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El Quórum de Élderes Eficaz
El Quórum de Élderes Eficaz
El cuarto en una serie de artículos sobre los quórumes del sacerdocio y sus objetivos.
Las Escrituras de nuestros días indican que los poseedores del sacerdocio han de
“establecer de nuevo a Sión”, según lo profetizó Isaías (D. y C. 113:8; véase Isaías
52:1, 8). Esas mismas Escrituras también indican que los élderes han de ser “ministros
residentes” (D. y C. 124:137). Eso quiere decir que los presidentes de estaca y los
obispos cuentan con que los quórumes de élderes sean fuertes para llevar a cabo la
misión de la Iglesia —invitar a todos a venir a Cristo y perfeccionarse en Él—
proclamando el Evangelio, perfeccionando a los santos y redimiendo a los muertos.
Las dificultades para lograr que un quórum sea fuerte son muy grandes. El quórum
está en un estado de constante cambio y es probable que no haya suficientes
miembros activos para cumplir con todas las asignaciones de orientación familiar; los
hombres conversos con frecuencia se mudan o no se pueden encontrar; por lo
general, son más los futuros élderes que los élderes activos. Los que son fieles tienen
muchas veces que viajar o mudarse por razones de trabajo o por sus estudios. A
algunos se les ordena sumos sacerdotes o se les dan asignaciones importantes fuera
del quórum. Así que la interrogante es: ¿cómo puede aumentar su fortaleza un quórum
de élderes que está continuamente cambiando?
1. Fortalecer los lazos de hermandad entre todos los miembros del quórum.
2. Aprender las doctrinas fundamentales y los deberes del sacerdocio.
A continuación, se dan unas cuantas sugerencias prácticas para llevar a cabo esas
actividades que fortalezcan al quórum:
1. Fortalecer los lazos de hermandad entre todos los miembros del quórum.
Incluyan a todos los miembros del quórum que estén asignados. Ninguno debe
ser excluido, sean cuales sean las circunstancias. El presidente Boyd K. Packer,
Presidente en Funciones del Quórum de los Doce Apóstoles, ha dicho: “Él [el miembro
del quórum] puede perder interés en el quórum, pero el quórum nunca debe perder
interés en él, porque siempre y continuamente es responsable de cada uno de sus
miembros. El dejar de lado a un miembro inactivo, perder el interés y el contacto con
él es quitarle sus derechos como poseedor del sacerdocio”2.
Visiten. Visiten. Visiten. Las presidencias de quórumes de élderes por todo el mundo
afirman que sus visitas personales tienen un impacto duradero para integrar a todos
los miembros a la hermandad del quórum. Esas visitas son mejor recibidas cuando se
consideran acciones de amistad verdadera y de sincero interés. Muchas veces, se
extiende la invitación para participar activamente en el quórum y se deja en el hogar
una bendición al orar de rodillas.
Asignen tareas a cada uno de los miembros. El presidente Hinckley destacó lo
siguiente: “Si su objetivo se va a realizar, todo quórum debe ser una hermandad que
se esfuerza por beneficiar a cada uno de los miembros” 3. Esto se relaciona
ciertamente con su admonición de que todo nuevo converso (y miembro de quórum)
necesita tener una responsabilidad. A todo miembro le hace falta el constante alimento
espiritual que se recibe por prestar servicio a quien esté necesitado.
Aprendan de los que enseñan. El interés y la asistencia de los miembros del quórum
son, en parte, una función de la enseñanza y del aprendizaje eficaces. Aun cuando
muchos asistan por respeto a los convenios que hayan hecho, otros deciden participar
basándose en el valor que den a las lecciones presentadas. Los maestros deben
preparar y presentar las lecciones teniendo en cuenta las necesidades de los
miembros y su participación. También deben enseñar con autoridad y guía
espirituales, según se explica en la sección 50 de Doctrina y Convenios (véanse los
versículos 10–25): “De manera que, el que la predica [por el Espíritu] y el que la recibe
[por el Espíritu] se comprenden el uno al otro, y ambos se regocijan juntamente” (D. y
C. 50:22).
“Será un día maravilloso, hermanos… aquél en el que los quórumes del sacerdocio
se transformen en un ancla de fortaleza para cada uno de los hombres que participen,
aquél en el que cada hombre pueda decir con propiedad: ‘Soy miembro de un quórum
del sacerdocio de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Estoy
listo para ayudar a mis hermanos en todas sus necesidades, tal como confío en que
ellos estén listos para ayudarme a mí en las mías. Trabajando juntos podremos
enfrentarnos, sin vergüenza y sin miedo, a todo viento de adversidad que nos azote,
ya sea económico, social o espiritual’ ”.
Durante unos cincuenta años, no tuvo contacto oficial con la Iglesia, porque se había
mudado muchas veces. Pero cuando tenía ochenta y dos años, vivía solo en California
y sufría de mala salud, dos hombres llamaron a su puerta un domingo por la mañana
y le dijeron: “Vinimos para llevarlo a la reunión del sacerdocio”. Él quedó muy
agradecido de que alguien hubiera hecho el esfuerzo por acercarse y ofrecerle
amistad. Aquellos hombres llevaron a mi padre a la Iglesia, algo que ninguno de sus
tres hijos activos había conseguido excepto en ocasiones especiales. Aquéllos eran
buenos ejemplos de la forma en que los miembros de un quórum del sacerdocio deben
buscar a los que estén necesitados. Mi familia estará para siempre agradecida a los
hombres de aquel quórum.