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agentes puede influir en el precio del bien o servicio, es decir, tanto los
vendedores como compradores son precio-aceptantes.
Libreconcurrencia
Producto homogéneo
Información perfecta
Para que exista un producto homogéneo es vital que la información sobre
precios y productos sea perfecta; en otras palabras, la información debe ser
transparente y clara. Además, los costes de transacción y los costes
de movilidad de los recursos son insignificantes. Los consumidores pueden
acceder a cualquier productor.
Aparte de las condiciones descritas hasta ahora, debe haber una realidad
básica: todas estas empresas funcionan con la idea de maximizar su beneficio
o bienestar. Cuando esto ocurre, se produce un equilibrio de mercado, donde
la oferta de productos se iguala a la demanda de los mismos.
En este trueque, el ratio de intercambio estará determinado entre unos ciertos márgenes que
dependerán de las valuaciones de cada individuo. No se puede predecir donde se ubicará este
ratio puntualmente, pero necesariamente estará entre estas valuaciones. A medida que la
sociedad y el mercado crecen, estos intercambios se vuelven más frecuentes y los límites para
el ratio de intercambio se reducen. Con el surgimiento del dinero y el intercambio indirecto,
estos límites se vuelven más estrechos aún y aparecen los precios monetarios que es lo que
conocemos hoy día, que se determinarán entre la valuación del comprador y el vendedor
marginales.
Suele afirmarse que la economía basa su estudio en el supuesto de que todos los agentes
económicos tienen perfecto conocimiento e información sobre los precios del mercado. Si bien
esto es claramente contrario a la realidad, algunas teorías económicas se basan en este
supuesto, lo cual puede llevar a confusiones respecto al concepto de “precio”.
En la realidad, el mercado esta poblado de individuos que tienen diferente información sobre la
situación del mercado y que además valúan e interpretan estos conocimientos de forma
distinta. Todo el fenómeno económico se basa en diferencias, no en igualdades. Son los
empresarios, en busca de beneficios, los que darán dinámica al mercado. La característica
principal de estas personas es su capacidad de predecir la situación futura del mercado y
emplear los recursos eficientemente. En el mercado, el movimiento nunca cesa, el estado de
conocimiento perfecto no tiene lugar en la mente humana, siempre habrá necesidades por
satisfacer y por lo tanto ganancias para aquel productor que llegue primero al mercado. El
“estado estacionario” donde la economía ya no presenta nuevas variaciones o ajustes es una
construcción imaginaria que no se corresponde con la realidad. Esta construcción puede
ayudar a comprender las ganancias y pérdidas empresariales, pero no es un método correcto
para comprender el proceso de la formación de precios. Ni los individuos ni los empresarios se
mueven siguiendo precios de equilibrio, sino que la preocupación es la anticipación de los
precios futuros buscando discrepancias en lugar de igualdades. La única manera de llegar al
estado estacionario es que no apareciese nueva información sobre el mercado y que las
valuaciones de los individuos se vuelvan constantes dejando de variar con el paso del tiempo.
Existe una tendencia en el mercado con cada operación realizada a igualar los precios con el
rendimiento marginal y a eliminar las “ganancias empresariales”. Sin embargo, estos “precios
de equilibrio” se encuentran en constante cambio, ya que dependen de las valuaciones
individuales y éstas, a su vez, varían con el paso del tiempo según lo que los individuos van
considerando más importante. Son estas variaciones las que el productor busca encontrar,
para cultivar los beneficios percibidos por la diferencia.
Todos los precios conocidos son precios pasados, son datos históricos, un ratio de intercambio
ocurrido en un lugar y momento determinado en una transacción específica. No existe algo así
como una función de precios a lo largo del tiempo sobre la que se van moviendo los mismos,
sino que cada precio es totalmente independiente de los otros, contemporáneos o no. Cada
transacción posee su “propio” precio. Que el campesino de Menger haya adquirido sus cinco
bolsas de trigo en el mercado de su pueblo a cinco unidades monetarias cada una, no quiere
decir que el precio del bien “bolsa de trigo” es de cinco unidades monetarias. No hay un precio
por tipo de bien, sino que hay un precio por transacción. En la compra del campesino no hubo
un precio para las cinco bolsas, sino que hubo cinco precios iguales, tranquilamente, las bolsas
de trigo podrían haberse vendido a precios distintos. Tampoco debe confundirse el precio
esperado por parte del vendedor con el precio real al momento de la transacción. Si al
momento de ir a buscar sus bolsas el campesino hubiese visto un cartel donde decía que su
precio era de 6 unidades monetarias y, por el motivo que sea se lleva una de ellas a 5 unidades
monetarias, entonces el precio de esa bolsa de trigo en ese lugar fue de 5 unidades
monetarias.
