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Resumen U1 PDF
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Todo conocimiento es una construcción social. Los sujetos elaboramos conocimientos a partir
de nuestras capacidades siempre situados en un determinado espacio-tiempo histórico, y
mirando la realidad desde alguna posición en el espacio social. El conocimiento que no aspira a
la objetividad, el que pertenece a la doxa afirma y reconoce que ese saber es parcial y no
neutral, diferente es el caso del conocimiento científico, el relacionado con la episteme, que
busca producir saberes objetivos, fundamentados, contrastables.
Sin embargo, como sostiene Foucault, no deja de ser perspectivo, es decir, no constituye un
reflejo exacto del objeto de estudio, ya que sus condiciones e posibilidad provienen de una
imposición. Compartimos esta forma de entender el proceso, que sostiene que no hay
entonces una “verdad objetiva” sino que el mismo investigador, al observar, construye el
“objeto de estudio”. En este caso seguiremos hablando de teorías, aunque debemos
entenderlas como discursos, como paradigmas, es decir, como marcos teóricos-metodológicos
que se construyen desde determinada perspectiva, con criterios de construcción y validación
que no dejan de estar en posibilidad de ser cuestionados desde otros paradigmas.
Si observamos el papel del conocimiento que circula en las escuelas desde la perspectiva
hegemónica es probable que aceptemos que la escuela transmite, a través del curriculum,
saberes que provienen de diversas disciplinas para ampliar la “cultura general” del educando,
colaborando con su socialización. Si en cambio miráramos este proceso de enseñanza-
aprendizaje desde la perspectiva crítica veríamos que lo que en realidad transmite la escuela
es la ideología de la clase dominante en el capitalismo, con el objeto de que los educandos no
tomen conciencia crítica del lugar que les toca ocupar en la sociedad y de esta manera
reproducir las relaciones de explotación capitalista.
La sociología de la educación es una disciplina especifica que recién en el último tercio del siglo
XX se ha constituido en un campo especifico que comienza a tener reconocimiento y presencia
en el mundo académico, la formación docente y en instituciones relacionadas con la
educación. Muchos de los autores provenían de otras disciplinas académicas y al reflexionar
sobre la relación que tienen los sistemas educativos con el orden social general fueron dando
forma al objeto de estudio de la SE.
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dentro de la perspectiva crítica. Por otro lado, la sociología comprensiva o interpretativa de
Max Weber incorpora reflexiones epistemológicas que enriquecen la reflexión sociológica
sobre los procesos educativos.
La mayoría de los teóricos considera, lógicamente, que existe una complementariedad entre
estructuras e individuos, producidos por y productores de las mismas. Organizar el campo de
la SE a partir de estas categorías analíticas recién mencionadas tiene el problema de reunir en
la misma perspectiva sistemas teóricos opuestos desde lo político-ideológico. Otros análisis
propios del campo de la SE abordan directamente problemáticas socio-educativas desde una
perspectiva sociológica: la relación de la escuela con el mundo del trabajo, con la formación de
ciudadanía, la relación con otras instituciones, con la estratificación social, con la tecnología,
etc. O se dirigen al análisis sociológico de problemáticas educativas como la repitencia, el
ausentismo, el rendimiento, el desgranamiento, las trayectorias escolares, etc. En estos casos
se pone el acento en las articulaciones y contradicciones entre los análisis sociológicos de
problemáticas educativas concretas.
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La educación, su naturaleza y su papel. Durkheim.
Definición de la educación.
No existe sociedad alguna en la que el sistema educacional no presente un doble aspecto: es, a
la vez, único y múltiple. Es múltiple porque hay tantos tipos diferentes de educación como
capas sociales diferentes hay en la sociedad, esta varia de una casta a otra, cada profesión
constituye un ámbito sui generis que recaba aptitudes concretas y conocimientos especiales; y
dado que el niño debe estar preparado con vistas a la función que está llamado a desempeñar
el día de mañana, la educación no puede ser la misma para todos los sujetos a los que se
aplica.
Cada sociedad se labra un cierto ideal del hombre, el mismo para todos los ciudadanos. Es ese
ideal, a la vez único y diverso, el que representa la educación. Esta tiene como misión la de
suscitar en el niño: un cierto número de estados físicos y mentales que la sociedad a la que
pertenece considera como debiendo florecer; y ciertos estados físicos y mentales que el grupo
social especifico considera asimismo como debiendo existir.
