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Régimen Militar y persecución (1973-1980)[editar]

Patio 29, lugar donde se encuentran muchos de los ejecutados políticos.

Tras el derrocamiento del gobierno de Salvador Allende y posterior llegada al poder del
régimen de Augusto Pinochet, el Partido Comunista sufre los embates de su marginación de la
vida política nacional, a saber, asesinatos, exilios y torturas de sus militantes por parte de
militares y agentes civiles de la DINA (Dirección de Inteligencia Nacional) y otros organismos
de inteligencia del gobierno militar.

El gobierno militar prohibió la existencia de partidos políticos, junto con la clausura del
Congreso Nacional. Con esto se logró declarar clandestino, ilegal y además terrorista a la
colectividad, marginándolo de la legalidad durante los años setenta y ochenta.

La gran mayoría de los miembros C.C. del Partido Comunista partieron al exilio en los países
de Europa del Este, Cuba y otros destinos, mientras que otros serían detenidos, como fue el
caso del aquel entonces Senador y Secretario General del PCCh Luis Corvalán. Ante este
escenario de persecución y desorganización, el C.C. decide crear un organismo a cargo de la
reorganización del Partido, en donde participarían miembros clandestinos del Comité Central y
miembros casi desconocidos trabajando en la reconstrucción partidaria, con lo cual ya
en 1974comienza a funcionar el Equipo de Dirección Interior (EDI).

En el año 1976 es donde caen detenidas dos Equipos de Dirección Interior del PCCh
consecutivamente, la de Víctor Díaz y la de Fernando Ortiz, además de otras dos de
lasJuventudes Comunistas de Chile en manos del Comando Conjunto que reunía a la
Dirección de Inteligencia de la Fuerza Aérea (DIFA), Dirección de Inteligencia de Carabineros
(DICAR) además de la participación en menor medida de los servicios de inteligencia de la
Marina (SIN) y el Ejército (DINE) y colaboración de agentes de la Policía de Investigaciones de
Chile y civiles miembros del derechista grupo paramilitar Frente Nacionalista Patria y Libertad.
Panfleto en rechazo al régimen militar.

Hacia fines de la década de los setenta el PCCh, se articuló con otros sectores políticos para
generar una oposición activa contra el gobierno militar, destacando su participación, junto a la
Democracia Cristiana, por la negativa a la nueva carta fundamental de la nación, redactada en
tiempos de la dictadura de Pinochet.

En el Pleno de 1977, la dirección nacional del PCCh acuña el término vacío histórico, que
implica un reconocimiento de la incapacidad política-militar del Partido para contrarrestar el
avance de los sectores reaccionarios, lo que va decantando en un proceso de legitimación de
la lucha militar contra la dictadura que terminaría a principios de los 80, con la adopción de
la Política de Rebelión Popular de Masas y la creación de un espacio orgánico de fuerza
propia combativa, el Frente Patriótico Manuel Rodríguez.

Política de Rebelión Popular de Masas y FPMR (1980-1988)[editar]


Artículo principal: Frente Patriótico Manuel Rodríguez

A principios de los años ochenta, la Dirección del Partido Comunista decide asumir la
consigna de utilizar "todas las formas de lucha contra la dictadura", incorporando la resistencia
armada al terrorismo de Estado. Es así que se forman primero los Grupos Cero que luego
darían origen al Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR), el cual entraría en operaciones
en diciembre de 1983, con un apagón eléctrico en toda la zona central del país.

En mayo de 1983, se desarrollaría la primera de las Jornadas Nacionales de Protesta, las


cuales se desarrollaban con una importante participación de masas expresada en mitines en
las principales poblaciones de Chile y cacerolazos contra la dictadura; como también con una
creciente organización militar que derivó en acciones de sabotaje mayor (apagones) y defensa
de masas.
Protestas contra el régimen de Pinochet.

Las jornadas de protesta se fueron multiplicando hasta 1986, año considerado clave para la
Política de Rebelión Popular de Masas. En este año el FPMR realizó algunas operaciones de
gran envergadura como la internación de armas de Carrizal Bajo y el atentado contra Augusto
Pinochet, las cuales no llegaron a buen puerto, frustrando en gran parte la política de salida
armada a la dictadura pregonada por el PCCh.

En 1987, la dirección nacional del PCCh sufre un proceso de fractura con el FPMR, lo que
derivaría en una profunda reconstrucción de los objetivos estratégicos en un período
enmarcado, por la construcción de una salida pactada a la dictadura a través de un plebiscito.

