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JESUCRISTO ES LA TEOLOGÍA

PERFECTA

BILL JOHNSON

Editado por Frank A. DeCenso Jr.

DESTINY IMAGE PUBLISHERS


© Copyright 2009 – Frank DeCenso Jr.

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ISBN TP: 978-0-7684-4428-5

eISBN de edición digital: 978-0-7684-4311-0

Publicado originalmente en Amazed by the Power of God, ISBN 978-0-7684-2755-


4.
JESUCRISTO ES LA TEOLOGÍA
PERFECTA

BILL JOHNSON
JESUCRISTO ES LA TEOLOGÍA PERFECTA

Jesucristo es la teología perfecta. Lo que sea que crea que sepa


sobre Dios que no pueda encontrar en la persona de Jesús, tiene un
motivo para cuestionar. Jesucristo es la revelación precisa de la
naturaleza del Padre. Del modo en que Jesús se manifiesta a
nosotros en la Escritura, también debemos presentarlo a Él a este
mundo. La revelación nos hace responsables, porque Él nos dijo:
“Como me envió el Padre, así también los envío” (Juan 20:21).

De pequeños a través del mensaje de Navidad escuchamos a los


ángeles proclamar: “Gloria a Dios en las alturas y en la tierra,
¡buena voluntad para con los hombres!” (Lucas 2:14). Este es el
corazón de Dios para la humanidad. Es el mensaje que introdujo
Jesús al mundo y debe seguir siendo el mensaje que la Iglesia
introduzca al mundo.

Los creyentes dicen con facilidad: “Sí, Dios es bueno”. Debemos


hacerlo; la Biblia lo dice. Pero cuando la tragedia golpea, muchos
dicen: “Sé que Él es bueno, pero Sus modos son misteriosos”,
pensando que Dios provoca el mal porque al final lo resolverá. La
insinuación es que Dios a veces trae crisis, enfermedad y tormento
para enseñarnos a ser mejores cristianos. No hay duda de que Dios
puede generar bien del mal. Hay testimonios de Su grandeza y Su
propósito redentor en nuestras vidas. Pero atribuirle al mal a Él
socaba trágicamente nuestro propósito en la tierra, ya que debilita
nuestra capacidad de representar a Jesús como la manifestación de la
buena voluntad de Dios para con nosotros. Asimismo, compromete
nuestra capacidad de discernir la diferencia entre la disciplina de
Dios y el ataque demoníaco real.

El conflicto a menudo surge al debatir sobre la naturaleza de la


bondad de Dios. La representación de Dios “como uno que azota”
en general tiene como su texto de prueba una Escritura de pacto
antiguo. Es incorrecto tomar una revelación del Antiguo Testamento
de Dios, de Su naturaleza, y anticiparse o sobrepasar la revelación
del Nuevo Testamento de Dios que se encuentra en Jesucristo. Los
pactos inferiores no dan perspectivas más claras sobre la naturaleza
de Dios. La Escritura es la Escritura. Todo se escribió para nuestra
instrucción. Pero lo que se observa en la Ley y los Profetas no tiene
la claridad que se encuentra en la persona de Jesús.

Propósito del Antiguo Testamento


Hay innumerables beneficios de las Escrituras del Antiguo
Testamento para el creyente del Nuevo Testamento. Pero el uso
inadecuado de ellos ha perjudicado mucho la vida del cristiano.
Estos son por lo menos tres usos beneficiosos.

1. El Antiguo Testamento nos da una conciencia de nuestra


condición de pecaminosos. El apóstol Pablo lo explica:
“...donde no hay ley, tampoco hay transgresión” (Romanos
4:15).

2. La Ley del Antiguo Testamento es el ayo que nos lleva a


Cristo. “De manera que la Ley ha sido nuestro ayo para
llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.
Pero venida la fe, ya no estamos bajo ayo” (Gálatas 3:24-25
NASB).

3. Así, el Antiguo Testamento nos lleva a Jesús, ya que


naturalmente representa a este Rey en su Reino. A través del
tiempo antes de Cristo, hubo eventos, profecías y leyes que
hablaron de la vida bajo la gracia. Hay momentos inusuales de
gracia que dieron perspectiva sobre lo que iba a venir a través
de “tipos y sombras”.

Se obtienen revelaciones maravillosas del Antiguo Testamento a


través de tipos y sombras. Por ejemplo, sabemos que los judíos
sacrificaron un cordero inmaculado en el templo como pago por su
pecado. Pero también sabemos que Jesús es el verdadero Cordero de
Dios que quita el pecado del mundo. Una vez que la realización
llega al tipo o símbolo del Antiguo Testamento, ya no hay necesidad
de retroceder y quedarse en las sombras.
El nuevo pacto revela al Padre claramente en la persona de
Jesucristo. Jesús dijo: “El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre”
(consulte Juan 14:9). Hebreos declara: “Muchas veces y de muchos
modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los
Profetas, en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio de Su
Hijo” (Hebreos 1:1-2 NASB). Asimismo, Él es “la exacta
representación de Su naturaleza”. Dios ahora está hablando
principalmente a través de la persona y el trabajo de Jesús. Los dos
son exactamente lo mismo. Eso es lo que es tan nuevo del Nuevo
Testamento: Dios se ve claramente en Jesús.

