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Plano entero: también conocido como Plano Figura, encuadra la figura entera del
personaje a fotografiar, desde los pies a la cabeza.
Tres cuartos o Plano americano: denominado 3/4 (tres cuartos) o plano medio largo,
recorta la figura por la rodilla aproximadamente. Es ideal para encuadrar en la fotografía
a varias personas interactuando.
Plano medio: recorta el cuerpo en la fotografía a la altura de la cintura. Es la distancia
adecuada para mostrar la realidad entre dos sujetos, como en el caso de las entrevistas.
Busto o Plano medio corto: capta el cuerpo desde la cabeza hasta la mitad del pecho. Este
plano nos permite aislar en la fotografía una sola figura dentro de un recuadro,
descontextualizándola de su entorno para concentrar en ella la máxima atención.
Primer plano: recoge el rostro y los hombros. Este tipo de plano, al igual que el Plano
detalle y el primerísimo primer plano, se corresponde con una distancia íntima, ya que
sirve para mostrar confidencia e intimidad respecto al personaje.
Primerísimo primer plano: capta el rostro desde la base del mentón hasta la punta de su
cabeza. También dota de gran significado a la imagen.
Plano detalle: recoge una pequeña parte de un cuerpo u objeto. En esta parte se
concentra la máxima capacidad expresiva, y los gestos se intensifican por la distancia tan
mínima entre cámara y sujeto/objeto. Sirve para enfatizar algún elemento de esa realidad.
AUTORRETRATO
Durante el renacimiento se difunde la práctica del autorretrato, primero como elemento en
un cuadro de grupo, luego como sujeto independiente desde la segunda mitad del siglo XVI.
El autorretrato en miniatura más antiguo que se tenga constancia es el de Nicholas Hilliard
de 1575, aunque no fue el primero que creó una imagen de sí mismo. Los primeros
autorretratos del arte occidental aparecieron durante el Renacimiento, cuando los artistas
pintaban su propia cara entre la muchedumbre, en origen en escenas narrativas. El género
del autorretrato fue tomando una importancia creciente después del período clásico.
Durante los períodos barroco y rococó, en los siglos XVII y XVIII, los retratos adquirieron
gran importancia. Dentro de una sociedad cada vez más dominada por la burguesía, las
representaciones de individuos lujosamente vestidos al lado de símbolos de pujanza y de
riqueza temporal contribuyeron de manera eficaz a la afirmación de su autoridad.
Muchos han sido los pintores que se han retratado a sí mismos en el transcurso de la
historia, ya fuera para perdurar en la posteridad o por dejar constancia de sus estados de
ánimo o del paso del tiempo. La lista de artistas que se han pintado a ellos mismos son
muchos: Rembrandt, Durero, Rafael, Lippi, Murillo, Rubens, Velázquez, Van Gogh, Picasso,
Frida Khalo, Schiele… Hay pintores que se han retratado muchas veces, y otros ninguna.
Una de las funciones del arte es contar cómo somos. Por medio de la pintura podemos saber
hoy en día cómo eran los rostros de estos pintores tan importantes, de papas, reyes o
emperadores.
Cuando el artista decide ser su propio modelo de estudio, el retrato se convierte en
autorretrato. Por lo tanto, es un retrato hecho de la misma persona que lo pinta. El objeto
que más ha tenido que ver en la ejecución de un autorretrato a lo largo de la historia ha
sido, sin duda, el espejo, ya que se miraban en él para realizar la pintura. Pero, a veces,
incluso se miraban en el reflejo en el río y hasta dibujaban autorretratos “a ciegas”,
recorriendo sus rostros con sus propias manos y trasladando esas sensaciones al cuadro. A
fin de cuentas, la propia cara es el modelo más cercano, económico y lo más inmediato y
familiar. Actualmente disponemos de muchos medios como la fotografía, la cámara web,
los vídeos, etc.
En un autorretrato no sólo se pinta una apariencia física o se busca un parecido sino que
interviene la subjetividad del artista, ya que el pintor se representa a través de su propia
mirada, interviniendo su estado anímico, gestos y colores. Así, entre sus funciones están la
auto-examinación y auto-representación, rememorar el pasado, construir la propia
identidad o indagar sobre ella, como publicidad de sus habilidades o incluso aprovechar
para experimentar alguna técnica o forma de expresión.