El Partido Comunista formó junto al Partido Socialista-Almeyda, la Izquierda Cristiana, el


Movimiento de Acción Popular Unitaria y el Movimiento de Izquierda Revolucionaria
el Movimiento Democrático Popular (MDP), una alianza alternativa a la centro
izquierdista Alianza Democrática, formada por los grupos de centro representado por
la Democracia Cristiana y la izquierda renovada representada por el Partido Socialista-Núñez.
De la Alianza Democrática surgirá la Concertación de Partidos por el NO la cual defendió la
opción "No" en el plebiscito de 1988.

Tras el triunfo de la oposición en este referéndum, el Partido Comunista apoyó al candidato


único de la oposición a la Presidencia de la República, el militante democratacristianoPatricio
Aylwin quien a la postre será el primer Presidente de la transición chilena a la democracia.

Primeros pasos hacia la democracia (1988-1990)[editar]


Para 1989, con Augusto Pinochet aún en el Gobierno, el PCCh forma un partido instrumental,
junto con la IC, el Movimiento de Acción Popular Unitaria, el PS (Almeyda) y el MIR, todos
antiguos integrantes de la Izquierda Unida y del MDP. Aquel partido se llamaría Partido Amplio
de Izquierda Socialista (PAIS) y se presentaría en las elecciones de 1989formando la coalición
electoral Unidad para la Democracia junto con el Partido Radical Socialista
Democrático (PRSD).

Habiendo llegado a un acuerdo con la Concertación en cuanto a complementar o no presentar


candidaturas fuertes, solo se logra elegir a dos candidatos electos (ambos del PS (Almeyda))
por culpa del sistema binominal. Para la elección presidencial de ese año el PCCh apoya al
candidato único de la oposición, quien a la postre sería el primer presidente de la transición a
la democracia, el democratacristiano Patricio Aylwin Azócar.

Una vez producida la reunificación de los socialistas almeydista con los socialistas renovados
(socialdemócratas) y la incorporación de una gran cantidad de integrantes de la IC y el MAPU
al Partido Socialista de Chile (PS) y al recién fundado Partido por la Democracia (PPD) en
1990, el PAIS perdió su razón de ser y fue disuelto. Así el PCCh quedó así sin sus
tradicionales y antiguos aliados socialistas, lo que sería la tónica de la década de los
noventas.

Durante los últimos años de la década de los ochentas e inicios de los noventas, un grupo de
dirigentes del PCCh y de las Juventudes Comunistas contrarios a la línea política del Partido,
entre ellos Fanny Pollarolo, Gonzalo Rovira, Jorge Insunza, Luis Godoy Gómez, Antonio
Leal, Alejandro Toro Herrera y Luis Guastavino fundaron el Partido Democrático de
Izquierda (PDI), lo que al final se vería frustrado por la poca movilidad de las bases del PCCh
al PDI, y que provocó finalmente la integración de este grupo de dirigente al PS y el PPD.

Los noventa: período de crisis (1990-2000)[editar]


El término pactado de la dictadura militar, se consolidó con bases institucionales que limitaron
la presencia que históricamente había tenido el Partido Comunista en la política chilena.
Intactas las políticas económicas heredadas del Pinochetismo, la Concertación también
mantuvo el sistema democrático que dejara el dictador. Una Constitución que exigía altísimos
quórums para modificaciones legales, un sistema binominal que que generó grandes bloques
electorales que dejaron de lado la participación del PC, igualando las votaciones
parlamentarias de la Derecha y la Concertación, hicieron de los años de transición a la
democracia, años en los cuales no hubo movilidad política, con una presencia institucional
excluyente de los dos bloques generados por el binominalismo.

Desde el término de la dictadura militar el Partido Comunista ha planteado la necesidad de


realizar una Revolución Democrática en Chile. La exigencia de poner término a todos los
componentes institucionales legados por el pinochetismo en la Constitución de 1980, y que
aún permanecen inalterados ha sido el eje fundamental del Partido. Así mismo, a partir de su
inserción en los movimientos sociales ha propugnado la movilización de los sectores
populares en defensa de sus derechos y la necesidad de modificar el modelo económico
neoliberal instaurado por la Régimen Militar y continuado por los gobiernos de la Concertación
de Partidos por la Democracia.

Desde las elecciones de 1990, el Partido Comunista se incorporó a la lucha electoral, como
una forma más de desarrollar avances en en la dirección de sus propuestas políticas. Es así
que participó en todas las elecciones municipales, parlamentarias y presidenciales entre 1990
hasta 2013 de manera semi solitaria.