Todo el Antiguo Testamento apunta a Jesús. Es la figura central


de la Escritura. La Ley y los Profetas declaran Su rol como el
Mesías y asegura que Jesús es el Indicado: el cumplimiento del plan
redentor de Dios. Las historias, profecías y leyes todas apuntan a Él
en distintos niveles de la misma manera que un letrero de autopista
anuncia la ciudad que está por venir. El letrero es real y
significativo. Pero en sí mismo no es la realidad que estamos
buscando. Apunta a algo más grande que sí mismo. En este caso, no
debemos venerar al letrero del Antiguo Testamento. Sirve a su
propósito llevándonos al propio Mesías. Un letrero de autopista
nunca define a la propia ciudad, del mismo modo tampoco el
Antiguo Testamento redefine quién es Jesús. Él es el cumplimiento
tanto de la Ley como de los Profetas. La naturaleza de Su vida y
propósito es clara: vino a destruir las obras del demonio.

Hay una necesidad personal profunda en el Cuerpo de Cristo de


ver a Jesús por quien es. Jesús curó a todos los que acudieron a Él.
Eso no cambia porque no todas las personas por las que yo haya
rezado se hayan curado. Aplacó cada tormenta potencialmente fatal
con la que se cruzó. Y la liberación llegó para todo aquel que la
pidió. Este es Jesús. Y este es el Padre, exactamente.

Hay una gran diferencia entre la bondad de Dios vista en la vida


de Jesús y la bondad de Dios revelada en la Iglesia debido a nuestras
creencias de la actualidad. Se ha vuelto más fácil creer que el
estándar que Jesús estableció para nuestras vidas es totalmente
imposible de alcanzar o que es teológicamente incorrecto
considerarlo un estándar legítimo para el día de hoy. Es muy difícil
para muchos reconciliar las diferencias entre la vida de Jesús y la
experiencia del creyente cotidiano; entonces se crea la mala
teología. A veces es más sencillo cambiar nuestra interpretación de
la intención de la Escritura que buscar a Dios hasta que Él responda.

Si Jesús curó a todos los que acudieron a Él, y el Padre hace que
la gente se enferme, entonces tenemos una casa dividida: una que
según Jesús no puede permanecer de pie. Invariablemente este es el
punto de discusión en el que las personas sacan a relucir los
versículos del Antiguo Testamento en un intento por demostrar que
Dios causa enfermedad. No puedo pensar en un área más allá de los
milagros, señales y prodigios que incluiría profecías, con los que la
Iglesia lo hace. Nunca apoyaríamos el sacrificio de un cordero real
para expiar el pecado aunque el Antiguo Testamento haya dado la
orden para hacerlo. Ni haríamos a las personas viajar hasta Jerusalén
para que puedan participar de una veneración aceptable para Dios.
Nunca haríamos estas cosas. Pero hacemos lo mismo con el tema de
la curación. Si una Escritura del Antiguo Testamento sustituye la
revelación perfecta de Dios en Cristo sobre el tema de la curación,
hemos obtenido una licencia ilegal para redefinir la naturaleza del
Reino. Hacemos esto con ninguna otra parte del evangelio.

Hace dos mil años, Jesús consideró que todas las enfermedades
provenían del demonio y que la curación era una señal de la venida
del Reino de Dios. Incluso algo tan simple como la fiebre se
consideraba como algo del demonio. (Consulte Marcos 1:31.) Las
cosas han llegado al punto tal que muchos consideran que la
enfermedad la envía Dios o está permitida por Dios para ayudarnos
a construir nuestro carácter. Se cree que aquellos que necesitan de la
curación están fuera de equilibrio, como mínimo, y que aquello les
viene del demonio, como máximo. Es aterrador ver cuánto pueden
caer las cosas en 2000 años. Lo que es incluso más desconcertante
es que aquellos que consideran que la enfermedad está aprobada por
Dios para nuestro beneficio no tienen problema en ir al médico para
encontrar una cura y liberarse de la enfermedad. Ese acercamiento
irracional a las Escrituras debe detenerse.

Creer que Dios es bueno es absolutamente vital para ser efectivos


en el ministerio del evangelio. Sin esa base, no es posible desarrollar
el enfoque claro y la fortaleza de fe para perseguir los
descubrimientos por los que la tierra adolece. La forma en la que lo
entendemos es la forma en la que lo presentamos. Cómo lo vemos
define cómo creemos y cómo vivimos.

No estoy diciendo que Dios no discipline. Cuando hablo sobre la


bondad de Dios y la grandeza de Jesús y Su gracia y Su
misericordia, no me olvido de que Él también fue quien echó a los
mercaderes del templo con un látigo. Se trata simplemente de que Él
no utiliza la enfermedad, más de lo que usa el pecado, para
disciplinar a Sus hijos. Si yo les hiciera a mis hijos lo que muchos
cristianos dicen que Dios les hace a los Suyos, me arrestarían por
maltrato infantil.

Cuando comprendemos la naturaleza de Dios, vemos que Jesús no


lucha contra el Padre para revelar un estándar diferente. Él
representa y manifiesta perfectamente la naturaleza del Padre. Esto
es una gran cosa porque en el fondo de la mente de muchas personas
hay una imagen del Padre dispuesto a generar determinadas
calamidades y dificultades y Jesús intercediendo, intentando
convencerlo de que no lo haga. Si bien muy pocos lo dirán de esa
manera, es la imagen que está detrás en gran parte de lo que la
Iglesia vive y piensa. Las compañías de seguros y los periódicos
llaman a los desastres naturales “actos de Dios”. ¿Dónde obtuvieron
su teología? De nosotros.