En el siglo XX se rompe con las nociones elementales. Se experimenta, se sufren cambios,
se buscan nuevas motivaciones. En esta etapa, el artista, además de reproducir la imagen
del retratado, intenta ilustrar su propia actitud ante el mundo exterior y el arte, por lo que
su mirada se vuelve más social e intimista. El autorretrato evoluciona, se libera de
obligaciones académicas y de apremias morales e ideológicas. En este momento, el auto
representación va más allá del autorretrato tradicional porque el artista desvela cosas
íntimas de su vida, ideales y posición social. Y no sólo eso, sino que lo utilizan como vehículo
purificador más que como una mera exploración psicológica. Ejemplos de esta idea son
pintores como Munch, Schiele o Frida Khalo.
Una vez la fotografía se impuso como medio mimético por excelencia, el autorretrato
pictórico se puso en busca de la expresión, la abstracción y la metáfora. Artistas como
Chagall o Picasso abrieron su imaginación en este aspecto. Con el Modernismo y las
vanguardias se abrió una enorme riqueza en términos formales y conceptuales.
Al final, todo autorretrato revela una verdad incontrovertible: cómo se ve el artista a sí
mismo.
CARICATURA
Es, junto con el dibujo realista, la modalidad de imagen periodística más antigua que se
conoce. Ha sido desde el comienzo de la historia un tipo de representación exagerada de
unos personajes o de unos hechos con el fin de poder trasmitir un mensaje, una idea, la
mayoría de veces sarcástica sobre una cuestión determinada. Es por este motivo que
desde siempre, el hombre recurrió a realizar una serie de trazos bien expresivos, bien
simbólicos, pero tremendamente simples con los que trasmitir ideas por medio de las
imágenes y así llegar a un mayor número posible de espectadores a los que convencer de
tales ideas.
Es un retrato que exagera o distorsiona la apariencia física de una o varias personas en
ocasiones un retrato de la sociedad reconocible, para crear un parecido fácilmente
identificable y, generalmente, humorístico. También puede tratarse de alegorías. Su técnica
usual se basa en recoger los rasgos más marcados de una persona (labios, cejas, etc.) y
exagerarlos o simplificarlos para causar comicidad o para representar un defecto moral a
través de la deformación de los rasgos, en tal caso es una forma de humor gráfico; El Día de
la Caricatura es el 17 de julio y se fundó en el 2010.
La caricatura también se usa abundantemente en la historieta, pero sin limitarse a un
género concreto por, pudiendo aparecer en hagiografías como el Buda de Osamu Tezuka o
en relatos costumbristas como los de Daniel Clowes.
La caricatura en su sentido moderno, nació en Bolonia a finales del siglo XVI, en la escuela
de arte fundada por una familia de pintores, los Carracci. Los estudiantes de esta academia
se divertían haciendo retratos de los visitantes bajo la apariencia de animales u objetos
inanimados, esto llegó a ser compartido por Gianlorenzo Bernini. El grabador Pier Leone
Ghezzi, que trabajaba en Roma, continuó esa tradición y, por un módico precio
caricaturizaba a los turistas. Lo que estos artistas italianos hacían eran retratos humorísticos
para uso privado y casi nunca resultaban satíricos o maliciosos, en este sentido
Giandomenico Tiepolo también incursionó en el género de la caricatura.
En España ciertos trabajos de Goya tienen visos de fuerte caricatura. A pesar de que sus
principales iniciadores de la caricatura española no se mostrarían hasta hace más de un
siglo. Sus decanos fueron Tomás Padró Pedret, Francisco Ortego Vereda (1833-81) y José
Luis Pellicer, el segundo fue un excelente cronista humorístico de los tipos de su época y
autor de sátiras políticas en el periódico El Fisgón. Sigue la pléyade de humoristas de las
publicaciones del último momento del reinado de Isabel II y de las etapas sucesivas (La
Gorda, La Flaca, Gil Blas), en los que la intención política, evidente, priva sobre la entidad
artística del dibujo. Ya a comienzos del siglo XX, el gran caricaturista madrileño es Ramón
Cilla (1859-1937), de indudable estilo. Después se abre en la prensa española, diaria o
semanal, toda una rica etapa de caricaturistas, ya que es en la primera mitad del siglo XX en
la que se consolida una especie de escuela española de caricatura teniendo entre sus
exponentes a Luis Bagaría, quien trabajó junto a Opisso y Junceda en la revista ¡Cu-Cut!
En tanto género la caricatura política nace en Inglaterra; la sátira impresa evidenció las
luchas entre el Papado y Lutero, e incluso Luis XIV fue víctima de tempranas caricaturas. Sin
embargo, el género de caricatura política sólo se estableció hasta 1770, cuando en
Inglaterra se tomó como un arma de defensa contra quienes manejaban asuntos de Estado.
