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10 Errores Que Todo Docente Debería Evitar
10 Errores Que Todo Docente Debería Evitar
Ser docente en estos tiempos se ha convertido en una profesión de riesgo. Sin duda, el
factor vocacional es determinante a la hora de elegir una profesión exigente y que supone
una enorme responsabilidad. Lamentablemente, en las facultades no se nos prepara para
una labor que a mi modo de ver marca buena parte del destino de una sociedad. Muchos de
nosotros hemos ido aprendiendo a ser profesores más por nuestros errores que por nuestros
aciertos.
Pues bien, en este artículo os quiero dar a conocer algunos errores que son muy comunes
en nuestra profesión y que creo que con poco esfuerzo podemos corregir y mejorar así
nuestras labor docente. Siempre me gusta decir que errar nos hace humanos, y que rectificar
no convierte en buenos profesionales.
2. Oír sin escuchar. Un aspecto al que le doy mucha importancia en mis sesiones lectivas
es intentar no sólo oír a mis alumnos, sino también escucharlos. La diferencia entre oír a
una persona y escucharla es enorme, ya que cuando la escuchamos lo estamos haciendo de
forma activa y les transmitimos a nuestros alumnos que aquello que nos está diciendo es
importante tanto para ellos como para nosotros. Los alumnos de una clase demandan
atención en todo momento. De ahí que en la medida que nos sea posible, debemos
esforzarnos para escuchar con atención aquello que nos quieran decir. Con ello
aumentaremos la empatía y mejoraremos nuestra relación con ellos. Aquellos docentes que
sólo oyen a sus alumnos pero no interactúan, corren el riesgo de tener una relación distante
y ello repercute negativamente en la relación del docente con el grupo. Para saber más
sobre este apartado os recomiendo la lectura del artículo 5 consejos para aumentar la
empatía con tus alumnos.
6. No utilizar el mismo código. Para que exista una correcta comunicación entre dos
personas, estas deben conocer y compartir el mismo código. En muchas ocasiones se
producen problemas de relación entre alumno y docente porque la fractura que existe del
código de cada parte es insalvable. Los docentes tenemos la facultad de dominar todos los
registros de una lengua, desde el culto hasta el vulgar, pasando por el coloquial. El error
que cometemos es pensar que también nuestros alumnos dominan todos estos registros. En
la medida que seamos capaces de compartir al máximo el mismo código, más fluida será la
relación entre alumno y docente y mayor será el grado de comprensión. Con ello no digo
que debamos situarnos a su nivel de competencia lingüística, sino que se trata de encontrar
un equilibro entre aquellos que les podré enseñar como nuevo y el registro que utilizaré
para que ese conocimiento llegue a todos los alumnos.
8. No educar desde el respeto, sino desde el miedo y la autoridad. Muchas veces los
docentes mezclamos conceptos como la educación, el respeto y la autoridad. Son
expresiones que por sí darían para varios artículos. En este caso sólo quiero incidir en la
importancia de no tratar de educar desde el miedo y la amenaza. En muchas ocasiones
asimilamos el control de una clase con medidas que fomentan el miedo a nuestros alumnos
o la amenaza ante el incumplimiento de alguna norma. Creo que es un error. Desde el
principio debemos enseñar a nuestros alumnos desde el respeto, desde la responsabilidad.
Hay docentes que se vanaglorian de que en su clase no hay problemas de disciplina. Lo que
no dicen es que esta disciplina viene condicionada por el miedo que le tiene los alumnos.
Nunca hay que enseñar desde el castigo, la amenaza o el miedo. Si así lo creéis
posiblemente os habéis equivocado de profesión.
9. Enseñar sin educar. Los docentes solemos cometer el error de pensar que nuestra
profesión consiste en la transmisión pasiva de conocimientos, en la transmisión
unidireccional de contenidos a través de lo que podríamos llamar una clase magistral. Creo
que este enfoque es erróneo. Y es erróneo porque un docente es mucho más que un mero
transmisor de conocimientos. Un docente es aquel que además de enseñar es capaz de
invertir, repito, invertir, todo el tiempo que haga falta en educar a sus alumnos, en
transmitirles valores como el de la solidaridad y la cooperación.
Revisando todos estos errores me doy cuenta de que la profesión de docente exige por
nuestra parte una dedicación y una vocación extraordinarias. Siempre he pensado que los
mejores docentes son aquellos que, habiéndose equivocado una y otra vez, tienen la
capacidad de levantarse todas las mañanas para enfrentarse al reto apasionante que supone
la docencia. Para aquellos que amamos esta profesión tiene tanto de reto como de pasión.
Aquellos que nos dedicamos a la docencia debemos dar a en cada sesión lectiva lo mejor de
nosotros mismos, vaciarnos en clase, entregarnos para que nuestros alumnos adquieran
valores y conocimientos, enseñarles a través de la palabra y educarles desde el corazón. Si
tú eres uno de ellos, desde aquí mi más sincera felicitación porque,