Nunca encontramos a Jesús bendiciendo una tormenta que se le


acercaba y Él la disipa. Nunca redirigió la tormenta, diciendo: “Ve a
la ciudad, destrúyelos. Les enseñará cómo rezar. Se volverán más
parecidos a Mí”. Por el contrario, él calmó la tormenta. Él reprendió
a Sus discípulos por querer bajar el fuego en la gente, diciendo:
“Ustedes no saben de qué espíritu son”. (Consulte Lucas 9:54.)
Nunca lo vemos usando Su autoridad para incrementar una tormenta
o para llevar una calamidad de ningún tipo. Siempre lo vemos
poniéndole fin a una tormenta o a una enfermedad. Sin importar
cómo o por qué surgió la tormenta, Jesús fue la solución.

Podemos crear una doctrina que permita la carencia o buscar a


Dios hasta que responda. Cuando los discípulos no obtuvieron un
avance milagroso, le preguntaron a Jesús por qué. En otras palabras,
ellos esperaban el avance. Un entorno de expectativa naturalmente
crea el deseo de averiguar el “porqué” cuando un avance no llega.
Hoy es más fácil culpar a Dios que aceptar el hecho de que somos
aquellos a quienes Él dejó a cargo.

La naturaleza del mensaje


“La Ley y los Profetas se proclamaron hasta Juan; desde entonces
el evangelio del Reino de Dios se ha anunciado, y todos se esfuerzan
por entrar en él” (Lucas 16:16 NASB).

“Hasta Juan” es una frase importante, pero una que prácticamente


ha sido olvidada. Tanto la Ley como los Profetas fueron
reemplazados por otro mensaje, el evangelio del Reino. Uno aún
existe; el otro se ha vuelto obsoleto. Uno tiene el respaldo del Cielo;
el otro no lo tiene. Uno revela nuestro cometido; el otro, no.

Un mensaje crea una realidad. La naturaleza del mensaje


determina la naturaleza de la realidad en la que vivimos y
ayudamos. El mensaje del Reino crea un entorno apto para la
muestra del amor, la pureza y el poder de Dios. Es el mensaje que
Jesús predicó y a su vez enseñó a Sus discípulos a predicar. Es la
palabra del momento.

La Iglesia ha reemplazado en gran medida el evangelio del Reino


con el evangelio de la salvación. El evangelio de la salvación se
enfoca en lograr que las personas se salven y vayan al Cielo. La
belleza de ese mensaje hace que sea muy sencillo olvidarse de que
es solamente una parte de todo el mensaje que Jesús nos dio. El
evangelio del Reino se enfoca en la transformación de vidas,
ciudades y naciones, llevando la realidad del Cielo a la tierra. No
debemos enfocarnos en nuestro destino con nuestro cometido. El
Cielo es mi destino, mientras que traer el Reino es mi cometido. El
enfoque en el mensaje del Reino es el dominio legítimo de Dios
sobre todo.

Sin importar si es inconsistente con el Cielo, es decir, una


enfermedad, tormento, hábitos pecaminosos, etc., debemos quedar
bajo la autoridad del Rey. Se debe lidiar con estos tipos de
problemas y se deben quitar de las vidas de las personas porque
estos dominios no deben permanecer en donde sea que el dominio
de Dios se lleve a cabo. Como tuvimos éxito en mostrar este
mensaje, estamos en posición de provocar un cambio cultural en los
negocios, las políticas, el ambiente y las cuestiones esenciales a las
que nos enfrentamos hoy en día. Esto crea un fenómeno poco
común: el fruto del renacimiento se convierte en el combustible del
renacimiento, lo que produce el fruto del renacimiento, etc. Es
circular, hasta la reforma.

Cuando el Cielo estuvo en silencio


¿Por qué Jesús dijo: “hasta Juan”? ¿Por qué no dijo “hasta Jesús”?
Porque Juan fue el que rompió el silencio del Cielo con el mensaje
del Reino. Antes de que Juan el Bautista entrara en la escena, hubo
400 años sin una palabra de Dios. El Cielo estuvo en silencio. Sin
visiones, sueños ni profecías. Nada. Cuatrocientos años de absoluto
silencio hasta que llegó Juan. El Espíritu Santo no está resaltando
este detalle a la ligera acerca de que la Ley y los Profetas estuvieron
hasta que estuvo Juan quien primero dijo: “Arrepiéntanse, porque el
Reino de los Cielos está cerca” (Mateo 3:2).

Hay otro lugar en la Escritura en donde 400 años es


excepcionalmente importante. Comprender la primera mención de
esta frase, 400 años, nos ayudará a comprender su significado en
este caso. Israel era una nación de esclavos, que vivió en Egipto
durante 400 años. Y después todo cambió en un momento. Bajo el
marco de la puerta de cada hogar judío se puso la sangre de un
cordero en la Pascua Judía (consulte Éxodo 12:23). El Ángel del
Señor vino y liberó a los judíos de la esclavitud de Egipto. En un
momento, pasaron de ser esclavos a ser libres, de la pobreza
absoluta a poseer la riqueza de la nación más próspera del mundo.
Sucedió en un momento. La primera mención de la frase 400 años
en la Biblia resultó en el rescate y la creación de una nueva nación,
en la redención del pueblo de Dios. En la época de Juan, Dios
anuncia un rescate y la creación de una nueva nación declarando:
“¡Es un nuevo día!”.