El pintor William Hogarth entre los siglos XVII y XVIII realizó ilustraciones burlonas de crítica
social, decididamente dedicados a la caricatura estuvieron George Cruikshank (siglo XVIII-
XIX), James Gillray ( siglos XVIII-XIX) y su coetáneo Thomas Rowlandson, Max Beerbohm
(siglo XIX), Henry Mayo Bateman y el célebre John Tenniel quien, a más de hacerse
mundialmente conocido por las ilustraciones dedicadas a Alicia en el País de las Maravillas
fue uno de los más destacados caricaturistas de la revista "Punch".
Posiblemente el caricaturista político estadounidense más notable del siglo XIX fue Thomas
Nast, creador de los símbolos de los partidos Republicano y Demócrata, el elefante y el asno,
respectivamente. En ese siglo también destacaron Joseph Keppler, fundador (en 1826) y
editor del semanario humorístico "Puck", y su socio Bernhard Gillam, quienes atacaron la
corrupción de los dirigentes políticos, así como a los muchos empresarios adinerados de la
época, a estos se sumó el también estadounidense Garry Trudeau, en el siglo XX se
destacaron David Levine, Sam Viviano y Al Hirschfeld.
Sin dudas el máximo exponente de la caricatura ha sido el francés decimonónico Honoré
Daumier quien trabajó junto a Achille Devéria, Raffet y Gerard este último más conocido
por su seudónimo Grandville en las revistas Le Silhoutte y Le Charivari; la maestría genial de
Daumier es alcanzada también por Gustave Doré, siendo dignos de mencionar Gavarni
(Guillaume Sulpice Chevalier), André Gill y sus trabajos en la revista Le Père Duchêne
ilustré". Tanto en Toulouse-Lautrec como en Juan Gris, que actuaron en las revistas Le Rire
y L'Assiette au Beurre, respectivamente, encontramos también elementos de caricatura,
mientras el crítico y escritor Jules Husson Champfleury escribía la primera Historia de la
caricatura.
En la Italia de la primera mitad de siglo XX el pintor Ottone Rosai recurrió a formas
caricaturescas, y cabe destacar los nombres de Umberto Tirelli, Galantara y Scalarini, así
como la sátira de Mario Sironi ya entrado el siglo.
En la Austria de fines de la Belle Époque, sobresalieron los ilustradores de la revista satírica
Simplicissimus.
Durante la República de Weimar en Alemania, los integrantes de la Nueva Objetividad (por
ejemplo Grosz) realizaron obras pictóricas e ilustraciones de fuerte estilo caricaturesco, algo
semejante realizó el pintor Expresionista Belga James Ensor y también en muchas de sus
xilografías el grabador Frans Masereel. En la Alemania actual sobresale el hiperrealista
Sebastián Kruger.
En México desde el siglo XIX descollaron valiosos caricaturistas: José Guadalupe Posada,
Eduardo del Río, Constantino Escalante y los contemporáneos Miguel Covarrubias y Ángel
Boligan. En los países centroamericanos, entre los más notables en el siglo XX, destacan en
El Salvador, Toño Salazar y en Nicaragua, Roger Sánchez con sus caricaturas de tema político
y erótico.
Venezuela actualmente tiene como gran exponente a Hermann Mejía y como el más
conocido Pedro León Zapata, para sólo mencionar dos.
En Argentina y Uruguay desde fines de siglo XIX se han venido destacando valiosos artistas
de la caricatura: José María Cao Luaces, Alberto Breccia, Landrú, Oski, Caloi, Hermenegildo
Sábat, Andrés Cascioli, Crist, Lucas y Carlos Nine, Jorge Sanzol, Daniel Paz, Rudy, Lang, Napo,
Faruk, Langer, Mordillo y Quino entre muchos otros que se han destacado en la caricatura
sociopolítica, mientras que Calé, Florencio Molina Campos y Lino Palacio se destacaron por
sus entrañables ilustraciones caricaturescas de tipos y costumbres, siendo célebres por sus
caricaturas los periódicos El Mosquito y Don Quijote (fines de siglo XIX) y las revistas Caras
y Caretas (inicios de s XX), Tía Vicenta (años 1960) y Humor Registrado (años 1980).
El Museo del Dibujo y la Ilustración de Buenos Aires posee una completa colección de
originales de estos autores y publicaciones, además de una amplia cantidad de grabados de
los autores europeos y norteamericanos del siglo XIX, que expone habitualmente en sus
muestras temáticas.
TIPOS DE CARICATURA: