1987: 41-42). Este crecimiento
queda marcado por la inversión de capital y tecnología extranjera, y por
la promoción del Estado, que trata de “reconciliar” los intereses
industriales y agrarios, que se encontraban en constante pugna desde la
revolución, ya que los terratenientes agrarios miraban con malos ojos el
surgimiento de nuevos grupos modernizantes, industriales y
agroindustriales (ver Dosal 2005). De esta manera se dejó intacta la
tenencia tradicional de la tierra (base de las reivindicaciones del
gobierno de Árbenz) y se comenzó a dar cierto aburguesamiento 15 de la
oligarquía del país. Este crecimiento económico no logró la integración
de todos los sectores de la población y dejó intacta una porción relativa
de fincas que seguían utilizando formas coercitivas, directas o indirectas,
para obtener fuerza de trabajo, así como deudas a campesinos y
desalojos violentos. Con la última expansión de la globalización son más
los sectores de las élites que han abogado por renovarse (Valdez 2004:
70), esta vez hacia afuera.
Lo político y sus agentes
Con lo referente a la relación entre élite y Estado, es necesario
señalar las alianzas que tienen las élites con otros sectores de la
población para lograr los beneficios esperados. Dependiendo de la
forma histórica del estado que se esté analizando, se puede hablar de
una influencia de poder de las clases dominantes en el Estado. Sin
embargo, ésta tiende a darse solamente en situaciones límite 16 , y varían,
en términos de cantidad de influencia y pugna, a lo largo de la historia;
aunque las élites sí esperan que sus demandas sean cumplidas 17 .
15
Es decir, iniciativa para que la producción en las nuevas empresas agroexportadoras se basen
en relaciones asalariadas de trabajo, con una fuerte inversión en tecnología para mejorar
rendimiento de producción y ganancia para el mercado exterior. Características que la finca
liberal no poseía.
16
El pacto entre el ejército y las élites a partir de 1963 (Valdez 2004: 104) o las alianzas entre
oligarquía, sector neopentecostal y militares en el periodo de Serrano (Casaús 2002: 41)
17
“... [el CACIF] es un poder legítimo [250 000 afiliados] para decir por dónde queremos que
vayan las cosas” (citado en Valdez 2004: 104)
10
como buen liberal moderado, proponía una nación cívica con derechos
y educación iguales para todos (Casaús y García 2005: 22-25); Batres
Jáuregui, 50 años después, creía que la solución era la civilización
homogénea -biológica, racial, cultural-, negando al indígena,
aceptándolo sólo de manera asimilada (Ibíd.: 37); ya para principios del
siglo XX, la facción positivista de la Generación del 20 creía que la nación
debía ser blanca, importando sementales para mejorar la raza, negando,
otra vez, al indígena, y llegando incluso a adoptar tendencia del
nacional-socialismo alemán y el exterminio (Ibíd.: 278-290); el otro
semblante de la Generación del 20 decía, con fuerte influencia del
espiritualismo y, a nuestro parecer, del liberalismo social18 , que la solución
al problema del indio era la inclusión, un estado social y convertir en
propietarios a los campesinos indígenas (Ibíd.: 227-245). En general, es
necesario mostrar dos puntos que sobresalen en las propuestas: primero,
y esto ha sido una constante a lo largo del trabajo, ver al indígena como
un problema que hay que solucionar; y segundo, el paternalismo con
que se piensan las soluciones y los proyectos, en una palabra, son
planteados desde arriba, por pequeños grupos no representativos.
18
Es decir, no eran, como supone Casaús, una tendencia contrahegemónica, sus propuestas de
cambio no rebasaban los límites del capitalismo e, inclusive, retomaban muchas de las
tendencias positivistas y no cuestionaba la dominación total. Casaús lo llama socialismo.
19
La famosa paradoja del marxismo-leninismo.
20
Martínez Peláez (1974:169), tratando el problema del indio, decía que era una tarea difícil
hacer que los indígenas entendieran su rol histórico. Una visión bastante lineal, paternalista y
objetivista del indígena.
11
treinta, la antropología en Guatemala ha tendido a tratar de que el
indígena sea incluido en la sociedad guatemalteca occidental, ya sea
viendo el desarrollo como un continuum (folk-urbano) o como una
necesaria ladinización de aquél. Se ha sobreenfatizado la dicotomía
indígena-ladino y se han negado las propuestas de los mismo sectores 21 .
21
El tema está bien documentado, ver Casaús (2002), p. 124; Pinto Soria (2003): p.137 y ss.;
González Ponciano (2004), p. 10-18; y Smith (2004).
