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Ficha de lectura: “<<Poder>> en la época de la Población.

Foucault y la
medicalización de la ciudad moderna”

Por: Jonathan Espinoza (grupo Camila Contreras)


Referencia bibliográfica: Fuster, N. 2013. “El cuerpo como máquina: la
medicalización de la fuerza de trabajo en Chile”. Ceibo editores.
Sobre el autor: Nicolás Fuster (Santiago 1976) es Doctor en Ciencias Sociales y de
la Comunicación por la Universidad de Deusto. Actualmente se desempeña como
académico e investigador de la Escuela de Enfermería de la Universidad de
Valparaíso. Ha investigado y publicado diversos artículos en el ámbito de la filosofía
política y de la historia, especializándose en los procesos de medicalización de la
fuerza de trabajo en Chile y en su imbricación con el surgimiento de los derechos
políticos y sociales.
Resumen:
El texto consta del análisis que realiza Michel Foucault, el cual busca dar cuenta del
rol protagónico de la ciencia médica a través de la medicalización como tecnología
estatal para intervención en la población entendida como sujeto-objeto, permitiendo
la transformación de las estructuras de gobierno y economías de la sociedad
occidental del siglo XVIII Y XIX.

Este cambio en las formas del ejercicio de poder de Occidente, viene a desempeñar
la noción de soberanía ejercida desde una racionalidad política, basada en la
obediencia y el fin de auto-preservación del derecho sobre la vida y la muerte en
persecución del bien común de los pobladores. De aquí en adelante se establece
una “estatización de lo biológico”, es decir, un gobierno sobre la vida biológica
denominada biopoder, que actúa como un dispositivo de estrategias y técnicas
orientadas a la disciplina y regulación de la población a través de los cuerpos.

Ahora bien, Foucault identifica dos series de mecanismos de poder, en los que se
da un giro de la política sobre la vida; el primero es la Anatomopolítica, en donde el
cuerpo es entendido como objeto- máquina, sobre la cual el poder debe educarla y
potenciarla para así someterla bajo líneas de docilidad con el fin de ejercer control
sobre ella por medio de instituciones de adiestramiento y vigilancia (escuelas,
hospitales y cuarteles). El segundo, es la Biopolítica, centrada en el cuerpo-especie
y su soporte de procesos biológicos tales como la natalidad, mortalidad, nivel de
salud, higiene, etc.
Por lo tanto, este ejercicio de biopoder posee doble articulación sobre la
multiplicidad (objeto) y la norma (elemento), la primera entendida como nuevo
cuerpo de los procesos biosociológicos, y la segunda que actúa sobre la primera
culminando en lo que Foucault denomina “Sociedad Normalizadora”, en donde las
divisiones normativas constan de la individualización y orden de la multiplicidad por
medio de la vigilancia y adiestramiento del individuo como de la masa.

En consecuencia de lo anterior, la introducción de la medicina viene a formar un


papel vital en la estrategia de gobierno sobre la multiplicidad para preservar la
existencia de la población, posicionando el objetivo político de mantener la salud y el
bienestar de los cuerpos.

El derecho a dejar vivir, contrapuesto al dejar morir medieval nos propone la


cuestión del por qué dejar vivir a la población, lo cual se puede responder en que
mayor población significa más consumidores. Por lo tanto, el problema de población
es también político-económico, y por consiguiente el biopoder se transforma en un
elemento indispensable para el desarrollo del capitalismo, el cual está apuntado
esencialmente a las muchedumbres ávidas de consumo y de saciedad de productos
y servicios. Nótese que muchos de estos productos y servicios devienen en las
nuevas patologías mencionadas por Berardi, lo que implica el sometimiento al
sistema de medicalización.
Citas

Para Foucault, una de las transformaciones más importante en relación al ejercicio


del poder en Occidente se produjo sobre la noción de Soberanía debido,
principalmente, a la borradura de los límites de la ciudad medieval. El aumento
sostenido de los habitantes de las urbes entre los siglos XVII y XIX provocó
importantes transformaciones en las ciudades que habían sido edificadas según el
patrón y la estratificación social del régimen medieval. (Fuster, N., Moscoso-Flores,
P. 2016. Pág. 201)

Este derecho, ejercido sobre la vida, y que indica su poder en virtud de la muerte
que puede exigir, fue caracterizado por Foucault como el derecho de dejar vivir y
hacer morir (Foucault, 1976/2002). De esta forma, “el derecho de espada” que se da
en la teoría clásica de la soberanía supondrá un ejercicio desde la muerte: ante el
poder del Soberano, el súbdito nunca se encuentra con pleno derecho la vida o a la
muerte, sino más bien goza de un estado neutro frente a una instancia que se define
por la posibilidad de matarlo o dejarlo vivir. (Fuster, N., Moscoso-Flores, P. 2016.
Pág. 209)

Ahora es en la vida y a lo largo de su desarrollo donde el poder establece su fuerza;


la muerte es su límite, el momento que no puede apresar; se torna el punto más
secreto de la existencia, el más privado. (Fuster, N., Moscoso-Flores, P. 2016. Pág.
210)

De esta manera, se inicia lo que Foucault denomina “la era del dispositivo del
biopoder”, es decir, un conjunto amplio de estrategias y técnicas orientadas hacia el
disciplinamiento de los cuerpos y la regularización de la población. (Fuster, N.,
Moscoso-Flores, P. 2016. Pág. 211)

En esta dirección, la sociedad normalizadora transformó ciertos procesos inherentes


a la población en objetos de saber y de intervención, poniendo en marcha sistemas
de medición de la natalidad, mortalidad y morbilidad. Se buscaba registrar la
naturaleza y la duración de las enfermedades consideradas como factores
permanentes de sustracción de fuerzas, disminución del tiempo de trabajo,
reducción de las energías que conllevaban altos costos económicos. (Fuster, N.,
Moscoso-Flores, P. 2016. Pág. 212)

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