Ese es exactamente el mensaje de Jesús en Lucas 16:16. ¡Es un


nuevo día! El nuevo día está marcado con un nuevo mensaje. Un
mensaje ha terminado y otro ha comenzado. Cuando Juan el Bautista
apareció, fue más significativo que la liberación de 400 años de
esclavitud de Egipto. Esta liberación lidió con la naturaleza y el
potencial de la humanidad. El pronunciamiento de Juan cambió
todo.

Jesús hizo la increíble declaración: “Ahora el Reino de Dios se


está anunciando y todos se esfuerzan por entrar en él” (consulte
Lucas 16:16). ¿Es posible que la naturaleza del mensaje determine el
tamaño de la cosecha? ¡Dijo todos! Este es el mensaje: “Jesús es el
Señor sobre todo. Su dominio es eterno. ¡Es ahora!” Cuando usted
declara este mensaje, crea una atmósfera en la que todos pueden
presionar. Sin importar la necesidad, hay una respuesta. El mensaje
correcto capitaliza la verdad que Jesús llama El deseo de las
naciones. El mensaje correcto cambia la atmósfera para hacer una
manifestación de Su dominio alcanzado. Quizás este sea el contexto
en el cual se comprende la gracia irresistible de Dios, satisfaciendo
de esa forma el deseo nacido en el corazón de cada persona viva.

Se ha consumado
Después de esto, Jesús, sabiendo que ya todo estaba consumado,
dijo, para que la Escritura se cumpliese: “¡Tengo sed!”...Así que
cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: “¡Se ha consumado!”Y
habiendo inclinado la cabeza, entregó Su alma (Juan 19:28,30).

Es un error creer que cuando Jesús gritó: “Se ha consumado”


estaba meramente proclamando que Su vida como ser humano se
estaba acabando. Vino a saciar el apetito de fuego inextinguible
satisfaciendo las demandas de la Ley y los Profetas. Cuando dijo:
“Se ha consumado”, estaba declarando: “El apetito de la Ley y los
Profetas se ha satisfecho. Es un nuevo día. Se ha consumado”.
Fuimos de ser esclavos a tener el Reino en un momento: de ser
alguien que no tenía derecho a Dios a ser repentinamente el lugar de
la morada eterna de Dios mismo.

Arrepentirse lo suficiente como para ver el


Reino
“Arrepiéntanse, porque el Reino de los Cielos está cerca”. Una de
las formas en las que me gusta ilustrar esto es en Hebreos 6:1, “El
arrepentimiento de obras muertas...la fe hacia Dios”. El
arrepentimiento completo es de algo hacia algo: del pecado hacia
Dios. Muchos cristianos se arrepienten lo suficiente como para ser
perdonados, pero no lo suficiente como para ver el Reino. Su
arrepentimiento no lo hace ver el Reino. Jesús nos dice que nos
arrepintamos porque Él trajo su mundo consigo. Si no cambio mi
perspectiva sobre la realidad, nunca descubriré lo que es superior: el
reino oculto de Su dominio.

Lucas lo escribe de esta manera: “Así que arrepiéntase y


conviértanse, para que sean borrados sus pecados, para que vengan
de la presencia del Señor” (Hechos 3:19). El punto es: la presencia
del Reino. Es muy fácil complicar por demás la vida cristiana. Nos
dicen que nos pongamos toda la armadura de Dios, lo que incluye el
yelmo de la salvación, la coraza de la justicia y demás (consulte
Efesios 6:10-18). El apóstol Pablo nos dio una orden importante,
pero muchos de nosotros nos olvidamos de lo importante. Dios es
mi armadura. Él no está diciendo: “Pónganse algo encima que es
una realidad ajena a Mí”. Está diciendo: “Yo soy eso. Permanezcan
en Mí. Yo soy su salvación. Soy su justicia, la coraza sobre ustedes.
Soy el evangelio de paz. Soy la buena noticia. Soy la espada del
Espíritu”. Esta lista es una profunda imagen de palabras que nos
permite darnos cuenta del beneficio mayor de permanecer en Cristo.

El Reino se trata de descubrir la presencia, la persona del Señor


Jesucristo. ¿Por qué? Él es el mensaje. Él es la teología perfecta. No
podemos profanar ni distorsionar el mensaje de quién es Él para
poder adaptar algo que sucedió en los días de un pacto inferior. Para
intentar reactivar la voz de la Ley y los Profetas, y superar y
adelantar la clara manifestación de la naturaleza de Dios que se
encuentra en Jesús, es teológicamente inmoral.

Divulgar su presencia
¿Recuerda cuando Jesús envió a los discípulos de dos en dos? Les
dijo que fueran a una casa, que desearan la paz en una casa y si no
había una persona de paz allí, debían devolver la paz e irse.
(Consulte Lucas 10:5-7.) Esa fue una instrucción vital ministerial de
la que la mayoría de nosotros sabe muy poco. Para comprender esta
cuestión, necesitamos una conciencia más fuerte de nuestra relación
con el Espíritu Santo.

