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De todas las obras de Shakespeare que he leído hasta ahora, ninguna me ha hecho
reflexionar sobre una cantidad específica de temas como la tragedia del rey Lear. Esta
obra, además de compartir con Hamlet el lugar que los expertos en Shakespeare le dan
como uno de los dramas mejor elaborados por el dramaturgo inglés, tiene la peculiaridad de
lograr que en los lectores se geste un nivel de desolación y vacío emocional tan intenso que
resulta a veces muy difícil de explicar. Y es precisamente a este hecho en particular al que
quiero dedicar las líneas de este ensayo en un intento por darle sentido.
Lear comete el error de repartir entre sus tres hijas los territorios del reino a cambio
de ver quien de las tres hace la demostración de amor más grande hacia su persona.
Además de romper con la lógica de todo gobierno monárquico, podemos ver la resolución
del rey como las primera manifestación de una locura que irá sistemáticamente “in
crescendo” hasta llevarlo a las últimas consecuencias. Por otra parte, el personaje de
Gloster sufre del peor de los desengaños al caer víctima de su propia inocencia. Estos dos
personajes son una pieza clave en el desarrollo de la obra. Debido a que ellos representan
fielmente la imagen de la mala paternidad.
El caso de Gloster es particular, debido a que el error que comete es mucho más
grave que el de Lear, y si nos ponemos a pensar en quién de los dos es el verdadero
causante de las desgracias que tienen lugar en la obra, podemos señalarlo sin duda. Él es el
padre de Edmundo, y por ende el creador del monstruo que mueve los hilos de la
conspiración para quedarse con el poder.
KENT
GLOSTER
KENT
No concibo…
GLOSTER
EDMUNDO
Aunque su ambición marca un límite entre lo que permitimos y lo que condenamos. Ya que
su cometido se transforma al ver que las circunstancias ponen la corona de Britania al
alcance de sus manos y por ende, sus lista de víctimas va más allá que su padre y hermano.
“El amor no es curandero en la tragedia del rey Lear, ciertamente, desencadena todo
el problema, y es en sí mismo una tragedia […] Lo que ofende realmente del drama de
El rey Lear es nuestra idealización universal del valor del amor familiar –es decir, a la
vez el valor personal y el valor social del amor.” [Bloom (1998), 600-601]
EDGARD
Por suerte para nosotros, cuando la obra alcanza su pico más alto. Empezamos a ver
como Lear y Gloster regresan al campo de la cordura. Luego de pasar cada uno por su
propia expiación, ambos empiezan a ver con claridad todo lo que estaba ocurriendo a su
alrededor. Lear comprende luego de su caminata bajo la tormenta que despreció a la única
hija que le profesó un cariño verdadero y que las otras dos, Regan y Goneril, conspiraron en
secreto para usurpar su autoridad.
Gloster se lleva la peor parte de los dos, ya que al serle revelada la verdad sobre el
engaño de Edmundo, termina de pagar su error perdiendo la vista. El reencuentro de ambos
padres con los hijos que despreciaron es una especie de haz de luz que Shakespeare nos
presenta para creer que quizás la historia tendrá un final feliz. Pero la realidad termina
siendo otra, y al igual que en Hamlet la historia cierra con un festival de muerte.
Por algún motivo, el final de esta obra me recuerda al episodio VII de la nueva
trilogía de Star Wars, el conflicto que existe en la relación de Han Solo y su hijo, Kylo Ren.
El padre que sufre por el distanciamiento con su hijo, la sensación de que pudo haber hecho
más por él y el eventual final que resulta de su encuentro. Me atrevería a afirmar que
existen ciertas similitudes (salvando unas distancias muy obvias) entre el libro y la película.
No solo en esencia, con el tema del fallo paterno en la crianza, sino también en el carácter
de los personajes. El final de Han Solo en esa película puede verse como el final que
Edmundo hubiera querido tener con Gloster.
La tragedia del Lear nos recuerda que la maldad puede encontrar espacio hasta en
los círculos más íntimos del ser humano y es nuestra forma de manejarla esa delgada línea
que nos separa de la tragedia. Es por eso que Bloom que afirma:
“La obra manifiesta una intensa angustia respecto de la sexualidad humana, y una
compasiva desesperación en cuanto a la naturaleza mutuamente destructiva tanto del amor
paterno como del filial.” [Bloom (1998), 601]