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Introducción. Geografía y Cultura Visual.

Los usos de las imágenes en las


reflexiones sobre el espacio
Carla Lois

Verónica Hollman
Prohistoria, Rosario, 2013

Aunque las imágenes siempre han formado parte de los modos de comunica-ción incluso
en sociedades sin escritura, viene siendo insistentemente seña-lado que el lugar de
la imagen en nuestra cultura se ha transformado (y se
sigue transformando) profundamente desde hace unas décadas. Esta sentencia parece
indisociable de las crecientes posibilidades técnicas de producción, reproducción
ydifusión que permiten el tratamiento digital de las imágenes, y que han introduci-
do soportes novedosos, han ampliado las escalas de los circuitos de circulación
deimágenes, han incrementado sus volúmenes de reproductibilidad, nos han permitido
intervenirlas, han modicado los modos de mirarlas… Las nuevas tecnologías de la
información y la comunicación parecieran traernos el mundo a casa (o, cuanto me-
nos, nos acercan discursos visuales sobre el mundo) y las pantallas parecen
funcionarcomo microtentáculos que “llevan” nuestros ojos
hacernos ver
todos los rincones del planeta.Al igual que los efectos que tuvieron otras
innovaciones anteriores, los desarro-
llos tecnológicos recientes vuelven a redenir los regímenes de visibilidad y a
hacer“visibles cosas que nuestros ojos no podrían ver si su ayuda” (Mirzoeff, 2003:
22).
Pero es probable que lo verdaderamente novedoso no pase por la cuestión técnica
sino, más bien, por el ritmo de esas transformaciones: ya no se trata de lentas evo
-luciones que se dan en el transcurso de dos o tres generaciones sino que, en algo
así
como una década, nos hemos visto empujados a reexionar sobre el papel que le cabea
las imágenes en nuestra cultura porque “las reglas de juego” que regulaban nuestra
relación con las imágenes van cambiando sobre la marcha y eso hace visible incerti-
dumbres que de otro modo permanecerían en las sombras.Mirar no es un atributo
heredado naturalmente sino una construcción, tanto per-
sonal como social. Aprendemos a mirar: en este aprendizaje la escuela y las
diversas
disciplinas escolares han participado de manera activa (aunque no siempre esto se
advierte o se explicita). Claro que nuestros ojos van siendo entrenados a mirar no
solo
en la educación formal sino también en distintos espacios y en otras instancias más
o menos sistemáticas –museos, exposiciones universales, relatos y guías de
viajeros,
teatro, cine, observatorios, zoológicos, etc. Los capítulos de este libro analizan
dife-
rentes instancias de entrenamiento de la mirada y nos invitan a reconstruir la
existen
-cia de una suerte de entramado (más o menos articulado, con mayor o menor grado
de institucionalización, con escalas de acción diferentes) que interviene en
nuestra

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Geografía y cultura visual
alfabetización visual
1
, particularmente en nuestros modos de mirar el espacio geográ-
co en sus diversas escalas.
Estas inquietudes que mencionamos son sintomáticas de una renovada manera demirar
no sólo las imágenes sino, sobre todo, los modos de mirar. La preocupación porun
conjunto de temáticas en torno a la visión y a la visualidad, desde distintos
campos
disciplinarios, ha sido denominada genéricamente giro visual (“visual turn”),
aunque
también ha recibido otras designaciones cuando los posicionamientos disciplinares
requirieron terminologías más radicales –por ejemplo, “pictorial turn” (Mitchell)
o“iconic turn” (Moxey). No obstante esto, a pesar de esos matices, puede decirse
que
todos ellos plantean interrogantes comunes. En muchos casos esas preguntas no
sontotalmente nuevas sino que, al reaparecer formuladas de otro modo, no hacen más
que
expresar la insuciencia de las respuestas que hasta entonces se habían tomado por
válidas y, por tanto, la necesidad seguir ensayando respuestas para preguntas que
ya
tienen larga data: ¿cómo abordar el estudio de las imágenes? ¿Desde qué campos
delconocimiento? ¿Qué aporta a cada disciplina el análisis de lo visual? ¿Qué
brinda lovisual para entender los objetos de análisis de cada disciplina? Como
explica Moxey(2009) el giro icónico implica el reconocimiento de que las imágenes
constituyen un
orden de conocimiento, íntimamente relacionado con las palabras aunque no puedaser
equiparado con ellas. Se abre, por un lado, una puerta que propone ampliar
eluniverso de imágenes pasibles de ser estudiadas para abandonar el microcosmos
inte-grado sólo por aquellas que la historia del arte había canonizado como
estéticamente bellas y por consiguiente, dignas de ser analizadas. Y también se
despliega un abanicode preguntas renovadas que apuntan a indagar acerca de
cuestiones tan variadas como
la sociología de la mirada o la relación de la vista con los otros sentidos en la
expe
-riencia del espacio.
Para explicar el interés que tiene hoy el análisis de las imágenes y la visualidad
en las culturas contemporáneas hay que subrayar el
visual turn
que resuena en casitodas las disciplinas
2
.
1 “Algunos autores señalan que no es conveniente usar el término de
<alfabetización> como metáfora(Kress, 2005; Braslavsky, B. 2004). Kress destaca dos
razones: por un lado, que esta extensión provocauna extensión de los supuestos y
prácticas de la lectura y de la escritura a otras formas de representa
-
ción (por ejemplo, la imagen o los gestos), lo que no necesariamente ayuda a ver
las profundas dife
-rencias que las estructuran; por el otro, denuncia una especie de ‘colonialismo
cultural’ que está dado
por la extensión del uso anglosajón de
literacy
a otros contextos en los cuales las nociones especícas(por ejemplo,
‘alfabetización’ en el caso del español) no se adecuan demasiado estrictamente al
originalinglés” (Dussel, 2006: 114). A pesar de estas limitaciones, consideramos
que el término nos permite poner en discusión la necesidad de enseñar y aprender
las “gramáticas” visuales.2 La revisión retrospectiva de la dimensión visual de las
disciplinas no es exclusiva de la geografía. Entre
los aportes teóricos desarrollados en otros campos hay que mencionar, sin duda, el
trabajo de Peter
Burke (2001) sobre el uso de la imagen como documento histórico. Desde la
losofía, Juan-JacquesWunenburger (1995) repasa diversas tradiciones losócas
para reexaminar el “mundo de las imáge
-
nes” y Alberto Mangel (2000) nos hace “leer imágenes” siguiendo un recorrido muy
personal a travésde la historia del arte. Hans Belting (2002) propone una
antropología de la imagen que recupere tanto la