La sociedad no puede subsistir mas que si existe entre sus miembros una homogeneidad
suficiente: la educación perpetua y refuerza dicha homogeneidad; sin embargo, sin una cierta
diversidad toda cooperación resultaría imposible: la educación asegura la persistencia de dicha
diversidad necesaria, diversificándose por sí misma y especializándose.
“La educación es la acción ejercida por las generaciones adultas sobre aquellas que no han
alcanzado todavía el grado de madurez necesario para la vida social. Tiene por objeto el
suscitar y desarrollar en el niño un cierto número de estados físicos, intelectuales y morales
que exigen de el tanto la sociedad política en su conjunto como el medio ambiente
especifico al que está especialmente destinado”.
En cada uno de nosotros existen dos seres: uno individual y otro social, representado por las
opiniones colectivas. El formar ese ser en cada uno de nosotros es el fin de la educación. Es
necesario que, al ser egoísta y asocial que acaba de nacer, superponga otro capaz de llevar una
vida moral y social, la educación responde ante todo a necesidades sociales.
La sociedad moldea, según sus necesidades, a los individuos. No obstante, en realidad, ellos
mismos están interesados en esa sumisión; pues, el ser nuevo que la acción colectiva, a través
de la educación, crea de esta suerte en cada uno de nosotros, constituye lo que de mejor se
puede encontrar en el individuo. En efecto, el hombre no es hombre más que porque vive en
sociedad, y es esta la que nos hace salir de nuestro aislamiento individual, la que nos obliga en
tener en cuenta otros intereses que no son los nuestros propiamente dichos.
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El papel del estado.
Si la educación tiene una función colectiva, si tiene por meta la de adaptar al niño al ámbito
social, es imposible que la sociedad se desinterese de semejante coyuntura. De no estar está
presente, esta se pondría necesariamente al servicio de creencias particulares y la gran alma
de la patria se dividiría. A partir del momento, el Estado no puede desinteresarse de ella, existe
ya desde ahora en los cimientos de nuestra civilización un cierto número de principios que
tenemos todos en común y que muy pocos se atreven a negar abiertamente: respeto hacia la
razón, la ciencia, las ideas y los sentimientos que son firmes cimientos de la moral
democrática. El papel del Estado es el de evidenciar esos principios esenciales.
La socialización en el aula.
Para Parsons, como también para Durkheim, la educación se configura como un proceso
funcional, cuyo objetivo ultimo es la integración de las nuevas generaciones en el sistema
social. En relación a la función de socialización del aula, ve al aula como un órgano que
funciona a través de la formación, tanto técnica como anímica, para la vida adulta. La
formación técnica consiste en la adquisición de una serie de habilidades o capacidades,
significa tanto el dominio del oficio como el sentido de la responsabilidad en su desempeño. La
formación anímica supone la adopción de una serie de actitudes que implican la aceptación de
los valores básicos imperantes en la sociedad.
Es un rendimiento que tiene dos componentes: uno cognitivo, en relación con el conocimiento
empírico y la capacitación tecnológica; y otro moral o social, relativo al comportamiento o la
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conducta relacional. Ese proceso de diferenciación se lleva a cabo en el aula escolar de
enseñanza primaria, que se rige por un único profesor. Para ello, la estructura del aula escolar
actúa a través de cuatro factores de diferenciación estructural por el rendimiento: la igualdad
de competición en edad y origen social, la realización de tareas comunes para todos, la
polarización alumnos-profesor, y una evaluación sistemática mediante premios y castigos. La
clave del planteamiento descansa en una sutil combinación de la igualdad de partida con la
desigualdad de destino: a partir de la aceptación meritocrática de los efectos desiguales de la
retribución selectiva de rendimiento.
En el terreno de la educación parece evidente que Parsons falla en el mismo tema que
Durkheim: la ausencia de una visión dinámica de la sociedad, en la que quepan grupos sociales
de intereses e ideologías contrapuestos.
Sostiene que la inversión más rentable que un sistema económico puede hacer para crecer es
aquella que se realiza en la mejora de su capital humano, es decir, en la educación de las
personas. Se establece una analogía directa entre la inversión en capital físico (fabrica,
carreteras, herramientas) y en capital humano (educación y cualificación), al entenderse el
gasto en educación más como inversión que como consumo. Esta teoría suponía la
formulación del planteamiento neocapitalista del desarrollo económico, presentándola bajo el
aspecto de la pura cientificidad, sin embargo, no toda inversión en educación es productiva,
sino solo aquella que supone conocimientos, destrezas y atributos capaces de incrementar la
capacidad de las personas para trabajar.