12
Bibliografía
• Adams, Richard y Santiago Bastos (2003) Las relaciones étnicas en Guatemala,
1944-2000 Colección ¿Por qué estamos como estamos? Antigua Guatemala:
CIRMA
• Benjamin, Walter (1988) “Thesis on the Philosopy of History” en Illuminations New
York: Schoeken books.
• Berger, Peter y Luckmann, Thomas (2003) La construcción social de la realidad 1ª
edición, 18ª reimpresión. Buenos Aires: Amorrortu editores
• Bulmer-Thomas, Victor (1988) The political economy of Central America since
1920 New York: Cambridge University Press.
• Casaús, Marta (1992) Guatemala: Linaje y racismo San José: FLACSO
• -- (2002) La metamorfosis del racismo en Guatemala 2ª reimpresión. Guatemala:
Cholsamaj
• Casaús, Marta y García, Teresa (2005) Las redes intelectuales centroamericanas:
Un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920) Guatemala: F&G editores
• Cardoso, Fernando y Faletto, Enzo (2003) Dependencia y desarrollo en América
Latina. 1ª edición. Buenos Aires: Siglo XXI Editores Argentina
• Castellanos Cambranes, Julio (1996) Café y Campesinos Segunda edición,
Madrid: Editorial Catriel
• Dosal, Paul (2005) El ascenso de las Élites industriales en Guatemala, 1871-1994.
Traducción de Ronald Flores. Guatemala: Piedra Santa
• Garavito, Marco (2005) Violencia política e inhibición social. Estudio psicosocial
de la realidad guatemalteca 1ª reimpresión. Guatemala: Magna Terra editores
• González Ponciano, Jorge (2004) “´Esas sangres no están limpias´, Modernidad y
pensamiento civilizatorio en Guatemala (1954 – 1997)” en Arenas et al. (ed)
¿Racismo en Guatemala? p. 1-44
• -- (2003) “La antropología, la blancura, el mestizaje y la construcción de lo
nacional en Guatemala” en España, Olmedo (comp.) Discriminación y racismo
Guatemala: Copredeh p. 189-225
• Gramsci, Antonio (2003) El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto
Croce 3ª. Reimpresión, Buenos Aires: Nueva Visión
• Guerra-Borges, Alfredo (2006) Guatemala: 60 años de historia económica
Guatemala: PNUD y USAC
• Luján Muñoz, Jorge (editor) (2003) Inicios del dominio español en Indias 2da.
Edición, Guatemala: EU
• Martínez Peláez, Severo (1977) La patria del criollo 7ª edición. Guatemala:
EDUCA
• -- (1974) “¿Qué es el indio?” en Selecciones de la revista Alero. Guatemala: EU p.
145-173
• Marx, Carlos (1967) “En torno a la crítica de la filosofía del derecho de Hegel y
otros ensayos” en La Sagrada Familia 2ª edición México DF.: Editorial Grijalbo
13
• -- (1988) Introduction to the critique of political economy New York: Prometheus
books
• -- (1978) “Critique of the Gotha program” en The Marx – Engels Reader de Tucker,
Robert (editor) second edition New York: Norton. p. 525-541
• Pinto Soria, J.C. (2003) “La contrarrevolución de 1954 y la cuestión étnica” en
España, Olmedo (comp.) Discriminación y racismo Guatemala: Copredeh p.
133-188
• Smith, Carol (2004) “Interpretaciones norteamericanas sobre la raza y el racismo
en Guatemala. Una genealogía crítica” en Arenas et al. (ed) ¿Racismo en
Guatemala? p. 111-165
• Tischler, Sergio (2001) Guatemala: Crisis y revolución, ocaso y quiebre de una
forma estatal Segunda edición. Guatemala: F&G editores
• -- (1997) “La forma finquera de Estado. Una aproximación al Estado liberal
oligárquico” en Estudios. febrero, tercera época Guatemala: Caudal impresos p.
108-135
• -- (1998) “Forma estatal y crisis. Un enfoque teórico” en Estudios. Agosto, tercera
época Guatemala: Caudal impresos p. 92-113
• -- (2005) “Abrir la historia. Constelaciones y lucha en la elaboración del tiempo
nacional” en Memoria, Tiempo y Sujeto Guatemala: F&G editores
• Torres-Rivas, Edelberto (1973) Interpretación del desarrollo social
centroamericano 3ª edición. San José: EDUCA
• -- (1987) Centroamérica: La democracia posible San José: EDUCA, FLACSO
• Valdez, Fernando (2004) El ocaso de un liderazgo. Las élites empresariales tras un
nuevo protagonismo Guatemala: FLACSO
Rodrigo Veliz es estudiante del último año de Antropología de la Universidad del Valle
de Guatemala y columnista de la revista Albedrio.org – Su correo electrónico es
rodjvelz@yahoo.com
14