Hay un tipo y sombra del Antiguo Testamento del Espíritu Santo


descendiendo como una paloma en la historia de Noé. Él liberó la
paloma para averiguar si había tierra firme. Cuando la paloma no
pudo encontrar un lugar donde descansar, regresó a Noé. Cada vez
que usted habla y declara sobre la realidad del Reino, libera al
Espíritu Santo. Y Él está buscando una vida en la cual descansar.
Aprender cómo se divulga esa presencia es esencial en el ministerio.
Considero que sucede lo mismo cuando estamos con personas que
tienen un hambre genuina del Reino. Realmente recurren al Espíritu
dentro de nosotros. Así es como Jesús supo que el poder surgía de Él
cuando la mujer tocó el borde de Sus vestiduras (consulte Marcos
5:30). Llevó una consciencia del Espíritu Santo sobre Él que sintió
que el poder se liberaba.

Mientras hablamos, Su presencia se libera. Él siempre está


buscando otra persona en la cual descansar. Este es su llamado y
convocatoria a su propósito eterno como la morada de Dios y como
intermediario de Su dominio. Cuando hablamos de que el Reino de
Dios está a mano, hablamos sobre la presencia de Dios
Todopoderoso. No puede separar la presencia y el Reino.

Nuestro ministerio es la liberación de la presencia. Es por eso que


decimos lo que Él está diciendo porque a medida que hablamos,
nuestras palabras definen el ministerio del Espíritu de Dios que se
está liberando y manifestando en el ambiente. Dios nos llama y nos
da la tarea de pararnos dentro de la sociedad y traer la Palabra de
Dios. Incluso se nos dice que llegará un día en el que las naciones
del mundo recurrirán a nosotros en busca de la Palabra del Señor
(consulte Miqueas 4:2).

Una palabra nacida del coraje


Una expresión del poder dunamis liberado e la Iglesia en
Pentecostés es el coraje. El coraje nos permite hablar con una
valentía a la que Dios dice “Amén”. Declarar Su palabra requiere de
coraje. Y manifestar Su voluntad es nuestra respuesta intencional a
la palabra que acabamos de declarar que requiere de riesgo. Gran
parte de lo que se predica hoy es sin valentía. Si Jesús hubiera
predicado lo que se predicaba en la mayoría de los púlpitos
cualquier domingo, nunca lo habrían crucificado.

“Y salieron y predicaron en todas partes, el Señor estaba con


ellos, confirmando la palabra a través de señales acompañantes”
(Marcos 16:19). Gran parte de lo que la Iglesia enseña y confiesa
actualmente se puede lograr al margen de Dios. Gran parte de ello
apela a la habilidad y al talento humano. Lo que sea que podamos
hacer por Dios es importante, pero secundario a lo que hemos sido
llamados a hacer que es imposible. La capacidad de Dios de reunir a
las personas y trabajar duro para lograr un proyecto del Señor nunca
estará satisfecha por nuestro anhelo interno de ver imposibilidades
flaquear ante el nombre de Jesús.

Pero el Señor está despertando un coraje que está anclado al


propósito eterno. En Hechos 4:29-30, Pedro acababa de salir de
prisión; acababa de ser perseguido por el nombre de Jesús, pero
estaba listo para llevarlo a otro nivel. Dijo: “Señor, mira sus
amenazas y concede que Tus siervos hablen tu palabra con toda
valentía”. Le pidió a Dios que aumentara su valentía: justo aquello
que lo metió en problemas. El Señor está buscando una palabra que
nazca del coraje, para que Él tenga que aparecer para confirmarla.
Que Dios nos dé una palabra que confronte los poderes de la
oscuridad, libere el Cielo en la tierra y envíe a las personas a sus
destinos nacidos en Dios: algo a lo que Dios puede decir “Amén”.

Hay personas elegidas por Dios para declarar lo que Dios está
diciendo, divulgar la presencia del Señor en toda la tierra. Esta era
toda Su idea: que la gloria del Señor pudiera cubrir la tierra como el
agua cubre el mar, y no habría fin para incrementar Su gobierno.
Ustedes y yo somos los servidores que traen los reinos del mundo a
Su dominio, en donde la presencia de Dios se ve en cada aspecto y
área de la vida.

El poder de la justicia
La transformación de la sociedad no es un derivado accidental del
renacimiento. Tiene que ser intencional. En el renacimiento, la
Iglesia se convence de un Dios grande en lugar de un demonio
grande. Dicho cambio en el enfoque modifica lo que es posible. Pero
es nuestra palabra interna de que es lo primero a modificar en la
gloria de Su emanación. Para que dicha transformación tenga lugar
en el mundo que nos rodea, primero debe suceder en el mundo
dentro de nosotros. Solamente lo que es verdadero en el interior se
puede liberar al exterior. Jesús superó una tormenta con paz. Fue la
tormenta en la que durmió. La paz que lo mantuvo en calma fue la
paz que lo salvó de la tormenta. Las realidades internas se
convierten en nuestras realidades externas. Esa es la naturaleza del
ministerio: vivir de adentro hacia afuera.

Sin la emanación del Espíritu, la Iglesia se preocupa cada vez más


con ser contaminada por el mal de lo que nosotros contaminamos el
mundo con la justicia. Si bien nunca debemos tomar el pecado a la
ligera, tampoco debemos ser ignorantes del poder de la santidad.