El último determinante de los precios son los juicios de valor de los individuos. El sistema de
precios surge de preferir “a” a “b” y actuar en consecuencia, no de ser indiferente. Cuando se
dice que los precios tienden al punto tal que la oferta se iguale con la demanda se está
expresando lo mismo con otras palabras. Si hay un aumento en el stock de bienes en la
economía, los compradores deben adquirir una cantidad mayor o nuevos compradores deben
entrar al mercado. Eso sólo puede ocurrir con una baja de precios.
Las preferencias subjetivas de los individuos van a determinar los precios de los distintos
bienes y servicios, y de este modo también se van a determinar los precios de los distintos
factores de producción (también bienes y servicios). Es decir, se sigue un camino “opuesto” al
de los clásicos. Los precios no se determinan de “abajo hacia arriba”, sino que se parte de las
preferencias individuales y los precios se determinan de “arriba hacia abajo”. Por lo tanto, los
precios de todos los bienes y servicios dependerán en última instancia de las valuaciones
individuales. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que esta es una conexión de precios, no de
valuaciones. Los distintos bienes y servicios que se utilizan en procesos productivos pueden
recibir un precio porque los bienes finales son valuados por los individuos. Las personas sólo
valoran el bien que puede satisfacer sus necesidades, el proceso productivo les es
desconocido e irrelevante a la hora de elegir.
Al trazar sus planes, los empresarios observan los precios del pasado inmediato como punto
de partida para su estimación de cuales serán los precios futuros. Pero los precios del pasado
no afectan ni determinan los precios futuros, es la anticipación de estos precios la que tiende a
afectar los precios “presentes”. Con conocimiento perfecto, el ajuste de precios seria total e
instantáneo. La anticipación de los precios de los bienes finales serán los determinantes de los
precios de los factores de producción.
En última instancia, el sistema de precios depende de los juicios de valor de los individuos, el
ultimate given del análisis económico.
Por otro lado, debe precisarse que todo precio de equilibrio es más o menos
transitorio. Tanto la oferta de un bien, como la demanda pueden modificarse,
por ejemplo por obra de un cambio en los gustos o preferencias, por una
variación del ingreso de las familias, por un aumento o disminución de los
costos de producción de las empresas, etc. En tales casos, la curva de oferta y la
de demanda se verán impedidas a desplazarse hacia adentro o hacia afuera,
resultando así modificado el precio de equilibrio.
En la economía de mercado los precios cumplen la función de ser los
indicadores que le dicen a las empresas si deben aumentar su oferta o
disminuirla, si deben asignar sus recursos a producir tal o cual bien. Toda alza
de precios, en efecto, es un indicador que le dice a las empresas que ese bien es
relativamente escaso y que es rentable su producción. A la par, toda baja de
precios, le indica a las empresas que ese bien no es demandado
suficientemente y que, por lo tanto, hay que disminuir su producción. Las
empresas obedecen las indicaciones que les da el mercado a través del sistema
de precios puesto que es de su conveniencia. Un bien escaso se traduce en un
alza de su precio y ésta representa una ganancia mayor para las empresas,
supuesto que los costos no se modifican. Por lo tanto, las empresas aumentan
la producción de ese bien. Cuando el precio de un bien baje, demostrando con
ello que no es suficientemente demandado por la población, la ganancia que
obtienen las empresas disminuye, por lo cual les conviene disminuir la
producción de ese bien y asignar sus recursos a la producción de otros bienes
más demandados. De tal modo, el sistema de precios les va indicando a las
empresas qué producir, en qué cantidades y con qué tecnología (como
producir).