En las elecciones municipales de 1992 el PCCh con sectores de la IC y del MAPU lograron la
elección de un alcalde y de 35 concejales de la mano del conglomerado Movimiento de
Izquierda Democrática Allendista (MIDA), que para las elecciones
presidenciales y parlamentarias de 1993 se transformaría en la Alternativa democrática de
Izquierda, referente que conseguiría el 4,7% de los votos para su candidato presidencial
Eugenio Pizarro y 6,39% para sus candidatos legislativos sin diputados electos.
Para enfrentar las futuras elecciones, el Partido Comunista formaría referentes amplios con
distintos nombres, que agrupaban a toda la izquierda extraparlamentaria. En laselecciones
municipales del 1996 y en las parlamentarias del 97, el PC aumentaría su votación hasta un
7,49% no logrando obtener escaños por el sistema binominal.

Para 1999 la candidata presidencial y Secretaria General del Partido Comunista Gladys
Marín obtiene un 3,19% en las elección presidencial quedando en detrás de los candidatos de
la Concertación y la Alianza y sobre las candidaturas de los humanistas, los independientes
ecologistas y los centro derechistas. Pero debido a la falta de mayoría absoluta por parte de
los candidatos de la Alianza y la Concertación el PCCh se pronuncia dando libertad de acción
a sus votantes de cara a la segunda vuelta presidencial.

11 de septiembre: Crónica de un Golpe


Militar
Rodrigo Alarcón y Daniela Ruiz | Martes 11 de septiembre 2012 - 2:25 hrs. |

A 39 años del Golpe Militar de 1973, que derrocó al Presidente Salvador


Allende y el Gobierno de la Unidad Popular, la fecha aún divide a los
chilenos, pero sus alcances y enigmas aún pertenecen a pocos. La
siguiente es una crónica que detalla lo que aconteció ese día, contada
por los protagonistas y quienes intentaron dilucidar este crucial episodio
de nuestra historia.
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“El 15 de septiembre, el Presidente Nixon informó al director de la CIA,


Richard Helms, que un gobierno allendista no era aceptable para los
Estados Unidos e instruyó a la CIA para que jugara un rol directo en
organizar un golpe de Estado en Chile para evitar que Allende accediera a
la presidencia”.
El relato corresponde al Informe Church del Senado estadounidense y fue
citado por la periodista Patricia Verdugo en el libro “Allende: Cómo la Casa
Blanca provocó su muerte”, que relata la directa intervención de Estados
Unidos en el proceso que generó el quiebre institucional de 1973.

EE.UU. seguía con atención a Allende desde antes que ganara las
elecciones del 4 de septiembre de 1970, pero intensificó sus acciones luego
que se concretara su triunfo en las urnas.

De acuerdo al historiador de la Universidad de Chile, Sergio Grez, EE.UU.


“comenzó a mover sus piezas en concomitancia con la extrema derecha
chilena”, esfuerzos a los que más tarde se sumarían los partidos de derecha
y sectores de la Democracia Cristiana que se oponían al gobierno de la
Unidad Popular.

De acuerdo a Eduardo Contreras, diputado comunista en 1973 y actual


abogado de DD.HH., el golpe se fraguó con activa participación de sectores
civiles, como el gremio de camioneros; medios de comunicación, como El
Mercurio, cuyo dueño Agustín Edwards se había reunido con el mismísimo
presidente Richard Nixon; y de grupos “ultra, fascistoides, como Patria y
Libertad, cuyo jefe es nada menos que decano de una universidad ahora,
don Pablo Rodríguez Grez, que fue una persona que huyó del país y tiene
una enorme responsabilidad en la preparación del golpe”.

“Pero junto a ellos, están los partidos políticos de derecha y centro. Nadie
puede olvidar que en esta conjura también participó la oposición al gobierno
de la UP, y en esa oposición están los partidos de derecha y la DC”,
subraya.

De acuerdo al historiador Sergio Grez, Allende intentó un diálogo con la DC


cuando percibió “la gravedad de la situación”. En particular, se reunió con
Patricio Aylwin y el Cardenal Raúl Silva Henríquez. Pero las conversaciones
no fructificaron: “Se entrevistó en un par de oportunidades personalmente
con Aylwin, pero ante la intransigencia de la DC, y de Aylwin
particularmente, que tiene una responsabilidad muy grande, se rindió a la
evidencia de la inminencia del golpe de Estado. Como una maniobra
desesperada para evitar este desenlace trágico, se decidió a llamar a un
plebiscito, cuestión que ocurriría el mismo 11 de septiembre o al día
siguiente, como una manera para dirimir el conflicto institucional”, dice.