La fuerza de trabajo disponible debe ser competente y calificada, y por la tanto reproducida
como tal, y esto se logra por medio del sistema educativo capitalista y otras instituciones. La
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escuela enseña las habilidades bajo formas que aseguran el sometimiento a la ideología
dominante para su reproducción.
Infraestructura y superestructura.
Según Marx la estructura de toda sociedad está constituida por niveles o instancias articuladas
por una determinación especifica: la infraestructura: base económica y la superestructura: la
jurídico-política y la ideológica. Se representa la estructura de toda sociedad como un edifico
compuesto por una base (infraestructura) sobre la que se levantan los dos pisos de la
superestructura, los pisos no son determinantes en última instancia, sino que son
determinados por la base. A partir de la reproducción resulta lo esencial de la superestructura.
El Estado.
El Estado es concebido como aparato represivo que permite a las clases dominantes asegurar
su dominación sobre la clase obrera para someterla al proceso de extorsión de la plusvalía. El
aparato de Estado puede seguir en pie bajo acontecimientos políticos que afecten la posesión
del poder de este.
Los aparatos ideológicos del Estado son instituciones distintas y especializadas, funcionan
masivamente con la ideología como forma predominante, pero utilizan secundariamente, y en
situaciones límites, una represión muy atenuada. Los AIE pueden no solo ser objeto sino
también lugar de la lucha de clases, la clase en el poder no puede imponer su ley en los AIE tan
fácilmente como el los ARE porque las antiguas clases dominantes pueden conservar poder o
porque las resistencias de las clases explotadas pueden encontrar el medio y la ocasión de
expresarse.
En las sociedades de clase, cada una de estas tiene una diferente relación con sus condiciones
materiales de existencia, ya que el vínculo con la naturaleza, con los medios de producción, y
el lugar mismo de la producción es diferente, por lo tanto, cada clase tendrá una
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representación diferente de las condiciones materiales de existencia. Cada clase será
portadora de prácticas ideológicas distintas.
En la historia del proceso llega un momento en que un sector llega a apropiarse del trabajo de
otro sector, al suceder esto aparecen las clases sociales. Cuando aparecen las clases sociales
esta estructura clasista viene a sobre determinar la ideología produciendo “tendencias” de la
ideología. Lo que se conjuga en este punto es la representación de cada clase respecto de su
relación con las condiciones materiales de existencia, y la representación que cada clase tiene
respecto de la relación de las demás clases con sus condiciones reales de existencia. Cada clase
tiene representaciones que le son propias, y se apropia de representaciones ajenas,
contribuyendo todo ello a una totalidad contradictoria y compleja, puesto que se compone de
elementos de una materialidad que no es vivida, pero que si es aprehendida en los AIE. La
escuela es el espacio neutral por excelencia, pero esto no minimiza la lucha de clases allí
presente, solo la transforma, la recubre de una forma diferente y la plasma en prácticas más
sutiles.
Entonces, el consciente es el todo heterogéneo que “cierra” aquello cuya verdadera naturaleza
complejiza la armonía de la totalidad vivible. El fetichismo de la mercancía es la naturalización
de la condición de explotado, de clase subalterna dentro del modo de producción capitalista,
expresada de esta manera, la ideología resulta ser un “autoengaño” inconsciente. La ideología
como el inconsciente social, que tiene su existencia material en las practicas ideológicas, y sus
perversiones en las acciones de lucha y de rebeldía contra un orden impuesto que no coincide
con la materialidad de las prácticas en la estructura; tal ideología debe ser tratada igual que el
inconsciente, utilizando el lenguaje para descubrir en ellas la concepción ideológica no
manifestada. Pero no cualquier lenguaje es útil, sino solo aquel lenguaje desprovisto de
ideología, la ciencia, la única ciencia que cumple tal requisito: el materialismo histórico.
La escuela.
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Marx los llama “relaciones de producción”, estas permiten expandir las “fuerzas productivas
materiales” y esto es el “desarrollo de las fuerzas productivas”.