Introducción
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Está claro que “la imagen [aparece] como un tema de debate fundamental en
lasciencias humanas, del mismo modo que ya lo hizo el lenguaje: es decir, como un
mo
-
delo o gura de otras cosas (incluyendo la guración misma) y como un problema
por
resolver, quizá incluso como el objeto de su propia ‘ciencia’, lo que Erwin
Panofsky
llamó ‘iconología’” (Mitchell, 1994 [2009]: 21). Pero a diferencia de otros
“giros”(como el lingüístico o el espacial)
3
todavía se discute si esto es una perspectiva deabordaje o si es el movimiento
germinal de un campo disciplinar. En efecto, aún no se
ha saldado la disputa acerca de la posibilidad (o la imposibilidad) de desarrollar
unadisciplina dedicada exclusivamente a los “estudios visuales” y, en ese caso,
cuál sería
su objeto
4
. Tampoco existe homogeneidad sobre qué se entiende por estudios visuales:una
expansión de la historia del arte; un objeto independiente a la historia del arte
másasociado a las tecnologías de la visión; o nalmente un nuevo campo de estudios
quedesafía la propia historia del arte (Dikovitskaya, 2006). Desde otra
perspectiva, elcampo de estudios no estaría denido por las imágenes –objetos en
sí mismos– sino
por lo que ellas generan, producen, sugieren en los espectadores o, en términos
másamplios, por la cultura visual en la que esas imágenes negocian sus sentidos
(Mir-
zoeff, 2003). La cultura visual, entonces, comprendería el estudio de la
“interacciónentre el espectador y lo que mira u observa, que puede denirse como
acontecimientovisual” (Mirzoeff, 2003: 34).
En sintonía con ese enfoque, este libro aborda la relación entre las imágenes geo-
grácas y ciertos acontecimientos visuales especícos. Cada una de las
colaboracio
-nes aquí reunidas resuelve de un modo concreto una tensión que atraviesa a gran
parte
de los estudios sobre lo visual: el vínculo entre las perspectivas
interdisciplinarias y elsesgo o la tradición disciplinar (en este caso,
geográco). ¿En qué términos se arma
esta tensión entre dos posicionamientos que, aunque parecen antagónicos, conviven
de hecho en el estudio de las imágenes y de lo visual?Por un lado, existe un
consenso creciente en armar que la imagen requiere un
abordaje interdisciplinario. En efecto, los estudios visuales combinan los aportes
dela historia del arte, la teoría del cine, el periodismo, el análisis de los
medios, la so-
especicidad de las sociedades en que las imágenes son animadas como la
materialidad en la que esasimágenes son reconocidas (Belting, 2007: 13-70). Inés
Dussel y Daniela Gutiérrez (2006) convocan a
especialistas para discutir las políticas y las pedagogías de la imagen en el
ámbito educativo. Gabriela
Augustowsky, Alicia Massarini y Silvia Tabakman (2008), también desde la pedagogía,
invitan a pen
-
sar qué signica enseñar a mirar imágenes en la escuela.3 Desde que Richard Rorty
ha descrito la historia de la losofía como una serie de “giros” en la que
“unnuevo conjunto de problemas aparece y los antiguos comienzan a desaparecer”
(Mitchell, 1994 [2009]:19), se han sucedido diversos giros con más o con menos
consenso y aceptación. Hasta hace muy pocose hablaba de giro lingüístico: “la
lingüística, la semiótica, la retórica y varios modelos de ‘textualidad’se han
convertido en la lingua franca de la reexión crítica sobre el arte, los media y
demás formasculturales. La sociedad es un texto. La naturaleza y sus
representaciones cientícas son ‘discursos’hasta el subconsciente está
estructurado como un lenguaje” (Mitchell, 1994 [2009]: 19).4 Mieke Bal, “El
esencialismo visual y el objeto de los estudios visuales”. Estudios Visuales, nº 2,
di
-ciembre 2004.

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