No obstante, el tiempo se había acabado. Sectores de las Fuerzas


Armadas, principalmente de la Armada, ya habían puesto en marcha la
operación que acabó con el gobierno socialista.

Según Grez, Augusto Pinochet solo se unió a los golpistas cuando tuvo
seguridad sobre la maniobra: “Mientras no estuvo claro que el grueso del
Ejército se inclinaría por el golpe de Estado, Pinochet ocultó sus
intenciones, se mantuvo en una posición a la expectativa, simuló lealtad al
presidente Allende y al general Prats. Recordemos que el mismo día 11 de
septiembre, Allende estaba preocupado por la suerte que le podría estar
ocurriendo al pobre Augusto. Finalmente, cuando percibió que el viento
soplaba a favor del golpe, sobre todo a instancias de las presiones ejercidas
por Merino, decidió ponerse a la cabeza de este movimiento”, explica.

Según el periodista Manuel Salazar, coautor del libro “La historia oculta del
régimen militar”, Salvador Allende y sus asesores sabían desde la noche del
10 de septiembre que las Fuerzas Armadas se aprestaban a derrocar al
gobierno. Aun así, creían que encontrarían lealtad en Pinochet, Carabineros
y algunos generales.

“La noche del 10 y la madrugada del 11, Allende está en su casa de Tomás
Moro con algunos de sus asesores principales: Augusto Olivares, el
periodista; Orlando Letelier, ministro de Defensa; Joan Garcés, asesor
español privado, entre otras personas. Mientras comían con Hortensia Bussi
e Isabel Allende, empiezan a recibir llamadas de distintas partes del
territorio nacional y de algunos dirigentes de partidos de la UP, quienes
indican que han recibido información de que se están movilizando tropas.
Más o menos desesperadamente, los ministros tratan de chequear esta
información. Allende, hasta ese instante, confiaba casi ciegamente en la
lealtad del general Pinochet, de Carabineros y de algunos generales. Así lo
había manifestado a algunos colaboradores. Consideraba que parte
importante del Ejército, si no todo, y al menos Carabineros, respaldarían al
gobierno de la UP. Solo tenía desconfianza y temor de la Armada y la
FACH”, narra.
El Golpe
Advertido que en la madrugada del 11 de septiembre, las Fuerzas Armadas
se habían tomado Valparaíso, el Presidente Allende se dirige hacia La
Moneda a las 7:20 am desde su residencia en Tomás Moro, acompañado
del Grupo de Amigos del Presidente (GAP), su servicio de guardia personal.

Veinte minutos después el mandatario ya se encontraba en la Casa de


Gobierno y emite su primer mensaje a la nación, a través de Radio
Corporación, informando sobre un “levantamiento de la marinería”.

Sin embargo, al poco rato, el teniente coronel Roberto Guillard, lanza la


primera proclama militar, por medio de la denominada “Cadena
Democrática” formada por Radio Minería y Agricultura, donde emplaza a
Allende a dejar su cargo en manos de las Fuerzas Armadas y Carabineros,
quienes iniciarán “la histórica y responsable misión de luchar por la
liberación de la Patria del yugo marxista, y la restauración del orden y de la
institucionalidad (…)”.

La declaración, sostiene el coronel, es firmada por Augusto Pinochet


Ugarte, por el Ejército; Toribio Merino Castro, por la Armada; Gustavo Leigh
Guzmán, por la FACH, y César Mendoza Durán, de Carabineros.

Según Manuel Salazar, hasta ese momento el Presidente y los dirigentes


de la UP creían que podían contar con acciones de respaldo de parte de las
FF.AA. y los partidarios del gobierno: “Creían que frente a un golpe iba a
reaccionar el general Prats, muchas unidades se iban a levantar en apoyo y
que el pueblo, las bases de los partidos, los obreros, empleados, las
poblaciones, el aparato público, iban a salir a las calles a defender al
gobierno. Ninguna de esas cosas ocurre, salvo contadas excepciones.
Cuando escuchan el primer bando, se empiezan a dar cuenta de que las
Fuerzas Armadas están unidas a lo largo del país”, indica.

El mensaje del coronel Guillard también daba un ultimátum para quienes se


encontraban a esa hora en La Moneda: si no desalojaban antes de las 11, el
palacio sería atacado “por aire y por tierra”.

Una vez que el personal abandona el lugar, en su mayoría mujeres y las


dos hijas del mandatario –Beatriz e Isabel-, Salvador Allende dirige sus
últimas palabras al país por Radio Magallanes – la única emisora pro UP no
silenciada a esas alturas-, asegurando, tal como ya se lo había indicado a
los golpistas, “que no se rendiría”.