La Mercancía: estos son objetos útiles en el sentido de que sirven para satisfacer alguna
necesidad, ya sea esta del propio productor o de la sociedad en general, esta cualidad la
denominamos valor de uso. Mercancía es todo producto del trabajo humano cuya finalidad no
es, solamente, la satisfacción de una necesidad (valor de uso) sino, además, su intercambio por
otro producto del trabajo humano., esto significa que toda mercancía tiene también un valor
de cambio.
Las mercancías no tienen en común su valor de uso, su parecido estará en su valor de cambio.
Marx define al valor de una mercancía como “la cantidad de fuerza abstracta socialmente
necesario para producirla”. La mercancía tiene entonces dos características, la satisfacción de
alguna necesidad (valor de uso) y la potencialidad de intercambiarse por otra mercancía (valor
de cambio). El fetichismo de las mercancías supone que las mercancías no se intercambian
unas por otras, lo que esconde ese intercambio es una relación social que se da en el marco de
un modo de producción determinado: el capitalista.
Su valor de uso: es su aplicación concreta a lo largo de una jornada, esta mercancía es la única
que crea valor al aplicarse. El producto final de este trabajo no es propiedad de quien está
trabajando, sino del capitalista que paga el correspondiente salario.
Su valor de cambio: es la única mercancía que tiene un soporte viviente, del que no puede
independizarse y es el quien debe conscientemente venderla y ponerla en acción. El valor de la
fuerza de trabajo debe cubrir: la reposición de la energía; el valor de su calificación; su
recuperación en caso de enfermedad; la procreación, mantenimiento y educación de sus hijos.
Existe una diferencia entre el trabajo que mide el valor de uso (T ) de la fuerza de trabajo y el
valor que mide su valor de cambio (T2). En el capitalismo, solo existirá empleo en tanto el valor
de uso (T1) incorpore más valor que el que se necesita para pagar el valor de cambio (T2), de
otro modo, al capitalista no le interesaría contratar trabajadores, porque no tendría plusvalía
(T1 menos T2).
Bajo el capitalismo, el capitalista se presenta al mercado con dinero (D), compra mercancía (M)
y transforma a estas a través del proceso de producción, realzando (vendiendo) el producto
final en el mercado y obteniendo otra vez dinero (+D). Este circuito solo tiene sentido si el
dinero del final es superior al del inicio, pues su valor de uso es el mismo. A este circuito (D-M-
+D) Marx lo denomina reproducción ampliada del capital.
A lo largo de una jornada de trabajo el trabajador produce más que los medios de subsistencia
de un día. Por lo tanto, la jornada de trabajo puede dividirse en dos partes: trabajo necesario
(T2) y trabajo excedente (T1 – T2). El producto del trabajo necesario va a manos de trabajador
en forma de salario, mientras que el capitalista se apropia del producto del trabajo excedente
en la forma de plusvalía. Cuando el capitalista extiende la duración de la jornada de trabajo
está agregando más trabajo excedente, o sea, plusvalía absoluta. Pero no se puede extender la
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jornada más allá de cierto límite físico, llegados a este punto, la única posibilidad que le queda
al capitalista de aumentar su ganancia es incorporando tecnología que mejor a productividad,
esta plusvalía es relativa porque reduce el valor de la fuerza de trabajo en tanto que abarata
“la canasta de compras” necesaria para reponer la energía gastada y los demás factores que
integran el valor de la fuerza de trabajo. El problema que se verá más adelante es que esta
forma de producir y ganar profundiza las contradicciones del capitalismo, ya que el hecho de
reemplazar obreros por maquinas elimina también potenciales compradores del mercado,
acelerando las crisis de sobreproducción.
El valor.
El valor consta de tres partes: el valor de los materiales y maquinarias, el cual no sufre en el
proceso de producción ningún cambio cuantitativo: solo transfiere valor, por ello se denomina
capital constante (C); el valor de la fuerza de trabajo (V), la cual muestra una doble cualidad,
reproduce el equivalente de su propio valor y permite producir además un excedente; la cual
es la plusvalía (P). Por lo tanto, Valor total = C + V + P.
La tasa de ganancia es la proporción de plusvalía con respecto al capital total que desembolsa
el capitalista. Esta tiene una tendencia decreciente, la productividad del trabajo crece
continuamente, lo que provoca también un crecimiento de la composición orgánica del capital.
Como la composición orgánica tiende a subir, la tasa de ganancia tiende a bajar.