Gran parte de nuestra visión actual del mundo es construir la


revelación del Antiguo Testamento. No está mal; simplemente es
incompleto. Si viví bajo la ley judía antes de Cristo, y ofrecí un
sacrificio al Señor, pero en el camino al templo alguien que no
estaba limpio tocó mi ofrenda, la ofrenda tampoco hubiera estado
limpia. El pecado afecta. Es por eso que tocar a un leproso hacía que
una persona no estuviera limpia. El énfasis en la revelación del
antiguo pacto es que el pecado es poderoso. Destruye todo lo que
toca.

Las cosas son distintas en el Nuevo Testamento. El Evangelio de


Mateo fue escrito principalmente por los judíos. En su relato de la
vida de Jesús, Mateo mencionó a Jesús tocando al leproso como el
primer milagro. Cuando Él tocó el leproso, el leproso se curó. Este
testimonió confrontó con un modo de pensar incompleto de que no
era adecuado para Su obra actual de la gracia en la tierra. El poder
de santidad se vuelve cada vez más claro cuando leemos que un
esposo creyente santifica todo el hogar no creyente. Este modo de
pensar del Reino requiere un cambio en cómo vemos y valoramos la
vida misma y el efecto de la vida de Cristo en nosotros. La fe en las
realidades del Reino manifiesta las realidades del Reino.
El poder de la santidad se vuelve más claro en la historia de
Daniel. Dios tomó a Daniel y la permitió ser numerado con brujas y
brujos ante el Rey Nabucodonosor. Vivió virtuosamente y
contribuyó con el efecto de santidad del Nuevo Testamento y la
lealtad en todo un reino hasta que el líder impío se convirtió. La
santidad es más poderosa que el pecado; es la pureza de Cristo en
usted.

Camino de Santidad
Hay un entorno creado en la emanación del Espíritu en el que la
santidad se convierte en el derivado natural. Isaías habla del camino
de la santidad. Una autopista es un camino diseñado para un viaje
acelerado, en donde se han eliminado los obstáculos. En general
involucra el acceso fácil y compañeros de viaje. Un camino de
santidad construye un impulso para que las personas de Dios vivan
en la pureza. Es tan significativo que aún las cosas tontas quedan
cubiertas. No es para requerir, permitir ni fomentar cosas tontas.
Muchos viviendo virtuosamente crean un impulso en el que incluso
los débiles pueden tener éxito.

Habrá una calzada y un camino


y será llamado el Camino de Santidad.
El inmundo no pasará por él,
sino que él mismo estará con ellos.
El que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se
extraviará (Isaías 35:8).

Este Camino de Santidad no será conocido por el acuerdo. No


tendrá personas que exteriormente pretendan ser santas, pero
internamente sean corruptas. “El que anduviere en este camino, por
torpe que sea, no se extraviará” quiere decir que Dios está creando
un camino en este momento de emanación del que va a ser difícil
alejarse. Este concepto es difícil de recibir para muchos ya que
estamos acostumbrados a lo opuesto. Hablamos con rapidez sobre
“la gran caída”, pero no de la gran cosecha y transformación de la
ciudad que también es parte de la profecía del fin de los tiempos.
Está llegando el día en el que existirá una presión de los pares
virtuosos, sin miedo del hombre.
La teología del Nuevo Testamento enfatiza el poder de la
santidad, no el poder del pecado. No se trata de que no temamos al
pecado. Sigue siendo poderoso. Pero un cambio en el enfoque nos
posicionará para invadir el mundo en lugar de exigir que el mundo
venga a nosotros.

Recuerdo que me enseñaron que la santidad era una lista de las


cosas que podemos y no podemos hacer y la lista de lo que “no
podemos” era más larga de lo que “podemos”. La mayoría de lo que
estaba en la lista de lo que podemos era ir a la Iglesia, dar el diezmo,
dar ofrendas, ser testigo, leer la Biblia y rezar. Hacer una comida
compartida de vez en cuando, tener una buena vida y esperar hasta
que Jesús regrese. Pero Jesús no pasó por todo lo que pasó para que
pudiéramos estar ocupados con actividades religiosas. Puso el
Espíritu de resurrección dentro de nosotros para que podamos
conquistar algo.

La mayoría tiene una vista de la santidad del Antiguo Testamento


en una era del Nuevo Testamento: y las eras son completamente
diferentes. El Antiguo Testamento era para preparar a la humanidad
para un Salvador, no sólo para prepararlos para recibirlo, sino para
prepararlos para que pidan por uno. La Ley y los Profetas
continuamente expusieron los requisitos de Dios que la gente no
pudo mantener. Pero vino la gracia y cambió todo. No puede hacer
suficientes cosas para estar limpio ante Dios. Estamos ante la
necesidad desesperante de un Salvador e incluso ahora, 2000 años
después, es fundamental que vivamos con esa conciencia: de que no
podemos trabajar lo suficientemente duro como para obtener el
favor de Dios. Tenemos Su favor y debemos vivir de ese favor para
incrementar lo que ya tenemos.

Es un concepto extraño en el Reino. Usted en verdad puede


obtener más de lo que tiene viviendo de lo que tiene. Si puede hacer
ese ajuste y aprender a vivir en la gracia, realizará cambios mucho
más drásticos que cuando intenta trabajar para obtener el favor.