“….mucho más temprano que tarde, se abrirán de nuevo las grandes


alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una sociedad
mejor. ¡Viva Chile!, ¡Viva el pueblo!, ¡Vivan los trabajadores! Éstas son mis
últimas palabras, teniendo la certeza de que mi sacrificio no será en vano.
Tengo la certeza de que, por lo menos, habrá una sanción moral que
castigará la felonía, la cobardía y la traición”, declara Allende, quizás
avizorando lo que sucedería en las próximas horas.

Mientras los tanques abren fuego contra el palacio de Gobierno,


enfrentándose a miembros del GAP, el vicealmirante Patricio
Carvajal comunica a Augusto Pinochet la voluntad de Allende a
“parlamentar”. Aunque Pinochet confirma que sigue en pie la oferta de
sacarlo del país, “el avión se cae, viejo, cuando vaya volando”, agrega.

Alrededor del mediodía, la amenaza se cumple. Los Hawker Hunter de la


FACH, comandados por Mario López Tobar, disparan cuatro cohetes sobre
La Moneda, mientras otro grupo hace lo suyo en la casa de Allende.

Por años la identidad de los pilotos se mantuvo en secreto, hasta que el


periodista Eduardo Labarca reveló sus nombres en 2011. Junto a Tobar,
dispararon sobre el inmueble Ernesto González Yarra (Pekín) y Fernando
Rojas Vender (Rufián), quien llegó a ser comandante en jefe de la FACH.
Coordinando en tierra, estuvo el comandante Enrique Fernández Cortéz
(Gato).

En tanto, Tomás Moro fue atacada por el capitán Eitel von von Mühlenbrock
y el teniente Gustavo Leigh Yañez – hijo del comandante Leigh-, quien “erró
el blanco y bombardeó el hospital de la FACH, por lo cual hasta su
muerte era objeto de bromas en la institución”, relató Labarca.

El resultado en La Moneda es devastador, aunque siendo las 2:30 de la


tarde los que quedan en el segundo piso del palacio insisten en no rendirse,
pese a que el primer piso está tomado por los militares. Allende insta a su
círculo cercano a bajar, afirmando que él lo hará al final.
Mientras los bomberos intentan apagar el fuego sobre la Casa de Gobierno,
Carvajal le informa Pinochet sobre la muerte del mandatario. En inglés, “por
la posibilidad de interferencia”, le asegura que se ha suicidado. Aunque la
versión ha sido cuestionada a lo largo de los años, el doctor Patricio Guijón
dice haber presenciado cuando el presidente se disparó en la barbilla,
gritando “Allende no se rinde, milicos de mierda”.

A las 3 se declara toque de queda en todo el territorio nacional, mientras a


las 6 de la tarde los comandantes de la Junta se reúnen en la Escuela
Militar, celebrando la toma del poder del país.

Según el periodista Manuel Salazar, Chile vivió esas horas completamente


polarizado y pocos sabían lo que realmente sucedería en los próximos
años: “Una mitad del país estaba sufriendo y la otra mitad estaba
celebrando lo que ocurría. Hay revistas y diarios donde se sacaron botellas
de champagne, mientras en otros medios llegaban los militares, allanaban,
detenían y llevaban a la gente a torturar. Fueron muy pocas las personas
que siendo opositoras a la UP, comprendieron lo que estaba ocurriendo y
qué iba a pasar en los años y meses posteriores”, relata.

En lo siguiente, se declararon proscritos el Partido Comunista y Socialista,


mientras los restantes conglomerados fueron suspendidos con la disolución
del Congreso.

En zonas rurales se detuvo a varios de los dirigentes de la Reforma Agraria,


quienes en muchos casos fueron ejecutados en el mismo lugar de su
detención. Se llamó a delatar a los adherentes del Gobierno por “traición a
la Patria” y a aquellos que tuvieran cargos en organizaciones sociales a
entregarse a las comisarías “para regularizar su situación”.

Se allanaron fábricas, reparticiones públicas y poblaciones como La Legua,


La Victoria y La Bandera, donde sus pobladores fueron detenidos en masa.
Al interior de la ex Universidad Técnica del Estado –actual Usach-, hubo
enfrentamientos con académicos y estudiantes y fue allí donde se detuvo al
cantautor Víctor Jara.

Se iniciaban así 16 años y medio de dictadura militar lideradas por el


general Augusto Pinochet, con las consabidas violaciones a los derechos
humanos, el establecimiento de un modelo económico neoliberal y el
quiebre de 50 años de institucionalidad democrática en Chile.

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