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L a s radiografías P o r

de Elenita Alfredo Mario

Ilustré
Ferrelro

Elta Carafl

C u a n d o el médico, en aquel consultorio, le indicó a


Elenita que fuese a t r a s p a s a r s e con los rayos X, la en- médico» señaló un camino sobre el estómago. Elenita
ferma sintió c o m o si por la espalda le entrasen mil agujas. respiró hondo. ] Respire!, le ordenaron los espectadores.
Aquello de la X llegó a obsesionarle X era la t r e - Elenita respiró con todas sus fuerzas. ¡ E s t a b a salva-
menda incógnita de los problemas escolares que la tu- da 1 Por aquel camino del e s t ó m a g o vendría, sin duda, el
vieron despierta — mancha de cabeza sobre la mesa, — salvador. Ese cow-boy que llega cuando en el reloj de
d u r a n t e t a n t a s n o c h e s ; la X e s t a b a en los titulos de la la bomba va a ser nied a noche.
hipoteca i n t e r m i n a b l e ; la X era pseudónimo de un cro-
H u b o una alteración en el cuadro. P a s ó alguna cosa.
nista que escribía a b u r r i d o r a s crónicas políticas en un
diario v e s p e r t i n o ; X, la cara de !a esfinge. Los médicos prendieron las luces. Elenita sintió como si
la orquesta hubiera empezado a tocar "Amor pagano", o
Y el miedo no hubiera t o m a d o t a n t o cuerpo si aque-
lla doña Brígda. "Nelly", o " A m a n t e soñador", o "Lady divine". Había
no le hubiese d e s - olor a vals.
cerrajado: "iCon La habían dado,
que te van a p o - para colorearle los
' ner los r a y o s se- alimentos, sulfato
cos ? . . . " de barita. De ahí
¡ R a y o s s e r o s l.~ v e n d r í a aquella
R a y o s equis . . espantosa conges-
tión en el t r á n s i t o
estomacal. ¡ C e r r a -
das las e s q u i n a s !
El barita se había
Las salitas de
dormido...
los r a v o s X tie-
nen olor a ozono.
Se oye un z u m h i -
dito. Se p r e n d e n y
se a p a g a n — co- Cuando al cabo
mo b o y a s — u n a s de diez días de po-
luces azules y u n a s s e s consecutivas,
luces blancas. De los médicos decla-
r e p e n t e los m é d i - raron — ¡y no era
cos se a p e ñ u s c a n para menos! —
que no tenía na-
delante de la ba-
da. E l e n i t a se
rriga de uno, c o -
acongojó.
mo si en realidad
estuviesen en el Pensaba en la
cine. T o d o s ponen cuenta Una cuen-
esa cara de cuan- ta monstruosa con
seis c i f r a s . Con
d o un c o w - b o y va
otra tremenda X
a a p r e t a r l e el co-
sobre la solución
g o t e a la huérfa-
del pago.
na. U n o quisiera
ser el Sheriff. te- Salieron. Iban
ner una estrella por la calle.
nr'lagrosa escondi- Elenita tenia la
da en el horizon- esperanza de que
te de la solapa. al día siguiente
al pasar por fren-
A m a n e c e r l a , y salvar la pobre huérfana de las g a r r a s te al laboratorio, iba a ver como si fuera en la de Már-
de aquel h o m b r e con piernas de cuero de c a r n e r o a medio chese, en lo de C'vitate o en lo de Scarabello, una am-
esquilar :
pliación coloreada de su hígado r e u n d o en familia con el
Elenita sintió que tenía un revólver de cow-boy apun- e s t ó m a g o y los intestinos, mientras el ciego, con lazarillo
t á n d o l e el hígado. Los médicos se c e r r a b a n en círculo. de sulfato de barita, iría buscando el colon ascendente.
Ella les veía por sobre la pantalla movible Las t r e s ca- Y debajo, para reclame, un t r e m e n d o l e t r e r o : 'Hígado,
bezas, c o m o tres sandías l u s t r a d a s , se apretujaban sobre e s t ó m a g o e intestinos de la distinguida señorita Susa-
el c e n t r o de mesa de la obscuridad. De las pantalla sa- nita.
lía una tenue luz. De r e p e n t e , el índice de uno de los ¿ S u s a n i t a q u é ? . . . P u e s . . . ¡ Susanita X I . . .

El n ú m e r o e x t r a o r d i n a r i o de M U N D O U R U G U A Y O , s e r é un esfuerzo editorial inigualado, en ho-


m e n a j e al C e n t e n a r i o . Artículos h"st6ricos, c u e n t o s y poesías de los mejores escritores sudamericanos.
T r e s c i e n t a s p á g i n a s y una magnifica c a r á t u l a en tricornia.

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