El profeta Isaías continúa esta hermosa imagen de un concepto de


camino.

Pasen, pasen por las puertas,


allanen el camino para el pueblo;
allanen,
allanen el camino,
quiten las piedras,
alcen una bandera sobre los pueblos (Isaías 62:10 NASB).

Creo que las puertas en este pasaje se refieren a la alabanza,


como se menciona en Isaías 60:18. Cuando el pueblo de Dios alaba,
algo sucede en la atmósfera. Se confrontan los obstáculos de
ideologías, cultura y baluartes espirituales. La alabanza continua,
que es un sacrificio y un estilo de vida, finalmente elimina lo
inferior y establece un reino como el Cielo por encima de las
ubicaciones geográficas. Sucede donde quiera que el pueblo de Dios
se reúna a venerar, pero finalmente tiene un efecto sobre todas las
ciudades. Esta atmósfera celestial cambia la percepción que las
personas tienen de la realidad. Este proceso se llama construir un
camino. Una comunidad que venera cambia la atmósfera sobre la
ciudad que realmente da a aquellos que no conocen a Cristo un lugar
de fácil acceso para conocerlo.

La santidad se manifiesta en el poder


La santidad en el carácter es la manifestación del poder de Dios
en la naturaleza del hombre. La santidad afecta el cuerpo humano a
través de la curación. La santidad exige expresión, y esa expresión
es la manifestación de poder, dando lenguaje a lo que el Espíritu de
Dios está haciendo. El Señor “se declaró como el Hijo de Dios con
poder de acuerdo con el Espíritu de santidad por la resurrección de
entre los muertos” (Romanos 1:4). Los milagros, como la
resurrección, son una expresión normal de santidad.

En ocasiones, nuestro amor por Dios se mide por aquello que


odiamos. Él aún es el juez y siempre condenará lo que sea que
interfiera con el amor. ¿Cuánto odió Dios la enfermedad? Tanto
como odió el pecado. Se tratan prácticamente como uno y como si
fueran lo mismo. Lo que el pecado es para mi alma, la enfermedad
es para mi cuerpo. Odió la enfermedad lo suficiente como para
permitir que Su Hijo experimentara un azotamiento brutal. La
sangre cubre nuestro pecado, pero las heridas pagaron por nuestro
milagro. Es así lo mucho que Él odia el pecado y la enfermedad. No
podemos tolerar esas cosas, porque lo que uno tolera domina.

Nuestro encargo
La santidad tiene un efecto transformador en toda la creación
también. Romanos 8:22 dice que “la creación gime por la revelación
de los hijos e hijas de Dios”. La naturaleza anhela manifestar el
Reino. La tierra anhela esto, esperando ser curada. Incluso el agua
anhela que se vuelva a caminar sobre ella. Si bien no estoy
compitiendo para intentar crear una utopía terrenal, tampoco estoy
descontando el hecho de que la creación se ve afectada por la
manifestación de la presencia de Dios en Su pueblo.

Lo que sucede en el espíritu se debe poder medir en lo natural. Si


usted dice que ama a Dios a quien no puede ver y aborrece a su
hermano que sí puede ver, entonces lo que está diciendo es una
mentira sobre su amor a Dios (consulte 1 Juan 4:20). En otras
palabras, lo que usted reivindica experimentar en el reino invisible
debe poder manifestarse en el reino visible, o lo que usted reivindica
está en duda. Él no nos dejará vivir con teorías que no se puedan
probar. Tienen que poder aplicarse ahora.

Los profetas utilizaban un lenguaje natural para enseñar las


realidades del espíritu. El desierto se regocija en Isaías 35:1. En el
versículo 2, florece abundantemente con gozo y cantos y la gloria
del Señor se verá. Los versículos 3 y 4 son el encargo: “Fortalezcan
las manos cansadas. Afirmen las rodillas endebles. Digan a aquellos
con el corazón temeroso: ‘Sean fuertes. No teman. Su Dios viene
con determinación’”.

Corran y busquen a cualquiera que esté titubeando y díganle:


“Este no es el momento de titubear. Este es nuestro momento, el
momento para el que naciste. No tengas miedo”. Tener el mensaje
correcto en el momento correcto libera un mundo sin precedentes de
actividad sobrenatural. Esta es la respuesta del Cielo a nuestra
respuesta a Su encargo: “Entonces los ojos de los ciegos serán
abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. El cojo saltará como un
ciervo y la lengua del mudo cantará” (Isaías 35:5-6). Este es el
“Amén” de Dios a nuestra proclamación del mensaje correcto. Y
utiliza la naturaleza para ilustrar la abundante vida cristiana:
“Porque el lugar seco se convertirá en estanque y el sequedal en
manaderos de aguas...”.

Una bebida se vuelve un río


Jesús se convirtió en pecado para que ustedes y yo nos
volviéramos los virtuosos de Dios. Nos convertimos en los virtuosos
de Dios en la tierra. Él dijo: “Levántense, brillen porque Su luz ha
llegado”, no “Levántense y reflejen”, porque una vez que es tocado
por la luz, usted se convierte en luz. Él dice que si acudimos a Él y
bebemos, de nuestro ser interior correrán ríos de agua viva (consulte
Juan 7:38). Así que una bebida de Él convierte nuestro ser interior
en un productor de un río cuyo volumen es mucho más grande que
la bebida que recibió. Se convierte en alguien que divulga que el
Reino tuvo un impacto sobre él y lo cambió. Su naturaleza, su ser,
su persona, todo sobre usted, cambia drásticamente en el momento
en que entra en contacto con el Rey y su Reino.

La cultura del Reino celebra lo que Dios está haciendo sin vacilar
sobre lo que Dios no hizo. Debemos resistir la tentación de construir
nuestra teología alrededor de lo que no sucedió. El mundo alrededor
de nosotros pide a gritos una muestra auténtica de Cristo. Y nos
convertimos en la respuesta si no vacilamos sobre lo que no sucedió.

Somos responsables de buscarlo a Él para un avance específico en


privado. También aprendemos de aquellos que ya han
experimentado el avance que usted anhela. Estar en el ambiente del
ministerio libera una gracia para hacer lo mismo. Esté listo para
recibir de aquellos que están fuera de sus preferencias teológicas, ya
que Dios a menudo esconde sus mejores regalos para nosotros bajo
el envoltorio menos probable, simplemente para garantizar que
tengamos la suficiente hambre y humildad para vivir en el regalo
una vez que lo recibamos. Busque lo imposible y tome los riesgos
necesarios para confrontarlo y dé la oportunidad para un milagro.

Que Dios libere el Espíritu de la sabiduría y la revelación sobre


Su pueblo una vez más para que podamos ver a Jesús con mayor
claridad, y que podamos representar a Jesús con más precisión. Del
mismo modo en el que el rostro de Moisés brilló con la gloria de
Dios después de buscar Su bondad ilimitada, así Dios quiere el
cambio en el rostro de la Iglesia en nuestra generación.

La bondad de Dios es la piedra angular de nuestra teología: una


que se debe vivir, predicar y demostrar.

Todo se trata de Jesús, quien es la teología perfecta.


Acerca de Bill Johnson

Bill y Brenda (Beni) Johnson son pastores experimentados de la


Iglesia Bethel en Redding, California. Bill es un pastor de quinta
generación con una gran herencia en lo referido al espíritu. Juntos
han servido a una cantidad creciente de iglesias que se han unido
para el renacimiento. Esta red apostólica ha cruzado líneas
confesionales en la construcción de relaciones que permiten a los
líderes de la iglesia caminar en la pureza y el poder.

El Señor ha utilizado a Bill para lanzar un ataque frontal contra la


incredulidad, la complacencia y la duda. A través de curaciones que
ocurren en cada reunión, la fe se ha fortalecido y los fuegos del
renacimiento se avivan en los corazones de los creyentes. Bill
enseña una vida de fe que produce una relación entre el creyente de
fe y creyente entregado. El poder de Dios revela Su naturaleza y está
guiado por Su Presencia. Bill cree que enseñar verdades sobre Dios
sin un encuentro lleva al orgullo espiritual. Un encuentro con Dios
produce una revelación de Dios y la revelación de uno mismo,
transformándonos de esa manera.

Es este movimiento actual, Dios ha llevado a Bill a una


comprensión más profunda de la frase “... en la tierra como en el
cielo”. El Cielo es el modelo de nuestra vida y ministerio. Jesús
vivió con este principio solamente haciendo lo que vio que Su padre
hacía. Aprender a reconocer la presencia del Espíritu Santo y cómo
seguir Su liderazgo nos permite hacer las obras de Cristo,
destruyendo las obras del demonio. La sanación y la liberación
deben convertirse en la expresión común del evangelio de poder una
vez más.

Bill y la familia de la iglesia Bethel han tomado este tema para la


vida y el ministerio. Las curaciones, que van desde cáncer hasta
huesos rotos y trastornos del aprendizaje o sanación emocional,
suceden con frecuencia. Este es el “pan de los hijos” y estas obras de
Dios no se limitan a las reuniones del renacimiento. La iglesia está
aprendiendo cómo llevar esta unción a las escuelas, lugar de trabajo
y vecindarios con resultados similares. Bill enseña que le debemos
al mundo un encuentro con Dios, y que el evangelio sin poder no es
el evangelio que Jesús predicó.
Libros de Destiny Image por Bill Johnson

God is Good (Dios es bueno)


Hosting the Presence (Ser anfitrión de la Presencia)
Hosting the Presence Every Day (Ser anfitrión de la Presencia
cada día)
When Heaven Invades Earth (Cuando el Cielo invade la tierra)
The Supernatural Power of a Transformed Mind (El poder
sobrenatural de una mente transformada)
Strengthen Yourself in the Lord (Fortalecidos en el Señor)
Releasing the Spirit of Prophecy (Liberar el Espíritu de la
Profecía)
Dreaming with God (Soñando con Dios)
Here Comes Heaven (Aquí viene el Cielo)
Release the Power of Jesus (Liberar el poder de Jesús)
The Supernatural Ways of Royalty (Las formas sobrenaturales
de realeza)
Spiritual Java (Java espiritual)
Walking in the Supernatural (Caminar en lo sobrenatural)
A Life of Miracles (Una vida de milagros)
Center of the Universe (Centro del universo)
Center of the Universe Too (Centro del universo también)
Dream Journal (Diario de los sueños)
A Daily Invitation to Friendship with God (Una invitación
diaria a la amistad con Dios)
Invading Babylon (Invasión de Babilonia)

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